- Problemas básicos de la
adolescencia - Adolescente
hoy - Los números de la
abulia - Desorientación
Vocacional - La escuela y el
adolescente - Contradicciones entre las
características de la escuela media y la etapa
adolescente - Educación estatal y
privada - Articulación entre los
sectores y niveles - Resultado de las encuestas
realizadas en un colegio de gestión
estatal - Resultado de las encuestas
realizadas en un colegio de gestión
privada - Conclusión
- Carta de un hijo a todos los
padres del mundo - Bibliografía
consultada
Teniendo en cuenta la riqueza de matices que presenta la
etapa adolescente y el considerable cambio que ha
sufrido el entorno en el cual está se desarrolla,
realizaremos un análisis de este tema partiendo de la
siguiente hipótesis:
"El nivel socio-económico de los alumnos
condiciona la representación que el docente tiene del
adolescente".
Para dicho análisis se efectuaran encuestas a
docentes de
distintas instituciones
(publicas y privadas), se indagará sobre las
representaciones que estos tienen acerca del adolescente de hoy y
si estas características se cumplen en las instituciones
de destino. Posteriormente se compararán los resultados
obtenidos para confirmar o no la hipótesis
planteada.
Esta comparación se sustentará a su vez en
un marco
teórico, el cual hará referencia a las
características propias de la etapa
adolescente.
"Para decirlo brevemente, lo antiguo entra en lo nuevo
con la significación que lo nuevo le da y no
podría entrar en lo nuevo de otra manera."
C. Castoriadis
Los medios de
comunicación suelen presentar a nuestros adolescentes a
través de arquetipos.
Entre aros y tatuajes, entre curiosos peinados y horarios que
sorprenden, entre cifras y escenas alarmantes, los vemos llegar,
con su andar desgarbado y desafiante, como justos portadores del
rótulo de juventud
perdida.
Sin embargo, no debemos aceptar tan rápidamente estas
imágenes. Debemos, al menos, interpelarlas,
dudar de ellas, cuestionarlas. Porque el trabajo
cotidiano en las aulas también dicta otras cosas.
Nuestra experiencia dice que nuestros adolescentes pueden
ser:
- curiosos (saben indagar muy profundamente en los temas que
los convocan); - desafiantes (en el sentido de no conformistas);
- sensibles (tienen una percepción especial, a veces
increíble); - solidarios (la solidaridad es
uno de sus valores
más afirmados); - críticos (aunque a veces en exceso, no aceptan con
facilidad lo evidente); - talentosos (con frecuencia nos sorprenden con sus saberes y
habilidades: el arte, la
tecnología, los idiomas, son sólo
algunos ejemplos); - vitales (desbordan de energía);
- leales (fieles a sus adhesiones, la lealtad es otro de sus
principales valores); - cuestionadores (en la línea de interrogar lo que se
les presenta, saben preguntar y no toman rápidamente
cualquier respuesta); - creativos (originales en sus apreciaciones y aportes).
Según el diccionario,
adolecer es caer enfermo o padecer una dolencia
habitual.
Debemos preguntarnos, entonces, en la línea de la
aún no superada polémica innato – adquirido,
cuánto de aquello de lo que adolece un
adolescente es aportado por el contexto.
Por el orden social, por un mundo mal organizado, injustamente
administrado; caótico, sin un rumbo cierto pero creyendo
que lo tiene.
Cuánto de lo que un adolescente padece es un
sobreagregado social, más allá de los avatares
propios e innegables del crecimiento, de los sacudones de
la pubertad, del
devenir de la Naturaleza.
Cuánto del contexto hace al texto adolescente.
Cuánto, en definitiva, de lo que vemos, en esas
imágenes producidas por los medios, no es
más que lo proyectado por el propio colectivo social.
Y como ocurre que la manera de nombrar las cosas no es casual
y sin consecuencias, hablemos, entonces, de jóvenes
mejor que de adolescentes. Empezaremos, así, a
poner el acento en lo nuevo. En la novedad del cambio.
En esta línea, se vuelve relevante la tarea de la
escuela, que
enfrentará, de este modo, el desafío de ser un
lugar facilitador de la creación, habilitador y liberador
de potencialidades.
Un lugar vivible, versión de un mundo posible
diferente. Mediador, que no trabaje con adolescentes, ni
con alumnos (etimológicamente, alumno es
el que carece de luz), sino que sea capaz de
acompañar a jóvenes inteligentes, en el sentido
más amplio y potente del término.
Y esto, sin demora y a cada paso. Porque de nuestros
jóvenes no es sólo el porvenir. También les
pertenece el presente.
Es importante recordar las grandes crisis
evolutivas por las que transcurre el ser humano hasta llegar a su
etapa adulta:
- el nacimiento: crisis de "desadaptación y
adaptación" en la que predomina el aspecto
biológico. - alrededor de los tres años de vida:
predominantemente psicológica caracterizada por el
descubrimiento del yo como entidad separada y diferenciada del
medio que lo rodea. - alrededor de los seis o siete años:
predominantemente social. En esta etapa se produce la
definitiva introducción del niño al marco
cultural. Debe incorporar conductas, formas de sentir, usos,
costumbres, inclusive hoy en día en determinados
estratos socio-económicos debe participar de los
esfuerzos para satisfacer sus necesidades de subsistencia. - pubertad y adolescencia: es la última y se
extiende hasta alcanzar la adultez. Su carácter es biológico,
psicológico y social.
Problemas básicos de la adolescencia:
Desde el punto de vista biológico, la pubertad implica
la aparición de caracteres sexuales y la
trasformación somática que ello implica. La
consecuencia de esto es que el adolescente debe descubrir
paulatinamente su cuerpo, para él nuevo casi en su
totalidad, que lo acompañará y diferenciará
del otro por el resto de su vida. Descubre también su
sexo, el sexo
contrario, la fisiología y el apetito sexual.
Desde el punto de vista psicológico el adolescente debe
efectuar un nuevo descubrimiento de sí mismo. A los tres
años se diferenció de su contexto, en la
adolescencia debe buscar su identidad: saber quién es,
cómo es, cuál es su papel en el mundo. En la
búsqueda de esta identidad
podemos encontrar el secreto de las oscilaciones, cambios o
exageraciones en las que suelen incurrir los adolescentes.
En la búsqueda de su propia identidad también
descubre la alteridad, es decir la presencia de otro que
es diferente a él. Pero no debe quedarse sólo en el
paso de reconocer su existencia, debido a que en su vida adulta
deberá convivir con ese otro.
La adolescencia es un proceso de
tránsito, es un período de transición, un
recorrido que realiza todo ser humano desde la niñez hasta
llegar a la juventud, tomada como el inicio de la vida adulta.
Durante este período el ser humano debe asumir como propio
el patrimonio
cultural heredado. En etapas anteriores el patrimonio cultural se
le presenta al niño como algo externo a él que no
puede modificar ni cuestionar. Es durante la adolescencia que el
ser humano alcanza la libertad
necesaria que le permite negar, rechazar, cuestionar y aceptar
este patrimonio cultural que le fue heredado.
Este proceso se une a otro no menos complejo: el
desgarramiento familiar. Hasta este momento el niño
vivía con su familia original;
a partir de ahora se transforma en independiente, y en poco
tiempo
más capaz de construir su propia familia, en la cual se
convertirá en padre o madre afrontando las
responsabilidades y obligaciones
que ello implica. Debe necesariamente alcanzar la independencia,
madurez, capacidad psicológica y social definitiva del
adulto; ser capaz de afrontar sus problemas, de
buscarles solución y a su vez de servir de cabecera o
apoyo a los nuevos seres que de él dependerán en un
futuro, material o espiritualmente.
Para ello el niño protegido y cuidado integralmente por
su medio familiar debe comenzar a transitar un largo
período de superación y desprendimiento de ese
medio a fin de alcanzar la adultez con plenitud, siendo capaz de
desempeñar cabalmente sus papeles profesionales, sociales
y familiares,
Este proceso de desgarramiento familiar se combina con el
cuestionamiento del patrimonio cultural adquirido, constituyendo
ambos la columna vertebral de la problemática adolescente
desde el punto de vista social y educativo.
Estos procesos de
búsqueda de identidad explican la búsqueda de
modelos en los
cuales apoyarse a fin de reconocerse a sí mismo, encontrar
su destino y afirmar su patrimonio cultural. Es por ello que los
adolescentes, a pesar de su agresividad exterior en algunos casos
o de su aparente soberbia intelectual, pedantería o
crítica
despiadada hacia el marco familiar, son presa fácil para
los promulgadores de cualquier ideología que les ofrezcan una
explicación simple y omnicomprensiva de cuanto sucede a su
alrededor unida a una imagen de
fortaleza interior y apoyo irrestricto que se vincule con su
figura, no hace más que brindarle todo lo que el
adolescente estaba buscando y no encontraba.
Numerosos estudios han demostrado que los adolescentes en el
paso de la vida dependiente a la independiente, para poder llegar a
ser adultos necesitar sentir la presencia de límites.
Necesitan pelear en contra de las creencias y los mandatos de
otros para dilucidar que es lo que piensan y lo que creen.
La
comunicación entre adultos y adolescentes está
íntimamente relacionada con los límites.
Es importante poder pensar al adolescente en tanto sujeto
situado en un tiempo histórico determinado. En este
sentido el adolescente hoy se encuentra atravesado por la
cultura de la
postmodernidad.
La cultura de la postmodernidad es una época del
desencanto, del fin de las utopías, de la ausencia de los
grandes proyectos que
descansaban en la idea del progreso. Expresiones tales como
"reciclaje",
"relax", "consumo",
"imagen", "zapping" son propias de esta época.
Esta época se caracteriza por la existencia de una
cultura de la imagen donde la multiplicación de la misma
produce "saturación" y "provoca impacto para orientar una
conducta que se
reforzará con nuevas imágenes", "collage
electrónico" con división, simultaneidad y
fragmentación de la narración en planos y
significados, simulación
de escenas, fusión,
superposición, ausencia de palabras: mundo hipermediado
que genera nuevas estructuras
para la recepción y adquisición cognitiva.
Época en la que se acentúa el individualismo
acompañado por una ausencia de trascendencia, ya no solo
en el sentido religioso sino la trascendencia orientada hacia un
ideal.
Época en la que se exalta el cuerpo, exaltación
acompañada de los sentidos y de
un hedonismo que termina conspirando contra la salud.
Época en la que el consumo define el ser: "soy lo que
tengo".
Época en la que triunfa el libre despliegue de la
personalidad íntima, con el derecho a la
expresión sin límites.
Época en la que se propone a la adolescencia como
modelo social
y a partir de ello se "adolescentiza" a la sociedad
misma.
En este escenario, descripto someramente, está el
adolescente de hoy y también el adulto.
La adolescencia hoy tiende a prolongarse en el tiempo y no es
vivida como "tránsito a". El estado de
adolescencia se prolonga según las proyecciones que los
jóvenes reciben de los adultos y de la sociedad toda.
Entonces se torna imprescindible que reflexionemos y analicemos
quienes son los adultos de hoy.
El adulto hoy está atravesado por una profunda
pérdida del saber y del poder, entendido como ejercicio
del liderazgo y de
la autoridad.
La familia está en transformación, alejada del
modelo de vinculaciones propias del modelo burgués,
atravesada por el cuestionamiento de los discursos
totales, la pérdida de rigidez de los mandatos y la
decadencia de la autoridad.
Familia con formas relacionales propias de lo fraterno. Los
padres se ven atenuados en su capacidad de contención,
así el adolescente se enfrenta a grados de libertad que se
tiñen de incontinencia y abandono.
En este devenir, pensemos en los duelos propios del
adolescente, y la serie de transformaciones que sufren en este
período.
A partir de una investigación del CONICET dirigida por
Marta SCHUFER se ha observado que los adolescentes hoy tienen
muchísima información pero no tienen al adulto que le
sirva de contención, ya sea para identificarse o para
confrontarlo; sus vínculos son breves, superficiales,
exhibicionistas, que tienden a la exaltación de la
violencia en
todas sus formas. Poseen vacíos de modelos, que son
recreados por modelos colectivos. Francoise DOLTO pronostica el
culto de la agrupación y la vuelta a la lucha por las
grandes causas ligada a asociaciones humanitarias. La
confrontación generacional ocupa un segundo o tercer
plano, si bien se observa un cuestionamiento en cuanto a lo
cotidiano de la vida familiar, éste no se presenta
respecto a los valores de
los padres, la actitud
común es la indiferencia y el aislamiento, cada uno con lo
suyo.
"Lo que más hace sufrir a los adolescentes es ver que
los padres tratan de vivir a imagen de sus hijos y quieren
hacerles la competencia. Es
el mundo al revés."
"Y los chicos y las chicas aprenden cada vez más
tempranamente a manejarse solos. Los padres dejan hacer y se
abstienen de educar. Si ya no hay niños,
tampoco hay adultos".
Los adolescentes se ven obligados a ser padres de sí
mismos, situación que les da más libertad pero para
lo que no cuentan con elementos suficientes. A veces en este
estado de
abandono, la
televisión se transforma en la única fuente de
referencia, adoptando a tanto adolescente huérfano.
En cuanto a los duelos, ¿hay duelos en la
postmodernidad? Esta época ofrece una vida soft, emociones light,
sin drama, se evita el sufrimiento. Para que los duelos tengan
lugar necesitan una crisis, angustia, esfuerzo psíquico
para superarlos. Tradicionalmente se hablaba de los duelos por
los que debía atravesar el adolescente para convertirse en
adultos, ¿hoy siguen siendo duelos?. Según Arminda
ABERASTURY el adolescente tenía que superar tres duelos
para convertirse en adulto:
- El duelo por el cuerpo: hoy el adolescente ingresa
en un estado reconocido "como ideal". Pasa a ser poseedor del
cuerpo que hay que tener, el que sus padres y hasta abuelos
desean mantener. - El duelo por el rol y la identidad infantil: hoy se
valida seguir actuando y deseando como cuando se era
niño, los valores de la infancia se
mantienen socialmente. - El duelo por los padres de la infancia: convertirse
en adulto significa desidealizar, confrontar las
imágenes infantiles con lo real, rearmar las figuras
paternas, ser hijo de un simple ser humano. El adolescente hoy
encuentra que sus padres tienen sus propias dudas, no mantienen
valores claros y coherentes, y hasta comparten sus mismos
conflictos.
Está más cerca de sus padres y hasta los idealiza
más que antes, y paradójicamente se fomenta
así más la dependencia.
Por otra parte no podemos dejar de incluir en esta
reflexión que el adolescente de hoy está atravesado
por una crisis económica severa que lo inducide
seductoramente a vivir las delicias de un consumo exaltado como
sentido posible de la vida, se enfrenta con la pobreza y la
desocupación, y también la
exclusión en todo su despliegue, su inserción en el
mundo productivo se ve retrasada e impedida, modificando los
modos y tiempos del pasaje a la autonomía.
Ser adolescente hoy implica habitar un mundo pleno de
transformaciones e incertidumbres. Debemos entonces repensar y
recrear nuestro ser adulto, nuestro ser docente, recrear los
modos para acompañarlos.
La sociedad impone normas,
prisiones, modas de consumo que a veces tildan con la muerte:
- Embarazo adolescente
- Consumo de alcohol y
drogas - Falta de solidaridad/ individualismo
- Relaciones violentas
- Desesperanza
- Falta de proyectos
- Hiperconsumo
- Falta de espacios de desarrollo
interior/ exhibicionismo
"Lo importante no es lo que hacen de nosotros sino lo que
nosotros hacemos de lo que hicieron de nosotros". Jean Paul
SARTRE.
Una problemática importante que afectan a los
adolescentes de hoy es la abulia. Esto repercute tanto en el
hogar como en la escuela, en ésta última donde los
docentes muchas veces se desorientan en sus prácticas
pedagógicas, tomando ciertas miradas y adoptando actitudes
hacia los adolescentes que no siempre son acertadas.
Hay cifras que parecerían demostrar que la abulia es un
rasgo que está muy presente en los adolescentes:
- Según datos del
INDEC, de los 6,5 millones de adolescentes argentinos,
1.300.000 no estudian ni trabajan (no hace falta aclarar que
muchos de ellos querrían hacer una o ambas cosas) - El 78 % no quiere saber nada con la política, dice un
estudio de la consultora Demoskopia. - El 56 % no tiene interés
por la lectura
al punto que ni siquiera hojea el diario (Catterberg y
Asociados). - Según una investigación publicada por el
rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, el 86 % de los
alumnos del secundario dejaría el colegio si pudiera y
el 68 % se aburre mucho en el aula.
Son datos estadísticos, pero a la vez son un signo
inequívoco del derrotero que siguen muchos pibes en estos
tiempos.
Susana Torrado, socióloga experta en Demografía, no tiene dudas: "Si los
jóvenes están mal es porque sus padres están
mal. Es una generación de adolescentes de difícil
reinserción que en el futuro seguramente ocasionará
diferentes formas de conflictividad social."
Por su parte, Sergio Balardini, otro sociólogo que se
dedica a estudiar el tema –está a cargo del proyecto juventud
de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO) – afirma que hoy los chicos ni
siquiera pueden aspirar a tener un nivel de vida como el que
alcanzaron sus padres. Y la mayoría le teme al futuro. No
saben si podrán conseguir un buen empleo o
simplemente un empleo a secas. No saben si podrán hacerse
cargo del sostén de la familia que
les toque formar; si podrán "ser alguien". Son conscientes
de las dificultades que viven sus propios padres, y saben que
están ante la última posibilidad de orientar su
biografía.
Además, para los adolescentes la mirada de los
otros, la de sus mayores, los agobia. Encima, en la escuela los
docentes, en muchos casos, son la encarnación de un deber
ser que ya pasó hace rato la fecha de vencimiento. Los
docentes, especialmente los docentes mayores, suelen mirar a los
chicos a partir del recuerdo de su propia juventud, se enfrentan
a un enigma y reaccionan como pueden, con lo que tienen a mano en
su mochila de vida. Cuando a estos docentes les tocó ser
jóvenes, no tuvieron que navegar en la incertidumbre; todo
lo contrario, confrontaban con las certidumbres del sistema, con
verdades fuertes, con las autoridades. Los chicos de hoy, en
cambio, navegan en aguas turbulentas. ¿Será el
miedo a ahogarse el que los hace quedarse tan
quietos?
La psicóloga Claudia Messing es una experta en el
tema, ya que dirige la Escuela de Posgrado en Orientación
Vocacional. Ella vio miles de adolescentes desorientados,
aunque hoy le sorprende el nivel de desmotivación que
encuentra en cada mano a mano. Es así, que más que
hablar, los adolescentes expresan su apatía con gestos de
cansancio, de desgano, de desinterés, de agobio. La
característica más preocupante es la falta de
vitalidad en la comunicación. Solo son vitales cuando se
enojan. Incluso los chicos que muestran una actitud más
soberbia o desafiante, sufren el mal de la
apatía.
Para Messig esta problemática le llamó la
atención de tal manera que decidió
llevar a cabo un estudio a fondo. Pasaron cinco años, tuvo
158 largas entrevistas
con flamantes egresados del secundario; habló con ellos de
la vocación, sí, pero también de sus
familias y de sus hábitos. El resultado es alarmante. Para
empezar, el 85 % de los chicos no lograba armar un proyecto de
carrera, y el 43% dejaba la que elegía antes de llegar al
segundo examen final. Pero eso no es lo peor: siete de cada diez
padecían de apatía y desmotivación, y el 56
% de los encuestados tenía dificultades de aprendizaje a
pesar de que eran jóvenes inteligentes. Hasta allí,
los datos, pero ¿qué lleva a los adolescentes a
este estado?
Según Messing, la causa de los problemas
vocacionales no es una sola. Las dificultades que atraviesan los
padres desde hace años para construir nuevos modelos de
autoridad y contención, se potencian con la crisis
socioeconómica que se vive. Los padres establecen, toleran
y/o no logran revertir vínculos simétricos con sus
hijos: permiten que ellos los enfrenten de igual a igual e
incluso toleran conductas autoritarias, sin conocer el daño
que esto les produce en la maduración de sus intereses.
Los chicos crecen sin tener que pelear en serio por nada, y se
convierten en adolescentes que no toleran la frustración.
Cuando salen a la calle, no logran vencer los obstáculos
de la vida cotidiana y caen inmediatamente en la
desmotivación y apatía. Habituados a disfrutar de
un confort de un mundo materno en el que todos sus deseos son
adivinados, los chicos no creen necesario aprender a
comunicarse.
Los hijos suplantan la falta de límites con una gran
distancia emocional con sus padres. Esta pérdida de
contacto afectivo y comunicativo con los padres se extiende al
resto del mundo, en el cual la escuela queda involucrada. De a
poco se van aislando de todo, y llega un día que ya no
llegan a motivarse por nada.
Claves para reconocer el
fenómeno:
De acuerdo con un estudio de la asociación civil
Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires, el
65 % de las consultas de adolescentes es por problemas afectivos,
de relaciones o vocacionales. Entre los síntomas
más comunes, mandan el miedo, las fobias, la angustia y la
depresión. En general, la actitud de
desinterés por todo no se puede mantener para siempre, y
tarde o temprano llega el momento de pedir ayuda.
Los síntomas que denotan que hay algo mal en los
adolescentes son:
- Bajo rendimiento en el colegio.
- Desconcentración.
- Cambios notables en los hábitos de comida y
sueño. - Expresión de deseo de escaparse de la casa.
- Comportamiento autodestructivo.
En el caso de los problemas vocacionales, las señales
de alerta más frecuentes son las siguientes:
- El joven muestra desgano
y no sabe que estudiar. - Es sumamente contestatario y nada le viene bien.
- Cambió varias veces de carrera pero no
encontró su vocación. Nada lo convence. Si se
engancha con algo, al poco tiempo pierde el
interés. - Nada lo convence. Si se entusiasma con algo, al poco tiempo
pierde el interés.
Con la modernización y la
globalización, la familia y la escuela, como agencias
socializadoras sobre la vida adolescente, se encuentran inmersas
en una realidad de permanente cambio, en la que quedan siempre a
la retaguardia. Hay un conflicto de
temporalidades que se evidencia en el desfasaje que existe entre
el discurso
educativo y la realidad en la que se inserta el adolescente. La
figura de la escuela sigue siendo "la distribuidora" de un
conocimiento
impuesto por
otros modelos reflotados de nuestro pasado, o provenientes de
otros países, en lugar de proceder a la construcción del conocimiento propio y
actual.
La sociedad, cada vez más preocupada, ha actuado sobre
ella con modalidades contradictorias que casi nunca se limitan al
espacio institucional educativo. Por esta razón, la vida
de los adolescentes "educativos", concentra las
características dominantes de la sociedad que conmueve a
la escuela con distintas reacciones que van de la indiferencia a
la idealización. En ese camino quedan expresiones de
exclusión, discriminación, desconocimiento social de
los códigos y demandas efectivas de la adolescencia.
Las instituciones educativas deben aprender a usar sus
autonomías, generando espacios que permitan la
reflexión conjunta del adulto y del adolescente.
Atendiendo a sus necesidades, debe considerarse el abordaje de
temáticas que aún son percibidas como tabú
en el reino de las aulas. No se debe privar al alumno de la
capacidad de acción,
se debe alentar su participación en proyectos
socializadores y comunitarios. El adolescente necesita ser
reconocido, ser protagonista del hacer escolar. Se debe terminar
con la inacción, replanteándose permanentemente el
cómo hacer, desde un sentimiento positivo, desde un punto
de vista conceptual, democrático, que implica la apertura
a un rico y complejo debate que
recorre el campo filosófico, jurídico,
pedagógico y psicosocial, basado en principios de
equidad,
calidad e
integración social del adolescente.
El desafío de educar
adolescentes hoy
Las prácticas escolares son una forma de
intervención diseñada para facilitar el proceso de
mediación social necesario, que apoya y orienta el paso de
los adolescentes a la vida adulta y su posterior inserción
en el mundo laboral. Cada una
de estas etapas apoya el proceso de adquisición de nuevas
y más potentes formas de aprender, comprender y actuar
sobre la realidad, reconstruir la identidad personal, adoptar
valores y proyectos de vida. En definitiva, es el proceso por el
que el adolescente puede avanzar hacia una conducción cada
vez más autónoma y conciente de la propia vida.
Según Miras, "la escuela presenta como
característica distintiva la de planificar de manera
explicita su acción educativa, lo que le permite tomar en
consideración de forma expresa lo que los adolescentes
traen de los otros diversos escenarios en que crecen y aprenden".
Esta situación le otorga a la escuela la posibilidad
única de jugar un papel articulador entre los diferentes
contextos en el desarrollo adolescente. Así, la escuela
genera un proceso de reconstrucción crítica de las
informaciones e influencias que reciben las adolescentes.
La importancia de la escuela en la transición
adolescente es hoy más relevante por la falta de apoyos
contextuales con la que ellos se enfrentan en la actualidad. La
pérdida de la importancia o significado social de ciertos
contextos tradicionales y ritos o formas de pasaje a la vida
adulta; los cambios constantes y la relativa situación de
crisis de las institución familiar; las rápidas
modificaciones del rol de los adultos y la importancia que en la
vida de los adolescente toman ciertos contextos periféricos, plantean, sin duda, retos
importantes a la institución escolar, y exigen cambios
profundos en ella.
Contradicciones entre las características de
la escuela media
y la etapa adolescente:
Universalmente la escuela media constituye el nivel educativo
formal coincidente, de manera principal con respecto a los
restantes niveles, con la etapa evolutiva corrientemente
denominada adolescencia.
Adolescencia Dinámica Evolución, cambio Búsqueda, tanteos, ensayos Asunción de la independencia Ruptura del cascarón | Escuela Media Estática Rigidez, uniformidad Obligatoriedad absoluta con caminos Poco espacio para el ejercicio de la libertad y la Encierro |
El rol del Estado es primordial en la forma en que se
desarrolla el sistema
educativo de un país. Sin embargo esta función
puede ser cumplida de innumerables maneras en lo que se refiere a
las múltiples alternativas y necesidades de la escuela de
hoy. Un ejemplo de estas cuestiones a tener en cuenta al analizar
el funcionamiento de la educación, es ver
cómo se distribuye la tarea de enseñanza entre la educación estatal y
la privada y de que manera trabajan.
En el sector de la educación media, secundaria o
polimodal se observan diferencias entre lo que sucede en
países de los que se consideran en desarrollo, donde el
sector privado ocupa un 30 % de la población escolar y en los desarrollados,
donde sólo alcanza el 15%. La evolución de la actividad en este sentido,
muestra unatendencia a prever cierto cambio en estos
porcentajes.
Mientras que en los países en desarrollo y
principalmente como consecuencia de ls dificultades
económicas que afectan a la clase media,
se observa un descenso de la matrícula privada, en los
países desarrollados la estabilidad en esta área
comienza a mostrar un leve incremento.
NIVEL | SECTOR PRIVADO | SECTOR PÚBLICO | TENDENCIA |
Inicial | 50 % o más | 50% | Expansiva en el sector estatal |
Primario /E.G.B. | 10 a 15 % | 85% / 90% | Estable |
Secundario/ Polimodal | Países en desarrollo 30% Países desarrollados 15 % | 70%
85% | Descenso del porcentaje de la matrícula Estable , aunque mostrando un leve |
(Datos extraídos de la revista Zona
Educativa Año 2 Nº 14)
Articulación entre los sectores y
niveles
Para poder apreciar el funcionamiento del sistema todo,
resulta interesante conocer de que manera los distintos tipos de
administración y los distintos niveles se
relacionan entre sí.
En algunos países desarrollados se puede observar
una preocupación por estatizar la Educación
básica. Esta presencia del Estado tiene que ver con la
preocupación que este tiene para que haya una muy buena
cobertura educativa para toda la población.
Este acento en la educación básica ha sido
muy eficaz para lograr equidad e igualdad de
posibilidades.
La razón radica en que al tener todos la misma
base educativa de calidad, se tienen las mismas posibilidades de
ingresar y proseguir sus estudios universitarios sin
problemas.
El Estado es el encargado de regular la actividad del
sector oficial y del privado y de esta forma encarar las posibles
problemáticas que pudieran surgir en relación a
estos dos sistemas.
En esta regulación se tiene que tener en cuenta
la aplicación de iguales contenidos curriculares,
manteniendo de esta manera la unidad dentro de la diversidad
establecida en ambos sectores.
La calidad, por otro lado, es un elemento a tener en
cuenta al momento de implementar herramientas
de comprobación en el sistema en su conjunto. Establecer
los resultados de ambos sistemas sirven para comprobar las
acciones
llevadas a cabo tanto en el sector oficial como en el
privado.
Resultado de las encuestas realizadas en un colegio
de gestión
estatal
Con respecto a las características generales de
la etapa adolescente, las que predominaron son aquellas que hacen
referencia a la inestabilidad emocional, el cambio de actitudes
típico de ese período y principalmente la necesidad
de ser aceptados en determinados grupos de pares,
muy tendientes a la masificación con un marcado
interés por diferenciarse de los adultos, fundamentalmente
de aquellos adultos más cercanos a ellos, como por
ejemplo: sus padres, docentes, etc. Aunque estos sean modelos de
personas que mas cerca tienen y por ende marcarán de
algún modo u otro sus vidas. Otras características
son: la lucha por la búsqueda de justicia,
trasgresión, rebeldía, interés por
determinados temas como la música, la moda, los
boliches, etc.
Con respecto a la caracterización que los
docentes realizan del adolescente de hoy, la que se prioriza es
la visión de falta de un futuro promisorio, es decir, un
futuro incierto que no tiene mucho para ofrecerles.
También es relevante como característica de esta
etapa el interés por pasarla bien, no tener
responsabilidades (se ve claramente en la escuela), falta de
motivaciones, de compromiso, de metas, es por ello que solo les
importa las relaciones con el sexo opuesto, se pone de evidencia
la gran crisis de valores que sufre la sociedad y que
también se refleja en los adolescentes, quienes
están inmersos en esta crisis que perjudica mucho
más a los jóvenes ya que estos están en
plena formación y carentes de modelos coherentes que
guíen sus caminos.
Las características expuestas anteriormente son
claramente visibles en las instituciones donde fueron realizadas
las encuestas, ya que los docentes que realizaron las mismas no
pueden dejar de estar influenciados en sus pensamientos por la
realidad que viven a diario en estas instituciones. Es
más, al hacer caracterizaciones del adolescente de hoy
seguramente tomaron como modelo de observación a los alumnos de esta escuela.
Las características mencionadas se sustentan en su gran
mayoría (en este contexto) en la falta de
contención familiar y la falta de oportunidades que
perciben dichas familias y sobre todo la falta de límites
y pautas coherentes por parte de los adultos responsables de
ellos. Un factor que no se puede dejar de lado es el pobre
contexto socioeconómico y cultural del que provienen estos
adolescentes en particular.
Resultado de las encuestas realizadas en un colegio
de gestión privada
Los resultados de la siguiente encuesta
fueron realizados a docentes de escuelas privadas cuyas edades
van desde los 26 años hasta los 60 años con una
antigüedad que varia desde los 3 a los 40
años.
Con relación a las características
generales de la etapa adolescente, las que más se destacan
son: la rebeldía, debido a que el adolescente está
en plena búsqueda de su identidad, la cual va formando a
través de los distintos modelos que lo rodean y muestran
su disconformidad hacia los límites impuestos por los
adultos; la inseguridad
hacia los nuevos cambios que se le presentan; el sentido critico
ya que son constantes cuestionadores del actuar del adulto: la
necesidad de pertenencia a un grupo, es
decir, compartir sus intereses con grupos de pares en sus
distintos ámbitos (escuela, barrio, etc).
La caracterización que realizan los docentes
acerca del adolescente de hoy se basa principalmente en
señalar el interés que presentan los jóvenes
con respecto a su futuro. Otra característica es la
ambivalencia, ellos quieren mostrarse independientes, ser
artífices de su propio destino pero sienten temor a
enfrentar los desafíos y se muestran inestables
emocionalmente con una gran falta de objetivos y
valores y con pocos modelos y metas a seguir. Para los
adolescentes de hoy es primordial la amistad como eje
de sus relaciones sociales. Ellos buscan estar siempre con amigos
para compartir sus inquietudes y experiencias, dejando poco lugar
al diálogo
con sus familias.
La descripción dada por los docentes se ve
reflejada en el actuar de los adolescentes de esta
institución, ya que les toca vivir tiempos de doble
mensajes, con una sociedad en crisis que los hace más
vulnerables y apáticos, transformándolos en espejos
de la incertidumbre y de la falta de valores que muestra la
sociedad actual.
Como reflexión final, consideramos este trabajo de
suma importancia por la elocuencia de los datos reflejados en las
encuestas. Se puede apreciar en las mismas las congruencias con
los aportes expuestos en el marco teórico.
A pesar de que las realidades de la escuela de gestión
estatal y la de gestión privada difieren de manera
significativa, pudimos identificar en las encuestas varios
aspectos que son comunes para la representación que los
docentes tienen de los adolescentes en ambos tipos de escuelas.
Éstas tienen que ver con los rasgos
psicológicos–evolutivos (además de ciertos
valores y actitudes) característicos que poseen estos
jóvenes. Entre varios ejemplos podemos mencionar: la
rebeldía, la ambivalencia, la actitud de mostrarse
independientes, el temor al futuro, entre otros. Aún
así los docentes mostraron conocimiento sobre las
implicancias que el nivel socio-económico tiene sobre la
vida del adolescente, delineando los distintos cursos de vida y
las distintas necesidades que estos jóvenes sienten
según su nivel socio-económico que los diferencia.
Desde esta perspectiva, se apoyan las representaciones que tienen
los docentes de sus alumnos adolescentes. Esto, evidentemente,
tiene efectos significativos sobre la práctica docente, la
relación alumno-docente, el triángulo docente
– alumno – escuela, sobre los diseños y
prácticas curriculares, sobre las expectativas de logro,
etc.
Es así que, estamos en condiciones de afirmar por medio
de los aportes vertidos en este trabajo que la hipótesis:
"El nivel socio-económico de los alumnos condiciona la
representación que el docente tiene del adolescente" se
confirma.
Antes de concluir con el presente trabajo, deberíamos
pensar en cuales son las necesidades que nuestros alumnos tienen,
a fin de elaborar propuestas que los atraigan, en vez de
quejarnos constantemente por la forma en que ellos se comportan.
A modo de cierre, transcribimos una carta que un
adolescente le escribe a todos los padres del mundo en la que, a
nuestro criterio, se resume lo dicho.
CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES DEL
MUNDO
- No me des todo lo que pida. A veces sólo pido para
ver hasta cuanto puedo alcanzar. - No me grites. Te respeto
menos cuando lo haces, y me enseñas, a gritar a mi
también, y yo no quiero hacerlo. - No des siempre órdenes. Si en vez de órdenes,
a veces me pidieras las cosas, yo las haría más
rápido y con más gusto. - Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un
premio, dámelo, pero también si es castigo. - No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o
hermana. Si tú me haces lucir mejor que los
demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que
los demás, seré yo quien sufra. - No cambies de opinión a menudo sobre lo que debo
hacer; decídete y mantén esa decisión.
Déjame valerme por mí mismo. Si tú haces
todo por mí, yo nunca podré aprender. - No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las
diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces
sentir mal y perder la fe en lo que dices. - Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga "el por
qué lo hice". A veces ni yo mismo lo
sé. - Cuando estás equivocado en algo, admítelo y
crecerá la opinión que yo tengo en ti. Y me
enseñarás a admitir mis equivocaciones
también. - No me digas que haga una cosa y tú no la haces. Yo
aprenderé y haré siempre lo que tú hagas
aunque no lo digas, pero nunca lo que digas y no hagas. - Cuando te cuento un
problema mío, no me digas "No tengo tiempo" o "Eso no
tiene importancia". Trata de comprenderme y ayudarme. - Y quiéreme y dímelo. A mi me gusta
oírtelo, aunque tú no creas necesario
decírmelo.
("Amigos del Hogar" Rep.Dominicana)
- ZANOTTI, Luis Jorge, "Los objetivos de la escuela Media",
Ed. Kapelusz, Argentina, 1994. - BURRIEZA, Valeria, "Adelescentes: revolución en casa", DOSSIER, Cuarta
entrega.. - MIRAS, M., "Educación y desarrollo. Infancia y
Aprendizaje. Alianza, Madrid,
1999. - Documento de trabajo para instituciones educativas de Nivel
Polimodal y Bachillerato para Adultos de gestión estatal
y gestión privada. Dirección General de Cultura y
Educación. Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires. Subsecretaria de
educación. - HARGREAVES, Andy y otros, "Una educación para el
cambio", Octaedro, Barcelona. 1998. - Revista Zona Educativa Año 2 Nº 14 Junio 1997
Rep. Argentina – Publicación mensual del
Ministerio de Cultura y Educación.
Adrián Fabio Mazzuglia
Licenciado y Profesor en
Ciencias de la
Educación. Actualmente se desempeña como
Director de escuelas y Profesor Universitario en la Ciudad de
Buenos Aires.
Sugiero que el presente trabajo se ubique bajo la
clasificación: Educación primaria -.
Educación Media.