Monografias.com > Ingeniería
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Modelos de proceso




Enviado por sibarra



    1. Modelos estratégicos
      actuales de investigación sobre el paradigma de
      estrategia de fabricación
    2. Proceso de formulación e
      implementación de la estrategia de producción –
      Modelos de proceso
    3. Enfoque jerárquico
      (Top-down) de planificación de la estrategia de
      producción.
    4. Enfoque basado en los
      recursos
    5. Nuevos avances en el enfoque
      jerárquico de planeación de la estrategia de
      producción

    Palabras clave: Modelos;
    formulación e implementación; función de
    Producción & Operaciones;

    Tipo de trabajo: Teórico
    (Journalistic)

    Modelos
    estratégicos actuales de investigación sobre el paradigma de
    estrategia de
    fabricación

    Los estudios acerca del carácter estratégico de la
    fabricación tienen su origen en los trabajos iniciales de
    Wickham Skinner a
    partir de 1969 con su primer título "Manufacturing
    – missing link in corporate strategy
    ". A partir de este
    trabajo
    seminal, proliferaron las investigaciones y
    la literatura
    acerca del tema, con un propósito común – la
    gestión
    de la producción no tiene que reducirse a neutralizar los
    efectos negativos que esta función podría ocasionar
    en la puesta en práctica de la estrategia global, sino que
    debe contribuir a formularla y apoyarla, al menos en igualdad de
    condiciones que los restantes departamentos.

    Los trabajos de Skinner y sus seguidores (entre los que
    podemos citar a Hayes, R.H.; Wheelwright, S.C. y Clark, K.B.;
    profesores de administración de empresas de
    Harvard Business School. EE.UU) se centraron sobre todo en el
    propio contenido de la estrategia de producción siendo
    prácticamente unánimes en considerar dos grupos de
    cuestiones: las prioridades competitivas, que
    orientarán la gestión de la producción, y
    las principales políticas propuestas, agregadas en
    ciertas categorías de decisión. Respecto al
    proceso por
    medio del cual se formulan dichas estrategias, no
    ha sido tratado con mucha profundidad, y aunque estaba latente en
    el texto de
    dichos trabajos, no se puede afirmar que se haya analizado de
    forma explícita. Esto está motivado a que
    tradicionalmente no se ha reconocido de forma explícita la
    diferencia entre el proceso y el contenido de la estrategia de
    producción, y a que las investigaciones se hayan centrado
    sólo en el contenido de la misma.

    Algunos autores como Adam & Swamidass (1992), Voss
    (1992) y Anderson, Cleveland & Schroeder (1989), han llamado
    la atención sobre este aspecto, y plantean la
    necesidad de que, de la misma forma que la literatura sobre
    estrategia empresarial diferencia claramente ambos aspectos de la
    estrategia (proceso y contenido), se haga lo propio en el caso de
    la producción. De esta forma, la investigación
    sobre el tema podría adaptarse mejor al nivel de desarrollo de
    cada paradigma, centrándose en las cuestiones y métodos de
    investigación más apropiados para cada caso (Leong,
    Snyder & Ward, 1990). Esto contribuiría además
    a que, en el terreno práctico, no se descuidasen las
    cuestiones relativas al proceso – integración, interactividad,
    implementación y medición del rendimiento – dotando
    así al modelo de
    estrategia de producción del necesario movimiento y
    dinamismo, ausente en los modelos de contenido (Stonebraker &
    Leong, 1994).

    La distinción teórica entre contenido y
    proceso ha sido destacada por los autores en las últimas
    investigaciones y de cierta manera su aplicación a la
    función de producción ha generado cierta
    confusión.

    Por ejemplo, Swamidass & Newell (1987), consideran
    que el contenido de la estrategia de fabricación hace
    referencia al empleo de los
    recursos
    productivos para alcanzar ventajas competitivas, mientras que el
    proceso se refiere a la formulación, desarrollo e
    implementación de la estrategia de producción en
    relación a la estrategia competitiva.

    Por su parte Anderson et al. (1989), entienden
    que el contenido es el qué de la estrategia de
    producción, y abarca los objetivos, las
    decisiones y el resultado final de la misma, mientras que el
    proceso es el cómo; es decir, las cuestiones
    relativas al análisis, organización y puesta en práctica de
    la estrategia de fabricación. En el mismo sentido,
    Marucheck et al. (1990) diferencian la utilización
    de herramientas
    conceptuales para formular e implementar una hipotética
    estrategia de producción de su definición y
    contenido. A pesar de la interacciones existentes entre el
    contenido y el proceso, Leong, et al. (1990) justifican
    esta distinción por la existencia de necesidades y
    métodos de
    investigación distintos para cada una de las partes, y
    por los diferentes estados de desarrollo en que se encuentran. De
    hecho (Avella et al., 1999), apenas existe
    investigación descriptiva en relación con el
    proceso, mientras que respecto al contenido, si bien abunda la
    investigación conceptual y descriptiva, es necesario
    avanzar a formas de investigación más sofisticadas.
    Teniendo en cuenta estas premisas, que actualmente existe
    bastante acuerdo entre los investigadores en cuanto al proceso y
    al contenido y, partiendo de reconocer que esta distinción
    es sólo necesaria para su estudio, a continuación
    se exponen ambos modelos de investigación de la estrategia
    de fabricación.

    2. Proceso de
    formulación e implementación de la estrategia de
    producción – Modelos de proceso

    En este apartado se describe la secuencia en la
    formulación y puesta en práctica de la estrategia
    de producción en relación con las estrategias
    corporativa y competitiva, con las restantes estrategias
    funcionales y con el desarrollo de los recursos capaces de
    proporcionar competencias
    distintivas a la empresa (ver
    Figura 1).

    Si bien la necesidad de una correlación entre la
    estrategia competitiva de la empresa y la
    estrategia productiva ha sido reconocida, con carácter
    general, en la literatura, y ha sido corroborada por diversas
    investigaciones empíricas, es posible distinguir dos
    puntos de vista acerca de la secuencia en la relación
    entre ambas estrategias. En otras palabras, como señalan
    Anderson et al. (1989), se puede abrir una doble
    interrogante: ¿debe una empresa
    ajustar sus recursos de producción con el fin de alcanzar
    sus objetivos competitivos, previamente definidos? ó, por
    el contrario, ¿deben limitarse o adaptarse los objetivos
    competitivos de la empresa a los recursos que posee en el
    área de producción? En el primer caso, la
    estrategia de producción puede ser fuente de ventajas
    frente a los competidores en la medida en que apoya la puesta en
    práctica de la estrategia competitiva. En el segundo caso,
    la formulación de la estrategia competitiva y el logro de
    ventajas de carácter sostenible tiene su origen en los
    recursos desarrollados en el área de fabricación y,
    en consecuencia, la estrategia de producción participa de
    forma activa tanto en el proceso de formulación como de
    puesta en práctica de la estrategia
    competitiva.

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Figura 1. Modelo de proceso
    predominante en estrategia de producción

    Fuente: G.K. Leong, D.L. Snyder &
    P.T. Ward (1990)

    La reflexión anterior nos permite hablar de dos
    enfoques diferentes de modelos de proceso. En sentido
    descendente, se corresponde con el enfoque o modelo
    jerárquico
    según el cual la estrategia
    productiva se formula a partir de la estrategia competitiva, en
    consonancia con ésta y sirviendo de apoyo a su puesta en
    práctica. La lectura en
    el sentido inverso, o sea ascendente, se corresponde con el
    enfoque o modelo
    basado en los recursos,
    en el que subyace la posibilidad del aprovechamiento de los
    recursos de producción como factor determinante de la
    orientación estratégica de la empresa. Es necesario
    destacar que en ambos modelos, la producción deja de
    concebirse como una función meramente técnica
    centrada en la minimización de costes, para convertirse en
    un elemento activo y fundamental de la estrategia
    competitiva.

    3. Enfoque
    jerárquico (Top-down) de planificación de la estrategia de
    producción.

    A partir de los trabajos de Skinner, se aboga por la
    formulación de una estrategia de producción
    formalizada y definida de forma explícita, que atiende a
    un planteamiento jerárquico, o de
    «arriba-abajo» (Top-down); se trata del
    enfoque predominante en la literatura acerca del proceso de la
    estrategia de producción, y Marucheck et al. (1990)
    confirman que este modelo también es el más
    utilizado por las empresas. En el enfoque jerárquico
    subyacen tres niveles esenciales de planificación
    estratégica: corporativo, competitivo (o de
    negocio
    ) y funcional. La estrategia corporativa es el
    plan general
    de actuación para una compañía
    diversificada, por lo que involucra la determinación de
    los negocios en
    los que la empresa debería estar. Consiste, por tanto, en
    los movimientos que se hacen para establecer posiciones
    competitivas en las distintas industrias y los
    enfoques que se utilizan en la dirección del grupo de
    negocios de la compañía. En el caso de empresas no
    diversificadas, se posee una única unidad de negocio y, en
    consecuencia, las estrategias corporativa y competitiva
    coinciden.

    La estrategia competitiva, implica definir los objetivos
    estratégicos de negocio, el ámbito de negocio (gama
    de productos,
    mercados y
    servicios en
    los que compiten las empresas o las unidades estratégicas
    de negocio) así como la forma de obtener ventajas
    competitivas (Garvin, 1993; Wheelwright, 1984; Miltenburg, 1995).
    También se puede explicitar como el «patrón
    de las principales metas y objetivos, así como las
    políticas y planes para conseguir dichas
    metas, establecidas de tal manera que definan en qué
    clase de
    negocio está o quiere estar la empresa y qué clase
    de empresa es o quiere ser». Describe en fin el rumbo
    fijado para la empresa y/o las distintas unidades (o divisiones)
    de negocio.

    Para lograr este fin, la estrategia competitiva
    persigue: a) crear respuestas a los cambios que se producen en el
    sector industrial, la economía en general,
    los campos regulativo y político, y otras áreas
    importantes; b) crear movimientos competitivos y orientaciones
    estratégicas que puedan originar una ventaja competitiva
    sostenible; c) unificar iniciativas estratégicas de los
    departamentos funcionales y d) concentrarse en los problemas
    estratégicos específicos a los que se enfrenta el
    negocio (Thompson & Strickland, 1992). En general se tienen
    en cuenta tanto los factores empresariales internos como los
    externos del entorno. La meta definida
    es el centro de la estrategia empresarial y el eslabón que
    unifica la toma de
    decisiones en los distintos departamentos de la empresa,
    incluido el departamento de producción /
    operaciones.

    Definida la estrategia competitiva, se formulan las
    diferentes estrategias funcionales (entre ellas la de
    producción), que deben ser congruentes entre sí y
    con la estrategia competitiva. Las estrategias funcionales
    añaden detalle a la estrategia de negocio y determinan
    cómo se dirigirán las actividades funcionales. Por
    lo general, su formulación se delega en los directivos de
    los correspondientes departamentos, a menos que el responsable de
    la unidad de negocio decida involucrarse más directamente.
    Al formular la estrategia funcional, el director del departamento
    debe trabajar estrechamente con sus subordinados clave, y a
    menudo tiene que relacionarse con los directores de otras
    funciones y
    con el responsable del negocio (Thompson & Strickland, 1992).
    El éxito o
    la clave en la mejora de la competitividad
    reside en la interacción y la coordinación total, tanto entre la
    estrategia de producción y la estrategia competitiva
    previamente definida (coherencia vertical) como entre la
    estrategia de producción y el resto de estrategia
    funcionales (coherencia horizontal); véase Figura 1
    anterior.

    Hax & Majluf (1991) destacan que para facilitar las
    interacciones funcionales, las empresas pueden poner en
    práctica algún mecanismo de coordinación
    para lograr el alineamiento apropiado de todas las funciones en
    el momento de formular y llevar a la práctica las
    estrategias correspondientes. El despliegue de la función
    de calidad (QFD:
    Quality Function Deployment
    ) también denominado como
    casa de la calidad – es un instrumento
    sistemático que reúne gran cantidad de información en forma condensada y
    conveniente, permitiendo unificar los conceptos y planteamientos
    tanto horizontales como verticales (Hauser & Clausing, 1988;
    Chase & Aquilano, 1994). No hay que olvidar que muchos de los
    conflictos e
    incoherencias interdepartamentales provienen de no usar un
    lenguaje
    común.

    Una vez formuladas en orden descendente las tres
    estrategias comentadas, el siguiente paso consiste en
    consolidarlas siguiendo un orden ascendente (véase Figura
    2).

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Figura 2. Proceso general para
    integrar las estrategias

    Fuente: Hax & Majluf
    (1984).

    Es decir en primer lugar se revisan las estrategias
    funcionales para asegurar que son consistentes entre sí y
    que apoyan la estrategia de la unidad de negocio. Posteriormente,
    se revisan las estrategias de las unidades de negocio para
    asegurar que son consistentes entre sí y que apoyan la
    estrategia corporativa. Finalmente, se inicia la ejecución
    de los planes estratégicos. Los planes de
    realización determinan programas
    generales y específicos, presupuestos y
    medidas de control de
    resultados (Hax & Majluf, 1984; Miltenburg, 1995).

    En cuanto a la formulación de la estrategia
    (funcional) de producción, partiendo del rango de
    actuación previamente demarcado por la estrategia
    competitiva de la empresa, esta se inicia con la
    definición explícita de la misión de
    la producción (enlace principal con la estrategia
    empresarial), la cual dará lugar a una jerarquía de
    objetivos estratégicos o también denominadas
    prioridades competitivas del departamento de producción /
    operaciones. Estas prioridades indican las actividades en las que
    debe centrarse la producción para dar soporte adecuado a
    la estrategia de la empresa.

    Así se eliminan las posibles inconsistencias
    dentro del sistema
    productivo, garantizándose que todos los centros de
    responsabilidad persigan los mismos objetivos y
    líneas de actuación. Un objetivo
    explícito también contribuye a eliminar la
    multiplicidad de productos dentro del sistema de
    producción, evitando que se fabrique en el mismo centro de
    responsabilidad productos que se encuentran en distintas etapas
    de su ciclo de vida
    (Fernández, 1993). Las fábricas están
    formadas por un conjunto heterogéneo de centros o
    áreas de responsabilidad controladas por los respectivos
    especialistas, quienes siempre tratarán de maximizar su
    aportación y justificar el puesto que ocupan desarrollando
    la denominada «miopía del especialista»
    que persigue lograr el máximo técnico en su
    ámbito de actuación sin preocuparse si el resultado
    beneficia a la fábrica en su conjunto (De Meyer &
    Wittenberg-Cox, 1994). Por lo tanto, los objetivos de las
    diferentes áreas o centros de responsabilidad deben estar
    en consonancia con la prioridad competitiva, a la que deben
    apoyar y reforzar. En general, se debe optimizar el objetivo del
    todo (departamento de producción), aunque para ello haya
    que suboptimizar los objetivos de algunas partes (diferentes
    áreas de actividad del departamento de
    producción).

    Una vez identificadas las prioridades competitivas, se
    desarrollan las políticas de producción en sentido
    amplio. Estas políticas surgen del análisis externo
    e interno así como de la tarea u objetivos asignados a la
    producción. En el planteamiento de Skinner (1974) subyace
    la idea de una correlación total entre la prioridad
    competitiva elegida y las políticas a desarrollar; por
    tanto, considera que cada objetivo se consigue únicamente
    con determinadas políticas, o dicho de otro modo, la
    puesta en práctica de determinadas políticas
    sólo permite alcanzar un objetivo concreto. Es
    decir, las políticas de producción deben
    concebirse, coordinarse y centrarse en aquella prioridad
    competitiva clave de la producción que es esencial para
    que la empresa (o unidad estratégica de negocio) triunfe
    dentro de su sector.

    Definida la prioridad competitiva y delimitadas las
    políticas que la sustentan, es conveniente realizar un
    benchmarking,
    que consista en analizar los productos y prácticas de
    gestión de los mejores competidores (dentro y fuera del
    sector de actuación) para adaptarlas a la cultura propia
    de la fábrica (Camp, 1989, citado por Avella et
    al.,
    1999). Así el benchmarking se aplica para
    complementar la información obtenida del análisis
    interno y externo y favorecer una valoración inicial de
    las propias actuaciones respecto a las que está
    emprendiendo otras empresas. Así mismo, Garvin (1993)
    introduce el concepto de
    iniciativas estratégicas de producción
    «SMI: Strategic Manufacturing Initiatives »,
    que define como un mayor esfuerzo del área de manufactura
    con el propósito de conseguir una determinada mejora en un
    periodo de tiempo
    concreto. Estas iniciativas pueden aplicarse a toda la
    organización de manufactura y permiten alcanzar
    objetivos cuantitativos e hitos específicos. Se utilizan
    para modificar las políticas que no sean coherentes con
    las prioridades y para mejorar aquellas áreas que son
    críticas para el mantenimiento
    de las ventajas competitivas. En concreto introduce dinamismo en
    el modelo jerárquico de planificación de la
    estrategia de producción.

    Finalmente se efectúa un examen meticuloso de
    cada elemento del sistema de producción/ operaciones. A
    continuación, se seleccionan y asignan los recursos
    necesarios para llevar a cabo las políticas elegidas, a la
    par que se desarrollan nuevas capacidades en producción y
    se mejoran las existentes; el proceso se completa con la puesta
    en práctica de los programas de implantación,
    controles, medidas de evaluación
    del rendimiento y procedimientos de
    revisión.

    Hacia mediados de los años ochenta comienzan a
    surgir algunas críticas a la estructura
    básica de este modelo. En este sentido, se plantea que a
    pesar de que con este modelo o enfoque se consigue que la
    estrategia de fabricación apoye a la estrategia
    empresarial, indudablemente la primera adopta una posición
    reactiva frente a la segunda. Las metas y objetivos de la
    estrategia competitiva definen la política y limitan el
    marco de actuación de fabricación. Se argumenta que
    este modelo de cierta forma omite la capacidad del área de
    producción para proporcionar ventajas distintivas a la
    empresa no sólo a través de su estrecha
    correlación con la estrategia competitiva (es decir,
    sirviendo de apoyo a ésta), sino como factor determinante
    de la misma. Así mismo, en este modelo jerárquico
    se asume de alguna forma que el problema de la estrategia de
    producción es un problema funcional, no de la unidad de
    negocio, de forma que ésta se puede desarrollar
    internamente, aunque teniendo en cuenta que las estrategias y
    políticas del ámbito superior, e incluso del resto
    de áreas funcionales, actúan como parámetros
    y limitaciones a tener presente (Conca & Molina,
    1998).

    Intentando buscar la justificación que subyace en
    el modelo original de Skinner, Hayes (1985), considera que la
    línea de pensamiento
    que lo inspira es del tipo
    «fines-formas-medios», en el sentido de que
    considera que únicamente se puede desarrollar la
    estrategia de producción (formas) cuando se sabe
    cuáles son los objetivos y metas de la empresa
    (fines) con relación a su entorno y en
    términos de la ventaja competitiva y, solamente
    después, se puede disponer de los recursos necesarios
    (medios) para llevar a cabo esta estrategia. Hayes (1985)
    considera que en determinadas circunstancias la metodología de la planificación
    estratégica formal, y peor incluso, las actitudes y
    relaciones que a menudo fomenta, puede deteriorar la capacidad de
    una empresa para competir. Por una parte, pone en tela de juicio
    a la premisa de que los medios deben seguir a las
    formas, basándose en que los recursos importantes
    tecnología, aptitudes
    y relaciones
    laborales eficaces (en definitiva los llamados recursos
    intangibles) – no siempre se pueden adquirir cuando se
    necesitan. Por otra parte, la falta de estabilidad en el entorno
    y en el propio interior de la organización dificulta,
    tanto la posibilidad de alcanzar unos objetivos predeterminados
    con una cierta estrategia – debido a la poca previsibilidad del
    mundo de la competencia -,
    como incluso la propia integridad o deseabilidad de tales
    objetivos – ante unos valores y
    necesidades que no son siempre estáticos.

    Por todo ello, Hayes (1985; p.130) propone invertir el
    paradigma «fines-formas-medios», para seguir
    una lógica «medios-formas-fines».
    Así la empresa comenzaría por invertir en el
    desarrollo de su potencial a lo largo de un amplio frente
    (medios). Deberá capacitar a sus trabajadores y
    directivos para una diversidad de trabajos, informarlos sobre la
    situación competitiva global y las acciones de
    determinados competidores, enseñarles a detectar los
    problemas y a encontrar soluciones
    para ellos, y a convencer a otros para que sigan sus
    recomendaciones. A medida que se desarrolla este potencial y
    aparecen las oportunidades tecnológicas y de mercado, la
    empresa deberá animar a los directivos de los niveles
    inferiores de la organización a explorar las oportunidades
    allí donde se den (formas). Entonces el trabajo de
    la alta dirección es facilitar este tipo de actividad
    emprendedora dotarla de recursos de otras partes de la empresa y,
    cuando sea factible, alentar las actividades cooperativas
    (fines).

    En definitiva, la planificación
    estratégica formal (modelo jerárquico) como
    alternativa para elaborar estrategias corporativas, de negocio y
    de producción, no siempre es la opción más
    adecuada. En este sentido, se reconoce la posibilidad de seguir
    un proceso menos formalizado y más caótico en la
    elaboración de estrategias. Básicamente, lo que se
    pretende es, en lugar de desarrollar planes y buscar
    después capacidades, crear primero capacidades y
    posteriormente alentar el desarrollo de planes que las exploten.
    En la Figura 1 esta secuencia inversa está contemplada.
    Las capacidades pueden resultar de la formulación e
    implementación de la estrategia, pero también
    pueden resultar de actividades no previstas en la planeación
    estratégica. Siempre que se obtengan las capacidades y
    estas se desarrollen, pueden proporcionar una competencia
    distintiva. Si el juego de
    capacidades alcanzadas es único y difícil de
    replicar entonces las capacidades proporcionan al sistema una
    competencia distintiva sostenible. Miller & Hayslip
    (1989) defienden que la formulación e
    implementación estratégica y el desarrollo de
    capacidades son procesos
    separados que deben emprenderse en paralelo para lograr una
    ventaja competitiva.

    En este sentido, diversos autores (Hayes, 1985; Leong
    et al.; 1990 y Zahra & Das, 1993) sugieren que los
    recursos de producción pueden constituir la esencia de la
    estrategia de negocio y convertirse en la variable competitiva
    clave. Así, los recursos y capacidades de
    fabricación pueden inspirar la orientación
    estratégica de la empresa; este es el argumento central
    del enfoque de la planificación estratégica con
    base en los recursos de producción, que constituye la
    alternativa al enfoque jerárquico convencional. En
    realidad, se aplican al contexto de la función de
    Producción las consideraciones que acerca de la
    teoría de los recursos y capacidades se recogen en
    la literatura estratégica.

    4. Enfoque
    basado en los recursos

    Al igual que en el modelo de Skinner, el enfoque basado
    en los recursos también busca alcanzar una acertada
    combinación mercado-capacidad distintiva, aunque para ello
    se invierte la lógica
    del anterior modelo jerárquico, procediendo de la
    siguiente forma (Grant, 1991): (1) se analizan los recursos
    básicos de la empresa; (2) se estiman las capacidades de
    la empresa; (3) se analiza el potencial de beneficio de los
    recursos y capacidades (para el logro de la ventaja competitiva
    sostenible); (4) se selecciona una estrategia para; (5) desplegar
    y perfeccionar el stock de recursos y capacidades con el fin de
    sostener y ampliar las posiciones de ventaja competitiva
    así como ampliar el conjunto de oportunidades
    estratégicas de la empresa.

    Según este enfoque la estrategia de
    fabricación sigue teniendo por objeto el desarrollo de
    capacidades distintivas. Sin embargo, la relación que
    mantiene con el ámbito estratégico superior difiere
    considerablemente de la del modelo jerárquico anterior;
    principalmente en que:

    a) La definición de los negocios y objetivos de
    la unidad de negocio se fundamenta en las capacidades de la
    empresa más que en los mercados en que participa (Grant,
    1991)

    b) El desarrollo de las capacidades es un paso previo
    a la selección del modo de competir en los
    mercados. A partir de las capacidades distintivas de la empresa
    se buscan mercados donde explotarlas para convertirlas en
    ventajas competitivas (Conca & Molina, 1998).

    Este segundo modelo se considera ascendente, en el
    sentido en que, como afirma Fernández Casariego (1990),
    "…es aquello que la empresa hace bien, las potencialidades,
    recursos y conocimientos en el área de producción
    los que determinarán la senda de expansión
    futura
    …". De acuerdo con esto, es el potencial de recursos
    y capacidades lo que determina la estrategia futura a
    desarrollar, de manera que, frente al modelo anterior
    jerárquico, este nuevo enfoque tiene un importante
    componente ascendente.

    La teoría
    de los recursos sobre la que se sustenta este modelo, postula que
    la ventaja competitiva no sólo proviene de las condiciones
    de la demanda que
    permiten crear oportunidades para obtener rentas superiores, sino
    que la ventaja competitiva también viene predeterminada
    por la oferta; es
    decir, depende del desarrollo de activos y
    capacidades superiores por parte de la empresa. Por tanto,
    considera que una rentabilidad
    superior está asociada con la posesión de recursos
    estratégicos más que con las ventajas derivadas de la
    posición en un mercado, la elección de un segmento
    o la adopción
    de una estrategia genérica (Grant, 1991).

    En consecuencia, la definición de la empresa en
    términos de lo que es capaz de hacer puede ofrecer un
    soporte más firme para la estrategia que una
    definición fundada en las necesidades que pretende
    satisfacer. Así pues, la teoría de recursos supone
    que la ventaja competitiva viene determinada por la
    combinación de factores del lado de la demanda y de la
    oferta. Del lado de la demanda, las actividades productivas de
    una empresa deben satisfacer las necesidades del mercado; del
    lado de la oferta, la empresa debe tener capacidades no
    sólo pata atender necesidades del mercado, sino para
    satisfacerlas más eficaz o eficientemente que otras
    empresas aportando valor al
    cliente (Grant,
    1991). En síntesis,
    la teoría de los recursos conecta indisolublemente los
    recursos de una empresa (lo que hace bien) con su entorno
    industrial (lo que el mercado demanda y lo que los competidores
    ofertan) (Collis & Montgomery, 1995).

    La sostenibilidad de una ventaja competitiva depende de
    que los recursos sean difícilmente replicables. Este
    criterio subraya el papel del conocimiento
    (en especial el tácito) como el activo estratégico
    más importante que posee una empresa (Quinn, 1992). Las
    empresas deben estar comprometidas tanto con la
    adquisición como con la aplicación del conocimiento
    (Spender, 1992). La adquisición necesita individuos
    especializados en áreas específicas del
    conocimiento, mientras que la aplicación requiere combinar
    muchos conocimientos especializados (Demsetz, 1991). Los límites
    cognoscitivos restringen la posibilidad de que un sólo
    individuo
    pueda integrar la totalidad de conocimientos especializados
    necesarios para realizar una actividad productiva compleja,
    entonces la esencia de las capacidades productivas radica en la
    integración del conocimiento especializado de varios
    individuos; este concepto favorece a la fábrica como una
    institución idónea para la integración y
    transferencia de conocimiento y aprendizaje.

    El enfoque de recursos aplicado a la estrategia de
    producción comienza con un análisis de los recursos
    que posee la fábrica y el sistema productivo en general,
    para determinar aquellos que son susceptibles de proporcionar una
    ventaja competitiva de carácter sostenible. Así
    mismo se estiman las habilidades o competencias que existan con
    vista a tener un punto de partida para el análisis
    estratégico. Sin ánimo de ser exhaustivos, se
    exponen brevemente algunos recursos de producción que han
    proporcionando ventajas competitivas (Avella et al.,
    1999): a) el tamaño, siempre y cuando permita obtener
    economías de escala, alcance
    y/o experiencia; b) el acceso preferente (o exclusivo) a
    determinados factores productivos, sobre todo cuando se tiene un
    suministro exclusivo de materiales, se
    dispone de una localización privilegiada o la oferta de un
    determinado factor es limitada y la empresa tiene derecho a
    utilizarlo en condiciones favorables; c) los conocimientos
    tecnológicos relacionados con el proceso de
    producción (por ejemplo un secreto industrial, know-how,
    etc.); y d) las capacidades y habilidades de fabricación,
    sobre todo las basadas en el
    conocimiento tácito.

    Si se comparan ambos modelos, se puede observar que el
    jerárquico puede ser apropiado cuando la evolución del entorno es predecible y la
    ventaja competitiva se basa en recursos cuya adquisición
    (y liquidación) puede hacerse rápidamente respecto
    a los cambios del entorno. Tal es el caso de los recursos
    tangibles aunque también de algunos activos intangibles
    que pueden adquirirse libremente en el mercado (Conca &
    Molina, 1998). Ante esta situación, es factible la
    construcción de las capacidades necesarias
    para poder competir
    en el sector. Sin embargo, Stalk, Evans & Shulman (1992)
    advierten que, cuando el entorno se caracteriza por ser
    dinámico, la ventaja competitiva también ha de
    serlo y, si ésta se fundamenta en recursos tangibles o
    activos intangibles, su evolución se ve dificultada por la
    inflexibilidad de los mismos. Por el contrario, las habilidades
    y/o competencias son capaces de evolucionar y adaptarse a nuevos
    entornos, y no sólo eso sino que, como con gran acierto
    señalan Prahalad & Hamel (1991) "…a diferencia de
    los activos físicos, las competencias no se deterioran
    cuando se aplican y comparten, sino crecen". En este contexto,
    puede resultar más adecuado el modelo basado en los
    recursos pues, con la evolución, se va fortificando la
    base competitiva de la empresa en lugar de difuminarse, siendo
    capaz de adaptarse a mercados y productos diversos y alcanzar en
    ellos una ventaja competitiva.

    Para terminar, se resumen en el Cuadro 1 las principales
    características de los dos modelos actuales referentes al
    proceso de formulación e implementación de la
    estrategia de producción. Se reconoce que no hay
    ningún modelo que intrínsecamente sea superior al
    otro. Todo depende de las circunstancias particulares de cada
    empresa, sobre todo de la turbulencia e inestabilidad del medio.
    Cuanto más turbulento e impredecible sea éste,
    resultará más conveniente un modelo próximo
    al basado en los recursos.

    Cuadro 1. El modelo jerárquico y el modelo
    basado en los recursos

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    5. Nuevos avances en
    el enfoque jerárquico de planeación de la
    estrategia de producción

    El principal mérito de Skinner, ha sido el de
    proclamar la necesidad de incluir a la producción en la
    estrategia corporativa, tal y como lo enunció en uno de
    sus trabajos "…la producción es el eslabón
    que
    falta en la estrategia corporativa (Skinner,
    1969). Aunque el modelo conceptual de Skinner ha sido criticado
    en algunos de sus aspectos, también ha sido enormemente
    influyente, hasta el punto que se puede observar, tal y como hace
    Voss (1992), que los posteriores marcos conceptuales que han
    tratado el tema han tendido a simplificarlo más que a
    ampliarlo. No obstante, el esquema de Skinner ha sido completado
    o modificado por ulteriores trabajos, de los cuales destaca las
    aportaciones realizadas por Hill.

    Hill (1993) propone un marco conceptual también
    de gran influencia, donde se concibe la estrategia de
    producción como un proceso de cinco etapas esenciales, a
    saber:

    – Definir los objetivos corporativos /
    empresa.

    – Determinar las estrategias de márketing para
    alcanzar estos objetivos.

    – Evaluar cómo los diferentes productos atraen
    los pedidos frente a los competidores.

    – Establecer la forma más apropiada de fabricar
    estos productos (elección del proceso).

    – Proporcionar la infraestructura de
    fabricación necesaria para apoyar la
    producción.

    Las ideas básicas son las mismas: el enlace de la
    estrategia de producción con la corporativa y de la unidad
    de negocio, las prioridades competitivas, las decisiones
    estructurales (elección de proceso) y las
    infraestructurales; pero tiene algunas contribuciones
    importantes. La principal de ellas se refiere a las prioridades
    competitivas, pues se diferencian dos tipos de objetivos. Por una
    parte, están los denominados criterios ganadores de
    pedidos (Order-Winning Criteria), que serán
    aquellas dimensiones en las que, cuando una empresa mejora en
    ellas, el mercado lo valora positivamente y, en consecuencia, se
    captan nuevos clientes.

    Por otra parte, están los criterios
    cualificadores (Qualifiers Criteria), que son aquellos que
    es necesario igualar para ser considerado por un cliente como
    posible proveedor. Sin embargo, alcanzar o incluso superar estos
    estándares, no genera nuevos pedidos. La idea está
    en diferenciar ambos tipos de criterios cuando determinamos las
    prioridades competitivas pues, tal y como afirma Hill (1993; p.
    44) "…mientras que en los criterios cualificadores las
    compañías necesitan solamente ser tan buenas como
    sus competidores, con los generadores de pedidos necesitan ser
    mejores que sus competidores".

    Por otra parte, se reconoce explícitamente una
    relación muy importante en la secuencia de
    formulación de la estrategia de fabricación.
    Consiste en la necesidad de «coordinar la estrategia de
    márketing y la
    de producción»,
    siendo precisamente los criterios ganadores de pedido el punto de
    enlace entre ambas y, por extensión, con la estrategia
    empresarial /corporativa. Por supuesto que ello no implica que
    una función domine sobre otra; en realidad, explica Hill
    (1993; p.41), el procedimiento
    consiste en que márketing formule al mercado
    aquéllas preguntas que se puedan contestar con las
    respuestas de producción.

    Lo que se hace es evitar la actuación que hasta
    el momento se había mantenido en las empresas
    manufactureras (Schonberger, 1994), donde marketing y
    ventas (la
    compañía de distribución) vivían con los
    clientes en su propio castillo, felizmente inconscientes y
    despreocupados de las capacidades y aptitudes productivas.
    Mientras producción, por otra parte y también en su
    castillo, no tiene acceso a las necesidades de los clientes
    finales, ni ha buscado tenerlo. Sólo tiene planes para que
    la producción se adapte a sus propios intereses, que son
    los de satisfacer sus propios programas instaurados internamente
    y maximizar la utilización de recursos. Con esta
    aportación Hill, lo que hace es tender un puente entre
    ambos castillos, de forma tal que la
    comunicación fluya en ambas direcciones y el trabajo
    conjunto se torne cooperativo y funcional.

    Por tanto, y esta es su tercera contribución
    importante, el enfoque de Hill no es jerárquico; en
    lugar de concebir sólo los tres primeros pasos como
    interactivos, con bucles de retroalimentación y los dos últimos
    (la estrategia de producción) como lineales y
    deterministas, se considera que cada componente interacciona con
    los demás (Conca & Molina, 1998). De hecho, Hill
    (1993) afirma que al utilizar su modelo se obtienen dos
    resultados: el primero, consiste en evaluar el apoyo
    estratégico de la actual estrategia de producción
    respecto a los mercados presentes y futuros; con el segundo, se
    pasa de nuevo al debate
    corporativo, para resolver las disputas que puedan surgir en las
    funciones de márketing y producción.

    Los trabajos de Skinner y Hill han servido de
    inspiración para el desarrollo de otros modelos, con
    mínimas variaciones sobre los originales. Se podría
    citar los desarrollados por Fine & Hax (1985), Platts &
    Gregory (1992), Beckman, Boller; Hamilton & Monroe (1990),
    Schroeder (1992), Miller (1988), Voss (1989; 1992), Schroeder
    & Lahr (1990) y Greenhalgh (1990), Miltenburg (1995). Sin
    embargo, según Platts (1994; p. 94) no existe una
    literatura abundante que trate con suficiente detalle los
    aspectos de proceso como para hacer operativos los modelos
    conceptuales existentes. Algunos trabajos que han tratado el tema
    son los de Gunn (1987), Miller (1988), Schroeder & Lahr
    (1990), Platts & Gregory (1990) y Miltenburg (1995). Entre
    ellos se pueden encontrar procedimientos y herramientas de
    trabajo que pueden resultar de gran utilidad a la
    hora de establecer la operativa a seguir para formular la
    estrategia de producción.

    Bibliografía

    Adam, E.E. & Swamidass, P.M. (1992). Assessing
    Operations Management from a Strategic Perspective. En C.A. Voss
    (Ed.), Manufacturing Strategy: Process and Content.
    Londres: Chapman & Hall.

    Anderson, J.C.; Cleveland, G. & Schroeder, R.G.
    (1989). Operations Strategy: A Literature Review. Journal of
    Operations Management
    , Vol. 8, núm. 2, pp.
    133-158.

    Avella Camarero, Lucía; Fernández
    Sánchez, E. & Vázquez Ordás, C. J.
    (1999). Proceso de planificación y contenido de la
    estrategia de producción. Papeles de Economía
    Española
    , No. 78-79, pp. 161-178.

    Beckman, S.L.; Boller, W.A.; Hamilton, S.A. &
    Monroe, J.W. (1990). Using Manufacturing as a Competitive Weapon:
    the Development of a Manufacturing Strategy. En P.E. Moody (Ed.),
    Strategy Manufacturing. Dynamic New Direction for the
    1990´s
    . Business One Irwin.

    Camp, R.C. (1989). Benchmarking: the Search for
    Industry Best Practices that Lead
    to Superior
    Performance. ASQC Press, Milwaukee.

    Chase, R.B. & Aquilano, N.J. (1994).
    Dirección y Administración de la Producción y de
    las Operaciones.
    6ª editions. McGraw Hill –
    Irwin.

    Collis, D.J. & Montgomery, C.A. (1995). Competing on
    Resources: Strategy in the 1990s. Harvard Business
    Review
    , July- August, pp. 111-127.

    Conca, F.J. & Molina, H. (1998). La
    Administración de las Operaciones y la Competitividad
    Empresarial.
    Alicante: Instituto de Cultura Juan
    Gil-Albert.

    De Meyer, A. & Wittenberg-Cox, A. (1994). Nuevo
    enfoque de la Función de Producción
    . Barcelona:
    Folio.

    Demsetz, H. (1991). The Theory of the Firm Revisited. En
    O.E. Williamson & S. Winter (Eds.), The Nature of
    the Firm
    . NY: Oxford University Press.

    Fernández Casariego, Zulima (1990). La
    producción como variable estratégica.
    Economía, No.7, p. 22.

    Fernández, E. (1993). Dirección de la
    Producción. Fundamentos estratégicos
    . Madrid:
    Civitas.

    Fine, C.H. & Hax, A.C. (1985). Manufacturing
    Strategy: A Methodology and an Illustration. Interfaces,
    Vol. 15 No. 6, pp. 28-46.

    Garvin, D.A. (1993). Manufacturing Strategic Planning.
    California Management Review, Vol.35.

    Grant, R.M. (1991). The Resource-Based Theory of
    Competitive Advantage: Implications for Strategy Formulation.
    California Management Review, spring, Vol. 33 No. 3, pp.
    114-135.

    Greenhalgh, G.R. (1990).Manufacturing Strategy.
    Formulation & Implementation.
    Sydney:
    Addison-Wesley.

    Groff, G.K. & ST. John, C.H. (1990). Fundamentals
    for Developing Manufacturing Strategy. En B.V. Dean & J.C.
    Cassidy (Eds.), Strategic Management Methods and Studies.
    Elsevier Science Publishers B.V., North-Holly.

    Gunn, T.G. (1987). Manufacturing for Competitive
    Advantage.
    Cambridge, M.A.: Ballinger.

    Hall, R.W. (1987). Attaining Manufacturing
    Excellence
    . Homewood, Illinois: Dow Jones-Irwin.

    Hauser, J.R. & Clausing, D. (1988). The House of
    Quality. Harvard Business Review, pp. 62-73.

    Hax, A.C. & Majluf, N.S. (1984). The Corporate
    Strategic Planning Process. Interfaces, Vol. 14, January –
    February, pp. 47-60.

    Hax, A.C. & Majluf, N.S. (1991). The Strategy
    Concept and Process. A pragmatic approach.
    NJ:
    Prentice-Hall.

    Hayes, R.H. & Schmenner, R.W. (1977). How Should you
    Organize Manufacturing?. Harvard Business Review, Vol. 55
    No.1, pp. 105-119.

    Hayes, R.H. & Wheelwright, S.C. (1984). Restoring
    Our Competitive Edge
    : Competing throught Manufacturing. New
    York: John Wiley & Sons.

    Hayes, R.H. (1985). Strategic Planning – Forward
    in Reverse. Harvard Business Review, November -December,
    pp. 111-119.

    Hill, T. (1989). Manufacturing Strategy: Text and
    Cases
    . Homewood, IL: Richard D. Irwin.

    Hill, T. (1991). Production and Operations
    Management: Text and Cases.
    Hemel Hempstead:
    Prentice-Hall.

    Hill, T. (1993). Manufacturing Strategy. The
    strategic management of the manufacturing function
    .
    Basingstoke: McMillan.

    Hofer, C.W. & Schendel, D. (1978). Strategy
    Formulation: Analytical Concepts
    . Minnesota: West Publishing
    Co.

    Hofer, C.W. (1975). Towards a Contingency Theory of
    Strategy. Academy of Management Journal, Vol. 18 No. 4,
    December, pp. 784-810.

    Leong, G.K., Snyder, D.L. & Ward, P.T. (1990).
    Research in the Process and Content of Manufacturing Strategy.
    Omega: International Journal of Management Science, Vol.
    18 No. 2, pp. 109-122.

    Marucheck, A., Pannesi, R. & Anderson, C. (1990). An
    Exploratory Study of the Manufacturing Strategy Process in
    Practice. Journal of Operations Management, Vol. 9 No. 1,
    pp. 101-123.

    Miller, J.G. & Hayslip, W. (1989). Implementing
    Manufacturing Strategic Planning. Planning Review,
    July-August, pp. 22-27.

    Miller, J.G. & Roth, Aleda. (1988). Manufacturing
    Strategies: Executive Summary of the 1987 North American
    Manufacturing Futures Survey. Operations Management
    Review
    , Vol. 6 No. 1, pp. 8-20.

    Miller, S.S. (1988). Competitive Manufacturing: Using
    Production as a Management Tool.
    Van Nostry Reinhold
    Workingman.

    Miltenburg, J. (1995). Manufacturing Strategy.
    Portland, Oregon: Productivity Press.

    Platts, K.W. & Gregory, M.J. (1990). Manufacturing
    Audit in the Process of Strategy Formulation. International
    Journal of Operation & Production Management
    , Vol. 10 No.
    9, pp.5-26.

    Platts, K.W. & Gregory, M.J. (1992). A Manufacturing
    Audit Approach to Strategy Formulation. En C.A. Voss (Ed.),
    Manufacturing Strategy: Process and Content. Londres:
    Chapman & Hall.

    Platts, K.W. (1994). Characteristics of Methodologies
    for Manufacturing Strategy Formulation. Computer Integrated
    Manufacturing Systems
    , Vol. 7No. 2, pp. 93-99.

    Prahalad, C.K. & Hamel, G. (1991). La
    organización por unidades estratégicas de negocio
    ya no sirve. Harvard Deusto Business Review, 1er
    trimestre, pp. 47-64.

    Quinn, J.B. (1992). Intelligent Enterprise. NY:
    Free Press.

    Romano, J.D. (1983). Operations Strategy. En K. Albert
    (Ed.), Strategy Management. McGraw-Hill.

    Schonberger, R.J. (1994). World-Class Manufacturing:
    The Next Decade
    . Mexico: Prentice-Hall.

    Schroeder, R. G.; Anderson, J. C. & Cleveland, G.
    (1986). The Content of Manufacturing Strategy: An Empirical
    Study. Journal of Operations Management, vol. 6,
    núm. 4, pp. 405-415.

    Schroeder, R.G. & Lahr, T.N. (1990). Development of
    Manufacturing Strategy: A Proven Process. En J.E Ettlie, M.C.
    Burstein & A. Fiegenbaum (Eds), Manufacturing
    Strategy
    . Boston: Kluwer Academic Publishers.

    Schroeder, R.G. (1992). Administración de
    Operaciones. Toma de decisiones en la función de

    operaciones (3ª edición). Mexico: McGraw-Hill.

    Skinner, W. (1969). Manufacturing – Missing Link
    in Corporate Strategy. Harvard Business Review,
    mayo-junio, pp. 136-145.

    Skinner, W. (1974). The Focused Factory. Harvard
    Business Review
    , may-june, pp. 113-121.

    Spender, J.C. (1992). Limits to Learning from the West:
    How Western Management Advice May Prove Limited in Eastern
    Europe. International Executive, Vol. 34 No. 5, pp.
    389-410.

    Stalk, G., Evans, P. & Shulman, L.E. (1992).
    Competir en habilidades: clave de la nueva estrategia
    empresarial. Harvard Deusto Business Review, No. 51, pp.
    44-56.

    Stonebraker, P.W. & Leong, G.K. (1994).
    Operations Strategy. Focusing Competitive Excellence.
    Boston: Allyn and Bacon.

    Swamidass, P.M. & Newell, W.T. (1987). Manufacturing
    Strategy, Environmental Uncertainty and Performance: A Path
    Analytic Model. Management Science, abril, vol. 33,
    núm. 4, pp. 509-524.

    Thompson, A.A. & Strickly, A.J. (1992). Strategic
    Management: Concepts and Cases.
    Irwin.

    Voss, C.A (1989). Strategy Approaches to Manufacturing.
    International Management Development Review, Management
    Centre Europe, Brussels, p. 332.

    Voss, C.A. (1992). Manufacturing Strategy: Process
    and Content
    . Londres: Chapman & Hall..

    Wheelen, T.L. & Hunger, H.D. (1983). Strategic
    Management
    . Addison Wesley.

    Wheelwright, S.C. (1984). Manufacturing Strategy:
    Defining the Missing Link. Strategic Management Journal,
    Vol. 5 No. 1, January-February, pp. 77-91.

    Zahra, S. A. & Das, S. R. (1993). Building
    Competitive Advantage on Manufacturing Resources. Long
    Range Planning, Vol. 26 No. 2, pp. 90-100.

    Santiago Ibarra Mirón, PhD.
    MSc.

    Departamento de Ingeniería Industrial

    Universidad Central de Las Villas (UCLV)

    Ingeniero Industrial por la Universidad
    Central de Las Villas (UCLV).

    Diploma Europeo en Administración y
    Dirección de Empresas.

    Magíster (MSc) en Creación, Estrategia y
    Gestión de Empresas por la Universidad Autónoma de
    Barcelona, España.

    Doctor (PhD) en Ciencias
    Técnicas por la Universidad Central de Las
    Villas (UCLV).

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter