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Historia, estructura y coyuntura. Una breve aproximación a los conceptos




Enviado por jorge_zappino



    1. El
      panorama
    2. A modo de
      conclusión
    3. Bibliografía

    INTRODUCCION

    El presente trabajo
    pretende hacer una breve descripción de algunos conceptos como el de
    estructura y coyuntura que se dan en el estudio de la historia como ciencia,
    abrevando en los escritos de Braudel, Levi-Strauss, Foulcault,
    Althuser, entre otros.

    Sin la pretensión, siquiera, de agotar el tema,
    se trata solo de una mirada particular de estos conceptos para,
    al final, decir unas breves palabras acerca de lo que el autor de
    este trabajo pretende de una ciencia como la historia.

    EL
    PANORAMA

    En el siglo XVIII, los historiadores desarrollaron
    amplios preceptos sobre la forma de hacer historia.

    En ese momento, la historia era un complejo literario
    que se había armado sobre el universo
    conocido hasta entonces, lo cual implicaba solamente que los que
    tenían que escribir historia lo hicieran en una forma de
    exposición.

    El Renacimiento
    había acentuado los modelos de la
    época clásica; y la historia era vista como una
    historia moral y
    filosófica que mostraba las verdades generales, es decir,
    una historia que "enseña".

    Mas adelante, ya en el siglo XIX, la manera de hacer
    historia puso más énfasis en el problema de las
    fuentes y como
    usarlas para desarrollar un relato.

    De esta forma, la historiografía romántica
    y la historiografía positivista ponian el acento en la
    realidad cotidiana, tratando de darle un sentido a la
    narración histórica.

    Tanto en una como en la otra, el objetivo era
    reproducir, en el relato, el orden observado en la
    realidad.

    En este sentido, operaba la necesidad de despojar a la
    composición histórica de todo vestigio de las
    fuentes. En todo caso, esto solo se admitía como una cita
    aclaratoria de alguna época distante.

    En suma, el historiador aparecía como una especie
    de testigo presencial de los hechos.

    Tras la Segunda Guerra
    Mundial, la historia basó su método en
    el estructuralismo, que prescindía del sujeto
    y reemplazaba la historia de los hombres por la historia de las
    estructuras
    económicas y sociales.

    Claude Levi-Strauss quiso, en los 50, emprender la
    búsqueda de "la base inquebrantable de la sociedad
    humana". Según él, el estudio
    etnográfico "nos ayuda a construir un modelo
    teórico de la sociedad humana que no corresponde a ninguna
    realidad observable pero con la ayuda del cual lograremos
    desentrañar lo que hay de originario y de artificial en la
    naturaleza
    actual del hombre y a
    conocer bien un estado que no
    existe ya, que probablemente no existirá nunca y del cual
    es, sin embargo, necesario tener nociones precisas para juzgar
    adecuadamente nuestro estado presente". (C. L. Strauss: 351 y
    ss.)

    Levi-Strauss conceptualizó su trabajo como una
    "antropología estructural", señalando
    la nueva orientación del estudio positivo de las ciencias del
    hombre. Según este pensador, la estructura de la historia
    donde mejor puede verse y discutirse la ideología estructuralista es en la
    relación entre estructura e historia.

    Vilar, en su debate con
    Levi-Strauss, coincide y discrepa con este último en
    varios aspectos. Para Vilar, y en esto coinciden, la estructura
    es una realidad objetiva e inteligible.

    Sin embargo, esto no es un descubrimiento de
    Levi-Strauss, puesto que es tomado por las demás ciencias
    para definir su objeto.

    En realidad, al estructuralismo no le interesaba la
    génesis de los conceptos, la historia, sino el complejo de
    relaciones que, en un determinado momento, es posible descubrir.
    De ahí que se haya definido la estructura como entidad
    autónoma de dependencias internas.

    Por razones diversas, Fernand Braudel y Louis Althusser
    han rechazado para la historia las nociones
    estructuralistas.

    Althusser las asociaba con la concepción
    hegeliana de la historia según la cual "la estructura de
    la existencia histórica es tal que todos los elementos del
    todo coexisten siempre en el mismo tiempo, en el
    mismo presente y son contemporáneos los unos de los otros
    en el mismo presente". (L. Althusser y E. Balibar: 104 y
    ss.)

    Braudel, en cambio,
    aclaraba que el oficio del historiador no podía quedar
    encerrado dentro de un estructuralismo para el cual la absoluta
    inmovilidad temporal era una condición
    necesaria.

    En realidad, Braudel pretendía abrir un puente
    entre las diferentes ciencias
    sociales.

    Con respecto al estructuralismo y a la sincronía
    planteados por Levi-Strauss, Braudel veía allí un
    problema debido a que el modelo de Levi-Strauss se enfocaba en la
    necesidad de ver las estructuras profundas que los cambios de
    coyuntura no podían ver.

    Braudel, por su parte, quería hacer posible algo
    parecido a una reflexión estructuralista en historia pero
    sin renunciar a la noción de tiempo. Estaba de acuerdo en
    que podía superarse el hecho de una historia
    acontecimiental, apoyada en hechos únicos e
    irrepetibles.

    Para esto, Braudel plantea un "tiempo largo" dentro de
    los límites de
    la cual ciertas estructuras profundas actúan pero no se
    mantienen inalterables. La fuente de esta percepción
    era similar a la de Levi-Strauss

    El concepto de
    "tiempo largo" permite que los estudios de la etnología
    puedan ser usados por los estudios históricos.

    Braudel plantea que la historia debe integrar la
    totalidad; y es en el contacto con las otras ciencias donde los
    niveles se integran en esa totalidad.

    En Braudel, y en esto se diferencia de los
    estructuralistas, la estructura es una especie de encadenamiento
    descriptivo de los distintos hechos y niveles, poniéndolos
    en acción.

    Este autor enfatiza las permanencias; y esto se
    manifiesta en la división de los tiempos entre tiempo
    largo, tiempo medio y tiempo corto.

    No es que Braudel descomponga la totalidad; Pero
    sí lo hace con los tiempos.

    El concepto de estructura se vincula, al mismo tiempo,
    con una estructura englobante (el tiempo largo), y una estructura
    media, inmersa en la anterior.

    Vilar, en su critica a Braudel, plantea que la
    estructura no es algo fijo o invariante, sino que es un proceso con
    una lógica
    de funcionamiento, en el cual se pueden encontrar ciclos de
    decadencia y ciclos de renovación, todo en un constante
    cambio.

    En realidad, coyuntura tras coyuntura, en el tiempo
    largo, se modifica la estructura.

    La concepción de Braudel ha tenido también
    una respuesta de Foucault.
    Según el filósofo francés, al mismo tiempo
    que la historia se inclinaba por la larga duración y
    rechazaba la injerencia del acontecimiento puntual, en ciertas
    disciplinas específicas, como la historia de las ideas, de
    las ciencias, del pensamiento o
    de la literatura, la
    atención se dirigía hacia los
    fenómenos de ruptura y cambio. (M. Foucault:
    12-13)

    En La arqueología del saber, Foucault
    denomina "uso ideológico de la historia" a la historia
    continua o global.

    Se trata de una función
    conservadora que asume a las continuidades como el fundamento de
    toda historicidad posible y que se resiste al uso manifiesto de
    las categorías de ruptura y cambio.

    Foulcault acepta una filosofía de la historia
    fundada en una racionalidad de la teleología del devenir,
    en la relatividad del saber histórico y en la posibilidad
    de dotar de sentido a los acontecimientos; encuentra una historia
    del pensamiento sustentada en la praxis del
    sujeto.

    De esta manera, estudia a la historia global. La
    describe como una historia que organiza los fenómenos
    alrededor de un centro, llámese significado,
    espíritu de una época o visión del
    mundo.

    Por otro lado, Althusser propone una relectura de
    Marx con el
    objeto de encontrar un contenido que nadie había podido
    leer porque estaba implícito: la armadura, la estructura
    del pensamiento marxista.

    Según Marx, existe una continuidad material de la
    historia: nacemos en un país, en una sociedad, en una
    clase o
    fracción de ella, en el seno de una familia, con
    ciertas costumbres, etc. Y esto produce al hombre. Estos existen
    en el seno de determinadas relaciones que los
    preexisten.

    Sin embargo, estas relaciones han sido producidas por
    los hombres: los hombres, decía Marx, hacen su propia
    historia.

    Esta acción de los hombres, realizando su propia
    historia, está mediada por un correlato mental, es decir,
    por la ideología dominante.

    Ahora bien, Althusser, desde el estructuralismo de
    izquierda, y Levi-Strauss, desde el estructuralismo
    antropológico, han descalificando una y otra vez las ideas
    de gran parte de los autores que se presentan a sí mismos
    bajo el ropaje del estructuralismo.

    Todos ellos consideran que su trabajo debe orientarse
    hacia el estudio de las estructuras.

    Esta concepción implica el principio de la
    totalidad: según este principio, los elementos que
    conforman la vida social no tienen significación, ni mayor
    importancia, ni pueden entenderse separados los unos de los
    otros. No es posible, por ejemplo, comprender la economía de una
    sociedad si se investiga solo a esa sociedad. De igual modo, es
    imposible entender el modo de pensar de la gente, su vida
    política o
    el funcionamiento de sus formas de autoridad, sin
    referirlos a los otros aspectos de su vida social. Esta es la que
    algunos suelen llamar una visión holística de la
    sociedad.

    Es decir, que la sociedad es un todo; por lo tanto, para
    poder
    comprenderla hay que concebirla en esa forma. No es posible
    estudiarla válidamente considerándola como una suma
    de pequeñas partes.

    El lazo de unión entre todos los estructuralistas
    es, entonces, la concepción de que los elementos que
    constituyen la sociedad, o cada uno de sus sectores, se
    relacionan entre sí en formas determinadas que conforman
    modelos; por consiguiente, cuando se quiere explicar algo, la
    investigación no debe encaminarse hacia el
    estudio de sus componentes, sino a la manera como ellos se ligan
    entre sí, es decir, a la estructura, a los sistemas de
    relaciones entre esos elementos.

    Para ello, algunos estructuralistas recogen conceptos ya
    existentes; por ejemplo, Althusser retoma el concepto de
    formación económico-social de Marx, para afirmar
    que la estructura básica de una sociedad es su
    formación social y que ésta es un sistema de
    relaciones entre los distintos elementos que la componen, tales
    como las relaciones de producción, las fuerzas productivas,
    etc.

    Desde el punto de vista estructural, por ejemplo, lo
    importante de una silla no son la madera ni la
    tela ni el metal que la forman; lo que hace que sea una silla es
    el modo como esa madera, esa tela, ese metal se relacionan entre
    sí, se arman; con los mismos elementos se pueden armar
    muchas otras cosas diferentes y, sin embargo, los elementos
    siguen siendo los mismos, porque son comunes, generales; lo que
    cambia son sus relaciones, cambios que están sometidos a
    leyes de
    transformación también universales.

    Igual ocurre con las sociedades;
    los aspectos que las componen son los mismos para todas ellas. Lo
    que distingue a una sociedad de otra, lo que diferencia
    períodos históricos en una misma sociedad, no son
    sus componentes, porque éstos son universales, sino el
    cómo se relacionan entre sí en un sistema. Los
    mismos elementos organizados de otra manera producen un resultado
    distinto.

    Con el estructuralismo, la historia había
    ampliado su objeto: ya no era la historia de cada hecho, de cada
    dimensión, de cada hombre, sino que implicaba la
    reconstrucción de los grandes relieves del devenir de las
    sociedades. El objeto y el marco serian, entonces, las sociedades
    en movimiento.

    El estructuralismo choca con las concepciones del
    individualismo metodológico (Popper, Von Hayek, Escuela de
    Viena), dominante en la ciencia
    económica, que concibe a los individuos como previos a las
    relaciones sociales, y como supuestos primeros y últimos
    de la actividad económica, política y
    social.

    Luego, estaba el tema de la totalidad social, que
    planteaba la coexistencia de los hombres y de sus relaciones. Las
    relaciones existen previas al nacimiento de cada hombre. Sin
    embargo, esas relaciones no existen por fuera de la acción
    de todos los hombres, aunque preexisten a cada hombre y se le
    presentan como condiciones objetivas.

    El análisis estructural tiene que ver con una
    realidad social estructurada. Era preciso descubrir ciertas
    regularidades determinantes de ese todo, que desde el punto de
    vista del devenir es lo más estable y
    permanente.

    Sobre la base de descubrir esas regularidades,
    vendría la discusión acerca de la naturaleza de esa
    estructuración, que es la discusión sobre la
    naturaleza de esa sociedad.

    El análisis histórico pone de manifiesto
    que toda estructura es un proceso, que tiene un devenir y un
    movimiento que hay que captar.

    El concepto de invarianza y permanencia, propio del
    estructuralismo, generaba una visión del cambio o ruptura
    exógena a la estructura misma.

    Si nos remitimos específicamente a la historia,
    es en la historia económica donde se usa más el
    concepto de estructura.

    Cardoso afirma que "el concepto de estructura se da en
    historia económica, en oposición al concepto de
    coyuntura o movimiento. La estructura designa entonces, a la vez,
    las permanencias económicas y las proporciones que existen
    entre los fenómenos". (C.F.S. Cardoso y H. Pérez
    Brignoli: 49-50)

    El concepto de estructura, dice Cardoso, "aparece
    vinculado a la toma de conciencia de los
    historiadores acerca de que el estudio de la evolución de las sociedades, demuestra la
    existencia de ciertos sectores y elementos de la realidad social,
    caracterizados por una estabilidad y una permanencia relativas y
    extremadamente variables".
    (C.F.S. Cardoso y H.Perez Brignoli: 50)

    Para Cardoso, sin embargo, estructura y movimiento
    están vinculados. Los diferentes tipos de estructuras
    tienen aparejados diferentes tipos de coyunturas. Cuando estas
    últimas se acumulan, se producen los cambios
    estructurales.

    En el proceso posterior al estructuralista, la historia
    realizó un giro de retorno al actor, al individuo, a
    la acción subjetiva. De esta manera, se descomponen las
    esferas que el estructuralismo mantenía unidas: la
    economía, la sociedad, la política, la cultura, etc.;
    es decir, existe una emancipación de las diversas
    historias: se habla de historia de las estructuras
    económicas, historia de los pensamientos, etc.

    Procesos tales como el Mayo Francés en 1968
    hicieron que se volviera nuevamente la vista al sujeto. De
    aquí en más, el postmodernismo se sumió en
    el subjetivismo. Era la época de los Anales.

    En la primera etapa, los Anales buscaban reacomodar los
    fenómenos políticos en un todo más amplio.
    La influencia del estructuralismo en la etapa de los Anales,
    lleva a desplazar el análisis
    político, lo que implica, también, el
    desplazamiento del conflicto.

    En los últimos tiempos, el uso de las fuentes y
    de los problemas que
    eso trae, han sido, de alguna manera, subsanado por los prestamos
    hechos por las otras ciencias sociales.

    En este sentido, la historia actuaría como una
    ciencia auxiliar de dichas disciplinas.

    Ahora bien, la historia es auxiliar de las otras
    ciencias solo en el sentido de reponer la dimensión
    histórica de las mismas, es decir, identificar la
    génesis y el devenir de los objetos que las otras ciencias
    estudian.

    Las fuentes han pasado a ser una referencia indirecta de
    la realidad social, incapaz de ilustrar todos sus aspectos o de
    responder a todas las preguntas que podemos formular sobre ella.
    Por esto, cualquier inferencia sobre esa realidad no descansa en
    las fuentes mismas sino en la asociación entre las fuentes
    y una teoría,
    un modelo o una hipótesis explicativa. Las fuentes
    adquieren una significación sólo con respecto a una
    teoría y no constituyen piezas reveladoras en sí
    mismas o eslabones en un encadenamiento narrativo. Esto ha
    traído dos consecuencias: una, la ampliación del
    rango de las fuentes aprovechables; otra, la alteración de
    la escritura de
    la historia, que en vez de una coherencia narrativa exige ahora
    una coherencia analítica.

    En los 90, predominaron, en las ciencias sociales, las
    concepciones posmodernas de la "historia en migajas", al decir de
    Dosse, las cuales surgieron a partir de la fragmentación
    estructuralista.

    Esto implicaba una extrema subjetivización: la
    explicación por el imaginario, el paradigma; ya
    no el motivo individual de cada actor sino la acción de
    las ideas.

    Sin embargo, ya no estamos a principios de los
    90. Actualmente se ha manifestado que la economía tiene
    una historicidad en el sentido de su conflicto y su desarrollo. La
    crisis
    económica mundial ha puesto de manifiesto que la crisis es
    objetiva y que no existe fuera de la acción de los
    hombres.

    Con la ampliación del objeto, la historia ha
    logrado utilizar con provecho el instrumental de otras ciencias:
    la economía, la sociología, etc.

    A MODO DE
    CONCLUSION

    Una visión personal

    La caída del muro de
    Berlín y el fin de la Unión Soviética
    configuraron el entorno de las publicaciones de Fukuyama y su
    supuesto "fin de la historia" que significaba el triunfo final
    del capitalismo a
    nivel planetario.

    Esos hechos plantearon la necesidad de nuevas
    reflexiones acerca de la naturaleza de la investigación,
    la enseñanza y la divulgación de la
    historia.

    En realidad, la historia bien entendida, a mi modo de
    ver, debería destacar destaca la relación
    sujeto-objeto, la amplitud de las fuentes, todo esto unido a una
    necesidad de interdisciplinariedad.

    Es decir, se trata de concebir la subjetividades de los
    sujetos históricos, en un camino para llegar a la
    objetividad de la ciencia histórica.

    Se hace cada vez más necesario el empleo de
    fuentes no gubernamentales, de la iconografía y de las
    fuentes orales.

    Todo esto sin dejar de prestar atención a las
    imágenes y a las voces, además de
    la lectura de
    textos entre líneas.

    Todo historiador actual debería recurrir a la
    historia de genero, a la
    historia oral, a la ecología y las
    fuentes de Internet.

    Sin embargo, estas nuevas visiones no deberían
    estar desprovistas de ideas, hipótesis de
    investigación, explicaciones e interpretaciones. No existe
    una mirada desideologizada de las fuentes. Las hipótesis
    ayudarían, en este sentido, a construir las fuentes de la
    investigación.

    Es más que obvio que esta propuesta solo es
    plausible en el marco del la integración de las ciencias sociales, las
    naturales y las nuevas
    tecnologías de información y
    divulgación.

    De esta manera la biografía y la
    microhistoria, por ejemplo, se abordarían desde nuevas
    perspectivas capaces de ofrecer resultados interesantes y
    significativos para la historia regional, nacional y mundial,
    para el pasado, el presente y el futuro y para la economía
    y la política.

    Retomando a Braudel, cualquier objeto de
    investigación debería ser estudiado dentro de una
    matriz en la
    que los niveles de la realidad se configuran en un movimiento
    temporal y espacial.

    El conocimiento
    previo del objeto de estudio y la imaginación del
    historiador nutrirían las hipótesis que
    guiarían la investigación.

    Es necesario rescatar las tradiciones del marxismo y de
    los Anales, en una apertura hacia lo nuevo, sin dejar de lado el
    compromiso social.

    El auge estructuralista generaba una visión que
    despreciaba lo micro.

    Por otro lado, la microhistoria, en las décadas
    del 80 y 90, suponía que cada hecho tenia su historia. De
    ahí el rechazo a descubrir una regularidad de la
    totalidad.

    Estos estudios implicaban una vuelta al empirismo,
    desteorizando los hechos, es decir, un retorno a lo
    ahistórico.

    Cuando estudiemos cada componente, debemos verlo, a la
    vez, como efecto de ciertas causas, como causa de ciertos efectos
    y como signo en relación a un todo, es decir, es preciso
    ver los procesos de
    génesis y sus consecuencias.

    A veces se da en simultaneidad: una cosa es, al mismo
    tiempo, efecto de causas y causa de efectos
    simultáneamente operantes. A veces se dan en
    diacronía; de ahí la cronología, que permite
    estudiar ese mecanismo en su desarrollo. Las coyunturas,
    entonces, también son partes de procesos.

    Debemos pararnos en la coyuntura para analizar, en su
    totalidad, los fenómenos de la estructura.

    Entre la visión determinista del estructuralismo
    y la indeterminación de la fragmentación de la
    historia posmoderna, el punto es ver que la historia no
    está predeterminada pero que tampoco es indeterminada: no
    podemos decir qué va a ocurrir, pero tampoco ocurre
    cualquier cosa, sino que siempre ocurre algo en el marco de
    conflictos y
    tendencias condicionadas por ciertas posibilidades y limites que
    generan un set de opciones.

    Resumiendo, se hace necesario situar el interés y
    el significado de los problemas de investigación
    histórica en un contexto de múltiple globalidad;
    esto es, reconociendo las subjetividades de los agentes
    históricos y de los historiadores y la ineludible interacción sujeto-objeto; integrando
    historia, ciencias sociales y humanidades; enfocándolas
    globalmente en el aspecto temático (economía,
    política, sociedad y cultura), en el aspecto espacial
    (local, regional, nacional y mundial) y en el aspecto temporal ,
    integrando pasado, presente y futuro.

    Recordando la historia total del estructuralismo, de lo
    que se trata es no abarcar todo sobre todo, sino de construir e
    imaginar una relación entre el objeto de estudio y los
    múltiples problemas de las sociedades actuales.

    La idea del "fin de la historia" se esfumó en los
    campos de batalla del Golfo Pérsico, en la "limpieza
    étnica" de Bosnia-Herzegovina, y en las Torres Gemelas de
    Nueva York.

    En realidad, habría que hablar de los fines de la
    historia: el historiador debe bucear en la impotencia del
    neoliberalismo
    que, al no satisfacer las más urgentes necesidades
    humanas, reduce a masas enteras de población a niveles impensados de
    indigencia.

    Habría que reivindicar el papel del historiador
    en la reconstrucción de la sociedad y el poder, haciendo
    uso pleno de la función ética y
    educadora de la historia.

    En síntesis,
    unir lo académico con la praxis, sacándose el
    lastre popperiano, para asumir el compromiso con las causas
    sociales y políticas
    vinculadas a la defensa de valores
    universales de educación y salud, justicia e
    igualdad.

    BIBLIOGRAFIA

    • P.Vilar, Estructura y Coyuntura, en
      Introducción al Vocabulario del análisis
      histórico, pp. 51-105.
    • F. Dosse, La historia en migajas, Alfonso el
      Magnánimo, 1994. Los años Braudel y Una
      historia en migajas
      , pp. 101-203.
    • C. L. Strauss, Tristes tropiques,
      París, 1955
    • L. Althusser y E. Balibar, Para leer El Capital.
      México, 1974
    • M. Foucault, La arqueología del saber,
      Paris, 1969
    • C.F.S. Cardoso y H. Pérez Brignoli, Los
      métodos
      de la historia
      , Critica, Barcelona, 1976

     

    Jorge S. Zappino

    Licenciado en Ciencia Política (Universidad de
    Buenos
    Aires)

    Magister en Historia Económica y de las
    Políticas Económicas (Universidad de Buenos
    Aires)

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