Monografias.com > Política
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El origen de la pobreza y el subdesarrollo




Enviado por ruanowilly



    1. El origen de la
      pobreza
    2. ¿Es posible mejorar
      la vida de nuestras poblaciones? ¡Claro! ¿Por
      qué no?
    3. Los absurdos que tienen
      nuestros intentos por desarrollarnos
    4. Prioridades dignas de tomar
      en cuenta en el crecimiento económico que debemos de
      forjar en Latinoamérica
    5. El
      subdesarrollo
    6. ¿Tan de nuestra vida
      diaria es y ha sido el subdesarrollo?
    7. ¿Es el nuestro un
      subdesarrollo auto-sostenible?
    8. De cuánto
      subdesarrollo estamos hablando ser
      dueños?
    9. Las grotescas caras del
      subdesarrollo latinoamericano
    10. ¿Reducir la pobreza es
      igual a desarrollo?
    11. Los elementos que deben
      integrarse en el desarrollo

    EL
    ORIGEN DE LA POBREZA

    Insistimos en que el subdesarrollo
    es la causa primaria de la pobreza.

    ¡Y no otra cosa o circunstancia!

    Y, esta penosa situación, en la que sobreviven
    cientos de millones de familias en el mundo entero, que nuestro
    continente no es la excepción y nuestros países
    mucho menos, nos deja y estamos supeditados a no disponer de los
    suficientes ingresos para
    acceder a niveles mínimos de vida.

    Claro que podemos hablar de una clase de
    pobreza relativa y definirla como aquella condición que
    sufren millones de personas que, a pesar de tener ingresos, estos
    son magros y por debajo del promedio de lo que perciben otros
    habitantes, lo que les dificulta llevar bienes,
    productos y
    servicios a
    sus familias. Pero, de todos modos, esta relativa
    condición de escasez limita
    sobremanera la superación y la productividad
    personal,
    familiar y comunitaria en cualquiera de nuestros países
    cuyos Gobiernos nos quieren ver cara de tontos y proclaman
    demagógicamente que la nuestra es una pobreza
    relativa.

    Ahora bien, el drama continental es que en nuestra
    América
    Latina existen millones de grupos familiares
    que por los extremos en los que sobreviven, que no poseen ni
    disponen tan siquiera del acceso a una alimentación
    mínima, son los que nos deben llamar la atención y volcarnos con todo lo que
    tenemos hacia ellos.

    Se toman tres elementos en los aspectos sociales que
    tiene y sobresalen en la indigencia:

    1. La educación.
    2. La salud.
    3. Disposición de alimentos.

    Para mayor desgracia el conglomerado de los pobres, y de
    los extremadamente pobres, lo conforman grupos de ancianos,
    madres solteras, mujeres jefas de hogares, discapacitados, los
    que han caído en los vicios, los indígenas y
    representantes de grupos humanos minoritarios, sin olvidarnos de
    los niños de la
    calle.

    En nuestros países, catalogados como del Tercer
    Mundo, los múltiples efectos dañinos de la pobreza
    se reflejan día con día en nuestras sociedades.

    La desnutrición infantil, las enfermedades y epidemias
    arrasan con miles de menores de edad en las comunidades rurales y
    en asentamientos humanos urbanos.

    La utilización, por parte del Crimen
    Organizado, de personas jóvenes para iniciarlos en
    robo de vehículos, secuestros, asaltos a bancos y
    financieras, así como en el tráfico, trasiego y
    actividades que se generan por el narcotráfico, sin olvidarnos del seguro consumo de
    drogas, ha
    sido materia de
    muchos seminarios y talleres; buscando, por donde sea, un hilo
    que permita detener la ola de jóvenes sin futuro que se
    involucran en la vida delictiva y criminal de nuestros
    países, pues nadie les ofrece una mejor, para ellos,
    oportunidad de obtener bienes y servicios rápido y sin
    estudiar o tener que capacitarse en una academia técnica o
    universitaria.

    La falta de atención en materia de
    prevención, y la dedicación de todos los esfuerzos
    para los procesos de
    curación, en el ámbito de la salud y salubridad,
    nos arroja cientos de miles de personas con enfermedades
    mentales, alcoholismo,
    drogadicción y otra serie de variadas
    disfunciones.

    Y, la ausencia de instrumentos educativos, formativos,
    informativos, tecnológicos y universitarios, hacen que los
    nuestros sean países que no pueden proponer ni siquiera
    una mano de obra semi calificada.

    ¡Ya no digamos de una eficiente y muy bien
    calificada!

    De verdad ¡qué tristeza la que nos provoca
    este círculo vicioso de la pobreza!.

    ¿ES
    POSIBLE MEJORAR LA VIDA DE NUESTRAS POBLACIONES?

    ¡CLARO! ¿POR QUÉ
    NO?

    Mucho se habla de encontrar un tapón lo
    suficientemente capaz para detener la corrupción, la impunidad y
    que por fin tengamos un pleno estado de
    derecho; con lo cual, piensan algunos, es posible mejorar
    nuestras vidas ya que se podrían duplicar los ingresos
    fiscales que hoy se evaporan y paran en manos de funcionarios
    corruptos.

    ¡Corrupción, corrupción cuantas manos
    y vidas haz manchado!.

    Por supuesto que para invertir en desarrollo
    humano y social nuestros Gobiernos deben disponer de
    cantidades enormes de recursos y que
    éstos sean absolutamente gastados con y en transparencia y
    en actividades eminentemente bien planificadas con un previo
    estudio del Impacto Social positivo que se
    generará.

    De nuevos ricos ya estamos hartos y nuestros
    países y pueblos no aguantamos más de lo
    mismo.

    Por supuesto estamos hablando y nos referimos a los
    funcionarios que entran con una mano atrás y otra
    adelante, pero que salen hasta los huesos llenos de
    oro y billetes
    que se clavaron del erario público y de la serie de
    negocitos que genera la tan soñada actividad de traficar
    con las influencias.

    Ahora bien, nuestros países están
    seriamente urgidos de nuevos ricos, pero de los que se ganaron
    esa posición, billete y prestigio producto de su
    ingenio, creatividad,
    esfuerzos y trabajo
    honrado, productivo y eficaz.

    De estos empresarios necesitamos parvadas de
    ellos.

    Si pudiéramos combinar una serie de actividades,
    tanto las que debemos realizar los gobernados como las obligaciones
    de los gobernantes, en beneficio de nuestras respectivas
    Repúblicas, fomentando el crecimiento económico,
    revolucionando la educación
    pública, efectuando una verdadera y titánica labor
    en salud y salubridad, luchar por la protección del
    medio ambiente
    y de los recursos
    naturales, sean renovables o no, respetar los derechos individuales de los
    habitantes, y combatir la delincuencia,
    criminalidad y la inseguridad,
    así como acabar con la corrupción e impunidad que
    reinan en nuestras sociedades, estamos seguros que estos
    pasos son los correctos y que nos conducirán a los
    objetivos
    nacionales.

    Es una verdad incuestionable esa que nos permite
    producir y superarnos cuando estamos en paz con nosotros mismos y
    con nuestros vecinos, que la podemos interpolar con lo que ocurre
    en un hogar y lo que debería de suceder en el nivel macro
    de nuestros países, esa en la que la solidez y seguridad en
    nosotros mismos nos permite avanzar, superarnos y conseguir
    muchas cosas que la limitación, la baja estima y los
    complejos nos impiden desarrollar y sacar nuestras
    potencialidades.

    Es lo mismo que si se consigue una mejora ostensible en
    la aplicación de la justicia, en
    la persecución penal y en la seguridad
    ciudadana, cualquiera de nosotros tendremos la libertad de
    conseguir una mejora en nuestras posiciones de trabajo ya que sin
    duda alguna el inversionista tendrá seguridad
    jurídica, social y por sobre todo una mental y emocional
    para ampliar su cobertura y sus inversiones.

    Y si a esto agregamos el combate efectivo a la
    corrupción, estamos hechos.

    La competencia
    desleal, el contrabando y
    la corrupción seducen y secuestran cualquier economía y la
    subyugan a no crecer, en detrimento de la población más urgentemente
    necesitada de fuentes de
    trabajo.

    Si en nuestros países fuera lo normal que se
    respetara el estado de
    derecho, que nuestras respectivas constituciones nos garantizan
    para convivir, otra sería nuestra historia.

    Y por supuesto otro debería de ser nuestro
    futuro.

    Futuros promisorios, felices y sin las limitaciones
    severas que nos impone el subdesarrollo.

    Esta condición de tener un verdadero estado de
    derecho en donde el imperio de la ley sea una
    realidad diaria y que ningún funcionario sea superior a la
    misma, nos garantiza una mejora ostensible en los ingresos per
    cápita reales en el más corto plazo.

    Y por consiguiente obtendremos una mejora notable en la
    calidad de
    vida de nuestros conciudadanos.

    ¿No vale la pena intentarlo por lo
    menos?.

    Eso sí tienen que ser nuestros gobernantes los
    que den el ejemplo.

    De otro modo ¡seguimos en el festín de la
    corruptela y vicios!.

    No hay de otra, el crecimiento
    económico de nuestras naciones es de vital importancia
    para conseguir los objetivos propuestos; por lo que
    deberíamos de ser muy cuidadosos, no sólo en la
    calidad del
    crecimiento, sino que también en el ritmo en el que se
    hace, para asegurarnos pocas o ninguna sorpresa desagradable,
    como serían los retrocesos, estancamientos o
    desaceleraciones.

    Con lo anterior podemos asegurar, entonces, que el
    vínculo y las posibilidades de mejorar la calidad de vida
    de nuestras poblaciones pobres y en extrema pobreza, así
    como las de las clases medias pauperizadas, estriba en la
    obtención de ingresos más altos.

    Y, para lograr este sueño dorado, nuestros
    gobernantes deben disponer de organismos e instituciones
    sólidas, dirigidas con agilidad, honradez y sobre todo con
    eficacia, para
    hacer de cada uno de nuestros Gobiernos, y Estados, unos llenos
    de confianza, credibilidad, transparentes, facilitadores y
    gestores del desarrollo
    humano y social en América
    Latina.

    ¿Será mucho pedirles esto a ustedes
    señores políticos?.

    Es decir que las condiciones que deberán imperar
    en nuestros países son:

    1. El acatamiento a la legalidad y
      a las normas
      constitucionales, principalmente por parte de los gobernantes y
      funcionarios.
    2. Fortalecer y propiciar que nuestros Organismos
      Judiciales, tribunales, fiscalías, y demás operadores y
      administradores de justicia, sean entidades autónomas,
      que funcionen con absoluta libertad, legalidad e
      imparcialidad.
    3. Que sean respetados todos los derechos individuales
      de los habitantes, inversionistas y residentes
      temporales.

    LOS ABSURDOS QUE
    TIENEN NUESTROS INTENTOS POR
    DESARROLLARNOS

    Por cualquier calle o avenida que circulemos, en
    cualquiera de nuestros países, pero en los distritos
    comerciales, de oficinas, bancarios o residenciales, lo que
    veremos es lo mismo.

    Grandes edificios, movimiento de
    personas bien vestidas, vehículos modernos, caros y de
    lujo, negocios
    ofreciendo lo mejor del mercado y en fin
    lo que usted ya ha visto en su propio país de
    origen.

    Claro que nosotros, los que vivimos allí, sabemos
    que esos bonitos espacios con los que cuenta nuestro país
    y ciudades importantes son el medio ambiente de
    aquellos seres humanos privilegiados que estudiaron y que ahora
    con una carrera técnica, profesional o por herencia se lucen
    como tales. Y que ellos tienen una expectativa de vida, si la
    comparamos con la de cualquier otro mortal de sus paisanos, de 25
    o más años de los que normalmente vivirá
    cualquiera de la clase media para abajo; y que poseen un cuerpo
    que luce sano, bien nutrido y listo para cualquier
    eventualidad.

    Y si de su potencial de productividad competitiva
    hablamos, o podamos investigar, nos quedaremos verdaderamente
    asombrados de ella.

    Universitarios, técnicos, profesionales, con
    estudios de post grado, maestrías y muy bien formados y
    capacitados para enfrentarse con las exigencias de la vida
    moderna y globalizada de los negocios, industria,
    servicios y comercio.

    Poseen todos los recursos para desenvolverse.

    Teléfono o teléfonos celular,
    móviles o portátiles, localizadores, Internet, lap-tops, o
    computadoras
    de bolsillos o casi de bolsillo, palms, medios de
    transportación que van de la limosina y el carro de lujo,
    hasta helicópteros y aviones privados.

    Pero si de allí, de ese lujoso y cosmopolita
    rincón patrio, nos trasladamos a los alrededores del
    Centro tradicional o a algún mercado cantonal o de barrio,
    o a un parque público, la visión aquella que a lo
    mejor todavía traíamos en nuestros ojos y mente,
    deslumbrados por su despampanante brillo, se nos nubla y cae por
    completo.

    Nos enfrentamos, en este otro lugar, con otra realidad
    muy diferente y aparte.

    Aquí ya vemos gente un poco más
    común y corriente.

    Que presurosa en su andar, y acciones, lo
    que buscan obtener es por lo menos lo del día para ellos y
    sus familias; y que ningún desgraciado, de esos pilluelos
    que abundan, les arrebate el producto de su trabajo u oficio
    desempeñado.

    Y si de allí brincamos hacia los cinturones de
    miseria que rodean a todas y cada una de nuestras capitales y
    ciudades importantes, veremos, en esos asentamientos humanos, la
    verdadera nación
    con la que contamos en nuestro respectivo país.

    Claro que no está demás que nos demos una
    vuelta por el área rural del interior y que,
    situándonos en la provincia, visitemos las comunidades que
    sobreviven en las aldeas y caseríos de nuestros
    países en condiciones verdaderamente de vergüenza,
    para los demás que estamos un poco mejor en la escala social y
    económica.

    Allí sí está la miseria que, como
    sello de garantía, nos delata a gritos que somos paisitos
    del tercer mundo y que, efectivamente, estamos supra
    subdesarrollados.

    Ese precipicio que nos separa, entre los extremadamente
    pobres, los pobres tradicionales (perdonen ese apelativo), los
    nuevos pobres urbanos (los seres humanos de las clases medias), y
    las clases medias altas y altas, es enorme y crece día con
    día para infortunio y desesperación de los
    más desposeídos.

    Y podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que esa
    brecha es de unas proporciones que de verdad dan ganas de salir
    corriendo a otro lado.

    Y si creíamos que no podíamos agregar
    nuevas, diversas y hasta ingeniosas calamidades a nuestros
    países, nos tendremos que tragar esa frustración
    pues, ya forma parte del folclor de nuestra pobreza, a partir de
    algunos años para atrás, el Síndrome de
    Inmuno Deficiencia Adquirido, el terrible SIDA, como para
    que podamos dormir, si es que alguno podía,
    tranquilos.

    Ese corredor que fue abriéndose para que millones
    de latinoamericanos con deseos de salir adelante, superarse y
    llevar un poco de bienestar a sus familias, comunidades y hasta
    al país de origen, por ese mismo pasillo, camino y brecha
    abierta por los que emigraron a los Estados Unidos,
    principalmente, o al Canadá en menor escala, nos
    llegó en entrega especial el
    SIDA.

    Muchísimos de los jóvenes que emigraron,
    en busca de fortuna a las tierras del Norte, llevaban
    sueños de ser alguien y regresar con otro estilo de vida
    o mandar a sus casas dinero fresco
    en dólares para que sus familias la pudieran pasar mejor a
    las terribles condiciones de pobreza en las que
    vivían.

    Pero resulta que dejaron esposas, novias y amantes en
    sus comunidades. Y partieron jurándose amor eterno y
    que al regreso continuarían ese idilio; o, en el otro
    caso, que les mandarían dinero para irse con ellos a las
    primeras de cambio.

    Y, como la soledad es mal consejera, sumado a que las
    hormonas de
    nuestros machos latinoamericanos son lo suficientemente fuertes
    como para salirse de los pantalones; ya solos, con unos dolaritos
    en los bolsillos y tentaciones placenteras por doquier, fueron a
    parar en brazos y camas ajenas que, para su mala fortuna, les
    pegaron el SIDA en menos de lo que canta un gallo.

    A su regreso por deportación, turismo o definitivamente a
    quedarse, trajeron en su sangre la
    contaminación del siglo y la plaga más
    peligrosa con la que la humanidad cuenta en estos
    momentos.

    Aquí la mayoría de ellos, sin saber que
    eran positivos, regresaron a su vida normal, como la que
    tenían antes de irse, y darse una vuelta por las casas de
    citas, prostíbulos y clubes nudistas, así como
    fornicar a las chicas y chicos al alcance de su bolsillo, fue
    uno.

    Como uno fue la transmisión en cadena que del
    SIDA han hecho en prostitutas, homosexuales, esposas, novias y
    amantes con la consabida propagación a mansalva que se
    vive actualmente en cada uno de nuestros
    países.

    México,
    Guatemala, El
    Salvador, República Dominicana, Colombia,
    Ecuador,
    Perú, por mencionar los países con mayor
    índice de migración
    de sus ciudadanos, también, así mismo, son los
    lugares de mayor incidencia del SIDA importado por sus
    habitantes.

    ¡Qué regalo más espantoso nos
    tenemos que tragar!. Y, no lo dudemos, ¡a precio de
    dólares!…

    Claro, la culpa de todo esto no es más que de
    nuestros gobernantes que nunca han querido hacer cosas por
    sacarnos del subdesarrollo.

    Así que a la corrupción, al atraso y a la
    indiferencia, como causas del accionar político de
    nuestros presidentes y sus Gobiernos, ahora tendremos que agregar
    uno más, el más terrible de los males
    latinoamericanos, el SIDA.

    ¡Qué vivan nuestras
    democracias!.

    Si tenemos el coraje de visitar cualquiera de nuestras
    aldeas y caseríos, de cualquiera de nuestros
    países, y nos mezclamos en la vida cotidiana de sus
    habitantes, es y será fácil darnos cuenta
    qué clase de agua es la que
    usan.

    El agua potable
    que al abrir las llaves de nuestros baños, regaderas,
    cocinas o lavanderías que es tan fácil de obtener y
    usar en nuestras cómodas, modernas y citadinas casas, en
    las miles de comunidades de la provincia de nuestros
    países brilla por su ausencia con la consabida serie de
    calamidades, males, plagas, pestes, daños, deterioros,
    desventajas y lacras que se sienten, propagan y padecen en los
    hogares, que no casas, de millones de familias de seres humanos
    latinoamericanos.

    La insalubridad provocada en las comunidades, humildes y
    pobres de nuestros países, por nosotros, los privilegiados
    habitantes de las ciudades importantes, que con nuestras aguas
    residuales (excrementos, basura,
    tóxicos, desechos industriales, etc) mandamos por
    desagües y cañerías y hacemos que navegan por
    los ríos y riachuelos, es impresionante como para dejarla
    por un lado.

    Las aguas de ríos, riachuelos, lagunas,
    lagunetas, los mantos freáticos y pozos de los que se
    abastecen la mayoría de nuestros pobladores del interior
    de los país, están catastróficamente
    contaminados y hasta envenenados por quienes gozamos de un mejor
    ambiente de vida.

    ¿Y esa es la clase de agua con la que hemos
    condenado a consumir a nuestros conciudadanos que sufren por el
    desarrollo y superación que se supone tenemos los
    citadinos, los industriales, comerciantes y prestadores de
    servicios?.

    ¡Qué ingratitud por Dios Santo!.

    Los intentos por el desarrollo tienen sus consecuencias
    y costos
    sociales.

    No hay de otra.

    ¿No es eso un absurdo más y una caricatura
    social de Latinoamérica?.

    ¡Claro que sí como para que la olvidemos y
    no hagamos algo inmediatamente al respecto!.

    Nuestros pueblos son unos en los cuales la
    mayoría de personas, por ser del área rural, de las
    provincias y de comunidades y aldeas casi olvidadas, por no decir
    que están en completo abandono, tienen un alto porcentaje
    de analfabetas.

    Y no porque nadie sepa leer y escribir.

    No.

    Efectivamente ser analfabeta, a pesar que en su
    acepción más rígida, representa a aquel ser
    humano que no puede leer ni escribir, en este caso el español,
    con una pequeña ojeada que le demos al interior de
    nuestros países podemos comprobar que, a pesar de los
    índices oficiales que denotan unos porcentajes buenos y
    regulares en alfabetos, la realidad es otra muy alejada de
    ello.

    Por supuesto que si aquello que se aprende no se usa o
    no se pone en práctica pronto se deteriora, se olvida y
    pasa a formar parte de nuestros buenos recuerdos.

    Con haber aprendido a leer y a escribir no
    basta.

    Nuestros pueblos padecen una tremenda falta de
    atención en aquellos que por una u otra causa hicieron el
    gran esfuerzo de leer y escribir y que, sin otro remedio, porque
    ya no hubo en qué aplicar esos conocimientos, hoy, otra
    vez están en la oscuridad.

    Pero nuestros problemas no
    solo son o están en este campo, pues sin duda alguna, y si
    nos vamos a nuestras universidades estatales, cualquiera de
    ellas, no importa pues el mismo patrón se repite ad
    infinitum en Latinoamérica, lo que experimentaremos da
    miedo y una tristeza ingrata.

    Resulta que nuestros jóvenes, egresados de
    institutos, colegios, escuelas o de cualquier establecimiento del
    Estado, que desean continuar estudios superiores en la o las
    Universidades o Extensiones Universitarias de cualquiera de
    nuestros países, al someterse a los exámenes de
    admisión, aptitud o capacidad, andan por los suelos.

    El drama en métodos,
    pensum, currícula y contenidos que tienen y se imparten en
    bachillerato, magisterio, secretariado, perito o en cualquiera de
    las ramas de los niveles medios y vocacionales, no es que sean
    malos o deficientes, lo que pasa es que ya los jóvenes
    estudiantes vienen mal preparados desde los básicos, de la
    primaria y hasta de la pre primaria.

    Y, a pesar que todos ellos, los millones de
    jóvenes que conforman el futuro de Latinoamérica,
    saben leer y escribir, eso no basta para provocar la cascada de
    ingeniosidades, creatividad, ingenio, habilidades y destrezas que
    necesitamos para sustentar el desarrollo humano y social de
    nuestro continente.

    ¿Qué podemos comentar o decir de aquellos
    millones de adultos que una vez aprendieron a leer y a escribir y
    que sólo con el a,b,c se quedaron?.

    ¡Qué apoyo social, político y
    económico nos pueden brindar!.

    Si se nos busca, por medio de las maquilas, del
    exterior, no es por otra cosa que la mano de obra
    barata.

    Qué, si no unos pocos míseros centavos de
    dólar por hora podemos esperar le paguen a nuestros
    ciudadanos, principalmente mujeres, por coser, cortar y pegar
    ropa, zapatos, materiales y
    otra serie de elementos pues, como ni siquiera saben leer de
    corrido, los que se dicen alfabetos, y como de todos modos ni
    necesitan de la lectura
    para ejecutar las tareas encomendadas por el manager, no hay
    preocupación por dedicarle tiempo a la
    superación educativa, formativa o de capacitación técnica o
    profesional.

    Y si a este drama anterior que hemos recreado, para no
    olvidar en qué medio ambiente vivimos y en qué
    recóndito medio tenemos condenados a sobrevivir a nuestros
    conciudadanos del interior o de provincia, le agregamos uno
    más, escalofriante y calamitoso, no lo dudo que
    también ustedes llorarán.

    Resulta que si quisiéramos, en cualquier
    rincón de nuestras populosas ciudades, respirar
    adecuadamente, es decir poner en nuestros pulmones el vivificador
    oxígeno
    regenerador de nuestro sistema, y damos
    una, dos o cinco aspiraciones, no importa si profundas, con tal
    acción
    estamos cometiendo un suicidio.

    En nuestras ciudades de Latinoamérica es
    fácil adquirir infecciones, afecciones y amebas producto
    de la micción y defecación ambulante que hacemos
    hombres y animales, no
    digamos por la cantidad de basura y desechos
    que tiramos en calles y avenidas.

    La contaminación es espantosa y nuestros
    niños y
    adolescentes
    la sufren, padecen y se intoxican en nuestras propias
    barbas.

    Aquí sí que nos sacan una enorme distancia
    los habitantes del interior y de las provincias de nuestros
    países pues este mal no ha llegado aún a
    ellos.

    Y todo esto, si lo ponemos en perspectiva, es la
    calamidad social que tenemos que enfrentar con la suficiente
    seriedad como para buscar, inmediatamente y sin más
    excusas tontas, una salida integral.

    Ya se habla de cifras escandalosas, en lo que a
    destrucción del medio ambiente hemos provocado los seres
    humanos a nuestro derredor, como para seguir tan
    impávidamente como estamos.

    Dicen que a cada segundo se pierde una buena
    porción de los bosques tropicales que adornan y limpian el
    planeta, nos dan aire puro y nos
    permiten tener todavía un agradable clima.

    ¿Vamos a continuar permitiendo ese crimen de lesa
    ambientalidad?. Si me permiten usar ese
    término.

    En la mesa de los señores y señoras de las
    clases altas y media altas se come de lo mejor.

    Carne a diario.

    Y una dieta equilibrada, tal y como cualquier
    nutricionista recomienda que deberíamos tener cada uno de
    los seres humanos que poblamos el planeta.

    Pero en las mesas de los habitantes y seres humanos de
    las clases medias pauperizadas, de los pobres y en la de los
    extremadamente pobres, mejor ni hablamos de los alimentos que se
    colocan para hijos y familia; mucho
    menos de la frecuencia.

    La calidad de la dieta de nuestra población es y
    va en razón directa de los magros ingresos que se
    tienen.

    Es decir nula, insuficiente e irregular.

    Si nos referimos a la calidad nutricional de los
    extremadamente pobres, de los pobres y de los nuevos pobres
    urbanos.

    ¿Qué podemos esperar entonces de la salud,
    esperanza de vida, educación, rendimiento, capacidad,
    ingenio, creatividad, habilidades y destrezas de la gran
    mayoría de nuestros paisanos latinoamericanos?.

    ¿Es posible sostener el desarrollo y la riqueza
    de un país, como cualquiera de los nuestros, con y en las
    actuales circunstancias en las que se devanan millones de
    hermanos condenados a estar íngrimamente pobres,
    abandonados y en la miseria?.

    ¡Por supuesto que es imposible!.

    ¿Cómo diablos esperan nuestros flamantes
    comerciantes, industriales, exportadores, banqueros, grandes
    prestadores de servicios y demás agroindustriales que
    tienen en sus manos la vida y futuro de la población
    indefensa, pobre, analfabeta, insalubre y con sus capacidades
    creativas e imaginativas limitadísimas, que podemos salir
    adelante sin que también ellos se pongan las pilas y generen
    otra clase de sentimiento y realidades en nuestros
    países?.

    La búsqueda del bienestar general, es decir del
    Bien Común, apropiada para gozar todos los habitantes de
    libertad, paz, seguridad, justicia y desarrollo integral,
    debería de estar basada en el crecimiento
    económico, en la productividad nacional, en el desarrollo
    de exportaciones de
    productos no tradicionales, en el turismo receptivo y para ello
    son indispensables dos cosas:

    Una, que nuestros Gobiernos impulsen una política
    macroeconómica humana, no a mansalva ni con aplicaciones
    de shock, como lo han hecho en el pasado reciente con
    devaluaciones, inflación o hiperinflación. Y mantener un clima de paz
    social y de seguridad.

    Y dos, que nuestros hombres y mujeres de empresa, los
    motores del
    crecimiento económico, se pongan las pilas y que
    también no sólo dignifiquen sino que prestigien,
    capaciten, formen, informen y compartan o distribuyan utilidades
    con trabajadores, empleados, directivos y gerentes.

    O sea, y para concluir con este subtítulo, y para
    evitar, en la medida de lo posible esos absurdos que tienen y han
    tenido nuestros varios intentos por desarrollarnos, debemos tomar
    en cuenta unas direcciones adecuadas que seguir, unas visiones
    integrales que
    concebir y unas actuaciones prácticas humana y sociales en
    que comprometernos a cumplirlas a cabalidad.

    Estamos hablando nada menos del futuro de nuestros
    hijos, nietos y próximas generaciones a los que debemos
    aprender a respetar hoy mismo, en esta generación, pues
    ellos o muchos de ellos aún no han nacido y el futuro en
    el que se desenvolverán será uno moldeado por
    nosotros y espantoso para su sobre vivencia si continuamos como
    hasta ahora.

    ¿No vale la pena intentarlo por lo
    menos?.

    PRIORIDADES DIGNAS
    DE TOMAR EN CUENTA EN EL CRECIMIENTO ECONÓMICO QUE DEBEMOS
    DE FORJAR EN LATINOAMÉRICA

    Sin lugar a ninguna duda al respecto entre la salud,
    salubridad, educación, facilidad de abrir amplias
    oportunidades de superación, empleo y
    remuneración; junto a las condiciones propicias del medio
    ambiente y los recursos naturales, renovables o no, así
    como del debido respeto a los
    derechos individuales de los seres humanos, está el
    secreto tan ansiosamente buscado por presidentes y Gobiernos para
    asegurar la salida inmediata de la pobreza de la gran
    mayoría de la población latinoamericana a niveles
    adecuados de bienestar y paz social.

    ¡Qué fácil se mira la
    cosa!.

    ¿Verdad?.

    Claro que de lejos se deben ver los toros.

    Ahora bien ¡se animarán al fin a actuar
    nuestros apoltronados gobernantes con estas opciones!.

    Esperamos que lo hagan lo antes posible.

    Por el bien de todos nuestros connacionales.

    Es indiscutible que el acceso más libremente a la
    educación, tanto a la formal y tradicional, como a la
    informativa, informática, de sistemas de
    red, Internet y
    ocupacional, se hace indispensable en nuestros países como
    herramientas
    básicas de trabajo internas y propias de los seres humanos
    que, unido a un cuerpo robusto, sano y mentalmente apropiado, con
    autoestima y
    auto imagen buenas,
    formarán las bases y los cimientos en las que sentaremos a
    nuestro continente para que jamás se hunda en el
    subdesarrollo, las miserias y la tan ingrata pobreza.

    La productividad agroindustrial con la que contamos en
    casi todos nuestros países ahí está, unas en
    potencia y otras
    apenas empezando, con las que podemos hacer grandes y mejores
    cosas por nuestra población pues el crecimiento
    económico que se provoca por estas actividades
    provenientes del agro son prácticamente ilimitadas como
    para desperdiciar más el tiempo.

    Los enormes perjuicios sociales que padecemos en
    América Latina empiezan con la poca, nula o pésima
    educación, continúan con la pobre y escasa
    formación y concluyen con la casi nula preparación
    técnica o universitaria que tenemos en nuestros recursos
    humanos.

    Pero no nos confundamos y creamos que con un gasto
    multimillonario en el Sistema
    Educativo Nacional de nuestros países eso
    bastará para provocar personas educadas, formadas,
    informadas, con habilidades técnicas y
    universitarias, pues la relación está o
    debería de basarse en una serie de complementos a la
    educación tradicional.

    Claro y por supuesto que el gasto en Educación
    debe ser, junto al de Salud y Salubridad, los principales rubros
    de un país, seguidos de los Gastos en
    Inversión Social, Infraestructura, Financiamiento
    y Apoyo hacia la pequeña y micro empresas y de
    ahí con otras cosas y líneas.

    No podemos obviar que la calidad en nuestro entorno,
    medio ambiente y en la biodiversidad
    que tan típica es en nuestro continente, forman parte de
    un compendio de medidas que fortalecen las actividades del ser
    humano.

    Los Recursos Naturales y la integración territorial son primordiales en
    el desempeño y en la lucha contra la
    pobreza.

    Y son básicos para alcanzar el soñado
    desarrollo humano y social de nuestros pueblos.

    ¡Cuanta falta nos hace ya estar, por lo menos, en
    el Segundo Mundo!.

    Y no como en la mayoría de nuestros países
    que vamos como el cangrejo ¡para atrás día
    con día!.

    Los riesgos de
    nuestros habitantes, principalmente los de jóvenes,
    mujeres y menores de edad, son tremendos pues la
    contaminación urbana de nuestras ciudades, unida al grave
    y deficiente aire que nos obligan a respirar las emisiones
    gaseosas de los buses, autobuses, carros, camiones,
    automóviles, fábricas e industrias
    altamente contaminantes que se situaron en nuestros países
    con la disculpa de traernos ocupación y empleos, ya es
    momento de detener y revertir.

    ¿No le parece justo?.

    Hay una gran contaminación en el aire que se
    respira en casi todos los locales cerrados y con poca o nula
    ventilación.

    Otro inconveniente proviene del agotamiento de las
    fuentes naturales de agua que, sin ir muy lejos, hace cinco,
    quince o veinticinco años obteníamos casi a flor de
    tierra; y que
    hoy, hay que escarbar cientos de metros en las profundidades de
    la Madre Tierra para alcanzar un caudal pobre y
    contaminado.

    Este agotamiento y terrible deterioro en el agua
    repercute en todas las actividades agro pecuarias, base
    fundamental de nuestros alimentos y de nuestra vida.

    Ninguna gestión
    encaminada a contribuir con la preservación, uso y
    explotación racional de nuestros recursos naturales hemos
    tenido, y eso ha provocado que a mansalva todos hayamos
    contribuido, en menor o mayor grado, al agotamiento de grandes
    recursos y al empobrecimiento pues, el producto proveniente del
    petróleo, minas, bosques y demás
    riquezas latinoamericanas, han ido a parar a los enormes
    bolsillos de sabe Dios quién; mientras que esas enormes
    deudas externas que acompañan a las economías
    endebles de nuestros países, precisamente productores de
    petróleo y
    de otros recursos, son prácticamente
    impagables.

    ¡Dónde está el truco ese de tener
    una grandísima riqueza y a la vez una deuda
    multimillonaria en dólares!.

    Sepa Judas.

    Aunque es fácil de ver los billetes que se les
    salen de los bolsillos a muchos de los funcionarios
    públicos que están o recién estuvieron
    haciendo labores en el Estado de nuestros
    países.

    El truco es que se embolsaron la mayor parte de esa
    riqueza nacional hoy traducida en deudas, miseria y desesperanzas
    por doquiera que miremos en nuestras comunidades
    nacionales.

    En la vida de los seres humanos que sobreviven en los
    miasmas del subdesarrollo, como lo son la pobreza, miseria,
    exclusiones, iniquidades y la violación constante de los
    derechos individuales (a pesar de ser sagrados en nuestras
    constituciones), la calidad del medio ambiente y la sobre
    explotación de los recursos naturales, renovables o no,
    junto a la gran contaminación, al uso de combustibles que
    al consumirse se traducen en deterioro al entorno en el que
    vivimos, el agotamiento de las fuentes naturales de agua,
    así como su alta contaminación y
    degradación, sin olvidarnos de todos aquellos agentes
    químicos que son usados sin discriminación y mucho menos control alguno en
    siembras, cosechas y en general en casi todas las tareas agro
    pecuarias, repercuten notablemente en la calidad tan baja de vida
    que nuestros millones de paisanos sobreviven.

    El bienestar, tan urgentemente demandado por nuestros
    pueblos, lo podemos ir construyendo poco a poco con solo fijarnos
    más en lo que se hace a la vista de todos y respetar
    nuestros sagrados Recursos Naturales, los cuales han estado
    siendo depredados sin ninguna contemplación por
    explotadores incapaces de tener un mínimo de conciencia
    social.

    Las grandes catástrofes naturales que acarrean
    los incendios
    forestales, así como las enormes consecuencias de
    ello, nos dejan pérdidas de incalculables valores.

    Pero no tantas como las que dejan en las vidas
    familiares de aquellos seres humanos que dependen enteramente de
    la utilización de recursos naturales que tienen o han
    tenido al alcance de su mano para subsistir y que hoy, simple y
    llanamente, ya no están.

    Lo que los habitantes de nuestras Repúblicas
    sentimos, y entendemos, como aquellas funciones que
    tienen que implementar y desarrollar nuestros respectivos
    Gobiernos, no es otra cosa más que la gestión
    pública que nos impacta, no importa si de manera positiva
    o en sentido contrario a los intereses y anhelos de la nación,
    como para que no veamos en esa actividad tan importante que
    tienen Presidentes, Ministros y Secretarios de Estado la salida
    apropiada al estado de indefensión en el que estamos los
    habitantes presa de la pobreza, del desamparo y del
    subdesarrollo.

    ¿Por qué no han hecho su trabajo como lo
    demanda la
    sociedad?.

    Cada una de las acciones que emprendan y ejecuten
    nuestras autoridades tiene un impacto social profundo en nuestro
    presente y uno mucho más grande en el futuro cercano y
    aún dentro de cincuenta o cien años, como para no
    preocuparnos de las actividades que hacen o dejan de hacer los
    gobernantes latinoamericanos.

    La búsqueda de mejorar constantemente la
    gestión, el desarrollo y la planificación de toda la actividad
    pública de nuestros Estados, es y debe ser constantemente
    vigilada, fiscalizada mejor dicho, por nosotros, los ciudadanos
    de a pie, los seres humanos que concientemente hemos puesto con
    nuestros votos a las autoridades que nos gobiernan, para evitar
    los desmanes tan acostumbrados en funcionarios electos y
    nombrados.

    La corrupción, el abuso de autoridad, la
    impunidad con la que actúan y el crimen organizado que,
    precisamente así se llama por estar incrustado adentro del
    propio Estado de un país, son esas cosas por las cuales
    debemos luchar denodadamente en contra de ellas.

    Ningún crecimiento económico sostenible
    para nuestras naciones y pueblos puede lograrse con estas mafias
    que tenemos en nuestros gobiernos al acecho de dinero, negocios y
    cuantas cosas les beneficien.

    Los intereses de las personas que se benefician
    grandemente de los negocitos que se hacen a la sombra del
    poder
    público, son mucho más importantes que la
    pequeña o mediana superación en el seno de una
    familia de personas extremadamente pobres, que al fin pueden
    conseguir unos mejores ingresos.

    Es decir que esas lacras, así como el nefasto
    tráfico de influencias que acaba con las mejores
    previsiones o pactos sociales que se puedan conseguir entre los
    actores de la vida nacional en nuestros países, influye
    negativamente en las líneas políticas
    de cualquier Gobierno y no
    digamos en las legislaciones que, desde los Congresos Nacionales,
    nuestros diputados y senadores, en donde exista esta figura, que
    son los que tienen como parte de sus obligaciones hacer leyes y trazar el
    rumbo del Estado, las harán con las consabidas
    dedicatorias a esos intereses de las fuerzas que de verdad son el
    Poder tras el trono en cualquiera de nuestros territorios
    nacionales y en profundo detrimento de las grandes
    mayorías.

    ¿Los pobres seguirán en la
    pobreza?.

    Ante este desolador panorama político, parece que
    así es la cosa.

    Eso hace indispensable que se produzcan los frenos y
    contrapesos, no sólo entre instituciones del Estado, sino
    como una de las obligaciones morales y cívicas de cada uno
    de los habitantes de Latinoamérica.

    Pero que funcionen.

    Si no qué chiste.

    Y de ejemplos ya estamos hartos con ver, en el pasado
    reciente, a tanto gobernante y funcionario corrupto que, durante
    su paso temporal por el poder público, ha hecho cada una
    de las mañas usuales que hacen los desalmados y
    estafadores de conciencias.

    Es aquí, precisa y concisamente, en que la
    Sociedad Civil debe emerger con la fuerza
    moral que le
    caracteriza, para que todas aquellas prioridades nacionales,
    masivas y de gran impacto positivo social se tomen en cuenta, se
    legisle a su favor y vigilar que el crecimiento económico
    que se debe forjar desde las instituciones y organismos del
    Estado sean eso, la punta de lanza del desarrollo humano y social
    de nuestras pauperizadas naciones.

    Si queremos que las nuestras, cada una de las naciones
    de América Latina, sean o continúen siendo unas
    democracias de fachada y del diente al labio, detenidas,
    paralizadas por la corrupción, empantanadas por el crimen
    y la impunidad y retrasadas en el desarrollo human y social,
    perfecto, sigamos como estamos.

    Con no hacer absolutamente nada, tal y como hemos estado
    hasta el día de hoy, es suficiente.

    La integración entre los Organismos Ejecutivo,
    Judicial y Legislativo de nuestros países, así como
    la ínter-fiscalización ente ellos, unido eso a la
    voz cantante que deben tener los alcaldes y corporaciones
    municipales y junto al poder de las distintas Asambleas de la
    Sociedad Civil
    perfectamente organizadas y participativas, nos
    garantizarán otro tipo de sociedad.

    Así como el futuro de nuestros
    descendientes.

    Es casi imposible, así como estamos y vivimos,
    obtener la sociedad soñada por los que hoy son
    víctimas del sistema consumidor que se
    basa en el desprecio, abuso e ignominia, que nos ha degradado a
    los seres humanos hasta la condición de miseria en que
    millones de nuestros paisanos latinoamericanos tienen que
    sobrevivir, ellos y cada uno de los miembros de su respectiva
    familia.

    ¡Qué triste el aterrador panorama que
    tenemos enfrente de nuestras narices!.

    Pero bueno ¡sí siempre lo hemos
    tenido!.

    ¿O no?.

    Lo que representa el Producto Interno
    Bruto ha sido confundido, y lo peor nos tiene de cabeza, pues
    pretendiendo que con esas y en esas cifras macroeconómicas
    se puede resumir la historia y el momento exacto de una
    nación, hoy con sólo ver la cifra en miles de
    millones de dólares podemos decir que nuestros
    países son unos solventes y en franca vía de
    alcanzar el desarrollo.

    ¡Pero qué lejos de tal embuste!.

    Que diablos le puede importar a don Juan Pérez y
    a su familia que, desde que nació lo hizo en un hogar
    humilde y en la más extrema de las pobrezas que alguien
    pueda soportar, que en su país, que puede ser Perú,
    Guatemala, República Dominicana, Argentina o cualquier
    otro de nuestro continente, se retrate por medio de una cifra
    multimillonaria, -y todos los PIB son
    multimillonarios-, a la situación en general de su patria,
    si al meterse la mano a los bolsillos no encuentra ni uno solo de
    esos miles o cientos de dólares que al dividir el PIB
    entre los habitantes de un país automáticamente se
    obtiene el ingreso per cápita.

    ¡Dónde diablos, señores
    tecnócratas, están esos dolaritos que no le
    caerían mal a los millones de Juan Pérez que viven
    atormentados por la miseria en que forzosamente tienen que
    sobrevivir en Latinoamérica!.

    ¿En dónde…?.

    El progreso o la eventualidad de un lejano desarrollo en
    nuestro continente no puede continuar siendo medido o tomado en
    cuenta por medio del Producto Interno Bruto, PIB.

    No.

    La única y verdaderamente tangible riqueza de
    nuestros pueblos, y de cualquiera del Globo Terráqueo,
    está en el conglomerado de seres humanos.

    El patrimonio de
    nuestros países no es otro que el recurso humano que,
    unido a un medio ambiente social, político, productivo y
    cultural de acuerdo a las normas constitucionales, nos tiene
    garantizado el crecimiento económico.

    Pero no el revez, como ha sido el giro político
    que ha dominado a nuestros Gobiernos.

    Los grandes contrastes, así como los absurdos y
    paradojas que nos han venido acompañando a lo largo de
    nuestra respectiva historia patria, ya es
    inaguantable.

    A la tecnología de punta,
    al Internet, a la
    comunicación celular o satelital y a todo aquello que
    es disfrutado por las personas que tienen ingresos arriba de los
    tres mil dólares, y en el que se regocijan apenas una
    mínima parte de la población latinoamericana, hay
    que anteponerle la yunta de bueyes, el techo de paja, las casas
    de cartón, comer si bien les va hierbas, pies descalzos,
    hambre y por sobre todo una desesperanza, del tamaño de la
    Catedral, en la que tienen que sobrevivir millones de
    hermanos.

    Y pensar que todavía hay incautos o insensibles
    que se preguntan ¿qué es lo que está
    mal?.

    EL SUBDESARROLLO

    Esta condición tan terrible, y con las
    consecuencias desastrosas que representa para nuestras naciones,
    en la que nos tienen sobreviviendo y sufriendo todos y cada uno
    de nuestros gobernantes, tanto los actuales como los del pasado
    reciente y aún aquellos de más años para
    atrás, pues sus desaciertos y corrupciones aún nos
    están impactando, es y ha sido el gran obstáculo
    para impedir que cada uno de nuestros derechos individuales se
    hayan hecho realidad en nuestras democracias.

    Vea usted, querido lector y lectora, las terribles y
    graves consecuencias que se cosechan al pasar los años por
    esa falta de previsión de aquellos que se sintieron, en su
    respectivo momento político, el papá de los
    pollitos y los grandes conductores de la
    nación.

    Hoy, cuando han pasado diez, quizá quince o hasta
    treinta y cincuenta años de lo que se hizo o de lo que no
    se hizo, que es igualmente terrible, nos tenemos que tragar toda
    la porquería y la serie de complicaciones que se
    decantaron hasta nuestra generación y a este momento en la
    historia patria de nuestras Repúblicas.

    El lamento proviene de todos los sectores, y
    principalmente de aquellos que socialmente han estado excluidos
    de aunque sea una milésima partícula de
    satisfacciones, beneficios y riqueza, como sí la tuvieron
    y la tienen aún aquellos que heredaron bienes, tierras y
    oportunidades bien aprovechadas.

    Hoy, millones de millones de seres humanos, en nuestra
    América Latina, sufrimos por las condiciones miserables y
    paupérrimas en las que nos devanamos sin una esperanza de
    salir de esos miasmas heredados y provocados en lejanos y
    cercanos años por insensibles, depredadores y estafadores
    de conciencias como lo son y lo fueron aquellos dirigentes,
    funcionarios, gobernantes y presidentes que sólo vieron el
    derecho de su nariz.

    ¡Que se confundan en donde tienen que estar
    confundidos desgraciados y abusadores!.

    ¡Hijos de mala madre!…

    Los derechos humanos
    de las grandes mayorías latinoamericanas siempre fueron y
    todavía son pisoteados y violentados por los poderosos de
    turno que, con su indiferencia por los pobres, los tienen sumidos
    en las desgarradores miserias de las condiciones en que tienen
    que sobrevivir; derechos individuales que por otra parte
    sí son tangibles y gozados por los ciudadanos de los
    países del Primero y del Segundo Mundo que, sin remedio
    para nosotros los rezagados, sí viven, se desenvuelven y
    gozan de ingresos adecuados, suficientes y, por sobre todo,
    sostenibles.

    ¡Ah que desgracia más negra la
    nuestra!.

    Y no es con envidias o con rencores hacia esos otros
    países y sus habitantes como estaremos como
    ellos.

    No.

    Es haciendo lo que ellos hicieron y siguiendo el camino
    por ellos recorrido como conseguiremos vivir tal y como lo hacen
    estos otros privilegiados seres humanos.

    ¿Serán capaces de entenderlo nuestros
    actuales gobernantes?.

    ¿Tendrán la humildad de reconocer que en
    asuntos de desarrollo social
    y humano están más perdidos que una aguja en un
    pajar y con su falta de acciones e ignorancia en la materia nos
    arrastran al hoyo profundo del atraso y de las grandes
    limitaciones?.

    Que no se equivoquen y confundan la humildad con la
    humillación.

    La humildad es la condición de reconocer uno o
    más errores y estar dispuestos no sólo a
    rectificarlos sino a mantener todos los canales de
    intercomunicación abiertos entre gobernantes y los
    representantes de la población para hacer las cosas que
    sean de beneficio social.

    La triste condición del subdesarrollo no respeta,
    por otra parte, ni fronteras ni religiones, mucho menos
    credos, doctrinas o políticas.

    Nos arrastra y arrasa con lo que se encuentre en el
    camino, principalmente vidas humanas.

    El subdesarrollo, y la secuela de males que trae
    aparejado, los tenemos situados, y firmemente agarrados, en cada
    uno de nuestros países latinoamericanos.

    Para nuestra desgracia.

    Y para nuestra degradación social y
    económica, además.

    Y, como son procesos casi irreversibles, resulta que
    salir de ellos es doloroso, costoso y muy tardado.

    Al chocar un vehículo es cosa de segundos en que
    se hace añicos y que se le ocasionan fuertes daños
    estructurales, pero la reparación, al igual que con el
    subdesarrollo, consume esfuerzos, dinero y tiempo.

    Pero el nuestro es un subdesarrollo muy bien
    establecido, tanto es la cosa que podemos afirmar que es uno auto
    sostenido y duradero.

    Es la causa de todos y cada uno de los inconvenientes y
    trastornos que nos hacen sufrir en nuestras desamparadas vidas
    familiares y personales, así como la que en los niveles
    macro de nuestros países y continente nos entrampa
    día con día.

    Y la pobreza es la característica más
    típica y que resalta como ninguna entre los diversos
    miasmas del subdesarrollo.

    Pobreza que por otra parte es el asesino más
    desalmado y la causa del mayor sufrimiento humano no sólo
    en nuestro continente sino que en el mundo completo.

    La miseria en la que amanecen millones de seres humanos
    en nuestro continente, sin un lugar decente y digno para vivir
    pues las condiciones inadecuadas de su vida, educación,
    salud y salubridad, vivienda, nutrición, desempleo, falta
    de oportunidades, discriminación, exclusiones, desigualdades
    y desamparo, de verdad que paran el pelo.

    Todas esas situaciones y condiciones derivadas y
    complementarias del subdesarrollo deberían de haber sido
    suficientemente comprendidas por aquellos que una vez, en sus
    respectivas campañas proselitistas y eleccionarias, se
    dijeron sensibles a la realidad social de sus pueblos, pero que a
    la hora de estar ya subidos en la Silla Presidencial, ¡si
    te vi ya ni me acuerdo!.

    ¡Ah ingratos y desalmados
    politiqueros!.

    Pero ya la historia les tiene reservado un lugar
    especial que los señalará como los grandes
    depredadores sociales de sus respectivos pueblos.

    Serán y quedan señalados de por vida como
    hambreadores y simples pícaros que, abusando del poder
    temporal que unas elecciones les dieran, se llenaron el buche de
    cuanto tuvieron la oportunidad de tragarse sin tan siquiera
    pensar en los más humildes seres humanos que no
    tenían con qué y mucho menos qué comer ni
    qué darles a sus hijitos.

    Ya la historia se encargará de cada uno de
    ustedes miserables esperpentos roba esperanzas y
    genocidas.

    ¡Sí señores!.

    ¡Genocidas!.

    Pues han matado a sus pueblos con la miseria que
    provocaron y con las limitaciones que no quisieron detener y con
    la insalubridad, analfabetismo
    y atrasos que muy bien les sirvieron para mantener, según
    la gran estupidez de ustedes, "dormido y tranquilo al
    pueblo".

    Confundieron la gobernabilidad que creyeron tener en sus
    Gobiernos con el silencio popular que provoca la pobreza, el
    atraso y la miseria.

    Y eso sí que tiene un precio alto, tan alto que
    serán recordados como cualquier tirano que sumió en
    la podredumbre a sus gobernados.

    Pero es que nosotros mismos, los ciudadanos que tenemos
    el poder de los votos, los hemos acostumbrado a sus estafas de
    conciencias pues nunca les pedimos que nos entreguen cuentas de sus
    gestiones.

    Y ni lerdos ni perezosos nuestros listísimos
    dirigentes y gobernantes ¡cómo iban a desaprovechar
    tamañas ventajas populares!.

    Y si a ninguno les hemos contado las costillas
    ¿por qué nos admiramos o asustamos de tener esas
    joyas de dirigentes y de gobernantes que disfrutamos en nuestros
    países?.

    A esos desgraciados y mal nacidos les debemos el
    desarrollo sostenido del subdesarrollo de nuestros
    pueblos.

    Y las millones de vidas que se han perdido por la
    miseria y las condiciones de insalubridad en que forzosamente han
    tenido que sobrevivir y aún lo hacen niños
    recién nacidos, jóvenes, mujeres jefas de hogar,
    ancianos y todas esas personas excluidas y absolutamente
    olvidadas que sucumben en los horrores del
    subdesarrollo.

    ¡Ah pero el desquite de la historia con ustedes,
    lacras y estafadores politiqueros de pacotilla, no será
    poco ni suficiente para dejarlos señalados como lo que
    siempre fueron!.

    Ladrones de conciencias y farsantes apocalípticos
    de porra.

    La dignidad
    humana se ha visto menoscabada, y disminuida a su mínima
    expresión, ante el ataque inmisericorde que el
    subdesarrollo genera en la población en
    general.

    Ninguno de nosotros tenemos defensa alguna contra cada
    una de las manifestaciones y condiciones que impone el atraso y
    la miseria.

    Nos enfrentamos, día con día y segundo a
    segundo, a una gran exclusión
    social.

    Tal parece que es parte de un complot, en contra de
    nuestros países, tanta desgracia que nos rodea.

    Pero no estamos tan olvidados, como es fácil de
    concluir, pues recientemente en el año de 1,995, y en la
    Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, llevada a cabo en la
    capital de
    Dinamarca, Copenhague, la Comunidad
    Internacional, léase los miembros del exclusivo club del
    Primer Mundo, en consenso se comprometieron en serio a planificar
    y ejecutar todas aquellas acciones, políticas y
    actividades que propiciarán una lucha firme y decidida en
    contra de la pobreza, así como conseguir su
    erradicación en el menor tiempo posible.

    Vaya, pues, ya era hora.

    ¡Bravo por ustedes señores que comen los
    tres tiempos y que duermen en camas con sábanas de seda y
    finos olores!.

    Y, si esto no fuera suficiente, tenemos que traer otro
    compromiso mundial a nuestro favor.

    Hay más, no se preocupe usted.

    Estamos siendo objeto no sólo de la curiosidad
    sino de la sensibilidad internacional por aquellos que nos
    habían visto con otros ojos hasta no hace mucho
    tiempo.

    Y no podemos darnos el lujo de desaprovechar esta
    situación única.

    ¿Qué les está pasando?.

    ¿Acaso les damos la suficiente pena como para que
    hagan algo por nosotros?.

    O simple y llanamente es para calmar su psiquismo y
    poder dormir tranquilos.

    Como el que nos procuramos los que con unas monedas o un
    pan dado a los pobres de nuestros países creemos que esa
    es la parte que nos toca en la sociedad.

    Por eso pregunto antes pues la cosa sí es rara y
    parece que es para que los grandes y todopoderosos países
    del Primer Mundo no tengan compunciones.

    Y puedan dormir tranquilos y sin pesadillas en sus camas
    mullidas y de oro.

    Y para que los remordimientos no aumenten más
    allá de la media controlable.

    Las Naciones Unidas,
    en pleno, proclamó al período comprendido entre los
    años 1,997 y el 2,006, como la Década Internacional
    para Erradicar la Pobreza en el Mundo.

    ¡Hay!… ¡hay! …¡hay!.

    ¿Ojalá que logremos un poco de estas
    buenas intenciones y excelentes deseos?.

    Y, ojalá también, que no sea sólo
    eso.

    Un poco de blablabla.

    Como es tradicional en los políticos.

    Pues para empezar ya se han pasado 7 años, de la
    década propuesta, y en nuestros países ni siquiera
    estamos enterados de esa grandiosa obra que se supone ya
    emprendieron nuestros hermanos mayores por estos miserables y
    depauperados países del Tercer Mundo hundidos hasta la
    coronilla en los miasmas del subdesarrollo.

    El desafío, como es fácil de ver, es
    enorme para todos.

    Tanto para los cooperantes como para nosotros los
    beneficiarios.

    Pero vale la pena que nosotros, los afectados, es decir
    los millones de pobres de nuestra América Latina, pongamos
    todo nuestro empeño en ello y algo hagamos para contribuir
    a tan nobles propósitos de aquellos hermanos mayores que
    por fin decidieron hacer algo más que continuar
    explotándonos a mansalva.

    Que Dios los bendiga.

    Que la sonrisa franca y limpia de nuestros niños
    sea el mejor regalo para ustedes y que vean en ella la esperanza
    renacida de nuestras sociedades hoy sujeto y objeto del
    desarrollo humano y social de los poderosos.

    ¡Muchas Gracias!.

    Y sólo con la esperanza que nos provocan estas
    Declaraciones ya hemos podido vislumbrar, por apenas una sencilla
    rendija, la pequeñísima oportunidad que
    necesitábamos para ir saliendo del ingrato
    subdesarrollo.

    Al desafío de la pobreza, que eso y no otra cosa
    es esa condición con la que nacemos y que nos fue impuesta
    hace muchísimos años, hay que agregar otro
    inconveniente, como producto del primero, y que es esa alta tasa
    de natalidad que se da en nuestros subdesarrollados
    países.

    Sin olvidarnos, por supuesto, del gran deterioro de
    nuestro medio ambiente y del abuso y sobre explotación de
    los grandes Recursos Naturales con que cuenta nuestro rico y
    bello continente.

    Los temblores financieros deben ser cosa del pasado pues
    una estabilidad monetaria, crediticia, cambiaria y con intereses
    apropiados, son la base de todo lo que hemos estado
    hablando.

    El desarrollo, así como el crecimiento
    económico, que van de la mano, dependen de la tranquilidad
    en los agentes financieros de nuestros países.

    Así que ojo.

    ¡Mucho ojo!.

    Y para culminar con el éxito
    esperado de esa Gestión Internacional, no debemos
    olvidarnos de hacer nuestra parte desde las alturas del Poder
    Público y obligar a nuestros gobernantes que hagan una
    gestión restringida a la Constitución Nacional.

    ¿Qué más podemos pedir para empezar
    a soñar despiertos?.

    ¿TAN DE NUESTRA
    VIDA DIARIA ES Y HA SIDO EL SUBDESARROLLO?

    ¡Por supuesto!.

    Día con día, segundo a segundo y
    año con año, las miserables condiciones que impone
    el subdesarrollo, a los pueblos que lo padecemos, se dejan sentir
    en nuestro interior, en nuestras familias y por supuesto que
    también en nuestros países.

    A tanto ha llegado la vaina ésta, que nacemos con
    el subdesarrollo latinoamericano como con el color mestizo de
    nuestra piel que nos
    caracteriza en el mundo entero.

    Y, por si queremos agregarle un puntito de verdad a
    estas afirmaciones temerarias, hay que concluir que el
    subdesarrollo ya está atado en nuestra mente.

    Hemos nacido, vivido y muerto en y por causas del
    miserable subdesarrollo.

    Y, a no dudarlo, esta condición vergonzosa,
    humillante y degradante, a más no poder, ya es un estado
    mental absolutamente normal y aceptado por millones de seres
    humanos que, sin mejores perspectivas ni futuro, lo hemos hecho
    nuestro.

    ¡Qué vergüenza, por Dios
    Santo!.

    La serie de graves limitaciones son parte de nuestra
    vida.

    Si dignidad es la cantidad de respeto por nosotros
    mismos ¿a quién tenemos que echarle la culpa por la
    indignidad que a borbollones lucimos en su conjunto los
    latinoamericanos?.

    El respeto hacia uno mismo es lo que permite la
    superación de todo cuanto se antepone a nuestros
    sueños y anhelos; es decir que la dignidad es el motor, o
    debería de serlo, de la superación del ser
    humano.

    Pero al perderla o tenerla menoscabada y casi
    desaparecida de nuestro ser interno, ya la dignidad en
    América Latina perdió su razón de ser pues,
    sin gasolina ningún vehículo, por más
    moderno y caro en el que nos lucimos, podrá llevarnos a
    ningún lado.

    Es cosa del machismo latino, dirían algunos, eso
    de no tener o tenerlo disminuido, cuando proponemos a la dignidad
    como el motivador del desarrollo humano.

    Y no están tan alejados de una realidad muy de
    nuestras latitudes.

    Por el machismo hemos dejado tiradas, quizá las
    mejores oportunidades que se nos han presentado a los hombres
    que, cargados de razones poderosas para no hacer cosas, labores y
    acciones consideradas como actividades de mujeres, hemos
    preservado nuestra sagrada condición de reyes del universo, del
    paraíso terrenal y de nuestras comunidades, sin ver que
    allí, en el trabajo,
    pudimos salir avantes y sacar a nuestras familias de condiciones
    miserables en las que estamos metidos.

    La famosa superioridad masculina que, en nuestro
    continente es más que un atributo natural en los hombres
    un defecto, exceso y una lacra social, y de la cual se derivan
    cantidades absurdas del autoritarismo, abuso, discriminaciones e
    inequidades, causa que se provoquen otras complicaciones en el
    seno de nuestras atrasadas sociedades.

    ¿No será ya la hora de ponerle un hasta
    aquí al machismo y a la demencial superioridad masculina?,
    es decir matar al macho man.

    ¡Por supuesto que sí!.

    También, por supuesto, debemos mencionar al
    fatalismo religioso que hemos venido mamando desde que los
    españoles nos vinieron a conquistar con la Santa Biblia en
    una mano y la espada, muerte,
    desolación, abusos y Santa Inquisición en la
    otra.

    Esta condición que dejaron marcada en nuestras
    psiquis, y en la conciencia colectiva de los latinoamericanos, es
    quizá la barrera más fuerte que ha tenido a su
    favor el subdesarrollo, la pobreza y las miserias humanas que nos
    vienen acompañando desde los siglos de los siglos,
    amén.

    Hemos permitido, por la imposición de creencias,
    castigos y martiriología dejada y fomentada por el
    fatalismo religioso, que fuerzas ajenas al ser humano que vienen
    de más allá de cualquier control,
    comprensión o justificación humana, nos hayan
    dominado de manera tan absoluta que, a la pobreza la vemos hasta
    como un premio divino.

    Si no recordemos el famoso Sermón del Monte que
    desde allí nos dejan impuesta la condición de
    podredumbre, miseria e inopia que padecemos, al dejarnos dicho
    que dicen que dijo Jesucristo: "bienaventurados los pobres
    porque de ellos es el Reino de Dios".

    A tanto ha llegado la cosa esta de la aceptación
    de las condiciones de pobreza que imperan en nuestros
    cristianizados pueblos, que el fanatismo y fatalismo religioso ha
    impuesto a
    sangre, castigo y fuego eterno cosas como las que a
    continuación me voy a permitir copiar
    literalmente.

    En la página 1104 del Nuevo Diccionario
    Bíblico, primera edición
    en castellano 1,991,
    basada en la segunda edición inglesa del New Bible
    Dictionary, 1,982, de Ediciones Certeza, nos encontramos con la
    sabia, cristiana y consecuente afirmación sobre las
    condiciones de pobreza para el pueblo cristiano.

    Y no nos olvidemos que América Latina eso es lo
    que es, la herencia del cristianismo
    en su máxima expresión.

    "En la enseñanza de Jesús las posesiones
    materiales no se consideraban malas sino peligrosas. Con
    frecuencia se hace ver que los pobres son más felices que
    los ricos, porque les resulta más fácil adoptar una
    actitud de
    dependencia de Dios. A los pobres vino a predicar el Evangelio
    (Lucas 4:18; 7:22). Son los pobres los primeros en ser bendecidos
    y a quienes asegura la posesión del Reino de Dios (Lucas
    6:20)".

    Con argumentos sagrados como los que hemos copiado y que
    son los mismos que se han repetido por más de quinientos
    años a lo largo y ancho de nuestro pauperizado continente,
    es difícil contradecirlo y proponer otras cosas más
    de sentido común.

    ¿No será que nuestros millones de pobres,
    por su misma cercanía o presunta cercanía con Dios
    Padre en persona,
    querrán quedarse en su miseria, carencia y
    limitaciones?.

    Pues si al día siguiente de dejar de ser pobres,
    y de acuerdo al argumento religioso cristiano, Dios Padre ya no
    los bendecirá y se les acabará la supuesta
    felicidad que dicen que dijo Jesús tenían los
    pobres sobre los ricos, esa imposición, fanatismo y
    fatalismo religiosos, debe de ser lo que impide la
    superación, el bienestar y la riqueza.

    Entonces sí pudiéramos concluir que el
    desarrollo humano y social de los latinoamericanos se ha visto
    seriamente limitado, en la mayoría de los casos, por la
    forma tan fatalista de ver las cosas que nos rodean.

    Y no ha sido cosa de uno o dos años.

    No hermanos.

    Llevamos, desde 1,492, año del arribo de la
    espada y la cruz, más de 500 años de vivir en esas
    imposiciones religiosas.

    Pero bueno, algo habrá que hacer para ir
    cambiando el casete que suena en nuestras mentes y psiquismos
    para poder tener las opciones de superación en nuestras
    familias.

    Y, sin olvidarnos de la parte religiosa que nos legaron
    a sangre y fuego los españoles, no podemos perder de vista
    que estos conquistadores y el Reino de España
    tenían como significado de la palabra Gobierno toda una
    acción arbitraria la que debía de ser ciegamente
    obedecida.

    Y, si pretendemos vivir o convivir en Estados de derecho
    y en democracias participativas, las arbitrariedades y
    obediencias ciegas no forman parte del nuevo sistema pluralista,
    respetuoso y dinámico que demandan nuestras naciones para
    convertir la democracia en
    hechos reales de bienestar, seguridad, justicia, paz, libertad,
    desarrollo integral y por sobre todo respeto a las
    garantías y derechos individuales.

    Amen.

    José Ramón
    López, en "La paz en la República
    Dominicana"
    , página 102 nos dejó dicho lo
    siguiente sobre los españoles que nos conquistaron y su
    forma de ver el mundo tan especial que tenían y que, a no
    dudarlo, nos legaron directamente:

    "La riqueza se obtenía mediante la guerra y
    conquista; el trabajo era para los esclavos y el comercio para
    los judíos,
    que acababan de ser expulsados de la península
    Ibérica…".

    ¿Qué tipo de Gobierno hacían y
    tenían implantado en América los virreyes,
    capitanes generales y gobernadores españoles en nuestros
    territorios, hoy Repúblicas y Estados herederos de esas
    acciones, y qué era lo que se disfrutaba hace cuatro, tres
    y doscientos años por la población indígena,
    criolla y la propia española residente?.

    Para comenzar eran Gobiernos individualistas, verticales
    y arbitrarios.

    No había ni el más mínimo respeto
    hacia las personas comunes y corrientes, es decir la vida humana
    no valía ni un pepino.

    La educación y formación de la sociedad
    nunca existió como política de Estado hacia la
    población en general.

    El compadrazgo, los privilegios, la impunidad y la
    ilegalidad, por supuesto para amigos y compinches de virreyes,
    capitanes generales, gobernadores y autoridades medianas y
    menores, era el pan de cada día.

    ¿Y qué decir de la corruptela enorme que
    se daba entre las esferas de funcionarios de alto y mediano
    nivel?.

    El poder de virreyes, capitanes generales y gobernadores
    era absoluto.

    Y los abusos derivados de esas condiciones no se
    hicieron esperar.

    ¿Acaso nos resulta extraño ese comportamiento
    de aquellas lejanas autoridades, como cientos de años
    atrás, si con la supuesta democracia latinoamericana poco
    o muy poco ha cambiado la cosa con los que nos gobiernan de unos
    25 años para acá?.

    No.

    Parece la misma vaina que los españoles
    hacían a sus pueblos lo que hoy, para nuestra desgracia,
    hacen los funcionarios públicos electos, y nombrados, con
    nosotros y con los pueblos que gobiernan.

    ¿O no?.

    Es indiscutible que el carácter, comportamiento, políticas
    y mañas de aquellos lejanos conquistadores
    españoles no se ha borrado ni un poquito de las mentes y
    acciones de los nuevos políticos que nos han gobernado en
    Latinoamérica.

    Entonces es fácil deducir el tamaño de la
    piedra, y por sobre todo su enorme peso, que tenemos encima los
    pueblos que estamos sumidos en el subdesarrollo.

    Esa combinación perfecta, pero perfectamente
    maligna y destructiva para las naciones nuestras, entre el
    machismo latinoamericano, el caudillismo, el
    fanatismo y fatalismo religioso, unido al espíritu
    conquistador español que detentan nuestros presidentes y
    gobernantes, casi en lo general, es el caldo de cultivo del
    subdesarrollo en el que mal vivimos millones de seres
    humanos.

    Es por eso que las poblaciones en América Latina
    siempre están a la espera de un mesiánico líder
    que, sin ninguna duda para las masas, nos sacará de las
    miserias con la magia de su hablar bonito, sus grandes promesas y
    la ayuda de Dios.

    ¡Qué lindura de horizonte en el que
    descansa el futuro de nuestros hijos, nietos y próximas
    generaciones!.

    En la chifladura de alguien que sea presentado y
    divulgado como un enviado para sacarnos de todos y cada uno de
    los problemas que por más de quinientos años nos
    tienen seriamente oprimidos y sin ningún chance de salir
    de ellos por medios normales.

    ¡Qué tristeza que tengamos que esperar por
    un caudillo mezcla de Mesías, machismo y
    fatalismo!.

    El subdesarrollo que hoy padecemos en nuestro continente
    es uno profundo, arraigado en lo más íntimo de
    nuestro ser y lo peor, que lo hemos aceptado como regalo divino,
    como para no salir nunca de el.

    La lucha por desarrollarnos y sacar adelante a nuestra
    población, a pesar de los pesares, es una en la que nos
    tenemos que involucrar todos y cada uno de nosotros, pues si no
    vamos a continuar de mal en peor.

    De mentiroso en mentiroso.

    Claro, me refiero a los gobernantes que tendremos de
    aquí en adelante, nada diferentes a los que recién
    han pasado su peluda mano por arcas y bienes del
    Estado.

    Y entonces el círculo vicioso se amplía y
    consolidad como nunca.

    ¡Qué Dios nos agarre
    confesados!.

    ¿ES EL NUESTRO UN
    SUBDESARROLLO AUTOSOSTENIBLE?

    Vean ustedes qué espanto de
    cuestionamiento.

    Que, aparte de ser uno capcioso, es también
    fatal.

    Una paradoja de nuestro continente.

    ¡Así es!.

    Y además de grotesca, grosera y absurda pregunta,
    no podemos dejar de afirmar que es una que, nos guste o no,
    refleja la amarga realidad que padecemos.

    Para acabarla de joder.

    Efectivamente, el grado de subdesarrollo que nos ha
    venido acompañando, desde tiempos inmemoriales, es uno
    robusto, potente y por sobre todo sostenible.

    Es decir que no necesita de mucho para continuar con el
    grado de fortaleza que actualmente tiene.

    Pues se nutre, día con día y segundo a
    segundo, con las desdichas, restricciones, vidas y daños
    psicológicos de nuestros pobres y extremadamente pobres,
    así como de los pertenecientes a las clases medias que
    tienen un acelerado proceso de
    descomposición e inopia.

    ¡Ah pero qué triste realidad con la que nos
    debemos enfrentar!.

    Es más, y sin jactancias, hoy podemos asegurar
    que nuestro subdesarrollo es más potente, poderoso y por
    sobre todo sostenible, mucho más que el desarrollo de las
    naciones pujantes, ricas y del Primer Mundo.

    Por lo menos podemos lucirnos en esto.

    ¿No les parece que ya era hora de tener algo a
    nuestro favor?.

    Si cuando en el tiempo un país o sociedad
    consigue que todos sus índices sean favorables, decentes y
    buenos, es decir las condiciones de buena vida, de seguridad,
    justicia, salud, libertades, igualdades, calidad y expectativas
    de vida, educación, oportunidades de superación,
    etc, etc, son todos parejos y justos para sus habitantes, se
    habla de sostenibilidad y de superación.

    Y, si en ese mismo sentido, los nuestros han podido
    preservar en cada país la pobreza, la miseria, la muerte por
    desnutrición, el analfabetismo, la injusticia, los
    enfrentamientos, el desempleo, subempleo y la marginalidad, no
    podemos dudar en afirmar que hemos sido suficientemente capaces
    de mantener un subdesarrollo altamente calificado y capaz de auto
    sostenerse por los siguientes quinientos años.

    ¿O no?.

    Ejemplos palpables, crudos y vergonzosos son esos
    millones de seres humanos que emigran diariamente hacia los
    Estados Unidos
    porque sus naciones no tienen la capacidad de darles sustento,
    trabajo y superación.

    ¿De qué naciones hablamos?.

    De México, Guatemala, El Salvador, Honduras,
    Nicaragua, República Dominicana, Haití, Cuba,
    Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia,
    principalmente, porque de las demás democracias
    latinoamericanas hay migraciones también.

    ¿Qué puede esperar un ser humano
    comprendido entre los 17 y 24 años en cualquiera de
    nuestros países sino condiciones miserables para
    él, su familia y comunidad?.

    Y eso sólo significa muerte y destrucción
    para ellos.

    Lo triste es que en ese rango se encuentra un
    altísimo porcentaje de la población latinoamericana
    y ellos y ellas, nos guste o no, en 15 y 25 años se
    harán cargo de las riendas de nuestras Repúblicas,
    a lo mejor no como presidentes o altos y medianos funcionarios
    públicos, pero sí con la responsabilidad sobre sus hombres de producir lo
    que cada nación necesita para sostener una
    población quizá duplicada de la actual.

    ¿Se da usted realmente cuenta exacta de esta
    reflexión?.

    Es una aterradora.

    Pero ¡qué diablos está haciendo
    usted para revertir estas cosas que tenemos frente a nuestros
    ojos y narices!.

    Bueno, es momento de ponernos los pantalones los
    machazasos latinoamericanos, y las faldas las mujeres que, por si
    se nos ha olvidado son ellas las que han llevado la batuta y el
    mando, y que juntos emprendamos una lucha a muerte contra el
    subdesarrollo.

    ¿Se apunta usted en esta revolución?.

    ¡Qué bueno!.

    No podemos dejar de mencionar otro aspecto que ha venido
    contribuyendo notablemente en el sostenimiento del
    subdesarrollo.

    El dinero que
    dejan las actividades derivadas del Crimen Organizado, es decir
    de secuestros, robo de vehículos, asaltos a instituciones
    bancarias y financieras, así como las millonarias
    cantidades de dólares, en monedas nacionales, que produce
    el cultivo, procesamiento, trasiego, tráfico y venta de las drogas, es,
    aparte de impresionante, el factor más importante en el
    sostenimiento de las condiciones en las que mal
    vivimos.

    Cada día más los chicos malos, los de
    cuello blanco, los zares y barones del Crimen Organizado,
    están utilizando a jovencitos en las actividades propias
    de los grandes negocios turbios y pecaminosos.

    Si entrevistamos a quienes han sido secuestrados,
    asaltados y despojados de sus vehículos, así como a
    quienes utilizan drogas y estupefacientes, o a cualquiera que
    haya tenido contacto con las personas representantes del Crimen
    en general, nos dirán lo mismo.

    Describen a jóvenes que, con toda desfachatez y
    tranquilidad matan, amenazan, violan, torturan y cometen sus
    agresiones con la mayor de las eficiencias posibles.

    Y el dinero, producto de sus labores en el bajo mundo,
    sostiene la miseria de la mayoría de la
    población.

    ¡Y nosotros tan, pero tan tranquilos!.

    El lavado del dinero de esas ganancias forzosamente
    tiene que hacerse por los canales que existen, es decir por
    bancos, financieras y entidades de bolsa y valores.

    Y quién, estúpido de él, no sabe la
    procedencia de esos millones y se niegue a que algo le quede
    untado en sus manos.

    Me atrevo a decir que ninguno o contados con los dedos
    de una mano manca.

    Esas cosas son las que hacen, de América Latina,
    países con contrastes tan absurdos como esos tan marcados
    entre un ser humano en la lipidia completa y otro en el goce de
    las mieles del dinero fácil.

    Los grandes edificios, condominios y residencias de
    lujo, muy cerca de champas o chozas, casas de cartón,
    madera y
    lámina que, en ambos hogares, en los lujosos y en los
    más humildes, hay seres humanos, hermanos de una misma
    región continental, pero absurdamente separados por la
    falta de dinero unos y por la abundancia en los otros.

    Creo, y estoy totalmente convencido de ello, que es
    muchísimo más difícil, caro, peligroso y
    hasta agotador y complejo hacer lo que hacemos en América
    Latina para tener ese precioso subdesarrollo sostenible con el
    que nos lucimos ante el mundo, que hacer las cosas bien hechas,
    como deberíamos de haberlas empezado a hacer desde hace
    muchos años, para encaminar todos nuestros pasos en la
    senda del desarrollo, progreso, bienestar y
    prosperidad.

    ¿Otro más de los grotescos ejemplos y
    acciones propias de nuestro folclor nacional?.

    ¡Sí!.

    Sin duda alguna.

    Pero aparte de lo risible de este autosostenible
    subdesarrollo que nos manejamos, no deja de ser, junto con lo
    absurdo de la situación, una total paradoja que,
    esforzándonos como lo hacemos para quedarnos en la miseria
    y las iniquidades, nada procuramos hacer por revertir todas las
    condiciones opresoras y roñosas que nos tienen como
    lucimos.

    ¿Será cierto eso que Dios sabe
    porqué puso los sapos bajo las piedras?.

    ¿Usted qué cree?.

    ¿DE CUÁNTO SUBDESARROLLO
    ESTAMOS HABLANDO SER DUEÑOS?

    Para comenzar tenemos que aceptar parámetros en
    esto.

    Es decir qué, cómo y por qué
    medir.

    Y, para empezar con buen pie, lo correcto es conocer las
    manifestaciones que el subdesarrollo provoca en nuestras
    sociedades, para luego medir tales expresiones y ponerlas a la
    consideración de una evaluación
    que, en el mejor de los casos, es la que nos proporcionará
    los números que tiene cada una de esas
    manifestaciones.

    La pobreza, miseria, atraso, abusos y discrecionalidad
    son las primeras consecuencias del subdesarrollo.

    Las desigualdades y la inequidad, las exclusiones,
    racismo y
    discriminaciones e intransigencias, son las secuelas que brotan
    de la mezcla de las anteriores manifestaciones.

    La corrupción, impunidad, incapacidad, desprecio
    y la indiferencia son productos derivados de la mezcolanza de
    todo lo anterior.

    La desintegración socio política de
    nuestras naciones, la violación a los derechos
    individuales de la población, la interpretación antojadiza de funciones y
    leyes, los conflictos, el
    centralismo y
    la verticalidad, son consecuencias de todo lo
    anterior.

    Y la inseguridad, la serie de problemas
    económicos, de la falta de los servicios
    públicos básicos, la insalubridad, la falta de
    educación, la nula participación cívica y
    política de nuestros pobladores, y todos los problemas
    ecológicos, son la demostración final, por si
    había alguna duda al respecto, que el subdesarrollo
    llegó para quedarse entre nosotros.

    Y yo creo que es casi innecesario ponerle números
    a nuestra miseria, en el continente, para poder darnos cuenta de
    la podredumbre y de la dimensión exacta del subdesarrollo
    latinoamericano.

    Pero si insistimos en saber de cuánto
    subdesarrollo estamos hablando tener, la respuesta debe ser
    inmediata.

    Un montononón.

    Cantidades inimaginables de ello.

    Suficiente para exportar a precios de
    quemazón.

    Y si dudamos, sólo volvamos nuestra cabeza, a
    derecha o izquierda, para arriba o abajo, y nos enfrentaremos con
    ese dato crudo y amargo con nuestros propios ojos.

    Cada vez que alguno de ustedes, querid@s lector@s, de
    los que fuman y encienden uno de esos venenosos y excrementosos
    cigarrillos (se nota que yo no fumo y que me desagrada tal
    desventurado vicio ¿verdad?) debe de saber que el precio
    de una cajetilla, que es aproximadamente de un dólar o su
    equivalente en moneda nacional, es casi lo mismo que obtienen
    millones de seres humanos, cada uno de ellos, para pasar un
    día de su miserable existencia.

    Se cataloga a los seres humanos en extrema pobreza
    cuando subsisten con un dólar diario.

    Mire usted que cosa.

    ¿Y usted que lo quema en cigarrillos?.

    ¿No le da vergüenza?.

    Y no sólo por eso no fumo.

    Si el aire tan contaminado que respiramos ya es lo
    suficientemente tóxico, y no cuesta nada, no sé por
    qué razones hay personas que todavía se gastan sus
    dólaritos en tragar humo y sabor excrementoso.

    Pero allá ellos.

    Las aterradoras cifras que nos califican ante el Mundo y
    que el PNUD tiene para exhibirlas, se basan en el Índice
    de Desarrollo Humano (IDH), y esos números nos colocan en
    los últimos lugares.

    Es decir que los nuestros son unos índices que
    indican que es mucho y desastroso el nivel de subdesarrollo que
    tenemos.

    Y, hay que reconocerlo, en los años recientes la
    preocupación que el tamaño de nuestra desventura
    tiene ha roto corazones en la Comunidad Internacional, en el
    Banco Mundial,
    en el FMI, en los
    Organismos de la ONU y en diversos
    representantes de los países súper
    desarrollados.

    ¡Vaya pues, ya era hora!.

    Como recién nos admiramos unas páginas
    atrás.

    De esa cuenta, en la serie de reuniones del Banco Mundial,
    BM, y del Fondo Monetario
    Internacional, FMI, celebradas a finales del año 1,999
    se logró un acuerdo para tomar en cuenta una iniciativa
    para los países pobres sumamente endeudados y
    proporcionarnos un alivio en ese sentido.

    El Grupo de los
    Ocho, para no quedarse atrás, hizo una declaración,
    también en 1,999, en el sentido de respaldar un alivio de
    mayor alcance en el marco de una estrategia de
    lucha contra la pobreza en el mundo.

    Y no hace mucho, en páginas anteriores a
    ésta, resaltamos el hecho de la Declaración de
    Copenhague desde la cual la Comunidad Internacional se compromete
    y declaró, hasta el año 2,006, la Década
    contra la Pobreza.

    Que bueno porque se nos han ahogado millones de seres
    humanos en la pobreza y miseria sin que a casi nadie le haya
    importado en serio el subdesarrollo en nuestro
    continente.

    Ni contribuir a sacarnos del hoyo profundo en que nos
    estamos muriendo y matando.

    LAS GROTESCAS
    CARAS DEL SUBDESARROLLO LATINOAMERICANO

    Si pudiéramos enfocar, no sólo a las caras
    de nuestros millones de hermanos que padecen y sufren en carne
    propia por las secuelas nacionales y continentales que provoca el
    subdesarrollo en nuestros pueblos, sino que a sus corazones para
    comprender sus sentimientos, lo mismo que a sus mentes para
    entender un poco sus sueños y pensamientos, nos
    sería de mucha utilidad para
    empezar a hacer mejor las cosas a su favor.

    ¿No les parece?.

    Y si nos centralizamos en las caritas de los
    niños latinoamericanos, en los hijos de los extremadamente
    pobres, veremos el reflejo de nuestra culpa, en primer lugar
    (porque, realmente, ¿qué hemos hecho para aliviar
    esa angustia y drama de sus rostros?), para luego dar paso a una
    serie de sentimientos capaces de desgarrar nuestros corazones ya
    que es injusto, cruel e inhumano no haber hecho nada y no estar
    haciendo nada para aliviar la pena, el dolor, las inclemencias y
    la crueldad de vida que llevan esos niños.

    Y si junto a las caras de los niños nos ponemos a
    observar las de las mujeres, las madres de esos desamparados
    niños y criaturas recién nacidas, por Dios Santo
    que saldremos corriendo por el reflejo de sus caras.

    Si el macho latinoamericano tiene la libertad de
    embarazar a cuanta mujer se pueda
    fornicar y así mismo abandonarla a su suerte, a ella y al
    producto de la relación sexual, la carga de esa
    irresponsabilidad del semental, indudablemente, la lleva la mujer
    abandonada y la transmite a los hijos.

    Per sécula seculorum.

    Por supuesto que es ella, las millones de ellas, de
    jovencitas y adultas con la carga de uno, dos y hasta cinco o
    más hijos, a las que corresponde buscar cualquier cosa y
    en cualquier parte para dar alimento, vivienda, ropa y
    protección a esos niños que también fueron
    dejados en abandono por nuestros machazasos latinos.

    ¡Qué de a sombrero somos y hemos
    sido!.

    El ratito de placer es lo único que cuenta para
    muchísimos de nosotros.

    Después de eso, levantarnos calzoncillos y
    pantalones y a buscar otra bruta que nos abra las
    piernas.

    El fruto de esas uniones son niños
    traumatizados.

    Y esos niños son los que en 18, 20 y 30
    años asumirán el mismo comportamiento de sus
    desconocidos padres hacia jovencitas brutas y embrutecidas que,
    con una sobadita en la espalda, abrirán las piernas al
    igual que los hicieron sus madres con nuestros padres.

    Clavarse a cuanta chica puedan, dejarles el
    embrión de un nuevo macho latinoamericano, y abandonarlos
    a su buena o mala suerte.

    Aquella tonada tan pegajosa que decía algo como
    "quién, tuviera la dicha que tiene el gallo,
    sacatupumpun el gallo sube, echa su polvorete y se
    sacude"…

    Pues nuestros machos latinos no tienen nada,
    absolutamente nada que envidiarle a tan famoso gallo de
    corral.

    El comportamiento es exactamente igual.

    La roña se pega y es hereditaria.

    ¿Ya se fijó usted en este peculiar
    detallito que nos caracteriza a los machos
    latinoamericanos?.

    Y en la búsqueda de las cosas mínimas para
    sus hijos, esa desesperada madre, abandonada a la buena de Dios,
    tiene que recurrir a cualquier actividad para llevarles lo
    necesario a la prole.

    Robar puede ser una opción.

    Vender su cuerpo otra.

    Meterse a diferentes actividades ilegales también
    es una elección.

    Así como pedir limosna, trabajar con las
    consecuencias de recibir una pésima compensación
    salarial, pepenar cosas y desperdicios en los basureros
    municipales, y en fin cuanta cosa pueda pasar por su
    imaginación.

    Lo que se trata es de llevar y suplir de lo
    indispensable a las criaturas indefensas y absolutamente
    dependientes de su abandona madre.

    Y esos son los rostros en los que deberíamos de
    fijarnos.

    Y en esas caras de mujeres y niños es en donde
    tenemos que poner toda nuestra atención para no olvidar,
    nunca, que las consecuencias del subdesarrollo son
    fatales.

    Adentrarnos en nuestras pauperizadas sociedades y
    observar, además, otros rostros humanos, como los que nos
    muestran los ancianos, minusválidos, indígenas, los
    que pertenecen a las minorías, los alcohólicos,
    drogadictos y la de los presos, también nos permiten tener
    un panorama desolador y miserable del subdesarrollo y del atraso
    de cada uno de nuestros pueblos.

    Ese es el verdadero rostro y caras de nuestro
    continente.

    Pero hay otras caras también que sufren y padecen
    por la acelerada caída en la calidad de vida que se ha
    venido dando en las clases medias.

    Y podemos ver la angustia, impotencia y en algunos casos
    hasta la expresión de la aceptación, y de no tener
    ninguna cosa más por hacer, en las caras de millones de
    hombres y mujeres que una vez fueron productivos y que ya
    intentaron de todo por tener las condiciones que hasta no hace
    mucho tenían, en los desempleados, subempleados y
    marginados de la productividad están estos rostros
    desesperados.

    La dignidad humana menoscaba por los signos
    visibles de la pobreza, marginalidad y abusos, por la falta de
    oportunidades, el desempleo y la carencia, es el dilema nacional
    de nuestros países.

    Estamos marcados.

    De eso no hay duda.

    Y tal parece que marcados de por vida.

    La lucha por la sobrevivencia y supervivencia en las
    condiciones miserables en las que tienen forzosamente que pasar
    sus días y existencia esos millones de seres humanos que
    amanecen día con día en la más
    íngrima de las limitaciones, es una titánica y en
    donde las pocas fuerzas de ellos no alcanzan para salir ni sacar
    a los suyos ni para pasar un día, no digamos el mes o el
    año.

    Y esa lucha constante por ganarle tiempo a sus
    miserables condiciones los consume, tanto, que su vida
    está ostensiblemente reducida pues, sin atención
    sanitaria, y en circunstancias insalubres, como las que los
    rodean, sumado a la carencia de una dieta alimenticia totalmente
    inapropiada pues son insuficientes los pocos o magros alimentos
    que consiguen para compartir en la familia, y
    sujetos al consumo de un agua no potable, contaminada y altamente
    insalubre, la duración de su vida es real y penosamente
    corta si la ponemos en perspectiva y en comparación con
    los seres humanos de las clases medias y media altas.

    Las zonas rurales de nuestro continente son las que
    acogen a un gran número de familias carentes de recursos,
    pero por los fenómenos migratorios contamos en la
    mayoría de las ciudades importantes con aquellos
    cinturones de miseria en las que, los asentamientos humanos, las
    invasiones y las colonizaciones son el pan nuestro de todos los
    días.

    En nuestra querida y bella América Latina es
    altísima la cifra en promedio de los seres humanos que
    padecen las consecuencias del subdesarrollo y que viven en
    áreas rurales, pero los acompaña en su degradante
    miseria la condición de carecer absolutamente de tierras
    propias o si poseen granjas, lotes o parcelas, estas son tan
    reducidas y situadas en lugares agrestes, que ni producen lo
    suficiente ni tienen la esperanza de llegar a contar con un
    ingreso apropiado y mucho menos conseguir algún crédito
    para llevar adelante planes de nuevos y rentables cultivos o
    llegar a tener ganado o aves.

    ¿No es doloroso saber que millones de nuestros
    paisanos, esposas, hijos, hijas y criaturitas recién
    nacidos se acuestan, noche con noche, sin haber ingerido
    alimentos como lo hacemos el resto en la tan tradicional cena
    hogareña?.

    Y si muchísimos de nosotros podemos, al
    levantarnos, efectivamente salir del ayuno de ocho o diez horas
    de reparador sueño, luego de la cena de la noche anterior,
    por medio del desayuno, no podemos dejar de tener estrujado el
    corazón
    al saber y comprender que millones de niños de apenas dos,
    cuatro o diez años no tienen ni un bocado que llevarse a
    su boca inocente y que puedan contabilizarlo como su
    desayuno.

    La explosión demográfica que se padece en
    nuestros países, como consecuencia de otra faceta del
    atraso, es un drama de consecuencias funestas para el futuro de
    millones de niños y jóvenes a los que habrá
    que brindarles condiciones, trabajo y
    protección.

    El analfabetismo, la poca y deficiente educación,
    y el aumento en la deserción estudiantil, es parte de la
    vida diaria del continente.

    A las pocas o nulas oportunidades de superación
    hay que agregar el desempleo, el subempleo, la marginalidad e
    informalidad que la gran mayoría de adultos tienen que
    sufrir para conseguir, si es que tienen la suerte de hacerlo,
    ingresos magros que no alcanzan para el sustento
    diario.

    Existen personas que apenas reciben uno o menos de un
    dólar diario por el intercambio de su trabajo y
    esfuerzo.

    Y eso nos sitúa muy por debajo de la
    media.

    El subdesarrollo nos hace, así mismo,
    súper vulnerables a los desastres
    naturales, y el nuestro es un continente altamente
    susceptible a terremotos,
    inundaciones, erupciones, huracanes, tormentas tropicales y otras
    calamidades que azotan a nuestros países, como si no fuera
    suficiente con el drama diario de la pobreza.

    ¿Qué estaremos pagando?.

    La sequía, que últimamente se ha
    ensañado en nuestros territorios, es devastadora y cruel
    con los más pauperizados seres humanos.

    Y, por sobre todo, en nuestros países estamos
    sufriendo las consecuencias de aquella una vez genial estrategia
    utilizada por los magos políticos de los años
    setenta que, concibiendo el progreso de las naciones y
    basándolo en la distribución descendente de la riqueza,
    como nuevo orden económico, no sólo metieron las
    patas, sino que nos hicieron perder 20 y en algunos casos hasta
    30 años.

    No contaban esos listos tecnócratas que los
    cambios sociales y políticos iban a dejar la riqueza
    sólo en las mismas manos.

    Nunca hubo distribución descendente ni
    redistribución de la riqueza.

    Así que podemos regresar al inicio de este sub
    tema e insistir diciendo que es en los niños,
    jóvenes y mujeres, en donde los rostros y caras del
    subdesarrollo nos muestran el mayor drama y crueldad
    posibles.

    Pero para ver la dimensión extraordinaria del
    subdesarrollo y las secuelas que tiene esta condición
    miserable en la vida de los seres humanos, podemos irnos a los
    Estados Unidos y conocer que allí, a pesar de ser el
    país más poderoso y desarrollado, según un
    reporte sobre la situación social en el mundo, publicando
    datos del
    año 1,993, resulta que cada 35 minutos muere un
    niño por causas relacionadas con la pobreza.

    ¡Imagínese usted tal cosa!.

    ¿Cuántas criaturitas, hijos de
    latinoamericanos, morirán cada minuto en nuestros
    olvidados países del Tercer Mundo, si las nuestras son
    unas condiciones extremas?.

    Y estas condiciones, dificultades y dramas sociales que
    sufrimos día a día, sin esperanzas de salir de
    ellas, han llevado a la explotación del trabajo
    infantil y a promover la prostitución en menores y
    niños.

    Cualquier exageración que queramos decir con
    respecto a los niveles en el desempleo en nuestros
    jóvenes, quedaría corta si nos comparamos con los
    porcentajes que se tienen en países del Primer
    Mundo.

    En 1,992 el desempleo entre la juventud, en
    los Estados Unidos, estuvo en el orden del 15% al igual que en el
    Reino Unido y llegó al 33% en Italia y al 34%
    en España.

    Y si tomamos en cuenta que es en la juventud que
    descansa nada menos la clase de futuro que tendremos, como el
    recurso humano para propiciar y sostener el desarrollo que
    buscamos llegar a tener en nuestro continente, ya podemos saber
    cuál y cuán dramático futuro tendrán
    nuestros hijos y nietos.

    Claro que si nuestro presente es funesto, derivado del
    descuido y desinterés de nuestros padres y ancestros que
    nada hicieron por corregir el rumbo de nuestros países, y
    por el contrario más nos hundieron en los miasmas del
    subdesarrollo, al futuro de hijos y nietos sólo
    habrá que multiplicarlo quizá por cien veces
    nuestro mísero presente, para
    imaginárnoslo.

    ¡Ave María Purísima!.

    ¡Qué terrible!.

    ¿Habrá razones para quejarnos de las
    conductas antisociales que se dan o continuarán
    dándose en los jóvenes latinos?.

    Si no hacemos algo dramático y pronto, a su
    favor, es mejor no proferir la menor queja al
    respecto.

    Bueno, ahí están, a la vista de todo el
    mundo, los grupos de pandillas, maras, bandas y de pilluelos
    haciendo lo que les viene en gana sin medir las consecuencias de
    sus actos en todos y cada uno de nuestros
    países.

    Y los niños de la calle, como la llaga y el
    rostro más patético de nuestras condiciones, que
    nos señalan a cada uno de los adultos de este continente
    como los culpables de sus míseras vidas.

    ¿Estamos dispuestos a dejar las cosas como
    están y que se deterioren mucho más?.

    O con los pantalones bien puestos vamos a parar las
    cosas y a invertirlas.

    ¿Usted dirá hermano y hermana?.

    La población femenina de Latinoamérica
    representa la mitad de los seres humanos en el continente, pero,
    y pese a que ya llegamos a un nuevo siglo, a tener una
    estación espacial orbitando la Tierra y a
    la Internet y al comercio globalizado, las desigualdades,
    desprecio y exclusiones que de las féminas hacemos en
    nuestros países, representan la mayor de las salvajadas
    que hacemos los machos latinoamericanos.

    Y es así que la mayor carga del subdesarrollo,
    como lo es la pobreza, abusos, discriminaciones, irrespetos y
    desigualdades las tienen que soportar estoicamente nuestras
    mujeres latinas.

    ¡Qué barbaridad señores!.

    No sólo se quedan cuidando y criando nuestros
    hijos abandonados.

    No, qué va.

    Y, si nos adentramos en las provincias, a las
    áreas rurales de nuestros países, podremos
    comprobar estos extremos y trato que reciben las señoras,
    ya que si de acceso de la mujer a la salubridad,
    educación, formación, capacitación o a
    convertirla en un recurso humano productivo, dándoles
    instrucción, capital de
    trabajo, tecnología y respeto hablamos o buscamos,
    nada de eso encontraremos.

    Al contrario, la mujer debe estar siempre dispuesta a
    darle hijos al marido, a estar en la casa y a hacer lo posible
    por tener algo de alimentos para el amo y
    señor.

    Y, como con los ejemplos anteriores, es saludable que le
    demos una ojeada a los sucesos que tienen lugar con las mujeres
    en los Estados Unidos para imaginar la cruda y cruel realidad
    nuestra en América Latina.

    La desventaja en esa sociedad altamente industrializada,
    y por sobre todo súper desarrollada, para con las mujeres
    que allí viven es una que, aunque parezca
    increíble, nos para el pelo por lo dramático del
    asunto.

    Resulta que tres de cada cinco madres solteras subsisten
    en la pobreza.

    Sí, leyó usted bien.

    Tres de cada cinco señoras que tuvieron hijos sin
    padre responsable, están en la pobreza en los Estados
    Unidos.

    Ve pues.

    ¿Y usted que se quería ir con todo y sus
    hijitos abandonados en busca de un mejor horizonte a la tierra de
    los gringos?.

    Y falta otra cosa.

    El número de desamparadas ha aumentado, ya que en
    1,980 eran 5.8 millones de mujeres en esas condiciones y
    llegó en el año 1,990 a 7.7 millones de
    pauperizadas señoras gringas y lo que se quiera, pero
    sufriendo por las calamidades de la pobreza.

    Y esos hogares latinoamericanos en donde la cabeza de la
    familia y la responsable es una mujer abandonada, divorciada,
    viuda o madre soltera, y ahora por la migración de sus
    maridos a la espera de una ayuda que muchas veces no mandan los
    desventurados machos latinos en calidad de mojados en Estados
    Unidos y Canadá, han tenido que ingeniárselas para
    llevar aunque sea un pedazo de pan tieso a sus hijos para
    alimentarlos.

    Se habla que una tercera parte de las familias en todo
    el mundo está ahora jefeada y liderada por
    mujeres.

    El trabajo sin remuneración tiene como triste
    protagonista a nuestras mujeres.

    Y proviene de las tareas ingratas que se derivan del
    mantenimiento
    de los hogares pobres.

    Y de muchas otras funciones, trabajos, acciones, faenas,
    ocupaciones, quehaceres, cuidados, trajines y misiones que
    ningún macho latinoamericano le gusta realizar, pero que
    exige sean hechos con las manos de mujeres menores de edad,
    jovencitas y adultas, y el extremo ha llegado a tanto que las
    ancianas realizan las mismas cosas sin
    pestañar.

    No se sabe a cuanto ascendería el monto en
    dinero, y expresado en dólares si se pudiese medir, del
    trabajo sin remuneración que llevan a cabo las mujeres en
    nuestro continente.

    A no dudarlo deben ser miles de millones de dolaritos
    los que los machos latinos nos hemos y nos estamos ahorrando en
    la no remuneración de las faenas y quehaceres que exigimos
    hagan nuestras hijas, esposas, madres, suegras y
    abuelas.

    Podemos poner en cifras todo lo anterior.

    Y basándonos en el Informe sobre
    Desarrollo Humano de 1,995, podemos obtener el siguiente dato:
    "si el trabajo no mercantil de la mujer se expresase en
    términos de valor
    monetario, arrojaría una cifra gigantesca de 16 billones
    de dólares, es decir, superior a un 70% aproximadamente
    del monto oficialmente estimado del producto mundial actual, que
    asciende a 23 billones de dólares. De esos 16 billones de
    dólares, 11 billones representan la contribución
    invisible y no monetizada de la mujer".

    ¿Son o no grotescas las caras del subdesarrollo
    en nuestra querida América Latina?.

    No sólo grotescas sino inhumanas.

    Si emprendemos una lucha decidida contra el
    subdesarrollo debemos incorporar a las mujeres en las estrategias
    contra la pobreza y en los planes de desarrollo humano y social,
    pues sólo así quizá podamos comprender las
    múltiples cargas y la explotación sin
    remuneración alguna en las que las tenemos y mantenemos,
    no sólo monetariamente hablando sino en salubridad,
    planificación
    familiar, educación y capacitación y en general
    de todas las desventuras en las que contribuimos los machos
    latinos en su contra; y proceder a buscar alivio y
    solución definitiva a tan penosa
    situación.

    Y por supuesto poner a las mujeres en el lugar que les
    corresponde tener.

    En el primero de ellos.

    Con respecto a los discapacitados se calcula su
    existencia en un 10% con relación a la población de
    nuestro continente y en esa misma proporción, más o
    menos, con la de nuestros países.

    Y la vulnerabilidad a las secuelas del subdesarrollo son
    enormes y graves para ellos y ellas.

    La
    Organización Internacional del Trabajo, OIT, nos
    mantiene al día con respecto al grado de miseria en la
    vida de los discapacitados e inhabilitados en nuestro
    continente.

    Es así que podemos asegurar que el desempleo
    entre ellos es de cinco a diez veces superior al de las personas
    normales; y, cuando están trabajando, sus funciones son
    extremadamente inferiores, no sólo por la falta de
    movilidad y discriminación, sino por la baja en
    educación, formación y capacidad que tienen o que
    han recibido.

    Y si a ese extremo le agregamos la condición de
    ser mujer la persona discapacitada, la cosa vuela a los extremos
    inimaginables.

    Si hablamos de personas en la tercera edad o ancianos,
    ellos, por condiciones de edad y deterioro en su calidad de vida,
    son sensibles a sufrir discapacidades auditivas, de visión
    y movilidad y, en la medida que aumenten tales problemas, la
    vulnerabilidad se amplía proporcionalmente y la
    adversidad, así como la pauperización, se agigantan
    de forma notable y cruel.

    Se ensañan con los ancianos las condiciones del
    subdesarrollo.

    Nuestro continente y sus países, con contadas
    excepciones, es uno eminentemente indígena y mestizo, y en
    estas etnias, que las tenemos variadas y múltiples, se dan
    los peores extremos del insensible atraso y
    subdesarrollo.

    La conquista nos legó un concepto de
    esclavitud,
    abuso y prepotencia hacia los habitantes naturales de
    América, hoy conocidos como indígenas, de
    proporciones y alcances ingratos e inhumanos.

    Y tales acciones no han dejado de ser practicadas por
    nosotros, los que nos sentimos dueños y amos de vidas y
    haciendas, y en esta situación de alta
    discriminación y exclusiones a rabiar, hay que decirlo
    porque es la verdad, son los propios indígenas los
    más abusivos con su propia etnia y los
    que más excluyen y discriminan a sus hermanos de
    raza.

    La pobreza asedia a los grupos étnicos y mestizos
    de nuestra América y la falta de los servicios
    básicos hace que sus condiciones de vida sean
    verdaderamente crueles.

    Se asegura, por los grupos de las Naciones Unidas, que
    por ejemplo en Guatemala casi el 90% de la población
    indígena sobrevive en condiciones infrahumanas de pobreza
    extrema.

    Y en el Perú, como otro triste ejemplo, lo hace
    más de la mitad de los indígenas.

    Para empezar a cambiar los rostros miserables de nuestra
    población que sobrevive en condiciones de extrema pobreza,
    en pobreza y en la pauperización acelerada de las clases
    medias (los nuevos pobres urbanos), necesitamos, por lo menos,
    que se inicie un Programa que
    incluya estrategias alternativas para luchar en serio contra la
    pobreza y un Plan Nacional de
    Desarrollo Humano y Social.

    Es decir orientar programas para
    reducir la pobreza, como acceso a recursos productivos,
    crédito, tierra, educación, formación,
    capacitación, tecnología y conocimientos sobre
    informática y sistemas; junto a disponer de los servicios
    públicos básicos.

    Hay que buscar mecanismos de protección
    económica y social para desempleados, subempleados y
    marginados, así como para mujeres jefas de hogares,
    niños y menores de edad, jóvenes, discapacitados,
    ancianos y para aquellos que han caído en vicios y
    extremos.

    Y para eso es este maravilloso manual.

    Para que nuestros indiferentes presidentes y gobernantes
    latinoamericanos se pongan las pilas y empiecen a hacer las cosas
    tal y como Dios y la población indefensa lo
    demandan.

    ¿REDUCIR LA
    POBREZA ES IGUAL A DESARROLLO?

    No podemos dejar de insistir en que considerarnos, por
    parte de tecnócratas y funcionarios de Organismos
    Internacionales, y de condicionarnos a ser más o menos
    pobres, más o menos subdesarrollados, por cifras y
    números derivados de los fenómenos
    macroeconómicos de nuestros respectivos países, ya
    tiene que parar.

    De nada sirven las cifras, estadísticas y números que nos
    retratan cada año con condiciones miserables que, por otra
    parte no sólo son ciertas sino que sufridas y padecidas
    por millones de seres humanos a los que las cifras y
    números en nada ayudan.

    Eso de dividir el Producto Interno Bruto, PIB, de un
    país, entre el número de sus habitantes, es una
    aberración.

    Si no somos capaces de entender, o hacerles entender a
    los necios que siguen en sus trece, que es otra la dirección o combinación de eventos los que
    tienen que tomarse en cuenta, continuaremos siendo apenas cifras
    en cuadernos, libros,
    exposiciones, estudios, informes y
    presupuestos,
    y de eso ya estamos lo suficientemente hartos.

    Para hacer un trabajo serio, y con resultados
    favorables, y sentidos por la población pauperizada, se
    hace necesario tomar en cuenta aspectos sociales,
    políticos, culturales, étnicos,
    lingüísticos, territoriales, del medio ambiente y,
    por sobre todo, humanos.

    Y todo eso habrá que integrarlo en las
    estrategias.

    Pues eso de catalogarnos en posiciones del uno al cien
    con respecto a los ingresos per cápita en nuestros
    países es, aparte de una falacia enorme, una soberana
    imbecilidad.

    Por Dios Santo señores tecnócratas acaso
    es cierto que en Guatemala, por ejemplo, un campesino, un
    indígena o un miserable ser humano hundido en los miasmas
    del subdesarrollo, es decir cualquiera de esos más de 9
    millones de guatemaltecos que sobreviven en la más
    íngrima pobreza, tengan o hayan tenido los 1,500 o 1,700
    dólares anuales como ingresos.

    Si a ustedes les hemos servido como simple referencia
    estadística o numérica, ni eso es
    justificable, pues se han basado en una falacia.

    Año con año nuestras poblaciones aumentan
    dramáticamente y el famoso y buscado crecimiento
    económico, si es que lo hay, se diluye en
    cifras.

    Que si este año el 4% no alcanzó a cubrir
    las demandas sociales y económicas de la población;
    pero con un mayor esfuerzo, y si logramos estar en un crecimiento
    del 6%, en quince o veinte años podremos alcanzar la
    meta.

    ¡Mentiras!.

    Hace treinta años venimos oyendo lo
    mismo.

    Si no consideramos las condiciones reales de nuestras
    poblaciones, irrealidades seguiremos compartiendo.

    Y esas irrealidades, al igual que las demagogias de
    nuestros políticos, son las causas de la indiferencia a la
    participación cívica y política en nuestras
    naciones.

    Somos seres humanos de carne y hueso no cifras irreales
    del producto interno bruto.

    De qué diablos le sirven a Juan y a María,
    y a los millones de ellos y ellas en nuestro continente, que
    nuestras cifras macroeconómicas sean maravillosas y que
    los depósitos en dólares estén más
    allá de cualquier expectativa, si en el bolsillo de los
    Juanes no hay un solo céntimo y en la cocina de las
    millones de madres de familia como María no hay más
    que apenas una hierbas y agua contaminada.

    El progreso social y la labor estructural e
    institucional del Estado son procesos que culminan con el
    Desarrollo Humano de nuestros pueblos.

    Si nos basamos en la amarga, cruda y miserable realidad
    humana y social de nuestra gente que sufre en carne propia las
    consecuencias del subdesarrollo, y dejamos por un lado los
    numeritos que en nada reflejan la realidad, estaremos dando el
    primer paso correcto y encaminando todos nuestros esfuerzos en la
    dirección correcta.

    Sólo así los análisis de las cifras adecuadas y
    físicamente reales, de las condiciones humanas y sociales
    de y en nuestros países, nos abrirán los ojos a
    propios y extraños para que juntos, pueblo, gobiernos,
    instituciones y organismos internacionales, tengamos una
    visión integral del subdesarrollo en Latinoamérica
    y en cada uno de nuestros países.

    Por poner un par de ejemplos, de muchos, es bueno poner
    en perspectiva lo siguiente.

    De qué diablos sirve el esfuerzo de construir una
    escuela, ya que
    las cifras macro indican que al dividir el PIB entre no se
    cuantas variables la
    densidad de
    centros educativos es menor comparada con otras regiones
    nacionales u otros países y que por lo tanto es
    indispensable la construcción de escuelas para compensar las
    malas cifras y pésimas estadísticas al
    respecto.

    Y me vuelvo a interrogar ¿de qué diablos
    sirve hacer el gran esfuerzo para construir escuelas?.

    Si en primer lugar los maestros, o las personas que se
    van a encargar de impartir la enseñanza, carecen de la
    preparación adecuada y continúan graduándose
    profesores y maestros, de educación primaria, que dejan
    muchísimo que desear en cuanto a didáctica, moral, pedagogía y capacidad de
    instrucción.

    En segundo lugar las condiciones de desnutrición
    en esa región es tremenda, a tal grado que los pocos
    niños que puedan asistir será imposible que
    asimilen ninguna enseñanza, por buena que ésta sea,
    ya no digamos que los encargados de impartirla adolecen de
    capacidad de instrucción.

    Los caminos que en realidad son brechas o pasos de
    herradura, ganados a fuerza de pasar a pie o a lomo de bestia,
    son inadecuados para que niños y jóvenes puedan
    trasladarse y retornar a sus hogares con la seguridad y comodidad
    requerida.

    Qué incentivos pueden
    tener los niños y sus padres por la apertura de una
    escuela si los ingresos de la cosecha, si es que fueron
    afortunados de tener sus tierritas cultivadas, fueron magros,
    como para tener la estabilidad emocional adecuada para
    enfrentarse con la problemática del mantenimiento
    familiar.

    Si no resolvemos antes todo el entorno que envuelve el
    concepto de educación integral, es inviable y
    contraproducente construir escuelas en nuestra área rural
    o urbana.

    ¿No les parece que es diferente esta
    concepción de las cosas señores
    tecnócratas?.

    El Desarrollo Humano y Social, y acabar con la pobreza y
    miserias, es todo un proceso de eslabones de varias cadenas, en
    donde hay que integrar el entorno, ambiente, cultura,
    costumbres y mañas de nuestras poblaciones.

    No se consigue, como no se ha conseguido a la fecha,
    salir de la pobreza y del subdesarrollo en base a interpolar
    cifras y condiciones que aparecen como interpretaciones de
    informes de papel de los grandes tecnócratas y
    burócratas del mundo.

    Reducir y acabar con la pobreza, y conseguir el
    desarrollo sostenible de nuestras sociedades, es posible y
    tangiblemente apropiado solamente si nos enfocamos en un criterio
    eminentemente integral.

    Y si anteponemos a las cifras y estadísticas al
    ser humano como sujeto y objeto del desarrollo.

    ¿Cómo pueden dar frutos los programas de
    productividad femenina si creemos que con dinero e instrucciones
    precisas eso sea suficiente?.

    ¿Quién cuidará del hogar y de los
    niños mientras tanto?.

    ¿Quién acarreará el agua necesaria
    del río o del pozo, distante hasta uno o dos
    kilómetros de la choza que tienen como hogar?.

    ¿Quién preparará las tareas
    familiares mientras tanto?.

    Las mujeres están dispuestas a que alguien les
    brinde oportunidades de superación y crecimiento
    productivo y económico, pero que ese mismo alguien
    resuelva, a la vez y a la par, los otros compromisos que tienen
    como esclavas del machismo.

    Si con estos pequeños ejemplos no podemos
    comprender la situación, no sé con qué cosa
    lo podamos lograr.

    Diseñar y construir hospitales, centros de salud,
    dispensarios y clínicas es loable, pero si antes no
    resolvemos el grave deterioro de la calidad de agua que toman
    nuestros niños y habitantes de las regiones, así
    como el alcantarillado, entubamiento de las aguas residuales,
    tener rellenos sanitarios y no basureros en barrancos y laderas
    de caminos, y se ponen en práctica todas las medidas
    preventivas en salubridad y protección de plagas, contaminación ambiental y control en el uso
    y abuso de pesticidas, funguicidas y fertilizantes, la simple
    construcción de edificios para salud no será
    más que un quedar bien en los números y
    estadísticas.

    Para lograr reducir la pobreza, y que esta acción
    sea igual al desarrollo
    sostenible que necesitan nuestros países, necesitamos
    cambiar de dirección al respecto y, dejando por un lado
    las cifras y los numeritos mágicos, debemos establecer
    cuáles son y han sido los obstáculos, frenos y
    contrapesos que impiden el éxito en esta lucha desigual
    contra la pobreza, para luego de ello aplicar una estrategia
    alternativa para erradicar la miseria, el atraso, las
    desigualdades, exclusiones e inopia que sufre nuestra gente y
    lograr, sólo así, con esas reducciones en la
    pobreza, el desarrollo indispensable en
    Latinoamérica.

    Hace ya varios años fui despertado por un joven
    que trabajaba conmigo.

    Me explicó que un niñito que vivía
    en su vecindad estaba muy mal y que como era domingo no
    encontraban a donde llevarlo.

    Por supuesto que mal vivían en unas condiciones
    tan limitadas y extremas como cualquiera de las millones de
    familias en la más grande de las pobrezas.

    Me vestí lo más rápido posible y
    llegué por la madre y la criaturita de apenas ocho o diez
    meses de nacido.

    El marido y padre del niñito bien
    gracias.

    Uno más de esos machos latinoamericanos que hizo
    las del gallo de corral.

    Picar y correr a las primeras de cambio.

    Ingresamos al Centro Médico, uno de los mejores
    Hospitales Privados de mi país, Guatemala, y fue tratado
    en la emergencia con la celeridad que el caso tan grave
    ameritaba.

    Una tremenda diarrea lo
    tenía al borde de la muerte.

    El pediatra, uno de los más capacitados,
    luchó denodadamente por salvarlo.

    Y tuvo la gallardía de decirme que era muy
    difícil conseguir ganarle al destino despiadado de esa
    indefensa criatura, pero que si conseguía que la medicina y por
    sobre todo Dios lo curaran, sólo sería temporal tal
    cosa.

    ¿A qué condiciones cree usted que si el
    niño sobrevive regresará?.

    ¿No a las mismas en las que recientemente usted
    llegó a traerlo?.

    Comprender esa amarga realidad fue una lucha intensa y
    por sobre todo un dolor e impotencia
    mayúsculos.

    El niñito falleció.

    La mamá, una indígena de no más de
    veinte años, nada pudo hacer ni comprender lo que
    había sucedido con su hijito

    Y la lección que de esta amarga y
    tristísima experiencia podemos sacar todos los que hoy la
    sabemos, debe ser una a favor de mejorara las condiciones
    extremas de nuestros niños latinoamericanos en
    general.

    ¿No le parece justo?.

    LOS ELEMENTOS QUE
    DEBEN INTEGRARSE EN EL DESARROLLO

    1. ESTRUCTURAS E INSTITUCIONES:
    1. Gobiernos, organismos del Estado e instituciones al
      servicio
      de sus habitantes.
    2. Un verdadero estado de derecho vigente y respetado
      por todos los sectores nacionales.
    3. Un Sistema Monetario, Cambiario, Crediticio,
      Económico, Productivo y Financiero dispuesto a
      sostener el crecimiento y el desarrollo.
    4. Un Sistema Nacional de Inversión
      Social.
      1. Educación, formación,
        capacitación y valores cívicos.
      2. Desarrollar carreras técnicas y promover
        el acceso universitario.
      3. Salud, salubridad, saneamiento ambiental,
        prevenciones y educación en la natalidad, crianza y
        sostenibilidad de la familia.
      4. Respeto a la multiculturalidad, etnias, lenguas,
        religiones, etc.
      5. Garantías a los derechos
        individuales.
    1. PRESENCIA DEL SENTIDO HUMANO:
    2. INFRAESTUCTURA Y SERVICIOS
      BÁSICOS:
    3. INTEGRACIÓN TERRITORIAL:

    GUILLERMO RUANO GONZÁLEZ

    Investigador, Asesor y Consultor en Ingeniería Política y Comunicación.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter