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Jesucristo burdo negocio




Enviado por ruanowilly



    1. Cruz y dolor
    2. Amarga
      navidad
    3. La religión como
      producto
    4. Qué pensaba Jesucristo
      sobre Dios
    5. Pilatos y la verdad del
      rey-sacerdote

    DESCRIPCIÓN:

    El basamento en el que descansa el edificio de todo el
    Cristianismo
    está fundido en huesos, sangre e ideales
    de millones de seres humanos que fueron pavorosamente
    sacrificados como ejemplar castigo para los herejes y perjuros; y
    para sentar un precedente de lo que podía esperar aquel
    desventurado que no practicara la íntima pureza del
    Cristianismo.

    Usted tiene que entender que practicar cualquier rito,
    de los miles que hay adentro del Cristianismo, significa
    –ni más ni menos- que pisar y profanar cada conciencia
    quemada por el absolutismo de
    los papas, obispos, curas, pastores y demás defensores del
    cristiano proceder de eliminar al que, como bien lo deja dicho el
    Guía Principal, "El que no esté conmigo,
    está contra mí".

    ¿Es capaz su mente de comprender todo
    esto?.

    CRUZ Y
    DOLOR

    Efectivamente, en lo más profundo de nuestro
    subconsciente tenemos grabado el mensaje crístico del
    dolor, de las duras penas y de los grandes sacrificios, para
    tener la opción de alcanzar a llegar a la Gloria Eterna
    tal y como Dios Nuestro Señor manda.

    Jesucristo murió crucificado y, la cruz,
    instrumento que sirvió para la ejecución de
    él, representa el simbolismo cargado de todo ese rencor al
    sentirse que en cada Iglesia,
    Templo o casa familiar se le rinde un culto fetichista y hasta
    morboso a ese crucifijo que quizás ha servido más
    como la verdadera identificación del cristiano, que la
    propia figura de Jesús.

    Resulta penosísimo saber que otros seres humanos
    que no participan del Cristianismo, cuando se enfrentan con todo
    su significado y simbolismos, pierden hasta el poco respeto que
    habían ya sentido tener por alguna manifestación de
    tal religión.

    Una empleada recién venida de Corea se
    adaptó a su trabajo y a
    sus patrones cristianos. Y éstos al ver una que otra mala
    cara en la muchacha, la interrogaron sobre tal proceder. Ella,
    admitiendo lo que sucedía, explicó que no
    entendía cómo ellos, siendo tan buenas personas
    como lo eran y llevando una vida familiar digna de ejemplo,
    tenían el cuadro de un ajusticiado que, sin saber el tipo
    de crimen por él cometido, tuvo que haber sido tan grave
    como para haberlo hasta crucificado, y que lo asombroso para ella
    era el motivo para tenerlo en un lugar tan especial en la casa.
    ¿Cómo pueden ustedes otorgarle a un ajusticiado
    alguna preferencia y demostrarlo con tener un cuadro de
    él?.

    No hay solución posible, nos han repetido los
    curas y pastores desde siempre, ya que sin el derramamiento de la
    sangre, sin el padecimiento y sin la muerte en
    la cruz por parte de Jesús, ¡no hay
    salvación!. Pero encerrado en un eufemismo retórico
    y falaz, surge la más grande ignominia al observar ese
    culto idolátrico que por la cruz se profesa y se exige
    como condición ineludible en el rito religioso
    cristiano.

    Pablo en 1 de Corintios 1:23 pone el dedo en la llaga,
    porque afirmar, como él mismo lo
    hace,
    pues nosotros predicamos a
    Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos
    y locura para los paganos, es darse unos aires de
    grandeza tremendos. Y, efectivamente, veamos a
    continuación algunas citas bíblicas al respecto
    para luego de eso sacar interesantes conclusiones.

    Deuteronomio 21:22 y 23 describen lo que el Dios
    bíblico deja sentado como su propia
    opinión.

    Si alguno a cometido algún crimen
    digno de muerte, y lo
    hacéis morir, y lo crucificáis y lo dejáis
    colgado en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la
    noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo
    día, porque maldito por Dios es el crucificado.

    Gálatas 3:13 nos reconoce y nos ratifica aquella
    maldición de miles de años ha, al
    decirnos.

    Cristo se redimió de la
    maldición de la ley,
    habiéndose hecho maldito por nosotros, porque está
    escrito: Maldito todo aquel que es colgado de un
    madero.

    ¿Resistirá nuestra ya destartalada mente
    la maldición de Dios Padre hacia su propio hijo
    Jesucristo, tal y como lo hemos leído en su Palabra y
    ratificada por San Pablo?…

    Lo que nos llena de desconfianza hacia el mensaje que
    han desarrollado sobre la "redención de la humanidad por
    la crucifixión de Jesús" es la incomprensión
    que el mundo greco-romano pudiera tragarse ese cuento que por
    medio del suplicio reservado para esclavos y subversivos y a
    través de una muerte cruel, oprobiosa y maldita por medio
    de la cruz, se tenga la maldición de su propio Dios que,
    como Yahvé, bien lo deja dicho en Deuteronomio 21:22 y 23,
    representa el mentís hacia toda posible salvación y
    redención por medio de "un maldito por Yahvé", que
    es como realmente debió mantenerse como apelativo a este
    Jesús crucificado.

    El horror y el desprecio que debieron sentir sus propios
    apóstoles no fue ni siquiera descrito por los evangelistas
    que, sabiéndolo, prefirieron ocultárselo a sus
    lectores para no herir, quizás, susceptibilidades
    religiosas y la íntima mentira en la que descansa el
    edificio de tal religión.

    Apenas hay una leve constancia del oprobio y es Pedro
    quien se lo hace ver a Jesús en Mateo 16:23 que recibe una
    violenta respuesta del Maestro.

    Y volviéndose Jesús le
    dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí,
    Satanás! me eres tropiezo, porque tus sentimientos no son
    los de Dios, sino de los hombres.

    ¿Y a este Satanás es al que suponemos que
    Jesús dejó encargado de su "Iglesia"?. A pesar que
    efectivamente Pedro tiene la razón pues, según la
    Palabra de Dios Padre, éste, maldice al crucificado y al
    colgado en la cruz, y ese, aunque le duela a Jesucristo,
    ¡sí es un sentimiento de Dios Padre!.

    Los primeros cristianos nunca usaron a la cruz como
    simbolismo de su agrupación pues seguía siendo para
    ellos la muestra de la
    derrota humillante de Jesús; por el contrario usaron el
    pez como símbolo que los identificaba
    plenamente.

    El misterio de la cruz, lo mismo que su
    exaltación, no fue cosa de los primeros seguidores
    cristianos. Todas las palabras vertidas durante la muerte de
    Jesús están como buscando una excusa de la
    oprobiosa y maldita muerte que le dieron a su guía y
    maestro. Y rebuscando conceptos provenientes de los Salmos ponen
    directamente en boca de Jesús unas barbaridades para
    tratar de disculpar un hecho por demás
    inexcusable.

    Lucas 24:25 y 26 nos dicen.

    Entonces Jesús les dijo:
    ¡Oh insensatos, y tardos de corazón
    para creer en todo lo que los profetas han dicho! ¿No era
    necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en
    su Gloria?.

    ¿Por qué hacen que luzca como una
    anticipación a los acontecimientos que se darían en
    la crucifixión de Jesús y resulte hasta como una
    línea ineludible de un "mandato de Dios Padre" a pesar que
    ya el mandato del Dios bíblico había sido la
    maldición para el crucificado en un madero?…

    Con tamaña excusa, no sólo se hace caer a
    Jesús en la ignorancia, sino que se le presenta como un
    renegador y revocador de la Ley y de los Profetas. Decir
    Jesús a dos personas del pueblo común y corrientes
    que ellos son unos "insensatos", es declararlos sin una gota de
    entendimiento; y decirles "tardos de corazón", es no
    sólo un grave insulto, sino el primer paso hacia el terror
    sacro tan común entre el sacerdote y el pastor en su
    prédica dominical.

    Catalogar el Jesús todo amor, que la
    iglesia así nos lo presenta, a sus acompañantes
    camino de Emaús de "tardos de corazón por creer en
    todo lo que los profetas han dicho", es insultante para la propia
    buena voluntad que dicen el Maestro tuvo pues, eso significa que
    aquel que grita prepotentemente "sólo a través
    mío se llega al Padre" sencillamente ¡está
    abrogando la Ley y a los Profetas!.

    Si Jesús deja dicho No hay que creer en todo lo que dicen los
    profetas ¿Por qué, para excusar la
    maldición que su propio Dios ya dejó para los
    crucificados, sí hace uso de los salmistas y de otros
    profetas para declarar que sufrió y padeció "porque
    así estaba escrito"?.

    ¿A cuáles profetas sí hay que
    creerles? ¿A los que justifican la maldición divina
    en Jesús o a Pablo que en un lapsus declara que
    "Jesús fue un maldito"?.

    ¡Cuáles son las cosas que sí hay que
    creer de todo lo que los profetas dejaron dicho!.

    El dolor y el sufrimiento, como parte integral del
    movimiento
    cristiano, no tienen parangón en su ritual; y ha llegado a
    los extremos cuando, por simple imitación a la
    pasión de Cristo, se auto flagelan, ayunan y se convierten
    en célibes aquellos sacerdotes que, usando banalmente tal
    nombre sin ninguna autorización (recordemos que Pablo dice
    "el sacerdocio de Jesús es intransferible"), han hecho
    sublime el dolor y el sufrimiento humano en honor a Yahvé
    y a su amado hijo Jesucristo.

    Pablo vuelve a la carga y osa dejar un mensaje de
    guía a los cristianos al decir en 2 de Corintios 12:10 lo
    siguiente.

    Yo no me complazco en las enfermedades, en los
    oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en las
    angustias, por Cristo, pues cuando parezco débil, entonces
    es cuando soy fuerte.

    Mensajes bíblicos como este son los que,
    carcomiendo el poco sentido común que nos pudiera quedar,
    provocan que el ser humano practicante sienta que el dolor, el
    sufrimiento y la angustia parezcan normales y que inclusive,
    cuando no los tengamos, sean buscados frenéticamente o se
    provoquen para disfrutar del regalito que la divinidad cristiana
    obsequia a sus hijos.

    Entonces el dolor y el sufrimiento se convierten en
    parte del ser humano que, sin voluntad, permite que el
    Cristianismo manipule hasta sus propios e íntimos grados
    de interna consecución del placer humano y, no viendo
    más allá de sus narices, acepte que sus gobernantes
    políticos masacren y maten de hambre a sus conciudadanos y
    se conviertan, por su pasividad, en dictadores; para así
    hacer suyo el mal intencionado mensaje de Pablo y podrá
    gozar y disfrutar de los sufrimientos que la sociedad
    política
    que lo rodea les de en compensación de aquel voto si es
    que hay elecciones o simplemente por la consigna del cristiano
    gobierno de
    Estados Unidos
    que nos imponen presidentes.

    Es entonces cuando la religión y los guías
    se excusan en toda la gama de sinsabores que ellos mismos
    provocan a sus propios practicantes y, sacándose de la
    manga, surge la oprobiosa concepción del Misterio del
    sufrimiento.

    ¡Qué canallada más
    grande!.

    Es innumerable la lista de profetas, sabios, sacerdotes,
    papas y pastores que, totalmente locos, han impuesto en el
    pobre cristiano el divino goce del misterio sagrado del
    sufrimiento. Y, tan divinizado es todo esto, que Deuteronomio 8:6
    nos lo deja como un mandamiento.

    Reconoce así mismo en tu
    corazón, que como castiga el hombre a su
    hijo, así Yahvé tu Dios te castiga.

    Han pretendido que el único camino purificador
    que le queda al ser humano es el del sufrimiento y que el que nos
    manda Yahvé hasta es una corrección paternalista
    hacia nosotros sus presuntos hijitos.

    ¡Cómo es posible de aceptar que el Dios
    bíblico paternalmente corrija a sus hijitos si solamente
    es motivo de corrección aquello mal hecho o mal
    diseñado; y arruinándose, por eso mismo, sea
    susceptible de algún remiendo o arreglo!. Aquí si
    no hay que quedarnos callados.

    Intachablemente, y para lavarnos el cerebro, mucho
    antes de enseñarnos el mágico envoltorio del
    Misterio del Sufrimiento, ya se nos había hablado que
    siendo los seres humanos creados a imagen y
    semejanza del Dios bíblico, Jesús inclusive nos
    insta a "sed perfectos, como vuestro Padre que está en los
    cielos es perfecto". Si somos una creación perfecta
    ¿Cómo entonces es que se supone que el sufrimiento
    nos corrija?.

    ¡Somos o no perfectos!… por favor
    defínanse.

    Claro que siempre quedará flotando en nuestra
    confusa y alienada mente si somos o no perfectos pues, aquel
    energúmeno pastor o sacerdote que viola niños y
    niñas, amén de que él mismo sirva de
    receptáculo homosexual de libidinosos placeres; y a pesar
    de oírlo desgañitarse Biblia en mano, sobre que
    "todos los humanos somos hermanos en Cristo", no tiene la
    capacidad humana, no digamos divina, de tan siquiera dirigirse a
    la feligresía.

    ¿Palabra de DIOS la Biblia?.. ¡Nunca!, y
    menos será perfecto el imbécil que nos recite tal
    perorata absurda que es tenida por una inspiración divina
    y que no es más que la ensarta de estúpidas
    sandeces de Yahvé, el degenerado ser que la Biblia
    magnifica y que curas, pastores y gritones de púlpito,
    amén de los fanáticos en calles y parques con su
    Nuevo Testamento en mano e insultos en boca, tratan de imponernos
    que ese loco concepto
    bíblico es DIOS, cuando simplemente y para desgracia y
    desconsuelo del que se dice cristiano, es burlado por la
    prédica.

    Yahvé no es más que un sangriento,
    violento y degenerado ser producido por mentes desquiciadas para
    oprimir mente, corazón y bolsillo del que se
    deje.

    AMARGA
    NAVIDAD

    La Navidad es la
    fecha en que oficialmente se celebra, con toda la pompa, incienso
    y derroche de las mejores galas, el nacimiento de Jesucristo, el
    líder
    de la Cristiandad. Y es una costumbre que nos viene directamente
    del dictamen y de la decisión del Concilio del Nicea del
    año 325 de nuestra era.

    Los Primeros Padres de la Iglesia decidieron,
    unilateralmente, abrogándose la representatividad de la
    parte de la humanidad que practicaba uno de los varios ritos y
    costumbres que nacieron tras la muerte de Jesús, y por la
    conveniencia política del momento, que se debía
    declarar al 25 de diciembre como la fecha más apropiada en
    que este nuevo Hijo de Dios tuvo que haber nacido, pues
    practicándose por casi todas las civilizaciones la
    costumbre de que sus respectivos Hijos de Dios también
    nacieron el día del Sol Invictus, o sea el 25 de
    diciembre, y habiendo sido el Cristianismo la combinación
    de muchos ritos paganos en donde el Mitraísmo era el
    principal, sencillamente se quitó a Mitra y se
    colocó en su lugar a Jesús el Cristo como el Hijo
    de Dios Padre encarnado en forma original y única en este
    Planeta, siempre según ellos, los comparecientes al
    Concilio de Nicea.

    Ante la presunción Cristiana, rápido acude
    a nuestros labios la pregunta quisquillosa y que es incontestable
    por la Jerarquía de la Iglesia Cristiana, ya que
    catalogándola como blasfemia, se esconden
    fácilmente y, con mala intención, no opinan al
    respecto.

    Veamos.

    Si el Universo,
    según nos dicen nuestros muy capaces científicos,
    consta de unas cien mil millones de Galaxias y que cada Galaxia a
    su vez de miles de Sistemas Solares
    y estos de muchos planetas
    ¿Por qué vino a encarnarse en la Tierra el
    Hijo de Dios Padre que es un insignificante planeta de un
    insignificante Sistema Solar de
    una insignificante Galaxia? ¿Qué tan de especial
    hay en este hermosísimo planeta azul para que el Hijo de
    Dios se hubiese venido a encarnar entre los habitantes de la
    nación
    insignificante de Israel?…

    Mateo nos dice en 1:18-25 la manera tan peculiar y sin
    sentido que se dio para el nacimiento de Jesús.

    El nacimiento de Jesucristo fue
    así: Estando su madre María desposada con
    José, antes de que viviesen juntos, se halló que
    estaba encinta por obra del Espíritu
    Santo, José su marido, como era justo, y no
    quería denunciarla, resolvió dejarla secretamente.
    Y pensando él en esto, he aquí que un ángel
    del Señor se le apareció en sueños y le
    dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María
    por mujer, porque lo
    engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a
    luz un hijo, y
    llamarás su nombre Jesús, porque él
    salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto
    aconteció para que se cumpliese lo dicho por el
    Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí
    que la virgen concebirá y dará a luz un hijo. Y
    llamarán su nombre Enmanuel, que traducido es: Dios con
    nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como
    el ángel del Señor le había mandado, y
    recibió en su hogar a María como su esposa. Pero no
    la conoció hasta que dio a luz a su hijo y le puso por
    nombre Jesús.

    Lucas nos dice de lo acontecido, pero del lado de
    María. Con José, el marido, ni siquiera se mete. Al
    contrario de lo que ya nos había dicho Mateo, que la
    anunciación fue con José, este evangelista dice
    todo lo contrario. Leamos lo que está expresado en Lucas
    2:1 ss, que nos dicen.

    Al sexto mes, fue enviado de Dios el
    ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a
    una virgen desposada con un hombre llamado
    José, descendiente de David; y el nombre de la virgen era
    María. Y entrando a donde ella estaba, dijo: ¡Salve
    muy favorecida! (o ¡Dios te salve!, depende de la
    versión en que se lea) (¿ridículo que
    existan varias versiones en una concepción divina?) El
    señor está contigo. Bendita tu entre las mujeres.
    Ella se turbó profundamente por estas palabras, y
    consideraba qué significaría este saludo. Y el
    ángel le dijo: Deja de temer, María, porque has
    hallado gracia ante Dios. Mira, concebirás en tu seno y
    darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
    Jesús. Este será grande y será llamado Hijo
    del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono
    de su padre David, y reinará sobre la casa de Jacob por
    siempre; y su reino no tendrá fin. Entonces le dijo
    María al ángel: ¿Cómo será
    esto, puesto que no conozco varón?, el ángel le
    respondió y le dijo: El Espíritu Santo
    vendrá sobre ti y el poder del
    Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual
    también lo santo que va a nacer será llamado Hijo
    de Dios. Y María dijo: He aquí la sierva del
    Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y se
    marchó el ángel de su presencia.

    Ahora la otra cita de Lucas que nos dice.

    Y todos marcha.ban a inscribirse en el
    censo, cada uno a su propia ciudad. También José
    subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, hacia Judea,
    a la ciudad de David, la cual se llama Belén, por ser
    él de la casa y familia de David,
    para inscribirse junto con María, quien estaba desposada
    con él y encinta. Y aconteció que mientras estaban
    allí, se cumplieron los días para que ella diese a
    luz. Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió
    en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
    había lugar para ellos en el mesón.

    Mateo y Lucas, dos de los cuatro evangelistas, muy a su
    manera, dejan constancia de su elucubración personal y de
    diferente ángulo del asunto. Más, cuando leemos en
    Juan 1:45, quien también deja su testimonio o su
    versión de los hechos.

    Jesús, el hijo de José.

    Con esta frase surgen las muchas interrogantes que,
    fáciles de ser contestadas, con respuestas lógicas,
    desmoronan todo el andamiaje de mentiras que se construyeron
    alrededor del nacimiento de un niño común y
    corriente.

    Comenzando con Mateo tenemos cosas sumamente
    interesantes para comentar. Este evangelista dedicado por
    completo a la figura del padre de la criatura, realiza la
    inspiración dirigida en y por medio de José. Y todo
    su empeño lo enfoca en la parte masculina de la historia del anuncio del
    nacimiento de Jesús y lo hace tratando de confundir al
    lector que, aceptando lo que dice, lo ha tomado como cosa
    verdadera y sin una sola contradicción con otros pasajes
    también inspirados en el mismo Espíritu
    Santo.

    Mateo, haciendo gala de unos extraordinarios
    malabarismos, mañosamente pretende demostrar que
    Jesús es un producto
    engendrado por el Espíritu Santo, que teniendo a
    María como receptáculo necesario para la
    encarnación del divino ser, es usada solamente como un
    canal o puente para el aterrizaje de Dios. Lo extraño en
    el asunto de la Madre de Dios, es que Mateo hace caso omiso y se
    olvida de los detalles genéticos, naturales y que ya
    están regidos por una Ley más que Natural,
    Universal. Y con esto, se mete otro tropezón Mateo ante el
    hecho irrefutable que, la concepción, solamente puede
    darse entre seres vivos de la misma especie. Y que para ajuste de
    las penas, en Mateo, este pobre y nada listo ser humano, parece
    que ya se olvidó que él mismo nos ha dejado al
    principio de su Evangelio la prueba contundente que echa por
    tierra la
    premisa planteada aquí, que Jesús procede del semen
    del Espíritu Santo.

    En Mateo 1:1 éste, habiendo recibido iluminación y la directa inspiración
    del mismo Espíritu Santo nos deja descrita la
    "Genealogía de Jesucristo" por parte de José, el
    pobre y hasta engañado esposo, según lo que
    más adelante Mateo tan maliciosamente deja dicho, con lo
    que "el niño que nacerá es producto del
    Espíritu Santo"; pero con lo que estábamos
    ¿por qué una ascendencia de Jesús por parte
    de José si este no había tan siquiera tocado a
    María para cuando le brotó la comprometedora
    barriga de otro personaje?.

    Si como bien lo dice Mateo "María estaba
    desposada con José", eso, significa que ellos dos
    habían formado un nuevo hogar y que por medio del matrimonio
    estaban supeditados a cumplir la Ley que regía para dicho
    compromiso entre las parejas que se casaban adentro de la
    legislación de la nación
    de Israel.

    La fecundidad es la primera observancia del matrimonio,
    pues desde el mandato de "creced y multiplicaos", la
    institución matrimonial judía comprendía la
    necesidad de la procreación. El matrimonio entre el pueblo
    escogido impone muchas restricciones, ya que los padres pueden
    casar a sus hijos sin consultarles nada; se prohíben las
    uniones dentro de la parentela y con personas de otras naciones.
    El marido o baal, lleva el título de propiedad
    tanto de la dote, como de la otra mercancía en que queda
    marcada por el matrimonio la reducida pobre mujer desposada, ya
    que la mujer adentro
    del hogar formado, es menos que un objeto.

    La misma preocupación por tener prole, y
    abundante, obliga a que la mujer que no es fértil, que es
    virgen o que pierde los embarazos, es vista como un animal raro,
    inclusive, hasta para el propio padre de la joven, ya que no se
    concibe afrenta mayor que la falta de continuación del
    linaje familiar.

    Si la primera regla del matrimonio, entre los
    judíos, era la fecundidad, ésta se obtiene
    solamente de una manera que es común a todos los seres
    humanos en general y que es ¡teniendo relaciones
    sexuales entre los cónyuges!.

    Si le creemos a Mateo, desde allí se nos dice que
    José, alarmado, ve que su esposa está encinta. O
    sea que, cuando ya es notoria la barriga de su mujercita, y
    él supuestamente no ha tenido participación alguna
    en tales menesteres propios en un marido normal, le empiezan a
    corroer los terribles celos ante la sacada de cuernos o quemada
    de rancho que María le ha pegado en algún
    pequeño descuido masculino de su parte.

    Ahora bien, solamente es notorio el vientre del embarazo a
    partir del tercero o cuarto mes, pero antes de eso ya se nos ha
    aclarado que "María estaba desposada con José", y
    eso significa que en los cuatro meses antes de la acusadora y
    prominente barriga de la virgen
    María, ya ellos dos llevaban un matrimonio estable
    bajo todos los aspectos de la Ley.

    Si en cuatro meses José no había hecho
    el amor con su
    esposa, no comprendemos entonces el motivo de haberse desposado
    con ella, pues es el hombre el que pide a la mujer y no al
    revés. Además que por el estúpido relato de
    Mateo, hay un resbalón imperdonable en el Espíritu
    Santo, cuando inexplicablemente no hay nadie que le advierta a
    José, o a María, que el bocado sexual de la luna de
    miel ¡no hay que comérselo aún pues pertenece
    a Yahvé!.

    Y si nadie les avisó que no tenían que
    comerse sexualmente uno a la otra, es impensable que se
    aguantaran tres o cuatro meses sin que la luna de miel no los
    hubiese quemado, como para que creamos que, sin que nadie les
    advirtiera la decisión divina sobre el que sería el
    Hijo de Dios Padre, Jesús hubiese nacido de María
    por obra y gracia del Espíritu Santo manteniendo su
    virginidad aún y a pesar de haberse desposado con todas
    las de ley con José.

    Ahora bien, existe la otra posibilidad que, suponiendo
    que José se da cuenta que su mujercita linda ya
    está de "otro modo" en la noche de luna de miel, eso
    podría significar que ya la susodicha venía bien
    embarazada y kilometrada desde hacía un su buen rato. Y si
    esa posibilidad se dio ¿por qué María no le
    aclaró a su futuro esposo o ya casados a su marido que la
    mercancía que se había adquirido venía
    defectuosa?.

    Y José, al contrario de rechazar o de reprender
    al amor de sus amores, cavila sólo él rumiando su
    desgraciada suerte hasta que, ¡oh maravilla!, el cielo se
    apiada del cornudo marido y en un arranque de hidalguía
    muy caballeresca que tiene el Espíritu Santo o
    Yahvé, y luego de la pícara aventura de éste
    con la virgen María por lo menos unos cuatro meses antes
    de eso, al ver lo patético del sufrimiento del
    engañado marido, decide mandar a un ángel para
    darle las debidas y cumplidas explicaciones del caso.

    Y es más grotesco aún conocer los detalles
    que el mensajero del amante lleva al infeliz José, ya que
    dándole por excusa, luego de la unión carnal que a
    fuerza tuvo
    que existir para que reventara tamaña barriga entre su
    jefe y la esposa del que llega a consolar el "ángel del
    Señor", este mensajero del Espíritu Santo,
    rebuscando en las más sutiles excusas, decide darle una
    connotación extra humana y ultra terrestre pues, poniendo
    las cosas bajo el punto del servicio a la
    comunidad
    judía que se hacía con tal pecado, María
    daría a luz al "Hijo del Altísimo", por obra y
    gracia del Espíritu Santo y ese varón, fruto de la
    unión carnal, ya hombre, "salvará a su pueblo de
    todos sus pecados".

    ¡Ahora sí que la cosa se puso buena!. El
    pueblo de Jesús, si es que somos amplios, es Israel. A
    pesar que él nació en Belén y ese
    sería su pueblo, pero siendo magnánimos con la
    narración, dejemos como que esa expresión de
    "salvará a su pueblo de sus pecados" se está
    refiriendo a toda la nación de Israel. ¿Y entonces?
    ¿En dónde está la confirmación de que
    Jesucristo vino para salvar al mundo entero?.

    Si hemos asistido a conocer la exacta posición,
    oficial además, en la que el propio mensajero que
    Yahvé usa para tontearse a José, nos deja como voz
    autorizada del Dios bíblico la verdadera razón de
    la encarnación de Jesús en la Tierra y que es "para
    la salvación exclusiva de las personas pertenecientes al
    pueblo santo de Israel" ¡y a nadie más!.

    ¿Nos habremos salvado usted o yo o cualquier otro
    ser humano que no seamos parte del pueblo judío como tan
    perversamente nos han impuesto los curas, pastores, obispos y
    papas de todos los tiempos desde que se oficializó al
    Cristianismo?.

    ¡No!, pues Jesús no vino para nosotros
    acá en el futuro.

    Si no se encarnó para los pueblos gentiles
    vecinos de Israel y de su época, que eran millones de
    seres humanos que no compartían la religión
    judía, a pesar de ser contemporáneos de
    Jesús, ¿por qué tendríamos nosotros
    la suerte de sentirnos parte de la colada ajena?.

    Con Lucas, es diferente todo el asunto que ya hemos
    más que analizado y que Mateo nos ha regalado para
    satisfacción de nuestro excitado morbo. Este otro
    evangelista, siguiéndole la contraria a Mateo, nos deja
    aclarado que el tal anuncio no fue con José sino
    más bien que, directamente, se le da a María la
    explicación y el anuncio del futuro embarazo; que Mateo
    maliciosamente, y con estudiada maldad, hace que el ángel
    se confiese con José, pero para hacerlo sentir muy mal
    pues, aclarando lo inaclarable, queda burlado José en su
    masculinidad, ya que si después de cuatro meses de casados
    no ha habido amor y relaciones normales entre la pareja
    recién casada, más bien pareciera hacernos creer
    Mateo la inutilidad del aparato reproductivo de José y que
    éste no pudo emplear.

    Pero en lo mejor de todo este asunto, Lucas dejó
    un dato sumamente importante pues, casi nos da la fecha exacta de
    cuando sucedió la anunciación del embarazo y por
    ende del nacimiento de Jesús. El pasaje de Lucas comienza
    diciéndonos "al sexto mes". Y si lo ponemos en orden con
    el calendario Judío, ese sexto mes del año es ELUL,
    o sea agosto-septiembre. Y si le agregamos los nueve meses
    normales que se lleva un embarazo humano, tenemos que el
    período exacto de cuando dio a luz María a su hijo
    Jesucristo, fue entre los meses de mayo-junio. Y que,
    asombrosamente, coincide a la perfección con lo que ya
    habíamos estudiado en los pasajes de los pastores que el
    propio Lucas se encargó de dejarnos. Allí
    encontramos que el tiempo
    apropiado en que por la noche se podía pastorear el ganado
    era entre los meses de abril a septiembre.

    Por lo tanto Jesucristo tuvo que haber nacido,
    según el dato luquista, ¡no en diciembre y menos el
    día 25, día pagano, sino entre los últimos
    días de mayo y los primeros de junio!.

    También comete el mismo error Lucas pues, al
    igual que con Mateo, nos dice algo plenamente ilógico y
    fuera de toda proporción, tomando en cuanta que una
    consecuencia del matrimonio es la eliminación de la
    virginidad, en virtud de la deliciosa luna de miel a la que la
    pareja recién desposada recurre para calmar sus ansias
    sexuales. No hay razón valedera para que aquellos
    evangelistas tan infantilmente nos digan que "María era
    una virgen que estaba desposada con un hombre llamado
    José" pues, incongruencia más grande no la
    encontramos en otra parte.

    El relato de Lucas adolece de muchas cosas, una de ellas
    y quizá la más importante, es que en ningún
    momento el ángel Gabriel le dice a María lo que el
    otro ángel, el del relato de Mateo le dijo ya a
    José o aquel otro mensajero divino con el asunto de los
    mentirosos y falsarios pastores, les dice otra cosa a ellos. En
    el relato que hemos leído no se menciona que Jesús
    sea "un Salvador, el Salvador o el que salvará
    exclusivamente al pueblo hebreo".

    Lucas nos confiesa que el ángel Gabriel advierte
    a María sobre que "darás a luz a un hijo y el
    Señor Dios le dará el trono de su padre David y
    reinará sobre la casa de Jacob". Nunca le dice o deja
    entrever tan siquiera la posibilidad ¡impensable por
    cierto! que ese hijo que va a dar a luz, haya sido engendrado por
    Yahvé, por el Espíritu Santo o por cualquier otra
    entidad divina de la tradición judía.

    Además, la admonición que será del
    niño el trono de "su padre David", desvirtúa por
    completo cualquier malévolo pensamiento
    que se hubiese formado con respecto a que el hijo de José
    y María tuviese alguna o viniese de la relación
    sexual entre la virgen y una o varias de las entidades del
    concepto celestial hebreo.

    Ahora bien, si Mateo y su colega Lucas nos dejan, ambos,
    sendas genealogías de Jesucristo por parte de José,
    el marido de María, para dejar muy bien establecido que
    Jesús detenta sobre su persona la
    heredad del rey David, ¡pero ilógicamente por parte
    paterna!, hay que ser muy cuidadosos en todo lo que se refiere a
    la paternidad divina. Y aquí en este relato, Gabriel, el
    ángel del Señor, lo confirma (para dolor de los
    miles de incautos), pues afirmándonos de manera oficial
    que el Dios bíblico sabe y respeta la ascendencia paterna
    de Jesús al decirnos "a tu hijo Jesús, el
    Señor Dios le dará el trono de su padre David", lo
    que hace Gabriel es delimitar muy bien hasta donde llega la
    intromisión de Yahvé en la vida de
    Jesús.

    ¿Por qué la pantomima inútil de
    buscarle tres pies al gato?. José es el padre
    genético de Jesús, ya que éste es producto
    de una relación sexual normal entre marido y mujer; y
    José y María estando desposados tuvieron que hacer
    el amor para perpetuar su nombre. Si no fue así
    ¿por qué nos hablan estos evangelistas que
    Jesús es el "hijo primogénito"?. Para que un hijo
    lleve tal distinción, es necesario que tenga más
    hermanos pues, si no los tiene, tendrían que dirigirse a
    ese hijo como "hijo único".

    Ya nos lo dijo claramente Mateo desde 1:25 cuando hemos
    leído.

    Hasta que dio a luz a su hijo
    primogénito y le puso por nombre Jesús.

    Lucas 2:7 también contribuye.

    Y dio a luz a su hijo
    primogénito.

    ¿Está clara la posición filial de
    Jesús?.

    LA RELIGIÓN
    COMO PRODUCTO

    Un producto, como fácilmente es comprendido por
    el ser humano, es un algo cualquiera que es susceptible de
    obtenerse por medio de la interrelación que se da entre el
    poseedor de ese algo y el motivado a adquirirlo. Y si tomamos a
    la Religión Cristiana en general como ese producto que se
    ofrece a la vista del mercado de
    consumidores que desean obtenerlo, dependerá del cura o
    pastor la estrategia de
    presentarla como un servicio divino, como una idea de
    salvación eterna, o como la mercancía del
    perdón a nuestro horroroso actuar.

    Aunque aquellas iglesias millonarias, de manera
    inteligente y astutamente, han hecho una mezcla diabólica
    de las tres consideraciones anteriores para ser los
    líderes, indiscutibles, del mercado ávido de los
    servicios de
    la religión.

    Cuando finalmente el bautizado cristiano adquiere a la
    Religión como un producto destinado a su ego y para la
    satisfacción egoísta y personal, cree, torpe de
    él, que ha adquirido todos aquellos beneficios visibles y
    tangibles que rodean a su compra. Es decir a la iglesia en
    sí, la Jerarquía Eclesiástica completa, la
    congregación que lo hace respetable, y lo mejor de todo es
    que piensa, en su absurda ignorancia, que esa estructura
    física lo
    defenderá y protegerá impunemente, así
    mismo, de las fechorías, crímenes y pecadillos a
    los que luego del diezmo y limosnas tiene derecho pues, en tanto
    pida perdón y cumpla con la penitencia impuesta,
    amén de la jugosa moneda que compra hasta la conciencia
    del cura o pastor, santos en paz y a continuar
    pecando.

    Ese consumidor
    también cree haber adquirido todos esos beneficios
    ocultos, intangibles y etéreos que le fueron ofrecidos
    durante la exposición
    de la venta y en los
    cuales fincó, quizá, el verdadero motivo que lo
    impulsó a cerrar la compra y, cándidamente, cree
    ser poseedor del perdón de sus pecados, de la
    salvación de su alma, de la
    inmediata comunicación con Dios Padre y lo peor, la
    aberración sin comparación alguna, que se cree un
    hijo del Dios bíblico al que sin ningún sentido
    práctico, no digamos ético y moral, llama
    Padre Nuestro, sin pensar que un padre no se comporta así
    como el Dios bíblico lo hace con sus criaturitas a las que
    abandona en su miseria, pobreza,
    desamparo y vaivén de la política y de los
    políticos, así como al ahogo inmisericorde al que
    esa Iglesia Cristiana ha tenido sometida a la parte de la
    humanidad que se ha dejado.

    ¡Ave María Purísima ¿Padre
    Nuestro ese villano bíblico? Ni lo quiera
    DIOS!.

    Para obtener todos los beneficios que dicen se adquieren
    con la religión Cristiana, sólo basta con hacerse
    miembro e inmediatamente empezar a pagar la membresía sin
    tanto papeleo o requisito, y de por vida (eso es lo mejor del
    nogocito bíblico) mantenerse dando la limosna, la cuota o
    el diezmo que un buen sermón lleno de violencia,
    susto y condenación hacen prontamente que el incauto se
    meta la mano en el bolsillo y que su mente se obnubile en la
    estructura de la Religión pensando, fuera de toda lógica,
    que inmediatamente empieza a gozar y disfrutar de todos los
    beneficios tangibles y ocultos que esa criminal voz oída
    desde un púlpito ha cercenado su viva inteligencia y
    poder decisional; además del placer de Dioses que da ese
    caché y esa distinción de formar parte visible de
    una congregación que estafa descarada e impunemente a
    todos sus consumidores.

    El Cristianismo es un producto de consumo
    popular ya que es de uso común. Aunque en muchos casos se
    puede catalogar también como de ventas
    esporádicas y a la vez es algo exclusivo y especial para
    la tranquilidad psíquica del ser humano que metido a
    consumir los productos
    religiosos, logra cierto equilibrio en
    su vida basándose en restricciones traumáticas que
    terminan dañando la estructura familiar y mundial por el
    fanático proceder de su práctica y defensa de los
    ideales nebulosos que el Nuevo Testamento y la tradición
    tergiversada que da Jesús y su vida se ha hecho para
    imponer el monopolio de
    la verdad que gritan poseer.

    LA VERDAD ES y no se posee, como tan
    estúpidamente se ha pretendido en los templos, sermones y
    prédicas cristianas; claro, es comprensible ese actuar,
    pues representa su táctica de ventas.

    Como producto de consumo que es la Religión
    Cristiana, está sometida a las reglas que sobre la
    materia rigen.
    Así, se puede establecer que el Cristianismo, como
    práctica y como producto de consumo popular, tiene en no
    pocos casos la oportunidad de ser un artículo, servicio o
    idea de uso común y corriente, ya que para desgracia del
    cura, pastor y sus gerentes administrativos y financieros de la
    Iglesia, ¡sin más remedio!, han tenido que subsidiar
    las bendiciones, misas y los servicios generales como los
    bautizos, primeras comuniones, matrimonio y aún el
    último adiós, porque la inflación, los
    precios altos
    y la devaluación de nuestras monedas, no
    permiten que la gran masa popular existente en el mercado de
    consumidores, pueda tener libre acceso al pago adecuado por las
    diversas mercancías que el Cristianismo pone a la venta en
    sus centros de distribución, como son las iglesias,
    templos, tabernáculos, casas de oración y salones
    del reino, así como carpas que instalan en ferias,
    etc.

    Este subsidio obligado es la razón por la cual y
    para mantener la buena imagen los obliga a quitarle a Pedro para
    darle a Juan. Aunque, como es bien sabido, la regla de las ventas
    establece que aquellas que se realizan tomando en cuenta el
    volumen de las
    mismas representan la mayor utilidad en
    cualquier empresa. Y no
    importa que el proletariado, el pobre o aquel desgraciado que las
    estadísticas nombran como de extrema
    pobreza y que pertenecen también al mercado religioso con
    mayor intensidad, se comporten como cualquier otro consumidor de
    recursos
    ávido de bendiciones y que solamente pueda pagar unos
    miserables centavos por lo que demanda, ya
    que de grano en grano se llena el buche la gallina.

    Existen también aquellos otros empedernidos
    consumidores de la Gracia y del Perdón que Yahvé
    otorga a través de su cuerpo de vendedores (que forman
    sacerdotes, curas y gritones de púlpito) los que
    requieren, por diversos motivos y causas un consumo del tipo
    esporádico y no tan periódico.
    Estos son los que permiten que el ingreso que perciben los
    supermercados del Señor, aumenten considerablemente ya que
    para poder comercializar mejor los servicios ofrecidos en la
    tienda, almacén o
    auto market (que en último caso son la mejor
    definición que pudiéramos otorgarles a las iglesias
    Cristianas) los responsables de diseñar la estrategia del
    marketing
    religioso deben, forzosamente, que considerar muchos puntos
    importantes en donde exista la mejor posibilidad de negocios de
    alta rentabilidad,
    fin que sin ninguna duda al respecto se persigue.

    Esa estrategia se basa en la propia conducta del
    consumidor o comprador. Y sabiendo que estos invierten su buena
    plata en las descargas emocionales pecaminosas que llegan a
    efectuar a las iglesias en todo un espectáculo digno de
    Hollywood, le presentan mercancías y servicios divinos,
    pero como si se tratara de productos de marca y por los
    cuales desembolsarán por un bautizo, una boda o por la
    misa de difunto del querido familiar que con su herencia los hizo
    más ricos, 20 y hasta 30 veces lo que un pobre consumidor
    de la masa popular ni siquiera en limosna de uno o dos pesos para
    las velas y el gasto del agua bendita
    tiene para pagar el mismo producto que el consumidor
    esporádico que paga por el boato y vanidad de un servicio
    egoísta para él y su distinguida familia se da le
    lujo de disponer.

    Y nos quedan aquellos otros consumidores del arrebato
    religioso Cristiano que prefieren los productos especiales y
    exclusivistas, los gourmets del mercado de las devociones, que
    solamente pueden ser otorgados por las autoridades máximas
    de la Iglesia y del rito particular a la que se asiste. Claro,
    esa exclusiva tiene su precio y su
    dosis alta de exhibicionismo vanidoso de la enferma psiquis del
    millonario dispuesto a tirar un chorro de dinero para
    que el obispo, el cardenal o el papa en persona le eche las
    bendiciones de Dios más directamente, al igual que
    el agua o que
    protagonice el servicio contratado para el soberbio consumidor de
    especialidades, como ya lo dijimos el gourmet
    Cristiano.

    Hay, eso sí, para regocijo de la Jerarquía
    Cristiana, una gran diferencia entre el Producto Religioso de
    consumo y los demás productos del mercado de bienes y
    servicios, ya que éstos últimos están
    regidos por una ley incambiable que nos dice "que todo producto
    es como un organismo vivo que nace, crece y muere", que no es
    aplicable al mercado de productos que la Religión
    Cristiana ha puesto a la consideración del gran mercado de
    consumidores pues, si no hay algo que elimine al terror sacro que
    practican desenfrenadamente los guías cristianos como
    motivación
    a la compra, cada mercancía, idea y servicio que saquen a
    la venta en las iglesias será comprado como pan caliente
    para satisfacer la psiquis desequilibrada en la que han llegado a
    convertir esa mente del practicante religioso cristiano en
    general que, calmando el miedo y el terror a la
    condenación eterna de su alma y al rechazo que dicen
    hará Jesucristo con los pecadores, prefiriendo no correr
    ningún riesgo al
    respecto, prefieren seguir muy cómodamente metiendo la
    mano en el bolsillo para sacar el vilipendioso diezmo exigido
    para la Gloria del Señor y que realmente se gasta en el
    boato de los vendedores, supervisores, gerentes y presidentes de
    la Empresa
    Cristiana y Compañía Limitada.

    Sin embargo, para evitarnos problemas
    derivados de la baja en el consumo, la Jerarquía ha
    planificado su estrategia tal y como si sus productos estuviesen
    sujetos a la ley general ya vista. Y así, recurren a
    mantener la planificación correcta y basan el desarrollo de
    sus mercados en la
    introducción de las técnicas
    religiosas desde la más tierna edad permitida, ya sea con
    cantos, cuentos o el
    acercamiento con los objetos sagrados, para así comenzar a
    roer la mente del pequeñuelo que sin saberlo poco a poco
    es introducido en el vicioso proceso
    religioso.

    Durante la etapa del crecimiento se pretende que las
    actividades propias para los consumidores sean las que permitan
    el acercamiento directo con los valores
    con los que se juegan; así, en unos grupos se permite
    al practicante la tarea de leer algunos pasajes para el
    público, en otros grupos ayudan al cura en la
    celebración del servicio y aún hay otros que
    permiten casi en su totalidad que sean los mismos consumidores
    que se den su propia dosis de religiosidad.

    Con estas técnicas muy apropiadas se consigue
    mantener dormido al borrego y se protegen de alguna forma de la
    declinación o el abandono en las compras
    religiosas.

    La introducción de los diversos productos y
    servicios que vende la Iglesia, comienza a hacerse desde el
    vientre de la madre, ya que obligando a lavar un pecado
    ridículo e ilógicamente aceptado por la comunidad,
    se procede a efectuar un bautizo como la iniciación en los
    ritos y dogmas que le esperan al nuevo miembro, la que ven como
    un potencial consumidor.

    El crecimiento y la consolidación de los
    artículos religiosos son cuando las ventas de tales
    mercancías puestas en el auto market o abarroterías
    del barrio (iglesias, templos o tabernáculos) aumentan
    considerablemente y llegando a alcanzar un punto promedio de
    ventas, se puede respirar tranquilamente pensando en que cada
    año se tendrán aumentos sustanciales en las ventas
    para la tranquilidad del jefe inmediato, el obispo o
    pastor.

    La consolidación se consigue cuando el flujo de
    compradores se mantiene en una línea constante y en un
    consumo con poca variable, pues la perorata del gritón del
    púlpito, con destilar violencia y terror para mantener
    asustados a los feligreses, no permite que se bajen las ventas
    religiosas en esa iglesia.

    Y la declinación se evita a base de la
    inyección constante del terror sacro, de la amenaza y de
    declarar hereje, pecador o engendro del demonio a aquellos que,
    como en mi caso le abrimos los ojos al estafado consumidor del
    horroroso producto religioso que se vende en las iglesias
    Cristianas, y nos atacan con uñas y dientes.

    QUÉ PENSABA
    JESUCRISTO SOBRE DIOS

    A pesar de ser controversial todo lo que dejaron escrito
    sobre Jesús, tenemos que declarar que no creemos que los
    escritos del Nuevo Testamento reflejen la realidad de lo que pudo
    haber dicho, pensado o aún hecho este personaje
    glorificado y divinizado por la decisión política
    del Concilio de Nicea del año 325 que, basándose en
    el concepto de Pablo de Tarso, lo tomó
    íntegramente, pensando y creyendo –sin importarles
    por supuesto- que eso lo rodearía de aquella atmósfera divina que
    se requería para ese personaje encontrado en la figura de
    Jesucristo que se usó para suplantar a Mitra.

    ¿Qué creyó o pensó
    Jesús acerca de Dios?.

    Y, como para oficializar la prédica Cristiana se
    hizo la maroma ridícula de oficializar también los
    libros que
    llenaban los requisitos interesados y los que según este
    alto tribunal inspirado no representaban la idea de la farsa que
    se estaba montando, ¡fueron inmisericordemente rechazados y
    declarados inspirados por el Demonio!, tenemos que basarnos en la
    Biblia y en su Nuevo Testamento para conocer el íntimo
    pensamiento de este Cristo tan abusivamente tergiversado por los
    grandes capitales que están en juego en el
    mercado Cristiano.

    Mateo 5:45 empieza diciéndonos una frase
    atribuida a Jesús.

    Vuestro Padre que está en los
    cielos, hace salir el sol sobre
    buenos y malos y hace llover sobre injustos y sobre
    justos.

    Si tuviéramos que decidir forzosamente por un
    concepto acerca de DIOS, con todas las limitaciones que el caso
    amerita, nos inclinaríamos por este párrafo
    recién leído que, a pesar de querer explicar LO
    INEXPLICABLE QUE ES DIOS con una comparación muy
    lógica y atinada reúne los elementos naturales que
    DIOS ES y TODO LO QUE ELLO IMPLICA.

    Con este pensamiento de Jesús sobre la divinidad
    deberían de haberse quedado en el sermón y en la
    prédica pues, usándolo sólo con aviesos
    fines, prácticamente lo han parcializado quitándole
    su valor
    intrínseco. Y así, nos han presentado versiones
    diferentes de un mismo acontecer.

    Lucas 9:18 ss, Jesús interroga a sus
    discípulos diciéndoles.

    ¿Quién dice la gente que
    soy yo?. Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros,
    Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos
    ha resucitado. Él les dijo: ¿Y vosotros,
    quién decís que soy?. Entonces, respondiendo Pedro,
    dijo: El Cristo de Dios.

    Mateo 16:16 ss, nos dice otra cosa.

    Respondiendo Simón Pedro dijo:
    Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y le
    respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón,
    hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni
    sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

    Con la contestación que Jesús le da a
    Pedro, y a pesar que ponen otras palabras en boca de
    Simón, el apodado Pedro, porque ni Marcos ni Lucas nos
    dicen más que "Tú eres el Cristo", en cambio Mateo
    hace que diga adicionalmente "El Hijo del Dios viviente", y
    Jesús muy complacido y henchido de vanidoso orgullo le
    dice "es cierto y mi Padre desde los cielos te lo reveló",
    y ya con este otro concepto se nos borra de un manotazo lo bello
    de la frase del sol y de la lluvia que Dios hace que caiga sobre
    buenos y malos.

    Juan 4:24 dice que Jesús al hablar de Dios dijo
    "Dios es Espíritu; y los que lo adoren, es necesario que
    lo adoren en espíritu y en verdad". Con esto nos confirma
    Juan la creencia que tenía Jesús en un Dios sujeto
    al halago, a la llamada angustiosa y a ser sujeto de la
    adoración fetichista. Y ese concepto no va con lo que nos
    había dicho antes.

    Pablo, en Romanos 8:31 y 32 nos deja dicho.

    Si Dios está por nosotros
    ¿quién contra nosotros?. El que no eximió ni
    a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
    nosotros.

    Este tipo de intervenciones y elucubraciones que San
    Pablo se permite expresar a lo largo y ancho de sus escritos, son
    los que han servido para combinarlos con lo que propiamente dicen
    que dijo Jesús, y hacer de eso toda una maligna mezcolanza
    llena de incongruencias.

    Lucas 16:15 es un claro ejemplo del concepto mal
    intencionado que hacen que luzca Jesús respecto de Dios,
    pues nos dice.

    Dios conoce vuestros corazones; porque
    lo que los hombres tienen por muy estimable, delante de Dios es
    abominación.

    Siendo tan generalizada y vaga la frase "lo que los
    hombres estiman es abominación para Dios", nos hace ver la
    limitación que Jesús impone al Dios bíblico
    en el que él cree y predicaba en su tiempo.

    La vanidad y hasta la locura, diríamos más
    bien, está encerrada en Juan 14:19 ya que ese pasaje nos
    deja ver muy claramente el grado de perversión que
    demostró el Jesús que nos presentan los
    Evangelios.

    El que me ha visto a mí, ha visto
    al Padre; ¿cómo pues, dicen ustedes:
    Muéstranos al Padre?.

    Léalo nuevamente…

    Y ahora, ¿qué le parece?.

    Aquí, este evangelista pone a Dios Padre como el
    reflejo que Jesús tiene. O sea, si se ve a Jesús en
    un espejo, la imagen reflejada y que allí se mira es la
    imagen de Dios Padre. ¿Vanidad y locura?, por supuesto que
    sí.

    Jesús dejó dicho, según dicen que
    dijo, algunas bellas cosas y conceptos de Dios y hasta tuvo el
    atrevimiento blasfemo de llamarle Padre cada vez que se
    refería a él.

    En una trifulca frente al Templo y rodeado Jesús
    por enardecidos judíos que oían boquiabiertos las
    sandeces y las herejías que decía el Maestro,
    éste, en el colmo del paroxismo, les replicaba a viva voz,
    según nos deja testimonio Juan 10:30 lo que suena a la
    máxima locura posible.

    Yo y el Padre somos una sola cosa.

    Si acompañamos la Regla de Oro de la
    oración que Mateo 7:7 ss, nos deja como promesa que se
    cumplirá en un 100%, no podemos más que asombrarnos
    ante la ingenua propuesta que Jesús inclusive dejara
    empeñada en la palabra de su Padre.

    Pedid y se os dará; buscad y
    hallaréis; llamad y se os abrirá. Vuestro Padre que
    está en los cielos sólo dará cosas buenas a
    los que le pidan

    Pero en la culminación del discurso
    politiquero y demagógico y ante público escucha,
    Jesús, por medio de Mateo 5:48, deja seriamente
    comprometido a su Padre con un candado sin llave al
    decirnos.

    Sed, pues, vosotros perfectos, como
    vuestro Padre que está en los cielos es
    perfecto.

    Jesús, desde su inicio como reivindicador de su
    trono y de su alta investidura como heredero legítimo al
    trono de Israel, cuando se dirigía al Dios bíblico,
    al Yahvé de los Ejércitos, lo hace
    diciéndole Padre. Y Mateo 6:9 lo retrata de
    maravilla.

    Padre Nuestro que estás en los
    cielos…

    Pero, estando tan llena de limitaciones esta idea de
    Padre que ya nos hemos formado al declarar en Mateo 7:21
    No todo el que me dice Señor,
    Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
    que hace la voluntad de mi Padre; ahora bien, nos
    preguntamos nosotros, no sin razón, ¿cuál es
    esa famosa llave maestra que nos dará el pase al cielo al
    hacer la voluntad de Yahvé, el Dios
    bíblico?.

    Veamos a continuación quién verdaderamente
    fue ese Padre que Jesús pretendió endilgarnos, como
    lo plantean los elucubrados escritores del Nuevo Testamento, pues
    una cosa son las frases bellas, melodramáticas y hasta
    divinas que dejaron en boca de Jesucristo cuando hablaba de Dios
    y otra cosa muy distinta lo que el Dios bíblico fue, hizo
    y gozó protagonizando la historia del pueblo judío
    durante unos cuatro mil años antes de Cristo.

    A la hora de su muerte Jesucristo descubre, para su
    asombro e infortunio, que su Padre Yahvé de los
    Ejércitos, el Dios bíblico que hoy adoramos,
    simplemente lo utilizó y luego lo abandona miserablemente.
    Marcos 15:34 es el encargado de dejarnos el último
    pensamiento que Jesús tuvo para con su Padre.

    ¡Dios mío, Dios
    mío!, ¿por qué me has
    abandonado?.

    Y lógicamente uno se pregunta sobre algo, cuando
    lo prometido no se cumple y cuando lo experimentado no estaba en
    el convenio o arreglo al que se había llegado; y si una de
    las partes no cumple con su porción del contrato
    establecido, la otra parte tiene todo el derecho a preguntar y a
    reclamar sobre esa actitud que se
    sale de todos los límites
    permisibles.

    Y eso, es lo que Jesús hace. Él reclama
    ese maremagno al que lo arrastra Yahvé, porque el cambio
    que experimenta y el abandono inmisericorde que Dios Padre tiene
    con Jesús, merece toda la repulsa apasionada y brutal que
    al último suspiro Jesucristo logra hacer para la
    posteridad.

    Si revisamos al Dios del Antiguo Testamento veremos que
    Jesús se dejó embaucar de la manera más
    infantil, pues si se hubiese tomado la molestia de releer bien
    los diferentes pasajes de la Tora, allí estaba la
    verdadera imagen y el cruel comportamiento
    del violento, cobarde y nada confiable Dios que, bajo el nombre
    de Yahvé de los Ejércitos, cometió masacres,
    genocidios y el crimen más grande para la Cristiandad; el
    estigma que a pesar de ser llevado por cada espíritu que
    ha asistido a cualquier Iglesia y de leer, oír y
    aún ver con sus propios ojos al Cristo crucificado y toda
    la historia de la pasión que sufriera en nombre de ese
    Dios que lo obliga a sufrir esa horrorosa muerte, todavía
    adora y tiene como ese Padre que espera con los brazos abiertos a
    todo aquel pobre ser humano que cumple con su voluntad y por eso
    se ganará el cielo eterno.

    Éxodo 20:15 nos regala el exacto perfil de quien
    ocupa el primer lugar en el culto fetichista en las
    Iglesias.

    Yo soy Yahvé tu Elohím,
    fuerte, celoso, que castiga la maldad de los padres sobre los
    hijos hasta la tercera y cuarta generación.

    Un ser puede declarase celoso solamente en el caso en el
    que existe otro ser que pudiera llegar a ocupar el lugar que el
    celoso ocupa. Y si Yahvé, el Padre Nuestro, es celoso, es
    que tiene la inseguridad
    que los que lo siguen como si fuera el único Dios,
    pudieran cambiar de divinidad pues, existiendo otros muchos
    Dioses o Elohím (este término mal traducido en la
    Biblia por Dios realmente es una palabra que en plural significa
    los muchos fuertes y poderosos, o bien los Dioses), cualquiera de
    ellos puede muy bien llegar a posesionarse del lugar que tiene
    Dios Padre.

    Por lo tanto ¡ese es su desplante y su
    agonía al declararse celoso!.

    Isaías 45:7 nos aclara otro punto importante que
    se le pasó por alto a Jesucristo.

    Yo soy Yahvé tu Elohím, yo
    hago y provoco las desgracias.

    ¿Será aplicable a este pobre ser que los
    evangelistas han tergiversado y nos lo maquillaron como Hijo de
    Dios, cuando lo que, sencillamente representaba, no era
    más que ser el heredero al trono y al sacerdocio de
    Israel?.

    Ya habíamos leído la belleza de
    adulación que Lucas 9:18 ss, hace que diga Pedro para su
    Maestro "Tu eres el Cristo de Dios"; y aquí, en
    Isaías 45: 1 ss, leemos la bofetada que reciben los
    cristianos por su vanidosa prepotencia.

    Así dice Yahvé a su
    Cristo, a Ciro, al cual promete: Yo iré delante de ti, y
    enderezaré los lugares torcidos y te daré tesoros
    escondidos y los secretos mejor guardados.

    ¡Qué le parece!.

    Vea usted cómo Ciro, el fundador del Imperio
    Persa unos 550 años antes de Jesús, fue el
    verdadero Cristo Ungido por la divinidad bíblica
    muchísimo antes que se pensara tan siquiera en el hijo de
    José y María. Lo curioso es que el Padre Eterno
    promete ir delante de Ciro, llenarlo de riquezas y darle los
    secretos mejor guardados exclusivamente al Rey Persa; que
    pertenece, no lo olvidemos, a la Religión
    Zoroástrica de la que descienden aquellos "Tres Reyes
    Magos" que la tradición ha tergiversado de lo que Mateo
    originalmente dice "unos magos de oriente" los cuales tuvieron
    grandes manifestaciones y raros aspavientos para con el
    niño Dios la noche del nacimiento del Hijo de Dios Padre,
    según lo que el Nuevo Testamento dice.

    Y, para con Jesús, su supuesto Hijo Único,
    ni le da ninguna riqueza, ni secreto y mucho menos camina delante
    de él, y muchísimo menos enderezó lo torcido
    en el camino de Jesús. Por eso mismo es que el Maestro
    reclama muy ofendido, pero muy tarde, al borde de la muerte y
    clavado humillado en un madero que lo convierte además en
    un maldito de Yahvé (Deuteronomio 21:22 y 23), que
    "¡Por qué me has abandonado si ese no fue el trato
    que hicimos!".

    Si el pensamiento que Jesús nos demuestra, a
    través de los Evangelios, tuvo para con Yahvé, no
    concuerda con la idea que los demás judíos
    tenían del celoso y violento Adonai, eso es sumamente
    extraño. Aunque, y quizás esa sea la razón,
    el ingenuo de Jesucristo creyendo en su propia demagogia del
    discurso politiquero usado, se viene a dar plena cuenta de
    quién es ese Dios hasta muy tarde, lastimosamente en la
    cruz, apenas unos instantes antes de morir horrorosamente. Y
    así elevó su más enérgica protesta
    ante el atropello y la ignominia que el Padre Nuestro estaba
    permitiendo o forzando a que se llevara a cabo en su
    persona.

    Qué pensaba realmente Jesús entonces
    acerca de ese personaje fatídico que llama Padre y que
    nosotros hemos tomado a Yahvé como el Dios Único y
    Creador de todo el Universo, cuando
    no es más que un Dios celoso, violento y rencoroso que
    castiga en los hijos lo que los padres hacen ¡hasta la
    cuarta generación!; y que en el último momento de
    su azarosa vida le demuestra su total abandono, tal y como el
    propio Jesús le grita ya crucificado y herido de muerte
    ¡por qué me has abandonado!.

    ¿Pensó Jesús en otra cosa
    más que la traición y la mancillación que
    hacía Dios Padre con él?.

    PILATOS Y LA VERDAD
    DEL REY-SACERDOTE

    Mateo, Marcos y Juan, ni por asomo nombran a Herodes
    como participante en los asuntos que atañen a los
    últimos momentos vividos por el que nunca llegó a
    ser investido con el ropaje de Rey de Israel.

    Mateo 27:11 empieza diciéndonos.

    Jesús, de pie frente al
    gobernador Pilatos, es interrogado por este, diciendo:
    ¿Eres tu el rey de los judíos?.

    Vean ustedes qué increíble frase con la
    que inicia Pilatos su interrogatorio. Cualquier juez, y eso es
    elemental en la jurisprudencia, que trata de establecer la verdad
    de los hechos, tiene que basarse en la acusación que
    acompaña al reo al que se señala de tal o cual
    delito; y es
    sobre el delito imputado que el juzgamiento tiene que
    desarrollarse y no sobre otras elucubraciones que nada tienen que
    ver con la acusación.

    Veamos lo increíble, si ya se nos había
    dicho que el propio Consejo de ancianos y los sacerdotes
    principales que componían el sanedrín de
    Jesús, o sea el Tribunal israelita que había
    conocido del caso del que fuera arrestado en la noche y en un
    cementerio, había encontrado a Jesús culpable del
    pecado horrendo de la blasfemia, no hay argumento posible que nos
    haga entender la imputación que Pilatos quiere dilucidar
    al preguntarle directamente a Jesús "¿Eres tu el
    rey de los judíos?".

    Y tal acusación, por la que es llevado hasta nada
    menos que el propio gobernador romano en esa provincia, ¡no
    tiene nada, absolutamente nada de blasfemia!; pero, eso
    sí, está llena de terrorismo,
    sedición y acciones en
    contra de la estabilidad y seguridad de la
    nación gobernada por la mano férrea de Roma. Y es una
    acusación clara hacia un guerrillero revolucionario y
    anarquista; y tal delito sí lleva la pena de muerte
    en la legislación romana que juzga en último caso
    al cananeo o guerrillero de Jesús y que condena a la pena
    de morir crucificado, tal y como se acostumbraba hacer con los
    sediciosos.

    Marcos 15:2 ss, nos confirma lo anterior que Mateo nos
    relatara.

    Y Pilatos le interrogó:
    ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús
    le respondió, diciendo: Así es, como tu
    dices.

    Qué claros quedan los hechos. Jesús
    sencillamente fue capturado por una legión romana y
    juzgado por sedicioso por el gobernador designado por Roma y
    mandado a crucificar como un terrorista, cananeo o zelote por el
    gobierno imperial. Y lo mejor de la narración de Marcos es
    que el propio acusado por Pilatos, de ser el rey de los
    judíos, ¡reconoce sin empacho alguna su
    legítima posición de Rey!, pues le dice:
    "¡Sí, lo soy!".

    Lucas 23:3 ss, siempre demostrándonos su
    desacuerdo con Mateo y con Marcos, nos dice.

    Entonces Pilatos le preguntó a
    Jesús, diciendo: ¿Eres tu el rey de los
    judíos?. Y respondiéndole él, dijo:
    Tú lo dices. Y Pilatos dijo a los principales sacerdotes,
    y a la gente: Ningún delito hallo en este
    hombre.

    ¡Pero que idiotez más grande la que
    pusieron aquí!. Ahora resulta que cuando capturaron a
    Ernesto "el Che" Guevara en Bolivia, y lo
    identificaron plenamente como el jefe guerrillero que
    quería derrocar al gobierno de ese entonces, el comandante
    militar que lo tenía bajo su custodia sencillamente haya
    declarado "Señores, yo no encuentro delito en el Che Guevara".
    Si tal cosa sucede en Bolivia instantáneamente los
    subordinados al jefe militar hubiesen hecho algo más que
    matar a ambos, al comandante y al Che.

    Recordemos que el Che Guevara fue asesinado allí
    mismo en el lugar en donde fue capturado y sin ningún tipo
    de juicio. Y otro tanto tuvo que haber sido el comportamiento del
    gobernador Pilatos representando a Roma, ante ese guerrillero de
    Jesús que ponía su propio mandato en entredicho si
    Roma se entera de su mano tibia con un sedicioso tan buscado como
    lo era el Maestro.

    Qué imperdonable estupidez la del que
    falsificó estos pasajes de Lucas, en donde Jesús se
    confiesa abiertamente como un terrorista, anarquista y declara
    sin tapujos su posición legítima de ser el rey de
    la nación de Israel y que tan torpemente hace decir al
    poderoso gobernante Pilatos "¡Señores, yo no
    encuentro delito alguno en este confeso rey de los
    judíos!".

    Juan 18:28 ss, nos desmiente, inclusive, la comida de
    pascua que se supone ya se había llevado a cabo en la
    Ultima Cena en donde para los otros tres Evangelistas hasta se
    acusa directamente por parte del Maestro a Judas de ser el
    traidor. Y leemos que Juan dice.

    Llevaron a Jesús de casa de
    Caifás al pretorio. Era de madrugada, y ellos (los
    judíos) no entraron en el pretorio para no contaminarse, y
    así, poder comer la pascua.

    ¡Qué les parece tal afirmación que
    desmiente a toda la sagrada inspiración!.

    Según esta locura la comida de pascua, y por ende
    la Ultima Cena, nunca se produjo como tan tontamente nos han
    hecho creer sucedió; porque, un día antes de
    llevarse a cabo, Jesús es conducido como reo de muerte
    ante el gobernador romano Poncio Pilatos.

    ¿Qué tal?.

    La acotación más importante de las
    respuestas tan parcas de Jesús en los otros Evangelios,
    aquí, con Juan en el versículo 37, adquieren la
    dimensión exacta de lo acontecido.

    Le dijo entonces Pilatos: ¿Luego,
    eres tu Rey?. Respondió Jesús: Tú lo dices,
    soy Rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo,
    para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad,
    oye mi voz.

    Esta ampliación que Jesús hace de su
    investidura real no es un secreto para nosotros, ya que todo el
    ministerio de su carrera política, lo dedica para ser
    reconocido como el legítimo heredero al trono y al
    sacerdocio que Yahvé, el Dios bíblico, ha ofrecido
    formalmente a toda la estirpe del gran Rey David. Y nunca
    pretendió Jesús, en ninguna de sus múltiples
    intervenciones públicas, que se le tomara como hoy tan
    torpemente nos han hecho creer, que él es o fue el Hijo de
    Dios Padre.

    Lo que pudiera ser utilizado para el propio beneficio de
    la Cristiandad que se dice poseedora legítima de la
    Iglesia que Jesús dejara fundada basada en la Verdad y que
    tan fanáticamente buscan el apoyo en San Pablo y su
    trillada frase de "Conoceréis la verdad, y la verdad os
    hará libres", se derrumba por la propia frase dejada en
    los Evangelios, ya que esa verdad, tal y como Jesús lo
    dice frente a Pilatos, es otra cosa muy diferente. Y eso,
    tergiversado interesadamente para mantener a los borregos
    alineados y sin aliento de liberarse del yugo opresor Cristiano
    que los ha alienado, ha proporcionado el mejor argumento en el
    que basan la explotación económica-financiera que
    tan fácilmente ejercitan los Jerarcas
    Cristianos.

    La Iglesia Cristiana, unificada bajo el concepto fuera
    de contexto actual, y tomando a la Verdad como objetivo, no
    siendo más que un concepto eminentemente judío, ha
    sabido utilizar muy bien tales afirmaciones encerradas en la
    Verdad, pero para aumentar el flujo de
    efectivo en las arcas y bancos de la
    Jerarquía.

    Hoy, y a partir del año 325 y desde el Concilio
    de Nicea, se ha tomado como la esencia de la práctica de
    Jesucristo a esa frase que Jesús le dice a su acusador
    romano cuando en franco diálogo
    Pilatos interroga al Rey de los judíos.

    Según lo leído en el relato de Juan, es
    que hemos sacado las conclusiones que derrumban la base misma de
    la prédica engañosa de la Iglesia Cristiana. Nos
    dice el Evangelista.

    Para esto he venido al mundo, para dar
    testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi
    voz.

    Y Pilatos, al igual que cualquier ser humano que oiga
    esto, pregunta asombrando a Jesús.

    ¡Qué es la
    verdad!.

    Y así estamos nosotros, que nos hemos dejado
    envolver por el humo y el incienso, por la prédica y el
    grito, y por la mal usada palabrita "Verdad" que nadie
    jamás nos ha podido explicar su verdadero significado,
    pero en el contexto israelita, y no en el nuestro acá en
    el fututo, tal y como cuando fue pronunciada por el Rey de los
    judíos.

    ¡Qué diablos le quiso decir Jesús a
    Pilatos!, que éste, inclusive, se lo haya tenido que
    preguntar. Y eso es todo el meollo del asunto. Hemos tomado la
    palabra Verdad como un concepto Cristiano que expresa que
    Jesús y la predicación Cristiana son el camino
    hacia DIOS, cuando la frase o vocablo Verdad no viene más
    que a enseñar lo que los israelitas tomaban como una
    auténtica manera de difundir sus propias y exclusivas
    creencias, tradiciones y formas peculiares de desenvolvimiento
    político-religioso-social.

    En nuestro lenguaje
    articulado común y corriente, al aplicar la palabra Verdad
    inmediatamente nuestra mente lo equipara con lo irrefutable y con
    algo que refleja una realidad palpable, tanto física como
    emocionalmente hablando. La palabra o vocablo "emet" o verdad,
    tal y como Jesús la pronuncia delante del asombro del
    gobernador Pilatos, que inclusive pregunta "¿Qué es
    emet (verdad)?", no tenía otro significado más que
    el propio expresado por el sentimiento de esa época y de
    esa región en particular tan llena de los más
    variados mitos,
    leyendas y
    conceptos paganos y religiosos amalgamados en una sola creencia y
    que, entremezclaban, tal y como hoy en nuestra América
    Latina sucede lo propio con los grupos étnicos, que
    sin abandonar por completo sus costumbres ancestrales e
    indígenas (paganas para los cristianos), han sabido
    mezclar los ritos de la Iglesia que los conquistó y
    diezmó, y han amalgamado un ritual muy alejado del
    tradicional que Roma y el Vaticano practican e imponen en todos
    sus borregos alienados.

    Decir emet o verdad, con el sentimiento pasional con el
    que Jesús lo expresa, significa fundamentalmente algo
    sólido, digno de confianza y la cualidad estable en el que
    sus conciudadanos se deben y pueden apoyarse. Si Jesús se
    declara y confiesa ser el Rey-Sacerdote legítimo, eso, es
    algo lo suficientemente sólido y digno de confianza, como
    para que todo aquel que oiga su voz le tenga por apoyo y por su
    legitimo Rey. O sea que emet o verdad es más que un simple
    concepto religioso propiedad de la
    Cristiandad.

    Y si Jesús dice "He venido para dar testimonio de
    la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz", es porque
    con toda seguridad Jesús es la prueba de la verdad de ser
    él el heredero irrefutable al trono del Reinado de
    Yahvé. Y todo israelita, por saber esa verdad o emet, no
    sólo oye con respeto su voz y sus expresiones y sus
    consejos, sino que además están plenamente
    dispuestos a seguirlo pues, consolida su posición de
    Ungido, por lo que están prestos a oír su voz y a
    seguirlo en la empresa de derrumbar al gobierno usurpador.
    ¡Así de claro!.

    Por eso es la pregunta que hace Pilatos de
    "¿Qué es emet?", la que resulta incomprensible para
    todo un romano educado y culto, como fue Pilatos, el no saber que
    es eso de verdad; pero ahora ya hemos comprendido que no es la
    palabra que usamos o que pudo usar Pilatos pues, verdad o emet,
    como lo fue considerada por los judíos, no significa lo
    mismo que pensó Pilatos y que lo hace, inclusive, como ya
    lo hemos repetido varias veces, preguntarle a Jesús sobre
    ese concepto tan peculiar de los judíos.

    Nos lo corrobora muy bien el propio Pilatos cuando con
    el asunto de la Verdad que tan irresponsablemente han usado los
    líderes Cristianos para su propio beneficio monetario la
    han impuesto entre sus feligreses adormecidos, y así este
    gobernante de Roma nos da el exacto sentido que traía
    aparejada esa expresión de emet que el fallido heredero le
    expresa. Y Pilatos comprendiendo a la perfección su
    concepto israelita, cuando para hacer referencia a la
    consignación del reo de muerte de Jesús, lo
    señala como Rey de los judíos y no Hijo de Dios
    que, como bien lo sabía Pilatos, y nosotros
    también, son dos cosas diametralmente opuestas.

    ¿Se le abrieron los ojos, emet?…

    Con respecto a Herodes, extrañamente sólo
    Lucas 23:6 ss, hace referencia a este insustancial e
    insípido encuentro; tan intrascendente para Jesús,
    que no encontramos lógica tal narración pues, sin
    lograr resolver absolutamente nada, sólo hacen dar a
    Jesús un paseo infructuoso. Lo curioso es que los otros
    tres Evangelistas no mencionan que hubiese ocurrido la historieta
    que Lucas nos ha contado de Herodes.

    Resulta muy raro, eso sí, que Juan, uno de los
    doce apóstoles y discípulos más estimados
    por Jesús, y que acompañó y fue protagonista
    de todo el acontecer alrededor de Jesús y su
    pasión, no nos haya dejado ningún apunte sobre la
    decisión que toma Pilatos para que Herodes se pronuncie en
    el asunto del galileo, y así, de una buena vez, se tomara
    una determinación con el "reo de muerte".

    Lo más controversial de todo este cuento y de esa
    pantomima barata montada por los falsarios Cristianos, es que nos
    dice Lucas 23:4 lo siguiente.

    Y Pilatos dijo a los principales
    sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este
    hombre.

    Y en el relato sobre Herodes, que nos deja el propio
    Lucas, tampoco hay afirmación o condena de parte de este
    rey que usurpa el gobierno. Y por el contrario hace
    decir.

    Entonces Herodes, con sus soldados,
    después de menospreciarle y escarnecerle, le vistió
    de una ropa espléndida, y volvió a enviarle a
    Pilatos.

    Esto es inverosímil, totalmente falto de sentido
    y la más despampanante mentira. Que nos aseguren que
    Pilatos no encuentra nada de culpabilidad
    en Jesús, y aún así no hayan ordenado su
    inmediata libertad y sin
    ningún reparo ¡no es congruente con el derecho romano
    vigente en esa época!.

    A un reo, si había suficientes indicios de
    culpabilidad, se le aplicaba inmediatamente la justa sentencia y
    la pena acordada; pero si no había ninguna prueba de su
    culpa, no había ninguna razón para ser crueles. Hay
    que recordar que el derecho y la justa Legislación romana
    tenía la particularidad de ser pronta y cumplida, y se
    usaba como escarmiento y disuasivo general para que el populacho
    no se sintiera movido a salirse de la Ley, pero eso sí,
    era justa y correcta en el sentido de que todo a quien se le
    declaraba libre de culpa, era o debía de ser prontamente
    puesto en libertad sin ninguna cortapisa.

    ¿Por qué el poderoso Poncio Pilatos no
    liberó a Jesús inmediatamente luego de pronunciarse
    y declarar públicamente "¡Señores yo no hallo
    culpa alguna en este hombre!".

    Y a Herodes lo hacen aparecer como un perfecto idiota y
    hasta como un pobre retrasado mental. Puesto que si al principio
    del Nuevo Testamento nos hablan que su padre, el feroz,
    sanguinario y asesino de niños, que persigue hasta el
    delirio al anunciado por "unos magos venidos de oriente" como "el
    rey de los judíos" y que inclusive Herodes, el padre de
    este otro Herodes al que llevan a Jesús, al sentir en
    peligro verdadero su trono, decide que lo mejor es eliminar a
    este nacido rey legítimo y que tuvo que haber heredado tal
    sentimiento a sus hijos, con este Herodes
    –decíamos-, que por fin tiene bajo su mano vengativa
    al Rey legítimo que lo puede derrocar con un movimiento
    popular, tal y como lo intentó hacer Jesús, y sin
    más que "menospreciarle y encarnecerle", como ya nos hizo
    el favor de contarnos la inspiración que recibiera Lucas,
    Herodes deja ir muy tranquilamente a aquel que representa el
    mayor peligro a su mandato y gobierno y lo envía de nuevo
    con Pilatos; cuando con Juan el Bautista, recordemos, este hijo
    de Herodes el Grande que extrañamente no se venga, hizo
    matar degollado al Bautista pero que con Jesús
    ¡pasmosamente! ni lo toma en cuenta.

    ¿Nos estarán mintiendo?. Usted piense y
    analice lo incongruente del juicio llevado a cabo y decida al
    respecto…

    Willy Ruano

    Investigador y escritor

    www.editorialpiedraangular.com

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