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Pobreza en el tercer mundo. Causas y actitudes




Enviado por edgaresna



    1. Estructuras económicas
      que impiden el progreso
    2. Actitudes que perpetúan
      la pobreza
    3. Falsas causas de la
      pobreza

    ESTRUCTURAS ECONOMICAS QUE IMPIDEN EL
    PROGRESO

    La pobreza es el
    resultado de una estructura
    económica deficiente. Las diferentes estructuras
    económicas que frenan el progreso pueden listarse como
    premodernistas, mercantilista, intervencionista, y de
    orientación hacia adentro. Excluimos los modelos
    socialistas y comunistas de esta discusión, aunque el
    modelo
    intervencionista usualmente contiene muchas de sus
    características retardantes. Es preciso notar que todas
    las estructuras modernas son mezclas de
    diversos tipos; ningún modelo es exclusivo a un
    país.

    Estructura pre-modernista

    La estructura pre-modernista o semi-feudal data de la
    Edad Media, cuando la vida se percibía como una lucha
    repetitiva y continua, y escasamente se tenía una
    noción del progreso. Es característica de la
    producción agrícola que depende
    intensamente de la mano de obra, con poca división de
    trabajo. Puede
    consistir en parcelas pequeñas, en las cuales familias
    individuales producen cosechas tradicionales para consumo propio
    o venta en mercados locales,
    sin tecnología ni herramientas
    modernas, y frecuentemente con la obligación de pagar
    algún tipo de diezmo o feudo al terrateniente, O puede
    consistir, como ocurrió en la época colonial, de
    extensas plantaciones agrarias que producen cosechas para
    mercados internacionales bajo condiciones que traen a la memoria
    el trabajo
    esclavizado. En cualquier caso, los trabajadores. están
    virtualmente casados con la tierra local,
    aislados de la industria
    moderna y las amenidades disponibles en los mercados mundiales.
    La de ellos es una existencia monótona que provee poco
    incentivo para el mejoramiento personal y
    promueve la continua emigración de siervos analfabetas de
    las comunidades rurales a la. ciudad capital y al
    mundo externo. Una muy alta tasa de reproducción generalmente acentúa
    estos efectos.

    El feudalismo puro
    no existe como tal y desaparece gradualmente. Sin embargo, sus
    vestigios aún permanecen y sirven para frenar la
    prosperidad agraria que es tan necesaria para el desarrollo
    tercermundista. Algunos de los factores que contribuyen a que
    desaparezca la estructura feudal en beneficio de estructuras
    más modernas son, brevemente: en el caso del
    pequeño agricultor, el acceso a mercados internacionales
    por medio de cultivos de exportación, así como el acceso a
    recursos de
    capital y mejoras tecnológicas, como fertilizantes,
    irrigación, y pick ups; en el caso de plantaciones, la
    modernización resulta de la creación de plantas
    procesadoras que transforman el producto
    agrícola en un producto vendible al mayoreo o directamente
    al consumidor en los
    mercados mundiales, la consecuente tecnificación y
    especialización de los trabajadores, y los sistemas que
    crean incentivos para
    mejoras en la remuneración, que están directamente
    relacionados con la producción para la venta externa. Todo
    lo anterior señala la salida gradual de un estado de
    pobreza y la entrada a una existencia moderna más
    humana.

    La estructura mercantilista

    El mercantilismo
    de antaño, de los siglos XVII, XVIII, se
    caracterizó por la práctica de parte de los nuevos
    estados centralizados, particularmente Inglaterra,
    España.
    Francia y los
    Países Bajos, de controlar su industria y comercio
    internacional. Lo hicieron concediendo privilegios
    únicos a compañías individuales para
    producir y distribuir productos
    específicos, e intentaron proteger a estas
    compañías por medio de todo tipo de
    exclusión, tarifas y subsidios.

    Muchas prácticas mercantilistas continúan
    dominando la estructura industrial y comercial de muchos
    países subdesarrollados. El exclusivismo y los privilegios
    limitan la entrada a muchos mercados, impidiendo así el
    crecimiento de una competencia
    reductora de costos. La
    ley alberga a
    estos monopolios artificiales de la intromisión por otros.
    El resultado son mercados que ofertan un número limitado
    de productos a altos precios, a una
    clientela reducida, favoreciendo así únicamente a
    los sectores más ricos y vedando a las masas una
    participación de los beneficios (en calidad y
    precio) del
    comercio
    mundial. En el mercado
    doméstico, los empresarios nacionales pueden subir los
    precios de sus productos protegidos por aranceles y
    tarifas y así vender bienes
    substitutos inferiores a un precio por encima del precio mundial;
    pero estos mismos precios altos impiden su participación
    en el comercio mundial.

    Estructura intervencionista

    El alza en la intervención gubernamental en el
    mercado es una de las grandes causas de la pobreza. La
    intervención es responsable por establecer dentro del
    gobierno muchas
    estructuras que crean pobreza, en la forma de ministerios y
    departamentos con una agenda aparentemente ilimitada. Estas
    agencias son dirigidas por burócratas ineficientes, aunque
    bien intencionados, responsables por imponer una colección
    infinita de complicados programas,
    regulaciones, requisitos de elegibilidad, prohibiciones, reglas
    para reportes, cargas contables, y decisiones arbitrarias, las
    cuales a veces se duplican unas con otras o se contradicen. Estas
    son impuestas a los ciudadanos y a las empresas
    productivas de una nación.
    Los costos administrativos de esta carga reguladora contribuyen
    enormemente al déficit incontrolable del país y
    generan, en la mayoría de los casos, beneficios dudosos
    para el público maniatado, el cual es obligado, so pena de
    multa o encarcelamiento, ya sea a obedecer o a hacer pagos
    ilegales cuando los extorsionan servidores
    públicos inescrupulosos. El mercado subterráneo o
    informal, que carece de aprobación y de protección
    legal, surge porque la mayoría de los pequeños
    productores no pueden cumplir con la multiplicidad de requisitos
    y pagos que la ley les impone.

    La convicción de que el gobierno debe tener
    obligaciones
    ilimitadas hacia los ciudadanos, y por ende ser directamente
    responsable por su salud, educación, vivienda,
    vejez, e
    incluso recreación, ha contribuido en gran medida a
    este problema del intervencionismo. Muy pocos servicios se
    escapan de este tutelaje directo. La burocracia
    estatal aumenta significativamente la ineficiencia y el costo alto de los
    servicios más esenciales y es responsable porque
    éstos sean inasequibles. En última instancia, la
    población nunca puede superar la pobreza
    del pasado y la desmoralización que crea este sistema, a pesar
    de una asignación inmensa para los gastos
    sociales.

    Otra convicción que crea un insoportable freno
    sobre la productividad de
    una nación
    es aquella que dice que el gobierno tiene una responsabilidad reguladora inmediata sobre la
    actividad privada de negocios y de
    banca. La
    noción de que el gobierno tiene la función de
    intervenir en beneficio del consumidor, trabajador, e
    inversionista, que debe regular detalladamente los precios,
    salarios y
    tasas de
    interés, que debe ser el policía de primera
    línea de toda actividad de mercado, ha creado un
    paternalista e ineficiente super-control que
    tiende a encadenar la iniciativa y eficiencia
    empresarial, y a restringir las consecuentes ganancias que
    estimulan el crecimiento económico. Empobrece mucho
    más de lo que protege. Crea inseguridad en
    lugar de prosperidad. Frena en lugar de estimular.

    Adicionalmente, los países mercantilistas suelen
    intervenir para estatizar (o nacionalizar) las industrias
    más esenciales al crecimiento, como las comunicaciones, a energía, y el transporte. La
    mayoría de estos países tiene únicamente una
    aerolínea nacionalizada, una compañía de
    teléfonos, y una compañía eléctrica,
    entre otros. El saldo es aún más ineficiencia
    burocrática, desperdicio, enriquecimiento de servidores
    públicos, y los consecuentes déficits y deudas. Por
    ejemplo, Centro América
    necesita urgentemente de millones de líneas
    telefónicas más, las cuales no pueden proveer ni
    manejar las compañías estatales.

    Otra característica del intervencionismo es el
    inepto de controlar la unidad monetaria de nación por
    medio de una variedad de políticas
    dirigidas por su banco central. El
    banco nacional es considerado el guardián de la moneda.
    Pero en sus inútiles intentos por financiar gastos
    públicos excesivos, acumular reservas internacionales,
    regular precios, y proteger la moneda nacional sobrevaluada, el
    banco destruye a la unidad monetaria, introduce distorsiones en
    la economía,
    e incurre en déficits cuantiosos. Esto se debe en la
    mayoría de los casos a la falta de disciplina
    monetaria y al manejo político del proceso de
    creación de dinero.
    Así, la oferta
    monetaria es continuamente agrandada; y este proceso
    inflacionario sirve sólo para destruir la estabilidad, la
    confianza y la creación de capital.

    Finalmente, ¿cómo financia un país
    tercermundista estas múltiples actividades?
    Prácticamente todas ellas provocan grandes
    déficits, como es el caso de los servicios sociales, las
    industrias nacionalizadas, los bancos centrales,
    y la casi omnipresente y abultada burocracia. Para obtener los
    recursos financieros necesarios, se apoyan en un sistema
    ineficiente y progresivo de recolección de impuestos, que
    crea una traba opresiva, en préstamos internacionales, que
    elevan la deuda
    pública del país hasta los cielos; y con
    relativa frecuencia, en la creación de dinero, lo cual es
    una medida inflacionaria que provocó las devaluaciones
    notorias en el pasado.

    El intervencionismo es una indiscutible fuente del
    retraso económico y de la aparentemente incurable pobreza
    del Tercer Mundo.

    Estructura de orientación hacia
    adentro:

    El comercio internacional o interregional es uno de los
    principales vehículos para el progreso. Los bienes sujetos
    de este intercambio son aquellos que el país o la
    región exportadora produce en abundancia y a un bajo
    costo, y los cuales el país importador no produce o
    produce en cantidades insuficientes y a un costo alto. Los
    países que participan en el intercambio se vuelven
    más ricos a medida que aumentan los niveles de comercio
    internacional.

    Aquellos países tercermundistas que dedican sus
    esfuerzos principalmente, a veces exclusivamente, a producir para
    el mercado local, e impiden el comercio con otras regiones,
    frenan su propio progreso. Tienden a producir poco a un alto
    costo y a una baja calidad. Esto se agrava cuando introducen
    medidas intervencionistas para proteger la producción
    local ineficiente por medio de aranceles, subsidios y cuotas. El
    progreso que se obtiene a través de mercados
    internacionales es mayor que el de mercados locales
    expandidos.

    La ideología económica de moda, llamada
    estructuralismo, ha intentado promover la
    producción doméstica a expensas del comercio
    internacional y ha contribuido significativamente al subdesarrollo
    de muchos países latinoamericanos.

    ACTITUDES QUE PERPETÚAN LA
    POBREZA

    La segunda raíz de la pobreza son algunas
    actitudes que
    impiden el progreso, que están en boga general. Estas
    actitudes son de naturaleza
    personal, pero suelen generalizarse a tal punto que se convierten
    en características de grupo de
    naciones. Algunas actitudes son propias del Tercer Mundo, y
    frenan su crecimiento inicial, tal como la indolencia, la
    indiferencia, y la resistencia al
    cambio. Otras se adoptan más adelante, después
    de que el Tercer Mundo comienza a imitar las costumbres del
    primer mundo, tal como la fuerte dependencia sobre sindicatos o
    gobiernos. Estas segundas actitudes también están
    presentes en todos los países mas avanzados, donde logran
    retrasar el crecimiento, pero son devastadoras cuando afectan a
    las economías emergentes de los países
    pobres.

    Las siguientes son algunas de estas
    actitudes:

    —Tengo derecho a vivir sin molestias de mis
    actividades agrícolas tradicionales, como lo hicieron mis
    antepasados.

    —Conforme la sociedad
    trasciende los restos del feudalismo, yo demando el derecho a mi
    propia tierra, aún si debe quitársele a alguien
    más, para crecer en ella mi maíz o
    fríjol o arroz.

    —Indistintamente de cuánto produzco, tengo
    derecho a tener un ingreso suficiente para poder
    disfrutar de todas las comodidades de la vida moderna, aún
    si para ello es necesario que se me apoye con precios fijos o
    subsidios que mejoran mi nivel de vida.

    —Yo me conformaré con sentarme en una
    esquina a vender chicle a los peatones. Si soy estudiante,
    estudiaré lo menos posible. Si soy empresario,
    venderé lo que hoy me genere mas utilidades, sin importar
    los beneficios a largo plazo para mí o quienes me
    rodean.

    —Trabajaré si no tengo alternativa, pero
    siempre haré lo menos posible, levantándome lo
    más tarde posible, haciendo únicamente lo que se me
    obliga a hacer o lo que debo hacer hoy y no puedo posponer,
    inyectándole a la tarea el mínimo esfuerzo y
    ninguna iniciativa personal, tomando ventaja de cuánto
    atajo pueda, y dándome por vencido en cuánto pueda.
    Siempre promoveré un horario de trabajo más corto,
    fines de semana más largos, más vacaciones y
    feriados, y un retiro pagado más pronto.

    —Yo no me considero responsable de mi destino. Mi
    empleador me debe no sólo mi trabajo y mi salario, sino
    también tiene muchas otras obligaciones para conmigo,
    tales como mejores condiciones de trabajo, planes médicos,
    y el establecimiento de adecuados mecanismos para canalizar mis
    quejas.

    Estas actitudes, tan comunes en tiempos modernos, se
    reflejan en muchas falacias económicas, que forman la base
    de los programas políticos de hoy. Algunas de estas
    falacias son:

    a. Seremos más ricos y prósperos en la
    medida en que gastemos más dinero y ahorremos menos. Un
    corolario de esta creencia sería: El ahorro produce
    el estancamiento (stagnation). Esta actitud
    conduce directamente al desperdicio en el consumo, conocido como
    consumismo, y al agotamiento del capital escaso, que debe
    asignarse a la producción de muchas amenidades no
    esenciales.

    b. Seremos más ricos en la medida en que creemos
    más empleos y paguemos mejores salarios, indistintamente
    de la productividad. Su corolario: Es contraproducente recortar
    gastos laborales. Este error conduce al alto costo asociado con
    la burocracia y la ineficiencia.

    c. El desempleo es un
    mal mayor que la inflación. Su corolario: que se imprima
    todo el dinero
    necesario para crear empleos para todos, sin importar que se
    trabaje poco.

    d. Es preferible la inflación a elevar impuestos
    o disminuir los servicios provistos por el gobierno.

    e. La deuda no es importante. Es mejor endeudarse que
    sacrificar el bienestar presente. Nuestros nietos podrán
    ignorarla, y la inflación lo hace parecer
    irrelevante.

    f. Los precios deben mantenerse bajos, a pesar de que se
    aumentaron los salarios ‘y la oferta monetaria. Siempre hay
    que responsabilizar a los productores por el alto costo de la
    vida y castigarlos con todo tipo de pena. Nunca se debe
    considerar culpar al banco Central del alza en
    precios.

    FALSAS CAUSAS DE LA POBREZA

    La pobreza no es producto de recursos
    naturales insuficientes ni de un territorio nacional
    reducido, ni tampoco de altos niveles de analfabetismo,
    ni de falta de preparación técnica.

    Tampoco es causa la presencia de compañías
    multinacionales que venden leche en
    polvo, fórmulas de cola, o gasolina a los mercados
    mundiales.

    La miseria de los pobres no es provocada por el hecho de
    que algunas personas o compañías son ricas, ni
    porque la brecha entre ricos y pobres se ensancha. La avaricia y
    la especulación no son las culpables.

    La pobreza no es el resultado de que los gobiernos,
    tanto los locales como los distantes, sean insensibles a las
    realidades de la pobreza y no hayan hecho la <planificación macroeconómica
    requerida», o iniciado los suficientes proyectos de
    desarrollo, o distribuido gigantescas sumas de dinero.

    La pobreza no surge por una muy desigual distribución de los recursos, que permite a
    un puñado pequeño de la población mundial
    absorber una porción leonesca de la riqueza, ingreso,
    producción, o lo que fuera. No es porque los países
    avanzados consumen demasiado y distribuyen muy poco.

    No existe pobreza porque la deuda externa e
    interna sea una pesada carga, que hunde a las aguerridas
    naciones, ni por el déficit de sus balanzas de pagos. No
    existe tampoco porque la moneda local sea débil, o fue
    «atacada», o se devaluó. No existe porque un
    gobierno sea insolvente, ineficiente, ladrón, o cualquier
    otro adjetivo.

    Simplemente no es cierto que los países ricos
    consiguen precios altos por sus productos elaborados mientras que
    los países pobres tienen que conformarse con precios bajos
    por sus materias primas, no sofisticadas.

    CONCLUSIÓN

    El Tercer Mundo nunca tendrá la oportunidad de
    progresar y participar de la habilidad para crear riqueza, de la
    cual goza el Primer mundo, si:

    1. Continúa atribuyendo la pobreza a causas
    falsas y escoge ignorar a las dos causas fundamentales del
    retraso económico

    2. Perpetúa y protege a las estructuras
    fracasadas del pre-modernismo.
    mercantilismo e intervencionismo, y no las substituye con un
    sistema de libre mercado competitivo, caracterizado por la
    producción masiva de bajo costo y la sana
    participación en mercados internacionales, con aquel
    sistema que permite que las personas libres, no doblegadas por
    controles opresivos, creen a través de su trabajo ese
    milagro económico que tanto añoramos.

    3. Rechaza las actitudes clásicas del trabajo
    arduo, el ahorro, la cooperación, y la iniciativa propia,
    y en su lugar hace responsables por el progreso al gobierno, a
    los sindicatos y a organismos internacionales y sus
    dádivas.

     

     

     

     

    Blanca Sandoval

    Edgar Escobar

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