Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Santa Marta: Ciudad dos veces santa




Enviado por alospino



    Encuentro Internacional sobre Santa
    Marta Villajoyosa (España), 8
    al 10 de mayo de 2003

    1. Contextualizacion
      histórico-geográfica de la ciudad de Santa Marta,
      (Colombia)
    2. Origen de su nombre y
      fundación
    3. Convergencias entorno a la
      santa patrona y la ciudad de Santa
      Marta
    4. La catedral de la ciudad
      de Santa Marta: dedicada a su santa
      patrona
    5. Las veneradas
      imágenes de la patrona: su análisis
      iconográfico
    6. Tradiciones y festividades
      en honor de la santa patrona
    7. La congregación
      de Santa Marta
    8. Apropiación de la
      patrona en el colectivo ciudadano: las mandas o promesas por un
      milagro
    9. Hechos milagrosos:
      guardados en el colectivo ciudadano
    10. Reflexión

    Presentación

    Dios te salve, ciudad dos veces
    santa

    por la gracia del nombre

    y la divina unción casi
    materna

    conque un día amparaste la
    trágica agonía

    que en tu regazo soportar al hombre

    más grande de la América
    Latina

    Así reza la primera estrofa del himno de la
    ciudad de Santa Marta que desde su nombre hasta su
    tradición ha conservado el sentido de la religiosidad
    heredado de su nacimiento hispano y llevó el estandarte de
    la difusión del evangelio en la Castilla de Oro o de la
    Nueva Granada como posteriormente se conoció a este
    territorio. Fue habitual en todas las incursiones de los
    peninsulares en el Nuevo Mundo, todo conquistador viniera
    acompañado por un cura doctrinero o misionero para la
    conquista de tierra firme y
    la evangelización de los naturales.

    Aquí tuvo España y la iglesia
    católica la realización de la primera misa a cargo
    del sacerdote Juan Rodríguez de la Orden de la Merced,
    acompañante del fundador de nuestra ciudad D. Rodrigo de
    Bastidas, que como su santa patrona en la ciudad de Marsella vino
    a desembarcar en una hermosa bahía. Además el
    primer obispo consagrado en estos territorios, Juan
    Fernández de Angulo y la primera iglesia. Prueba de su
    vocación religiosa en ciudad a lo largo de su historia española,
    sus hijos han fundado numerosas cofradías dedicadas a
    Nuestra Señora del Rosario, Animas Benditas, Nuestra
    Señora de la Concepción y al Santísimo
    Sacramento. De la misma manera se han bautizado calles, plazas y
    fortificaciones, conservando múltiples nombres del
    santoral católico y manteniendo de este modo el
    cordón umbilical con sus raíces
    peninsulares.

    Hay una realidad propia de la esencia de la ciudad
    referente al cultivo de sus valores,
    creemos que las mismas dificultades afrontadas en su devenir
    histórico, fueron determinantes en la construcción de su memoria
    histórica, por ello no es extraño ni tampoco
    sorprendente, que los símbolos que le representan identidad sean
    subvalorados y subdimensionados a lo que su sombra pueda
    proyectar y trasmitir como lenguaje.
    Allí radica la importancia de este trabajo, que
    busca abrir a la reflexión, contribuir a la
    motivación de alimentar y sostener un proceso
    necesariamente colectivo para el
    conocimiento y construcción de nuestras realidades
    culturales.

    El esquema de exposición
    de este trabajo aborda tres perspectivas. En primer lugar,
    contextualizarlos histórica y geográficamente sobre
    la ciudad de Santa Marta (Colombia); en
    segundo lugar, todo lo referente al tema religioso y cultural
    entorno a la figura de la Santa Patrona y por último, como
    punto final una reflexión sobre el tema en
    mención.

    1. CONTEXTUALIZACION
    HISTORICO-GEOGRAFICA DE LA CIUDAD DE SANTA MARTA,
    (COLOMBIA)

    1.1 Ubicación geográfica

    La ciudad de Santa Marta está localizada al norte
    de la República de Colombia, a 1280 kilómetros de
    distancia de Bogotá en una de las bahías más
    hermosas del mar Caribe. Al pie de la Sierra Nevada de Santa
    Marta, la montaña litoral más alta del mundo con
    5.800 metros sobre el nivel del mar y próxima a la
    Ciénaga Grande de Santa Marta, el complejo lagunar
    más grande de Sur América, declarada Reserva de la Biosfera por
    la UNESCO.

    Es una ciudad-puerto enclavada sobre una explanada a 4
    metros sobre el nivel del mar, protegida por un hemiciclo
    pétreo formado por las últimas estribaciones del
    sistema
    independiente de la Sierra Nevada de Santa Marta, que se hunden
    en el mar Caribe. Esta proximidad le permite la totalidad de
    pisos térmicos, llegándose desde el candente
    trópico hasta las nieves perpetuas. Su clima
    cálido con un promedio de 30°C, la hacen el lugar de
    descanso preferido por los colombianos que viven en las ciudades
    andinas, tiene poco régimen de precipitación
    pluvial y se caracteriza por la brisa que sopla en todas las
    direcciones de diciembre a marzo.

    1.2 Descripción de la ciudad y
    población

    Santa Marta es una de las ciudades suramericanas
    más antigua fundada por los españoles en Tierra
    Firme. Es la capital del
    Departamento del Magdalena y fue declarada por el Congreso de la
    República como Distrito Turístico, Cultural e
    Histórico, lo cual no la sujeta al régimen
    municipal ordinario. Tiene una población cercana a los 400.000 habitantes
    en su gran mayoría de tradición
    católica.

    La ciudad vieja presenta un perfil urbano con
    edificaciones bajas, sólo su arquitectura
    bancaria se destaca por sobrepasar los cuatro pisos. Conserva su
    trazado regular en damero, codificado por la Leyes de
    Indias
    de Felipe II, y su arquitectura la constituye un
    sinnúmero de lenguajes que expresan el aporte de
    diferentes épocas, como la hispánica, republicana y
    moderna. La expansión urbana se ha hecho evidente en los
    últimos 40 años con la creación de nuevos
    barrios en la medida que su sistema vial lo ha permitido. A 4
    kilómetros cuenta con una antigua reserva indígena
    llamada Taganga, cuyo pintoresco asentamiento se divisa desde la
    carretera que bordea un cerro, con una preciosa bahía que
    la convierte en uno de los lugares preferidos por los turistas
    nacionales y extranjeros.

    Desde hace 40 años se ha desarrollado a 5
    kilómetros del centro de la ciudad un lugar vacacional con
    edificios de propiedad
    horizontal, modernos hoteles,
    restaurantes, sitios de diversión, almacenes y
    turismo de sol y
    playa, llamado el balneario El Rodadero, nombre tomado de una
    formación natural, por la arena de mar arrastrada por la
    brisa hacia un cerro frente al mar. Hacia el sur de la ciudad de
    Santa Marta, se ha prolongado el uso turístico con hoteles
    como el Santa Mar Hotel, el Hotel
    Irotama, el Decameron Resort, gracias a la tranquilidad de sus
    playas y a la cercanía con el aeropuerto Simón
    Bolívar.

    La ciudad de Santa Marta cuenta con buenos centros de
    enseñanza primaria y secundaria, tiene
    varios de educación
    superior entre los principales están la Universidad del
    Magdalena, la Universidad Cooperativa de
    Colombia y la Universidad Sergio Arboleda. Como ciudad
    turística no podría faltar los museos entre los
    cuales existen: el Museo Arqueológico Tayrona del Banco de la
    República, el Museo Mundo Marino, el Acuario y Museo del
    Mar El Rodadero y el Museo Bolivariano de Arte
    Contemporáneo. Entre los principales monumentos
    arquitectónicos que por su importancia histórica
    merecen mencionarse tenemos: la Hacienda de San Pedro Alejandrino
    –lugar donde murió el Libertador Simón
    Bolívar-, la Catedral Basílica Menor, el Real
    Seminario
    Conciliar, la Casa de la Aduana y el
    Fuerte de San Fernando.

    1.3 Economía

    "La Perla de América" como la bautizó el
    Padre Antonio Julián en el siglo XVIII, tiene sentada su
    economía
    en dos renglones: la actividad portuaria y el turismo. Es una de
    las tres terminales portuarias que tiene la República de
    Colombia sobre el Océano Atlántico, por su puerto
    se exportan principalmente el banano, fruta cultivada en la
    región, el café
    proveniente del interior del país y el carbón,
    mineral explotado en las minas de la península de La
    Guajira; todos estos productos con
    destino a los mercados de
    Estados Unidos
    y Europa.

    El turismo, industria que
    se desarrolla gracias al invaluable patrimonio
    natural a través del Parque Nacional Tayrona que tiene
    hermosas ensenadas ideales para el ecoturismo,
    como: Bahía Concha, Chengue, Gairaca, Naguanje, Cinto,
    Guachaquita, Palmarito, Arrecifes y El Cabo, bellezas naturales
    que son los más relajantes lugares, destino
    turístico de nuestro país. Y al patrimonio cultural
    representado en su historia y en la zona arqueológica de
    Ciudad Perdida, antiguo asentamiento de la familia
    Tayrona que habitaron en la Sierra Nevada de Santa Marta
    protagonistas de las más sangrientas batallas durante la
    época de la conquista española, con su arquitectura
    lítica y el buen manejo urbanístico adaptado a la
    topografía.

    Por otra parte, la ciudad cuenta con una infraestructura
    turística traducida en modernos hoteles, restaurantes,
    centros de convenciones y sitios de diversión nocturna que
    seducen a propios y extraños.

    1.4 Contexto histórico

    La ciudad de Santa Marta debe su existencia al calado
    natural de su puerto apto para grandes embarcaciones. La
    bahía que sirve de antesala, fue el lugar escogido por los
    primeros navegantes españoles a cuyo remanso
    acudían las sedientas tripulaciones para refrescarse con
    las cristalinas aguas del río Manzanares. Allí
    hacían sus radas, aparejaban lo indispensable para las
    largas jornadas de incursión y conquista hacia los
    territorios internos a través de dos rutas: por el
    río Magdalena o incursionando los bosques infestados por
    aguerridos nativos.

    La Corona de España tuvo en la ciudad de Santa
    Marta su primera plaza de armas para la conquista de los
    territorios recién descubiertos. Durante los primeros
    años fue cabeza de puente para la dura exploración
    y difícil apropiación de los territorios internos
    por parte de las huestes españolas, que alucinadas por la
    colosal aventura y fantasmal quimera de Eldorado, expusieron
    hasta lo más preciado: sus vidas.

    Esta ciudad tuvo una notoria importancia geopolítica durante sus primeras tres
    décadas de existencia, pero decayó al escasear el
    oro y por estar rodeada de las más guerreras familias
    indígenas que opusieron la más tenaz resistencia a la
    milicia española. En este contexto geográfico, la
    proximidad a la ciudad de Cartagena de Indias la perjudicó
    considerablemente, por su supremacía política y
    socioeconómica que incidió en su relegación
    por más de dos siglos en las prioridades de la monarquía española. En ese periodo
    nunca pudo convertirse en puerto terminal de las flotas de
    galeones en el andamiaje comercial español
    del mar Caribe, como tampoco en plaza activa de guerra en el
    conflicto
    anglo-hispano que pudiera atraer la mirada de la monarquía
    para traducirla en inversiones de
    obras defensivas de gran porte para garantizar su desarrollo
    económico.

    Esta indefensión permitió que la ciudad de
    Santa Marta fuera atacada por franceses, ingleses, holandeses y
    portugueses, que no dejaron crecer el vecindario ni mantener una
    dinámica urbana, que por el contrario fue
    lenta y problemática, ni consolidar una actividad
    económica clave para su desarrollo. La
    historia registra alrededor de medio centenar de cruentos asaltos
    entre 1543 y 1779, con resultados lamentables para su estabilidad
    desde saqueos, incendios,
    extorsiones para no destruirla hasta el comercio
    forzado. El juego
    político de España justificó una
    irónica estrategia de "la
    defensa por indefensión", consistente en que entre menos
    fortificada estuviera, menos codiciable sería para los
    piratas y corsarios que rondaban sus aguas.

    Finalizando el siglo XVIII, experimentó una corta
    resurrección urbana gracias a las reformas icas de los
    monarcas Carlos III y su hijo Carlos IV, interrumpida con los
    primeros brotes de independencia.
    Irónicamente a pesar del abandono de la Corona
    española, Santa Marta se mantuvo fiel a la causa real, fue
    la penúltima en desprenderse del cordón umbilical
    de la Madre Patria, por ello D. Víctor de Somodevilla la
    bautizó como "la muy noble, la muy fiel y la muy leal".
    Mientras que Cartagena de Indias a quien la monarquía le
    dedicó enormes esfuerzos militares y económicos,
    fue la primera en declarar su rebeldía.

    También fue opacada por la vecina ciudad de
    Barranquilla a finales del siglo XIX, al desviarse el comercio
    marítimo proveniente de Europa y las Antillas. Hoy Santa
    Marta está llamada a convertirse en unos de los destinos
    turísticos del Caribe con los proyectos de
    desarrollo turístico que se adelantan, entre ellos su
    vinculación a la ruta de turismo de cruceros
    internacionales en el área del Caribe.

    2. ORIGEN DE SU NOMBRE
    Y FUNDACIÓN

    Una Cédula Real del 10 de abril de 1495, invitaba
    a los españoles a viajar al Nuevo Mundo para la
    búsqueda de riquezas y especies. Por ello, D. Rodrigo de
    Bastidas, escribano del barrio Triana en Sevilla, se convierte en
    armador y empresario de
    negocio de las Indias Occidentales, obteniendo un permiso real el
    5 de junio de 1500 para viajar a esas tierras, sin ninguna ayuda
    económica de la Corona española.

    A principios del
    mes de enero de 1502, partió D. Rodrigo de Bastidas
    acompañado por D. Juan de la Cosa, recorrieron el actual
    litoral Caribe colombiano desde el Cabo de la Vela hasta el Golfo
    Dulce de Urabá. A su paso por cada parte, iba bautizando
    casi todos los accidentes
    geográficos. A la mitad de su recorrido, se detuvieron en
    una hermosa bahía de dilatadas playas y seguro surgidero
    a la que dio por nombre Santa Marta, denominación que se
    hizo extensiva a todo el territorio, conocido desde entonces como
    la Provincia de Santa Marta, cuyos límites
    llegaban desde el Cabo de Vela hasta el río Grande de la
    Magdalena.

    Años más tarde, por cedula real del 22 de
    diciembre de 1521, se le otorgó la gobernación de
    la Provincia de Santa Marta a D. Rodrigo de Bastidas. Reiterada
    con una nueva capitulación del 6 de noviembre de 1524,
    firmada en Vallalodid por Su Majestad Carlos I, que lo designa
    capitán vitalicio y adelantado de la Provincia y Puerto de
    Santa Marta, autorizándolo para que viniera a "poblar la
    Provincia y Puerto de Santa Marta". Atendiendo este permiso, D.
    Rodrigo de Bastidas funda la ciudad, el 29 de julio del
    año de 1525 en una ceremonia similar a la realizada por
    Hernán Cortés durante la fundación de la
    Villa Rica de la Veracruz en 1519, arruinando un navío
    "para que la gente perdiese la esperanza de volver".
    Despejó el espeso monte e hizo levantar las casas para los
    integrantes de su empresa
    colonizadora y una iglesia con la ayuda de la Orden de Nuestra
    Señora de la Merced, todo con los materiales que
    le proporcionaba el medio, como los troncos de los árboles
    para los muros y la palma amarga para la cubierta.

    De esta manera dio principio a la hidalga ciudad de
    Santa Marta, siendo la ciudad más vieja de la
    República de Colombia, que el próximo 29 de julio
    llega a sus 478 años de existencia. Ciudad por donde
    entró el evangelio, donde existió la primera
    iglesia y la primera silla episcopal del país.

    3. CONVERGENCIAS
    ENTORNO A LA SANTA PATRONA Y LA CIUDAD DE SANTA
    MARTA

    3.1 La patrona y la ciudad, activas y
    hospitalarias. ¿Una simple casualidad?

    Decíamos que la ciudad de Santa Marta basa su
    economía en la actividad turística. En su
    área territorial existen alrededor de 30 hoteles con
    categorías de 2 a 5 estrellas con aproximadamente 1.900
    habitaciones que arrojan un promedio de 5.800 camas; sin incluir
    los aojamientos turísticos, ni la hotelería
    paralela representada en los apartamentos privados de edificios
    de propiedad horizontal. Esta vocación de ciudad receptiva
    nace del mismo instante en que la ciudad se convierte en el punto
    de transición entre el mar Caribe y Tierra Firme en la
    época de la colonia. Luego, por su posición
    geográfica en el litoral norte de Sudamérica,
    cumple un papel de anfitriona para los nuevos mercados en
    especial el británico, al abrirse las fronteras americanas
    al mundo europeo en inicio de la época republicana. Hoy la
    ciudad recibe unos 650.000 visitantes anualmente.

    De paso por la ciudad quedaron consignadas en sus
    diarios de viajes muchas
    impresiones de viajeros europeos, como los ingleses John Hankshaw
    y Charles Stuart Cochrane, (1823); John Potter Hamilton, (1824) y
    los franceses Eliseo Reclus, (1855) y Henri Candelier, (1889),
    donde destacan la excelente atención de las autoridades
    samarias.

    La ciudad de Santa Marta siempre se ha caracterizado por
    su hospitalidad, cualquier visitante se siente como en su casa,
    paradójicamente el destino quiso que ella tuviera el mismo
    espíritu histórico de su santa patrona. Quien es
    considerada la patrona de los hoteleros, porque sabía
    atender bien. Al igual que la gloriosa santa Marta que
    hospedó muchas veces en su casa de Betania al hijo de
    Dios, cuando predicando y estableciendo la ley
    evangélica, discurría personalmente en
    compañía de sus apóstoles la tierra de
    Palestina. Semejante fue la provincia y la ciudad de Santa Marta
    la que hospedó en su domicilio a aquellos veinte
    evangélicos que acompañados de su vicario,
    discurrían en el Nuevo Mundo, para establecer con
    él su predicación y doctrina de la fe
    católica. Luego fue justo que para tan santo empleo, no se
    titulase la provincia con otro nombre que con el de aquella
    piadosa.

    Marta como hermana mayor era la responsable de la casa,
    de los quehaceres y atenciones de visitas, llena de
    energía, hacendosa y activa. Era la encargada de traer
    el agua para
    las abluciones, las toallas y perfumes; guiaría al
    huésped hasta el recibidor, le ofrecería la silla,
    encendería el fogón, prepararía los alimentos,
    traería los higos, arreglaría las alcobas,
    prepararía la mesa con la vajilla, traería las
    bandejas y las jarras.

    Como su protectora la ciudad es anfitriona de numerosas
    visitas, ofrece las sillas de sus centros de convenciones para
    los eventos
    nacionales, las camas para alojar los turistas y todas las
    atenciones contempladas en los paquetes turísticos. Como
    en la casa de Marta, María y Lázaro existe una
    habitación lista en nuestra ciudad, a cualquier hora,
    cualquier día, para todo aquel que nos visite. Ella
    también ha recibido ilustres visitantes en
    difíciles condiciones, basta a la gloria de la ciudad de
    Santa Marta, a circundar su simpática aureola, recordar
    como ella "la tierra hospitalaria", abrió su regazo
    amoroso y solícitamente para que en él se reclinara
    enfermo, pobre y desnudo el Padre de la Patria, el Libertador
    Simón Bolívar y diera en ella su último
    suspiro el 17 de diciembre de 1830.

    3.2 Convergencias entre la ciudad de Villajoyosa
    (España) y la ciudad de Santa Marta
    (Colombia)

    Villajoyosa y Santa Marta deben ser ciudades hermanas,
    porque además de tener la misma madre protectora, tienen
    muchas cosas en común, son ciudades cuyas historias
    están marcadas por los asedios de piratas, protagonistas
    de estos hostigamientos fueron sus fortificaciones. Ambas son
    ciudades costeras y cuentan con un gran valor
    patrimonial; tienen fiestas de interés
    cuyo escenario natural es el mar, coincidentes hasta en la fecha
    de realización en la última semana de julio. Entre
    sus atractivos están las rutas culturales que tienen como
    base los monumentos urbanos y arquitectónicos,
    además de mantener una similitud gastronómica con
    los platos del mar.

    4. LA CATEDRAL DE
    LA CIUDAD DE SANTA MARTA: DEDICADA A SU SANTA
    PATRONA

    La ciudad de Santa Marta construyó su Catedral a
    finales del siglo XVIII, siendo consagrada a principios del siglo
    XIX en honor a su patrona santa Marta. Desde el siglo XVII, Santa
    Marta había contado con su iglesia Mayor construida por el
    obispo Sebastián de Ocando, la cual fue arruinada por
    Goodson en 1655 y terminada de destruir por los piratas Coz y
    Duncan en 1677. El obispo Diego de Baños la
    reconstruyó en 1678, sucumbiendo a un temblor en 1682 que
    le averió los arcos, nuevamente deteriorada se realizaron
    unas obras de mejora en 1711.

    A los pocos años el santo recinto era una ruina
    total, por ello se solicitaron recursos para su
    reparación y se dispusieron 6.000 pesos, que no fueron
    utilizados porque un fuerte temblor la dejó destruida en
    enero de 1752. Inmediatamente el virrey marqués del
    Villar, comisionó al ingeniero militar Manuel
    Hernández para que realizara su diagnóstico sobre la situación de la
    ciudad y su Catedral, opinando como ociosa cualquier
    intención por repararla, recomendando construir una nueva
    en un sitio más extenso y cómodo, porque
    ésta se hallaba situada de espalda a la ciudad y de frente
    a la marina.

    El ingeniero Hernández en su informe revela su
    mal estado
    constructivo:

    La Catedral se halla incapaz de remedio, abiertos
    sus muros, los arcos fuera de aplomo como la Torre, y q.e todo
    amenaza ruina, por ser la fábrica de barro y
    ladrillo.

    Decidida la construcción de una nueva Catedral,
    el virrey Pedro Messía de la Cerda, comisiona al ingeniero
    militar Antonio de Narváez y La Torre, acompañado
    del delineador Juan Cayetano Chacón, para que elaboraran
    los planos y perfiles de la nueva Catedral, con un presupuesto de
    54.093 pesos. Por fin, el 8 de diciembre de 1766
    paradójicamente el día de la Inmaculada
    Concepción, se colocó la primera piedra. La
    construcción de la obra fue lenta por los pocos recursos
    decretados por el monarca, por muchos años
    permaneció en cimientos y con riesgo de perder
    lo invertido. Ya el presupuesto ascendía a 59.000
    pesos.

    El Tratado de París de 1763, puso fin al primer
    capítulo de la Guerra por el III Pacto de Familia
    (1762-1763), entre España e Inglaterra, el
    ambiente de
    paz hace que en el último cuarto del siglo XVIII, haya un
    inusitado interés por parte de la Corona española
    en impulsar la construcción de los edificios religiosos, a
    ello contribuyó la presión
    ejercida por los obispos; fue así como todo el
    empeño estuvo centrado en la construcción de la
    nueva Catedral. Las obras de fortificación dejaron de ser
    importantes, aún cuando los refuerzos contemplados en el
    plan de
    defensa de Agustín Crame de 1778, los realizaría
    parcialmente el gobernador Narváez, años más
    tarde.

    El virrey Manuel Guirior opinaba que era más
    urgente fortificar la plaza, que construir un edificio "demasiado
    lujoso y magnífico para una población tan
    pequeña". Por lo que mandó a suspender los trabajos
    y propuso suprimir el obispado de Santa Marta, agregándolo
    a la mitra de Cartagena. A decir verdad, el volumen de la
    Catedral estaba fuera de contexto, era una obra demasiada
    imponente para el perfil urbano que presentaba la ciudad para esa
    época.

    Los trabajos de la Catedral no avanzaban, vinieron a
    intensificarse entre los años de 1790 y 1794, con el
    concurso del director de reales obras, el ingeniero militar
    Antonio Marchante. En septiembre de 1794, Marchante
    entregó terminada la Catedral en obra blanca, pero faltaba
    lo necesario para su puesta en servicio como:
    ornamentos, pilas,
    silletería, vasos sagrados, libro,
    órgano, cómodas, etc. Sólo hasta julio de
    1796, el gobernador Antonio de Samper, hace entrega formal de la
    obra para su consagración.

    4.1 Erección de la Catedral de Santa Marta en
    Basílica Menor: un premio para la decana de las
    diócesis colombianas

    Después de los acontecimientos bélicos por
    las guerras
    civiles de 1860, la Catedral quedó en un deplorable estado
    de su interior, las penurias económicas de la ciudad
    impidieron su recuperación. El obispo Joaquín
    García Benítez con motivo de IV Centenario de la
    Fundación de Santa Marta en 1925, pensó en
    engalanar la ciudad y aprovechó su viaje a Roma para
    solicitar que la Catedral de Santa Marta fuese erigida en
    Basílica Menor por la Santa Sede. Esta petición la
    tramitó por conducto del Emmo. Cardenal Vicco que para la
    fecha era el Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos,
    pero el prelado comprendió que ella no le sería
    concedida en aquel momento desistiendo de su propósito, el
    cual era su mayor anhelo.

    Mientras tanto su trabajo se centró en la
    decoración interior de la Catedral que tanta falta le
    hacía, nuevos altares, nuevas imágenes,
    la adquisición de un órgano, dotarla de nuevas
    campanas y la ejecución de obras de mantenimiento
    en el ámbito de acabados; todo esto estando la
    Diócesis exhausta de fondos. Uno de sus colaboradores, el
    padre Rizo, motivado por la ilusión del señor
    obispo, aprovechando que éste asistía a una
    Conferencia
    Episcopal en la ciudad de Bogotá, por su cuenta y con el
    mayor sigilo solicita la intervención del señor
    Nuncio Apostólico en Colombia ante la Curia Romana a fin
    de obtener para la Catedral el titulo de Basílica Menor,
    sustentada sobre la base que la Diócesis de Santa Marta es
    la decana de las diócesis colombianas, por ser la primera
    en haber sido fundada en el país. Este fue el principal
    argumento para su solicitud de su erección como Catedral
    Basílica Menor en 1930, tal petición
    argumentaba:

    Allí acuden los fieles de todos los gremios
    y categorías, movidos por la devoción y la
    religión, ya hacia santa Marta Virgen
    Titular de la Iglesia y de la Diócesis, ya hacia Nuestra
    Señora Inmaculada, cuya imagen
    obsequiada por el Rey Carlos V, se guarda devotamente en este
    mismo templo.

    Mediante el oficio No. 5123 de mayo 6 de 1930, la
    Nunciatura Apostólica le informa al obispo García
    Benítez que la Catedral de Santa Marta había sido
    oficialmente erigida en BASÍLICA MENOR.

    El texto del
    Breve Pontificio firmado por el Cardenal Pacelli en Roma bajo el
    anillo del Pescador, fechado el 26 de marzo de 1932, en su
    declaratoria dice lo siguiente:

    …..Nos es placentero acceder a estas suplicas con
    ánimo benigno, por lo cual, oídos los Cardenales
    de la Santa Iglesia Romana que dirigen la Sagrada
    Congregación de Ritos, y por nuestra autoridad
    apostólica, al tenor de estas sagradas letras, agregamos
    al citado templo, construido en honor a la Virgen santa Marta
    en Colombia, el titulo y la dignidad de
    BASÍLICA MENOR de manera perpetua y concedemos al mismo
    todos y cada uno de los privilegios litúrgicos y los
    otros honores que competen a las basílicas menores, en
    virtud de las concesiones apostólicas, sin que obste
    cualquier disposición en contrario.

    Al hacer esta concesión decretamos que
    estas letras siempre permanezcan firmes, valederas y eficaces y
    que produzcan y obtengan los plenos e íntegros
    efectos…..

    Como complemento de este merecido titulo el obispo
    redobla esfuerzos y logra reconstruir el Altar Mayor de la
    Catedral Basílica Menor, su fábrica es en
    mármol, allí reposa el bulto de Santa Marta
    manufacturado en Barcelona (España) por la casa Comercial
    de José Campania, obra que remata en bajorrelieve con la
    frase en latín: DEO ET SANCTAE MARTHAE (Dios y
    Santa Marta).

    5. LAS VENERADAS
    IMÁGENES DE LA PATRONA: SU ANÁLISIS
    ICONOGRAFICO

    Uno de los aspectos más interesantes en la
    investigación sobre santos es su
    iconografía, el estudio de los símbolos que
    conforman una imagen o un conjunto de imágenes. Por medio
    de un estudio iconográfico es posible identificar signos y
    formas simbólicas, como atributos, vestimenta, postura y
    contexto, mediante los cuales se revela la identidad, el contexto
    y la historia de un santo. Los estudios iconográficos
    pueden establecer conexiones directas entre la manera en que los
    santos se veneraban y representaban en Europa y la manera en que
    se hacía en la Nueva Granada donde los motivos
    iconográficos no eran una mera repetición: la gente
    procedió a crear sus propias interpretaciones.

    Las biografías realizadas
    sobre la vida de santa Marta, enfatizan su función
    apostólica y por otro lado hacen de ella una
    heroína de una leyenda de dragones de complejos ribetes
    simbólicos incorporado al arte figurativo del sur de
    Francia, en el
    norte de Italia y sur de
    Alemania,
    desde el tardío medioevo hasta la época barroca,
    paralela a la leyenda de san Jorge, vencedor del dragón
    con una lanza. Según A. Scattigno, la iconografía
    más difundida de santa Marta la representan como una
    sirviente entre los muros domésticos, con el delantal y
    las llaves en la cintura; cuya revalorización surge a
    partir del siglo XII por los movimientos religiosos femeninos y
    por las nuevas órdenes, como los humillados, los
    franciscanos y los dominicos. A esta revalorización de la
    figura de santa Marta en el mundo laical y en la vida conventual
    puede sumarse el Beato Angélico que, en el convento
    dominicano la representa en la escena de Getsemaní, junto
    a María en oración con Jesús.

    Las imágenes de santa Marta que permanecen en la
    Catedral de Santa Marta y otras iglesias están elaboradas
    en tallas de madera
    policromadas. Otras de menores tamaños que pertenecen a
    personas particulares están fabricadas en fibrona. Los
    colores del
    hábito de santa Marta pueden variar del azul claro,
    azul-verdoso hasta el ocre oscuro o blanco, la imagen principal
    conserva un azul-verdoso no obstante los múltiples
    retoques a lo que ha sido sometida en casi tres siglos de
    existencia.

    5.1 La primera imagen del siglo XVI: triste final,
    convertida en leña por el pirata inglés William Goodson,
    1655

    No se ha podido fijar con certeza la procedencia de la
    primera imagen de la patrona en la ciudad de Santa Marta. Lo que
    hemos establecido es que la primera que se tiene memoria, estuvo
    en el altar mayor al lado de la custodia del Señor
    sacramentado de la iglesia levantada por iniciativa del obispo
    Sebastián de Ocando en 1617. Esta imagen traída de
    España probablemente a finales del siglo XVI, estaba
    tallada en madera policromada, la cual permanecía
    frecuentemente adornada con flores.

    Ese venerable bulto de la santa, tuvo un triste final al
    ser convertida en leña que alimentaba el fuego del
    improvisado fogón utilizado por el pirata inglés
    William Goodson y sus hombres, durante su asalto en 1655 que
    borró a la ciudad de Santa Marta de la faz de la tierra,
    época del conflicto anglo-hispano cuando los Habsburgo
    ocupaban el trono español.

    5.2 El retablo del gobernador Royo de Arce:
    llenemos el vacío

    Como era frecuente la ciudad se resarcía de las
    cenizas, el ataque incendiario de Goodson había dejado a
    la ciudad sin casas, sin un lugar donde realizar los oficios
    religiosos, con lo que no pudo acabar fue con la admirable
    persistencia de supervivencia urbana del puñado de
    samarios que se resistieron a perder su terruño. En este
    proceso fue clave el trabajo
    pastoral del obispo Francisco de la Trinidad y Arrieta de la
    Orden de los Predicadores, que con paciencia y perseverancia
    inicia una campaña de reconstrucción de la ciudad
    con la ayuda de aquellos vecinos que no pudieron emigrar a otros
    lugares.

    Lo mismo hicieron con los edificios religiosos,
    afortunadamente la arremetida de piratas y corsarios
    disminuyó en la segunda mitad del siglo XVII, esto
    permitió consolidar el proceso de reconstrucción
    urbana de la ciudad de Santa Marta. Hacia 1681, la
    intervención de la iglesia Mayor estaba casi concluida
    gracias al tesón del nuevo obispo Diego de Baños,
    habían reconstruido el crucero, fabricado un nuevo
    tabernáculo y capilla mayor. Pero faltaba un aspecto
    importante, hacían falta las imágenes religiosas.
    Por tal motivo aunque de sentido provisional, el gobernador y
    capitán general, maestre de campo D. Pedro Jerónimo
    Royo de Arce, Rojas y Santoyo, ordenó pintar un retablo
    grande de la titular de la ciudad, cuyas dimensiones eran tres
    varas de alto por dos de ancho (2.40 metros x 1.60 metros),
    elaborado al óleo, hermosamente engalanado con un marco
    estofado de oro, el cual fue colocado en el altar mayor, justo
    debajo del vistoso frontis del Santísimo Cristo. De la
    misma manera colocaron la imagen de la Purísima
    Concepción de Nuestra Señora, el cuadro al
    óleo de santa Ana y san Nicolás de Bari.

    5.3 Las actuales imágenes de la
    Basílica Menor: la imagen de Santa Marta de 1718,
    llamada "la Cachaca": obra de la escuela
    quiteña del siglo XVIII

    Después de la Guerra de Sucesión
    Española abriendo el siglo XVIII, los de extirpe francesa
    suben al trono español, llegan estratégicas
    políticas de fraternidad con las naciones
    rivales, esto repercutió en la ciudad de Santa Marta con
    una relativa tranquilidad que contribuyó a atender otros
    asuntos como la lucha contra el comercio ilícito y la
    recuperación urbana. En efecto, la iglesia Mayor fue
    terminada por el obispo Luis Martínez de Gayoso en 1711,
    con la erección de una torre donde emplazaron 6
    cañones para defenderla de los piratas.

    Una vez concluida la fábrica de la iglesia mayor
    se hizo evidente la colocación de la imagen de la titular.
    El gobernador de la Provincia de Santa Marta y maestre de campo
    Don José Mozo de la Torre en el año de 1718, hizo
    traer a sus expensas la actual imagen de la muy primorosa Santa
    Marta que hoy conservamos en la Basílica Menor, desde la
    ciudad de San Francisco de Quito
    (Ecuador).

    Esta ciudad colonial se cubrió de gloria gracias
    al esplendor de su arte, al adelanto de su cultura,
    época de la afamada Escuela Quiteña, donde se
    fusionó el talento mestizo, indio y español cuyos
    principales exponentes formaron una notable trilogía
    artística, el indio Caspicara el escultor Sangurima y el
    mestizo Legarda. Por este despliegue de genio se llama a Quito
    "Relicario del Arte en América". Es en el siglo XVIII
    donde se consagra brillantemente aquel estilo quiteño
    gestado en el siglo anterior, lo europeo queda sojuzgado frente a
    este alud de arte vernáculo auténticamente local.
    El estilo mestizo adquiere carácter definitivo, extendiéndose
    por la ciudad y a otras ciudades hispanas donde los encargos de
    obras religiosas para sus templos se hacen frecuentes.

    Este bulto se conserva en uno de los nichos de la
    sacristía, mide aproximadamente 1.50 metros, por su peso
    liviano es la que se saca para las procesiones; es sencillamente
    tallada en cedro una madera recia y artísticamente
    policromada. La imagen presenta un verdadero patetismo en su
    rostro a fin de promover una fuerte piedad popular, siguiendo la
    línea contrarreformista, huyendo de los idealismos
    renacentistas. Por sus cachetes rosados fue bautizada por el
    pueblo cariñosamente con el apodo de la "cachaca", como se
    le conoce hoy – así se le denomina a las personas de
    piel blanca
    oriundas del interior del país-.

    Esta imagen acompaña al Jesús Crucificado
    durante la procesión del Viernes Santo, que recorre las
    principales calles del centro histórico de esta
    ciudad.

    5.4 Las actuales imágenes de la
    Basílica Menor: la imagen de Santa Marta del altar mayor
    de la Catedral, encargada a Barcelona (España), obra del
    maestro José Campania, 1927

    Después de la lucha por la independencia del
    gobierno
    español, el país entra en una profunda crisis
    política que lleva a resolverse por las armas,
    manifestadas por las revoluciones internas de segunda mitad del
    siglo XIX. Uno de estos combates entre las fuerzas
    revolucionarias de los liberales y las fuerzas del gobierno,
    tuvieron como teatro
    bélico las calles de la ciudad de Santa Marta y de manera
    particular en el interior de la Catedral. Sucedió el 23 de
    noviembre de 1860, las fuerzas liberales al mando del general
    Fernando Sánchez atacan a Santa Marta cuya plaza estaba a
    cargo del general Julio Arboleda y el coronel Primo Feliciano
    Madero. Al fragor del combate y el fuego de artillería que
    se prolongó por 21 días, toda la ciudad
    quedó en ruinas; el altar mayor de la Catedral
    había sido consumido por las llamas. Por fortuna la imagen
    quiteña no se hallaba colocada en ese sitio,
    salvándose de la conflagración.

    Las dificultades económicas para reparar los
    destrozos de ese combate se prolongaron hasta comienzos del siglo
    XX. Hacia 1926, el obispo Joaquín García
    Benítez emprende la dispendiosa tarea de dotar de hermosos
    altares de mármol a los templos de la Diócesis de
    Santa Marta; para ello solicitan cotizaciones a la Casa U. Luisi
    de Pietrasanta, Italia, cuyos representantes en Colombia estaban
    establecidos en la ciudad de Cartagena. En su momento
    surgió la inquietud sobre la conveniencia de dotar la
    Catedral de altares de mármol, dado el estilo
    neoclásico de la misma. El exquisito gusto por la
    elaboración de las imágenes motiva a
    Monseñor García Benítez a encargar de un
    buen grupo de
    ellas, esto es: un cuadro en relieve de la
    Virgen del Carmen, una imagen de santa Ana y otra de san Luis
    Beltrán. Estas adquisiciones les traen problemas con
    dicha casa comercial por lo costoso de los encargos y la falta de
    recursos para cancelar estas obligaciones.

    El obispo tuvo la misma percepción
    que el común de la gente, la obra quiteña por su
    sencillez y poca vistosidad deslucía en el nuevo altar;
    por lo tanto era preciso un nuevo modelo al que
    le dedicó muchas horas en su diseño.
    A principios de junio de aquel año, solicita a la casa
    barcelonesa de José Campania, una muy detallada imagen de
    santa Marta, cuyo destino sería el altar mayor; su
    carta revela
    la característica de la nueva imagen de la Santa Patrona
    de la ciudad:

    Deseo una imagen de santa Marta, en apoteosis, algo
    por el estilo del modelo adjunto, pero llevando en la mano
    izquierda la tradicional caldereta, con hisopo y la derecha
    levantada, con la mirada al cielo, que los ángeles que
    la sostengan sean bien proporcionados y de cuerpo entero (no
    serafines), de cara hermosa y alegre y llevando entre todos una
    cinta que diga en caracteres visibles: Santa Marta, ruega por
    nosotros.

    Esta estatua es para ser colocada en el templete
    del altar mayor. Si la cedrolita tiene efectivamente las
    condiciones anunciadas en sus últimos catálogos,
    puede hacerla de esa materia, si
    no, tallada en madera, pero siempre teniendo en cuenta que la
    temperatura
    media de esta región es de treinta y dos grados
    centígrados. El decorado de ella debe ser de primera
    clase y todo
    el conjunto lo más hermoso posible.

    El encargo con todas las características
    iconográficas puntualizadas por el obispo en su
    diseño llega a la ciudad al siguiente año, los
    samarios se entusiasman por su estampa con la nueva imagen, que
    de acuerdo a la disposición de los ángeles y la
    morfología
    de su base corresponde a la esencia renacentista.

    Hay una anécdota muy recordada por personas
    octogenarias en Santa Marta. Desde el año de 1718 se
    sacaba para la procesión la imagen de la patrona tallada
    en la ciudad de San Francisco de Quito. La novedad de la imagen
    de Barcelona animó al obispo Joaquín García
    Benítez en 1927 a sacarla en la procesión, pero
    curiosamente el pueblo la rechaza, no tiene sentido de
    pertenencia en la memoria
    colectiva de los samarios, el pueblo reclamó su imagen
    tradicional. Ese mismo año y algunos siguientes, la nueva
    imagen hace su recorrido en solitario por las calles de Santa
    Marta con la compañía del Obispo y los cuatro
    soldados que la cargaban. Además era tan pesada que se
    convertía en una odisea bajarla y subirla del altar mayor
    con el peligro de quebrarse; para esta peripecia era necesaria la
    colaboración del regimiento de la ciudad. La
    conformación de la Congregación de Santa Marta, le
    devolvió a los samarios la posibilidad de tener a su
    "cachaca", a su imagen tradicional durante las
    procesiones.

    5.5 La imagen de la Hacienda El
    Piñón: un premio a la consagración de Da
    Antonia Magri

    Existe una imagen de Santa Marta fabricada en la ciudad
    de Medellín (Colombia) de aproximadamente 1.20 metros en
    la Hacienda El Piñón, propiedad de la Familia
    Zúñiga. Pertenecía a la Diócesis y
    fue un regalo que hiciera monseñor Joaquín
    García Benítez a Da. Antonia Magri de Guerrero como
    premio a su labor a favor de las festividades de la patrona. Por
    muchos años la conservó en su casa como su
    más preciado tesoro, con su oratorio y demás
    elementos de devoción hasta que después de su
    muerte, como
    muchos otros objetos relacionados con las fiestas en honor a
    santa Marta, fue trasladada al sitio mencionado.

    La imagen presenta una iconografía excepcional a
    las otras conocidas, en su mano derecha porta una palma martirial
    y la Biblia en su mano izquierda. De no ser por el dragón
    vencido que pisa con los pies elemento icnográfico que la
    define, podría confundirnos con la santa Marta de Astorga
    que en su iconografía la representa como una doncella con
    la palma martirial y libro en la otra mano, también en
    actitud de
    enseñárselo a dos niños
    de corta edad, que serían sus sobrinos, los santos Justo y
    Pastor, hijos de su hermano del legionario san Vidal.

    6. TRADICIONES Y
    FESTIVIDADES EN HONOR DE LA SANTA PATRONA

    Desde la época de la conquista española en
    el siglo XVI, le ha correspondido a nuestra patrona una notable
    rivalidad territorial con la Inmaculada Concepción en la
    pertenencia del colectivo ciudadano. Dice el gaditano,
    José Nicolás De La Rosa, Alférez de
    Infantería y Alcalde Ordinario de Santa Marta en el siglo
    XVIII:

    La soberana hechura de la Concepción de
    Nuestra Señora, que se venera en nuestra Catedral, es
    una de las efigies que tienen nombre en todo este Nuevo Reino,
    y la tradición antigua, y muy común en la
    provincia, de su venida a esta Iglesia, es la que la
    envió la Señora Reina Doña Isabel la
    Católica, con real cédula, para que se celebrase
    en su real nombre; y por esto se llaman reales las fiestas de
    toda su octava, y como tales son en exceso mayores y más
    plausibles que otras algunas…..

    Para estas fiestas se disponían mayores recursos,
    por lo tanto los gastos eran
    superiores que para otros eventos religiosos; por otra parte los
    principales personajes de la ciudad se disputaban el honor de ser
    elegidos como mayordomos de estas fiestas reales, por los dos
    cabildos, el eclesiástico y el secular con consenso
    principalmente del vecindario. La histórica diferencia
    entre sus seguidores, es que la Inmaculada Concepción es
    más elitista; es decir, la veneran las familias de los
    estratos altos de la ciudad, mientras a santa Marta la venera el
    pueblo en general y una pequeña parte de dicha
    elite.

    La Inmaculada Concepción consolida su significado
    simbólico en el contexto ciudadano samario, cuando el
    monarca español Felipe V en una real cédula,
    fechada en el Palacio de El Pardo el día 29 de enero de
    1745, concede su imagen como el escudo de armas de la ciudad de
    Santa Marta, respondiendo la solicitud del Cabildo realizada el
    año anterior, agradecidos por el amparo
    experimentado por unos hostigamientos de unas naves inglesas
    durante la Guerra por el Asiento de Negros acaecida entre los
    años de 1739 y 1748. No obstante santa Marta sigue
    ocupando el honor de ser la patrona de la ciudad.

    Hay una realidad en nuestro contexto religioso motivado
    por las diferentes fiestas religiosas y populares como la Virgen
    del Carmen, santa Ana, la Virgen de los Remedios y la Inmaculada
    Concepción. A finales del siglo XIX Manuel José Del
    Real refiriéndose al mes de julio nos cuenta lo
    siguiente:

    Este mes ha sido siempre en nuestra tierra de
    fiestas religiosas y nacionales y cosa rara entre los pueblos
    –es duro decirlo- la fiesta de nuestra patrona era la de
    menos entusiasmo de todas. Probablemente esto consistía
    en que dicha fiesta cae en los últimos días y
    todas las energías de entusiasmo se gastaban en las
    fiestas anteriores.

    Las festividades de la patrona santa Marta constituyen
    el encuentro perfecto para la interrelación entre los
    poderes civiles, militares y eclesiásticos que ninguna
    otra festividad religiosa convoca. Esta constante ha perdurado en
    sus casi cinco siglos de existencia, por ello no dudamos en
    reiterar que es el evento religioso más antiguo de la
    ciudad de Santa Marta.

    6.1 Las festividades de antes: buen motivo para el
    regocijo y desaburrimiento

    La vida cotidiana de la Santa Marta de época de
    dominación española fue muy monótona y
    aburrida, agobiados por el temor que les producía los
    fantasmas de
    las aguas del mar Caribe representados por las embarcaciones
    inglesas que pasaban de largo por el litoral, los samarios
    lograban en parte olvidar sus penas en las festividades,
    populares, civiles y religiosas. La jura o proclamación de
    un nuevo monarca, la victoria de los ejércitos
    españoles en Europa, el matrimonio o
    nacimiento de algún miembro de la familia real, era motivo
    para el regocijo de los samarios con las acostumbradas ceremonias
    que celebraban entre repiques de campanas y repetidas salvas de
    artillería, jolgorio que se prolongaba durante tres
    noches.

    La iglesia mayor era el lugar que convocaba a todo el
    pueblo, donde se enteraba de las nuevas buenas de España
    en especial asuntos que tenían que ver con la familia
    real, cuyas noticias se
    transmitían en las cedulas reales que iban dirigidas al
    gobernador y publicadas en bandos y leídas por el
    pregonero. Una de las diversiones de los samarios eran las
    murmuraciones o los chismes de los enfrentamientos entre las
    autoridades civiles y eclesiásticas; otros acababan sus
    vidas licenciosas entre los juegos de
    azar, el alcohol y las
    prohibidas relaciones sentimentales.

    Las festividades religiosas aliviaban sus penas,
    principalmente las consagradas a santa Marta en julio y a la
    Concepción en el mes de diciembre, para ello las calles se
    organizaban pensando en el recorrido del solemne acto encabezado
    por el señor obispo y su cortejo de clérigos,
    guiando a los parroquianos que soportaban el peso de la imagen
    del patrono de turno, concluyendo con un Te Deum Laudamus en la
    iglesia Mayor y el pueblo cantándole alabanzas.

    Esta dinámica no varió en el siglo XIX,
    aunque el mes de julio se convirtió en la época de
    mayor intensidad festiva con las religiosas y nacionales. En
    primer lugar el Corpus de San Miguel que se fusionaba con las
    festividades de la Virgen del Carmen, la Fiesta Patria del 20 de
    julio, día de la independencia, las fiestas en honor a
    santa Ana y por último, las festividades en honor a la
    patrona santa Marta que coinciden con el cumpleaños de la
    ciudad.

    Las festividades de nuestra patrona son solemnes y
    respetadas a diferencia de otras fiestas religiosas como las
    festividades de la Virgen del Carmen e Inmaculada
    Concepción que son pretexto para el alcohol y el desorden
    que ocasiona la tradicional bola de candela hecha con estopa y
    alambre que los muchachos patean hacia cualquier lado, poniendo
    en peligro la integridad física de los
    asistentes.

    6.2 Las festividades a principios del siglo XX:
    fervor y solemnidad

    En el primer cuarto del siglo XX, la forma de las
    celebraciones cambiaron influenciada por los nuevos tiempos, pero
    conservaron intacto su espíritu religioso y fervor festivo
    de época de la dominación española. Dos
    actos nunca han faltado el 29 de julio, la Misa Mayor ofrecida
    por el ilustrismo obispo de la Diócesis de Santa Marta y
    la procesión de nuestra santa patrona por las principales
    calles del centro histórico, acompañada por las
    melancólicas interpretaciones musicales de la banda de
    música de
    la municipalidad.

    Las festividades comenzaban el 20 de julio que coinciden
    con la fiesta nacional del Día de la Independencia, pero
    se intensificaban durante tres días: 28, 29 y 30 de julio;
    para tal motivo la alcaldía iluminaba las calles y
    adornaban con banderas las fachadas de las casas. El primer
    día, su víspera, una banda de música del
    regimiento destacado en la ciudad animaba a la luz de alba con
    música y fuegos artificiales que engalanaban la Catedral.
    Por la noche, el pueblo se congregaba en la plaza de la Catedral
    para deleitarse con una retreta musical y observar los fuegos
    artificiales.

    Las festividades las animaban la "vaca loca", un disfraz
    de una cabeza de vaca con caparazón a la que le colocaba
    una gran cantidad de cohetes que salían disparados hacia
    cualquier lado, que provocaba una riesgosa estampida del
    público. Por el peligro que representaba para la
    integridad física de las personas, sobretodo de las
    señoras esta diversión desapareció hace
    medio siglo.

    El día 29 se iniciaba con una salva de
    artillería que anunciaban el día de la santa
    patrona y una alborada a cargo de la banda de música del
    ejército. Luego a las 08:00 a.m. se realizaba la Misa a
    cargo del señor obispo de la Diócesis de Santa
    Marta y Te Deum en la plaza. Por la tarde, el Señor
    Gobernador daba su alocución desde la Tribuna del Palacio
    Municipal; luego se llevaba a cabo la Sesión Solemne del
    Honorable Consejo de la Municipalidad y al concluir se
    trasladaban a la estatua del fundador de la ciudad, Don Rodrigo
    de Bastidas. Seguidamente, salía la Solemne
    procesión de la patrona que hacía su recorrido por
    las principales calles de la ciudad y por la noche retreta de
    gala para el público en general a cargo del regimiento. Al
    día siguiente, se realizaba un paseo de música y
    fuegos pirotécnicos, había corrida de toros y
    ejercicios gimnásticos a cargo de la Escuela
    Militar.

    6.3 Las recientes festividades:
    incorporación de nuevas actividades

    Hoy como en los siglos pasados, bien temprano se
    despierta la ciudad con repiques de campanas que saludan y
    expresan su regocijo por tan especial acontecimiento.
    También perduran los cohetes que anuncian las novenas en
    su honor desde el 20 de julio, tiempo en que
    se le reza a la santa patrona. El día de su víspera
    se quema un castillo en la plaza de la Catedral, con bastantes
    fuegos pirotécnicos donde el público va deleitarse
    con el espectáculo.

    El día 29, en virtud de la profusión de
    personas y de la incapacidad de la Catedral de Santa Marta a
    pesar de amplitud, se institucionalizó realizar tres misas
    menores a las 7 a.m., 12 m. y 6 p.m. Y una principal a las 9 a.m.
    con Te Deum y Misa Pontifical a cargo del señor obispo a
    la que asisten las autoridades civiles, militares y
    eclesiásticas. Luego en ceremonia en el edificio del
    Concejo Distrital el Señor Alcalde se dirige a los
    Honorables Concejales de la ciudad y se distingue con la
    Condecoración Rodrigo de Bastidas a los hijos de Santa
    Marta que por su trayectoria merecen este
    reconocimiento.

    Por la tarde a las 05:00 p.m. se inicia la
    procesión por las principales calles del centro
    histórico, entre ellas la calle Grande, la calle San
    Francisco y la avenida del Fundador. Este acto lo encabeza el
    señor obispo de la Diócesis y el sequito de
    colaboradores, la imagen es cargada por muchos de sus seguidores
    que se turnan para pagar promesa.

    En nuestra ciudad se acostumbra pintar las fachadas de
    las casas para tan especial día e izar la bandera de la
    ciudad. En la última década, se está
    institucionalizando el concurso y desfile de las bandas musicales
    de los colegios con proyección interdepartamental. Parece
    un recurso literario "mancodiano" de la escuela del realismo
    mágico a la que pertenece nuestro Nóbel de Literatura Gabriel García
    Márquez, pero en Santa Marta todos los 29 de julio
    entre 4 y 5 de la tarde llueve puntualmente. No sabemos si la
    patrona llora por la suerte que el destino le ha deparado a la
    ciudad o es una forma de compartir con sus hijos un aniversario
    de su existencia.

    1. Las festividades de la patrona y la Fiesta del
      Mar: ¿Ocaso o indiferencia por los nuevos
      tiempos?

    Desde 1959, con propósito de proyectar el turismo
    en la ciudad en el ámbito nacional e internacional se
    crearon las Fiesta del Mar. Es el evento más importante de
    Santa Marta porque atrae el turismo de mitad de año, que
    coincide con la fecha de fundación de la ciudad y se
    celebran entre el 26 y 30 de julio cada año. Hay competencias
    náuticas, concursos de pesca,
    espectáculos musicales en la playa, desfile de las
    candidatas en carrozas por las calles de la ciudad y
    coronación al aire libre de la
    capitana de los mares.

    Además de los actos religiosos se realiza la
    parada militar, honores al fundador de la ciudad, discurso a
    cargo del señor Alcalde de la ciudad de Santa Marta y del
    Presidente de la Academia de Historia del Magdalena. Uno de los
    actos en la víspera es la serenata a Santa Marta, donde
    los interpretes musicales más destacados esperan ansiosos
    el día 29, cantándole a la ciudad.

    7. LA
    CONGREGACIÓN DE SANTA MARTA

    Corría el año de 1934, Da. Antonia Magri
    Simonds de Guerrero, matrona de la ciudad, desde niña
    había mostrado su fervor a la santa patrona, ruega para
    que le hiciera un milagro. Este fue concedido pero nunca se supo
    en que consistió, al interrogarla ella contestaba que le
    había prometido organizar sus festividades por el resto de
    su vida, "a usted no la volverá cargar el ejército
    sino el pueblo" –le exclamó a imagen-.

    Su primer paso fue conformar la Congregación de
    Santa Marta que hoy día existe, en compañía
    de Doña Dolores de González y Doña Finita de
    Noguera, como socias fundadoras. Además de una
    interminable lista conformadas por 97 damas samarias que
    figuraban como socias de la congregación, inventario
    realizado por calles. El obispo de la Diócesis de Santa
    Marta, Monseñor Joaquín García
    Benítez avaló la idea la cual quedó
    registrada en un libro de actas que afortunadamente fue rescatado
    del olvido por Manuel Guerrero Vives en 1998 y regalado a su
    prima Martha Olivella Guerrero, nieta de Da. Antonia Magri
    Guerrero.

    El acta de constitución de la Congregación de
    Santa Marta quedó consignada de la siguiente
    manera:

    Diócesis de Santa Marta. Gobierno
    Eclesiástico. Santa Marta, 29 de agosto de
    1934.

    Autorizamos a las señoras y señoritas
    cuya lista figura al comienzo de este libro, para que, unidas
    en asociación piadosa bajo la advocación de santa
    Marta, laboren con el laudable fin de sostener en todo su
    esplendor el culto que debe tributarse a la gloriosa Virgen
    Santa Marta, Patrona de esta ciudad y titular de nuestra
    Catedral y Basílica.

    (Fdo.) Joaquín García Benítez,
    Obispo de Santa Marta.

    Como en sus primeros años, en julio las socias
    centran su labor en las actividades religiosas, se encargan que a
    la patrona no le falte nada, el dinero
    recogido se gasta en flores, velas y el coro. El resto del
    año se dedica a la labor social, velan por las socias
    menos favorecidas, visitan enfermos y realizan labores en los
    asilos. Durante las novenas de la patrona las encargadas de la
    Congregación de Santa Marta consagran a las nuevas
    socias.

    El estricto cumplimiento de sus responsabilidades en
    la
    organización de las festividades, el amor a su
    patrona y la solemnidad que deben demostrar durante la
    procesión las llevó a adoptar un impecablemente
    vestido de blanco terciado con una cinta rosada y la medalla de
    la imagen de santa Marta colgadas de sus corazones. Las damas de
    la Congregación de Santa Marta guardan una cordial
    fraternidad con otras organizaciones
    religiosas. Hoy día están vinculadas a la
    recuperación de la obra de la Catedral que requiere de
    trabajos de mantenimiento.

    7.1 Las solemnes festividades a cargo de la
    Congregación de Santa Marta: Da. Antonia Magri de
    Guerrero y su consagración a la patrona

    De la misma manera, Da. Toña convence al
    señor obispo, al alcalde D. Luis Carlos Rivera y al
    gobernador D. Manuel Dávila Pumarejo
    comprometiéndolos para que aprueben sendos aportes anuales
    para sufragar algunos gastos de las festividades. Fue así
    como el 29 de julio de 1935 nace la primera procesión en
    grande, solemne, majestuosa, revestida de honores y acudida de
    las más importantes personalidades de la ciudad. Durante
    las novenas continúan las tradicionales retretas musicales
    en la plaza de la Catedral y la quema de fuegos artificiales,
    además de las mismas actividades de
    antaño.

    El recorrido –al igual que hoy- se iniciaba con el
    repique emocionante de las campanas de la Catedral, toman la
    avenida Campo Serrano, allí se detienen al pie de la Casa
    Lacouture, los cargadores de adelante se agachan y la imagen hace
    una venia, reverencia que es correspondida con las flores que le
    arrojan desde los balcones. Luego bajan por la antigua calle de
    la Cárcel de espalda a la Sierra Nevada de Santa Marta y
    de frente al mar Caribe, allí anteriormente, hacían
    una parada en la casa de Da. Antonia, luego de cinco cuadras
    tomaba la avenida del Fundador para regresar por la calle Grande
    hasta retornar a la plaza de la Catedral.

    El cortejo – al igual que hoy- lo encabezaban tres
    monaguillos, los de los extremos portando sendos cirios y el de
    la mitad con la Santa Cruz, luego el Señor Obispo con el
    incensario, atrás las socias de la congregación,
    una de ellas portando el pendón; detrás de la
    imagen los seminaristas, la guardia marchando, los colegios y la
    banda Santa Cecilia tocando desde el himno de la ciudad de Santa
    Marta hasta tradicionales melodías como el "helado de
    leche". Desde
    los balcones las gentes le regaban flores a su paso y las calles
    quedaban como un tapiz florido.

    Para la ocasión, los caballeros se vestían
    de lino claro y las niñas vestidas de blanco con
    canastillas de flores en sus manos, otras vestidas como la santa.
    Las damas se arreglaban lujosamente con sus cabezas cubiertas de
    velo, mantillas, chales y pañoletas a veces sostenidas por
    elegantes peinetas.

    Por casi medio siglo organizaría Da. Antonia
    Magri estas festividades hasta su muerte en 1980 en plenas
    fiestas de la patrona, en reconocimiento a su admirable labor su
    féretro fue puesto en cámara ardiente con honores
    en los salones del Concejo Municipal. Doña Antonia
    conservaba un baúl con todos los milagros de plata y oro
    que el pueblo ofrecía a la titular, cuya colección
    fue entregada a la Diócesis de Santa Marta. En la dirección le sucede Da. Julia Rebolledo con
    la colaboración de hijas y nietas de la fundadora, que
    organizaban la Catedral, limpiando y adornándola con
    flores y velas. Poco han variado las procesiones y festividades
    desde la iniciativa de Da. Antonia, se conservan las mismas
    tradiciones de más de medio siglo.

    8. APROPIACIÓN DE LA PATRONA EN EL
    COLECTIVO CIUDADANO: LAS MANDAS O PROMESAS POR UN
    MILAGRO

    El proceso de reapropiación y articulación
    de santos y vírgenes católicas introducidas por los
    hispanos en esta ciudad y sus territorios inmediatos, fue igual
    que en otros lugares de América indígena donde
    fueron impuestos
    mediante un complejo proceso de asimilación. Con el paso
    del tiempo, los santos despliegan el alma como
    emblema de devoción, pero su sustancia deja entrever
    también historia y significado.

    La devoción de los samarios por su santa patona
    se expresa en las innumerables rogativas a favor de un enfermo o
    convaleciente, como también de la gran cantidad de
    personas de otras ciudades del país, como también
    de la vecina República de Venezuela
    vienen a "pagar promesa" trasladándose en buses expresos
    para asistir a la Misa Pontificial y a la procesión. Una
    gran romería se acerca al venerado bulto para una rogativa
    que le es solicitada acariciándoles los pies.

    Los agradecimientos a los milagros o favores concedidos
    se manifiestan en el ofrecimiento o promesa de escuchar la Santa
    Misa, todos los 29 de julio por el resto de sus vidas. Otra forma
    de expresar las gracias por el hecho milagroso es regalarle la
    pieza en oro o plata del órgano sanado a santa Marta, es
    sorprendente observar la cantidad de piezas en forma de "dijes"
    que cuelgan y destellan del sagrado bulto de la patrona durante
    el recorrido de la procesión.

    Muchas personas ofrecen a la santa caminar descalzas la
    procesión por siempre como gratitud a un milagro
    concedido. En nuestra ciudad se dice que santa Marta es buena
    para "ablandar corazones" para ello se le pide
    encendiéndole una veladora.

    9. HECHOS
    MILAGROSOS: GUARDADOS EN EL COLECTIVO CIUDADANO

    En Santa Marta dan fe de muchos milagros de la patrona,
    estos cuentan historias muy individuales de recuperación
    de un enfermo o del otorgamiento de un imposible. Pero en el
    colectivo ciudadano han perdurado a través del tiempo dos
    sucesos que merecen mencionarse por su impacto en toda la
    ciudad.

    9.1 El soberano aviso de la santa patrona:
    escándalo, acecho y descuido el día de su
    víspera, 1597

    A mediados del siglo XVI el metal precioso había
    escaseado, los galeones provenientes de España pasaban de
    largo por el litoral samario rumbo a otros puertos como
    Cartagena, Portobelo y Nombre de Dios. La resistencia
    indígena en especial los Chimilas, Bondas y Mamatocos se
    hacía más fuerte y sus tácticas de guerra
    como las "guazábaras" constituían un serio peligro
    para los expediccionistas, cortando el suministro de alimento a
    la hambrienta población achacada por las enfermedades; incluso se
    habían atrevido a incendiar la ciudad en 1573. Para colmo
    de males, los piratas enemigos de España habían
    comenzado su episodio de terror saqueándola e
    incendiándola, primero los franceses con Robert Baal,
    (1543); Pedro Braques, (1544); piratas desconocidos, (1547 y
    1548); Jaques de Sores, (1555) y Martín Cote (1560); luego
    los ingleses, John Hawkins, (1565); Francis Drake y John Hawkins,
    (1568); piratas desconocidos, (1572); Francis Drake, (1585);
    Drake y Hawkins, (1595) y el pirata portugués
    Cristóbal Cordello, (1597). Por esta época la
    ciudad de Santa Marta constantemente como el ave Fénix
    debía levantarse de sus cenizas.

    El dilema era poblar o despoblar, terca
    disyuntiva que la Corona española jamás pudo
    resolver y que la mantuvo aislada de todo contexto
    geopolítico. A parte de su difícil
    situación, permanecía al igual que otras ciudades,
    sin una verdadera orientación política y
    administrativa, sujeta a un exiguo presupuesto que en la
    mayoría de las veces llegaba con gran retraso.

    Los samarios se encontraban sitiados por dos grandes
    enemigos, hacia el mar los piratas franceses e ingleses azotaban
    las colonias españolas como presión al monopolio
    geopolítico ejercido por España sobre el Nuevo
    Mundo y hacia tierra adentro, el continuo hostigamiento de los
    indígenas amenazaba con desaparecer el incipiente
    asentamiento urbano en respuesta a la invasión
    española. Era frecuente ver a los samarios hacer las veces
    de soldados para defender sus vidas, a las mujeres implorar una
    ayuda divina, mientras corrían despavoridas hacia los
    montes circunvecinos cargando a sus hijos. Tales peligros
    motivaron al comandante de la plaza colocar varios cañones
    y centinelas en todas las bocas-calles de la ciudad y hacer
    desistir a quienes pensaban en abandonar la ciudad. Pero un hecho
    milagroso cambiaría la vida de la ciudad en especial la
    actitud desesperanzadora de los samarios.

    Corría el mes de julio de 1597, como gobernador
    de la provincia de Santa Marta, oficiaba el licenciado D.
    Francisco Manso de Contreras. Esa época la conformaban las
    noches de desvelos en medio de los temores al toque a arrebato,
    que anunciaban la presencia del enemigo y la señal de
    tomar las armas para la defensa de la plaza.

    Pero esa no era una noche cualquiera, era la
    víspera de la santa patrona, una noche que quedaría
    registrada en la historia de la ciudad para ser recordada por
    siempre. Por ser un día especial, la iglesia Mayor
    había sido adornada con flores e iluminada para la
    ocasión. La primera fila de la nave central estaba
    reservada para las principales autoridades de la ciudad, el
    gobernador y su sequito de funcionarios, alguacil y oficiales.
    Una profusión de gente colmaba el resto de esta nave y las
    laterales, todos esperaban con ansiedad el comienzo de los actos
    litúrgicos.

    El ilustrísimo obispo de Santa Marta, fray
    Sebastián de Ocando lujosamente ataviado con dosel y ricas
    colgaduras, se preparaba para dar inicio a los solemnes actos
    religiosos previos a las festividades de la patrona. Para honrar
    las fiestas patronales se esperaba la presencia del
    "conquistador", maestre de campo y caballero del hábito de
    San Juan, Don Antonio Martín Hincapié y Albornoz,
    descendientes de los Condes de Montemar, cuyo escudo de familia
    lucía "un castillo de oro en gules y banda de sinople
    en oro",
    ese día había mostrado sus
    credenciales y había llegado a la ciudad con una
    compañía de soldados para la segunda conquista de
    la provincia, sometiendo y pacificando a los indígenas en
    pie de guerra.

    Poco después precedido de un murmullo,
    entró al sitio santo osado de una vistosa armadura,
    calzando botas y espuelas, haciendo uso de una de sus
    prerrogativas: la de poder entrar a
    la iglesia con semejante indumentaria y ocupó su puesto de
    honor. Escándalo inaudito y falta gravísima contra
    la religión que originó una reprimenda episcopal al
    señor gobernador y por supuesto el disgusto del
    señor obispo.

    Horas después de terminados los actos religiosos,
    no sin que faltaran a porrillos los comentarios de las gentes y
    apaciguado el bochornoso incidente, los vecinos retornaron a sus
    casas para entregarse al difícil descanso. Mientras tanto,
    por las calles transitaban algunas patrullas de soldados, camino
    a los puntos de vigilancia y sitios artillados para evitar
    sorpresas de piratas e indios, pero toda esta prevención
    hubiera sido en vano, si la titular patrona santa Marta no
    hubiera usado su piadoso aviso.

    Un soldado hacía su ronda de media noche,
    aburrido por la soledad y por el repetitivo canto de las
    chicharras, se sentó sobre uno de los cañones,
    sacó su pipa de tabaco, con tan
    mala fortuna que una chispa con las que pretendía encender
    su pipa, cayó justo sobre la mecha del
    cañón. El estruendo sacudió al ingenuo
    soldado que lo arrojó a tierra. La detonación
    despertó al vecindario, los soñolientos samarios
    desorientados corrían en medio del pánico,
    porque creían ser atacados por el enemigo. El gobernador
    Manso de Contreras calmó a la población y de
    inmediato acudió a investigar la novedad; el soldado le
    explicó a manera de disculpa, que había escuchado
    un ruido en el
    monte y ello le obligó a romper el nombre.

    El gobernador ordenó en medio de la oscuridad
    hacer una descarga de cañón y otra de
    mosquetería hacia el monte oscuro y enseguida escucharon
    en huida los ruidos de fotuto y maracas, instrumentos de guerra
    que los nativos denotan sus arrebatos en sus actos de guerra.
    Toda la guarnición estuvo en estado de alerta y
    custodiando las entradas de la ciudad hasta que los primeros
    rayos de sol destellaron detrás de la Sierra Nevada de
    Santa Marta.

    Entrado el día 29, un destacamento fue
    comisionado para perseguirlos, siguieron sus huellas y recogieron
    despojos hasta llegar a una casa-fuerte llamada caney por los
    indígenas, en sitio conocido como Geriboca. Hallaron
    muchas macanas, arcos, flechas, turbantes de plumas y otros
    instrumentos de guerra, los soldados quemaron el lugar y
    capturaron algunos indígenas, que fueron reclamados por el
    "conquistador" a quienes le cortó la orejas y
    exhibió como trofeo. Volviendo con ellos a la ciudad, el
    soldado confesó su descuido y fue entonces que se
    conoció el soberano aviso de la santa patrona.

    La titular había salvado la ciudad y se
    publicó el milagro con repiques de campanas y singular
    regocijo de toda la ciudad. Los samarios celebraron entonces con
    mayor boato la festividad y el pueblo alborozado agradecido por
    aquel favor celestial, entregándose a las más
    francas y sanas diversiones. Con hacinamiento de gracias y con
    mayor solemnidad recibieron los vecinos en la iglesia Mayor el
    día titular de su santa protectora, por cuyo medio
    había librado Dios a la ciudad de sus enemigos.

    En memoria de este milagroso acontecimiento, todos los
    años en el día y hora del suceso, se disparaba un
    cañonazo hasta que el tiempo ocasionó su
    olvido.

    9.2 El asalto del pirata inglés William
    Goodson y el prófugo español Juan Cuchillo:
    horror, sacrilegio y castigo divino, 1655

    En la primera mitad del siglo XVII, la ciudad de Santa
    Marta había sido atacada por piratas ingleses, (1600 Y
    1619); por el holandés Adrián Juanes Patter,
    (1630); nuevamente los ingleses, Booneter acompañado por
    Peg-Leg, (1631); luego por William Rous, (1636). Más tarde
    fue asaltada por piratas holandeses en 1643 y 1648 en dos
    oportunidades. Pero lo peor en su historia estaba por venir, un
    hecho que marcaría por algún tiempo la impotencia
    del samario para cambiar su realidad.

    A mediados del siglo XVII Santa Marta era un reducido
    villorrio de callejuelas polvorientas, con unas seis a ocho
    manzanas diseminadas por una veintena de casas de una sola
    planta, donde residían medio centenar de vecinos
    indefensos y asustados. El 3 de diciembre de 1655, el
    vicealmirante inglés William Goodson acompañado por
    un prófugo español llamado Juan Cuchillo y 2.000
    hombres, se presenta en la bahía de Santa Marta en 6 urcas
    y 3 naves.

    Luego de una inútil resistencia de los fuertes de
    San Juan de las Matas y San Vicente, se toman la ciudad a
    sangre y
    fuego. Su primer acto sacrílego fue destruir la iglesia y
    convento de Santo Domingo a cuyo patrono responsabilizó
    por no haberse podido tomar la ciudad de Santo Domingo (Hoy,
    capital de la Republica
    Dominicana), en venganza le corta las orejas a la imagen y la
    arrastra por las calles de la ciudad.

    Goodson y sus hombres ocupan la plaza por 15 días
    infundiendo terror y despojando a los vecinos de lo poco con que
    contaban; hace astillas el venerable bulto de santa Marta al
    igual que la de santa Ana, utilizándolas como leña
    en la improvisada cocina a que fue sometida la iglesia Mayor. Al
    igual que otros piratas en su momento, saquea las iglesias
    hurtando los vasos sagrados y los finos ornamentos religiosos en
    oro entre ellos: dos fuentes
    doradas por la parte de adentro y labradas con las armas en medio
    de ella las del ilustrísimo señor obispo; un
    aguamanil dorado y labrado con cuatro mascarones, y sobrepuestos
    azules, cuatro medianos y ocho pequeños; dos jarros
    dorados y labrados con las labores del aguamanil; una plancha de
    plata con su pie orlado de ángeles y serafines en que
    están las palabras de la consagración esculpidas
    con las armas del ilustrísimo señor obispo; un
    atril pequeño de plata de barrillas y enrejado con cuatro
    perillas con sus tornillos que le sirven de pie.

    Una vez que recogió su botín,
    alquitranó las vigas de la iglesia y convento de san
    Francisco, la iglesia y convento de santo Domingo, la ermita de
    la Veracruz y todas las casas del vecindario, que ardieron hasta
    reducirlas a cenizas. Como complemento a su barbarie,
    incursionaron por los alrededores de la ciudad y persiguieron
    muchos kilómetros tierra adentro a los despavoridos
    vecinos. Después de este terrible ataque, cundió el
    miedo entre los samarios, aquellos que tuvieron los medios para
    emigrar lo hicieron a ciudades como Cartagena, Mompós,
    Honda, Tenerife y Maracaibo (Venezuela), que le daban
    garantías a sus vidas y a sus bienes.

    Cuenta el cronista Padre Zamora, que la
    embarcación donde llevaban las alhajas de los templos fue
    castigada por disposición divina, porque al salir del
    puerto un rayo le cayo, haciendo que bajasen al infierno pasados
    por agua. Y de
    seguro nuestra santa patrona purificó la maldad con su
    hisopo, porque a partir de ese sacrilegio la ciudad de Santa
    Marta inicia un proceso de consolidación urbana, aunque
    con muy poca seguridad en su
    sistema defensivo jamás volvió a experimentar un
    amargo suceso en su historia hispana.

    10. REFLEXIÓN

    Debo agradecer a Villajoyosa por haber iniciado un
    proceso en mi ciudad. Nunca antes se había intentado o
    motivado realizar una reflexión sobre este tema, una gran
    oportunidad que me correspondió y un desafío como
    investigador al enfrentarme a registros
    históricos olvidados, hechos que representan pertenencia
    que en la medida que el inexorable tiempo avanza corren el
    peligro de perderse.

    El trabajo de campo realizado me permitió medir
    la sensibilidad y diferencias de dos generaciones, para las
    primeras, las fiestas en honor a santa Marta les recuerdan
    diversos episodios de su despreocupada infancia.
    Afirman que el fervor se ha ido perdiendo con los nuevos tiempos
    y para los segundos, los más jóvenes, desconocen su
    alto significado socio-religioso y su papel desempeñado en
    el vivir cotidiano. Si bien es cierto que se conserva la
    tradición, no podemos desconocer que los nuevos tiempos
    han influido en la juventud en la
    perdida de la devoción, sobretodo por los avances
    tecnológicos (la Internet, el CD, las
    discotecas, el alcohol, la droga,
    la
    televisión, etc.); representan signos más
    liberales. No debemos extrañarnos estamos en Macondo
    –el pueblo o mundo mágico, imaginario, donde
    García Márquez circunscribió sus
    obras-.

    Las festividades se referencian como una buena
    oportunidad para desaforar el espíritu en actividades no
    propias de la religiosidad, desviándose en el consumo
    ilimitado de alcohol en los espectáculos musicales. Otro
    aspecto que ha deteriorado su devoción es la "libertad de
    cultos" contemplada en nuestra Constitución Nacional
    expedida en 1991. Sectas satánicas han aparecido, siendo
    nuestra juventud reclutada para estas prácticas, durante
    los últimos años la imagen de nuestra patrona se
    saca a su procesión con menos flores, porque se sospecha
    que estas sectas satánicas se las quitan para hacer
    brebajes.

    Por parte de la administración
    pública tampoco ha existido voluntad para revalorizar
    la imagen de la patrona en el colectivo ciudadano. Se ha
    desconocido el potencial existente en la dinámica cultural
    de la ciudad entorno a las festividades de su patrona, a sus
    registros religiosos y al solemne acto de su fundación. Es
    de opinión de algunas personalidades, afirmar que la
    aparición de las fiestas del Mar y su conjugación
    con las festividades, la han quitado la tradicional solemnidad,
    mezclando un evento que procura atraer las corrientes
    turísticas de mitad de año. Mi ciudad requiere de
    una planificación con políticas de
    turismo que aproveche y comprometa la actividad religiosa, de tan
    buenos resultados en otras ciudades del mundo.

    Por último, las festividades religiosas es lo
    único tradicional en mi ciudad, marca una fuerte
    nostalgia de la vieja Santa Marta, tan afectada por el modernismo.
    Esas imágenes de las viejas calles la sacamos de la mente
    con nostalgia y evocan la memoria donde el recuerdo de la
    infancia llora.

    Agradecimientos

    Alcaldía de Santa Marta

    Archivo Histórico del Magdalena

    Diario El Informador

    Diócesis de Santa Marta

    Emma Dávila Jimeno

    Francisco Escobar Silebi

    Gloria Ortega De Andreis

    Licelys Ortiz

    Martha Olivella Guerrero

    Sarita Sánchez Olarte

    Tony De La Cruz Restrepo

    Padre Rojas

    Ponencia presentada por la ciudad de Santa Marta
    (Colombia)

    Alvaro Ospino Valiente

    Arquitecto historiador nacido en Santa Marta (Colombia).
    Investigador de los temas relacionados con el patrimonio
    urbano-arquitectónico, arquitectura militar hispana y de
    la recuperación de la memoria histórica a partir de
    los registros de la vida cotidiana de esa ciudad.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter