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Renacimiento




Enviado por rod28



    Introducción:

    En los últimos años del siglo XV y a lo
    largo de la totalidad del XVI se desencadenó un conjunto
    de procesos de
    todo orden que ha recibido el nombre de Renacimiento.
    Desde la perspectiva del hombre
    contemporáneo, este período se caracteriza por un
    cambio en la
    visión del mundo y en los sentimientos que en muchos
    sentidos puede ser interpretado como una anticipación
    inmediata de lo que hoy es el ser humano. Por primera vez se nos
    presenta la posibilidad de conocer con una cierta profundidad el
    aspecto físico y el medio de vida de los hombres de un
    tiempo pasado:
    las técnicas realistas en la pintura y en
    la escritura nos
    han hecho llegar descripciones pormenorizadas de rostros, casas y
    ciudades. Por lo demás la correspondencia personal, la
    costumbre de escribir autobiografías y la invención
    de la imprenta han facilitado también la investigación posterior.

    Esta época se caracteriza, en otro sentido, por
    una ampliación de los horizontes históricos y
    geográficos. Renacimiento
    quiere decir ante todo, resurrección de las antiguas
    civilizaciones de Grecia y de
    Roma. La lengua griega
    hacía tiempo que era
    enseñada en Italia y
    parecía como si la curiosidad y el espíritu de
    libre investigación que había
    caracterizado a la cultura
    ateniense resurgieran con el estudio del idioma.

    El influjo de la cultura
    romana, por su parte, se hizo sentir también de una manera
    especial en Italia, el
    núcleo geográfico en el que la revolución
    cultural renacentista se haría sentir más fuerte. A
    este hecho no eran ajenos fenómenos como la preponderancia
    del derecho
    romano, la utilización del latín por parte de
    alguno grupos
    sociales y la conservación de un gran número de
    edificios antiguos.

    Pero también el horizonte geográfico del
    hombre
    renacentista se había visto ensanchado: aventureros,
    comerciantes y misioneros habían descubierto tierras hasta
    entonces desconocidas, alcanzando al tiempo las costas
    orientales de Asia tras
    circunnavegar el continente africano.

    El desarrollo de
    los conocimientos científicos había puesto en duda
    verdades que antaño se consideraban tan importantes como
    la forma de la Tierra o el
    lugar del hombre en
    el universo.
    En este mismo contexto se produjeron importantes cambios en lo
    que a la vida se refiere. El principal de ellos fue provocado por
    la reforma protestante.

    Un viraje a la historia:

    A fines del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI
    se produjo en Europa un
    extraordinario y completo desarrollo de
    las ciencias, las
    artes y las letras. Este fenómeno es conocido como
    el
    Renacimiento.

    Este es uno de los momentos más brillantes y
    más importantes de la historia: de los brillantes,
    porque los artistas crearon entonces obras maestras,
    difícilmente superadas después, y de los más
    importantes, porque, así como los descubrimientos
    marítimos de Cristóbal Colón y otros
    ensancharon el campo de la actividad material, el Renacimiento
    ensanchó el campo del pensamiento y
    de la actividad intelectual.

    Este período adoptó una visión
    nueva del mundo, que trajo consigo derivaciones y resultados
    fecundos en el siglo XVI. Emerge una cultura y una
    visión del mundo centrada en el hombre.
    Esta se orienta hacia los valores de
    la naturaleza y,
    así, indirectamente se fomenta el espíritu
    aventurero que había de fructífera en los
    descubrimientos. Se abandonan los sistemas
    filosóficos de la Edad media,
    reducidos en gran parte a comentarios de la obra del
    filósofo griego Aristóteles, y las ciencias
    avanzan por el camino de la experimentación, dejando de
    buscar su justificación, más que en la investigación, en lo que afirmaban los
    pensadores de la antigüedad: Ptolomeo, Platón y
    otros.

    La literatura, como las artes
    plásticas, se ve invadida por el espíritu laico,
    dejando de estar bajo la tutela de la Iglesia. En el
    plano religioso, se abandonan formas de piedad externas y
    superficiales, retornando, a través de la lectura de
    los textos bíblicos (cosa que hizo posible la
    invención de la imprenta), a formas de pureza
    evangélica.

    Individualismo renacentista:

    Quizás la transición más
    espectacular del hombre europeo
    en este período es el auge del individualismo. En el siglo
    XV triunfa la concepción individualista en todos los
    planos de la vida, en reemplazo de la concepción medieval,
    que hacía depender la seguridad del ser
    humano de su pertenencia a un grupo
    determinado: el gremio, la nobleza, la burguesía, el
    clero, etc.

    Ante el empuje del individualismo, comerciantes de los
    Burgos o ciudades medievales, no solo sucumbieron los
    señores feudales, sino que también se
    derrumbó la familia
    medieval. Entre los medievales, la familia
    había sido una propiedad
    exclusiva del padre. La patria
    potestad, o poder del
    padre sobre los hijos, había sido absoluta y abusiva en la
    mayoría de los casos. En el siglo XIII, en las ciudades,
    el padre perdió el derecho de castigo, aunque en los
    campos y feudos agrícolas se siguió practicando
    durante mucho tiempo.

    La Europa del
    Renacimiento

    Durante el Renacimiento,
    Europa Occidental
    adquirió aproximadamente la configuración política que tiene
    hoy. Francia,
    España,
    Portugal e Inglaterra
    definen sus fronteras, mas no así los países que
    son, precisamente, los núcleos fundamentales del Renacimiento.
    Italia, Flandes,
    la Alemania del
    Sacro Imperio, son un conjunto de pequeños dominios que
    cambian continuamente sus fronteras y los amos de que dependen.
    La vida de los pequeños principados que componen estas
    regiones está presidida por un factor común: la
    guerra.

    • Situación de Italia:

    El divisionismo italiano es fomentado por el papado, que
    no desea el desarrollo de
    un poder fuerte
    cerca de las fronteras de los estados pontificios. Los
    partidarios del poder papal
    recibieron el nombre de güelfos, y los partidarios del
    poder de los
    emperadores, el de gibelinos. La historia italiana de este
    período está teñida por la sangre que ambos
    bandos vertieron en sus luchas enconadas. Pero pese a la
    debilidad que supone esta situación, es de Italia de donde
    salen las formas de pensamiento
    revolucionario que caracterizan la época, y que son
    acogidas ávidamente por las restantes cortes
    europeas.

    Durante el siglo XIV, Florencia fue gobernada por una
    serie de brillantes cancilleres que, si bien no respetaban la
    vida ni la hacienda de ningún ciudadano, establecieron una
    gran libertad de
    pensamiento,
    convirtiéndola en la ciudad en que se podían
    desarrollar, con una inmunidad relativa, los estudios
    humanísticos.

    El gobierno de
    Florencia quedó en manos de la familia
    Médici, primero Cosme de Médici, luego Piero y
    más tarde, Lorenzo, llamado el Magnífico. Este ha
    quedado como modelo del
    hombre del
    Renacimiento.
    Hábil, mecenas y político, buen poeta, pero mucho
    menos hábil banquero, la banca
    Médici estaba al borde de la bancarrota en 1494- siempre
    dijo de sí que no era más que un ciudadano
    particular. Sin embargo, era el verdadero amo de Florencia. El
    interés
    y la protección de Lorenzo se centraron fundamentalmente
    en los hombres de letras.

    Los Papas de la época:

    A pesar del brillo de Florencia, Roma se
    convierte, desde mediados del siglo XV, en el verdadero centro
    cultural de Italia. En el papado se sucede una serie de grandes
    pontífices, en general consumados y ambiciosos
    políticos, además de hombres extraordinariamente
    cultos. La serie se inicia con Nicolás V (1447-1455) y se
    prolonga hasta Pablo III (1534-1549)

    Nicolás V fue el fundador de la Biblioteca
    Vaticana. Pío II era un humanista que recibió tarde
    las órdenes sagradas. Continuó la tarea iniciada
    por Nicolás V, de reconstruir y fortalecer Roma. Su
    pontificado se critica por que se preocupó
    fundamentalmente de engrandecer a su familia, ejemplo
    que van a seguir otros papas renacentistas, en especial Sixto IV
    (1471-1484), Alejandro VI (1492- 1503) de la familia de
    los Borgia, padre de César y Lucrecia Borgia y los papas
    Médici: León X (1513-1521) y Clemente VII
    (1523-1534). Durante el pontificado de Sixto IV llegaron a
    Roma los
    más notables artistas de Italia: Boticelli, Perugino,
    Ghirlandaio, Signorelli, Pinturicchio. Pero frente al
    florecimiento cultural y artístico, se acentúa la
    relajación moral y
    política,
    especialmente entre el alto clero, y ello va a dar ocasión
    para las grandes crisis
    religiosas del siglo XVI y para que Roma sufra
    diversas invasiones, que culminarán con su
    saqueo.

    Filosofía:

    Durante la Edad Media, la
    idea de cristiandad pesó sobre toda la cultura. Pero
    con el declinar de ésta, el hombre y
    sus creaciones pasaron a ser el centro. Con ello se produjo un
    cambio
    importante en el modo de pensar, de vivir y de ver el mundo. Se
    iniciaba una etapa nueva en la vida de los europeos, que
    recibió el nombre de humanismo.

    El ser humano se revaloriza: se destaca su inteligencia,
    su creación artística, su libertad,
    inspirada en la civilización clásica, el mundo
    adquiere una fisonomía distinta y todo tiende a
    humanizarse.

    • Orígenes del humanismo:

    El humanismo
    nació en Italia en el siglo XIV y los que le dieron vida
    fueron dos florentinos, ambos escritores, Petrarca y Boccaccio,
    que por esta razón se constituyeron en los precursores del
    Renacimiento.
    Ambos se dedicaron con entusiasmo al estudio de las obras de la
    antigüedad clásica. Obras olvidadas y desconocidas de
    esa época las dieron a conocer y resucitaron gran parte
    del pasado de la literatura grecorromana;
    pero esta pasión por lo antiguo no sólo se
    limitó a lo literario, sino que también
    abarcó a las artes plásticas, y a la forma de vida
    humana, en general.

    Francisco Petrarca fue calificado como el padre del
    humanismo por
    el impulso que dio al redescubrimiento de las letras
    clásicas y fue, a la vez, un filólogo (estudioso de
    los idiomas y obras literarias, especialmente en su parte
    gramatical), que inició la búsqueda de los
    manuscritos clásicos descubriendo, entre otras cosas, las
    cartas de
    Cicerón, que hasta esa fecha eran desconocidas.
    También estudió las obras de Horacio y de Virgilio
    y escribió en un latín perfecto numerosos poemas y
    epístolas, en los que ensalzó a los literatos de la
    antigüedad.

    Tanto los papas como los principales monarcas de la
    época admiraron la labor cultural de este hombre, por lo
    que el Senado

    de la República de Venecia lo nombró
    Ciudadano de Honor y tanto la ciudad de Roma como la Universidad de
    París lo premiaron con el estímulo máximo de
    ese entonces, la corona de laurel.

    Juan Boccaccio, fue contemporáneo de Petrarca y
    también escribió numerosas obras en latín,
    idioma que dominaba a la perfección, pero no pudo
    incursionar en las obras de la antigüedad griega por
    desconocer el idioma heleno. Su obra más famosa es el
    Decamerón, colección de cien cuentos, en
    los que relata los vicios e inmoralidad de esa época. Esta
    obra se caracteriza por su estilo, que es la prosa
    clásica.

    • Influencia griega:

    En el siglo XV, el humanismo adquiere real relevancia
    con la caída de Constantinopla, el último baluarte
    imperial. Luego del ataque de los turcos y la consiguiente
    destrucción del imperio bizantino, los eruditos
    helénicos abandonaron Constantinopla y buscaron refugio en
    las tierras occidentales, especialmente en Italia, país
    con el que habían mantenido cordiales relaciones durante
    toda la Edad Media. En
    este lugar dieron a conocer textos helénicos desconocidos
    hasta entonces y enseñaron el idioma griego, ignorado por
    completo en occidente.

    Este paso es considerado como esencial en el desarrollo y
    penetración de la cultura
    bizantina en Italia. Se crearon escuelas de estudios griegos y
    una de la más importantes fue la de Miguel Crisoloras,
    quien junto con enseñar el idioma explicó diversas
    obras clásicas, poniendo especial énfasis en
    Homero.
    También sobresalió Basilio, dirigente de la
    Iglesia
    Ortodoxa, y que luego de radicarse en Roma abrazó la
    religión
    católica. Trajo desde Constantinopla más de 800
    códices (manuscritos antiguos) griegos y latinos, que
    contenían obras de Tácito, de Sófocles y de
    Tito Livio. Todos querían leer estos textos y tener acceso
    al saber. Y exactamente en este mismo período, con la
    invención de la imprenta, se logra la difusión
    masiva de la cultura, con textos a bajo costo.

    • Erasmo de Rotterdam:

    Aunque su fama no ha llegado hasta nuestros días
    con la intensidad que se perfiló en su época, fue
    el más grande representante del movimiento
    humanista, por la trascendencia de su obra. Para empezar a contar
    de él, y como dato curioso, el nombre y apellido de Erasmo
    resultan de la traducción al latín y al griego,
    respectivamente, de Guerrit (Gerardo), que era su nombre
    de pila, que viene de la palabra Geeren, que en
    holandés significa deseo. En latín desear es
    desiderare y en griego es eraomai. De desiderare
    eraomai
    resultó el nombre Desiderio Erasmo, con el que
    se le conoce, y que es lo mismo que Deseado.

    Erasmo nació en Rotterdam, ciudad holandesa, en
    1460; era un hombre de naturaleza
    enfermiza y de una inteligencia
    penetrante y sutil. Hablaba a la perfección el
    latín y el griego, lo que le facilitó enormemente
    ampliar su cultura clásica, la que perfeccionó con
    sus numerosos viajes por
    toda Europa. Su fama
    de erudito llegó a tal extremo que Carlos V, emperador de
    Alemania y rey
    de España,
    lo nombró su consejero y todos los príncipes de la
    época se disputaban para tenerlo en sus cortes.

    El objetivo de
    vida de Erasmo era lograr una síntesis armoniosa de todas
    las contradicciones que el cerebro humano es
    capaz de mantener. Y ante todo era un gran conciliador que odiaba
    los extremos de todo tipo. La guerra le
    parecía la más grande y poderosa
    manifestación de contradicciones interiores e
    irreconciliables con la concepción de lo que
    constituía un hombre moral y
    reflexivo.

    Vivía alternando su quehacer entre un país
    y otro y jamás se le pudo identificar con un hogar
    determinado; por esto se dice de él que fue el primer
    europeo consciente y cosmopolita, que no reconocía
    superioridades entre una nación y otra. Todos los pueblos
    le parecían dignos del mismo afecto y es por esta causa
    que preconizaba la unión de todos los hombres de buena
    voluntad, de todas las razas, de todos los países, en una
    liga de ilustrados y cultos. Al convertir el latín en el
    idioma general de los pueblos cultos, los ligó en una
    armonía intelectual que traspasó las fronteras.
    Este fue el gran valor de
    Erasmo de Rotterdam.

    Erasmo escribió innumerables obras, entre las que
    resaltan los Adagios, colección de sentencias para
    uso de los escolares y los Coloquios o conversaciones.
    También escribió el Elogio a la locura, obra
    que dedicó a su amigo el humanista inglés,
    Tomás Moro. En ella hace una crítica a las
    costumbres de los contemporáneos, a las supersticiones, a
    los prejuicios, a la ignorancia y al fanatismo en todas sus
    formas.

    También editó obras clásicas como
    la Geografía de Ptolomeo y publicó en griego
    el Nuevo Testamento, acompañado de una traducción
    en latín, cosa que se hacía por primera vez y que
    constituyó un acontecimiento literario.

    Un nuevo ideal:

    El humanismo en Alemania se
    remonta a la época de Carlos IV, cuando en esa
    época estudiantes alemanes viajaron a Italia a estudiar a
    los clásicos. Sebastián Brandt, Jaime Wimpfeling y
    Rodolfo Agrícola se unen y este último conduce el
    humanismo alemán a su etapa de perfección. Se crean
    importantes centros de estudios, resaltó los de Heidelberg
    y el de Nuremberg, en Baviera y aquí Juan Muller
    formó una notable escuela matemática, astronómica y
    cartográfica. En Heidelberg destaca Juan Reuchlin, quien
    en Florencia había conocido a Ficino y a Pico de la
    Mirándola, también notables humanistas. Reuclin
    dedicó toda su actividad a renovar los estudios hebraicos;
    fue el fundador de la gramática hebrea
    científica

    • Humanismo en Francia:

    La difusión del humanismo en Francia fue
    algo más tarde que en Alemania. La
    inauguración del movimiento
    humanista en este país se debió a la acción
    de Guillermo Fichet, de Saboya. A su regreso de un viaje a
    Milán comenzó a editar las obras de los
    clásicos latinos y de los humanistas italianos. A Fichet
    le sigue quien le constituyó en el verdadero padre del
    humanismo francés, Jacobo Lefevre, la
    personalidad más vertiginosa de la intelectualidad de
    su país en el
    Renacimiento.

    Lefevre fue humanista más por su búsqueda
    de un nuevo ideal filosófico que por su manejo del griego
    y del latín. Viajó a Italia y a su regreso
    dictó Clases de filosofía en el colegio del
    Cardenal Lemoine. Publicó obras como las
    Paráfrasis sobre la física, de
    Aristóteles y la Introducción a
    la metafísica.

    Junto a Lafevre resalta en Francia
    Guillaume Budé, quien estableció su autoridad de
    helenista en el libro Comentarios de la Lengua
    Griega
    . Fundó el Colegio de Francia y
    desde el punto de vista religioso estuvo mezclado en las pugnas
    que existieron entre los católicos y luteranos.

    • El humanismo en Inglaterra:

    A fines del siglo XV aparece el Humanismo en Inglaterra,
    Erasmo de Rotterdam influyó notablemente en Tomás
    Moro, el mayor representante del humanismo inglés.
    Tomás Moro escribió Utopía, libro en el
    que condensó todo su disgusto por la mezquindad del mundo
    que le rodeaba y que se encontraba perturbado por una crisis que
    afectaba a las voluntades y llenaba de amargura a
    muchos.

    Moro, en su libro,
    presenta un sueño irrealizable, donde existe un estado
    previsor, regido por magistrados elegidos por el pueblo y donde
    el trabajo se
    organiza. Allí se distribuyen los víveres y los
    bienes
    producidos por la colectividad.

    En su obra, además, comenta que una
    legislación liberal evita las discrepancias religiosas
    mediante la tolerancia y
    aunque la familia
    forma el engranaje de la sociedad, se
    admite el divorcio para
    evitar las incompatibilidades. Tomás Moro, profundamente
    católico, compatibilizó su fe con las actividades
    políticas, participando en la tarea de
    gobierno.
    Murió decapitado en 1535, acusado de traición. En
    el año 1935 la Iglesia
    católica lo canonizó.

    • Humanismo en España:

    El humanismo penetró en España en
    la época de los Reyes Católicos y contó con
    el apoyo del Cardenal Francisco Jiménez

    Cisneros, confesor de la reina Isabel y consejero de los
    monarcas. Este prelado creó la Universidad de
    Alcalá de Henares, la que se constituyó en el
    centro de los estudios humanistas. Los heruditos estudiaron los
    manuscritos de las Sagradas Escrituras y publicaron la llamada
    Biblia políglota Complutense. Esta Biblia
    contenía el Antiguo Testamento en diferentes idiomas
    (caldeo, hebreo, griego y latín) y el Nuevo Testamento en
    griego y latín y, además, constaba con un
    vocabulario hebreo-caldeo y una gramática hebrea. Esta obra es un verdadero
    monumento de la humanística española.

    Antonio de Nebrija y Juan Luis Vives son los
    máximos exponentes del Humanismo español. Nebrija
    publicó una gramática española, que fue no
    solamente la primera editada en España,
    sino también la primera en un idioma romance.

    Vives, por su parte, conoció a fondo el
    latín y escribió sobre filosofía,
    teología, moral y
    pedagogía. Fue un crítico
    científico de los métodos y
    normas
    vigentes en la enseñanza de esa época. Su obra
    más celebrada es Instrucción de la mujer
    cristiana
    , libro que
    traza las normas que deben
    regular la educación
    femenina.

    • Maquiavelo:

    Dentro de los grandes escritores del Renacimiento
    italiano, hay uno en especial que es imposible dejar de mencionar
    por la trascendencia de su obra. Es Nicolás Maquiavelo quien
    desempeñó importantes cargos en su ciudad natal de
    Florencia, siendo enviado a la vez en misiones
    diplomáticas a Francia, ante el Papa y el Emperador.
    Cuando se retiró de la vida activa escribió sus
    grandes obras. La más sobresaliente y que conserva su
    importancia hasta el día de hoy, es El
    Príncipe
    , libro que es
    un símbolo de la política sin
    escrupulos. Maquiavelo
    tomó como modelo para
    escribir su obra a Cesar Borgia, quien según él
    hizo todo lo que un hombre listo y prudente ha de hacer para
    asentar sus estados.

    En El Príncipe efectuó un minucioso
    análisis de los procedimientos
    del gobierno. El
    tratado mismo, que ha sido considerado como polémico, no
    es ni moral ni
    inmoral, sino un primer análisis objetivo y
    científico de los métodos
    que contribuyen a lograr y mantener el poder
    político. El detalle minucioso de estos métodos da
    al libro cierto
    aire de cinismo,
    pero contribuye también a hacerlo grande. Las tendencias
    personales de Maquiavelo,
    según da a entender en su obra, se inclinan hacia la forma
    de gobierno
    republicano.

    Las expresiones maquiavelismo o
    maquiavélico
    que usamos hoy en día vienen
    precisamente de Maquiavelo, y se
    deben a los consejos que da a los gobernantes para dirigir sus
    países. Señala que no deben reparar en principios
    morales de ninguna especie, ni tienen por qué distinguir
    entre el bien y el mal o entre lo justo e injusto, porque todo
    cede frente al provecho del gobierno. Y
    precisamente de esto, nació el maquiavelismo.

    Ciencia y Tecnología:

    • Los primeros pasos:

    No
    existe una fecha precisa para determinar el inicio del
    Renacimiento. Sin embargo, ya a comienzos del siglo XV
    encontramos hombres como Fillippo Brunellschi, arquitecto que
    construyó la cúpula de la catedral de Florencia y
    la iglesia de San
    Lorenzo, en la misma ciudad. Lorenzo Ghiberti, por su parte,
    pasó a la historia, ya que
    realizó magníficos bajorrelieves en bronce en las
    puertas del baptisterio de Florencia. Su obra maestra fue
    bautizada por el propio Miguel Angel como la Puerta del
    Paraíso. Uno de los ayudantes de Ghiberti más tarde
    llegó a ser considerado también como un maestro de
    la escultura. Se trata de Donato Bardi, más conocido como
    Donatello. Este artista, también florentino, fue uno de
    los primeros en utilizar modelos vivos
    para sus esculturas, con lo que logró darles un gran
    realismo.

    • Un genio múltiple Leonardo da
      Vinci:

    Este gran maestro, nacido en Vinci (Italia) el
    año 1452, se interesó en prácticamente todo
    lo que podía abarcar sus ojos y su mente. Y logró
    sobresalir en todas la áreas a las que se dedicó.
    Las ciencias, por
    ejemplo, le deben grandes estudios. Pero dejemos eso para
    más adelante. Por ahora, no referimos principalmente a su
    genio artístico.

    Para Leonardo, la misión del
    artista era explorar el mundo visible con la mayor rigurosidad.
    En 1469 se trasladó a Florencia, y fue aprendiz del pintor
    y escultor Andrea del Verrocchio. Con miles de ideas
    dándole vueltas continuamente en la cabeza, no es de
    extrañar que este hombre múltiple nos legara muchas
    obras pictóricas acabadas. Se dice que el maestro no
    quería que cualquiera pensara que podía ir a
    encargarle un cuadro, sin más. Incluso muchas veces
    dejó en el aire a sus
    clientes, sin
    cumplir sus encargos.

    Pero en arte, como en
    muchas otras cosas, lo importante no es la cantidad, sino la
    calidad. Y en
    este aspecto, da Vinci fue un ejemplo para sus
    contemporáneos y para los creadores posteriores. Uno de
    los cuadros más famosos de este maestro es, sin duda, la
    Mona Lisa o, dicho en castellano,
    Señora Lisa. Es más, muchos consideran que
    este es el cuadro más famoso del mundo. Y, en realidad, el
    rostro de esta dama florentina ha recorrido la tierra
    entera en cientos de afiches, tarjetas postales e
    incluso anuncios publicitarios.

    Mucho se ha hablado de la enigmática
    expresión de este rostro, que a veces parece
    sonreír y otras refleja cierta amargura. En realidad, da
    Vinci dejó un campo a la imaginación de los
    espectadores. Él utilizó brillantemente la
    técnica de esfumar y suavizar los colores, quitando
    rigidez a los contornos. Y este es el secreto de la Mona Lisa,
    cuyos ojos y comisuras de los labios, fundidos con suaves
    sombras, adquieren nuevos matices cada vez que los
    miramos.

    Otra de las grandes creaciones de Leonardo es la
    Ultima Cena que, lamentablemente, sufrió Gran
    deterioro con el paso de los años. La armonía de
    esta obra y la profundidad de la escena fueron producto de un
    arduo trabajo. Según se cuenta, en ocasiones Leonardo
    pasaba todo un día meditando con el pincel en la mano, sin
    decidirse a dar un trazo. Y es que, aparte de la excelencia
    técnica, el espíritu plasmado es el que da grandeza
    a las obras cumbres del arte.

    Mona Lisa

    • Un Angel artista Miguel Angel Buonarotti:

    "Nada puede el artista concebir, ni puede con la
    mente imaginar, que en un mármol no pueda inscribir, la
    mano que obedece a mi pensar…",
    son palabras
    atribuidas a Miguel Angel Buonarotti, una de las figuras cumbres
    del Renacimiento italiano.

    Nacido por el año 1475 en Caprese (Toscana),
    Miguel Angel quiso desde muy joven dedicarse a la creación
    artística. De nada valieron los discursos,
    enojos y hasta golpes que le propinaron para hacerle cambiar de
    opinión, él había decidido su camino. Con un
    carácter nada angelical y mucha determinación, se
    salió con la suya. Su maestría llamó la
    atención de los Médici, que lo acogieron en su
    palacio, donde pudo desarrollar su talento y descubrió su
    pasión por la escultura.

    Se cuenta que su nombre se cubrió de fama en
    Roma, debido a un episodio bastante particular: aplicando toda su
    maestría, imitó una figura de un Cupido dormido y
    se la entregó a Baldasare Milanesso. Este señor
    cayó en la tentación de hacer una tremenda
    pillería. Enterró la figura durante un tiempo y luego la
    vendió como si fuera una pieza antigua, a un precio
    exorbitante. Claro que, al poco tiempo, el fraude se
    descubrió y, aunque suponemos que al burlado comprador no
    le hizo ninguna gracia, toda la gente quedó admirada de la
    perfección con que la obra había sido
    realizada.

    Miguel Angel llegó a Roma en 1496. De inmediato
    puso manos a la obra, con un vigor impresionante. Fruto de esta
    época es el hermoso David que, para muchos, es el
    máximo de la perfección. Con algo más de 5
    metros de altura (incluyendo la base), este joven de
    mármol es el mejor himno de admiración a la belleza
    del ser humano. Por ese mismo tiempo, dio forma a La
    Piedad
    , escultura que representa a la Virgen con el cuerpo de
    Jesús en sus brazos.

    El artista, a esas alturas, ya era sumamente famoso en
    Italia. Naturalmente no tardó en convertirse en el
    favorito de los papas. Pero, junto a los aplausos también
    recibió un peso que muchas veces lo sacó de sus
    cabales: encargos y más encargos. El Papa Julio II, le
    encomendó realizar una tumba monumental en la
    Basílica de San Pedro, que por aquel entonces estaba
    remodelando el arquitecto Bramante. Aunque el artista estaba de
    lo más entusiasmado, la obra se fue postergando una y otra
    vez. Dicen que en esto tuvo que ver el propio arquitecto que,
    molesto por la admiración que el papa sentía hacia
    Miguel Angel, convenció al pontífice que
    construirse una tumba en vida era como tentar al destino. El caso
    es que Julio II, le encargó entonces decorar la
    bóveda de la Capilla Sixtina, del Vaticano. Esta vez, la
    idea no le pareció nada genial a Buonarotti. Él
    quería seguir dedicado a la escultura y no le tentaba para
    nada ponerse a pintar… y menos en las incómodas
    condiciones que imponía la tarea de pintar frescos en el
    cielo de una bóveda, sobre un andamio. Esta vez, el papa
    fue más testarudo que el propio Miguel Angel, quien tuvo
    que aceptar. A pesar de haber emprendido la tarea a
    regañadientes, el resultado fue prodigioso.

    Una vez finalizada la obra, el artista volvió a
    trabajar en las esculturas para la tumba del pontífice.
    Por esas cosas del destino, sólo una de ellas ocupó
    el lugar para el que fue concebida. Se trata de la solemne
    estatua de Moisés, famosa por la expresión de su
    rostro.

    Entre 1536 y 1531, encontramos a Miguel Angel trabajando
    nuevamente en la Capilla Sixtina. Esta vez le tocó hacer
    un imponente fresco en la pared tras el altar mayor, en el cual
    representó magistralmente El Juicio Final. La
    expresividad y el estudio de los cuerpos, patentes en esta obra,
    han maravillado a la gente por siglos. Sin embargo, los desnudos
    que primitivamente había en la pintura,
    causaron polémica entre algunos puritanos. Se relata que
    un maestro de ceremonias que visitó la capilla se
    escandalizó mucho. En respuesta, Miguel Angel no
    encontró nada mejor que incluir a este personaje en la
    parte dedicada al infierno.

    Miguel Angel, pintor y arquitecto, pero ante todo
    escultor apasionado, murió en 1564 legando "su alma a
    Dios, su cuerpo a la tierra y su
    ropa a los parientes más próximos".

    • El Divino Rafael Sanzio:

    Por la misma época en que Leonardo y Miguel Angel
    competían en fama y maestría en Florencia, un joven
    pintor, llamado Rafael Sanzio comenzaba a dar que hablar en la
    región de Umbría (al centro de Italia). Desde joven
    llamó la atención como un artista promisorio en el
    taller del maestro Pietro Perugino. Más tarde se
    trasladó a Florencia, donde no era nada fácil
    triunfar, ya que había que conquistar un lugar en el campo
    donde reinaban dos gigantes del arte. De hecho
    muchos artistas jóvenes se descorazonaban de entrada,
    sabiendo que sus obras serían comparadas con las del gran
    Leonardo. Pero aunque Rafael no poseía los hondos
    conocimientos de éste, ni la fuerza de
    Miguel Angel, llevaba en la manga su propio as de triunfo: la
    dulzura de su carácter, tan diferente a la
    personalidad temperamental de los grandes, le hizo ganar la
    simpatía de mucha gente… y también la de los
    mecenas.

    Sus grandes obras son tan dulces y apacibles, que
    parecen haber sido pintadas sin ningún esfuerzo. Pero la
    aparente sencillez es fruto de un pensamiento
    profundo y gran esmero. Ejemplo de esto son sus famosas madonas,
    muy admiradas.

    Tras su estadía en Florencia, Rafael fue llamado
    a Roma, por la misma época en que Miguel Angel trabajaba
    en la Capilla Sixtina. Julio II encontró de inmediato una
    tarea para el joven Rafael, y lo puso a decorar las paredes de
    varias salas del Vaticano. Entre los frescos de estas estancias
    figura, por ejemplo, la Escuela de
    Atenas, que resume la escuela de la
    filosofía magistralmente.

    Fue tal la admiración que despertó Rafael
    con sus obras, que recibió el apodo de El Divino.
    Bajo el papado de León X llegó a ser el verdadero
    director de artes en la corte del Vaticano. Pero esta idea llena
    de bellezas y triunfos fue bastante breve. En la primavera de
    1520, los 37 años de edad, Rafael murió. El
    cardenal Bembo, un erudito de la época, inscribió
    en su epitafio el sentir de sus admiradores. "Esta es la tumba
    de Rafael, en cuya vida la Madre Naturaleza
    temió ser vencida por él y a, cuya muerte, ella
    también murió".

    Con Rafael queda completo el trío de los mayores
    exponentes del Renacimiento italiano. Pero eso no significa que
    hayan sido los únicos artistas realmente talentosos que
    han dejado importantes herencias a la humanidad. En Italia, y
    también en otros lugares de Europa, el auge
    renacentista hizo florecer tal cantidad de inspirados creadores,
    que es prácticamente imposible mencionarlos a todos. Como
    botón de muestra diremos
    que, entre los pintores flamencos, merece un sitial de honor
    Pedro Pablo Rubens. El holandés Rembrandt van Rijn fue,
    por su parte, un genio el dominio de la
    luz, cuyos
    efectos manejó a su antojo en sus pinturas.

    En España,
    finalmente, surgió la magnífica figura de Domingo
    Theotocopuli. Aunque este nombre no diga mucho para algunos, la
    cosa cambia al mencionar su seudónimo de El Greco. Este
    pintor, inconfundible por sus expresivas figuras alargadas,
    nació en Creta pero desarrolló su obra en suelo
    español. Fue también en esa tierra donde
    el pincel de Diego de Velázquez dio vida a muchas obras
    que siguen maravillando al mundo. Este pintor, aparte de manejar
    extraordinariamente las luces y el color, tuvo el
    mérito de dar cabida a los rasgos "feos" de los seres
    humanos en sus pinturas. Es así como en sus retratos prima
    la sinceridad y el realismo… y
    queda demostrado que un rostro poco agraciado no quita belleza a
    una obra de arte.

    La ciencia
    moderna como hoy la conocemos produjo sus primeras
    manifestaciones en la Italia del Renacimiento. Era un mundo
    práctico en el cual financieros, mercaderes y artesanos
    tenían gran influencia. Entonces no existían
    grandes diferencias entre el artista y el artesano y los problemas
    técnicos que se presentaban eran de interés
    para todos. El artista estudiaba anatomía y
    discutía con el médico en su mismo nivel, esta
    manera inteligente de afrontar las limitaciones humanas era un
    buen camino para vencer las dificultades. La ciencia
    aplicada a fines útiles y la fabricación de
    aparatos por artesanos bien adiestrados iniciaron la revolución
    cultural.

    Las
    universidades italianas se desarrollaron mucho, y a ella
    acudían jóvenes de toda Europa, Copérnico
    vino del área del Báltico, Harvey de Inglaterra y
    Vesalio de Bélgica. De estos tres hombres,
    Copérnico varió la mentalidad de la edad Media al
    establecer que al Tierra gira
    alrededor del Sol; la Tierra no
    era pues el centro del universo.

    • Una nueva cosmología:

    Poco antes de su muerte,
    Copérnico publicó su gran obra En torno a la
    revolución
    de las esferas celestes
    , no solo descubrió que la
    posición del Sol y de la Tierra eran
    totalmente opuestas a lo que se pensaba, sino hizo
    hincapié en que las estrellas fijas están a gran
    distancia. De repente el universo
    apareció inmenso y el hombre y su
    viejo mundo quedaron muy pequeños. Ahora el antiguo mundo
    de la Astrología y de la fe ciega estaban condenados.
    Después del invento holandés del telescopio, los
    astrónomos que siguieron, continuaron el trabajo de
    observación hasta que se llegó a una
    conclusión con Newton.

    Tanto Leonardo como Miguel Angel llevaron a cabo
    disecciones para estudiar más a fondo la anatomía humana. El
    resultado de estos estudios puede verse en los dibujos hechos
    con gran exactitud en los cuadernos de Leonardo. Más tarde
    apareció un trabajo médico escrito por André
    Vesalio, ilustrado con bellos dibujos que
    ofrecían testimonio del funcionamiento del cuerpo, y se
    llamo La textura del cuerpo
    humano.
    Este libro desterró a Galeno como autoridad
    absoluta y preparó el camino del trabajo posterior de
    Harvey sobre la circulación de la sangre.

    Harvey reunió todo lo que sabía de la
    circulación sanguínea, y se dio cuenta de que el
    corazón
    era semejante a una bomba; la sangre
    salía del corazón
    por las arterias y volvía a él a través de
    las venas. Aunque sin la ayuda de un microscopio este
    sistema no
    podía observarse. Harvey inyectó colorante en la
    circulación para descubrir su sentido. Su libro En
    torno al movimiento del
    corazón
    fue la base del progreso futuro en este
    terreno.

    Arquitectura:

    La arquitectura
    renacentista brotó del mismo movimiento que
    llevó a los estudioso, especialmente florentinos, a buscar
    por doquier escritos de antiguos griegos y romanos.

    En Italia nunca se aceptó con entusiasmo el
    estilo de construcción gótico. Se
    adoptó, sin duda, el arco punteado y los métodos
    estructurales góticos, pero los constructores italianos
    seguían fieles a los ideales del viejo clásico. Por
    consiguiente Italia no tardó en abandonar el gótico
    e introducir de nuevo el ideal y forma clásicos en le
    arte
    arquitectónico.

    Entre los escritos antiguos que descubrieron y
    publicaron en este periodo se hallaban los de un arquitecto
    romano que vivió en el siglo I d. C. Vitruvio era su
    nombre, había escrito un manual De
    architectura
    en el que defendía la necesidad de
    proporción ideal. Creyó que la perfección se
    podía conseguir y enseñar, y creó reglas
    para guiar a los arquitectos y a los artistas en esta
    búsqueda. Vitruvio enseñó que el
    círculo y el cuadrado eran dos formas perfectas que
    habían de servir de base a todo diseño
    aceptable. Por lo tanto los arquitectos renacentistas adoptaron
    la cúpula, símbolo además del orden
    universal, y recuperaron elementos como los órdenes
    griegos clásicos y el frontón.

    Las edificaciones del Renacimiento se caracterizan por
    construir un conjunto racional, cuyos elementos se hallan
    dispuestos según rigurosas normas de
    proporción. En lo referente a las iglesias los elementos
    formales característicos son la construcción circular coronada por una
    cúpula, las ventanas pequeñas rematadas a veces por
    un tímpano o rodeadas de pequeñas pilastras y la
    división armónica de la superficie de los
    muros.

    Estos nuevos elementos se encontraron reunidos por
    primera vez en las obras de Brunelleschi, autor de la primera
    gran cúpula del Renacimiento (catedral de Florencia). En
    Florencia hizo también su aparición por vez primera
    el palazzo, vivienda particular de un rico burgués,
    que expresaba de manera impresionante el orgullo y la fuerza
    interior del hombre renacentista.

    • Brunelleschi:

    Uno de los primeros y más notables arquitectos
    renacentistas fue Filippo Brunelleschi, (1377-1446). Tras un
    período de estudio en Roma, retorno Florencia,
    adoptó las viejas formas clásicas y con ellas
    expresó el nuevo espíritu del Renacimiento.
    Otorgó nueva vida y carácter de serena simplicidad
    a las formas de la antigua arquitectura
    romana.

    Aunque no llegó a establecer un sistema
    teórico, su obra fue motivo de inspiración para
    todos los arquitectos posteriores. Entre sus mayores logros se
    encuentran las iglesias de Santa María de la Flores y la
    del Santo Espíritu, ambas en Florencia.

    Albertí:

    León bautista Albertí (1404- 1472)
    llevó cabo una labor inteligente tanto en el campo
    arquitectónico como en el teórico. Su obra magna,
    la iglesia de San
    Andrés de Matua, fue un modelo para la
    arquitectura
    religiosa posterior.

    Un discípulo de Labertí, Giuliano de
    Sangallo, significa, con la construcción de Santa María de las
    Cárceles, un momento de transición hacía el
    Alto Renacimiento. Ese mismo arquitecto es el autor de la Villa
    de los Médici, ejemplo clásico de villa
    renacentista, sobria belleza y conjunción en el
    paisaje.

    • Escuela Manierista:

    La característica principal del manierismo,
    que se desarrolla a finales del siglo, es la introducción
    de la tensión dramática en las, y la
    supeditación de la medida a al liberta creativa del
    autor.

    El principal representante de esta etapa es sin duda el
    propio Miguel Ángel, aunque su obra escapa a al
    clasificación. La capilla Sixtina, muestra la
    diversidad de su genio.

    Entre los arquitectos de esta época destaca
    también la llamada escuela de
    Venecia, cuyos representantes son Giacomo Della Porta y Andrea
    Palladio. El estilo de Palladio escapa el manierismo y supone una
    elegante combinación de formas clásicas y elementos
    decorativos.

    Aparte de su obra propia, la importancia de Palladio
    radica en su influencia en Europa a través de su obra
    Cuatro libros de
    arquitectura
    , que dio origen a un estilo llamado
    Palladiano.

    Arquitectura renacentista europea:

    Francia es el país que antes recibe la influencia
    del Renacimiento italiano, y el único que crea un estilo
    propio sin injerencias góticas, caracterizado por su
    manierismo de formas suaves. El más conocido de los
    arquitectos es Philibert Delorme constructor de la s
    Tullerias.

    En Alemania e
    Inglaterra la
    supervivencia del gótico hace difícil que se acepte
    la arquitectura
    italiana; la mayor influencia se revela en los edificios civiles
    y en los elemento decorativos. En los países bajos, pese
    al desarrollo de
    su pintura, la
    arquitectura
    mantiene también durante largo tiempo las reminiscencias
    góticas.

    • Escultura:

    Florencia fue también parte de la nueva escultura
    renacentista, en la que se funden el estilo naturalista
    gótico y las normas estrictas
    del clasicismo. Los modelos
    grecolatinos proporcionan también un interés
    por los motivos majestuosos, y favorecen la vuelta a la
    valoración al desnudo. El primer gran escultor de esta
    época es Lorenzo Ghiberti, autor de las puertas del
    Baptisterio de Florencia, que pese a todo no llega a superar por
    completo las convenciones del gótico.

    • Donatello:

    La verdadera ruptura del período medieval con
    el Renacimiento
    se produjo a principio del siglo XV, y se debe al escultor
    Donatello y al pintor Masaccio. Donatello fue uno de los
    más grandes artistas de todos los tiempos, su obra, de
    múltiples aspectos y su vigor y entusiasmo tan inmensos,
    le hicieron penetrar en nuevos terrenos artísticos. En su
    David de bronce fue el primero, desde los tiempos
    clásicos, en elegir un desnudo para expresar un profundo
    significado intelectual. Su escultura ecuestre el
    Gattamelata, constituye un triunfo del bronce fundido. La
    importancia de Donattello no solo radica en sus soluciones
    técnicas, sino en la naturalidad de que dotó a sus
    modelos. En
    sus últimas obras se trasluce una velada
    melancolía.

    • Pintura del Renacimiento en Alemania y los
      Países Bajos:

    Mientras ocurrían grandes cambios del
    Renacimiento, centrados en Florencia y Roma, el noroeste de
    Europa no había permanecido inactivo. Su centro más
    importante fue Flandes (Bélgica actual). Al igual que
    Florencia en el sur, las ciudades de Gante y Brujas eran
    importantes centros comerciales, en que se reunían
    mercaderes y los artistas con mente en los negocios
    estaban dispuestos a sacar provecho de los ricos que, como suele
    suceder en el Sur, eran los mejores postores.

    Los hermanos Van Eyck, Hubert y Jan representaron en
    Flandes el mismo papel que
    Masaccio en Italia. Su obra más importante fue un retablo,
    cuyo tema central se basa en la adoración del cordero
    místico, en que el cordero es símbolo de
    Jesús. Existen datos de que
    Hubert empezó la pintura y a su
    muerte Jan la
    terminó.

    Quizá el más sorprendente y famoso pintor
    del norte fue Hyeronimus Bosch, llamado el Bosco cuya
    fantasía repleta de las más delirantes e
    inverosímiles imágenes
    se adelantó a las pinturas surrealistas de nuestros
    tiempos. De intención inminentemente moralista, la obra de
    este creador se halla poblada de seres oníricos cuya
    interpretación simbólica ha sido muy discutida. Un
    ejemplo característico es el tríptico de
    El jardín de as delicias.

    Pieter Brueghel fue otro pintor flamenco capaz de
    inventar las fantasías más grotescas y aterradoras,
    aunque en sus mejores cuadros plasma a las gentes de su tiempo en
    el trabajo o
    divirtiéndose. Registró la tosca crudeza de su vida
    con tal mezcla de sátira y compasión, de un modo
    tan poderosos, que las escenas más cotidianas se hacen
    extrañamente memorables.

    El pintor alemán más destacado de este
    período y también el mejor grabador de madera fue
    Albrecht Durero. Se le ha llamado El Leonardo del Norte ya
    que al igual que Leonardo estudió todas las
    técnicas más representativas.

    Bibliografía:

    Curso de Historia general; Alvear
    Acevedo, Carlos; ed Jus, mexico 1964

    Historia Universal; lopez Reyes; ed CECSA, Mexico
    1985

    Apuntes Temas Selectos de la Filosofía de
    la ciencia y
    la tecnología, Uriel Nava

     

     

    Autor:

    Uriel Nava, 20 años

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