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Síntesis de Lilia Trujillo




Enviado por waag62



    1. Alborada de la
      libertad
    2. El retorno de las guerras
      civiles
    3. El régimen
      cacerista
    4. Hacia la pérdida de la
      soberanía
    5. Bajo la férula
      yanqui
    6. A guisa de
      memorias
    7. Balance de una
      época
    8. La era de
      Trujillo

    CAPITULO I

    ALBORADA DE LA LIBERTAD

    La situación económica de la
    República era muy angustiosa a mediados de 1899. Se estaba
    al borde de la bancarrota, con la hacienda exhausta. El capital
    escondíase temeroso y las contínuas emisiones de
    billetes de banco, sin
    respaldo de oro,
    diariamente depreciados, crearon un profundo malestar en las
    regiones del Cibao, orientadoras de la política nacional
    para la época despertando, dormidas rebeldías
    frente al régimen caduco, de peculado y de crimen,
    personificado por Ulises Heureaux.

    No eran los militares formados, sino pequeños
    propietarios cultivadores de la tierra, y
    modesto empleado del comercio
    animado por las nuevas ideas, hombres pasionales y violentos,
    pero honrado y sincero. Deseaban derivar la tiranía y
    poner fin al oprobio del presente.

    Horacio Vásquez un pequeño propietario que
    labraba personalmente su tierra,
    entonces 39 años y solo había actuado en la
    política como figura secundaria. Su continente nombre y
    atractivo y su innato don demandó de mando le ganaron con
    facilidad muchos adeptos inspirándoles una fe ciega en su
    hombría en bien y sus principios.

    Un hombre
    más enérgico, de menos cultura, pero
    igualmente honrado le secundaba: Ramón
    Cáceres, su primo hermano, hijo de Manuel Altagracia
    Cáceres, prestante político asesinado 20
    años antes. Mon Cáceres, cultivaba la tierra y
    traficaba entre Moca, La Vega y Santiago.

    Tres años, todavía no se le conocía
    actividades políticas,
    pero recordaba siempre con dolor, el asesinato de su padre
    atribuido sin razón, a Lilís, perpetrado durante su
    internado en el Colegio del Padre Billini.

    Món Cáceres había organizado la
    conjuración con la localidad, algunos en plena adolescencia.
    Casimiro Cordero, heroico joven llamado a altos destinos y
    malogrado más tarde en las guerras
    civiles, Pablito Arnaud, Vicente y Blas de la Maza, Doroteo
    Rodríguez y los hermanos Ramón y Jacobito de Lara,
    el último de diez y siete años. Todos llenos de
    juveniles entusiasmos se alistaron en el grupo
    tiranicida. José Brache, Secretario de la
    Gobernación, también comprometido, se
    encargó de avisarles el momento oportuno.

    El 26 de julio, Lilís, a las dos de la tarde
    dejó su caballo en el almacén de
    Lara Hermanos y fue despedirse de don Jacobo de Lara, quien,
    desconociendo la conjura, le presentó sus hijos.
    Lilís andaba solo, como de costumbre, tirador excelente
    con la mano izquierda, pues por un balazo, no temía a nada
    ni a nadie, tenía la derecha inutilizada, marchando en los
    combates siempre al frente de sus tropas. Jamás quiso
    aparecer que se cuidaba. Al salir de la casa un mendigo le
    pidió una limosna. Mientras se la daba se acercó
    Món Cáceres, después de ordenar al grupo no
    intervenir en la lucha, sino en el caso de verle sucumbir, pero
    Jacobito de Lara corrió precipitadamente de la tienda de
    su padre y a quema ropa hizo el primer disparo, hiriendo a
    Lilís por la cabeza. Mon Cáceres le atacó de
    frente, disparando repetidas veces. Lilís tiró, ya
    herido de muerte, y
    mató involuntariamente al mendigo, tratando de avanzar
    sobre su agresor. Horacio Vásquez, Por la noche tirotearon
    la casa a donde se velaba el cadáver, cuya mortaja
    cogió fuego al dispersarse los asistentes.

    Horacio Vásquez y Món Cáceres,
    acosados, pero resueltos a no caer vivos en manos de sus
    perseguidores, disolvieron el grupo y se retiraron a los campos
    de San Francisco de Macorís, a ocultarse en la hacienda de
    Tomás Ureña, en la sección de El
    Pozo.

    La hegemonía de Ulises Heureaux había
    durado veinte años. En 1879 se levantaron en armas en Puerto
    Plata el general Gregorio Luperón y él contra
    Cesáreo Guillermo y lo derribaron, quedando triunfante el
    Partido Azul. El Gobierno
    Provisional de Luperón tomó excelentes medidas
    económicas.

    En las elecciones triunfó el Padre Meriño,
    se vio duramente combatido por los rojos (conservadores) y
    asumió la dictadura,
    distinguiéndose Lilís, como Ministro de Interior,
    tanto por su talento y su bravura, como por la fría e
    implacable serenidad con que exterminaba a los prisioneros. Al
    expirar su mandato entrego el mando a su sucesor, de imperecedera
    memoria,
    Francisco Gregorio Billini, y tuvo amplia transigencia para todas
    las opiniones, protegiendo especialmente, como Merifio, la
    instrucción pública, Lilís no ocultaba su
    disgusto ante el nuevo giro de la política y haciendo uso
    de la fuerza militar
    quiso obligar al Presidente a que tomase el viejo camino de las
    represiones; pero éste prefirió renunciar dejando
    un alto ejemplo de civismo

    . Su sucesor, Alejandro Woss y Gil, de talento y
    valor
    reconocidos.

    A partir de 1886 ocupó la Presidencia, hasta su
    muerte en 1899, mediante sucesivas reelecciones, que se
    complacía en presentar como impuestas por el país,
    deseoso de paz y de trabajo. Si
    hubo progreso material bajo su mando y se tendieron líneas
    férreas, fomentándose el cultivo del cacao y del
    café y
    protegiéndose el establecimiento de centrales azucareros
    en el Este, estranguló, en cambio, las
    libertades públicas, extremando paulatinamente las medidas
    tiránicas. Sacrificó en el patíbulo a
    cuantos adversarios no pudo transformar, sobornar con cuantiosas
    dádivas a cuantos podían obstaculizarle. Con esa
    política corruptora desorganizó las finanzas
    nacionales, para enriquecer a sus partidarios y a sus
    queridas.

    Las medidas crueles, se multiplicaron, la sed de honores
    le dominó, aunque jamás alcanzó la
    megalomanía de Trujillo. El oro corría
    pródigamente, la deuda
    pública crecía sin cesar, pues no se pagaban
    intereses, elevándose hasta treinta y tres millones de
    dólares, suma exorbitante para la época. Mal
    administrador
    en todos los aspectos, vio esfumarse también su fortuna
    personal,
    empezando entonces a tomar prestado a los amigos por él
    enriquecidos, quienes llegaron a temerle y a desear secretamente
    cambio un político.

    Lilís recibió al apóstol a
    medía noche, y después de poner una suma en sus
    manos, le condujo hasta la puerta trasera de su residencia,
    diciéndole al despedirse: "El general Heureaux acaba de
    atenderlo y complacerlo, pero procure, señor Martí,
    que el Presidente de la República no lo sepa".

    Ulises Heureaux había nacido en Puerto Plata en
    el año de 1845, tenía, pues, a su muerte, cincuenta
    y cuatro años. De origen humilde, negro de color hizo sus
    primeras armas en la guerra de la
    Restauración a las órdenes del general Gregorio
    Luperón. Participando en el derrocamiento de los Gobiernos
    de Báez, González y Guillermo. Siempre victorioso
    llegó a convertirse en émulo de su viejo jefe, el
    glorioso Luperón, a quien acabó por desterrar.
    Sabiéndolo mas tarde moribundo en la isla de Saint Thomas,
    fue a buscarlo para llevarlo a Puerto Plata, cuidad natal de
    ambos, a morir rodeado de honores. Al llegar le dijo
    Lilís: es la primera vez que un presidente sale de su
    país a buscar a su enemigo, y el héroe le
    contestó sencillamente: era tu deber!

    Su energía, su valor recocido y ensalzado por sus
    propios enemigos, su talento natural, fino y agudo, su sangre
    fría, su grandeza aun en el mal, habrían hecho de
    él un buen presidente extraordinario, si a esas excelentes
    cualidad no hubiera unido una carencia absoluta de sentido
    moral, que al
    servicio de
    una ambición desenfrenada, le hizo cometer
    impávidamente los mas abominables
    crímenes.

    Al morir Ulises Heureaux asumió la Presidencia el
    Vicepresidente general Wenceslao Feguereo. El Gobierno de un mes,
    fue la agonía del lilisismo. Se había enriquecido a
    la sombra del tirano, si participar en sus crueldades. A Manolao,
    sin entusiasmo alguno por la herencia que el
    acaso le había deparado, le faltaron energías para
    despedir a sus viejos compañeros.

    San Francisco de Macorís fue refugio de quienes
    no se sentían garantizados en otros pueblos colocados baja
    la férula de más recios jefes. El 18 de agosto
    entraron Vásquez y Cáceres en San Francisco de
    Macorís con los jóvenes mócanos del 26 de
    julio; el país comenzaba a despertar!

    Después de un corto combate, en que
    pereció el general Andrés Regalado, las fuerzas
    lilisistas se rindieron. El general Horacio Vásquez
    asumió el mando como el Presidente del Gobierno
    Provisional.

    La juventud
    desbordada, se encaminó a las casas de los más
    señalados lilisistas, y las apedrearon, rompiendo los
    cristales, consideraron entonces como artículos de
    ostentación y de lujo. La casa del general Figueres fue
    respetada, bien por su actitud
    conciliadora, bien porque una guardia azuana le
    cuidaba.

    Días después del 5 de Septiembre de 1899,
    desfilaban triunfantes, pro la calle de El Conde, los generales
    Horacio Vásquez y Ramón Cáceres. Flores y
    coronas y laureles llovían sobre los vencedores; todos
    querían conocerlos. Hubo ansias, madres o viudas que se
    precipitaron a besar la mano vengadora de Mon Cáceres. A
    partir de esa fecha, la capital se convirtió en el
    más firme baluarte del horacismo que
    nacía.

    El Gobierno Provisional de Horacio Vásquez hizo
    frente a la crisis
    económica, retirando de la circulación los
    depreciados billetes de Banco, cuya amortización fue decretada en forma
    equitativa.

    Con la supresión del fraude y el
    contrabando,
    merced a la designación de un nuevo personal honrado y
    eficiente, los ingresos fiscales
    aumentaron grandemente.

    Se llamó a Eugenio Maria de Hostos, entonces en
    Mayagüez, para encargársele de la Dirección de la Enseñanza, con beneplácito
    general.

    Los exilados políticos regresaron, entre ellos:
    Juan Isidro Jiménez, que iba a ser electo
    Presidente.

    Las cárceles se vaciaron, aunque no encerraban
    sino personas de poca significación, olvidada en sus
    calabozos por largos años; Lilís, a sus enemigos
    notables o temibles, se los ganaba o los suprimía; a la
    juventud intelectual, que le lanzaba alusiones o velados
    reproches por la prensa, los
    arrestaba por corto tiempo.

    La prensa recobró su libertad,
    perdida desde los días del Gobierno de Billini.

    El general Vásquez, Juan Isidro Jiménez
    electos ambos para el periodo 1899, el 20 de Noviembre
    entregó el mando al Presidente Jiménez,
    después de un ejemplar gobierno de tres meses, de
    reorganización económica y libertad absoluta,
    regresando a sus labranzas cibaeñas.

    Tenía don Juan Isidro Jiménez, al ser
    electo Presidente, cincuenta y cuatro años. Era hijo del
    Manuel de Jiménez, prócer del 27 de Febrero y
    Presidente de la República de 1848 a 1849. Desterrado su
    padre por Santana se domicilió en Haití durante su
    infancia y los
    primeros años de su juventud, conservando una
    pronunciación afrancesada, era hombre de bien. Se
    había dedicado a actividades mercantiles, se le calculaba
    un capital de un millón de dólares. Su firma fue
    declarada en quiebra.
    Arruinado, abandonó el país, dedicándose a
    revolucionar en el exterior, en lo que consumió el resto
    de su fortuna.

    Iniciado en la política después de los
    cincuenta años, carecía de experiencia y de tacto
    para resolver los problemas que
    hubo de afrontar.

    En Congreso, electo por unánime y desinteresada
    selección, ha sido calificado como el
    más notable de la Republica desde su fundación.
    Casi todos eran hombres nuevos en la política.

    Jiménez mantuvo la libertad de su prensa
    implantada por el Gobierno del 26 de Julio. Tirábanse
    numerosos periódicos, adversarios o partidarios de la
    situación imperante.

    La juventud capitaleña no amaba a Jiménez,
    se burlaba de la sincera piedad del Presidente, que
    asistía a misa arrodillado en su reclinatorio y con
    libro de
    oraciones en las manos, se le tildaba de débil, de
    clerical, so sospechaba, sin razón, de su pulcritud en el
    manejo de las cosas publicas, recordándose su larga
    carrera comercial. También se combatía reciamente
    al doctor Francisco Henríquez y Carvajal, Ministro de
    Relaciones Exteriores, cuya influencia era
    predominante.

    En el campo administrativo s abolieron los derechos de exportación, que gravitaban pesadamente
    sobre la economía nacional. El
    cacao, el café y el tabaco, por el
    alza en los mercados
    europeos, se vendieron a muy buenos precios,
    creando bienestar en las regiones cibaeñas. E las
    elecciones de 1914, el alza arrastro millares de votos campesinos
    a favor de la candidatura de Jiménez.

    Tuvo dificultades, desde sus comienzos, con los
    acreedores extranjeros. Mediante una suscripción popular
    se le pagó y los buques franceses se retiraron. El
    Gobierno dominicano, por decreto del 10 de enero de 1901,
    asumió la recaudación directa de esos fondos.
    Entonces, para negociar con los tenedores extranjeros de bonos dominicanos
    y con la mencionada compañía.

    También se juzgaba peligrosa la sula relativa al
    arbitraje;
    pero sobre todo la opinión popular clamaba por su rechazo,
    porque creía que nada se debía a aquella odiada
    compañía americana.

    Hostos, adversa a la Improvement, impulsó a sus
    discípulos a combatir el tratado concretado con ella. Las
    elecciones de 1901 no exigían inscripción previa de
    los votantes y establecía una sola mesa electoral en cada
    Comunidad. La
    mayoría de los capitaleños simpatizaban con Horacio
    Vásquez y en unas elecciones sin fraudes habría
    triunfado ampliamente la candidatura Popular. Estos votos,
    admitidos con la protesta de los lideres de la otra candidatura,
    dieron el triunfo a la oficial; pero ahondaron, haciéndola
    ya definitiva, la división entre Jiménez y
    Vásquez.

    Para poner fin a las interminables disputas fronterizas
    los gobiernos, dominicanos y haitianos, designaron comisiones,
    con el encargo de trazar los limites de ambos países,
    respetando las posesiones actuales, separadas en el Norte por la
    línea del Tratado de Aranjuez. La Cancillería
    haitiana no deseaba un conflicto
    armado y ante la resuelta actitud de los dominicanos dio
    satisfacciones, pero al retirar sus delegados, sin designar
    otros, desistió, de buscar pacifica y amigable
    solución a la vieja disputa de limites.

    La crisis se agravaba por momentos, se decía que
    si Vásquez iba a la Capital lo prendería. Los
    amigos del Presidente presionaban al Vicepresidente para que se
    alzara en armas. Pero Horacio Vásquez vacilaba; un
    día aceptaba el rompimiento; al siguiente desistía
    y quería entrevistarse con Jiménez. Inició
    la insurrección el general Cáceres en Santiago,
    tales procedimientos
    definieron a aquella ciudad como baluarte jimenista, a pesar de
    haberle dado al horacismo sus mejores espadas.

    Jiménez se sintió caído ante la
    fácil derrota de sus partidarios, quiso evitar
    inútiles derramamientos de sangre, el 2 de mayo de 1902.
    Se embarcó para el extranjero acompañado por su
    familia,
    salió pobre y arruinado del mando, como había
    entrado. Ho hubo traición de su parte, como han afirmado
    sus adversarios.

    Desgraciadamente, ambos caudillos, si bien
    intencionados, honrados y austeros, carecían de capacidad
    suficiente para apreciar sus verdaderos intereses y del tacto
    necesario para limar esperanzas.

    CAPITULO II

    EL
    RETORNO DE LAS GUERRAS CIVILES

    Como la acusación de haber incurrido el Gobierno
    anterior en mala administración económica fue un de
    los pretextos invocados por la revolución, y como en el gabinete privaba
    un criterio puritano, se hizo un reajuste del Presupuesto, con
    la supresión de todo cargo inútil. El Presidente
    devengaba trescientos pesos mensuales y los Ministros ciento
    cincuenta. Economizar fondos para un arreglo con los acreedores
    extranjeros, y restablecer nuestro crédito, era el propósito primordial
    de aquel Gobierno.

    El Gobierno contaba en cada ciudad con un grupo de
    jóvenes dispuestos a defenderlo hasta con el sacrificio de
    sus vidas, el país, excepto la capital y Moca, le era
    adverso. Los caciques lilisistas, que contaban con los
    campesinos, a ellos atados por pequeños favores,
    abstuviéronse de intervenir en la política mientras
    Jiménez y Vásquez estuvieron unidos.

    El general Andrés Navarro era Gobernador de Monte
    Cristo. Rico y prodigo, quiso disponer a su antojo de los fondos
    de la
    Administración de Rentas Unidas, cargo de Federico
    Velásquez y Hernández. Navarro fue llamado a la
    capital y destituido.

    Monte Cristo es una región árida, donde
    llueve muy rara vez. Sus habitantes llevan una vida dura y de
    privaciones; cuando la casa comercial de Jiménez estaba
    floreciendo y el mangle y el campeche alcanzaban altos precios en
    los mercados extranjeros, se conocieron días de
    bienestar.

    Los hombres de la región son excelentes
    guerrilleros, caminan a pie sin cansarse larguísimas
    distancias, comen un día, y ayunan otro y se contentan con
    la más escasa y frugal alimentación.

    En La Vega, Pedro Lázala, viejo guerrillero, y
    otos en los campos de Santiago, Salcedo y San Francisco de
    Macorís, secundaron la revuelta noroestana.

    Los partidarios de Jiménez fueron llamados bolos
    y los de Horacio Vásquez, aunque más conocidos como
    horacistas, rabudos, teniendo por símbolo los atributos
    del gallo. Los habitantes de la provincia los favorecían,
    bien ocultándolos, o bien envidiándoles pertrecho y
    recursos. Se
    distinguían en esas actividades doña Emilia
    Jiménez de Rodríguez, doña Amelia Roca Vda.
    Román y doña Ceferina Calderón Vda.
    Chávez, prestigiosas y políticas damas
    noroestanas.

    El Gobierno hizo supremos esfuerzos para debelar la
    revuelta. La revolución, vencida, punto menos que
    invisible, aunque siempre latente, duró ocho meses,
    costando muchas vidas. Los generales horacistas asolaron la
    región a sangre y fuego; pero el Gobierno consumió
    sus mejores energías y gran parte de los recursos
    economizados por don Emiliano.

    El lilisismo, en su empeño de utilizar al
    jimenismo prescindiendo de Jiménez, vio en él su
    caudillo natural, sin pensar que su carácter índole apagaba sus otras
    cualidades. Tenía momentos de energía, larga
    experiencia política, frialdad para la decisión,
    pero pasado de peligro inminente, caía de nuevo en su
    temperamental apatía.

    Los alzados de la capital, con la artillería y
    los abundantes pertrechos de guerra almacenados por Lilís,
    pusieron en disposiciones de combate los viejos fuertes de la
    ciudad: "Santa Bárbara", "San Antón",
    "La Concepción", "El Conde", "San Gil" y "El Almirante,
    atrincherando las boca-calles, abiertas a través de las
    murallas, con tubos de acueducto, barriles de arena y
    alambradas.

    Consternación, miseria y muerte reinaban
    trágicamente, mientras la lucha seguía
    impertérrita, con derroche de infructuoso heroísmo.
    A una parte de los jefes sitiados les parecía
    inútil la resistencia, y
    quisieron buscar un avenimiento honroso que pusiera fin a la
    guerra civil. Pero los jóvenes jefes revolucionarios, como
    Dionisio Frías, que preferían jugarse el todo por
    el todo, rompieron el armisticio, reanudándose, con
    más encarnizamiento, la contienda fratricida.

    El 12 de abril, las tropas francomacorisanas del general
    Pascasio Toribio avanzaron hacia el Fuerte de la
    Concepción y trepando por las aledañas caballerizas
    de la empresa de
    tranvías de traición animal lo tomaron tras brava
    lucha. Iluminando por un inmenso mar de llamas, que contemplaban
    contornados los capitaleños, el combate duró toda
    la noche.

    La ciudad carecía de todo; el 17 de abril
    llegó Aquiles Álvarez a colaborar en el mando con
    Cordero. Blanco, rubio, de ojos azules, de treinta y tres
    años de edad, tenia madera de
    caudillo. Ante las descargas hechas desde los fuertes
    exclamó: "Mis enemigos me saludan porque saben que ha
    llegado un hombre"! Cordero era de su misma edad, de mediana
    estatura, delgado, mestizo y de buena presencia, intelectualmente
    bien dotado. Nadie, desde su fundación por
    Bartolomé Colon, había intentado tomar a sangre y
    fuego la cuidad de Santo Domingo. Confiada en el triunfo de su
    arrojo, al amanecer el 18 de abril se lanzaron al ataque,
    secundados por Antonio Hernández y Eliseo Cabrera.
    Asaltó Cordero la trinchera llamada de Pavón y la
    tomó, recibiendo la muerte al
    querer avanzar por las calles. Aquiles Álvarez
    también pago con su vida al escalar la muralla bajo fuego
    del enemigo, al igual que sus compañeros, heroica muerte.
    Sólo Eliseo Cabrera, Herido en el vientre, pudo llevar la
    noticia del desastre a Horacio Velásquez.

    Hostos, testigo presencial, dice en su Diario: "por
    ahí acaban de pasar el cadáver de Cordero, el joven
    animoso, resuelto y desviado, que yo no pude contener en los
    bancos de la
    clase de
    Sociología, y a quien lloro como un
    extraviado y como a un desventurado".

    En los hospitales se atendía a los heridos, sin
    tomarse en cuenta sus opiniones políticas. Horacio
    Vásquez, hizo propósitos de abandonar para siempre
    la política. En El Pozo, lugar de San Francisco de
    Macorís, se encontró con Mon Cáceres, que
    pretendía reunir nueva fuerzas y marchar hacia la capital.
    Horacio Vásquez le hizo abandonar todo Empeño de
    resistencia difícil por la desmoralización de las
    tropas.

    Ambos caudillos y un grupo de sus partidarios se
    embarcaron por Puerto Plata, rumbo a Cuba, en el
    cañonero Independencia; pero sus honrados
    procedimientos y el desinterés de sus hombres fueron de
    notar.

    El 23 de marzo será siempre una fecha luctuosa en
    la historia de
    nuestras contiendas civiles. El jimenismo abrigaba a ocupar la
    Presidencia Constitucional; pero muy pronto hubo de notarse entre
    los lilisista, autores de la revolución, el
    propósito de elegir a Wons y Gil. Llegó a la
    capital Don Juan Isidro Jiménez, habría triunfado
    con los votos de los campesinos. Convencido de su fracaso, se
    embarcó de nuevo para el extranjero, en espera de mejor
    oportunidad.

    Hubo durante los breves días de aquel Gobierno el
    mayor desorden en las finanzas. No se cometían atropellos,
    existía cierto espíritu de tolerancia; pero
    reinaba el más indigno peculado.

    El 11 de agosto de 1903 murió en la capital el
    gran educacionista antillano, maestro e inspirador de la
    intelectualidad dominicana contemporánea, Eugenio Maria de
    Hostos, llevado al cementerio, sin ceremonia religiosa alguna, en
    hombros de sus discípulos.

    Los jimenistas estaban descontentos por haberse alejado
    a Jiménez, cuando esperaban verle en la Presidencia. Los
    horacista, privados de sus líderes, unos muertos y otros
    en el exilio, esperaban la hora del desquite.

    Carlos F. Morales Languasco, era entonces Gobernador de
    Puerto Plata. Tanto el Este como el Sur se sublevaron.
    Volvió a tronar el cañón, a faltar la
    leche, las
    carnes y las legumbres; pero esta vez la resistencia
    carecía de entusiasmo.

    Wos y Gil, días después salio para el
    exilio. Con su caída quedó muerto para siempre el
    lilisismo. Un soldado llevaba colgada de la carabina la concha de
    una hicotea, no cesando de decir: "Miren como han dejado esta
    gente la jicotea, se la comieron entera". La Presidencia y los
    cargos públicos eran popularmente llamados
    jicoteas.

    El jimenismo contaba con las provincias; pero su rival,
    con la capital, tenia los pertrechos, los dos cañoneros
    "Independencia"
    y "Presidente", y los mas resueltos oficiales. El general
    Morales, acudía a todas partes, pero trataba con crueldad
    a los vencidos.

    En Villa Duarte estableció un campamento
    revolucionario el general Nicolás Arias (Manasa) para
    impedir la entrada en el Ozama a los barcos que aprovisionaban la
    ciudad. Casi dos meses duró el sitio; las provisiones
    encarecioronse extraordinariamente, en medio de la mas completa
    miseria; pero nadie hablaba de rendirse y se enviaban tropas a
    combatir en el Cibao.

    En guerra capturaron a Nicolás Arias y lo
    fusilaron, bajo pretexto de haber provocado el bombardeo de Villa
    Duarte.

    San Pedro de Macorís fue teatro de un
    reñido combate, Luis Tejara asaltó la
    Gobernación, decidiendo el triunfo de los
    suyos.

    Había aun que dominar las provincias de monte
    Cristo, Azua y Barahona y a los numerosos grupos alzados en
    las de Santiago y La Vega.

    Las guerras civiles habían reducido el ideal de
    la revolución del 26 de julio a la aspiración de
    establecer una administración honrada y progresista.
    Morales Languasco, no vacilo en herir sin piedad, en uno de sus
    miembros, a la familia
    Guilloux-Jansen a la que le unieron, en los días de su
    carrera eclesiásticas, fuertes lazos de amistad.

    El nuevo Congreso, integrado pro horacistas, con
    excepción de los diputados de Monte Cristy, cumplió
    con su periodo y observó una actitud independiente. El 19
    de marzo prestó juramento en Presidente Morales, tenia
    entonces treinta siete años. Alto, delgado, blanco, de
    tipo hebreo, sin serlo, y de buena presencia, nunca logro, sin
    embargo, ascendía sobre las masas.

    Morales, públicamente en marzo de 1904, que si
    dominaba la revolución negociaría una
    Convención con los Estados Unidos, para quitar el control de las
    aduanas a los
    partidos
    políticos.

    Los tenedores europeos de bonos de los
    empréstitos de Lilís protestaron, y solicitaron la
    adopción
    de una forma satisfactoria para solventar sus
    acreencias.

    Era evidente que los acreedores europeos
    acudirían a sus respectivos gobiernos para defender sus
    derechos. Demetrio Rodríguez, tenía en
    consideración comprar las acreencias belgas, holandesas e
    italianas, para ocupar las aduanas y controlar el
    país.

    La labor administrativa del gobierno de Morales fue
    honrada y progresista; se empezaron a crear nuevas fuentes de
    ingreso. Independiente de las aduanas. Peligrin Castillo puso
    todo su empeño en crear nuevas escuelas primarias. El
    ayuntamiento procedió al arreglo de las calles y a la
    creación de un matadero. El jimenismo hizo algunas
    intentonas revolucionarias, que fueron reprimidas
    duramente.

    A Cáceres, a quien juzgaban falto de capacidad
    para ser Presidente. Ante la actitud del horacismo vióse
    Morales en la necesidad de pedirle la renuncia,
    sustituyéndolo con el licenciado Andrés J.
    Montolio, bondadoso y austero, pero de apagadas actuaciones.
    Morales, la noche del 24 de Diciembre de 1905, acompañado
    por Enríquez Jiménez, se dirigió en su
    victoria a Haina, donde esperaba gente y pertrechos para seguir
    hasta Azua y reorganizar allí su Gobierno. No halló
    nada de lo prometido. Morales tuvo la desgracia de fracturarse
    una pierna, se vió obligado a refugiarse en una cueva.
    Ruborosa fusiló a algunos campesinos e igual suerte
    habría corrido el Presidente, de haber sido
    capturado.

    Hubo también quienes lo comparecieron, colgando
    la vieja amistad, y se dispusieron a evitar su sacrificio; a
    cambio de su renuncia.

    Después renunciar a la presidencia, se
    embarcó para el extranjero en el buque. El vicepresidente
    Cáceres fue invitado a asumir la presidencia.

    Dos años y un mes había durado el gobierno
    de morales; siete meses con carácter provisional y un
    año y medio de constitucional. Sólo gozaron de
    cierta libertad de prensa para criticarlo, los periodistas del
    partido vencedor; pero encontró el desorden
    económico e implantó el orden. Salió del
    poder tan como
    cuando lo escaló y tuvo que recurrir en el destierro a un
    expendio de frutas para vivir, rasgo que indudablemente lo
    enaltece.

    CAPITULO III

    EL
    RÉGIMEN CACERISTA

    En enero de 1906 encargóse de la presidencia el
    vicepresidente Cáceres. Su gobierno fue durante los dos
    primeros años, Demetrio Rodrigues fue muerto
    después de ocupar parte de la ciudad, defendidas por
    céspedes. De distinguida familia montecristeña,
    rico, educado en Europa, atrayente
    y generoso, sus soldados le adoraban y se hacían matar por
    él. Desiderio Arias, recorrió su
    prestigio.

    El gabinete quedó casi con el mismo personal,
    siendo únicamente sustituido el licenciado Montolio con el
    licenciado Augusto Franco Bido.

    Manuel de Jesús Camacho, improvisado general por
    su coraje y arrojo. Era difícil de agarrar, ocupó
    la ciudad quiso asesinar a varios jefes jimenistas, entre ellos a
    Naney Cepín.

    Para cambio de método,
    nombró gobernador a Ricardo Limardo, bondadoso y
    conciliador, lo escaló sobre la pacificación de la
    Línea Noroestana.

    Meriño es una de las más grandes figuras
    de nuestra historia y ejerció influencia decisiva, con
    Emiliano Tejera y José Gabriel García, depurado
    después de la guerra restauradora. Presidente de la
    República del 1880 a 1882, dedicó sus veinte
    últimos años a practicar la caridad privada,
    agotando en ello todos sus recursos económicos. Le
    sucedió Monseñor Adolfo A. Nouel, Arzobispo Titular
    de Metyna y Coadjutor del arzobispado de Santo Domingo, con
    aceptación del gobierno.

    El espíritu de revuelta, no extinguido
    rescindido. Durante los primeros años del gobierno de
    Cáceres hubo varias intentonas revolucionarias. Se
    destacó en su persecución a Félix Zarzuela,
    murió Lázala, y fueron capturados Enrique y
    Mauricio Jiménez.

    La Improvement & Co. que tenía un fallo
    arbitral a su favor y el derecho de cobrarse preferencialmente
    con las rentas aduaneras.

    Federico Velásquez, al concertar un arreglo con
    los acreedores extranjeros sobre la reducción de las
    deudas y su consolidación en un empréstito
    único, garantizado por la Convención.

    El doctor Hollander, experto financiero, asistió
    a Velásquez en esas gestiones. Entre las que
    negoció el empréstito con Kuhr Loeb & Co. de
    New York por la suma de $20,000,000.00 oro, amortizable en 50
    años y redimirle en 10, como un interés de
    5% anual y prima de 4%.

    Casi todos los acreedores extranjeros recibieron mayores
    sumas de la que habían invertido, pero quedaron saneadas
    nuestras finanzas y el gobierno en condiciones de emprender una
    labor de progresos. Atribuido a su forma personal dimensiones
    exageradas por la forma modesta en la que llevó a cabo,
    tuvo sin duda un remanente de unos RD$40,000, con
    aprobación libre, una labor honrada, eficiente y
    provechosa para la nación.

    La labor administrativa del gobierno de Cáceres
    fue excelente a los contrabandistas, a los indicadores de
    timbres fiscales, a los destiladores que defraudaban al Fisco,
    los presidios sin contemplaciones, sometiéndolos a la
    justicia. Le
    acarreó numerosas enemistades y lo hizo impopular, nos
    gobierno reaccionaron más tarde contra tan grande y
    justicia.

    El presupuesto se cumplió religiosamente, sin
    contar remanente del empréstito, depositado en la Guaranty
    Trust & Co., el gobierno tuvo siempre una reserva, de varios
    centenares de millones de pesos para atenciones
    imprevistas.

    Entre las reformas aceptadas se encontraba la
    abolición de la pena de
    muerte. El poder
    ejecutivo voto las reforma.

    La principales fueron las siguientes: La Constitución de 1896 garantizaba la
    libertad de la industria; la
    de 1908 la del trabajo, industria y comercio. La segunda
    consagró la libertad de conciencia y de
    cultos.

    Al derecho de libre expresión del pensamiento,
    por la palabra o por la imprenta.

    A la inviolabilidad de la correspondencia y papeles
    privados se agregó: "salvo el caso de investigación judicial, en el cual se
    guardará hasta su luto secretos respecto de los asuntos
    ajenos al que se investiga", limitación acertada. El
    derecho de
    propiedad de los inventos.

    Se elevó a precepto constitucional el principio
    jurídico penal "de que nadie puede ser juzgado dos veces
    por una misma causa, libro ligado a declarar en su contra". Los
    delincuentes pueden abstenerse declarar sin que sea apreciada su
    negativa como una presunción de culpabilidad.
    Que no se torture material o moralmente al reo porque, pero que
    no se le garantice su impunidad. Se
    sostuvo la sustracción de la pena de muerte por causas
    políticas.

    El Titulo Tercero, sobre los derechos políticos,
    se dividió entre secciones: una dedicada a la nacionalidad,
    otra a la ciudadanía y la última a la
    naturalización. El constituyente de 1908 creó dos
    Cámaras, una de Diputados y la otra de Senadores, que han
    subsistido hasta el presente.

    El periodo constitucional se elevó a seis
    años, sin suprimirse la reelección. En lo sucesivo
    disminuyendo la autoridad de
    los gobernadores, que a partir de 1924 son meras figuras
    decorativas, desconocedores casi siempre del medio donde
    actúa.

    La extensión del periodo constitucional a seis
    años y la supresión de la vicepresidencia,
    acarrearon funestas consecuencias, que se inició con la
    muerte de Cáceres, y culminó con la
    ocupación militar americana en 1916. Por eso se le viaja
    constantemente aquella Constitución y se reclamaba su
    forma, sin haberle jamás he hecho justicia en cuanto a los
    progresos jurídicos alcanzados con la renovación de
    muchas vetustas instituciones.

    Horacio Vázquez únicamente podía
    disputarle a Cáceres la presidencia, pero hubo de
    convenir, más refinado que complacido, en la
    elección de éste para hubo periodo constitucional.
    Las elecciones se efectuaron en el ambiente de
    semi-libertad de aquellos días porque aparte

    El primero de julio de 1908 se juramentó el
    general Cáceres. Pero, como se consideraban
    condueños de la situación política
    imperante, creíanse visados a ejecutar fusilamientos,
    prisiones, reclutamiento
    y sin exacciones, sin la anuencia del gobierno.

    Cáceres, empezó muy pronto a contenerlos,
    atender quejas justificadas y paulatinamente Zenon Ovando, Zenon
    Toribio, Camacho, Céspedes y otros, fueron separados de
    sus mandos.

    No habría detenidos políticos y los
    exilados regresaron quedando en los extranjeros únicamente
    caudillos militares del jimenismo.

    El Ejército fue organizado bajo la
    dirección del comandante de armas de Santo Domingo,
    Alfredo María Victoria, de indiscutibles dotes de mando y
    ciega adhesión al Presidente, pero extremadamente severo,
    castigando a los soldados por las más ligeras infracciones
    y las ordenanzas militares.

    Dióse comienzo a la inversión de remanente de 6 millones de
    dólares al empréstito. Se inició la construcción de la carretera de la capital
    a San Cristóbal, casi terminada a la muerte de
    Cáceres y la de Moca a La Vega estudiándose el
    trazado de un plan general de
    carreteras. El viejo Palacio fue totalmente
    reconstruido.

    Se fundó una Escuela de
    Agricultura,
    con un profesorado de ingenieros y peritos agrónomos
    traídos de España. Se
    aumentó el número de escuelas primarias,
    duplicándose el alumnado; pero no se le dio gran impuso a
    la enseñanza.

    Cáceres no comprendió que el problema
    básico de nuestras incipientes democracias, lo acabamos de
    decir, es la ignorancia del pueblo, el analfabetismo,
    obstáculos visibles para la implantación definitiva
    de un régimen civilista. Quedó constituida una
    nueva Suprema Corte de Justicia.

    Américo Lou presentó un estrés
    informe de su
    labor, que mereció el aprobación Gobierno
    dominicano, lo que prueba que si los hombres de aquel
    régimen transigía, como un mal inevitable del
    momento, con la injerencia económica de los Estados
    Unidos, no se sentían supeditados a su política
    internacional, si no aguardaban la creación de nuevos
    organismos panamericanos que garantizaran nuestra
    independencia.

    Las relaciones entre Horacio Vázquez y
    Ramón Cáceres se fueron entibiando. En 1911, la
    prosperidad, la paz y una mediana libertad de imprenta y de
    palabra parecían sólidamente
    establecidas.

    Cáceres declaró que se retiraría
    del poder en 1914, señalándose en la prensa y en
    corrillos, con demasiadas premuras, los probables
    candidatos.

    Si bien algunos afirman que, para su desgracia y la del
    país, se inclinaba al continuismo, mientras deudos y
    allegados suyos sostienen lo contrario y, según parece,
    con cierto fundamento. Pero, su muerte faltaban dos años y
    medio para la explicación de su mandato, era muy
    difícil vatricinal, en aquel tiempo, cuál iba a ser
    resolución definitiva.

    Las cárceles estaban vacías de presos
    políticos, desde hacía años. El alcalde del
    19 de noviembre de 1911 fue hasta San Jerónimo con el
    coronel Ramón Pérez, y visitó a don Juan
    Veracruz Alfonseca, a quien le unía una vieja amistad de
    familia.

    Cuando Cáceres regresaba de San Jerónimo,
    Jaimito Mota atravesó su carro a la avenida y salieron
    todos, revólveres en manos, deteniendo la victoria e
    intimidándole la rendición.

    Según parece, Cáceres por el número
    de los asaltantes, se había aprendido. Los disparos de los
    agresores enardecidos continuaron haciendo blanco a él.
    Trataban de secuestrarlo para obligarlo a firmar su renuncia.
    Luis Tejera, alma de la
    trágica jornada, horacista, era un hombre fuerte y
    temperamentalmente recto, pero de mediocre intelecto y descuidada
    instrucción.

    Mon Cáceres, y se temía que su
    carácter violento y apasionado le inclinarían a un
    régimen tiránico, pero sorprendió a todos,
    después de la pacificación de la línea
    noroestana, por su conducta
    conciliadora y justa , y brindado amplias garantías a sus
    contrarios de la víspera. Al morir eso una excelente
    situación financiera. Honrado a cabalidad, labor
    injerencia recogida por su larga familia de diez hijos la
    integraron sus mediocres propiedades rurales, heredada de su
    padre y ensanchadas con su trabajo personal, y una póliza
    de su seguro de vida de
    RD$10,000.

    No dio la completa libertad de los días de
    Billini y de Espaillat, niega que posteriormente implantara
    Horacio Vázquez; pero creo un ambiente de seguridad y de
    confianza. Aquellos con tres, distinguido por su humanidad en las
    guerras civiles, aunque tampoco ninguno de los destacados, con
    excepción de Luis Felipe Vidal, han temido una actitud en
    consonancia con los principios por cuyo amor
    pretendieron haber cometido aquel crimen
    político.

    CAPITULO IV

    HACIA
    LA PÉRDIDA DE LA SOBERANÍA

    A la muerte de Cáceres, el Consejo de Secretario
    de Estado se
    encargó constitucionalmente del Gobierno. Una de las
    primeras herencias, dictadas en el mismo día del entierro
    de Cáceres, fue la prisión de varios prominentes
    políticos horacistas, entre ellos el licenciado
    Leóntes Vázquez, a quien se quiso complicar sin
    fundamento en el crimen de la carretera y de los generales de
    Jesús María céspedes, Benigno
    Céspedes, Quirico Feliu y Manuel de Jesús
    Camacho.

    Velásquez contaba con la mayoría de las
    Cámaras donde, pero para ser electo necesitaba el concurso
    de Alfredo Victoria, progresos desde los primeros momentos
    pareció difícil su elección.

    En el Senado Eladio Victoria salió triunfante por
    cinco votos contra cuatro de Velásquez. Habíase
    iniciado en la alta política como Ministro de Fomento en
    el Gobierno Provisional de Morales, habló también
    la Cartera de Correo y Telégrafos
    después de la renuncia de Bernardo Pichardo. De reducida
    capacidad mental y de carácter pacífico, honrado,
    sin iniciativa para el mal.

    Aquella situación un régimen de fuerza.
    Eladio Victoria dejó a su sobrino la dirección de
    la política. Alfredo Victoria no tenía treinta
    años. Asemejábase más a la de un mozo bien
    puesto, que a la de un militar tallado en la dura escuela de
    cuartel; con energía indomable y feroz había hecho
    sentir el filo de su sable a los pobres soldados
    analfabetos.

    Horacio Vázquez al enterarse de la muerte de
    Cáceres, lloro de dolor, persistía aún en
    él arraigado efecto familiar, junto al recuerdo del 26 de
    julio.

    El 8 de febrero de 1912 recto en la Fortaleza Ozama una
    sublevación militar, encabezada por algunos sargentos y
    secundada por soldados descontentos del duro trato y de la
    férrea disciplina. Al
    llegar Victoria, a pasar de revista a las
    tropas, ordenó los fusilamientos de cuantos habrían
    disparado. Fueron ejecutados, el Aguatico, a la orilla del
    Costaba, 17 soldados.

    Juan Isidro Jiménez decepcionó al
    país y a muchos de sus partidarios al aconsejar, en
    carta
    publicada, apoyar el Gobierno de Victoria; al apoyo Horacio
    Vázquez la insurrección extendiéndose como
    reguero de pólvora. El gobierno se encontraba en
    excelentes condiciones para combatir la revolución,
    contaba con un ejército bien disciplinado, dirigido por
    una Oficialía ruda, fiel hasta la muerte a Alfredo
    Victoria. Las cárceles se llenaron de presos
    políticos.

    Funcionaba secretamente una junta revolucionaria
    compuesta por algunos senadores y otros adversarios del
    Gobierno.

    Horacio Vázquez recogía en Cibao,
    distribuyendo armas en el curso. Organizando mejillas, combinando
    su ataque, cubanos de la vida diariamente, seguido de cerca, pero
    nunca capturado.

    Los recursos y la tropa del gobierno se iban agotando.
    Este julio de 1912 se suspendió el paro de los
    sueldos a los empleados civiles, salvo contadas excepciones, para
    destinarlo todo la guerra civil, que seguía implacable y
    cruel en todas partes, con los acostumbrados fusilamientos, por
    las fuerzas gubernamentales, de centenares de anónimos
    prisioneros de guerra, casi todos haitianos.

    Monseñor Adolfo A. Nouel, grado cuando se le
    doctor en teología, extensa cultura y dotes oratorios,
    digno sucesor del gran Meriño. Poseía una clara
    inteligencia y
    espíritu tolerante y comprensivo.

    En lo físico su figura era majestuosa y atrayente
    a la par; de color blanco, ojos azules, de suave mirar y cabellos
    prematuramente plateados.

    En Horaciomismo, atacaba al régimen caído
    en vehemente campaña periodística y criticaba con
    una actitud al gobierno de Nouel, enrostrándole su mala
    administración. La política de Nouel era cada
    día más vacilante, se hacían nombramientos
    un día y se revocaban el otro para complacer nuevas
    exigencias.

    En el senado se iniciaron debates para la
    selección del nuevo presidente. Se gozaba de la más
    completa libertad de imprenta y de palabras. Se eligió un
    nuevo presidente y resultó ser José Bordas
    Valdés, en aquel entonces de unos 40 años agradable
    y de morales corteses, humanitario con los vencidos. Fue
    gobernador por varias provincias, correcto y progresista
    la.

    No estaba hecho para grandes cosas; por eso su gestión
    presidencial fue una serie de torpezas libertadores que le
    llevaron a un desastroso final.

    La declaración del presidente de que no
    cambiaría a los empleados públicos, designados casi
    todos durante los gobiernos de Victoria y Nouel, aumentó
    el descontento en las filas del horacismo.

    Se lanzó una candidatura integrada por personas
    de buena reputación moral, unidas a la situación
    imperante por nexos personales Lovatón. Nunca gobierno
    alguno mostró mayor torpezas adquiere conciliar dos cosas
    antagónicas: sacar triunfante una candidatura carente de
    respaldo popular y dar elecciones libre, con libertad de prensa y
    de palabras. Los horacistas junto con Velásquez y
    Jiménez, empezaron una activa campaña
    periodística y de mítines, pronunciándose lo
    más violentos discurso
    contra Bordas. Varios jovencitos, recién graduados de
    bachilleres, quienes lanzaron toda clase de ataques contra
    Bordas, llamándole loco y tirano, e indicando el pueblo a
    sacarle de la casa presidencial y encerrarle en el
    manicomio.

    Bordas no se sentía dueño de las tropas
    militares, le servían con tibieza, debido a ser
    velaquista.

    Las elecciones se efectuaron los días 15, 16 y17
    de diciembre.

    El Ministro americano Sullivan, en el que afirmaba no
    haber presenciado en su vida de lesiones más libres. Pero
    más tarde fue enviada una comisión investigar la
    conducta de Sullivan y lo echaron del servicio diplomático
    de su país.

    Estaba Bordas en Santiago, preparándose para
    marchar en la región noroestana, cuando le
    sorprendió el levantamiento de Quirico Feliu y Domingo
    Peguero en Puerto Plata. En su proclama decían los
    sublevados que en la fecha, 13 de abril de 1914, había
    esperado mandato presidencial de aquél, por lo cual
    estaban eximidos de presentarle obediencia y
    fidelidad.

    Los Colegios electorales eligieron a Bordas, presidente
    para el periodo de 1914 a 1920. El proceso
    electoral no pudo concluirse con apariencia de legalidad. No
    se registraron actos de crueldad, con excepción del
    fusilamiento de un infeliz de apellido Brazoban.

    Se ordenaba las ejecuciones en el más libre
    pretexto, con la alegría de las copas y el horror de la
    ciudadanía enmudecida. Las victimas eran pobre negros,
    tales crímenes pasaron inadvertidos en el resto del
    país. El gobierno de Bordas estaba perdido, a pesar de la
    valentía con que luchaban. Bordas propició un
    bombardeo sobre Puerto Plata que ocasionó victimas sobre
    la población civil, el horacismo estaba
    resentido y dispuesto a rechazar toda idea de cooperación
    con el gobierno imperante. Bordas era liberal, temperamental,
    pero poseído de una diabólica ambición,
    burló los procesos
    electorales y llenó las cárceles de presos cuando
    estalló la revolución que él mismo
    había provocado, había sido honrado, incapaz de
    disponer en su provecho de los fondos de la Nación.
    Su gestión gubernativa ha sido, una de las más
    desafortunadas de la vida independiente. No obtuvo beneficio
    alguno del desorden financiero, de todos olvidado, pero por nadie
    molestado.

    El doctor Ramón Báez era hijo de
    Buenaventura Báez, quien había sido presidente de
    la republica en cinco ocasiones, sus opiniones eran jimenistas,
    seleccionó personas a él unidas por vínculos
    de parentescos o de vieja amistad, dictó algunas leyes
    importantes, cuya validez desconoció posteriormente el
    Congreso.

    El horacismo lanzó la candidatura de su caudillo,
    los jimenistas de la del suyo, los amigos de Velásquez le
    proclamaron a su vez candidato, y el legalismo postuló a
    su vez en Azua a Luis Felipe Vidal; por tanto Velásquez
    como Vidal, no tenían probabilidades de triunfar, buscaban
    aliarse con Jiménez o con Vásquez. Adoptaron todos
    un emblema: el horacismo el gallo con la cola, el jimenismo el
    gallo bolo y el velaquismo un toro, para que los campesinos
    analfabetos pudieran conocerlos en el momento de
    votar.

    Entablándose entre ambos bandos una batalla
    campal a trompadas y empujones, por la posición del poder.
    Muchos votantes llegaban a las urnas con la ropa destrozada,
    saliendo electo Presidente don Juan Isidro Jiménez, se
    tuvo mas en cuenta el prestigio entre las masas campesina y el
    concurso financiero, de la capacidad mental o la altura moral. El
    doctor Báez contribuyó en gran manera al triunfo
    del jimenismo, consecuente con sus viejas
    simpatías.

    El 5 de Diciembre de 1914 tomó posesión
    Juan Isidro Jiménez, tenia alrededor de 70 años al
    asumir por segunda vez la presidencia, su intelecto declinaba
    visiblemente. Pero en medio de las torpezas de sus actos supo
    sacar en su oportunidad para renunciar a su alta investidura,
    antes que aceptar el apoyo de fuerzas extranjeras.

    Desiderio Arias carretero en su juventud, de escasa
    instrucción y muy limitada cultura, pero de cierta
    inteligencia natural, debió su elevación a sus
    excepcionales dotes de guerrillero. No amaba, sabía
    alcanzar el enemigo y despistarlo, para vencerlo después
    sin grandes esfuerzo, empleando siempre en la guerra más
    la astucia que el valor. No fue partidario de régimen
    tiránico, fue siempre mal aconsejado.

    No era el poder para Jiménez un lecho de rosas, reinaba en
    las finanzas la mayor desorganización. Las rentas
    producían muy poco. Hubo bastante libertad de
    imprenta.

    Desde los primeros días de la instalación
    del gobierno, nótese la tendencia de Desiderio Arias de
    apoderarse de la Dirección, dejando de lado a
    Jiménez y hostilizando a Velásquez con
    propósito de echarlo del gabinete, había marcadas
    divergencias en el gabinete.

    Los Estados Unidos le
    ofrecían toda la ayuda y las fuerzas necesarias para
    sofocar cualquier revolución o cualquier
    conspiración que pretendiera estorbar la
    administración ordenada del gobierno. Jiménez
    contestó con dignidad
    diciendo: "El gobierno dominicano estima que sus fuerzas son
    suficientes para restablecer el orden cada vez que se altere y no
    tiene, por lo tanto, la necesidad de la espontánea ayuda
    que para ese fin le ofrece el gobierno americano".

    Tras una gestión de cortos meses Jiménez
    fue sustituido por el Ministro de Interior su primo José
    Manuel Jiménez. Se asentó la división entre
    el jimenismo pata blanca, capitaneado por José
    Jiménez, Jacinto B. Peinado y Arturo Logroño y el
    jimenismo pata prieta de Arias y Brache. Los tres primeros meses
    de 1916 transcurrieron en medio de una lucha sorda entre ambos
    bandos por adquirir posiciones.

    En los últimos días de abril de inicio una
    acusación contra el presidente Jiménez, se le
    acusaba, con iniquidad y cinismo sin ejemplo, de
    malversación de fondos públicos, cuando
    precisamente era Desiderio Arias el alma de aquellas comedias,
    quien disponía del dinero de la
    nación como de cosa propia. El licenciado Peregrin
    Castillo, defendió al presidente
    Jiménez.

    El presidente Jiménez se retiró a
    Cambelén, rodeado del respeto de los
    suyos, confiando en el fallo de la historia. Pobre
    ascendió a la presidencia y pobre descendió de ella
    como todos los presidentes que le presidieron, a partir de la
    muerte de Lilís, y como todos los que le hasta que
    Trujillo restableció, superándolo en
    crímenes y robos, el régimen de abyección y
    depotismo de aquel hombre siniestro.

    CAPITULO V

    BAJO LA
    FÉRULA YANQUI

    Los Secretarios De Estados quisieron abandonar sus
    carteras la noche de la renuncia de Jiménez, desistiendo
    de hacerlo ante la advertencia del ministro Rusell de que
    acarrearía el nombramiento de un gobernador militar
    americano.

    Desde la entrada triunfal del ejército
    restaurador en 1865, ninguna fuerza extranjera había
    penetrado en la capital.

    El ayuntamiento creo, para sostener el orden, una
    policía bajo la dirección del licenciado Francisco
    J. Peynado. Las fuerzas americanas entraron en la capital al
    amanecer del 15 de mayo, con todas las precauciones necesarias
    para aplastar cualquier resistencia sorpresiva.

    Los americanos dejaron de actuar libremente al consejo
    de secretario. En cambio pidiéronle al Congreso el
    aplazamiento de la elección del presidente interino hasta
    tanto se restableciera la normalidad. Un mes después, el
    16 de junio, el Receptor General de las aduanas se incautó
    de las rentas internas, quedando todas las finanzas bajo el
    control extranjero. La nación entera reacciono adolorida e
    indignada, ante la invasión extrajera.

    Los secretarios de manifestaron que la revisión
    de Desiderio debía ser el primer paso en ese sentido y
    sostuvieron la necesidad de disolver las cámaras, cuya
    actitud revolucionaria había contribuido en la
    caótica situación reinante.

    Todo fue inútil, dominaron la superioridad del
    armamento y el entrenamiento
    militar de los marinos, pero no sin experimentar ellos algunas
    bajas. Horacio Vázquez, Juan Isidro Jiménez,
    Federico Velásquez, los Henríquez y Carvajal y el
    arzobispo Nouel, aconsejaron cesar la resistencia armada,
    manifiestamente inútil, y confiar en el triunfo de nuestro
    derecho todavía hay quienes opinan que debieron repetirse
    las epopeyas de la Independencia y de la Restauración a,
    sin detenerse a meditar en nuestra notoria incapacidad de
    oponernos, con armas anticuadas y sin organización militar alguna, a las fuerzas
    aplastantes de los Estados Unidos.

    Llegóse a un acuerdo para elegir presidente
    interino al doctor Federico Henríquez y Carvajal, reusando
    aquel honor.

    Después de fracasado la candidatura del
    licenciado Jacinto R. de Castro, se convino en elegir al doctor
    Francisco Henríquez y Carvajal dándole, cinco meses
    para convocar elecciones.

    El 31 de julio llego a la capital el nuevo presidente,
    el pueblo puso toda su fe en él, sus responsabilidades
    eran inmensas, su gestión interna careció de
    altura, cometiendo el error de aconsejar en una circular, la
    reorganización del jimenismo. Supo cumplir con sus deberes
    y honró la confianza en él depositada pues su
    actitud sin flaqueza le da derecho, a la gratitud de la
    nación.

    El gobierno dominicano sometió un plan de
    reorganización progresiva del país. Las relaciones
    con los Estados Unidos no mejoraban. Se estaba cada día
    más distante de una solución amigable. Ni siquiera
    se guardó la mas elemental cortesía con el
    mandatario dominicano, despojándolo de sus funciones contra
    todo derecho, en virtud de las instrucciones del presidente
    Wilson, quien aquellos mismos momentos se presentaba la Europa en
    armas como defensor de los pueblos oprimidos

    Knapp, capitán de la marina de los Estados
    Unidos, "declaró y proclamo, a todos los que le interese
    que la Republica
    Dominicana queda por la presente puesta en un estado de
    ocupación militar por las fuerzas bajo mi mando, y queda
    sometida al gobierno militar y al ejercicio de la ley militar,
    aplicable a tal ocupación. No es emprendida con
    propósito, de destruir la soberanía de la Republica Dominicana, sino,
    al contrario, es la intención ayudar a ese país.
    Invoco a todos los ciudadanos dominicanos a cooperar con las
    fuerzas de los Estados Unidos en ocupación, con el fin de
    que sus gestiones sean prontamente realizadas y que el
    país sea restaurado al orden y la
    tranquilidad".

    Con tal motivo, mi gobierno me ordena notificar por el
    digno órgano de usted, lo siguiente:

    1° Que el gobierno de la Republica Dominicana no
    tiene ahora, ni ha tenido nunca la intención de dejar las
    obligaciones
    de dejar que le impone la convención dominico-americano el
    08 de Febrero de 1907.

    2° Que el gobierno dominicano no tiene
    interés en buscar excusa a ninguno de los malos
    procedimientos, políticos y administrativos que
    engendraron en la Republica una situación satisfactoria,
    se ha venido parando puntualmente y por el mismo método
    podrá pagarse el resto.

    Desgraciadamente, la protesta dominicana no tuvo eco en
    los pueblos hermanos del continente, no prestaron atención al caso. La prensa
    enmudeció por la censura. El Dr. Francisco
    Henríquez y Carvajal salio al extranjero a reclamar la
    injusticia cometida y hacer oír nuestra protesta en todas
    partes.

    Había que resignarse a esperar
    pacíficamente la finalización del conflicto
    Europeo. En congreso nacional quedó disuelto, tres
    decretos se dictaron el mismo 29 de Noviembre como complemento de
    la proclama. Se prohibió el porte y posesión de
    armas de fuego, municiones y explosivos a todas las personas que
    no formaran parte de la fuerza de la ocupación, se
    estableció la censura de prensa, se castigaba la
    impresión o distribución de propagandas contrarias a la
    ocupación y la circulación de periódicos
    extranjeros que la contuvieran. Queríase ocultar con el
    mas completo silencio el atropello perpetrado contra el
    pueblo.

    Por el tercero, se anunciaba la reanudación de
    los pagos previsto, en el Presupuesto previsto, interrumpido
    desde el 18 de agosto de 1916,

    La gestión del contralmirante Knapp se
    caracterizó por su rectitud en el manejo de los fondos y
    por su severidad en la represión del levantamiento en el
    Este y en el Cibao. Se creo un cuerpo de espionaje con el
    paradójico nombre de Servicio de Inteligencia, integrado
    por sus fetos capaces de todas las infamias. Los llamados
    gatilleros del este, cuando detenían un individuo
    sospechoso le hacían pronunciar una serie de palabras con
    rr, para ahorcar los si por la forma de pronunciar esa letra lo
    identificaban como puertorriqueño, los del Servicio de
    Inteligencia, hacia cuentas nunca
    pagadas por no atreverse a cobrarlas. El enganche a este servicio
    era por dos años, con facultad de reenganche.

    En los años de la ocupación hubo gran
    prosperidad económica. En la guerra mundial
    hizo subir los precios de los productos de
    exportación. El presupuesto nacional, se elevó a
    11,601,000 dólares en 1921, aunque por la crisis de aquel
    año no pudo cumplirse en su totalidad, se rebajaron las
    tarifas de importación, industria desaparecieron
    totalmente, hasta que un gobierno dominicana, el de Horacio
    Vázquez le dio nuevamente protección.

    Al terminar su gestión el gobierno militar, en
    octubre de 1922, dejaba a cargo de la república dos
    empréstitos. Durante los años de su gestión
    se redimió gran parte del empréstitos de 1908 y
    totalmente el de 1,500,000 dólares contratado por el
    gobierno de Nouel.

    El gobierno militar inauguró en 1922 la carretera
    del Cibao, llamada Duarte, con una trayectoria de 292
    kilómetros.

    La intrusión pública recibió un
    extraordinario impulso. No las secundarias y la universitaria, si
    no las primarias, sus atribuciones fueron estudiar y suministrar
    un informe con respecto a las condiciones en que actualmente se
    encontraba la institución pública.

    Se impuso a los padres, tutores o guardianes de niños
    de ambos sexos, de edad entre los 6 y14 años la
    obligación de inscribirlo en una escuela primaria y
    hacerlos asistir a ellas durante las horas destinadas a la
    enseñanza, la y la institución primaria se
    declaró gratuita y obligatoria. El presupuesto de
    instrucción alcanzó en 1921 1,130,000
    dólares, cifra no igualada hasta el presente. Al terminar
    su gestión el gobierno militar, en octubre de 1922, el
    número de las escuelas era más reducido que al
    empezar.

    Se prohibió la prostitución, se creó hábitos
    de limpieza y respecto a las leyes sanitarias, conservados a
    partir de entonces.

    Se recogieron y expulsaron los haitianos, entrados
    clandestinamente; aquéllos, sin medios de vida
    en su patria, cruzaban de nuevo la frontera en
    busca de un pedazo de tierra para hacer un conuco y plantar una
    miserable choza.

    Trujillo, para poner fin a este problema ordenó,
    una noche de orgía, la muerte de los haitianos radicados
    en nuestro suelo.

    El gobierno militar ordenó mediante la ley 168,
    que el padre primer término y la madre después,
    están obligados a sostener de un todo a sus hijos menores,
    hayan o no nacidos dentro del matrimonio.

    Quienes faltar en esta obligación,
    sufrirían una pena no menor de un año, ni mayor de
    2 prisión correccional, sin derecho a la
    apelación.

    En medio de la población amedrentara y
    silenciosa. Aquellos métodos
    criminales habrían de servir de norma, años
    después, a Trujillo para sentar su dominación.
    Pasaron de 300 las ejecuciones, siendo todas las víctimas
    previamente torturados.

    A GUISA
    DE MEMORIAS

    CAPITULO I

    EN BUSCA DE
    LIBERACIÓN

    PARTE SEGUNDA

    El país gozaba de paz material, fue a
    París el doctor Henríquez Carvajal a demandar ante
    la conferencia de
    Versalle la restauración de nuestra independencia; pero a
    pesar de haber llamado a todas las puertas resultaron
    inútiles, la voz de un pueblo del Caribe no podía
    ser oídas sin ofender a Wilson.

    El país empezaba agitarse, desaprobaron el plan
    de desocupación gradual, propuesto por Max
    Enrique Ureña. A partir de noviembre de 1919, se
    comenzaron a publicar artículos contra la
    ocupación, reclamando la devolución de nuestra
    soberanía, de Washington dieron instrucciones de abolir la
    censura, pero se fijaron penas para quien publicar
    artículos "hostiles al gobierno de los Estados Unidos",
    muchos periodistas fueron reducidos a prisión y sometidos
    a juicios militares.

    Parecía incompatible la restauración del
    gobierno nacional con la subsistencia de la ocupación
    militar, pues los dominicanos no estaban dispuestos a aceptar una
    situación similar a la de, después de haber
    soportado cuatro años para no caer en ella.
    Reconocía que era inaplicable ya que su plan de
    restauración gradual.

    El 24 de diciembre de 1920 se publicó la proclama
    conocida como el plan Wilson, el cual decía; que
    había llegado el momento de iniciar el proceso mediante el
    cual los Estados Unidos se desprendía rápidamente
    de las responsabilidades asumidas en relación con los
    asuntos dominicanos. Este plan fue rechazado por la inmensa
    mayoría de los dominicanos. Todos insistieron en el pueblo
    dominicano quería recuperar su soberanía e
    independencia sin cortapisas de ningún género. Se
    comprobaron los crímenes y desfalco cometidos.

    El doctor Henríquez, reclamó la
    desocupación, pura y simple, del territorio nacional y la
    reintegración del gobierno dominicanos. El 13 de
    septiembre de 1922 se publicó el tratado de
    evacuación concertado lo siguiente:

    1° Anuncio por el gobierno militar de que instalara
    un gobierno provisional, su elección se llevará a
    cabo sin la intervención del gobierno militar, el gobierno
    militar entregará a ese gobierno el Palacio Nacional. El 3
    de octubre de 1922 se designó al señor Juan
    Bautista Vicini Burgos, quien asumió el cargo. Se iniciaba
    la fase final de la intervención.

    CAPITULO II

    EL RESURGIR DE LA
    SOBERANÍA

    Juan Bautista Vicini Burgos era hijos del millonario
    italiano Juan Bautista Vicini. No había sido
    político jamás, estudió economía.
    Candidato insospechable de partidarismo. El gabinete del
    presidente Vicini Burgos estaba compuesto de hombres honrados y
    de buena reputación moral.

    Predominaba entre sus adeptos los profesionales y en
    cada provincia contaba con activos
    dirigentes, entre los campesinos carecía de
    simpatía.

    En agosto de 1923, los partidos nacionales y
    progresistas resolvieron aliarse, y postular a general Horacio
    Vázquez para la presidencia y a don Federico
    Velásquez para la vicepresidencia. Se fijo como fecha de
    las elecciones el 15 de marzo de 1924, la votación fue
    nutrida y correcta.

    El prestigio personal de Horacio Vázquez
    alcanzaba entonces proposiciones no igualadas en la historia
    dominicana. Los votos a favor de Horacio Vázquez pasaron
    de 100,000, lo de sus adversarios, Peynado, no rebasaron los
    50,000.

    Se pronunciaron unas series de derechos individuales
    entre ellos "la inviolabilidad de la vida. No podrá
    imponerse la pena de muerte, ni otras pena que implique
    pérdida de la integridad física". Todos los
    nacidos en nuestro territorio eran dominicana, sea cual fuese la
    nacionalidad
    de sus padres. Se adoptó el criterio de no hacer
    dominicano contra su voluntad.

    El período de los senadores fue reducido de seis
    a cuatro años. Se redujo a cuatro años el periodo
    de la presidencia y se prohibió la reelección, se
    dispuso que los casos de falta temporal o definitiva del
    Presidente y el vicepresidente de la república, no
    sustituiría el presidente de la Suprema Corte de la
    Justicia.

    Dio el 16 de agosto de 1924 como fecha para empezar el
    período constitucional del presidente de la
    república y los demás funcionarios de
    carácter electivo. La nueva constitución fue
    proclamada el 13 de junio de 1924. Se reunieron los colegios
    electorales y eligieron presidente de la república a
    general Horacio Vázquez y vicepresidente a don Federico
    Velásquez.

    Terminaba el gobierno provisional. Su presidente Juan
    Bautista Vicini Burgos, no jugó un papel preponderante en
    el proceso del desarrollo
    eleccionario, ni en la redacción de los decretos dictados, pero
    cumplió honestamente su misión y a
    satisfacción del pueblo dominicano.

    CAPITULO III

    ENSAYO DEMOCRACIA

    Horacio Vázquez prestó juramento en la
    mañana. La capital mostrábase desbordante de
    alegría. Morales había hecho una rápida
    carrera política, tenía treinta años. Su
    actuación fue honrada, combatiendo en primera línea
    la ignominia Trujillista.

    Con Horacio Vázquez en la presidencia de
    satisfacían los anhelos de una generación, antes de
    gozar de implantar la democracia;
    conservaba la figura arrogante y esto del hombre demandó,
    hombre honrado y bien inspirado de los días del
    tiranicidio. Había aprendido a disimular, a tomar
    decisiones con calculadora frialdad político, a sacrificar
    los afectos de los intereses. No buscaba placeres ni riqueza, ni
    tenía venganza que saciar.

    Al final del mes de agosto de 1924 no había en
    piedras y aguas dominicanas, ni un marino ni un buque de guerra
    estadounidense. El plan Hughes-Peynado quedaba cumplido a
    cabalidad, carecíase, en fin, de recursos
    económicos para iniciar labor alguna de
    provecho.

    A la caída de Horacio Vázquez, en 1930,
    habíase cancelado el empréstito de 1908 y nuestra
    deuda pública alcanzaba a unos 16 millones de
    dólares. Todos los empleados norteamericanos fueron
    sustituidos por dominicanos.

    No había presos por delitos
    políticos o de prensa, no había exiliados, no
    había perseguidos, se hablaba libremente encontrar el
    régimen, aún en presencia de sus partidarios. Los
    adversarios transitaban sin tropiezos.

    Los fondos del empréstito se destinaron a obras
    públicas. Las carreteras, los puentes fueron sustituidos
    por obras de cemento
    armado..

    La población un aumentaba con rapidez. En 430
    años no había sido posible dotarlas de acueductos,
    el gobierno resolvió esa necesidad. Se comentaron los
    cultivos de arroz, del maíz, de
    las frutas y las habichuelas. Se importaron nuevas maquinarias
    para fabricar azúcar.
    Se construyó el hospital Padre Billini.

    Horacio Vázquez reabrió las escuelas,
    constituyó como única fuerza publica la
    Policía Nacional dominicana, la comandaba el coronel
    Buenaventura Cabral, militar carente de dotes de mando y
    carácter. No se confiaba en las energías de Cabral
    se colocó a su lado a Simón Díaz, tercer
    cuarto militar del presidente. El 22 de junio de 1925
    nombróse coronel comandante de ese cuerpo a Rafael
    Leónidas Trujillo. Fue el paso más funesto que pudo
    dar Horacio Vázquez.

    Trujillo había nacido en San Cristóbal, a
    30 kilómetros de la capital. Su padre José Trujillo
    Valdez, era hijos de Siberia Valdez, mujer de feroces
    instintos, organizadora de crímenes en los seis
    años de Báez. El hijo de aquella unión de
    tigres fue un hombre vulgar. Se casó con Julia Molina y
    tuvieron 11 hijos, en el ambiente de la pequeña clase
    media.

    Trujillo nació en 1891, su tío
    Teódulo Pina Chevalier, jefe del servicio de inteligencia
    de la Guardia Nacional dominicana, consiguió, en diciembre
    de 1918, engancharon en el cuerpo, en 1919 lo hicieron segundo
    teniente.

    Se le acusa de haber violado una niña en la
    iglesia
    parroquial de Los Llanos.

    A instalarse el gobierno provisional de Vicini Burgos,
    fue ascendido a capitán. Tenía dotes de mando. Era
    horacista como su padre y sus hermanos. El gobierno de Horacio
    Vázquez lo ascendió el 16 de diciembre de 1924 a
    teniente coronel, 2° jefe del cuerpo, luego fue ascendido a
    general de brigada, con el mando en jefe. Con el trabajo de
    los presos criminales en su finca, con filtraciones en las sumas
    destinadas al sostenimiento del ejército, y otras
    ilícitas ganancias, iba creándose
    rápidamente una fortuna.

    El general Vázquez no quería disgustar a
    Trujillo, por creer ciegamente en su fidelidad, encargó a
    los diputados de examinar la contabilidad
    del ejército, donde naturalmente no podía hallarse
    la explicación de los fraudes y todo siguió
    igual.

    En 1927 el cacao, el café y nuestros otros
    productos alcanzaron de nuevo altísimos precios en el que
    al final.

    El 16 de agosto de 1928 se reunió la Asamblea
    Nacional para nombrar un Vicepresidente, al doctor
    Alfonseca.

    Horacio Vázquez. Reconocía los
    méritos que Alfonseca, le tenía indiscutible a
    retos por su fidelidad y adhesión de treinta años.
    Se veía crecer diariamente la influencia de Trujillo, en
    camino de dominarse Alfonseca se alejaba del gobierno y un sector
    importante del partido lo seguía, pues el ejército
    estaba cada día más controlado por su
    jefe.

    Horacio Vázquez, imposibilitado por la edad de
    pensar en una segunda reelección, se sentiría
    inclinado a separar del mando militar a quien constituía
    ya un peligro para la nación.

    Horacio Vázquez se encontraba enfermo, su estado
    se agravó rápidamente. Mientras Horacio
    Vázquez se debatía en Baltimore entre la vida y la
    muerte, Trujillo se preparaba para adueñarse de las
    fuerzas del poder sido último acaecía.

    Los líderes de la oposición, con la
    honrosa excepción de Vázquez, no medían ni
    las ambiciones, ni el temple, ni la inteligencia de aquel
    siniestro personaje.

    Vázquez regresó de Baltimore el 5 de enero
    de 1930 en estado de casi invalides, don Horacio se
    sentiría deprimido, no de temor, sino por su responsabilidad moral en haber dado lugar al
    lanzamiento con su ciega comparece Trujillo.

    El general Vázquez, en un último intento
    de salvar al país de un trágico destino,
    recibió nombrar al mismo Estrella Ureña, Ministro
    de Interior y Policía, para que, por renuncia del
    presidente y del vicepresidente, asumiera la
    presidencia.

    Entre marzo de 1930, un juramento Estrella Ureña
    como encargado del gobierno.

    La falta más grave cometida por Horacio
    Vázquez consistió, en no oír a cuánto
    se oponían al predominio militar de Trujillo.

    CAPITULO IV

    EN LA ANTESALA DEL
    ABISMO

    Trujillo hacía y deshacía. Horacio
    Vázquez regresó a contemplar el desconcierto
    reinante en su antiguo partido y la resolución de Trujillo
    de adueñarse del poder en cualquier forma, abrumado por su
    responsabilidad en cuanto acaecía, provocó un
    entendido con Velásquez se concertó una nueva
    alianza nacional progresista para postular a este último
    como candidato de la república y Ángel Morales para
    la vicepresidencia.

    "La 42", una pandilla integrada por facinerosos de
    siniestra fama, al servicio de Trujillo, empezaba a coaccionar el
    pueblo, encargándose de sembrar el terror.

    El 16 de mayo de 1930 se efectuaron las elecciones.
    Salieron electos, sin votos en contra, Trujillo, Estrella
    Ureña y todos los candidatos para senadores, diputados,
    regidores y síndicos de la confederación. La Junta
    Central Electoral, dio apariencia de legalidad a aquella
    falsa.

    El 16 de agosto de 1930, tomó posesión de
    la presidencia Rafael Leónidas Trujillo en medio de
    grandes festivales. ¡Habríamos sucumbido! Estrella
    Ureña pudo intentar un golpe de estado, matando o
    prendiendo a Trujillo de sorpresa en la mansión; pero
    tenía sin duda que los suyos fueron exterminados sin
    compasión en caso de fracaso.

    PARTE TERCERA

    BALANCE
    DE UNA ÉPOCA

    CAPITULO I

    EN LO INTELECTUAL

    La vida intelectual en Santo Domingo había
    deslizado. La real y Pontificia Universidad de
    Santo Tomás de
    Aquino quedó clausurada. En los 22 años
    siguientes toda actividad intelectual desapareció, se
    carecía de profesores; vivíase sólo la vida
    de los campamentos guerrilleros. Ellos no obstante, en esos
    tiempos aparecen los primeros intelectuales
    genuinamente dominicanos, cultivadores de las bellas
    letras.

    Cerrada nuestra universidad en 1822, carecíamos
    de hombres presidencia durante varios años. Médicos
    españoles, venezolanos y puertorriqueños, fueron
    los maestros de los primeros galenos dominicanos. En 1880 Eugenio
    María de Hostos, abrió sus puertas a la escuela
    normal de Santo Domingo hízose de una vasta cultura
    filosófica, jurídica y literaria, faltaban
    profesores, faltaban materiales,
    faltaban todo, pero rebozaba el entusiasmo, sobraba el idealismo y
    existía en su alma vocación de maestro dotes de
    pedagogo. Los hostosianos sobresalieron más en el derecho,
    en las ciencias
    sociales, en la medicina que
    en las actividades literarias.

    La vida intelectual dominicana alcanzó su mayor
    esplendor de 1899 a 1903, años de libertad implantada por
    la revolución del 26 de julio. Pero cuando se
    restableció la democracia de la dominicana se hacía
    esperar un renacimiento
    intelectual.

    CAPITULO II

    EN ECONÓMICO Y LO
    SOCIAL

    A partir de 1880 se establecieron las centrales
    azucareras en los alrededores de la capital y en San Pedro de
    Macorís, se sustituyendo con cultivos agrícolas la
    crianza libre, que alimentaron la economía. El comercio,
    lo monopolizaba unas cuantas firmas, casi todas
    extranjeras.

    El oro circulaba en abundancia en la era lilisista,
    gastados por el propio presidente y sus secuaces.

    El gobierno provisional de Horacio Vázquez fue un
    periodo de reajustes, de severa austeridad hacendísticas.
    Había que afrontar serios problemas para liquidar el
    pasaje, se estimuló la siembra de arroz, a partir de 1920
    se extendió la siembra de arroz. Las guerras civiles
    entorpecieron muy poco nuestro desarrollo
    económico.

    CAPITULO III

    EN LO POLÍTICO

    Ningún presidente, en el período
    comprendido entre 1989 a 1930, se hizo culpable de peculado, ni
    valióse de mando para enriquecerse. Se seguía una
    conducta austera. A ningún presidente de la época
    no se le pidió aprovechar su posición para
    procurarse aventuras amorosas.

    Horacio Vázquez, se negó a firmar la
    petición de la reelección de Trujillo. El caudillo
    murió sólo en su retiro, arrepentido de haberse
    querido reelegir y de haber dado lugar, con sus errores, aquel
    Trujillo se adueñara del mando.

    Los hombres de valer, guardaban silencio resignado y
    sobrio, a en espera de la muerte; son hombres vencidos y la pobre
    juventud desorientada, sin maestro, sin porvenir y sin ilusiones,
    va paulatinamente sucumbiendo.

    PARTE CUARTA

    LA ERA DE
    TRUJILLO

    CAPITULO I

    EL TERROR

    El procedimiento
    favorito del generalísimo es matar de sorpresa y a
    centenares de ciudadanos, cuyo único delito
    consistió en estar señalados como enemigos del
    régimen. El carro de la muerte sustituido después
    por el moderno paseo, menos espectacular. Cuando recibían
    órdenes de matar a una persona lo
    invitaban y obligaban a montarse en su automóvil,
    arrojaban el cadáver por algún barranco.

    Wenceslao Guerrero quiso liberar a Santo Domingo de su
    verdugo, fue a prisión, su dio la fractura de las piernas
    y los brazos. Después lo fusilaron, con varios coacusados
    más igualmente atormentados, se le azotaba, colgados del
    techo y atados por las manos, hasta dejarlos sin conocimiento.

    Los adversarios y enemigos del generalísimo no
    pueden experimentar una sensación de seguridad, ni en el
    exilio. Allí también hay desconocidos. Trujillo
    también ordenó la matanza de 15,000 hombres entre
    ellos mujeres y niños radicados en el territorio
    dominicano, casi todos fueron ejecutados con machetes. Se les
    obligaba, antes de sacrificar, acabar su propia fosa. Hubo
    soldados enloquecieron más tarde a recordar constantemente
    los ayes desesperados de las víctimas, algunas de las
    cuales pedían la muerte para ellos, pero el perdón
    para sus mujeres y sus hijos. Las órdenes del
    generalísimo eran inflexibles: no había derecho
    compasión, y porque era una forma de traicionar. Nadie
    podía negarse a cumplir sus órdenes, sin poner en
    peligro la vida. Los hermanos sufridos y primos de Trujillo
    ingresaron en 1930 en el servicio militar. Trujillo los
    complacía en todo, mientras le eran fieles.

    El país quedó totalmente desarmado. La
    importación y ventas de
    explosivos está igualmente prohibida, Trujillo contaba con
    matones profesionales, con capacidad para descubrir al enemigo
    declarado, al enemigo potencial. Procede con rapidez e
    inflexibilidad a suprimirlo. En su finca acumuló armas y
    pertrechos, atrajo algunos matones y preparó un atentado
    contra su hermano. Quien ose en la República Dominicana
    oponerse al menor deseo del generalísimo, sabe
    perfectamente el precio que
    pagar. Por eso todos esperan lo inesperado.

    CAPITULO II

    LA EXTORSIÓN
    ECONÓMICA

    Rafael Leónidas Trujillo y yo y sus seis
    hermanos, se han convertido en propietario de las mejores
    haciendas agropecuarias del país cada uno tiene dos o tres
    pilares benefactor pasa de la docena. La adquisición se ha
    realizado por medio de la violencia en
    la mayoría de los casos, fijan el precio antojo. Los
    criadores están arruinado y endeudados, sus haciendas
    irán cayendo, la cantidad pagada al agricultor no le
    alcanza a cubrir los gastos.
    Sólo los ingenios azucareros funcionaban les portaban
    libremente. Pertenecen casi todos a poderosas
    compañías americanas. La azúcar se vende,
    sin competidores, doblando el precio.

    El benefactor adquirió una imprenta, dotadas de
    modernicemos equipos, y fundó La Nación.

    Miserable ha sido en todo tiempo la condición del
    padre de familia dominicano atado a un cargo público
    secundario. La primera ocasión de aumentar su fortuna al
    amparo del poder,
    se la deparó la naturaleza. El
    3 de septiembre de 1930 un formidable ciclón azotó
    la capital de la república, 3000 muertos, 12,000 heridos,
    millares de casas destruidas, millares de familia proletarias
    dejadas al intemperie, empresas hasta
    entonces prósperas arruinadas, fue el trágico
    balance del meteoro. Las naciones acudieron en la exilio de
    nuestra capital, llegaron socorro de todo género: brigada
    de la Cruz Roja, alimentos,
    frazadas, medicinas y dinero en abundancia.

    Sus automóviles ostentan las mejores marcas
    americanas, hechos a prueba de disparo. Sus caballos son de las
    más puras razas inglesas. Se hizo levantar una residencia
    de placer llamada "Sans Souci" dotada de toda clase de
    refinamientos, donde iba a gozar de sus conquistas
    amorosas.

    El país estaba arruinado. En la República
    Dominicana no había existido jamás derecho de
    peaje. Ante la imperiosa necesidad de arbitrarse fondos, el
    benefactor los ha establecido. Hoy millares de dominicanos han
    emigrado y andan de país en país, tratando de
    ganarse el pan, pues en el nuestro haya todas las puertas
    cerradas a sus actividades.

    CAPITULO III

    EL QUEBRANTAMIENTO
    MORAL

    El oportunismo hombres actos y prestos para colaborar en
    sus propósitos. Una palabra, un gesto, una sonrisa suya
    eran inmediatamente interpretadas incumplidas sin tardanza la
    orden o satisfecho el deseo que querría expresar. Sus
    seguidores aprendieron adivinarle el pensamiento. No se le
    escatimaron honores al flamante dictador. Al principio de 1936 se
    inició en el senado una de para llamar a nuestra capital
    histórica Ciudad Trujillo. Después se crearon una
    provincia Trujillo, "otro benefactor, otro libertador". A nuestra
    Cordillera Central, se le puso Pico Trujillo. Al puente sobre el
    río Yuna, generalísimo Trujillo; al tendido sobre
    Yaque, San Rafael. Letreros luminosos al frente de su casa "Dios
    y Trujillo".

    Se le dice a los alumnos, que Trujillo ha implantado la
    paz y el progreso, donde sólo había anarquía
    y miseria. Algunos se dan cuenta de la falsedad de esa
    enseñanza, pero debe admitirlo para no exponerse o exponer
    a sus padres a inexorables represiones. Cuando pase carro del
    generalísimo, los viandantes: deben detenerse; colocarse
    de frente y quitarse el sombrero llevándose la mano el
    corazón
    que ascienden deberes. El régimen de Trujillo ha copiado
    de Hitler la
    opresión como sistema de
    gobierno, la militarización y deformación desde la
    escuela.

    BIBLIOGRAFÍA

    "DE LILIS A TRUJILLO" Luis Felipe
    Mejía

    VII Edición

    Willy Amin Abreu Gonzalez

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