Trabajo publicado en la REVISTA
COLOMBIANA DE ORTOPEDIA Y TRAUMATOLOGIA, Volumen 16,
Número 3, Septiembre 2002
- Resumen
- Marco
teórico - Justificación
- Objetivos
- Materiales y
métodos - Resultados
- Discusión
- Conclusiones
- Bibliografía
Estudio prospectivo, serie de casos; incluyó
pacientes con fracturas de diáfisis y unión
diáfisis-cuello o unión diáfisis-base de
metacarpianos y falanges proximales, en quienes se
practicó enclavijamiento endomedular anterógrado
previa reducción cerrada de la fractura utilizando un
clavo endomedular predoblado de 1,6 mm. (CEM 16) para fracturas
de los metacarpianos y dos clavos predoblados de 1,0 mm. (CEM 10)
para las fracturas de falanges proximales.
Indicaciones: fracturas transversas y oblicuas
cortas. Contraindicaciones: fracturas oblicuas largas,
espiroideas y con conminución bicortical. Promedio de
seguimiento de 5,7 meses. Frecuencia de 2,2 pacientes mensuales
intervenidos. Se han operado con esta técnica
quirúrgica 20 pacientes, 21 fracturas; 16 fracturas de
metacarpianos y 5 fracturas de falanges proximales, realizando su
evaluación con criterios clínicos y
radiológicos. Resultados buenos 82%, regulares 18%,
malos 0%, obteniendo consolidación ósea y
rehabilitación temprana con incorporación a sus
labores habituales.
Palabras claves: Palabras clave: Fracturas de
metacarpianos y falanges proximales, clavos
endomedulares.
Summary: Prospective study, series of cases; it
included patients with diaphysis fractures and union
diaphysis-neck or union diaphysis-base of metacarpal and proximal
phalangeal, in whom was practiced anterograde intramedullary
nailing previous closed reduction of the fracture, using prevent
intramedullary nail of 1.6 mm. (CEM 16) for the metacarpal
fractures, and two nail prevent of 1.0 mm. (CEM 10) for the
proximal phalangeal fractures. Indications: transverse and
oblique short fractures. Contraindications: long oblique
fractures, spiral and with comminuting bicortical. Pursuit
average is 5.7 months. Frequency surgical intervened patient: 2.2
each month. Using this surgical technique a total of 20 (twenty)
patients have been operated, 21 (twenty one) fractures; 16
(sixteen) metacarpal fractures and 5 (five) proximal phalangeal
fractures, all of them tested using clinical and radiological
parameters. Results: good 82%, regular 18%, and bad 0%,
obtaining bony consolidation and early rehabilitation with
incorporation to their habitual works.
Las fracturas de los metacarpianos y las falanges son
las más comunes del aparato esquelético. En
diversas series de grandes estudios se ha observado que las
fracturas de los metacarpianos y las falanges proximales
constituyen el 10% del total de todas las fracturas del cuerpo
(Emmett y Breck, 1958). Las fracturas de la diáfisis
representan 79% de las fracturas de la mano (Weinzweig, 2001),
las de cabeza 1%, las de cuello 15% y las de la base 5% (Jupiter,
1998), siendo más comunes en los varones entre 20 y 30
años de edad. Según la población estudiada, hay mayores
probabilidades que el mecanismo involucrado esté originado
en accidentes
industriales o traumatismos por agresión.
Al observar la distribución de las fracturas de acuerdo
con su localización es posible establecer que los
metacarpianos del cuarto y quinto dedos sufren con mayor
frecuencia este tipo de lesiones debido a que están
más expuestos.
Por otra parte, las falanges de los dedos centrales
tienen mayor longitud y por ende sufren fracturas con más
frecuencia que los otros.
En los adultos, son más comunes las lesiones
metacarpianas que las falángicas, mientras que en los
niños
sucede lo contrario.
La mano comprende dos arcos: uno transversal, que
corresponde a las articulaciones
metacarpofalángicas y otro longitudinal, centrado en el
tercer radio. Estos dos
arcos, con concavidad palmar, confieren a la mano la forma de
copa que favorece la prensión. El segundo y el tercer
metacarpiano son fijos y están sólidamente unidos a
la segunda fila del carpo; por el contrario, el primero, el
cuarto y el quinto metacarpianos son móviles y contribuyen
a ahuecar la mano y a mejorar la prensión.
Los metacarpianos fijos no toleran deformaciones en su
orientación y es por esto que debe recurrirse a todos los
medios
terapéuticos para restaurar su anatomía. Gracias a
su movilidad carpometarcapiana y a la posibilidad de
hiperextensión de las articulaciones
metacarpofalángicas, las deformaciones postfractura son
mejor toleradas en el cuarto y el quinto metacarpiano.
Al restaurar el arco metacarpiano es posible preservar la
fuerza de
prensión de la mano, lo que explica la importancia de
reducir las fracturas en esta zona (Merle, 1996).
El principio de enclavijamiento endomedular fue
introducido por Küntscher quién lo aplicó para
las fracturas diafisarias del fémur durante la Segunda Guerra
Mundial, en el año de 1942. Luego, en 1949, Rush
retomó el concepto, aunque
sólo fue hasta el año de 1969 que Ender lo
aplicó para el manejo de las fracturas
intertrocantéricas y subtrocantéricas del
fémur.
En 1976, Foucher aplicó el enclavijamiento
fasciculado en las fracturas del cuello del quinto metacarpiano.
Desde el año 2000, los cirujanos de mano del Miami Hand
Center en Florida, Estados Unidos,
practican enclavijamiento endomedular flexible con un clavo
único para metacarpiano y clavo doble para las fracturas
de las falanges proximales.
El presente estudio busca mostrar la técnica de
enclavijamiento endomedular para el tratamiento quirúrgico
de las fracturas de los metacarpianos y las falanges proximales
mediante el uso de clavos endomedulares predoblados y con mango
(CEM 16 Y CEM 10), utilizados en forma única en los
metacarpianos y dobles en las falanges proximales. Estos clavos
están indicados para la fijación interna de
fracturas diafisarias de los metacarpianos y las falanges
proximales, controlando las fuerzas de angulación y
torsión, actuando como un verdadero "tutor
interno".
Aproximadamente en el 80% de los casos las fracturas
metacarpianas y falángicas son extra-articulares
(Weinzweig, 2001), siendo la incidencia de las fracturas oblicuas
extraarticulares en los metacarpianos del 46%, y de las
transversas extraarticulares cercana a 29% (Jupiter, 1998).
La reducción y la estabilización de las fracturas
del esqueleto de los metacarpianos y falanges constituyen dos
aspectos indispensables en las fracturas inestables para permitir
la movilización precoz, que constituye el mejor medio para
evitar el edema, la rigidez articular y las adherencias
tendoperiósticas (M. Merle, 1996).
Las fuerzas deformantes involucradas en la
generación de las fracturas extra-articulares de la
falange proximal están dadas por la flexión del
fragmento proximal y extensión de la porción
distal, que da como resultado una angulación volar. En los
cuerpos de los metacarpianos ocurre lo contrario, pues las
fuerzas deformantes de la musculatura intrínseca conllevan
a una angulación dorsal (Widgerow, 1987).
Los parámetros aceptables para el manejo
ortopédico de las fracturas diafisarias de las falanges
son: contacto mayor al 50% sin deformidad rotacional, 15° de
angulación en el plano anteroposterior (plano del movimiento),
angulación de 10° en el plano coronal; el acortamiento
permisible es menor de 5 mm (González, 1995).
En cuanto a las fracturas diafisarias de los
metacarpianos, los parámetros aceptables para su manejo
ortopédico son: un contacto mayor al 50% sin deformidad
rotacional, angulación para el quinto metacarpiano menor
de 40°, para el cuarto menor de 30° y para el tercero y
segundo menor de 15°.
Se consideran en las articulaciones
interfalángicas y en la metacarpofalángicas los
siguientes arcos de movimiento en flexión IFD 80°, IFP
110°, MF 90° dando como resultado un Arco de Movimiento
Activo Total (AMAT) de 280° (ASHS 1983, Gerstner
1985).
La cadena digital sólo tendrá esta
función
si la longitud del metacarpiano y de las falanges se inscribe en
la serie numérica de Fibonacci, la cual resulta de la
longitud de la falange proximal, que es la suma de la longitud de
las falanges media y distal, lo cual implica un tratamiento
rápido y seguro que
restaure la longitud estricta de cada uno de sus
componentes.
No es aceptable rotación alguna, ya que incluso
una tan reducida como de 5° en una fractura metacarpiana
puede causar superposición digital hasta 1,5 cm. (Yang,
Gerwin 1996). Para evaluar la inadecuada alineación
rotacional, incluso discrepancias muy pequeñas que se
observan por la sobreposición o divergencia con la
flexión en la yema de los dedos hacia el escafoides, se
hace que el paciente flexione las articulaciones
metacarpofalángicas e interfalángicas proximales
(Thomine JM, Mackin 1993).
El manejo cerrado de las fracturas diafisarias o del
cuello de los metacarpianos y falanges se logra realizando
maniobras de reducción sencillas, como es el caso de la
fractura del boxeador del cuello del quinto metacarpiano, en
donde se aplica la maniobra de Jahss, descrita hace 60
años por el doctor Jahss, quien advirtió que al
flexionar 90° grados la articulación
metacarpofalángica se relajaban los músculos
intrínsecos (fuerza deformante) y se ponían tensos
los ligamentos colaterales permitiendo que la falange proximal
ejerciera presión
hacia arriba sobre la cabeza metacarpiana, asociado al control del eje
de rotación.
En el transcurso de la historia y manejo de las
fracturas metacarpianas y falángicas, se han descrito
diferentes métodos de
fijación interna (técnicas
de estabilización de fracturas):
1. Alambres de Kirschner: indicados en fracturas
transversas, oblicuas y en espiral, cuyas ventajas están
dadas por estar disponibles en las instituciones
y por ser versátiles, fáciles de insertar,
disección mínima e inserción
percutánea; sus desventajas incluyen que carecen de
rigidez, pueden aflojarse, desviar las fracturas,
infección del trayecto de los clavos, requieren soporte
externo, ferulado y tratamiento incómodo.
2. Combinación de alambres K y amarras de
alambre: indicado en fracturas transversas, oblicuas y en
espiral cuyas ventajas son mayor rigidez que los clavos de
Kirschner, perfil bajo, simple y disponible; sus desventajas
incluyen: migración
de clavos y alambre, retiro secundario (en ocasiones), la
exposición puede ser
significativa.
3. Fijación interfragmentaria con
tornillos: indicadas para las fracturas oblicuas largas y en
espiral. Sus ventajas son el bajo perfil y rigidez y sus
desventajas, el que requieren equipo especial y permiten un
escaso margen de error.
4. Placas y tornillos: indicadas en fracturas
múltiples (como describe el grupo AO) con
lesión de tejidos blandos o
pérdida ósea, fracturas de la diáfisis
notablemente desplazadas, en especial de los metacarpianos cuarto
y quinto, fracturas intra y peri articulares,
reconstrucción por falta de unión o unión
deficiente. Sus ventajas son su fijación rígida y
que restauran y mantienen la longitud. Las desventajas incluyen
que requieren una técnica precisa, equipo especial y
costoso, exposición extensa, pueden requerir
remoción, refractura y falla del material de
osteosíntesis.
5. Fijación externa: indicadas en la restauración
de la longitud en las fracturas conminutas y con pérdida
ósea, lesión y pérdida de tejidos blandos,
pseudoartrosis infectada cuyas ventajas son: preserva la
longitud, permite acceso al hueso y tejidos blandos,
inserción percutánea, evita la manipulación
directa de la fractura, y sus desventajas son: infecciones del
trayecto de los clavos (osteitis), osteomielitis, aflojamientos
del material y lisis secundaria de los fragmentos,
desviación excesiva: pseudoartrosis, lesión
neurovascular, fracturas a través de los orificios de los
clavos (Green, 1993).
6. Los clavos endomedulares para metacarpianos y
falanges proximales tienen las siguientes ventajas: en fracturas
transversas y oblicuas cortas no requieren equipo especial, son
fáciles de insertar, la disección es mínima,
no hay exposición extensa, no son voluminosos,
están disponibles universalmente, son mucho más
ventajosos que otros métodos, permiten la
movilización temprana sin fijación rígida,
complementan otros métodos de fijación y puede
permitir el rescate después del fracaso de técnicas
más complejas que puede ser tema de otro estudio
posterior, y sus desventajas son: inestabilidad rotatoria,
migración de los clavos, aflojamiento, no es posible
obtener una verdadera compresión o fijación
rígida, los intentos múltiples pueden convertir a
una fractura cerrada simple en una fractura abierta conminuta que
resulta imposible fijar. Es un método de
bajo costo y
fácil de utilizar en un servicio de
urgencias por la disponibilidad y versatilidad de sus materiales.
- Mostrar una técnica de enclavijamiento
endomedular anterógrado utilizando clavos flexibles
predoblados para fracturas diafisarias de metacarpianos y
falanges proximales, como una alternativa efectiva en el
tratamiento quirúrgico de este tipo de lesiones,
permitiendo la consolidación de la fractura y la
incorporación del paciente al trabajo en
forma rápida.
- Mostrar la efectividad del enclavijamiento
endomedular como un método sencillo y rápido para
la estabilización y restauración de la
anatomía ósea de las fracturas diafisarias de los
metacarpianos y las falanges proximales.
Objetivos específicos
1- Dar a conocer el enclavijamiento endomedular como
método efectivo en el tratamiento de las fracturas de los
metacarpianos y falanges proximales.
2- Mostrar que se trata de una técnica
quirúrgica con excelente costo-beneficio en la
estabilización de las fracturas de falanges y
metacarpianos en un servicio de Urgencias.
3- Cuantificar el tiempo de
recuperación post quirúrgico del paciente tratado
con esta técnica y su rápida
movilización.
Estudio prospectivo, serie de casos, realizado entre los
meses de junio de 2001 hasta marzo de 2002 (9 meses), en la
Clínica San Pedro Claver del ISS de Bogotá; el
equipo estaba integrado por el grupo quirúrgico de
Cirugía de Mano conformado por especialistas, residentes e
internos en entrenamiento.
Se incluyeron pacientes trabajadores afiliados,
beneficiarios y SOAT los cuales ingresaban por urgencias del
servicio de Cirugía de Mano durante las 24 horas del
día de atención prestada. Se consideraron las
siguientes variables:
sexo
(masculino y femenino), edad (16 a 60 años), fractura
cerrada, mecanismo de fractura (caída de su propia altura
en hiperextensión o hiperflexión de la mano o
trauma directo), mano comprometida (derecha, izquierda o ambas),
tiempo de evolución desde la ocurrencia del trauma
(tabla 1, Anexo).
Los criterios considerados para la clasificación
de las fracturas fueron: hueso afectado y localización
específica dentro del hueso(cabeza, cuello,
diáfisis y base). También se tuvo en cuenta la
dirección del trazo de la fractura, a
saber: transverso, oblicuo corto, oblicuo largo y en espiral. Por
último, se consideró el número de
fragmentos, dividiendo así las fracturas en simples,
conminutas unicorticales y conminutas bicorticales.
Las indicaciones quirúrgicas
incluyeron la presencia de fracturas transversas, oblicuas
cortas, diafisarias, de la unión diáfisis-cuello y
unión diáfisis-base de los metacarpianos y falanges
proximales, cuyos parámetros de reducción
estuvieron fuera de los mencionados como aceptables en el
marco
teórico.
Las contraindicaciones que se tuvieron en cuenta
fueron fracturas oblicuas largas, espirales, fracturas conminutas
bicorticales y la presencia de un desplazamiento tan severo que
la interposición de tendones u otras partes blandas
impidiera la realineación correcta mediante
manipulación. Los criterios de exclusión fueron:
fracturas abiertas, fracturas del primer metacarpiano, de las
falanges medias y dístales y fracturas en pacientes
menores de 16 años y mayores de 60 años.
En el presente trabajo se califican los resultados con
base en los criterios dados por la escala de
calificación (tabla 2) de nuestra
autoría.
El control de los pacientes se realiza con placa A-P y
lateral de la mano con proyección oblicua a 30º; en
caso de fracturas del 2º y 3er metacarpianos se coloca la
mano en 30º de pronación y para el 4º y 5º
metacarpianos en supinación.
Se usan como clavos endomedulares, dispositivos
esterilizables, de único uso, cuyas dimensiones son: 1,6
mm X 80 mm, clavo único por su diseño
de 20° de angulación en la punta, cuya forma roma favorece su
ingreso al canal medular en las fracturas diafisarias de los
metacarpianos. La dimensión de 1,0 mm x 55 mm y
angulación de 20° en la punta permite su mejor acceso
intracanal en falanges proximales. El mango anatómico
está diseñado para empuje con el pulgar.
El equipo participante en la técnica
quirúrgica de enclavijamiento endomedular para las
fracturas diafisarias de los metacarpianos y las falanges
proximales estaba integrado por un cirujano y un ayudante, que
colaboraba a mantener la reducción, utilizando un
instrumental de pequeña cirugía (punta de dedo) de
la siguiente manera:
1. Anestesia local interdigital o bloqueo en la
muñeca, bien sea en el nervio cubital o en el nervio
mediano, dependiendo del metacarpiano a abordar; asepsia y
antisepsia del campo operatorio y colocación de campos
quirúrgicos.
2. Maniobras de reducción cerrada según
las técnicas convencionales (Jahss para
metacarpianos).
3. Incisión de 1 cm con una hoja de
bisturí No 15, sobre los portales escogidos, centrada
sobre la unión de la diáfisis-base en las
falanges proximales como en los metacarpianos, identificando
así el sitio de inserción anterógrada del
clavo (figuras 1A, 1B, 1C, 1D).
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superior
4. Disección de piel y el
tejido celular subcutáneo hasta el portal óseo
escogido, por medio de una pinza de Kelly para proteger
así las pequeñas ramas sensitivas y los tendones
extensores.
5. Se realiza un orificio suficiente utilizando un
punzón metálico (escarificador) o broca de 1,5 mm,
en falanges y de 2,0 mm en metacarpianos con una
angulación de 45°, en la unión
diáfisis-base del metacarpiano o de la falange penetrando
hasta el canal medular (figura 2A, 2B).
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6. Introducción del clavo escogido, a
través del canal medular (figura 3A, 3B) utilizando
el pulgar del cirujano para empujar el mango hacia delante, de
tal manera que el clavo atraviese el foco de fractura hasta el
hueso subcondral del fragmento distal. Esto se puede realizar con
la ayuda del fluoroscopio.
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7. Comprobación clínica de la correcta
estabilidad y alineación de la reducción de la
fractura, mediante movimientos activos del
paciente en la mano comprometida, calificando así su eje
rotacional y su acortamiento.
8. Mediante una radiografía simple A-P y oblicua
a 30° de la mano con énfasis en el foco de fractura,
es posible observar la reducción de la misma (figuras
4A, 4B y 5A, 5B, 5C, 5D).
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9. Una vez comprobada la reducción y
estabilización de la fractura, se dobla el clavo en su
extremo proximal con la ayuda de un alicate o pinza de alambre y
se corta dejándolo por debajo de la piel; desechando el
mango.
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superior- Inmovilización de la mano mediante una
férula en posición funcional (figuras 6A y
6B). - Control post-operatorio cada quince (15) días
en consulta externa para hacer el seguimiento
radiográfico a los 15 y a los 45 días (figuras
7A y 7B).
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12. La férula se retira el día octavo
(8º) del postoperatorio, y los puntos, en promedio, a los 12
días.
13. La fisioterapia se inicia a partir del octavo
día (8º) post-operatorio indicando ejercicios pasivos
y activos asistidos con una sindactilización (yugo) al
dedo vecino.
Se han operado con esta técnica quirúrgica
veinte (20) pacientes, con veintiún (21) fracturas.
Dieciséis (16) fracturas de metacarpianos, once (11)
fracturas del quinto y cinco (5) fracturas del cuarto; y cinco
(5) con fracturas de falanges proximales de las cuales tres (3)
son de la falange proximal del 4º dedo y dos (2) son de la
falange proximal del 3er dedo (figura 8).
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Figura 8. Clavos endomedulares (CEM). |
Aplicando la escala de calificación cuantitativa,
se obtiene como un resultado global 82% buenos, 18% regulares, 0%
malos (tabla 3 y figura 9). El seguimiento de los
pacientes se realizó en un rango de 2 a 9 meses, con
promedio de 5,7 meses.
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Mediante valoración radiográfica se
comprobó la consolidación de todas las fracturas,
con un rango de 4 a 6,5 semanas, con un promedio de 6 semanas.
Incapacidad para el trabajo
promedio de 6-5 semanas.
El promedio de angulación fue de 4° para los
metacarpianos, en un intervalo desde 0° hasta 7° en el
plano A-P. No se encontró ningún paciente con
angulaciones superiores a 4° en el plano oblicuo, y en las
falanges el promedio de angulación es de 3° en el
plano A-P; ningún paciente intervenido en las falanges
mostró angulación en el plano lateral.
El acortamiento de las fracturas, juzgado por
comparación contralateral en el examen radiográfico
mostró un promedio de acortamiento de 1,3 mm con un rango
desde 0 hasta 3 mm en los metacarpianos; comparado con las
falanges, no se encontró ningún
acortamiento.
Clínicamente, todos los pacientes ganaron 90°
de flexión en las articulaciones
metacarpofalángicas con extensión completa. El
promedio de rango de movimiento de las articulaciones
interfalángicas proximales fue de 90° (rango de
70°–110°). Se presentó contractura en
flexión de las articulaciones interfalángicas
proximales en dos casos; en un caso de 20° y otro de 15°,
ambos en fracturas de falanges proximales. El AMAT fue de
250° promedio para los metacarpianos en un rango de 220°
a 280°.
El movimiento activo total (AMAT) fue 240° para las
falanges proximales, con un rango de 210° hasta 280°.
Ningún paciente tuvo deformidad en rotación tanto
en las fracturas de los metacarpianos como en falanges
proximales.
Se trató una paciente con fractura mal rotada del
cuello del quinto (5) metacarpiano a quien se le realizó
corrección con reducción abierta y osteoclasia a
las tres (3) semanas de evolución y se practicó
fijación con clavo endomedular para metacarpiano (CEM16).
No se encontraron infecciones.
Respecto a la evolución de la herida
quirúrgica, en los primeros dos (2) pacientes operados,
uno (1) con enclavijamiento del metacarpiano y otro con
enclavijamiento de falange próximal, en quienes se
dejó el extremo próximal del clavo por fuera de la
piel, se observó inflamación y engrosamiento de la piel
alrededor del portal de abordaje, por tanto se decidió
dejar en todos los casos restantes (dieciocho), el extremo
próximal del CEM (Clavo Endomedular) por debajo de la
piel, con un segmento suficiente para facilitar su posterior
retiro (tabla 3 y figura 8).
Küntscher (1943) y Ender (1969) recomiendan el
enclavijamiento endomedular de las fracturas del fémur. De
manera posterior, en 1973, Evrard recomienda el enclavijamiento
endomedular de los metacarpianos, y luego Foucher toma este
principio y lo adapta en 1976, describiendo el enclavijamiento
fasciculado para las fracturas inestables del cuello del quinto
metacarpiano.
En los últimos dos años, ortopedistas del Miami
Hand Center en Florida (Estados Unidos), retoman estos conceptos
y describen el clavo endomedular para metacarpianos y falanges
proximales. Basados en todos los anteriores estudios se
diseña y desarrolla este estudio en nuestro medio, el cual
arroja buenos resultados en 82% (figura
7).
En el presente trabajo se encontró una
consolidación ósea en todos los pacientes tratados con
fracturas diafisarias o de la unión diáfisis-cuello
o diáfisis-base de metacarpianos y falanges proximales, en
un período de tiempo promedio de seis semanas, lo cual
está de acuerdo con lo referido por Green y Stern (1996),
quienes conceptúan que las fracturas manejadas en forma
cerrada consolidan más pronto que aquellas que necesitan
de reducción abierta.
Según lo reportado por Barton, la duración
media de suspensión del trabajo por causa de una fractura
de falange proximal es de 4,3 a 8,4 semanas. Este estudio
demostró una incapacidad para el trabajo en promedio de
6,5 semanas, lo cual está acorde con el valor inferior
de lo reportado por Barton.
Consideramos que esta rápida recuperación
del paciente, con una baja repercusión
socio-económica, se debe principalmente a tres factores:
reducción cerrada, estabilización adecuada y
movilización precoz (a partir del octavo día de
recuperación).
Sabemos por estudios biomecánicos como el de
Keikhosrow y otros realizados en 1993, que la fijación
endomedular con clavos no es tan rígida, especialmente
ante las fuerzas rotacionales, si se compara con otros
métodos de fijación como son las placas y tornillos
interfragmentarios.
Sin embargo, cuando a la fijación endomedular se suman
otros factores sinérgicos como son la no apertura del foco
de fractura y la orientación de las fuerzas en el foco de
fractura, de tal forma que el clavo endomedular actúa como
un verdadero "tutor interno", logramos que este método
cumpla con los objetivos
primordiales de favorecer la consolidación de la fractura
y permitir la movilización precoz de la misma combatiendo
el edema y conservando los espacios de deslizamiento del aparato
tendinoso en la mano (figura 10A y 10B)
Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú superior
En todos los pacientes tratados con este método
de enclavijamiento endomedular con clavos CEM, se obtuvo
consolidación ósea y rehabilitación temprana
con incorporación de los pacientes a sus labores
habituales. Se evidencia que el enclavijamiento endomedular de
las fracturas de los metacarpianos y las falanges proximales,
cuando está indicado, es un método de tratamiento
quirúrgico efectivo y fácil de realizar.
Consideramos que este método de enclavijamiento
endomedular se debe incorporar al armamentario actual del manejo
quirúrgico de las fracturas inestables transversas y
oblicuas cortas de los metacarpianos y las falanges proximales de
la mano.
Agradecimientos
Departamento de Cirugía de Mano, Clínica
San Pedro Claver Bogotá por su colaboración, y a
todos los pacientes por darnos la oportunidad de expandir
nuestros conocimientos.
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Dr. Sánchez Mesa Pedro Antonio
MD*
* Profesor
Asociado de pregrado y postgrado de la Universidad:
F.U.S.M, Ortopedista y Traumatólogo. Clínica "Jorge
Bejarano" E.S.E. Luis Carlos Galán Sarmiento. Miembro
Titular SCCOT.
.
Bogotá, DC. Colombia.