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Ciclo de Vida del Producto



    1.  
    2. Etapa previa
    3. Etapa de
      introducción
    4. Etapa de
      crecimiento
    5. Etapa de
      madurez
    6. Etapa de
      declinación
    7. Etapa de desaparición
      y retiro
    8. Estrategias que deben
      utilizarse en cada una de las etapas del ciclo de
      vida

    Introducción 

    El análisis del ciclo de vida
    del producto o
    servicio
    supone que estos tienen una vida finita; esto es parecido a lo
    que nos sucede a los seres vivos. Los productos y/o
    servicios
    tienen un ciclo de duración que comienza con su
    creación (nacimiento) y termina con el retiro del mercado (muerte).

    Relacionándolo con los seres vivos, se puede
    decir que los productos y/o servicios tienen un periodo de
    crecimiento que siguen al nacimiento y un periodo de
    declinación que preceden a la
    muerte.

    Por tanto, el Ciclo de Vida es el proceso
    mediante el cual los productos o servicios que se lanzan al
    mercado atraviesan una serie de etapas que van desde su
    concepción hasta su desaparición por otros
    más actualizados y más adecuados desde la
    perspectiva del cliente.

    Cuando se monitorear los resultados de muchos productos
    o servicios durante un período determinado, se descubre
    que el patrón de ventas
    más común sigue una curva consistente de Introducción, Crecimiento, Madurez y
    Declinación (Como se muestra en el
    gráfico). Es obvio que al principio las ventas son muy
    bajas, se van aumentando de forma gradual y luego comienzan a
    decrecer.

    Los bienes y
    servicios cumplen, desde sus orígenes hasta su
    desaparición, las siguientes etapas en su ciclo de vida:
    etapa previa; introducción; crecimiento; madurez;
    declinación; desaparición y retiro.

    Etapa previa

    En esta etapa, antes de su origen, se desarrollan, entre
    otros, los siguientes procesos de la
    vida del producto: concepción de la idea, desarrollo del
    proyecto,
    investigaciones anteriores a su producción masiva y lanzamiento, plan de
    negocios, etc.

    Etapa de
    introducción

    En esta instancia, una vez lanzado el producto al
    mercado, la empresa se
    ocupa a través del área de marketing de
    todas las actividades necesarias para asegurar el plan de cobertura
    y penetración original previsto en los objetivos del
    proyecto.

     Los esfuerzos mayores se concentran en: cobertura
    de canales de
    distribución; promoción, merchandising;
    capacitación y supervisión de la fuerza de
    ventas; distribución física para su
    encuentro con los clientes; inicio
    de la
    comunicación publicitaria y, fundamentalmente, de su
    posicionamiento.

     Existen varios indicadores
    para identificar esta etapa. En primer lugar, la cobertura
    gradual de los puntos de ventas seleccionados como metas. Luego,
    la rotación reducida de las existencias en los canales; su
    crecimiento gradual en volúmenes de ventas, repeticiones
    lentas de compras,
    así como su progresiva participación en el mercado.
    No pueden precisarse cifras exactas, ni válidas para todos
    los casos; pero las experiencias señalan que, cuando un
    producto ha logrado superar 10% de los objetivos fijados para su
    etapa de madurez cuando alcanzará el máximo de la
    venta esperada se
    ha logrado su introducción y comienza la etapa de
    crecimiento.

    En esta etapa, la política de precios y el
    financiamiento
    deben ser estratégicamente decididos para facilitar la
    rápida penetración.

    Etapa de
    crecimiento

    En esta etapa, el producto completa su posicionamiento
    definitivo, consolidada su cobertura y comienza a aumentar su
    participación en el mercado.

     Las señales
    que permiten identificar esta etapa son:

    Posicionamiento en el segmento definido;
    diferenciación básica creciente; grado de fidelización o repetición de compras
    con sostenido avance; muy buena cobertura en los canales de
    distribución; penetración creciente en el mercado,
    pero con amplias oportunidades de avance (entre l0% y 95% del
    máximo objetivo
    establecido para cuando el producto llegue a su madurez);
    contribución marginal superior a 25%;
    utilidades brutas en crecimiento, pero aún bajas con
    relación a su potencial; curva de aprendizaje en
    desarrollo;
    cartera de clientes amplia, pero con posibilidades de
    extensión; importante presión y
    respuesta competitiva;
    avance sostenido para alcanzar el liderazgo en
    costos;
    tendencia sostenida en crecimiento de ventas;
    segmentos y nichos de mercado aún vírgenes, o con
    poca penetración.

    Etapa de
    madurez

    Cuando el producto ha alcanzado la máxima
    participación posible y pronosticada de su evolución en el mercado, se ha llegado a la
    etapa denominada de madurez.

     Las señales clave que reflejan esta etapa
    son, entre otras:

     nivel óptimo de cobertura y
    penetración de mercado, con pocas posibilidades de
    crecimiento; finalización de la tendencia de crecimiento
    de ventas; niveles máximos de contribución y
    rentabilidad
    final, firmes pero estabilizados; máxima acción
    de la competencia para
    desplazar posiciones alcanzadas; liderazgo y dominancia en los
    segmentos operados, o en el mercado total; altos índices
    de fidelización de clientes; extensión
    amplia y casi total de líneas o variedades del producto;
    marcas y usos
    de alto reconocimiento y profundo posicionamiento; elevada
    rotación de inventarios en la
    empresa y los
    puntos de ventas; carencia de requerimiento de inversiones
    adicionales para sostener posiciones logradas.

    Etapa de
    declinación

    Después de una meseta de alta
    participación y muy buenas ventas y utilidades en el
    mercado, todo producto o servicio, con el tiempo, tiende
    a decrecer en su evolución. Ello puede originarse en
    algunas, o varias, de las siguientes causas:
    cambios en las conductas de los clientes y usuarios;
    innovación
    tecnológica que marque la iniciación de un
    ciclo de obsolescencia; errores estratégicos propios de la
    compañía;
    modificaciones en las condiciones socioeconómicas del
    entorno; leyes o
    disposiciones normativas; influencias geopolíticas (caso
    Mercosur,
    Nafta,
    etc.).

    Dentro del ciclo de la declinación, podemos
    reconocer tres instancias:
    pérdida de hasta 25% de las posiciones sustentadas
    precedentemente (ventas, participación de mercado,
    utilidades, etc.);

    En el ciclo de declinación es posible intentar
    esfuerzos para desacelerar el ritmo de la caída, pero no
    más que ello, ya que, cuando se detectan las
    señales de su iniciación, el ciclo es irreversible
    y no se justifica, económicamente, realizar inversiones
    para detenerlo o revertirlo.

    En la segunda parte de la declinación, hasta
    llegar a 50% de su caudal de madurez, el producto o servicio es
    todavía interesante para la empresa. Aporta buenos
    volúmenes de ventas, absorbe costos de estructura,
    quizá genera aún utilidades, complementa la
    línea de productos y sirve para atender a una clientela
    que le sigue siendo fiel, en cantidades significativas. Como esa
    instancia no requiere inversiones ni esfuerzos adicionales, al
    igual que la anterior debe ser acompañada y seguida con
    atención, porque es beneficiosa tanto para
    los intereses de la compañía como para los de sus
    clientes y distribuidores.

    Ya en la tercera de las fases de la declinación,
    cuando se está superando 5l% de las ventas y las
    utilidades precedentes, es necesario comenzar a programar el
    retiro del producto del mercado, ya que en estas circunstancias
    no se obtienen resultados económicos.

    Etapa de
    desaparición y retiro

    En su última fase de declinación, el
    producto está en la empresa pero no tiene vigencia en el
    mercado: los canales de distribución lo dan de baja en su
    comercialización, porque no existe demanda. Los
    compradores y los usuarios no lo aceptan por no adaptarse a sus
    expectativas y deseos.
    Llegó la hora de tomar la decisión de su retiro
    definitivo.

    ¿Qué
    estrategias deben
    utilizarse en cada una de las etapas del ciclo de vida, para una
    gestión
    de valor?

    La distintas etapas del ciclo de vida del producto
    requieren, para la buena administración del negocio, estrategias
    especializadas de marketing. A continuación analizaremos
    cada una de ellas.

    En la introducción

    Las estrategias de marketing más recomendables
    para esta etapa deben focalizar sectores internos y externos de
    la empresa.
    Para los clientes internos (personal de
    la
    organización):
    Crear cultura
    compartida de toda la organización.

    Seguimiento intensivo de todo el proceso.

    Estímulos, incentivos y
    premios, tanto cualitativos como cuantitativos, para esta
    etapa.

    Plan de contingencias para corregir o superar
    inconvenientes o problemas en
    el lanzamiento e introducción.

    Para los clientes externos (compradores y
    consumidores):
    Definición de qué canales o
    puntos de ventas deberán incorporarse en la cadena de
    distribución.

     Diseño
    de la estrategia de
    trade-marketing, vale decir, qué productos o variedades de
    su línea, qué impulsión, qué
    política de precios, qué estrategias competitivas y
    qué metas y objetivos de negocios se
    fijarán para cada canal por utilizar.
    Promoción
    de ventas intensiva con objetivos y estrategias adecuados a
    los objetivos particulares de esta primera etapa del ciclo de
    vida.

     Merchandising con acciones
    adecuadas para lograr los mejores lugares, exhibiciones y
    actividades en los puntos de ventas.

     Programación de reuniones o convenciones de
    presentación del producto, donde la empresa explique
    objetivos de negocios, beneficios y ventajas.

     Difusión y marketing directo a
    distribuidores y clientes finales considerados necesarios para
    esta etapa.

     Inicio de la campaña
    publicitaria.

     Actividades orientadas a generar la construcción del concepto e
    imagen de
    marca, o en su
    defecto de línea o familia de
    productos o servicios.

     Distribución física, para asegurar
    abastecimiento racional, garantizando reposiciones y
    entregas.

    Ajustes inmediatos de brechas entre lo planificado y lo
    concretado.

    Respuesta inmediata a las estrategias competitivas, de
    acuerdo con lo planificado o sus planes de contingencia.
    Monitoreo de la evolución, hasta definir el ingreso en la
    siguiente etapa.

    En la etapa de crecimiento las estrategias por seguir
    son:
    Para los clientes internos:

    Nuevos esquemas de estímulos, incentivos y
    premios por resultados, propios de esta etapa.

    Análisis de sugerencias e innovaciones, para
    capitalizar experiencias de todos los participantes.

    Suministro de nuevas inversiones o elementos requeridos
    para atender el crecimiento de producción, administración, finanzas,
    marketing, promoción, merchandising, ventas y
    distribución del producto en esta etapa.

    Para los clientes externos

    Ampliación en la cobertura de zonas
    geográficas y segmentos de negocios mayoristas y
    minoristas.

    Continuidad en los esfuerzos de merchandising,
    promoción de ventas, marketing directo y
    difusión.

    Negociación y plan de incentivos por crecimiento
    de ventas a los comercios distribuidores. Fijación de
    nuevas metas y acuerdos de negocios.

    Apoyo para acelerar la rotación y la
    penetración del producto en cada canal y zona de
    ventas.

    Continuidad de la campaña publicitaria, pero con
    replanteo de objetivos y estrategias, para lograr comunicar y
    posicionar las ventajas competitivas y diferencias
    significativas.

    Continuación de las actividades para solidificar
    el concepto y la imagen de marca, con identidad y
    diferenciación suficientemente significativas.

    Fidelización de clientes. Intensificación
    de frecuencia de compras y volúmenes de ventas.

    En la etapa de madurez se aplicarán las
    siguientes estrategias:

    Para los clientes internos:

     Diseñar los nuevos roles y
    desempeños que se requiere de distintas funciones para
    asegurar que el producto o servicio tenga la asistencia que exige
    el tránsito por su madurez.
    Activar la participación para lograr mejoras en el
    producto o servicio, ya sea en su calidad o por
    extensión de líneas.
    Estimular ideas y procesos para lograr el mayor aprovechamiento
    de la curva de la experiencia, la economía de escala,
    así como las oportunidades para reducir costos e
    incrementar utilidades, propias de las consecuencias de esta
    etapa del ciclo de vida.

    Fijar nuevos estándares para sistemas de
    incentivos, estímulos y premios por logros conseguidos
    según planes y presupuestos
    de ventas.

    Para los clientes externos:

    Realizar actividades de promoción de ventas,
    merchandising, marketing directo, concursos y eventos que
    alienten las compras y los consumos.

    Posicionar extensiones de líneas y variedad de
    surtidos, e incorporar probables nuevos usuarios.

    Buscar nuevos usos y aplicaciones para los productos y
    servicios actuales.

    Extender los criterios de segmentación y explorar nuevos nichos de
    mercado.

    Ampliar posibilidades de distribución.

    Acordar alianzas estratégicas y actividades de
    co-marketing.

    Profundizar planes de fidelización de
    clientes.

     En la etapa de
    declinación

    En la primera fase de la declinación, hasta tanto
    el producto haya perdido menos de 25% de su participación
    en el mercado con relación a la etapa previa, es
    conveniente sustentar acciones de promoción,
    merchandising, negociación y ventas para desacelerar la
    pérdida de mercado.

     En esta etapa es necesario tener listos, para su
    lanzamiento, la innovación o bien el nuevo producto que se
    introducirá en el mercado para la ulterior
    sustitución del producto que se retirará de la
    comercialización.

     Cuando el producto en su declinación
    está todavía por encima de 50% de los registros
    logrados en la madurez, sigue siendo interesante para la empresa,
    por lo que las estrategias son las de mantenimiento
    y cosecha, o sea el logro del máximo recupero que ofrece
    el producto (generalmente en esta instancia produce
    márgenes reducidos de contribución y coopera para
    la absorción de costos de estructura).
    A partir de este nivel de participación de mercado y
    ventas, el producto comienza a generar resultados negativos para
    la compañía, y los clientes ya no se preocupan por
    él. Aquí es donde, según los indicadores,
    debe producirse la decisión de retiro, mediato o inmediato
    según las circunstancias, del producto.

      

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