La psicología y el concepto de ciencia. Reflexiones epistemológicas sobre los saberes llamados psicología
- Resumen
- Primera
constatación - Segunda
constatación - El
problema - El problema del
conocimiento - El concepto positivista de la
ciencia - La revisión
kuhniana - La psicología como
ciencia - La posibilidad de la
psicología como ciencia - Bibliografía
Nos planteamos en este trabajo
–en cuanto psicólogos ligados a una práctica-
la cuestión de la validez del conocimiento
psicológico en tanto fundamento y respaldo de toda
práctica
profesional, vale decir, la justificación
epistemológica del quehacer del psicólogo en una
sociedad
centrada en los valores
científico-tecnológicos donde domina el concepto
positivista de la ciencia.
Frente a este contexto, cuál es la situación de la
psicología y cuáles sus posibilidades como
ciencia?
Palabras clave: psicología, ciencia,
epistemología, positivismo,
paradigma,
objeto de estudio, práctica profesional.
"…el modelo del
mundo toma la forma, se quiera o no, de
afirmación científica de los hechos; y,
como tal, el mundo se convier te en falso".
"…Así, aun reconociendo que las teorías
de la Física son
siempre relativas, podemos afirmar, o así lo creo, que las
teorías actuales de la Física sugieren fuertemente
la indestructibilidad de la Mente frente al Tiempo".
"…Yo no encuentro a Dios en lugar alguno del
espacio o del tiempo, así hablaría el naturalista
honesto. Por esto es acusado por aquéllos en cuyo
catequismo está escrito: Dios es
espíritu"
Erwin Schrödinger
Premio Nóbel de Física 1933
La psicología desde sus comienzos en tanto
disciplina par
ticular en el siglo XIX ha estado
jaqueada por la exigencia de ser ciencia; esta exigencia ha
condicionado toda su historia en el siglo y
cuarto que aproximadamente lleva de existencia.
"En todo momento, especialmente en los Estados Unidos,
la psicología ha procurado por todos los medios ser
ciencia; y en principio, la ciencia se abstiene de toda
especulación no penetrada y consolidada por los hechos.
Sin embargo, en toda la ciencia psicológica no hay hechos
suficientes para fundar un sistema
único y sólido".(1)
Sabemos también que esta problemática ha
estado ligada (en un sentido causal) al otro viejo problema de la
psicología: la definición de su objeto, el cual, a
su vez, condiciona el método a
emplear para su estudio y exploración* Objeto y
método, pues, (los 2 problemas
esenciales para definir una ciencia) en el caso de la
psicología, han estado fuertemente condicionados por el
previo criterio de "ciencia" que se sustente, con lo que tenemos
instalado el problema epistemológico en el corazón y
razón de ser misma de la psicología;
situación contraria, en términos generales, a lo
que observamos ocurre en las ciencias
físiconaturales, donde primero hay un objeto claro y
definido sobre el cual interrogar y, luego, van
elaborándose gradualmente los métodos
(modos de operar)idóneos para obtener la respuesta a tales
interrogantes. Así ha sido (y en gran medida sigue
siéndolo) en la física, la astronomía, la química, la biologia,
etc. La materia, los
planetas y sus
movimientos, las estrellas y galaxias, el átomo, las
moléculas, células y
organismos son, que duda cabe, los objetos y fenómenos
sobre los cuales estas ciencias indagan, se han constituido y se
han desarrollado. Claro está que dicho en forma
simplificada, pues "aquello" sobre lo que se indaga va a sumiendo
distintos matices y delimitaciones a partir del propio desarrollo del
conocimiento
científico. Lo que se quiere destacar en definitiva es
que, más allá de los problemas que plantea el
propio concepto de "materia", "energía" o "vida", no han
existido demasiadas dudas a lo largo de la historia de la ciencia
respecto a qué estudiar y qué explicar en tales
disciplinas.
Con la situación inversa nos encontramos en el
caso de la psicología, en la cual, desde sus propios
inicios, se destaca el problema de definir qué es lo que
se pretende estudiar.
1. Heidbreder E. "Psicologías del
siglo XX", p. 17.
*Esta relación también podría
plantearse a la inversa, la exigencia del método
condiciona al objeto.
Sea lo que fuere lo que se entienda por "objeto"
de la psicología, lo que no ofrece dudas y nadie
estaría dispuesto a discutir es que esta disciplina tiene
que ver con el "hombre", con
lo "humano" como tal. Si alguien dijera que también existe
una psicología animal (en el sentido que no tiene que ver
con lo humano), se puede responder que tal denominación
(no muy al uso) se aplica a estudios relativos a otras especies
no humanas con el último propósito de explicar,
comprender y, si fuera posible, prever ciertos fenómenos y
comportamientos en la esfera humana. De hecho, por otra parte,
tal denominación supone "ad initio" una determinada
forma de entender el objeto de la psicología.
Esto es lo único, pues, que podríamos dar
por cierto, porque a partir de aquí si formulamos la
pregunta: qué estudia la psicología? obtendremos
respuestas tales como: la "conciencia",la
"conducta" o el
"comportamiento"
en diferentes acepciones), el "inconciente", los
"procesos
psicológicos", la "personalidad"
y otras tantas por el estilo.
Desde luego, cuando se dice "hombre" se da por sentado
que se hace referencia al hombre en su realidad
fáctico-existencial; vale decir, al hombre como ser
corporal-mental-social, sin que ello implique caer prisioneros
del dualismo cartesiano (cuerpo-alma), como
así tampoco del dualismo "individuo-sociedad". Decir "hombre" en la
perspectiva que nos situamos supone simplemente mentar el ser de
"carne y huesos" que
piensa, siente, percibe, sueña y obra; nace, se desarrolla
y muere en relación con un medio natural, social y
cultural.(1)
Planteada la cuestión en estos términos,
sobre lo que seguramente habría acuerdo es en que la
psicología tiene que ver con el "hombre"; pero ni falta
hace decir que nadie intentó definir a la
psicología como "el estudio del hombre", a secas, pues es
ésta una expresión tan vaga y general que no sirve
en modo alguno para definir y delimitar un campo de estudio.
Además, el "hombre" es objeto de estudio de muchas
disciplinas.
Nos encontramos entonces con las manos vacías a
la hora de establecer el qué (objeto) de la
psicología, con lo que sólo restaría por
decir que "la psicología es lo que estudian los
psicólogos", recurso a la ironía que no hace
más que mostrar en toda su crudeza esta particular
situación de la psicología a la hora de definir su
objeto.
Carece la psicología, como vemos, de un objeto
"natural"; un qué del conocimiento denominado
psicológico sobre el cual, más allá de las
diferentes interpretaciones e intentos de explicación
(teorías) que este objeto suscite, se fundamente una
pretendida ciencia psicológica.
Por otra parte, se presenta el agravante que lo que
estudian los psicólogos, además de su diversidad,
se ha dado y se continua dando en el marco de una lucha por ser
el portador del estandarte de la ciencia, de tal modo que es
común encontrarnos en la psicología con que ciencia
es lo que "yo" o "mi grupo-corriente" hace, en tanto que no lo es lo
que hacen los demás, que automáticamente pasan a
las filas de los "no", "pre" o
"pseudocientíficos".
La primera constación a la que arribamos pues,
según lo dicho, es:
La psicología, en tanto disciplina particular,
carece de
un objeto natural y propio, unánime o por lo
menos mayo-
ritariamente aceptado.
1 El propio concepto de "medio
ambiente" se plantea como artificial y
problemático
a la hora de decidir dónde
termina el individuo y comienza el medio.
Si, conforme hemos visto, la psicología carece de
un objeto propio sobre el que exista consenso, cabe preguntarse a
qué se debe esta tan curiosa situación, que ni
siquiera comparten otras disciplinas que no pertenecen al grupo
de las ciencias de la naturaleza (al
menos no del mismo modo), en las que podrá discutirse (y
de hecho se discute)sobre su cientificidad según
determinados criterios, pero muy difícilmente se encuentre
semejante disparidad respecto a qué estudiar.
Cómo es posible que exista toda una rama del
saber (cuestionada y cuestionable, pero existente al fin) con un
nombre(psicología),una ingente literatura que crece
día a día, unidades y centros académicos
dedicados a su estudio, carreras universitarias para formar
profesionales, asociaciones (locales, nacionales e
internacionales), miles de personas (autores, investigadores,
profesionales, docentes,
editores, estudiantes) dedicadas a ella, todo ello bajo la
designación de psicología y, al mismo tiempo, no se
pueda definir, con mediana precisión, algo elemental como
su objeto?
Supongamos que se le describiera esta situación a
alguien que no tuviera la menor noticia del significado de la
palabra "psicología"; tal individuo no podría menos
que quedar perplejo y asombrado. Preguntaría luego de
pestañar y restregarse los ojos: es esto un chiste? Toda
esa gente que me dicen se dedica a algo que no pueden definir o
definen en términos divergentes, contrapuestos y hasta
antitéticos; toda esa enorme producción intelectual a lo largo de
más de un siglo, es el fruto de un delirio, de un
pasatiempo ocioso? Incluso podría legítimamente
pensar, están acaso locos? (y no faltaría quien
respondiera afirmativamente). Qué produce semejante
fenómeno? No habría aquí un extraordinario
tema de investigación para los verdaderos
científicos?
Nos encontramos así con una segunda
constatación:
Atendiendo a la producción teórica, el
hacer práctico y las
organizaciones sociales (centros académicos,
instituciones
asistenciales, profesionales, etc.) a que ha dado
lugar la
llamada "psicología", no hay duda de que cabe
admitir su
existencia, de pleno derecho, como rama del saber
constitu-
ido.
Uniendo estas dos constataciones arribamos a la
paradógica conclusión de la existencia de toda una
rama del saber, sumamente desarrollada (atendiendo a su
difusión y amplísima literatura) y de gran
importancia en el contexto cultural e incidencia social, que
carece de objeto definido.
Cómo dar cuenta de esta
situación?
El problema, según lo vemos, radica en el propio
concepto de ciencia y en la pretensión (totalitaria) de
hacer del conocimiento definido como "científico" el
único conocimiento válido y digno de ser
considerado tal. He aquí la condición cultural que
ha venido perturbando a la psicología, sembrando la
confusión y limitándola sus
posibilidades.
Va de suyo, pues, según esta tésis, que no
saldremos de la perplejidad al contemplar el estado de
la psicología sin antes indagar respecto a cómo y
por qué el concepto de ciencia ha producido este efecto
tan particular en este tipo de saber, mientras que los debates
epistemológicos no han impedido el desarrollo de las
ciencias físico-naturales.
Se ha señalado anteriormente que desde las
diferentes corrientes teóricas (no todas) que conforman
este vasto conglomerado de la psicología
contemporánea se enarbola el estandarte de la Ciencia como
autojustificación frente a otras formas de entender el
objeto, contenido y modo de conocimiento psicológico. Lo
que se pone en tela de juicio no es (como estamos acostumbrados a
ver en la física, cosmología, química,
biología,
etc.) una particular interpretación y explicación de un
determinado tipo de fenómeno o información, sino la respetabilidad misma
de tal interpretación e intento de explicación o
comprensión.
Desde los sectores típicamente positivistas y
experimentalistas se niega, lisa y llanamente, el carácter de ciencia al psicoanálisis (y sus variantes), la
psicología fenomenológico-existencial, la
comprensiva, la humanista y la transpersonal. Vale decir que todo
lo que no responda en forma estricta a los parámetros de
cientificidad del positivismo, se califica genéricamente,
desde esta particular perspectiva, como "especulativo",
"apriorístico", "no empírico" y "no
verificable".
Tomemos por ejemplo el siguiente pasaje de la obra
"Elementos de Epistemología" de Franco Murat
(catedrático por más de 30 años de la
Facultad de Psicología de la Universidad
Nacional de Córdoba), refiriéndose a dos autores de
la corriente existencial en psicología (Rolo May y Ludwing
Binswanger), dice:
"… ambos autores, además de admitir una
pluralidad de co
nocimientos merecedores del rótulo de
científicos, pare-
cen admitir también una pluralidad de
métodos y de obje
tos científicos".(1)
En la perspectiva de F. Murat, la obra de uno y otro
autor no merece el rótulo de
"científico".
Del otro lado, esto es desde las corrientes que no
comparten o no se encuadran en el programa
positivista, se asume que si la psicología ha de tener
algún valor no
podrá ser núnca de tipo "fisicalista" y
"objetivista" en el sentido de las ciencias de la naturaleza,
pues una psicología de tal índole
desvirtuaría la cualidad más esencial de los
hechos psicológicos, su sentido y
significación, que jamás podría ser
captado por los métodos verificacionistas.
"Psicología de sillón" versus
"psicología sin alma". "Ciencias de la naturaleza" versus
"ciencias del espíritu", o nomológicas versus
histórico-hermenéuticas; desde un positivismo
estricto la alternativa es, sencillamente, ciencia o
pseudociencia.*
He aquí el dilema y conflicto en
el que se halla instalada la psicología desde sus mismos
orígenes en cuanto disciplina particular. Aquí
radica precisamente, creemos, el problema central de la
psicología; problema de raíz estrictamente
epistemológica.
Obsérvese que la inevitable referencia a los
"orígenes" de la psicología cobra sentido si, y
sólo si, se entiende este origen en términos de
ciencia moderna en tanto corpus de conocimientos
empíricamente demostrables(o refutables), caso contrario
no trendría sentido hablar de sus orígenes como
disciplina particular, pues esta división de la
ciencia
1. Murat F "Elementos de
Epistemología", p. 17
* En términos menos académicos se
diría "entre ciencia y macaneo", pues este
es habitualmente el sentido tácito de tal
distinción.
en áreas o ramas particulares a las que se asigna
un determinado sector o parte) de la realidad o cierto tipo de
fenómenos para su estudio con forme a los patrones y
procedimientos
definidos como científicos, es propio y definitorio de lo
que se entiende por ciencia desde Galileo, Bacon y Newton.
Todos los manuales de
historia de la
psicología hacen la distinción entre la
psicología precientífica y la científica,
dedicando uno a más capítulos a hacer la
reseña de las "ideas y principios
psicológicos" dispersos en la obra y pensamiento de
los principales filósofos y pensadores de Occidente,
remontándose hasta los presocráticos. Luego
continuan con una descripción de los inicios de una
psicología independiente (ciencia particular), con las
inevitables y consabidas referencias a W.Wundt y su laboratorio de
Leipzig, para continuar con la exposición
de las principales escuelas o corrientes de la psicología
contemporánea Estas escuelas, obviamente, pertenecen al
período de la psicología ya constituida como
ciencia particular. Sin embargo, las mismas expresan diferentes
posturas epistemológicas; de tal modo que unas acusan a
otras de hacer lo que se quiera pero menos ciencia, en tanto que
éstas contraatacan con el argumento de que sus
cuestionadores podrán hacer lo que se quiera pero no
psicología.
Unos estudian la "conducta", entendida de una forma, y
otros también la "conducta", pero entendida de otro modo.
Para otros más lo fundamental es el "inconciente",
entendido de una manera, mientras que no faltan los que coinciden
con este objeto, pero lo definen y entienden de modo diverso.
Otro grupo sostiene que la "conciencia" es lo esencial, en tanto
hay quienes hablan de la "experiencia existencial", o los
"procesos de intercambio con el medio", etc., etc.,
etc.
El problema del objeto aparece en toda su crudeza. Es
evidente que no encontramos en la historia de la
psicología, salvo raras excepciones un verdadero
intercambio de ideas y crítica, sino un diálogo de
sordos desde el momento que cada sector habla desde diferentes
modos de entender la psicología, su objeto y
procedimientos de estudio (método).
Cuando se habla de psicología científica,
en contraposición a la precientífica, en ese
preciso momento se está instalando el problema
epistemológico en el centro de la disciplina. No es
común oir hablar de la física pregalileana como la
"física precientífica", sino que se hace
referencia, lisa y llanamente, a la física
aristotélica, por ejemplo.
Sucede que la constitución de la física moderna y
el método
científico marcharon paralelamente. Mientras que en el
caso de la psicología, como ocurre asimismo con las
demás disciplinas del hombre y la cultura, viene
a querer ser definida como ciencia precisamente cuando la ciencia
moderna estaba ya lo sufientemente afirmada y desarrollada en el
campo de los fenómenos materiales y
biológicos. Pretender extender la aplicación del
método científico al estudio de los
fenómenos psicológicos y socio-culturales fue una
consecuencia lógica
en el propio desarrollo de la ciencia.
Si se habla entonces de "psicología
científica", naturalmente que toda psicología que
se precie de tal deberá justificarse en la
aplicación y respeto del
método científico, razón por la cual a la
hora de definir el objeto de estudio habrá que cerciorarse
que el tal "objeto" (tipo de fenómenos o ámbito)
admita el empleo de los
procedimientos y exigencias de lo previamente definido, e
históricamente desarrollado, como "método
científico", caso contrario no tendremos ciencia de lo
psicológico.
Son muy conocidos los argumentos de J.B. Watson respecto
a la necesidad de desprenderse definitivamente de conceptos tales
como conciencia, mente, mental, por carecer
de sentido en términos de los requisitos del método
científico; asi, por ejemplo, decía:
"Si la psicología quiere convertirse en
ciencia debe seguir el
ejemplo de las ciencias físicas, esto es,
hacerse materialista,
mecanicista, determinista y
objetiva".(1)
Difícilmente pueda hallarse una
formulación más clara al respecto.
Pero no tenía menores pretensiones de
cientificidad la psicología de Tichner, continuadora de la
de Wundt en EE.UU., a la que Watson desdeñaba como
psicología "tradicional con resabios
metafísicos".
El psicoanálisis freudiano, a su vez, duramente
cuestionado por los devotos defensores del "método
científico" es, sin embargo, constitutivo de la nueva
psicología científica y de una influencia tal en la
nueva disciplina como quizás de ninguna otra escuela
psicológica pueda decirse.
Nadie pondría en duda que la formación
intelectual de Freud se enmarca
en lo que en términos generales puede considerarse como
"tradición científica"; que Freud mismo se
consideraba un científico es un hecho; no obstante, a la
hora de demarcar la "ciencia" de la "pseudociencia", el
psicoanálisis posee atributos que lo ubican más del
lado de la segunda categoría que de la primera, si el
concepto de ciencia es definido en términos
convencionales.
Hablar de la "psicología comprensiva" de
Dilthey, Spranger y Jaspers y de la
"fenomenológico-existencial" de un Brentano,
Merleau-Ponty, Binswanger, Rolo May y otros, que encuentra su
fundamento en el propósito husserleano de instituir una
"ciencia estricta" a partir del "retorno a las cosas
mismas", es ya decididamente risueño para los cultores
y defensores de la ortodoxia científica.
Que la psicología no es una disciplina al estilo
de las físico-naturales, que poseen una cierta unidad
interna y han elaborado un corpus de conocimientos sobre el que
existe consenso porque existe evidencia empírica (sin
perjuicio de que existan muchas veces teorías rivales o no
unánimemente aceptadas sobre ciertos fenómenos y su
interpretación), es cosa segura. En términos
kuhnianos habría que decir que no ha alcanzado status de
"ciencia normal". Y también, siempre siguiendo a Kuhn,
constatamos que la psicología actual está
conformada por una multiplicidad de "paradigmas"
contrapuestos entre si.*
1. Heidbreder E., Ob. cit., p.
178
* No es nuestro propósito aquí analizar
las críticas que el pensamiento de
Kuhn suscita dentro de la epistemología
contemporánea, tanto desde el racionalismo
como desde el neopositivismo, tan sólo nos interesa
valernos del andamiaje conceptual kuhniano para la
reflexión sobre el estatus cien tífico de la
psicología.
4. El
Problema del Conocimiento
El concepto de ciencia es en si mismo
problemático y su discusión y análisis en profundidad es materia de la
filosofía de la ciencia o epistemología. No
pretendemos aquí, naturalmente, pasar revista al
estado actual de esta discusión. Para nuestro
propósito bastará con caracterizar el concepto de
ciencia tal como se ha dado en un sentido tradicional y que ha
dominado y orientado la praxis
científica (en las ciencias de la naturaleza) desde
Galileo y Bacon en adelante, pues a este modelo responde el
surgimiento histórico de la psicología como ciencia
y desde él (y contra él) se produce la
áspera disputa respecto al carácter o falta de
carácter científico de la misma y a si un
determinado modo de entender y hacer psicología posee
valor científico o no.
Plantearse el problema del concepto de ciencia no es
tarea fácil; a preguntas tales como qué es la
ciencia? (y por contraste qué no es
ciencia),cómo procede la ciencia? en
qué consiste la ciencia?, surgen inmediatamente otros
interrogantes de tipo más básico: es posible el
conocimiento?, en caso afirmativo, cómo podemos
conocer?, pues cualquier cosa que se diga de la ciencia algo
es indudable: la ciencia es una forma de conocimiento; de modo
que antes del problema epistemológico propiamente dicho
tenemos el problema gnoseológico, el problema del
conocimiento como tal.
El problema gnoseológico se encuentra presente ya
en los comienzos de la reflexión filosófica en
Grecia. Para
Parménides de Elea, el pensar no tiene otro objeto que el
Ser y éste no se identifica con las cosas múltiples
que devienen, el mundo de los sentidos,
sino que es permanente, eterno,inmóvil y necesario. En
consecuencia, la multiplicidad y el devenir se oponen al Ser; la
vía de los sentidos es falaz y conduce al
error.
Mientras los eléatas sostenían la
existencia del Ser, los sofistas vinieron a sostener la
impermanencia y relatividad de todo. Para Protágoras de
Abdera no hay verdaderamente Ser sino sólo
"fenómenos" y "cambio". Pero he aquí
que si no hay Ser no hay verdad en términos absolutos y
permanentes, por lo que el "hombre es la medida de todas las
cosas". El pensamiento de los sofistas vino a sostener un
relativismo que se traduce en un ecepticismo de fondo.
En Sócrates,
la Realidad supera siempre al hombre, por lo que hay que ser
cauto y prudente a la hora de hablar de la "verdad".
El hombre
sabio es conciente de su ignorancia, lo que no implica un
ecepticismo, sino la aceptación humilde de la
limitación como principio del saber.
La búsqueda de la sabiduría es el
más grande anhelo socrático, pero este principio de
la sabiduría es reconocer que el hombre (y por lo tanto
el
conocimiento que pueda obtener) es finito y limitado. La
verdad, por otra parte, no debe buscarse fuera (el camino de los
sentidos), sino dentro. "Sócrates representa un
descubrimiento del hombre y, hasta cierto punto, de la
reflexión sobre sí como punto de partida del
redes cubrimiento
del Ser y, al mismo tiempo, una exigencia de conocimiento
filosófico universalmente válido".(1)
Con Platón,
la teoría del
conocimiento no asume una forma unívoca y precisa,
pues se va modificando a lo largo de sus diálogos; sin
embargo para nuestro propósito bastará con una
caracterización general en términos de la
distinción entre una realidad "inteligible" conformada
porlas ideas necesarias, universales y eternas y la realidad
"sensible", corres pondiente al mundo de las cosas, mudable y
cambiante, que corresponde a un grado inferior del Ser y, por lo
tanto, a un tipo inferior de conocimiento (doxa).
1. Caturelli, A., La Filosofía,
p. 102.
La ontología platónica que implica los
"grados del ser" (dialéctica) se corresponde con los
grados del conocimiento, pues el Ser, como en Parménides,
corresponde al pensar. El mundo sensible (2do. grado del ser) es
el reflejo o signo del mundo inteligible de las Ideas, por lo que
el mundo de las cosas y el devenir (del cual el hombre participa
en cuanto ente corporal) permite descubrir el orden inteligible
del Ser Absoluto y permanente. Pero entre lo sensible y lo
inteligible existe el grado intermedio de los entes
matemáticos, no del todo desprendidos de lo sensible, a
los cuales corresponde la razón discursiva
(dianoia), que no es un conocimiento perfecto pero
sí superior al conocimiento sensible. Finalmente, al orden
de la Suprema Realidad corresponde la intuición
(noésis), que es el conocimiento
perfecto.
Y así llegamos a Aristóteles, considerado habitualmente como
el verdadero precursor de la ciencia moderna, a pesar de que
ésta se constituye inicialmente como oposición al
aristotelismo de la escolástica medieval.
Aristóteles conservó el dualismo
platónico entre "lo sensible" y "lo inteligible"; entre el
devenir de la naturaleza y el motor
inmóvil.
Mas lo que en Platón es
trascendente (las esencias-ideas), en Aristóteles es
inmanente (la esencia de una cosa). Aristóteles rechaza el
intuicionismo platónico, siendo la "razón" el
instrumento del conocimiento, motivo por el cual deben estudiarse
y establecerse sus leyes
(lógica).
La ciencia es conocimiento por las causas (idea
ésta que luego sería fundamental en la
concepción moderna de la ciencia, si bien la causalidad en
Artistóteles es mucho más que la empírica de
la ciencia), por lo tanto, la demostración correcta la
hace posible. Distinguiendo entre el estudio de las "causas
próximas" (ciencias particulares) y la ciencia de las
"primeras causas" y principios
de las cosas (Metafísica).
Aristóteles, como Platón, reconoce tres
grados del conocimiento, con la diferencia que no corresponden a
tres grados del Ser, sino a tres niveles de abstracción.
Así entonces está la Física (1er. grado), la
matemática
(2do. grado) y la metafísica (3er. grado). El conocimiento
del cambio, de lo
singular (física) no es ciencia, mientras que el
conocimiento de lo universal (metafísica) sí lo
es.* No obstante, la metafísica de Aristóteles no
se refiere a un orden suprasensible, un "más allá
de la física que es el Ser que hace ser a lo visible… Lo
real para Aristóteles no es algo que existe más
allá de lo sensible, sino que es simplemente la realidad
natural o física de la cual puedo, por abstracción,
fabricar el concepto universal del ente (por lo que) no hay
propiamente metafísica sino un naturalismo realista o un
realismo
cósmico".(1)
* En este caso, la ciencia moderna (positivista)
seguirá manteniendo el criterio de lo universal, pero se
producirá una inversión total respecto a que sólo
se considerará ciencia al estudio de lo observable y
empírico mundo físico), en tanto que se
considerará mera especulación carente de valor a lo
que Aristóteles designaba como
metafísica.
1 Caturelli, A.: ob. cit, p.
121
En el naturalismo, el conocimiento causal y el
método deductivo aristotélico, junto al
"objetivismo" propio del pensamiento griego, se encuentran los
elementos prefiguradores del concepto de ciencia tal como, casi
20 siglos después, se desarrollaría en la Europa de
principios del siglo XVII.
El propio conocimiento encierra la idea de "verdad",
pues conocer es conocer con verdad, lo contrario es falsedad o
ilusión, lo cual carece de valor o utilidad alguna.
En el pensamiento griego la reflexión
epistemológica forma parte del filosofar (Platón –
Aristóteles), como también puede decirse de la
Edad Media;
pero es en la Edad Moderna
cuando aparece como tema de reflexión en sí
mismo.
Como tal es tratado por John Locke en
su "Ensayo sobre el entendimiento humano" (1690); por
George Berkeley en el "Tratado de los principios del
conocimiento humano" (1710); por David Hume en su "Tratado
de la naturaleza
humana" (1748). También en el caso de Leibniz, que
en los "Nuevos ensayos sobre
el entendimiento humano"(editado en forma póstuma en
1765) intenta la refutación de la posición sentada
por Locke. Con la "Crítica de la razón pura"
(1781),Kant aborda la
crítica del conocimiento científico de la
naturaleza.
Según Johannes Hessen en su "Teoría del
Conocimiento", el fenómeno del conocimiento linda con
tres esferas distintas:
a- El sujeto (esfera
psicológica)
b- La imagen (esfera lógica)
c- El objeto (esfera
ontológica)
De aquí que toda reflexión
epistemológica se realice, necesaria mente, desde una
ontología o remita a ella. Así ocurre (como
acabamos de ver) en los presocráticos, en Platón,
Aristóteles y toda la historia del pensamiento.
Siendo así, a partir de la dualidad
"sujeto-mundo" proveniente de la filosofía griega el
problema del conocimiento se presenta como una cuestión de
correspondencia entre el sujeto (conciencia o mente cognoscente)
y el objeto. Siguiendo a Hessen, el problema así planteado
puede descomponerse en las siguientes cinco
subcuestiones:
-Puede el sujeto aprehender realmente el objeto?
(posibilidad del conocimiento).
-Cuál es la fuente o base del conocimiento
humano? (origen del conocimiento).
-Existe sólo una o varias formas de conocimiento
(formas del conocimiento).
-Cómo distinguir con certeza lo verdadero de lo
falso? (criterios de verdad).
A la primera pregunta obviamente sólo cabe
responder por la afirmativa si no se quiere asumir o caer en una
posición escéptica, a partir de la cual cesa toda
discusión sobre el conocimiento. La ciencia, cualquiera
fuera la forma en que se la entienda, la filosofía y la
historia cultural de la humanidad suponen admitir esta
posibilidad como punto de partida.
Claro que una vez admitida esta posibilidad
inmediatamente surgen diferentes formas de entender dicha
posibilidad, pudiéndose resumir en las
siguientes:
–Dogmatismo, que habitualmente adopta la forma de
tradicionalismo o racionalismo.
–Relativismo, que reconoce la posibilidad del
conocimiento sólo limitado a una esfera restringida y
contingente.
–Pragmatismo, que reemplaza el concepto de
"verdad" por el de
"utilidad" (en el fondo, como lo señala
Hessen,
es un ecepticismo atenuado.
–Criticismo, encarnado en la doctrina kantiana
del conocimiento.
Respecto a la segunda pregunta las posturas posibles se
bifurcan en dos alternativas opuestas representadas por el
Racionalismo, que sostiene a la Razón como fuente del
conocimiento a partir de postular la inteligibilidad del mundo
(Platón, Descartes,
Kant) y el Empirismo,
(Locke, Hume, Mill) que sólo reconoce a la "experiencia
sensible" como fuente del conocimiento, con diversas
formulaciones en cada caso y combinaciones entre
sí.
En cuanto a la crucial cuestión, dada la
relación "sujeto-objeto", de cuál determina a
cuál, nos encontramos también con la polaridad
"Realismo-Idealismo". El
primero sosteniendo que el sujeto (la conciencia o mente) es
determinado por el objeto, lo que significa que el conocimiento
se concibe como un isomorfismo o consonancia del pensamiento con
el objeto; el segundo postulando exactamente lo inverso, el
objeto o realidad es determinada por el pensamiento. Desde luego,
como en todos los casos, existen distintas formas de realismo e
idealismo, pero las enunciadas son las posiciones
básicas.
En lo que se refiere a la tercera cuestión
planteada por Hessen, las formas del conocimiento, las posiciones
básicas que encontramos son las siguientes:
-La que sólo reconoce una sola forma de
conocimiento, esto es el de tipo discursivo-racional o
empírico-racional, según sea la vertiente
racionalista o empirista. En el positivismo esta exclusividad es
asumida por la ciencia.
-La que reconoce, además, a la intuición
como una forma válida de conocimiento. Es el caso de
Platón y toda una línea de pensamiento que se
continua con Plotino, San
Agustín y Pascal; pero
también está expresada, si bien con distintos
matices, en Bergson, Husserl y Scheler.
-La correspondiente a la tradición
místico-religiosa que sostiene a la Revelación y la
Iluminación como una forma de conocimiento
supraracional o arracional, extraempírico y
vivencial.
Vemos así que el problema del conocimiento (en su
posibilidad, origen y formas) caben diferentes respuestas y
posturas, cada una de las cuales, así como una variedad de
combinaciones entre ellas, se han dado a lo largo de la historia
del pensamiento. Estas posturas, en última instancia,
implican o se vinculan a una determinada concepción del
ser, esto es, remiten a una ontología.
5. El Concepto
Positivista de la Ciencia
Sobre la base de lo dicho podemos intentar ahora una
caracterización del concepto de ciencia en términos
modernos; vale decir, al sentido y significación que
asumió este término a partir del siglo XVII. Su
carta de
nacimiento se ubica en la Europa postrenacentista de finales del
siglo XVI y la primera mitad del XVII (si bien sus antecedentes
se remontan mucho más atrás), por lo que
históricamente es propio de lo que en términos
generales podemos llamar Civilización Occidental, para
afianzarse y desarrollarse en los siglos posteriores hasta
nuestros días.
La Ciencia, tal como se la enseña, entiende y
practica en Occidente, es el resultado de un proceso
histórico cuyos antecedentes más remotos se
remontan a la Grecia antigua, donde se dasarrolló la
reflexión sistemática acerca del mundo,
particularmente como filosofía de la naturaleza, y se
establecieron los principios del correcto razonar, como acaba de
verse.
Si la palabra ciencia significa "conocimiento" y
así fue entendida y utilizada en la Antigüedad y la
Edad Media, en la Edad Moderna asume un sentido más
específico para pasar a significar un modo preciso y
reglado de obtener conocimiento. Un conocimiento que, por otra
parte, no ofrezca dudas (que es lo que intentará fundar
Descartes desde la Filosofía) o al menos, como se
dirá luego, sea de máxima verosimilitud; un
conocimiento, de este tipo debiera estar, idealmente, libre de
supuestos, pero dado que esto es imposible, se habrá de
apoyar al menos en la menor cantidad posible de ellos (Descartes
pondrá en duda todo y fundará la posibilidad del
conocimiento en el cógito, con lo que sienta el
primado de la razón). Este tipo de conocimiento es el
producto
específico de la época Moderna y surge como
reacción al conocimiento estatuido por la
Revelación, la Tradición y la Autoridad.
Francis Bacon, en el siglo XVII, fue uno de los primeros
en formular los principios metodológicos de la nueva
ciencia (Novum Organum), ligando, además, su finalidad a
las necesidades y problemas prácticos de la vida humana.
Bacon, en su "Instarautio Magna", se propone reformar la
ciencia de su tiempo (escolástico-aristotélica) y
preconiza para ello el método de la inducción, que combina la observación con la actividad del
entendimiento (razón). Bacon critica tanto a los
empiristas puros a los que compara con las hormigas, que
sólo acumulan), como a los metafísicos puros (que
actúan como arañas que extraen de sí mismos
la tela de sus especulaciones). Considera que la verdadera
ciencia debe proceder elaborando los datos de la
observación por medio de la razón (como la abeja,
que elabora el polen de las flores para transformarlo en
miel).
Galileo, por su parte, sentará las bases de uno
de los rasgos principales de la ciencia: la observación
rigurosa y sistemática de un fenómeno, por lo que
debe ser un conocimiento basado en la experiencia sensible, esto
es, un tipo de experiencia verificable, repetible y comunicable.
Para muchos en Galileo se encuentra la específica
fundación de la ciencia.* Son de todos conocidas las
experiencias y observaciones de Galileo respecto al movimiento de
los cuerpos y las peripecias que sus conclusiones le acarrearon
al contradecir el "saber" estatuido de la
época.
* En adelante, cuando decimos "ciencia" nos referimos
a este concepto moderno y positivista. La expresión
"positivismo", a secas, la empleamos en un sentido gené
rico para designar una corriente de pensamiento con la cual se
identifica el con- cepto de ciencia en términos
modernistas, esto es, que representa la ortodoxia de dicho
concepto. En este sentido, pues, tal designación incluye
las versiones conocidas como "positivismo
lógico y "neopositivismo".
La constitución y desarrollo de la ciencia no
puede comprenderse fuera del marco histórico, social y
político, en el que dicho suceso tiene lugar, si bien los
racionalistas pretenden desconectar la fundamentación de
la ciencia (contexto de justificación) del marco
histórico-social en el que ésta se da (contexto de
descubrimiento, según Hans Reichenbach). La ciencia (como
la Religión,
el Arte,
Filosofía, Literatura, Política, etc.) es un
componente de la Cultura de la cual resulta expresión, en
el doble sentido de ser influido e influir sobre ella.
Cada una de las diferentes expresiones culturales
mencionadas puede asumir un papel central y dominante en una
determinada cultura y momento histórico. Así, por
ejemplo, la religión ha sido y continua siendo el elemento
configurador de la vida del pueblo judío, o el tibetano, o
lo fue en la Europa medieval. El arte fue el centro de la cultura
renacentista y de la Grecia de Pericles. La filosofía, o
el pensamiento discursivo-racional en la misma Grecia entre los
siglos VI y III a.C. Son estos apenas unos pocos ejemplos, de los
muchos que podrían citarse, de esta condición del
universo
cultural de contituirse sobre una determinada actividad y
producción del espíritu humano.
Es en este sentido que la ciencia vendrá a ser el
pivot sobre el que se asentará y girará el conjunto
de la cultura occidental moderna. Por lo que a la hora de
preguntarnos por el concepto de ciencia es imprescindible
considerar el entorno sociocultural en el cual nace, porque si
nada nace de la nada (salvo la "creatio ex nihilo"), ni se
desarrolla sin las condiciones adecuadas, en el mundo de la
cultura este principio también rige.
Es sabido que los tres elementos que configuran y dan
forma a la cul tura occidental son el pensamiento griego,
los contenidos ético-normativos provenientes de la
tradición judeo-cristiana y los aportes y
consecuencias resultantes de la conquista y colonización
europea por Roma. Ya hemos hecho referencia a que los
gérmenes de la ciencia occidental se encuentran
particularmente en la filosofía de la naturaleza producida
en Grecia; en la distinción "sujeto-objeto" y la
formalización (lógica) de la Razón como
fundamento del conocimiento.
La cultura europea (occidental), que se habría de
conformar sobre la base del cristianismo
triunfante a la caída del Imperio Romano,
se asentará así en tres componentes fundamentales:
la fe cristiana,la monar-
quía (y el papado) y la
organización feudal de la economía. La
estructura
cultural configurada sobre esta base habrá de durar
aproximadamente mil años (siglos V/VI a
XV/XVI).
A partir del siglo XV comienzan a producirse en Europa
ciertos cambios que se venían incubando desde los siglos
inmediatamente anteriores y que eclosionan en acontecimientos (la
Reforma, el descubrimiento de
América, el Renacimiento)
que a posteriori determinarán una profunda
transformación en la cultura occidental, a punto tal que
marcarán el fin de la Edad Media y el surgimiento de la
época Moderna.
Pues bien, si en la Edad Media el elemento configurador
era la fe religiosa, en la Edad Moderna este elemento
configurador será la fe en la Razón natural y la
ciencia empírica. Ciencia que ya no tendrá la
anterior acepción de conocimiento del Ser, sino que
adquirirá un sentido preciso y circunscripto a un modo
particular de producir conocimiento.
La ciencia moderna será en primer lugar
conocimiento por medio de la experiencia sensible, conocimiento
que permita producir resultados prácticos, resolver
problemas concretos y dominar la naturaleza. Este concepto es lo
que producirá luego el prodigioso desarrollo
tecnológico de los siglos XIX y XX y la cultura
tecnológica que hoy conocemos y en la cual, para bien y
para mal, vivimos.
En segundo lugar, de la condición anterior deriva
la rigurosa distinción entre ciencia y
no-ciencia, cayendo en esta segunda categoría todo
producto del pensamiento que no sea el resultado de la
aplicación de un complejo sistema de reglas y
procedimientos definidos como "método científico"
Por lo tanto, al pensamiento científico se le opone, en
particular, el "pensamiento mágico"; pero también
la metafísica y la religión, generalmente asociada
al primero.
Mario Bunge hace una rápida aproximación
al concepto diciendo:
"…ese creciente cuerpo de ideas llamado
ciencia puede caracterizarse como conocimiento racional,
sistemático,
exacto, verificable y, por consiguiente,
falible."(1)
A su vez, Franco Murat en sus Elementos de
Epistemología dice:
"La ciencia moderna nace cuando, en el siglo XVII, el
hombre parece por primera vez renunciar concientemente a
pre
guntarse el por qué‚ de las cosas (o
bien el para qué‚ de ellas), para concentrar
decididamente su atención en el có
mo de las cosas. La historia de la ciencia, por ello,
puede ser vista como la historia del paulatino
desplazamiento
del pensamiento mágico por parte del pensamiento
racional.
El pensamiento mágico no es otra cosa que la
fe en la posibilidad de obtener por vía de una
fórmula, un conjuro arca
no, esotérico y, por sobre todo,
ininteligible, lo que no se puede o no se sabe obtener por
vía de la raz¢n. El ca-
rácter burdamente religioso de esta
ominipresente actitud es
demasiado obvio como para que nos detengamos en
comen-
tarlo".(2)
El hecho de que la ciencia moderna surja como
conocimiento basado en la observación y la medición de los fenomenos y procesos de la
naturaleza, torna inevitable su oposición a las
afirmaciones dogmáticas acerca de tales fenómenos
(el proceso a Galileo así lo atestigua). Pero esta
oposición entre Ciencia y Teología inicialmente
limitada a la esfera de lo fenoménico, se tornaría
luego, con el Iluminismo y el Positivismo, en absoluta e
irreconciliable. Ni Copérnico, ni Bacon y Galileo,
Giordano Bruno, Descartes y Newton, eran agnósticos y
ateos, muy por el contrario, vivieron y realizaron su obra en el
marco de la fe en Dios, cuya mano y maravilla veían en la
obra de la Naturaleza. No sentían incompatible su fe con
un conocimiento empírico del mundo fenoménico. Sin
embargo, en los tres siglos siguientes la ciencia fue adquiriendo
-como en tiempos anteriores la teología- el
carácter de conocimiento excluyente que podría dar
cuenta no sólo ya de los fenómenos de la naturaleza
sino de la realidad in tótum, si bien ello se
logrará gradualmente, a medida que progrese, que es el
sentido que asumirá con el positivismo.
La ciencia moderna nace como consecuencia de la
necesidad de explicar los fenómenos con los que el hombre
se enfrenta en términos no teológicos ni
metafísicos, y esta es una aspiración que en primer
lugar reconoce razones prácticas. Pero los hombres cuya
obra y pensamiento dio lugar al surgimiento de la ciencia no
confundían la esfera de lo fenoménico con la
religiosa y metafísica. Sin embargo, el autoritarismo
eclesiástico y las necesidades políticas
de todo tipo con que se contamina la religión (y para el
caso vale lo mismo respecto a la propia ciencia) cuando se
convierte en elemento hegemónico de una sociedad,
hacían inevitable que un nuevo tipo de conocimiento
emergiera en conflicto con dicho poder
hegemónico, pues en un tal contexto la pretensión
de fundamentar un saber liberado de los controles
dogmáticos y que funda su autoridad sólo en la
evidencia de los hechos, no podía menos que percibirse
como un peligroso enemigo al que debe combatirse; en ello va en
juego no tanto
quizás la verdad de las cosas como los intereses concretos
de personas, grupos e
instituciones (aunque no sea patente para sus protagonistas por
cuanto se piensa dentro de un determinado paradigma). Ello sin
perjuicio, por otra parte, de las interpretaciones literales y
pueriles en que suelen incurrir los poderes religiosos (tanto en
el cristianismo como en el islam), como
aquello de que la tierra no
podía girar alrededor del sol porque la Biblia dice
supuestamente otra cosa.
1 M: Bunge, La Ciencia su método
y su filosofía, p. 9
2 F. Murat, ob. cit., p. 65
Estas interpretaciones pueriles, aparecen como tales
cuando la historia ha superado las circunstancias en que tuvieron
lugar los conflictos
aludidos y demuestran, en última instancia, cómo se
desvirtúa la religión (y también la ciencia)
cuando deja de ser fiel a su propia esencia y comienza a rebasar
los límites de
su natural esfera de validez.
Pero el mantenerse dentro de los límites de la
propia esfera de validez, así como no lo hizo la
religión en los comienzos de la ciencia europea,
así también, cabe pensar, dejó de hacerlo
esta última a medida que se fue consolidando y
desarrollando como conocimiento del mundo objetivo. El
conocimiento empírico, riguroso y metódico de los
fenómenos, junto al reemplazo de una fe por otra, Dios por
la Razón, dio como resultado que la ciencia comenzara a
entenderse como opuesta a toda forma de pensamiento religioso y
metafísico; más aún, como la responsable de
aventar el "oscurantismo religioso"(que lo hubo y hay, y mucho),
forma particular del pensamiento mágico, propio de etapas
anteriores del desarrollo
humano.
Esto es lo que vendría a sostener el Positivismo
de Augusto Compte con su famosa ley de los tres
estadios: Teológico, Metafísico y Positivo. Y si
bien el "positivismo científico" (y neopositivismo)no
puede confundirse con la "filosofía positiva" de A.
Compte, es obvia la común atmósfera espiritual
que respiran, siendo que aquél no es más que la
sutilización y rigorización lógica de
ésta, como lo indica la propia expresión
"neopositivismo lógico".
El positivismo expresa así la
absolutización del saber definido como científico.
Ya no habrá, según este concepto, otro conocimiento
válido que el científico; todo lo demás es
mera especulación sin fundamento, retórica hueca y
carente de sentido. Tal distinción entre mera
especulación y ciencia proviene de la base empírica
en que desde sus comienzos se ha fundamentado el conocimiento
científico, esto es, elaborado en base a la
observación rigurosa (controlada) de un fenómeno,
previamente acotado y definido en términos operativos, y
la verificación de resultados a partir del control de las
variables
significativas (experimentación).
Este empirismo y operacionismo de la ciencia,
además de la fundamenta ción
lógico-matemática como condición
metodológica, es lo que está en la base de la
distinción entre "ciencia", "no-ciencia" y
"pseudociencia". El paradigma dominante de la ciencia se
identificará, en consecuencia, con lo que Franco Murat
denomina "positivismo estricto" y que, según este
autor, se define por la defensa o aceptación de todos y
cada uno de los siguientes postulados:
1- El conocimiento verdadero o cierto de la realidad es
aquél que nos proporciona la ciencia y la
lógica-matemática.
2- La ciencia se restringe (autolimita) a enunciados
directamente observables.
3- Todo enunciado que pretenda informarnos acerca de la
realidad, tendrá un significado en la medida en que se
conozca el modo de comprobar, de una manera intersubjetivamente
valedera y efectiva, si es verdadero o no.
4- Hay un solo camino hacia un conocimiento de la
realidad y éste es común y único para toda
disciplina independientemente de su objeto, sea éste
natural o humano.
A estos postulados subyacen otros aún más
básicos, a saber:
A- Existe una realidad o mundo inteligible independiente
de la conciencia (sujeto cognoscente).
Realismo.
B- La realidad o el mundo posee una estructura material
y todo cuanto existe responde, en última instancia, a esta
condición.
Materialismo.
C- El conocimiento s¢lo es posible a partir de la
experiencia sensible. Empirismo.*
Realismo, materialismo y
empirismo, conforman el trípode sobre el que se asienta la
ciencia moderna. A su vez, esta concepción supone la
rigurosa (e irreconciliable) separación "sujeto-objeto";
la conciencia cognoscente (o mente) y el mundo de afuera.** La
filosofía cartesiana, una de las vertientes principales
del pensamiento moderno, es la cabal expresión de este
radical dualismo.
Conforme, pues, a los elementos hasta aquí
establecidos, el concepto de ciencia que subyace a la
práxis científica real, particularmente en el
terreno de las ciencias de la naturaleza, se podría
enunciar en los siguientes términos:
La ciencia es un saber empírico-racional, de
carácter comunicable, de una realidad externa (mundo) e
independiente del hombre (conciencia) que procede por medio de
enunciados observacionales cuya validación última
está dada por la contrastación empírica y
capacidad de predicción.
F. Murat, en la obra ya citada, expresa en los
siguientes términos
el criterio de demarcación entre ciencia y
no-ciencia:
"Una teoría
adquiere relevancia científica únicamente si es
posible o bien ejecutar o bien, por lo menos, imaginar una
expe
riencia o forma de contrastación con los
hechos reales, tal que ésta pueda denunciar o revelar su
falsedad o inconsisten-
cia".(1)
* De tales postulados derivan el método inductivo
y el principio de causalidad, esenciales para la
concepción positivista de la ciencia.
** "…ni siquiera está del todo claro qué
significa esta antítesis:
"naturaleza objetiva/mente humana". Schrodinger E.,
Ciencia y Humanismo
p.62
(1) F. Murat, ob. cit., p. 88
Es este, en términos generales, el concepto
dominante de ciencia y su significación en el contexto del
pensamiento moderno. Más allá de los
serios problemas epistemológicos que suscitan
todos y cada uno de los postulados básicos sobre los que
este concepto se asienta, lo cierto es que la Ciencia es, por
sobre todas las cosas, conocimiento empírico verificable
(o refutable), que en la cultura occidental moderna
asumirá el rango de único conocimiento
válido; vale decir, la ciencia constituirá la
única posibilidad de conocimiento, todo lo demás no
será conocimiento propiamente tal (a lo sumo mera
opinión, doxa), sino "especulación",
"superstición", resabio del "pensamiento mágico" y
metafísico.
Esta es la idea positivista de la ciencia y si bien
existen muchos autores y científicos que tienen un
concepto más moderado y limitado de la ciencia, a los
fines del presente trabajo lo fundamental es destacar que este
concepto positivista es el que ha dominado históricamente
y en el contexto de tal predominio se verifica la
situación de la psicología descrita en los
apartados I, II y III.
La obra de Thomas Kuhn en la epistemología
contemporánea reviste, desde nuestro punto de vista, una
particular significación para arrojar un poco de luz en este
panorama de la psicología occidental con
temporánea: "Abundancia de sistemas y
ninguna interpretación de los hechos psicológicos
con los que todos los psicólogos, o al menos una
mayoría, estén acordes".(1)
La clase de
confusión y rivalidad que encontramos en la
multifacética psicología dista mucho de la
existente en la física de la década del 20 y a la
que Wolfang Pauli hacía referencia a través del
siguiente comentario a un amigo: "…en este momento la
física se encuentra en un estado de terrible
confusión…, me resulta demasiado difícil y me
gustaría haber sido actor de cine o algo
por el estilo y no haber oido hablar nunca
de la física".(2)
La confusión a la que se refiere Pauli tiene que
ver con las perplejidades que planteaba la formulación de
la física cuántica en el seno de una ciencia normal
que, a su vez, siempre fue considerada como prototipo y modelo de
ciencia. La situación que presenta la psicología,
en cambio, obviamente, es bien distinta.
En primer lugar, no se ha dado en la física en
ningún momento de su desarrollo disparidades sobre el modo
de entender y definir el objeto de estudio (la materia o
la estructura del universo físico y las leyes que lo
gobiernan) como constatamos en la psicología.
En segundo lugar, no puede decirse que en la
psicología exista una "comunidad
científica" como la define Kuhn; en todo caso, lo que hay
son comunidades de representantes y seguidores de una
multiplicidad de escuelas.
En tercer lugar, existe en la física un corpus
legaliforme que conforma una estructura conceptual sólida
y relativamente homogenea a partir de la cual operar; nada
semejante podemos encontrar en la psicología. De modo tal
que si Pauli hubiera deseado ser actor y no haber oido nunca
hablar de física, qué nos queda a los
psicólogos?
1. Heidbreder E., ob. cit., p.
311.
2. Citado por Th.Kuhn en "La Estructura
de las Rev. Cient., p. 138.
Paradójicamente Kuhn, formado originalmente como
físico, deriva gradualmente hacia la historia y
filosofía de la ciencia, según su propia
confesión, luego de haber tomado contacto con las
ciencias/no-ciencias
sociales y haber comprobado, precisamente, la diversidad de
posturas e interpretaciones que en ellas son moneda
corriente.
En el prefacio, en una nota al pie de página,
dice:
"El pasar un año en una comunidad compuesta,
principalmente, de científicos sociales, hizo que me
enfrentara a problemas imprevistos sobre las diferencias entre
tales comunidades y la de los científicos naturales (…)
Principalmente me asombré ante el número y el
alcance de los desacuerdos patentes entre los científicos
sociales sobre la naturaleza de problemas y métodos
científicos aceptados".(1)
Pero hay más, la estructura conceptual
básica de su epistemología, su visión de la
ciencia, se apoya en cierto tipo de nociones y principios
provenientes de las ciencias/no-ciencias sociales, en particular
la Psicología
Social y la Sociología.
En el mismo prefacio de la obra aludida Kuhn
relata:
"Uno de mis colegas me animó a que leyera
escritos sobre la psicología de la percepción, sobre todo de los
psicólogos
de la Gestalt; otro
me presentó las especulaciones* de B. L. Whorf acerca del
efecto del lenguaje sobre
la visión
del mundo…Una nota encontrada por casualidad al pie
de una página, me condujo a los experimentos por
medio de los
cuales Jean Piaget ha
iluminado tanto los mundos diversos del niño en
crecimiento como los procesos de transición
de
un mundo al siguiente".(2)
En una palabra, ciertos conocimientos y principios
teóricos provenientes de la psicología (entre otras
razones) sirven para que alguien formado en los conceptos y
métodos de la física se replantee el mismo concepto
de ciencia que sostiene a su propia disciplina. Debe reconocerse
una total falta de prejuicios teóricos en Khun, lo que no
deja de ser un hecho significativo en el contexto
epistemológico.
La noción de que un "paradigma" constituye
una especie de gestalten (estructura o configuración
perceptiva) que no sólo determina el modo en que se
organiza el conocimiento (en un determinado momento), sino que
condiciona la "percepción" que el científico tiene
del objeto (mundo, ciencia) y los problemas que se plantea, se
sustenta en el principio psicológico de que la
percepción no es en modo alguno un proceso pasivo de pura
recepción de estímulos, sino un proceso activo
configurado por una multiplicidad de variables externas (medio
ambiente) e
internas (psicológicas). Principio éste que,
arrancando de la psicología de la Gestalt (nacida como
crítica de las interpretaciones elementalistas de los
fenómenos psicológicos)), ha llegado a ser
básico y de uso corriente en la psicología
actual.
Si el proceso perceptivo como proceso picológico
se da de este modo y el científico es un ser humano, por
qué razón la percepción-cognición que
tienen los científicos del mundo y sus fenómenos ha
de escapar a esta regla?
1. Kuhn Th., ob. cit., p. 13
* Obsérvese que Kuhn emplea la palabra
"especulaciones", que posee una clara connotación en
contraposición a las formulaciones
científicas.
2.Kuhn Th., ob. cit., p. 11
Otro concepto importanente en el pensamiento de Kuhn, el
de "comunidad científica", con sus lealtades y pautas de
procedimientos (lo aceptado y lo rechazado, lo premiado y lo
castigado, lo bien visto y lo mal visto) rescata para la
interpretación epistemológica los procesos de
presión
y condicionamiento (necesidades de aceptación,
identificación, identidad,
autoestima,
etc) que se verifican en los miembros de cualquier grupo y que
conforman un extenso capítulo de la Psicología
Social.
Acaso los hombres de ciencia no responden y
actúan en función de
las mismas necesidades y mecanismos de respuesta que los
demás hombres? Por qué razón habrán
de ser una excepción a las descripciones de la
psicología?
Este es, según nuestra opinión, uno de los
grandes méritos de Kuhn al haber contribuido a
desmitificar la pretensión de una ciencia impoluta y un
tratamiento "objetivo" del mundo o realidad. Mucho se ha
discutido y se seguirá discutiendo respecto a la
precisión del concepto de paradigma en Kuhn, pero
lo cierto es que ha devenido en un concepto harto difundido y de
notoria utilidad.
Desde el punto de vista aquí sustentado, la
epistemología kuhniana y la particular
transformación conceptual del autor evidencian la
razón profunda de la situación de la
psicología que estamos considerando (y también de
lo que en este sentido toca a las demás ciencias del
hombre). Razón profunda que pasa por la cosmovisión
(weltanschauung) plasmada en la propia idea de ciencia tal
como históricamente se desarrolló en la cultura
occidental; idea esta que precisamente la epistemología de
Kuhn viene a poner en tela de juicio.
Digamos que Kuhn vino a hacer algo así commo
poner "el dedo en la llaga" en un punto (hasta la
aparición de su obra) ciego del pensamiento
científico, cual es el hecho, central en la
epistemología de Kuhn, de que el propio pensamiento
científico representa sólo un "modo" de "ver" el
mundo, en consecuencia, posee todas las limitaciones y
potenciales deficiencias de cualquier cosmovisión; en una
palabra, se asienta sobre supuestos y principios a priori
(aunque desde el punto de vista metodológico se rechacen
los postulados a priori como recurso válido de la
ciencia) que, en cuanto tales, no estan sujetos a
discusión, pero que pueden llegar a ser tan falsos (o no
absolutos) como cualquier otro. Esta puede ser una poderosa
razón, según creemos, del especial rechazo que
genera la obra de Kuhn en el "establishment"
neopositivista.
La noción de paradigma, más allá de
las ambigüedades, imprecisiones y polisemia que el
término pueda tener, gira en torno a la idea
absolutamente respaldada desde la psicología (y no nos
preguntemos ahora cuál psicología) de que "percibir
es interpretar". Y aquí "percibir" debe entenderse como
"gestalten" psicológica, vale decir que posee elementos
sensoriales, cognitivos, afectivos y experienciales, tanto
concientes como inconcientes.
El paradigma representa y condiciona un modo de
"percibir" el mundo y la ciencia (lo que se define por ciencia) y
el paradigma, según Kuhn no se cuestiona, a no ser que
surja una crisis
provocada por la insuficiencia del propio paradigma para dar
cuenta de anomalias.
El modelo positivista de la ciencia, conforme a lo
descripto en el a partado anterior, cabe ser pensado en
función del concepto de "paradigma" introducido por Kuhn.
De tal forma que la situación de la psicología
podría comprenderse mejor si la pensamos en este contexto
epistemológico que, según se ha señalado,
ella misma ha contribuido a formular.
Hemos visto el estado actual de la psicología
caracterizado por una multiplicidad de objetos y,
consecuentemente, de métodos. Hemos visto también
que esta variabilidad de los modos de entender y hacer
psicología han convertido a la disciplina en un terreno
resbaladizo en el cual la discusión en torno al
carácter "científico", cuasi-científico o
pseudocientífico de una "teoría-corriente"
psicológica se hace eterna y agobiante.*
En base de lo hasta aquí cosiderado podemos
procurar establecer algunos puntos de apoyo evitando los
dogmatismos del tipo: "psicología científica es
esto…, lo demás es charlatanismo".
Por lo pronto la cuestión general de si la
psicología es una ciencia o no es evidente que no puede
ser respondida por la afirmativa o por la negativa en
relación a la psicología en su conjunto. Dada la
alta dispersión teórico-epistemológica que
la disciplina presenta, sólo cabe analizar cada una de las
orientaciones teóricas que adoptan para sí mismas
el nombre de "psicología", aunque se identifiquen con
otras expresiones (conductismo,
psicoanálisis, etc.) se considera que son
psicología; con lo que estamos instalados de pleno en lo
que hemos denominado en el apartado III "el problema". Mas si en
algo hemos avanzado a través de las consideraciones de los
apartados IV, V y VI, esperamos estar ahora en mejores
condiciones de encararlo.
Tenemos explicitado un concepto de ciencia que hemos
caracterizado como el propio del "modelo positivista". Hemos
intentado también, dentro de las limitaciones de un
trabajo como el presente, señalar los factores
histórico-sociales que consideramos más importantes
en cuanto condicionantes o favorecedores del surgimiento y
desarrollo de este modelo y, finalmente, valiéndonos del
pensamiento de Thomas Kuhn, entendemos a dicho modelo como un
paradigma, por lo que adoptando este concepto podemos hablar en
adelante del Paradigma Positivista para referirnos al
concepto predominante de la ciencia en relación a otros
conceptos posibles o modos de entender la misma. Esta
condición dominante del paradigma positivista, a su vez,
conduce a la distinción entre ciencia y pseudociencia, con
la descalificación implícita que este segundo
término conlleva, como uno de los atributos ínsitos
del propio paradigma al considerar a la ciencia como la
única posibilidad de conocimiento verdadero o,
simplemente, de conocimiento, ya que el propio concepto supone el
contenido de verdad. "Pero cuando afirmamos que una
determinada disciplina no es científica ha llegado a
sigificar, por diversas razones, no verificable, irreal o
cognitivamete inválido".(1)
Con estos elementos a la vista el "problema" de la
psicología ya no queda circunscripto a dilucidar la
cientificidad o no de tal o cual expresión del saber
psicológico, sino que se nos plantea la necesidad de
analizar los alcances del paradigma dentro del cual el "problema"
se presenta como tal. En efecto, en los términos del
Paradigma Positivista acaso sólo una entre las diferentes
teorias-corrientes psicológicas podría salvar las
exigencias (al menos desde el punto de vista formal) de
cientificidad definidas desde el paradigma.
Es el caso del conductismo, cuyo programa original
estuvo centrado, precisamente, en el objetivo de fundar una
psicología científica, tal como queda expresado en
la cita de Watson a la que hiciéramos anteriormente
referencia. En qué medida el conductismo watsoniano, y su
posterior evolución hasta nuestros días,
responde plenamente a los parámemetros de cientificidad
positivista no es asunto que nos propongamos analizar
aquí; no obstante, sí es importante destacar que el
conductismo representa el mayor esfuerzo integral de elaborar una
psicología científica.
* Existen orientaciones en la psicología actual
que ni siquiera reunen los requisitos que hacen de una
formulación una teoría en sentido
estricto.
1. Wilber K.: Los tres ojos del
conocimiento, p. 97
Ahora bien, al mismo tiempo cabe preguntarse si el
conductismo permite dar respuesta a los interrogantes
fundamentales de la psicología; si la "conducta
observable" alcanza a dar cuenta de la fenomenología psicológica y la
"realidad" humana que la psicología se plantea. Obviamente
que desde una toma de posición conductista la respuesta ha
de ser un sí rotundo.
Un conductista dira: "aquello de lo que no puedo dar
cuenta en términos empíricamente observables
(científicamente) no forma parte de mi indagación
como científico".
Postura ésta enteramente legítima si
implicara la autolimitación derivada de los alcances y
posibilidades del método científico; pero ya hemos
visto que el Paradigma Positivista supone la pretensión de
que la ciencia, en cuanto único conocimiento posible,
potencialmente puede explicarlo todo; por lo tanto el conductismo
no es sólo el modo científico de estudiar la
conducta, es también (y esto es lo decisivo) toda una
concepción del hombre (lo cual es exactamente igual
respecto al resto de escuelas
psicológicas).
De modo que cuando el conductista dice:
"Me rehuso a estudiar la conciencia porque es
inaccesible al método científico…"
No está diciendo:
"La conciencia es una cualidad del ser sobre la que la
ciencia no abre juicio…"
Sino que dice:
"La conciencia no es mas que el aspecto subjetivo de
procesos fisicoquímicos, que sí pueden observarse y
explicarse cientí
ficamente."
De este modo, todo lo más específicamente
psicológico es reducido por el conductismo a procesos
fisiológicos y relaciones cuantificables conforme a las
exigencias de la ciencia, pero no por mero convencimiento
metodológico, sino por una expresa concepción
ontológica.
El concepto de la interioridad humana como
dimensión diferente a la biológica* es totalmente
ajeno tanto al conductismo como al positivismo científico
del cual aquél es expresión. Un léxico no
cuantificable y opera
cionable es inmediatamente calificado de "resabio
metafísico", de poco serio, especulativo y no
científico.
Pero, qué "pruebas"
científicas ofrece el conductismo para sostener que el
hombre y su conducta es sólo lo que dice que es? Que
sepamos, lo que se dice "evidencia científica", tal como
ésta debe entenderse desde un positivismo estricto, no la
ofrece en absoluto; razón por la cual el conductismo, por
más científico que sea o pretenda ser, se asienta
sobre postulados no menos indemostrables que la más
"mística" o metafísica" de las escuelas
psicológicas.
Luego tenemos un amplio espectro de estudios e investigaciones
en el campo de la psicología que definen y acotan
meticulosamente un fenómeno o cierto orden de
fenómenos que son abordados a través de las
exigencias metodológicas corrientes de la ciencia,
particularmente a partir del empleo de métodos
cuantitativos y el análisis estadístico.
Este tipo de investigaciones en general están
referidas a fenómenos que no ofrecen grandes dificultades
para un tratamiento "objetivo" a través de la medida y
cuantificación de variables. Tales fenómenos son
abordados desde diversos campos teóricos en cuanto a sus
autores, pero comunmente se agrupan en torno a problemas
prácticos de áreas de aplica ción de la
psicología, como el trabajo, la
industria, las
organizaciones, la educación,
publicidad, la
clínica, etc.
Ejemplos de tales investigaciones serían la
aplicación de una prueba de concentración en la
tarea para evaluar ciertos problemas de producción y tomar
decisiones; la medición operativa del tedio y el
cansancio en una actividad productiva; la evaluación
estadística, sobre la base de
parámetros previamente definidos, de las diferencias entre
grupos respecto a la incidencia de una variable; el estudio de
actitudes
referidas a un aspecto o situación particular, y
así una gran variedad de cuestiones que son definidas en
términos operativos (tal como lo requiere la metodología de investigación científica), en
contextos muy acotados y definidos.
La investigación científica en
psicología dentro de este orden de condiciones no ofrece
dificultades mayores a las que pueden encontrarse en cualquier
otra disciplina científica, en tanto y en cuanto los fines
que se persiguen son eminentemente prácticos.
Las dificultades comienzan cuando las conclusiones se
emplean para sostener o avalar principios teóricos de
orden general, es decir para sostener o avalar una teoría
explicativa o formulación de regularidades (capacidad
predictiva) en el terreno del comportamiento
humano. Aquí la situación en psicología
empieza a diferir significativamente respecto a las ciencias de
la naturaleza. Mientras en éstas la investigación
científica de un fenómeno se encuadra dentro de una
teoría explicativa ya conformada y avalada por la
investigación anterior, por lo que la nueva
investigación representa una contribución en la
comprensión de un fenómeno y, en consecuencia,
puede hablarse en este sentido de progreso en el conocimiento,
salvo que se produzca una anomalía (desde la óptica
de Kuhn) que obligue a revisar la teoría o bien, si la
crisis es muy grave, el propio paradigma.
El tipo de investigación al que nos estamos
refiriendo no pretende, por lo general, confirmar o refutar una
teoría o determinados aspectos de ella no puede significar
que no se realice dentro del "marco
teórico" sustentado por el autor.
Fuera del conductismo en cuanto "teoría" y la
investigación práctica mencionada,
prácticamente no existe nada más en
psicología que pueda reputarse como científico en
el sentido positivista de este concepto.
Más aun, considerando que esta
investigación práctica, por su propia naturaleza,
no constituye un sistema teórico homogeneo, hay que decir
que la conclusión inevitable no puede ser otra que, salvo
el conductismo, no existe en psicología ninguna otra
teoría de base científica, pues si así
fuera, debiera producirse en algún momento una
definición entre teorías rivales con la
eliminación de una de ellas, e incluso de ambas en favor
de una tercera mejor respaldada por los "hechos".
* Hablar de "dimensión diferente" no implica
adoptar posturas dualistas, sino sostener la existencia de planos
o niveles del "ser" que, aunque vinculados, no son
suceptibles de reducirse al plano físico-químico
como determinante.
Sabemos que en la psicología las cosas ocurren de
otro modo; hay teorías rivales, pero estas teorías
rivales en realidad son paradigmas diferentes entre los cuales
existe, desde la perpectiva de Khun, incon- mensurabilidad. Vale
decir que en psicología no estamos en condiciones de
resolver las discrepancias teóricas en base a los
procedimientos de la "ciencia normal" porque tales discrepancias
no se dan en el marco de la interpretación de resultados
de investigación, sino que son de orden
"ideológico" o cosmovisional.*
Bajo los criterios del positivismo científico
habría que decir con todas las letras que, salvo los casos
recién mencionados, todo lo que compone la
psicología contemporánea (acaso el 90%) es
pseudociencia.
Esta conclusión seguramente espanta a la
mayoría de los psicólogos y también a la
gente en general si se le dijera esto sin más
trámites, lo cual es muy comprensible desde el lugar del
que tal espanto surge: la cultura moderna centrada en la ciencia.
Decir en nuestra cultura científico-tecnológica que
algo no es científico equivale en sus efectos a los que se
producirían en una cultura religiosa si se declara que
Dios no existe. Tales efectos no pueden ser otros que los de
conmoción, porque esto es lo que se produce cuando se
elimina de golpe la base de sustentación ideológica
de un grupo.
No se trata claro está, por una cuestión
de prudencia y sentido común, de llevar estas reflexiones
y sus consecuencias al gran público; pero en lo que a los
psicólogos respecta no pueden soslayarse porque, de hecho,
han estado instaladas en el seno mismo de la psicología
desde sus comienzos.
Y qué hacemos habitualmente los psicólogos
ante el problema de la cientificidad de la psicología? Por
lo general existen dos actitudes predominantes:
a- Soslayar la cuestión y hacer como que no
existe.
b- Disputar sobre la cientificidad de la propia
teoría/corriente suscripta.
Ninguna de las cuales logra evitar la angustia que el
problema suscita, pues la sola sospecha de que la propia
disciplina o el marco teórico adoptado no sea ciencia, en
nuestra cultura, no puede menos que llevar a experimentar la
angustia de la incertidumbre respecto al valor de lo que
estudiamos y practicamos (con la consiguiente lesión
narcisística).
La primera alternativa, obviamente, no ofrece
solución al problema planteado en tanto y en cuanto no lo
asume como tal. La segunda supone explicitar el concepto de
ciencia a partir del cual determinar tal cientificidad, y este
concepto, entendido como el mayoritariamente compartido por la
comunidad científica y el que mejor se ajusta a la
práxis tradicional, no puede ser otro que el
correspondiente al Paradigma Positivista, por lo que, desde este
paradigma, no quedan muchas dudas respecto a qué tipo de
enunciados son de carácter científico y cuales no.
Resulta impropio y fuente de grandes confusiones estirar y
manipular el paradigma para hacer, con gran esfuerzo, que una
"teoría-corriente" en- tre en él; vale decir,
lograr el certificado de cientificidad.
* Se emplea aquí el término
"ideológico" en el sentido más general de ideología como "sistema de ideas
totalizador o totalizante con respecto al mundo y al hombre". La
ciencia positivista, por lo tanto, formaría parte de un
sistema ideológico. También puede agregarse que el
término, así empleado, asume una
significación equivalente a la del concepto alemán
de weltanschauung.
Existe sin embargo una tercera posibilidad, a nuestro
juicio la única consistente: poner en claro los alcances
del paradigma y la Weltanschauung de la que forma parte
para, a partir de allí, abrir la posibilidad de una
lectura
más promisoria del estado actual de la
psicología.
Exploraremos esta posibilidad en el próximo y
último apartado.
8. La Posibilidad de
la Psicología como ciencia
El sólo hecho de hablar de la psicología
como ciencia nos plantea el problema de la posibilidad de tal
pretensión. Hemos sostenido en el apartado IV que el
problema del conocimiento remite en última instancia a la
ontología. La postura que se adopte ante el problema del
conocimiento se apoya en la previa concepción sobre la
naturaleza del ser o realidad.
El paradigma positivista supone una concepción de
la realidad que históricamente se identificó con lo
que filosóficamente puede denominarse "materialismo". La
realidad es, en definitiva, realidad material y nada existe fuera
de la materia. Este materialismo burdo alcanzó su
pináculo durante el siglo XIX y, si bien fue superado por
los avances de la física durante el siglo pasado, se
incorporó como un elemento esencial de la cultura moderna:
racionalista y cientificista. El conocimiento sólo puede
ser tal en la medida que expresa la realidad; ésta es de
naturaleza material, en consecuencia sólo puede haber un
conocimiento posible: el que describe y explica los procesos
materiales, o reductibles, en última instancia, a los
mismos.
Esta es la tésis ontológica del
positivismo.
A su vez, el problema de la fundamentación del
conocimiento no puede menos que resolverse por la via del
ncodilla. Si la realidad es material, la única posibilidad
de acceso a ella es por/a través de los sentidos, por lo
que (luego de superado el empirismo ingenuo) el único modo
legítimo de fundamentar el conocimiento es por medio de la
verificación empírica, esto es, a partir de
rigurosos procedimientos (método científico) de
constrastación de los enunciados con los hechos, es decir,
con los fenómenos y procesos de los cuales puede tenerse
"evidencia" empírica.
Esta es la tésis epistemológica del
positivismo.
De aquí que sólo hay una ciencia
(conocimiento) posible y en los términos del paradigma
positivista "todas las proposiciones de la ncodil-gía
describen acontecimientos físicos, a saber, la conducta
física de los humanos y otros animales".(1)
Es entonces que, tal como se sostuvo en el apartado
anterior, del vasto conglomerado de posturas teóricas que
ofrece la psicología actual, una vez hecho un adecuado
análisis de todas y cada una de dichas corrientes, muy
poco (atendiendo a la producción existente bajo el
rótulo de psicología) es lo que se aceptaría
como conocimiento científico.
- A.J. Ayer: El Positivismo
Lógico, p. 171
Más aún, estamos tentados de decir que
este "remanente" científico es extremadamente exiguo.
Pensemos por ejemplo en el psicoanálisis, teoría
ésta no sólo de amplia influencia, sino que su
producción (comenzando por la propia obra de ncod) cubre
una enorme porción de la existente en psicología,
en qué medida sus tésis fundamentales (si es que
puede hablarse de ellas atendiendo a la diversidad de
orientaciones) admiten la prueba de "verificabilidad" (o
refutabilidad) exigida por el método científico?
Mucho se ha escrito sobre esto y el veredicto, desde el
positivismo estricto, es inapelable: ninguna de ellas puede ser
verificada o refutada en términos de experiencia
empírica intersubjetivamente consensuada. Ello es obvio
por cuanto, caso contrario, el psicoanálisis no
sería una teoría más (por importante que
fuere) entre otras, sino que constituiría el saber
psicológico científico propiamente tal, cosa que,
desde luego, sostienen quienes adhieren a dicha teoría
(que por otra parte no es homogenea), pero nadie más fuera
de ellos, tanto dentro como fuera de la
psicología.
Si de la producción psicológica alcanzada
durante algo más de un siglo de su constitución
como disciplina particular, sólo una muy pequeña
parte (otra grave cuestión es la significación de
esta parte para el conocimiento y comprensión del hombre)
de tal producción admite la califación de ciencia
en términos del Paradigma Positivista, surge inevitable el
interrogante de la posibilidad misma de una ciencia
psicológica en el marco del paradigma.
La respuesta es clara, la Ciencia en tanto ciencia
moderna es un saber "objetivo" demostrable (y refutable) que ha
dado excelentes resultados en el ámbito de
fenómenos que admiten tal objetivación(naturaleza),
más cuando se pretende objetivar lo que por sí no
lo es (interioridad – intersubjetividad)tal conocimiento,
por definición, se torna imposible.*
"Una posible definición de la
psicología como la ciencia de aquéllos
fenómenos que, por su misma naturaleza, sólo pueden
ser observados por una persona."(1)
Es esta una cuestión de lógica elemental:
en tanto la ciencia es un instrumento de conocimiento, este
instrumento (método científico) fue pensado y
elaborado para un fin específico (conocimiento del mundo
en cuanto realidad física observable) y seguirá
siendo idóneo siempre que no se lo pretenda usar para
otros fines. La pinza es hábil como instrumento de
fuerza, deja
de serlo como herramienta para clavar, atornillar (aunque algo de
esto pueda hacer, pero precariamente) y es absolutamente inepta
para soldar y fotografiar.
Lo que ha ocurrido con la ciencia bajo el Paradigma
Positivista es que de ser concebida como un modo
específico de conocimiento se llegó a entender, por
imperio de un proceso histórico-cultural, como el
único saber posible merecedor de ser considerado tal. Lo
que en un principio fue entendido como "instrumento" se
convirtió en fin en sí mismo, en un valor central
de la cultura, exclusivo y excluyente, en consecuencia todo saber
pretende ser "ciencia", pues no serlo (en los términos de
un paradigma dominante) equivale a "no ser".
La expansión de la ciencia a nuevas y más
sutiles areas de fenómenos condujo (sumada a la
concepción absolutizadora), como ya dijéramos, a
procurar aplicar la metodología científica a los
fenómenos y procesos (entre otros) definidos como
"psicológicos", esto es, a la interioridad humana, el
reino de la subjetividad y la intersubjetividad; entonces
surgió el inevitable problema:
Cómo estudiar objetivamente
(científicamente)lo subjetivo?
Sólo caben tres soluciones
posibles a este problema:
-Desentenderse de todo aspecto o matiz de subjetividad,
sea co mo recurso metodológico o como postura
ontológica al reducir lo psicológico a procesos de
un nivel que permita su objetiva ión, que es la
solución adoptada por el Conductismo y las llamadas
psicologías objetivistas.
-Redefinir el concepto de ciencia de tal modo que haga
posible el estudio de lo subjetivo, que es el caso de toda
psicología orientada en la línea de las Ciencias
del Espíritu.
-Renunciar a todo intento de estudio científico
de lo subjetivo e intersubjetivo.
*Paul Feyeraben, en "Contra el Método"
señala: "…después un entrenamiento
completo en esa lógica (la del método
científico) condiciona a aquellos que trabajan en el
dominio en
cuestión para que no puedan enturbiar involuntariamente la
pureza –léase la esterilidad- que se ha conseguido"
(Hyspamérica Arg., 1984, p 15)
- Russel B.: El Conocimiento Humano, p.
58
En el primer caso conocemos la opinión de J.
Watson respecto a conceptos tales como mente,
conciencia, etc. Por su parte, Rudolf ncodi en un trabajo
de 1933 denominado "Psicología en lenguaje fisicalista"
decía: "…se siente uno inclinado, realmente, a
la conjetura -que hasta la actualidad no ha podido ser
demostrada- de que las leyes de la psicología sean
casos especiales de leyes físicas vigentes también
en lo
inorgánico".(1)
Postura típicamente reduccionista que, en
definitiva, es compartida también por el conductismo. Lo
que ncodi en 1933 (con honestidad
intelectual) todavía calificaba de "conjetura no
demostrada" aún continua, luego de más de 70
años, sin atisbos de poderse demostrar Y 70 años
son muchos en la dinámica del conocimiento
científico, a juzgar por los cambios producidos en una
ciencia rigurosa como es el caso de la física.
El segundo camino es el adoptado por todos aquellos que
siendo conscientes de la irreductibilidad de los fenómenos
psíquicos proponen una reformulación del concepto
de ciencia de tal modo que la misma pueda dar cuenta de la
particularidad de este tipo de fenómenos.
Edward Spranger en el prólogo a la 2da. edición
alemana de su obra Formas de Vida (1920),
decía:
"Podría expresar el propósito cardinal
de mi libro diciendo
que me he impuesto por
misión
enseñar a ver los fenómenos
espirituales de modo estructuralmente
adecuado". (2)
Lo que significa, desde la perspectiva en la que se
ubica el autor, que este modo adecuado no es por cierto el de la
ciencia experimental.
El solo hecho de emplear la expresión
"fenómenos espirituales" indica por sí misma que
Spranger no admite, siguiendo a Dilthey, la
posibilidad
1. A. J. Ayer: ob. Cit., p. 173 –
2. E. Spranger: Formas de Vida, p. 11
- Hoy ya no diríamos que la psicología
sea sólo la ciencia del sujeto individual, pero ello no
invalida el hecho de que la psicología supone al sujeto
individual.
De abordaje de estos fenómenos desde la ciencia
positivista. La mencionada obra, no por casualidad, comienza con
un capítulo denominado "Dos clases de psicología",
en el que Spranger fundamenta su noción de Ciencias del
Espíritu, a las que asigna como objeto el estudio de una
objetividad que no es la de la naturaleza, sino la
histórico-descriptiva y la crítico-mormativa. Dice
Spranger:
"…es esta (la psicología)
la ciencia del sujeto individual.* Pero este sujeto individual no
puede, en modo alguno, ser desprendido de sus relaciones
objetivas (…) Se ocupa en primer término de los
complejos transubjetivos y colectivos de la vida histórica
que, como conexiones efectivas supraindividuales conciernen a
este y aquél sujeto individual." (1)
Para Spranger, como para K. Jaspers, L. Binswanger, M
Merleau-Ponty, R. May y el propio ncod, lo peculiar de los
"hechos psíquicos" está dado por las "conexiones de
sentido". Este atributo no es cuantificable ni traducible a
indicadores
empíricos, en consecuencia, no es ni siquiera planteado
por una psicología al estilo de las ciencias
naturales. Si se despoja a lo psíquico de esta
cualidad el concepto mismo de lo psíquico es vaciado de
contenido.
"El sentido es algo siempre referido al valor. Digo
que una conexión funcional tiene plenitud de sentido
cuando todos
sus procesos parciales se hacen inteligibles por
referencia a rendimientos de conjunto dotados de valor (…)
Tiene
plenitud de sentido la vida psíquica en el
individuo porque en sí mismo experimenta como vivencia la
significación de
sus acciones de
conjunto y la referencia a ella de sus funciones
parciales, ya sea como valores o como
antivalores."(2)
Finalmente Spranger llega a concluir:
"La psicología fisiológica que se
atiene expresamente a la conexión entre lo psíquico
y los hechos físicos anatómica y
fisiológicamente comprobables, jamás
podrá coincidir con la psicología que explora lo
psíquico en su relación con el es
píritu".(3)
En una línea de pensamiento similar, aunque no
necesariamente en contacto entre sí, un psicoterapeuta
existencial de la Universidad de Stanford, Irvin D. Yalom
dirá:
"En la década de los 50 (se refiere a EE UU.)
la psicología académica estaba dominada por dos
escuelas ideológicas prin
cipales. La primera y más dominante era un
positivismo científico de tipo conductista, la segunda era
el psicoanálisis
freudiano. Gradualmente, los teóricos de
la
personalidad (G. Allport, G. Murphy, H. Murray, A. Maslow, R.
May, etc.) se
fueron abriendo camino a través de las
limitaciones ncoditas por las escuelas conductistas y
psicoanalíticas. Esta-
ban convencidos de que ambos enfoques
ideológicos de la persona dejaban de lado algunas de las
cualidades más importan
tes del ser humano; por ej., la capacidad de
elección, los valores, el amor, la
creatividad,
la conciencia de uno mis-
mo, el potencial de desarrollo humano. En 1950
establecieron formalmente una escuela ideológica a la que
denominaron
- Ibid., p. 25 – 2. Ibid., p. 31
– 3. Ibid., p. 37.
Psicología
Humanista".(1)
Luego dirá Yalom para caracterizar la
línea de pensamiento a la que como psicoterapeuta
adhiere:
"Las características subyacentes de la
orientación existencial (en psicoterapia)
no son empíricas, sino profundamente intui-
tivas".(2)
Las observaciones de Yalom ponen de relieve, por
un lado, el concepto de ideología con que se refiere tanto
al conductismo como al psicoanálisis, lo que,
naturalmente, no significa que la perspectiva por él
expresada no constituya asimismo una ideología
(expresamente reconocido) y, por otro, el cuestionamiento al modo
de entender la psicología y el estudio de "lo humano" por
parte del positivismo científico.
Por su parte, Ken Wilber (uno de los grades
teóricos contemporáneos de la conciencia y
representante destacado de la psicología transpersonal),
analizando los alcances del Paradigma Positivista
dice:
"Los objetos físicos se ajustan perfectamente
a la medición y podemos conocer fácilmente su
logitud, su anchura, su al-
tura, su peso, etc. Pero qué sucede con la
esperanza, la envidia,, el orgullo, la alegría y la
comprensión? Cuál es
la longitud de un concepto? Cuánto pesa la
intuición? Cuál es la anchura de la idea? La
principal característica de
lo inteligible (lo mental) no es la extensión
sino la intención (su sigificado, su valor, su
compresión intersubje
tiva). Por eso no podemos aplicar el concepto
físico de es pacio-tiempo a lo inteligible y, por ello, la
medición y
la cuantificación física son de
limitada utilidad en este dominio".
(3)
Wilber considera a la Realidad integrada en tres
dominios: el de la sensibilidad (ciencia empírica); el de
la inteligibilidad (ciencias dialógicas) y el de la
trascendencia (ciencias espirituales). El término ciencia,
naturalmente, está empleado como equivalente de
conocimiento, siendo la ciencia en el sentido del Paradigma
Positivista propio del primer dominio, el de la
sensibilidad.
Sobre la pretensión positivista de hacer de este
dominio y de sus atributos el parámetro de lo verdadero,
este autor señala:
"…así, de hecho, el único
criterio de verdad llegó a ser el criterio
empírico, la verificación sensoriomotora
reali-
zada por medio de los sentidos (ojo de la carne)
basada normalmente en la medición. De este modo, la
verificación
empírica terminó aplicándose no
sólo al ojo de la carne, lo cual es muy válido,
sino también al ojo de la mente y al
ojo de la contemplación, lo cual, como dice
Williams James, no es más que pura
palabrería.(…) Eso supuso que para
los
nuevos filósofos de la ciencia lo no material
terminó convirtiéndose en algo irreal y,`quien
ignorara teórica o prác
ticamente este hecho era denunciado con una severidad
inusisitada. ‘La ciencia se había convertido en
cientificismo,
en positivismo, en materialismo científico, un
alarde de la parte jungando a ser el todo. `Y esto supuso la
ruina de la
filosofía
moderna’." (1)
1. E. Yalom: Psicoterapia Existencial,
p. 31 Obsérvese el uso que hace Yalom del
término
"ideológico".
2. Ibid., p.15 3. K. Wilber: Los Tres
Ojos del Conocimiento. P. 104
Se distinguen muy claramente pues dos formas de entender
la psicología: una en términos del Paradigma
Positivista, reduccionista, fisicalista y empirista, la cual se
corresponde con la visión del mundo y del hombre propia de
dicho paradigma; otra concebida en el contexto de una
cosmovisión opuesta al positivismo, que rechaza sus
presupuestos y
postulados básicos, que no admite el reduccionismo
materialista, el concepto meramente empirista de la ciencia y su
absolutización episte mológica.
Podría decirse que se trata de dos sistemas
ideológicos contrapuestos que implican diferentes
fundamentos filosóficos (ontológicos,
gnoseológicos y epistemológicos).
La psicología será entonces concebida
conforme a uno u otro marco ideológico y su posibilidad en
tanto ciencia asumirá respuestas acordes con la
posición que se adopte. En el primer caso, sólo es
viable como ciencia una psicología que responda a los
criterios positivistas de cientificidad, lo cual, tal como fue
señalado, excluye de esta calificación el 90% de la
psicología, actual e históricamente considerada. En
el segundo, la psicología entendida en términos
positivistas no pasa de
ser el substractum fisiológico y
físico-químico (en consecuencia ni siquiera
cabría designarse propiamente como psicología) de
la fenomenología humana, de la que sólo es posible
dar cuenta desde una hermenéutica que considere la integralidad
humana de cuerpo, mente y espíritu, incluya
como elemento esencial el orden de lo `cualitativo’ y sus
atributos de inespacialidad, significado e intencionalidad; el
ámbito de los valores y la vivencia, en su
dimensión histórico-normativa e intersubjetiva
(objetiva) y personal-mental
(subjetiva) respectivamente.
Sin embargo, no puede dejarse de señalar que el
espectro teórico de la psicología es más
complejo que el que puede indicar esta
dicotomía.
En el caso del psicoanálisis nos damos con una
teoría nacida y desarrollada en el marco del positivismo
científico del siglo XIX, que opera en el ámbito
fenomenológico de la subjetividad (procesos inconcientes),
se asienta sobre el empleo del método clínico
(históricamente considerado más arte que ciencia) y
gira en torno a la interpretación del símbolo y el
significado, elementos éstos que están más
cerca de la segunda orientación que de la primera. Con el
psicoanálisis se da la extraña situación de
una teoría perteneciente por origen a la vertiente
positivista, que adopta un objeto y metodología no
ncodillado de satisfacer los requisitos de validación de
la ciencia en términos positivistas, razón por la
cual el psicoanálisis es habitualmente categorizado como
pseudociencia por los representantes y defensores más
acérrimos de la ortoxia científica en
psicología (caso Mario Bunge).
Por otra parte, dentro de la segunda línea de
pensamiento encontramos corrientes que, si bien entienden a la
psicología como una disciplina cuyo objeto no puede
desvincularse de los fenómenos mentales y no adoptan
posturas netamente reduccionistas (digamos que se trata de un
positivismo atenuado), mantienen el rechazo a la
metafísica y otras que reivindican expresamente el papel
de la metafísica en la fundamentación del
conocimiento psicológico, como en el caso de la
Psicología Transpersonal.
La Posibilidad de la Psicología como ciencia, en
definitiva, dependerá manifiestamente del concepto de
"ciencia" que se sustente; vale decir, de la epistemología
de base subyacente a cada uno de los enfoques teóricos que
comprenden este campo del conocimiento.
1. K. Wilber: _ncod., p. 39. El
_ncodillado es cita del autor de palabras del filósofo
A.N. Whitehead en la obra "La ciencia y el mundo
moderno", N.Y. 1967.
A partir del análisis que hasta aquí se ha
intentado realizar, creemos estar en condiciones de extraer
algunas conclusiones útiles en relación a las
preguntas que nos planteáramos en el Introito.
La premisa fundamental que apuntala la perspectiva de
análisis aquí sustentada podría enunciarse
del siguiente modo:
Todo conocimiento, en cuanto conocimiento de
algún aspecto de la Realidad, supone una "idea"
(concepción) de lo que se entiende por tal; vale decir,
supone una Ontología.
Una segunda premisa responde a la tésis Kuhniana
a la cual se vincula la noción de Paradigma y
reza:
El "pensamiento" se estructura en
términos de Gestalten cognitivo-perceptiva sobre la base
de una matriz
socio-
histórica-cultural
determinante.
Desde esta última premisa, somos conscientes de
ello, pueden derivar se consecuencias relativistas para una
teoría del conocimiento, por lo que nos apresuramos a
señalar que no suscribimos el ecepticismo de fondo que
niega la posibilidad del conocimiento. Antes bien, esta
posibilidad queda afirmada a partir de una tercera premisa de
índole gnoseológica que, conforme a la primera
premisa, presupone una ontología y que, siguiendo a
Wilber, podríamos enunciar en los siguientes
términos:
Existen tres órdenes de conocimientos:
sensible, inteligible y contemplativo, cada uno de los cuales
rige en
una esfera particular y específica de la
experiencia humana en la cual es pertinente.
Distinción que retoma la división
aristotélica de los grados del saber (Física,
Matemática y Metafísica). El "lumen
exterius", "interius" y "superius" de los
Escolásticos, que se corresponde con los grados del
"ser".
De las tres premisas que se acaban de enunciar debemos
considerar las consecuencias que se derivan en relación a
nuestro tema de interés.
En primer lugar, surge la conclusión de que el
problema histórico planteado en torno a la cientificidad
de la Psicología es un "problema" sólo en el marco
del Paradigma Positivista, conforme éste ha quedado
caracterizado a lo largo de este trabajo.
En efecto, en la medida que se parte del supuesto
positivista de que sólo cabe reconocer un tipo de
conocimiento, el conocimiento sensible, validado por la
contrastación empírica, obviamente que la mayor
parte de lo que se designa bajo el rótulo de
"psicología", tal como ha quedado expresado en el apartado
VII, no responde a los atributos de cientificidad reclamados por
el Paradigma.
Todo el pretendido "saber" psicológico que
exede el marco de los postulados del "positivismo estricto"
(ver) es necesariamente pseudociencia.
Las consecuencias para la praxis profesional de esta
conclusión son obvias.
La alternativa a esta inevitable conclusión
sólo puede venir desde un cuestionamiento al propio
Paradigma, poniendo de manifiesto sus limitaciones y
debilidades.
Estas han sido formuladas por científicos
relevantes (a quienes nadie osaría cuestionar sus
méritos científicos) desde el propio seno de la
ciencia por excelencia, la Física, esto es, desde dentro
mismo del Paradigma.
La reseña y el análisis de los
acontecimientos producidos en la Física desde principios
de este siglo, que pusieron en seria crisis la visión
positivista del mundo, del hombre y de la ciencia, merece un
trabajo ad hoc que excede los límites del presente; nos
limitaremos aquí a expresarlo con palabras de una de las
mentes cumbres de la Física de este siglo, Werner
Heisenberg:
"…todas las palabras y todos los conceptos, por muy
claros que luzcan, están limitados en cuanto a sus
aplicaciones."
Si la cosa es realmente así y Heisenbaerg, un
científico notable, no se equivocaba, la pretensión
positivista de poseer la exclusividad del conocimiento aparece en
toda su dimensión como lo que realmente es: la
exacerbación de un modo de conocer, su
absolutización como consecuencia de una deformación
histórico-cultural, a semejanza de la deformación
histórico-cultural de que fue objeto la Religión en
la Europa medieval, como lo demuestra la ejecución de
Giordano Bruno y el juicio a Galileo, con su posterior y reciente
reinvindicación por parte del Vaticano.
Convengamos algo: el "espíritu inquisidor" no es
propio de una religión o una época; es propio del
afán de poder del hombre (M. Foucault y su
noción de "dispositivo") y su deseo de dominación,
el que se manifiesta de distintos modos conforme a las
circunstancias.
En la Europa de los siglos XV y XVI, donde la
organización socio-política y la
atmósfera cultural giraban en torno a la religión,
este espíritu inquisidor preservador de un estatu
quo asumió la forma de la Inquisición como
Tribunal ejercido por el poder dominante. En el siglo XIX (y por
extensión al XX), con la definitiva afirmación de
la Ciencia en tanto conocimiento verificable empíricamente
y comunicable y con la consiguiente centralización de la cultura en torno a
este valor, se manifiesta (seguramente de forma más
civilizada) como "positivismo estricto" desde cuyo Tribunal se
determina inapelablemente qué es Ciencia y qué no
lo es, con todo lo que ello conlleva en una Cultura cientificista
en cuanto a desvalorización de otras formas
legítimas, profundas y serias de conocimiento y las
correspondientes prácticas a que el mismo de
lugar.
Obviamente que este tipo de planteo no puede conducir a
la conclusión facilista de afirmar la abolición de
los criterios de verdad, o aproximación a la verdad, que
todo conocimiento que se precie de tal debe preservar. La
necesidad de tales criterios y la búsqueda de los mismos
estará siempre acompañando el afán humano de
conocer; pero también será un ineludible aspecto de
la condición humana el hecho de que el conocimiento es,
por naturaleza, limitado. Y este es precisamnete, a nuestro
juicio, el error positivista; su pretensión
omnicomprensiva, que en definitiva no es más que el eterno
afán humano culturalmente condicionado por las
circunstancias históricas.
Cuando el universo
cultural se absolutiza en base a aspectos parciales de la
relación del hombre con el mundo y la propia existencia,
la Religión y la Ciencia (como cualquier otro
ámbito cultural) se hipertro fian en detrimento de otras
formas de conocimiento pertinentes a la naturaleza de
determinados fenómenos y aspectos de la realidad. La
interpretación de la estructura del Universo en base a la
literalidad biblica, en un caso, o la interpretación
fisicalista del universo humano, en otro, por caso.
Se produce de este modo lo que Wilber denomina "error
categorial", consistente en pretender explicar y comprender
(conocer) los procesos y fenómenos de un dominio por los
de otro. Así habría ocurrido con la
Religión, pretendiendo explicar los fenómenos
materiales apelando a la Revelación y asimismo
ocurriría con la Ciencia (empírica) cuando pretende
explicar lo mental y espiritual a partir de lo
material.
Las tres formas de conocimiento se corresponden con tres
dominios del "ser" y cada una de ellas reconoce el
contenido que le es propio: los "hechos irreductibles" en el
orden sensible, las "verdades evidentes" en el mental-racional y
las "intuiciones reveladoras" en el espiritual. Estos tres
dominios (y los correspondientes modos de conocimiento) coexisten
y se integran, pero no se pueden confundir ni
reemplazar.
La psicología, como señaláramos en
los comienzos de esta exposición, más allá
de las definiciones estrictas con que se quiera delimitar su
objeto, tiene que ver con el "universo humano" que se resiste a
ser reducido a los estrechos límites impuestos por el
positivismo para reconocerle el carácter de ciencia.
Prueba palmaria de ello es que el 90% de lo que habitualmente se
entiende por psicología se sale fuera de tales
límites, con lo cual algo resulta evidente:
O bien desde el positivismo no es posible dar cuenta de
la "realidad" humana, o bien la mayor parte de lo que en
Occidente se ha desarrollado como psicología es una gran
estafa intelectual y social, lo que por sí solo
merecería la correspondiente explicación
científica.
La Ciencia en el sentido positivista es un conocimiento
válido sólo en el dominio empírico, esto es,
en lo relativo a todos aquellos procesos y fenómenos que
admiten algún tipo de cuantificación y medida, la
"res extensa" o mundo material. Y como dijo Huston
Smith:
"Con la ciencia no hay problema, el problema radica
en el cientificismo. Mientras la ciencia es positiva y se
con-
tenta con describir lo que descubre, el cientificismo
es negativo porque va más allá de las conclusiones
reales
de la ciencia, negando la validez de otras formas de
conocimiento y rechazando la importancia de otro tipo
de
verdades". (1)
Una psicología a la hechura y medida del modelo
positivista sólo puede ser una psicología orientada
en la dirección de los procesos
fisiológicos y en última instancia
irremediablemente reduccionista, lo que equivale a decir carente
de contenido específicamente psicológico en cuanto
a la significación, intencionalidad y vivencialidad de los
hechos psíquicos.
1. Citado por Wilber K., ob. cit., p.
36.
La psicología, en consecuencia, no puede dejar de
estar orientada a la captación de esta triple
dimensionalidad de lo "psíquico" y, sin perder contacto
con el substratum físico-químico y
fisiológico, estar abierta a las dimensiones
suprasensibles e intransferibles de las experiencias más
sublimes en tanto y en cuanto son experiencias del hombre que lo
vinculan con aspectos no sensibles ni conmensurables de la
Realidad.
Esta actitud ante la psicología como campo del
conocimiento, natural mente que se asienta sobre una
ontología no-positivista que los positivistas
rechazarán de plano como "metafísica" y, desde tal
perspectiva, carente de valor. Ante tal crítica no hay
justificación posible ni cabe tal propósito porque
entre uno y otro paradigma existe inconmensurabilidad a partir de
los supuestos ontológicos y epistemológicos en los
que ambos se apoyan.
Y esto es acaso lo que se requiere poner de relieve: el
hecho de que la alternativa no se da entre ciencia y
pseudociencia, sino entre Weltanschauung,
"cosmovisiones" o "ideologías" divergentes, sin que ello
suponga el rechazo de la ciencia empírica, pero sí
de la deformación de la ciencia en forma de cientificismo,
de la misma manera que el rechazo de la superstición y el
fanatismo religioso no implican el rechazo de la religiosidad
genuina sino, por el contrario, su
revalorización.
La ideología dominante en torno al concepto
positivista de la ciencia puede expresarse, en términos de
Houston Smith caracterizando el pensamiento del filósofo
de la ciencia Willard Quine, del siguiente modo:
"…en el mundo sólo hay un tipo de entidad,
los objetos físicos estudiados por la ciencia natural y,
en segundo
lugar, que en el mundo no hay más que un tipo
de conocimiento, el conocimiento perteneciente a la ciencia
natural." (1)
Pensamiento al que podemos contraponer no la
visión de un místico, sino la del eminente
científico (Premio Nobel de Física, 1933) Edwin
Schrödinger, a quien citáramos en la portada y a
quien volvemos a recurrir para cerrar estas reflexiones, que por
1956 señalaba:
"La Psicología, una ciencia relativamente
nueva, exige imperiosamente un espacio vital, y hace inevitable
la re-
consideración del gambito inicial* (…) el
mundo de la Ciencia se ha concentrado en un objetivo horrible
que
no deja lugar a la mente y sus inmediatas
sensaciones…
Debería reconsiderarse la actitud
científica, la Ciencia debe construirse de nuevo."
(2)
Hasta aquí el alcance de estas reflexiones sobre
la científicidad de la psicología, las que nos
dejan como corolario la necesidad de trascender los estrechos
límites del paradigma positivista como superación
de estériles dicotomías del tipo
ciencia-pseudociencia, saber-charlatanismo, no obstante lo cual
la psicología no puede permanecer indefinidamente como una
multiplicidad de interpretaciones y prácticas
desconectadas entre si y, no pocas veces, enfrentadas entre
sí. He ahí un estado de cosas que expresan el nivel
de desarrollo de la disciplina, el cual irá siendo
superado muy probablemente con el transcurso del segundo siglo de
su historia en el que nos encontramos. Para ello no sólo
deberá abrirse el diálogo hacia el interior de la
disciplina, sino que los psicólogos deberemos mirar
más la evolución y las crisis en otras disciplinas,
particularmente en la física, cuya revolución
en el primer cuarto del siglo XX no sólo afectó a
esta ciencia sino que su onda expansiva (aún no
debidamente percibidas en las ciencias humanas, que muchas veces
siguen encorsetadas aún en el modelo positivista
clásico) se hace sentir en el pensamiento humano en su
generalidad donde, luego de cuatro siglos, es posible que nos
encontremos ante un Novum Organon en su 3ra.
versión: Aristóteles, Bacon-Galileo-Newton,
Física postnewtoniana
(cuántico-relativista).
1. Wilber, K. ob. cit., p. 41
* Schrödinger se refiere a la exclusión de
la Conciencia en la representación del mundo edificada por
la Física.
2. E. Schrödinger, Mente y Materia, pp.
43-45
La psicología del nuevo siglo, luego de los
pioneros y el desarrollo de las grandes escuelas, se encuentra
ante nuevos desafíos, deberá conformarse como un
saber sólidamente fundado e integrado (en sí mismo
y con las demás disciplinas del hombre) sobre la
complejidad de lo humano. No deberíamos olvidar,
finalmente, esta aguda observación de Bertrand
Russell:
"…Toda la materia prima
de nuestro conocimiento consiste en sucesos mentales de la vida
de personas separadas. En
esta región, pues, la psicología es la
instancia suprema."(1)
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•Yalom E.: "Psicoterapia Existencial". Herder,
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*Citas de Portada: E. Schödinger, "Mente y
Materia", pp. 65-82-66
►Erwin Schrödinger: nació en
Viena en 1887; dedicó su vida a trabajar en Física
atómica, Física del estado sólido y Mecánica estadística.
Estudió, enseñó e investigó en la
Facultad de Ciencias de Viena hasta 1927, desplazándose a
Berlín para secundar a Max Planck en la cátedra de
Física. En 1933 es galardonado con el Nobel y debe
abandonar Alemania ante
el advenimiento del nazismo. Como
todos los grandes hombres de ciencia, preocupado por la
Humanidad, no dejó de cuestionarse, desde su conocimiento
de científico, sobre los temas más cruciales del
pensamiento humano.
Lic. Eduardo J. Berra
Psicólogo
Prof. Asociado Epistemología de la
Psicología
Fundación Barceló – La Rioja
(Argentina)