- Principales
ecosistemas - Cambios naturales en los
ecosistemas - Influencia humana sobre los
ecosistemas - Control de la influencia
humana sobre los ecosistemas
Ecosistema, sistema dinámico relativamente
autónomo formado por una comunidad
natural y su medio
ambiente físico. El concepto, que
empezó a desarrollarse en las décadas de 1920 y
1930, tiene en cuenta las complejas interacciones entre los
organismos —plantas,
animales,
bacterias,
algas, protozoos
y hongos, entre
otros— que forman la comunidad y los flujos de
energía y materiales
que la atraviesan.Hay muchas formas de clasificar
ecosistemas, y el propio término se ha
utilizado en contextos distintos. Pueden describirse como
ecosistemas zonas tan reducidas como los charcos de marea de
las rocas y
tan extensas como un bosque completo.Pero, en general, no es posible determinar con
exactitud dónde termina un ecosistema
y empieza otro. La idea de ecosistemas claramente separables
es, por tanto, artificiosa.- INTRODUCCIÓN
No obstante, el concepto de
ecosistema ha demostrado su utilidad en
ecología. Se aplica, por ejemplo, para
describir los principales tipos de hábitats del
planeta.Ecosistemas terrestres: árticos y alpinos,
propios de regiones frías y sin árboles; bosques, que pueden
subdividirse en un amplio abanico de tipos, como selva
lluviosa tropical o pluvisilva, bosque mediterráneo
perennifolio, bosques templados, boreales y bosques templados
caducifolios; praderas y sabanas; y desiertos y ecosistemas
semiáridos.Ecosistemas de agua
dulce: lagos, ríos y pantanos.También hay ecosistemas híbridos,
terrestres y de agua dulce, como las llanuras de
inundación estacionales. La gama de ecosistemas
marinos es amplísima: arrecifes de
coral, manglares, lechos de algas y otros ecosistemas
acuáticos litorales y de aguas someras, ecosistemas de
mar abierto o los misteriosos y poco conocidos sistemas
de las llanuras y fosas abisales del fondo
oceánico.El término ecosistema puede
también utilizarse para describir áreas
geográficas que contienen un espectro amplio de tipos
de hábitats mutuamente vinculados por fenómenos
ecológicos. Así, la región del
Serengeti-Seronera, en África oriental, una de las
regiones salvajes más espectaculares del mundo, suele
considerarse como un único ecosistema formado por
distintos hábitats: llanuras herbáceas, sabana
arbórea, espesuras, manchas de bosque, afloramientos
rocosos (localmente denominados koppies o kopjes),
ríos, arroyos y charcas estacionales. Asimismo, las
zonas más productivas de los océanos se han
dividido en una serie de grandes ecosistemas marinos que
contienen hábitats muy variados. Son ejemplos de
grandes ecosistemas marinos de características muy
distintas: el mar Negro, el sistema formado por la corriente
de Benguela, frente a la costa suroccidental de
África, o el golfo de México. - PRINCIPALES ECOSISTEMAS
El mundo natural está en
perpetuo estado de
transformación. El cambio
opera a todas las escalas de tiempo,
desde las más cortas a las más largas. Los
cambios a corto plazo, observables por las personas, suelen
ser cíclicos y predecibles: noche y día, ciclo
mensual de las mareas, cambio anual de las estaciones,
crecimiento, reproducción y muerte de
los individuos. A esta escala,
muchos ecosistemas no expuestos a la acción humana parecen estables e
invariables, en un estado de ‘equilibrio
natural’.Cada vez es más evidente
que esto no es así.Pero los cambios a largo plazo, los que
actúan durante décadas, siglos, milenios y
hasta decenas de millones de años, son más
difíciles de seguir. La propia ecología es una
ciencia
con menos de un siglo de antigüedad, un simple
guiño en la historia de
la mayor parte de los ecosistemas naturales. Además,
es evidente que casi todos estos cambios a largo plazo no son
ni regulares ni predecibles.En conjunto, el clima es, sin
duda, el factor más influyente a corto y medio plazo.
En tierra, la
temperatura, la precipitación y la
estacionalidad son los tres factores que más afectan a
la distribución de ecosistemas. Los
cambios de cualquiera de ellos pueden tener consecuencias
duraderas.En tiempos geológicos recientes, el ejemplo
más visible de esto es, sin duda, la serie de
glaciaciones que han caracterizado a gran parte del
pleistoceno. Estos prolongados periodos de enfriamiento
global han afectado profundamente a los ecosistemas de todo
el mundo, han provocado la invasión por los casquetes
de hielo polares de regiones templadas y la
contracción de los hábitats forestales
húmedos en partes del trópico.A escalas temporales más
cortas pueden también producirse alteraciones
climáticas de influencia geográfica amplia. Uno
de los ejemplos más espectaculares es la corriente de
El Niño, una corriente de agua cálida que
recorre periódicamente el Pacífico. Ejerce una
influencia enorme sobre los ecosistemas marinos y provoca,
por ejemplo, la muerte
de arrecifes de coral en muchos lugares del Pacífico o
la pérdida de productividad
de las pesquerías del ecosistema de la corriente de
Humboldt, frente a las costas de Perú y Chile. La
corriente de El Niño sigue un ciclo irregular y
varía en cuanto a intensidad e impacto; raramente
pasan más de veinte años sin que se produzca,
pero en ocasiones el fenómeno se ha repetido con un
intervalo de sólo uno o dos años. Afecta
también a los ecosistemas terrestres, pues altera las
pautas de precipitación, sobre todo en América.Ciertos episodios locales también
afectan con fuerza a
los ecosistemas: incendios,
inundaciones y corrimientos de tierras son fenómenos
naturales que pueden tener repercusiones catastróficas
a escala local.Este impacto no es necesariamente negativo: de
hecho, muchos ecosistemas necesitan estas perturbaciones
periódicas para mantenerse. Ciertos ecosistemas, una
vez alcanzado el estado
óptimo o clímax, son dependientes del fuego, ya
que los incendios periódicos forman parte esencial del
ciclo de crecimiento; estos ecosistemas son muy comunes en
áreas semiáridas, como gran parte de
Australia.A escalas de tiempo más
prolongadas, los fenómenos geológicos y la
evolución desempeñan una
función crucial en el cambio de
funcionamiento de los ecosistemas. La deriva continental
altera, literalmente, la faz de la Tierra,
destruye paisajes y crea otros nuevos, mientras que la
evolución da lugar a nuevas formas de vida que, a su
vez, pueden crear ecosistemas nuevos al tiempo que inducen la
extinción de otras especies y la pérdida o
transformación de los ecosistemas de los que formaban
parte.Pero esto no significa que los
ecosistemas naturales carezcan de continuidad. Muchos han
demostrado una elasticidad y una persistencia enormes durante
millones de años. Son ejemplos de ecosistemas que se
han mantenido aparentemente estables durante mucho tiempo:
las extensas llanuras del fondo oceánico, los
ecosistemas de tipo mediterráneo del sur de
África y el oeste de Australia y algunas áreas
de selva tropical lluviosa o pluvisilva, como las del Sureste
asiático continental o las montañas del este de
África. - CAMBIOS NATURALES EN LOS
ECOSISTEMASTodos los medios y ecosistemas naturales se
enfrentan ahora a una dificultad sin precedentes: la
humanidad. El ser humano ha comprimido en unos pocos siglos
cambios que en su ausencia hubiesen exigido miles o millones
de años. Las consecuencias de estos cambios
están todavía por ver. A continuación se
describen los impactos más importantes de la actividad
de los seres humanos sobre los ecosistemas
(véase Impacto ambiental).La influencia más directa
del hombre
sobre los ecosistemas es su destrucción o
transformación. La tala a matarrasa (el corte de
todos los árboles de una extensión de
bosque) destruye, como es lógico, el ecosistema
forestal. También la explotación selectiva
de madera
altera el ecosistema. Lo mismo ocurre con la
desecación de humedales que se ha llevado a cabo
de forma sistemática (para ganar tierras de
cultivo o eliminar la fuente de enfermedades) y cuyo mayor exponente es la
desecación del mar de Aral por el aprovechamiento
de las aguas de sus tributarios.La fragmentación o división en
pequeñas manchas de lo que era un ecosistema
continuo puede alterar fenómenos ecológicos
e impedir que las parcelas supervivientes
continúen funcionando como antes de la
fragmentación.- Destrucción y fragmentación de
hábitatsAhora se acepta de forma
generalizada que las actividades de la humanidad
están contribuyendo al calentamiento global del
planeta, sobre todo por acumulación en la atmósfera de gases
de efecto
invernadero.Las repercusiones de este fenómeno
probablemente se acentuarán en el futuro. Como ya
se ha señalado, el cambio climático es una
característica natural de la Tierra. Pero antes
sus efectos se podían asimilar, porque los
ecosistemas ‘emigraban’ desplazándose
en latitud o altitud a medida que cambiaba el
clima.Como ahora el ser humano se ha apropiado de gran
parte del suelo,
en muchos casos los ecosistemas naturales o seminaturales
no tienen ningún sitio al que emigrar. - Cambio climático
La contaminación del medio
ambiente por herbicidas, plaguicidas,
fertilizantes, vertidos industriales y residuos de la
actividad humana es uno de los fenómenos
más perniciosos para el medio ambiente.Los contaminantes son en muchos casos
invisibles, y los efectos de la contaminación atmosférica y
del agua pueden no ser inmediatamente evidentes, aunque
resultan devastadores a largo plazo. Las consecuencias de
la lluvia
ácida para los ecosistemas de agua dulce y
forestales de gran parte de Europa
septentrional y central es un fenómeno que ilustra
este apartado. - Contaminación
El hombre ha sido responsable
deliberado o accidental de la alteración de las
áreas de distribución de un enorme
número de especies animales y vegetales. Esto no
sólo incluye los animales domésticos y las
plantas cultivadas, sino también parásitos
como ratas, ratones y numerosos insectos y
hongos.Las especies naturalizadas pueden ejercer una
influencia devastadora sobre los ecosistemas naturales
por medio de sus actividades de depredación y
competencia, sobre todo en islas en las
que hay especies naturales que han evolucionado
aisladas.Así, la introducción de zorros, conejos,
sapos, gatos monteses y hasta búfalos han
devastado muchos ecosistemas de Australia. Plantas, como
el arbusto sudamericano del género Lantana, han invadido
el bosque natural en muchas islas tropicales y
subtropicales y han provocado alteraciones graves en
estos ecosistemas; el jacinto acuático africano,
género Eichhornia, también ha
perturbado de forma similar los ecosistemas de agua dulce
de muchos lugares cálidos del mundo.En el litoral mediterráneo, la
introducción accidental del alga marina
Caulerpa taxifolia está provocando la
desaparición de las ricas y productivas
comunidades de fanerógamas marinas, las praderas
de Posidonia. - Especies introducidas
- Sobreexplotación
La captura de un número
excesivo de animales o plantas de un ecosistema puede inducir
cambios ecológicos sustanciales. El ejemplo más
importante en la actualidad es la sobrepesca en los mares de
todo el mundo. El agotamiento de la mayor parte de las
poblaciones de peces es,
sin duda, causa de cambios importantes, aunque sus
repercusiones a largo plazo son difíciles de evaluar
(véase Pesca comercial). - INFLUENCIA HUMANA SOBRE LOS ECOSISTEMAS
- CONTROL DE LA INFLUENCIA HUMANA SOBRE LOS
ECOSISTEMAS
Controlar el cambio de los ecosistemas
puede ser para la humanidad el reto más importante
durante el presente milenio. Será necesario encontrar
soluciones a
todas las escalas, desde la local hasta la mundial, incidiendo
en todos los estratos sociales, desde la clase
política, hasta los niños
y estudiantes, promoviendo programas de
educación
ambiental en escuelas y centros educativos.
La protección de los ecosistemas
naturales que quedan en parques nacionales y otras áreas
protegidas es decisiva. Pero esto no evitará la
influencia de factores como el cambio climático o
la
contaminación arrastrada por el aire y el
agua.
Además, la continua pérdida de terreno
que experimentan las áreas naturales significa que
probablemente exigirán una gestión más activa para mantener
sus funciones
ecológicas: control de
especies exóticas, manipulación de los niveles de
agua en los humedales, incendios periódicos controlados
en hábitats forestales, entre otros.
Esta clase de intervenciones son siempre peligrosas,
pues todavía desconocemos el funcionamiento de la mayor
parte de los ecosistemas.
El control de la contaminación
y de la emisión de gases de invernadero exigirá
adoptar medidas a escala mundial; también requiere
medidas coordinadas de este tipo la interrupción del
deterioro de las pesquerías marinas por
sobrepesca.
En última instancia, la solución estriba
en controlar el crecimiento de la población humana y en adoptar una postura
mucho más restrictiva en cuanto al uso de recursos
naturales y energía.
Jorge Delgado Palomino