- La Creación del
Hombre - La relación del hombre
Físico-espiritual con su Creador - La caída del
hombre - Consecuencias del
pecado - La imputación del
pecado - La
depravación - La
inhabilidad - La misión
soteriológica de Dios en el mundo
Lección 1
Para intimar y creer en la Doctrina de la
Salvación, es necesario intimar y conocer la
creación del hombre, su
perfecta relación moral-espiritual con su creador; posteriormente se
ubicará desde y partir del texto
bíblico las consecuencias del primer pecado en la primera
pareja humana y sus efectos posteriores en el resto de la
humanidad.
1.1
Es la obra directa de Dios
"Y creó Dios al hombre…" el termino hombre en
Hebreo significa Adam: "Todo genero humano"
(Gn.1:27a), pero también este es un nombre propio:
Adán.
El hombre: "… fue formado del polvo de la tierra
(Adama = suelo o
tierra
cultivable), y soplo en su nariz aliento de vida, y fue
el hombre
(Adam) un ser viviente" (Gn.2:7)
El hombre esta constituido por dos partes, una
inmaterial y la otra material. La unión de ambas partes
forma al ser humano y todo intento de reducir o exaltar una de
las dos nos haría salir del marco
bíblico.
1.2
Como creación divina el hombre destaca inicialmente por
dos cosas:
Primero es creado a la imagen de
Dios:
"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza[1]; y señoree en
los peces del
mar, en las aves de los
cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que
se arrastra sobre la tierra" (Gn.1:26)
"…ha imagen de Dios lo creo…" (Gn.1:27b) esta
creación especial enfatiza que el hombre ha sido creado
con características especiales que le permiten entrar en
una relación personal con su
hacedor.
En segundo lugar, él es el mayordomo de la
creación divina:
"Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread
en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las
bestias que se mueven sobre la tierra" (Gn.1:28)
1.3 Dios ha creado al hombre
como un ser sexuado:
"…varón y hembra los creó"
(Gn.1:27c;Mt.19:4;Mr.10:6) Dios hizo tanto al hombre como a
la mujer a
su imagen. Ninguno de los dos fue hecho más a la imagen
de Dios que el otro. Desde el principio vemos que la Biblia
coloca tanto a uno como al otro en el pináculo de la
creación de Dios. Ninguno de los sexos es exaltado ni
despreciado. Otra formulación al respecto es una
aberración que Dios castiga con juicio
divino:
2. La
relación del hombre Físico-espiritual con su
Creador
2.1 Es
perfecta:
Dios le Habla:
"…le dio esta orden: "Puedes comer del fruto de
todos los árboles del jardín,
17menos del árbol del bien y del mal. No
comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes,
ciertamente morirás." (DHH-Gn.2:16_17)
El hombre oye y habla con Dios:
"…Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le
dijo: ¿Dónde estás tú? Y él
respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,
porque estaba desnudo; y me escondí
2.2 La
condición de esta relación perfecta.
La obediencia:
" Y mandó Jehová Dios al hombre,
diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
17 mas del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comerás; porque el día que
de él comieres, ciertamente morirás"
(Gn.16-17)
El comportamiento y los hábitos del hombre
no son indiferentes para Dios. El hombre es capaz de decidir
por si mismo lo que va hacer, de este modo comprendemos mejor
la naturaleza
del hombre. El mismo tiene voluntad propia y puede ejercerla
incluso en contra de la voluntad de su creador.
3.1 El hombre
es tentado por la serpiente, conocida también como el gran
Dragón, serpiente antigua, diablo Satanás, engañador
(Ap.12:9)
3.2 El
hombre cede a la tentación (Gn.3:6-7) y las consecuencias
inmediatas es doble:
Primero, el
conocimiento de la culpa y la inmediata separación
de Dios ("se escondieron"), con quien había habido hasta
ese momento un compañerismo diario
interrumpido.
Segundo, la sentencia de la maldición, que
decreta labores, tribulaciones, y muerte para
el hombre mismo, arrastrando consigo inevitablemente todo el
orden creado, del cual el hombre es la corona.
Toda aquella relación perfecta de ahora en
adelante ya no seria la misma, los efectos son fatales para el
mismo hombre.
a. Consecuencias para la raza
humana
El desenvolvimiento de la historia del hombre
proporciona un catálogo de vicios (Gn. 4.8, 19, 23s;
6.2–3, 5). Y a razon de ella es la virtual
destrucción de la humanidad (Gn. 6.7, 13;
7.21–24). La caída tuvo efectos duraderos, no
sólo en Adán y Eva, sino también sobre
todos los que de ellos descienden.
b. Consecuencias para la
creación
"Maldita será la tierra por tu causa" (Gn.
3.17; cf. Ro. 8.20). El hombre es corona de la creación,
hecho a imagen de Dios, y, en consecuencia, es administrador
de Dios (Gn. 1.26). El pecado es un hecho que afecto al
espíritu humano, pero que ha repercutido en toda la
creación.
c. La aparición de la muerte
La muerte es el efecto de la desobediencia (Gn. 2.17),
y es expresión directa de la maldición de Dios
sobre el hombre pecador (Gn. 3.19). la muerte es
la separación de lo inmaterial del hombre con el cuerpo
(Mt.22:32). Esta disolución ejemplifica el principio de
la muerte, a saber, la separación, y alcanza su
expresión extrema en la separación de Dios (Gn.
3.23s). A causa del pecado la muerte provoca temor y terror en
el hombre (Lc. 12.5; He. 2.15)
a. En Adán toda la
humanidad es pecadora
El primer pecado de Adán tuvo un significado
único para toda la raza humana (Ro. 5.12, 14–19;
1 Co. 15.22). Aquí se hace hincapié en forma
sostenida en la sola y única transgresión de un
solo hombre como aquello por lo cual el pecado, la
condenación, y la muerte recayeron sobre toda la
humanidad. Se identifica al pecado como "la
transgresión de Adán", "la transgresión
del uno", "una transgresión", "la desobediencia de
uno", y no puede haber duda de que aquí se hace
referencia a la primera transgresión de Adán.
En consecuencia, la cláusula "por cuanto todos
pecaron" en Ro. 5.12 se refiere al pecado de todos en el
pecado de Adán.
No puede referirse a los pecados que cometen
todos los hombres, y mucho menos a la depravación
hereditaria que aflige a todos, porque en el vv. 12 la
cláusula en cuestión dice claramente por
qué "la muerte pasó a todos los hombres", y en
los versículos siguientes se expresa que "la
transgresión de uno solo" (v. 17) es la causa del
reinado universal de la muerte. Si no se refiriese al mismo
pecado, Pablo estaría afirmando dos cosas diferentes
con referencia al mismo asunto en el mismo contexto. La
única explicación en cuanto a las dos formas de
expresión es que todos pecaron en el pecado de
Adán. Podemos hacer la misma inferencia sobre la base
de 1 Co. 15.22, "en Adán todos mueren". Si todos
mueren en Adán, la razón es que todos pecaron
en él.
Según la Escritura,
el tipo de solidaridad con Adán que explica la
participación de todos en el pecado de Adán, es
el tipo de solidaridad que Cristo mantiene con aquellos que
están unidos a él. El paralelo en Ro.
5.12–19; 1 Co. 15.22, 45–49 entre Adán y
Cristo indica el mismo tipo de relación en ambos
casos, y no tenemos necesidad de postular nada más
definitivo en el caso de Adán y la raza que lo que
encontramos en el caso de Cristo y los suyos. En este
último caso se trata de una cabeza representativa, y
esto es todo lo que hace falta para afirmar la solidaridad de
todos en el pecado de Adán. Decir que el pecado de
Adán se imputa a todos es decir que todos estuvieron
involucrados en su pecado, en razón de ser él
la cabeza representativa.
Aunque la imputación del pecado de
Adán fue inmediata, como se puede comprobar por el
testimonio de los pasajes pertinentes, el juicio de
condenación que recayó sobre Adán, y en
consecuencia sobre todos los hombres en él, se
considera confirmado, en la Escritura, en cuanto a su
justicia y
corrección, por la experiencia moral subsiguiente de
cada hombre. De ese modo, queda ampliamente corroborado Ro.
3.23, que "todos pecaron", por referencia a los pecados
específicos y visibles de judíos y gentiles
(Ro. 1.18–3.8), antes de que Pablo haga referencia
alguna a la imputación en Adán. De manera
similar la Escritura relaciona universalmente el juicio final
del hombre ante Dios con sus "obras", que no alcanzan a
cumplir las exigencias divinas (cf. Mt. 7.21–27; 13.41;
25.31–46; Lc. 3.9; Ro. 2.5–10; Ap.
20.11–14).
El rechazo de esta doctrina no sólo indica
incapacidad de aceptar el testimonio de los pasajes
pertinentes, sino también incapacidad de apreciar la
estrecha relación que existe entre el principio que
gobierna nuestra relación con Adán, y el que
gobierna la operación de Dios en la salvación.
El paralelo entre Adán como primer hombre y Cristo
como último Adán muestra que
la realización de la salvación en Cristo
está basada en el mismo principio operativo que aquel
por medio del cual nos convertimos en pecadores y herederos
de la muerte. La historia de la humanidad queda finalmente
resumida bajo dos complejos: pecado-condenación-muerte
y justicia-justificación-vida. El primero surge de
nuestra unión con Adán; el segundo proviene de
nuestra unión con Cristo. Estas son las dos
órbitas en las que vivimos y nos movemos. El gobierno
de los hombres por parte de Dios se lleva a cabo
Por lo expuesto, es conveniente tener presente esta
realidad espiritual con sus afecciones morales, pues ante tal
situación, la Doctrina de la Salvación se erige
como la acción de Dios en pleno amor y
misericordia con los perdidos.
El pecado nunca consiste simplemente en un acto
voluntario de transgresión. Toda volición surge de
algo que tiene raíces más profundas que la
volición misma. Un acto pecaminoso es la expresión
de un corazón
pecaminoso (cf. Mr. 7.20–23; Pr. 4.23; 23.7). El pecado
siempre ha de incluir, por lo tanto, la perversidad del
corazón, la mente, la disposición, y la
voluntad.
En consecuencia, la imputación del pecado de
Adán a la posteridad debe comprender la
participación en la perversidad, aparte de lo cual
carecería de sentido el pecado de Adán, y su
imputación se convertiría en una
abstracción imposible. Pablo expresa que "por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores" (Ro. 5.19).
La depravación que supone el pecado, y con la
cual todos los hombres llegan al mundo, es por esta
razón consecuencia directa de nuestra solidaridad con
Adán en su pecado "he aquí, en maldad he sido
formado, y en pecado me concibió mi madre" (Sal.
51.5)
El testimonio de la Escritura con respecto a la
capacidad de penetración de dicha depravación es
explícito. Gn. 6.5; 8.21 presenta un caso cerrado. El
mal ha permanecido aun el hombre antes y después del
diluvio (cf. Jer. 17.9–10; Ro. 3.10–18),
Nada menos que un juicio de depravación total
es la clara inferencia de estos pasajes, e. d. que no hay
área o aspecto de la vida humana que quede absuelta de
los sombríos efectos de la condición del hombre
caído, y en consecuencia, no hay área que pudiera
servir de base para la justificación del hombre por
sí mismo frente a Dios y su ley.
La depravación total (total, es decir, en el
sentido de que engloba todo) no es incompatible con el
ejercicio de las virtudes naturales y la promoción de la justicia civil. El hombre
no regenerado todavía está dotado de conciencia,
y la obra de la ley está escrita en su corazón,
de modo que en alguna medida, y en ciertos puntos, cumple sus
requerimientos (Ro. 2.14s).
La inhabilidad se refiere a la incapacidad que
proviene de la naturaleza de la depravación. Si la
depravación es total, e. d. que afecta todos los
aspectos y las áreas de la persona,
entonces la inhabilidad para lo que es bueno y agradable a Dios
también es inclusiva en su referencia.
No podemos cambiar nuestro carácter o actuar en contra de él.
En lo que se refiere a comprensión, el hombre natural no
puede conocer las cosas del Espíritu de Dios, debido a
que se disciernen espiritualmente (1 Co. 2.14). Con respecto a
la obediencia a la ley de Dios, no sólo no está
sujeto a la ley de Dios, sino que no puede estarlo (Ro. 8.7).
Los que están en la carne no pueden agradar a Dios (Ro.
8.8). El mal árbol no puede dar buen fruto (Mt. 7.18).
En cada caso la imposibilidad es innegable. Es nuestro
Señor mismo quien afirma que es imposible tener fe en
él aparte del don del Padre y su llamamiento (Jn. 6.44s,
65). Este testimonio del Señor concuerda con su
insistencia en que aparte del nacimiento sobrenatural de
agua y del
Espíritu nadie puede adquirir una apreciación
inteligente del reino de Dios, ni entrar en él (Jn. 3.3,
5s, 8; cf. Jn. 1.13; 1 Jn. 2.29; 3.9; 4.7; 5.1, 4,
18).
Como el pecado es contra él, Dios no puede
pasarlo por alto o ser indiferente con respecto al mismo. Dios
reacciona inevitablemente contra él. Esta
reacción es, específicamente, su ira. La
frecuencia con que la Escritura menciona la ira de Dios nos
obliga a considerar su realidad y su significado.
El AT emplea diversos términos. En heb.,
<af, en el sentido de "enojo", e intensificado en la
forma h‡roÆn <af para expresar "la
intensidad de la ira de Dios" es muy común (cf. Ex.
4.14; 32.12; Nm. 11.10; 22.22; Jos. 7.1; Job 42.7; Sal. 21.9;
Is. 10.5; Nah. 1.6; Sof. 2.2); heµmaÆ
también es frecuente (cf. Dt. 29.23; Sal. 6.1; 79.6;
90.7; Jer. 7.20; Nah. 1.2); <eb_raÆ (cf. Sal.
78.49; Is. 9.19; 10.6; Ez. 7.19; Os. 5.10) y qesef (cf.
Dt. 29.28; Sal. 38.1; Jer. 32.37; 50.13; Zac. 1.2) se emplean
con suficiente frecuencia como para merecer mención;
za>am también es característico, y
expresa la idea de indignación (cf. Sal. 38.3; 69.24;
78.49; Is. 10.5; Ez. 22.31; Nah. 1.6). Es evidente que el AT
está lleno de referencias a la ira de Dios.
Los términos gr. son orgeµ y thymos, el
primero frecuentemente con referencia a Dios en el NT (cf. Jn.
3.36; Ro. 1.18; 2.5, 8; 3.5; 5.9; 9.22; Ef. 2.3; 5.6; 1 Ts.
1.10; He. 3.11; Ap. 6.17), y el último menos
frecuentemente (cf. Ro. 2.8; Ap. 14.10, 19; 16.1, 19; 19.15;
véase zeµlos en He. 10.27).
La ira de Dios no es una acción de
pasión antojadiza humana, no es una venganza sino una
santa indignación, puesto que en su justo juicio no hay
malicia mas bien una justa detestación, `por ultimo no
debemos limitar la ira de Dios a su voluntad de castigar. La
ira es una manifestación positiva de su
insatisfacción, tan segura como lo es su complacencia
ante lo que le agrada. No debemos privar a Dios lo que nosotros
llamamos emoción. La ira de Dios tiene su paralelo en el
corazón humano, ejemplificado de manera perfecta en
Jesús (cf. Mr. 3.5; 10.14).
La consecuencia de la culpabilidad
del pecado es, por lo tanto, la santa ira de Dios. Como el
pecado nunca es impersonal, sino que existe en las personas, y
es cometido por ellas, la ira Kde Dios consiste en el desagrado
que recae sobre ellas; nosotros somos objeto de ella. El
sentimiento de culpa y el tormento de la conciencia son
reflejo, en nuestro nivel consciente, del desagrado de Dios. La
esencia de la perdición final consistirá en la
aplicación de la indignación de Dios (cf. Is.
30.33; 66.24; Dn. 12.2; Mr. 9.43, 45, 48).
LA MISIÓN
SOTERIOLOGICA DE DIOS EN EL MUNDO
Lección 2
Esta iniciativa de salvación se ha expresado a
través de un plan puesto en
marcha en la eternidad, plan de misión
redentora a favor del hombre caído. Misión de amor
que se ha dado a conocer en este mundo por medio de la obra
redentora en Cristo Jesús. Uno de los versos que nos
revela la magnitud y esplendor de esta misión ágape
es Juan 3:16 el mismo que es comentado en la liturgia Anglicana
como un "evangelio en miniatura" puesto que este
verso es una interpretación precisa y maravillosa de la
misión y mensaje de nuestro Señor.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree no se pierda, sino que tenga vida
eterna"
Su equivalente en el idioma |
ou{tw" ga;r hjgavphsen oJ qeo;" to;n kovsmon, w{ste
to;n uiJo;n to;n monogenh` e[dwken, i{na pa`" oJ pisteuvwn
eij" aujto;n mh; ajpovlhtai ajllÆ e[ch/ zwh;n
aijwvnion.
Exegesis Juan 3:16
a.
Porque de tal manera amó Dios al mundo" lit. "así
demostró Dios su amor":
ga;r: El uso de la conjunción gar
esta muy al estilo de Juan para introducir sus comentarios
(2:25; 4:8; 5:13 etc.)
hjgavphsen, es un aor. En voz activa. Sing. en
3ª persona de agapao. Ama.. Denotando un acto
que demuestra o expresa amor, El aoristo amó implica
la idea de un acto supremo y único de amor; el
objetivo
del amor divino en este pasaje es el mundo. La palabra
denota benevolencia inconquistable y buena voluntad
invencible.
Este mismo termino agapao, se emplea
también del amor de los hombres para con los hombres
(Jn. 13:34), el amor
a este mundo incluye a la totalidad de la raza
humana.
b.
"que ha dado a su Hijo unigénito lit. "llegando a dar
a su unigénito hijo"; Hendriksen[2] traduce
literalmente" "que a su hijo, el unigénito,
dio"
w{ste. La cláusula adverbio indicativo,
tiene el sentido, de tal suerte… que, de modo… que,
aparece en el griego clásico solo cuando indica una
acción con resultados inmediatos, del
presente.
e[dwken, entrego, ha dado, dar , este
término tienen un sentido expiatorio y sacrificial
mas explicito que "envío" y sirve para acentuar el
amor (Gn. 22:2; Hb. 11:17; Mt. 21:33-46¸Mr. 12:1-12;
Lc. 20:1-19) Entregar es mas que enviar como legado, con
misión autentica, y más que encarnar. La
encarnación y la misión quedan aquí
orientadas hacia la redención.
to;n uiJo;n to;n monogenh e[dwkenv, Este termino
no se aplica a su encarnación, sino a su estado
eterno, a su condición de ser singular.
Dios no ha dejado a la humanidad desamparada, su
amor trasciende lo humano de tal forma que dio a su hijo
Unigénito, no solo en la encarnación, sino
también en la muerte y en la
resurrección.
c. No se
pierda, mas tenga vida eterna
Ajpovlhtai, 3ª persona sing., aor.
Subjuntivo, voz media de apollumi. Perder o destruir, esta
cláusula no significa solamente: no pierda la
existencia física; ni tampoco quiere decir: no
sea aniquilado. Como indica el contexto (vr. 17), la
perdición de que habla este versículo se
refiere a la condenación divina, completa y eterna,
de forma que el condenado queda expulsado de la presencia
del Dios de amor y mora en la presencia de un Dios de ira.
Recordemos que perderse es el antónimo de salvarse.
Mas tenga vida eterna: Esta es la vida que
pertenece al futuro, al reino de la gloria, pasa a ser
posesión del creyente aquí y ahora; es decir,
en principio.
La cláusula pa`" oJ pisteuvwn eij"
aujto;n mh;, es una peculiar composición idimatica
con el significado de: ninguno de los que creen se
perderá.
d.
Características del amor salvador de Dios
Autor:
Objetivo: El Mundo (raza
humana).
Medio: Su Hijo (La gracia es la entrega del
hijo motivada por un propósito)
Propósito: Salvación.
1. El orden de
la Salvación
Esta orden de salvación tiene dos estados bien
definidos: La Ley y la Gracia, sin embargo es bueno anotar que
se llama "orden de salvación" al proceso por
el que la salvación se aplica o administra a las
personas que son salvas, este orden nace o surge en Dios, pues
él es quien determina el decreto, el medio del rescate
(la cruz), Dios suministra el ES. la fe justificante, el
arrepentimiento transformante y la perseverancia del creyente,
mientras que el hombre incapaz de aportar por si mismo ninguna
contribución, se limita a extender la mano de la fe y
recibir el don de Cristo que es salvación y vida
eterna
1.1 La
Ley
La Ley[3] tenia una misión:
1.1.1
Poner un alto a la corrupción del corazón humano
(Rom. 7:7)
1.1.2
Manifestar la voluntad divina para con su pueblo en el
orden moral (Ex. 19; 20:24)
1.1.3
Servir de ayo o paidagogos[4]. Gal. 3.24-25,
dice que la ley era nuestro ayo para llevarnos a Cristo…,
ya no estamos bajo el paidagogos mas venida
la fe ya no estamos bajo el paidagogos (VP.
Dice: "la ley se hizo cargo de nosotros, como si
fuéramos niños"). Cuando el apóstol
Pablo hablaba de que la ley era nuestro ayo
(paidagogos) para llevarnos a Cristo, en la
misma frase, afirmaba que la ley era inadecuada e
insatisfactoria, llamada a terminar.
Esta es otra forma de decir que Cristo es el fin
de la ley (Rom. 10:4).
1.1.4
Esta misma ley es la que convence de pecado (Rom.
3:20)
1.1.5
Exacerba el sentido del pecado, por la conocida
reacción Psicológica que nos incita a hacer
lo que se nos prohíbe taxativamente (Rom.
7:7-21).
1.1.6
Muestra la necesidad del evangelio de gracia y del poder
del Espíritu Santo superior a nuestras
fuerzas, par cumplir la ley.
Jesús fue el único que
cumplió lo que no pudo cumplir el hombre poniendo al
amor, el espíritu de Cristo y el evangelio como el
único medio para cumplir la ley, (Rom. 8:3-4;
13:8-10; 1Cor. 9:21; Gal. 5:14; 6:2)
Ps. Arturo Benito San Borja
Lima Perú