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El Dios Bíblico una pesadilla




Enviado por ruanowilly



    1. Elohím
    2. Yahvé
    3. La personalidad del Padre
      Nuestro
    4. ¿Qué clase de
      loco es el Dios Bíblico?
    5. La bestialidad de
      Dios
    6. Un Dios estúpido, torpe
      y depredador
    7. Un Dios
      dogmático

    DESCRIPCIÓN

    Todas y cada una de las culturas y civilizaciones, y de
    acuerdo a su entorno, medio
    ambiente, costumbres y conceptos muy propios, nombraron a su
    respectivo Dios y se acogieron a lo que el que se dijo su
    representante decía y ordenaba en nombre de ese Ser
    Superior.

    El concepto que
    nació, adentro del pueblo israelita, que es el que hoy nos
    interesa, fue dado bajo un término muy amplio y lleno de
    pasión; pues, definiendo muy específicamente a su
    respectivo Dios, se tomó un vocablo en donde está
    envuelta una verdadera controversia-contradicción y,
    encerrando adentro del vocablo Elohím al concepto de la
    divinidad o de lo superior, surge la primera de las dos nociones
    en las cuales se dividió la idea básica de la
    divinidad personal de
    ellos, hasta la derivación en el otro concepto un poco
    más individual y que conocemos como YAHVÉ el
    guerrero.

    ELOHÍM

    El vocablo que se usó para definir, adentro de la
    palabra a la explicación de lo sobrenatural, y que
    denominaron Elohím, es un concepto más amplio de lo
    inexplicable (¿?) y quiere decir "los fuertes y los
    poderosos"
    . O sea que el israelita le daba una
    connotación pluralista a lo suprahumano y, sin poder encerrar
    todo el amplio contenido que se suponía tenía la
    divinidad, no lo hicieron en un solo personaje; se
    prefirió que los fuertes y poderosos fueran
    quienes, a través del conjunto que formaban, construyeran,
    bajo su concepción, a todo el Universo tal y
    como leemos en Génesis 1:1 ss.

    En esa parte de la Biblia, que nos dice muy bien
    expresado la manera clara de lo que para ese pueblo
    significó el término Elohím, leemos
    fascinados la Creación pero como Primera
    Versión.

    Bereshit bara Elohím

    O sea.

    En el principio los fuertes y poderosos crearon
    los cielos y la
    tierra.

    Claro que en nuestras Biblias, las de uso común y
    corriente, ya no aparece tal vocablo poco comprendido de
    Elohím. Y no es porque hoy nosotros estemos inventando tal
    definición únicamente por fastidiar a la
    Cristiandad. Nada más estúpido. Muchos de los
    hermanos cristianos, para que usted lo sepa, ¡nunca lo han
    leído, oído y
    mucho menos imaginado siquiera que pudiera existir tal
    palabra!.

    Elohím, o los fuertes y poderosos, aparece
    en más de 2500 veces en el Antiguo Testamento, queriendo
    significar que todos ellos hicieron y deshicieron a su gusto y
    antojo, tal y como nos es descrita su actuación desde el
    Libro Sagrado.
    Pero como era impensable que si ya habíamos creído
    en la existencia de un solo Dios, ahora, al definir la palabra
    Elohím, tal y como aparece en la Biblia, nos decían
    que eran no un solo ser sino que muchos de ellos, se optó,
    para no herir susceptibilidades y para que no hubiesen masivas
    fugas o renunciantes del culto monoteísta ya implantado, y
    por ende de una disminución en la caja de caudales, que
    era menester desaparecer tal diabólico vocablo
    comprometedor de los "fuertes y poderosos" que se
    encerraba en Elohím y, santamente, fue sustituido por el
    de "Dios", palabra que hoy ocupa el lugar en donde
    debería de decir los fuertes y poderosos, o dioses; que
    eso y no otra cosa quiere decir ese vocablo.

    ¿Importaba eso acaso?. No era más
    importante el billete y el oro con el
    cual se engrandecería la obra del Señor.

    Así, de esa manera tan Cristiana, se
    acalló la conciencia y el
    derecho a estar informado de todo lo que religiosamente hablando
    le correspondía, y aún le corresponde, al ser
    humano conocer de su propio grupo
    social.

    En el Antiguo Testamento leemos
    –¡asombrados!- todo el amplio acontecer que le
    tocó que desempeñar a estos fuertes y poderosos
    seres que hoy, calamitosamente, los han encerrado maliciosa y
    perversamente en la palabra "Dios" que no deberían de
    haber sustituido por Elohím.

    Los fuertes y poderosos reflejan lo que verdaderamente
    se quiso dejar expresado en los escritos sagrados judíos
    pues, buscando ahora excusas y brincándose las olas
    perniciosas de su propia ignorancia, nuestros Jerarcas,
    teólogos y demás altas autoridades de la Iglesia
    Cristiana en general, ¡lo han tergiversado
    todo!.

    Elohím es la expresión que abarca un
    concepto muy diferente del que nos han metido en la cabeza a
    través de la Iglesia, ya que si nos han impuesto un solo
    Dios y un Dios Único y, si procesamos debidamente el
    amplio significado que tiene tal vocablo de los fuertes y
    poderosos, no sólo destartalará nuestra psiquis,
    sino que nos dejaría huérfanos de Nuestro Padre que
    está en los Cielos.

    Para saber en donde fue falsificado, y sustituido, el
    vocablo Elohím por el de Dios, sólo basta con abrir
    la Biblia y, en los pasajes en donde aparezca la palabra Dios,
    allí mismo, debe entenderse que se hace referencia a la
    palabra original puesta por los inspirados de esa época y
    que quisieron dejar constancia que fueron los fuertes y los
    poderosos los verdaderos protagonistas de las acciones que
    ahora son atribuidas falsamente a Dios. No hay lugar a que nos
    equivoquemos con esto, ya que o aparece el término
    Yahvé el guerrero o aparece el de Dios; y aquí,
    debemos colocar la frase los fuertes y poderosos o si lo
    preferimos los Dioses, pues Elohím es un vocablo que
    denota pluralidad.

    Para muestra un
    botón. En Génesis 6:11 leemos.

    Y se corrompió la tierra delante
    de Dios
    (hay que poner el vocablo Elohím y leer, ahora
    sí, los fuertes y los poderosos, o los Dioses) y estaba
    la tierra llena de violencia.

    YAHVÉ

    Con este otro apelativo, el que ahora es más
    común oír, se describe pomposamente el nombre del
    otro concepto y del otro Dios bíblico que comparte con
    gala y luces de colores el
    protagonismo de las acciones bíblicas y que, inclusive,
    para ocultar, según la Jerarquía, el otro concepto
    que es más abundantemente usado en el Antiguo Testamento o
    sea el de Elohím o los fuertes y poderosos, o Dioses, se
    antepone ahora este nombre de Yahvé que no provoca tanta
    pregunta sobre el concepto de un Dios pluralista.

    Yahvé es un término un tanto nuevo ya que,
    el que anteriormente se usó para describir al Dios
    bíblico, estaba totalmente equivocado y fuera de la
    verdad, como lo era el nombre o apelativo Jehová. Y es, a
    partir del siglo IXX, y luego de una amistosa reunión
    entre rabinos, hombres ilustres de la Iglesia Protestante y de la
    Católica, en donde todos estos santos varones concluyeron
    que el nombre dado a Dios en los pasajes que le
    correspondían al otro concepto de la divinidad, o sea en
    donde no aparece el vocablo Elohím, y que ellos ya
    habían denominado Jehová, era ya incorrecto
    seguirlo usando.

    Todo se debía al garrafal error en que cayeron los
    rabinos del año 600 (que al parecer les falló
    nuevamente la inspiración del Espíritu
    Santo) que, cuando intentaron ponerle las vocales a todo el
    Antiguo Testamento y careciendo de ellas el hebreo en el que
    estaba escrito, al llegar al tetragrama divino o sea a J ó
    YHVH y por la costumbre de estar nombrando respetuosamente a su
    particular divinidad como Adonai o Edonay (Señor),
    simplemente se intercalaron las vocales de ese término
    respetuoso con el que se dirigían al ser que consideraban
    su personal Dios.

    Al intercalar esas vocales entre la JHVH salió la
    aberrada pronunciación de JEHOVÁ, que hoy, quien la
    use, será todo un perfecto ignorante, incapaz y necio; ya
    que lo correcto es escribir y pronunciar el nombre de este otro
    concepto de Dios de la Biblia, como Yahvé.

    ¿Qué cosa es Yahvé?, y la respuesta ya es
    diferente porque desde el Éxodo 3:14 ss. la podemos leer
    fácilmente.

    Yo soy el que soy.

    Esa es la contestación del propio personaje
    individualizado con ese nombre de Yahvé. Esto quiere decir
    que, uno de los protagonistas del Antiguo Testamento, se digna
    autodefinirse y, limitándose bajo un concepto ¡que
    de todos modos no dice nada de nada!, no nos queda más
    remedio que tratar desde allí de entenderlo o bien de
    escudriñar en los pasajes bíblicos en donde es
    nombrado, para, de esa manera, tratar de hacernos una idea o un
    bosquejo de su verdadera personalidad.
    Porque Yahvé tiene personalidad.

    ¿Paradójico que Dios Padre pueda tener
    personalidad?.

    Que quede claro, eso sí, que Yahvé o
    Elohím no son DIOS. ¡Nunca!…

    Siendo el nombre bajo el cual uno de los personajes que
    comparten honores y categorías de representar cada cual al
    Dios bíblico se define como Yahvé, hay que
    considerar entonces que tal nombre viene a representar a uno de
    los muchos Dioses bíblicos, ya que si Elohím
    significa los fuertes y los poderosos o Dioses, tal y como nos
    dice su traducción, Yahvé, el otro Dios
    individualizado, debe representar a la corriente de los
    Yahvistas, que sin entrar en polémica o en una clara pelea
    con los de la corriente de Elohím, establece una clara
    diferencia entre uno y otro de los Dioses de la Biblia.

    Lo llamativo, y a la vez sorprendente, por la
    connotación bélica que lo antecede, es que el
    nombre de Yahvé, invariablemente, viene acompañado
    de su correspondiente título de SABOAT y que, por su
    significado tan comprometedor en el amor
    Cristiano y en la paz que pregonan desde el púlpito
    mentiroso los Jerarcas Cristianos, lo han tratado de escamotear
    y, decidiendo no tomarlo en cuenta, ya no lo pronuncian tal y
    como está estipulado y escrito en la Santa Biblia.

    ¿Qué cree usted que significa Yahvé
    Saboat tal y como aparece en la Palabra de Dios Padre?, pues dos
    cosas. La primera y la más importante, ¡que no puede
    definir a DIOS, AL TODO, A LA VERDAD ABSOLUTA, debido a su
    intrínseco significado que ya veremos de que se trata. Y
    la segunda, que la traducción debe ser leída como
    Yo soy el guerrero.

    ¿Cree usted entonces que este bélico personaje,
    violento y pasional de Yahvé Saboat, o Yo soy el guerrero,
    pueda definir adentro de todo su significado a DIOS?.
    ¡Nunca!. Y mucho menos que sí lo esté en
    Elohím.

    Resulta ilógico, y contraproducente, encontrarnos con
    el nombre de Yahvé en los escritos que nos han impuesto
    como que es la Palabra de Dios, porque al decir Yahvé, no
    hay de donde agarrarnos para comprenderlo como que allí,
    está encerrado todo lo ILIMITADO que ES DIOS. Y, en el
    colmo de la vanidad, nuestros guías Cristianos juran que
    tal personaje violento y tiránico es el SER SUPREMO e,
    ingeniándoselas muy bien, y con el terror sacro de su
    oportuno lado, nos han impuesto tal falaz y demagógica
    versión.

    Pero es comprensible su mórbido comportamiento
    ya que, movidos los hilos por el avorazamiento financiero, lo han
    hecho para que sus fieles practicantes no se salgan del redil y
    que esa merma en los ingresos quiebre
    y arruine a la Iglesia Cristiana. Eso significaría matar a
    la gallina de los huevos de oro en que han convertido a toda la
    Institución Eclesiástica que explotan.

    Yahvé es tomado ahora, por los grupos religiosos
    Cristianos, como el Ser Supremo y han olvidado interesadamente a
    Elohím, porque es lo más conveniente para la causa;
    ya que es impensable para ellos que los fuertes y poderosos o los
    Dioses fuesen ese "Dios Único" que pregonan es el
    bíblico; pero que, más sin embargo, Yahvé
    Saboat, por ser un concepto individualista, sí se ajusta
    mejor al patrón monoteísta.

    ¡Pero qué equivocados y lejos están de
    tener en Yahvé a DIOS!.

    La gran paradoja Cristiana está en querer mantener, a
    base del terror sacro, esa gran farsa y esa estafa en la
    apreciación que de la divinidad han hecho.

    LA PERSONALIDAD DEL
    PADRE NUESTRO

    Resulta paradójico que podamos llegar, tan siquiera a
    titular o a nombrar cualquier definición, y decir que esa
    reunión de los mejores adjetivos y calificativos, nos
    permite describir el perfil psicológico de Dios y que,
    eso, todo lo que resumimos para su excelsa descripción, nos proporciona la idea exacta
    y completa de la divinidad que nos ha escogido para que le
    adoremos y que nosotros, simples motas de polvo, arrogante e
    imbécilmente, gritemos poseer bajo una perorata y entre
    palabras preciosas a la definición de DIOS.

    A DIOS, AL TODO, A LO INFINITO E ILIMITADO ¡no podemos
    llegar a configurarlo adentro de los límites de
    una personalidad y mucho menos limitarlo con la
    descripción de su perfil psicológico!.

    Claro y es comprensible lo que aquí estamos tratando, y
    debe quedar muy bien comprendido, que nuestro trabajo se
    basa exclusivamente en la Biblia y en sus dos conceptos para
    ubicar la increíble manera de describir a su propia
    concepción de Dios; o sea en Elohím o los fuertes y
    poderosos, y en Yahvé o Yo soy el guerrero y ¡nunca
    en EL TODO, en LA VERDAD ABSOLUTA!.

    Por favor que no haya ninguna duda al respecto ni mucho menos
    tergiversación, pues los seres que protagonizan los
    papeles estelares en la Biblia ¡no son DIOS!; serán,
    eso sí, el reflejo psíquico y desequilibrado de
    aquellos inspirados falsamente en una masturbación mental,
    cuyo fruto perverso se llama Yahvé de los
    Ejércitos, el Padre Nuestro que Jesucristo nos endilgara
    de manera poco fraterna y más como castigo que como
    premio.

    Leemos en Deuteronomio 6:14 ss, lo firme de su
    afirmación como para dudar.

    No andaréis en pos de Dioses (Elohím)
    ajenos, de los Dioses (Elohím) de los pueblos
    que están en vuestros contornos; porque Elohím
    celoso, Yahvé tu Elohím en medio de ti está;
    para que no se inflame el furor de Yahvé tu Elohím
    contra ti, y te destruya de sobre la tierra.

    Y se nos aclara mejor el panorama y el proceder del Dios
    bíblico desde Deuteronomio 7:12 ss, con lo siguiente.

    Destruirás, pues, a todos los pueblos que te entrega
    Yahvé tu Elohím; no los perdonarás, ni
    servirás a sus Dioses
    (Elohím). No desmayes
    delante de ellos, porque Yahvé tu Elohím
    está en medio de ti, Elohím grande y temible.
    Yahvé tu Elohím echará a estas naciones de
    delante de ti poco a poco, y te las entregará y él
    las quebrantará con gran destrozo, hasta que sean
    destruidas. Yahvé te entregará a sus reyes en tus
    manos, y tú los destruirás y nadie te hará
    frente hasta que los destruyas.

    ¡Qué grande y poderoso y además amoroso
    Dios Nuestro Señor!. ¡Aleluya!.

    Si ya se nos pasó el asombro, y hasta el desencanto de
    ese repulsivo y criminal ser, al que le hemos orado por nuestras
    necesidades y lo vemos tal y como nos lo presenta desde el
    Deuteronomio la Palabra de Dios Padre, no será posible
    retraernos a conocer esas emociones
    violentas y pasionales impropias en DIOS, pero cosa común
    y hasta normal en un asqueroso criminal de los muchos que llenan
    las cárceles públicas, o aún en los
    desequilibrados mentales que reaccionan a sus instintos y no a la
    nobleza y a la honorabilidad con la que la gran mayoría de
    seres humanos reaccionamos ante nuestros semejantes.

    ¿Serán posibles esas reacciones que la Biblia
    nos cuenta tuvo Yahvé el guerrero en DIOS, en EL TODO?…
    ¡NO!, definitivamente aquí nos están
    describiendo parte de esa personalidad monstruosa de un ser o
    entidad con grandes desequilibrios sociales y lleno de profundos
    complejos que violentamente los expresa.

    Si Yahvé amenaza, como lo hace desde el Éxodo
    20:5, cuando nos dice, lo que leeremos a continuación, es
    que este Dios Padre está, de verdad, más loco que
    una cabra.

    Yo soy Yahvé tu Elohím, fuerte, celoso, que
    mira la maldad de los padres y la castiga sobre los hijos hasta
    la tercera y cuarta generación.

    Aquí Dios Padre mismo hace alarde de su propia y
    peculiar personalidad. ¿No le parece?.

    Y aquí la gran paradoja. Si la Cristiandad se ha
    desgañitado, desde el año 325, en que formalizaron
    la amalgama de ritos paganos en la Religión Cristiana,
    gritando que su Dios es uno todopoderoso, eterno y único,
    ¡caramba!, por lo menos se le pide a tal especial entidad
    la ausencia del rencor hacia los indefensos y débiles
    seres humanos; sentimiento más propio de las bajas
    pasiones y de la miseria del ser humano y no de la excelsitud de
    un Dios. Además, es una condición sin poder
    negociarla, que no tenga este Divino Ser la vanidosa prepotencia
    de la amenaza que, reluce en el débil y en el que se sabe
    derrotado, pero que choca y repugna ver sobresalir en aquel que
    nos han dicho es todopoderoso y eterno y al que hemos tomado por
    siglos como Nuestro Padre.

    Y se le pide que no tenga el malsano sentimiento y mucho menos
    la actitud
    miserable de la venganza que, pudiera ser comprensible en aquel
    que recibió maltrato, injusticia, injurias o algún
    daño en
    su familia; pero
    ¿quién puede siquiera dañar a DIOS como para
    provocar la venganza y el celo divino capaz de buscar la
    reparación vengativa hasta en los hijos de los hijos del
    agresor divino?.

    Si alguien pudo o puede provocar el menor daño a Dios o
    a lo que se define como Dios, es porque ese alguien es mucho
    más poderoso que ese concepto que define a la divinidad.
    Se daña o se lastima solamente aquello que es susceptible
    de ser dañado o de ser lastimado. Un clavo entra
    fácilmente en un pedazo de madera, pues
    la madera es susceptible de ser atravesada por un clavo; pero ese
    mismo clavo no podrá entrar en una plancha de acero pues este
    otro material no es susceptible a dejarse atravesar por un simple
    clavo de hierro.

    Ahora bien, si eso sucede, tal y como el mismo fantoche Dios
    bíblico lo dice, o sea si se pudo, se puede o se
    podrá lastimar, dañar, injuriar o hasta mortificar
    y cometer pecados contra Yahvé, el Padre Nuestro, es que
    no es más que un fantoche y un payaso sujeto y susceptible
    a ser lastimado, dañado, injuriado, mortificado y pecar en
    contra suya, y eso señoras y señoras, no es posible
    con DIOS.

    ¿QUÉ CLASE DE LOCO
    ES EL DIOS BÍBLICO?

    Yahvé o Elohím, cualquiera de los dos conceptos
    que la Biblia nos presenta para ser tomados como ese Dios
    vengativo y cobarde que millones de personas han tomado en su
    destartalada psiquis como que es DIOS, LA VERDAD ABSOLUTA, no nos
    conducirán más que a lo mismo, porque ambos
    criterios que nos presentan los relatos bíblicos en sus
    sangrientas páginas lo que reflejan, en primera instancia,
    no es más que personalidades llenas de manifestaciones
    mórbidas como las de cualquier enfermo mental, o para
    decirlo en buen español,
    ¡las de un loco, demente y desequilibrado ser!.

    ¿Qué tan excéntrico, ambiguo, perverso,
    desconfiado, enojado, colérico, orgulloso, soberbio,
    megalómano, terco, poco afectuoso o desamorado,
    irónico y mordaz, con manifestaciones de doble o
    múltiples personalidades, incomprendido, vanidoso,
    escandaloso, depravado, queriendo tener siempre la razón,
    caprichoso, siempre en pleitos y provocador de ellos, que busca
    la dificultad, egoísta, prepotente, entrometido,
    explosivo, indiferente, celoso, desordenado y abusivo es el Padre
    Nuestro?.

    ¿Hasta dónde puede llegar y qué clase de
    loco es el o los Dioses de la Biblia?…

    El Dios bíblico es todo un matiz múltiple de
    características demenciales que cubre todas las opciones
    que se dan adentro del término que los sicólogos y
    siquiatras denominan loco.

    Yahvé es un excéntrico de marca mayor, ya
    que todo lo que hace, ordena o pretende ejecutar o que se
    ejecute, es raro y anormal ¡más no divino o
    milagroso!, sino que por medio del terror, trucos y criminales
    amenazas es que aflora esa su anormalidad y esa su
    ridícula extravagancia. O sea, una actitud de absurdas
    manipulaciones que provocan ridículos resultados a su
    derredor.

    Isaías 37:36 nos describe el colmo de la anormalidad y
    de la absurda extravagancia del demente Yahvé el guerrero,
    el Padre Nuestro que está a la espera nuestra en los
    cielos y allá los locos que quieran o que se estén
    o se hayan peleado por eso.

    Y salió el ángel de Dios Nuestro Señor
    (Yahvé) y mató a ciento ochenta y cinco mil en el
    campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la
    mañana, he aquí que todo era cuerpos de
    muertos.

    ¡Palabra de Dios Padre!. Que con esto nos da la
    tónica de la criminal actitud del Padre todo amor que
    está en los cielos y que debería de estar purgando
    sus asesinatos en cualquier cárcel pública y no
    siendo adorado, venerado y recibiendo incienso y plegarias de
    millones de incautos que no saben que su Dios no es más
    que un desequilibrado criminal y asesino desalmado.

    ¿Hay o habrá habido alguna excusa para disculpar
    en sí un asesinato?. Bueno, tratándose de la
    defensa personal o de la defensa ante un criminal que ataca a
    nuestra familia o para evitar un secuestro o
    violación, quizá sin ser una disculpa o un permiso
    para matar, quedaría más bien como un atenuante en
    extremo; pero para matar a ciento ochenta y cinco mil personas
    ¡se necesita estar completamente loco!.

    ¿Será posible exculpar a Yahvé, al Padre
    Nuestro, por este genocidio y continuar orándole,
    rezándole y pidiéndole por el perdón de
    nuestros pecados al mayor criminal que públicamente deja
    la confesión de sus asesinatos tan tranquilamente en la
    Santa Biblia?.

    La perversidad y la caprichosa actitud del Dios bíblico
    nos la cuenta muy bien 2 de Reyes 1:10 ss, que, con su relato,
    nos enseña, inclusive, la manipulación del poder y
    de la falaz conclusión de haber tomado a ese Dios como el
    Dios de Amor que nos han hecho creer. Quien mata, no importa el
    motivo, ¡es un criminal!, y quien se escuda en la divinidad
    personalizada en tétrico y cobarde ser, como es este caso,
    no es más que un apéndice y cómplice de tal
    asesino. Pero leamos la cita.

    Y Elías dijo: Si yo soy varón de Dios Padre
    (Elohím), descienda fuego del cielo, y consúmete
    con tus cincuenta hombres. Y descendió fuego del cielo,
    que consumió al capitán y a sus cincuenta hombres.
    Y murió conforme a la palabra de Dios Padre
    (Yahvé), que había hablado Elías.

    Cualquier comentario que hagamos a lo leído no nos
    conducirá más que a lo mismo, pues en el caso que
    efectivamente haya sido Dios Padre el que envió fuego
    consumidor y que
    matara a cincuenta hombres más a su capitán, no nos
    restaría más que declinar cualquier sumisión
    hacia ese asqueroso y prepotente tirano que, escudado en una
    poderosa personalidad, abusa y mata al que se le pegue la gana. Y
    si Elías, el gran profeta, condiciona su actuar en la
    tierra y sus caprichos mesiánicos se manifiestan tan
    claramente, eso sólo puede significar que por magnificar
    al Dios bíblico, lo han dejado convertido en un simple y
    vulgar asesino sin entrañas fraternas.

    Lo terco, irónico y mordaz, así como la
    alucinación y la contradictoria personalidad del loco de
    Yahvé, está expresada en Éxodo 7:1 ss, que
    nos cuentan.

    Y dijo Dios Nuestro Señor (Yahvé) a
    Moisés: Yo te he constituido Dios para Faraón

    (¡cómo puede constituirse a alguien y decirle
    serás Dios?). Tu dirás todas las cosas que yo te
    mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón,
    para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y yo
    endureceré el corazón de
    Faraón. Y Faraón no os oirá. Y el
    corazón de Faraón se endureció y no los
    escuchó, como Dios Padre (Yahvé) lo había
    dicho. Entonces Dios Nuestro Señor (Yahvé) dijo a
    Moisés: El corazón de Faraón está
    endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.

    Y sucedió que a la media noche Dios Padre
    (Yahvé) hirió a todo primogénito en la
    tierra de Egipto, desde
    el primogénito de Faraón, hasta el
    primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y
    todo primogénito de los animales; y hubo
    un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no
    hubiese un muerto.

    El megalómano y con doble personalidad, el Dios
    egoísta que la Biblia llama Yahvé y los Cristianos
    adoran como Padre Eterno, hace todo esto por el sencillo gusto
    del gozo y de la parodia y que concluye todo este criminal y
    chiflado cuento desde
    Éxodo 14:1 ss, cuando nos relata.

    Habló Dios Padre (Yahvé) a Moisés,
    diciendo: Di a los hijos de Israel que acampen junto al mar.
    Porque Faraón dirá de los hijos de Israel:
    Encerrados están en la tierra, el desierto los ha
    encerrado. Y yo endureceré el corazón de
    Faraón para que los siga; y seré glorificado en
    Faraón y en todo su ejército, y sabrán los
    egipcios que yo soy Dios Vuestro Señor (Yahvé).
    Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en
    seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
    Los egipcios se lanzaron en su persecución, y entrando
    tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de
    Faraón, sus carros y su gente de a caballo. Y entonces El
    Dios de Amor (Yahvé) dijo a Moisés: Extiende tu
    mano sobre el mar, para que las aguas caigan sobre los egipcios,
    sobre sus carros y sobre su caballería; y cuando
    amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza. Y El
    Dios de Paz (Yahvé) derribó a los egipcios en medio
    del mar. Y todo el ejército de Faraón que
    había entrado tras ellos en el mar, no quedó vivo
    ni uno solo de ellos. Así salvó Dios Padre
    (Yahvé) aquel día a Israel de mano de los egipcios;
    e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio
    Israel aquel gran hecho que Dios Nuestro Señor
    (Yahvé) ejecutó contra los egipcios; y el pueblo
    temía a Dios Padre (Yahvé), y creyeron Al Dios de
    Amor (Yahvé) y a Moisés su siervo.

    Hitler, ese
    criminal perverso y desalmado que ordenó la matanza de
    más de seis millones de judíos en la Segunda
    Guerra
    Mundial, hoy aparece y así nos lo han enseñado como
    el mayor genocida. Pero entonces con Yahvé, que
    endureció el corazón de Faraón para que no
    dejara salir a los hijos de Israel, que mató a todo
    primogénito de la tierra de Egipto y que asesinó
    ahogados cruelmente al ejército de Faraón, todo
    esto para probar su magnifica grandeza, ¡cómo hay
    que catalogarlo!.

    ¿Dónde queda el Padre Nuestro que el iluso de
    Jesús nos impuso desde su Evangelio y que era la
    garantía de que todos éramos hermanos unidos por un
    solo Dios?.

    Qué fácil resulta el diagnóstico en Yahvé.

    Este Diosesito de espumilla que la Biblia tan pomposamente nos
    ha metido como que es DIOS, no es más que un paranoico,
    esquizofrénico y con psicosis
    maníaco depresivas que llenó de sangre,
    tristezas, llanto y luto muchísimos hogares de seres
    humanos que no quisieron compartir y mucho menos comprender la
    actitud cambiante y degenerada de la presunta divinidad del
    asqueroso y vil Yahvé.

    LA BESTIALIDAD DE
    DIOS

    Hay una cita muy famosa y popularmente aceptada por la
    humanidad, la que nos dice que los seres humanos no somos ni
    ángeles ni bestias. ¿Qué sobresale en el
    Dios bíblico? ¿Cuánto de la bestia
    manifiesta el Padre Nuestro en su actuar ante los seres
    humanos?.

    Toda nuestra vida nos han educado, tanto en la casa como en el
    colegio, con los amigos y con la sociedad que
    nos envuelve, a que debemos de mantener esa bestia que todos
    llevamos adentro muy bien encerrada, ya sea por las buenas o por
    las malas; debido a que los exabruptos o los comportamientos
    fuera del tono social y cultural del nivel en el que nos
    desenvolvemos, no es lo apropiado a las buenas costumbres y mucho
    menos para que nos quieran.

    El rechazo no es más que la diplomática manera
    de señalar que no gusta la bestia que lucimos en un
    momento determinado.

    Ocultar la bestia, que todos llevamos en nuestra más
    íntima personalidad, ha ocasionado la hipocresía
    más grande que el ser humano jamás haya
    manifestado. Ahora bien, lo que no se nos ha podido eliminar por
    completo, ha sido la satisfacción de sacar en toda su
    magnitud a esa bestia interna cuando somos ricos, poderosos o con
    algún grado de diferencia social con todos los
    demás seres humanos; ya que en un artista famoso, en un
    escritor de renombre o en el político que ocupa un puesto
    alto en el Gobierno, si
    ellos no sacan parte de la bestia o toda la bestia que llevan
    oprimida ¡no serán los grandes personajes que el
    público consumidor o el votante, que es lo mismo, esperan
    de ellos!.

    A todos ellos no sólo se les permiten esas salidas y
    manifestaciones de lo bestia que todos llevamos muy oculto, sino
    que, lo más curioso, es que les es hasta exigido que lo
    hagan.

    La opresión, que la religión Cristiana ha
    impuesto con su prédica, va encaminada para evitar las
    manifestaciones de esa bestialidad humana; eso, por lo menos, es
    la excusa puesta por los Jerarcas e, imponiéndolas como
    pecado, han inhibido todo lo malo que el ser humano tiene por
    naturaleza,
    pero lo malo que el terrorista cura o pastor cree, ya que son
    ellos, precisamente, los que califican qué es lo correcto
    y qué lo equivocado o pecaminoso.

    Todo eso ha degenerado en el avivamiento de las más
    bajas pasiones, porque el ser humano racional y con su capacidad
    de aprendizaje
    adentro de los límites apropiados, como para llamarlo
    inteligente, lo que se le prohíbe y se le veda, por medio
    del terror o del miedo a una hipotética
    condenación, ¡no funciona!.

    Lo que se logra es inhibir, ocultar y avivar, por eso mismo,
    lo que se quiere evitar.

    Al ser humano racional e inteligente, sobre la base de
    la
    educación, y no a la imposición perversa, tal y
    como el Cristianismo
    ha procedido, es la única manera para lograr que las ideas
    y pensamientos en el momento de la opción de hacer o no
    eso malo, equivocado o perverso que se quiere evitar se cometa,
    que sea su propia educación y la
    comparativa sucesión de imágenes
    mentales en sí lo que le permitan, visto el panorama,
    optar por no hacerlo.

    Y no como la religión Cristiana, que pretende evitar el
    mal y el pecado de manera tan ilusa como lo hace. Ya que
    según ellos se logra gracias al salvaje y violento Dios
    que adoran e, inhibiendo al pobre borrego que por miedo al
    Infierno y al castigo de ese energúmeno que le impusieron
    por Dios, ya no cometa males y no caiga en las sabrosas
    tentaciones y mucho menos peque contra Nuestro Señor
    Jesucristo y contra su Padre amoroso que nos salvará
    solamente a través del Cristianismo; pero ese argumento
    hoy, totalmente desgastado e impúdicamente abusado, ya no
    es creído por miles de fieles que prefieren llevar su
    religión muy a su manera y no bajo ese férreo
    control
    intolerante de la Iglesia de Cristo.

    ¿Qué parte de la bestia ocupa y está
    manifestada en Yahvé y cuándo de bestia es el Dios
    Cristiano?.

    Cuando nos referimos a la bestia en el Dios bíblico,
    queremos acomodar el significado a aquella torpe, ruda e
    irracional manera de conducirse y de manifestarse, ya que carente
    del mínimo amor o consideración y respeto hacia
    aquellos con lo que le toca relacionarse, el comportamiento
    descrito en la Biblia, y que retrata todo lo irracional que lleva
    adentro Yahvé, hace que conozcamos ¡Qué clase
    de bestia es Dios Padre!.

    La exasperación es una de las facetas a las que la
    psicología
    le otorga mucha importancia, ya que denota el grado mental en el
    que una persona seria y
    bien ajustada y adentro de los límites sociales, se acepta
    a sí misma, admite y reconoce sus propias limitaciones y,
    lo mejor, lucha activa y tesoneramente por mejorar su conducta, pero
    que lo hace de manera educada, humilde y convencida de obtener
    una mejoría para ella misma y para la sociedad en la que
    se desenvuelve.

    Claro que uno se exaspera de los demás, pero eso
    sencillamente es una excusa que esconde nuestra irracional manera
    de no aceptar a las personas tal cual son.

    Quien debe asumir el cambio de
    manera educada, es el exasperado.

    La irritación con exceso es la primera
    manifestación de la exasperación.
    ¿Cómo es usted, se irrita rápido?…

    El Dios bíblico no puede dominar la pasión y,
    con exabruptos coléricos, demuestra su exasperación
    al máximo; aunque leamos tonterías como la que nos
    regala el bromista de Oseas en 11:9 desde donde y a pesar de todo
    reluce fulgurantemente lo bestia que exuda Yahvé el
    guerrero.

    No desencadenaré todo el furor de mi ira –dice
    Yahvé- no destruiré del todo a Efraín,
    porque yo soy Dios ¡no soy hombre!

    (¡qué consideración la de la bestia
    bíblica! ¡Aleluya!), soy santo en medio de ti y
    no me complazco en destruir.

    ¡Alábate coles porque si no quién te
    alabará!.

    Vea usted que cuadro más bestial. Si el Dios
    bíblico no se complace en destruir ¿para qué
    diablos destruye entonces?. Cuando alguien destroza, hiere, mata
    o destruye, por el solo hecho de destruir, matar o herir, lo que
    está demostrando es su irracional comportamiento; y eso se
    llama bestialidad ¡ni más ni menos!.

    Pero no se preocupe, tome su Santa Biblia y ábrala en
    Deuteronomio 28:68 para que cualquier duda, por pequeña
    que sea, pueda ser eliminada.

    Gracias…

    Isaías 26:20 y 21 nos regala el verdadero retrato de
    aquel que "no se complace en destruir" y veamos hasta que punto
    es falaz, contradictorio y mentiroso el Padre Nuestro que
    está en los cielos a la dulce espera de sus hijitos.

    Anda pueblo mío, entra en tu aposento, cierra tras
    de ti tus puertas; escóndete, en tanto pase la
    indignación de Yahvé. Porque he aquí que
    Yahvé sale de su lugar para castigar al morador de la
    tierra por su maldad.

    Isaías 30:27-33 deja sin lugar a comentario alusivo a
    lo bestia del Dios adorado por millones de incautos y nos
    expresa.

    He aquí que el nombre de Yahvé viene de
    lejos; encendido su enojo y en medio de densa humareda; sus
    labios llenos de ira, y su lengua como
    fuego que consume. Su aliento, cual torrente que inunda;
    llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con
    criba de destrucción. Y Yahvé hará
    oír su majestuosa voz, y hará ver cómo
    desciende su brazo, con ira encendida y llama de fuego
    consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo. El
    soplo de Yahvé, como torrente de azufre, enciende y
    quema.

    ¡Gloria a Dios hermanos!…

    Si creíamos que el Diablo, Satanás o el Maligno,
    era el único dueño de tales atributos
    ¡qué gran equivocación!, pues es el Dios
    bíblico a quien corresponde el papel que le asignaron al
    Diablo. ¿No le parece así después de haber
    leído con sus propios ojos la perorata de
    Yahvé?.

    Al Dios bíblico le lastiman profundamente las criticas
    a su actuar y, apareciendo el personaje egocéntrico,
    Jeremías lo describe intolerante, brutal y lleno de esa
    actitud tan animal que causa pena y hasta vergüenza
    ¡cómo fue posible habernos tragado el cuenterete ese
    de la prédica Cristiana que DIOS es esa bestia que surge
    en los pasajes sangrientos de la Santa Biblia!; y leemos en
    Jeremías 11:20 el proceder del divino y bestial Padre
    Nuestro que mandó a su Hijo Unigénito, según
    los dementes Cristianos, a salvarnos (¿de qué?, no
    lo sabemos).

    Pero oh Dios Padre (Yahvé de los ejércitos),
    que juzgas con justicia, que
    escudriñas los riñones y el corazón, vea yo
    tu venganza en aquellos en los cuales hoy he expuesto ante ti mi
    causa.

    Con aliados así ¡qué se guarden los
    enemigos más peligrosos que tengamos!.

    ¿Le gustaría un socio de esa calaña y de
    carácter vengativo y cobarde como luce Dios
    Padre?.

    El cinismo y las sinvergüenzadas de esa bestia
    divinizada, y ante la que nos hemos arrodillado humildemente para
    rogarle tenga un poco de compasión y misericordia de los
    males que nos aquejan, ¡no tiene parangón!.

    UN DIOS ESTUPIDO, TORPE Y
    DEPREDADOR

    La divinidad, como cualidad excelsa y que abruma a cualquiera,
    tiene que significar forzosamente, ¡y sin discusión
    alguna!, la perfección. Y si los conceptos que sobre DIOS
    nos da la Biblia y a los que llama divinos seres, tanto a
    Elohím como a Yahvé, debe ser prioritario
    preguntarnos ¿Serán perfectos tales payasos y
    criminales personajes?.

    La divinidad no es tan simple y mucho menos sujeta al manoseo
    monetario del cual se han agarrado, cual sanguijuelas, los
    Jerarcas religiosos del Cristianismo y que, por medio de su falaz
    predicación, han inducido, por el terror sacro, a creer en
    que el o los Dioses de la Biblia sean el divino y todopoderoso
    Ser Supremo; cuando lo que vemos, leemos y experimentamos en
    carne propia es la usurpación, la maldad y la ferocidad
    criminal en un personaje con las más bajas pasiones como
    reflejo de su psicópata y esquizofrénica
    personalidad.

    La divinidad que se le endosa al repugnante Dios del
    Cristianismo es la mayor ofensa a la inteligencia
    del pobre iluso que, sin control de su mente, acude compungido y
    arrebatado por el éxtasis a su Iglesia respectiva sin
    imaginar tan siquiera que ese divino ser, al que su pensamiento se
    eleva, no es más que una mascara psíquica producto de un
    pobre demente y que refleja efectivamente la imagen fiel de un
    descarado personaje criminal.

    Es tan fácil reventar de la risa, y gozar a carcajadas
    sin pagar un centavo en algún show o circo de
    cómicos, sólo necesitamos revestirnos de una coraza
    de paciencia y acudir a cualquier Iglesia Cristiana y oír,
    ver y sentir ese morbo y esa prédica cargada de
    fetichismo, vilezas y terrorismo
    sacro y conocer la perorata de ese divino Yahvé el
    guerrero ¡que de divino y excelso ni los calcetines del
    cura o pastor!, para reír a carcajadas pues,
    estúpido el gritón, estúpido el concepto
    manoseado de la divinidad del Dios bíblico, como
    estúpidos los borregos que gozan mórbidamente con
    tal ensarta de brutalidades y con esa coreografía de
    comedia de tercera categoría en la que los fieles devotos
    de la divinidad bíblica caen.

    Todo eso es digno de una mejor causa, ya que el aplauso
    monótono, el grito destemplado, el don de lenguas (que de
    don o de favor divino no tiene nada ya que, inentendible, lo que
    gesticula el trastornado, no es más que una pantomima para
    sentirse y lucir como un tocado por la mano de Dios Padre) y el
    arrebato religioso que lucen vanidosa y despampanantemente, lo
    único que consiguen es desprestigiar aún más
    al todopoderoso y sabio Dios bíblico, al amoroso Padre
    Nuestro.

    La divinidad, que suponen los Cristianos tiene su Dios, es
    más bien la distorsión del fanatismo intolerante y
    doloroso que padecen; y que, al tener conciencia de su propio
    fanatismo, como no lo pueden, y muchísimo menos lo deben
    reconocer, lo esconden en la intolerancia de definir a
    Yahvé el temeroso y vengador Dios que adoran como su
    excelsa y pura divinidad.

    Ese es el traumatismo Cristiano. Han tenido que defender el
    concepto de su Dios divino inclusive, y en el colmo de la falta
    de fraternidad, con la tristemente Santa Inquisición, la
    cual se despachó con la cuchara más grande y
    mató santa y divinamente a todo aquel que significó
    peligro, obstáculo o aún competencia en el
    mercado religioso
    que tenían monopolizado por el acaparamiento de decirse el
    único y verdadero camino a Dios por medio del fantoche que
    se fabricaron en el Concilio de Nicea en el año 325; y que
    no es ni por asomo el Jesús que verdaderamente
    existió como el heredero al trono de la nación
    de Israel, y nunca, pero nunca, el Hijo de Dios Padre que nos han
    impuesto a sangre y fuego.

    El grave problema con el que se han tenido que enfrentar los
    fieles creyentes en ese inmisericorde Diosesito de turrón,
    ha sido cuando oyen que se les definen todos los atributos de la
    divinidad que suponen tiene Yahvé y Elohím; y
    reconociendo los detalles del ropaje ficticio con el que van
    cubriendo la mentira escondida entre la vestimenta de luces y
    colores, tienen necesidad de hacer acopio de mucha entereza,
    amén del terror a la condenación y al fuego eterno
    y verse compelidos a que obligadamente tienen que creer en la
    divinidad que se ve nebulosa en ese asqueroso ser.

    La divinidad del Dios bíblico estúpidamente
    está cubierta por tres mentiras básicas. Y decimos
    que estúpidamente porque sin dos dedos de frente, y sin
    capacidad de razonamiento, no saben tan siquiera que a LO DIVINO,
    a LO EXCELSO, A DIOS, ¡no puede describírsele y
    mucho menos conocer de su íntima e ILIMITADA ESENCIA!.

    Las tres mentiras en las que descansa el andamiaje divino del
    Dios repugnante del Cristianismo son, la parte filosófica,
    la mitológica y el irracional ritual dogmático.

    La parte filosófica que está adentro del montaje
    de la divinidad Cristiana no es más que la pretendida y
    absurda esencia de la religión. Pero como no está
    sujeta a la discusión y mucho menos a hacer un estudio
    comparativo científico y lógico, porque lo
    derrumbaríamos tal y como lo hacemos desde estas
    páginas, no se permite la más ligera duda. Y
    quién dude o discuta de la divinidad no será
    más que un hereje, un blasfemo y un pecador a los ojos
    amorosos de Yahvé.

    Con tales recompensas ¡quién, torpe de él,
    podrá descarriarse de la línea filosófica y
    falaz de la divinidad Cristiana!.

    Para que algo verdaderamente sea y cumpla con la
    condición de ser indiscutiblemente una verdad sin
    réplica, primero que todo no debe de defendérsela o
    tener preparados argumentos para hacerla e imponerla como una
    verdad indiscutible. Al Sol, por ejemplo, ¿quién
    pueda negar que nos alumbra, que su calor da vida
    y provoca innumerables reacciones biológicas en nuestro
    Planeta? ¿Habrá habido necesidad de argumentos a
    favor para defender esa verdad innegable?.

    Lo que debe de quedar en claro es que LA DIVINIDAD DE DIOS no
    es sujeta, no a la discusión o a la duda porque es
    permisible hacerlo o sentirlo, sino a monopolizar en un sujeto o
    grupo de sujetos que con un solo ejemplo dejarán
    demostrada su bajeza moral,
    energética y que con esa muestra de pequeñez y no
    de EXCELSITUD, todavía y así siguieran gritando
    tener a la DIVINIDAD adentro de ese concepto filosófico
    que de Yahvé y de Elohím hacen, defienden e
    imponen.

    La EXCELSA DIVINIDAD DEL TODO no puede rebajarse y mucho menos
    arrastrarse en el fango del crimen y de los asesinatos, que son
    el pan de cada día de la divinidad bíblica.
    Jeremías 31:28 nos deja completamente clasificada esa
    obtusa esencia filosófica que la divinidad Cristiana posee
    y de la cual hace gala presumiendo de ella y que no refleja
    más que la verdad de tal complejo fanático y falaz
    que nos han impuesto.

    Dice Yahvé: Y me ocupé de ellos para arrancar
    y derribar, y trastornar y destruir y afligirlos.

    ¿Qué de excelso, puro y santo o divino encuentra
    en ese reptil asqueroso que se ufana de ser destructivo y cobarde
    que aflige y trastorna en vez de consolar y ser creativo?.

    La parte mitológica que tiene la farsa divina del
    Cristianismo no es más que el cúmulo de leyendas,
    inventos y
    elucubraciones que, tratando de darle connotaciones excelsas a su
    Dios particular y a Jesucristo, no han hecho más que el
    estrepitoso ridículo con los relatos copiados de la vida
    de Buda, de Krishna, de Mitra y de miles de otros divinizados
    seres humanos que fueron tomados en sus respectivas culturas como
    Hijos Únicos de Dios. Y que, anteriores a nuestro
    divinizado Jesús, lo dejan en grave entredicho y
    convertido en una piltrafa más, ya que incapaces de
    originalidad, burdamente copiaron todos y cada uno de los relatos
    fabulosos y de las cosas asombrosas que, como efectos especiales
    rodearon desde su nacimiento hasta su muerte, a esos
    anteriores Hijos de Dios y, atribuyéndoselas
    estúpidamente a Nuestro Señor Jesucristo, pensando
    que nadie se daría cuenta del engaño, lo han dejado
    convertido en un mamarracho y que, junto a su Padre, forman la
    pareja de vilezas que nos hemos tomado como la divinidad.

    La parte ritual da, basada en el fanatismo y el dogma sacado
    de la parte filosófica y mitológica que sobre la
    divinidad han impuesto, la forma concreta
    –físicamente palpable- y que todos podemos
    compartir, para que el que quiera experimentar a la divinidad
    bíblica tenga la libertad de
    probar la existencia del Dios y del Padre Nuestro.

    ¡Qué ironía!, y qué falta de
    respeto, no a DIOS, sino a la manada de borregos que acuden a
    probar un poquito de Dios; inclusive y los más perversos
    son los católicos que, comiéndose a la divinidad
    por medio de la Santa Comunión y en la hostia, no se
    imaginan que el proceso
    metabólico y natural de la fisiología humana lleva, sin ninguna duda,
    a que esa misma divinidad comida en el ritual salga como
    excremento a la hora de evacuar los intestinos.

    ¿No lo había pensado? ¿Creía que
    la hostia no se defecaba como cualquier cosa que ingerimos? O
    ¿cree usted que por ser el Cuerpo del Dios Padre, como nos
    han dicho, en la persona de Jesús eso exime la función
    biológica de defecarlo?…

    ¡Qué locura por Dios Santo!. Primero se comen a
    su Dios y luego lo zurran.

    UN DIOS
    DOGMÁTICO

    El dogma, siendo la segura, única y por ende exclusiva
    respuesta a un algo, ¡y por no admitir ninguna otra
    opción!, no es más que el monumento a la
    intolerancia, a la violencia y a la desfachatez más grande
    y por lo tanto ¡una falsedad!. La Iglesia Cristiana mal
    hace en gritar que tiene un dogma de fe en el personaje que nos
    presenta como Dios Padre, ya que, si dogma es una verdad
    incuestionable, ¿cómo es posible que la misma
    Iglesia Cristiana nos haga adorar a un fantoche como Yahvé
    y a un grupo de seres como los son los Elohím, diciendo
    que ambos son la incuestionable verdad divina?.

    ¡Caramba qué necios!.

    Un dogma de la Naturaleza, como lo puede ser el aire que
    respiramos y que no admite opción, ya que para todo ser
    vivo es indispensable; o el agua, que
    no admite sustituto, son comunes a todos los organismos vivos y
    por eso mismo ¡una verdad incuestionable!, tal y como el
    axioma matemático de dos más dos son cuatro.

    Pero el "dogma" religioso bíblico, ¡hay Dios
    mío!. Primero, por no ser común a todos los seres
    humanos, ya que Yahvé y Elohím, por lo menos para
    la gran inmensa mayoría de pobladores de este bello
    Planeta, o sea para más de cinco mil millones de
    habitantes ¡no es y mucho menos representan lo que
    DIVINIDAD ES!. Segundo, por estar fincado o basado en la muerte y en
    la violencia al 100% y que, bastando con abrir cualquier Biblia,
    de cualquier Iglesia Cristiana, es fácil darnos cuenta
    cómo caen millones de cadáveres de hombres, mujeres
    y niños,
    amén de animales y aves
    sacrificadas a ese cochino ser que le encantan los holocaustos de
    vísceras y excrementos.

    Todo eso no sólo representa una muestra de la
    patraña, sino que es un insulto a la inteligencia del ser
    humano que, adormilado, sigue en el carro religioso de la
    Cristiandad que de dogmática ¡ni roscas!.

    Y tercero, siendo dos los conceptos sobre una supuesta misma
    divinidad en la Biblia y que para colmo uno de ellos es
    múltiplemente protagonizado por los fuertes y poderosos
    seres que el vocablo Elohím reúne en su
    significado, en todo eso no hay más que mentiras.

    ¿En dónde está esa segura, única y
    verdadera respuesta divina en el aberrante concepto de dos seres
    que forman la divinidad bíblica? ¿Dogma en el
    Diosesito fantoche del Cristianismo? ¡Nunca
    jamás!…

    Si hoy hemos aceptado en nuestra herrumbada y religiosa
    mentalidad lo que Jesús dejó implantado, o mejor
    dicho lo que dicen los falsarios de Nicea que dejó
    Jesús implantado, y que debemos tomar al Dios
    bíblico como que es el Padre Nuestro ¿Con
    cuál de los dos conceptos bíblicos hay que
    quedarnos?, porque sólo uno de los dos tiene que haber
    sido el preferido de Jesucristo. ¿Yahvé el guerrero
    o Elohím, los fuertes y poderosos? ¿Cuál es
    el verdadero y único Padre que Jesús quiso que
    adoráramos en el Cristianismo?.

    Jesús, como judío que era, ¡porque
    nació judío, vivió como judío y lo
    mataron por y como judío!, y como heredero del Sacerdocio
    y del Poder Político que como Rey de Israel le
    correspondía desempeñarse ¡y no como Hijo de
    Dios como tan burdamente nos lo han implantado!, por su misma
    condición de Rey-Sacerdote, tenía que conocer a
    fondo las Sagradas Escrituras o Tora que no son otras que el
    Viejo Testamento de nuestras Biblias. Y, asumiendo, afirmando y
    actuando como el legítimo heredero al trono del Rey David,
    tenía que saber de Elohím y de Yahvé;
    razón que hoy nos permitimos resaltar ante el
    dogmático proceder Cristiano de manipular tan groseramente
    el concepto del Padre Nuestro para embolsarse, o continuar
    esquilmando, el dinero de
    sus feligreses, para preguntarnos, no sin razón ¿A
    quién hay que identificar como el Padre Nuestro amoroso y
    perdonador, a la vez que rencoroso y criminal, al cual le hemos
    orado inclusive en el clímax de la problemática que
    envuelve a cualquier cristiano hoy en día, creyendo
    torpemente que ese es el verdadero camino?.

    ¿Quién es el Padre Nuestro? ¿Acaso Yo soy
    el guerrero o los muchos fuertes y poderosos?. Ahora bien,
    sería la más extrema brutalidad que el concepto de
    Padre Nuestro, tal y como lo tenemos implantado en nuestro
    psiquismo, sea y comprendan la mezcla de ambos conceptos tan
    dispares uno de los otros, porque tal y como apunta que
    así sea, por las muestras indistintas con que se cita a
    Elohím tanto como a Yahvé en los sermones y
    prédicas que tan perversamente oímos de boca del
    gritón insolente en el púlpito, eso, da la pauta
    para resquebrajar el dogma traicionero y ruin que han montado en
    la figura de un Padre Nuestro que, cual máscara, esconde a
    dos fantoches y mentirosos conceptos sobre la divinidad de los
    dos Dioses en la Biblia.

    ¿A quién dirigirnos como el Padre
    Nuestro?…

    Pablo en 2 de Corintios 4:4 nos dice tajantemente.

    Porque Jesucristo es la imagen de Dios.

    Juan 14:9 deja constancia.

    Jesús le dijo: El que me ha visto a mí, ha
    visto al Padre.

    El Génesis 1:27, por su parte, nos aclara.

    Y crearon los Elohím al hombre a su imagen.

    Pero también Génesis 2:7 nos da otro punto de
    vista.

    Entonces Yahvé modeló al hombre de arcilla
    del suelo.

    Mateo 5:48 advierte.

    Sed vosotros perfectos, como vuestro Padre que está
    en los cielos es perfecto.

    Juan 3:16 nos cuenta.

    Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
    a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en
    él, no perezca, sino que tenga vida eterna.

    Y por último Juan 14:16 señala sin
    equivocaciones.

    Sólo a través de mí –dice
    Jesús- se va al Padre.

    Veamos el gracioso dogma del Dios mentiroso y criminal al que
    llamamos Padre. Si Jesús es la imagen de Dios, y este
    concepto divino nos lo presenta Jesús como Padre Nuestro,
    y se ha catalogado a Jesucristo como Hijo Unigénito de
    Dios Padre y, a esto agregamos que nosotros, los seres humanos,
    hechos del vulgar barro de la tierra, sin importar la
    fabricación y mucho menos el material del cual fuimos
    sacados, podremos llegar a ser perfectos –amén de
    ser la imagen y semejanza de Dios Padre-, resulta que el Dios del
    Cristianismo, el Padre amoroso, castigador y criminal ¡Es
    un pobre fantoche de barro!, y Jesucristo, su amado Hijo,
    ¡es otra figura de arcilla!; y ambos, Dios Padre y
    Jesús el Hijo, ¡son dos monigotes de polvo y
    fáciles de borrar!.

    ¿O cree usted que son DIOS?…

    ¿Dónde está el orgullo, la divinidad y la
    grandeza que pregonan los gritones desde el púlpito que
    tienen el Dios Padre y su descarado Hijo Jesucristo?.

    ¡Cómo continuar tomando a dos farsantes que son
    imagen y semejanza de los hombres y pasionalmente
    idénticos con el más depravado y criminal
    degenerado ser humano, que los hay en abundancia, y gritar y
    patalear que son DIOS y que son el único camino hacia la
    salvación eterna!.

    ¿Cómo es posible y en qué cabeza pueda
    caber que existan los teólogos y la Teología
    Dogmática, no para probar o demostrar a DIOS, sino para
    demostrar mórbidamente y lleno de contradicciones
    sadomasoquistas y lujuriosas, que ambos conceptos que sobre la
    divinidad bíblica nos presentan son lo bueno, lo
    único y la verdadera esencia pasional de la
    manifestación tortuosa de las entidades que se esconden
    bajo el nombre de Yo soy el guerrero (Yahvé) y entre todos
    y cada uno de los muchos fuertes y poderosos
    (Elohím)?.

    El dogma Cristiano, por ser traicionero y sádico, no
    refleja más que la grave evidencia del fanatismo y de la
    intolerancia del rencor ritualista de una doctrina netamente
    basada en la falsedad y en el egoísmo de creerse el
    único camino a DIOS y, por consiguiente, es humo, polvo y
    truco violento que, bajo el terrorismo sagrado y del Diablo y su
    Infierno, como socios en el asunto de asustarnos para mantener el
    boato y la tertulia de la Jerarquía Cristiana, simplemente
    ¡son una farsa!.

    Dogma Cristiano y Diablo e Infierno, así como curas,
    pastores e Iglesias y Tabernáculos, ¡son nada!;
    porque si desde allí se nos grita que Jesús es el
    único camino que nos queda para llegar a DIOS, simplemente
    nos están tonteando, ya que el Dios del Cristianismo nada
    tiene que ver con EL TODO, con LA VERDAD ABSOLUTA que es DIOS. Y
    Jesucristo, el impuesto como Hijo de Dios Padre, no es más
    que un payaso lleno de hipócrita actitud ante los hechos
    que nos deleitan desde los propios Evangelios.

    Al Diosesito de la Biblia se le adjudica la acción
    y se le nombra como "Dios creador del mundo". Y esto es el Dogma
    de la Doctrina General sobre la Creación. Génesis
    1:1 nos deja dicho.

    En el principio los fuertes y poderosos (o sea
    Elohím ¡y no DIOS!) crearon los cielos y la
    tierra.

    Génesis 2:4 por el contrario y contradiciendo por eso
    mismo al clero y a todo el Cristianismo en general, nos dice.

    El día que Yo soy el guerrero (Yahvé
    Saboat, ¡y no DIOS!) hizo la tierra y los
    cielos.

    ¿En dónde está, ¡por Dios Santo!,
    entonces el Dogma de la Creación?. En dónde
    está la certeza infalible del dos más dos son
    cuatro, si hay dos versiones diferentes una de la otra adentro de
    un supuesto mismo suceso y con el manifiesto craso error y mala
    fe de sostener que fue DIOS el Creador que aparece en ambas
    versiones de la Santa Biblia. Y leemos desde ésta el
    tratado legal y religioso del Dogma Cristiano que nunca
    mencionan, en ninguna de sus dos versiones, a DIOS, sino a
    Yahvé y a Elohím cuya traducción no
    significa, en ninguno de los dos vocablos hebreos utilizados en
    la Biblia, DIOS, sino Yo soy el guerrero y los fuertes y
    poderosos que, como es fácil deducir y descubrir, porque
    salta a la vista, ¡no son DIOS!.

    Génesis 1:20 nos cuenta un primoroso
    relato.

    Produzcan las aguas a las aves que vuelan.

    Pero en contraposición el propio libro Génesis,
    sólo que desde 2:19, ridículamente lo desmiente,
    pues surge otro, ahí sí que "dogmático"
    concepto contrario al no menos "dogmático" proceder ya
    leído sucedido con los Elohím.

    Yahvé (¡que no es DIOS!) formó
    de la tierra a toda ave de los cielos.

    ¿Dos versiones contrarias peleándose entre
    sí por ser tomadas como la Palabra de DIOS en el Dogma de
    la supuesta única y verdadera Creación que
    propugnan los fantoches que dicen ser teólogos o
    estudiosos de Dios?, y que, además, y como premio a su
    infalible labor investigativa, en ninguna de ambas
    contradictorias versiones del surgimiento de las aves, se hace
    creer o se influye a que se está hablando de DIOS, DEL
    TODO, y que LA VERDAD ABSOLUTA es quien procede a ejecutar tal
    hecho de gran trascendencia, sino que muy claramente nos dejan
    dicho que Yahvé, por una parte, y Elohím, por la
    otra, son a quienes identifican plenamente como los fabricantes
    de las aves; uno que utiliza al agua como
    fuente de ellas, y el otro a la tierra.

    En una versión Elohím (¡y no DIOS!) crean
    en el mismo instante, y de manera simultánea, al
    varón y a la hembra. Y con la particularidad muy
    romántica y especial de hacerlos a su imagen y semejanza.
    Pero en la guerra endiablada por liderar y comandar el Dogma
    Cristiano, en la otra versión, Yahvé (¡y no
    DIOS!), hace al hombre moldeándolo con sus propias manos,
    como alfarero, del barro y, por último, y luego de hacer
    otras cosas, quitándole una costilla al hombre, forma a
    una mujer ¡y no
    a la mujer!.

    ¿Dogma, verdad incuestionable en esas contradicciones?
    ¿Verdad irrefutable en esa miserable y pobre
    narración dualista y tergiversada de la Creación
    bíblica? ¿Teólogos o estudiosos de Dios
    Padre para tan mala y vergonzosa actuación de los que se
    pelean por el protagonismo de las sangrientas páginas de
    la Biblia?… ¡Caramba!.

    Lo repugnante de teólogos, y su estupidez
    dogmática, en la que todos estamos de acuerdo luego de
    ejemplos tan significativos que nos regala la misma Biblia, es
    haberse abrogado el inútil, como fatuo y prepotente
    título de "estudiosos de Dios". ¿Cómo su
    mente de hormiga (con perdón de las hormigas) pueda
    entender, estudiar, interpretar y definir a DIOS, a LO
    INDEFINIBLE y a lo ABSOLUTO que ES DIOS?. ¿Por qué
    en su estúpida humildad de su orgullo no se han dado
    cuenta de la ridícula posición de llamarse
    estudiosos de LO INESTUDIABLE?.

    El dogma Cristiano, y sus chiflados teólogos,
    sostienen, para su propia decadencia, que el Dios bíblico,
    que ellos tan pésima como falazmente han identificado que
    es DIOS, es un Dios Trino y le llaman el Sagrado Dogma de la
    Trinidad de Dios a la excusa que les sirve para explicar y
    definir al Dios bíblico pero que no es DIOS.

    El único pequeño escollo, en tan bella
    concepción, es que la Trinidad en la que se partió
    el concepto de Yahvé y de los Elohím ¡que no
    de DIOS! –y que nunca lo han aclarado-, es que fue un
    invento y una locura producida durante el Concilio llevado a cabo
    en el año 325 en Nicea. Y que, bajo los más
    vulgares insultos, demostraciones soeces y lío a trompadas
    entre los Primeros Padres Santos de la Iglesia, el
    Espíritu Santo inspiró a los presentes y
    decidieron, luego de una votación mundana y por la
    mínima mayoría, que el Dios de la Biblia ¡y
    no DIOS!, era un ser trino compuesto por el Padre, el Hijo y el
    Espíritu Santo, al cual, precisamente, en ese mismo
    Concilio se lo inventaron los mismos Santos e inspirados varones
    conciliadores.

    ¿Verdad absoluta y sin equivocaciones o dogma en una
    decisión fruto del comadreo y de las trompadas que fueron
    las verdaderas inspiraciones que obligaron a llevar a cabo tal
    sandez?.

    Siendo el dogma una verdad tan obvia que no necesita
    demostración alguna, con una sola mentira que le saquemos
    a relucir a la tan divinidad dogmática de la Santa Biblia,
    o a la mal llamada Palabra de Dios, será muy fácil
    eliminar a teólogos, a dogmas Cristianos y a la Iglesia
    basada en un nebuloso e inexistente personaje que, como
    Jesús, que fue el heredero político del reinado de
    Israel y no el Hijo de Dios Padre, resulta el más fantoche
    y ridículo personaje que religión alguna se haya
    inventado.

    Génesis 1:31 nos asegura algo que si de verdad los
    Elohím fuesen DIOS, no hubiera habido necesidad de
    apantallar, y menos de lucir esa burda y cómica
    afirmación, que niega lo divino que hemos creído
    tienen los muchos fuertes y poderosos seres que encierra tal
    vocablo.

    Y vieron los Elohím (¡y no DIOS!) todo
    lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran
    manera.

    Y conociendo nosotros del asuntito que Caín comete en
    contra de su hermano Abel, como la segunda manifestación
    de que no todo era miel sobre hojuelas o bueno en gran
    manera como lo asegura el perverso Diosesito de la Biblia, pues
    un asesinato ¿qué de bueno destila o tiene como
    para ejemplificar la gran mentira de haber afirmado Dios Padre
    que todo lo hecho por él era bueno en gran manera?.

    Willy Ruano

    Investigador y escritor

    www.editorialpiedraangular.com

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