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Como un aporte cultural, a la ética y a la formación del gentilicio del funcionario. Para usted nuestro vigilante de tránsito



    Esta historia comienza en un
    precioso valle bordado en un verde esmeralda, un caserío
    de pocas casas custodiado por un sin numero de pinos que
    desafían las alturas queriendo tocar esa bóveda
    celeste que los bendice

    Cerca hay un cruce de vías donde convergen los
    limites del Zulia y Trujillo en ese cruce una vía va para
    Mene Grande y Bachaquero la otra va para Agua viva en
    el estado
    Trujillo.

    Cerca hay una estación de servicio y en
    su entrada esta nuestro amigo Patillero Pedro Juan Inocencio,
    ofreciendo sus frutas, ¡patillas ! ¡patillas! Grita
    su pequeño hijo Javier Enrique que le ayuda con febril
    entusiasmo, las ventas fueron
    candorosas

    Pedro Juan y su hijo en cuanto baja el sol se
    disponen a regresar a casa cuando su hijo le dice
    ¡Papá! ¡Papa! Compremos pan para mi
    Mamá y mis Hermanos.

    ¡ Oye Papá! Hoy nos fue bien
    verdad

    Papá, con gran entusiasmo le dice

    Cuando lleguemos le decimos a Mamá que me haga
    carne picadita con arroz que tanto nos gusta a todos –Bueno
    hijo recojamos todo en el jeep y nos vamos a casita.

    ¡Ay hijo! Lo contenta que se va a poner
    Hermelinda, vámonos hijo ante que se nos haga de
    noche.

    Y allí va ese jeep con toda su carga de
    alegría y esperanza de la familia en
    ese jeep va Javiercito que por ser sábado no va a la
    escuela y le
    ayuda a su Papá, compartiendo sus alegrías y
    más hoy que vendimos bastante patillas nos vamos para Agua
    Viva en el estado
    Trujillo, nos vamos a casita.

    Mientras el jeep se desliza en la noche, comienza a
    acercarse a un puesto de tránsito denominado las palmas
    del estado Trujillo.

    Donde la noche es serena el vigilante de transito en su
    puesto esta al acecho los vehículos se deslizan en fugaz
    carrera el hombre
    agudiza sus sentidos, ya su paciencia se agota, arquea sus cejas,
    agudiza la mirada, ejerce una muesca de odio, y se lanza como
    flecha, pito en boca tras la humanidad del conductor de un jeep
    destartalado, sin luces, apenas un cocuyo le destellaba. El
    vigilante ensaya una mirada dura, despiadada, como la de su
    superior, un sargento experimentado, de paso presuroso como aquel
    que lo ha pasado todo, de saberlo todo.

    Ese Vigilante de Tránsito montado en el corcel de
    su inmaculada autoridad,
    como ave de rapiña tras su presa, clava sus garras de
    autoridad. ante la débil y desnutrida humanidad del
    humilde vendedor de patillas.

    El conductor tiembla, los nervios brotan las palabras se
    entrecortan pues ya de antemano sabe las consecuencias del
    agresivo silbato.

    A su vez el hombre con voz
    amenazante, con bastante fuerza de
    autoridad, exclama ¡buenas noche! Ciudadano le hace un
    maltrecho saludo militar y continuación en forma grave;
    ¡ sus documentos!

    La postura es altiva, el caminar pausado, movimientos
    mecánicos acompasados.

    Mientras tanto el conductor, por su nerviosismo, el
    sudor le resbala por su frente y todo el cuerpo. A toda prisa
    busca la cartera, pero los nervios lo hacen torpe, interrumpe de
    nuevo el funcionario con voz autoritaria,
    ¡licencia!

    Y el chofer aun más nervioso la extiende
    ¡unmum! Pero estos sellos parecen que están al
    revés ¡oh! No señor vigilante se le juro que
    es nuevecito. Lo mira como verdugo al reo, y le dice,
    sígame, acompáñame a la oficina, el
    vehículo esta detenido y será remolcado al
    estacionamiento.

    Seguidamente el funcionario se encamina al puesto de
    vigilancia, lo sigue el conductor tratando de igualarle el paso,
    mientras camina va arrastrando sus pasos pues de antemano sabe la
    suerte que correrá

    ¡Oh dios mío! Que mala suerte la mía
    tenia que conseguirme con este vigilante las ventas de esta
    semana me las van a quitar ¡ay¡ Hermelinda mi esposa,
    ahora como te compro las vitaminas que
    te receta él medico

    ¡hay dios mío los zapatos de Javiercito
    ahora como lo compro, ¡oh¡ como voy a comprar mas
    patillas si el compadre Nicolás ya no me
    fía

    ¡oh dios mío¡ ayúdame a
    ablandarle el alma a este
    vigilante para que no me quite toda la platica

    ¡oh dios! Mío mi familia.

    Siéntese ciudadano, dice el jerarca sintiendo que
    dominaba la situación, él articula (tal de la
    ley) dice y no
    me interrumpa por lo tanto usted a violado la ley de transito
    terrestre en él articulo 66 y todos los demás
    artículos por no tener cauchos nuevos, luces en buen
    estado y todo lo demás por lo tanto el vehículo
    (ese jeep) destartalado será remolcado al deposito de INNT
    hasta tanto no reúna las condiciones para circular
    ¡pero! Exclama Pedro Juan. ¡Silencio! Ciudadano
    déjeme terminar, porque le estoy elaborando una boleta con
    una multa para que la pague al banco.

    ¡Pero! Señor fiscal, hoy es
    sábado, ese no es mi problema,

    (Pedro Juan) se hundió en lo mas profundo del
    sillón queriendo desaparecer; Recordando a su dulce
    mujer cuando le
    decía Pedro Juan hoy es tu día el sol brilla de lo
    más lindo y hace mucho calor y los
    clientes
    compraran tus patillas ¡hay Pedro Juan! Que el señor
    te bendiga porque el mercadito se nos acabo los zapatos de tus
    hijos hace tiempo que
    están rotos ¡dios te bendiga! ¡ Pedro
    Juan!

    Fue sacado de sus pensamientos cuando entro otro
    vigilante con un estupor altanero, oscilando su corpulenta
    obesidad
    blandiendo orgulloso sus brazos para que todos los presentes
    pudieran admirar sus tiras de sargento;

    Tiras obtenidos hacia mucho tiempo tanto que el mismo no
    lo recuerda.

    Tanto que eso fue en la época de la dictadura pero
    yo soy el sargento, toma la gorra y la hace circular en la mano y
    en tono grave y autoritario dice ¿cuál es el caso
    del ciudadano aquí presente? Y mira inteligentemente a su
    subalterno.

    Infringiendo la ley ¡mi sargento!
    ¡Infringiendo!

    ¿Cómo? Otra vez no estuvo aquí el
    sábado pasado

    y quitándose los lentes para limpiarlos, observa
    de reojo al detenido a su vez se coloca los lentes pudiendo
    observársele una sonrisa tenue pero
    satisfactoria.

    Ya ve lo que dijo el sargento que de suerte estas el
    sargento te tiene simpatía ya esta casi te vas.

    Seguro señor vigilante, cuanto se lo agradezco le
    va a quedar agradecido, dios se lo pague.

    Pasaron largas horas y Pedro Juan espero sentado
    apaciblemente, pero su rostro mostraba la viva imagen de la
    tragedia vivida.al fin entro otro vigilante y le dijo en tono
    seco. Si arreglo con el distinguido se puede ir.

    Verdad señor ¿me puedo ir? Claro y se
    pueden llevar el jeep, gracias señor, muchas
    gracias.

    ¡Pero! Ayúdenos a empujar el jeep, por
    favor, le dice el hijo de Pedro Juan al vigilante,
    ¿Papá ya prendió?
    ¡Sí!

    Y se fue Pedro Juan pensativo, humillado, con la
    más profunda pena arrastrando en su alma. ¡Oh dios
    mío! Como permites que pasen estas cosas, en esta mi
    Venezuela
    bonita.

    ¡Papa! ¿Qué té pasa?
    ¡Porque estas tan triste!, ¡Que te hizo ese
    funcionario que te puso tan mal!, ¡Papa!

    Sabes papá que la maestra dice que un funcionario
    sirve, protege, orienta a un ciudadano y su vez el ciudadano le
    debe respeto con una
    gran consideración ya que él luce su uniforme con
    orgullo, honor y con una gran rectitud actitud que lo
    hace un ciudadano muy distinguido porque ejerce el don de la
    justicia lo
    cual lo convierte en una persona
    noble.

    ¡Mira hijo! Eso que dice la maestra no pasa de ser
    una teoría
    escrita en los libros, porque
    la realidad es otra hijo,

    escúchame bien este consejo practico para tu vida
    hijo y díselo tu mismo a tus hermanos, óyelo bien
    hijo mío, jamás confíes en un Vigilante,
    Policía, Guardia Nacional pues la experiencia me ha dicho
    que los funcionarios tanto civiles como militares, cuando se te
    acercan es para perjudicarte hijo, cuídate de ellos no te
    acerques mas de lo necesario sigue sus instrucciones hasta que te
    puedas alejar de ellos ¡pero!,

    También te digo hijo que en lo largo de mi
    experiencia siempre hay excepciones, pero muy pocas y siempre son
    de personas capacitadas.

    ¡Bueno hijo! Presta atención a lo que te dice la maestra,
    estudia, capacítate, por si algún día llegas
    a ser uno de ellos puedas cambiar el rumbo de las instituciones
    por una Venezuela mejor.

    Estudia y estudia mucho porque en la medida que nos
    capacitemos, vamos fortaleciendo la tan ansiada democracia.

    Pero hoy hijo aunque vamos aporreados todavía nos
    alcanza para tu carne picadita con arroz.

    Antonio José Suárez
    Rojas

    Nacionalidad: Venezolano.

    Profesión: Transportista de Mudanzas

    Mérida – Venezuela.

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