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El movimiento feminista




Enviado por rocisaro



    1. La Revolución Francesa y
      los Derechos de la mujer
    2. El primer feminismo
      británico
    3. Los orígenes del
      feminismo histórico (1789-1870)
    4. Los inicios del feminismo
      norteamericano
    5. El feminismo social en
      España
    6. El desarrollo del movimiento
      feminista: el triunfo del sufragismo 
      (1870-1939)
    7. El auge del feminismo
      norteamericano
    8. La radicalización del
      sufragismo: el caso británico
    9. La oposición al
      sufragismo
    10. Feminismo y movimiento
      obrero
    11. El feminismo en la Europa
      mediterránea
    12. Emancipación de la mujer
      y feminismo en España

    La independencia
    económica adquirida por las mujeres y la elevación
    de sus niveles educativos coadyuvaron de manera decisiva a la
    ampliación del apoyo social de los movimientos en pro de
    la igualdad de
    los derechos de la
    mujer, nacidos en los lustros finales del siglo XIX y
    representados paradigmáticamente por las sufragistas. De
    hecho, el movimiento de la mujer que
    cristaliza en los años sesenta representa un cambio
    cualitativo respecto del discurso, el
    eco y apoyo social de los movimientos
    sufragistas.

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    El movimiento feminista actúa en un doble
    plano: la demanda de la
    igualdad entre los sexos, mediante modificaciones en el orden
    jurídico y político que hagan factible dicha
    igualdad, a través de las campañas en favor del
    divorcio, del
    derecho de aborto, de la
    igualdad de salarios, la
    no-discriminación por razones de sexo…, que
    desembocarán en los ochenta en la reivindicación de
    políticas de discriminación positiva -establecimiento de
    cuotas para las mujeres en todos los planos de la vida social-
    destinadas a corregir en la práctica la tradicional
    discriminación de la mujer,
    progresivamente eliminada en el orden jurídico; de otro
    lado, el discurso feminista al desarrollar una crítica
    global a la sociedad
    patriarcal se dirige desde la reivindicación de la
    autonomía e independencia de las mujeres a la defensa de
    nuevos valores
    asociados a la feminidad para plantear un cambio sustantivo en
    las formas de organización y relación
    social.

    En 1949 Simone de Beauvoir publicó Le
    deuxième sexe -el segundo sexo-
    , obra inaugural del
    feminismo de
    la segunda mitad del siglo XX. El 18 de agosto de 1960 se inicio
    en los Estados Unidos la
    comercialización de la píldora
    anticonceptiva, que puso en manos de las mujeres un instrumento
    básico en el control de su
    sexualidad. En
    1963 Betty Friedan publicaba The feminine mystique -la
    mística de la feminidad-
    , obra básica con la de
    Beauvoir en la fundamentación del discurso feminista, en
    años posteriores le seguirán The dialectic of
    sex -la dialéctica del sexo-
    de Shulamith Firestone
    (1970), The female eunuch -el eunuco hembra- de Germaine
    Greer (1970), Women´s estate -la condición de la
    mujer-
    de Juliet Mitchell (1971), Sexual politics
    Política
    sexual-
    de Kate Millet (1971), The politics of
    women´s liberation -la política de la
    liberación de la mujer-
    de Jo Freeman (1975), por
    sólo citar algunos de los más relevantes
    títulos de una abundantísima literatura que dotó
    de contenidos teóricos y argumentos al movimiento
    feminista.

    En mayo de 1966 se creó en Italia la Liga
    para la Institución del Divorcio
    , en diciembre tuvo
    lugar la primera manifestación masiva en favor del
    divorcio en Italia (Roma). Este mismo
    año, 1966, ve la luz la
    National Organization of Women, presidida por Betty
    Friedan, que persigue el reconocimiento legal de la igualdad de
    los derechos entre
    los sexos mediante la combinación de manifestaciones y
    actos públicos y su funcionamiento como lobby
    destinado a presionar a las instituciones
    Gobierno,
    Congreso, Tribunal Supremo y Estados federados- en favor de los
    derechos de la mujer en los Estados Unidos, pronto contó
    con decenas de miles de afiliadas.

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    La igualdad de derechos entre los sexos fue el
    caballo de batalla del feminismo de los setenta. La
    reivindicación de la legalización del aborto
    polarizó en esos años las movilizaciones del
    movimiento feminista. En julio de 1967 se legalizó
    el aborto en
    Gran Bretaña, en diciembre se presenta públicamente
    el Women´s Liberation Movement británico. El
    13 de septiembre de 1968, coincidiendo con la crisis del
    SDS -Sozialisticher Deutscher Studentenbund-, las
    universitarias del SDS impulsaron el movimiento feminista en
    Alemania
    Federal. En febrero de 1970 se fundó en Italia el
    Movimento di Liberazione della Donna, en diciembre el
    Parlamento aprueba la ley de divorcio,
    por las mismas fechas nacía el Mouvement de
    Libération des Femmes
    en Francia. En
    ese mismo año se creó en Gran Bretaña el
    Comité Nacional de Coordinación de los grupos del
    movimiento de liberación de la mujer. En marzo de 1971
    tuvo lugar la primera de las grandes manifestaciones del
    movimiento feminista británico en Londres, bajo los lemas:
    a igual trabajo igual
    salario; igualdad
    de oportunidades en la enseñanza y el mundo laboral; libre
    circulación de los métodos
    anticonceptivos y liberalización del aborto;
    guarderías gratuitas y
    públicas.

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    En abril de 1971 varios cientos de mujeres
    -entre las que se encontraban Simone de Beauvoir, Jeanne Moreau y
    Marguerite Duras- firmaron un manifiesto en Francia en el que
    declaraban haber abortado y reclamaban la legalización del
    aborto. En junio 374 mujeres hicieron lo mismo en Alemania
    federal con ello nació el movimiento Aktion 218 en
    favor de la legalización del aborto. Ese mismo año
    se fundó en Austria el Aktion Unabhängiger Frauen
    Acción
    de Mujeres Independientes-
    . Los días 12 y 13 de marzo
    de 1972 se celebra en Francfort del Meno -RFA- el Primer Congreso
    Federal de Mujeres. En 1974 se aprobó por el Parlamento
    francés la nueva ley del aborto presentada por la diputada
    centrista Simone Veil. En enero de 1975 se celebró en
    Italia la primera conferencia
    nacional sobre el aborto organizada por el movimiento de
    liberación de las mujeres y el Partido Radical, en julio
    se presentaron 800.000 firmas solicitando un referéndum
    sobre el aborto, en diciembre se celebró en Roma una
    manifestación que congregó a decenas de miles de
    personas convocada por las organizaciones
    feministas en favor de la legalización del
    aborto.

    Ese mismo mes de diciembre de 1975 entraron en
    vigor en Gran Bretaña la Sex Discrimination Act y
    la Equal Pay Act que reconocen la igualdad absoluta de
    ambos sexos. Del 6 al 9 de diciembre se celebraron en Madrid
    las
    Primeras Jornadas Nacionales por la
    liberación de la Mujer
    , era la
    presentación pública del movimiento feminista en
    España,
    que mantendrá un creciente protagonismo social hasta 1983.
    En 1975 tuvo lugar en Islandia la primera huelga general
    de mujeres, que logra paralizar al país. El 12 de abril de
    1981 se aprobó en España la ley de divorcio y en
    febrero de 1983 el gobierno socialista presentó al
    Parlamento la ley de despenalización del aborto, se
    iniciaba con ello el declive de las movilizaciones del movimiento
    feminista, una vez reconocidas legalmente sus principales
    reivindicaciones.

    El 26 de julio de 1978 nació Louise
    Brown, la primera bebé-probeta del mundo, se iniciaba con
    ello un sostenido avance en las técnicas
    de reproducción in vitro que abren
    nuevas posibilidades para el control de la maternidad por las
    mujeres. El desarrollo de
    la genética y
    las técnicas reproductivas en los últimos quince
    años a abierto un profundo debate sobre
    el alcance ético de determinadas innovaciones en las que
    el movimiento feminista ha ocupado posiciones punteras. El 8 de
    agosto de 1981 se celebró en París una marcha
    pacifista convocada por la asociación internacional
    Mujeres por la Paz, organización que adquiere un
    peso específico en los movimientos por la paz y
    antinuclear, otra de sus manifestaciones más
    significativas fue el campamento de mujeres de Graham Common. En
    1983 el partido feminista de Islandia Alianza de Mujeres
    consigue tres escaños en el
    Parlamento.

    2.1. LA
    REVOLUCIÓN FRANCESA Y LOS DERECHOS DE LA
    MUJER

    Aunque antes de la revolución
    hubo mujeres que desde una posición individual plantearon
    reivindicaciones en pro de la igualdad femenina (un ejemplo es la
    ilustrada española Josefa Amar con sus libros
    Importancia de la instrucción que conviene dar a las
    mujeres (1784) o el Discurso sobre la educación
    física y moral de las
    mujeres (1769)), hubo que esperar a la Revolución
    Francesa para que la voz de las mujeres empezara a expresarse
    de manera colectiva.

    Condorcet

    Entre los ilustrados franceses que
    elaboraron el programa
    ideológico de la revolución destaca la figura
    de
    Condorcet

    (1743-1794)
    , quien en su obra Bosquejo de
    una tabla histórica de los progresos del Espíritu
    Humano (1743) reclamó el reconocimiento del papel social
    de la mujer. Condorcet comparaba la condición social de
    las mujeres de su época con la de los esclavos.
    Tras el triunfo de la revolución en 1789 pronto
    surgió una contradicción evidente: una
    revolución que basaba su justificación en la idea
    universal de la igualdad natural y política de los seres
    humanos ("Liberté, Egalité, Fraternité"),
    negaba el acceso de las mujeres, la mitad de la población, a los derechos políticos,
    lo que en realidad significaba negar su libertad y su
    igualdad respecto al resto de los individuos.
     "El hábito puede llegar
    a familiarizar a los hombres con la violación de sus
    derechos naturales, hasta el extremo de que no se
    encontrará a nadie de entre los que los han perdido que
    piense siquiera en reclamarlo, ni crea haber sido objeto de una
    injusticia.
    (…) Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el
    principio de la igualdad de derechos al privar, con tanta
    irreflexión a la mitad del género
    humano del de concurrir a la formación de las leyes, es decir,
    excluyendo a las mujeres del derecho de ciudadanía? ¿Puede existir una
    prueba más evidente del poder que crea
    el hábito incluso cerca de los hombres eruditos, que el de
    ver invocar el principio de la igualdad de derechos (…) y de
    olvidarlo con respecto a doce millones de mujeres?"

    Condorcet
    "Essai sur l’admission des femmes au droit de cité",
    1790
    en PAULE-MARIE DUHET
    Las Mujeres y la Revolución
    Barcelona, 1974 Ed. Península


    Olimpia de
    Gouges

    La autora teatral y activista
    revolucionaria
    Olimpia de Gouges

    (1748-1793)
    fue la protagonista de la
    contestación femenina. En 1791 publicó la
    Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana
    (1791) que era, de hecho, un calco de la Declaración de
    Derechos del Hombre y del
    Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional en agosto de
    1789.
    La comparación entre ambos textos es
    esclarecedora:

    "Los representantes del pueblo francés,
    constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la
    ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre
    son las únicas causas de los males públicos y de
    la corrupción de los gobiernos (…)
    reconocen y declaran (…) los siguientes derechos del hombre y
    del ciudadano.
    Las madres, las hijas y las hermanas, representantes de la
    nación, piden ser constituidas en
    Asamblea Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido o
    el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas
    causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto
    exponer en una solemne declaración los derechos
    naturales, inalienables y sagrados de la mujer
    (…)"

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    Parafraseando el gran documento programático de
    la revolución, Olimpia de Gouges denunciaba que la
    revolución hubiera olvidado a las mujeres en su proyecto
    igualitario y liberador.
    Así afirmaba que la "mujer nace libre y debe
    permanecer igual al hombre en derechos" y que "la Ley debe
    ser la expresión de la voluntad general; todas las
    Ciudadanas y los Ciudadanos deben contribuir, personalmente o por
    medio de sus representantes, a su formación".

    El programa de Olimpia de Gouges era claro: libertad,
    igualdad y derechos políticos, especialmente el derecho de
    voto, para las mujeres.
    Sin embargo, el planteamiento feminista no era compartido por los
    varones que dirigían la revolución, incluso entre
    los más radicales de ellos.

    "Los enragés (facción más
    radical de los revolucionarios) no se habían
    atraído solamente a los más revolucionarios de
    los sans culottes parisinos, también se habían
    atraído a su órbita a las mujeres más
    revolucionarias.
    En 1793 crearon la "Sociedad de las Republicanas
    Revolucionarias" (…) En su entusiasmo, unas llegaron a vestir
    la escarapela tricolor sobre su peinado y otras, el gorro
    frigio e, incluso, el pantalón rojo. Pero la fuerza de
    sus enemigos fue tal que fracasaron en sus empeños. Uno
    de ellos, Chaumette, misógino notorio, llegó a
    decir: ¿Desde cuando le está permitido a las
    mujeres abjurar de su sexo y convertirse en hombres?
    ¿Desde cuando es decente ver a mujeres abandonar los
    cuidados devotos de su familia, la
    cuna de sus hijos, para venir a la plaza pública, a la
    tribuna de las arengas (…) a realizar deberes que la naturaleza
    ha impuesto a los
    hombres sólamente?"

    Elaborado a partir de GUÉRIN,
    D.
    La lucha de clases en el apogeo de la Revolución Francesa,
    1793-1795
    Madrid, 1974, Alianza Editorial

    Napoleón
    Bonaparte

    El encarcelamiento y ejecución de
    Olimpia de Gouges durante el período de la dictadura
    jacobina simbolizó el fracaso de las reclamaciones
    feministas durante la revolución.
    El Código
    Civil napoleónico (1804), en el que se recogieron los
    principales avances sociales de la revolución,
    negó a las mujeres los derechos civiles reconocidos para
    los hombres durante el período revolucionario (igualdad
    jurídica, derecho de
    propiedad…), e impuso unas leyes discriminatorias,
    según las cuales el hogar era definido como el
    ámbito exclusivo de la actuación
    femenina.

    2.2. EL PRIMER
    FEMINISMO BRITÁNICO


    Mary Wollstonecraft
    (1759-1797) inicia con
    su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792) la
    larga tradición del feminismo anglosajón.
    Contraria al absolutismo de
    los reyes, señaló la conexión existente
    entre ese sistema
    político y las relaciones de poder entre los sexos.
    Los hombres ejercían una verdadera tiranía
    absolutista sobre las mujeres en el ámbito de la familia y
    la casa.

    http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/Wwollstonecraft.htm

    Mary
    Wollstonecraft

    Para Wollstonecraft, la clave para
    superar la subordinación femenina era el acceso a la educación. Las
    nuevas mujeres educadas no sólo alcanzarían un
    plano de igualdad con respecto a los hombres, sino que
    podrían desarrollar su independencia económica
    accediendo a actividades remuneradas.

    Wollstonecraft, sin embargo, no dio importancia a las
    reivindicaciones políticas y no hizo referencia al derecho
    de voto femenino.

    "Ya he advertido sobre los malos hábitos que
    adquieren las mujeres cuando se las confina juntas; y pienso
    que podría extenderse con justicia
    esta observación al otro sexo, mientras no se
    deduzca la inferencia natural que, por mi parte, he tenido
    siempre presente, esto es, promover que ambos sexos debieran
    educarse juntos, no sólo en las familias privadas sino
    también en las escuelas públicas. Si el matrimonio es
    la base de la sociedad, toda la humanidad debiera educarse
    siguiendo el mismo modelo, o si
    no, la relación entre los sexos nunca merecerá el
    nombre de compañerismo, ni las mujeres
    desempeñarán los deberes peculiares de su sexo
    hasta que no se conviertan en ciudadanas ilustradas, libres y
    capaces de ganar su propia subsistencia, e independientes de
    los hombres (…) Es más, el matrimonio no se
    considerará nunca sagrado hasta que las mujeres,
    educándose junto con los hombres, no estén
    preparadas para ser sus compañeras, en lugar de ser
    únicamente sus amantes (…)"

    Mary Wollstonecraft
    Vindicación de los derechos de la mujer
    Madrid, 1977, Ed. Debate

    Entre los pensadores liberales británicos destaca
    la figura de
    John Stuart Mill
    (1806-1873), quien, junto a su
    mujer Harriet Taylor Mill
    (1807-1856), publicó El Sometimiento de la Mujer en
    1869.

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    Mill sitúa en el centro del debate
    feminista la consecución del derecho de voto para la
    mujer: la solución de la cuestión femenina pasaba
    por la eliminación de toda traba legislativa
    discriminatoria. Una vez suprimidas estas restricciones, las
    mujeres superarían su "sometimiento" y alcanzarían
    su emancipación.
     "El principio regulador de las actuales relaciones entre
    los dos sexos –la subordinación legal del uno al
    otro- es intrínsecamente erróneo y ahora constituye
    uno de los obstáculos más importantes para el
    progreso humano; y debiera ser sustituido por un principio de
    perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos
    ni incapacidad para otros".

    John Stuart Mill y Harriet Taylor
    Mill
    El sometimiento de la mujer
    1869

    La libertad individual facilitada por la
    desaparición de impedimentos legales permitiría el
    desarrollo de la
    personalidad de las mujeres y el pleno ejercicio de sus
    capacidades. Se trataba, en suma, de aplicar el principio del
    "laissez faire", dogma básico del liberalismo, a
    la problemática femenina.

    El libro de Mill
    tuvo un enorme impacto. Aparecido en 1869, fue un elemento clave
    de la expansión e internacionalización del
    movimiento sufragista. Ese mismo año se editó en
    Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Francia, Alemania,
    Austria, Suecia y Dinamarca, y al siguiente apareció en
    Italia y Polonia, suscitando el interés y
    la reflexión de muchas mujeres entre las clases más
    cultas.

    John Stuart Mill presentó al Parlamento inglés
    en 1866 una demanda a favor del voto femenino. Su ulterior
    rechazo provocó que en 1867 naciera el primer grupo
    claramente sufragista británico: la National Society for
    Woman’s Suffrage (Asociación Nacional para el
    Sufragio de la
    Mujer), liderada por
    Lydia Becker

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    . LOS
    ORÍGENES DEL FEMINISMO HISTÓRICO
    (1789-1870)

    En el Antiguo Régimen la desigualdad
    jurídica de los miembros de la sociedad era la norma.
    Nobles y clérigos gozaban de privilegios (exención
    fiscal,
    monopolio de
    los altos cargos públicos, leyes y tribunales especiales)
    vedados a la gran mayoría de la población (el
    tercer estado o
    estado llano). La ausencia de derechos políticos (voto) y
    libertades (expresión, reunión, religión) era otra
    característica clave del Antiguo Régimen.
    En el caso de las mujeres, la mitad de la población, a
    todo lo anterior se le debía unir su función
    social circunscrita a lo doméstico, a las labores de la
    casa, de la procreación y del cuidado de los hijos; y su
    subordinación legal al hombre, padre o esposo.
    La Revolución Francesa (1789) y las demás
    revoluciones liberal-burguesas plantearon como objetivo
    central la consecución de la igualdad jurídica y de
    las libertades y derechos políticos.
    Pronto surgió la gran contradicción que
    marcó la lucha del primer feminismo: las libertades, los
    derechos y la igualdad jurídica que habían sido las
    grandes conquistas de las revoluciones liberales no afectaron a
    la mujer. Los "Derechos del Hombre y del Ciudadano" que
    proclamaba la revolución francesa se referían en
    exclusiva al "hombre" no al conjunto de los seres humanos.
    A partir de aquel momento, en Europa Occidental
    y Norteamérica se inició un movimiento, el
    feminismo, que luchó por la igualdad de la mujer y su
    liberación. Durante ese período,  el principal
    objetivo del movimiento de las mujeres fue la consecución
    del derecho de voto. Nacía así el movimiento
    sufragista.

    "El feminismo ha sido, como movimiento social, una de
    las manifestaciones históricas más significativas
    de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus
    derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es
    decir, el sufragismo, haya sido uno de sus ejes más
    importantes, no puede equipararse sufragismo y feminismo. Este
    último tiene una base reivindicativa muy amplia que, a
    veces, contempla el voto, pero que, en otras ocasiones,
    también exige demandas sociales como la eliminación
    de la discriminación civil para las mujeres casadas o el
    acceso a la educación, al trabajo
    remunerado (…)"

    NASH, Mary y TAVERA, Susanna:
    Experiencias desiguales:Conflictos
    sociales y respuestas colectivas (Siglo XIX)
    Madrid, 1995, Ed. Síntesis,
    p. 58

    2.3.
    LOS INICIOS DEL FEMINISMO NORTEAMERICANO

     El movimiento feminista en Estados Unidos se
    consolidó rápidamente debido a las condiciones
    socio-políticas y económicas propias de la sociedad
    americana.
    Partiendo de un sistema
    político teóricamente democrático, el
    feminismo nació ligado a los movimientos protestantes de
    reforma religiosa que propugnaban una regeneración moral
    de la sociedad y al abolicionismo.
    La importante participación femenina en movimientos
    humanitarios por la abolición de la esclavitud
    ayudó a la rápida concienciación de las
    mujeres. La analogía entre los esclavos sin derechos y las
    mujeres era evidente.
    Las condiciones sociales y culturales en EE.UU. fueron
    especialmente favorables para la extensión de los
    movimientos femeninos. Las prácticas religiosas
    protestantes que promovían la lectura e
    interpretación individual de los textos
    sagrados favorecieron el acceso de las mujeres a niveles
    básicos de alfabetización, lo que provocó
    que el analfabetismo
    femenino estuviera prácticamente erradicado a principios del
    siglo XIX. A diferencia de Europa, desde mediados del siglo XIX
    nos encontramos con una amplia capa de mujeres educadas de
    clase media
    que se convirtieron en el núcleo impulsor del primer
    feminismo.
    El primer documento colectivo del feminismo norteamericano lo
    constituye al denominada Declaración de Seneca Falls ,
    aprobada el 19 de julio de 1848 en una capilla metodista de esa
    localidad del estado de Nueva York.

    "La historia de la humanidad
    es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones por
    parte del hombre con respecto a la mujer, y cuyo objetivo
    directo es el establecimiento de una tiranía absoluta
    sobre ella. Para demostrar esto, someteremos los hechos a un
    mundo confiado. El hombre
    nunca le ha permitido que ella disfrute del derecho
    inalienable del voto. La ha obligado a someterse a unas leyes
    en cuya elaboración no tiene
    voz.
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    Le ha negado derechos que se conceden a los hombres
    más ignorantes e indignos, tanto indígenas como
    extranjeros. Habiéndola privado de este primer derecho
    de todo ciudadano, el del sufragio, dejándola así
    sin representación en las asambleas legislativas, la ha
    oprimido desde todos los ángulos.
    Si está casada la ha dejado civilmente muerta ante la
    ley.
    La ha despojado de todo derecho de propiedad,
    incluso sobre el jornal que ella misma gana.
    Moralmente la ha convertido en un ser irresponsable, ya que
    puede cometer toda clase de delitos con
    impunidad,
    con tal de que sean cometidos en presencia de su
    marido".

    Declaración de Seneca Falls
    (1848) 

    Elisabeth Candy
    Stanton

    En este documento se expresa por primera
    vez lo se podría denominar una "filosofía feminista
    de la historia". Una filosofía que denunciaba las
    vejaciones que a lo largo de la historia había sufrido la
    mujer.
    Tras la guerra de
    Secesión (1861-1865), el movimiento feminista que
    había ligado en gran medida su suerte al abolicionismo
    sufrió una gran desilusión. Pese al triunfo del
    bando nordista, partidario de la supresión de la
    esclavitud, la XIV enmienda de la Constitución, que otorgaba el derecho de
    voto a los esclavos negros liberados, le negó a la mujer
    el derecho de sufragio.
    La reacción fue inmediata
    Elisabeth Candy Stanton
    (1815-1902)
    y
    Susan B. Anthony
    (1820-1906) crearon la
    Asociación Nacional por el Sufragio de la Mujer (National
    Woman Suffrage Association), primera asociación del
    feminismo radical americano, independiente de los partidos
    políticos y de los movimientos de
    reforma. 

    Susan B.
    Anthony

    ACTIVIDADES

    1. ¿Cuáles son las características
    singulares de Estados Unidos que propiciaron un desarrollo precoz
    del movimiento feminista?
    2. Elabora una breve biografía de
    Elizabeth Cady Staton y Susan B. Anthony.
    3. Resume las principales ideas recogidas en el fragmento de la
    Declaración de Seneca Falls.
    4. ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a la
    creación de la Asociación Nacional pro el Sufragio
    de la Mujer?

    Para ver
    el gráfico seleccione la opción "Descargar" del
    menú
    superior 

    2.4. EL FEMINISMO SOCIAL EN
    ESPAÑA

    En nuestro país la existencia de una sociedad
    arcaica, con escaso desarrollo industrial, con una fuerte
    ascendencia de la Iglesia
    Católica y fuertes jerarquizaciones de género en
    todos los ámbitos de la vida social, dio lugar a que el
    feminismo tuviera durante el siglo XIX una menor presencia e
    influencia social que en otros países.

    En un país en el que la práctica
    política estaba circunscrita a un minoría social
    (voto censitario) y en el que las prácticas electorales
    (adulteración de las elecciones) y el protagonismo del
    ejército (pronunciamientos) marcaban la dinámica política, no nos debe
    extrañar que el feminismo pionero no se centrara en
    reivindicaciones políticas, como el derecho de sufragio,
    sino que se basara en demandas sociales, buscando el
    reconocimiento de sus roles sociales como tal género
    femenino (maternidad y cuidado de la familia) y en la exigencia
    de los derechos civiles.

    Las dos grandes figuras son Concepción Arenal
    (1820-1893) y Emilia Pardo Bazán (1851-1921).

    La escritora gallega
    Emilia Pardo Bazán
    denunciaba en la
    España Moderna (1890) que los avances culturales y
    políticos logrados a lo largo del siglo XIX (las
    libertades políticas, la libertad de cultos, el mismo
    sistema parlamentario) sólo habían servido para
    incrementar las distancias entre sexos, sin promover la
    emancipación femenina.

    La penalista
    Concepción Arenal
    insistió
    en múltiples escritos en que el papel de madre y esposa
    eran fundamentales en la vida de las mujeres, pero subrayando que
    la experiencia de la vida femenina no podía centrarse en
    el ejercicio exclusivo de ese rol.

    En el terreno educativo fue donde más
    avanzó el feminismo español.
    Las iniciativas del Krausismo tras 1850 y de la
    Institución Libre de Enseñanza (1876) buscaban un
    avance en la educación, la enseñanza y la cultura
    femenina.
    No obstante, el modelo varió poco y en las escuelas se
    siguió trasmitiendo pautas de comportamiento
    basadas en la función doméstica de la mujer.
    Concebida como "ángel del hogar", su labor debía
    dedicarse en exclusiva a los quehaceres domésticos y al
    cuidado de la familia.
    La resistencia a la
    generalización de la enseñanza femenina fue muy
    acentuada. El reconocimiento oficial del derecho a la educación
    superior no se produjo hasta 1910. A lo largo de todo el
    siglo XIX, el analfabetismo femenino se mantuvo en tasas
    enormemente altas que rondaban el 70% en muchas zonas a fines de
    la centuria.
    En el caso español, hasta principios del siglo XX no se
    puede hablar con propiedad de un movimiento colectivo de
    emancipación femenina.

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    3. EL DESARROLLO DEL
    MOVIMIENTO FEMINISTA: EL TRIUNFO DEL SUFRAGISMO 
    (1870-1939)

     Los cambios políticos, económicos y
    sociales que vinieron unidos a lo que los historiadores han
    denominado "Segunda Revolución
    Industrial", iniciada en la década de 1870, provocaron
    una clara aceleración del movimiento feminista en el
    último tercio del siglo XIX.

     El mayor protagonismo y seguimiento del feminismo
    estuvo condicionado por claros cambios sociales en los
    países más desarrollados.
    http://www.spartacus.co.uk/Wwork.htm

    En Gran Bretaña, por ejemplo, a principios del
    siglo XX el 70.8% de las mujeres solteras, entre 20 y 45
    años, tenían un trabajo remunerado.
    También en el Reino Unido, en 1850 se observaba como el
    número absoluto de mujeres solteras mayores de 45
    años  había crecido entre las clases medias.
    La "carrera del matrimonio" registraba así un cierto
    retroceso para muchas mujeres, no sólo como proyecto de
    vida, sino también como opción
    económica.
    Otro elemento clave lo constituyó la incorporación
    de la mujer al trabajo durante la Primera Guerra
    Mundial para sustituir a los hombres que habían
    marchado al frente. La consciencia de su valor social
    alentó sus demandas del derecho de sufragio.

    Los principales objetivos del
    movimiento feminista siguieron siendo los mismos: el derecho
    de voto, la mejora de la educación, la capacitación profesional y la apertura de
    nuevos horizontes laborales, la equiparación de sexos en
    la familia como medio de evitar la subordinación de la
    mujer y la doble moral sexual.
    La gran novedad vino de la amplia movilización colectiva
    que supo dirigir el movimiento sufragista en determinados
    países.
    Con los países anglosajones al frente, la evolución en el mundo europeo fue muy
    diversa: 

    "El sufragismo aparece como una forma de
    encuadramiento de mujeres de todas las clases
    sociales, a pesar de sus distintas ideologías y
    objetivos, pero coincidentes en reclamar el derecho a la
    participación política, uno de
    cuyos requisitos es el voto, para reformar la
    legislación y la costumbre y, en consecuencia, la
    sociedad (…)
    El sufragismo surgió en los países que adoptaron
    el régimen capitalista, países de clase media
    poderosa y con unos ideales democráticos asentados en
    sus instituciones políticas (…)
    En los países nórdicos apenas se dio sufragismo
    debido a la mentalidad progresista imperante y al peso social
    de la mujer, que facilitaron la equiparación
    jurídica de los sexos.
    Una evolución diferente presentó el mosaico de
    países del este procedentes de los Imperios centrales:
    austro-húngaro y alemán, turco y ruso. El
    desmoronamiento de los primeros tras la Primera Guerra Mundial
    (Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia) trajo reformas muy
    progresistas, el voto femenino entre ellas, sin existencia
    previa del sufragismo (…)
    En Rusia fue
    posible después de una auténtica
    revolución, la bolchevique, que trastocó los
    fundamentos del orden tradicional.
    En el caso de los estados surgidos del Imperio
    turco, Yugoslavia, Grecia y
    Bulgaria, el peso de la tradición era todavía muy
    fuerte y no hubo sufragismo ni reformas tocantes a la
    situación femenina.
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    Por último, en los países
    occidentales cabría diferenciar entre los protestantes
    (Inglaterra,
    Holanda…): más modernos y evolucionados, y más
    prósperos económicamente, y los católicos
    (Italia, España, Portugal…) : atrasados, tradicionales
    y conservadores (…) En los países protestantes hubo un
    movimiento sufragista fuerte, y sólo gracias a su lucha
    se consiguieron las reformas y el voto. En los católicos
    apenas se dio el movimiento sufragista y sólo tras mucha
    batalla femenina y muy tarde, caso de Italia, o por el
    reformismo de sus gobernantes, caso de España, se
    obtuvieron estas conquistas".

    FRANCO RUBIO, Gloria Ángeles
    "Siglo XX" Historia Universal
    Madrid, 1983
    Historia 16

    Obtención del derecho al voto
    de las mujeres de algunos países

    Nueva Zelanda

              
    1893

    Australia

              
    1901

    Finlandia 

              
    1906

    Noruega

              
    1913

    Dinamarca

            
    1915

    Islandia

            
    1915

    Holanda

            
    1917

    Rusia

            
    1917

    Reino Unido

      1918 (+30
    años)

    Alemania

            
    1918

    Suecia 

            
    1919

    Estados Unidos

            
    1920

    Irlanda

            
    1922

    Austria

            
    1923

    Checoslovaquia

            
    1923

    Polonia

            
    1923

    España

            
    1931

    Francia

            
    1945

    Italia

            
    1945

    Suiza

            
    1971

    3.1. EL AUGE DEL
    FEMINISMO NORTEAMERICANO

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    A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, las
    feministas americanas iniciaron una activa campaña por la
    consecución del sufragio. Dirigidas por
    Susan B. Anthony
    (1820-1906),

    Lucy Stone
    (1818-1893) y
    Elisabeth Cady Stanton
    (1815-1902) y
    encuadradas desde 1890 en la Asociación Nacional Americana
    por el Sufragio de la Mujer  (National American Woman
    Suffrage Association), encaminaron sus esfuerzos a conseguir el
    voto en los diversos estados y  a forzar un cambio en la
    constitución norteamericana.

    "Ahora que, como resultado de la lucha por la
    igualdad de oportunidades y debido al uso de maquinaria, se ha
    operado una gran revolución en el mundo de la economía, de manera
    que donde pueda acudir un hombre a ganarse un dólar
    honradamente también puede ir una mujer, no hay forma de
    rebatir la conclusión de que ésta tiene que estar
    investida de igual poder para poderse proteger. Y ese poder es el
    voto, el símbolo de la libertad y de la igualdad, sin el
    cual ningún ciudadano puede estar seguro de
    conservar lo que posee y, por lo tanto, mucho menos de adquirir
    lo que no tiene".

    Susan B. Anthony

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     La mujer quiere el pan, no el voto

    El voto femenino fue siendo aprobado mediante consultas
    populares en diversos estados: Wyoming (1869), Utah (1870),
    Colorado (1893),  Idaho (1896), Washington (1910),
    California (1911), Oregón, Arizona y Kansas (1912) y
    Nevada y Montana (1914).

    En 1917 fue elegida en Montana la primera congresista de
    los Estados Unidos, Jeanette Rankin.
    Finalmente, en 1919, el presidente Wilson, del partido
    demócrata, anunció personalmente su apoyo al
    sufragio femenino.
    En 1920 quedaba aprobada la XIX Enmienda a la Constitución
    que otorgaba el derecho de voto a las mujeres.

    Enmienda XIX de la Constitución de Estados
    Unidos
    "El derecho de los ciudadanos de Estados Unidos al voto no
    será negado ni limitado por los Estados Unidos o por
    cualquier estado por razón del
    sexo".
     

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    3.2. LA RADICALIZACIÓN DEL SUFRAGISMO: EL CASO
    BRITÁNICO

    El movimiento sufragista británico se
    dividió en dos tendencias: una moderada y otra radical,
    partidaria de la acción directa.

    Millicent Garret Fawcet (1847-1929) encabezó a las
    sufragistas moderadas que se agruparon en la Unión
    Nacional de Sociedades de
    Sufragio Femenino (National Union of Women's Suffrage Societies).
    En 1914, esta asociación llegó a contar con
    más de 100.000 miembros, y centraba su labor en la
    propaganda
    política, convocando mítines y campañas de
    persuasión siguiendo siempre una estrategia de
    orden y legalidad.

    Millicent Garret
    Fawcet

    "Quizás la sutil violencia
    utilizada por las sufragistas trataba de disminuir nuestro
    orgullo de sexo; íbamos a enseñarle al mundo como
    conseguir reformas sin violencia, sin matar gente y volar
    edificios, o sin hacer las otras cosas estúpidas que los
    hombres han hecho cuando han querido alterar las leyes (…)
    Nosotras queríamos mostrar que podíamos avanzar o
    conseguir la libertad humana a la que aspiramos sin utilizar
    violencia alguna. Hemos sido decepcionadas en esta
    ambición pero todavía podemos dar a nuestras
    almas el consuelo de que la violencia registrada no ha sido
    formidable y de que las más fieras de las sufragistas
    están más preparadas para sufrir daño
    que para infligirlo".

    Millicent Garret Fawcett
    (1912)
    en BELL,S.C. & OFFEN,K. M.
    Women, the Family and Freedom. The Debate in documents
    Stanford, 1983

    La ausencia de resultados de la estrategia moderada hizo
    que a principios de siglo
    Emmeline Pankhurst
    (1858-1928) creara la
    Unión Social y Política de las Mujeres
    (Women’s Social and Political Union). Sus miembros eran
    conocidas como las "suffragettes".
    Mientras en el Parlamento se discutía las reformas
    legislativas que permitieran el acceso del voto a la mujer, la
    WSPU, además de los tradicionales medios de
    propaganda como los mítines y las manifestaciones,
    recurrió a tácticas violentas como el sabotaje, el
    incendio de comercios y establecimientos públicos, o a las
    agresiones a los domicilios privados de destacados
    políticos y miembros del Parlamento.

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    "Nos tiene sin cuidado vuestras
    leyes, caballeros, nosotras situamos la libertad y la dignidad de
    la mujer por encima de toda esas consideraciones, y vamos a
    continuar esa guerra como lo hicimos en el pasado; pero no
    seremos responsables de la propiedad que sacrifiquemos, o del
    perjuicio que la propiedad sufra como resultado. De todo ello
    será culpable el Gobierno que, a pesar de admitir que
    nuestras peticiones son justas, se niega a
    satisfacerlas"

    Emmeline Pankhurst
    Mi propia historia (1914)
    Citado en MARTÍN GAMERO, A.:
    Antología del feminismo
    Madrid, 1975

    A la creciente represión gubernamental, las
    "suffragettes" respondieron con huelgas de hambre en la
    cárcel a las que la
    administración respondió con la brutal alimentación
    forzada.
    La respuesta del gobierno a las protestas contra esta cruel
    práctica fue realmente original. El parlamento
    aprobó la conocida como "Ley del Gato y el Ratón"
    por la cual las mujeres, es decir, los "ratones", serían
    liberadas por las autoridades, el "gato", cuando su estado
    físico fuera preocupante. Sin embargo, una vez recuperadas
    físicamente volvían a ser detenidas y
    encarceladas.
    Antes de la guerra mundial, la virulencia de la protesta
    sufragista hizo que los partidos políticos comenzasen a
    reconsiderar su actitud ante
    el voto femenino.

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    La primera guerra mundial marcó una tregua en las
    demandas sufragistas, y tras el conflicto, en
    el que las mujeres acumularon méritos como la mano de obra
    que permitió el funcionamiento de la economía, el
    sufragio femenino tuvo que ser finalmente reconocido.
    En 1918, una nueva ley electoral permitió las
    británicas de más de 30 años obtuvieron el
    derecho de voto. Diez años después, en 1928, una
    nueva ley, la "Equal Franchise Act", hizo que, por fin, 
    todas las mujeres mayores de edad alcanzaron el anhelado derecho
    de sufragio.

    3.3. LA
    OPOSICIÓN AL SUFRAGISMO

    Desde nuestra perspectiva actual y teniendo en cuenta
    los principios ilustrados y liberales en que se basaba la
    reivindicación de la igualdad de voto, parece
    extraña la enorme oposición a la que tuvo que hacer
    frente la reivindicación sufragista.

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    ¿Cómo se explica la resistencia que
    durante largas décadas se enfrento al derecho de sufragio
    femenino?

    Los argumento basados en la discriminación por
    género fueron los que prevalecieron. Deshacer las
    tradicionales barreras entre lo público, terreno
    masculino, y lo privado, terreno femenino, autorizando el acceso
    de las mujeres al espacio público era considerado como un
    peligro para el orden social establecido y para el reparto de
    roles por género.

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    Estudiantes de medicina del
    hospital de Middlesex (Londres) protestan en 1861 ante la posible
    presencia de una mujer estudiante, Elisabeth Garett
    Anderson

    "Nosotros, los estudiantes abajo firmantes,
    consideramos que los resultados de la mezcla de sexos en la
    misma clase pueden ser bastante desagradables.
    Es muy probable que los profesores se sienta cohibidos ante la
    presencia de mujeres, y no puedan referirse a ciertos hechos
    necesarios de forma explícita y clara.
    La presencia de mujeres jóvenes como espectadores de la
    sala de operaciones es
    una ofensa a nuestros instintos y sentimientos naturales, y
    está destinada a destruir esos sentimientos de respeto y
    admiración que todo hombre en su sano juicio siente
    hacia el otro sexo. Esos sentimientos son un signo de la
    civilización y del refinamiento"

    Muchos hombres, y bastantes  mujeres, estaban
    convencidos de que cuestionar abiertamente el prototipo femenino
    de "ángel" y "reina" del hogar, abriría
    incertidumbres respecto al futuro de la institución
    familiar y de su capacidad como reproductora del sistema social.
    De hecho, fue la percepción
    del sufragismo como una amenaza a la familia lo que
    impidió su aceptación
    social.
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    El caso británico es el mejor ejemplo de
    movilización anti-sufragista, no sólo entre los
    hombres sino también entre las mujeres.
    En noviembre de 1908, se fundó en Londres la Liga Nacional
    de Mujeres Anti-Sufragio (Women's National Anti-Suffrage League).
    Su primera presidenta fue la popular novelista,
    Mary Ward
    .
    Los líderes de la Liga Anti-Sufragio insistían en
    que la gran mayoría de las mujeres británicas no
    estaban interesadas en conseguir el derecho de voto y
    advertían contra el peligro de que un pequeño grupo
    de mujeres organizadas forzaran al gobierno a cambiar el sistema
    electoral.
    Un buen ejemplo de la mentalidad de estas mujeres lo podemos ver
    en las manifestaciones de Lady Musgrave, presidente de la
    sección de East Grinstead de la Liga Anti-Sufragio, en un
    mitin en 1911, recogidas en un periódico

    "(…) afirmó estar completamente en contra
    de la extensión del derecho de voto a las mujeres, ya
    que pensaba no sólo no traería ningún bien
    a su sexo, sino que, por el contrario, haría mucho mal.
    Citando las palabras de Lady Jersey afirmó: "No
    pongáis sobre nosotras esta carga adicional". Las
    mujeres, en su opinión, no eran iguales a los hombres ni
    en resistencia ni en energía nerviosa, incluso, en su
    conjunto, tampoco en inteligencia".

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    Sin embargo, la realidad económica y
    política de la Primera Guerra Mundial y de su consiguiente
    posguerra, obligó a que la sociedad incorporara al
    escenario público a madres y esposas. Su concurso fue
    decisivo en el esfuerzo económico durante la guerra. La
    consecución del derecho de voto fue un reconocimiento
    colectivo a los méritos acumulados.

    3.4.
    FEMINISMO Y MOVIMIENTO OBRERO

    Los movimientos feministas y sufragistas estuvieron
    dirigidos por mujeres de procedencia burguesa. A pesar de que los
    planteamientos feministas eran interclasistas, sus ideas no
    lograron penetrar ampliamente en los ambientes obreros. Ni
    feministas, ni sufragistas consiguieron nunca movilizar
    ampliamente a las mujeres trabajadoras.

    Los propios ideólogos del primer movimiento
    obrero, en la primera mitad del siglo XIX, mantuvieron posturas
    contradictorias respecto a la igualdad de derechos de la
    mujer.


    Flora Tristán
    (1803-1844), hija de
    un criollo peruano y una francesa, es la gran pionera del
    feminismo socialista.

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    "A vosotros, obreros que sois las víctimas de
    la desigualdad de hecho y de la injusticia, a vosotros os toca
    establecer al fin sobre la tierra el
    reino de la justicia y de la igualdad absoluta entre la mujer y
    el hombre. Dad un gran ejemplo al mundo (…) y mientras
    reclamáis la justicia para vosotros, demostrad que sois
    justos, equitativos; proclamad, vosotros, los hombres fuertes,
    los hombres de brazos desnudos, que reconocéis a la mujer
    como a vuestra igual, y que, a este título, le
    reconocéis un derecho igual a los beneficios de la
    unión universal de los obreros y obreras".

    Flora Tristán
    La Unión Obrera
    1843

    Esta posición contrasta claramente con la
    misoginia de alguno de los primeros ideólogos del
    movimiento obrero como Ferdinand
    Lasalle
    (1825-1864) y, sobre todo,

    Pierre-Joseph Proudhon
    (1809-1864). Este
    último afirmaba claramente que una mujer igual al hombre
    significaría "el fin de la institución del
    matrimonio, la muerte del
    amor y la
    ruina de la raza humana".
    El lugar ideal para la mujer era el
    hogar. Para Proudhon las cosas estaban claras:
    "no hay otra alternativa
    para las mujeres que la de ser amas de casa o
    prostitutas".

     Sin embargo, fueron
    Karl Marx
    (1818-1883),
    Friedrich Engels
    (1820-1895) y

    August Bebel
    (1840-1913) los que establecieron
    las bases del pensamiento
    socialista sobre la "cuestión de la mujer".
    Engels en su libro "El origen de la familia, la propiedad privada
    y el Estado"
    (1884) equiparaba la dominación de clase con la
    dominación de la mujer por el hombre. Sin embargo,
    para él como para Marx, la
    emancipación de la mujer sólo se haría
    realidad tras una revolución socialista que liquidara el
    capitalismo.
    Por consecuencia, la lucha de las mujeres debía
    subordinarse, o como mucho ir unida, a la lucha de clases, ya
    que, de hecho, no había diferencia alguna de
    objetivos.
    Para ver el
    gráfico seleccione la opción "Descargar" del
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    Para Marx y Engels, la igualdad política entre
    los sexos era una condición necesaria para la plena
    emancipación de la sociedad. Además, los fundadores
    del socialismo
    científico entendían que la base fundamental de la
    emancipación femenina era su independencia
    económica frente al hombre.

    "La mujer es un ser libre e inteligente, y como tal,
    responsable de sus actos, lo mismo que el hombre; pues, si esto
    es así, lo necesario es ponerla en condiciones de libertad
    para que se desenvuelva según sus facultades. Ahora bien,
    si relegamos exclusivamente a la mujer a las funciones
    domésticas, es someterla, como hasta aquí, a la
    dependencia del hombre, y, por lo tanto, quitarle su libertad.
    ¿Qué medio hay para poner a la mujer en condiciones
    de libertad? No hay otro más que el
    trabajo".

    Congreso de la Federación Regional
    Española de la AIT
    Zaragoza (1872)
    Cit. NASH,M. (Ed.)
    Més ennllà del silenci. Les dones à la
    història de Catalunya
    Barcelona, 1988

    Corresponde a
    August Bebel
    , dirigente socialista
    alemán,  el mérito de ser el primer
    teórico marxista que escribió de una forma
    específica sobre la mujer en su libro La mujer y el
    socialismo (1879).
     "La mujer de la nueva sociedad será plenamente
    independiente en lo social y lo económico, no
    estará sometida lo más mínimo a ninguna
    dominación ni explotación, se enfrentará al
    hombre como persona libre,
    igual y dueña de su destino".

    August Bebel
    La mujer y el socialismo
    1879

     Por último, hay que destacar,
    dentro de la socialdemocracia alemana, la figura de

    Clara Zetkin
    (1857-1933). Creadora del
    Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, fue la gran
    propulsora del feminismo en la Segunda Internacional o
    Internacional Socialista. En 1907, se celebró, bajo sus
    auspicios, la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas.
    Esta organización llegó a agrupar 174.751 afiliadas
    en 1914.

    3.5.1. EL
    FEMINISMO EN LA EUROPA MEDITERRÁNEA

    En Francia, el feminismo experimentó un intenso
    desarrollo como movimiento organizado a partir de 1860. Sin
    embargo, sus conexiones con el republicanismo anticlerical hizo
    que la mayor parte de las mujeres, muy influenciadas por la
    Iglesia Católica, se mantuvieran al margen del
    movimiento.

    Destacan figuras como
    Nelly Roussel
    (1872-1922) y Madeleine
    Pelletier (1874-1939) que fueron pioneras en plantear temas como
    la libertad sexual y el control de la
    natalidad.
    Para ver el
    gráfico seleccione la opción "Descargar" del
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    superior 

    En otro orden de cosas, figuras como Coco Chanel
    revolucionaron la moda femenina,
    liberándola de los opresivos atuendos a las que
    habían sido obligadas las mujeres en las décadas
    anteriores.

    En Italia, la situación se caracterizó por
    un mayor peso de la Iglesia Católica y la consiguiente
    falta de movilización de las mujeres. La gran figura del
    sufragismo italiano fue
    Anna Maria Mozzoni
    (1837-1920).

    En ambos países hubo que esperar a que acabara
    la Segunda Guerra
    Mundial para que se concediera el sufragio femenino en
    1945.
     3.5.2.
    EMANCIPACIÓN DE LA MUJER Y FEMINISMO EN
    ESPAÑA

    EL RETRASO DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN UNA SOCIEDAD
    TRADICIONAL

    Durante el siglo XIX y principios del XX, el feminismo
    español tuvo como movimiento social una menor envergadura
    que en la mayoría de los países desarrollados
    europeos.
    Siempre estuvo más centrado en reivindicaciones de tipo
    social, como el derecho a la educación o al trabajo, que
    en demandas de igualdad política.
    Nunca adoptó la acción directa violenta como
    estrategia de combate ni alcanzó un grado destacado de
    militancia. En consecuencia, la resonancia social de las
    feministas españolas fue bastante reducida.
    El modelo de género establecido en la sociedad liberal
    española garantizaba la subordinación de la mujer
    al varón y establecía unas pautas muy estrictas
    para su actuación social.

     El sistema de
    dominación, muy jerárquico, actuó en dos
    niveles:

    1. Una legislación basada en la
    discrimación de la mujer: los Códigos Civil (1889),
    Penal (1870) y de Comercio
    (1885).

    "La mujer casada no disponía de
    autonomía personal o
    laboral, tampoco tenía independencia económica y ni
    tan siquiera era dueña de los ingresos que
    generaba su propio trabajo. Debía obedecer al marido,
    necesitaba su autorización para desempeñar
    actividades económicas y comerciales, para establecer
    contratos e,
    incluso, par realizar compras que no
    fueran las del consumo
    doméstico. La ley tampoco reconocía a las
    trabajadoras casadas la capacidad necesaria para controlar su
    propio salario y establecía que éste debía
    ser administrado por el marido. El poder del marido sobre la
    mujer casada fue reforzado, además, con medidas penales
    que castigaban cualquier trasgresión de su autoridad: por
    ejemplo, el Código
    Penal estableció que la desobediencia o el insulto de
    palabra eran suficientes par que la mujer fuera encarcelada.
    Asimismo, el doble estándar de moral sexual le
    permitía al hombre mantener relaciones
    sexuales extra-matrimoniales y se las prohibía de
    forma tan tajante a la mujer que las diferencias quedaron
    explícitamente manifiestas en la legislación
    relativa al adulterio y a
    los crímenes pasionales. El Código Penal
    establecía que si el marido asesinaba o agredía a
    la esposa adúltera o al amante de ésta, al ser
    sorprendidos, sólo sería castigado con el destierro
    durante un corto espacio de tiempo. En la
    misma situación, las penas impuestas a la mujer eran mucho
    más severas: al ser considerado parricidio el asesinato
    del marido, la sentencia era siempre prisión
    perpetua."

    NASH, Mary y TAVERA, Susana
    Experiencias desiguales: conflictos sociales y respuestas
    colectivas (Siglo XIX)
    Madrid, 1995
    Ed. Síntesis

    2. Un control social informal mucho más sutil y,
    por consecuencia, más eficaz.

    El dominio del
    género masculino se basaba en la idea de la "domesticidad"
    que establecía los principales arquetipos femeninos
    ("ángel del hogar", "madre solícita", "dulce
    esposa"…), su función social y su código de
    conducta.

    "Desde ‘mujer casada, la pierna
    quebrada’, son innumerables los refranes españoles
    que limitan la actividad de la mujer al círculo de los
    quehaceres domésticos, y, en nuestra clase media, esta
    idea está profundamente arraigada (…) la
    preparación de la mujer para algo que no sea estrictamente
    el matrimonio, aparece todavía, a la mayoría de las
    gentes como una cosa insólita y que, no sólo no
    debe ser tomada en consideración, sino que debe ser
    severamente reprobada o –lo que es peor- ridiculizada
    (…)"

    NELKEN, Margarita
    La condición social de la mujer (1919)
    Madrid, 1975

    Todavía a fines del siglo XIX, la
    subordinación de la mujer era justificada basándose
    en una supuesta inferioridad genética: la función
    reproductora convertía a la mujer en un ser pasivo,
    inferior, incompleto, y, en resumen, un mero complemento del
    hombre, es decir, del ser inteligente.
    Esta opinión no era exclusiva de los grupos más
    conservadores o reaccionarios del país. El escritor
    catalán, Pompeu Gener, ideológicamente adscrito al
    republicanismo federal y, por consecuencia, ligado a los sectores
    más progresistas del país, afirmaba lo
    siguiente:

     "En sí misma, la mujer, no es como el
    hombre, un ser completo; es sólo el instrumento de la
    reproducción, la destinada a perpetuar la especie;
    mientras que el hombre es el encargado de hacerla progresar, el
    generador de la inteligencia, (…) creador del mundo
    social."

    Pompeu Gener
    "La Vanguardia"
    26 Febrero 1889

    ACTIVIDADES

    1. Enumera las desigualdades jurídicas entre el
    hombre y la mujer según la legislación liberal
    española del siglo XIX. Agrúpalas en desigualdades
    de tipo económico, social, sexual…
    2. Explica el concepto de
    "doble moral sexual" ¿Crees que sigue todavía
    existiendo? Razona tu respuesta.
    3. Explica el concepto de "domesticidad" aplicada a la mujer
    4. Escribe algún chiste, refrán… que defienda la
    desigualdad de los sexos. ¿Cuál es tu
    opinión sobre ellos?
    5. La función reproductora, la maternidad, era vista por
    mucha gente como uno de los factores claves que explicaban la
    inferioridad de la mujer. ¿Conoces algún adelanto
    médico que haya supuesto en este sentido un avance clave
    para la emancipación de la mujer?
     SUFRAGISTAS Y FEMINISTAS

    Pese al retraso del movimiento feminista español,
    diversas mujeres iniciaron la defensa de la idea de la igualdad
    femenina.

    Dolors Monserdà (1845-1919) defendió los
    derechos de la mujer desde una perspectiva nacionalista catalana
    y profundamente católica.

    Teresa Claramunt (1862-1931), obrera textil y militante
    anarcosindicalista, reivindicó el papel de la mujer como
    madre que trasmite valores ideológicos a sus hijos. Si
    estos valores eran igualitarios y anarquistas se estaría
    poniendo las bases para una nueva sociedad.

    María de Echarri (1878-1955), concejal del
    Ayuntamiento de Madrid e inspectora de trabajo del Instituto de
    Reformas Sociales, promovió, desde una perspectiva de
    feminismo católico, algunas medidas de mejora laboral para
    las obreras. Destaca la llamada "Ley de la Silla" de 1912, por la
    cual los empresarios debían proporcionar una silla a todas
    las mujeres que trabajan en la industria o el
    comercio.

    A partir de los años 20, el feminismo
    español comenzó a añadir demandas
    políticas a las reivindicaciones sociales.
    En 1918 en Madrid se crea la Asociación Nacional de
    Mujeres Españolas (ANME). Formada por mujeres de clase
    media, maestras, escritoras, universitarias y esposas de
    profesionales, sus dirigentes Maria Espinosa, Benita Asas
    Manterola ,
    Clara Campoamor
    o
    Victoria Kent
    planteaban ya claramente la
    demanda del sufragio femenino.
    Junto a esta asociación surgen múltiples
    agrupaciones. Entre ellas destaca la Cruzada de Mujeres
    Españolas, dirigida por la periodista Carmen de Burgos, y
    que protagonizó la primera manifestación callejera
    pro sufragio en Madrid en mayo de 1921.

    Para ver el gráfico seleccione la
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    LA CONQUISTA DEL VOTO FEMENINO
    Pese a los
    esfuerzos de las primeras sufragistas españolas,  la
    concesión del voto femenino en nuestro país no
    puede ser atribuida a la presión de
    los grupos feministas o sufragistas. Si bien la
    movilización sufragista había alcanzado por primera
    vez cierta resonancia social, el sufragio femenino fue otorgado
    en el marco de las reformas introducidas en la legislación
    de la Segunda República española (1931-1936). La
    coherencia política de los políticos que se
    proclamaban democráticos obligó a una
    revisión de las leyes discriminatorias y a la
    concesión del sufragio femenino.

    El proceso, sin
    embargo, fue bastante complejo y paradójico.
    Era opinión general, tanto en los partidos de izquierda
    como de derecha, que la mayoría de las mujeres,
    fuertemente influenciadas por la Iglesia católica, eran
    profundamente conservadoras. Su participación electoral
    devendría inevitablemente en un fortalecimiento de las
    fuerzas de derecha.
    Este planteamiento llevó a que importantes feministas como
    la socialista
    Margarita Nelken
    (1898-1968) y la
    radical-socialista
    Victoria Kent
    (1897-1987), que habían
    sido elegidas diputadas a las Cortes Constituyentes de 1931,
    rechazaran la concesión del sufragio femenino. En su
    opinión, las mujeres todavía no estaban preparadas
    para asumir el derecho de voto, y su ejercicio siempre
    sería en beneficio de las fuerzas más conservadoras
    y, por consecuencia, más partidarias de mantener a la
    mujer en su tradicional situación de
    subordinación.
    Clara
    Campoamor
    (1888-1972), también diputada y
    miembro del Partido Radical, asumió una apasionada defensa
    del derecho de sufragio femenino. Argumentó en las Cortes
    Constituyentes que los derechos del individuo
    exigían un tratamiento legal igualitario para hombres y
    mujeres y que, por ello, los principios democráticos
    debían garantizar la redacción de una Constitución
    republicana basada en la igualdad y en la eliminación de
    cualquier discriminación de sexo.

    Al final triunfaron las tesis
    sufragistas por 161 votos a favor y 121 en contra. En los votos
    favorables se entremezclaron diputados de todos los
    orígenes, movidos por muy distintos objetivos. Votaron si
    los socialistas, con alguna excepción, por coherencia con
    sus planteamientos ideológicos, algunos pequeños
    grupos republicanos, y los partidos de derecha. Estos no lo
    hicieron por convencimiento ideológico, sino llevados por
    la idea, que posteriormente se demostró errónea, de
    que el voto femenino sería masivamente
    conservador.

    La Constitución de 1931 supuso un enorme avance
    en la lucha por los derechos de la
    mujer.

    Artículo 23
    "No podrán ser fundamento de privilegio jurídico:
    la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la
    riqueza, las ideas políticas, ni las creencias
    religiosas."

    Artículo 36
    "Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés
    años, tendrán los mismo derechos electorales
    conforme determinen las leyes."

    La Constitución republicana no sólo
    concedió el sufragio a las mujeres sino que todo lo
    relacionado con la familia fue legislado desde una perspectiva de
    libertad e igualdad: matrimonio basado en la igualdad de los
    cónyuges, derecho al divorcio, obligaciones
    de los padres con los hijos…
    La ley del divorcio (1932) supuso otro hito en la
    consecución de los derechos de la mujer.
    El régimen republicano estaba poniendo a España en
    el terreno legal a la altura de los países más
    evolucionados en lo referente a la igualdad entre los hombres y
    las mujeres. Sin embargo, en este aspecto como en tantos otros,
    la guerra civil y la dictadura de Franco dieron al traste con
    todo lo conseguido, devolviendo a la mujer a una situación
    de dominación en el marco de una España franquista
    impregnada de valores tradicionales y reaccionarios.

    CRONOLOGÍA

    1743 Condorcet publica
    Bosquejo de una tabla histórica de los progresos del
    espíritu humano

    1791 Olimpia de Gouges
    publica la Declaración de los Derechos de la Mujer y la
    Ciudadana

    1792 Mary Wollstonecraft
    publica Vindicación de los Derechos de la Mujer

    1843 Flora Tristán
    publica La Unión Obrera

    1848 Declaración de
    Seneca Falls (Nueva York)

    1869 Wyoming es el primer
    estado de EE.UU. en otorgar el derecho de voto
    femenino

    1869 John Stuart Mill
    publica El sometimiento de la mujer

    1879 August Bebel publica
    La mujer y el socialismo

    1884 Friedrich Engels
    escribe El origen de la familia, la propiedad privada y el
    estado

    1893 Nueva Zelanda es el
    primer país que concede el derecho de sufragio a las
    mujeres

    1897 Lydia Becker y
    Millicent Fawcet fundan la Unión Nacional de Sociedades
    para el Sufragio de la Mujer (National Union of Women's Suffrage
    Societies – NUWSS).

    1903 Emmeline Pankhurst y
    sus seguidoras abandonan la NUWSS y forman la Unión
    Política y Social de las Mujeres (Women's Social and
    Political Union -  WSPU)

    1906 Finlandia, primer
    país europeo que otorga el sufragio femenino

    1907 Bajo la presidencia de
    Clara Zetkin, se reúne la I Conferencia Internacional de
    Mujeres Socialistas

    1912 En España se
    aprueba la denominada "ley de la silla"

    1913 El Parlamento
    británico apueba la "ley del gato y el ratón" (Cat
    and Mouse
    Act)

    1917 Jeanette Rankin,
    primera mujer elegida miembro del Congreso de los Estados
    Unidos

    1918 Se funda en Madrid la
    Asociación Nacional de Mujeres Españolas
    (ANME)

    1918 El Parlamento
    británico aprueba una ley electoral que otorga el sufragio
    a las mujeres mayores de 30 años

    1920 Se aprueba la XIX
    enmienda a la Constitución de EE.UU. por la que todas las
    mujeres mayores de edad obtienen el derecho de voto

    1931 La Constitución
    española de la II República otorga el derecho de
    sufragio a las mujeres mayores de edad

    1945 Las mujeres consiguen
    el derecho de voto en Francia e Italia

    María del Rocío Saro
    Avalos

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