Aplicación de las ideas de Thomas Hobbes para reforzar nuestra institucionalidad
- La vida de Thomas Hobbes (1588
– 1679) - El siglo XVII en Inglaterra, Los
turbulentos Estuardos y las guerras civiles
(1603-1688) - La filosofía de Thomas
Hobbes. Materialismo y determinismo - Selección de textos del
Leviatán - Apreciaciones
- La fragilidad institucional del
Perú - Conclusiones
- Fuentes
En el actual ensayo, al
tratar las ideas de Hobbes, presentaremos primero su vida, sus
obras, su entorno histórico en la Inglaterra del
Siglo XVIII, desgarrada por luchas internas similares a las
nuestras ya la vez muy distintas, pero con el indicador
común de la carencia de un poder central
fuerte y respetado, para luego exponer una selección
de textos de su máxima creación filosófica,
el "Leviatán", comentarlos y analizarlos.
En un segundo bloque pasaremos a resumir los puntos
saltantes de nuestra debilidad institucionalidad, para tratar de
dar cabida a las ideas Hobbesianas en nuestra realidad nacional,
dejando en claro que la autocracia o soberanía absoluta no resulta aplicable en
nuestro contexto actual, pero sí debemos tomar en cuenta
las ideas del autor sobre la conveniencia de un Estado
respetado y legitimizado por la anuencia de la colectividad antes
de tratar de instaurar una Economía de Libre
Mercado sin
control
alguno.
Debemos tomar como ejemplo el fortalecimiento de la
Corona Británica luego de las Guerras
Civiles de los débiles Estuardos para luego vigilar el
ritmo creciente de una economía que se rige por el
mercado, pero respetando al poder central.
II-LA VIDA DE THOMAS
HOBBES (1588 – 1679)
Thomas Hobbes nació en 1588 en Inglaterra,
Malmesbury, Wiltshire, hijo de un clérigo de Wesport. En
1603 realiza sus estudios en el Magdalen Hall de la Universidad de
Oxford, donde se empapa de filosofía escolástica y
de lógica,
graduándose en 1608. Ese mismo año se hace cargo
del hijo de William Cavendish (conde de Devonshire) lo que le
permitió codearse con la nobleza y las elites intelectuales.
Su primer viaje por el continente Europeo lo realiza en 1610, a
raíz del cual Hobbes toma conciencia del
poder que todavía ejercía el escolasticismo en la
mayoría de los ámbitos de conocimiento.
En 1628 publica una traducción de Tucídides, obra que
critica el sistema
democrático y sus peligros, desde una perspectiva
conservadora. A la muerte de
William Cavendish acaecida en 1629, Hobbes trabaja como tutor del
hijo de Gervase Clinton, con el que viaja por Europa
descubriendo su pasión por la geometría y la aplicación de
ésta a un método que
demostrase los principios
sociales y políticos defendidos por él.
En su tercer viaje por el continente, Hobbes se
relaciona con el círculo de Abbe Mersenne, estableciendo
contacto con Descartes y
Pierre Gassendi. En un viaje a Italia en 1636
conoce a Galileo, que le influirá en su construcción de una filosofía social
fundamentada en las ciencias
naturales y la geometría.
Cuando vuelve a Inglaterra el Rey y el Parlamento
estaban en conflicto,
motivo por el cual Hobbes hizo circular secretamente un
manuscrito titulado Elementos del derecho, donde defendía
la necesidad de la soberanía absoluta, frente al
parlamentarismo. Se exilia voluntariamente a Francia,
temiendo las consecuencias que la difusíón de su
escrito pudiera acarrearle. En 1642 publica De cive, una teoría
sobre el gobierno y
comienza a escribir De corpore, primer trabajo que
incluirá posteriormente en una trilogía sobre el
cuerpo, el hombre y el
ciudadano.
En 1647 trabaja como tutor del futuro Carlos II, que
también se hallaba exiliado en Francia y en 1648,
después de soportar una enfermedad que casi le lleva a
morir, publica la segunda edición
de De cive. Tres años después de la muerte de
Mersenne (1648), Hobbes publica en 1651 su obra más
importante, Leviatán, una teoría sobre la
soberanía en la que se muestra como un
defensor implacable del absolutismo.
Pero, debido al temor a las represalias de las autoridades
francesas que veían en esa obra un ataque a las instituciones
eclesiásticas, Hobbes marcha de nuevo a Inglaterra, donde
se ve inmerso en una controversia en torno al tema de
la libertad con
el obispo de Derry, John Bramall.
En 1657 publica la segunda parte de su trilogía
bajo el título De homine y cinco años
después publica De corpore, enzarzándose en
intrincadas disputas con los miembros de la Royal Society John
Wallis y Seth Ward, sobre temas de geometría, religión y el estado de
las universidades.
En 1666 la Cámara de los Comunes incluyó
su obra Leviatán en el índice de libros
investigados a causa de sus supuestas tendencias ateas y, a pesar
de que el rey intercedió a su favor, se prohibió a
Hobbes publicar ninguna otra obra, por lo que sus tres libros
siguientes, que trataban temas de historia y que fueron
agrupados bajo el título Bhemoth, no verían la
luz hasta
después de su muerte, acaecida el 4 de diciembre de 1679
en Hardwick Hall. Antes, Hobbes escribió una
autobiografía en prosa y en verso latino y con 86
años publicó una traducción al inglés
de la Iliada y
la
Odisea.
III-EL SIGLO XVII
EN INGLATERRA, LOS TURBULENTOS ESTUARDOS Y LAS GUERRAS CIVILES
(1603-1688)
Los Estuardos de Escocia acceden a la corona de Inglaterra
cuando la línea de sucesión de la Casa Tudor queda
trunca con la muerte sin descendencia de Isabel I en 1603. Hobbes
tenía entonces 15 años de edad y por ende fue
testigo del esplendor de la era isabelina (1558-1603), en la que
la Monarquía inglesa fue particularmente
fuerte y aceptada por el orden que impuso en la isla.
Los reyes Estuardos ceñíanse ambas coronas, la
escocesa y la inglesa. Eran poderosos, pero no disponían
de ejército regular y sus ingresos eran
limitados. Trataron de encontrar fondos sin tener que depender
del Parlamento. Inglaterra era un país claramente
protestante y cualquier movimiento que
pudiera interpretarse como un intento de restablecer el
catolicismo era objeto de una violenta respuesta. La incapacidad
de Carlos I de dar respuesta a estos problemas
originó la guerra
civil.
Jacobo I (1603-1625)
Cuando subió al trono inglés, ya había
sido rey de Escocia durante 36 años, y había
aprendido a sobrevivir. Por un lado, era flexible y voluntarioso
para llegar a acuerdos y por otro era rudo e indecoroso. Era
bisexual y entre 1618-1628 su favorito, el duque de Buckingham
fue el hombre
más importante de Inglaterra tras el propio rey. Jacobo
pretendió la coexistencia de todas las religiones, pero un grupo de
católicos, en la Conspiración de la Pólvora
(5 de noviembre de 1605), atentaron contra el gobierno. Fueron
ejecutados y en lo sucesivo, los católicos fueron
considerados posibles traidores. Jacobo heredó una deuda
que incrementó gastando mucho dinero con sus
favoritos. Terminó la guerra con España y
mantuvo a Inglaterra al margen de la Guerra de los Treinta
Años. Apoyó la colonización del Ulster. Los
cargos en Irlanda exigían jurar la Ley de
Supremacía, lo que significaba la exclusión de los
católicos. De este modo, los ingleses se hicieron
dueños del Parlamento irlandés. Los colonos fueron
mayoría en el Ulster, mientras en el resto de Irlanda solo
representaban una minoría combativa.
Carlos I (1625-1642)
Era remilgado y retraído, buen padre y marido, pero sin
cualidades negociadoras. Se enfrentó a España en la
Guerra de los Treinta Años, pero fracasó en su
ataque a Cádiz y en su intento de liberar a los hugonotes
franceses. En 1628 pidió dinero al Parlamento, que a
cambio
redactó la "Petición de Derechos" contra el arresto
arbitrario, el impuesto
extraparlamentario, el reclutamiento
de tropas gratuito y la ley marcial. Carlos fingió aceptar
la petición, pero dejó de respetarla al cabo de
poco tiempo, y
disolvió el Parlamento en 1629. Empezaron entonces los
once años de gobierno absolutista. En 1629 Carlos
firmó la paz con Francia y en 1630 la paz con
España. En 1637 estaba en la cumbre de su poder, con el
presupuesto
equilibrado.
Pero su política religiosa
disgustaba a sus súbditos: En su apoyo al anglicanismo
frente al calvinismo, muchos veían una restauración
del papado. En Escocia intentó imponerse a la Iglesia
Presbiteriana. En 1638 los escoceses formaron una Alianza
Nacional y Carlos envió un ejército contra ella. Al
comienzo de las Guerras de los Obispos (1639-1649), Carlos no
consiguió formar un ejército con garantías y
se vio obligado a firmar la paz en 1639. En 1640 sufrió
una derrota y los escoceses invadieron Inglaterra, venciendo en
Newcastle y ocupando la zona nororiental del país. En
noviembre de 1640 Carlos, sin dinero, convocó al
Parlamento, que ya no se había de disolver en vida del
monarca en lo que se conoce como Parlamento Largo. En 1641 se
llegó a un acuerdo pacífico con los escoceses.
La primera sesión del Parlamento Largo duró
hasta agosto de 1641. se abolieron las medidas financieras de la
Corona establecidas en la década anterior y los tribunales
de prerrogativa real. Carlos aceptó, pero el Parlamento no
le creyó. El Parlamento atacó entonces a los
principales ministros: Strafford y Laud fueron ejecutados. El
Parlamento aprobó la Ley Trienal, que obligaba a reunir el
Parlamento cada tres años; su disolución solo se
produciría por acuerdo de sus miembros.
En octubre de 1641 se produjo una nueva rebelión en
Irlanda. Muchos protestantes fueron asesinados. Los
católicos ingleses apoyaron a los irlandeses. La
Confederación Católica, con su propio Parlamento,
estuvo liderada por Owen Roe O’Neill. El Parlamento
temió que Carlos utilizase el ejército formado para
sofocar la rebelión contra sus propios súbditos. La
Gran Protesta exigió el nombramiento de ministros con la
confianza del Parlamento, el permiso a las prácticas
calvinistas y la supervisión por parte del Parlamento del
ejército destinado a Irlanda. Carlos rechazó la
solicitud, animado por el escaso margen de votos con el que
había sido aprobada.
El 3 de enero de 1642, Carlos envió al Fiscal General
del Estado a la Cámara de los Lores para incoar proceso por
alta traición a varios Comunes. El intento de arresto,
precipitó la guerra civil: en Londres se produjeron
manifestaciones y altercados públicos. En mayo, el
Parlamento asumió el poder de realizar nombramientos
militares. En julio, el Parlamento constituyó su propio
ejército y en agosto el rey formó el suyo en
Nottingham.
Primera Guerra Civil (1642-1646)
La guerra civil dividió a las familias, mientras los
estratos bajos reaccionaron con apatía. Fue una guerra de
asedios y escaramuzas y no de grandes batallas. El Parlamento
contaba con ventaja a largo plazo al disponer de los recursos
humanos y económicos de Londres y de la ayuda de
20.000 escoceses. Por ello procuraron agotar a los realistas,
cuyo principal general fue el
príncipe Ruperto, sobrino de Carlos.
El 25 de octubre de 1642 tuvo lugar la inconclusa batalla de
Edgehill. Carlos tuvo oportunidad de tomar Londres pero se
retiró incomprensiblemente. En la primavera de 1643 los
realistas disfrutaron de varias victorias, pero agotadas las
municiones, retrocedieron. El invierno trajo consigo un
estancamiento. Antes de su muerte a finales de 1643, el líder
del Parlamento, Pym, firmó la Solemne Liga y Alianza, por
la que los escoceses colaboraron con 20.000 hombres a cambio de
una reforma religiosa en Escocia acorde con los principios
presbiterianos. En julio de 1644, tuvo lugar la mayor batalla de
la guerra en Marston Moor, con victoria de los parlamentaristas,
quienes ocuparon después York y aseguraron el control del
norte. Las disputas entre los generales parlamentaristas
impidieron rematar entonces la guerra. En septiembre, los
realistas tomaron Cornualles. Tras la batalla de Newbury, los dos
ejércitos quedaron exhaustos.
Para resolver las luchas internas entre los generales
parlamentaristas, se dictó la Ordenanza Autoexcluyente,
por la que los miembros del Parlamento no podían ejercer
autoridad
militar. Sólo Oliver Cromwell quedó exento. Las
tropas fueron reunidas en el Nuevo Ejército Modelo,
mandado por Sir Thomas Fairfax. Carlos se vio obligado a
retroceder hacia el norte, pero en julio de 1645, en Naseby, la
victoria realista desequilibró definitivamente la
guerra.
En 1644 y 1645 los católicos escoceses, ayudados por
los irlandeses, consiguieron espectaculares victorias en Escocia,
pero en septiembre de 1645 fueron aplastados por la Alianza.
Carlos se rindió a los escoceses en mayo de 1646. Se
negó a negociar en serio, mientras sus oponentes
mantenían las diferencias entre sí. Se produjo una
revuelta popular en contra de la violencia y la
destrucción reinantes. El comercio se
hundió y se padeció una depresión
económica.
Segunda Guerra Civil. Ejecución de Carlos I
(1646-1649)
El Parlamento estaba dividido en episcopalianos,
presbiterianos e independientes. Los episcopalianos tenían
la mayoría y pretendían una organización religiosa de arriba abajo, a
partir de los obispos. Los presbiterianos deseaban organizar la
Iglesia de abajo arriba, a partir de congregaciones, con un papel
importante para los laicos. Los independientes se oponían
a los presbiterianos.
En 1646 se reformó la Iglesia anglicana de acuerdo con
principios presbiterianos, según había acordado el
Parlamento con los escoceses, pero el pueblo siguió
practicando los ritos anglicanos que conocía. El pueblo
reclamó la reducción de impuestos y la
desmovilización del Ejército, en el que fue
penetrando un movimiento radical, que se opuso a la arbitrariedad
del Parlamento y a los presbiterianos.
En diciembre de 1646 la City de Londres solicitó al
Parlamento la disolución del Ejército. En febrero y
marzo de 1647 se redujeron las atribuciones del Ejército,
al mismo tiempo que seguía sin recibir sus pagas. Cuando
el Parlamento pretendió desmantelar la infantería,
el Ejército tomó la iniciativa. En junio
apresó a Carlos I. Oliver Cromwell se erigió en
líder de los militares. En agosto de 1647, el
Ejército presentó al Rey un Catálogo de
Propuestas, que fue rechazado. En noviembre de 1647, Carlos
huyó. En diciembre firmó un compromiso con los
escoceses, en el que aceptaba establecer el presbiterianismo en
Inglaterra a cambio de ayuda militar. Entre abril-junio de 1648
se sucedieron las sublevaciones contra el Parlamento en
Inglaterra, pero fueron controladas por el Ejército.
Cromwell derrotó a los escoceses en julio e invadió
Escocia.
Un pequeño grupo del ejército estaba convencido
de la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Carlos I, pero el
Parlamento era partidario de negociar. El golpe militar instigado
por Cromwell, organizado por el general Ireton y llevado a cabo
por el coronel Thomas Pride purgó el Parlamento, de modo
que solo quedaron algunos miembros, en lo que se conoció
como Parlamento Residual o Rump.
El Rump nombró un Tribunal que acusó a Carlos de
traidor. Fue decapitado el 30 de enero de 1649.
El Parlamento Residual (1649-1653)
El Rump abolió la monarquía y eliminó la
Cámara de los Lores, declarando a Inglaterra como
Commonwealth. El país aceptó el cambio a
regañadientes, muchos jueces dimitieron y el gobierno
local se hizo imposible. Fairfax dimitió y el camino
quedó expedito para Cromwell, que se convirtió en
Capitán General del Ejército. Los niveladores
pretendieron el voto para todos los varones mayores de 21
años, la convocatoria anual del Parlamento, la
eliminación del diezmo y la simplificación de la
Ley. El líder del movimiento, John Lilburne, atacó
al Gobierno exigiéndole reformas radicales para la
redistribución de la riqueza. Instó a los soldados
a tomar el poder en nombre del pueblo. Fue arrestado pero
resultó absuelto. Otro grupo opositor, los diggers,
pretendió la propiedad
común de los bienes.
Desapareció toda forma de censura y los radicales se
infiltraron en la religión y la política,
ocasión que aprovecharon los milenaristas y las sectas.
Algunos grupos
pedían la abolición de los diezmos y la
participación de las mujeres en la predicación y
gobierno de la Iglesia. En 1647 George Fox constituyó la
Sociedad de
Amigos, cuyos miembros fueron conocidos como los
cuáqueros. Su doctrina se basaba en la conciencia
individual y estaban implicados en el radicalismo
político. Otra secta, los ranters, creían que
quienes recibían la Gracia divina no podían cometer
errores ni tenían que observar las leyes
humanas.
La rebelión irlandesa no estaba completamente aplastada
y el Rump decidió recobrar el control de Irlanda y vengar
la muerte de protestantes. Cromwell atacó en Drogheda a un
ejército realista y en Wexford a los católicos. La
brutalidad de la represión provocó que los
irlandeses defendieran encarnizadamente su territorio. En 1652 se
llegó a un acuerdo por el que los terratenientes
irlandeses fueron sustituidos por protestantes, salvo en la
provincia de Connacht. Muchos irlandeses fueron muertos o
exiliados e Irlanda fue declarada parte de la Commonwealth.
En 1650 Cromwell atacó Escocia, que hubo coronado a
Carlos II. Tras la victoria de Dunbar, muchos escoceses fueron
asesinados y hechos prisioneros. Cromwell ocupó Edimburgo
y Glasgow. En 1651 (el año en que Hobbes publicó
su Leviatán), Cromwell y Lambert derrotaron a los
restos del ejército realista en Worcester. Todo lo que
pudo arrancarse de Escocia fue trasladado a Inglaterra. La
unión efectiva con Escocia se realizó en 1654. Se
construyeron o repararon 77 grandes barcos y se constituyó
una flota permanente. En 1651, se aprobó la Ley de
Navegación para cortar el comercio holandés con
Norteamérica. Estalló entonces la Primera Guerra
Anglo Holandesa (1652-1654). En 1652 Blake fue derrotado por el
holandés Tromp, pero en 1653 venció en Portland y
Beachy Head. Con los barcos holandeses capturados, Inglaterra
pudo duplicar las cifras de su comercio.
El Rump era muy impopular en el Ejército y en todo el
país. Cromwell no consiguió las reformas que
pretendía y lo disolvió 20 de abril de 1653.
El Protectorado (1653-1658)
Cromwell decidió otorgar la autoridad suprema a una
asamblea de 140 hombres fieles. La mayoría eran moderados,
con una minoría de radicales. Tras cinco meses de
altercados, los moderados devolvieron el poder a Cromwell. El
ejército tomó el mando, pero Cromwell se
negó a presidir el gobierno y encargó una Constitución a Lambert. El Instrumento de
Gobierno de 1653 instituyó un Gobierno compuesto por el
Lord Protector (Cromwell, con todo el poder
ejecutivo) el Parlamento y el Consejo. Cromwell
rechazó el título de rey. El Instrumento
garantizó la libertad de culto a todos menos a los
católicos y los episcopalianos, aunque dejaron de ser
perseguidos oficialmente e incluso los judíos
fueron readmitidos. El poder del Protector estaba sometido a
numerosas restricciones que el propio Cromwell aprobaba. En el
Consejo siempre hubo mayoría de civiles. El tamaño
del Ejército fue reduciéndose progresivamente. En
las elecciones, los presbiterianos consiguieron muchos
escaños y la situación se hizo inviable. El sistema
legal y gobiernos locales no se alteraron prácticamente y
se defendió el orden social vigente.
Finalizada la guerra contra Holanda, Cromwell atacó las
colonias de España en el Caribe. Inglaterra se hizo con
Jamaica, pero las bajas fueron grandes y el intento se
consideró un gran fracaso. Se nombraron generales
encargados de ejecutar las leyes que prohibían beber,
blasfemar, jurar, etc. Duraron menos de un año y fueron
detestados por todos. Cromwell gobernó de manera
arbitraria, encarcelando a gente sin juicio previo. Tras fracasar
en el intento de que financiara la guerra contra España,
disolvió el Parlamento. Su salud se deterioró
rápidamente. Nombró sucesor a su hijo Richard
Cromwell y murió el 3 de septiembre de 1658.
Fin de la República (1658–1660)
Entre septiembre de 1658 y diciembre de 1659, la
anarquía política y económica se
adueñó del pais, mientras los grupos
políticos eran incapaces de alcanzar un acuerdo. En el
invierno de 1659-1660, todos fueron convenciéndose de que
la restauración de la monarquía era el único
modo de conseguir la estabilidad.
Richard Cromwell era incapaz de sostener el gobierno. El
Parlamento despojó al ejército de poder
político en abril de 1659. Richard disolvió el
Parlamento y el general Monk entró en negociaciones con el
príncipe Carlos. En 1660, la República se
desmoronó y la Monarquía fue
reinstaurada.
Carlos II (1660-1685)
Carlos era encantador, amante del placer, inteligente e
indolente. Mostró un enorme valor y
construyó un régimen de amplia base.
Repartió el poder entre los diferentes partidos. Exiliado
en Holanda, Carlos firmó la Declaración de Breda.
Se concedía una amnistía general. El Parlamento se
encargaría del problema de la expropiación de
tierras, lo que implicaba para los realistas la esperanza de su
recuperación. Los independientes podían confiar en
una tolerancia
religiosa. Por todo ello, el recibimiento de Carlos II en Londres
fue multitudinario.
Mediante la Ley de Amnistía y Olvido, el
Parlamento amnistió a todos, salvo a los que había
firmado la sentencia de muerte de Carlos I. La cabeza de Cromwell
fue expuesta durante 25 años en un mástil delante
del Parlamento. Once personas fueron ejecutadas
públicamente. El Ejército fue desmantelado, tras
pagarle lo que se le debía. Los lores de la Cámara
y los obispos volvieron a sus puestos, incluyendo el episcopado
escocés. Las tierras de la Iglesia y de la Corona fueron
devueltas. Pese a las intenciones de tolerancia del rey, el
Parlamento restauró la supremacía anglicana. En
1661, la Ley de Corporación estableció la
desposesión de los funcionarios no anglicanos. Esta Ley
continuó vigente hasta 1828. La Ley de Uniformidad de 1662
exigió que los clérigos fueran ordenados por
obispos y que en los servicios
religiosos se utilizase solo el Devocionario. La Ley de los
Conventículos de 1664 prohibió los servicios
religiosos que no fuesen anglicanos (a partir de 1670 esta Ley
dejó de cumplirse). La Ley de la Cinco Millas de 1665
prohibió que los clérigos disidentes vivieran en un
radio de cinco
millas de las ciudades.
Los ingleses pugnaron con los holandeses por la
preponderancia comercial. Desde 1663 las colonias inglesas
sólo podían importar bienes europeos desde
Inglaterra y en barcos ingleses. En 1664 los ingleses tomaron
Nueva Amsterdam, denominándola Nueva York. En 1665 Jacobo,
duque de York y hermano de Carlos, derrotó a la escuadra
holandesa en Lowestoft. En junio de 1666 la Batalla de los Cuatro
Días supuso enormes pérdidas para ingleses y
holandeses. En ese mismo año Londres se vio atacado por la
peste, que se llevó a 56.000 personas. Siguió el
gran incendio de Londres. La Corona se vio en la bancarrota.
Carlos II comenzó las negociaciones de paz con los
holandeses en mayo de 1667 y reunió la flota en Chatham.
El almirante holandés De Ruyter aprovechó la
ocasión: incendió tres buques y capturó el
Royal Charles, buque insígnea. La guerra concluyó
con el Tratado de Breda, e Inglaterra se hizo de forma definitiva
con Nueva York y Nueva Jersey, territorios sin importancia en
aquel entonces.
Cuando Luis XIV de Francia invadió los
territorios españoles en los Países Bajos,
Inglaterra se alió con los holandeses. Pero Carlos y Luis
firmaron el Tratado de Dover. Carlos recibía un subsidio
anual mientras durara la guerra y se hacía con parte del
imperio holandés. En las cláusulas secretas, Carlos
II se comprometió a permitir el catolicismo. En efecto,
Carlos declaró la guerra a los holandeses y firmó
la Declaración de Indulgencia que permitía los
ritos católicos en privado.
En marzo de 1672 el Parlamento obligó a Carlos a
aprobar la Ley de Prueba, por la que todos los que ocupaban un
puesto oficial debían comulgar de acuerdo con la Iglesia
de Inglaterra y negar la transubstanciación (rigió
hasta 1828). El Parlamento se negó a conceder más
dinero para la guerra y Carlos firmó la paz con los
holandeses en 1674. En 1678 se produjo un supuesto complot
papista: 35 inocentes fueron ejecutados. El Parlamento quiso
excluir de la sucesión al duque de York, católico,
y Carlos lo disolvió. La Cámara de los Comunes del
siguiente Parlamento aprobó un proyecto de Ley
en el mismo sentido, que fue rechazado por la Cámara de
los Lores. El Parlamento quedó nuevamente disuelto. Los
exclusionistas se llamaron más tarde whigs y los que se
oponían a la exclusión tories. Carlos no
convocó el Parlamento entre 1681-1685. Tras el frustrado
complot de la Casa de Rye, que pretendió el asesinato de
Carlos y Jacobo, fueron ejecutados algunos de sus oponentes.
Carlos II se convirtió al catolicismo en el lecho de
muerte.
Jacobo II (1685-1689)
Jacobo II no tuvo problemas para acceder al trono, tras
prometer gobernar respetando la legislación y manteniendo
la independencia
de la Iglesia anglicana. Era católico celoso y
procuró que los católicos pudiesen celebrar su
liturgia abiertamente y que pudiesen participar en la vida
política. Su hija María, de religión
protestante y casada con el calvinista holandés Guillermo
de Orange, era la heredera.
En junio de 1685, el duque de Monmouth, hijo bastardo de
Carlos I, invadió Inglaterra desde Holanda.
Convenció a los artesanos del oeste del país, donde
la industria
textil estaba deprimida. Reunió un ejército de
3.000 soldados inexpertos, e intentó un ataque por
sorpresa sobre Sedgemoor (Somerset). Tras la derrota, fue
ejecutado. Esta fue la última rebelión popular en
Inglaterra, famosa por la sangrienta represión. Fueron
condenados a muerte 300 rebeldes y muchos más fueron
deportados.
Jacobo pretendió suprimir la Ley de Prueba, pero
el Parlamento no lo admitió. Entonces, recurrió a
su prerrogativa para eximir a algunos individuos de las leyes
penales. Sustituyó la mitad de los jueces y a 250 jueces
de paz por católicos, integró a cuatro
católicos en su Consejo Privado y nombró oficiales
católicos en el ejército. En Irlanda aplicó
la misma política. Mientras tanto, llegaban a Inglaterra
protestantes perseguidos en Francia.
En abril de 1688, Jacobo promulgó la
Declaración de Indulgencia, por la que se suprimieron las
leyes penales contra los católicos y los disidentes. En
mayo obligó a la lectura de
la Declaración en las Iglesias. El arzobispo Sancroft y
seis obispos se negaron a ello y fueron juzgados, siendo
absueltos por el jurado. El 10 de junio, la reina María
dio a luz a Jacobo Eduardo Estuardo, abriendo así la
posibilidad de una sucesión católica. Ese mismo
año el rey Jacobo II fue depuesto. Desde 1714
reinarían sobre la isla reyes de origen alemán, de
la Casa Hannover y el fantasma de las guerras de religión
se esfumó, dando paso al pragmatismo
del gobierno parlamentario que hizo de Inglaterra una potencia de
primer orden.
En 1679 falleció Thomas Hobbes, ya
nonagenario. El Leviatán constituye así una especie
de llamamiento al orden o búsqueda de rumbo para un
país que casi lo pierde, pero lo encontraría a
fines del Siglo XVII bajo el reinado de María y Guillermo
de Orange, la unión de las dos potencias mercantiles de la
época, Inglaterra y Holanda. Gran Bretaña obtuvo la
estabilidad que Hobbes reclamaba, preludio de su auge en la
Revolución
Industrial del Siglo XVIII.
IV-LA FILOSOFIA DE
THOMAS HOBBES. MATERIALISMO Y
DETERMINISMO
Aunque la fama de Hobbes se debe esencialmente a sus
teorías
políticas y sociales, su filosofía
constituye la más completa doctrina materialista
del siglo XVII.
El universo es
concebido como una gran máquina corpórea, donde
todo sigue las estrictas leyes del mecanicismo, según las
cuales, cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de
elementos meramente cuantitativos: la materia
(extensión), el movimiento y los choques de materia en el
espacio.
"El universo es
corpóreo. Todo lo que es real es material y lo que no es
material no es real" (Leviatán).
Este fragmento del Leviatán resume la
filosofía materialista de Hobbes, estrechamente vinculada
a una postura determinista del mundo que postula que todos los
fenómenos del universo se hallan determinados por la
cadena causal de los acontecimientos. Nada surge del azar; todo
acontecer es el resultado necesario de la serie de las causas, y,
por ende, podría ser anticipado y previsto.
El determinismo de Hobbes se fundamenta en un
método racionalista de carácter matemático y
geométrico (el método
analítico-sintético de Descartes), que parte de la
hipótesis de que las partes de un todo
(materiales,
engendradas y entendidas como causas) han de descomponerse y
explicar el conjunto o las partes en su totalidad. La
teología queda excluida del ámbito de la
filosofía (por no estar compuestas sus partes de
elementos corpóreos engendrados), abarcando exclusivamente
la geometría, una filosofía de la sociedad y la
física,
aunque esta última únicamente pueda proporcionar
conocimientos basados en la mera probabilidad, no
necesarios, como posteriormente defenderá David
Hume.
La antropología de Hobbes se
fundamentará también en el materialismo. Criticando
el dualismo cartesiano, denunciará el paso ilícito
del "cogito" a la "res cogitans". Del "pienso" puede deducirse
únicamente que "soy", de lo contrario, de la
proposición "yo paseo" se seguiría
análogamente la existencia de una "substancia ambulante",
lo cual es ciertamente un absurdo. El hombre es un cuerpo y, como
tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los
cuerpos-máquinas.
El pensamiento o
la conciencia no es una substancia separada del cuerpo: la
"entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las cosas
proviene y se reduce a la sensación. En polémica
con la teoría aristotélica de la sensación,
Hobbes postula que ésta ha de explicarse también a
partir de postulados mecanicistas, como producto de
los movimientos de los cuerpos (materia). El apetito y la
aversión (repugnancia) provocan determinados movimientos y
acciones en
los cuerpos denominados emociones. Los
sueños y la imaginación son explicados, así
mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos
(corporales), tanto externos como internos. La libertad humana y
el libre arbitrio (albedrío) de la voluntad quedan
subordinados y limitados por el feroz determinismo de Hobbes.
Ambos están condicionados por los movimientos de los
cuerpos externos.
Hobbes sostenía un materialismo
mecanicista. Según él todo es material, tanto
las cosas naturales como las artificiales e incluso las
espirituales. Y la materia se encuentra regida por las leyes del
movimiento. Incluso puede verse en Hobbes a un pensador que
intentó hacer de la Física del Movimiento de
Galileo la ley de toda realidad, siendo que para él no hay
otra cosa más que cuerpos en movimiento. La
Filosofía debe ocuparse del estudio de los cuerpos, de sus
propiedades y de su origen. Quedan fuera de ella los temas
teológicos (Dios, los ángeles, Lo Eterno, Lo
Increado, Lo "Supra-Racional").
En el pensamiento de Hobbes no hay lugar para el
dualismo antropológico cartesiano. El hombre es
sólo cuerpo. Y este cuerpo, como todos los
demás, está sujeto al movimiento, que en su caso es
generado por las pasiones, las acciones, los pensamientos. El
movimiento tiene lugar de acuerdo a leyes causales y, por lo
tanto, no cabe hablar de libertad. Aprobamos lo que vemos como
agradable y desaprobamos lo desagradable. El valorar y el
obrar humanos están regidos por el utilitarismo y el
egoísmo.
El Leviatán: la política de Thomas
Hobbes
La filosofía política y la teoría
social de Hobbes representan una evidente reacción contra
las ideas descentralizadoras (parlamentarismo) y la libertad
ideológica y de conciencia que proponía la Reforma,
en la que él avistaba el peligro de conducir
inevitablemente a la anarquía, el caos y la revolución, de forma para él fue
necesario justificar y fundamentar la necesidad del absolutismo
como política ideal con la que soslayar dichos "males". Es
inevitable instaurar una autoridad absoluta cuya ley sea la
jerarquía máxima y tenga que ser obedecida por
todos sin excepción.
El Estado es un "artificio" que surge para remediar un
hipotético estado de naturaleza en
el que los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el
egoísmo y por la ley del más fuerte (la ley de la
selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos
contra todos que haría imposible el establecimiento de
sociedades (y
una cultura)
organizadas en las que reinara la paz y la armonía. Sin un
Estado o autoridad fuerte sobrevendría el caos y la
destrucción (la anarquía), convirtiéndose el
hombre en un lobo para los otros hombres, según la
célebre frase de Hobbes: "homo hominis,
lupus".
La propia naturaleza nos otorga una razón que nos
provee de ciertas "leyes naturales" que son como "dictados de la
recta razón sobre cosas que tienen que ser hechas o
evitadas para preservar nuestra vida y miembros en el mismo
estado que gozamos". Por ello, el hombre encuentra dentro de
sí la necesidad de establecer unas leyes que le permitan
vivir en paz y en orden; necesidad que se realiza mediante un
pacto o contrato social
mediante el cual, los poderes individuales se transfieren a "un
solo hombre" o a "una asamblea de hombres": el Estado o
Leviatán que, como el monstruo bíblico, se
convierte en el soberano absoluto y cuyo poder aúna todos
los poderes individuales.
El Estado se presenta así como algo
artificial, opuesto a la naturaleza
humana, pero susceptible de garantizar la supervivencia de
todos a costa de la pérdida de su autonomía y
libertad. Aunque Hobbes estuvo a favor de la libertad
religiosa e ideológica y favoreció el proceso de
secularización de Europa, no obstante defendió el
poder absoluto y casi autófago del Estado, a cuyos
intereses ha de subordinarse toda minoría. Hobbes
representa el orden propio del conservadurismo, en el cual, el
todo social armonioso ha de estar por encima y subordinar
cualquier acción
u apetencia individual. Como forma óptima de gobierno
defendió la monarquía, desaconsejando cualquier
reparto entre los poderes legislativo, ejecutivo y
judicial.
Hobbes pretendía ser el iniciador de la
Filosofía Política como lo fue Galileo de la
Física. A diferencia de la tradición
aristotélica, que veía en el hombre a un "animal
social", él sostenía que la sociedad surge de un
acuerdo artificial, basado en el propio interés
que busca la seguridad por
temor a los demás. Por este acuerdo surge el
Leviatán, "dios mortal" o poder absoluto.
Afirma que en el "estado de naturaleza" el hombre
vive una guerra de todos contra todos. «El hombre es un
lobo para el hombre.» Pero, al mismo tiempo, este mismo
hombre, incluso en el estado de naturaleza, sigue siendo un ser
racional y tiende a superar el desorden y la inseguridad.
Con el fin de lograr su seguridad y superar el peligro que el
estado de naturaleza implica, los individuos ceden sus derechos
en favor de un tercero, surgido de este contrato: el
Estado o la República (también llamado
"Leviatán"). Para que este acto tenga sentido, la
sesión de derechos al Estado debe ser definitiva. Los
derechos no pueden ser recuperados. El Estado es, por lo tanto,
omnipotente. Este Estado soberano es la fuente única del
derecho, la moral y la
religión.
V-SELECCIÓN DE TEXTOS DEL
LEVIATAN
A.-La igualdad por
naturaleza
La Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en
las facultades del cuerpo y del espíritu que, si bien un
hombres es, a veces, evidentemente más fuerte de cuerpo o
más sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera
en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es tan
importante que uno pueda reclamar, a base de ella, para sí
mismo, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como
él. (…) Por lo que respecta a la fuerza
corporal, el más débil tiene bastante fuerza para
matar al más fuerte, ya sea mediante secretas
maquinaciones o confederándose con otro que se halle en el
mismo peligro que él se encuentra. (…) De esta igualdad
en cuanto a la capacidad se deriva la igualdad de esperanza
respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la
causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo
alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelve enemigos, y en el
camino que conduce al fin [autoconservación o simple
delectación] tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a
otro.
B.-El estado de guerra en la
naturaleza
"Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que
los hombres viven sin un poder común que les obligue a
todos al respeto,
están en aquella condición que se llama guerra; y
una guerra como de todo hombre contra todo hombre. Pues la guerra
no consiste sólo en batallas, o en el acto de luchar; sino
en un espacio de tiempo donde la voluntad de disputar en batalla
es suficientemente conocida. […] Pues así como la
naturaleza del mal tiempo no está en un chaparrón o
dos, sino en una inclinación hacia la lluvia de muchos
días en conjunto así la naturaleza de la guerra no
consiste en el hecho de la guerra, sino en la disposición
conocida hacia ella, durante todo el tiempo en que no hay
seguridad de lo contrario. Todo otro tiempo es
paz.
Lo que puede en consecuencia atribuirse al tiempo de
guerra, en el que todo hombre es enemigo de todo hombre, puede
igualmente atribuirse al tiempo en que los hombre también
viven sin otra seguridad que la que les suministra su propia
fuerza y su propia inventiva. En tal condición no hay
lugar para la industria; porque el fruto de la misma es inseguro.
Y, por consiguiente, tampoco cultivo de la tierra; ni
navegación, ni uso de los bienes que pueden ser
incorporados por mar, ni construcción confortable; ni
instrumentos para mover y remover los objetos que necesitan mucha
fuerza; ni conocimiento de la faz de la tierra; ni
cómputo del tiempo; ni artes ni letras; ni sociedad, sino,
lo que es peor que todo, miedo continuo y peligro de muerte
violenta; y para el hombre una vida solitaria, pobre,
desgraciada, brutal y corta.
De esta guerra de todo hombre contra todo hombre, es
también consecuencia que nada puede ser injusto. Las
nociones de bien y mal, justicia e
injusticia, no tienen allí lugar. Donde no hay poder
común, no hay ley. Donde no hay ley, no hay injusticia. En
la guerra la fuerza y el fraude son las
dos virtudes cardinales. Justicia e injusticia no son facultades
ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran podrían
darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que
se dan sus sensaciones y pasiones. Son, aquellas, cualidades que
se refieren al hombre en sociedad, no en estado solitario. Es
consecuente también con la misma condición que no
haya propiedad, ni dominio, ni
distinción entre mío y tuyo; sino sólo
aquello que todo hombre pueda tomar, y sólo en tanto que
puede conservarlo".
C.-Las leyes de la naturaleza
"Y dado que la condición del hombre […] es
condición de guerra de todos contra todos, en la que cada
cual es gobernado por su propia razón, sin que haya nada
que pueda servirle de ayuda para preservar su vida contra sus
enemigos, se sigue que en una tal condición todo hombre
tiene derecho a todo, incluido al cuerpo de los demás. Y,
por tanto, mientras persista este derecho
natural de todo hombre a toda cosa no puede haber seguridad
para hombre alguno (por muy fuerte o sabio que sea) de vivir todo
el tiempo que la naturaleza concede ordinariamente a los hombres
para vivir. Y es por consiguiente un precepto, o regla general de
la razón, que todo hombre debiera esforzarse por la paz,
en la medida en que espera obtenerla, y que cuando no puede
obtenerla, puede entonces buscar y usar toda la ayuda y las
ventajas de la guerra, de cuya regla la mera rama contiene la
primera y fundamental ley de la naturaleza, que es buscar la paz
y seguirla, la segunda, la suma del derecho natural, que es
defendernos por todos los medios que
podamos.
De esta ley fundamental de naturaleza, mediante la
cual se ordena a los hombres que tiendan hacia la paz, se deriva
esta segunda ley: que un hombre esté dispuesto, cuando
otros también lo están tanto como él, a
renunciar a su derecho a toda cosa en pro de la paz y defensa
propia que considere necesaria, y se contente con tanta libertad
contra otros hombres como consentiría a otros hombres
contra él mismo. En efecto, mientras uno mantenga su
derecho de hacer cuanto le agrade, los hombres se encuentran en
situación de guerra. Y si los demás no quieren
renunciar a ese derecho como él, no existe razón
para que nadie se despoje de dicha atribución, porque ello
más bien que disponerse a la paz significaría
ofrecerse a sí mismo como presa (a lo que no está
obligado ningún hombre)".
Los elementos de la teoría
psicológica de Hobbes se presentan en una serie de
principios que gobiernan las distintas mociones de la mente
humana. Hobbes interpreta los conceptos éticos
tradicionales ("bien" y "mal") en términos de su
teoría psicológica mecanicista.
- Para las personas que viven en un estado pre-social,
los deseos y aversiones que subyacen a sus juicios de lo que es
bueno y lo que es malo se dirigen hacia un fin primordial:
la autoconservación. El continuo éxito
en la preservación individual se llama felicidad,
según Hobbes. Distintos objetos de deseo, bienes como
la amistad, la
riqueza y la inteligencia, promueven o facilitan esta
felicidad. Los amigos son un bien porque vienen en nuestra
defensa cuando estamos en dificultades; las riquezas son buenas
porque nos sirven para comprar a los amigos que necesitamos
para nuestra seguridad; la inteligencia es un bien porque nos
previene ante el peligro. - Cuando los objetos de deseo son examinados desde el
punto de vista de cómo promueven la felicidad, se les
examina en términos de poder. Hobbes adscribe a los
humanos en estado natural una tendencia general a "un deseo
perpetuo e incansable de poder que cesa solamente con la
muerte". Cuando varias personas desean el mismo objeto,
surge la enemistad; y porque la naturaleza los ha dotado a
todos con los mismos poderes físicos y mentales, la
confianza personal en las
propias fuerzas hace que surja el conflicto. - La condición natural de los seres humanos,
dice Hobbes, es la guerra de todos contra todos. Él no
sostiene que "el estado de naturaleza" de hecho existiera
alguna vez; más bien, existe en cualquier tiempo o lugar
donde no funciona la sociedad
civil. - Defendiéndose contra la posible acusación
de cinismo, Hobbes muestra que no existen bases
para las objeciones contra la acción interesada en el
estado de naturaleza. Las relaciones sociales no derivan
del estado original de la humanidad sino que son creadas
artificialmente. De hecho, la sociedad sólo es un
medio para que cada individuo
pueda alcanzar su propio interés y
felicidad."El DERECHO DE NATURALEZA, lo que los
escritores llaman comúnmente jus naturale, es la
libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como
quiera, para la conservación de su propia naturaleza,
es decir, de su propia vida; y por consiguiente, para hacer
todo aquello que su propio juicio y razón considere
como los medios más aptos para lograr ese
fin.Por LIBERTAD se entiende, de acuerdo con
el significado propio de la palabra, la ausencia de
impedimentos externos, impedimentos que con frecuencia
reducen parte del poder que un hombre tiene de hacer lo que
quiere; pero que no pueden impedirle que use el poder que le
resta, de acuerdo con lo que su juicio y razón le
dicten.Ley de naturaleza (lex naturalis) es un precepto
o norma general, establecida por la razón, en virtud
de la cual se prohíbe a un hombre hacer lo que puede
destruir su vida o privarle de los medios de conservarla; o
bien, omitir aquello mediante lo cual piensa que pueda quedar
su vida mejor preservada. Aunque quienes se ocupan de estas
cuestiones acostumbran confundir jus y lex, derecho y ley,
precisa distinguir esos términos, porque el
DERECHO consiste en la libertad de hacer o de omitir,
mientras que la LEY determina y obliga a una de esas
dos cosas. Así, la ley y el derecho difieren tanto
como la obligación y la libertad, que son
incompatibles cuando se refieren a una misma
materia.De esta ley fundamental de naturaleza,
mediante la cual se ordena a los hombres que tiendan hacia la
paz, se deriva esta segunda ley: que uno acceda, si
los demás consienten también, y mientras se
considere necesario para la paz y defensa de sí mismo,
a renunciar a este derecho a todas las cosas y a satisfacerse
con la misma libertad, frente a los demás hombres, y
que les sea concedida a los demás con respecto a
él mismo. En efecto, mientras uno mantenga su derecho
de hacer cuanto le agrade, los hombres se encuentran en
situación de guerra. Y si los demás no quieren
renunciar a ese derecho como él, no existe
razón para que nadie se despoje de dicha
atribución, porque ello más bien que disponerse
a la paz significaría ofrecerse a sí mismo como
presa (a lo que no está obligado ningún
hombre). Tal es la ley del Evangelio: Lo que
pretendáis que los demás os hagan a vosotros,
hacedlo vosotros a ellos. Y esta otra ley de la humanidad
entera: Quod tibi fieri non vis, alteri ne
feceris." - El final del perpetuo estado de guerra propio del
estado de naturaleza se debe a la intervención
instrumental de la razón. Primero, un individuo llega
a darse cuenta, a través de deliberación
racional, de que necesita seguridad. En segundo lugar, la
razón descubre los preceptos de las "leyes
naturales" por los cuales se puede alcanzar la
paz."De esta ley de Naturaleza, según la cual
estarnos obligados a transferir a otros aquellos derechos
que, retenidos, perturban la paz de la humanidad, se deduce
una tercera ley, a saber: Que los hombres cumplan los
pactos que han celebrado. Sin ello, los pactos son vanos, y
no contienen sino palabras vacías, y subsistiendo el
derecho de todos los hombres a todas las cosas, seguimos
hallándonos en situación de
guerra.En esta ley de naturaleza consiste la fuente y
origen de la JUSTICIA. En efecto, donde no ha existido
un pacto, no se ha transferido ningún derecho, y todos
los hombres tienen derecho a todas las cosas: por tanto,
ninguna acción puede ser injusta. Pero cuando se ha
hecho un pacto, romperlo es injusto. La definición de
INJUSTICIA no es otra sino ésta: el
incumplimiento de un pacto. En consecuencia, lo que no es
injusto es justo". - Cuando se toma en cuenta la naturaleza egoísta
de los seres humanos, resulta manifiesto que las primeras dos
leyes de la naturaleza en sí mismas y por ellas mismas
no obligan al individuo. En consecuencia, se requiere de otra
ley para hacer efectivas las dos primeras."Acaso pueda parecer lo que sigue una deducción excesivamente sutil de las
leyes de la naturaleza, para que todos se percaten de ella;
pero como la mayor parte de los hombres están
demasiado ocupados en buscar el sustento, y el resto son
demasiado negligentes para comprender, precisa hacer
inexcusable e inteligible a todos los hombres, incluso a los
menos capaces, que son factores de una misma suma; lo cual
puede expresarse diciendo: No hagas a otro lo que no
querrías que te hicieran a ti. Esto significa que
al aprender las leyes de la naturaleza y cuando se confrontan
las acciones de otros hombres con las de uno mismo, y parecen
ser aquéllas de mucho peso, lo que procede es colocar
las acciones ajenas en el otro platillo de la balanza, y las
propias en lugar de ellas, con objeto de que nuestras
pasiones y el egoísmo no puedan añadir nada a
la ponderación; entonces, ninguna de estas leyes de la
naturaleza dejará de parecer" muy
razonable. - Hobbes concluye diciendo que las leyes de la naturaleza
pueden resumirse en una regla que todos aceptan: la regla
dorada."En primer lugar, puesto que pactan, debe
comprenderse que no están obligados por un pacto
anterior a alguna cosa que contradiga la presente. En
consecuencia, quienes acaban de instituir un Estado y quedan,
por ello, obligados por el pacto, a considerar como propias
las acciones y juicios de uno, no pueden legalmente hacer un
pacto nuevo entre sí para obedecer a cualquier otro,
en una cosa cualquiera, sin su permiso. En consecuencia,
también, quienes son súbditos de un monarca no
pueden sin su aceptación renunciar a la
monarquía y retornar a la confusión de una
multitud disgregada; ni transferir su personalidad de quien la sustenta a otro
hombre o a otra asamblea de hombres, porque están
obligados, cada uno respecto de cada uno, a considerar como
propio y ser reputados como autores de todo aquello que pueda
hacer y considere adecuado llevar a cabo quien es, a la
sazón, su soberano. Así que cuando disiente un
hombre cualquiera, todos los restantes deben quebrantar el
pacto hecho con ese hombre, lo cual es injusticia; y,
además, todos los hombres han dado la soberanía
a quien representa su persona, y,
por consiguiente, si lo deponen toman de él lo que es
suyo propio y cometen nuevamente injusticia.
(…)En segundo lugar, como el derecho de
representar la persona de todos se otorga a quien todos
reconocen como soberano, solamente por pacto de uno a otro, y
no del soberano en cada uno de ellos, no puede existir
quebrantamiento de pacto por parte del soberano, y en
consecuencia ninguno de sus súbditos,
fundándose en una infracción, puede ser
liberado de su sumisión. (…)" - La razón no sólo dicta la paz y la
seguridad en la sociedad, sino que también prescribe los
medios por los cuales aquellos fines pueden ser alcanzados: una
comunidad
instituida por convención o contrato. Era claro para
Hobbes que debería existir algún poder civil para
determinar e interpretar lo que es correcto, erróneo,
bueno y malo en la sociedad. Tal autoridad debe ser concedida a
un solo poder soberano –individual o en asamblea–
para prevenir que ocurran disputas entre varias
autoridades. - Hobbes cree que en materia de conciencia, por
ejemplo, debe obedecerse al soberano. Así,
incluso los asuntos eclesiásticos deben estar bajo el
control de la autoridad civil, la cual sería "el
comandante de Dios en la tierra". - En sus últimas consecuencias, por tanto, la
teoría ética de
Hobbes lleva a la doctrina política del poder
soberano absoluto, designado para terminar el estado
natural de guerra de todos contra todos.
"La misión
del soberano (sea un monarca o una asamblea), consiste en el
fin para el cual fue investido con el soberano poder, que no es
otro sino el de procurar la seguridad del pueblo; a ello
está obligado por la ley de naturaleza, así como
a rendir cuenta a Dios, autor de esta ley, y a nadie sino a
Él. Pero por seguridad no se entiende aquí una
simple conservación de la vida, sino también
todas las excelencias que el hombre puede adquirir para
sí mismo por medio de una actividad legal, sin peligro
ni daño
para el Estado".
VII- LA
FRAGILIDAD INSTITUCIONAL DEL PERU
Nuestra generación nació durante los
años setentas, auge de los gobiernos militares en
Sudamérica y siempre hemos escuchado reiteradas
expresiones acerca de la "debilidad institucional"
existente en el país.
Institucionalidad es el reinado de las
Instituciones, las que provienen del latín
"institutio", como derivado del verbo "instituere" (in
= hacia; stituere = de stare) que significa el proceso en que
se llega a algo permanente, hacer que algo surja como entidad
estable, aludiendo a ordenamientos de la vida social (rerum
vitae communis). Las "Institutas" del Emperador Justiniano
revitalizan en el Siglo VI d.c. la idea de estabilidad que
acompañaba al orden socio – político
mantenido durante la llamada "Pax Romana" y al auge del Imperio Romano,
lo que será motivo de añoranza durante las
centurias de desorden que originó su decadencia y
caída.
Habitualmente se entiende porhttp://www.eumed.net/cursecon/0/recomiendo.phtml/t_blank
"Institución" cualquier
organismo o grupo social que, con unos determinados medios,
persigue la realización de unos fines o propósitos.
En el ámbito político, tenemos una amplia gama de
exponentes entre las diversas entidades públicas y en la
sociedad civil, encontramos a los gremios, sindicatos,
clubes de madres, comités de autodefensa, federaciones
empresariales, etc.
Sin embargo, dentro de la literatura económica,
se utiliza el concepto "institución"
como algo más genérico: la forma en que se
relacionan los seres humanos de una determinada sociedad o
colectivo, buscando el mayor beneficio para el grupo. Son
los usos, hábitos, costumbres o normas por los
que se rigen las relaciones sociales y económicas entre
los miembros del grupo.
http://www.eumed.net/cursecon/1/degas-bolsa.jpg/t_blank
Para que ese objetivo sea
posible, esas relaciones estarán guiadas por un conjunto
de normas o reglas que auto limitan o restringen el
ámbito de actuación de los individuos, unas
llamadas formales y otras informales.
Reglas formales son las normativas
de carácter jurídico y las leyes. Las reglas
informales, consisten en los hábitos y conductas
costumbristas adoptados por el colectivo. Son reglas no escritas,
pero que son aceptadas y adoptadas por el colectivo para el buen
funcionamiento del mismo. Ambos tipos de reglas (que existen
porque el hombre vive en sociedad), por sí solas, no son
suficientes, si no se enmarcan en el contexto
socioeconómico presente y si no gozan de cierta
flexibilidad a los posibles cambios de dicho
entorno.
Panorama nacional actual
Trataremos de visualizar caminos que nos podrían
llevar a fortalecer la Institucionalidad en el Perú.
Así, si hablamos de debilidad de las instituciones
nacionales, nos enfrentamos a un doble problema :
- Por un lado la fragilidad de las entidades
públicas o privadas representativas del nuestro
colectivo social - Por el otro, nuestra particular concepción de
las costumbres existentes, las que algún estricto
moralista podría calificar de inmorales en muchos
sentidos. Esto se explica por nuestro peculiar devenir
histórico, las convulsiones sociales que no han
permitido que arraigue una determinada estructura
social, con instituciones sólidas, que encarnen
determinados valores e
ideas.
La debilidad institucional existente en nuestro
país facilita en gran medida el fortalecimiento de
prácticas corruptas. En cierto modo, la cultura de "Pepe
el Vivo" que reina en nuestro medio, conduce a privar a las
instituciones de su sustento moral y
así vemos por ejemplo que la Policía Nacional es
vista como un mercado de transacciones mercantiles, en lugar de
un medio de protección de los derechos fundamentales del
ciudadano.
1. El Estado teatro
Hobbes dice que una persona es aquella cuyas palabras o
acciones son consideradas como suyas o representando las palabras
y acciones de otro hombre o cualquier otra cosa a la cual le son
atribuidas verdaderamente o por ficción. Cuando se parte
del que habla o actúa por sí mismo, Hobbes se
refiere a la "persona natural"; y cuando se parte de aquel que
habla o actúa por otro, se refiere a la persona artificial
o fingida, es decir, cuando se considera que las palabras y
acciones de uno representan las de otro. (Leviatan, I, 16,
p.217). Si se tiene presente que la ficción es fruto de la
imaginación, se deduce entonces que la idea de "persona
artificial" (fundamental en la concepción del Estado)
aparece como resultado de la actividad de imaginar, es decir, de
la capacidad de fingir, a partir de la cual tiene lugar la idea
de representación. Por ello, la idea del Estado se nos
muestra como una imagen, esto es,
como resultado de la experiencia cognoscitiva a través de
la cual se constituye el hombre, pues Hobbes, en su descripción del proceso de conocimiento,
concibe las imágenes
como representación. (Leviatan, I, 1, p.85). De tal modo
que este filósofo muestra la equivalencia que existe, en
sentido amplio, entre imagen y representación. El
término persona nos coloca directamente en el terreno de
la imaginación, y el Estado se nos revela,
fundamentalmente, como imagen.
2. El Leviatán como metáfora
Ahora nos interesa mostrar que el "Leviatan" como
metáfora juega un rol decisivo en la constitución
del poder político. Para ello es necesario recordar que el
fin del Estado es la seguridad, para lo cual Hobbes acude a la
pasión del temor. Hobbes a este respecto recuerda la
debilidad intrínseca de las leyes naturales cuando no
existe el temor a la espada. De allí que sea fundamental
la imagen temerosa del Estado. Aparece entonces la necesidad de
generar "el gran Leviatan" o "Dios mortal", cuyo poder es capaz
de crear el terror que hace posible unificar las voluntades y
lograr la paz. (Leviatan, 2, 17, p.227). Para darle nombre a su
modelo de Estado, Hobbes eligió un nombre mítico,
tomado de las Escrituras. Se trata de un mito que tuvo
diversos significados, y que se convirtió de imagen del
mal en imagen del poder, y fue precisamente esta similitud,
afianzada en el siglo XVII, la que Hobbes utilizó como
metáfora. En el siglo XVII el término Leviatan
llegó a significar una persona de prodigioso poder,
equivalente al llamado "poder soberano" y al poder absoluto de
Dios.
3. El Estado en el Perú : las autocracias no
conforman un Leviatán
- Se debe aumentar las capacidades del gobierno, reformando
al Estado, de lo contrario no se podrá llevar adelante
ninguna reforma estructural. Debe reestructurarse la carrera
pública (el Servicio
Civil), reformulando una Ley del Escalafón de la
Administración Pública. Este
reforzamiento de la burocracia,
aislándola de las presiones políticas, no
constituye una apología de la autocracia ni de la
soberanía absoluta, toda vez que Hobbes propugnaba el
poder real absoluto sobre una Inglaterra dividida para darle
estabilidad, lo que aca demuestra resultar una tendencia
peligrosa (v.g. la corrupción fujimorista), pero si hablamos
de Economía de Libre Mercado a la manera anglosajona, no
debemos olvidar que ellos primero robustecieron su Estado, para
impulsar la economía y cuando ésta ya avanzaba
sin necesidad de mucha ayuda, el aparato estatal recién
pasó a la calidac de árbitro, no antes. - Debe ponerse énfasis la aplicación de las
normas sobre transparencia fiscal y en la rendición de
cuentas de
los funcionarios públicos, ya que así nunca se
producirá ese desprendimiento de libertades individuales
para fortalecer a un Estado que la mayoría ve como
irreal o no representativo de la colectividad nacional. - De esa manera consideramos que, después de un
trabajo a largo plazo y marcado por el empleo
ético del poder, ya que el estado Hobbesiano no se crea
para satisfacer necesidades particulares, sino comunes,
recién podrá solidificarse nuestra
institucionalidad.
Selección de textos y comentarios de Denise,
Peterfreund y White, Great Traditions in Ethics, Belmont, Ca.:
Wadsworth, 1996. Traducción de los comentarios: M.
Polanco. Fuente de los textos en español:
Thomas Hobbes, Leviatán, México:
Gernika, 1994
Leviatán, Ed. Macpherson, London, Penguin Books,
1985).
DUNCAN RICARDO MASSON CABRERA
Santiago de Surco, Febrero de 2005