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Los valores en la negociación de conflictos y la cultura de la paz




Enviado por juankplus



    1. Definición de
      conflicto
    2. Verdades sobre el
      conflicto
    3. Conflicto y
      violencia
    4. Y qué es la
      paz
    5. El aprendizaje de los
      valores
    6. La educación en valores y
      la cultura de la paz: Hacia una nueva conciencia
      social
    7. Los valores en la
      construcción de la cultura de la paz: algunos ejemplos
      concretos
    8. A manera de
      conclusión
    9. Referencias
      bibliográficas

    Introducción

    Para nadie es un secreto que la nuestra es una sociedad
    violenta.

    Aunque nos encontramos en una época de alto
    desarrollo
    tecnológico, con sistemas de
    comunicación en tiempo real y
    sin fronteras, que supondrían un esquema de pensamiento
    casi tan evolucionado como los mismos cachivaches que nos
    llevamos al oído, es
    claro que las personas no hemos aprendido a resolver (se prefiere
    usar la palabra negociar) los conflictos de una manera
    constructiva, justa y no-violenta. Muchos vemos en el conflicto un
    fenómeno negativo que debemos evitar. Es probable que tal
    posición esté motivada por la imagen que a
    diario nos ofrecen los medios sobre
    las formas (guerra,
    violencia y
    muerte) en que
    se resuelven las distintas situaciones
    problemáticas.

    Así entonces, cada vez que conocemos sobre
    desacuerdos entre sectores sindicales y el gobierno,
    contrariedades entre los miembros de distintos movimientos
    religiosos, discrepancias entre gobernantes y entre partidos
    políticos, etc., asumimos que tales sucesos no
    tendrán un "final feliz" y en esta misma línea de
    pensamiento igualamos el conflicto con algo malo, algo que
    sencillamente no debería ocurrir.

    En este ensayo se
    pretende dar algunos elementos que muestran la "naturalidad" del
    conflicto en nuestra sociedad, y definir que lo negativo de los
    conflictos no son ellos en sí mismos sino la forma de
    resolverlos. Inicialmente se definen algunos elementos de lo que
    es el conflicto, para exponer después el importante papel
    que desempeñan los valores en
    su proceso de
    negociación, y la importancia de fomentar la educación en
    valores como única alternativa válida y definitiva
    para construir la llamada "cultura de la paz", expresión
    ésta que en nuestro país hemos asociado
    únicamente a la posibilidad de que cesen las hostilidades
    y los enfrentamientos armados.

    El ensayo girará en torno a la idea
    de que el conflicto es algo vivo, que seguirá su curso a
    pesar de nuestra huida o precisamente a causa de ella, pero que a
    través de una postura cimentada en los valores influiremos
    o determinaremos las consecuencias para nosotros de esta dinámica del conflicto.

    Definición de conflicto

    El conflicto es un tipo de enfrentamiento en que cada
    una de las partes trata de ganar.(1) Aparece en todos
    los órdenes de las relaciones
    humanas: entre esposos, entre padres e hijos, educadores y
    alumnos, entre gremios, partidos
    políticos, entre países, porque es parte
    inseparable de la acción
    del ser humano; no obstante es mal interpretado y provoca
    actitudes que
    a su vez generan nuevos conflictos y situaciones de
    resquebrajamiento de las relaciones.

    Entenderíamos mejor el concepto de
    conflicto si lo equiparáramos a una pregunta que surge en
    medio de cualquier proceso y que requiere respuesta. La pregunta
    está ahí, pero la respuesta que demos a la misma
    fijará el curso de los acontecimientos vinculados a esa
    pregunta. Ahora bien, en la realidad esto no resulta tan sencillo
    porque nuestras respuestas son constantemente modificadas por
    aspectos tan simples como los cambios en el estado de
    ánimo o las motivaciones, pero lo que parece claro es que
    el deseo de resolver esas inquietudes o conflictos permanece
    inmutable. De otro lado, cuando se mira en la tradición y
    en la historia, se
    hace evidente que en general hemos sido educados para el manejo
    violento del conflicto.

    Verdades sobre el conflicto

    El conflicto es inevitable, surge porque estamos
    involucrados en las vidas de las personas, sus trabajos, sus
    familias, su orgullo y autoconcepto, su sentido de
    propósito y misión.
    Ahora bien, el conflicto sí puede ser minimizado o
    recanalizado, de manera que aporte todo lo positivo que tenga
    para el aprendizaje y
    desarrollo de la persona
    humana.

    El conflicto tiene sus raíces en una
    comunicación pobre, en la falta de apertura y la
    desconfianza entre las personas. Los estudios sobre factores
    generadores de conflicto han tenido su mayor desarrollo en las
    empresas, por
    ser ambientes fácilmente controlables para
    propósitos de investigación. De esto se sabe, por
    ejemplo, que la búsqueda del poder, los
    cambios en las estructuras
    organizacionales y la falta de liderato o la
    insatisfacción por el estilo de liderato generan
    conflictos que condicionan el rendimiento de los empleados en las
    compañías.

    Conflicto y
    violencia

    La violencia es el uso directo u oculto de la fuerza como
    medio para resolver el conflicto. Estrictamente hablando la
    violencia no es una fuerza sino el abuso de la
    fuerza(1). Es apenas una de las tantas formas en que
    se manifiesta el conflicto, pero éste puede mostrarse en
    toda una gama de actitudes que sirven como indicadores
    del conflicto: el lenguaje
    corporal, las palabras empleadas y el tono de la voz usados para
    exponer una idea, la retención de información y el "encerramiento", o su
    contrapartida: ventilar información reservada a
    través de los medios de
    comunicación; los desacuerdos con los sistemas de
    valores, el aumento en la falta de respeto, la falta
    de objetivos
    claros, la negativa a efectuar evaluaciones o valoraciones de una
    determinada actitud, etc.,
    etc.

    Toda la historia de la humanidad está llena de
    conflictos y guerras, y
    muchos autores, especializados en temas de cultura y evolución de las civilizaciones, indican
    que de no ser por estos factores la sociedad nunca se
    habría desarrollado. Algunos han intentado explicar el uso
    de la violencia en la resolución de nuestros conflictos
    aplicando algo de teoría
    psicoanalítica, y dicen por ejemplo, que es simplemente
    una manifestación más de la desazón
    producida por el desequilibrio social, la injusticia, la falta de
    gobernabilidad, la incertidumbre por el futuro de la nación,
    etc. Aparecen entonces los correspondientes contradictores a este
    análisis diciendo que no explica nada
    puesto que hay otras naciones y países que experimentan
    condiciones socioeconómicas mucho más adversas y
    sin embargo no exhiben los niveles de expresión de la
    violencia que caracterizan nuestra cotidianidad.

    Es probable que los anteriores planteamientos sean
    ciertos pero da lugar a una interpretación pesimista, también
    propuesta por otros ensayistas, de que siempre viviremos en
    guerra y que nada de lo que hagamos por mejorar en la
    resolución de los conflictos y la búsqueda de la
    paz será verdaderamente efectivo, puesto que la actitud
    violenta es propia del ser humano. Sustentan su posición
    en que en la gran mayoría de los casos nuestra alternativa
    personal para
    resolver un conflicto es la violencia y la
    imposición.

    Aceptan que la fuerza es el recurso, último o
    habitual, cuando está interiorizada como parte de la
    cultura propia y del modo de obrar para obtener la
    razón(1)
    , y de esta forma se continua dando
    ejemplo para perpetuar el mismo mecanismo de resolución de
    conflictos, la fuerza, de forma que se está construyendo
    una sociedad violenta y en permanente amenaza, siempre en nombre
    de la razón y la verdad.

    Hay que asumir el conflicto como un hecho natural de las
    relaciones sociales, cuya resolución no puede ser mediante
    la violencia, puesto que estaríamos alimentando
    permanentemente una sociedad violenta y respaldando así
    los planteamientos de los pensadores que cité en la
    Introducción de este ensayo. Tampoco
    podemos olvidar que en el fondo de la violencia están las
    desigualdades económicas y la pobreza, los
    obstáculos a las posibilidades de desarrollo, los
    gobiernos autoritarios, la exclusión por razón de
    sexo, cultura
    o color de piel, etc., y
    que la solución de estos problemas
    sociales y económicos a todas las escalas es
    prioritario para que se pueda "eliminar la violencia" y construir
    la paz.

    Y
    qué es la paz

    Creer que la paz es sólo la ausencia de guerra
    constituye una concepción muy frágil y negativa
    porque tal explicación indica que parte desde una cultura
    de violencia.

    La paz es una forma de interpretar las relaciones
    sociales y de resolver los conflictos que la misma diversidad de
    la sociedad hace inevitables. Como lo he mencionado en este
    ensayo al hablar de los conflictos, no nos referimos tan
    sólo al conflicto armado o bélico, sino
    también a la oposición de intereses entre personas
    y las diferentes formas de entender el mundo.

    La paz es un estado
    dinámico de toda comunidad en la
    búsqueda de una sociedad más justa, donde los
    mecanismos para resolver los conflictos deberían ser los
    propios de las capacidades que la inteligencia
    humana nos permite, como la
    comunicación, el diálogo y
    la cooperación. Estas facultades, consideradas las
    básicas de una cultura de la paz, deberían ser
    aplicadas en todas las escalas y ámbitos de la sociedad:
    el interior de las familias, los procesos en
    las empresas, en la política, a nivel
    local e internacional.

    Podría pensarse que la resolución de los
    conflictos de esta forma es una utopía, en tanto que no se
    ha alcanzado y aun falta mucho para que llegue a ser. Pero esto
    no obliga seguir aceptando una sociedad violenta, pues quien se
    rinde, aceptando que es una utopía, está adoptando
    la sinrazón de la violencia, impidiendo cualquier
    posibilidad de solución pacífica.

    Lo que es cierto es que la inmensa mayoría de las
    personas considera deseable esta utopía y quieren caminar
    en esta dirección considerando negativo cualquier
    paso en sentido contrario. Por esto, la paz también es un
    punto de referencia para caminar, y responde a un modelo de
    convivencia y desarrollo
    sostenible en el futuro.

    Sería interesante ver también que resulta
    una verdadera utopía y necedad pensar, que con una cultura
    de la violencia como la reinante en la actualidad, la humanidad
    puede progresar y legar a que las futuras generaciones los
    elementos y condiciones para un futuro mejor que el nuestro, como
    sería nuestra responsabilidad.

    El aprendizaje de
    los valores

    Palabras como valor, virtud,
    valoración, hacen parte importante de nuestro actual
    vocabulario. Se calcula que hay aproximadamente once millones de
    páginas en la Internet relativas a estos
    temas, escritas en todos los idiomas(1).

    Aprender un valor significa que uno es capaz de regular
    su comportamiento
    según la norma que dicho valor estipula; es modelar la
    actitud para poder comportarse de una determinada manera ante
    diferentes sucesos, objetos, o personas. Implica además
    verificar que esos valores sean bien aprendidos recurriendo a la
    evaluación: una manera de determinar en
    qué medida los valores y las actitudes que se quieren
    promover están siendo incorporados en la conducta; pero
    más que hacer una cuantificación debe buscarse
    investigar el progreso de la acción educativa y su
    incidencia en el desarrollo y construcción moral de la
    persona que aprende el valor. Aristóteles observó que la virtud es
    un hábito o manera de ser, pero ese hábito no se
    adquiere mediante el estudio sistemático de las doctrinas
    de la ética;
    sino mediante el sometimiento perseverante a la disciplina de
    una educación moral.

    Educar en valores, entraña, necesariamente,
    educar en la dignidad
    humana […] La persona humana es digna en sí misma,
    digna de respeto y cariño, digna de comprensión y
    exigencia(2).

    La
    educación en valores y la cultura de la paz: Hacia una
    nueva conciencia
    social

    La paz empieza por rechazar la violencia como forma de
    resolver los conflictos. No es fácil: en nosotros
    está muy profundizada esta cultura de la guerra y la
    violencia, consideramos que la guerra es injusta y
    dramática pero a la vez la consideramos inevitable en
    muchos casos. Hay que empezar por hacer una
    interiorización cultural de la paz, considerar otros
    modelos de
    negociación de conflictos, buscar alternativas de
    conciliación. La construcción de una cultura de la
    paz es un lento proceso que va de la mano con el cambio de
    mentalidad individual y colectiva.

    En este paso hacia una nueva mentalidad la
    educación es fundamental. Sólo la formación
    en valores de los futuros ciudadanos permitirá una
    evolución del pensamiento social. Como cualquier cambio
    evolutivo es lento, pero tiene un carácter más irreversible […]
    y aquí la escuela ayuda con
    la construcción de nuevas formas de pensamiento y de
    pensar (1).

    La educación formal en valores no es suficiente
    para que estos cambios se operen en profundidad: la
    construcción de la cultura de la paz, debe venir desde los
    medios de
    comunicación, desde la familia y
    las empresas, desde los campos y los cuarteles, desde las
    organizaciones
    no gubernamentales y las asociaciones ciudadanas, desde el
    gobierno, etc. Hay que formar una conciencia colectiva sobre la
    necesidad de la paz que esté tan enraizada en la sociedad
    y con tanta fuerza que no deje lugar a la violencia.

    Pero obviamente que a la par con la educación y
    el cultivo de los valores para la paz habrá que trabajar,
    no sólo desde los entes administrativos, sino el Estado en
    general, para ir fortaleciendo los factores y condicionantes que
    faciliten esa búsqueda de la paz: eliminando las
    situaciones de injusticia, buscando una distribución más equitativa de la
    riqueza y los recursos,
    asegurando el derecho a la educación en igualdad de
    condiciones, etc., es, en resumidas cuentas, asumir
    una nueva cultura de administrar el poder, más que
    simplemente cambiar las estructuras políticas,
    económicas y sociales.

    Enseñar, instruir, formar, adiestrar, capacitar
    (los sinónimos son incontables) para la paz es una forma
    especial de educar en valores, porque cuando educamos estamos
    transmitiendo, consciente o inconscientemente una escala de
    valores. Conscientemente estamos ayudando a construir unas
    actitudes determinadas como la justicia, la
    cooperación, el respeto, la libertad, la
    actitud crítica, la solidaridad, la
    autonomía, el compromiso, la participación, el
    dialogo. Pero
    además, inconscientemente, estamos cuestionando valores
    que son contrarios a la paz: intolerancia, discriminación, violencia, y muchos
    más.

    Educar para la paz no es inhibir la iniciativa y el
    interés
    sino encauzar la actividad y el espíritu combativo hacia
    la consecución de resultados útiles a la sociedad.
    Representa proporcionar alternativas que favorezcan la autoestima
    como base de las relaciones personales y sociales, para que se
    fortalezcan la comunicación, la convivencia, el deseo de
    participar en actos y celebraciones relacionados con la paz y
    fomentar ambientes democráticos en las aulas, en los
    parques, en los campos, en la mesa familiar, etc. Educar para la
    paz es ayudar a superar el miedo de expresar las propias
    opiniones y de controvertir las ajenas para así facilitar
    el trabajo en
    grupo, poder
    dar soluciones a
    grandes problemas o
    simplemente disfrutar una sencilla conversación entre
    amigos.

    Los
    valores en la construcción de la cultura de la paz:
    algunos ejemplos concretos

    El valor de la autoestima como proyecto para
    equilibrar las bases del poder.

    El desarrollo del propio auto-concepto y el de los
    demás, sirve para ir descubriendo, valorando y proyectando
    todas las potencialidades (talentos, aptitudes, etc., etc.) que
    tenemos. Así podemos reconocer las bases de nuestro propio
    poder para saber, en caso de enfrentarnos al conflicto,
    qué recursos tenemos y equilibrar las fuerzas de manera
    que sea posible negociar satisfactoriamente. Los sicólogos
    han desarrollado todo un mostrario de juegos y
    actividades lúdicas que permiten interiorizar el cultivo
    del valor de la autoestima y su aplicación en la
    resolución de conflictos.

    El valor de la cooperación como proyecto de
    solución de conflictos.

    Entender que la cooperación puede permitir el
    enriquecimiento mutuo asegura que los espíritus, las
    motivaciones y las manos se unan por una causa común, y
    por tanto nos ayuda a descubrir los valores del otro, como
    alguien con el que puedo asociarme y colaborar. Sirve para
    aprender a valorar en el otro la diferencia de pensamiento y la
    riqueza emanada de tal diferencia y verlo más como un
    aliado con quien intercambiar puntos de vista y expectativas que
    como un obstáculo para mis planes o potencial
    enemigo.

    El valor de la comunicación para la toma de
    decisiones

    Aprender a desarrollar una verdadera comunicación
    efectiva posibilita el que dialoguemos y escuchemos de una manera
    activa. En el manejo de las situaciones de conflicto el
    diálogo es fundamental, porque no sólo nos nos
    permite transmitir las ideas, sino también las emociones y
    sentimientos presentes en todo conflicto. Con "juego abierto
    sobre la mesa" usando palabras de tahúres, es más
    fácil tomar decisiones que recojan el consenso de los
    interesados, de una manera igualitaria y participativa, sin
    miramientos o prejuicios por las creencias particulares, sin
    actitudes sexistas o autoritarias. Como todo, para aprenderlo hay
    que ponerlo en práctica, y esto supone ceder terrenos de
    responsabilidad, de poder y dar espacios para tomar
    decisiones.

    El valor de la tolerancia en el
    manejo de los conflictos.

    Desde el punto de vista de la tolerancia encontramos que
    el conflicto es beneficioso por dos razones: Primero, aprendemos
    a considerar la diversidad y la diferencia como valores que nos
    llevan a buscar en la cooperación y la solidaridad
    posibilidades de crecimiento y enriquecimiento mutuo. La segunda
    razón consiste en que sólo cuando "entramos en
    conflicto" con las personas y con la realidad, la sociedad puede
    avanzar hacia mejores modelos. Bajo esta perspectiva el conflicto
    se convierte en esa "palanca", de la que hablaba Arquímedes, para transformar el
    mundo.

    A
    manera de conclusión

    Si bien el conflicto es potencialmente constructivo o
    destructivo, porque como ya se ha dicho más adelante en
    este ensayo, no es negativo en sí mismo, si se falla en la
    aproximación a la situación conflictiva puede
    llegar un momento en que sea muy difícil manejarlo.
    Así entonces, se volverá destructivo cuando se le
    da más atención a la situación
    problemática sin mirar las circunstancias del hecho como
    tal; cuando socava la moral o la
    auto-percepción
    destruyendo la autoestima; cuando polariza a la gente, aumentando
    y agudizando las diferencias y reduciendo la cooperación y
    cuando conduce a comportamientos irresponsables como insultos y
    peleas.

    La educación en valores para la
    negociación y resolución
    de conflictos debe proporcionar los elementos necesarios para
    buscar la clarificación de problemas importantes donde
    involucre sanamente a las personas en una solución, que
    conduzca a una comunicación y cooperación
    más auténticas, y así mismo libere las
    emociones, el estrés y
    la ansiedad, lo que facilitará el desarrollo de nuevos
    entendimientos y nuevas destrezas.

    "Del micro-análisis al microanálisis". Si
    desde la educación para la paz aprendemos a ver el
    conflicto como algo positivo e ineludible, que debe ser centro de
    nuestra labor, seremos capaces de desenvolvernos mejor en
    nuestras relaciones
    interpersonales, intragrupales, etc., y aprenderemos a
    entender los conflictos internacionales y mundiales.

    Referencias
    bibliográficas

    FERNANDO, Alfonso. Educando para la Paz: nuevas
    propuestas. Seminario de
    Estudios sobre la paz y los conflictos. Universidad de
    Granada. 1994

    HOSPITAL PABLO TOBÓN URIBE, Antología de
    los valores y del crecimiento humano, Colección especial
    de "Serie Antologías", varios autores, Ediciones Gráficas Ltda. 1998

    SEMINARIO DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ. Educar para
    la paz. Una propuesta posible. Ed. Catarata. Madrid.
    1994

    HECHOS DE PAZ, página del gobierno

    http://www.nuestracolombia.org.co/index.htm

    DIÁLOGO Y DEMOCRACIA:
    CAMINO DE SALIDA. Jonan Fernández, Papeles de Cuestiones
    Internacionales, nº 61, 1997 El proceso de paz en
    Euzkadi.

    http://www.edualter.org/material/euskadi/jonan.htm

    Juan Carlos Piedrahíta Cardona

    Estudiante de primer semestre de medicina

    U.P.B

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