- Erosión
- Desertificación
- Pérdida de fertilidad
por monocultivo y salinización - Urbanización
- Compactación
El suelo es un
recurso natural que corresponde a la capa superior de la corteza
terrestre. Contiene agua y
elementos nutritivos que los seres vivos utilizan. El suelo es
vital, ya que el ser humano depende de él para la producción de alimentos, la
crianza de animales, la
plantación de árboles, la obtención de agua y de
algunos recursos minerales, entre
otras cosas.
En él se apoyan y nutren las plantas en su
crecimiento y condiciona, por lo tanto, todo el desarrollo del
ecosistema.
La erosión del suelo se
está acelerando en todos los continentes y está
degradando unos 2.000 millones de hectáreas de tierra de
cultivo y de pastoreo, lo que representa una seria amenaza para
el abastecimiento global de
víveres.
Cada año la erosión de los suelos y otras
formas de degradación de las tierras provocan una
pérdida de entre 5 y 7 millones de hectáreas de
tierras cultivables.
En los países subdesarrollados, la creciente
necesidad de alimentos y leña han tenido como resultado la
deforestación y cultivo de laderas con
mucha pendiente, lo que ha producido una severa erosión de
las mismas.
Para complicar aún más el problema, hay
que tener en cuenta la pérdida de tierras de cultivo de
primera calidad debido a
la industria, los
pantanos, la expansión de las ciudades y las carreteras.
La erosión del suelo y la pérdida de las tierras de
cultivo y los bosques reduce además la capacidad de
conservación de la humedad de los suelos y añade
sedimentos a las corrientes de agua, los lagos y los
embalses.
Los problemas más comunes en relación al
suelo tienen que ver con las actividades de las personas. Al
respecto, los problemas directamente derivados del uso
antrópico de los suelos son actualmente muy
severos.
La erosión, la desertificación, la
contaminación, la compactación, el avance de
las ciudades y urbanización, y la pérdida de
fertilidad, se encuentran entre los problemas más graves
que afectan hoy a los suelos.
La erosión es la pérdida de suelo
fértil, debido a que el agua y el
viento normalmente arrastran la capa superficial de la tierra
hasta el mar.
El ser humano acelera la pérdida de suelos
fértiles por la destrucción de la cubierta vegetal,
producto de
malas técnicas
de cultivo, sobrepastoreo, quema de vegetación o tala del bosque. Las
prácticas productivas sin criterios de protección,
contribuyen en gran medida a que este problema se agrave cada
día más.
La degradación del suelo reviste gran importancia, porque
su regeneración es en extremo lenta.
En zonas agrícolas tropicales y templadas, se
requiere de un promedio de 500 años para la
renovación de 2,5 centímetros de suelo.
El cultivo de tierras en lugares con pendiente aumenta la
posibilidad de agotamiento del suelo fértil, ya que es muy
fácil el arrastre de tierra por acción
de la lluvia.
La actividad minera ha utilizado grandes cantidades de
leña, eliminando así la cubierta vegetal,
imprescindible para la protección del suelo.
Estas prácticas se remontan a la época de
la colonia, cuando la deforestación acabó con ricas
áreas forestales y las aridizó.
La erosión también puede afectar ecosistemas
lejanos, como los de la vida marina. El suelo arrastrado al mar
se deposita como sedimento y cambia la composición del
fondo marino, sepultando vegetación y cuevas, y
transformando el contenido químico de las aguas.
Es importante destacar que la erosión del suelo,
además de afectar y alterar los ecosistemas, afecta
seriamente a la gente y a la economía de un lugar.
Hay una relación directa entre la disminución de la
capacidad productora del suelo y la disminución de los
ingresos de la
comunidad.
Los suelos poseen una cierta capacidad para asimilar las
intervenciones humanas sin entrar en procesos de
deterioro. Sin embargo, esta capacidad ha sido ampliamente
sobrepasada en muchos lugares, como consecuencia de la
producción y acumulación de residuos industriales,
mineros o urbanos.
Otra actividad con riesgo ambiental
de contaminación de suelos es la minería,
por su poder
modificador del paisaje y sus descargas de residuos
tóxicos..
El suelo también sufre la contaminación por
residuos de pesticidas y otros productos
agroquímicos, como los herbicidas y los fertilizantes.
Algunos de ellos permanecen en el suelo, y desde allí se
integran a las cadenas alimenticias, aumentando su
concentración a medida que avanzan de nivel
trófico.
La contaminación de suelos se da también por la
mala eliminación y ausencia de tratamiento de
basuras.
Otro problema grave se presenta con los residuos
industriales. El vertido ilegal de residuos industriales
constituya un serio problema de contaminación del
suelo.
La desertificación es la intensificación
de la aridez. Cabe destacar que este término se utiliza
para describir procesos causados por los seres humanos. En
cambio, otro
concepto
llamado "desertización", se utiliza para describir el
proceso
natural de la formación de desiertos.
La desertificación, definida como la
intensificación de las condiciones desérticas y el
decrecimiento paulatino de la productividad de
los ecosistemas, es generada principalmente por el ser humano,
que actúa sobre un medio frágil y lo presiona en
exceso para obtener su sustento.
Cuando se tala vegetación para despejar tierras o usar
leña, la capa fértil del suelo es expuesta a la
lluvia y al sol, la corteza del suelo se endurece y se seca,
impidiendo la infiltración de más agua. Así
comienza el proceso de desertificación, ya que disminuye
la filtración acuosa a depósitos
subterráneos, y la capa de suelo superficial se erosiona y
se convierte en estéril.
Las principales causas de desertificación son la agricultura de
secano y riego, la erosión hídrica y eólica,
los cambios climáticos, el sobrepastoreo, la
deforestación, los incendios
forestales, la extinción de especies nativas de flora
y fauna, y la
expansión urbana.
Pérdida de
fertilidad por monocultivo y salinización:
Cuando se siembra la misma especie cada año, la
tierra se deteriora. El trigo agota el nitrógeno y otros
nutrientes del suelo. Si se continúa cultivando trigo en
la misma tierra, disminuye la producción cada
año.
El monocultivo de especies forestales también es
un problema por la misma razón. Se está viendo que
el replante de pinos en el mismo terreno ya no es tan rentable,
porque en la segunda y tercera plantación disminuye el
ritmo de crecimiento de los árboles. Además de
agotar las tierras, el monocultivo multiplica algunas plagas,
pues éstas pueden contar siempre con el tipo de alimento
al que están adaptadas.
La salinización del suelo es la acumulación de
sales provenientes del agua de regadío y de los
fertilizantes usados. Debido al exceso de sales, el suelo pierde
la fertilidad.
La urbanización es el avance y crecimiento de las
ciudades y la edificación de nuevas poblaciones, las que
generalmente se ubican sobre suelo fértil. De esta forma
se pierde el mejor suelo agrícola, se impide la recarga de
los depósitos de agua subterránea y se destruye
mucha microflora y microfauna que vive en el suelo.
Una gran parte de los suelos con alto potencial
agrícola de muchos países se encuentran dentro de
límites
urbanos y el rápido crecimiento de las urbes amenaza las
tierras.
La compactación del suelo se produce por el paso
de personas, animales y vehículos en forma repetida por el
mismo lugar. Esto provoca la desaparición de los espacios
existentes entre las partículas del suelo, lo cual
disminuye la cantidad de oxígeno
presente y, por ello, la microflora y microfauna..
La degradación de los suelos es como una crisis
silenciosa que esta avanzando tan rápidamente en América
Latina que pocos países tienen la esperanza de
alcanzar una agricultura sostenible en un futuro
próximo.
Es un problema que, a pesar de estar amenazando la
subsistencia de millones de personas en la región, tiende
a ser ignorado por los gobiernos y la población en general.
Los Gobiernos nacionales, provinciales y locales tienen
la responsabilidad urgente de crear una mayor
conciencia en
la población acerca del deterioro de los recursos de
tierras y de su efecto negativo sobre la producción
agrícola y la economía de sus
países.
Las causas de la degradación de suelos tienen su
origen en factores socioeconómicos, en la
sobre-explotación de la capacidad de uso de las tierras y
en prácticas de manejo de suelo y agua
inadecuadas.
La información disponible de investigación sobre los tipos, causas,
grado y severidad de la degradación de tierras es
todavía insuficiente en la mayoría de los
países de América
Latina. Esta falta de información dificulta enormemente la
identificación y la puesta en práctica de estrategias
efectivas de conservación y rehabilitación de
tierras.
Para superar los problemas mencionados, se deben
considerar soluciones que
impliquen una acción inmediata y, también, métodos de
prevención para impedir mayor deterioro futuro. Parte del
deterioro causado lo puede solucionar la naturaleza
misma con sus ciclos naturales.
Por ello la acción del ser humano debiera
contribuir a crear las condiciones necesarias para que la
naturaleza emprenda su obra de restauración.
Sin embargo, recuperar el suelo una vez que éste
ha sido destruido es un proceso lento si se lo deja sólo a
su ritmo natural, y muy costoso si se trata de acelerarlo. Por lo
tanto, lo más razonable es evitar que se destruya el
suelo.
Cristian Frers
Técnico Superior en Gestión
Ambiental.
Técnico Superior en Comunicación
Social.
Tte. Gral. Juan D. Peron 2049 7mo. "55".
(C1040AAE) Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
República Argentina.