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El gobierno del cambio: Un futuro Incierto para México




Enviado por raf_pr



     

    Durante 71 años el PRI (Partido Revolucionario
    Institucional), se mantuvo en el poder,
    liderando a México,
    con diversos gobiernos de sucesión del mismo partido. En
    el año de 1994, se inició un movimiento en
    Chiapas, El
    Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
    dirigido por el subcomandante Marcos, movimiento que salió
    a la luz justamente el
    día en que entraba en vigencia el Tratado de Libre
    Comercio con Estados Unidos y
    Canadá, como un sonoro golpe a la imagen oficial de
    un México en tren de prosperidad económica y
    pluralismo político.

    En la primera transición pacífica hacia un
    gobierno de oposición en México, el Tribunal
    Electoral declaró ganador de las elecciones del 2 de julio
    del 2,000 a Vicente Fox.

    Después de tantos años de gobierno de un
    solo partido, de una sola ideología aparece la figura de Vicente Fox,
    para dar un giro al destino de México.

    Pues entonces ante su intensa labor de limpiar todos los
    poderes del estado,
    quienes estaban sus altos y pequeños cargos ocupados por
    integrantes del PRI. Desmantelando aquel poderío. Aparece
    la figura imponente de Vicente Fox.

    Quien a su pueblo le promete con su presencia encontrar
    una serie de alternativas a todos los sucesos negativos que hasta
    ese momento se venían dando en el país de
    México. Entre ellas el de elevar una economía al 7%, un
    apoyo total a la pequeña empresa, una
    mejora a la política industrial.
    Así como también mejoras en la ciencia y
    en la tecnología, promover el turismo, dar una verdadera
    justicia
    social. Igualmente emprende el gran reto de liberar a la mujer mexicana
    del machismo ya propio de ellos, resaltarla y darle una
    oportunidad dentro de la sociedad.
    Defender el
    petróleo para los mexicanos, poner el fin al narcotráfico, apoyar la ecología y buscar un
    medio de pacificación.

    Es así entonces que todos los Mexicanos, los
    países de Latinoamérica y el mismo EE.UU., se
    preguntaron: ¿Cuál será el destino
    más cercano de México?

    El rezago en materia de
    política
    social es evidente frente a los grandes avances
    democráticos y económicos, al grado de poner en
    entredicho el cumplimiento de sus ofrecimientos para mejorar las
    condiciones de vida de los mexicanos. El agravamiento de las
    cuestiones sociales constituye la debilidad interna del desarrollo
    nacional y el resultado de las deficiencias de la actual política
    económica, a pesar de la apertura política que
    el sistema ha
    demostrado. A menos que se vuelva a orientar la política
    económica actual, de tal forma que aliente el desarrollo y
    realmente produzca las ofertas de mejoramiento individual,
    familiar y colectivo.

    Ante las presiones de la clase
    empresarial, los gobiernos han aprobado iniciativas cuyos efectos
    sólo han beneficiado a los intereses de sus promotores
    pero han sido perniciosos para la inmensa mayoría de los
    ciudadanos. Con anterioridad, la clase empresarial se alió
    a los "gobiernos revolucionarios" para obtener grandes beneficios
    en materia de estímulos fiscales, medidas proteccionistas,
    permisos para importar, subsidios, etc. La clase empresarial se
    niega a pagar sus impuestos y su
    impunidad es
    protegida por el mismo Estado. Ahora que la clase empresarial
    responde más a los intereses hegemónicos de un
    capitalismo
    globalizador promovido por una elite de corporaciones
    transnacionales, el Estado es
    el peor enemigo para la obtención de muchos de sus
    beneficios.

    El entorno del Estado-nación
    delimitado por los procesos de
    globalización, se fundamenta en una nueva
    normatividad para la regulación del comportamiento
    económico, político y social. Es en este sentido
    que la administración
    pública eficaz y eficiente se encuentra estrechamente
    vinculado con la sociedad mediante los procesos políticos.
    Esta regulación del comportamiento busca la
    transformación de las instituciones
    bajo una nueva cultura
    ciudadana y una nueva cultura de gestión
    empresarial que concreten en una agenda
    político-social el proyecto de
    gobernabilidad democrática. La imagen carismática
    de Fox es insuficiente para mantener el equilibrio
    institucional, por lo que se requiere del fortalecimiento de
    instituciones con sistemas de
    incentivos que
    eliminen las viejas prácticas autoritarias y
    corporativistas. Es necesario reforzar las instituciones
    democráticas para tener la capacidad de enfrentar los
    retos del crecimiento
    económico y la estabilidad política.

    De acuerdo a Prats (2000) los factores clave de la
    gobernabilidad son los cambios en el sistema institucional, la
    cultura cívica y las capacidades del gobierno. Así,
    este autor sostiene que "el objeto fundamental del gobierno
    moderno no consiste en producir bienes y
    servicios para
    los ciudadanos (cosa que pueden hacer en gran parte las organizaciones
    privadas dentro del marco regulatorio y la supervisión estatal), sino en procurar
    mejor "governance", es decir, un sistema institucional y una
    cultura cívica que incentiven el comportamiento eficiente
    y responsable del conjunto de los actores sociales".

    Las instituciones tradicionales del Estado mexicano
    están siendo rebasadas por los acelerados cambios basados
    en un nuevo paradigma. El
    paradigma de la
    administración burocrática weberiana fue la
    piedra angular del Estado Moderno (Crozier, 1996) y
    constituyó el principal instrumento para racionalizar las
    funciones
    estatales. La administración pública
    burocrática moderna y racional-legal, que separa lo
    público y lo privado, la política y la administración pública,
    sustituyó a la administración patrimonialista y
    surge por los requerimientos del desarrollo capitalista en el
    siglo XIX.

    Este desarrollo capitalista exigió la
    separación de las funciones del mercado y el
    Estado. Para el caso de México, esta
    racionalización estuvo determinada en función de
    una estructura
    corporativa y una cultura autoritaria, hegemónica por un
    partido que concentró el poder por 71 años, a tal
    grado que la hicieron disfuncional, al eliminar todos los
    espacios democráticos que se consideraron herencia de la
    Revolución
    Mexicana que marca al Estado
    mexicano en el siglo XX.

    Mientras imperó el partido de Estado, fue casi
    imposible para los partidos y asociaciones políticas
    definirse como de oposición. El sistema
    político mexicano funcionó en este contexto
    hegemónico en donde se otorgó representación
    a las minorías mediante mecanismos que posibilitaron el
    diálogo y
    la negociación y que mantienen activos a
    pequeños partidos. La Revolución
    Mexicana inicia y fortalece los valores
    del nacionalismo
    mexicano hasta alcanzar un desarrollo ideológico fuerte
    que perdura hasta los años setenta. Los valores de
    este nacionalismo revolucionario son preservados por la
    existencia de una "familia
    revolucionaria", integrada por la elite gobernante.

    Los rasgos del Estado mexicano que surge de la
    Revolución Mexicana están caracterizados por un
    acentuado corporativismo y clientelismo centrado en la figura
    presidencialista de corte autoritario, y en un partido que
    monopoliza el poder político y sus relaciones con la
    economía. El autoritarismo permitió mantener un
    largo período de estabilidad política mediante la
    existencia de una estructura de poder concentrado en el
    Presidente quien decidía a su sucesor. Los gobiernos
    priístas son hegemónicos en el sentido de que
    emanan de un sistema político sin competencia,
    subordinado a la autoridad del
    Estado, a diferencia de la Unión Soviética donde el
    Estado se subordinó a un partido único.
    Todavía más, Fox es el primer presidente electo
    democráticamente y que surge de la oposición desde
    desde 1911, pero a pesar de que el PRI perdió las
    elecciones, el presidencialismo se mantiene, aunque debilitado,
    como parte de la cultura política mexicana

    El corporativismo asimiló a las diversas fuerzas
    y movimientos sociales que de otra forma hubieran protestado y
    demandado al Estado por mejores servicios, para convertirlas en
    instancias de negociación y consenso dentro de los
    ámbitos institucionales del Estado. La decadencia de los
    valores nacionalistas de la revolución Mexicana se inician
    con el movimiento del 68 y finalmente se deterioran en la
    década de los ochenta. El autoritarismo de Zedillo cierra
    este periodo de gobierno de 71 años del partido de Estado
    caracterizado por un incremento en los niveles de corrupción, impunidad, represión,
    inseguridad,
    pobreza,
    desempleo,
    etc. Por otra parte, algunos analistas aseguran que este
    autoritarismo logró reprimir a los movimientos sociales
    que consideraba desestabilizadores.

    En los términos de Fragoso Lugo (2001), "si bien
    la ideología nacionalista-revolucionaria mexicana nunca
    pasó por alto la heterogeneidad social?los mecanismos
    corporativistas y clientelares del gobierno surgido de la
    Revolución resultaban cada vez más ineficaces en la
    composición de un debate
    político incluyente". Las prácticas electorales
    posrevolucionarias generaron incertidumbre en los procedimientos y
    una certeza en los resultados, al contrario de lo que proponen
    los analistas. La era posrevolucionaria empieza a sufrir fuertes
    mutaciones en la década de los setenta, lo que la lleva a
    su liquidación en la década de los
    ochenta.

    Schmidt (2000a) afirma que "la obsolescencia del
    paradigma revolucionario se ocultaba bajo la supuesta eficacia de un
    paradigma de articulación política hacia el Estado
    autoritario, sin prestar mayor eficacia a los grupos marginales
    que cada vez crecían mas hasta convertirse en masas para
    las que el sistema político solamente representaba
    imposición, corrupción, represión, desigualdad e
    injusticia". Hoy hay plena conciencia en que
    los fundamentos revolucionarios en que se apoyó el sistema
    político mexicano por más de 83 años, son
    obsoletos y que, además, centralizó las decisiones
    a tal grado, que se volvió inoperante.

    Este modelo
    burocrático buscó la eficiencia
    mediante la aplicación de reglas universales, que dejaron
    una ética del
    servicio
    público deformada y las cuales terminaron en deficientes
    aplicaciones y comportamientos: corrupción, caciquismo,
    etc. La corrupción se institucionalizó y, por
    tanto, se volvió cínica, enquistándose en
    las mimas estructuras
    burocrático-administrativas. Actualmente, por ejemplo, las
    prácticas de corrupción cuestan alrededor del 8.5%
    del PIB en
    México. La búsqueda de la eficiencia como el fin
    principal de la racionalidad burocrática dominó en
    el modelo burocrático, pero también en la elite
    burocrática.

    El papel del Estado ha cambiado de un Estado empresarial
    e intervencionista con amplias funciones de provisión a un
    nuevo diseño
    de Estado menos obeso y pequeño con funciones más
    de facilitador, mediador y de regulador o árbitro. El
    modelo de "desarrollo estabilizador" extendió los
    beneficios del Estado mexicano para proteger, impulsar y
    compensar a los empresarios. Ahora, a estos mismos empresarios
    les incomoda el modelo de Estado empresario. A
    pesar de todos los males que le aquejaron, corrupción,
    negocios
    ilícitos, etc., los beneficios que brindó a la
    sociedad mexicana son innegables. Este modelo de economía
    mixta cambió por la presión
    que resultó con la apertura política, cuando la
    sociedad acepta su pluralidad y se inicia en la democracia.

    El Estado empresario abandona su impulso e intenta
    deshacerse de las empresas,
    siguiendo las tendencias de los procesos de globalización económica. Con los
    empresarios en el poder emerge el Estado empresarial bajo la
    forma de una república empresarial que gerencia y
    controla todos los beneficios de los factores de la producción a favor de los grandes intereses
    económicos capitalistas. En otras palabras, el Estado
    gerencial es antidemocrático porque es el vehículo
    del control
    económico, político y social en beneficio de los
    intereses de los empresarios. El Estado de los empresarios o
    Estado gerencial se orienta por comportamientos autoritarios e
    indiferentes a la participación, consulta y consenso, en
    forma similar a los que ejerció el régimen mexicano
    bajo un único partido en el poder por más de
    setenta años.

    Lo que se requiere es el cambio a un Estado con una
    racionalidad reguladora que pretende que los diferentes actores
    direccionen su comportamiento hacia horizontes que no se alcanzan
    a visualizar bajo el enfoque meramente gerencial del Estado. Los
    nuevos procesos de toma de
    decisiones bajo formas de
    gobierno vertical se abandonan por formas de gobierno que
    requieren estructuras más horizontales y flexibles que
    propicien el trabajo
    profesional y de alta calidad en
    equipo, de tal forma que facilite una estrecha coordinación de actividades.

    Sin embargo, en la mayoría de los países
    en desarrollo, como en el caso de México, el diseño
    del Estado burocrático Weberiano no se completó.
    Pero está siendo substituido por un nuevo diseño,
    el de Estado gerencial basado en una cultura empresarial que
    orienta el gobierno de los asuntos públicos la iniciativa
    individual como una expresión del ejercicio de la libertad, base
    del desarrollo
    social. Otros analistas, como Servan-Schreiber, argumentan
    que la tiranía del crecimiento económico sustituye
    eventual y gradualmente a los "modernos gobernantes a abdicar sus
    funciones políticas para atender supuestas prioridades
    económicas" (Camil, 2000) de tal forma que "si el poder
    político se convierte en el servidor de las
    grandes empresas, quién se ocupara de los hombres?" se
    cuestiona.

    El modelo gerencial de Estado en el que el sector
    empresarial se convierte en el favorecido del sistema
    político mexicano y sustituye al modelo de Estado
    corporativo. Los empresarios están ahora en el poder
    mismo, sin la preocupación que tenían anteriormente
    por buscar y establecer buenas relaciones con el gobierno. En
    este modelo de estado corporativo, funcionarios de gobierno y
    empresarios comparten el poder político y se implican en
    los procesos de tomas de decisiones buscando el beneficio por sus
    propios intereses. El ejercicio de la libertad individual
    encuentra su máxima expresión en la
    vinculación que se hace a la libertad de iniciativa de las
    empresas, entendidas como el principal motor de desarrollo
    económico, político y social de la nación.
    Las fronteras que delimitan los intereses de los sectores
    público y privados se borran. El modelo de Estado
    corporativo de Fox, por el que los empresarios han arribado al
    poder, éstos comparten como objetivos
    asignar el mayor peso político a los intereses
    económicamente más poderosos.

    Fox ha prometido el apoyo para que los ciudadanos
    establezcan sus propios changarros con un financiamiento
    de la banca social,
    para estimular la producción del auto-empleo con un
    enfoque de rentabilidad
    económica. Fox vendió la idea a los mexicanos de
    ser el hombre del
    cambio que requería el Estado mexicano. Por eso, quienes
    más votaron por Fox fueron los mexicanos jóvenes
    con más escolaridad y mayor nivel de ingresos,
    mientras que el PRD y el PRI se disputaron el voto de la población más pobre y de las zonas
    rurales.

    Por eso, no basta tener antecedentes de haber sido un
    buen gobernante, sino que también se requiere de un
    excelente perfil de candidato, la forma en que se le selecciona,
    su campaña política y sus mensajes. Sin embargo,
    como en todo cambio, se presentan resistencias
    al cambio democrático, entre los que se mencionan
    repetidamente las acciones del
    crimen
    organizado, las viejas estructuras de los viciados cuerpos de
    seguridad y
    policiacos.

    Bajo el principio de subsidiariedad con el Estado, las
    empresas deben ser privadas, aunque no queda claro como en el
    caso de los oligopolios. Algunos de los rasgos
    característicos de la mayor parte de los miembros de la
    elite gobernante en México, son los que provienen del
    sector privado, tienen poca experiencia en la
    administración pública, tienen antecedentes
    empresariales y comparten en común la cultura empresarial.
    Esta cultura empresarial se fundamenta en la consecución
    de eficiencia y eficacia, innovación y creatividad,
    espíritu emprendedor y una cultura de calidad
    proveedor-cliente

    La empresa que antes era vista con desdén, por
    considerársele un "agente de meros intereses
    egoístas", se convierte en el protagonista del desarrollo
    (Prats, 2000) por y para sus propios intereses. La promoción de una cultura centrada en el
    egoísmo de los individuos como expresión
    máxima de su elección racional (rational choice)
    sólo busca obtener sus máximos beneficios, siempre
    en detrimento de los demás con quienes está en
    competencia. Resulta obvio que la clase empresarial en el
    ejercicio de las tareas del gobierno mexicano defienda sus
    propios intereses económicos, sociales y
    políticos.

    De hecho, de acuerdo con Chomsky, entrevistado por Cason
    y Brooks, (2000), "sólo un sector muy reducido de la
    población definió la elección: los intereses
    empresariales que financian las campañas
    políticas". Así, la elección mexicana
    "transparente y justa", de acuerdo con este investigador, oculta
    la existencia de una "dictadura
    empresarial" que responde a los intereses principales de los
    centros globales del poder económico y lo que desean los
    poderosos son "formas de democracia controladas desde arriba,
    donde las estructuras tradicionales del poder permanecen
    intactas". La democracia mexicana sólo ha cambiado de
    caras y expresiones, pero en esencia sigue permaneciendo bajo las
    mismas estructuras.

    Para el caso de México, concluye Chomsky: "Si eso
    es vestido de legitimidad formal, puede ser dañino".
    Quizás lo dice a sabiendas que en México el sistema
    democrático siempre estuvo limitado y acotado por un
    partido político en el poder, que aunque permitía
    la competencia interna y la incorporación de otros
    importantes actores políticos, la oposición
    difícilmente lograba una mayor participación en el
    sistema político. Sin embargo, a 100 días en el
    poder, y sin un proyecto alternativo, la legitimidad otorgada al
    foxista empieza a disminuir. Su afán por cambiar los
    comportamientos y formas autoritarias del poder presidencial, ha
    dado por resultado ciertos vacíos de poder que intenta
    llenar con actuaciones espectaculares de las que no siempre sale
    bien librado.

    El modelo gerencial de funciones del Estado mexicano, se
    inspira en las transformaciones ocurridas en las organizaciones
    del sector privado (CLAD, 1998). El sector privado se involucra
    en la producción de bienes y servicios para el mercado,
    bajo el principio de subsidiariedad. Se propone que el Estado
    mexicano tenga la función de facilitador de la actividad
    económica desplegada por la empresa
    privada. En ninguna ocasión anterior, la iniciativa
    privada ha logrado una posición tan relevante en el Estado
    mexicano (de la Madrid, 2000)
    Así, el concepto de
    eficiencia empresarial es aplicado a las actividades y funciones
    del Estado.

    Esta eficiencia se logra más por los empresarios
    que por los políticos y los tecnócratas. De alguna
    forma, Fox ha eliminado a los tecnócratas del poder,
    aunque está profundizando la aplicación de las
    políticas neoliberales. Sin embargo, hay que dejar bien
    claro que el modelo gerencial del Estado no busca la eficiencia
    necesariamente separada de la efectividad, en parte porque la
    optimización de los recursos
    públicos puede resultar incompatible con el ofrecimiento
    de servicios
    públicos de calidad. Además, los criterios
    racionales, como el de eficiencia, quedan subordinados al
    criterio democrático como expresión de la voluntad
    popular (CLAD, 1998)

    Los recientes cambios del ejecutivo federal en
    México marca el principio de una era de
    redefinición y construcción de un nuevo régimen
    gubernamental. El Partido Acción
    Nacional, considerado por Wallerstein como un "partido neoliberal
    standard" (Cason y Brooks, 2000) permitió a Fox y al
    grupo de
    empresarios que lo apoyan, el acceso al poder de la presidencia y
    de los más altos centros. Fox es el arquetipo del estilo
    de hombre de
    negocios, empresario que habla con franqueza para decir que
    gobernará sin rencores y que, además, tiene la
    legitimidad democrática. Pero, además, Fox no tiene
    el soporte político en el Congreso de un partido
    "omnipresente", como sucedió con los presidentes
    priístas que siempre contaron con el apoyo incondicional
    del PRI que satisfacía todos sus caprichos.

    Una descripción de la
    personalidad de Fox se acerca a la realizada por
    Tuñón de Lara (citado por Roitman y Rosenmann,
    2001) para el ascenso al poder de una elite empresarial similar:
    " con una concepción calvinista del éxito
    mundano como prenda de la predestinación divina, su
    fuerza ya no
    procedía de su conexión con la jerarquía de
    la Iglesia, sino
    de la oportunidad de su proyecto, de la cohesión como
    grupo, de su presencia en el centro de las decisiones
    políticas y económicas, y de su capacidad para
    situar a sus leales en puestos de alta administración; en
    definitiva, de actuar, no como grupo de presión?sino como
    una especie de partido de notables capaz de controlar los centros
    de poder del Estado".

    El nuevo presidente ganó la elección
    basado en una plataforma que sustenta la idea de un cambio
    estructural y moral del
    gobierno y del sistema político. Es en este sentido que la
    necesidad de cambio hace patente en lo que el documento del CLAD
    (1998) señala como: "La nueva etapa de reformas debe ser
    aprobada por sistemas políticos surgidos hacia el fin del
    ciclo autoritario, pero que, en su mayoría, no
    consolidaron inmediatamente la democracia".

    No obstante, el simple reemplazo de grupos en el poder,
    el cual evita la perpetuación de un partido
    político, no necesariamente garantiza la alternancia
    democrática. Esto sólo representa una alternancia
    sin alternativa y es en gran parte una consecuencia inmediata de
    la concepción tecnócrata de la gestión
    y administración de lo público, entendida como la
    política alejada de toda participación ciudadana. La alternancia en
    el poder puede representar la oportunidad para consolidar un
    régimen democrático más transparente y
    sometido a la legalidad de
    instituciones legítimas. Para el caso de México,
    por el contrario, la alternancia en el poder desató muchos
    nudos de intereses y compromisos entre los diferentes grupos
    políticos y sociales tradicionalmente atados a expresiones
    corporativistas y clientelares, abriendo nuevos espacios de
    libertad y ámbitos de ejercicio del poder.

    Se requiere, además, un cambio de régimen
    político, acompañados de cambios en el sistema
    social, de tal forma que permitan un mayor acceso y
    participación de los ciudadanos en las decisiones
    públicas y un mayor ejercicio del poder a la sociedad civil y
    al pueblo. Esto es imprescindible para el diseño e
    implementación de una política social integral
    más acorde a la justicia social y con una visión de
    largo alcance, capaz de combatir la pobreza y de
    reducir las brechas que genera la desigualdad. A pesar del
    propósito homogeneizador que tiene el sistema
    económico y político mexicano, la sociedad civil se
    vuelve más plural, aunque al afirmar sus espacios de
    libertad, mediante la coincidencia en la localización de
    las causas de los problemas,
    desorganiza los proyectos
    estandarizadores de los poderes hegemónicos. Uno de los
    retos actuales que enfrenta el sistema político
    posrevolucionario mexicano es la apertura para la
    aceptación de una sociedad más plural.

    En México, los grandes fracasos para la
    superación de la pobreza, educación, salud, alimentación,
    vivienda, empleo y acceso a infraestructura básica, como
    elementos de una política social que reflejan un
    crecimiento inequitativo, necesitan de un replanteamiento. Un
    nuevo proyecto de política social tiene que partir del
    supuesto de una mayor flexibilización de las estructuras
    del poder político – económico y con base en nuevos
    esquemas de financiamiento y gasto que transparentes su
    aplicación y limiten el ejercicio corrupto e impune. La
    política social tiene que ser impulsada con la
    participación de todas las fuerzas políticas y
    sectores económicos, a fin de alcanzar logros por encima
    de intereses meramente partidistas.

    Afortunadamente, el gobierno mexicano es consciente de
    que no será posible privatizar la política social
    en todas sus dimensiones y de que el Estado seguirá
    desempeñando la función principal para la
    formulación e implementación de esta
    política social dirigida a la atención de los grupos más
    vulnerables y marginados del desarrollo nacional. Habrá
    que ver si los empresarios tienen interés en
    incluirse en los programas y
    proyectos de desarrollo social y hasta donde es su interés
    por sustituir al Estado en esta función, o bien bajo
    nuevas formas de relación entre el Estado, empresas y la
    sociedad civil, sobretodo cuando anteriormente siempre se
    enfrentaban por la defensa de sus intereses.

    Para que un programa de
    política social de combate a la pobreza funcione mejorando
    los niveles de vida de los implicados, se debe apoyar en el
    sustento para mejorar los niveles de sus propias capacidades y
    competencias
    productivas. Así mismo, en elevar su autosuficiencia a
    partir del desarrollo de esas competencias y capacidades
    productivas, más que en la mera orientación
    clientelista con fines partidarios. De hecho, el proyecto de Fox
    está encontrando muchas resistencias de muy diversa
    naturaleza,
    tales como el liderazgo de
    algunos capitalistas, medios de
    comunicación, líderes sindicales, etc. que ven
    agredidos sus intereses. Un gobierno de buenas intenciones pero
    pobre en resultados, encuentra resistencias que aniquilan las
    expectativas de la ciudadanía. Las expectativas de logros en
    crecimiento económico alto se cancelan antes de los cien
    primeros días de gobierno y se debilita la legitimidad del
    gobierno.

    De acuerdo con Fazio (2000a) Fox asume el gobierno del
    Estado mexicano como parte de un grupo de banqueros y
    empresarios, financiado por grupos conservadores
    oligárquicos. De tal forma que, su llegada coincide con la
    consolidación de un proceso de
    concentración y oligopolización económica y
    centralización política en la toma
    de decisiones, y expresa que las formas anteriores de
    representación clientelar y corporativa fueron desplazadas
    por formas de representación directa que se habían
    venido manifestando de manera larvada. Efectivamente, el
    conservadurismo católico del siglo XIX y su poder
    económico tuvo una influencia decisiva en el triunfo de
    Fox. Los empresarios ahora son los que gobiernan, son miembros de
    los consejos de empresas estatales, establecen el salario
    mínimo, solicitan el diálogo con la sociedad civil
    y delimitan las condiciones para el establecimiento de la paz con
    los indígenas de Chiapas.

    No hay duda que estos empresarios ascendieron a las
    cimas de los centros del poder por su propio talento y
    conexiones. Se acusa a Fox de querer gobernar México como
    se administra una sociedad
    anónima porque su gabinete fue conformado en su
    mayoría por individuos a los que se les reconoce una
    amplia trayectoria como empresarios. Se quebranta así un
    mito de la
    política mexicana que no consideraba a los empresarios
    como candidatos idóneos para ocupar puestos en el
    gabinete, porque consideraba que se presentaban conflictos de
    intereses entre los objetivos privados y los públicos,
    situación que se tendrá que demostrar. De hecho, es
    el gabinete que tiene la orientación más
    empresarial en la historia de México,
    con una visión gerencial de las actividades, aunque sin
    una clara identificación de la identidad y
    rumbo de un proyecto nacional. Los resultados que se obtengan con
    esta composición del gabinete, determinaran el
    éxito o fracaso de la concepción gerencial de la
    administración pública.

    Como ejemplo de lo anteriormente dicho, hay que
    mencionar la inédita participación de cuatro
    empresarios en la operación de la paraestatal PEMEX bajo
    la denominada Nueva Estrategia,
    plantea un claro y serio conflicto de
    intereses. Las empresas en las que tienen representación
    los empresarios realizan negocios con la paraestatal. Esta Nueva
    Estrategia se complementará con un nuevo régimen
    fiscal que
    separa la renta petrolera de las principales actividades
    industriales de la empresa. Si los empresarios consejeros de
    PEMEX renunciaran a todo tipo de negocios con PEMEX y procedieran
    solo en el interés público, no sería
    necesario que la Comisión Permanente de las Cámaras
    de Diputados y Senadores, aprobara un punto de acuerdo que
    recomienda la reconsideración de los nombramientos de
    empresarios consejeros. Esto implica la revocación de los
    nombramientos, y se recomienda hacer nuevos nombramientos con
    apego a la Constitución.

    Otro caso reciente, que encabezan los conflictos de
    intereses en el nuevo gobierno de Fox, es el caso en que el Ex
    presidente Zedillo entró al aceptar un nombramiento en la
    empresa estadounidense Union Pacific Corporation, que durante su
    gobierno resultó beneficiada con la compra de Ferrocarril
    del Pacífico. El nombramiento de Zedillo como parte de
    Procter and Gamble fue un reconocimiento como "un distinguido
    líder
    ?que condujo un crecimiento sin precedentes", pero que sin
    embargo, "no pudo revertir la desigual distribución del ingreso ni evitar que los
    indicadores de
    pobreza se deterioraran?" (Delgado, 2000). Esto demuestra
    cómo supeditó al país a la nueva
    división global del trabajo.

    De esta manera, con la buena disposición de los
    empresarios, el sector privado se involucra en la
    reestructuración y en la administración de empresas
    estratégicas para el desarrollo nacional, mediante su
    incorporación en los consejos. Los artículos 25,
    26, 27 y 28 constitucionales justifican el papel del Estado como
    rector del desarrollo con el dominio directo
    de la nación sobre los recursos
    naturales, aguas y áreas estratégicas. Se
    considera que en la recuperación de una política de
    desarrollo que implica modernización, integración y expansión de las
    actividades se aumenta el nivel de competitividad
    internacional de la paraestatal.

    Sin embargo, la decisión de Fox de incorporar
    hombres de negocios violenta la legalidad, ya que los
    empresarios, además de estar interesados en la apertura
    del sector energético, poseen empresas que necesitan los
    insumos de producción de PEMEX. En el ánimo de
    muchos analistas es una avanzada para entrar por la puerta de
    atrás a la desnacionalización del último
    patrimonio de
    la nación mexicana mediante la privatización. Ha surgido un debate en
    donde el problema se reduce al tipo de condiciones, marco,
    contexto, supervisión y controles son necesarios para que
    los empresarios se hagan cargo de una función directiva en
    empresas y organismos del Estado.

    No obstante, se cuestiona que la nación tenga la
    función rectora del desarrollo integral y el dominio
    directo de las aguas y los recursos naturales y la exclusividad
    en áreas estratégicas. Los empresarios piden
    participar más en política económica y
    apuestan a modificar el papel rector del Estado en la
    economía nacional y en el control de áreas
    estratégicas, a fin de intervenir más en las
    decisiones. Uno de sus líderes ha expresado lo anterior de
    la siguiente forma: "Somos nosotros, los empresarios, quienes
    podemos guiar al gobierno, de manera firme y decidida, en la
    ejecución de políticas públicas". En
    sexenios pasados no hubo las condiciones adecuadas para que el
    sector privado interviniera en la política
    económica. Ahora, ha llegado el momento de aprovechar esta
    oportunidad porque "tal vez no volvamos a tenerla en muchos
    años. No escatimemos recursos para lograr nuestros
    objetivos", dijo. (Zúñiga y Pérez,
    2001).

    Asistimos al comienzo de un proceso de regresión
    neoligárquica, en el sentido de que los grupos
    propietarios ejercerán directamente la dominación
    -aunque lo haga por medio del Estado- reemplazando a una parte de
    la burocracia
    gubernamental y eliminando a la antigua mediación
    conciliatoria representada por la 'clase política'
    priista. Para Moreno y Gandarilla Salgado (2000), el Estado
    mexicano es utilizado por las clases dirigentes y asumido como un
    botín, financia subvenciones inauditas que tienen por
    destino no las funciones sociales, sino el subsidio directo o
    discrecional al capital y a la
    oligarquía (como lo ilustra de modo vergonzante el
    Fobaproa- IPAB).

    Hasta ahora, la política social compensatoria ha
    sido insuficiente. En el modelo neoliberal, la política
    social es la gran ausente y se abandonaron los programas de
    atención a los diferentes ámbitos sociales que
    requerían atención a la pobreza, para concentrar
    los recursos en programas de atención a la pobreza extrema
    solamente. Los alcances y logros de la política
    económica neoliberal en materia social son endebles y han
    polarizado a la sociedad mexicana con una alta
    concentración en la exclusión
    social, y un fuerte deterioro económico en más
    de 66 millones de mexicanos. Este es el primer reto en un futuro
    próximo en México. Pero, además, la sociedad
    civil tiene que ser construida a partir del concepto de
    organizaciones que formen redes y que se integren
    mediante alianzas sociales y políticas, es decir, que sean
    eficientes en las relaciones entre la sociedad civil y la
    política.

    Efectivamente, como lo constata de la Madrid (2001), el
    modelo gerencial del Estado mexicano queda perfectamente
    identificado en un paradigma cuyos rasgos característicos
    son la definición de los "intereses empresariales, la
    visión religiosa de la sociedad, las causas y los
    orígenes de la actual coalición gobernante". Fox
    planteó un "gobierno incluyente, plural y de
    transición" (Sierra, 2000), aunque lo prioritario es
    lograr la eficiencia del gobierno con fundamento en un buen
    diseño de instituciones que obtengan los consensos de las
    mayorías y que sean el resultado de una ingeniería constitucional.

    El principal reto del nuevo estado Mexicano es la
    reforma estructural e institucional del Estado y la
    construcción de uno nuevo. Hasta ahora, los diferentes
    actores políticos no han sido capaces de definir en
    términos operativos lo que entienden por reforma del
    Estado, ni tampoco han sido capaces de establecer las bases que
    sirvan de sustento político. A pesar de que se han
    instrumentado algunos cambios favorables a la reforma, sin
    embargo, los resultados no han sido los esperados, cada vez hay
    más pobreza y las desigualdades se profundizan.

    Cuando los actores políticos pacten una agenda y
    los tiempos para su desahogo sería el primer paso para
    llegar a un acuerdo sobre la reforma del Estado. La reforma del
    Estado se refiere a los principios en los
    cuales operan las reformas y la política se
    desempeña. La reforma estructural se refiere al marco
    legal de la acción pública (Iglesias, 2000: 496).
    Las instituciones políticas han pasado por fuertes
    transformaciones. La reforma del Estado mexicano también
    implica consolidar la reforma política y las instituciones
    electorales como uno de los principales retos de los
    próximos años.

    La reforma estructural del Estado cambia su
    participación en los sectores económicos y sociales
    para garantizar las condiciones macroeconómicas favorables
    a la inversión privada y al aumento de la
    competitividad. Pero como ya se ha dicho anteriormente, los
    resultados han sido negativos hasta ahora. Esta
    participación del Estado se concentra en actividades de
    regulación en lugar de una intervención directa en
    la producción. Además, en materia social, el Estado
    debe fortalecer su función en la formulación e
    implantación de las políticas públicas, ya
    que en esta materia el Estado mexicano ha tenido un retroceso en
    su responsabilidad para mejorar las condiciones de
    vida y de desarrollo
    humano de la población.

    La Reforma Estructural del Estado en México
    está muy lejos de proponer un proyecto que no polarice las
    acciones entre el Estado, el mercado y la sociedad, sino que de
    acuerdo con Mangabeira (La Jornada, 2000), este proyecto se
    construya sobre las siguientes premisas: "crear un Estado
    actuante y solidario con las clases deprotegidas, que consiga un
    alto nivel de ingreso público sin traumatizar ni el empleo
    ni la inversión, a través de un sistema
    tributario rígido, y diseñar una
    política social no paternalista ni simplemente caritativa,
    sino capacitadora, que tenga como eje a la
    educación".

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    Rafael Peña Rosas

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