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Uniformes vs. trajes




Enviado por Yimmi Castillo



    1. Uniformes y trajes en
      Venezuela
    2. Conclusiones

    Introducción

    El militarismo es un fenómeno mundial, que
    tiene sus orígenes desde tiempos muy remotos,
    quizá desde el comienzo de las invasiones de Alejandro
    Magno a Grecia, que
    es desde donde se plantea la necesidad de defensa del
    territorio y de la soberanía. La época de los
    imperios, las invasiones bárbaras, las cruzadas, todas
    han tenido como protagonista a las técnicas
    y tácticas de guerra,
    donde se aplica la ley del
    más fuerte.

    En Latinoamérica, el militarismo ha tenido
    un nacimiento y un desarrollo
    muy particular. Las guerras de
    independencia que se produjeron a lo largo de
    todo un siglo en América, y luego las guerras civiles de
    la época del caudillismo
    en América Latina, son los acontecimientos que han
    formado y traspasado su herencia a las
    actuales Fuerzas Armadas de los diferentes países de
    este lado del mundo.

    Una herencia que a su vez viene de Europa, pero
    que al encontrase con una situación y un contexto
    diferente, le ha dado entonces un carácter muy particular a la
    relación civilismo-militarismo en nuestros países
    de América. Europa ha sufrido guerras imperiales,
    mundiales, revoluciones y enfrentamientos que justifican la
    presencia militar en sus suelos, pero en
    América, ¿ha habido acaso alguna amenaza real,
    luego de logradas las independencias?.

    Esto lleva a analizar la situación de nuestros
    militares. El trabajo
    de un militar es pelear en la guerra, y ¿si no hay
    guerra que pelear?, pues, los militares latinoamericanos,
    amparados en el mito del
    héroe uniformado e identificados con el positivismo
    más puro, les dio y les ha dado por ser protagonistas de
    las decisiones que en política, se toman
    en sus países. Como consecuencia, Latinoamérica
    posee en sus páginas el más largo capítulo
    de gobiernos militares de todo el mundo: Argentina, Chile,
    Venezuela,
    México, y otros, son ejemplos reales de
    que la brecha entre lo civil y lo militar es tan fina como una
    hebra de cabello, y que, aún hoy en día, esta
    hebra es tan fácil de romper como siempre.

    Uniformes y trajes
    en Venezuela

    Luego de este repaso que justificaría un
    slogan del History Channel, pasemos a centrarnos
    en el caso de Venezuela. Nuestro país pudiera ser
    reconocido como el mayor productor de héroes
    uniformados
    en toda Latinoamérica. Bolívar, Páez, Sucre, son todos
    apellidos importantes dentro de la cultura
    uniformada de Latinoamérica, y todos nacieron en nuestra
    tierra
    venezolana. No es de sorprenderse que nuestra república
    se haya estrenado con uno de ellos como Presidente: José
    Antonio Páez.

    Comienza entonces la era del caudillismo, y la guerra
    entre liberales y conservadores que ocupa más de la
    mitad del siglo XIX y que solo tuvo su fin en el gobierno de
    "mano dura" de Juan Vicente Gómez, en donde
    también el uniforme, el orden y el progreso son los
    principales paradigmas
    de la sociedad
    política venezolana de entonces.

    Gómez convierte el caudillismo en algo
    académico y funda, por decirlo de alguna manera, el
    militarismo de manera formal en nuestro país al crear
    las Fuerzas Armadas Nacionales y la Academia Militar. Luego,
    hasta 1945, Venezuela estuvo gobernada por las Fuerzas Armadas,
    y aún hoy, ese pasado militar nos invade como una
    especie de conciencia,
    que no sabemos si es histórica o es moral, pero
    como conciencia al fin, se pasea por nuestras vidas como
    fantasmas,
    sin vida pero con contundencia.

    1945, es el año en el que la historia le da la
    oportunidad a los civiles de demostrar su poder de
    dirigir un país. Un país que solo conoce de
    uniformes y armas en sus
    directrices. El reto no fue fácil, y Acción Democrática (AD), en ese
    período de 1945 a 1948, pagó con creces su falta
    de experiencia, dejándose tomar por la ambición
    del poder y dando la excusa perfecta para la vuelta del
    uniforme a la presidencia. En este primer período, donde
    lo militar priva sobre lo civil, tenemos una primera parte que
    llamaremos la de "la primera oportunidad", podemos ver varias
    etapas en la relación civilismo-militarismo en el
    país:

    1. En primer lugar, la búsqueda del
      acercamiento entre Militares y Civiles manifestada en el
      consenso AD-Medina Angarita para la sucesión
      presidencial. Se manifiesta en este entonces de parte de
      Medina lo que sería la gran excusa presente aún
      en nuestros tiempos para no dar completa libertad
      política a la sociedad: El pueblo no está
      preparado.
    2. Luego del fracaso de este primer consenso, se arma
      un segundo consenso Militar-Civil en torno a la
      oportunidad para estos últimos. Los Militares
      descontentos derrocan a Medina y entregan el poder a
      Acción Democrática.
    3. Bajo la excusa del sectarismo de AD. Los militares
      hacen uso de una aparente obligación moral y derrocan
      a Rómulo Gallegos, tras el fracaso de un nuevo
      consenso entre Militares y Civiles en donde Gallegos
      mostró una soberbia extrema. Esta "obligación
      moral" de los Militares, derivada del mito del
      héroe uniformado dan una función contralora auto impuesta a las
      Fuerzas Armadas Nacionales, que luego de un descanso forzado
      producto
      del Pacto de Punto Fijo, resurge de nuevo con el segundo
      período de Carlos Andrés
      Pérez.

    El golpe a Rómulo Gallegos se traduce en una
    ruptura casi definitiva entre los militares y los civiles. La
    dictadura de
    Marcos Pérez Jiménez se caracteriza por una
    subordinación de lo civil ante lo militar. Los gastos del
    gobierno para las Fuerzas Armadas son los más elevados
    en toda la historia republicana, y solo son superados por los
    gastos de infraestructura, pilares del gobierno de entonces y
    bandera política para perpetuarse en el
    poder.

    Este afán de construcción se justifica en una
    corriente ideológica característica del
    régimen identificada con el Neopositivismo,
    versión modernizada del Positivismo de Gómez y
    que tuvo como principal ideólogo en este gobierno a
    Laureano
    Vallenilla Lanz.

    Comienza aquí lo que sería la
    "gestación del puntofijismo", la exclusión de lo
    civil practicada por el régimen Pérez Jimenista
    se traduce en la ilegalización de AD y del Partido
    Comunista de Venezuela (PCV). Otras organizaciones
    políticas civiles como el Comité
    de Organización Política Electoral
    Independiente (COPEI) y la Unión Republicana
    Democrática (URD), aunque no fueron en principio
    perseguidas y gozaron de legalidad,
    vieron disminuidas sus acciones y
    su importancia dentro del juego
    político del gobierno de Pérez
    Jiménez.

    Esto lleva a dichos partidos a formar una alianza que,
    junto con una parte de las FFAA, logran poner fin al gobierno
    perezjimenista y a lo que vamos a llamar la primera etapa de
    las relaciones entre militares y civiles.

    Podemos resumir esta segunda parte del período
    de lo militar sobre lo civil, que llamaremos "la
    exclusión civil total" de la siguiente forma:

    1. Luego del golpe a Gallegos y hasta los meses
      previos al 23 de enero de 1958, hay una ruptura bilateral
      entre las relaciones Militares-Civiles. Esto como
      consecuencia de las medidas tomadas por Pérez
      Jiménez para borrar y debilitar las fuerzas
      políticas civiles más fuertes de la
      época como AD y PCV.
    2. Un nuevo acercamiento se produce con las primeras
      reuniones de la Junta Patriótica con un sector de la
      Fuerza
      Armada descontenta con el régimen, al tomar este un
      carácter más personalista que militar. Este
      acercamiento si bien no se concreta de manera fehaciente, la
      similitud de sus objetivos
      dan la victoria a la causa común: derrocar a
      Pérez Jiménez.
    3. Luego del derrocamiento de Pérez
      Jiménez, los militares le dan otro "chance" a los
      civiles, y a pesar de formar una Junta de gobierno de
      naturaleza
      militar, llaman a elecciones libres. Llama la atención el carácter
      democrático que asumen las FFAA al permitir a los
      civiles participar en un proceso
      electoral libre, carácter afianzado con la renuncia de
      Carlos Delgado Chalbaud a la presidencia de la junta de
      gobierno para participar en los comicios en igualdad
      de condiciones que los candidatos civiles.

    Terminada esta primera etapa del militarismo en
    Venezuela, el triunfo de Rómulo Betancourt inaugura la
    etapa de la democracia
    representativa, que se inicia en 1958 y culmina en el
    año 2000 tras el fracaso del modelo
    creado tras la firma del Pacto de Punto fijo en 1958 y la
    refundación de la república realizada por
    Hugo
    Chávez Frías que da paso a la democracia
    participativa.

    El puntofijismo, o la etapa de la democracia
    representativa estuvo conformado por los primeros 34
    años de régimen democrático
    ininterrumpidos, y que dejó en su haber siete
    períodos presidenciales regidos de manera casi total por
    el Pacto firmado en 1958. Se instaura un régimen
    semi-presidencial donde la labor legislativa es realizada por
    un Congreso Nacional formado por dos cámaras (Diputados
    y Senadores), donde las labores ejecutivas se le dan al
    Gobierno y sus ministerios
    y las labores de equilibrio y
    justicia se
    le dan al Poder
    Judicial.

    A nivel militar, el pacto de punto fijo trajo consigo
    una exclusión total de la FFAA de los asuntos
    políticos del país. La Constitución sancionada en 1961, da marco
    legal a esta exclusión al dar carácter no
    beligerante a las FFAA y al otorgar de manera definitiva la
    comandancia en jefe de las FFAA al presidente de la
    república. La función contralora es tomada
    también por los civiles mediante los cargos de Fiscal y de
    Procurador de la República. Es prohibida en la
    constitución la candidatura militar a la presidencia,
    para poder optar al cargo, es preciso que el militar en
    cuestión renuncie a su uniforme y sea dado de baja.
    Estas disposiciones dan la base a un gobierno civil duradero y
    más o menos estable, pero que implosiona al no poder en
    un momento dado justificar su existencia en las condiciones en
    las que se había formado. Dicha implosión ocurre
    a raíz de los intentos de golpe del 4 de febrero y del
    27 de Noviembre de 1992.

    Tenemos un segundo período donde lo civil priva
    sobre lo militar, en el cual tenemos una primera parte que
    llamaremos de la "exclusión puntofijista" y que en
    resumen se compone de la siguiente forma:

    1. Tras la caída de Pérez
      Jiménez, y raíz del temor a volver a los
      regímenes militares, e incluso con la experiencia del
      trienio adeco a cuestas, se firma el Pacto de Punto Fijo. Lo
      militar pasa a segundo plano, y se subordina al poder civil.
      Llevar a la práctica este modelo no fue tarea
      fácil y los dos primeros gobiernos, los de Betancourt
      y Leoni, tuvieron que enfrentar rebeliones a nivel militar y
      a nivel paramilitar o guerrillero. Las bases del poder civil:
      No beligerancia y no opción a candidatura presidencial
      de los integrantes de las FFAA.
    2. Superados los brotes de insurrección, y en
      pleno ejercicio del pato de punto fijo, ocurre un
      fenómeno muy interesante y de obligatorio análisis: Si bien lo militar no se
      inmiscuía en lo civil, lo contrario marcó la
      pauta en las subsiguientes relaciones militarismo-civilismo.
      Lo militar se ve invadido por lo civil en cuanto a la
      búsqueda del poder, representado en el cargo del
      Ministro de la Defensa, especie de trampolín a la vida
      política y a la vez meta final en la carrera militar.
      Esto trae como consecuencia que los ascensos en las FFAA se
      vean manchados de tinte político, lo que obliga a los
      militares de carrera a buscar nexos políticos en pro
      de su superación profesional-militar.
    3. La estabilidad se fractura: Luego de 30 años
      de poderío civil ininterrumpido, llega el intento de
      golpe del 4 de febrero. El sistema
      entra en shock y se replantea el objetivo
      de la revisión del modelo, el replanteamiento de los
      esquemas que ya se encuentran debilitados, muestra de
      ello es el apoyo popular post-golpe a la figura de Hugo
      Chávez Frías, y esto unido al bajo perfil de
      Carlos Andrés Pérez y al protagonismo de su
      ministro de defensa Enrique Ochoa Antich dan la estocada
      final para la vuelta al mito del héroe uniformado.
      Nuevamente la tesis de
      la labor contralora de la FFAA vuelve al tapete y se ubica en
      el top of mind de la sociedad venezolana de a
      pie.

    Luego del fracaso definitivo del sistema traducido en
    la separación a la fuerza de CAP del cargo máximo
    de la nación, Rafael Caldera logra asimilar el
    sentimiento de alarma nacional a su favor, se separa de COPEI y
    se lanza a la exitosa carrera presidencial por medio del apoyo
    de diversos partidos pequeños. Comienza la segunda parte
    de esta segunda etapa en las relaciones
    civilismo-militarismo.

    Esta segunda etapa puede analizarse como una vuelta al
    protagonismo de las FFAA en la vida política. El
    gobierno de Caldera estuvo signado por la amenaza de la
    rebelión civil o militar. Una vez indultado,
    Chávez se lanza a una carrera por conglomerar la
    popularidad que luego le da el triunfo electoral de 1998. Una
    vez en el poder, Chávez refunda la república,
    promueve una Asamblea Constituyente que da como fruto una nueva
    carta magna,
    que en sus artículos otorga derechos civiles a los
    militares negados durante el puntofijismo.

    La democracia participativa comienza sus andanzas con
    una Fuerza Armada unida, beligerante y con derecho al voto.
    Aún conserva la limitante a optar por el máximo
    cargo de la nación. Se establece entonces una especie
    de equilibrio entre el poder civil y el poder militar que
    marca el inicio
    de la segunda parte del periodo donde lo civil priva sobre lo
    militar y que llamaremos por lo pronto la etapa de la
    "búsqueda de equilibrio".

    1. Caldera gobierna bajo el temor del golpe a cuestas.
      El pacto de punto fijo, justificándose a si mismo da
      al traste con un gobierno que pudo haber sido exitoso.
      Caldera culmina su mandato y da final al puntofijismo
      traspasando la banda a un militar dado de baja: Hugo
      Chávez Frías.
    2. Chávez estrena su cargo llamando a una
      Asamblea Constituyente. Refunda la república y otorga
      derechos civiles con jerarquía constitucional a los
      militares. Bajo la imagen de un
      gobierno de mano dura consigue su triunfo. Nuevamente gana el
      héroe uniformado.
    3. Chávez es relegitimado para el primer
      período presidencial de la V república. Desde
      el año 2000 hasta el año 2006. Comienza una
      nueva etapa de equilibrio entre lo civil y lo militar que
      aún está por mostrar sus características
      y sus consecuencias en la vida nacional.

    Conclusiones

    Podemos concluir que las relaciones entre lo civil y
    lo militar se clasifican de la siguiente forma:

    1era etapa (1945-1958): Lo militar priva
    sobre lo civil. Conformada por dos sub etapas: "La primera
    oportunidad (1945-1948)" y que comprende el período del
    trienio adeco y la de "La exclusión civil total
    (1948-1958)" representada por las acciones del gobierno de
    Marcos Pérez Jiménez.

    2da etapa (1958-1993): Lo civil priva
    sobre lo militar. Conformada por dos sub etapas: "La
    exclusión puntofijista (1958-1992)" representada en el
    modelo impuesto por el
    Pacto de Punto fijo y que concuerda con la etapa de la
    Democracia representativa y una etapa de "Búsqueda de
    equilibrio (1992- actual)" que está representada por el
    gobierno de Hugo Chávez, la V república y la
    instauración de la democracia participativa. Esta
    última etapa aún prosigue en nuestra época
    y puede sufrir cambios en su definición en la medida en
    que el equilibrio que pretende Chávez se vaya
    estabilizando o no.

    Como podemos ver, el militarismo es una herencia que
    difícilmente podremos superar. En todo caso, lo
    importante en cuanto a Venezuela no es el ejercicio del poder
    por un uniforme o un traje, mucho menos en una cultura como la
    latinoamericana libre de guerras verdaderamente importantes y
    con una Fuerza Militar sin trabajo. Lo
    importante es que los gobernadores tengan conciencia moral e
    histórica de sus acciones, y que la sociedad civil
    de a pie no haga lo menos y asuma ella la función
    contralora de la república. Las condiciones hoy
    más que nunca están dadas. Solo falta que
    asumamos el reto.

    Yimmi Castillo

    TSU Mercadotecnia. 3º semestre de Comunicación
    Social. UCV.

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