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La psicología y el concepto de ciencia. Reflexiones epistemológicas sobre los saberes llamados psicología




Enviado por eberra



    1. Resumen
    2. Primera
      constatación
    3. Segunda
      constatación
    4. El
      problema
    5. El problema del
      conocimiento
    6. El concepto positivista de la
      ciencia
    7. La revisión
      kuhniana
    8. La psicología como
      ciencia
    9. La posibilidad de la
      psicología como ciencia
    10. Bibliografía

    Resumen:

    Nos planteamos en este trabajo
    –en cuanto psicólogos ligados a una práctica-
    la cuestión de la validez del conocimiento
    psicológico en tanto fundamento y respaldo de toda
    práctica
    profesional, vale decir, la justificación
    epistemológica del quehacer del psicólogo en una
    sociedad
    centrada en los valores
    científico-tecnológicos donde domina el concepto
    positivista de la ciencia.
    Frente a este contexto, cuál es la situación de la
    psicología y cuáles sus posibilidades como
    ciencia?

    Palabras clave: psicología, ciencia,
    epistemología, positivismo,
    paradigma,
    objeto de estudio, práctica profesional.

    "…el modelo del
    mundo toma la forma, se quiera o no, de

    afirmación científica de los hechos; y,
    como tal, el mundo se convier te en falso".

    "…Así, aun reconociendo que las teorías
    de la Física son
    siempre relativas, podemos afirmar, o así lo creo, que las
    teorías actuales de la Física sugieren fuertemente
    la indestructibilidad de la Mente frente al Tiempo".

    "…Yo no encuentro a Dios en lugar alguno del
    espacio o del tiempo, así hablaría el naturalista
    honesto. Por esto es acusado por aquéllos en cuyo
    catequismo está escrito: Dios es
    espíritu"

    Erwin Schrödinger

    Premio Nóbel de Física 1933

    1.
    Primera Constatación

    La psicología desde sus comienzos en tanto
    disciplina par
    ticular en el siglo XIX ha estado
    jaqueada por la exigencia de ser ciencia; esta exigencia ha
    condicionado toda su historia en el siglo y
    cuarto que aproximadamente lleva de existencia.

    "En todo momento, especialmente en los Estados Unidos,
    la psicología ha procurado por todos los medios ser
    ciencia; y en principio, la ciencia se abstiene de toda
    especulación no penetrada y consolidada por los hechos.
    Sin embargo, en toda la ciencia psicológica no hay hechos
    suficientes para fundar un sistema
    único y sólido".(1)

    Sabemos también que esta problemática ha
    estado ligada (en un sentido causal) al otro viejo problema de la
    psicología: la definición de su objeto, el cual, a
    su vez, condiciona el método a
    emplear para su estudio y exploración* Objeto y
    método, pues, (los 2 problemas
    esenciales para definir una ciencia) en el caso de la
    psicología, han estado fuertemente condicionados por el
    previo criterio de "ciencia" que se sustente, con lo que tenemos
    instalado el problema epistemológico en el corazón y
    razón de ser misma de la psicología;
    situación contraria, en términos generales, a lo
    que observamos ocurre en las ciencias
    físiconaturales, donde primero hay un objeto claro y
    definido sobre el cual interrogar y, luego, van
    elaborándose gradualmente los métodos
    (modos de operar)idóneos para obtener la respuesta a tales
    interrogantes. Así ha sido (y en gran medida sigue
    siéndolo) en la física, la astronomía, la química, la biologia,
    etc. La materia, los
    planetas y sus
    movimientos, las estrellas y galaxias, el átomo, las
    moléculas, células y
    organismos son, que duda cabe, los objetos y fenómenos
    sobre los cuales estas ciencias indagan, se han constituido y se
    han desarrollado. Claro está que dicho en forma
    simplificada, pues "aquello" sobre lo que se indaga va a sumiendo
    distintos matices y delimitaciones a partir del propio desarrollo del
    conocimiento
    científico. Lo que se quiere destacar en definitiva es
    que, más allá de los problemas que plantea el
    propio concepto de "materia", "energía" o "vida", no han
    existido demasiadas dudas a lo largo de la historia de la ciencia
    respecto a qué estudiar y qué explicar en tales
    disciplinas.

    Con la situación inversa nos encontramos en el
    caso de la psicología, en la cual, desde sus propios
    inicios, se destaca el problema de definir qué es lo que
    se pretende estudiar.

    1. Heidbreder E. "Psicologías del
    siglo XX", p. 17.

    *Esta relación también podría
    plantearse a la inversa, la exigencia del método
    condiciona al objeto.

    Sea lo que fuere lo que se entienda por "objeto"
    de la psicología, lo que no ofrece dudas y nadie
    estaría dispuesto a discutir es que esta disciplina tiene
    que ver con el "hombre", con
    lo "humano" como tal. Si alguien dijera que también existe
    una psicología animal (en el sentido que no tiene que ver
    con lo humano), se puede responder que tal denominación
    (no muy al uso) se aplica a estudios relativos a otras especies
    no humanas con el último propósito de explicar,
    comprender y, si fuera posible, prever ciertos fenómenos y
    comportamientos en la esfera humana. De hecho, por otra parte,
    tal denominación supone "ad initio" una determinada
    forma de entender el objeto de la psicología.

    Esto es lo único, pues, que podríamos dar
    por cierto, porque a partir de aquí si formulamos la
    pregunta: qué estudia la psicología? obtendremos
    respuestas tales como: la "conciencia",la
    "conducta" o el
    "comportamiento"

    en diferentes acepciones), el "inconciente", los
    "procesos
    psicológicos", la "personalidad"
    y otras tantas por el estilo.

    Desde luego, cuando se dice "hombre" se da por sentado
    que se hace referencia al hombre en su realidad
    fáctico-existencial; vale decir, al hombre como ser
    corporal-mental-social, sin que ello implique caer prisioneros
    del dualismo cartesiano (cuerpo-alma), como
    así tampoco del dualismo "individuo-sociedad". Decir "hombre" en la
    perspectiva que nos situamos supone simplemente mentar el ser de
    "carne y huesos" que
    piensa, siente, percibe, sueña y obra; nace, se desarrolla
    y muere en relación con un medio natural, social y
    cultural.(1)

    Planteada la cuestión en estos términos,
    sobre lo que seguramente habría acuerdo es en que la
    psicología tiene que ver con el "hombre"; pero ni falta
    hace decir que nadie intentó definir a la
    psicología como "el estudio del hombre", a secas, pues es
    ésta una expresión tan vaga y general que no sirve
    en modo alguno para definir y delimitar un campo de estudio.
    Además, el "hombre" es objeto de estudio de muchas
    disciplinas.

    Nos encontramos entonces con las manos vacías a
    la hora de establecer el qué (objeto) de la
    psicología, con lo que sólo restaría por
    decir que "la psicología es lo que estudian los
    psicólogos", recurso a la ironía que no hace
    más que mostrar en toda su crudeza esta particular
    situación de la psicología a la hora de definir su
    objeto.

    Carece la psicología, como vemos, de un objeto
    "natural"; un qué del conocimiento denominado
    psicológico sobre el cual, más allá de las
    diferentes interpretaciones e intentos de explicación
    (teorías) que este objeto suscite, se fundamente una
    pretendida ciencia psicológica.

    Por otra parte, se presenta el agravante que lo que
    estudian los psicólogos, además de su diversidad,
    se ha dado y se continua dando en el marco de una lucha por ser
    el portador del estandarte de la ciencia, de tal modo que es
    común encontrarnos en la psicología con que ciencia
    es lo que "yo" o "mi grupo-corriente" hace, en tanto que no lo es lo
    que hacen los demás, que automáticamente pasan a
    las filas de los "no", "pre" o
    "pseudocientíficos".

    La primera constación a la que arribamos pues,
    según lo dicho, es:

    La psicología, en tanto disciplina particular,
    carece de

    un objeto natural y propio, unánime o por lo
    menos mayo-

    ritariamente aceptado.

    1 El propio concepto de "medio
    ambiente" se plantea como artificial y
    problemático

    a la hora de decidir dónde
    termina el individuo y comienza el medio.

    2.
    Segunda Constatación

    Si, conforme hemos visto, la psicología carece de
    un objeto propio sobre el que exista consenso, cabe preguntarse a
    qué se debe esta tan curiosa situación, que ni
    siquiera comparten otras disciplinas que no pertenecen al grupo
    de las ciencias de la naturaleza (al
    menos no del mismo modo), en las que podrá discutirse (y
    de hecho se discute)sobre su cientificidad según
    determinados criterios, pero muy difícilmente se encuentre
    semejante disparidad respecto a qué estudiar.

    Cómo es posible que exista toda una rama del
    saber (cuestionada y cuestionable, pero existente al fin) con un
    nombre(psicología),una ingente literatura que crece
    día a día, unidades y centros académicos
    dedicados a su estudio, carreras universitarias para formar
    profesionales, asociaciones (locales, nacionales e
    internacionales), miles de personas (autores, investigadores,
    profesionales, docentes,
    editores, estudiantes) dedicadas a ella, todo ello bajo la
    designación de psicología y, al mismo tiempo, no se
    pueda definir, con mediana precisión, algo elemental como
    su objeto?

    Supongamos que se le describiera esta situación a
    alguien que no tuviera la menor noticia del significado de la
    palabra "psicología"; tal individuo no podría menos
    que quedar perplejo y asombrado. Preguntaría luego de
    pestañar y restregarse los ojos: es esto un chiste? Toda
    esa gente que me dicen se dedica a algo que no pueden definir o
    definen en términos divergentes, contrapuestos y hasta
    antitéticos; toda esa enorme producción intelectual a lo largo de
    más de un siglo, es el fruto de un delirio, de un
    pasatiempo ocioso? Incluso podría legítimamente
    pensar, están acaso locos? (y no faltaría quien
    respondiera afirmativamente). Qué produce semejante
    fenómeno? No habría aquí un extraordinario
    tema de investigación para los verdaderos
    científicos?

    Nos encontramos así con una segunda
    constatación:

    Atendiendo a la producción teórica, el
    hacer práctico y las

    organizaciones sociales (centros académicos,
    instituciones

    asistenciales, profesionales, etc.) a que ha dado
    lugar la

    llamada "psicología", no hay duda de que cabe
    admitir su

    existencia, de pleno derecho, como rama del saber
    constitu-

    ido.

    Uniendo estas dos constataciones arribamos a la
    paradógica conclusión de la existencia de toda una
    rama del saber, sumamente desarrollada (atendiendo a su
    difusión y amplísima literatura) y de gran
    importancia en el contexto cultural e incidencia social, que
    carece de objeto definido.

    Cómo dar cuenta de esta
    situación?

    El problema, según lo vemos, radica en el propio
    concepto de ciencia y en la pretensión (totalitaria) de
    hacer del conocimiento definido como "científico" el
    único conocimiento válido y digno de ser
    considerado tal. He aquí la condición cultural que
    ha venido perturbando a la psicología, sembrando la
    confusión y limitándola sus
    posibilidades.

    Va de suyo, pues, según esta tésis, que no
    saldremos de la perplejidad al contemplar el estado de
    la psicología sin antes indagar respecto a cómo y
    por qué el concepto de ciencia ha producido este efecto
    tan particular en este tipo de saber, mientras que los debates
    epistemológicos no han impedido el desarrollo de las
    ciencias físico-naturales.

    3. El Problema

    Se ha señalado anteriormente que desde las
    diferentes corrientes teóricas (no todas) que conforman
    este vasto conglomerado de la psicología
    contemporánea se enarbola el estandarte de la Ciencia como
    autojustificación frente a otras formas de entender el
    objeto, contenido y modo de conocimiento psicológico. Lo
    que se pone en tela de juicio no es (como estamos acostumbrados a
    ver en la física, cosmología, química,
    biología,
    etc.) una particular interpretación y explicación de un
    determinado tipo de fenómeno o información, sino la respetabilidad misma
    de tal interpretación e intento de explicación o
    comprensión.

    Desde los sectores típicamente positivistas y
    experimentalistas se niega, lisa y llanamente, el carácter de ciencia al psicoanálisis (y sus variantes), la
    psicología fenomenológico-existencial, la
    comprensiva, la humanista y la transpersonal. Vale decir que todo
    lo que no responda en forma estricta a los parámetros de
    cientificidad del positivismo, se califica genéricamente,
    desde esta particular perspectiva, como "especulativo",
    "apriorístico", "no empírico" y "no
    verificable".

    Tomemos por ejemplo el siguiente pasaje de la obra
    "Elementos de Epistemología" de Franco Murat
    (catedrático por más de 30 años de la
    Facultad de Psicología de la Universidad
    Nacional de Córdoba), refiriéndose a dos autores de
    la corriente existencial en psicología (Rolo May y Ludwing
    Binswanger), dice:

    "… ambos autores, además de admitir una
    pluralidad de co

    nocimientos merecedores del rótulo de
    científicos, pare-

    cen admitir también una pluralidad de
    métodos y de obje

    tos científicos".(1)

    En la perspectiva de F. Murat, la obra de uno y otro
    autor no merece el rótulo de
    "científico".

    Del otro lado, esto es desde las corrientes que no
    comparten o no se encuadran en el programa
    positivista, se asume que si la psicología ha de tener
    algún valor no
    podrá ser núnca de tipo "fisicalista" y
    "objetivista" en el sentido de las ciencias de la naturaleza,
    pues una psicología de tal índole
    desvirtuaría la cualidad más esencial de los
    hechos psicológicos, su sentido y
    significación, que jamás podría ser
    captado por los métodos verificacionistas.

    "Psicología de sillón" versus
    "psicología sin alma". "Ciencias de la naturaleza" versus
    "ciencias del espíritu", o nomológicas versus
    histórico-hermenéuticas; desde un positivismo
    estricto la alternativa es, sencillamente, ciencia o
    pseudociencia.*

    He aquí el dilema y conflicto en
    el que se halla instalada la psicología desde sus mismos
    orígenes en cuanto disciplina particular. Aquí
    radica precisamente, creemos, el problema central de la
    psicología; problema de raíz estrictamente
    epistemológica.

    Obsérvese que la inevitable referencia a los
    "orígenes" de la psicología cobra sentido si, y
    sólo si, se entiende este origen en términos de
    ciencia moderna en tanto corpus de conocimientos
    empíricamente demostrables(o refutables), caso contrario
    no trendría sentido hablar de sus orígenes como
    disciplina particular, pues esta división de la
    ciencia

    1. Murat F "Elementos de
    Epistemología", p. 17

    * En términos menos académicos se
    diría "entre ciencia y macaneo", pues este

    es habitualmente el sentido tácito de tal
    distinción.

    en áreas o ramas particulares a las que se asigna
    un determinado sector o parte) de la realidad o cierto tipo de
    fenómenos para su estudio con forme a los patrones y
    procedimientos
    definidos como científicos, es propio y definitorio de lo
    que se entiende por ciencia desde Galileo, Bacon y Newton.

    Todos los manuales de
    historia de la
    psicología hacen la distinción entre la
    psicología precientífica y la científica,
    dedicando uno a más capítulos a hacer la
    reseña de las "ideas y principios
    psicológicos" dispersos en la obra y pensamiento de
    los principales filósofos y pensadores de Occidente,
    remontándose hasta los presocráticos. Luego
    continuan con una descripción de los inicios de una
    psicología independiente (ciencia particular), con las
    inevitables y consabidas referencias a W.Wundt y su laboratorio de
    Leipzig, para continuar con la exposición
    de las principales escuelas o corrientes de la psicología
    contemporánea Estas escuelas, obviamente, pertenecen al
    período de la psicología ya constituida como
    ciencia particular. Sin embargo, las mismas expresan diferentes
    posturas epistemológicas; de tal modo que unas acusan a
    otras de hacer lo que se quiera pero menos ciencia, en tanto que
    éstas contraatacan con el argumento de que sus
    cuestionadores podrán hacer lo que se quiera pero no
    psicología.

    Unos estudian la "conducta", entendida de una forma, y
    otros también la "conducta", pero entendida de otro modo.
    Para otros más lo fundamental es el "inconciente",
    entendido de una manera, mientras que no faltan los que coinciden
    con este objeto, pero lo definen y entienden de modo diverso.
    Otro grupo sostiene que la "conciencia" es lo esencial, en tanto
    hay quienes hablan de la "experiencia existencial", o los
    "procesos de intercambio con el medio", etc., etc.,
    etc.

    El problema del objeto aparece en toda su crudeza. Es
    evidente que no encontramos en la historia de la
    psicología, salvo raras excepciones un verdadero
    intercambio de ideas y crítica, sino un diálogo de
    sordos desde el momento que cada sector habla desde diferentes
    modos de entender la psicología, su objeto y
    procedimientos de estudio (método).

    Cuando se habla de psicología científica,
    en contraposición a la precientífica, en ese
    preciso momento se está instalando el problema
    epistemológico en el centro de la disciplina. No es
    común oir hablar de la física pregalileana como la
    "física precientífica", sino que se hace
    referencia, lisa y llanamente, a la física
    aristotélica, por ejemplo.

    Sucede que la constitución de la física moderna y
    el método
    científico marcharon paralelamente. Mientras que en el
    caso de la psicología, como ocurre asimismo con las
    demás disciplinas del hombre y la cultura, viene
    a querer ser definida como ciencia precisamente cuando la ciencia
    moderna estaba ya lo sufientemente afirmada y desarrollada en el
    campo de los fenómenos materiales y
    biológicos. Pretender extender la aplicación del
    método científico al estudio de los
    fenómenos psicológicos y socio-culturales fue una
    consecuencia lógica
    en el propio desarrollo de la ciencia.

    Si se habla entonces de "psicología
    científica", naturalmente que toda psicología que
    se precie de tal deberá justificarse en la
    aplicación y respeto del
    método científico, razón por la cual a la
    hora de definir el objeto de estudio habrá que cerciorarse
    que el tal "objeto" (tipo de fenómenos o ámbito)
    admita el empleo de los
    procedimientos y exigencias de lo previamente definido, e
    históricamente desarrollado, como "método
    científico", caso contrario no tendremos ciencia de lo
    psicológico.

    Son muy conocidos los argumentos de J.B. Watson respecto
    a la necesidad de desprenderse definitivamente de conceptos tales
    como conciencia, mente, mental, por carecer
    de sentido en términos de los requisitos del método
    científico; asi, por ejemplo, decía:

    "Si la psicología quiere convertirse en
    ciencia debe seguir el

    ejemplo de las ciencias físicas, esto es,
    hacerse materialista,

    mecanicista, determinista y
    objetiva
    ".(1)

    Difícilmente pueda hallarse una
    formulación más clara al respecto.

    Pero no tenía menores pretensiones de
    cientificidad la psicología de Tichner, continuadora de la
    de Wundt en EE.UU., a la que Watson desdeñaba como
    psicología "tradicional con resabios
    metafísicos
    ".

    El psicoanálisis freudiano, a su vez, duramente
    cuestionado por los devotos defensores del "método
    científico" es, sin embargo, constitutivo de la nueva
    psicología científica y de una influencia tal en la
    nueva disciplina como quizás de ninguna otra escuela
    psicológica pueda decirse.

    Nadie pondría en duda que la formación
    intelectual de Freud se enmarca
    en lo que en términos generales puede considerarse como
    "tradición científica"; que Freud mismo se
    consideraba un científico es un hecho; no obstante, a la
    hora de demarcar la "ciencia" de la "pseudociencia", el
    psicoanálisis posee atributos que lo ubican más del
    lado de la segunda categoría que de la primera, si el
    concepto de ciencia es definido en términos
    convencionales.

    Hablar de la "psicología comprensiva" de
    Dilthey, Spranger y Jaspers y de la
    "fenomenológico-existencial" de un Brentano,
    Merleau-Ponty, Binswanger, Rolo May y otros, que encuentra su
    fundamento en el propósito husserleano de instituir una
    "ciencia estricta" a partir del "retorno a las cosas
    mismas
    ", es ya decididamente risueño para los cultores
    y defensores de la ortodoxia científica.

    Que la psicología no es una disciplina al estilo
    de las físico-naturales, que poseen una cierta unidad
    interna y han elaborado un corpus de conocimientos sobre el que
    existe consenso porque existe evidencia empírica (sin
    perjuicio de que existan muchas veces teorías rivales o no
    unánimemente aceptadas sobre ciertos fenómenos y su
    interpretación), es cosa segura. En términos
    kuhnianos habría que decir que no ha alcanzado status de
    "ciencia normal". Y también, siempre siguiendo a Kuhn,
    constatamos que la psicología actual está
    conformada por una multiplicidad de "paradigmas"
    contrapuestos entre si.*

    1. Heidbreder E., Ob. cit., p.
    178

    * No es nuestro propósito aquí analizar
    las críticas que el pensamiento de

    Kuhn suscita dentro de la epistemología
    contemporánea, tanto desde el racionalismo
    como desde el neopositivismo, tan sólo nos interesa
    valernos del andamiaje conceptual kuhniano para la
    reflexión sobre el estatus cien tífico de la
    psicología.

    4. El
    Problema del Conocimiento

    El concepto de ciencia es en si mismo
    problemático y su discusión y análisis en profundidad es materia de la
    filosofía de la ciencia o epistemología. No
    pretendemos aquí, naturalmente, pasar revista al
    estado actual de esta discusión. Para nuestro
    propósito bastará con caracterizar el concepto de
    ciencia tal como se ha dado en un sentido tradicional y que ha
    dominado y orientado la praxis
    científica (en las ciencias de la naturaleza) desde
    Galileo y Bacon en adelante, pues a este modelo responde el
    surgimiento histórico de la psicología como ciencia
    y desde él (y contra él) se produce la
    áspera disputa respecto al carácter o falta de
    carácter científico de la misma y a si un
    determinado modo de entender y hacer psicología posee
    valor científico o no.

    Plantearse el problema del concepto de ciencia no es
    tarea fácil; a preguntas tales como qué es la
    ciencia
    ? (y por contraste qué no es
    ciencia
    ),cómo procede la ciencia? en
    qué consiste la ciencia
    ?, surgen inmediatamente otros
    interrogantes de tipo más básico: es posible el
    conocimiento
    ?, en caso afirmativo, cómo podemos
    conocer
    ?, pues cualquier cosa que se diga de la ciencia algo
    es indudable: la ciencia es una forma de conocimiento; de modo
    que antes del problema epistemológico propiamente dicho
    tenemos el problema gnoseológico, el problema del
    conocimiento como tal.

    El problema gnoseológico se encuentra presente ya
    en los comienzos de la reflexión filosófica en
    Grecia. Para
    Parménides de Elea, el pensar no tiene otro objeto que el
    Ser y éste no se identifica con las cosas múltiples
    que devienen, el mundo de los sentidos,
    sino que es permanente, eterno,inmóvil y necesario. En
    consecuencia, la multiplicidad y el devenir se oponen al Ser; la
    vía de los sentidos es falaz y conduce al
    error.

    Mientras los eléatas sostenían la
    existencia del Ser, los sofistas vinieron a sostener la
    impermanencia y relatividad de todo. Para Protágoras de
    Abdera no hay verdaderamente Ser sino sólo
    "fenómenos" y "cambio". Pero he aquí
    que si no hay Ser no hay verdad en términos absolutos y
    permanentes, por lo que el "hombre es la medida de todas las
    cosas". El pensamiento de los sofistas vino a sostener un
    relativismo que se traduce en un ecepticismo de fondo.

    En Sócrates,
    la Realidad supera siempre al hombre, por lo que hay que ser
    cauto y prudente a la hora de hablar de la "verdad".
    El hombre
    sabio es conciente de su ignorancia, lo que no implica un
    ecepticismo, sino la aceptación humilde de la
    limitación como principio del saber.

    La búsqueda de la sabiduría es el
    más grande anhelo socrático, pero este principio de
    la sabiduría es reconocer que el hombre (y por lo tanto
    el
    conocimiento que pueda obtener) es finito y limitado. La
    verdad, por otra parte, no debe buscarse fuera (el camino de los
    sentidos), sino dentro. "Sócrates representa un
    descubrimiento del hombre y, hasta cierto punto, de la
    reflexión sobre sí como punto de partida del
    redes cubrimiento
    del Ser y, al mismo tiempo, una exigencia de conocimiento
    filosófico universalmente válido".(1)

    Con Platón,
    la teoría del
    conocimiento no asume una forma unívoca y precisa,
    pues se va modificando a lo largo de sus diálogos; sin
    embargo para nuestro propósito bastará con una
    caracterización general en términos de la
    distinción entre una realidad "inteligible" conformada
    porlas ideas necesarias, universales y eternas y la realidad
    "sensible", corres pondiente al mundo de las cosas, mudable y
    cambiante, que corresponde a un grado inferior del Ser y, por lo
    tanto, a un tipo inferior de conocimiento (doxa).

    1. Caturelli, A., La Filosofía,
    p. 102.

    La ontología platónica que implica los
    "grados del ser" (dialéctica) se corresponde con los
    grados del conocimiento, pues el Ser, como en Parménides,
    corresponde al pensar. El mundo sensible (2do. grado del ser) es
    el reflejo o signo del mundo inteligible de las Ideas, por lo que
    el mundo de las cosas y el devenir (del cual el hombre participa
    en cuanto ente corporal) permite descubrir el orden inteligible
    del Ser Absoluto y permanente. Pero entre lo sensible y lo
    inteligible existe el grado intermedio de los entes
    matemáticos, no del todo desprendidos de lo sensible, a
    los cuales corresponde la razón discursiva
    (dianoia), que no es un conocimiento perfecto pero
    sí superior al conocimiento sensible. Finalmente, al orden
    de la Suprema Realidad corresponde la intuición
    (noésis), que es el conocimiento
    perfecto.

    Y así llegamos a Aristóteles, considerado habitualmente como
    el verdadero precursor de la ciencia moderna, a pesar de que
    ésta se constituye inicialmente como oposición al
    aristotelismo de la escolástica medieval.

    Aristóteles conservó el dualismo
    platónico entre "lo sensible" y "lo inteligible"; entre el
    devenir de la naturaleza y el motor
    inmóvil.

    Mas lo que en Platón es
    trascendente (las esencias-ideas), en Aristóteles es
    inmanente (la esencia de una cosa). Aristóteles rechaza el
    intuicionismo platónico, siendo la "razón" el
    instrumento del conocimiento, motivo por el cual deben estudiarse
    y establecerse sus leyes
    (lógica).

    La ciencia es conocimiento por las causas (idea
    ésta que luego sería fundamental en la
    concepción moderna de la ciencia, si bien la causalidad en
    Artistóteles es mucho más que la empírica de
    la ciencia), por lo tanto, la demostración correcta la
    hace posible. Distinguiendo entre el estudio de las "causas
    próximas
    " (ciencias particulares) y la ciencia de las
    "primeras causas" y principios
    de las cosas (Metafísica).

    Aristóteles, como Platón, reconoce tres
    grados del conocimiento, con la diferencia que no corresponden a
    tres grados del Ser, sino a tres niveles de abstracción.
    Así entonces está la Física (1er. grado), la
    matemática
    (2do. grado) y la metafísica (3er. grado). El conocimiento
    del cambio, de lo
    singular (física) no es ciencia, mientras que el
    conocimiento de lo universal (metafísica) sí lo
    es.* No obstante, la metafísica de Aristóteles no
    se refiere a un orden suprasensible, un "más allá
    de la física que es el Ser que hace ser a lo visible… Lo
    real para Aristóteles no es algo que existe más
    allá de lo sensible, sino que es simplemente la realidad
    natural o física de la cual puedo, por abstracción,
    fabricar el concepto universal del ente (por lo que) no hay
    propiamente metafísica sino un naturalismo realista o un
    realismo
    cósmico".(1)

    * En este caso, la ciencia moderna (positivista)
    seguirá manteniendo el criterio de lo universal, pero se
    producirá una inversión total respecto a que sólo
    se considerará ciencia al estudio de lo observable y
    empírico mundo físico), en tanto que se
    considerará mera especulación carente de valor a lo
    que Aristóteles designaba como
    metafísica.

    1 Caturelli, A.: ob. cit, p.
    121

    En el naturalismo, el conocimiento causal y el
    método deductivo aristotélico, junto al
    "objetivismo" propio del pensamiento griego, se encuentran los
    elementos prefiguradores del concepto de ciencia tal como, casi
    20 siglos después, se desarrollaría en la Europa de
    principios del siglo XVII.

    El propio conocimiento encierra la idea de "verdad",
    pues conocer es conocer con verdad, lo contrario es falsedad o
    ilusión, lo cual carece de valor o utilidad alguna.
    En el pensamiento griego la reflexión
    epistemológica forma parte del filosofar (Platón –
    Aristóteles), como también puede decirse de la
    Edad Media;
    pero es en la Edad Moderna
    cuando aparece como tema de reflexión en sí
    mismo.

    Como tal es tratado por John Locke en
    su "Ensayo sobre el entendimiento humano" (1690); por
    George Berkeley en el "Tratado de los principios del
    conocimiento humano"
    (1710); por David Hume en su "Tratado
    de la naturaleza
    humana"
    (1748). También en el caso de Leibniz, que
    en los "Nuevos ensayos sobre
    el entendimiento humano"
    (editado en forma póstuma en
    1765) intenta la refutación de la posición sentada
    por Locke. Con la "Crítica de la razón pura"
    (1781),Kant aborda la
    crítica del conocimiento científico de la
    naturaleza.

    Según Johannes Hessen en su "Teoría del
    Conocimiento"
    , el fenómeno del conocimiento linda con
    tres esferas distintas:

    a- El sujeto (esfera
    psicológica)

    b- La imagen (esfera lógica)

    c- El objeto (esfera
    ontológica)

    De aquí que toda reflexión
    epistemológica se realice, necesaria mente, desde una
    ontología o remita a ella. Así ocurre (como
    acabamos de ver) en los presocráticos, en Platón,
    Aristóteles y toda la historia del pensamiento.

    Siendo así, a partir de la dualidad
    "sujeto-mundo" proveniente de la filosofía griega el
    problema del conocimiento se presenta como una cuestión de
    correspondencia entre el sujeto (conciencia o mente cognoscente)
    y el objeto. Siguiendo a Hessen, el problema así planteado
    puede descomponerse en las siguientes cinco
    subcuestiones:

    -Puede el sujeto aprehender realmente el objeto?
    (posibilidad del conocimiento).

    -Cuál es la fuente o base del conocimiento
    humano? (origen del conocimiento).

    -Existe sólo una o varias formas de conocimiento
    (formas del conocimiento).

    -Cómo distinguir con certeza lo verdadero de lo
    falso? (criterios de verdad).

    A la primera pregunta obviamente sólo cabe
    responder por la afirmativa si no se quiere asumir o caer en una
    posición escéptica, a partir de la cual cesa toda
    discusión sobre el conocimiento. La ciencia, cualquiera
    fuera la forma en que se la entienda, la filosofía y la
    historia cultural de la humanidad suponen admitir esta
    posibilidad como punto de partida.

    Claro que una vez admitida esta posibilidad
    inmediatamente surgen diferentes formas de entender dicha
    posibilidad, pudiéndose resumir en las
    siguientes:

    Dogmatismo, que habitualmente adopta la forma de
    tradicionalismo o racionalismo.

    Relativismo, que reconoce la posibilidad del
    conocimiento sólo limitado a una esfera restringida y
    contingente.

    Pragmatismo, que reemplaza el concepto de
    "verdad" por el de
    "utilidad" (en el fondo, como lo señala
    Hessen,

    es un ecepticismo atenuado.

    Criticismo, encarnado en la doctrina kantiana
    del conocimiento.

    Respecto a la segunda pregunta las posturas posibles se
    bifurcan en dos alternativas opuestas representadas por el
    Racionalismo, que sostiene a la Razón como fuente del
    conocimiento a partir de postular la inteligibilidad del mundo
    (Platón, Descartes,
    Kant) y el Empirismo,
    (Locke, Hume, Mill) que sólo reconoce a la "experiencia
    sensible" como fuente del conocimiento, con diversas
    formulaciones en cada caso y combinaciones entre
    sí.

    En cuanto a la crucial cuestión, dada la
    relación "sujeto-objeto", de cuál determina a
    cuál, nos encontramos también con la polaridad
    "Realismo-Idealismo". El
    primero sosteniendo que el sujeto (la conciencia o mente) es
    determinado por el objeto, lo que significa que el conocimiento
    se concibe como un isomorfismo o consonancia del pensamiento con
    el objeto; el segundo postulando exactamente lo inverso, el
    objeto o realidad es determinada por el pensamiento. Desde luego,
    como en todos los casos, existen distintas formas de realismo e
    idealismo, pero las enunciadas son las posiciones
    básicas.

    En lo que se refiere a la tercera cuestión
    planteada por Hessen, las formas del conocimiento, las posiciones
    básicas que encontramos son las siguientes:

    -La que sólo reconoce una sola forma de
    conocimiento, esto es el de tipo discursivo-racional o
    empírico-racional, según sea la vertiente
    racionalista o empirista. En el positivismo esta exclusividad es
    asumida por la ciencia.

    -La que reconoce, además, a la intuición
    como una forma válida de conocimiento. Es el caso de
    Platón y toda una línea de pensamiento que se
    continua con Plotino, San
    Agustín y Pascal; pero
    también está expresada, si bien con distintos
    matices, en Bergson, Husserl y Scheler.

    -La correspondiente a la tradición
    místico-religiosa que sostiene a la Revelación y la
    Iluminación como una forma de conocimiento
    supraracional o arracional, extraempírico y
    vivencial.

    Vemos así que el problema del conocimiento (en su
    posibilidad, origen y formas) caben diferentes respuestas y
    posturas, cada una de las cuales, así como una variedad de
    combinaciones entre ellas, se han dado a lo largo de la historia
    del pensamiento. Estas posturas, en última instancia,
    implican o se vinculan a una determinada concepción del
    ser, esto es, remiten a una ontología.

    5. El Concepto
    Positivista de la Ciencia

    Sobre la base de lo dicho podemos intentar ahora una
    caracterización del concepto de ciencia en términos
    modernos; vale decir, al sentido y significación que
    asumió este término a partir del siglo XVII. Su
    carta de
    nacimiento se ubica en la Europa postrenacentista de finales del
    siglo XVI y la primera mitad del XVII (si bien sus antecedentes
    se remontan mucho más atrás), por lo que
    históricamente es propio de lo que en términos
    generales podemos llamar Civilización Occidental, para
    afianzarse y desarrollarse en los siglos posteriores hasta
    nuestros días.

    La Ciencia, tal como se la enseña, entiende y
    practica en Occidente, es el resultado de un proceso
    histórico cuyos antecedentes más remotos se
    remontan a la Grecia antigua, donde se dasarrolló la
    reflexión sistemática acerca del mundo,
    particularmente como filosofía de la naturaleza, y se
    establecieron los principios del correcto razonar, como acaba de
    verse.

    Si la palabra ciencia significa "conocimiento" y
    así fue entendida y utilizada en la Antigüedad y la
    Edad Media, en la Edad Moderna asume un sentido más
    específico para pasar a significar un modo preciso y
    reglado de obtener conocimiento. Un conocimiento que, por otra
    parte, no ofrezca dudas (que es lo que intentará fundar
    Descartes desde la Filosofía) o al menos, como se
    dirá luego, sea de máxima verosimilitud; un
    conocimiento, de este tipo debiera estar, idealmente, libre de
    supuestos, pero dado que esto es imposible, se habrá de
    apoyar al menos en la menor cantidad posible de ellos (Descartes
    pondrá en duda todo y fundará la posibilidad del
    conocimiento en el cógito, con lo que sienta el
    primado de la razón). Este tipo de conocimiento es el
    producto
    específico de la época Moderna y surge como
    reacción al conocimiento estatuido por la
    Revelación, la Tradición y la Autoridad.

    Francis Bacon, en el siglo XVII, fue uno de los primeros
    en formular los principios metodológicos de la nueva
    ciencia (Novum Organum), ligando, además, su finalidad a
    las necesidades y problemas prácticos de la vida humana.
    Bacon, en su "Instarautio Magna", se propone reformar la
    ciencia de su tiempo (escolástico-aristotélica) y
    preconiza para ello el método de la inducción, que combina la observación con la actividad del
    entendimiento (razón). Bacon critica tanto a los
    empiristas puros a los que compara con las hormigas, que
    sólo acumulan), como a los metafísicos puros (que
    actúan como arañas que extraen de sí mismos
    la tela de sus especulaciones). Considera que la verdadera
    ciencia debe proceder elaborando los datos de la
    observación por medio de la razón (como la abeja,
    que elabora el polen de las flores para transformarlo en
    miel).

    Galileo, por su parte, sentará las bases de uno
    de los rasgos principales de la ciencia: la observación
    rigurosa y sistemática de un fenómeno, por lo que
    debe ser un conocimiento basado en la experiencia sensible, esto
    es, un tipo de experiencia verificable, repetible y comunicable.
    Para muchos en Galileo se encuentra la específica
    fundación de la ciencia.* Son de todos conocidas las
    experiencias y observaciones de Galileo respecto al movimiento de
    los cuerpos y las peripecias que sus conclusiones le acarrearon
    al contradecir el "saber" estatuido de la
    época.

    * En adelante, cuando decimos "ciencia" nos referimos
    a este concepto moderno y positivista. La expresión
    "positivismo", a secas, la empleamos en un sentido gené
    rico para designar una corriente de pensamiento con la cual se
    identifica el con- cepto de ciencia en términos
    modernistas, esto es, que representa la ortodoxia de dicho
    concepto. En este sentido, pues, tal designación incluye
    las versiones conocidas como "positivismo
    lógico y "neopositivismo".

    La constitución y desarrollo de la ciencia no
    puede comprenderse fuera del marco histórico, social y
    político, en el que dicho suceso tiene lugar, si bien los
    racionalistas pretenden desconectar la fundamentación de
    la ciencia (contexto de justificación) del marco
    histórico-social en el que ésta se da (contexto de
    descubrimiento, según Hans Reichenbach). La ciencia (como
    la Religión,
    el Arte,
    Filosofía, Literatura, Política, etc.) es un
    componente de la Cultura de la cual resulta expresión, en
    el doble sentido de ser influido e influir sobre ella.

    Cada una de las diferentes expresiones culturales
    mencionadas puede asumir un papel central y dominante en una
    determinada cultura y momento histórico. Así, por
    ejemplo, la religión ha sido y continua siendo el elemento
    configurador de la vida del pueblo judío, o el tibetano, o
    lo fue en la Europa medieval. El arte fue el centro de la cultura
    renacentista y de la Grecia de Pericles. La filosofía, o
    el pensamiento discursivo-racional en la misma Grecia entre los
    siglos VI y III a.C. Son estos apenas unos pocos ejemplos, de los
    muchos que podrían citarse, de esta condición del
    universo
    cultural de contituirse sobre una determinada actividad y
    producción del espíritu humano.

    Es en este sentido que la ciencia vendrá a ser el
    pivot sobre el que se asentará y girará el conjunto
    de la cultura occidental moderna. Por lo que a la hora de
    preguntarnos por el concepto de ciencia es imprescindible
    considerar el entorno sociocultural en el cual nace, porque si
    nada nace de la nada (salvo la "creatio ex nihilo"), ni se
    desarrolla sin las condiciones adecuadas, en el mundo de la
    cultura este principio también rige.

    Es sabido que los tres elementos que configuran y dan
    forma a la cul tura occidental son el pensamiento griego,
    los contenidos ético-normativos provenientes de la
    tradición judeo-cristiana
    y los aportes y
    consecuencias resultantes de la conquista y colonización
    europea por Roma
    . Ya hemos hecho referencia a que los
    gérmenes de la ciencia occidental se encuentran
    particularmente en la filosofía de la naturaleza producida
    en Grecia; en la distinción "sujeto-objeto" y la
    formalización (lógica) de la Razón como
    fundamento del conocimiento.

    La cultura europea (occidental), que se habría de
    conformar sobre la base del cristianismo
    triunfante a la caída del Imperio Romano,
    se asentará así en tres componentes fundamentales:
    la fe cristiana,la monar-

    quía (y el papado) y la
    organización feudal de la economía. La
    estructura
    cultural configurada sobre esta base habrá de durar
    aproximadamente mil años (siglos V/VI a
    XV/XVI).

    A partir del siglo XV comienzan a producirse en Europa
    ciertos cambios que se venían incubando desde los siglos
    inmediatamente anteriores y que eclosionan en acontecimientos (la
    Reforma, el descubrimiento de
    América, el Renacimiento)
    que a posteriori determinarán una profunda
    transformación en la cultura occidental, a punto tal que
    marcarán el fin de la Edad Media y el surgimiento de la
    época Moderna.

    Pues bien, si en la Edad Media el elemento configurador
    era la fe religiosa, en la Edad Moderna este elemento
    configurador será la fe en la Razón natural y la
    ciencia empírica. Ciencia que ya no tendrá la
    anterior acepción de conocimiento del Ser, sino que
    adquirirá un sentido preciso y circunscripto a un modo
    particular de producir conocimiento.

    La ciencia moderna será en primer lugar
    conocimiento por medio de la experiencia sensible, conocimiento
    que permita producir resultados prácticos, resolver
    problemas concretos y dominar la naturaleza. Este concepto es lo
    que producirá luego el prodigioso desarrollo
    tecnológico de los siglos XIX y XX y la cultura
    tecnológica que hoy conocemos y en la cual, para bien y
    para mal, vivimos.

    En segundo lugar, de la condición anterior deriva
    la rigurosa distinción entre ciencia y
    no-ciencia, cayendo en esta segunda categoría todo
    producto del pensamiento que no sea el resultado de la
    aplicación de un complejo sistema de reglas y
    procedimientos definidos como "método científico"
    Por lo tanto, al pensamiento científico se le opone, en
    particular, el "pensamiento mágico"; pero también
    la metafísica y la religión, generalmente asociada
    al primero.

    Mario Bunge hace una rápida aproximación
    al concepto diciendo:

    "…ese creciente cuerpo de ideas llamado
    ciencia puede caracterizarse como conocimiento racional,
    sistemático,

    exacto, verificable y, por consiguiente,
    falible."(1)

    A su vez, Franco Murat en sus Elementos de
    Epistemología dice:

    "La ciencia moderna nace cuando, en el siglo XVII, el
    hombre parece por primera vez renunciar concientemente a
    pre

    guntarse el por qué‚ de las cosas (o
    bien el para qué‚ de ellas), para concentrar
    decididamente su atención en el có

    mo de las cosas. La historia de la ciencia, por ello,
    puede ser vista como la historia del paulatino
    desplazamiento

    del pensamiento mágico por parte del pensamiento
    racional.

    El pensamiento mágico no es otra cosa que la
    fe en la posibilidad de obtener por vía de una
    fórmula, un conjuro arca

    no, esotérico y, por sobre todo,
    ininteligible, lo que no se puede o no se sabe obtener por
    vía de la raz¢n. El ca-

    rácter burdamente religioso de esta
    ominipresente actitud es
    demasiado obvio como para que nos detengamos en
    comen-

    tarlo".(2)

    El hecho de que la ciencia moderna surja como
    conocimiento basado en la observación y la medición de los fenomenos y procesos de la
    naturaleza, torna inevitable su oposición a las
    afirmaciones dogmáticas acerca de tales fenómenos
    (el proceso a Galileo así lo atestigua). Pero esta
    oposición entre Ciencia y Teología inicialmente
    limitada a la esfera de lo fenoménico, se tornaría
    luego, con el Iluminismo y el Positivismo, en absoluta e
    irreconciliable. Ni Copérnico, ni Bacon y Galileo,
    Giordano Bruno, Descartes y Newton, eran agnósticos y
    ateos, muy por el contrario, vivieron y realizaron su obra en el
    marco de la fe en Dios, cuya mano y maravilla veían en la
    obra de la Naturaleza. No sentían incompatible su fe con
    un conocimiento empírico del mundo fenoménico. Sin
    embargo, en los tres siglos siguientes la ciencia fue adquiriendo
    -como en tiempos anteriores la teología- el
    carácter de conocimiento excluyente que podría dar
    cuenta no sólo ya de los fenómenos de la naturaleza
    sino de la realidad in tótum, si bien ello se
    logrará gradualmente, a medida que progrese, que es el
    sentido que asumirá con el positivismo.

    La ciencia moderna nace como consecuencia de la
    necesidad de explicar los fenómenos con los que el hombre
    se enfrenta en términos no teológicos ni
    metafísicos, y esta es una aspiración que en primer
    lugar reconoce razones prácticas. Pero los hombres cuya
    obra y pensamiento dio lugar al surgimiento de la ciencia no
    confundían la esfera de lo fenoménico con la
    religiosa y metafísica. Sin embargo, el autoritarismo
    eclesiástico y las necesidades políticas
    de todo tipo con que se contamina la religión (y para el
    caso vale lo mismo respecto a la propia ciencia) cuando se
    convierte en elemento hegemónico de una sociedad,
    hacían inevitable que un nuevo tipo de conocimiento
    emergiera en conflicto con dicho poder
    hegemónico, pues en un tal contexto la pretensión
    de fundamentar un saber liberado de los controles
    dogmáticos y que funda su autoridad sólo en la
    evidencia de los hechos, no podía menos que percibirse
    como un peligroso enemigo al que debe combatirse; en ello va en
    juego no tanto
    quizás la verdad de las cosas como los intereses concretos
    de personas, grupos e
    instituciones (aunque no sea patente para sus protagonistas por
    cuanto se piensa dentro de un determinado paradigma). Ello sin
    perjuicio, por otra parte, de las interpretaciones literales y
    pueriles en que suelen incurrir los poderes religiosos (tanto en
    el cristianismo como en el islam), como
    aquello de que la tierra no
    podía girar alrededor del sol porque la Biblia dice
    supuestamente otra cosa.

    1 M: Bunge, La Ciencia su método
    y su filosofía, p. 9

    2 F. Murat, ob. cit., p. 65

    Estas interpretaciones pueriles, aparecen como tales
    cuando la historia ha superado las circunstancias en que tuvieron
    lugar los conflictos
    aludidos y demuestran, en última instancia, cómo se
    desvirtúa la religión (y también la ciencia)
    cuando deja de ser fiel a su propia esencia y comienza a rebasar
    los límites de
    su natural esfera de validez.

    Pero el mantenerse dentro de los límites de la
    propia esfera de validez, así como no lo hizo la
    religión en los comienzos de la ciencia europea,
    así también, cabe pensar, dejó de hacerlo
    esta última a medida que se fue consolidando y
    desarrollando como conocimiento del mundo objetivo. El
    conocimiento empírico, riguroso y metódico de los
    fenómenos, junto al reemplazo de una fe por otra, Dios por
    la Razón, dio como resultado que la ciencia comenzara a
    entenderse como opuesta a toda forma de pensamiento religioso y
    metafísico; más aún, como la responsable de
    aventar el "oscurantismo religioso"(que lo hubo y hay, y mucho),
    forma particular del pensamiento mágico, propio de etapas
    anteriores del desarrollo
    humano.

    Esto es lo que vendría a sostener el Positivismo
    de Augusto Compte con su famosa ley de los tres
    estadios: Teológico, Metafísico y Positivo. Y si
    bien el "positivismo científico" (y neopositivismo)no
    puede confundirse con la "filosofía positiva" de A.
    Compte, es obvia la común atmósfera espiritual
    que respiran, siendo que aquél no es más que la
    sutilización y rigorización lógica de
    ésta, como lo indica la propia expresión
    "neopositivismo lógico".

    El positivismo expresa así la
    absolutización del saber definido como científico.
    Ya no habrá, según este concepto, otro conocimiento
    válido que el científico; todo lo demás es
    mera especulación sin fundamento, retórica hueca y
    carente de sentido. Tal distinción entre mera
    especulación y ciencia proviene de la base empírica
    en que desde sus comienzos se ha fundamentado el conocimiento
    científico, esto es, elaborado en base a la
    observación rigurosa (controlada) de un fenómeno,
    previamente acotado y definido en términos operativos, y
    la verificación de resultados a partir del control de las
    variables
    significativas (experimentación).

    Este empirismo y operacionismo de la ciencia,
    además de la fundamenta ción
    lógico-matemática como condición
    metodológica, es lo que está en la base de la
    distinción entre "ciencia", "no-ciencia" y
    "pseudociencia". El paradigma dominante de la ciencia se
    identificará, en consecuencia, con lo que Franco Murat
    denomina "positivismo estricto" y que, según este
    autor, se define por la defensa o aceptación de todos y
    cada uno de los siguientes postulados:

    1- El conocimiento verdadero o cierto de la realidad es
    aquél que nos proporciona la ciencia y la
    lógica-matemática.

    2- La ciencia se restringe (autolimita) a enunciados
    directamente observables.

    3- Todo enunciado que pretenda informarnos acerca de la
    realidad, tendrá un significado en la medida en que se
    conozca el modo de comprobar, de una manera intersubjetivamente
    valedera y efectiva, si es verdadero o no.

    4- Hay un solo camino hacia un conocimiento de la
    realidad y éste es común y único para toda
    disciplina independientemente de su objeto, sea éste
    natural o humano.

    A estos postulados subyacen otros aún más
    básicos, a saber:

    A- Existe una realidad o mundo inteligible independiente
    de la conciencia (sujeto cognoscente).
    Realismo.

    B- La realidad o el mundo posee una estructura material
    y todo cuanto existe responde, en última instancia, a esta
    condición.

    Materialismo.

    C- El conocimiento s¢lo es posible a partir de la
    experiencia sensible. Empirismo.*

    Realismo, materialismo y
    empirismo, conforman el trípode sobre el que se asienta la
    ciencia moderna. A su vez, esta concepción supone la
    rigurosa (e irreconciliable) separación "sujeto-objeto";
    la conciencia cognoscente (o mente) y el mundo de afuera.** La
    filosofía cartesiana, una de las vertientes principales
    del pensamiento moderno, es la cabal expresión de este
    radical dualismo.

    Conforme, pues, a los elementos hasta aquí
    establecidos, el concepto de ciencia que subyace a la
    práxis científica real, particularmente en el
    terreno de las ciencias de la naturaleza, se podría
    enunciar en los siguientes términos:

    La ciencia es un saber empírico-racional, de
    carácter comunicable, de una realidad externa (mundo) e
    independiente del hombre (conciencia) que procede por medio de
    enunciados observacionales cuya validación última
    está dada por la contrastación empírica y
    capacidad de predicción
    .

    F. Murat, en la obra ya citada, expresa en los
    siguientes términos

    el criterio de demarcación entre ciencia y
    no-ciencia:

    "Una teoría
    adquiere relevancia científica únicamente si es
    posible o bien ejecutar o bien, por lo menos, imaginar una
    expe

    riencia o forma de contrastación con los
    hechos reales, tal que ésta pueda denunciar o revelar su
    falsedad o inconsisten-

    cia".(1)

    * De tales postulados derivan el método inductivo
    y el principio de causalidad, esenciales para la
    concepción positivista de la ciencia.

    ** "…ni siquiera está del todo claro qué
    significa esta antítesis:

    "naturaleza objetiva/mente humana". Schrodinger E.,
    Ciencia y Humanismo
    p.62

    (1) F. Murat, ob. cit., p. 88

    Es este, en términos generales, el concepto
    dominante de ciencia y su significación en el contexto del
    pensamiento moderno. Más allá de los

    serios problemas epistemológicos que suscitan
    todos y cada uno de los postulados básicos sobre los que
    este concepto se asienta, lo cierto es que la Ciencia es, por
    sobre todas las cosas, conocimiento empírico verificable
    (o refutable), que en la cultura occidental moderna
    asumirá el rango de único conocimiento
    válido; vale decir, la ciencia constituirá la
    única posibilidad de conocimiento, todo lo demás no
    será conocimiento propiamente tal (a lo sumo mera
    opinión, doxa), sino "especulación",
    "superstición", resabio del "pensamiento mágico" y
    metafísico.

    Esta es la idea positivista de la ciencia y si bien
    existen muchos autores y científicos que tienen un
    concepto más moderado y limitado de la ciencia, a los
    fines del presente trabajo lo fundamental es destacar que este
    concepto positivista es el que ha dominado históricamente
    y en el contexto de tal predominio se verifica la
    situación de la psicología descrita en los
    apartados I, II y III.

    6. La Revisión
    Kuhniana

    La obra de Thomas Kuhn en la epistemología
    contemporánea reviste, desde nuestro punto de vista, una
    particular significación para arrojar un poco de luz en este
    panorama de la psicología occidental con
    temporánea: "Abundancia de sistemas y
    ninguna interpretación de los hechos psicológicos
    con los que todos los psicólogos, o al menos una
    mayoría, estén acordes".(1)

    La clase de
    confusión y rivalidad que encontramos en la
    multifacética psicología dista mucho de la
    existente en la física de la década del 20 y a la
    que Wolfang Pauli hacía referencia a través del
    siguiente comentario a un amigo: "…en este momento la
    física se encuentra en un estado de terrible
    confusión…, me resulta demasiado difícil y me
    gustaría haber sido actor de cine o algo
    por el estilo y no haber oido hablar nunca
    de la física
    ".(2)

    La confusión a la que se refiere Pauli tiene que
    ver con las perplejidades que planteaba la formulación de
    la física cuántica en el seno de una ciencia normal
    que, a su vez, siempre fue considerada como prototipo y modelo de
    ciencia. La situación que presenta la psicología,
    en cambio, obviamente, es bien distinta.

    En primer lugar, no se ha dado en la física en
    ningún momento de su desarrollo disparidades sobre el modo
    de entender y definir el objeto de estudio (la materia o
    la estructura del universo físico y las leyes que lo
    gobiernan) como constatamos en la psicología.

    En segundo lugar, no puede decirse que en la
    psicología exista una "comunidad
    científica" como la define Kuhn; en todo caso, lo que hay
    son comunidades de representantes y seguidores de una
    multiplicidad de escuelas.

    En tercer lugar, existe en la física un corpus
    legaliforme que conforma una estructura conceptual sólida
    y relativamente homogenea a partir de la cual operar; nada
    semejante podemos encontrar en la psicología. De modo tal
    que si Pauli hubiera deseado ser actor y no haber oido nunca
    hablar de física, qué nos queda a los
    psicólogos?

    1. Heidbreder E., ob. cit., p.
    311.

    2. Citado por Th.Kuhn en "La Estructura
    de las Rev. Cient., p. 138.

    Paradójicamente Kuhn, formado originalmente como
    físico, deriva gradualmente hacia la historia y
    filosofía de la ciencia, según su propia
    confesión, luego de haber tomado contacto con las
    ciencias/no-ciencias
    sociales y haber comprobado, precisamente, la diversidad de
    posturas e interpretaciones que en ellas son moneda
    corriente.

    En el prefacio, en una nota al pie de página,
    dice:

    "El pasar un año en una comunidad compuesta,
    principalmente, de científicos sociales, hizo que me
    enfrentara a problemas imprevistos sobre las diferencias entre
    tales comunidades y la de los científicos naturales (…)
    Principalmente me asombré ante el número y el
    alcance de los desacuerdos patentes entre los científicos
    sociales sobre la naturaleza de problemas y métodos
    científicos aceptados
    ".(1)

    Pero hay más, la estructura conceptual
    básica de su epistemología, su visión de la
    ciencia, se apoya en cierto tipo de nociones y principios
    provenientes de las ciencias/no-ciencias sociales, en particular
    la Psicología
    Social y la Sociología.

    En el mismo prefacio de la obra aludida Kuhn
    relata:

    "Uno de mis colegas me animó a que leyera
    escritos sobre la psicología de la percepción, sobre todo de los
    psicólogos

    de la Gestalt; otro
    me presentó las especulaciones* de B. L. Whorf acerca del
    efecto del lenguaje sobre
    la visión

    del mundo…Una nota encontrada por casualidad al pie
    de una página, me condujo a los experimentos por
    medio de los

    cuales Jean Piaget ha
    iluminado tanto los mundos diversos del niño en
    crecimiento como los procesos de transición
    de

    un mundo al siguiente".(2)

    En una palabra, ciertos conocimientos y principios
    teóricos provenientes de la psicología (entre otras
    razones) sirven para que alguien formado en los conceptos y
    métodos de la física se replantee el mismo concepto
    de ciencia que sostiene a su propia disciplina. Debe reconocerse
    una total falta de prejuicios teóricos en Khun, lo que no
    deja de ser un hecho significativo en el contexto
    epistemológico.

    La noción de que un "paradigma" constituye
    una especie de gestalten (estructura o configuración
    perceptiva) que no sólo determina el modo en que se
    organiza el conocimiento (en un determinado momento), sino que
    condiciona la "percepción" que el científico tiene
    del objeto (mundo, ciencia) y los problemas que se plantea, se
    sustenta en el principio psicológico de que la
    percepción no es en modo alguno un proceso pasivo de pura
    recepción de estímulos, sino un proceso activo
    configurado por una multiplicidad de variables externas (medio
    ambiente) e
    internas (psicológicas). Principio éste que,
    arrancando de la psicología de la Gestalt (nacida como
    crítica de las interpretaciones elementalistas de los
    fenómenos psicológicos)), ha llegado a ser
    básico y de uso corriente en la psicología
    actual.

    Si el proceso perceptivo como proceso picológico
    se da de este modo y el científico es un ser humano, por
    qué razón la percepción-cognición que
    tienen los científicos del mundo y sus fenómenos ha
    de escapar a esta regla?

    1. Kuhn Th., ob. cit., p. 13

    * Obsérvese que Kuhn emplea la palabra
    "especulaciones", que posee una clara connotación en
    contraposición a las formulaciones
    científicas.

    2.Kuhn Th., ob. cit., p. 11

    Otro concepto importanente en el pensamiento de Kuhn, el
    de "comunidad científica", con sus lealtades y pautas de
    procedimientos (lo aceptado y lo rechazado, lo premiado y lo
    castigado, lo bien visto y lo mal visto) rescata para la
    interpretación epistemológica los procesos de
    presión
    y condicionamiento (necesidades de aceptación,
    identificación, identidad,
    autoestima,
    etc) que se verifican en los miembros de cualquier grupo y que
    conforman un extenso capítulo de la Psicología
    Social.

    Acaso los hombres de ciencia no responden y
    actúan en función de
    las mismas necesidades y mecanismos de respuesta que los
    demás hombres? Por qué razón habrán
    de ser una excepción a las descripciones de la
    psicología?

    Este es, según nuestra opinión, uno de los
    grandes méritos de Kuhn al haber contribuido a
    desmitificar la pretensión de una ciencia impoluta y un
    tratamiento "objetivo" del mundo o realidad. Mucho se ha
    discutido y se seguirá discutiendo respecto a la
    precisión del concepto de paradigma en Kuhn, pero
    lo cierto es que ha devenido en un concepto harto difundido y de
    notoria utilidad.

    Desde el punto de vista aquí sustentado, la
    epistemología kuhniana y la particular
    transformación conceptual del autor evidencian la
    razón profunda de la situación de la
    psicología que estamos considerando (y también de
    lo que en este sentido toca a las demás ciencias del
    hombre). Razón profunda que pasa por la cosmovisión
    (weltanschauung) plasmada en la propia idea de ciencia tal
    como históricamente se desarrolló en la cultura
    occidental; idea esta que precisamente la epistemología de
    Kuhn viene a poner en tela de juicio.

    Digamos que Kuhn vino a hacer algo así commo
    poner "el dedo en la llaga" en un punto (hasta la
    aparición de su obra) ciego del pensamiento
    científico, cual es el hecho, central en la
    epistemología de Kuhn, de que el propio pensamiento
    científico representa sólo un "modo" de "ver" el
    mundo, en consecuencia, posee todas las limitaciones y
    potenciales deficiencias de cualquier cosmovisión; en una
    palabra, se asienta sobre supuestos y principios a priori
    (aunque desde el punto de vista metodológico se rechacen
    los postulados a priori como recurso válido de la
    ciencia) que, en cuanto tales, no estan sujetos a
    discusión, pero que pueden llegar a ser tan falsos (o no
    absolutos) como cualquier otro. Esta puede ser una poderosa
    razón, según creemos, del especial rechazo que
    genera la obra de Kuhn en el "establishment"
    neopositivista.

    La noción de paradigma, más allá de
    las ambigüedades, imprecisiones y polisemia que el
    término pueda tener, gira en torno a la idea
    absolutamente respaldada desde la psicología (y no nos
    preguntemos ahora cuál psicología) de que "percibir
    es interpretar". Y aquí "percibir" debe entenderse como
    "gestalten" psicológica, vale decir que posee elementos
    sensoriales, cognitivos, afectivos y experienciales, tanto
    concientes como inconcientes.

    El paradigma representa y condiciona un modo de
    "percibir" el mundo y la ciencia (lo que se define por ciencia) y
    el paradigma, según Kuhn no se cuestiona, a no ser que
    surja una crisis
    provocada por la insuficiencia del propio paradigma para dar
    cuenta de anomalias.

    El modelo positivista de la ciencia, conforme a lo
    descripto en el a partado anterior, cabe ser pensado en
    función del concepto de "paradigma" introducido por Kuhn.
    De tal forma que la situación de la psicología
    podría comprenderse mejor si la pensamos en este contexto
    epistemológico que, según se ha señalado,
    ella misma ha contribuido a formular.

    7. La
    Psicología como Ciencia

    Hemos visto el estado actual de la psicología
    caracterizado por una multiplicidad de objetos y,
    consecuentemente, de métodos. Hemos visto también
    que esta variabilidad de los modos de entender y hacer
    psicología han convertido a la disciplina en un terreno
    resbaladizo en el cual la discusión en torno al
    carácter "científico", cuasi-científico o
    pseudocientífico de una "teoría-corriente"
    psicológica se hace eterna y agobiante.*

    En base de lo hasta aquí cosiderado podemos
    procurar establecer algunos puntos de apoyo evitando los
    dogmatismos del tipo: "psicología científica es
    esto…, lo demás es charlatanismo".

    Por lo pronto la cuestión general de si la
    psicología es una ciencia o no es evidente que no puede
    ser respondida por la afirmativa o por la negativa en
    relación a la psicología en su conjunto. Dada la
    alta dispersión teórico-epistemológica que
    la disciplina presenta, sólo cabe analizar cada una de las
    orientaciones teóricas que adoptan para sí mismas
    el nombre de "psicología", aunque se identifiquen con
    otras expresiones (conductismo,
    psicoanálisis, etc.) se considera que son
    psicología; con lo que estamos instalados de pleno en lo
    que hemos denominado en el apartado III "el problema". Mas si en
    algo hemos avanzado a través de las consideraciones de los
    apartados IV, V y VI, esperamos estar ahora en mejores
    condiciones de encararlo.

    Tenemos explicitado un concepto de ciencia que hemos
    caracterizado como el propio del "modelo positivista". Hemos
    intentado también, dentro de las limitaciones de un
    trabajo como el presente, señalar los factores
    histórico-sociales que consideramos más importantes
    en cuanto condicionantes o favorecedores del surgimiento y
    desarrollo de este modelo y, finalmente, valiéndonos del
    pensamiento de Thomas Kuhn, entendemos a dicho modelo como un
    paradigma, por lo que adoptando este concepto podemos hablar en
    adelante del Paradigma Positivista para referirnos al
    concepto predominante de la ciencia en relación a otros
    conceptos posibles o modos de entender la misma. Esta
    condición dominante del paradigma positivista, a su vez,
    conduce a la distinción entre ciencia y pseudociencia, con
    la descalificación implícita que este segundo
    término conlleva, como uno de los atributos ínsitos
    del propio paradigma al considerar a la ciencia como la
    única posibilidad de conocimiento verdadero o,
    simplemente, de conocimiento, ya que el propio concepto supone el
    contenido de verdad. "Pero cuando afirmamos que una
    determinada disciplina no es científica ha llegado a
    sigificar, por diversas razones, no verificable, irreal o
    cognitivamete inválido
    ".(1)

    Con estos elementos a la vista el "problema" de la
    psicología ya no queda circunscripto a dilucidar la
    cientificidad o no de tal o cual expresión del saber
    psicológico, sino que se nos plantea la necesidad de
    analizar los alcances del paradigma dentro del cual el "problema"
    se presenta como tal. En efecto, en los términos del
    Paradigma Positivista acaso sólo una entre las diferentes
    teorias-corrientes psicológicas podría salvar las
    exigencias (al menos desde el punto de vista formal) de
    cientificidad definidas desde el paradigma.

    Es el caso del conductismo, cuyo programa original
    estuvo centrado, precisamente, en el objetivo de fundar una
    psicología científica, tal como queda expresado en
    la cita de Watson a la que hiciéramos anteriormente
    referencia. En qué medida el conductismo watsoniano, y su
    posterior evolución hasta nuestros días,
    responde plenamente a los parámemetros de cientificidad
    positivista no es asunto que nos propongamos analizar
    aquí; no obstante, sí es importante destacar que el
    conductismo representa el mayor esfuerzo integral de elaborar una
    psicología científica.

    * Existen orientaciones en la psicología actual
    que ni siquiera reunen los requisitos que hacen de una
    formulación una teoría en sentido
    estricto.

    1. Wilber K.: Los tres ojos del
    conocimiento, p. 97

    Ahora bien, al mismo tiempo cabe preguntarse si el
    conductismo permite dar respuesta a los interrogantes
    fundamentales de la psicología; si la "conducta
    observable" alcanza a dar cuenta de la fenomenología psicológica y la
    "realidad" humana que la psicología se plantea. Obviamente
    que desde una toma de posición conductista la respuesta ha
    de ser un sí rotundo.

    Un conductista dira: "aquello de lo que no puedo dar
    cuenta en términos empíricamente observables
    (científicamente) no forma parte de mi indagación
    como científico
    ".

    Postura ésta enteramente legítima si
    implicara la autolimitación derivada de los alcances y
    posibilidades del método científico; pero ya hemos
    visto que el Paradigma Positivista supone la pretensión de
    que la ciencia, en cuanto único conocimiento posible,
    potencialmente puede explicarlo todo; por lo tanto el conductismo
    no es sólo el modo científico de estudiar la
    conducta, es también (y esto es lo decisivo) toda una
    concepción del hombre (lo cual es exactamente igual
    respecto al resto de escuelas
    psicológicas).

    De modo que cuando el conductista dice:

    "Me rehuso a estudiar la conciencia porque es
    inaccesible al método científico…"

    No está diciendo:

    "La conciencia es una cualidad del ser sobre la que la
    ciencia no abre juicio…"

    Sino que dice:

    "La conciencia no es mas que el aspecto subjetivo de
    procesos fisicoquímicos, que sí pueden observarse y
    explicarse cientí

    ficamente."

    De este modo, todo lo más específicamente
    psicológico es reducido por el conductismo a procesos
    fisiológicos y relaciones cuantificables conforme a las
    exigencias de la ciencia, pero no por mero convencimiento
    metodológico, sino por una expresa concepción
    ontológica.

    El concepto de la interioridad humana como
    dimensión diferente a la biológica* es totalmente
    ajeno tanto al conductismo como al positivismo científico
    del cual aquél es expresión. Un léxico no
    cuantificable y opera

    cionable es inmediatamente calificado de "resabio
    metafísico", de poco serio, especulativo y no
    científico.

    Pero, qué "pruebas"
    científicas ofrece el conductismo para sostener que el
    hombre y su conducta es sólo lo que dice que es? Que
    sepamos, lo que se dice "evidencia científica", tal como
    ésta debe entenderse desde un positivismo estricto, no la
    ofrece en absoluto; razón por la cual el conductismo, por
    más científico que sea o pretenda ser, se asienta
    sobre postulados no menos indemostrables que la más
    "mística" o metafísica" de las escuelas
    psicológicas.

    Luego tenemos un amplio espectro de estudios e investigaciones
    en el campo de la psicología que definen y acotan
    meticulosamente un fenómeno o cierto orden de
    fenómenos que son abordados a través de las
    exigencias metodológicas corrientes de la ciencia,
    particularmente a partir del empleo de métodos
    cuantitativos y el análisis estadístico.

    Este tipo de investigaciones en general están
    referidas a fenómenos que no ofrecen grandes dificultades
    para un tratamiento "objetivo" a través de la medida y
    cuantificación de variables. Tales fenómenos son
    abordados desde diversos campos teóricos en cuanto a sus
    autores, pero comunmente se agrupan en torno a problemas
    prácticos de áreas de aplica ción de la
    psicología, como el trabajo, la
    industria, las
    organizaciones, la educación,
    publicidad, la
    clínica, etc.

    Ejemplos de tales investigaciones serían la
    aplicación de una prueba de concentración en la
    tarea para evaluar ciertos problemas de producción y tomar
    decisiones; la medición operativa del tedio y el
    cansancio en una actividad productiva; la evaluación
    estadística, sobre la base de
    parámetros previamente definidos, de las diferencias entre
    grupos respecto a la incidencia de una variable; el estudio de
    actitudes
    referidas a un aspecto o situación particular, y
    así una gran variedad de cuestiones que son definidas en
    términos operativos (tal como lo requiere la metodología de investigación científica), en
    contextos muy acotados y definidos.

    La investigación científica en
    psicología dentro de este orden de condiciones no ofrece
    dificultades mayores a las que pueden encontrarse en cualquier
    otra disciplina científica, en tanto y en cuanto los fines
    que se persiguen son eminentemente prácticos.

    Las dificultades comienzan cuando las conclusiones se
    emplean para sostener o avalar principios teóricos de
    orden general, es decir para sostener o avalar una teoría
    explicativa o formulación de regularidades (capacidad
    predictiva) en el terreno del comportamiento
    humano. Aquí la situación en psicología
    empieza a diferir significativamente respecto a las ciencias de
    la naturaleza. Mientras en éstas la investigación
    científica de un fenómeno se encuadra dentro de una
    teoría explicativa ya conformada y avalada por la
    investigación anterior, por lo que la nueva
    investigación representa una contribución en la
    comprensión de un fenómeno y, en consecuencia,
    puede hablarse en este sentido de progreso en el conocimiento,
    salvo que se produzca una anomalía (desde la óptica
    de Kuhn) que obligue a revisar la teoría o bien, si la
    crisis es muy grave, el propio paradigma.

    El tipo de investigación al que nos estamos
    refiriendo no pretende, por lo general, confirmar o refutar una
    teoría o determinados aspectos de ella no puede significar
    que no se realice dentro del "marco
    teórico" sustentado por el autor.

    Fuera del conductismo en cuanto "teoría" y la
    investigación práctica mencionada,
    prácticamente no existe nada más en
    psicología que pueda reputarse como científico en
    el sentido positivista de este concepto.

    Más aun, considerando que esta
    investigación práctica, por su propia naturaleza,
    no constituye un sistema teórico homogeneo, hay que decir
    que la conclusión inevitable no puede ser otra que, salvo
    el conductismo, no existe en psicología ninguna otra
    teoría de base científica, pues si así
    fuera, debiera producirse en algún momento una
    definición entre teorías rivales con la
    eliminación de una de ellas, e incluso de ambas en favor
    de una tercera mejor respaldada por los "hechos".

    * Hablar de "dimensión diferente" no implica
    adoptar posturas dualistas, sino sostener la existencia de planos
    o niveles del "ser" que, aunque vinculados, no son
    suceptibles de reducirse al plano físico-químico
    como determinante.

    Sabemos que en la psicología las cosas ocurren de
    otro modo; hay teorías rivales, pero estas teorías
    rivales en realidad son paradigmas diferentes entre los cuales
    existe, desde la perpectiva de Khun, incon- mensurabilidad. Vale
    decir que en psicología no estamos en condiciones de
    resolver las discrepancias teóricas en base a los
    procedimientos de la "ciencia normal" porque tales discrepancias
    no se dan en el marco de la interpretación de resultados
    de investigación, sino que son de orden
    "ideológico" o cosmovisional.*

    Bajo los criterios del positivismo científico
    habría que decir con todas las letras que, salvo los casos
    recién mencionados, todo lo que compone la
    psicología contemporánea (acaso el 90%) es
    pseudociencia.

    Esta conclusión seguramente espanta a la
    mayoría de los psicólogos y también a la
    gente en general si se le dijera esto sin más
    trámites, lo cual es muy comprensible desde el lugar del
    que tal espanto surge: la cultura moderna centrada en la ciencia.
    Decir en nuestra cultura científico-tecnológica que
    algo no es científico equivale en sus efectos a los que se
    producirían en una cultura religiosa si se declara que
    Dios no existe. Tales efectos no pueden ser otros que los de
    conmoción, porque esto es lo que se produce cuando se
    elimina de golpe la base de sustentación ideológica
    de un grupo.

    No se trata claro está, por una cuestión
    de prudencia y sentido común, de llevar estas reflexiones
    y sus consecuencias al gran público; pero en lo que a los
    psicólogos respecta no pueden soslayarse porque, de hecho,
    han estado instaladas en el seno mismo de la psicología
    desde sus comienzos.

    Y qué hacemos habitualmente los psicólogos
    ante el problema de la cientificidad de la psicología? Por
    lo general existen dos actitudes predominantes:

    a- Soslayar la cuestión y hacer como que no
    existe.

    b- Disputar sobre la cientificidad de la propia
    teoría/corriente suscripta.

    Ninguna de las cuales logra evitar la angustia que el
    problema suscita, pues la sola sospecha de que la propia
    disciplina o el marco teórico adoptado no sea ciencia, en
    nuestra cultura, no puede menos que llevar a experimentar la
    angustia de la incertidumbre respecto al valor de lo que
    estudiamos y practicamos (con la consiguiente lesión
    narcisística).

    La primera alternativa, obviamente, no ofrece
    solución al problema planteado en tanto y en cuanto no lo
    asume como tal. La segunda supone explicitar el concepto de
    ciencia a partir del cual determinar tal cientificidad, y este
    concepto, entendido como el mayoritariamente compartido por la
    comunidad científica y el que mejor se ajusta a la
    práxis tradicional, no puede ser otro que el
    correspondiente al Paradigma Positivista, por lo que, desde este
    paradigma, no quedan muchas dudas respecto a qué tipo de
    enunciados son de carácter científico y cuales no.
    Resulta impropio y fuente de grandes confusiones estirar y
    manipular el paradigma para hacer, con gran esfuerzo, que una
    "teoría-corriente" en- tre en él; vale decir,
    lograr el certificado de cientificidad.

    * Se emplea aquí el término
    "ideológico" en el sentido más general de ideología como "sistema de ideas
    totalizador o totalizante con respecto al mundo y al hombre". La
    ciencia positivista, por lo tanto, formaría parte de un
    sistema ideológico. También puede agregarse que el
    término, así empleado, asume una
    significación equivalente a la del concepto alemán
    de weltanschauung.

    Existe sin embargo una tercera posibilidad, a nuestro
    juicio la única consistente: poner en claro los alcances
    del paradigma y la Weltanschauung de la que forma parte
    para, a partir de allí, abrir la posibilidad de una
    lectura
    más promisoria del estado actual de la
    psicología.

    Exploraremos esta posibilidad en el próximo y
    último apartado.

    8. La Posibilidad de
    la Psicología como ciencia

    El sólo hecho de hablar de la psicología
    como ciencia nos plantea el problema de la posibilidad de tal
    pretensión. Hemos sostenido en el apartado IV que el
    problema del conocimiento remite en última instancia a la
    ontología. La postura que se adopte ante el problema del
    conocimiento se apoya en la previa concepción sobre la
    naturaleza del ser o realidad.

    El paradigma positivista supone una concepción de
    la realidad que históricamente se identificó con lo
    que filosóficamente puede denominarse "materialismo". La
    realidad es, en definitiva, realidad material y nada existe fuera
    de la materia. Este materialismo burdo alcanzó su
    pináculo durante el siglo XIX y, si bien fue superado por
    los avances de la física durante el siglo pasado, se
    incorporó como un elemento esencial de la cultura moderna:
    racionalista y cientificista. El conocimiento sólo puede
    ser tal en la medida que expresa la realidad; ésta es de
    naturaleza material, en consecuencia sólo puede haber un
    conocimiento posible: el que describe y explica los procesos
    materiales, o reductibles, en última instancia, a los
    mismos.

    Esta es la tésis ontológica del
    positivismo
    .

    A su vez, el problema de la fundamentación del
    conocimiento no puede menos que resolverse por la via del
    ncodilla. Si la realidad es material, la única posibilidad
    de acceso a ella es por/a través de los sentidos, por lo
    que (luego de superado el empirismo ingenuo) el único modo
    legítimo de fundamentar el conocimiento es por medio de la
    verificación empírica, esto es, a partir de
    rigurosos procedimientos (método científico) de
    constrastación de los enunciados con los hechos, es decir,
    con los fenómenos y procesos de los cuales puede tenerse
    "evidencia" empírica.

    Esta es la tésis epistemológica del
    positivismo
    .

    De aquí que sólo hay una ciencia
    (conocimiento) posible y en los términos del paradigma
    positivista "todas las proposiciones de la ncodil-gía
    describen acontecimientos físicos, a saber, la conducta
    física de los humanos y otros animales".(1)

    Es entonces que, tal como se sostuvo en el apartado
    anterior, del vasto conglomerado de posturas teóricas que
    ofrece la psicología actual, una vez hecho un adecuado
    análisis de todas y cada una de dichas corrientes, muy
    poco (atendiendo a la producción existente bajo el
    rótulo de psicología) es lo que se aceptaría
    como conocimiento científico.

    1. A.J. Ayer: El Positivismo
      Lógico, p. 171

    Más aún, estamos tentados de decir que
    este "remanente" científico es extremadamente exiguo.
    Pensemos por ejemplo en el psicoanálisis, teoría
    ésta no sólo de amplia influencia, sino que su
    producción (comenzando por la propia obra de ncod) cubre
    una enorme porción de la existente en psicología,
    en qué medida sus tésis fundamentales (si es que
    puede hablarse de ellas atendiendo a la diversidad de
    orientaciones) admiten la prueba de "verificabilidad" (o
    refutabilidad) exigida por el método científico?
    Mucho se ha escrito sobre esto y el veredicto, desde el
    positivismo estricto, es inapelable: ninguna de ellas puede ser
    verificada o refutada en términos de experiencia
    empírica intersubjetivamente consensuada. Ello es obvio
    por cuanto, caso contrario, el psicoanálisis no
    sería una teoría más (por importante que
    fuere) entre otras, sino que constituiría el saber
    psicológico científico propiamente tal, cosa que,
    desde luego, sostienen quienes adhieren a dicha teoría
    (que por otra parte no es homogenea), pero nadie más fuera
    de ellos, tanto dentro como fuera de la
    psicología.

    Si de la producción psicológica alcanzada
    durante algo más de un siglo de su constitución
    como disciplina particular, sólo una muy pequeña
    parte (otra grave cuestión es la significación de
    esta parte para el conocimiento y comprensión del hombre)
    de tal producción admite la califación de ciencia
    en términos del Paradigma Positivista, surge inevitable el
    interrogante de la posibilidad misma de una ciencia
    psicológica en el marco del paradigma.

    La respuesta es clara, la Ciencia en tanto ciencia
    moderna es un saber "objetivo" demostrable (y refutable) que ha
    dado excelentes resultados en el ámbito de
    fenómenos que admiten tal objetivación(naturaleza),
    más cuando se pretende objetivar lo que por sí no
    lo es (interioridad – intersubjetividad)tal conocimiento,
    por definición, se torna imposible.*

    "Una posible definición de la
    psicología como la ciencia de aquéllos
    fenómenos que, por su misma naturaleza, sólo pueden
    ser observados por una persona."(1)

    Es esta una cuestión de lógica elemental:
    en tanto la ciencia es un instrumento de conocimiento, este
    instrumento (método científico) fue pensado y
    elaborado para un fin específico (conocimiento del mundo
    en cuanto realidad física observable) y seguirá
    siendo idóneo siempre que no se lo pretenda usar para
    otros fines. La pinza es hábil como instrumento de
    fuerza, deja
    de serlo como herramienta para clavar, atornillar (aunque algo de
    esto pueda hacer, pero precariamente) y es absolutamente inepta
    para soldar y fotografiar.

    Lo que ha ocurrido con la ciencia bajo el Paradigma
    Positivista es que de ser concebida como un modo
    específico de conocimiento se llegó a entender, por
    imperio de un proceso histórico-cultural, como el
    único saber posible merecedor de ser considerado tal. Lo
    que en un principio fue entendido como "instrumento" se
    convirtió en fin en sí mismo, en un valor central
    de la cultura, exclusivo y excluyente, en consecuencia todo saber
    pretende ser "ciencia", pues no serlo (en los términos de
    un paradigma dominante) equivale a "no ser".

    La expansión de la ciencia a nuevas y más
    sutiles areas de fenómenos condujo (sumada a la
    concepción absolutizadora), como ya dijéramos, a
    procurar aplicar la metodología científica a los
    fenómenos y procesos (entre otros) definidos como
    "psicológicos", esto es, a la interioridad humana, el
    reino de la subjetividad y la intersubjetividad; entonces
    surgió el inevitable problema:

    Cómo estudiar objetivamente
    (científicamente)lo subjetivo?

    Sólo caben tres soluciones
    posibles a este problema:

    -Desentenderse de todo aspecto o matiz de subjetividad,
    sea co mo recurso metodológico o como postura
    ontológica al reducir lo psicológico a procesos de
    un nivel que permita su objetiva ión, que es la
    solución adoptada por el Conductismo y las llamadas
    psicologías objetivistas.

    -Redefinir el concepto de ciencia de tal modo que haga
    posible el estudio de lo subjetivo, que es el caso de toda
    psicología orientada en la línea de las Ciencias
    del Espíritu.

    -Renunciar a todo intento de estudio científico
    de lo subjetivo e intersubjetivo.

    *Paul Feyeraben, en "Contra el Método"
    señala: "…después un entrenamiento
    completo en esa lógica (la del método
    científico) condiciona a aquellos que trabajan en el
    dominio en
    cuestión para que no puedan enturbiar involuntariamente la
    pureza –léase la esterilidad- que se ha conseguido"
    (Hyspamérica Arg., 1984, p 15)

    1. Russel B.: El Conocimiento Humano, p.
      58

    En el primer caso conocemos la opinión de J.
    Watson respecto a conceptos tales como mente,
    conciencia, etc. Por su parte, Rudolf ncodi en un trabajo
    de 1933 denominado "Psicología en lenguaje fisicalista"
    decía: "…se siente uno inclinado, realmente, a
    la conjetura
    -que hasta la actualidad no ha podido ser
    demostrada- de que las leyes de la psicología sean
    casos especiales de leyes físicas vigentes también
    en lo
    inorgánico
    ".(1)

    Postura típicamente reduccionista que, en
    definitiva, es compartida también por el conductismo. Lo
    que ncodi en 1933 (con honestidad
    intelectual) todavía calificaba de "conjetura no
    demostrada" aún continua, luego de más de 70
    años, sin atisbos de poderse demostrar Y 70 años
    son muchos en la dinámica del conocimiento
    científico, a juzgar por los cambios producidos en una
    ciencia rigurosa como es el caso de la física.

    El segundo camino es el adoptado por todos aquellos que
    siendo conscientes de la irreductibilidad de los fenómenos
    psíquicos proponen una reformulación del concepto
    de ciencia de tal modo que la misma pueda dar cuenta de la
    particularidad de este tipo de fenómenos.

    Edward Spranger en el prólogo a la 2da. edición
    alemana de su obra Formas de Vida (1920),
    decía:

    "Podría expresar el propósito cardinal
    de mi libro diciendo
    que me he impuesto por
    misión
    enseñar a ver los fenómenos

    espirituales de modo estructuralmente
    adecuado
    ". (2)

    Lo que significa, desde la perspectiva en la que se
    ubica el autor, que este modo adecuado no es por cierto el de la
    ciencia experimental.

    El solo hecho de emplear la expresión
    "fenómenos espirituales" indica por sí misma que
    Spranger no admite, siguiendo a Dilthey, la
    posibilidad

    1. A. J. Ayer: ob. Cit., p. 173 –
    2. E. Spranger: Formas de Vida, p. 11

    1. Hoy ya no diríamos que la psicología
      sea sólo la ciencia del sujeto individual, pero ello no
      invalida el hecho de que la psicología supone al sujeto
      individual.

    De abordaje de estos fenómenos desde la ciencia
    positivista. La mencionada obra, no por casualidad, comienza con
    un capítulo denominado "Dos clases de psicología",
    en el que Spranger fundamenta su noción de Ciencias del
    Espíritu, a las que asigna como objeto el estudio de una
    objetividad que no es la de la naturaleza, sino la
    histórico-descriptiva y la crítico-mormativa. Dice
    Spranger:

    "…es esta (la psicología)
    la ciencia del sujeto individual.* Pero este sujeto individual no
    puede, en modo alguno, ser desprendido de sus relaciones
    objetivas (…) Se ocupa en primer término de los
    complejos transubjetivos y colectivos de la vida histórica
    que, como conexiones efectivas supraindividuales conciernen a
    este y aquél sujeto individual
    ." (1)

    Para Spranger, como para K. Jaspers, L. Binswanger, M
    Merleau-Ponty, R. May y el propio ncod, lo peculiar de los
    "hechos psíquicos" está dado por las "conexiones de
    sentido". Este atributo no es cuantificable ni traducible a
    indicadores
    empíricos, en consecuencia, no es ni siquiera planteado
    por una psicología al estilo de las ciencias
    naturales. Si se despoja a lo psíquico de esta
    cualidad el concepto mismo de lo psíquico es vaciado de
    contenido.

    "El sentido es algo siempre referido al valor. Digo
    que una conexión funcional tiene plenitud de sentido
    cuando todos

    sus procesos parciales se hacen inteligibles por
    referencia a rendimientos de conjunto dotados de valor (…)
    Tiene

    plenitud de sentido la vida psíquica en el
    individuo porque en sí mismo experimenta como vivencia la
    significación de

    sus acciones de
    conjunto y la referencia a ella de sus funciones
    parciales, ya sea como valores o como
    antivalores.
    "(2)

    Finalmente Spranger llega a concluir:

    "La psicología fisiológica que se
    atiene expresamente a la conexión entre lo psíquico
    y los hechos físicos anatómica y

    fisiológicamente comprobables, jamás
    podrá coincidir con la psicología que explora lo
    psíquico en su relación con el es

    píritu".(3)

    En una línea de pensamiento similar, aunque no
    necesariamente en contacto entre sí, un psicoterapeuta
    existencial de la Universidad de Stanford, Irvin D. Yalom
    dirá:

    "En la década de los 50 (se refiere a EE UU.)
    la psicología académica estaba dominada por dos
    escuelas ideológicas prin

    cipales. La primera y más dominante era un
    positivismo científico de tipo conductista, la segunda era
    el psicoanálisis

    freudiano. Gradualmente, los teóricos de
    la
    personalidad (G. Allport, G. Murphy, H. Murray, A. Maslow, R.
    May, etc.) se

    fueron abriendo camino a través de las
    limitaciones ncoditas por las escuelas conductistas y
    psicoanalíticas. Esta-

    ban convencidos de que ambos enfoques
    ideológicos de la persona dejaban de lado algunas de las
    cualidades más importan

    tes del ser humano; por ej., la capacidad de
    elección, los valores, el amor, la
    creatividad,
    la conciencia de uno mis-

    mo, el potencial de desarrollo humano. En 1950
    establecieron formalmente una escuela ideológica a la que
    denominaron

    1. Ibid., p. 25 – 2. Ibid., p. 31
      – 3. Ibid., p. 37.

    Psicología
    Humanista
    ".(1)

    Luego dirá Yalom para caracterizar la
    línea de pensamiento a la que como psicoterapeuta
    adhiere:

    "Las características subyacentes de la
    orientación existencial (en psicoterapia)
    no son empíricas, sino profundamente intui-

    tivas".(2)

    Las observaciones de Yalom ponen de relieve, por
    un lado, el concepto de ideología con que se refiere tanto
    al conductismo como al psicoanálisis, lo que,
    naturalmente, no significa que la perspectiva por él
    expresada no constituya asimismo una ideología
    (expresamente reconocido) y, por otro, el cuestionamiento al modo
    de entender la psicología y el estudio de "lo humano" por
    parte del positivismo científico.

    Por su parte, Ken Wilber (uno de los grades
    teóricos contemporáneos de la conciencia y
    representante destacado de la psicología transpersonal),
    analizando los alcances del Paradigma Positivista
    dice:

    "Los objetos físicos se ajustan perfectamente
    a la medición y podemos conocer fácilmente su
    logitud, su anchura, su al-

    tura, su peso, etc. Pero qué sucede con la
    esperanza, la envidia,, el orgullo, la alegría y la
    comprensión? Cuál es

    la longitud de un concepto? Cuánto pesa la
    intuición? Cuál es la anchura de la idea? La
    principal característica de

    lo inteligible (lo mental) no es la extensión
    sino la intención (su sigificado, su valor, su
    compresión intersubje

    tiva). Por eso no podemos aplicar el concepto
    físico de es pacio-tiempo a lo inteligible y, por ello, la
    medición y

    la cuantificación física son de
    limitada utilidad en este dominio
    ".
    (3)

    Wilber considera a la Realidad integrada en tres
    dominios: el de la sensibilidad (ciencia empírica); el de
    la inteligibilidad (ciencias dialógicas) y el de la
    trascendencia (ciencias espirituales). El término ciencia,
    naturalmente, está empleado como equivalente de
    conocimiento, siendo la ciencia en el sentido del Paradigma
    Positivista propio del primer dominio, el de la
    sensibilidad.

    Sobre la pretensión positivista de hacer de este
    dominio y de sus atributos el parámetro de lo verdadero,
    este autor señala:

    "…así, de hecho, el único
    criterio de verdad llegó a ser el criterio
    empírico, la verificación sensoriomotora
    reali-

    zada por medio de los sentidos (ojo de la carne)
    basada normalmente en la medición. De este modo, la
    verificación

    empírica terminó aplicándose no
    sólo al ojo de la carne, lo cual es muy válido,
    sino también al ojo de la mente y al

    ojo de la contemplación, lo cual, como dice
    Williams James, no es más que pura
    palabrería.(…) Eso supuso que para
    los

    nuevos filósofos de la ciencia lo no material
    terminó convirtiéndose en algo irreal y,`quien
    ignorara teórica o prác

    ticamente este hecho era denunciado con una severidad
    inusisitada. ‘La ciencia se había convertido en
    cientificismo,

    en positivismo, en materialismo científico, un
    alarde de la parte jungando a ser el todo. `Y esto supuso la
    ruina de la

    filosofía
    moderna
    ’." (1)

    1. E. Yalom: Psicoterapia Existencial,
    p. 31 Obsérvese el uso que hace Yalom del

    término
    "ideológico".

    2. Ibid., p.15 3. K. Wilber: Los Tres
    Ojos del Conocimiento
    . P. 104

    Se distinguen muy claramente pues dos formas de entender
    la psicología: una en términos del Paradigma
    Positivista, reduccionista, fisicalista y empirista, la cual se
    corresponde con la visión del mundo y del hombre propia de
    dicho paradigma; otra concebida en el contexto de una
    cosmovisión opuesta al positivismo, que rechaza sus
    presupuestos y
    postulados básicos, que no admite el reduccionismo
    materialista, el concepto meramente empirista de la ciencia y su
    absolutización episte mológica.

    Podría decirse que se trata de dos sistemas
    ideológicos contrapuestos que implican diferentes
    fundamentos filosóficos (ontológicos,
    gnoseológicos y epistemológicos).

    La psicología será entonces concebida
    conforme a uno u otro marco ideológico y su posibilidad en
    tanto ciencia asumirá respuestas acordes con la
    posición que se adopte. En el primer caso, sólo es
    viable como ciencia una psicología que responda a los
    criterios positivistas de cientificidad, lo cual, tal como fue
    señalado, excluye de esta calificación el 90% de la
    psicología, actual e históricamente considerada. En
    el segundo, la psicología entendida en términos
    positivistas no pasa de

    ser el substractum fisiológico y
    físico-químico (en consecuencia ni siquiera
    cabría designarse propiamente como psicología) de
    la fenomenología humana, de la que sólo es posible
    dar cuenta desde una hermenéutica que considere la integralidad
    humana de cuerpo, mente y espíritu, incluya
    como elemento esencial el orden de lo `cualitativo’ y sus
    atributos de inespacialidad, significado e intencionalidad; el
    ámbito de los valores y la vivencia, en su
    dimensión histórico-normativa e intersubjetiva
    (objetiva) y personal-mental
    (subjetiva) respectivamente.

    Sin embargo, no puede dejarse de señalar que el
    espectro teórico de la psicología es más
    complejo que el que puede indicar esta
    dicotomía.

    En el caso del psicoanálisis nos damos con una
    teoría nacida y desarrollada en el marco del positivismo
    científico del siglo XIX, que opera en el ámbito
    fenomenológico de la subjetividad (procesos inconcientes),
    se asienta sobre el empleo del método clínico
    (históricamente considerado más arte que ciencia) y
    gira en torno a la interpretación del símbolo y el
    significado, elementos éstos que están más
    cerca de la segunda orientación que de la primera. Con el
    psicoanálisis se da la extraña situación de
    una teoría perteneciente por origen a la vertiente
    positivista, que adopta un objeto y metodología no
    ncodillado de satisfacer los requisitos de validación de
    la ciencia en términos positivistas, razón por la
    cual el psicoanálisis es habitualmente categorizado como
    pseudociencia por los representantes y defensores más
    acérrimos de la ortoxia científica en
    psicología (caso Mario Bunge).

    Por otra parte, dentro de la segunda línea de
    pensamiento encontramos corrientes que, si bien entienden a la
    psicología como una disciplina cuyo objeto no puede
    desvincularse de los fenómenos mentales y no adoptan
    posturas netamente reduccionistas (digamos que se trata de un
    positivismo atenuado), mantienen el rechazo a la
    metafísica y otras que reivindican expresamente el papel
    de la metafísica en la fundamentación del
    conocimiento psicológico, como en el caso de la
    Psicología Transpersonal.

    La Posibilidad de la Psicología como ciencia, en
    definitiva, dependerá manifiestamente del concepto de
    "ciencia" que se sustente; vale decir, de la epistemología
    de base subyacente a cada uno de los enfoques teóricos que
    comprenden este campo del conocimiento.

    1. K. Wilber: _ncod., p. 39. El
    _ncodillado es cita del autor de palabras del filósofo
    A.N. Whitehead en la obra "La ciencia y el mundo
    moderno
    ", N.Y. 1967.

    9.
    Epílogo

    A partir del análisis que hasta aquí se ha
    intentado realizar, creemos estar en condiciones de extraer
    algunas conclusiones útiles en relación a las
    preguntas que nos planteáramos en el Introito.

    La premisa fundamental que apuntala la perspectiva de
    análisis aquí sustentada podría enunciarse
    del siguiente modo:

    Todo conocimiento, en cuanto conocimiento de
    algún aspecto de la Realidad, supone una "idea"
    (concepción) de lo que se entiende por tal; vale decir,
    supone una Ontología.

    Una segunda premisa responde a la tésis Kuhniana
    a la cual se vincula la noción de Paradigma y
    reza:

    El "pensamiento" se estructura en
    términos de Gestalten cognitivo-perceptiva sobre la base
    de una matriz
    socio-

    histórica-cultural
    determinante.

    Desde esta última premisa, somos conscientes de
    ello, pueden derivar se consecuencias relativistas para una
    teoría del conocimiento, por lo que nos apresuramos a
    señalar que no suscribimos el ecepticismo de fondo que
    niega la posibilidad del conocimiento. Antes bien, esta
    posibilidad queda afirmada a partir de una tercera premisa de
    índole gnoseológica que, conforme a la primera
    premisa, presupone una ontología y que, siguiendo a
    Wilber, podríamos enunciar en los siguientes
    términos:

    Existen tres órdenes de conocimientos:
    sensible, inteligible y contemplativo, cada uno de los cuales
    rige en

    una esfera particular y específica de la
    experiencia humana en la cual es pertinente.

    Distinción que retoma la división
    aristotélica de los grados del saber (Física,
    Matemática y Metafísica). El "lumen
    exterius
    ", "interius" y "superius" de los
    Escolásticos, que se corresponde con los grados del
    "ser".

    De las tres premisas que se acaban de enunciar debemos
    considerar las consecuencias que se derivan en relación a
    nuestro tema de interés.

    En primer lugar, surge la conclusión de que el
    problema histórico planteado en torno a la cientificidad
    de la Psicología es un "problema" sólo en el marco
    del Paradigma Positivista, conforme éste ha quedado
    caracterizado a lo largo de este trabajo.

    En efecto, en la medida que se parte del supuesto
    positivista de que sólo cabe reconocer un tipo de
    conocimiento, el conocimiento sensible, validado por la
    contrastación empírica, obviamente que la mayor
    parte de lo que se designa bajo el rótulo de
    "psicología", tal como ha quedado expresado en el apartado
    VII, no responde a los atributos de cientificidad reclamados por
    el Paradigma.

    Todo el pretendido "saber" psicológico que
    exede el marco de los postulados del "positivismo estricto"

    (ver) es necesariamente pseudociencia.

    Las consecuencias para la praxis profesional de esta
    conclusión son obvias.

    La alternativa a esta inevitable conclusión
    sólo puede venir desde un cuestionamiento al propio
    Paradigma, poniendo de manifiesto sus limitaciones y
    debilidades.

    Estas han sido formuladas por científicos
    relevantes (a quienes nadie osaría cuestionar sus
    méritos científicos) desde el propio seno de la
    ciencia por excelencia, la Física, esto es, desde dentro
    mismo del Paradigma.

    La reseña y el análisis de los
    acontecimientos producidos en la Física desde principios
    de este siglo, que pusieron en seria crisis la visión
    positivista del mundo, del hombre y de la ciencia, merece un
    trabajo ad hoc que excede los límites del presente; nos
    limitaremos aquí a expresarlo con palabras de una de las
    mentes cumbres de la Física de este siglo, Werner
    Heisenberg:

    "…todas las palabras y todos los conceptos, por muy
    claros que luzcan, están limitados en cuanto a sus
    aplicaciones
    ."

    Si la cosa es realmente así y Heisenbaerg, un
    científico notable, no se equivocaba, la pretensión
    positivista de poseer la exclusividad del conocimiento aparece en
    toda su dimensión como lo que realmente es: la
    exacerbación de un modo de conocer, su
    absolutización como consecuencia de una deformación
    histórico-cultural, a semejanza de la deformación
    histórico-cultural de que fue objeto la Religión en
    la Europa medieval, como lo demuestra la ejecución de
    Giordano Bruno y el juicio a Galileo, con su posterior y reciente
    reinvindicación por parte del Vaticano.

    Convengamos algo: el "espíritu inquisidor" no es
    propio de una religión o una época; es propio del
    afán de poder del hombre (M. Foucault y su
    noción de "dispositivo") y su deseo de dominación,
    el que se manifiesta de distintos modos conforme a las
    circunstancias.

    En la Europa de los siglos XV y XVI, donde la
    organización socio-política y la
    atmósfera cultural giraban en torno a la religión,
    este espíritu inquisidor preservador de un estatu
    quo
    asumió la forma de la Inquisición como
    Tribunal ejercido por el poder dominante. En el siglo XIX (y por
    extensión al XX), con la definitiva afirmación de
    la Ciencia en tanto conocimiento verificable empíricamente
    y comunicable y con la consiguiente centralización de la cultura en torno a
    este valor, se manifiesta (seguramente de forma más
    civilizada) como "positivismo estricto" desde cuyo Tribunal se
    determina inapelablemente qué es Ciencia y qué no
    lo es, con todo lo que ello conlleva en una Cultura cientificista
    en cuanto a desvalorización de otras formas
    legítimas, profundas y serias de conocimiento y las
    correspondientes prácticas a que el mismo de
    lugar.

    Obviamente que este tipo de planteo no puede conducir a
    la conclusión facilista de afirmar la abolición de
    los criterios de verdad, o aproximación a la verdad, que
    todo conocimiento que se precie de tal debe preservar. La
    necesidad de tales criterios y la búsqueda de los mismos
    estará siempre acompañando el afán humano de
    conocer; pero también será un ineludible aspecto de
    la condición humana el hecho de que el conocimiento es,
    por naturaleza, limitado. Y este es precisamnete, a nuestro
    juicio, el error positivista; su pretensión
    omnicomprensiva, que en definitiva no es más que el eterno
    afán humano culturalmente condicionado por las
    circunstancias históricas.

    Cuando el universo
    cultural se absolutiza en base a aspectos parciales de la
    relación del hombre con el mundo y la propia existencia,
    la Religión y la Ciencia (como cualquier otro
    ámbito cultural) se hipertro fian en detrimento de otras
    formas de conocimiento pertinentes a la naturaleza de
    determinados fenómenos y aspectos de la realidad. La
    interpretación de la estructura del Universo en base a la
    literalidad biblica, en un caso, o la interpretación
    fisicalista del universo humano, en otro, por caso.

    Se produce de este modo lo que Wilber denomina "error
    categorial
    ", consistente en pretender explicar y comprender
    (conocer) los procesos y fenómenos de un dominio por los
    de otro. Así habría ocurrido con la
    Religión, pretendiendo explicar los fenómenos
    materiales apelando a la Revelación y asimismo
    ocurriría con la Ciencia (empírica) cuando pretende
    explicar lo mental y espiritual a partir de lo
    material.

    Las tres formas de conocimiento se corresponden con tres
    dominios del "ser" y cada una de ellas reconoce el
    contenido que le es propio: los "hechos irreductibles" en el
    orden sensible, las "verdades evidentes" en el mental-racional y
    las "intuiciones reveladoras" en el espiritual. Estos tres
    dominios (y los correspondientes modos de conocimiento) coexisten
    y se integran, pero no se pueden confundir ni
    reemplazar.

    La psicología, como señaláramos en
    los comienzos de esta exposición, más allá
    de las definiciones estrictas con que se quiera delimitar su
    objeto, tiene que ver con el "universo humano" que se resiste a
    ser reducido a los estrechos límites impuestos por el
    positivismo para reconocerle el carácter de ciencia.
    Prueba palmaria de ello es que el 90% de lo que habitualmente se
    entiende por psicología se sale fuera de tales
    límites, con lo cual algo resulta evidente:

    O bien desde el positivismo no es posible dar cuenta de
    la "realidad" humana, o bien la mayor parte de lo que en
    Occidente se ha desarrollado como psicología es una gran
    estafa intelectual y social, lo que por sí solo
    merecería la correspondiente explicación
    científica.

    La Ciencia en el sentido positivista es un conocimiento
    válido sólo en el dominio empírico, esto es,
    en lo relativo a todos aquellos procesos y fenómenos que
    admiten algún tipo de cuantificación y medida, la
    "res extensa" o mundo material. Y como dijo Huston
    Smith:

    "Con la ciencia no hay problema, el problema radica
    en el cientificismo. Mientras la ciencia es positiva y se
    con-

    tenta con describir lo que descubre, el cientificismo
    es negativo porque va más allá de las conclusiones
    reales

    de la ciencia, negando la validez de otras formas de
    conocimiento y rechazando la importancia de otro tipo
    de

    verdades". (1)

    Una psicología a la hechura y medida del modelo
    positivista sólo puede ser una psicología orientada
    en la dirección de los procesos
    fisiológicos y en última instancia
    irremediablemente reduccionista, lo que equivale a decir carente
    de contenido específicamente psicológico en cuanto
    a la significación, intencionalidad y vivencialidad de los
    hechos psíquicos.

    1. Citado por Wilber K., ob. cit., p.
    36.

    La psicología, en consecuencia, no puede dejar de
    estar orientada a la captación de esta triple
    dimensionalidad de lo "psíquico" y, sin perder contacto
    con el substratum físico-químico y
    fisiológico, estar abierta a las dimensiones
    suprasensibles e intransferibles de las experiencias más
    sublimes en tanto y en cuanto son experiencias del hombre que lo
    vinculan con aspectos no sensibles ni conmensurables de la
    Realidad.

    Esta actitud ante la psicología como campo del
    conocimiento, natural mente que se asienta sobre una
    ontología no-positivista que los positivistas
    rechazarán de plano como "metafísica" y, desde tal
    perspectiva, carente de valor. Ante tal crítica no hay
    justificación posible ni cabe tal propósito porque
    entre uno y otro paradigma existe inconmensurabilidad a partir de
    los supuestos ontológicos y epistemológicos en los
    que ambos se apoyan.

    Y esto es acaso lo que se requiere poner de relieve: el
    hecho de que la alternativa no se da entre ciencia y
    pseudociencia, sino entre Weltanschauung,
    "cosmovisiones" o "ideologías" divergentes, sin que ello
    suponga el rechazo de la ciencia empírica, pero sí
    de la deformación de la ciencia en forma de cientificismo,
    de la misma manera que el rechazo de la superstición y el
    fanatismo religioso no implican el rechazo de la religiosidad
    genuina sino, por el contrario, su
    revalorización.

    La ideología dominante en torno al concepto
    positivista de la ciencia puede expresarse, en términos de
    Houston Smith caracterizando el pensamiento del filósofo
    de la ciencia Willard Quine, del siguiente modo:

    "…en el mundo sólo hay un tipo de entidad,
    los objetos físicos estudiados por la ciencia natural y,
    en segundo

    lugar, que en el mundo no hay más que un tipo
    de conocimiento, el conocimiento perteneciente a la ciencia
    natural
    ." (1)

    Pensamiento al que podemos contraponer no la
    visión de un místico, sino la del eminente
    científico (Premio Nobel de Física, 1933) Edwin
    Schrödinger, a quien citáramos en la portada y a
    quien volvemos a recurrir para cerrar estas reflexiones, que por
    1956 señalaba:

    "La Psicología, una ciencia relativamente
    nueva, exige imperiosamente un espacio vital, y hace inevitable
    la re-

    consideración del gambito inicial* (…) el
    mundo de la Ciencia se ha concentrado en un objetivo horrible
    que

    no deja lugar a la mente y sus inmediatas
    sensaciones…

    Debería reconsiderarse la actitud
    científica, la Ciencia debe construirse de nuevo
    ."
    (2)

    Hasta aquí el alcance de estas reflexiones sobre
    la científicidad de la psicología, las que nos
    dejan como corolario la necesidad de trascender los estrechos
    límites del paradigma positivista como superación
    de estériles dicotomías del tipo
    ciencia-pseudociencia, saber-charlatanismo, no obstante lo cual
    la psicología no puede permanecer indefinidamente como una
    multiplicidad de interpretaciones y prácticas
    desconectadas entre si y, no pocas veces, enfrentadas entre
    sí. He ahí un estado de cosas que expresan el nivel
    de desarrollo de la disciplina, el cual irá siendo
    superado muy probablemente con el transcurso del segundo siglo de
    su historia en el que nos encontramos. Para ello no sólo
    deberá abrirse el diálogo hacia el interior de la
    disciplina, sino que los psicólogos deberemos mirar
    más la evolución y las crisis en otras disciplinas,
    particularmente en la física, cuya revolución
    en el primer cuarto del siglo XX no sólo afectó a
    esta ciencia sino que su onda expansiva (aún no
    debidamente percibidas en las ciencias humanas, que muchas veces
    siguen encorsetadas aún en el modelo positivista
    clásico) se hace sentir en el pensamiento humano en su
    generalidad donde, luego de cuatro siglos, es posible que nos
    encontremos ante un Novum Organon en su 3ra.
    versión: Aristóteles, Bacon-Galileo-Newton,
    Física postnewtoniana
    (cuántico-relativista).

    1. Wilber, K. ob. cit., p. 41

    * Schrödinger se refiere a la exclusión de
    la Conciencia en la representación del mundo edificada por
    la Física.

    2. E. Schrödinger, Mente y Materia, pp.
    43-45

    La psicología del nuevo siglo, luego de los
    pioneros y el desarrollo de las grandes escuelas, se encuentra
    ante nuevos desafíos, deberá conformarse como un
    saber sólidamente fundado e integrado (en sí mismo
    y con las demás disciplinas del hombre) sobre la
    complejidad de lo humano. No deberíamos olvidar,
    finalmente, esta aguda observación de Bertrand
    Russell:

    "…Toda la materia prima
    de nuestro conocimiento consiste en sucesos mentales de la vida
    de personas separadas. En

    esta región, pues, la psicología es la
    instancia suprema."(1)

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    •Russell B.: "El Conocimiento Humano" Planeta
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    •Wilber K.: "Los Tres Ojos del Conocimiento".
    Kairos, Barc., 1991.

    •Yalom E.: "Psicoterapia Existencial". Herder,
    Barc., 1984.

    *Citas de Portada: E. Schödinger, "Mente y
    Materia", pp. 65-82-66

     ►Erwin Schrödinger: nació en
    Viena en 1887; dedicó su vida a trabajar en Física
    atómica, Física del estado sólido y Mecánica estadística.
    Estudió, enseñó e investigó en la
    Facultad de Ciencias de Viena hasta 1927, desplazándose a
    Berlín para secundar a Max Planck en la cátedra de
    Física. En 1933 es galardonado con el Nobel y debe
    abandonar Alemania ante
    el advenimiento del nazismo. Como
    todos los grandes hombres de ciencia, preocupado por la
    Humanidad, no dejó de cuestionarse, desde su conocimiento
    de científico, sobre los temas más cruciales del
    pensamiento humano.

    Lic. Eduardo J. Berra

    Psicólogo

    Prof. Asociado Epistemología de la
    Psicología

    Fundación Barceló – La Rioja
    (Argentina)

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