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Cuando en la "tierra de la simpatía" dejamos de ser "hermanos". Las jornadas de octubre de 1955 en Catamarca




Enviado por iantropocat



    1. Resumen
    2. Situación política
      nacional
    3. Octubre de 1955 en
      Catamarca
    4. La huelga estudiantil como
      escenario de disputa de clases
    5. Bibliografía
      consultada

    Resumen:

    El 16 de septiembre de 1955 es derrocado el gobierno
    peronista, los golpistas triunfantes adoptan el nombre de la
    "Revolución Libertadora". En Catamarca, una
    temprana reacción del movimiento
    popular en contra de los objetivos de
    la alianza cívico-militar
    liberal, se evidencia en la huelga
    estudiantil secundaria de octubre de 1955. En estos episodios se
    evidencia el grado de confrontación de clases en la
    sociedad
    lugareña, la presencia del odio como impulso para la
    acción
    y la aceptación de la violencia como
    un elemento más de la lucha por el poder.

    Situación
    política
    nacional

    En el año 1954, Perón
    inicia un grave enfrentamiento con la Iglesia
    Católica, causado, según palabras del presidente
    por la creación de la Unión de Estudiantes
    Secundarios, (UES). De todos modos, las verdaderas razones eran
    muchos más complejas. La UES era el detonante de un
    conflicto
    largamente larvado. Las delicadas relaciones entre el Estado y la
    Iglesia se vieron perjudicadas en gran medida, porque el clero ya
    había resignado en manos del Partido Peronista la
    organización sindical de los trabajadores. No pudo
    aceptar entonces, que el gobierno volviera ahora inútiles
    los esfuerzos destinados a impulsar el movimiento de la Juventud
    Católica, y la jerarquía eclesiástica
    temió además, que la UES contribuyera a la
    pérdida de todo freno moral en los
    adolescentes.

    Ante el dilema de evitar el conflicto con la Iglesia,
    Perón optó equivocadamente, al considerar que
    ningún enemigo era lo suficientemente fuerte para
    desestabilizar su gobierno. Perón, en una entrevista de
    la década de los 70 decía "Los curas atacaron
    aquello porque querían atraer a los muchachos a la
    Acción Católica. Pero a mí me importó
    un pepino que dijesen lo que quisiesen…"(LUCA DE TENA,
    1974:67). En esta afirmación se visualiza la creencia
    presente en el líder y
    sus seguidores, de que la realidad era fruto exclusivo de su
    voluntad

    Del distanciamiento se pasó al enfriamiento total
    de las relaciones, cuando Perón acusa públicamente
    a obispos y sacerdotes de "sabotear" la labor de su gobierno,
    entre los supuestos confabulados se encuentra el sacerdote
    Calvimonte de la provincia de Catamarca y la mención de su
    nombre produce una enorme preocupación en los militantes
    católicos lugareños. Envuelto en la ola
    anticlerical el Congreso dictó leyes con fines
    punitivos contra la Iglesia Católica.

    En junio de 1955 se realizó la tradicional
    procesión de Corpus Christi y la misma se
    transformó en una masiva manifestación
    anti-gubernamental. En este acto, según el gobierno, se
    quema una bandera argentina, lo que genera reacciones de grupos peronistas
    en Buenos Aires,
    cuando al amparo de la
    noche se introducen en las iglesias y producen gran cantidad de
    daños.

    La Argentina se encontraba al borde de una guerra civil,
    y muchos peronistas sentían que estaban ante la
    difícil decisión de optar entre Dios o la
    Patria.

    Toda esta situación era producto de
    una crisis
    orgánica del bloque de poder constituido a partir de 1945.
    La ruptura englobaba a las clases "fundamentales", aliadas hasta
    ese momento en el gobierno peronista. La huída de la
    pequeña burguesía dejaba a Perón con su
    enorme base social de sectores populares, pero sin posibilidades
    ciertas de construcción de nuevos consensos en el seno
    del mismo sistema
    hegemónico. Es cierto que millones de argentinos y
    argentinas adherían todavía al peronismo, pero
    la lucha por el poder, la victoria o derrota de la asonada
    golpista, en esta circunstancia coyuntural, no dependía
    aparentemente de ellos y ellas. En esta crisis, las clases
    subalternas permanecieron excluidas. lo que demuestra, a su vez,
    su debilidad y ausencia de autonomía. La crisis del bloque
    dominante en 1955, se solucionaría a posteriori por medio
    de la coerción y del terror ejercido prioritariamente
    sobre las clases subalternas, las únicas que en la hora
    decisiva, no abandonaron a Perón.

    Octubre de 1955 en
    Catamarca

    Como precaución ante "posibles desmanes", el jefe
    accidental de la guarnición militar, Mayor Oscar Osvaldo
    Fantón, ordenó que la población entregara todas las armas y
    municiones con los que contaban en sus casas. Esto anunciaba el
    triunfo golpista, ya que el fin real de esta maniobra era impedir
    la organización de grupos peronistas. Sin
    embargo, esta decisión de Fantón de hacerse con el
    poder, contrarió profundamente al Teniente Coronel Muzio,
    jefe del regimiento local, cuando asumió la
    Intervención Federal.

    La caída de Perón fue recibida en nuestra
    provincia con entusiasmo desbordante por muchos varones y mujeres
    provenientes de los sectores medios y la
    pequeña burguesía que ante el regreso del
    Regimiento 17 a la provincia se reunieron espontáneamente
    en una manifestación en la Plaza 25 de Mayo. el R. 17
    había partido como parte de las tropas "leales", al
    gobierno depuesto, para reprimir a los rebelados pero se
    había unido a la "Revolución Libertadora" en la
    localidad de La Calera, Córdoba. En el festejo, descripto
    con detalle por el diario "La Unión", se guardó un
    minuto de silencio por los caídos y luego, "con
    emoción cívica" todo los presentes cantaron el
    Himno Nacional, dieron vivas a la patria, a la religión y a la
    Virgen del Valle. El golpismo con estos gestos fuertemente
    simbólicos en una comunidad como la
    catamarqueña, erigía como pilares de la
    reconstrucción nacional a "Dios, a la Patria y al Hogar",
    se consideraban así, los defensores de los valores
    reales y constitucionales de 1853. Los padres fundadores de la
    Republica, eran recuperados y el pasado visualizado en forma
    ideal. La Revolución Libertadora se producía para
    impulsar el retorno a las instituciones
    y el orden social anterior a la irrupción del
    "aluvión zoológico" peronista, aborrecido por
    Jorge Luis
    Borges.

    En Catamarca, la alianza de intereses ente golpismo y
    militantes católicos era total. En los momentos previos al
    16 de septiembre, mediante acuerdos, el Obispo Monseñor
    Carlos F. Hanlon y el gobernador peronista Casas Nóblega
    habían evitado que el conflicto fuera aquí,
    también descarnado. Sin embargo era imposible que la
    jerarquía eclesiástica local no sufriera aunque sea
    en mínima proporción, las consecuencias de la puja
    de intereses a nivel nacional. También enfrentó
    medidas disciplinarias, especialmente en el plano educativo, en
    donde algunas docentes
    fueron cesanteadas y muchas instituciones escolares privadas
    católicas pasaron a forma parte de la órbita
    estatal.

    Otro conflicto importante en repercusión
    sucedió en febrero de 1955 cuando los participantes de la
    Procesión de la Virgen de la Candelaria en la localidad
    del Rodeo, Departamento Ambato, fueron detenidos por orden del
    gobernador ya que desobedecían la prohibición de
    realizar actos públicos religiosos en el orden nacional y
    provincial. Roberto Díaz tenía 18 años y
    militaba en la Juventud de la Acción Católica,
    relata "…se detiene como a 45 personas por orden de los
    jerarcas del poder, que veraneaban en el Rodeo como lo hacen
    ahora, entre ellos a los curas Lourdistas de la provincia del
    Tucumán, a mí no me detienen por que me disparo,
    cuando trasladan la gente a Catamarca, se produce una especie de
    pueblada para pedir la liberación de todos los
    detenidos…"
    , (testimonio del 11/09/03). Este hecho
    cohesionó a la Juventud de la Acción
    Católica en torno al padre
    Calvimonte.

    Cuando se produjo el episodio de la quema de las
    iglesias en Buenos Aires, según los testimonios, como
    precaución, muchos voluntarios se ofrecieron para
    custodiar las parroquias de un "improbable" ataque de los
    peronistas catamarqueños. Estos "guardianes de la fe"
    esperaban con impaciencia la caída de Perón, y se
    nutrían especialmente de adolescentes y adultos que
    provenían del seno de la Acción Católica, de
    los colegios secundarios normales y del Instituto Nacional del
    Profesorado Secundario. "…los grupos se organizan de acuerdo
    al tiempo libre
    de cada uno de nosotros, y bueno, las personas mayores, recuerdo
    al padre de Carlos Maza, llevó una carabina boliviana y
    los muchachos más grandes llevaron armas cortas, por
    temor…no por exhibición, a mí me tocó
    estar con tres jóvenes y una persona
    mayor…vigilábamos por unos días, iban los hombres
    mayores de la Acción Católica. En realidad era
    más que todo una compañía para el Padre
    Carlos (sic) Calvimonte y el Padre Andreatta que habían
    sido nombrados por Perón en su famoso discurso. Esas
    cosas no hacían pensar que podían suceder algunas
    cosas. Por las dudas, como dice el dicho: a Dios rogando y con el
    mazo dando".
    Roberto Díaz, testimonio del
    11/09/03.

    Todo movimiento, todo fenómeno social, necesita
    referencias que lo aglutinen, que lo identifiquen. El medio de
    comunicación escrito más importante
    en la provincia durante esa década y varias décadas
    despúes, fue el diario "La Unión", propiedad del
    Obispado local. En los meses previos al golpe, este diario
    defendió desde los editoriales, los derechos de la Iglesia,
    recordando el deber constitucional del Estado en
    asistirla en el sostén del culto.

    En nuestra provincia los sacerdotes actuaron en forma
    decisiva justificando ideológicamente el levantamiento, y
    desde el púlpito de las parroquias criticaron ferozmente a
    Perón. No hubo reparos en mostrar la íntima
    relación de golpistas con la jerarquía
    católica evidenciada en la misa celebrada el día 22
    en la Catedral capitalina en honor de los caídos en los
    enfrentamientos. Oficio en el que participaron en pleno las
    nuevas autoridades

    El día 24 de septiembre a las nueve de la
    mañana se realizó un solemne Te Deum. Estas
    señales
    de apoyo explícito al golpe de la curia local, fueron
    reafirmadas cuando en el diario "La Unión" apareció
    un editorial titulado "La hora de la Pacificación", que en
    sus párrafos más importantes, aparentemente,
    abogaba por la reconciliación de todos los argentinos. Sin
    embargo, se reconocía implícitamente que antes del
    16 de septiembre, existió un enfrentamiento entre dos
    proyectos de
    país. Como manera de zanjar esta disputa, al descalificar
    al peronismo, (sin nombrarlo, sin sustantivarlo, sólo
    adjetivizándolo), la jerarquía católica se
    apropió de la representación de ese "pueblo" que
    osciló entre dos obediencias: la divina o la
    terrenal.

    Para los integrantes de la JAC las metáforas no
    eran necesarias, "los jóvenes de la Acción
    Católica festejamos el golpe por que era Cristo Vence,
    incluso el logo de la Revolución Libertadora era la "V"
    con la cruz encima…el objetivo
    nuestro era la defensa de la fe cristiana…"
    , Roberto
    Díaz, testimonio del 11/09/03.

    Desde el punto de vista de la jerarquía
    católica lo cierto, lo profundo del golpe del 55, su
    razón más importante, era la defensa de la
    integridad social, de la cohesión nacional lograda a
    través del amor a Cristo.
    Son las fuerzas armadas, sus guerreros, los que siguiendo el
    ejemplo de las cruzadas medievales, lograron la victoria sobre
    los impíos y debían custodiar ahora la seguridad de la
    Argentina. Ellos, los soldados, a su vez eran protegidos "Por el
    manto de Nuestra Excelsa Protectora, Generala de nuestro
    Ejército y Madre de nuestro Pueblo".

    A la jornada del 16 de septiembre no le faltaron bardos
    que pregonaran su "gloria". En el mismo número del
    editorial analizado, el profesor
    José Luis Galarza publico su "Poema de los
    liberados":

    "Los que vimos cambiar la faz de nuestros héroes
    / por figuras grotescas que hollaron nuestra historia / los que vimos
    poner un velo a Mayo y Julio / y a los días de oprobio
    señalar con antorchas. / los que hemos presenciado en
    altares y estatuas / erguirse una voraz pareja de rapaces, /
    extraña a Dios, extraña al credo, extraña al
    cielo, / ajena a la belleza y creación del arte. / Los que
    hemos visto envueltos en llamas nuestros templos, (…) / Nuestra
    bandera azul y blanca envuelta en llamas / y en llamas las
    reliquias del heroísmo patrio. / Aquí estamos
    América, nosotros los que oímos / la
    canción de los libres a través de las rejas…" (LA
    UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5393, 22 de septiembre de
    1955. pág. 2, columna 3).

    En este poema se percibe el estado de ánimo
    jubiloso de quienes, por vez primera, podían expresar sin
    riesgos
    aparentes, su oposición cavernaria al peronismo vencido.
    Sin embargo, al día siguiente de publicar el poema,
    según relata José N. Balut, militante de la
    Resistencia
    Peronista: " Galarza caminaba por la Rivadavia, alguien, no
    voy a decir su nombre, se cruzó de vereda y sin decir
    palabra, ese alguien le pegó una trompada en la
    cara…",
    testimonio del 20/03/97.

    El día 25 de septiembre se realizó en
    Catamarca una manifestación de apoyo a la
    "revolución". "…Al frente de la muchedumbre marchaban
    grupos de niños y
    jóvenes, portando una insignia patria extendida en forma
    horizontal (…), la mujer
    catamarqueña estuvo presente en todos los momentos de la
    emotiva manifestación. " (LA UNIÓN, AÑO
    XXVII, N° 5396, 25 de septiembre de 1955. pág. 4,
    columna 1). La elección de niños y jóvenes
    para caminar delante de la marcha no es casual. Ellos son, los
    símbolos de pureza que desde el punto de
    vista del antiperonismo fueron mancillados por la UES.

    La marcha tomó, a medida que se desarrollaba, un
    fuerte carácter vengativo, destruyéndose
    todos los símbolos públicos relacionados con el
    peronismo.

    Los manifestantes detuvieron un colectivo y obligaron al
    conductor a borrar del ómnibus una leyenda alusiva
    "Perón Cumple". Quemaron los archivos de la
    CGT, repudiaron a la UES con cánticos y estribillos. Se
    vivó al Obispo en el Palacio Episcopal, allí
    Monseñor Hanlon bendijo a todos los presentes. Dieron
    vivas también en el Hotel Ancasti, (espacio en el que se
    reunía la pequeña burguesía provinciana a
    tomar café y
    discutir sobre la política), donde todos los presentes
    entonaron el Himno Nacional. La insistencia en atacar a
    referencias simbólicas del peronismo anunciaban lo que
    luego sería la actitud del
    gobierno ante el pasado reciente. Se cree que ocultando,
    el peronismo desaparecería.

    Desde entonces las manifestaciones populares de afecto y
    apoyo, se individualizan representando lo "prohibido" en la nueva
    coyuntura: el poder identificarse como
    peronista.

    "…A partir del 55 sólo queda un grupo de
    peronistas que eran los P.P, ¿Qué quiere decir?,mi
    padre decía que significaba Peronistas em. –
    Perrados",
    testimonio de Hebe Ávila de Salvatierra
    (entrevista del 21/06/97).

    En esta afirmación se destacan algunos de los
    valores de la
    cultura
    popular en Argentina después del golpe militar de 1955 ,
    lapso en el que se consolidó la identidad de
    la mayoría de la clase
    trabajadora. La cultura de la resistencia será uno de los
    elementos que contribuirá a transformar un imaginario
    colectivo tradicionalista en un movimiento dinámico,
    opuesto a las clases dominantes.

    La huelga
    estudiantil como escenario de disputa de clases

    En los primeros días de octubre llegó a
    Catamarca el Teniente Coronel Carlos Muzio, una de las primeras
    medidas que tomó el flamante interventor, (luego de
    recibir los emocionados saludos de la lo mas granado de la
    sociedad lugareña en la Casa de Gobierno) fue la de
    reintegrar el Colegio Quintana a la Comunidad Franciscana local.
    Muzio consideraba que era anhelo del pueblo argentino, el
    "reintegrar a cada ciudadano lo que legítimamente le
    pertenece y de lo que fue despojado de una manera u otra",
    finalmente expresaba, "que las causas que obligaron a la
    provincialización de dicho establecimiento pueden ser
    subsanadas mediante la otorgación de un subsidio
    equivalente al presupuesto que
    actualmente ha sido fijado por la Dirección General de Enseñanza Media y Superior". (LA
    UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5403, 4 de octubre de
    1955. pág. 2, columna 1).

    La "libertad de
    enseñanza" era recuperada para beneplácito de la
    pequeña burguesía y de los sectores medios. Al
    mismo tiempo que se anuncia "tan importante" noticia, Muzio en
    Catamarca, y los funcionarios golpistas en toda la nación,
    despiden a gran cantidad de docentes, suprimen la lectura de
    textos escolares publicados durante el gobierno peronistas,
    reforman los Hogares Escuela, cierran
    colonias de vacaciones, etc. Todas estas medidas tienen como
    objetivo eliminar del campo educativo la huella dejada por el
    gobierno derrocado en septiembre de 1955. Para la reacción
    liberal era fundamental tomar medidas en este sentido.

    Desde 1946 el peronismo en el poder construyó
    representaciones simbólicas de la "comunidad organizada"
    para las distintas clases que integraban su alianza de intereses,
    pero no es hasta 1952, que se inicia de modo sistemático
    la transmisión de la ideología corporativista a través
    del Sistema
    Educativo. Esa intencionalidad se reflejó en los
    libros de
    lectura y de
    texto.
    Títulos como el "Alma tutelar",
    "La Argentina de Perón", "Forjando la Patria", alcanzaron
    una masiva difusión obligatoria en la escuela primaria.
    Los autores de estos textos sintetizaban en las lecturas los
    principios del
    proyecto de
    país: un país que sostiene como valor
    hegemónico (pero no excluyente), la "justicia
    social, la lealtad, la organización y el
    trabajo".

    Estas ambiciones se reflejaron en su esfuerzo por crear
    una nueva conciencia
    nacionalista monolítica de la "Argentina nueva", basada en
    tres principios fundamentales: Perón, el partido peronista
    y la nación.
    Para ello, el gobierno empezó a controlar los diferentes
    agentes culturales y por supuesto el sistema educativo.
    Allí se educaría la futura generación de
    argentinos que no permitiría que el justicialismo se
    redujera a un episodio pasajero en la historia de Argentina. Este
    esfuerzo del gobierno de Perón se llevó a cabo en
    dos fases, primero en la parte estructural e institucional y
    después en la institucionalización de los cambios
    en los contenidos, fase de abierta
    adoctrinación.

    El sistema educativo, durante el gobierno de
    Perón, fue sometido a un pronunciado proceso de
    politización; expresado en el currículum escolar,
    en las ceremonias y celebraciones, así como en las
    demás actividades escolares. Todo ello impregnado por
    largos discursos
    laudatorios hacia el presidente y su esposa Eva Duarte de
    Perón.

    Después de la caída de Perón, se
    les exigió a los alumnos de las escuelas olvidar lo que
    aprendieron en los años anteriores y de no pronunciar ni
    siquiera el nombre del "primer trabajador" que se
    convirtió en el "dictador depuesto". La tímida
    introducción de nuevas perspectivas sobre
    el estudio de nuestro pasado fue erradicada de plano, el
    panteón liberal de próceres volvió a ser el
    modelo a
    seguir por generaciones de argentinos .

    Esta subversión de las normas y los
    valores peronistas, estaba destinada a producir la definitiva
    crisis del modelo de educación normalista
    basado en la "neutralidad" moral, expresada en forma constante en
    el sistema educativo desde principios de siglo. Es evidente que
    si la intención de erradicar la memoria del
    régimen pasado era un imperativo para la
    "Revolución Libertadora", la des-peronización del
    sistema educativo en los tres niveles de educación era
    inevitable. Pero no bastaba con modificar una estructura
    curricular, se debía actuar de manera ejemplar con sus
    adherentes en las escuelas. Los maestros y maestras que fueron
    intelectuales
    orgánicos del peronismo, debían sufrir su misma
    suerte.

    Extirpar cualquier remembranza del peronismo en la
    conciencia colectiva, significaba también eliminar toda
    referencia a su presencia en las instituciones escolares. Este
    nuevo espíritu tuvo por supuesto un reflejo inmediato en
    las escuelas: las escuelas mudaron de nombre, se retiraron los
    retratos de Perón y de Evita, los curriculos y los libros
    de texto cambiaron y se esperó de los alumnos solidaridad y
    lealtad a los nuevos ideales. Todo esto acompañado de una
    "caza de brujas" en los cuerpos docentes de muchas
    escuelas.

    Son varios los episodios que demuestran el impacto del
    golpe en la educación. Con el
    decreto 1223/55, el gobierno provincial peronista, en los
    momentos de mayor confrontación con la iglesia,
    había dado de baja al personal
    directivo y docente del Colegio del Huerto. El interventor Muzio
    se ocupó de revocar esta medida, pero al mismo tiempo
    cesanteó al maestro Hernando Dallalasta de su puesto de la
    Escuela de Bellas Artes.
    Con estas acciones el
    interventor deseaba lograr el favor de la sociedad
    lugareña. La convivencia se vuelve así forzada,
    hasta que el 6 de octubre de 1955, el conflicto oculto estalla,
    con la huelga estudiantil por tiempo indeterminado en el Colegio
    Nacional. En esa institución los alumnos se niegan a
    volver a clase hasta el momento en que los docentes y los
    rectores imputados de peronistas, abandonen sus cargos
    .

    "En la Normal se había organizado la UES, y
    aquí vamos a entrar en el viejo pleito…nosotros con el
    Padre Calvimonte habíamos organizado la JEC (Juventud
    Estudiantil Católica) que era la que realizaba todos los
    bailes y festejos de los estudiantes, que era una
    asociación estudiantil católica que se contrapuso
    inmediatamente con la UES que venía de Buenos Aires. Y
    ahí se dividieron un poco los estudiantes. Por supuesto
    los de la UES tenían de todo, les habían alquilado
    un piso, y nosotros teníamos la sede del Obispado viejo o
    la sede de las parroquias. Cuando pasa el golpe quieren desplazar
    a las autoridades de la Escuela, y ahí se produce un
    contrasentido, pues todos los estudiantes apoyamos a Guillermo
    Córdoba, conocido militante peronista, pero muy acercado a
    los alumnos, entonces todos lo apoyamos y tomamos la escuela para
    evitar su desplazamiento, pero se interviene la escuela y la
    Doctora Vaccaroni de Soria asume como interventora de la
    escuela".
    Testimonio de Roberto Díaz,
    11/09/03.

    La huelga produjo la adhesión de muchos alumnos.
    La prensa local le
    concedió amplios espacios a la información de la huelga La primera
    consecuencia fue la renuncia del rector del Colegio Nacional,
    (histórico centro de educación de la aristocracia
    provincial), profesor Carlos de la Barrera, presentó su
    renuncia. Los alumnos festejaron este "triunfo" en la Plaza de la
    Alameda, pero fueron detenidos por efectivos de la policía
    provincial en un confuso episodio. Cuando este hecho tomó
    estado público, un auto denominado "Comando Civil
    Revolucionario" elevó un telegrama al Ministro del
    Interior donde se denunció que la "Policía local
    integrada por elementos peronistas de acción, ha cometido
    atropellos incalificables contra estudiantes secundarios que
    cumpliendo postulados revolucionarios exigían retiro,
    profesores que utilizaron la cátedra para ponerla al
    servicio de la
    tiranía". (LA UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5405,
    6 de octubre de 1955. pág. 2, columna 1).

    El movimiento de huelga estudiantil sirvió de
    escenario propicio para todos los rencores incubados durante una
    década. De este se sirvieron los que pretendían
    revancha rápida, las capas medias que siempre desconfiaron
    del peronismo, manteniendo con el movimiento un matrimonio de
    conveniencia, y la pequeña oligarquía provinciana,
    celosa de los espacios de poder resignados a partir de 1946.
    Rosendo Ruiz, en ese entonces un joven egresado de 30 años
    del Instituto Nacional del Profesorado de Catamarca expresa su
    posición ante esos hechos "…a los estudiantes lo
    impulsaban los padres, los dinamizan sus padres, tanto sean de
    los comités conservadores, como de los comités
    radicales…los estudiantes universitarios son de la reforma y la
    izquierda está desorientada en ese momento, este es un
    problema de radicales y conservadores de viejo
    cuño…¿Qué vas a discutir en un pueblo de
    2000 o 3000 habitantes?, ¿te ibas a negar a adscribirte en
    un proceso de bien público como era el peronismo?…se
    había una producido una democratización profunda de
    la enseñanza, por ejemplo en Salta le resultaba poco
    satisfactorio a la gente con la que me vinculé, que era de
    buena extracción social, que le hallan (sic) mandado a un
    maestro catamarqueño, porque el Colegio Nacional estaba
    destinado a la oligarquía salteña, no a un cabecita
    negro catamarqueño que venía con un excelente
    título, ¡No!, eso era para uno de ellos, nosotros le
    estábamos quitando espacio…"..
    testimonio del
    12/09/03.

    La Junta de Estudiantes Libres (JEL) deseaba impedir el
    reinicio de las clases parapetándose principalmente en el
    Colegio Nacional. Al promediar la mañana del 6 de octubre
    se enfrentaron con los estudiantes anti huelguistas, deseosos de
    entrar a la escuela. El forcejeo entre facciones culminó
    con una intensa pedreada de la que resultan varios heridos leves.
    Incluso se escucharon disparos en el interior del Colegio
    Nacional, que sufrió daños de consideración
    en las puertas de la calle Chacabuco. Al mediodía, las
    tropas militares llegaron para instalar "la calma" en los
    colegios. La JEL calificaba a sus rivales de "cómplices de
    la tiranía". En respuesta, la Junta Anti Huelguista (JAH)
    los acusaba de "elementos extraños, políticos
    izquierdistas que incitan a la violencia y a la huelga", (LA
    UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5406, 7 de octubre de
    1955. pág. 4, columna 3). Estos estudiantes pedían
    que el lema revolucionario "ni vencedores ni vencidos", fuera
    respetado. La JAH acusaba a estudiantes universitarios de
    Córdoba de orientar la acción de los miembros de la
    JEL. Sin explicitarlo en sus escritos, era evidente que los
    militantes de la JAH, eran los miembros de la UES, que intentaban
    responder a los embates de los triunfadores en septiembre. La
    existencia del grupo, las declaraciones en el
    periódico local del ex Gobernador Armando Casas
    Nóblega, reivindicando su gestión, muestran a un peronismo que no se
    consideraba definitivamente derrotado. En ese marco de
    situación, las declaraciones conciliadoras de Lonardi en
    relación a la dirección del golpe e impedían
    visualizar, en su totalidad, las futuras medidas represoras. El 7
    de octubre la JAH salió a la calle con carteles que
    decían "Secundarios al Colegio, universitarios a la
    universidad",
    "¡secundarios deciden, universitarios no!!!", (LA
    UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5406, 7 de octubre de
    1955. pág. 4, columna 4). Esta manifestación no
    recibió respuestas ni explicación alguna de las
    nuevas autoridades.

    El 8 de octubre, la situación fue marcadamente
    diferente para los huelguistas, estos son recibidos por la
    intervención provincial. Los jóvenes Ramón
    Correa, Domingo Peralta, Isabel Ruiz Acuña, María
    Isabel Navarro, presentaron un petitorio de intervención a
    los colegios de la Capital. Muzio
    consideró comprobadas las acusaciones, (¡Nunca en
    Catamarca se había demostrado tanto interés de
    los mayores por los dichos y temores de los adolescentes!).
    Envía, entonces, una nota al Ministerio de
    Educación solicitando la urgente intervención de
    las escuelas de enseñanza media del ámbito
    provincial. Fundamentaba el pedido en la incompetencia de
    numerosos profesores al desempeñar sus tareas, en las
    presiones de directivos y docentes para utilizar el aula como una
    tribuna política, en la acumulación de numerosas
    horas cátedra, en la falta de autoridad
    moral de los docentes para juzgar a sus alumnos, en la existencia
    de docentes que se reúnen a sus estudiantes en domicilios
    particulares para incitarlos a la violencia y al desorden,
    llegando incluso a proveerles de armas.

    Todos estos justificativos son informados en una nota
    del diario "La Unión" el día 9 de octubre de 1955.
    El episodio culminó previsiblemente, a pesar de la
    movilización en su defensa, con una gran cantidad de
    docentes sin trabajo. Los
    sectores conservadores de la provincia habían conseguido
    su objetivo. El tiempo de la revancha contra los "arribistas",
    contra los principales beneficiados del decenio peronista se
    iniciaba. Rosendo Ruiz que no era, ni fue luego peronista,
    describe con claridad los motivos de esta
    reacción:

    "…yo pienso que se juntaron intereses oscuros, los
    egresados del Instituto éramos en su mayoría
    cabecitas negras que habíamos llegado a ser profesores de
    la Escuela Normal, del Colegio Nacional, de la Escuela Normal de
    Mujeres, donde antes sólo accedían a las
    cátedras los hijos de los conservadores y algunos
    radicales…bueno, éramos hombres sin apellido, sin alguna
    tradición familiar muy rumbosa sobre nosotros, entonces se
    montó sobre la verdadera reacción antiperonista la
    oligarquía catamarqueña sobre los recién
    llegados…que nos cobraban ahora los viejos políticos,
    era el haber tomado alguna responsabilidad social en los pueblos, el profesor
    era un líder, para ellos lo mejor era decir que
    habían sido peronistas…"
    testimonio del
    13/09/03.

    Conclusión

    Se anunciaban tiempos de persecución y de
    prohibiciones. El gobierno preparaba los mecanismos
    institucionales necesarios para eliminar la presencia organizada
    del peronismo en la sociedad. A semanas del golpe, se
    formó una Comisión Provincial Investigadora por
    orden y mandato de la Intervención Provincial. El doctor
    Carlos María Caríde Cevallos fue designado
    presidente de la misma. En los hechos, la comisión era un
    poder judicial
    paralelo y contribuyó, con sus conclusiones, a que varios
    peronistas reconocidos en la provincia sufrieran una
    cárcel injusta. Al momento de su formación, la
    Comisión anunció que sería ejemplo de una
    acción administrativa llena de "serenidad y justicia" (LA
    UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5408, 9 de octubre de
    1955. pág. 2, columna 2). El tiempo demostró que
    sólo era un justificativo, pretendidamente legalista, para
    los atropellos ejercidos sobre quienes eran considerados
    partícipes necesarios de la "segunda
    tiranía".

    Con la creación de comisiones investigadoras en
    todas las provincias, la persecución tomó rango
    institucional. Ya no respondía a pautas azarosas, sus
    acciones fueron planificadas y reglamentadas. Los funcionarios de
    estos organismos para-legales provenían de la Justicia
    Federal y de los fueros locales y se ofrecieron, gustosos, para
    protagonizar esta ominosa tarea.

    El golpe del 55, no solo influye en la vida de los
    catamarqueños a través de los cambios producidos en
    el plano institucional y legal. La "Revolución
    Libertadora" estimulaba la delación como ejercicio
    cotidiano. Las traiciones, las acusaciones eran múltiples
    y patéticas, ahondando la desconfianza y las divisiones en
    una sociedad en la cual las relaciones entre las personas era muy
    cercana.

    Catamarca no podía retraerse, por lo tanto, de
    las duras consecuencias de la interrupción del orden
    institucional en toda la Nación. El rápido viraje
    de la dictadura
    desde una pretendida política conciliadora a una
    acción represiva lisa y llana, ahondó las
    diferencias entre peronistas y antiperonistas. Son estas las
    circunstancias que cambian la vida del hombre
    común, esto se hace más evidente cuando los
    colaboracionistas de la dictadura ocupan los espacios
    vacíos dejados por los empleados y funcionarios demasiado
    ligados al peronismo.

    A partir de 1955, aún siendo legalmente
    prohibida, la violencia abandonó su carácter
    visceral y espontáneo convirtiéndose en un elemento
    de ruptura o asociación en la estrategia
    política dentro y fuera del peronismo. Pierde su
    identificación única con la fuerza. Sin
    profundizar, se puede afirmar que a partir de los años 50
    las reglas de juego de la
    sociedad civil
    se subvierten, los actores sociales en su mayoría,
    coinciden en reconocer a la violencia como un factor no deseado,
    pero necesario en la solución de conflictos.

    La conflictividad política derivada de la
    proscripción del peronismo y la débil legitimidad
    del sistema
    político resultante supusieron una lucha por el poder
    que sobredeterminó la política económica y
    la capacidad para realizar acuerdos encubiertos.

    La posibilidad de consenso entre los partidos
    políticos y el surgimiento de nuevas alianzas sociales
    se vieron obstaculizados por la ceguera de los sectores
    dominantes, que en su intento inútil de recuperar el orden
    vigente antes de 1945, impulsarían a los excluidos
    políticos a nuevas y más radicales formas de
    lucha.

    Bibliografía
    consultada

    ANTOGNAZZI, I. (1993).Conocimiento y
    poder desde la óptica
    de las mayorías. Ediciones A. Caracas.

    ÁVILA, E. (1987)Los latidos del recuerdo.
    Editorial El Liberal. Santiago del Estero.

    BASCHETTI, R. (1987)Documentos sobre
    la Resistencia Peronista 1955/1970. editorial Punto Sur. Buenos
    Aires.

    BAZAN, A. (1992) El Noroeste y la Argentina
    Contemporánea 1853-1992. editorial Plus Ultra, Buenos
    Aires.

    LUCA DE TENA, T. (1974) Yo, Juan Domingo Perón,
    relato autobiográfico. Editorial Espejo del Mundo.
    Barcelona.

    PEREA, J. La Resistencia Peronista como solución
    y como problema. Inédito.

    RODRÍGUEZ LAMAS, D. (1985) La Revolución
    Libertadora. Biblioteca
    Política Argentina. Buenos Aires.

    LA UNIÓN. Matutino diario. Tomos 16 al 18,
    (septiembre de 1955 a octubre de 1958). Archivo
    Biblioteca Dr. Julio Herrera. Catamarca.

     

     

    Autor:

    Jorge Alberto Perea

    Profesor en Historia

    Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de
    Catamarca.

    Área temática: Historia

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