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Doctrina de la Salvación




Enviado por icosanborja3



    1. La Creación del
      Hombre
    2. La relación del hombre
      Físico-espiritual con su Creador
    3. La caída del
      hombre
    4. Consecuencias del
      pecado
    5. La imputación del
      pecado
    6. La
      depravación
    7. La
      inhabilidad
    8. La misión
      soteriológica de Dios en el mundo

    Lección 1

    Para intimar y creer en la Doctrina de la
    Salvación, es necesario intimar y conocer la
    creación del hombre, su
    perfecta relación moral-espiritual con su creador; posteriormente se
    ubicará desde y partir del texto
    bíblico las consecuencias del primer pecado en la primera
    pareja humana y sus efectos posteriores en el resto de la
    humanidad.

     1.       La
    Creación del Hombre

    1.1        
    Es la obra directa de Dios

    "Y creó Dios al hombre…" el termino hombre en
    Hebreo significa Adam: "Todo genero humano"
    (Gn.1:27a), pero también este es un nombre propio:
    Adán.

    El hombre: "… fue formado del polvo de la tierra
    (Adama = suelo o
    tierra
    cultivable), y soplo en su nariz aliento de vida, y fue
    el hombre
    (Adam) un ser viviente" (Gn.2:7)

    El hombre esta constituido por dos partes, una
    inmaterial y la otra material. La unión de ambas partes
    forma al ser humano y todo intento de reducir o exaltar una de
    las dos nos haría salir del marco
    bíblico.

    1.2        
    Como creación divina el hombre destaca inicialmente por
    dos cosas:

    Primero es creado a la imagen de
    Dios:

    "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
    imagen, conforme a nuestra semejanza[1]; y señoree en
    los peces del
    mar, en las aves de los
    cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que
    se arrastra sobre la tierra" (Gn.1:26)

    "…ha imagen de Dios lo creo…" (Gn.1:27b) esta
    creación especial enfatiza que el hombre ha sido creado
    con características especiales que le permiten entrar en
    una relación personal con su
    hacedor.

    En segundo lugar, él es el mayordomo de la
    creación divina:

    "Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
    multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread
    en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las
    bestias que se mueven sobre la tierra" (Gn.1:28)

     1.3 Dios ha creado al hombre
    como un ser sexuado:

    "…varón y hembra los creó"
    (Gn.1:27c;Mt.19:4;Mr.10:6) Dios hizo tanto al hombre como a
    la mujer a
    su imagen. Ninguno de los dos fue hecho más a la imagen
    de Dios que el otro. Desde el principio vemos que la Biblia
    coloca tanto a uno como al otro en el pináculo de la
    creación de Dios. Ninguno de los sexos es exaltado ni
    despreciado. Otra formulación al respecto es una
    aberración que Dios castiga con juicio
    divino:

    2.       La
    relación del hombre Físico-espiritual con su
    Creador

    2.1     Es
    perfecta:

    Dios le Habla:

    "…le dio esta orden: "Puedes comer del fruto de
    todos los árboles del jardín,
    17menos del árbol del bien y del mal. No
    comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes,
    ciertamente morirás." (DHH-Gn.2:16_17)

    El hombre oye y habla con Dios:

    "…Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le
    dijo: ¿Dónde estás tú? Y él
    respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,
    porque estaba desnudo; y me escondí

    2.2     La
    condición de esta relación perfecta.

    La obediencia:

    " Y mandó Jehová Dios al hombre,
    diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
    17 mas del árbol de la ciencia
    del bien y del mal no comerás; porque el día que
    de él comieres, ciertamente morirás"
    (Gn.16-17)

    El comportamiento y los hábitos del hombre
    no son indiferentes para Dios. El hombre es capaz de decidir
    por si mismo lo que va hacer, de este modo comprendemos mejor
    la naturaleza
    del hombre. El mismo tiene voluntad propia y puede ejercerla
    incluso en contra de la voluntad de su creador.

    3.       La
    caída del hombre

    3.1     El hombre
    es tentado por la serpiente, conocida también como el gran
    Dragón, serpiente
    antigua, diablo Satanás, engañador
    (Ap.12:9)

     3.2     El
    hombre cede a la tentación (Gn.3:6-7) y las consecuencias
    inmediatas es doble:

    Primero, el
    conocimiento de la culpa y la inmediata separación
    de Dios ("se escondieron"), con quien había habido hasta
    ese momento un compañerismo diario
    interrumpido.

    Segundo, la sentencia de la maldición, que
    decreta labores, tribulaciones, y muerte para
    el hombre mismo, arrastrando consigo inevitablemente todo el
    orden creado, del cual el hombre es la corona.

    Toda aquella relación perfecta de ahora en
    adelante ya no seria la misma, los efectos son fatales para el
    mismo hombre.

    4.       Consecuencias
    del pecado

    a. Consecuencias para la raza
    humana

    El desenvolvimiento de la historia del hombre
    proporciona un catálogo de vicios (Gn. 4.8, 19, 23s;
    6.2–3, 5). Y a razon de ella es la virtual
    destrucción de la humanidad (Gn. 6.7, 13;
    7.21–24). La caída tuvo efectos duraderos, no
    sólo en Adán y Eva, sino también sobre
    todos los que de ellos descienden.

    b. Consecuencias para la
    creación

    "Maldita será la tierra por tu causa" (Gn.
    3.17; cf. Ro. 8.20). El hombre es corona de la creación,
    hecho a imagen de Dios, y, en consecuencia, es administrador
    de Dios (Gn. 1.26). El pecado es un hecho que afecto al
    espíritu humano, pero que ha repercutido en toda la
    creación.

    c. La aparición de la muerte

    La muerte es el efecto de la desobediencia (Gn. 2.17),
    y es expresión directa de la maldición de Dios
    sobre el hombre pecador (Gn. 3.19). la muerte es
    la separación de lo inmaterial del hombre con el cuerpo
    (Mt.22:32). Esta disolución ejemplifica el principio de
    la muerte, a saber, la separación, y alcanza su
    expresión extrema en la separación de Dios (Gn.
    3.23s). A causa del pecado la muerte provoca temor y terror en
    el hombre (Lc. 12.5; He. 2.15)

    5. La
    imputación del pecado

     a. En Adán toda la
    humanidad es pecadora

    El primer pecado de Adán tuvo un significado
    único para toda la raza humana (Ro. 5.12, 14–19;
    1 Co. 15.22). Aquí se hace hincapié en forma
    sostenida en la sola y única transgresión de un
    solo hombre como aquello por lo cual el pecado, la
    condenación, y la muerte recayeron sobre toda la
    humanidad. Se identifica al pecado como "la
    transgresión de Adán", "la transgresión
    del uno", "una transgresión", "la desobediencia de
    uno", y no puede haber duda de que aquí se hace
    referencia a la primera transgresión de Adán.
    En consecuencia, la cláusula "por cuanto todos
    pecaron" en Ro. 5.12 se refiere al pecado de todos en el
    pecado de Adán.

     No puede referirse a los pecados que cometen
    todos los hombres, y mucho menos a la depravación
    hereditaria que aflige a todos, porque en el vv. 12 la
    cláusula en cuestión dice claramente por
    qué "la muerte pasó a todos los hombres", y en
    los versículos siguientes se expresa que "la
    transgresión de uno solo" (v. 17) es la causa del
    reinado universal de la muerte. Si no se refiriese al mismo
    pecado, Pablo estaría afirmando dos cosas diferentes
    con referencia al mismo asunto en el mismo contexto. La
    única explicación en cuanto a las dos formas de
    expresión es que todos pecaron en el pecado de
    Adán. Podemos hacer la misma inferencia sobre la base
    de 1 Co. 15.22, "en Adán todos mueren". Si todos
    mueren en Adán, la razón es que todos pecaron
    en él.

     Según la Escritura,
    el tipo de solidaridad con Adán que explica la
    participación de todos en el pecado de Adán, es
    el tipo de solidaridad que Cristo mantiene con aquellos que
    están unidos a él. El paralelo en Ro.
    5.12–19; 1 Co. 15.22, 45–49 entre Adán y
    Cristo indica el mismo tipo de relación en ambos
    casos, y no tenemos necesidad de postular nada más
    definitivo en el caso de Adán y la raza que lo que
    encontramos en el caso de Cristo y los suyos. En este
    último caso se trata de una cabeza representativa, y
    esto es todo lo que hace falta para afirmar la solidaridad de
    todos en el pecado de Adán. Decir que el pecado de
    Adán se imputa a todos es decir que todos estuvieron
    involucrados en su pecado, en razón de ser él
    la cabeza representativa. 

    Aunque la imputación del pecado de
    Adán fue inmediata, como se puede comprobar por el
    testimonio de los pasajes pertinentes, el juicio de
    condenación que recayó sobre Adán, y en
    consecuencia sobre todos los hombres en él, se
    considera confirmado, en la Escritura, en cuanto a su
    justicia y
    corrección, por la experiencia moral subsiguiente de
    cada hombre. De ese modo, queda ampliamente corroborado Ro.
    3.23, que "todos pecaron", por referencia a los pecados
    específicos y visibles de judíos y gentiles
    (Ro. 1.18–3.8), antes de que Pablo haga referencia
    alguna a la imputación en Adán. De manera
    similar la Escritura relaciona universalmente el juicio final
    del hombre ante Dios con sus "obras", que no alcanzan a
    cumplir las exigencias divinas (cf. Mt. 7.21–27; 13.41;
    25.31–46; Lc. 3.9; Ro. 2.5–10; Ap.
    20.11–14). 

    El rechazo de esta doctrina no sólo indica
    incapacidad de aceptar el testimonio de los pasajes
    pertinentes, sino también incapacidad de apreciar la
    estrecha relación que existe entre el principio que
    gobierna nuestra relación con Adán, y el que
    gobierna la operación de Dios en la salvación.
    El paralelo entre Adán como primer hombre y Cristo
    como último Adán muestra que
    la realización de la salvación en Cristo
    está basada en el mismo principio operativo que aquel
    por medio del cual nos convertimos en pecadores y herederos
    de la muerte. La historia de la humanidad queda finalmente
    resumida bajo dos complejos: pecado-condenación-muerte
    y justicia-justificación-vida. El primero surge de
    nuestra unión con Adán; el segundo proviene de
    nuestra unión con Cristo. Estas son las dos
    órbitas en las que vivimos y nos movemos. El gobierno
    de los hombres por parte de Dios se lleva a cabo

    Por lo expuesto, es conveniente tener presente esta
    realidad espiritual con sus afecciones morales, pues ante tal
    situación, la Doctrina de la Salvación se erige
    como la acción de Dios en pleno amor y
    misericordia con los perdidos.

    6. La
    depravación

    El pecado nunca consiste simplemente en un acto
    voluntario de transgresión. Toda volición surge de
    algo que tiene raíces más profundas que la
    volición misma. Un acto pecaminoso es la expresión
    de un corazón
    pecaminoso (cf. Mr. 7.20–23; Pr. 4.23; 23.7). El pecado
    siempre ha de incluir, por lo tanto, la perversidad del
    corazón, la mente, la disposición, y la
    voluntad. 

    En consecuencia, la imputación del pecado de
    Adán a la posteridad debe comprender la
    participación en la perversidad, aparte de lo cual
    carecería de sentido el pecado de Adán, y su
    imputación se convertiría en una
    abstracción imposible. Pablo expresa que "por la
    desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
    pecadores" (Ro. 5.19).  

    La depravación que supone el pecado, y con la
    cual todos los hombres llegan al mundo, es por esta
    razón consecuencia directa de nuestra solidaridad con
    Adán en su pecado "he aquí, en maldad he sido
    formado, y en pecado me concibió mi madre" (Sal.
    51.5) 

    El testimonio de la Escritura con respecto a la
    capacidad de penetración de dicha depravación es
    explícito. Gn. 6.5; 8.21 presenta un caso cerrado. El
    mal ha permanecido aun el hombre antes y después del
    diluvio (cf. Jer. 17.9–10; Ro. 3.10–18),

    Nada menos que un juicio de depravación total
    es la clara inferencia de estos pasajes, e. d. que no hay
    área o aspecto de la vida humana que quede absuelta de
    los sombríos efectos de la condición del hombre
    caído, y en consecuencia, no hay área que pudiera
    servir de base para la justificación del hombre por
    sí mismo frente a Dios y su ley.

    La depravación total (total, es decir, en el
    sentido de que engloba todo) no es incompatible con el
    ejercicio de las virtudes naturales y la promoción de la justicia civil. El hombre
    no regenerado todavía está dotado de conciencia,
    y la obra de la ley está escrita en su corazón,
    de modo que en alguna medida, y en ciertos puntos, cumple sus
    requerimientos (Ro. 2.14s).

    7. La
    inhabilidad

    La inhabilidad se refiere a la incapacidad que
    proviene de la naturaleza de la depravación. Si la
    depravación es total, e. d. que afecta todos los
    aspectos y las áreas de la persona,
    entonces la inhabilidad para lo que es bueno y agradable a Dios
    también es inclusiva en su referencia.

     No podemos cambiar nuestro carácter o actuar en contra de él.
    En lo que se refiere a comprensión, el hombre natural no
    puede conocer las cosas del Espíritu de Dios, debido a
    que se disciernen espiritualmente (1 Co. 2.14). Con respecto a
    la obediencia a la ley de Dios, no sólo no está
    sujeto a la ley de Dios, sino que no puede estarlo (Ro. 8.7).
    Los que están en la carne no pueden agradar a Dios (Ro.
    8.8). El mal árbol no puede dar buen fruto (Mt. 7.18).
    En cada caso la imposibilidad es innegable. Es nuestro
    Señor mismo quien afirma que es imposible tener fe en
    él aparte del don del Padre y su llamamiento (Jn. 6.44s,
    65). Este testimonio del Señor concuerda con su
    insistencia en que aparte del nacimiento sobrenatural de
    agua y del
    Espíritu nadie puede adquirir una apreciación
    inteligente del reino de Dios, ni entrar en él (Jn. 3.3,
    5s, 8; cf. Jn. 1.13; 1 Jn. 2.29; 3.9; 4.7; 5.1, 4,
    18).

    8.
    Responsabilidad

    Como el pecado es contra él, Dios no puede
    pasarlo por alto o ser indiferente con respecto al mismo. Dios
    reacciona inevitablemente contra él. Esta
    reacción es, específicamente, su ira. La
    frecuencia con que la Escritura menciona la ira de Dios nos
    obliga a considerar su realidad y su significado.

     El AT emplea diversos términos. En heb.,
    <af, en el sentido de "enojo", e intensificado en la
    forma h‡roÆn <af para expresar "la
    intensidad de la ira de Dios" es muy común (cf. Ex.
    4.14; 32.12; Nm. 11.10; 22.22; Jos. 7.1; Job 42.7; Sal. 21.9;
    Is. 10.5; Nah. 1.6; Sof. 2.2); heµmaÆ
    también es frecuente (cf. Dt. 29.23; Sal. 6.1; 79.6;
    90.7; Jer. 7.20; Nah. 1.2); <eb_raÆ (cf. Sal.
    78.49; Is. 9.19; 10.6; Ez. 7.19; Os. 5.10) y qesef (cf.
    Dt. 29.28; Sal. 38.1; Jer. 32.37; 50.13; Zac. 1.2) se emplean
    con suficiente frecuencia como para merecer mención;
    za>am también es característico, y
    expresa la idea de indignación (cf. Sal. 38.3; 69.24;
    78.49; Is. 10.5; Ez. 22.31; Nah. 1.6). Es evidente que el AT
    está lleno de referencias a la ira de Dios.

    Los términos gr. son orgeµ y thymos, el
    primero frecuentemente con referencia a Dios en el NT (cf. Jn.
    3.36; Ro. 1.18; 2.5, 8; 3.5; 5.9; 9.22; Ef. 2.3; 5.6; 1 Ts.
    1.10; He. 3.11; Ap. 6.17), y el último menos
    frecuentemente (cf. Ro. 2.8; Ap. 14.10, 19; 16.1, 19; 19.15;
    véase zeµlos en He. 10.27).

    La ira de Dios no es una acción de
    pasión antojadiza humana, no es una venganza sino una
    santa indignación, puesto que en su justo juicio no hay
    malicia mas bien una justa detestación, `por ultimo no
    debemos limitar la ira de Dios a su voluntad de castigar. La
    ira es una manifestación positiva de su
    insatisfacción, tan segura como lo es su complacencia
    ante lo que le agrada. No debemos privar a Dios lo que nosotros
    llamamos emoción. La ira de Dios tiene su paralelo en el
    corazón humano, ejemplificado de manera perfecta en
    Jesús (cf. Mr. 3.5; 10.14).

    La consecuencia de la culpabilidad
    del pecado es, por lo tanto, la santa ira de Dios. Como el
    pecado nunca es impersonal, sino que existe en las personas, y
    es cometido por ellas, la ira Kde Dios consiste en el desagrado
    que recae sobre ellas; nosotros somos objeto de ella. El
    sentimiento de culpa y el tormento de la conciencia son
    reflejo, en nuestro nivel consciente, del desagrado de Dios. La
    esencia de la perdición final consistirá en la
    aplicación de la indignación de Dios (cf. Is.
    30.33; 66.24; Dn. 12.2; Mr. 9.43, 45, 48).

    LA MISIÓN
    SOTERIOLOGICA DE DIOS EN EL MUNDO

    Lección 2

    Esta iniciativa de salvación se ha expresado a
    través de un plan puesto en
    marcha en la eternidad, plan de misión
    redentora a favor del hombre caído. Misión de amor
    que se ha dado a conocer en este mundo por medio de la obra
    redentora en Cristo Jesús. Uno de los versos que nos
    revela la magnitud y esplendor de esta misión ágape
    es Juan 3:16 el mismo que es comentado en la liturgia Anglicana
    como un "evangelio en miniatura" puesto que este
    verso es una interpretación precisa y maravillosa de la
    misión y mensaje de nuestro Señor.

    "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
    dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
    él cree no se pierda, sino que tenga vida
    eterna"

    Su equivalente en el idioma
    griego:

    ou{tw" ga;r hjgavphsen oJ qeo;" to;n kovsmon, w{ste
    to;n uiJo;n to;n monogenh` e[dwken, i{na pa`" oJ pisteuvwn
    eij" aujto;n mh; ajpovlhtai ajllÆ e[ch/ zwh;n
    aijwvnion.

     Exegesis Juan 3:16

     a.      
    Porque de tal manera amó Dios al mundo" lit. "así
    demostró Dios su amor":

    ga;r: El uso de la conjunción gar
    esta muy al estilo de Juan para introducir sus comentarios
    (2:25; 4:8; 5:13 etc.)

    hjgavphsen, es un aor. En voz activa. Sing. en
    3ª persona de agapao. Ama.. Denotando un acto
    que demuestra o expresa amor, El aoristo amó implica
    la idea de un acto supremo y único de amor; el
    objetivo
    del amor divino en este pasaje es el mundo. La palabra
    denota benevolencia inconquistable y buena voluntad
    invencible.

      Este mismo termino agapao, se emplea
    también del amor de los hombres para con los hombres
    (Jn. 13:34), el amor
    a este mundo incluye a la totalidad de la raza
    humana.

    b.           
    "que ha dado a su Hijo unigénito lit. "llegando a dar
    a su unigénito hijo"; Hendriksen[2] traduce
    literalmente" "que a su hijo, el unigénito,
    dio"

    w{ste. La cláusula adverbio indicativo,
    tiene el sentido, de tal suerte… que, de modo… que,
    aparece en el griego clásico solo cuando indica una
    acción con resultados inmediatos, del
    presente.

    e[dwken, entrego, ha dado, dar , este
    término tienen un sentido expiatorio y sacrificial
    mas explicito que "envío" y sirve para acentuar el
    amor (Gn. 22:2; Hb. 11:17; Mt. 21:33-46¸Mr. 12:1-12;
    Lc. 20:1-19) Entregar es mas que enviar como legado, con
    misión autentica, y más que encarnar. La
    encarnación y la misión quedan aquí
    orientadas hacia la redención.

    to;n uiJo;n to;n monogenh e[dwkenv, Este termino
    no se aplica a su encarnación, sino a su estado
    eterno, a su condición de ser singular.

    Dios no ha dejado a la humanidad desamparada, su
    amor trasciende lo humano de tal forma que dio a su hijo
    Unigénito, no solo en la encarnación, sino
    también en la muerte y en la
    resurrección.

    c.        No se
    pierda, mas tenga vida eterna

      Ajpovlhtai, 3ª persona sing., aor.
    Subjuntivo, voz media de apollumi. Perder o destruir, esta
    cláusula no significa solamente: no pierda la
    existencia física; ni tampoco quiere decir: no
    sea aniquilado. Como indica el contexto (vr. 17), la
    perdición de que habla este versículo se
    refiere a la condenación divina, completa y eterna,
    de forma que el condenado queda expulsado de la presencia
    del Dios de amor y mora en la presencia de un Dios de ira.
    Recordemos que perderse es el antónimo de salvarse.

      Mas tenga vida eterna: Esta es la vida que
    pertenece al futuro, al reino de la gloria, pasa a ser
    posesión del creyente aquí y ahora; es decir,
    en principio.

     La cláusula pa`" oJ pisteuvwn eij"
    aujto;n mh;, es una peculiar composición idimatica
    con el significado de: ninguno de los que creen se
    perderá.

    d.       
    Características del amor salvador de Dios

     

     

    Autor:

      Objetivo: El Mundo (raza
    humana).

    Medio: Su Hijo (La gracia es la entrega del
    hijo motivada por un propósito)

    Propósito: Salvación.

    1.       El orden de
    la Salvación

    Esta orden de salvación tiene dos estados bien
    definidos: La Ley y la Gracia, sin embargo es bueno anotar que
    se llama "orden de salvación" al proceso por
    el que la salvación se aplica o administra a las
    personas que son salvas, este orden nace o surge en Dios, pues
    él es quien determina el decreto, el medio del rescate
    (la cruz), Dios suministra el ES. la fe justificante, el
    arrepentimiento transformante y la perseverancia del creyente,
    mientras que el hombre incapaz de aportar por si mismo ninguna
    contribución, se limita a extender la mano de la fe y
    recibir el don de Cristo que es salvación y vida
    eterna

     1.1     La
    Ley

    La Ley[3] tenia una misión:

    1.1.1       
    Poner un alto a la corrupción del corazón humano
    (Rom. 7:7)

    1.1.2       
    Manifestar la voluntad divina para con su pueblo en el
    orden moral (Ex. 19; 20:24)

    1.1.3       
    Servir de ayo o paidagogos[4]. Gal. 3.24-25,
    dice que la ley era nuestro ayo para llevarnos a Cristo…,
    ya no estamos bajo el paidagogos mas venida
    la fe ya no estamos bajo el paidagogos (VP.
    Dice: "la ley se hizo cargo de nosotros, como si
    fuéramos niños"). Cuando el apóstol
    Pablo hablaba de que la ley era nuestro ayo
    (paidagogos) para llevarnos a Cristo, en la
    misma frase, afirmaba que la ley era inadecuada e
    insatisfactoria, llamada a terminar.

    Esta es otra forma de decir que Cristo es el fin
    de la ley (Rom. 10:4).

    1.1.4       
    Esta misma ley es la que convence de pecado (Rom.
    3:20)

    1.1.5       
    Exacerba el sentido del pecado, por la conocida
    reacción Psicológica que nos incita a hacer
    lo que se nos prohíbe taxativamente (Rom.
    7:7-21).

    1.1.6       
    Muestra la necesidad del evangelio de gracia y del poder
    del Espíritu Santo superior a nuestras
    fuerzas, par cumplir la ley.

    Jesús fue el único que
    cumplió lo que no pudo cumplir el hombre poniendo al
    amor, el espíritu de Cristo y el evangelio como el
    único medio para cumplir la ley, (Rom. 8:3-4;
    13:8-10; 1Cor. 9:21; Gal. 5:14; 6:2)

     

     Ps. Arturo Benito San Borja

    Lima Perú

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