Cuando en la "tierra de la simpatía" dejamos de ser "hermanos". Las jornadas de octubre de 1955 en Catamarca
- Resumen
- Situación política
nacional - Octubre de 1955 en
Catamarca - La huelga estudiantil como
escenario de disputa de clases - Bibliografía
consultada
El 16 de septiembre de 1955 es derrocado el gobierno
peronista, los golpistas triunfantes adoptan el nombre de la
"Revolución Libertadora". En Catamarca, una
temprana reacción del movimiento
popular en contra de los objetivos de
la alianza cívico-militar
liberal, se evidencia en la huelga
estudiantil secundaria de octubre de 1955. En estos episodios se
evidencia el grado de confrontación de clases en la
sociedad
lugareña, la presencia del odio como impulso para la
acción
y la aceptación de la violencia como
un elemento más de la lucha por el poder.
Situación
política
nacional
En el año 1954, Perón
inicia un grave enfrentamiento con la Iglesia
Católica, causado, según palabras del presidente
por la creación de la Unión de Estudiantes
Secundarios, (UES). De todos modos, las verdaderas razones eran
muchos más complejas. La UES era el detonante de un
conflicto
largamente larvado. Las delicadas relaciones entre el Estado y la
Iglesia se vieron perjudicadas en gran medida, porque el clero ya
había resignado en manos del Partido Peronista la
organización sindical de los trabajadores. No pudo
aceptar entonces, que el gobierno volviera ahora inútiles
los esfuerzos destinados a impulsar el movimiento de la Juventud
Católica, y la jerarquía eclesiástica
temió además, que la UES contribuyera a la
pérdida de todo freno moral en los
adolescentes.
Ante el dilema de evitar el conflicto con la Iglesia,
Perón optó equivocadamente, al considerar que
ningún enemigo era lo suficientemente fuerte para
desestabilizar su gobierno. Perón, en una entrevista de
la década de los 70 decía "Los curas atacaron
aquello porque querían atraer a los muchachos a la
Acción Católica. Pero a mí me importó
un pepino que dijesen lo que quisiesen…"(LUCA DE TENA,
1974:67). En esta afirmación se visualiza la creencia
presente en el líder y
sus seguidores, de que la realidad era fruto exclusivo de su
voluntad
Del distanciamiento se pasó al enfriamiento total
de las relaciones, cuando Perón acusa públicamente
a obispos y sacerdotes de "sabotear" la labor de su gobierno,
entre los supuestos confabulados se encuentra el sacerdote
Calvimonte de la provincia de Catamarca y la mención de su
nombre produce una enorme preocupación en los militantes
católicos lugareños. Envuelto en la ola
anticlerical el Congreso dictó leyes con fines
punitivos contra la Iglesia Católica.
En junio de 1955 se realizó la tradicional
procesión de Corpus Christi y la misma se
transformó en una masiva manifestación
anti-gubernamental. En este acto, según el gobierno, se
quema una bandera argentina, lo que genera reacciones de grupos peronistas
en Buenos Aires,
cuando al amparo de la
noche se introducen en las iglesias y producen gran cantidad de
daños.
La Argentina se encontraba al borde de una guerra civil,
y muchos peronistas sentían que estaban ante la
difícil decisión de optar entre Dios o la
Patria.
Toda esta situación era producto de
una crisis
orgánica del bloque de poder constituido a partir de 1945.
La ruptura englobaba a las clases "fundamentales", aliadas hasta
ese momento en el gobierno peronista. La huída de la
pequeña burguesía dejaba a Perón con su
enorme base social de sectores populares, pero sin posibilidades
ciertas de construcción de nuevos consensos en el seno
del mismo sistema
hegemónico. Es cierto que millones de argentinos y
argentinas adherían todavía al peronismo, pero
la lucha por el poder, la victoria o derrota de la asonada
golpista, en esta circunstancia coyuntural, no dependía
aparentemente de ellos y ellas. En esta crisis, las clases
subalternas permanecieron excluidas. lo que demuestra, a su vez,
su debilidad y ausencia de autonomía. La crisis del bloque
dominante en 1955, se solucionaría a posteriori por medio
de la coerción y del terror ejercido prioritariamente
sobre las clases subalternas, las únicas que en la hora
decisiva, no abandonaron a Perón.
Como precaución ante "posibles desmanes", el jefe
accidental de la guarnición militar, Mayor Oscar Osvaldo
Fantón, ordenó que la población entregara todas las armas y
municiones con los que contaban en sus casas. Esto anunciaba el
triunfo golpista, ya que el fin real de esta maniobra era impedir
la organización de grupos peronistas. Sin
embargo, esta decisión de Fantón de hacerse con el
poder, contrarió profundamente al Teniente Coronel Muzio,
jefe del regimiento local, cuando asumió la
Intervención Federal.
La caída de Perón fue recibida en nuestra
provincia con entusiasmo desbordante por muchos varones y mujeres
provenientes de los sectores medios y la
pequeña burguesía que ante el regreso del
Regimiento 17 a la provincia se reunieron espontáneamente
en una manifestación en la Plaza 25 de Mayo. el R. 17
había partido como parte de las tropas "leales", al
gobierno depuesto, para reprimir a los rebelados pero se
había unido a la "Revolución Libertadora" en la
localidad de La Calera, Córdoba. En el festejo, descripto
con detalle por el diario "La Unión", se guardó un
minuto de silencio por los caídos y luego, "con
emoción cívica" todo los presentes cantaron el
Himno Nacional, dieron vivas a la patria, a la religión y a la
Virgen del Valle. El golpismo con estos gestos fuertemente
simbólicos en una comunidad como la
catamarqueña, erigía como pilares de la
reconstrucción nacional a "Dios, a la Patria y al Hogar",
se consideraban así, los defensores de los valores
reales y constitucionales de 1853. Los padres fundadores de la
Republica, eran recuperados y el pasado visualizado en forma
ideal. La Revolución Libertadora se producía para
impulsar el retorno a las instituciones
y el orden social anterior a la irrupción del
"aluvión zoológico" peronista, aborrecido por
Jorge Luis
Borges.
En Catamarca, la alianza de intereses ente golpismo y
militantes católicos era total. En los momentos previos al
16 de septiembre, mediante acuerdos, el Obispo Monseñor
Carlos F. Hanlon y el gobernador peronista Casas Nóblega
habían evitado que el conflicto fuera aquí,
también descarnado. Sin embargo era imposible que la
jerarquía eclesiástica local no sufriera aunque sea
en mínima proporción, las consecuencias de la puja
de intereses a nivel nacional. También enfrentó
medidas disciplinarias, especialmente en el plano educativo, en
donde algunas docentes
fueron cesanteadas y muchas instituciones escolares privadas
católicas pasaron a forma parte de la órbita
estatal.
Otro conflicto importante en repercusión
sucedió en febrero de 1955 cuando los participantes de la
Procesión de la Virgen de la Candelaria en la localidad
del Rodeo, Departamento Ambato, fueron detenidos por orden del
gobernador ya que desobedecían la prohibición de
realizar actos públicos religiosos en el orden nacional y
provincial. Roberto Díaz tenía 18 años y
militaba en la Juventud de la Acción Católica,
relata "…se detiene como a 45 personas por orden de los
jerarcas del poder, que veraneaban en el Rodeo como lo hacen
ahora, entre ellos a los curas Lourdistas de la provincia del
Tucumán, a mí no me detienen por que me disparo,
cuando trasladan la gente a Catamarca, se produce una especie de
pueblada para pedir la liberación de todos los
detenidos…", (testimonio del 11/09/03). Este hecho
cohesionó a la Juventud de la Acción
Católica en torno al padre
Calvimonte.
Cuando se produjo el episodio de la quema de las
iglesias en Buenos Aires, según los testimonios, como
precaución, muchos voluntarios se ofrecieron para
custodiar las parroquias de un "improbable" ataque de los
peronistas catamarqueños. Estos "guardianes de la fe"
esperaban con impaciencia la caída de Perón, y se
nutrían especialmente de adolescentes y adultos que
provenían del seno de la Acción Católica, de
los colegios secundarios normales y del Instituto Nacional del
Profesorado Secundario. "…los grupos se organizan de acuerdo
al tiempo libre
de cada uno de nosotros, y bueno, las personas mayores, recuerdo
al padre de Carlos Maza, llevó una carabina boliviana y
los muchachos más grandes llevaron armas cortas, por
temor…no por exhibición, a mí me tocó
estar con tres jóvenes y una persona
mayor…vigilábamos por unos días, iban los hombres
mayores de la Acción Católica. En realidad era
más que todo una compañía para el Padre
Carlos (sic) Calvimonte y el Padre Andreatta que habían
sido nombrados por Perón en su famoso discurso. Esas
cosas no hacían pensar que podían suceder algunas
cosas. Por las dudas, como dice el dicho: a Dios rogando y con el
mazo dando". Roberto Díaz, testimonio del
11/09/03.
Todo movimiento, todo fenómeno social, necesita
referencias que lo aglutinen, que lo identifiquen. El medio de
comunicación escrito más importante
en la provincia durante esa década y varias décadas
despúes, fue el diario "La Unión", propiedad del
Obispado local. En los meses previos al golpe, este diario
defendió desde los editoriales, los derechos de la Iglesia,
recordando el deber constitucional del Estado en
asistirla en el sostén del culto.
En nuestra provincia los sacerdotes actuaron en forma
decisiva justificando ideológicamente el levantamiento, y
desde el púlpito de las parroquias criticaron ferozmente a
Perón. No hubo reparos en mostrar la íntima
relación de golpistas con la jerarquía
católica evidenciada en la misa celebrada el día 22
en la Catedral capitalina en honor de los caídos en los
enfrentamientos. Oficio en el que participaron en pleno las
nuevas autoridades
El día 24 de septiembre a las nueve de la
mañana se realizó un solemne Te Deum. Estas
señales
de apoyo explícito al golpe de la curia local, fueron
reafirmadas cuando en el diario "La Unión" apareció
un editorial titulado "La hora de la Pacificación", que en
sus párrafos más importantes, aparentemente,
abogaba por la reconciliación de todos los argentinos. Sin
embargo, se reconocía implícitamente que antes del
16 de septiembre, existió un enfrentamiento entre dos
proyectos de
país. Como manera de zanjar esta disputa, al descalificar
al peronismo, (sin nombrarlo, sin sustantivarlo, sólo
adjetivizándolo), la jerarquía católica se
apropió de la representación de ese "pueblo" que
osciló entre dos obediencias: la divina o la
terrenal.
Para los integrantes de la JAC las metáforas no
eran necesarias, "los jóvenes de la Acción
Católica festejamos el golpe por que era Cristo Vence,
incluso el logo de la Revolución Libertadora era la "V"
con la cruz encima…el objetivo
nuestro era la defensa de la fe cristiana…", Roberto
Díaz, testimonio del 11/09/03.
Desde el punto de vista de la jerarquía
católica lo cierto, lo profundo del golpe del 55, su
razón más importante, era la defensa de la
integridad social, de la cohesión nacional lograda a
través del amor a Cristo.
Son las fuerzas armadas, sus guerreros, los que siguiendo el
ejemplo de las cruzadas medievales, lograron la victoria sobre
los impíos y debían custodiar ahora la seguridad de la
Argentina. Ellos, los soldados, a su vez eran protegidos "Por el
manto de Nuestra Excelsa Protectora, Generala de nuestro
Ejército y Madre de nuestro Pueblo".
A la jornada del 16 de septiembre no le faltaron bardos
que pregonaran su "gloria". En el mismo número del
editorial analizado, el profesor
José Luis Galarza publico su "Poema de los
liberados":
"Los que vimos cambiar la faz de nuestros héroes
/ por figuras grotescas que hollaron nuestra historia / los que vimos
poner un velo a Mayo y Julio / y a los días de oprobio
señalar con antorchas. / los que hemos presenciado en
altares y estatuas / erguirse una voraz pareja de rapaces, /
extraña a Dios, extraña al credo, extraña al
cielo, / ajena a la belleza y creación del arte. / Los que
hemos visto envueltos en llamas nuestros templos, (…) / Nuestra
bandera azul y blanca envuelta en llamas / y en llamas las
reliquias del heroísmo patrio. / Aquí estamos
América, nosotros los que oímos / la
canción de los libres a través de las rejas…" (LA
UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5393, 22 de septiembre de
1955. pág. 2, columna 3).
En este poema se percibe el estado de ánimo
jubiloso de quienes, por vez primera, podían expresar sin
riesgos
aparentes, su oposición cavernaria al peronismo vencido.
Sin embargo, al día siguiente de publicar el poema,
según relata José N. Balut, militante de la
Resistencia
Peronista: " Galarza caminaba por la Rivadavia, alguien, no
voy a decir su nombre, se cruzó de vereda y sin decir
palabra, ese alguien le pegó una trompada en la
cara…", testimonio del 20/03/97.
El día 25 de septiembre se realizó en
Catamarca una manifestación de apoyo a la
"revolución". "…Al frente de la muchedumbre marchaban
grupos de niños y
jóvenes, portando una insignia patria extendida en forma
horizontal (…), la mujer
catamarqueña estuvo presente en todos los momentos de la
emotiva manifestación. " (LA UNIÓN, AÑO
XXVII, N° 5396, 25 de septiembre de 1955. pág. 4,
columna 1). La elección de niños y jóvenes
para caminar delante de la marcha no es casual. Ellos son, los
símbolos de pureza que desde el punto de
vista del antiperonismo fueron mancillados por la UES.
La marcha tomó, a medida que se desarrollaba, un
fuerte carácter vengativo, destruyéndose
todos los símbolos públicos relacionados con el
peronismo.
Los manifestantes detuvieron un colectivo y obligaron al
conductor a borrar del ómnibus una leyenda alusiva
"Perón Cumple". Quemaron los archivos de la
CGT, repudiaron a la UES con cánticos y estribillos. Se
vivó al Obispo en el Palacio Episcopal, allí
Monseñor Hanlon bendijo a todos los presentes. Dieron
vivas también en el Hotel Ancasti, (espacio en el que se
reunía la pequeña burguesía provinciana a
tomar café y
discutir sobre la política), donde todos los presentes
entonaron el Himno Nacional. La insistencia en atacar a
referencias simbólicas del peronismo anunciaban lo que
luego sería la actitud del
gobierno ante el pasado reciente. Se cree que ocultando,
el peronismo desaparecería.
Desde entonces las manifestaciones populares de afecto y
apoyo, se individualizan representando lo "prohibido" en la nueva
coyuntura: el poder identificarse como
peronista.
"…A partir del 55 sólo queda un grupo de
peronistas que eran los P.P, ¿Qué quiere decir?,mi
padre decía que significaba Peronistas em. –
Perrados", testimonio de Hebe Ávila de Salvatierra
(entrevista del 21/06/97).
En esta afirmación se destacan algunos de los
valores de la
cultura
popular en Argentina después del golpe militar de 1955 ,
lapso en el que se consolidó la identidad de
la mayoría de la clase
trabajadora. La cultura de la resistencia será uno de los
elementos que contribuirá a transformar un imaginario
colectivo tradicionalista en un movimiento dinámico,
opuesto a las clases dominantes.
La huelga
estudiantil como escenario de disputa de clases
En los primeros días de octubre llegó a
Catamarca el Teniente Coronel Carlos Muzio, una de las primeras
medidas que tomó el flamante interventor, (luego de
recibir los emocionados saludos de la lo mas granado de la
sociedad lugareña en la Casa de Gobierno) fue la de
reintegrar el Colegio Quintana a la Comunidad Franciscana local.
Muzio consideraba que era anhelo del pueblo argentino, el
"reintegrar a cada ciudadano lo que legítimamente le
pertenece y de lo que fue despojado de una manera u otra",
finalmente expresaba, "que las causas que obligaron a la
provincialización de dicho establecimiento pueden ser
subsanadas mediante la otorgación de un subsidio
equivalente al presupuesto que
actualmente ha sido fijado por la Dirección General de Enseñanza Media y Superior". (LA
UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5403, 4 de octubre de
1955. pág. 2, columna 1).
La "libertad de
enseñanza" era recuperada para beneplácito de la
pequeña burguesía y de los sectores medios. Al
mismo tiempo que se anuncia "tan importante" noticia, Muzio en
Catamarca, y los funcionarios golpistas en toda la nación,
despiden a gran cantidad de docentes, suprimen la lectura de
textos escolares publicados durante el gobierno peronistas,
reforman los Hogares Escuela, cierran
colonias de vacaciones, etc. Todas estas medidas tienen como
objetivo eliminar del campo educativo la huella dejada por el
gobierno derrocado en septiembre de 1955. Para la reacción
liberal era fundamental tomar medidas en este sentido.
Desde 1946 el peronismo en el poder construyó
representaciones simbólicas de la "comunidad organizada"
para las distintas clases que integraban su alianza de intereses,
pero no es hasta 1952, que se inicia de modo sistemático
la transmisión de la ideología corporativista a través
del Sistema
Educativo. Esa intencionalidad se reflejó en los
libros de
lectura y de
texto.
Títulos como el "Alma tutelar",
"La Argentina de Perón", "Forjando la Patria", alcanzaron
una masiva difusión obligatoria en la escuela primaria.
Los autores de estos textos sintetizaban en las lecturas los
principios del
proyecto de
país: un país que sostiene como valor
hegemónico (pero no excluyente), la "justicia
social, la lealtad, la organización y el
trabajo".
Estas ambiciones se reflejaron en su esfuerzo por crear
una nueva conciencia
nacionalista monolítica de la "Argentina nueva", basada en
tres principios fundamentales: Perón, el partido peronista
y la nación.
Para ello, el gobierno empezó a controlar los diferentes
agentes culturales y por supuesto el sistema educativo.
Allí se educaría la futura generación de
argentinos que no permitiría que el justicialismo se
redujera a un episodio pasajero en la historia de Argentina. Este
esfuerzo del gobierno de Perón se llevó a cabo en
dos fases, primero en la parte estructural e institucional y
después en la institucionalización de los cambios
en los contenidos, fase de abierta
adoctrinación.
El sistema educativo, durante el gobierno de
Perón, fue sometido a un pronunciado proceso de
politización; expresado en el currículum escolar,
en las ceremonias y celebraciones, así como en las
demás actividades escolares. Todo ello impregnado por
largos discursos
laudatorios hacia el presidente y su esposa Eva Duarte de
Perón.
Después de la caída de Perón, se
les exigió a los alumnos de las escuelas olvidar lo que
aprendieron en los años anteriores y de no pronunciar ni
siquiera el nombre del "primer trabajador" que se
convirtió en el "dictador depuesto". La tímida
introducción de nuevas perspectivas sobre
el estudio de nuestro pasado fue erradicada de plano, el
panteón liberal de próceres volvió a ser el
modelo a
seguir por generaciones de argentinos .
Esta subversión de las normas y los
valores peronistas, estaba destinada a producir la definitiva
crisis del modelo de educación normalista
basado en la "neutralidad" moral, expresada en forma constante en
el sistema educativo desde principios de siglo. Es evidente que
si la intención de erradicar la memoria del
régimen pasado era un imperativo para la
"Revolución Libertadora", la des-peronización del
sistema educativo en los tres niveles de educación era
inevitable. Pero no bastaba con modificar una estructura
curricular, se debía actuar de manera ejemplar con sus
adherentes en las escuelas. Los maestros y maestras que fueron
intelectuales
orgánicos del peronismo, debían sufrir su misma
suerte.
Extirpar cualquier remembranza del peronismo en la
conciencia colectiva, significaba también eliminar toda
referencia a su presencia en las instituciones escolares. Este
nuevo espíritu tuvo por supuesto un reflejo inmediato en
las escuelas: las escuelas mudaron de nombre, se retiraron los
retratos de Perón y de Evita, los curriculos y los libros
de texto cambiaron y se esperó de los alumnos solidaridad y
lealtad a los nuevos ideales. Todo esto acompañado de una
"caza de brujas" en los cuerpos docentes de muchas
escuelas.
Son varios los episodios que demuestran el impacto del
golpe en la educación. Con el
decreto 1223/55, el gobierno provincial peronista, en los
momentos de mayor confrontación con la iglesia,
había dado de baja al personal
directivo y docente del Colegio del Huerto. El interventor Muzio
se ocupó de revocar esta medida, pero al mismo tiempo
cesanteó al maestro Hernando Dallalasta de su puesto de la
Escuela de Bellas Artes.
Con estas acciones el
interventor deseaba lograr el favor de la sociedad
lugareña. La convivencia se vuelve así forzada,
hasta que el 6 de octubre de 1955, el conflicto oculto estalla,
con la huelga estudiantil por tiempo indeterminado en el Colegio
Nacional. En esa institución los alumnos se niegan a
volver a clase hasta el momento en que los docentes y los
rectores imputados de peronistas, abandonen sus cargos
.
"En la Normal se había organizado la UES, y
aquí vamos a entrar en el viejo pleito…nosotros con el
Padre Calvimonte habíamos organizado la JEC (Juventud
Estudiantil Católica) que era la que realizaba todos los
bailes y festejos de los estudiantes, que era una
asociación estudiantil católica que se contrapuso
inmediatamente con la UES que venía de Buenos Aires. Y
ahí se dividieron un poco los estudiantes. Por supuesto
los de la UES tenían de todo, les habían alquilado
un piso, y nosotros teníamos la sede del Obispado viejo o
la sede de las parroquias. Cuando pasa el golpe quieren desplazar
a las autoridades de la Escuela, y ahí se produce un
contrasentido, pues todos los estudiantes apoyamos a Guillermo
Córdoba, conocido militante peronista, pero muy acercado a
los alumnos, entonces todos lo apoyamos y tomamos la escuela para
evitar su desplazamiento, pero se interviene la escuela y la
Doctora Vaccaroni de Soria asume como interventora de la
escuela". Testimonio de Roberto Díaz,
11/09/03.
La huelga produjo la adhesión de muchos alumnos.
La prensa local le
concedió amplios espacios a la información de la huelga La primera
consecuencia fue la renuncia del rector del Colegio Nacional,
(histórico centro de educación de la aristocracia
provincial), profesor Carlos de la Barrera, presentó su
renuncia. Los alumnos festejaron este "triunfo" en la Plaza de la
Alameda, pero fueron detenidos por efectivos de la policía
provincial en un confuso episodio. Cuando este hecho tomó
estado público, un auto denominado "Comando Civil
Revolucionario" elevó un telegrama al Ministro del
Interior donde se denunció que la "Policía local
integrada por elementos peronistas de acción, ha cometido
atropellos incalificables contra estudiantes secundarios que
cumpliendo postulados revolucionarios exigían retiro,
profesores que utilizaron la cátedra para ponerla al
servicio de la
tiranía". (LA UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5405,
6 de octubre de 1955. pág. 2, columna 1).
El movimiento de huelga estudiantil sirvió de
escenario propicio para todos los rencores incubados durante una
década. De este se sirvieron los que pretendían
revancha rápida, las capas medias que siempre desconfiaron
del peronismo, manteniendo con el movimiento un matrimonio de
conveniencia, y la pequeña oligarquía provinciana,
celosa de los espacios de poder resignados a partir de 1946.
Rosendo Ruiz, en ese entonces un joven egresado de 30 años
del Instituto Nacional del Profesorado de Catamarca expresa su
posición ante esos hechos "…a los estudiantes lo
impulsaban los padres, los dinamizan sus padres, tanto sean de
los comités conservadores, como de los comités
radicales…los estudiantes universitarios son de la reforma y la
izquierda está desorientada en ese momento, este es un
problema de radicales y conservadores de viejo
cuño…¿Qué vas a discutir en un pueblo de
2000 o 3000 habitantes?, ¿te ibas a negar a adscribirte en
un proceso de bien público como era el peronismo?…se
había una producido una democratización profunda de
la enseñanza, por ejemplo en Salta le resultaba poco
satisfactorio a la gente con la que me vinculé, que era de
buena extracción social, que le hallan (sic) mandado a un
maestro catamarqueño, porque el Colegio Nacional estaba
destinado a la oligarquía salteña, no a un cabecita
negro catamarqueño que venía con un excelente
título, ¡No!, eso era para uno de ellos, nosotros le
estábamos quitando espacio…".. testimonio del
12/09/03.
La Junta de Estudiantes Libres (JEL) deseaba impedir el
reinicio de las clases parapetándose principalmente en el
Colegio Nacional. Al promediar la mañana del 6 de octubre
se enfrentaron con los estudiantes anti huelguistas, deseosos de
entrar a la escuela. El forcejeo entre facciones culminó
con una intensa pedreada de la que resultan varios heridos leves.
Incluso se escucharon disparos en el interior del Colegio
Nacional, que sufrió daños de consideración
en las puertas de la calle Chacabuco. Al mediodía, las
tropas militares llegaron para instalar "la calma" en los
colegios. La JEL calificaba a sus rivales de "cómplices de
la tiranía". En respuesta, la Junta Anti Huelguista (JAH)
los acusaba de "elementos extraños, políticos
izquierdistas que incitan a la violencia y a la huelga", (LA
UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5406, 7 de octubre de
1955. pág. 4, columna 3). Estos estudiantes pedían
que el lema revolucionario "ni vencedores ni vencidos", fuera
respetado. La JAH acusaba a estudiantes universitarios de
Córdoba de orientar la acción de los miembros de la
JEL. Sin explicitarlo en sus escritos, era evidente que los
militantes de la JAH, eran los miembros de la UES, que intentaban
responder a los embates de los triunfadores en septiembre. La
existencia del grupo, las declaraciones en el
periódico local del ex Gobernador Armando Casas
Nóblega, reivindicando su gestión, muestran a un peronismo que no se
consideraba definitivamente derrotado. En ese marco de
situación, las declaraciones conciliadoras de Lonardi en
relación a la dirección del golpe e impedían
visualizar, en su totalidad, las futuras medidas represoras. El 7
de octubre la JAH salió a la calle con carteles que
decían "Secundarios al Colegio, universitarios a la
universidad",
"¡secundarios deciden, universitarios no!!!", (LA
UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5406, 7 de octubre de
1955. pág. 4, columna 4). Esta manifestación no
recibió respuestas ni explicación alguna de las
nuevas autoridades.
El 8 de octubre, la situación fue marcadamente
diferente para los huelguistas, estos son recibidos por la
intervención provincial. Los jóvenes Ramón
Correa, Domingo Peralta, Isabel Ruiz Acuña, María
Isabel Navarro, presentaron un petitorio de intervención a
los colegios de la Capital. Muzio
consideró comprobadas las acusaciones, (¡Nunca en
Catamarca se había demostrado tanto interés de
los mayores por los dichos y temores de los adolescentes!).
Envía, entonces, una nota al Ministerio de
Educación solicitando la urgente intervención de
las escuelas de enseñanza media del ámbito
provincial. Fundamentaba el pedido en la incompetencia de
numerosos profesores al desempeñar sus tareas, en las
presiones de directivos y docentes para utilizar el aula como una
tribuna política, en la acumulación de numerosas
horas cátedra, en la falta de autoridad
moral de los docentes para juzgar a sus alumnos, en la existencia
de docentes que se reúnen a sus estudiantes en domicilios
particulares para incitarlos a la violencia y al desorden,
llegando incluso a proveerles de armas.
Todos estos justificativos son informados en una nota
del diario "La Unión" el día 9 de octubre de 1955.
El episodio culminó previsiblemente, a pesar de la
movilización en su defensa, con una gran cantidad de
docentes sin trabajo. Los
sectores conservadores de la provincia habían conseguido
su objetivo. El tiempo de la revancha contra los "arribistas",
contra los principales beneficiados del decenio peronista se
iniciaba. Rosendo Ruiz que no era, ni fue luego peronista,
describe con claridad los motivos de esta
reacción:
"…yo pienso que se juntaron intereses oscuros, los
egresados del Instituto éramos en su mayoría
cabecitas negras que habíamos llegado a ser profesores de
la Escuela Normal, del Colegio Nacional, de la Escuela Normal de
Mujeres, donde antes sólo accedían a las
cátedras los hijos de los conservadores y algunos
radicales…bueno, éramos hombres sin apellido, sin alguna
tradición familiar muy rumbosa sobre nosotros, entonces se
montó sobre la verdadera reacción antiperonista la
oligarquía catamarqueña sobre los recién
llegados…que nos cobraban ahora los viejos políticos,
era el haber tomado alguna responsabilidad social en los pueblos, el profesor
era un líder, para ellos lo mejor era decir que
habían sido peronistas…" testimonio del
13/09/03.
Se anunciaban tiempos de persecución y de
prohibiciones. El gobierno preparaba los mecanismos
institucionales necesarios para eliminar la presencia organizada
del peronismo en la sociedad. A semanas del golpe, se
formó una Comisión Provincial Investigadora por
orden y mandato de la Intervención Provincial. El doctor
Carlos María Caríde Cevallos fue designado
presidente de la misma. En los hechos, la comisión era un
poder judicial
paralelo y contribuyó, con sus conclusiones, a que varios
peronistas reconocidos en la provincia sufrieran una
cárcel injusta. Al momento de su formación, la
Comisión anunció que sería ejemplo de una
acción administrativa llena de "serenidad y justicia" (LA
UNIÓN, AÑO XXVII, N° 5408, 9 de octubre de
1955. pág. 2, columna 2). El tiempo demostró que
sólo era un justificativo, pretendidamente legalista, para
los atropellos ejercidos sobre quienes eran considerados
partícipes necesarios de la "segunda
tiranía".
Con la creación de comisiones investigadoras en
todas las provincias, la persecución tomó rango
institucional. Ya no respondía a pautas azarosas, sus
acciones fueron planificadas y reglamentadas. Los funcionarios de
estos organismos para-legales provenían de la Justicia
Federal y de los fueros locales y se ofrecieron, gustosos, para
protagonizar esta ominosa tarea.
El golpe del 55, no solo influye en la vida de los
catamarqueños a través de los cambios producidos en
el plano institucional y legal. La "Revolución
Libertadora" estimulaba la delación como ejercicio
cotidiano. Las traiciones, las acusaciones eran múltiples
y patéticas, ahondando la desconfianza y las divisiones en
una sociedad en la cual las relaciones entre las personas era muy
cercana.
Catamarca no podía retraerse, por lo tanto, de
las duras consecuencias de la interrupción del orden
institucional en toda la Nación. El rápido viraje
de la dictadura
desde una pretendida política conciliadora a una
acción represiva lisa y llana, ahondó las
diferencias entre peronistas y antiperonistas. Son estas las
circunstancias que cambian la vida del hombre
común, esto se hace más evidente cuando los
colaboracionistas de la dictadura ocupan los espacios
vacíos dejados por los empleados y funcionarios demasiado
ligados al peronismo.
A partir de 1955, aún siendo legalmente
prohibida, la violencia abandonó su carácter
visceral y espontáneo convirtiéndose en un elemento
de ruptura o asociación en la estrategia
política dentro y fuera del peronismo. Pierde su
identificación única con la fuerza. Sin
profundizar, se puede afirmar que a partir de los años 50
las reglas de juego de la
sociedad civil
se subvierten, los actores sociales en su mayoría,
coinciden en reconocer a la violencia como un factor no deseado,
pero necesario en la solución de conflictos.
La conflictividad política derivada de la
proscripción del peronismo y la débil legitimidad
del sistema
político resultante supusieron una lucha por el poder
que sobredeterminó la política económica y
la capacidad para realizar acuerdos encubiertos.
La posibilidad de consenso entre los partidos
políticos y el surgimiento de nuevas alianzas sociales
se vieron obstaculizados por la ceguera de los sectores
dominantes, que en su intento inútil de recuperar el orden
vigente antes de 1945, impulsarían a los excluidos
políticos a nuevas y más radicales formas de
lucha.
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Biblioteca Dr. Julio Herrera. Catamarca.
Autor:
Jorge Alberto Perea
Profesor en Historia
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de
Catamarca.
Área temática: Historia