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El ¿Nuevo? Marketing de la Experiencia




Enviado por galonso



    1. ¿A qué se refieren
      con "marketing de la experiencia"?
    2. ¿Entonces?
    3. Un poco de historia (sí,
      otra vez Toffler)
    4. En el fondo nada ha
      cambiado…
    5. Así, la
      experiencia…
    6. Un caso para entender
      mejor
    7. Bibliografía
      recomendada

    Introducción

    "Nuevo"… parece ser algo que nos gusta a los
    "marketineros" eso de incorporar la palabra "nuevo" para
    referirnos a las últimas "tendencias" del marketing,
    ¿verdad? Ciertamente, yo me permito renegar de todo eso
    "nuevo", para provocar que volvamos a pensar y trabajar desde la
    esencia misma del marketing, según la cual, ya se trate de
    productos,
    servicios o
    experiencias, lo que siempre debe perseguirse es la
    satisfacción de nuestros
    consumidores-clientes
    .

    De todas formas, me parece también importante
    explicar por qué se habla tanto de "marketing de la
    experiencia"
    y de qué manera puede aplicarse en los
    distintos negocios.

    ¿A qué se refieren con "marketing
    de la experiencia"?

    De un tiempo a esta
    parte, han aparecido distintos autores refiriéndose a este
    "nuevo fenómeno" del marketing de la experiencia. Para ser
    sincero, lo que yo he tenido oportunidad de leer, ha sido muy
    bien enfocado y de interesante utilidad como
    para observar algunos giros que pueden permitirse
    determinados negocios, en determinados mercados, frente
    a determinados momentos u ocasiones de consumo. Sin
    ir más lejos, la aparición de Internet, además de
    la conocida "nueva economía"
    (¡otra vez algo nuevo!) trajo de la mano también la
    expresión "economía de la experiencia",
    también muy bien tratada y expuesta, aunque creo que se la
    ha interpretado en forma incompleta, según mi punto de
    vista.

    La repetición de la palabra "determinados" del párrafo
    anterior no se debió a una falta de riqueza lingüística, sino a mi
    intención de señalar las limitaciones de
    explicaciones anteriores donde refiriéndose a la recreación
    de "experiencias" se hace mención a casos como los de
    EPCOT (Experimental Prototype Community of Tomorrow), los
    brandlands ("países" de la marca) de VW o
    Coca-Cola, los
    parques temáticos (por ejemplo: Tierra Santa
    en Buenos Aires)
    o restaurantes, también temáticos, que si
    bien no se nombra a ninguno, bien podrían inscribirse
    María Félix (mexicano), Mikonos (griego), Haiku
    (japonés) y otros tantos. Todos casos donde la experiencia
    se construye a través de la creación de
    determinados escenarios ficticios que acompañan la
    compra, consumo o utilización de servicios.

    De todas formas, esto de la experiencia no termina
    aquí, ya que, como decíamos, también se
    habla mucho de la experiencia del usuario-navegante de un sitio
    web, y
    también podemos observar las distintas "experiencias" que
    tratan de mostrarnos a través de los comerciales de
    TV
    de, por ejemplo, los jabones para lavar la ropa Ala y
    Ace.

    Entonces me pregunto: ¿el marketing de la experiencia
    solo es para aquellas empresas/negocios
    que responden a algunos de los estereotipos anteriores?

    Veamos un poco más de qué se trata…

    ¿Entonces?

    Sinceramente, no creo que debamos limitar este "marketing de
    la experiencia" a determinados productos, servicios, mercados u
    ocasiones de uso o consumo. Por el contrario, creo que sus
    posibilidades van mucho más allá y para entenderlo
    los invito a repasar un poco de qué se habla cuando de
    marketing se trata o, mejor dicho, de qué debería
    hablarse:

    Como dije alguna vez en un artículo anterior, el
    marketing trabaja para mejorar la calidad de
    vida de las personas, brindando a las empresas las herramientas y
    conceptos necesarios para la identificación de necesidades
    y deseos insatisfechos, así como también la
    inteligencia y
    procesos para
    la construcción de ofertas que satisfagan
    dichos deseos y necesidades, a través de una propuesta de
    valor
    diferencial (y generadora de valor económico para la
    compañía, como diría Alberto Levy).

    Bueno, ahora que releo esto, no lo había dicho exactamente
    así, pero ese es el concepto. Ustedes
    me entienden.

    Entonces, si el párrafo anterior nos sirve para
    recordar de qué se trata esta cuestión del
    marketing como disciplina,
    el marketing de la experiencia no puede ser más que
    un concepto que se desprende del anterior y así es
    como lo entiendo.

    Un
    poco de
    historia (sí, otra
    vez Toffler)

    Alvin Toffler, famoso "futurólogo", desde su obra "La
    Tercera Ola" nos ayudaba a comprender un poco la
    evolución del hombre y de
    los sistemas
    económicos
    que lo circunscribían, arriesgando
    también la evolución siguiente que de alguna forma
    tendría lugar más tarde (por algo es
    futurólogo después de todo).

    Pero lo interesante aquí, es también observar
    como el marketing supo verse obligado no solo a asumir su
    función
    como disciplina, sino también a ir adaptándose y
    reinventándose acompañando dicha
    evolución
    .

    Es así como en la época de Henry Ford y
    su famosa frase "pueden comprar todos los autos que
    quieran, siempre y cuando sean Ford T y negros",
    predominaba un marketing de oferta, donde las "directivas"
    venían dadas por los productores y los industriales,
    siendo ellos quienes marcaban el rumbo de lo que podía
    comprarse, la posterior aparición de nuevas industrias y
    nuevas empresas, con más y novedosas alternativas de
    consumo, hizo que esa oferta en un
    primer momento insuficiente, fuera equilibrándose con la
    demanda hasta
    provocar la aparición de un nuevo escenario, desconocido o
    menospreciado hasta el momento, producto de la
    competencia.

    De esta manera es que se fueron dando distintos enfoques
    del marketing
    , todos tendientes a ayudar a la
    generación de negocios, aún cuando siquiera se
    comprendía del todo ese nuevo escenario. Se hizo
    hincapié en la producción, en el producto (mayor calidad), en las
    ventas
    ("empujar" al consumidor para
    que compre), pero siempre mirando desde el adentro de las
    empresas, sin prestar la debida atención a quienes están
    "ahí", afuera, y son (o deberían ser) los
    verdaderos rectores de las ofertas de las empresas: los
    consumidores-clientes.

    Con la aparición de lo que se conoció como
    "marketing de segmentación", los teóricos de
    aquél entonces comenzaron a explicar, desde un nuevo
    paradigma, el
    "marketing de demanda": la necesidad de diferenciarse de
    la competencia en pos de ofrecer satisfactores de mayor
    valor
    , para así ganar la preferencia del mercado.

    Luego de ese disruptivo cambio de
    enfoque de la forma de pensar el negocio, se comenzó a
    comprender que, en realidad, es el afuera quien debe regir
    qué se produce y qué se ofrece. Solo aquellas
    empresas que entendieran este nuevo escenario y estuvieran
    dispuestas a dar lucha con estas nuevas condiciones,
    serían capaces de sobrevivir. Se comenzaba a respetar a
    ese consumidor-cliente que
    gracias a su cada vez mayor posibilidad de elegir, era
    capaz de decidir el destino de un producto, servicio,
    marca o empresa.

    En el fondo nada ha cambiado…

    Efectivamente, por más que nos esforcemos en encontrar
    nuevos nombres o "nuevas soluciones" a
    los problemas de
    siempre, se estará siempre hablando de lo mismo:
    satisfacer a un consumidor cada vez más exigente,
    informado, sobre-informado y, al mismo tiempo, un poco confundido
    y abrumado respecto de tanto producto/servicio que dice ser lo
    mejor para satisfacer su búsqueda y resolver sus
    problemas.

    En este escenario, es cada vez más complicada la
    posibilidad de contar con una ventaja competitiva
    sostenible
    y, consecuentemente, es cada vez más
    difícil lograr clientes fieles y
    satisfechos por periodos prolongados. La velocidad de
    copia y nuestro conocido benchmarking
    hacen de este juego
    competitivo un terreno donde es casi imposible creer que se pisa
    firme, antes de que la competencia ya esté procurando
    mover el tablero o hasta cambiar las reglas.

    Así, la experiencia…

    Recordemos entonces que solo identificando claramente
    las necesidades y deseos de nuestro público
    objetivo y
    diferenciando nuestra propuesta
    mediante la oferta (y
    comunicación) de un valor único

    estaremos en condiciones de satisfacer a nuestros
    consumidores-clientes y hacerlos cada vez más fieles.

    Es en este contexto donde tiene sentido hablar de
    "experiencias", porque ya no se compite con productos, ya no se
    compite con servicios, sino que se compite mediante la
    generación y oferta de experiencias de consumo
    únicas e irrepetibles
    para nuestros
    consumidores-clientes. La experiencia que cada uno de sus
    clientes logre gracias a la propuesta de su empresa, su
    satisfactor, tiene que ser necesariamente mejor que la que
    podría alcanzar "experimentando" la competencia.

    Ahora bien, ¿es posible que algunas empresas, productos
    o servicios brinden mayores posibilidades o alternativas para la
    construcción de experiencias únicas e irrepetibles?
    Sí, es posible. ¿Es posible que no haya nada que
    usted pueda hacer para ofrecer a sus clientes una experiencia
    mejor que la que ofrece su competencia? Yo no lo
    creo…

    Un
    caso para entender mejor

    No crea que no se lo que está pensando… Se debe estar
    preguntando "…pero, en la práctica, ¿qué
    es el marketing de la experiencia?" Permítame compartir un
    caso que personalmente pude experimentar (a esta altura, valga la
    redundancia).

    Resulta que a mi mujer y a
    mí nos gusta mucho disfrutar del buen sushi. Sí,
    esas piezas de pescado crudo (o no) y arroz, que muchas personas
    no entienden como pueden ser ingeridas de esa forma, en
    fin…

    Le contaba, nos gusta mucho el sushi, pero más nos
    gusta comerlo en casa, donde nos instalamos tranquilos, abrimos
    una botella de buen vino (chardonnay preferimos), música y luz tenue, es
    decir, nos gusta disfrutar no solo de la ingesta de
    pescado crudo y arroz, sino de la "experiencia" de comer
    sushi.

    Además, es una especie de ritual que "repetimos" en
    cada fecha especial para nosotros. Pero como, lamentablemente, ni
    ella ni yo hemos aprendido (todavía) el arte de los
    sushimen, conociendo nuestras limitaciones, bien sabemos
    disfrutar de los servicios de delivery de los distintos buenos
    restaurantes de sushi que hay en esta ciudad (ya les dije que era
    Buenos Aires).

    Seguramente ninguno de los dos podremos olvidarnos, al
    menos por un tiempo, de aquella ocasión en la cual
    habiendo esperado durante unos 45 minutos (espera mínima,
    les cuento por si
    les interesa) por la llegada de nuestro pedido a "Sushi Club",
    fuimos más que gratamente sorprendidos cuando nos
    tocaron el timbre y nuestra orden estaba acompañada de dos
    platos para sushi (con el logo del restaurante, claro), un
    recipiente para servir la salsa de soja (con ella se
    acompaña), posa-palitos, lógicamente, palitos (al
    principio cuesta, pero luego uno les toma la mano), dos manteles
    individuales de tela, una vela y una pantalla para cubrirla…
    ¿Está sorprendido? Imagínese nosotros en
    aquél momento…
    y eso que no le conté que
    adicionalmente explicaban a través de un folleto que la
    atención se debía a que la empresa
    quería que sus clientes pudieran disfrutar en sus casas de
    la misma forma que lo hacen en sus restaurantes… por si alguien
    no hubiera entendido. (Si repetí mucho la palabra
    "disfrutar", aquí tampoco es casual)

    Es un buen ejemplo de lo que quiero explicar cuando me refiero
    a la comercialización de "experiencias" y no solo
    de productos o servicios. No obstante, hay que tener
    cuidado, porque entonces siempre le van a pedir que
    ofrezca experiencias… y si la experiencia posterior no es
    buena, es posible que el esfuerzo anterior ya no tenga efecto o
    se haya olvidado y entonces vendrá el castigo: la
    no-compra
    .

    Pero también es importante destacar lo bueno: si
    la experiencia continúa siendo positiva el premio para
    su empresa va a ser la fidelidad de sus clientes
    . Nada
    más y nada menos.

    (A propósito, en Sushi Club si bien hemos vuelto a
    comprar, confieso que no hemos sido absolutamente fieles… a
    pesar de su excelente sushi…)

    Hablando de todo un poco, volvamos a su caso: ¿ya
    pensó cómo construir la experiencia única e
    irrepetible que solo usted puede ofrecer a sus
    consumidores-clientes?

    Bibliografía recomendada

    1- Mayonesa – Alberto Levy

    2- La Tercera Ola – Alvin Toffler

    3- The Experience Economy – Joseph Pine – James H.
    Gilmore
    4- ¿Marketing es publicidad y
    ventas? – Paper – Gustavo
    Alonso

    Por

    Gustavo Alonso

    Gustavo Alonso es Licenciado en Administración, especializado en Marketing,
    graduado en la Universidad de
    Buenos Aires. Es docente de la materia
    "Comercialización" en la misma casa de
    estudios.

    Es Fundador y Director General de TIME TO MARKET
    (www.timetomkt.com.ar), firma de consultoría en marketing estratégico
    y operativo y administración de negocios.

    Prohibida su reproducción total o parcial sin
    aprobación expresa del autor.

    Gustavo Alonso – Todos los derechos reservados –
    2005 ©

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