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Algunas consideraciones histórico-filosóficas y sociales de los valores




Enviado por hpupo



    1. A manera de
      introducción
    2. Félix Varela y Morales: el
      que nos enseñó en pensar
    3. Pensamiento social del ilustre
      cubano José de La Luz y Caballero en torno al
      valor
    4. Tecnología y
      valor
    5. Educación de
      la responsabilidad como cualidad sistémica del valor en
      la práctica educativa de la
      adolescencia
    6. El Che y la
      formación del hombre nuevo

    A MANERA DE
    INTRODUCCION

    El tratamiento de los valores
    es de vital importancia para la construcción de forma consciente y con
    conocimiento
    de causa de la nueva sociedad. El
    problema radica en que, en primer lugar, no existe un consenso
    general en las ideas que se tienen acerca de los valores y su
    formación, y en segundo lugar, hay que tener en cuenta
    que cada pueblo, centro de estudios, institución, etc.
    posee características peculiares que impiden la
    aplicación de una ética
    racionalista del "deber ser" desde afuera.

    La monografía va dirigida a sustentar
    criterios de docentes
    investigadores sobre el valor, que
    rompe con la concepción estandarizada y atomizada que
    hasta el momento ha primado en la literatura. Se
    trata de abrir nuevas inquietudes y reflexiones para su
    análisis.

    Contiene una fundamentación
    socio-filosófica inicial del estudio de los valores que
    deja en pie la necesidad de una labor multidisciplinaria donde
    se vinculen las ciencias
    sociales y humanísticas, acentuándose la
    función integradora que juega la
    Filosofía como núcleo de la concepción del
    mundo, la cual, entre otras cosas investiga el papel que juegan
    los valores en el sujeto activo que a la vez los recrea
    simultáneamente.

    La monografía hace hincapié en el
    pensamiento
    ilustrado cubano, incursiona en las nuevas
    características o connotaciones que adquiere el valor
    ante el desarrollo
    de la tecnología, así como en su
    concreción en la
    educación de la responsabilidad de adolescentes
    de Secundaria Básica. Los contenidos expresados se
    utilizan como material didáctico en la enseñanza de la asignatura
    Filosofía y Sociedad así como en Problemas
    Sociales de la Ciencia y
    la Tecnología. Es importante la aplicación que se
    realiza de la concepción del valor al proceso de
    educación de la responsabilidad sexual de
    la adolescencia
    en la actualidad, así como a la investigación de su concreción en
    el pensamiento del Che en la formación del hombre
    nuevo.

    CAPITULO I. FELIX
    VARELA Y MORALES: EL QUE NOS ENSEÑO EN
    PENSAR.

    El Presbítero Félix Varela, llena la
    primera mitad del siglo XIX. Su pensamiento independentista y
    su afán renovador en todos los campos del saber y el
    hacer cultural, social y político, lo convierten en una
    personalidad
    histórica.

    Varela, con el independentismo que le
    caracterizó fue capaz de exigir ante las cortes
    españolas la abolición de la esclavitud y la
    independencia de Cuba. Este
    hecho le costó el destierro por el resto de su
    vida.

    Durante la República mediatizada, se
    tenía una visión incompleta de la obra de Varela.
    En 1911 sus restos, que descansaban en San
    Agustín de la Florida, fueron traídos a La
    Habana. Con tal motivo se hicieron homenajes a su memoria y
    fueron publicados numerosos artículos.

    Pero no fue hasta 1935 en que el pensamiento
    independentista de Varela comienza a ser divulgado ampliamente
    con base documental. Esta meritoria labor se debe en gran parte
    a Emilio Roig de Leuchsenring, quien en 1942 se da a la tarea
    de divulgar los trabajos escritos por Varela, fundamentalmente
    los que se encontraban en el
    periódico "El Habanero". En 1943, el Segundo
    Congreso Nacional de Historia acordó
    rendir tributo a la figura de Varela
    proclamándolo:

    el primer revolucionario de Cuba, por haber
    sido quien expresó por primera vez en nuestra historia
    la necesidad de absoluta independencia…. (1).

    Después de transcurridos casi cuarenta
    años del cese del coloniaje español, hay un redescubrimiento de la
    figura de Varela y es cuando comienza a explorarse la fase
    más importante de su pensamiento político: el
    independentismo.

    Hay que decir que realmente el pensamiento y la figura
    de Varela alcanzan su verdadero valor y logran su justo lugar
    en la historia de nuestra patria con el triunfo de la Revolución, que no sólo publica la
    encomiable obra de Varela sino que lo mejor de su pensamiento
    lo difunde y aplica a las nuevas circunstancias
    históricas, y cobran cada vez mayor vigencia sus ideas
    independentistas en la actual batalla de ideas que libra
    nuestro pueblo.

    Es de trascendental importancia para las nuevas
    generaciones el
    conocimiento no sólo de sus trabajos escritos, sino
    de toda su labor como educador, de sus métodos
    e ideas acerca de la enseñanza, y sobre todas las cosas
    del deber como cubano y como patriota en la defensa de la
    soberanía nacional; teniendo presente que
    es Varela el revolucionario quien luchara contra la
    Escolástica como método
    de enseñanza que primaba en la época; fue el
    iniciador de la revolución en el pensamiento
    filosófico, en los métodos de enseñanza,
    en el sentimiento patrio sobre la independencia que para
    él: debíamos conquistarla con nuestros propios
    esfuerzos sin comprometer la paz futura.

    En una casa de la calle Obispo, entre Villegas y
    Aguacate, nació el 20 de Noviembre
    de 1787 (ó 1788), Félix Francisco José
    María de la Concepción Varela y Morales. El padre
    era español, teniente de un regimiento de
    infantería en La Habana, y se nombraba Francisco Varela.
    La madre era cubana, Josefa Morales.

    A los seis años parte para San Agustín
    de la Florida, y muerto el padre, se hace cargo de él su
    abuelo materno Bartolomé Morales, coronel de
    infantería y gobernador de ese lugar.

    Regresa a la Habana con catorce años, y la
    tradición familiar procura inclinarlo hacia la carrera
    de las armas, pero el
    jovencito prefiere la carrera eclesiástica, y hace su
    ingreso en el Seminario de
    San Carlos.

    Allí tiene entre otros profesores a Juan
    Bernardo O´Gavan y a José
    Agustín Caballero. A la vez estudia en la Universidad
    y se gradúa de Bachiller en Artes. En su período
    de estudiante, Varela se destaca por su brillante talento,
    espíritu abnegado, laboriosidad, integridad de carácter y nobleza de sentimientos,
    cualidades éstas que marcarían toda su
    vida.

    En 1806 recibe la primera investidura clerical. Antes
    de cumplir la edad reglamentada obtiene, tras lúcidas
    oposiciones, la Cátedra de Filosofía en el propio
    Seminario (1811). Se ordena sacerdote en ese año,
    recibiendo en ambos casos la licencia especial del obispo
    Espada que ya, lo admiraba. A partir de aquí comienza el
    período de vida de Varela, en que desarrollaría
    una labor intelectual docente y renovadora de extraordinaria
    trascendencia.

    A pesar de que ya se observan signos
    renovadores en las clases impartidas en algunos conventos,
    corresponde a Varela haber sido:

    …el regenerador de la Filosofía en la Isla de
    Cuba y en gran parte de la América… (2)

    El sentido pedagógico que usó para sus
    clases de Filosofía se basaba en enseñar primero
    a en pensar y en esto radicó su separación
    radical con los métodos escolásticos. Preparaba
    sus clases tomando de diversas bibliografías lo que a su
    juicio le parecía lo más correcto e ideal para
    que sus estudiantes llegaran no solo a comprenderlo sino a
    meditar y reflexionar sobre el tema que se trataba, que les
    motivara y creara en ellos interrogantes que propiciaran el
    debate en
    sus clases. Además evitaba que sus clases se
    convirtieran en algo aburrido para sus discípulos,
    dándoles temas en los que ellos debían prepararse
    y debatirlos frente a los demás lo que contribuía
    también en su futuro desempeño como
    eclesiásticos.

    Basándose en el método de Descartes,
    postulaba que:

    …la experiencia y la razón son las
    únicas fuentes o
    reglas de los conocimientos (3)

    Desarrolla su magisterio en un marco de liberal
    independencia de criterio que le causó no pocos
    enemigos. Sostenía que debía haber una
    separación entre la Teología y la
    Filosofía. Adquiere especial relieve el
    hecho de que haciendo caso omiso de las ordenanzas que
    imponían el latín como lengua
    docente, Varela, daba sus clases en español y para
    cubrir las formalidades así como para que sus alumnos
    practicaran el latín, dedicaba un día a la semana
    a conversar en ese lenguaje,
    esto sería un punto esencial en la formación del
    cubano, de nuestra nacionalidad, pues nuestro idioma será a
    partir de ese momento usado en la enseñanza y
    también en la publicación de libros.

    En su tercer curso como profesor
    (1813-1814), Varela adopta abierta y diplomáticamente el
    idioma español para sus clases de Filosofía. En
    ese período comienza a publicar sus libros de textos
    también en español. A la vez que incorpora
    actividades experimentales en las clases de Física y Química.

    …anticipándose a su época… hace
    traer aparatos, o los construye él mismo o indica la
    manera de construirlos y descubre ante los ojos de la juventud
    atónita que le rodeaba con tanta veneración como
    cariño, un nuevo campo, inmenso y hermosísimo de
    investigación y estudios serios (4)

    Pero no es solamente su cátedra lo que ocupa a
    Varela, sino que despliega además una constante
    actividad en el seno de la Sociedad
    Patriótica
    de la que es socio de número
    desde 1817. Aboga por la aplicación de nuevos
    métodos de enseñanza, dirigidos a abolir la
    rutina memorística y a desarrollar la capacidad pensante
    de los alumnos. Por encargo de la propia institución
    escribe "Máximas Morales y Sociales", libro que
    sería destinado a las escuelas y al pueblo en general.
    Igualmente, en cooperación con Justo Vélez,
    pública un "Cuaderno de Orientaciones Morales y
    Sociales" para la juventud.

    Para Varela uno de los factores del atraso de la
    educación en Cuba se debía al uso de los
    métodos escolásticos que preponderaba la memoria
    como la fuente del conocimiento, de ahí que se dio a la
    tarea de revolucionar e implantar novedosos aspectos en la
    enseñanza de la época usando la razón y el
    entendimiento unidas al análisis, enseñar a
    pensar a partir de la naturaleza
    de las cosas, de su realidad inmediata sobre el principio de la
    realidad cubana y de las necesidades del
    país.

    Al año siguiente es aclamado socio de
    mérito de dicha institución, en reconocimiento a
    su labor en la Sección de Educación y al celo,
    actividad y acierto con que desempeñaba todas las
    comisiones que se le asignaban. A un prestigio
    sólidamente cimentado, se sumaba en Varela una
    popularidad creciente, que lo convierte en centro de la mayor
    estimación y solicitud.

    …. no podía quedar tranquilo en el humilde
    rincón de su colegio, cuando cosa grande
    acontecía en la Habana, o cuando se quería
    conmemorar en ella, de una manera realmente satisfactoria,
    cualquier suceso de importancia. Para todo se apelaba al padre
    Varela y nada se creía completo sin su
    cooperación y auxilio..(5)

    Así Varela, fue el escogido para que dirigiera
    la misa (y el consiguiente sermón) en vísperas de
    ciertas elecciones que habían de tener lugar en la
    Habana en octubre de 1812. El acto religioso –
    político se efectuó en la iglesia del
    Santo Cristo, ocasión que aprovechó Varela para
    decirle al pueblo:

    … no consideréis otra cosa que el bien de la
    patria… meditad y reflexionad vuestra elección; no
    procedáis por un ciego instinto y mera costumbre que es
    otro de los principios que
    inducen a error al entendimiento. Ciudadanos virtuosos y sabios
    deben ser el objeto de vuestras miras, sean del estado y
    condición que fueren… sacrificad vuestros intereses
    privados en obsequio de la sociedad… (6)

    La verdad, la patria, la sociedad, eran palabras que
    Varela revestía de un sentido nuevo para aplicarlos a la
    política, la cual suponía un
    lenguaje nuevo en aquellos años de inicio del siglo XIX.
    Eran sólo algunas anticipaciones de quien habría
    de radicalizar todavía más sus ideas y su
    lenguaje años después.

    En 1818 publica Apuntes Filosóficos y Lecciones
    de Filosofía, siendo ésta última con la
    que da cima a la renovación de las ideas
    filosóficas. Gracias a esta obra se enseñó
    Filosofía
    Moderna en castellano.
    Además en esta obra se fundamenta un sentimiento
    nacional aparece un concepto de
    patria y la defensa de éste, del amor de un
    hombre por
    su tierra. Es
    un texto de
    fácil comprensión y asimilación por parte
    del estudiantado que al recibir su contenido estará
    preparado para nuevas materias que enriquezcan lo recibido sin
    que medie el uso de lo memorístico, solo la
    comprensión y reflexión de lo
    estudiado.

    En vida de Varela se hicieron varias ediciones de este
    libro en Estados Unidos
    y fue usado como texto para la enseñanza en México.

    A 1819 corresponde su "Miscelánea
    Filosófica", que se edita por segunda vez en Madrid en
    1821. De esta obra hizo Varela una tercera edición en New York, en 1827.
    Miscelánea Filosófica que él llamaba
    entretenimientos, es una reunión de diversos temas:
    desde cuestiones de lógica hasta reflexiones acerca de la
    música,
    con la que llenaba sus momentos libres pues tocaba el
    violín a la perfección. A él se debe la
    fundación de la primera Sociedad Filarmónica que
    hubo en La Habana.

    El establecimiento en España
    de la Constitución de 1812, determina la
    creación de una Cátedra sobre Materia
    Constitucional en el Seminario. El obispo Espada comunica su
    deseo de que sea Varela quien asuma esa tarea.

    En las oposiciones para cubrir la cátedra se
    presentan tres jóvenes talentosos que han sido sus
    discípulos: José Antonio Saco, Nicolás
    Escobedo y Prudencio Hechavarría. La Cátedra de
    Constitución recae, desde luego, en Varela, el cual da
    comienzo a su nueva función en enero de 1821. En ese
    mismo año publica su libro "Observaciones Sobre la
    Constitución de la Monarquía Española", que
    sería su última obra escrita en Cuba.

    Para Varela fue esta una nueva y magnífica
    oportunidad de derribar viejos troncos podridos y esparcir un
    semillero de ideas modernas. Su cátedra alcanzó
    una resonancia de tribuna. Las palabras SOBERANIA Y LIBERTAD, en
    la voz de Varela se vistieron de gala. Nunca antes se
    había hablado un lenguaje semejante en Cuba.

    …Es preciso no perder de vista que
    una cosa es soberanía y otra gobierno.
    Aquella resulta de la voluntad general, que forma el primer
    poder
    inseparable de la nación, mas el gobierno es mero
    ejecutor de la voluntad general, y sólo consiste en
    una o muchas personas que merecen la confianza pública
    autorizadas para juzgar según las leyes, y
    dictar otras nuevas cuando la necesidad lo exija, pero
    siempre conformándose a la justicia.
    El gobierno ejerce funciones de
    soberanía; no la posee ni puede decirse dueño
    de ella. El hombre
    libre que vive en una sociedad justa, no obedece sino a la
    ley. Mandarle
    invocando otro nombre, es valerse de uno de los muchos
    prestigios de la tiranía, que sólo producen
    efecto en las almas débiles. El hombre no manda a
    otro; la ley los manda a todos… (7)

    El mito del
    origen divino de los reyes y sus poderes omnímodos, se
    desmoronaba a la vista de todos. Esta cátedra
    tendrá una significación especial en la juventud
    de la época que se adhiere a ella e inicia la
    búsqueda de los nuevos conceptos e ideas que
    revolucionan el mundo. Allí se enseñó los
    fundamentos de un patriotismo nuevo, surgió la
    expresión de un fuerte sentimiento de nacionalidad
    desligado de las limitaciones cada vez mayores de la
    burguesía esclavista cubana Se abordará la
    necesidad de crear la nación cubana uniendo para ello todos los
    componentes del pueblo sobre la base de la colaboración
    de clases. Por tanto sirvió esta cátedra para
    desarrollar el pensamiento político hacia la patria y
    mirar hacia nuestros propios problemas
    desde una óptica nueva en aras de la conquista de
    un destino propio.

    En medio de un clima
    extremadamente tenso entre criollos y peninsulares
    (constitucionalistas y absolutistas), en diciembre de 1822 se
    celebraron las elecciones de diputados a las Cortes de Madrid,
    en que salió electo Félix Varela, así como
    Leonardo Santos Suárez y Tomás Gener.

    Una ojeada a la situación nacional en que
    Varela es electo diputado a las cortes, nos brinda el siguiente
    cuadro: un patriciado criollo (terratenientes, dueños de
    esclavos, magnates del azúcar, del café,
    del tabaco de la
    ganadería con títulos nobiliarios
    algunos de ellos) que mantenía una posición
    política reformista, y al que cualquier situación
    política en el país (liberal o absolutista) le
    venía bien, con tal que no alterara el orden
    público y no peligraran sus vidas, haciendas y
    perspectivas económicas. Estos enriquecidos criollos
    preferían que continuara el régimen
    español antes que estallara un movimiento
    revolucionario que pusiera en peligro sus intereses
    económicos, además veían en el gobierno
    cierta garantía a su estabilidad. A lo que más
    aspiraban era a un régimen autónomo para Cuba en
    el que pudieran ser factores aún más
    determinantes. Pero expliquemos esto más detalladamente:
    Para fines del siglo XVIII e inicios del XIX, y a raíz
    de numerosos factores internos y externos, se produce en Cuba
    el desarrollo del sistema
    plantacionario. Con la plantación, Cuba entra en la
    modernidad y
    se orienta hacia patrones de producción capitalistas.

    En España a este proceso de modernidad se le
    conoce como DESPOTISMO ILUSTRADO (período de Carlos
    III); y es el espacio que deja libre la monarquía
    española para los intereses de orientación
    capitalista evitando por supuesto, que una negativa a ello
    pueda provocar una revolución burguesa.

    El Despotismo Ilustrado en América, a veces
    funciona con más fuerza que
    en la metrópoli, rompe con el monopolio
    comercial, la política de puerto único y abre las
    puertas a otras regiones comerciales, tiene en cuenta y hace
    espacio a los intereses de los criollos que ahora se
    consolidarán como clase. El
    Despotismo Ilustrado origina, por tanto, una nueva
    dimensión teórica y cultural.

    Es oportuno señalar que a los EE.UU
    también les convenía que la situación en
    Cuba se mantuviera inalterable pues de ocurrir un estallido
    revolucionario sus intereses podían peligrar.

    ¿No había entonces separatistas en
    Cuba?. Sí los había ya, e incluso anexionistas,
    pero estarán ubicados en otros estratos
    sociales.

    En medio de esta atmósfera parte Varela para España
    el 28 de Abril de1821. Estando allí estallan ciertas
    conspiraciones separatistas creándose un estado de
    agitación en toda la Isla.

    El centro de movimiento era la Logia Soles y Rayos de
    Bolívar. En esta conspiración no
    participaba el patriciado criollo, eran fundamentalmente
    jóvenes, campesinos, profesionales, alcaldes, jueces,
    oficiales de la milicia, gente modesta, labradores y
    otros.

    Esta actitud de
    la oligarquía criolla puede explicarse en razón
    de la época. La nacionalidad cubana estaba aún en
    formación. Al condicionar sus aspiraciones a obtener
    ventajas económicas y de predominio, el patriciado
    criollo se convertía, como clase en una fuerza que, a su
    vez, agudizaría las contradicciones en el régimen
    colonial. Los campos, por consiguiente, irían así
    deslizándose cada vez más. Surgirían
    nuevas aspiraciones, una nueva situación: las
    económicas desarrollarían pugnas políticas, y nuevas formas de lucha
    conducirían al vuelo histórico. En otras palabras
    a través de un largo período de sublevaciones de
    esclavos, de conspiraciones armadas separatistas, de luchas
    políticas por reformas, de una intensa propaganda
    contra los males del régimen imperante, éste se
    fue modificando profundamente, hasta que finalmente fue
    sustituido uno por otro.

    Al partir para España, Varela representaba
    prácticamente el interés
    y las aspiraciones del patriciado criollo de reavivar la
    demanda de
    un régimen autónomo para Cuba. Todavía en
    aquel momento confiaba en España, en los liberales
    españoles. Pronto, sin embargo, el conocimiento directo
    de la realidad le permitiría ver las cosas de otra
    manera. Y esto es lo que levanta la
    personalidad de Varela en un plano de excepción, y
    permite calificarlo como el primer intelectual revolucionario
    de nuestra historia, el primer intelectual que rompe los moldes
    ideológicos de la oligarquía terrateniente y
    enarbola la bandera de la emancipación,
    anticipándose 45 años a La Demajagua. No era
    Varela, como sabemos, de clase opulenta, y se ha
    señalado que esto influyó en su capacidad para
    remontarse en dicha clase. Pero lo mismo pudiera decirse de
    otros intelectuales de aquel tiempo, que
    sin embargo amoldaron sus ideas a las del
    patriciado.

    Abogó Varela en las cortes
    españolas por la abolición de la esclavitud y vio
    como su proyecto se
    estrellaba contra los intereses de los negreros bien
    respaldados en las mismas; presentó un proyecto de
    autonomía colonial y pasó por el dolor de ver
    titulados liberales, como Agustín Argüelles,
    combatiéndolo en un hombre de colonialismo reaccionario,
    defendió, en fin, con gran visión de estadista,
    la necesidad de que España reconociera la independencia
    de América, y vio triunfar la ceguera política de
    la Metrópoli con un "no ha lugar a votar sobre el
    dictamen". Esta fue la experiencia del padre Varela en las
    cortes de España. Por sí solo hubiera bastado
    para determinar un cambio
    radical en sus ideas…(8)

    Luego sobrevino la catástrofe: la
    invasión francesa en apoyo de Fernando VII y su
    restauración con poderes absolutos; la feroz
    persecución desatada contra los liberales
    constitucionalistas; la pena de
    muerte dictada contra Varela y contra todos los que
    habían votado contra un Consejo de Regencia y declararon
    incapacitado al rey. Varela, así como Gener y Santos
    Suárez, pudieron salvar la vida huyendo de Marruecos en
    un barquichuelo, a través del estrecho de Gibraltar y de
    las balas francesas.

    De Marruecos Varela se trasladó a Estados
    Unidos. En Filadelfia para decir sus verdades, funda el
    periódico El Habanero. En dicha
    ciudad publica los tres primeros números y los
    restantes, hasta el séptimo, que fue el último,
    en Nueva York, en el período comprendido entre 1823 y
    1826. Doblados convenientemente los ejemplares, podía
    hacerlos llegar a la Habana como si fueran cartas. Las
    autoridades coloniales se agitaron; los enriquecidos criollos
    reformistas se hicieron los desentendidos.

    Corre el año 1825. Las prédicas
    revolucionarias de El Habanero llevaron al paroxismo a
    los que mantenían esclavizada a Cuba. Se planeó
    asesinar a Varela, el cual lo denunció
    públicamente:

    … Se ha hecho una
    suscripción para pagar asesinos, que ya han encontrado,
    y que deben venir de la isla de Cuba a este país, sin
    otro objeto que matarme. La noticia es dada por personas de
    quien no puede dudarse, y además tiene otros
    antecedentes que lo confirman (9)

    Varela permaneció en Estados Unidos hasta su
    muerte, o
    sea, treinta años. Nunca pasó por su mente
    adoptar la ciudadanía norteamericana, pues
    tenía la firme resolución de no serlo de
    país alguno de la tierra,
    desde que circunstancias que no eran ignoradas lo separaron de
    su patria.

    Cartas a Elpidio sobre la impiedad, la
    superstición y el fanatismo en sus relaciones con la
    sociedad
    fue su última obra de carácter
    filosófico escrita en español. El primer tomo se
    publicó en Nueva York en 1835, y se reeditó en
    Madrid al año siguiente. En esta obra Varela
    señala normas de
    moral
    práctica vinculadas a la vida ciudadana, e inculca
    el amor a
    las ciencias;
    aconseja mostrarse liberal en las opiniones y censura los
    colegios que aplican métodos a base de castigos y de
    premios, que solo sirven para formar hipócritas
    especuladores, su afán por revolucionar la
    enseñanza es constante y su lucha contra las formas
    escolásticas de la época no cesan, aún
    estando lejos de su patria.

    ¿Quién era Elpidio?. La pregunta ha
    motivado distintas suposiciones, pero es lo más probable
    que con tal nombre Varela simbolizara a la juventud cubana, ya
    que Elpidio deriva del griego, elpís, que significa
    esperanza. Para Varela en la juventud estará
    precisamente la esperanza del futuro a ella le
    corresponderá el principal papel en la
    transformación de la sociedad y en la eliminación
    de las viejas formas caducas de la
    escolástica.

    Varela llegó a dominar a la perfección
    el idioma inglés, por lo que tradujo y
    publicó varias obras; son las principales el Manual de
    Práctica Parlamentaria, de Thomas Jefferson, y Elementos
    de Química aplicada a la Agricultura,
    de Humphrey Davy. Bajo su cuidado personal
    publicó también en Nueva York las Poesías, de Manuel Zequeira.

    Colaboró con varios trabajos, uno de ellos de
    singular interés sobre gramática en la Revista
    Bimestre Cubana, cuando ésta comenzó a editarse
    en la Habana, en 1831. Asimismo, publicó algunos
    materiales
    en El Mensajero Semanal, periódico que José
    Antonio Saco editó en Filadelfia, primero, y
    después en Nueva York.

    Varela desarrolló una intensa actividad
    religiosa hasta el fin de sus días. Fundó varias
    iglesias y un periódico literario-religioso, así
    como un asilo para niños
    huérfanos. Fue muy amado, admirado, y temido por quienes
    alguna vez polemizaron con él sobre temas
    eclesiásticos. Fue Vicario General de Nueva York, y
    recibió el título de Doctor de la Facultad de
    Teología del Seminario de Santa María de
    Baltimore. En dos concilios de Obispos y Teólogos
    representó al obispado newyorkino.

    Sintiéndose enfermo realizó dos viajes a San
    Agustín de La Florida para reponerse. Estando
    allí recibió la visita del ex discípulo
    suyo Lorenzo de Allo, quien comunicó inmediatamente a La
    Habana la situación de abandono y miseria en la que se
    encontraba un hombre de la talla de Varela. Al conocerse estas
    cosas en Cuba, un grupo de
    amigos y alumnos decidieron enviarle ayuda necesaria para lo
    cual viajaría a Estados Unidos,

    José María Casal. Cuando éste
    llega a San Agustín Varela había
    muerto.

    Hombre de dos siglos, el XVIII y XIX, Félix
    Varela es un punto de incidencia de las influencias de uno y
    otro, en lo político y en lo literario.

    En lo político se aprecian en él dos
    etapas bien definidas: Una reformista-autonomista, de una
    cubanía provinciana sujeta a España. Se era
    habanero como se podía ser, madrileño o sevillano
    y se tenía del orden y la paz un concepto
    colonial.

    Se opera después en Varela una toma de conciencia
    nacional de cubanía, y adopta una actitud
    independentista y revolucionaria, es su segunda etapa donde
    entiende que la revolución en Cuba es
    inevitable.

    En lo literario (como prosista y orador), se observan
    rasgos del siglo XVIII neoclásico y criticista y del XIX
    romántico. Es el iniciador de una prosa reflexiva que
    surge de una actitud crítica, indagadora de los problemas
    cubanos. Su prosa clara, enérgica, sobria, didáctica, emotiva, muy rica en imágenes, está permeada de
    aforismos integrados al contexto a la manera de Martí. Cartas a Elpidio constituyen sus
    páginas de mayor interés literario.

    En lo filosófico podemos considerar a Varela
    como el filósofo del optimismo, para él la
    razón y el conocimiento son los dos mayores bienes
    morales que poseen los hombres.

    Las ideas pedagógicas de Varela, se encuentran
    íntimamente relacionadas con su pensamiento
    filosófico. Fue el primero que enseñó en
    Cuba el estudio de las ciencias
    naturales utilizando la observación y la experiencia. Combate el
    silogismo, sin negar sus valores, dando preferencia al
    método analítico. Para él la
    educación debía ser variada, interesante y
    práctica donde; se utilizaría el método
    explicativo y se combinarían materias complicadas con
    otras más fáciles para propiciar la
    comprensión y la higiene
    escolar. Recomendó moderación en la lectura
    pues para él la verdadera ciencia es
    fruto de la meditación y del buen enlace de las ideas.
    Recomendó la mañana como el mejor horario para el
    estudio. Refiriéndose al lenguaje puntualizó que
    se aprende mejor lo que se escribe ve y oye. Debían
    usarse la inducción y la deducción cuando fueran
    necesarios.

    Por todo lo señalado en este trabajo
    consideramos de gran importancia conocer y estudiar la obra de
    Varela, teniendo en cuenta la época que le tocó
    vivir y cómo a pesar de eso fue capaz de entender la
    necesidad de renovar la enseñanza, la vida misma de toda
    la sociedad, llevar a cabo una revolución contra el
    dominio
    colonial que impedía el desarrollo de la sociedad cubana
    y frenaba el pensamiento de la época imponiendo viejos
    moldes que dejaban fuera toda posibilidad de entendimiento con
    la estructura
    colonial y por tanto el camino de la independencia era cada vez
    más imprescindible.

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

    1. Martínez Dalmau, Eduardo Discurso
      pronunciado en el Segundo Congreso Nacional de Historia.
      Cienfuegos, 1943.
    2. Bachiller y Morales, Antonio: Apuntes para la
      historia de las letras y de la instrucción
      pública en la Isla de Cuba. Biblioteca
      de Autores Cubanos, t.1. Academia de Ciencias de Cuba, La
      Habana, 1965.
    3. Rodríguez, José Ignacio: Vida del
      presbítero don Félix Varela. 2da. ed; Arellano y
      Cía. Editores, La Habana, 1944.
    4. Idem.
    5. Idem.
    6. Bisbé, Manuel: Ideario y conducta
      cívicos del Padre Varela.
    7. Idem.
    8. Idem.
    9. Roig de Leuchsenring, Emilio: Varela en El
      Habanero
      , precursor de la revolución cubana, La Habana,
      1945.

    CAPITULO II:
    PENSAMIENTO SOCIAL DEL ILUSTRE CUBANO DON JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO
    EN TORNO AL
    VALOR.

    La historia de las diversas concepciones sobre el
    valor, en general, han seguido varias direcciones, que explican
    su riqueza vinculada a la espiritualidad del cubano. En el
    siglo XIX, la
    ilustración cubana que significó como dijera
    Varona "El verdadero crepúsculo de nuestra historia
    cultural nacional" tiene como insigne a José de
    la Luz y Caballero, quien, considerado por Armando Hart,
    como el más grande filósofo del hemisferio
    occidental y por Medardo Vitier, como el filósofo del
    valor, educó y preparó a la juventud desde las
    aulas para sacar el país del atraso y elevarlo hasta el
    nivel alcanzado por Europa. Supo
    utilizar los Discursos
    Académicos de inicio de los exámenes como
    estandarte, para criticar la inmoralidad que le es
    característico al estado colonial que vivía la
    Isla. Luz combatió durante varios años el
    eclecticismo del francés Víctor Cousin, cuya
    doctrina iba a ser utilizada por el régimen colonial
    para sofocar el librepensamiento que la ilustración demandaba. Luz logró
    desterrar con sus ideas de avanzada toda la pretendida
    filosofía de la conciliación.

    Al transmitir los valores a la juventud, hacía
    hincapié en la unidad que debe prevalecer entre la
    ciencia y el patriotismo, que traería el progreso para
    el país. De ahí que veía en la moral la
    fuerza propulsora de la sociedad.

    Es precisamente en Luz, donde la necesidad de
    establecer una ciencia para la patria, toma grandes vuelos. Por
    su contribución a la sociedad cubana, él fue
    denominado "el maestro de todas las ciencias, "el sabio
    cubano", "el Sócrates cubano".

    Después de la Revolución de Haití
    ocurrida hasta 1808, la situación económica de
    Cuba prosperó, convirtiéndose en el principal
    exportador de azúcar. Para mantener este comercio,
    los terratenientes criollos, necesitaban de la introducción de la ciencia y la
    técnica a gran escala en la
    agricultura cañera.

    Por otra parte, la vida espiritual de la sociedad
    cubana expresaba una crisis
    profunda en la Educación, que generaba un tipo de hombre
    erudito, pero con un pensamiento escolástico y
    acrítico, de espalda a las necesidades de una sociedad
    cubana esclavizada, enferma y explotada por la Metrópoli
    Española.

    La obra de Luz, como él mismo expresara, fue
    una lucha tenaz de la luz contra las tinieblas, de la ciencia
    contra la ignorancia. Muy significativo es que una parte de su
    obra que más ha trascendido andando el tiempo es la
    correspondiente a su pensamiento ético, que podemos
    denominar moral- patriótico.

    Nos corresponde desentrañar cuales son aquellos
    elementos valorativos que median entre ciencia y
    patriotismo.

    Luz se pronuncia, ante todo contra una ética
    racionalista, que tiene como característica imponerse
    desde afuera del hombre sin atender al tiempo, las costumbres,
    su suelo, normas
    de connivencia, que en definitiva forma el núcleo de la
    cultura
    popular o ethos.

    Esta ética la trataron de introducir a
    través del eclecticismo francés de Víctor
    Cousin, filosofía de corte idealista subjetiva cuyo
    método introspectivo psicologista iba dirigido a crear
    un hombre pasivo totalmente, mirándose hacia adentro,
    para el cual los acontecimientos sociales no significaban nada
    en absoluto.

    Luz consideraba que aplicar con férrea voluntad
    la educación de la juventud a una idea más o
    menos exacta, tras de ser casi imposible, es terriblemente
    peligroso, corriéndose el riesgo de
    arruinar cosa tan respetable como una inteligencia; para sumirlo en la inercia y en el
    marasmo, creando resultados funestos.

    Luz se pronuncia por una educación para la vida
    donde no exista la ciega obediencia, que será oportuna
    en otros casos, pero que nada podría servirle a
    él como educador, que trataba de encender, no de apagar,
    de crear hombres, no máquinas.

    Por esta razón, educar al niño con
    cuantas menos pretensiones sean posible es la gran obra de la
    educación, es decir, que para educar en valores hay que
    partir del orden en las cosas y no ordenándolas desde
    afuera.

    Quien abra la historia, reflexionaba Luz, verá
    que ha sido siempre el recurso de aquellos pocos de
    ánimo mezquino, que no comprenden el progreso de la
    humanidad y que la civilización en una marcha triunfal
    ha dejado siempre detrás de sí

    Luz recomienda que aunque estuviésemos
    condenados a vivir en una sociedad destituida de toda grandeza
    y formada de vicios y de crímenes seamos entonces los
    únicos árboles en pie en medio de tal yerme de
    virtudes.

    El pensador cubano se sentía orgulloso de
    expresar que para que Cuba sea libre para eso era él,
    maestro. Este compromiso con la Patria lo lleva a establecer un
    método propio enaltecedor de la verdad,
    que de categoría gnoseológica tratada
    solamente en materias filosóficas, deviene en la mente
    del pedagogo, en gnoseológico-moral; o sea el
    conocimiento de la verdad, su interiorización por parte
    del individuo
    crea una actitud consciente ante la vida y la patria. Por eso
    solía decir: sólo la verdad me pondrá la
    toga viril.

    Considera que la verdad es el alimento que la
    Providencia divina ha señalado al espíritu
    durante su peregrinación sobre la tierra; es la luz de
    la inteligencia; en su atmósfera es donde único
    puede respirar el alma feliz.
    El espíritu humano necesita conocer, la conciencia del
    desarrollo intelectual le produce una satisfacción viva
    y profunda; los obstáculos le disgustan, la duda lo
    quebranta.

    En la edad de la inocencia y de candor este
    sentimiento noble y precioso de la verdad aparece en toda su
    pureza, el espíritu quiere entonces que vida en su
    atmósfera, e instintivamente busca la verdad, sin darse
    cuenta de que la busca.

    La obra de la enseñanza es lo más
    importante, que según Luz, no es la mera
    transmisión de los conocimientos sino que para el
    educador que tenga profundamente arraigado en su corazón
    el sentimiento religioso, el objeto de la enseñanza es
    un alma hecha a imagen y
    semejanza de Dios, un alma que viene al mundo con
    gérmenes que han de ser desarrollados para volver
    mejoradas al seno del Creador. Para él, pues, no se
    trata sólo

    de disipar en el niño las tinieblas de la
    ignorancia; se trata, ante todo del desarrollo armónico
    y completo de sus facultades inmortales y del cultivo de sus
    sentimientos, de la recta dirección de las ideas, se trata de
    moralizarlo, de indicarle amor a la virtud, de hacerle bueno,
    en una palabra.

    José de la Luz, era partidario que cuando se
    cultiva, moraliza e instruye a la vez, es cuando
    el maestro cumple con los fines de su ministerio, porque
    cultivar las facultades todas, moralizar al individuo y
    trasmitirle conocimientos: tales son los fines de la
    enseñanza, de la verdadera
    enseñanza.

    Para Luz el mundo no levanta al educador arcos de
    triunfos como a los conquistadores de la tierra, la
    pública admiración no le erige estatua, ni la
    fama se encarga de grabar su nombre con letras inmortales; pero
    en el fondo de su pecho le levanta un altar de gratitud; a la
    vez, la voz de la conciencia diciéndole a cada instante:
    "cumpliste con tu deber", es más grata que la fama que
    pregona los altos hechos en todas las regiones, y el
    monumento de ciencia y virtud que dedica a la
    patria
    es más digno y apreciable que todas las
    conquistas. No son sin duda tan deslumbrante los trofeos de la
    victoria; su triunfo es más modesto, pero los más
    hermosos laureles no son comparables a los de ganar almas para
    el cielo y sectarios para la verdad.

    Despertar el hombre a la virtud y a la verdad,
    comunicarle buenos principios, grabar en su corazón las
    más sanas máximas de la moralidad,
    tal debe ser el fin primordial de todo educador. El que no
    tiene el verdadero sentimiento moral y consiente que en sus
    alumnos se arraiguen malos hábitos,
    permitiéndoles que mientan, no sólo labra
    la infelicidad de estos, sino que falta gravemente a los
    padres, a la patria y a la humanidad.

    Luz y Caballero, en la madurez de su pensamiento se
    encuentra con un cuadro científico del mundo, donde a
    pesar de los golpes aceptados por Varela, aún el
    pensamiento escolástico se asentaba en la
    enseñanza y en el pensamiento social. Las artes, la
    jurisprudencia, la lógica
    aristotélica ocupan la mente de los hombres eruditos de
    la época desde hacía muchos
    años.

    La llegada de algunos frailes españoles en el
    siglo XVII abrió la expectativa de cierto humanismo y
    preocupación por el problema del indio en
    extinción.

    A fines de ese siglo, el Padre José A.
    Caballero hablaba de introducir las ciencias experimentales en
    la enseñanza; planteamiento que se fue radicalizando
    pasando por Varela hasta Luz.

    Prácticamente la misión
    de la vida de Luz fue introducir las ciencias naturales no como
    entes aislados, sino situarlas en la enseñanza, en tal
    posición de primacía que su aprendizaje
    determinara el robustecimiento del espíritu y de la
    moral del hombre, que lo pusiera en condiciones de curar los
    males del organismo social.

    El consideraba que el hombre es alma,
    sentimiento y físico, todo unido en una
    pieza.

    En este pensamiento basó toda su
    concepción del mundo. Un pensamiento de corte
    naturalista al estilo de Feuerbach, muy utilizado por Marx en sus
    primeros trabajos, pero que posee gran valor
    metodológico para la concepción unitaria del
    hombre
    contraria a la concepción religiosa de la
    contradicción espíritu – cuerpo y la
    separación de ambos con la consiguiente corrupción del segundo. A pesar de ser
    una concepción vertida en el pensamiento
    filosófico en Cuba, significó, además,
    romper con el paralelismo psico-físico; problema al cual
    se había enfrentado la filosofía durante mucho
    tiempo y que tuvo una solución importante en Benito de
    Spinoza en Holanda.

    Por tanto, el hombre tenía que ser estudiado
    por una sola ciencia. Aquí en Cuba la
    concepción unitaria de la ciencia desmantela las ideas
    pedagógicas escolásticas de la primacía de
    la lógica con relación a la física, y
    enfrenta toda una polémica que sacudió a América
    Latina durante varios años contra el pernicioso
    eclecticismo de Víctor Cousin. La filosofía
    idealista subjetiva de Cousin que había obtenido glorias
    en la época de la "restauración" francesa al
    servicio de
    la reacción, era acogida por el régimen colonial
    y sus adeptos como la necesaria para conciliar las
    contradicciones en Cuba. O sea que detrás de ella se
    escondían fines ideopolíticos que de establecerse
    ahogaría los avances de la ilustración y el libre
    pensamiento en Cuba.

    Sin embargo Luz consideraba que el hombre fue primero
    físico que ideólogo. Por lo tanto la
    enseñanza de las ciencias naturales debía
    preceder a las morales o espirituales que era lo necesario a la
    tierra de caña, guarapo y café.

    Luz fue capaz de derivar que esta única ciencia
    tenía que tener un sólo método para
    adquirir el conocimiento
    , en el cual se vinculen
    orgánicamente la experiencia como punto de partida, con
    el raciocinio que analiza y que tuvo como centro el proceder de
    la inducción baconiana que va desde los hechos aislados
    a la síntesis
    en conclusiones generales.

    El método empirio-racionalista, como le llaman
    varios autores (1), se acerca a una concepción avanzada
    de la práctica que rebasa el sentido simplista, como el
    conocimiento profundo del hombre y la
    sociedad.

    La presencia de un sólo método es muy
    importante para la unidad de los puntos de vista del paradigma
    científico en formación en la época que
    Luz mismo pregonaba como la de la gran
    síntesis
    .

    Lógicamente, toda la concepción del
    hombre , la ciencia y el método desemboca en la verdad,
    que al ser resultado de la identidad
    del concepto y el objeto, que conduce se comporta como una
    verdad única
    . Esta verdad es la configuración
    ecléctica de la síntesis escogedora de lo mejor
    de todos los sistemas. Una
    verdad única en la concepción del mundo de un
    hombre significa solidez de los conocimientos, inquietud y
    acción práctica con conocimiento
    de causa. El concepto de verdad como conclusión se
    convierte en la
    célula de la unidad entre ciencia y
    patriotismo.

    Es interesante que se esté presentando entre
    los intereses cognoscitivos lucistas la aparición no ya
    de una visión de conjunto del universo, sino
    la búsqueda de la dialéctica de los
    vínculos y relaciones que la aplica consecuentemente al
    considerar que en el mundo no existen tangentes y secantes,
    sino todo se abraza y se toca como una fuerza única.
    Según Luz, el espíritu del hombre es el punto de
    aplicación de muchas fuerzas contrarias, necesario es
    que entre ellas haya una que no sólo la contrapese a
    todas, sino que las arrastre y las domine, y esta debe ser
    la fuerza de la verdad.(2)

    Para Luz el que siente la fuerza de la verdad y el
    impulso de propagarla no hay ningún miramiento que lo
    detenga, la verdad es por naturaleza expansiva: una vez dado el
    impulso nada puede contenerla como la salida de un proyectil
    una vez desarrollada la fuerza de la pólvora

    Luz y Caballero encuentra en la
    Educación la palanca impulsora de los cambios que
    debían operarse en la juventud proponiéndose de
    una forma suí generis la vinculación de tres
    sujetos, que laboran al unísono en el proceso de su
    realización.

    Él consideraba que la educación debe
    tener por lo menos tres obreros: padre, alumno y maestro,
    formando una "trinidad" que conduciría a la
    educación del sentimiento de la
    verdad.

    El binomio ciencia – patriotismo, en el
    pensamiento social de Luz, encuentra como elemento mediador el
    proceso que pasa por el método empirio-racionalista
    hasta el logro de una verdad unitaria que funcione como premisa
    para la actuación moral del sujeto como una sola pieza
    en la solución de problemas que acarrean al organismo
    social. Por eso, la Educación debe incidir en el hombre,
    que se convertirá en sujeto cuando se arraiguen al
    unísono los conocimientos científicos y
    sentimientos patrióticos, que redunden en una
    formación valorativa integral del mismo.

    El hecho de que el individuo se desentienda de su
    patria en los momentos en que ella lo necesita, por ser "buen
    científico", no llega a ser un hombre pleno porque le
    falta a esos conocimientos, la verdad que los moraliza que ese
    esencialmente patriótica, donde adquiere su verdadero
    valor social. Por esta razón, los autores coinciden con
    Medardo Vitier al definir el valor:

    "Valor en filosofía, para valerme de una
    fórmula, implica criterio más vivencia (…)
    Dicho de otra forma cuando nuestras creencias se convierten en
    conducta" (3)

    Por eso estas ideas contribuyeron a la
    formación del ethos del pueblo cubano entendido como es
    la
    organización inconsciente de un grupo o de una
    sociedad que es el elemento básico de la cultura. Es el
    punto de donde proceden las normas, los valores. Es todo lo que
    observa inconscientemente, el conjunto de modos de actuar que
    no se discute y se trasmite espontáneamente Se expresa
    en dichos provechos, símbolos mitos
    sentencias de sabiduría popular.

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

    1. En este sentido coinciden autores como Carlos Rafael
      Rodríguez (José de la Luz y Caballero), Zaira
      Rodrigues Ugidos (El sensualismo racionalista de José de
      la Luz y Caballero en Ciencias Sociales Cubana; José
      Antonio Bustamante y Montoro (La polémica contra el
      eclecticismo. Obras).
    2. Luz y Caballero, José: Elencos y Discursos
      Académicos.

    Editorial Universidad de la Habana de 1944.

    3. Vitier, Medardo: Valoraciones. Conferencias
    editadas por la Editorial Universidad de las Villas

    CAPITULO III:
    TECNOLOGIA Y VALOR

    Los tiempos actuales se caracterizan por el incremento
    explosivo de las investigaciones
    científicas y la creciente disminución en el
    tiempo de aplicación práctica de sus resultados.
    Estas profundas y generalizadas transformaciones tienen, entre
    otras causas, la imbricación cada vez más
    estrecha entre desarrollo científico y
    tecnológico y su aplicación en la esfera
    productiva, de distribución y consumo de
    bienes y servicios.

    Por otra parte, ocurre a nivel mundial una globalización de los mercados
    cuyo signo característico es la lucha cada vez
    más aguda por la introducción de
    tecnologías basadas en el conocimiento, la cual
    está conduciendo a la sustitución de materias
    primas, cuestión que unida a la creciente
    dominación de la especulación financiera por
    sobre el capital
    productivo ha estado conduciendo a una suerte de
    desmaterialización del capitalismo.

    Estas radicales transformaciones han acrecentado la ya
    difícil situación de los países
    subdesarrollados, productores de materias primas tradicionales
    y productos
    con muy poco valor agregado, es decir, los países
    tercermundistas, que obligados a la inserción en la
    economía
    mundial, se ven con menos posibilidades de competir con los
    países desarrollados y, por consiguiente, mínimas
    perspectivas de crecimiento
    económico.

    Salta a la vista una profunda contradicción del
    régimen capitalista: mientras por un lado los adelantos
    de la ciencia y la tecnología ofrecen como nunca antes
    enormes posibilidades en la creación de bienes para la
    sociedad, por el otro el disfrute de esos resultados
    está más distante del alcance de las grandes
    mayorías del orbe, pues

    "…el patrimonio
    de las quince personas más afortunadas del planeta,
    sobrepasa el PIB del
    conjunto del África subsahariana" (1)

    Este modelo de
    relaciones entre los hombres ha llevado al mundo a una crisis
    generalizada que se manifiesta tanto en el ámbito
    económico como en el social, político y
    espiritual de la sociedad; pero ha tenido su correlato en las
    relaciones del hombre con la naturaleza, y también
    aquí puede hablarse ya de una gran crisis
    ecológica.

    De todo lo arriba expresado se sigue que el modelo
    impuesto por
    el capitalismo al mundo, donde coincide en estos tiempos esas
    dos grandes crisis: la económico-social y la
    ecológica, es insostenible, por lo que es de extrema
    urgencia cambiarlo, pues está en juego la
    supervivencia ya no de un grupo, una clase, un país o
    una región, sino de toda la humanidad, y en segundo
    lugar la estrecha relación existente entre la ciencia y
    la tecnología y su influencia en la sociedad toda; por
    lo que hoy no sería posible explicar los procesos
    sociales sin tener en cuenta este elemento.

    Así las implicaciones éticas del
    desarrollo científico-tecnológico han sido objeto
    de reflexión en los últimos tiempos con mayor
    fuerza y en tal sentido es preciso resaltar lo planteado por el
    director de la UNESCO, Koichiro Matsuura quien condenó
    categóricamente toda investigación o intento de
    clonación humana reproductiva, y
    abogó por la urgente prohibición universal de
    estas prácticas criminales; y más adelante
    señala que

    Debemos hacer todo lo posible, a nivel nacional e
    internacional, para prohibir experimentos no
    sólo arriesgados en el plano ético porque atentan
    de forma intolerable contra la dignidad
    humana" y a renglón seguido subrayó que no puede
    haber progreso para la Humanidad "en un mundo en el que la
    ciencia y la tecnología se desarrollen
    independientemente de toda exigencia ética
    (2)

    Con esta sentencia el director de la UNESCO,
    está interpretando el sentir creciente de filósofos, sociólogos de la
    ciencia y la tecnología que está teniendo lugar,
    fundamentalmente a partir de mediado del siglo
    pasado.

    Todo análisis que pretenda hacerse sobre la
    tecnología deberá tener como presupuesto el
    concepto racionalidad, en tal sentido Jacques Ellul
    (1960), mantiene que por tecnología hemos de entender la
    totalidad de métodos que racionalmente alcanzan la
    eficacia
    absoluta (o apuntan a ella) (3)

    Teniendo en cuenta esta perspectiva es importante
    entonces elucidar la esencia de la racionalidad. Para la
    ilustración la ciencia ha constituido el modelo de la
    verdadera emancipación del hombre, el paradigma de la
    racionalidad que encuentra su basamento teórico en el
    positivismo.

    Según Max Wëber, la racionalidad moderna
    se había especializado en detectar los medios
    oportunos para conseguir metas -medios, fines-, cuya
    culminación debe ser la dominación del mundo
    puesta al servicio de los intereses humanos. Esta racionalidad
    concebida también como teológica, es la
    aplicación sistemática de la razón para
    determinar los medios más idóneos en la
    consecución de los fines perseguidos por la
    acción humana.

    G. Lukács, utilizando el término
    weberiano del cálculo
    racional, destaca:

    La esencia del cálculo racional
    se basa en fin cuentas en
    que el curso forzado conforme a leyes e independientemente de
    lo arbitrario individual, de los fenómenos determinados
    es conocido o calculado. El comportamiento del hombre se agota, pues, en el
    cálculo correcto de las salidas posibles de ese curso
    (cuyas "leyes" encuentran su forma "acabada"), en la habilidad
    para evitar los "azares" que pueden ser obstáculos
    mediante la aplicación de dispositivos de
    protección y medidas de defensa (que se basan
    también en el conocimiento y la aplicación de
    "leyes" "semejantes" (4)

    El gran pensador húngaro, que se cita,
    utilizando a Marx, se apoya en el cálculo para demostrar
    las modificaciones que se operan en el sujeto y el objeto del
    proceso económico; es decir, señala el
    carácter enajenante del cálculo racional. Para
    él la racionalización presupone la
    descomposición extremadamente precisa de cada conjunto
    complejo de sus elementos, reduciéndolo en un
    conglomerado de partes sueltas; con respecto al sujeto se
    produce la dislocación de su naturaleza física y
    social, degradándose su personalidad al insertarse
    dentro de los sistemas mecanizados y funge como un ser pasivo
    donde cada vez más se reducen sus vínculos con la
    comunidad.
    Es decir, el hombre "…se
    encuentra con que él no es más que una rueda de
    la inmensa máquina capitalista. El hombre es, pues,
    esclavo de la máquina, lo mismo que lo es del trabajo,
    de ese trabajo dividido, de la propiedad,
    del dinero.
    Trabajo maquinal simplificado, en el que el hombre no puede
    expresar su personalidad al hacer algo. Es tan simplificado,
    tan inmensamente repetido, que infantiliza al trabajador."
    (5)

    Al referirse a la esencia de la técnica Marx
    señalaba que la misma sirve al hombre para levantarse
    sobre la tierra; aunque a su vez se vuelve contra él, lo
    aliena. Pero esta enajenación se hace aún mayor
    cuando unos hombres son explotados por otros. Ante esta
    situación Marx propone una solución: la
    sustitución revolucionaria del régimen
    capitalista, acto histórico mediante el cual se
    dejaría atrás la prehistoria de
    la humanidad, y con ello tendrá lugar el proceso
    paulatino de emancipación del hombre. La sociedad
    estaría en condiciones de controlar los efectos nocivos
    de la técnica.

    Con el desarrollo del capitalismo y la
    utilización creciente de las nuevas
    tecnologías, el proceso de positivización de
    la razón, ha conducido al predominio de la racionalidad
    burocrática instrumental; con ello asistimos a un
    proceso de auto legitimación de la
    técnica.

    El hombre ha convertido la realidad en objeto que hay
    que dominar a toda costa. La técnica es determinante en
    nuestras vidas (dependemos de la radio,
    la
    televisión, el cine,
    la
    comunicación por el ciberespacio). Cada vez se
    reducen más y más las relaciones entre los
    hombres.

    La situación anterior ha sido reflejada por el
    pensamiento al generarse el estilo calculador, el cual tiene
    como objetivo el
    dominio de la naturaleza a como de lugar, tiene

    "…una mirada objetivante,
    sistematizante, manipuladora, calculadora, técnica,
    utilitaria, pragmática y de acuerdo con fines de
    dominación…" (6)

    Este estilo que es expresión utilitaria del
    valor ha deslumbrado al hombre quien vive de la exterioridad y
    se enajena de sí mismo y de su existencia. Heidegger
    denomina a este fenómeno desarraigo. (7) En medio
    de aparatos se ha hecho más práctico, y
    calculador lo que entraña un peligro pues no hay espacio
    para la reflexión y el estilo calculador se convierte en
    el único modelo de actuación.

    Hasta aquí hemos visto una dimensión de
    la tecnología donde se hace hincapié
    principalmente en el análisis de su estructura y
    naturaleza interna. Mitcham denomina a esta forma de
    reflexión filosófica "Filosofía
    ingenieril de la tecnología". (8)
    Opuesta a esta
    concepción es la que considera la dimensión
    externa, es decir los factores sociales, políticos y
    espirituales como la de mayor importancia y la enmarca dentro
    de la Filosofía de la tecnología
    humanista.

    Si la filosofía ingenieril de la
    tecnología coincide con el estilo calculador que
    privilegia los valores utilitarios, la filosofía
    humanista coincide con el estilo de pensamiento reflexivo que
    prioriza los valores de sentido, trascendentes.

    Clásicos de la llamada tradición
    humanista han sido los existencialistas José Ortega y
    Gasset y Martín Heidegger quienes advirtieron del
    peligro de la existencia humana ante el influjo de la
    tecnología. Al decir de Gasset

    "…la técnica, al aparecer por un lado como
    capacidad, en principio ilimitada, hace que el hombre, puesto a
    vivir de fe en la técnica, se le vacíe la vida.
    Porque ser técnico y sólo técnico es poder
    serlo todo, y consecuentemente, no ser nada determinado.
    (…) Por eso estos años en que vivimos, los
    más intensamente técnicos que ha habido en la
    historia humana, son de los más vacíos"
    (9)

    Por su parte Heidegger señala que la esencia de
    la tecnología está en el "desocultar",
    "desvelar", es desafiar la naturaleza y ahí está
    el mayor riesgo. Por eso enfatiza: "La esencia de la
    técnica, encaminar el desocultar, es el peligro."
    (10)

    Las reflexiones del existencialismo que en su esencia más
    profunda considera las relaciones sociales hostiles al hombre y
    por tanto no las tiene en cuenta, no está en condiciones
    de explicar el por qué del desarraigo. Si por un lado
    trata importantes cuestiones de las relaciones
    hombre-técnica-tecnología, por el otro no
    propone, ni puede hacerlo, una solución que contribuya a
    la desalineación del hombre.

    El protagonismo que a partir de la segunda
    guerra mundial y fundamentalmente con su terrible
    colofón, comienza a tener la tecnología,
    constituyó un jalón importante, dentro de las
    reflexiones ético-morales.

    Muchos son los hechos, de la segunda mitad del siglo
    pasado y el inicio del presente, que han potenciado esa actitud
    ya no sólo entre filósofos y sociólogos de
    la ciencia y la tecnología, sino también de
    políticos, ingenieros, tecnólogos y demás
    profesionales, así como de la población. Refirámonos a los que
    consideramos más importantes:

    • Uso de determinados fertilizantes y
      pesticidas.
    • Aumento de los niveles de radiación.
    • Explosiones en Bophal y Chernobil.
    • Ensayos nucleares.
    • Aumento en flecha de la carrera de
      armamentos.
    • Tala indiscriminada de bosques.
    • Experimentos con animales.
    • Incertidumbre en relación con los residuos
      radiactivos.
    • Utilización de organismos genéticamente
      modificados.
    • Clonación.
    • Consumo irracional, derrochador de los recursos.
    • Polarización del conocimiento
      científico-tecnológico y su
      aplicación
    • Crecimiento desmedido de la población del
      planeta.
    • Crisis ecológica.
    • Endeudamiento creciente de los países
      pobres.
    • Dudas sobre los riesgos de
      las tecnologías de la información para la privacidad de las
      personas.
    • Las guerras y
      sus consecuencias, principalmente las más
      recientes.

    Todos estos hechos han ido generando, fundamentalmente
    en un pequeño sector de la intelectualidad, un estado de
    escepticismo hacia la ciencia y la tecnología como
    factores de progreso humano. El pensamiento posmoderno tiene
    aquí una de sus bases.

    Los elementos arriba señalados de las
    tradiciones filosóficas sobre el análisis del
    problema de la naturaleza de la tecnología y su
    relación con el hombre, nos permiten comprender su
    insuficiencia pues tratan el problema unilateralmente, por lo
    que consideramos interesante lo apuntado por Javier
    Echeverría:

    "Una de las tareas a llevar a cabo en
    filosofía de los valores es ampliar la noción de
    valor de modo que no sólo se tengan en cuenta los
    valores religiosos, éticos, estéticos,
    económicos o políticos, sino que también
    puedan ser considerados los valores epistémicos que
    caracterizan la actividad científica (verosimilitud,
    simplicidad, generalidad, fecundidad, etc.) y los valores
    internos a la actividad técnica (eficiencia,
    eficacia, facilidad, utilidad,
    etc.)…" (11)

    Todos estos valores se convierten en variables a
    tener en cuenta en la evaluación de tecnología.
    Así han surgido conceptos tales como los de
    tecnología adecuada, alternativa, sustentable,
    apropiada, etc.

    Según Gottard Bechmann (12) existen tres
    diseños básicos de evaluación de
    tecnología: el instrumental, el elitista y el
    participativo, donde los dos primeros corresponden a la
    evaluación clásica y su diferencia esencial con
    el último es que éste es un modelo que previene
    de los impactos negativos para la sociedad; es decir este
    modelo incluye dentro de la evaluación, la
    valoración de la tecnología. Muy de acuerdo con
    esto está lo expresado por Fidel Castro
    Díaz-Balart, cuando plantea: "…Así, de no analizarse (13) el
    impacto de las tecnologías antes de aplicarlas,
    será imposible usarlas de manera reflexiva,
    fructífera y respetuosa." (14)

    Todo lo hasta aquí expresado y principalmente
    lo referido al creciente proceso de toma de conciencia de
    distintos sectores de la sociedad sobre los efectos de la
    ciencia y la tecnología, así como los
    indiscutibles avances en la implementación de estrategias
    para contrarrestarlos, no nos debe llevar a la idea de que
    éste es un problema resuelto, pues, hoy por hoy, lo que
    impera en este mundo globalizado y neoliberal es el estilo
    positivista, pragmático, cuyo objetivo final es la
    obtención de ganancias a como de lugar. El sistema
    capitalista, a pesar de sus mutaciones, sigue respondiendo a su
    ley fundamental que es la obtención de plusvalía;
    los intereses económicos son en última instancia
    los que condicionan los demás intereses, porque "la
    implementación violenta del paradigma
    antropológico dominado por la ley del valor y el
    homoeconomicus como productor y realizador de plusvalía,
    determina su comportamiento práctico como
    fundamentalmente utilitarista y en contraposición
    abierta a cualquier proyecto humanista sobre la socialización y el devenir de la arquitectura
    humana…" (17)

    A nuestro modo de ver el capitalismo, como sistema que
    para sobrevivir tiene que crecer y crecer no puede resolver
    completamente, para bien de la humanidad, el problema de la
    relación entre la tecnología y el hombre. Es
    sólo en el socialismo,
    donde se produce un proceso de cada vez más coincidencia
    entre los intereses individuales, de grupos, clases
    y toda la sociedad, tiene lugar una real participación
    en el proceso de evaluación y valoración de la
    tecnología. Esto no quiere decir que aquí –
    y ahora me refiero al caso nuestro: Cuba – todo sea una
    panacea; al contrario, pensamos que hay mucho que avanzar en
    este terreno, por lo que creemos oportuna las recomendaciones
    siguientes:

    -Incluir en los distintos niveles de enseñanza
    los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad
    (CTS)

    -A pesar de lo que se ha avanzado en la
    concepción y aplicación de los programas para
    la formación humanista de los estudiantes
    universitarios, aún pervive el paradigma
    gnoseológico de la modernidad que establece "…un
    divorcio
    entre ciencias naturales y ciencias sociales que olvida el
    principio de la unidad e integración de los conocimientos
    contemporáneos" (17)
    De ahí que consideremos
    necesaria la extensión de los estudios CTS a las
    ciencias sociales y humanísticas.

    -Mayor divulgación de los logros de la ciencia
    y la tecnología y sus impactos en nuestro medio, tanto
    los positivos como los negativos.

    -A partir del proceso de elevación creciente de
    la cultura del pueblo, desarrollar una política de
    evaluación y valoración de la tecnología
    que contemple una participación cada vez más
    crítica y activa, fundamentalmente de la
    población que reside en el lugar donde deba aplicarse la
    tecnología.

    Y para concluir nada mejor que las siguientes ideas
    expresadas en el código sobre la Ética Profesional
    de los Trabajadores de la Ciencia en Cuba, referidas a la
    ciencia, pero que muy bien pueden ser para la
    tecnología:

    "La ciencia carecerá de sentido
    si no se fundamenta en el principio del humanismo, puesto que
    toda actividad científica deberá orientarse por
    el reconocimiento del hombre como valor supremo. Es
    precisamente el hombre, su vida, bienestar, salud, cultura, libertad y
    progreso, quien le confiere sentido a la
    ciencia"(18).

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

    1. Fidel Castro Díaz-Balart: Ciencia, innovación y futuro. Ediciones
      Especiales. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 2 001. P.
      480-481.

    2- Seminario internacional editado por Prensa Latina:
    Orbe, Año IV, Número 32 de 2 003,
    sección "A ciencia cierta", P. 13.

    3- Citado por Amparo
    Gómez Rodríguez: Termas de
    Iberoamérica,

    2 001 001, p.169 (nota al pie).

    4- G. Lukács: Historia y conciencia de
    clase. Editorial. Grijalbo,

    Barcelona, 1975, P. 175.

    5- Antonio Aguilar Fajardo. Fenómeno
    técnico y existencia humana. Editado e impreso por
    el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Granada.
    1979, P. 60.

    6- Colectivo de autores. Filosofía en
    América Latina. Editorial Félix Varela. La
    Habana, 1998. P. 431.

    7- Heidegger comprende como Marx los efectos nocivos
    de la técnica y por ello llamaba a tomar distancia de la
    misma, decir sí y no a su uso. Como existencialista el
    temor y la angustia lo lleva a una posición pesimista
    (ALRR).

    8- Colectivo de autores. Ciencia, Tecnología
    y Sociedad: una aproximación conceptual. Organización de Estados Iberoamericanos
    para la educación, la ciencia y la cultura. 2 001, P.
    47.

    9- Antonio Aguilar. Obra citada, P.
    47.

    10- Antonio Aguilar. Obra citada. P.
    47.

    11- Colectivo de Autores. Filosofía de la
    tecnología, Madrid. 2 001. P. 26.

    12- Colectivo de autores. Obra citada. P.
    65.

    13- El subrayado es del autor.

    14- Fidel Castro Diaz-Balart. Obra citada. P.
    483.

    15- Neam Chomsky y Heins, Dieterich. . La Aldea
    Global. Editorial Txalaparta. Año 1998.
    España. P. 106.

    16- Zaira Rodríguez Ugidos. OBRAS T. 2.
    Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989, P.
    214.

    17- Colectivo de autores. Tecnología y
    Sociedad. Editorial Félix Varela, La Habana, 1 999,
    P. 270.

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