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La música y la danza en las comunidades aborígenes cubanas




Enviado por armando



    1. Desarrollo
    2. Notas y referencias
      bibliográficas

    INTRODUCCIÓN

    La música aborigen estuvo íntimamente
    ligada a la danza; ambas eran medios de
    comunicación mágico-religiosa, aspiraban a
    dialogar con fuerzas invisibles para facilitar el logro de sus
    propósitos mágicos.

    En el Caribe, las danzas aborígenes,
    independientemente de su modalidad han recibido el nombre de
    areítos o areytos, al menos así las comenzaron a
    llamar los cronistas y después los historiadores.

    Pretendemos con este trabajo hacer
    un recorrido por estas dos manifestaciones artísticas en
    la cultura
    "taina", pueblo neolítico que predominaba a la llegada de
    los españoles en 1492; para este propósito nos
    basamos en la información bibliográfica que nos
    aportan las "Crónicas de Indias" y los resultados de las
    investigaciones arqueológicas, lo cual nos
    ha permitido hacer una reconstrucción
    etnohistórica.

    DESARROLLO

    Según la información que aportan las
    Crónicas de Indias podemos conocer hoy la diversidad de
    los areítos: "Así los encontramos para rogar por
    la victoria militar o danzas guerreras; las fúnebres, para
    pedir la felicidad de los muertos; las nupciales, rogando por la
    dicha de los contrayentes, las de agradecimientos por las buenas
    cosechas y las de ruego para pedir lluvia, buena caza, abundancia
    de frutos de recolección u otros beneficios de la naturaleza,
    entre las que se encuentran la ceremonia de la yuca y el maíz".
    1

    Los bailes o areítos son de carácter colectivo y ceremonial,
    participaban en el mismo todos los integrantes de la comunidad como
    ejecutantes de la danza o en calidad de
    observadores.

    Los areítos no sólo conjugan lo
    artístico con lo ritual; fueron la forma más
    aglutinante de diversas manifestaciones artísticas tales
    como la danza, la música, la pintura, la
    escultura, la arquitectura y
    para algunos la literatura y el teatro.

    Los areítos son danzas bailadas al ritmo de una
    música, sus participantes pintan y adornan sus cuerpos
    para la ocasión, como se ha señalado, se lleva a
    cabo en las plazas o "bateyes", que son uno de los elementos
    arquitectónicos más significativos; estas
    ceremonias se efectuaban ante ídolos o "cemíes",
    fruto de lo más auténtico de la escultura aborigen,
    y por último sirvieron de literatura oral para pueblos que
    no debieron conocer la escritura, a
    la vez que ponían en práctica escenas teatrales, en
    su forma incipiente.

    En la obra "Historia General y Natural de las
    Indias"
    , el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo
    describe a los areítos de la siguiente manera:

    "Y en esta isla á lo que he podido entender,
    solo sus cantares, que ellos llaman areytos, es su libro ó
    memorial que de gente en gente queda de los padres á los
    hijos, y de los presentes a los venideros…"

    "Tenian estas gentes una forma buena e gentil manera
    de memorar las cosas passadas e antiguas; y esto era en sus
    cantares é bayles, que ellos llaman areyto, que es lo
    mismo que nosotros llamamos baylar cantando … El qual areyto
    hacían desta manera: quando querían a ver placer,
    celebrando entre ellos alguna notable fiesta, ó sin ella
    por su pasatiempo, juntabanse muchos indios e indias (algunas
    veces los hombres solamente, y otras veces las mugeres por
    sí) y en las fiestas generales, assi como por una victoria
    o vencimiento de los enemigos, o casandose el cacique o rey de la
    provincia, ó por otro caso en que el placer fuese
    comunmente a todos, para que hombres y mujeres se mezclaran. e
    por más extender su alegría é regocijo,
    tomabanse de las manos algunas veces, e tambien otras trababanse
    brazo con brazo ensartados … é uno de ellos

    tomaba el oficio de guiar, y aquel daba ciertos pasos adelante
    e atrás, a manera de un contrapás muy ordenado, e
    lo mismo hacen todos, é assi andan en torno, cantando
    en aquel tono alto o baxo que la guia los entona… Y assi como
    aquel dice, la multitud de todos responde con
    los mismos
    pasos e palabras ,é orden, é en tanto que le
    responden, la guia calla, aunque no cesa de andar el
    contrapás. y acabada la respuesta, que es repetir ó
    decir lo mismo que el guiador dixo, procede sin intervalo, la
    guia á otro verso e palabras, que el como é todos
    tornan á repetir; é assi sin cessar, les tura esto
    tres ó quatro horas y más hasta que el maestro o
    guiador de la danca acaba su historia; y a veces les tura
    desde un día hasta
    otro".
    2

    Fray Bartolomé de Las Casas, también
    recoge en su "Historia de las Indias" varios pasajes sobre
    los areítos, incluyendo uno donde narra aquel en que el
    cacique Hatuey, procedente de La Española les contaba a
    los indocubanos los maltratos recibidos por los españoles
    y les advertía que el oro, era su
    único señor. Establece una comparación entre
    los bailes en nuestra isla con las islas vecinas del Caribe:
    "…comenzaron a bailar y a cantar, hasta que todos quedaron
    cansados, porque así era su costumbre, de bailar hasta
    cansarse, y duraban en los bailes y cantos desde que
    amanecía, toda la noche, (…) como en esta isla (La
    Española) y que estuviesen 500 y 1000 juntos, mujeres y
    hombres, no salian unos de otros con los pies ni con las manos, y
    con todos los meneos de sus cuerpos, un cabello del
    compás, hacían los bailes de los de Cuba a los
    desta isla gran ventaja al ser los cantos a los oídos muy
    más suaves".
    3

    Según la información que aportan las
    crónicas, no fueron el "cacique" (jefe de la tribu) ni el
    "behique" (brujo), los que llevaran a cabo la dirección del baile; ese papel lo
    desarrollaba el "tequina", que se traduce como el maestro,
    pudo ser un hombre o una
    mujer destacados
    dentro de la tribu.

    En torno a las letras de los areítos, Las Casas
    nos dice que acompañaban la danza cantando
    "niñerías", como "tal pescadillo que se
    tomó desta manera y se
    huyó"
    4, tal vez la poca
    comprensión del lenguaje y de
    la mitología aborigen por parte de Las Casas
    imposibilitó que penetrara la esencia de los
    mismos.

    "Las letras de los cánticos se referían
    a relatos de las tradiciones, la mitología sobre sus
    cemíes, la historia de sus orígenes, los sucesos
    sobresalientes acaecidos a la comunidad y la sucesión de
    sus caciques, entre otros. Era la forma de transmisión
    oral, mediante la cual conservaban sus
    tradiciones."
    5

    Fernández de Oviedo recoge algunos aspectos
    significativos del contenido de los cantos:

    "… en su cantar dicen sus memorias e
    historias passadas y en estos cantares relatan de la manera que
    murieron los caciques passados, y quántos y quáles
    fueron, é otras cosas que ellos quieren que no se olviden.
    Algunas veces se remudan aquellos guias ó maestros de la
    danca; y mudando el tono y el contrapás prosiguen en la
    misma historia, ó dice otra (si la primera se
    acabó), en el mismo son ú
    otro."
    6

    Los aborígenes cubanos; al menos los más
    adelantados, los neolíticos o taínos, tenían
    música, instrumentos, bailes y cantos como hemos venido
    señalando; apoyados fundamentalmente en los escritos de
    ciertos españoles que convivieron con ellos o con los de
    La Española, que pertenecían a la misma
    cultura.

    Lamentablemente poco ha llegado a nuestros días
    de esas manifestaciones artísticas.

    Apoyándonos en los datos
    arqueológicos y en los antiguos cronistas podemos plantear
    que los indígenas nuestros utilizaban los siguientes
    instrumentos
    musicales: tambores o "mayohuacán", hechos de madera y sin
    cuero;
    "guamos" o trompetas confeccionados con caracoles; flautas de
    canutos o de huesos; maracas;
    silbatos y cascabeles que hacían con caracoles univalvos
    fundamentalmente Oliva reticularis.

    El "tambor", "tamborino" o "atabal"
    como se le denominó con palabras castellanas, los
    aborígenes parece que le llamaban "mayohuacán" o
    "mayouán";
    debió ser el principal instrumento
    musical.

    Gonzalo Fernández de Oviedo lo describe del
    siguiente modo: "Algunas veces con el canto mezclan un atambor
    que es hecho en un madero redondo, hueco, concavado, e tan grueso
    como un hombre e más o menos, como lo quieran hacer; e
    suena como los atambores sordos que hacen los negros; pero no le
    ponen cuero, sino agujeros a rayos que trascienden a lo hueco,
    por do rebomba de mala
    gracia…"
    7

    Más adelante Oviedo añade:

    "La forma quel atambor, de que suso se hizo
    mención, suele tener es pintada en esta figura (figura A),
    el qual es un tronco de un árbol redondo, e tan grande
    como lo quieran hacer, i por todas partes está cerrado,
    salvo por donde le tañen, dando encima con un palo, como
    en atabal, que es sobre aquellas dos lenguas que quedan del mismo
    entre aquesta señal semejante. La otra señal, que
    es como aquesta, es por donde vacían o vacuan el
    leñó o tambor quando le labran; i esta postrera
    señal ha de estar junto con la tierra, e
    la otra que dixe primero de suso, sobre la cual dan con el palo;
    i este atambor ha de estar echado en
    el suelo, porque
    teniendole en el ayre no
    suena".
    8

    Las trompetas, "guamos" o botutos han trascendido hasta
    nuestros días, resultan acústicamente similar a los
    cuernos usados por las culturas antiguas del Viejo Mundo y del
    Asia. Estudios
    realizados demuestran la variedad de sonidos que estos producen.
    Por ejemplo una trompeta elaborada con el caracol Cassis
    tuberosa
    , nos da las notas musicales Do central y el Re bemol
    central; así tenemos que este instrumento elaborado con
    Charonia tritonis nobilis da las notas Mi bemol central,
    Si bemol primera octava, Do central y Re bemol central. Otras
    especies utilizadas para elaborarlo fueron el Strombus sp,
    Xancus angulatus, Charonia variegata y Cassis
    sp.
    9

    Para hacer una trompeta se le cortaba el ápice al
    caracol y así poder soplar
    por la perforación; de este modo y con cierta habilidad
    para modular los labios, se lograba que al pasar el aire por el
    interior del caracol el sonido se
    amplificara considerablemente; por lo que debió ser
    utilizado también como medio de comunicación.

    Nuestros aborígenes utilizaron las flautas como
    instrumento musical de viento. Álvar Núñez
    Cabeza de Vaca, al narrar el espantoso huracán que
    él sufrió en la villa de Trinidad en el año
    1527, dice que mientras bramaba la tormenta y para alejarla; los
    indios armaban `mucho estruendo de ruido de voces
    y gran ruido de cascabeles y flautas y tamborines', hasta que la
    tormenta cesó.10

    En Arroyo del Palo, Mayarí, los
    arqueólogos Ernesto Tabío y José M. Guarch
    encontraron la única flauta hecha con un hueso de ave
    reportada en nuestro país, este instrumento fue hallado
    junto a un enterramiento de un niño aborigen, por un
    campesino.

    En la obra "Prehistoria de Cuba", Ernesto
    Tabío y Estrella Rey exponen las semejanzas de esta flauta
    con las encontradas en otras partes del mundo, sólo con la
    intención de señalar una relación de
    tipología y estilística; tal es el caso con las
    flautas norteamericanas encontradas en el sur del estado de
    Virginia, al este de Estados Unidos
    asociadas a la cultura "woodland", así como las de la
    cultura chacay negro-blanca de la costa central de Perú y
    por último la "flauta solutrense" del
    paleolítico superior
    europeo.11

    La flauta de Arroyo del Palo, medía unos 10
    centímetros de largo, presentando por una de sus caras dos
    orificios circulares de unos 4 milímetros de
    diámetro; como uno de sus extremos estaba roto, se estima
    que debía haber medido unos 12
    centímetros.12

    Según Las Casas, "… para hacer son que les
    ayuda a las voces e cantos que bailando cantan y sones que hacen,
    tenían unos cascabeles muy sotiles, hechos de madera, muy
    artificiosamente con unas piedrecitas dentro, las cuales sonaban,
    pero poco y roncamente".
    13

    Esos cascabeles roncos son a los que hoy le decimos
    maracas, las cuales se usaban sobre todo por los "behiques" para
    sus operaciones de
    magia, por lo que para algunos eran un amuleto sonoro.

    Hemos encontrado en la literatura un solo reporte
    arqueológico que da cuenta de la existencia de maracas en
    el ajuar aborigen, es el hecho por Fernando García y Grave
    de Peralta.

    Según nos narra se trata de dos ejemplares
    confeccionados en madera dura encontrados en la Gran Tierra Maya,
    Baracoa, en el oriente cubano; una medía cinco pulgadas de
    alto por cinco de circunferencia y la otra cinco pulgadas por
    dos; ambas poseen mangos elaborados con la misma madera. Las dos
    son de una sola pieza y fueron ahuecadas sin seccionarlas,
    llevando en su interior pedacitos de la misma madera que al mover
    los instrumentos producen el sonido deseado. Cada ejemplar lleva
    seis aberturas de abajo a arriba. Teniendo en cuenta la
    coloración negra del interior de las maracas se debieron
    hacer las aberturas utilizando el
    fuego.14

    Los aborígenes cubanos debieron poseer silbatos
    confeccionados en huesos o piedra, como se ha comprobado para los
    pueblos "caribes". En la llamada "Cueva del
    puerco",
    en Caibarién, Cuba, fue localizado uno de
    estos instrumentos hecho en piedra.

    Los llamados cascabeles, son los collares del caracol
    Oliva reticularis, arqueológicamente se les
    denomina como "oliva sonora"; a los caracoles se les
    hacía una perforación en forma de ojal por donde se
    colgaban, mientras que en el otro extremo les cortaban el
    ápice quedando separadas las espiras del interior del
    ejemplar; al golpearse entre sí producen un sonido, en
    cierta medida musical.

    Las "olivas sonoras", en ocasiones tallados con
    figuras zoomorfas o antropomorfas; eran colocadas en la garganta,
    los pies y en las manos.

    Hemos tratado de resumir las características
    fundamentales de los areítos, como hemos señalado
    en ellos se funden el arte y la
    religión
    en una sola actividad.

    "El baile-canto llamado areíto fue sin dudas
    una institución ceremonial de base religiosa, así
    en las dichas ocasiones como cuando servía para la
    liturgia de los sacrificios a los cemíes y la de los
    funerales; a veces trascenderían a los fenómenos
    místicos y a los mágicos cuando, juntamente con los
    narcóticos y los alcoholes,
    provocaban esos estados de desdoblamiento psíquico, que
    hoy vemos todos los días en el espiritismo y en la
    santería afrocubana, de los cuales se derivan sobre todo
    adivinaciones proféticas y prácticas de
    curanderismo. Todo lo cual no excluye que el areíto fuese
    también fuente de divertimento para la
    colectividad
    social y catarsis para
    sus tensiones críticas… El areíto era
    fundamentalmente un rito religioso, como suelen serlo todas las
    ceremonias colectivas de los pueblos carentes de
    escritura."
    15

    Notas y referencias
    bibliográficas

    1 Luis Alfaro Salazar y Antonio J.
    Vargas. Prehistoria de Venezuela, página
    210.

    2 Gonzalo Fernández de Oviedo.
    Historia General y Natural de las Indias, Tomo I,
    página 125

    3 Bartolomé de las Casas.
    Historia de las Indias, Tomo II, página
    508.

    4 Las Casas. Historia de Indias,
    citado por José M. Guarch en El taíno de Cuba,

    página 179.

    5 Lillian J. Moreira. Historia de
    Cuba I,
    página 188.

    6 Oviedo. Obra citada, Tomo I,
    páginas 127-128.

    7 Ídem. Página
    128.

    8 Ídem.

    9 Israel
    Monteagudo. La concha aborigen, elementos para su estudio,
    página 25.

    10 Fernando Ortiz. La música
    y los areítos de los indios de Cuba,
    página
    118.

    11 Ernesto Tabío y Estrella
    Rey. Prehistoria de Cuba, página 116.

    12 Ídem. Página
    100.

    13 Las Casas. Obra citada, Tomo I,
    página 401.

    14 Fernando García y Grave de
    Peralta..Excursiones arqueológicas, páginas
    60-62.

    15 Ortiz. Obra citada, páginas
    132-133.

    Nota: Se ha respetado la ortografía y la gramática original de los trabajos
    citados.

     

     

    Autor:

    Armando Rodríguez
    Alonso

    Rossana Lorenzo Rodríguez

    Datos de los autores: – Armando
    Rodríguez Alonso (),
    cubano, nació en 1959, es Licenciado en Historia y
    Ciencias
    Sociales, graduado en el año 1980 en el Instituto
    Superior Pedagógico "Félix Varela" de Villa
    Clara.

    – Rossana Lorenzo Rodríguez (),
    cubana, nació en 1971, es Licenciada en Historia, graduada
    en el año 1993 en el Instituto Superior Pedagógico
    "Félix Varela" de Villa Clara.

    Categorías: Historia o Arte y
    Cultura.

    Palabras claves: "música", "danza",
    "areítos" y "comunidades aborígenes"

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