- Elohím
- Yahvé
- La personalidad del Padre
Nuestro - ¿Qué clase de
loco es el Dios Bíblico? - La bestialidad de
Dios - Un Dios estúpido, torpe
y depredador - Un Dios
dogmático
Todas y cada una de las culturas y civilizaciones, y de
acuerdo a su entorno, medio
ambiente, costumbres y conceptos muy propios, nombraron a su
respectivo Dios y se acogieron a lo que el que se dijo su
representante decía y ordenaba en nombre de ese Ser
Superior.
El concepto que
nació, adentro del pueblo israelita, que es el que hoy nos
interesa, fue dado bajo un término muy amplio y lleno de
pasión; pues, definiendo muy específicamente a su
respectivo Dios, se tomó un vocablo en donde está
envuelta una verdadera controversia-contradicción y,
encerrando adentro del vocablo Elohím al concepto de la
divinidad o de lo superior, surge la primera de las dos nociones
en las cuales se dividió la idea básica de la
divinidad personal de
ellos, hasta la derivación en el otro concepto un poco
más individual y que conocemos como YAHVÉ el
guerrero.
El vocablo que se usó para definir, adentro de la
palabra a la explicación de lo sobrenatural, y que
denominaron Elohím, es un concepto más amplio de lo
inexplicable (¿?) y quiere decir "los fuertes y los
poderosos". O sea que el israelita le daba una
connotación pluralista a lo suprahumano y, sin poder encerrar
todo el amplio contenido que se suponía tenía la
divinidad, no lo hicieron en un solo personaje; se
prefirió que los fuertes y poderosos fueran
quienes, a través del conjunto que formaban, construyeran,
bajo su concepción, a todo el Universo tal y
como leemos en Génesis 1:1 ss.
En esa parte de la Biblia, que nos dice muy bien
expresado la manera clara de lo que para ese pueblo
significó el término Elohím, leemos
fascinados la Creación pero como Primera
Versión.
Bereshit bara Elohím
O sea.
En el principio los fuertes y poderosos crearon
los cielos y la
tierra.
Claro que en nuestras Biblias, las de uso común y
corriente, ya no aparece tal vocablo poco comprendido de
Elohím. Y no es porque hoy nosotros estemos inventando tal
definición únicamente por fastidiar a la
Cristiandad. Nada más estúpido. Muchos de los
hermanos cristianos, para que usted lo sepa, ¡nunca lo han
leído, oído y
mucho menos imaginado siquiera que pudiera existir tal
palabra!.
Elohím, o los fuertes y poderosos, aparece
en más de 2500 veces en el Antiguo Testamento, queriendo
significar que todos ellos hicieron y deshicieron a su gusto y
antojo, tal y como nos es descrita su actuación desde el
Libro Sagrado.
Pero como era impensable que si ya habíamos creído
en la existencia de un solo Dios, ahora, al definir la palabra
Elohím, tal y como aparece en la Biblia, nos decían
que eran no un solo ser sino que muchos de ellos, se optó,
para no herir susceptibilidades y para que no hubiesen masivas
fugas o renunciantes del culto monoteísta ya implantado, y
por ende de una disminución en la caja de caudales, que
era menester desaparecer tal diabólico vocablo
comprometedor de los "fuertes y poderosos" que se
encerraba en Elohím y, santamente, fue sustituido por el
de "Dios", palabra que hoy ocupa el lugar en donde
debería de decir los fuertes y poderosos, o dioses; que
eso y no otra cosa quiere decir ese vocablo.
¿Importaba eso acaso?. No era más
importante el billete y el oro con el
cual se engrandecería la obra del Señor.
Así, de esa manera tan Cristiana, se
acalló la conciencia y el
derecho a estar informado de todo lo que religiosamente hablando
le correspondía, y aún le corresponde, al ser
humano conocer de su propio grupo
social.
En el Antiguo Testamento leemos
–¡asombrados!- todo el amplio acontecer que le
tocó que desempeñar a estos fuertes y poderosos
seres que hoy, calamitosamente, los han encerrado maliciosa y
perversamente en la palabra "Dios" que no deberían de
haber sustituido por Elohím.
Los fuertes y poderosos reflejan lo que verdaderamente
se quiso dejar expresado en los escritos sagrados judíos
pues, buscando ahora excusas y brincándose las olas
perniciosas de su propia ignorancia, nuestros Jerarcas,
teólogos y demás altas autoridades de la Iglesia
Cristiana en general, ¡lo han tergiversado
todo!.
Elohím es la expresión que abarca un
concepto muy diferente del que nos han metido en la cabeza a
través de la Iglesia, ya que si nos han impuesto un solo
Dios y un Dios Único y, si procesamos debidamente el
amplio significado que tiene tal vocablo de los fuertes y
poderosos, no sólo destartalará nuestra psiquis,
sino que nos dejaría huérfanos de Nuestro Padre que
está en los Cielos.
Para saber en donde fue falsificado, y sustituido, el
vocablo Elohím por el de Dios, sólo basta con abrir
la Biblia y, en los pasajes en donde aparezca la palabra Dios,
allí mismo, debe entenderse que se hace referencia a la
palabra original puesta por los inspirados de esa época y
que quisieron dejar constancia que fueron los fuertes y los
poderosos los verdaderos protagonistas de las acciones que
ahora son atribuidas falsamente a Dios. No hay lugar a que nos
equivoquemos con esto, ya que o aparece el término
Yahvé el guerrero o aparece el de Dios; y aquí,
debemos colocar la frase los fuertes y poderosos o si lo
preferimos los Dioses, pues Elohím es un vocablo que
denota pluralidad.
Para muestra un
botón. En Génesis 6:11 leemos.
Y se corrompió la tierra delante
de Dios (hay que poner el vocablo Elohím y leer, ahora
sí, los fuertes y los poderosos, o los Dioses) y estaba
la tierra llena de violencia.
Con este otro apelativo, el que ahora es más
común oír, se describe pomposamente el nombre del
otro concepto y del otro Dios bíblico que comparte con
gala y luces de colores el
protagonismo de las acciones bíblicas y que, inclusive,
para ocultar, según la Jerarquía, el otro concepto
que es más abundantemente usado en el Antiguo Testamento o
sea el de Elohím o los fuertes y poderosos, o Dioses, se
antepone ahora este nombre de Yahvé que no provoca tanta
pregunta sobre el concepto de un Dios pluralista.
Yahvé es un término un tanto nuevo ya que,
el que anteriormente se usó para describir al Dios
bíblico, estaba totalmente equivocado y fuera de la
verdad, como lo era el nombre o apelativo Jehová. Y es, a
partir del siglo IXX, y luego de una amistosa reunión
entre rabinos, hombres ilustres de la Iglesia Protestante y de la
Católica, en donde todos estos santos varones concluyeron
que el nombre dado a Dios en los pasajes que le
correspondían al otro concepto de la divinidad, o sea en
donde no aparece el vocablo Elohím, y que ellos ya
habían denominado Jehová, era ya incorrecto
seguirlo usando.
Todo se debía al garrafal error en que cayeron los
rabinos del año 600 (que al parecer les falló
nuevamente la inspiración del Espíritu
Santo) que, cuando intentaron ponerle las vocales a todo el
Antiguo Testamento y careciendo de ellas el hebreo en el que
estaba escrito, al llegar al tetragrama divino o sea a J ó
YHVH y por la costumbre de estar nombrando respetuosamente a su
particular divinidad como Adonai o Edonay (Señor),
simplemente se intercalaron las vocales de ese término
respetuoso con el que se dirigían al ser que consideraban
su personal Dios.
Al intercalar esas vocales entre la JHVH salió la
aberrada pronunciación de JEHOVÁ, que hoy, quien la
use, será todo un perfecto ignorante, incapaz y necio; ya
que lo correcto es escribir y pronunciar el nombre de este otro
concepto de Dios de la Biblia, como Yahvé.
¿Qué cosa es Yahvé?, y la respuesta ya es
diferente porque desde el Éxodo 3:14 ss. la podemos leer
fácilmente.
Yo soy el que soy.
Esa es la contestación del propio personaje
individualizado con ese nombre de Yahvé. Esto quiere decir
que, uno de los protagonistas del Antiguo Testamento, se digna
autodefinirse y, limitándose bajo un concepto ¡que
de todos modos no dice nada de nada!, no nos queda más
remedio que tratar desde allí de entenderlo o bien de
escudriñar en los pasajes bíblicos en donde es
nombrado, para, de esa manera, tratar de hacernos una idea o un
bosquejo de su verdadera personalidad.
Porque Yahvé tiene personalidad.
¿Paradójico que Dios Padre pueda tener
personalidad?.
Que quede claro, eso sí, que Yahvé o
Elohím no son DIOS. ¡Nunca!…
Siendo el nombre bajo el cual uno de los personajes que
comparten honores y categorías de representar cada cual al
Dios bíblico se define como Yahvé, hay que
considerar entonces que tal nombre viene a representar a uno de
los muchos Dioses bíblicos, ya que si Elohím
significa los fuertes y los poderosos o Dioses, tal y como nos
dice su traducción, Yahvé, el otro Dios
individualizado, debe representar a la corriente de los
Yahvistas, que sin entrar en polémica o en una clara pelea
con los de la corriente de Elohím, establece una clara
diferencia entre uno y otro de los Dioses de la Biblia.
Lo llamativo, y a la vez sorprendente, por la
connotación bélica que lo antecede, es que el
nombre de Yahvé, invariablemente, viene acompañado
de su correspondiente título de SABOAT y que, por su
significado tan comprometedor en el amor
Cristiano y en la paz que pregonan desde el púlpito
mentiroso los Jerarcas Cristianos, lo han tratado de escamotear
y, decidiendo no tomarlo en cuenta, ya no lo pronuncian tal y
como está estipulado y escrito en la Santa Biblia.
¿Qué cree usted que significa Yahvé
Saboat tal y como aparece en la Palabra de Dios Padre?, pues dos
cosas. La primera y la más importante, ¡que no puede
definir a DIOS, AL TODO, A LA VERDAD ABSOLUTA, debido a su
intrínseco significado que ya veremos de que se trata. Y
la segunda, que la traducción debe ser leída como
Yo soy el guerrero.
¿Cree usted entonces que este bélico personaje,
violento y pasional de Yahvé Saboat, o Yo soy el guerrero,
pueda definir adentro de todo su significado a DIOS?.
¡Nunca!. Y mucho menos que sí lo esté en
Elohím.
Resulta ilógico, y contraproducente, encontrarnos con
el nombre de Yahvé en los escritos que nos han impuesto
como que es la Palabra de Dios, porque al decir Yahvé, no
hay de donde agarrarnos para comprenderlo como que allí,
está encerrado todo lo ILIMITADO que ES DIOS. Y, en el
colmo de la vanidad, nuestros guías Cristianos juran que
tal personaje violento y tiránico es el SER SUPREMO e,
ingeniándoselas muy bien, y con el terror sacro de su
oportuno lado, nos han impuesto tal falaz y demagógica
versión.
Pero es comprensible su mórbido comportamiento
ya que, movidos los hilos por el avorazamiento financiero, lo han
hecho para que sus fieles practicantes no se salgan del redil y
que esa merma en los ingresos quiebre
y arruine a la Iglesia Cristiana. Eso significaría matar a
la gallina de los huevos de oro en que han convertido a toda la
Institución Eclesiástica que explotan.
Yahvé es tomado ahora, por los grupos religiosos
Cristianos, como el Ser Supremo y han olvidado interesadamente a
Elohím, porque es lo más conveniente para la causa;
ya que es impensable para ellos que los fuertes y poderosos o los
Dioses fuesen ese "Dios Único" que pregonan es el
bíblico; pero que, más sin embargo, Yahvé
Saboat, por ser un concepto individualista, sí se ajusta
mejor al patrón monoteísta.
¡Pero qué equivocados y lejos están de
tener en Yahvé a DIOS!.
La gran paradoja Cristiana está en querer mantener, a
base del terror sacro, esa gran farsa y esa estafa en la
apreciación que de la divinidad han hecho.
LA PERSONALIDAD DEL
PADRE NUESTRO
Resulta paradójico que podamos llegar, tan siquiera a
titular o a nombrar cualquier definición, y decir que esa
reunión de los mejores adjetivos y calificativos, nos
permite describir el perfil psicológico de Dios y que,
eso, todo lo que resumimos para su excelsa descripción, nos proporciona la idea exacta
y completa de la divinidad que nos ha escogido para que le
adoremos y que nosotros, simples motas de polvo, arrogante e
imbécilmente, gritemos poseer bajo una perorata y entre
palabras preciosas a la definición de DIOS.
A DIOS, AL TODO, A LO INFINITO E ILIMITADO ¡no podemos
llegar a configurarlo adentro de los límites de
una personalidad y mucho menos limitarlo con la
descripción de su perfil psicológico!.
Claro y es comprensible lo que aquí estamos tratando, y
debe quedar muy bien comprendido, que nuestro trabajo se
basa exclusivamente en la Biblia y en sus dos conceptos para
ubicar la increíble manera de describir a su propia
concepción de Dios; o sea en Elohím o los fuertes y
poderosos, y en Yahvé o Yo soy el guerrero y ¡nunca
en EL TODO, en LA VERDAD ABSOLUTA!.
Por favor que no haya ninguna duda al respecto ni mucho menos
tergiversación, pues los seres que protagonizan los
papeles estelares en la Biblia ¡no son DIOS!; serán,
eso sí, el reflejo psíquico y desequilibrado de
aquellos inspirados falsamente en una masturbación mental,
cuyo fruto perverso se llama Yahvé de los
Ejércitos, el Padre Nuestro que Jesucristo nos endilgara
de manera poco fraterna y más como castigo que como
premio.
Leemos en Deuteronomio 6:14 ss, lo firme de su
afirmación como para dudar.
No andaréis en pos de Dioses (Elohím)
ajenos, de los Dioses (Elohím) de los pueblos
que están en vuestros contornos; porque Elohím
celoso, Yahvé tu Elohím en medio de ti está;
para que no se inflame el furor de Yahvé tu Elohím
contra ti, y te destruya de sobre la tierra.
Y se nos aclara mejor el panorama y el proceder del Dios
bíblico desde Deuteronomio 7:12 ss, con lo siguiente.
Destruirás, pues, a todos los pueblos que te entrega
Yahvé tu Elohím; no los perdonarás, ni
servirás a sus Dioses (Elohím). No desmayes
delante de ellos, porque Yahvé tu Elohím
está en medio de ti, Elohím grande y temible.
Yahvé tu Elohím echará a estas naciones de
delante de ti poco a poco, y te las entregará y él
las quebrantará con gran destrozo, hasta que sean
destruidas. Yahvé te entregará a sus reyes en tus
manos, y tú los destruirás y nadie te hará
frente hasta que los destruyas.
¡Qué grande y poderoso y además amoroso
Dios Nuestro Señor!. ¡Aleluya!.
Si ya se nos pasó el asombro, y hasta el desencanto de
ese repulsivo y criminal ser, al que le hemos orado por nuestras
necesidades y lo vemos tal y como nos lo presenta desde el
Deuteronomio la Palabra de Dios Padre, no será posible
retraernos a conocer esas emociones
violentas y pasionales impropias en DIOS, pero cosa común
y hasta normal en un asqueroso criminal de los muchos que llenan
las cárceles públicas, o aún en los
desequilibrados mentales que reaccionan a sus instintos y no a la
nobleza y a la honorabilidad con la que la gran mayoría de
seres humanos reaccionamos ante nuestros semejantes.
¿Serán posibles esas reacciones que la Biblia
nos cuenta tuvo Yahvé el guerrero en DIOS, en EL TODO?…
¡NO!, definitivamente aquí nos están
describiendo parte de esa personalidad monstruosa de un ser o
entidad con grandes desequilibrios sociales y lleno de profundos
complejos que violentamente los expresa.
Si Yahvé amenaza, como lo hace desde el Éxodo
20:5, cuando nos dice, lo que leeremos a continuación, es
que este Dios Padre está, de verdad, más loco que
una cabra.
Yo soy Yahvé tu Elohím, fuerte, celoso, que
mira la maldad de los padres y la castiga sobre los hijos hasta
la tercera y cuarta generación.
Aquí Dios Padre mismo hace alarde de su propia y
peculiar personalidad. ¿No le parece?.
Y aquí la gran paradoja. Si la Cristiandad se ha
desgañitado, desde el año 325, en que formalizaron
la amalgama de ritos paganos en la Religión Cristiana,
gritando que su Dios es uno todopoderoso, eterno y único,
¡caramba!, por lo menos se le pide a tal especial entidad
la ausencia del rencor hacia los indefensos y débiles
seres humanos; sentimiento más propio de las bajas
pasiones y de la miseria del ser humano y no de la excelsitud de
un Dios. Además, es una condición sin poder
negociarla, que no tenga este Divino Ser la vanidosa prepotencia
de la amenaza que, reluce en el débil y en el que se sabe
derrotado, pero que choca y repugna ver sobresalir en aquel que
nos han dicho es todopoderoso y eterno y al que hemos tomado por
siglos como Nuestro Padre.
Y se le pide que no tenga el malsano sentimiento y mucho menos
la actitud
miserable de la venganza que, pudiera ser comprensible en aquel
que recibió maltrato, injusticia, injurias o algún
daño en
su familia; pero
¿quién puede siquiera dañar a DIOS como para
provocar la venganza y el celo divino capaz de buscar la
reparación vengativa hasta en los hijos de los hijos del
agresor divino?.
Si alguien pudo o puede provocar el menor daño a Dios o
a lo que se define como Dios, es porque ese alguien es mucho
más poderoso que ese concepto que define a la divinidad.
Se daña o se lastima solamente aquello que es susceptible
de ser dañado o de ser lastimado. Un clavo entra
fácilmente en un pedazo de madera, pues
la madera es susceptible de ser atravesada por un clavo; pero ese
mismo clavo no podrá entrar en una plancha de acero pues este
otro material no es susceptible a dejarse atravesar por un simple
clavo de hierro.
Ahora bien, si eso sucede, tal y como el mismo fantoche Dios
bíblico lo dice, o sea si se pudo, se puede o se
podrá lastimar, dañar, injuriar o hasta mortificar
y cometer pecados contra Yahvé, el Padre Nuestro, es que
no es más que un fantoche y un payaso sujeto y susceptible
a ser lastimado, dañado, injuriado, mortificado y pecar en
contra suya, y eso señoras y señoras, no es posible
con DIOS.
¿QUÉ CLASE DE LOCO
ES EL DIOS BÍBLICO?
Yahvé o Elohím, cualquiera de los dos conceptos
que la Biblia nos presenta para ser tomados como ese Dios
vengativo y cobarde que millones de personas han tomado en su
destartalada psiquis como que es DIOS, LA VERDAD ABSOLUTA, no nos
conducirán más que a lo mismo, porque ambos
criterios que nos presentan los relatos bíblicos en sus
sangrientas páginas lo que reflejan, en primera instancia,
no es más que personalidades llenas de manifestaciones
mórbidas como las de cualquier enfermo mental, o para
decirlo en buen español,
¡las de un loco, demente y desequilibrado ser!.
¿Qué tan excéntrico, ambiguo, perverso,
desconfiado, enojado, colérico, orgulloso, soberbio,
megalómano, terco, poco afectuoso o desamorado,
irónico y mordaz, con manifestaciones de doble o
múltiples personalidades, incomprendido, vanidoso,
escandaloso, depravado, queriendo tener siempre la razón,
caprichoso, siempre en pleitos y provocador de ellos, que busca
la dificultad, egoísta, prepotente, entrometido,
explosivo, indiferente, celoso, desordenado y abusivo es el Padre
Nuestro?.
¿Hasta dónde puede llegar y qué clase de
loco es el o los Dioses de la Biblia?…
El Dios bíblico es todo un matiz múltiple de
características demenciales que cubre todas las opciones
que se dan adentro del término que los sicólogos y
siquiatras denominan loco.
Yahvé es un excéntrico de marca mayor, ya
que todo lo que hace, ordena o pretende ejecutar o que se
ejecute, es raro y anormal ¡más no divino o
milagroso!, sino que por medio del terror, trucos y criminales
amenazas es que aflora esa su anormalidad y esa su
ridícula extravagancia. O sea, una actitud de absurdas
manipulaciones que provocan ridículos resultados a su
derredor.
Isaías 37:36 nos describe el colmo de la anormalidad y
de la absurda extravagancia del demente Yahvé el guerrero,
el Padre Nuestro que está a la espera nuestra en los
cielos y allá los locos que quieran o que se estén
o se hayan peleado por eso.
Y salió el ángel de Dios Nuestro Señor
(Yahvé) y mató a ciento ochenta y cinco mil en el
campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la
mañana, he aquí que todo era cuerpos de
muertos.
¡Palabra de Dios Padre!. Que con esto nos da la
tónica de la criminal actitud del Padre todo amor que
está en los cielos y que debería de estar purgando
sus asesinatos en cualquier cárcel pública y no
siendo adorado, venerado y recibiendo incienso y plegarias de
millones de incautos que no saben que su Dios no es más
que un desequilibrado criminal y asesino desalmado.
¿Hay o habrá habido alguna excusa para disculpar
en sí un asesinato?. Bueno, tratándose de la
defensa personal o de la defensa ante un criminal que ataca a
nuestra familia o para evitar un secuestro o
violación, quizá sin ser una disculpa o un permiso
para matar, quedaría más bien como un atenuante en
extremo; pero para matar a ciento ochenta y cinco mil personas
¡se necesita estar completamente loco!.
¿Será posible exculpar a Yahvé, al Padre
Nuestro, por este genocidio y continuar orándole,
rezándole y pidiéndole por el perdón de
nuestros pecados al mayor criminal que públicamente deja
la confesión de sus asesinatos tan tranquilamente en la
Santa Biblia?.
La perversidad y la caprichosa actitud del Dios bíblico
nos la cuenta muy bien 2 de Reyes 1:10 ss, que, con su relato,
nos enseña, inclusive, la manipulación del poder y
de la falaz conclusión de haber tomado a ese Dios como el
Dios de Amor que nos han hecho creer. Quien mata, no importa el
motivo, ¡es un criminal!, y quien se escuda en la divinidad
personalizada en tétrico y cobarde ser, como es este caso,
no es más que un apéndice y cómplice de tal
asesino. Pero leamos la cita.
Y Elías dijo: Si yo soy varón de Dios Padre
(Elohím), descienda fuego del cielo, y consúmete
con tus cincuenta hombres. Y descendió fuego del cielo,
que consumió al capitán y a sus cincuenta hombres.
Y murió conforme a la palabra de Dios Padre
(Yahvé), que había hablado Elías.
Cualquier comentario que hagamos a lo leído no nos
conducirá más que a lo mismo, pues en el caso que
efectivamente haya sido Dios Padre el que envió fuego
consumidor y que
matara a cincuenta hombres más a su capitán, no nos
restaría más que declinar cualquier sumisión
hacia ese asqueroso y prepotente tirano que, escudado en una
poderosa personalidad, abusa y mata al que se le pegue la gana. Y
si Elías, el gran profeta, condiciona su actuar en la
tierra y sus caprichos mesiánicos se manifiestan tan
claramente, eso sólo puede significar que por magnificar
al Dios bíblico, lo han dejado convertido en un simple y
vulgar asesino sin entrañas fraternas.
Lo terco, irónico y mordaz, así como la
alucinación y la contradictoria personalidad del loco de
Yahvé, está expresada en Éxodo 7:1 ss, que
nos cuentan.
Y dijo Dios Nuestro Señor (Yahvé) a
Moisés: Yo te he constituido Dios para Faraón
(¡cómo puede constituirse a alguien y decirle
serás Dios?). Tu dirás todas las cosas que yo te
mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón,
para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y yo
endureceré el corazón de
Faraón. Y Faraón no os oirá. Y el
corazón de Faraón se endureció y no los
escuchó, como Dios Padre (Yahvé) lo había
dicho. Entonces Dios Nuestro Señor (Yahvé) dijo a
Moisés: El corazón de Faraón está
endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.
Y sucedió que a la media noche Dios Padre
(Yahvé) hirió a todo primogénito en la
tierra de Egipto, desde
el primogénito de Faraón, hasta el
primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y
todo primogénito de los animales; y hubo
un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no
hubiese un muerto.
El megalómano y con doble personalidad, el Dios
egoísta que la Biblia llama Yahvé y los Cristianos
adoran como Padre Eterno, hace todo esto por el sencillo gusto
del gozo y de la parodia y que concluye todo este criminal y
chiflado cuento desde
Éxodo 14:1 ss, cuando nos relata.
Habló Dios Padre (Yahvé) a Moisés,
diciendo: Di a los hijos de Israel que acampen junto al mar.
Porque Faraón dirá de los hijos de Israel:
Encerrados están en la tierra, el desierto los ha
encerrado. Y yo endureceré el corazón de
Faraón para que los siga; y seré glorificado en
Faraón y en todo su ejército, y sabrán los
egipcios que yo soy Dios Vuestro Señor (Yahvé).
Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en
seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
Los egipcios se lanzaron en su persecución, y entrando
tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de
Faraón, sus carros y su gente de a caballo. Y entonces El
Dios de Amor (Yahvé) dijo a Moisés: Extiende tu
mano sobre el mar, para que las aguas caigan sobre los egipcios,
sobre sus carros y sobre su caballería; y cuando
amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza. Y El
Dios de Paz (Yahvé) derribó a los egipcios en medio
del mar. Y todo el ejército de Faraón que
había entrado tras ellos en el mar, no quedó vivo
ni uno solo de ellos. Así salvó Dios Padre
(Yahvé) aquel día a Israel de mano de los egipcios;
e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio
Israel aquel gran hecho que Dios Nuestro Señor
(Yahvé) ejecutó contra los egipcios; y el pueblo
temía a Dios Padre (Yahvé), y creyeron Al Dios de
Amor (Yahvé) y a Moisés su siervo.
Hitler, ese
criminal perverso y desalmado que ordenó la matanza de
más de seis millones de judíos en la Segunda
Guerra
Mundial, hoy aparece y así nos lo han enseñado como
el mayor genocida. Pero entonces con Yahvé, que
endureció el corazón de Faraón para que no
dejara salir a los hijos de Israel, que mató a todo
primogénito de la tierra de Egipto y que asesinó
ahogados cruelmente al ejército de Faraón, todo
esto para probar su magnifica grandeza, ¡cómo hay
que catalogarlo!.
¿Dónde queda el Padre Nuestro que el iluso de
Jesús nos impuso desde su Evangelio y que era la
garantía de que todos éramos hermanos unidos por un
solo Dios?.
Qué fácil resulta el diagnóstico en Yahvé.
Este Diosesito de espumilla que la Biblia tan pomposamente nos
ha metido como que es DIOS, no es más que un paranoico,
esquizofrénico y con psicosis
maníaco depresivas que llenó de sangre,
tristezas, llanto y luto muchísimos hogares de seres
humanos que no quisieron compartir y mucho menos comprender la
actitud cambiante y degenerada de la presunta divinidad del
asqueroso y vil Yahvé.
Hay una cita muy famosa y popularmente aceptada por la
humanidad, la que nos dice que los seres humanos no somos ni
ángeles ni bestias. ¿Qué sobresale en el
Dios bíblico? ¿Cuánto de la bestia
manifiesta el Padre Nuestro en su actuar ante los seres
humanos?.
Toda nuestra vida nos han educado, tanto en la casa como en el
colegio, con los amigos y con la sociedad que
nos envuelve, a que debemos de mantener esa bestia que todos
llevamos adentro muy bien encerrada, ya sea por las buenas o por
las malas; debido a que los exabruptos o los comportamientos
fuera del tono social y cultural del nivel en el que nos
desenvolvemos, no es lo apropiado a las buenas costumbres y mucho
menos para que nos quieran.
El rechazo no es más que la diplomática manera
de señalar que no gusta la bestia que lucimos en un
momento determinado.
Ocultar la bestia, que todos llevamos en nuestra más
íntima personalidad, ha ocasionado la hipocresía
más grande que el ser humano jamás haya
manifestado. Ahora bien, lo que no se nos ha podido eliminar por
completo, ha sido la satisfacción de sacar en toda su
magnitud a esa bestia interna cuando somos ricos, poderosos o con
algún grado de diferencia social con todos los
demás seres humanos; ya que en un artista famoso, en un
escritor de renombre o en el político que ocupa un puesto
alto en el Gobierno, si
ellos no sacan parte de la bestia o toda la bestia que llevan
oprimida ¡no serán los grandes personajes que el
público consumidor o el votante, que es lo mismo, esperan
de ellos!.
A todos ellos no sólo se les permiten esas salidas y
manifestaciones de lo bestia que todos llevamos muy oculto, sino
que, lo más curioso, es que les es hasta exigido que lo
hagan.
La opresión, que la religión Cristiana ha
impuesto con su prédica, va encaminada para evitar las
manifestaciones de esa bestialidad humana; eso, por lo menos, es
la excusa puesta por los Jerarcas e, imponiéndolas como
pecado, han inhibido todo lo malo que el ser humano tiene por
naturaleza,
pero lo malo que el terrorista cura o pastor cree, ya que son
ellos, precisamente, los que califican qué es lo correcto
y qué lo equivocado o pecaminoso.
Todo eso ha degenerado en el avivamiento de las más
bajas pasiones, porque el ser humano racional y con su capacidad
de aprendizaje
adentro de los límites apropiados, como para llamarlo
inteligente, lo que se le prohíbe y se le veda, por medio
del terror o del miedo a una hipotética
condenación, ¡no funciona!.
Lo que se logra es inhibir, ocultar y avivar, por eso mismo,
lo que se quiere evitar.
Al ser humano racional e inteligente, sobre la base de
la
educación, y no a la imposición perversa, tal y
como el Cristianismo
ha procedido, es la única manera para lograr que las ideas
y pensamientos en el momento de la opción de hacer o no
eso malo, equivocado o perverso que se quiere evitar se cometa,
que sea su propia educación y la
comparativa sucesión de imágenes
mentales en sí lo que le permitan, visto el panorama,
optar por no hacerlo.
Y no como la religión Cristiana, que pretende evitar el
mal y el pecado de manera tan ilusa como lo hace. Ya que
según ellos se logra gracias al salvaje y violento Dios
que adoran e, inhibiendo al pobre borrego que por miedo al
Infierno y al castigo de ese energúmeno que le impusieron
por Dios, ya no cometa males y no caiga en las sabrosas
tentaciones y mucho menos peque contra Nuestro Señor
Jesucristo y contra su Padre amoroso que nos salvará
solamente a través del Cristianismo; pero ese argumento
hoy, totalmente desgastado e impúdicamente abusado, ya no
es creído por miles de fieles que prefieren llevar su
religión muy a su manera y no bajo ese férreo
control
intolerante de la Iglesia de Cristo.
¿Qué parte de la bestia ocupa y está
manifestada en Yahvé y cuándo de bestia es el Dios
Cristiano?.
Cuando nos referimos a la bestia en el Dios bíblico,
queremos acomodar el significado a aquella torpe, ruda e
irracional manera de conducirse y de manifestarse, ya que carente
del mínimo amor o consideración y respeto hacia
aquellos con lo que le toca relacionarse, el comportamiento
descrito en la Biblia, y que retrata todo lo irracional que lleva
adentro Yahvé, hace que conozcamos ¡Qué clase
de bestia es Dios Padre!.
La exasperación es una de las facetas a las que la
psicología
le otorga mucha importancia, ya que denota el grado mental en el
que una persona seria y
bien ajustada y adentro de los límites sociales, se acepta
a sí misma, admite y reconoce sus propias limitaciones y,
lo mejor, lucha activa y tesoneramente por mejorar su conducta, pero
que lo hace de manera educada, humilde y convencida de obtener
una mejoría para ella misma y para la sociedad en la que
se desenvuelve.
Claro que uno se exaspera de los demás, pero eso
sencillamente es una excusa que esconde nuestra irracional manera
de no aceptar a las personas tal cual son.
Quien debe asumir el cambio de
manera educada, es el exasperado.
La irritación con exceso es la primera
manifestación de la exasperación.
¿Cómo es usted, se irrita rápido?…
El Dios bíblico no puede dominar la pasión y,
con exabruptos coléricos, demuestra su exasperación
al máximo; aunque leamos tonterías como la que nos
regala el bromista de Oseas en 11:9 desde donde y a pesar de todo
reluce fulgurantemente lo bestia que exuda Yahvé el
guerrero.
No desencadenaré todo el furor de mi ira –dice
Yahvé- no destruiré del todo a Efraín,
porque yo soy Dios ¡no soy hombre!
(¡qué consideración la de la bestia
bíblica! ¡Aleluya!), soy santo en medio de ti y
no me complazco en destruir.
¡Alábate coles porque si no quién te
alabará!.
Vea usted que cuadro más bestial. Si el Dios
bíblico no se complace en destruir ¿para qué
diablos destruye entonces?. Cuando alguien destroza, hiere, mata
o destruye, por el solo hecho de destruir, matar o herir, lo que
está demostrando es su irracional comportamiento; y eso se
llama bestialidad ¡ni más ni menos!.
Pero no se preocupe, tome su Santa Biblia y ábrala en
Deuteronomio 28:68 para que cualquier duda, por pequeña
que sea, pueda ser eliminada.
Gracias…
Isaías 26:20 y 21 nos regala el verdadero retrato de
aquel que "no se complace en destruir" y veamos hasta que punto
es falaz, contradictorio y mentiroso el Padre Nuestro que
está en los cielos a la dulce espera de sus hijitos.
Anda pueblo mío, entra en tu aposento, cierra tras
de ti tus puertas; escóndete, en tanto pase la
indignación de Yahvé. Porque he aquí que
Yahvé sale de su lugar para castigar al morador de la
tierra por su maldad.
Isaías 30:27-33 deja sin lugar a comentario alusivo a
lo bestia del Dios adorado por millones de incautos y nos
expresa.
He aquí que el nombre de Yahvé viene de
lejos; encendido su enojo y en medio de densa humareda; sus
labios llenos de ira, y su lengua como
fuego que consume. Su aliento, cual torrente que inunda;
llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con
criba de destrucción. Y Yahvé hará
oír su majestuosa voz, y hará ver cómo
desciende su brazo, con ira encendida y llama de fuego
consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo. El
soplo de Yahvé, como torrente de azufre, enciende y
quema.
¡Gloria a Dios hermanos!…
Si creíamos que el Diablo, Satanás o el Maligno,
era el único dueño de tales atributos
¡qué gran equivocación!, pues es el Dios
bíblico a quien corresponde el papel que le asignaron al
Diablo. ¿No le parece así después de haber
leído con sus propios ojos la perorata de
Yahvé?.
Al Dios bíblico le lastiman profundamente las criticas
a su actuar y, apareciendo el personaje egocéntrico,
Jeremías lo describe intolerante, brutal y lleno de esa
actitud tan animal que causa pena y hasta vergüenza
¡cómo fue posible habernos tragado el cuenterete ese
de la prédica Cristiana que DIOS es esa bestia que surge
en los pasajes sangrientos de la Santa Biblia!; y leemos en
Jeremías 11:20 el proceder del divino y bestial Padre
Nuestro que mandó a su Hijo Unigénito, según
los dementes Cristianos, a salvarnos (¿de qué?, no
lo sabemos).
Pero oh Dios Padre (Yahvé de los ejércitos),
que juzgas con justicia, que
escudriñas los riñones y el corazón, vea yo
tu venganza en aquellos en los cuales hoy he expuesto ante ti mi
causa.
Con aliados así ¡qué se guarden los
enemigos más peligrosos que tengamos!.
¿Le gustaría un socio de esa calaña y de
carácter vengativo y cobarde como luce Dios
Padre?.
El cinismo y las sinvergüenzadas de esa bestia
divinizada, y ante la que nos hemos arrodillado humildemente para
rogarle tenga un poco de compasión y misericordia de los
males que nos aquejan, ¡no tiene parangón!.
UN DIOS ESTUPIDO, TORPE Y
DEPREDADOR
La divinidad, como cualidad excelsa y que abruma a cualquiera,
tiene que significar forzosamente, ¡y sin discusión
alguna!, la perfección. Y si los conceptos que sobre DIOS
nos da la Biblia y a los que llama divinos seres, tanto a
Elohím como a Yahvé, debe ser prioritario
preguntarnos ¿Serán perfectos tales payasos y
criminales personajes?.
La divinidad no es tan simple y mucho menos sujeta al manoseo
monetario del cual se han agarrado, cual sanguijuelas, los
Jerarcas religiosos del Cristianismo y que, por medio de su falaz
predicación, han inducido, por el terror sacro, a creer en
que el o los Dioses de la Biblia sean el divino y todopoderoso
Ser Supremo; cuando lo que vemos, leemos y experimentamos en
carne propia es la usurpación, la maldad y la ferocidad
criminal en un personaje con las más bajas pasiones como
reflejo de su psicópata y esquizofrénica
personalidad.
La divinidad que se le endosa al repugnante Dios del
Cristianismo es la mayor ofensa a la inteligencia
del pobre iluso que, sin control de su mente, acude compungido y
arrebatado por el éxtasis a su Iglesia respectiva sin
imaginar tan siquiera que ese divino ser, al que su pensamiento se
eleva, no es más que una mascara psíquica producto de un
pobre demente y que refleja efectivamente la imagen fiel de un
descarado personaje criminal.
Es tan fácil reventar de la risa, y gozar a carcajadas
sin pagar un centavo en algún show o circo de
cómicos, sólo necesitamos revestirnos de una coraza
de paciencia y acudir a cualquier Iglesia Cristiana y oír,
ver y sentir ese morbo y esa prédica cargada de
fetichismo, vilezas y terrorismo
sacro y conocer la perorata de ese divino Yahvé el
guerrero ¡que de divino y excelso ni los calcetines del
cura o pastor!, para reír a carcajadas pues,
estúpido el gritón, estúpido el concepto
manoseado de la divinidad del Dios bíblico, como
estúpidos los borregos que gozan mórbidamente con
tal ensarta de brutalidades y con esa coreografía de
comedia de tercera categoría en la que los fieles devotos
de la divinidad bíblica caen.
Todo eso es digno de una mejor causa, ya que el aplauso
monótono, el grito destemplado, el don de lenguas (que de
don o de favor divino no tiene nada ya que, inentendible, lo que
gesticula el trastornado, no es más que una pantomima para
sentirse y lucir como un tocado por la mano de Dios Padre) y el
arrebato religioso que lucen vanidosa y despampanantemente, lo
único que consiguen es desprestigiar aún más
al todopoderoso y sabio Dios bíblico, al amoroso Padre
Nuestro.
La divinidad, que suponen los Cristianos tiene su Dios, es
más bien la distorsión del fanatismo intolerante y
doloroso que padecen; y que, al tener conciencia de su propio
fanatismo, como no lo pueden, y muchísimo menos lo deben
reconocer, lo esconden en la intolerancia de definir a
Yahvé el temeroso y vengador Dios que adoran como su
excelsa y pura divinidad.
Ese es el traumatismo Cristiano. Han tenido que defender el
concepto de su Dios divino inclusive, y en el colmo de la falta
de fraternidad, con la tristemente Santa Inquisición, la
cual se despachó con la cuchara más grande y
mató santa y divinamente a todo aquel que significó
peligro, obstáculo o aún competencia en el
mercado religioso
que tenían monopolizado por el acaparamiento de decirse el
único y verdadero camino a Dios por medio del fantoche que
se fabricaron en el Concilio de Nicea en el año 325; y que
no es ni por asomo el Jesús que verdaderamente
existió como el heredero al trono de la nación
de Israel, y nunca, pero nunca, el Hijo de Dios Padre que nos han
impuesto a sangre y fuego.
El grave problema con el que se han tenido que enfrentar los
fieles creyentes en ese inmisericorde Diosesito de turrón,
ha sido cuando oyen que se les definen todos los atributos de la
divinidad que suponen tiene Yahvé y Elohím; y
reconociendo los detalles del ropaje ficticio con el que van
cubriendo la mentira escondida entre la vestimenta de luces y
colores, tienen necesidad de hacer acopio de mucha entereza,
amén del terror a la condenación y al fuego eterno
y verse compelidos a que obligadamente tienen que creer en la
divinidad que se ve nebulosa en ese asqueroso ser.
La divinidad del Dios bíblico estúpidamente
está cubierta por tres mentiras básicas. Y decimos
que estúpidamente porque sin dos dedos de frente, y sin
capacidad de razonamiento, no saben tan siquiera que a LO DIVINO,
a LO EXCELSO, A DIOS, ¡no puede describírsele y
mucho menos conocer de su íntima e ILIMITADA ESENCIA!.
Las tres mentiras en las que descansa el andamiaje divino del
Dios repugnante del Cristianismo son, la parte filosófica,
la mitológica y el irracional ritual dogmático.
La parte filosófica que está adentro del montaje
de la divinidad Cristiana no es más que la pretendida y
absurda esencia de la religión. Pero como no está
sujeta a la discusión y mucho menos a hacer un estudio
comparativo científico y lógico, porque lo
derrumbaríamos tal y como lo hacemos desde estas
páginas, no se permite la más ligera duda. Y
quién dude o discuta de la divinidad no será
más que un hereje, un blasfemo y un pecador a los ojos
amorosos de Yahvé.
Con tales recompensas ¡quién, torpe de él,
podrá descarriarse de la línea filosófica y
falaz de la divinidad Cristiana!.
Para que algo verdaderamente sea y cumpla con la
condición de ser indiscutiblemente una verdad sin
réplica, primero que todo no debe de defendérsela o
tener preparados argumentos para hacerla e imponerla como una
verdad indiscutible. Al Sol, por ejemplo, ¿quién
pueda negar que nos alumbra, que su calor da vida
y provoca innumerables reacciones biológicas en nuestro
Planeta? ¿Habrá habido necesidad de argumentos a
favor para defender esa verdad innegable?.
Lo que debe de quedar en claro es que LA DIVINIDAD DE DIOS no
es sujeta, no a la discusión o a la duda porque es
permisible hacerlo o sentirlo, sino a monopolizar en un sujeto o
grupo de sujetos que con un solo ejemplo dejarán
demostrada su bajeza moral,
energética y que con esa muestra de pequeñez y no
de EXCELSITUD, todavía y así siguieran gritando
tener a la DIVINIDAD adentro de ese concepto filosófico
que de Yahvé y de Elohím hacen, defienden e
imponen.
La EXCELSA DIVINIDAD DEL TODO no puede rebajarse y mucho menos
arrastrarse en el fango del crimen y de los asesinatos, que son
el pan de cada día de la divinidad bíblica.
Jeremías 31:28 nos deja completamente clasificada esa
obtusa esencia filosófica que la divinidad Cristiana posee
y de la cual hace gala presumiendo de ella y que no refleja
más que la verdad de tal complejo fanático y falaz
que nos han impuesto.
Dice Yahvé: Y me ocupé de ellos para arrancar
y derribar, y trastornar y destruir y afligirlos.
¿Qué de excelso, puro y santo o divino encuentra
en ese reptil asqueroso que se ufana de ser destructivo y cobarde
que aflige y trastorna en vez de consolar y ser creativo?.
La parte mitológica que tiene la farsa divina del
Cristianismo no es más que el cúmulo de leyendas,
inventos y
elucubraciones que, tratando de darle connotaciones excelsas a su
Dios particular y a Jesucristo, no han hecho más que el
estrepitoso ridículo con los relatos copiados de la vida
de Buda, de Krishna, de Mitra y de miles de otros divinizados
seres humanos que fueron tomados en sus respectivas culturas como
Hijos Únicos de Dios. Y que, anteriores a nuestro
divinizado Jesús, lo dejan en grave entredicho y
convertido en una piltrafa más, ya que incapaces de
originalidad, burdamente copiaron todos y cada uno de los relatos
fabulosos y de las cosas asombrosas que, como efectos especiales
rodearon desde su nacimiento hasta su muerte, a esos
anteriores Hijos de Dios y, atribuyéndoselas
estúpidamente a Nuestro Señor Jesucristo, pensando
que nadie se daría cuenta del engaño, lo han dejado
convertido en un mamarracho y que, junto a su Padre, forman la
pareja de vilezas que nos hemos tomado como la divinidad.
La parte ritual da, basada en el fanatismo y el dogma sacado
de la parte filosófica y mitológica que sobre la
divinidad han impuesto, la forma concreta
–físicamente palpable- y que todos podemos
compartir, para que el que quiera experimentar a la divinidad
bíblica tenga la libertad de
probar la existencia del Dios y del Padre Nuestro.
¡Qué ironía!, y qué falta de
respeto, no a DIOS, sino a la manada de borregos que acuden a
probar un poquito de Dios; inclusive y los más perversos
son los católicos que, comiéndose a la divinidad
por medio de la Santa Comunión y en la hostia, no se
imaginan que el proceso
metabólico y natural de la fisiología humana lleva, sin ninguna duda,
a que esa misma divinidad comida en el ritual salga como
excremento a la hora de evacuar los intestinos.
¿No lo había pensado? ¿Creía que
la hostia no se defecaba como cualquier cosa que ingerimos? O
¿cree usted que por ser el Cuerpo del Dios Padre, como nos
han dicho, en la persona de Jesús eso exime la función
biológica de defecarlo?…
¡Qué locura por Dios Santo!. Primero se comen a
su Dios y luego lo zurran.
El dogma, siendo la segura, única y por ende exclusiva
respuesta a un algo, ¡y por no admitir ninguna otra
opción!, no es más que el monumento a la
intolerancia, a la violencia y a la desfachatez más grande
y por lo tanto ¡una falsedad!. La Iglesia Cristiana mal
hace en gritar que tiene un dogma de fe en el personaje que nos
presenta como Dios Padre, ya que, si dogma es una verdad
incuestionable, ¿cómo es posible que la misma
Iglesia Cristiana nos haga adorar a un fantoche como Yahvé
y a un grupo de seres como los son los Elohím, diciendo
que ambos son la incuestionable verdad divina?.
¡Caramba qué necios!.
Un dogma de la Naturaleza, como lo puede ser el aire que
respiramos y que no admite opción, ya que para todo ser
vivo es indispensable; o el agua, que
no admite sustituto, son comunes a todos los organismos vivos y
por eso mismo ¡una verdad incuestionable!, tal y como el
axioma matemático de dos más dos son cuatro.
Pero el "dogma" religioso bíblico, ¡hay Dios
mío!. Primero, por no ser común a todos los seres
humanos, ya que Yahvé y Elohím, por lo menos para
la gran inmensa mayoría de pobladores de este bello
Planeta, o sea para más de cinco mil millones de
habitantes ¡no es y mucho menos representan lo que
DIVINIDAD ES!. Segundo, por estar fincado o basado en la muerte y en
la violencia al 100% y que, bastando con abrir cualquier Biblia,
de cualquier Iglesia Cristiana, es fácil darnos cuenta
cómo caen millones de cadáveres de hombres, mujeres
y niños,
amén de animales y aves
sacrificadas a ese cochino ser que le encantan los holocaustos de
vísceras y excrementos.
Todo eso no sólo representa una muestra de la
patraña, sino que es un insulto a la inteligencia del ser
humano que, adormilado, sigue en el carro religioso de la
Cristiandad que de dogmática ¡ni roscas!.
Y tercero, siendo dos los conceptos sobre una supuesta misma
divinidad en la Biblia y que para colmo uno de ellos es
múltiplemente protagonizado por los fuertes y poderosos
seres que el vocablo Elohím reúne en su
significado, en todo eso no hay más que mentiras.
¿En dónde está esa segura, única y
verdadera respuesta divina en el aberrante concepto de dos seres
que forman la divinidad bíblica? ¿Dogma en el
Diosesito fantoche del Cristianismo? ¡Nunca
jamás!…
Si hoy hemos aceptado en nuestra herrumbada y religiosa
mentalidad lo que Jesús dejó implantado, o mejor
dicho lo que dicen los falsarios de Nicea que dejó
Jesús implantado, y que debemos tomar al Dios
bíblico como que es el Padre Nuestro ¿Con
cuál de los dos conceptos bíblicos hay que
quedarnos?, porque sólo uno de los dos tiene que haber
sido el preferido de Jesucristo. ¿Yahvé el guerrero
o Elohím, los fuertes y poderosos? ¿Cuál es
el verdadero y único Padre que Jesús quiso que
adoráramos en el Cristianismo?.
Jesús, como judío que era, ¡porque
nació judío, vivió como judío y lo
mataron por y como judío!, y como heredero del Sacerdocio
y del Poder Político que como Rey de Israel le
correspondía desempeñarse ¡y no como Hijo de
Dios como tan burdamente nos lo han implantado!, por su misma
condición de Rey-Sacerdote, tenía que conocer a
fondo las Sagradas Escrituras o Tora que no son otras que el
Viejo Testamento de nuestras Biblias. Y, asumiendo, afirmando y
actuando como el legítimo heredero al trono del Rey David,
tenía que saber de Elohím y de Yahvé;
razón que hoy nos permitimos resaltar ante el
dogmático proceder Cristiano de manipular tan groseramente
el concepto del Padre Nuestro para embolsarse, o continuar
esquilmando, el dinero de
sus feligreses, para preguntarnos, no sin razón ¿A
quién hay que identificar como el Padre Nuestro amoroso y
perdonador, a la vez que rencoroso y criminal, al cual le hemos
orado inclusive en el clímax de la problemática que
envuelve a cualquier cristiano hoy en día, creyendo
torpemente que ese es el verdadero camino?.
¿Quién es el Padre Nuestro? ¿Acaso Yo soy
el guerrero o los muchos fuertes y poderosos?. Ahora bien,
sería la más extrema brutalidad que el concepto de
Padre Nuestro, tal y como lo tenemos implantado en nuestro
psiquismo, sea y comprendan la mezcla de ambos conceptos tan
dispares uno de los otros, porque tal y como apunta que
así sea, por las muestras indistintas con que se cita a
Elohím tanto como a Yahvé en los sermones y
prédicas que tan perversamente oímos de boca del
gritón insolente en el púlpito, eso, da la pauta
para resquebrajar el dogma traicionero y ruin que han montado en
la figura de un Padre Nuestro que, cual máscara, esconde a
dos fantoches y mentirosos conceptos sobre la divinidad de los
dos Dioses en la Biblia.
¿A quién dirigirnos como el Padre
Nuestro?…
Pablo en 2 de Corintios 4:4 nos dice tajantemente.
Porque Jesucristo es la imagen de Dios.
Juan 14:9 deja constancia.
Jesús le dijo: El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre.
El Génesis 1:27, por su parte, nos aclara.
Y crearon los Elohím al hombre a su imagen.
Pero también Génesis 2:7 nos da otro punto de
vista.
Entonces Yahvé modeló al hombre de arcilla
del suelo.
Mateo 5:48 advierte.
Sed vosotros perfectos, como vuestro Padre que está
en los cielos es perfecto.
Juan 3:16 nos cuenta.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en
él, no perezca, sino que tenga vida eterna.
Y por último Juan 14:16 señala sin
equivocaciones.
Sólo a través de mí –dice
Jesús- se va al Padre.
Veamos el gracioso dogma del Dios mentiroso y criminal al que
llamamos Padre. Si Jesús es la imagen de Dios, y este
concepto divino nos lo presenta Jesús como Padre Nuestro,
y se ha catalogado a Jesucristo como Hijo Unigénito de
Dios Padre y, a esto agregamos que nosotros, los seres humanos,
hechos del vulgar barro de la tierra, sin importar la
fabricación y mucho menos el material del cual fuimos
sacados, podremos llegar a ser perfectos –amén de
ser la imagen y semejanza de Dios Padre-, resulta que el Dios del
Cristianismo, el Padre amoroso, castigador y criminal ¡Es
un pobre fantoche de barro!, y Jesucristo, su amado Hijo,
¡es otra figura de arcilla!; y ambos, Dios Padre y
Jesús el Hijo, ¡son dos monigotes de polvo y
fáciles de borrar!.
¿O cree usted que son DIOS?…
¿Dónde está el orgullo, la divinidad y la
grandeza que pregonan los gritones desde el púlpito que
tienen el Dios Padre y su descarado Hijo Jesucristo?.
¡Cómo continuar tomando a dos farsantes que son
imagen y semejanza de los hombres y pasionalmente
idénticos con el más depravado y criminal
degenerado ser humano, que los hay en abundancia, y gritar y
patalear que son DIOS y que son el único camino hacia la
salvación eterna!.
¿Cómo es posible y en qué cabeza pueda
caber que existan los teólogos y la Teología
Dogmática, no para probar o demostrar a DIOS, sino para
demostrar mórbidamente y lleno de contradicciones
sadomasoquistas y lujuriosas, que ambos conceptos que sobre la
divinidad bíblica nos presentan son lo bueno, lo
único y la verdadera esencia pasional de la
manifestación tortuosa de las entidades que se esconden
bajo el nombre de Yo soy el guerrero (Yahvé) y entre todos
y cada uno de los muchos fuertes y poderosos
(Elohím)?.
El dogma Cristiano, por ser traicionero y sádico, no
refleja más que la grave evidencia del fanatismo y de la
intolerancia del rencor ritualista de una doctrina netamente
basada en la falsedad y en el egoísmo de creerse el
único camino a DIOS y, por consiguiente, es humo, polvo y
truco violento que, bajo el terrorismo sagrado y del Diablo y su
Infierno, como socios en el asunto de asustarnos para mantener el
boato y la tertulia de la Jerarquía Cristiana, simplemente
¡son una farsa!.
Dogma Cristiano y Diablo e Infierno, así como curas,
pastores e Iglesias y Tabernáculos, ¡son nada!;
porque si desde allí se nos grita que Jesús es el
único camino que nos queda para llegar a DIOS, simplemente
nos están tonteando, ya que el Dios del Cristianismo nada
tiene que ver con EL TODO, con LA VERDAD ABSOLUTA que es DIOS. Y
Jesucristo, el impuesto como Hijo de Dios Padre, no es más
que un payaso lleno de hipócrita actitud ante los hechos
que nos deleitan desde los propios Evangelios.
Al Diosesito de la Biblia se le adjudica la acción
y se le nombra como "Dios creador del mundo". Y esto es el Dogma
de la Doctrina General sobre la Creación. Génesis
1:1 nos deja dicho.
En el principio los fuertes y poderosos (o sea
Elohím ¡y no DIOS!) crearon los cielos y la
tierra.
Génesis 2:4 por el contrario y contradiciendo por eso
mismo al clero y a todo el Cristianismo en general, nos dice.
El día que Yo soy el guerrero (Yahvé
Saboat, ¡y no DIOS!) hizo la tierra y los
cielos.
¿En dónde está, ¡por Dios Santo!,
entonces el Dogma de la Creación?. En dónde
está la certeza infalible del dos más dos son
cuatro, si hay dos versiones diferentes una de la otra adentro de
un supuesto mismo suceso y con el manifiesto craso error y mala
fe de sostener que fue DIOS el Creador que aparece en ambas
versiones de la Santa Biblia. Y leemos desde ésta el
tratado legal y religioso del Dogma Cristiano que nunca
mencionan, en ninguna de sus dos versiones, a DIOS, sino a
Yahvé y a Elohím cuya traducción no
significa, en ninguno de los dos vocablos hebreos utilizados en
la Biblia, DIOS, sino Yo soy el guerrero y los fuertes y
poderosos que, como es fácil deducir y descubrir, porque
salta a la vista, ¡no son DIOS!.
Génesis 1:20 nos cuenta un primoroso
relato.
Produzcan las aguas a las aves que vuelan.
Pero en contraposición el propio libro Génesis,
sólo que desde 2:19, ridículamente lo desmiente,
pues surge otro, ahí sí que "dogmático"
concepto contrario al no menos "dogmático" proceder ya
leído sucedido con los Elohím.
Yahvé (¡que no es DIOS!) formó
de la tierra a toda ave de los cielos.
¿Dos versiones contrarias peleándose entre
sí por ser tomadas como la Palabra de DIOS en el Dogma de
la supuesta única y verdadera Creación que
propugnan los fantoches que dicen ser teólogos o
estudiosos de Dios?, y que, además, y como premio a su
infalible labor investigativa, en ninguna de ambas
contradictorias versiones del surgimiento de las aves, se hace
creer o se influye a que se está hablando de DIOS, DEL
TODO, y que LA VERDAD ABSOLUTA es quien procede a ejecutar tal
hecho de gran trascendencia, sino que muy claramente nos dejan
dicho que Yahvé, por una parte, y Elohím, por la
otra, son a quienes identifican plenamente como los fabricantes
de las aves; uno que utiliza al agua como
fuente de ellas, y el otro a la tierra.
En una versión Elohím (¡y no DIOS!) crean
en el mismo instante, y de manera simultánea, al
varón y a la hembra. Y con la particularidad muy
romántica y especial de hacerlos a su imagen y semejanza.
Pero en la guerra endiablada por liderar y comandar el Dogma
Cristiano, en la otra versión, Yahvé (¡y no
DIOS!), hace al hombre moldeándolo con sus propias manos,
como alfarero, del barro y, por último, y luego de hacer
otras cosas, quitándole una costilla al hombre, forma a
una mujer ¡y no
a la mujer!.
¿Dogma, verdad incuestionable en esas contradicciones?
¿Verdad irrefutable en esa miserable y pobre
narración dualista y tergiversada de la Creación
bíblica? ¿Teólogos o estudiosos de Dios
Padre para tan mala y vergonzosa actuación de los que se
pelean por el protagonismo de las sangrientas páginas de
la Biblia?… ¡Caramba!.
Lo repugnante de teólogos, y su estupidez
dogmática, en la que todos estamos de acuerdo luego de
ejemplos tan significativos que nos regala la misma Biblia, es
haberse abrogado el inútil, como fatuo y prepotente
título de "estudiosos de Dios". ¿Cómo su
mente de hormiga (con perdón de las hormigas) pueda
entender, estudiar, interpretar y definir a DIOS, a LO
INDEFINIBLE y a lo ABSOLUTO que ES DIOS?. ¿Por qué
en su estúpida humildad de su orgullo no se han dado
cuenta de la ridícula posición de llamarse
estudiosos de LO INESTUDIABLE?.
El dogma Cristiano, y sus chiflados teólogos,
sostienen, para su propia decadencia, que el Dios bíblico,
que ellos tan pésima como falazmente han identificado que
es DIOS, es un Dios Trino y le llaman el Sagrado Dogma de la
Trinidad de Dios a la excusa que les sirve para explicar y
definir al Dios bíblico pero que no es DIOS.
El único pequeño escollo, en tan bella
concepción, es que la Trinidad en la que se partió
el concepto de Yahvé y de los Elohím ¡que no
de DIOS! –y que nunca lo han aclarado-, es que fue un
invento y una locura producida durante el Concilio llevado a cabo
en el año 325 en Nicea. Y que, bajo los más
vulgares insultos, demostraciones soeces y lío a trompadas
entre los Primeros Padres Santos de la Iglesia, el
Espíritu Santo inspiró a los presentes y
decidieron, luego de una votación mundana y por la
mínima mayoría, que el Dios de la Biblia ¡y
no DIOS!, era un ser trino compuesto por el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, al cual, precisamente, en ese mismo
Concilio se lo inventaron los mismos Santos e inspirados varones
conciliadores.
¿Verdad absoluta y sin equivocaciones o dogma en una
decisión fruto del comadreo y de las trompadas que fueron
las verdaderas inspiraciones que obligaron a llevar a cabo tal
sandez?.
Siendo el dogma una verdad tan obvia que no necesita
demostración alguna, con una sola mentira que le saquemos
a relucir a la tan divinidad dogmática de la Santa Biblia,
o a la mal llamada Palabra de Dios, será muy fácil
eliminar a teólogos, a dogmas Cristianos y a la Iglesia
basada en un nebuloso e inexistente personaje que, como
Jesús, que fue el heredero político del reinado de
Israel y no el Hijo de Dios Padre, resulta el más fantoche
y ridículo personaje que religión alguna se haya
inventado.
Génesis 1:31 nos asegura algo que si de verdad los
Elohím fuesen DIOS, no hubiera habido necesidad de
apantallar, y menos de lucir esa burda y cómica
afirmación, que niega lo divino que hemos creído
tienen los muchos fuertes y poderosos seres que encierra tal
vocablo.
Y vieron los Elohím (¡y no DIOS!) todo
lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran
manera.
Y conociendo nosotros del asuntito que Caín comete en
contra de su hermano Abel, como la segunda manifestación
de que no todo era miel sobre hojuelas o bueno en gran
manera como lo asegura el perverso Diosesito de la Biblia, pues
un asesinato ¿qué de bueno destila o tiene como
para ejemplificar la gran mentira de haber afirmado Dios Padre
que todo lo hecho por él era bueno en gran manera?.
Willy Ruano
Investigador y escritor