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La navegación y el fin de las fronteras




Enviado por Emilio Velazco Gamboa



    1. Esencia y
      evolución
    2. El
      aventurero
    3. El fin de las
      fronteras
    4. Epílogo

    Una vez, en una cantina de Veracruz, una
    mujer

    –siempre eran mujeres las que
    formulaban esa clase de
    preguntas–

    le había preguntado por qué
    era marino, y no abogado o dentista,

    y él se limitó a encogerse
    de hombros antes de responder

    al cabo de un rato, cuando ella no
    esperaba ya contestación:

    "El mar es limpio". Y era cierto. En alta
    mar el aire era
    fresco,

    las heridas cicatrizaban antes, y el
    silencio se tornaba

    lo bastante intenso como para hacer
    soportables

    las preguntas sin respuesta y justificar
    los propios silencios.

    ARTURO
    PÉREZ-REVERTE

    La carta
    esférica

    1.
    INTRODUCCIÓN

    Una simple definición de diccionario
    dice que navegar es la "acción
    de hacer viaje o andar por el agua con
    una embarcación o nave. Por analogía –explica
    la misma fuente–, navegar también es hacer viaje por
    el aire en globo o aeroplano".

    Asimismo, el término navegación
    equivale al de náutica, que es el arte y ciencia de
    navegar y de la maniobra de la nave, o a la acción y
    efecto de navegar. Por tanto, navegante es el sujeto u objeto que
    navega. Pero detrás de todas estas definiciones y
    conclusiones se encierra algo más que meros signos,
    significados y significantes: se esconde la esencia misma de la
    naturaleza
    humana: el espíritu de aventura.

    Si bien, nacer y vivir todos y cada uno de los
    días de la existencia constituyen de suyo todo un reto, el
    mencionado espíritu de aventura va más allá
    de la rutina, el orden diario y la tranquilidad moral,
    emocional e intelectual del individuo
    pues, de hecho, tiene que ver directa e indisolublemente con el
    riesgo, la
    planeación de la acción –esta
    última como una constante plagada de contingencias–,
    los peligros, etc. mezclados con el ingenio, la astucia, la
    capacidad de improvisación y otros factores vitales para
    el navegante.

    Este artículo está dedicado a los hombres
    y mujeres que, aun a costa de su propia vida, surcaron y
    están surcando las aguas, el aire y el espacio. A la vez,
    se dedica a aquellos y aquellas que, a través de la ciencia y
    la tecnología, se esfuerzan por encontrar
    nuevos medios,
    vehículos y sistemas de
    navegación. Internet es un claro y
    pujante ejemplo de ello y anima a este autor a afirmar que, en el
    fondo, todos los seres humanos, incluso los más apacibles,
    en el fondo somos unos navegantes, o sea, unos
    aventureros.

    ¿Qué hay imposible para la voluntad
    humana? Prácticamente nada, y la navegación tiene
    mucho que ver con ello.

    2. ESENCIA Y
    EVOLUCIÓN

    La náutica o navegación, dentro de la
    cultura
    humana, surge principalmente por tres causas:

    1. Económicas.- Para dedicarse, desde
      actividades primarias como la pesca, y
      hasta para buscar y/o establecer nuevas rutas, intercambios y
      alianzas comerciales, básicamente, pero sin otro
      afán que obtener ganancias provenientes de las ventas o el
      trueque.
    2. Políticas.- Para realizar
      descubrimientos, conquistas, expansiones y alianzas con fines
      bélicos, políticos, culturales e incluso
      comerciales, pero en este caso a través de la guerra o la
      diplomacia. Aquí, por ejemplo, sí se buscaba el
      establecimiento de relaciones de amistad y/o de
      alianza política fundadas
      en la diplomacia, o de dominación política con
      base en las armas.
    3. Científicas.– Estas causas tienen su
      origen en el afán de saber más a través de
      la exploración y la investigación, de saber lo que hay
      más allá de las fronteras conocidas, de recorrer
      las distancias conocidas con mayor velocidad,
      eficacia y
      seguridad,
      etc.

    De esa manera, el hombre
    empezó a navegar, primero que nada, para crecer en el
    aspecto económico, esencialmente, a través del
    comercio, y
    cuando otros pueblos no aceptaron tal relación,
    cargó sus armas al hombro y surcó las aguas
    –fueran mares u océanos– para convencerlos
    –a través de los recursos de la
    negociación, la conciliación y la
    concertación política–, o bien, para
    persuadirlos o disuadirlos –por medio de la fuerza y,
    evidentemente, de la guerra– y someterlos a aceptar dicha
    situación.

    Forzosamente, la necesidad de descubrir nuevas rutas o
    territorios con afanes guerreros o comerciales, tanto para
    expandirse como para precaverse de otras culturas que
    eventualmente pudieran tener intenciones similares, llevó
    al ser humano a explorar, primero, para descubrir territorios y
    recursos, y a investigar, y después, con el fin de hallar
    provecho de esos territorios y recursos con diferentes
    propósitos –militares, médicos, industriales,
    comerciales, etc.–.

    Como ya se dijo, el espíritu de aventura es el
    motor de la
    navegación. A su vez, el afán de expansión y
    de conquista es su combustible. Pero para que haya
    navegación, antes se necesita un navegante, y ése
    es un hombre que
    pretende explorar o conquistar nuevas tierras, nuevas
    civilizaciones. Pero, ¿cuáles son las facultades
    y/o cualidades que debe reunir el navegante en
    cuestión?

    3. EL
    AVENTURERO

    Dicho en las palabras de un escritor latinoamericano,
    un marino debe navegar. Sin embargo, debe reunir varios
    requisitos para poder llamarse
    aventurero. El gran viajero o explorador o conquistador, en el
    sentido en que lo entendemos, debe proponerse ante todo un fin;
    poseer luego la voluntad férrea y codiciosa que impulsa
    hacia este fin a través de todas las tribulaciones, la
    capacidad mental de distinguir lo primordial de lo accesorio y,
    por último, la suerte de ser el primero en partir hacia
    la
    meta.

    Cuatro razones –individualmente o relacionadas
    entre sí– orillan al explorador –al explorador
    en general, por supuesto, sea navegante o caminante– a la
    aventura:

    1. El mero afán de descubrir;
    2. El anhelo de riquezas;
    3. El ansia de honores, y
    4. El orgullo, que a veces incluye revanchismo o deseos
      de venganza.

    Quien conoce las grandes obras literarias así
    como la historia de la
    humanidad dirá si este autor miente o dice la verdad
    respecto a la anterior aseveración. ¿Acaso no fue
    por el mero afán de descubrimiento que Cristóbal
    Colón se lanzó a cruzar las aguas del
    Atlántico para encontrar una nueva ruta para llegar a las
    Indias Orientales? ¿Quién no recuerda a Sir Phileas
    Fogg, el héroe de "La vuelta al mundo en 80 días"
    de Julio Verne que, impulsado por el orgullo, se lanzó a
    la aventura para defender sus ideas y su honor, incluso a costa
    de su fortuna y de su propia vida? La literatura y la historia,
    como ya se dijo, están llenas de ejemplos como estos, y la
    lista es larga.

    "El primer viajero que nos cuenta la historia es un
    navegante llamado Hannón. Su relato es conocido como el
    ‘Periplo de Hannón’ y escrito probablemente
    por los años 505 antes de Cristo". Asimismo, se tiene a
    Simbad el Marino, legendario viajero de origen árabe, a
    Hernán Cortés, a Fernando de Magallanes, a Sir
    Francis Drake, y a otros. Yya desde tiempos inmemoriales las
    grandes culturas antiguas y modernas han navegado, y más
    de una ha florecido gracias a la navegación.

    La mayoría de las culturas que florecieron en la
    historia antigua y reciente lo hicieron gracias al recurso de la
    navegación. Las normales limitaciones de espacio impiden
    detenerse a revisar cada caso, pero se puede mencionar a Atenas,
    Roma, Fenicia y,
    en esta era, a Holanda, España,
    Francia,
    Portugal y, sobre todo, Inglaterra.

    4. EL FIN DE LAS
    FRONTERAS

    Las fronteras con que ha terminado la navegación
    son, esencialmente, la geográfica, la ideológica,
    la cultural, la política, la económica y la
    militar.

    El orden en que se mencionan y discuten no implica
    sucesión cronológica sino más bien cultural,
    y no pretende generalizar o totalizar, sino reflejar su impacto
    desde la óptica
    de la civilización occidental.

    La primera frontera en
    derrumbarse gracias a la navegación fue la
    geográfica al romperse los esquemas de creencia
    tradicional de que la tierra era
    plana y el mundo acababa en el horizonte. Nuevas ciencias
    surgieron o encontraron otras aplicaciones al conocerse un nuevo
    orden, y entre ellas se cuenta la cartografía, la hidrografía y la
    oceanografía.

    La segunda frontera que se derrumbó gracias a la
    náutica fue la ideológica y la de las creencias, al
    demostrarse la redondez de la Tierra. Con
    esa aventura se dio fin a más de un milenio de creer
    –primero los griegos y después la Iglesia
    que la Tierra era plana y, de paso, que era el centro del
    universo. Lo
    demás es historia: Copérnico, Képler,
    Galileo y otros, lo confirmaron con ayuda de la
    ciencia.

    La tercera frontera fue, definitivamente, la cultural.
    Recuérdese que los mayores avances de la humanidad han
    provenido de los intercambios culturales. Gracias a la
    navegación, los pueblos pudieron acceder a nuevos
    territorios ya fuera con fines políticos, comerciales,
    etc.

    Sin embargo, tanto los pueblos visitados como los
    visitantes, ya fuera en la mutua calidad de
    defensores y conquistadores o de vendedores y compradores,
    forzosamente adoptaron costumbres y conocimientos de sus
    congéneres –tanto locales como forasteros–,
    los cuales, gradualmente, se mezclaron con los ya existentes,
    dando origen a nuevas formas y manifestaciones
    culturales.

    La cuarta frontera –la política–
    exigió, para un buen entendimiento y establecimiento de
    las relaciones diplomáticas, que los representantes de las
    naciones inmersas en tales procesos,
    conocieran las costumbres, conocimientos y comportamientos de sus
    homólogos para sobrellevar el trato y lograr sus objetivos,
    situación que se reflejó en su educación y en las
    relaciones con otros pueblos.

    Y se derrumbó precisamente en el momento en que,
    con ayuda del recurso naval, los cónsules, parlamentarios,
    ministros, mandatarios y embajadores pudieron llegar a
    países lejanos. La historia no existiría como la
    conocemos –y por supuesto la humanidad no sería
    igual– si esto no hubiera ocurrido.

    La quinta frontera considerada, la económica, una
    de las primeras en caer, cayó en el momento en que un
    puñado de hombros intercambió productos con
    habitantes de otras tierras. Además, se intercambiaron
    divisas, recursos
    materiales
    –naturales al igual que industriales, artesanales,
    etc.–, recursos financieros diversos, en fin.

    Finalmente, se evaluó la frontera militar, no
    sólo en materia de
    guerra sino también de los recursos que la hacen, la
    previenen, la refuerzan, la modifican y/o la culminan. Como
    militares y como especialistas de la Ciencia Política, el
    Derecho y la Sociología, algunos hombres sabemos que "la
    guerra es considerada como fenómeno social, originado
    principalmente por causas económicas" y que "no
    desaparecerá mientras haya conflictos
    económicos".

    Asimismo, se considera que "existe una relación
    muy estrecha entre la guerra y la política, ya que
    ésta es su generadora, la prepara y la conduce, y
    posteriormente, explota sus resultados", ya sea con fines de
    dominio
    político propiamente, económico, territorial, etc.
    sea para su explotación, saqueo, anexión, en
    fin.

    Es en este terreno donde aparecen las primeras flotas
    navales preparadas para desarrollar operaciones
    bélicas, al principio, con catapultas, más adelante
    con cañones y, más recientemente, con torpedos,
    proyectiles teledirigidos y, en algunos casos, con naves
    aéreas.

    Así, las Armadas o Marinas de Guerra cumplen las
    siguientes funciones:
    salvaguardar los territorios desde el mar, costas, golfos y aguas
    interiores; conducir personal y
    unidades de combate terrestre o aéreo a naciones
    extranjeras con el fin de desarrollar operaciones bélicas
    en ellas, proteger escuadras comerciales, diplomáticas,
    etc.

    Y definitivamente, puede afirmarse que el concepto de
    combate naval modificó radicalmente el concepto de la
    guerra, ya sea para seguridad de una nación,
    o para realizar conquistas y dominios sobre otros
    pueblos.

    5.
    EPÍLOGO

    Las contribuciones de la náutica al desarrollo de
    la humanidad como civilización han sido grandes, sin duda.
    De la náutica, además, el hombre evolucionó
    a la aeronáutica y a la astronáutica, y más
    aún, pues hoy se habla de cibernavegación o
    internáutica.

    Se han derrumbado hoy las fronteras del aire y, aunque
    incipientemente, también las fronteras del espacio. "El
    Internet y la
    comunicación satelital han convertido a este viejo y
    amado planeta en una aldea global –expresión
    favorita para algunos sociólogos y economistas–,
    terminando de algún modo con otras fronteras: la del
    tiempo y las
    distancias, pues hoy es posible ver en tiempo real,
    acontecimientos en cualquier parte del mundo", es posible comprar
    cosas en China estando
    en México y
    también comunicarse con un amigo o familiar sin importar
    demasiado las diferencias de horario.

    Quisiera concluir este artículo diciendo que,
    "aunque generalmente se cree que la inventiva es hija de la
    necesidad, en realidad la inventiva surge de un sublime
    descontento con las cosas tal y como son y de la
    convicción de que el hombre puede mejorarlas".

    Así, el hombre efectivamente inventó el
    barco para satisfacer algunas necesidades, y efectivamente, el
    barco fue uno de los inventos clave de
    la humanidad. Sin embargo, la navegación es toda una
    ciencia y un arte, y va más –mucho más–
    allá de las naves que utiliza para surcar las aguas, el
    aire, el espacio e incluso el ciberespacio.

    Vuelvo ahora a preguntar: ¿Qué hay
    imposible para la voluntad humana? Prácticamente nada, y
    la navegación tiene mucho que ver con ello.

    Como prueba se han mencionado las fronteras que ha
    derribado, o al menos, las visibles, porque, con seguridad, el
    navegante seguirá buscando nuevos horizontes para
    conquistarlos.

    6.
    BIBLIOGRAFÍA

    • Abismos oceánicos (1985). Enciclopedia
      Salvat del Estudiante tomo 5 pp. 16-20. México:
      Salvat.
    • Barrow, Ben (Febrero 28, 1979). De los que dieron a
      conocer el mundo: Pequeñas exageraciones. Novelas
      inmortales N° 67 pp. 226-227,
      México.
    • Diccionario Porrúa de la Lengua
      Española (1981). México:
      Porrúa.
    • Enciclopedia "Grandes descubridores y
      conquistadores" tomo I (1985). México:
      UTEHA.
    • Las raíces de la invención (1983).
      Inventos que cambiaron el mundo. México:
      Selecciones del Reader’s Digest.
    • Nociones de estrategia tomo 1 (1980).
      México: Secretaría de la Defensa
      Nacional.
    • Pérez-Reverte, Arturo (1999). La carta
      esférica. México: Alfaguara.
    • Sartori, Giovanni (1999). Homo Videns: La sociedad
      teledirigida. México: Taurus.

    EMILIO VELAZCO GAMBOA

    Licenciado en Ciencias Políticas
    por la Universidad del
    Desarrollo (UNIDES) y Diplomado en Derecho Electoral y en
    Derecho
    Constitucional por la Universidad Cuauhtémoc Campus
    Puebla. Consultor Internacional en Ingeniería Política,
    Ingeniería Comercial, Ingeniería Administrativa e
    Ingeniería Legislativa. Escritor.

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