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Inmigración y literatura: Cuentos



    1876-2004

    1. Alemanes
    2. Armenios
    3. Belgas
    4. Escoceses
    5. Españoles
    6. Franceses
    7. Griegos
    8. Húngaros
    9. Ingleses
    10. Irlandeses
    11. Italianos
    12. Japoneses
    13. Libaneses
    14. Polacos
    15. Portugueses
    16. Rusos
    17. Sirios
    18. Suizos
    19. Turcos
    20. Sin mención de
      origen
    21. Varios

    En este trabajo cito
    fragmentos de algunos de los cuentos en los que los inmigrantes
    llegados a la Argentina entre 1850 y 1950, sus descendientes u
    otros escritores argentinos, escriben sobre la tierra de
    origen, la inmigración, los inmigrantes y sus
    descendientes.

    Transcribo parcialmente uno o más cuentos de cada
    autor, sin que ello signifique que no han escrito otros cuentos
    sobre la inmigración, además de los que incluyo en
    este trabajo. En general, utilizo un criterio cronológico
    para ordenar los textos, a excepción de los cuentos sobre
    españoles e italianos, que han sido ordenados por la
    región de origen, dejando al final de cada apartado
    aquellos que no indican procedencia del inmigrante.

    Alemanes

    Eduardo L. Holmberg evoca en "La pipa de Hoffmann" a un
    judío alemán: "Era de mediana estatura,
    proporcionalmente delgado, cara oval, ojos negros,
    pestañas largas, y vestía siempre traje del mismo
    color de sus ojos
    y de su cabello, negro también. Al verle era
    difícil no reconocer en él un representante de la
    raza hebrea" (1).

    Narra Jorge Luis Borges
    en "El sur": "El hombre que
    desembarcó en Buenos Aires en
    1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de una iglesia
    evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era
    secretario de una biblioteca
    municipal en la calle Córdoba y se sentía
    hondamente argentino" (2).

    En "La tos" Ezequiel Martínez Estrada presenta a Rauch,
    un descendiente de alemanes, quien recibe la visita de "un
    señor corpulento, rubio", un "empresario de
    reducciones orgánicas". "Rauch se extrañó de
    la corrección con que se expresaba en castellano ese
    hombre
    evidentemente extranjero, de su raza" (3).

    Juan José Hernández relata, en "El inocente",
    que ha desaparecido un gato. "(…) Poco tiempo
    después Julia y yo lo descubrimos muerto en la quinta del
    alemán. Ocultamos nuestro hallazgo. Nos habían
    prohibido subir a la pared del fondo que daba a la quinta, pero a
    menudo desafiábamos el peligro para robar naranjas. Nunca
    saltábamos la tapia; hacerlo hubiera sido correr la misma
    suerte del gato" (4).

    Magdalena Ruiz Guiñazú evoca, en "El
    sortilegio", la relación entre una pareja de alemanes y su
    futura nuera (5).

    En "El hombre frío", Horacio Vázquez-Rial
    presenta a un descendiente de alemanes: "Ese rubiecito flaco, que
    seguramente vivía en el barrio, aunque nadie sabía
    exactamente dónde, daba para todo: para una madre
    represiva, posesiva, castradora, que no le permitía tener
    una novia como todo el mundo, o para un padre violento, de
    tradición prusiana".

    Notas

    1. Holmberg, Eduardo L.: "La pipa de Hoffmann", en Holmberg,
      Eduardo L.: Cuentos fantásticos. Buenos Aires,
      Hachette, 1957.
    2. Borges, Jorge Luis: "El sur", en Ficciones. Buenos
      Aires, Sur, 1944.
    3. Martínez Estrada, Ezequiel: "La tos", en Arlt,
      Roberto, Borges, J.L. y
      otros: El cuento
      argentino. 1930-1959***
      . Buenos Aires, CEAL, 1981.
      (Capítulo, vol. 83).
    4. Hernández, Juan José: "El inocente", en
      Hernández, Juan José: "La señorita
      Estrella" y otros cuentos antología
      . Selección por el autor. Prólogo
      por Daniel Moyano. Buenos Aires, CEAL, 1982. (Capítulo,
      vol. 134).
    5. Ruiz Guiñazú, Magdalena: "El sortilegio", en
      La Nación, 20 de diciembre de 1998.

    Armenios

    En su novela
    Memorias para no olvidar, Eduardo Bedrossian
    incluyó "la historia de la pollera", que
    comienza así: "-Una tarde llegó una clienta
    –volvió a contarles en su idioma armenio, como si
    fuera la primera vez. –Quería comprar una pollera.
    Me hizo sacar todos los modelos de
    pollera. Ninguna le gustaba. A veces era el talle; otras, el
    color. Cuando superamos estas dificultades, surgió otra:
    el precio. Al
    final, se fue sin comprar" (1).

    Notas

    1. Bedrossian, Eduardo: Memorias para no olvidar.
      Buenos Aires, 1998.

    Belgas

    En varios cuentos de Horacio
    Quiroga aparecen inmigrantes. Uno de estos cuentos es
    "Van-Houten", que toma su tìtulo del apellido del
    protagonista, un "belga, flamenco de origen", al que "se le
    llamaba alguna vez Lo-que-queda-de-Van-Houten, en razòn de
    que le faltaba un ojo, una oreja, y tres dedos de la mano
    derecha. Tenìa la cuenca entera de su ojo vacìo
    quemada en azul por la pòlvora. En el resto era un hombre
    bajo y muy robusto, con barba roja e hirsuta" (1).

    Notas

    1. Quiroga, Horacio: "Van Houten", en Los desterrados- El
      regreso de Anaconda
      . Buenos Aires, Losada, 1997.

    Checoslovacos

    Abelardo Castillo evoca, en "El candelabro de plata", a
    Franta, un pordiosero checoslovaco. Recuerda el narrador. "El
    viejo, cohibido al principio, de pronto empezó a hablar.
    Tenía un acento raro, dulce. Se llamaba Franta, y creo no
    haberme sorprendido al darme cuenta de que no era un hombre
    vulgar: hablaba con soltura, casi con corrección. Acaso yo
    le había preguntado algo, o acaso, rota la frialdad del
    primer momento (para esa hora ya estábamos bastante
    borrachos), la confesión surgió por sí
    misma" (1).

    En "La golem", Horacio Vázquez-Rial relata que "en la
    Patagonia,
    cerca del mar", vivían Raquel Grein y su padre: "Alrededor
    de mil novecientos diez, Raquel Grein había puesto
    ahí su propia casa de putas, junto a un poblado
    transitoriamente próspero cuyo nombre es preferible
    olvidar, tan helado como la miserable aldea judía del este
    de Chequia en la que ella había visto su primera luz, una luz
    espesa y perturbadora, de lámpara de aceite, que en
    nada se parecía a la del sol".

    Notas

    1. A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El
      cuento argentino 1959-1970
      . Selección,
      prólogo y notas por el Seminario de
      Crítica Literaria Raúl Scalabrini
      Ortiz.. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 48.
      (Capítulo).

    Escoceses

    En "Revelación", Augusto Mario Delfino presenta a una
    institutriz hija de escoceses: "Miss Eveline, la institutriz
    –una joven de Quilmes, hija de escoceses- les
    recomendó mientras los peinaba: ‘No olviden que en
    sociedad es
    preciso tener mucho tacto’. Angélica sabe que tacto
    es un sentido, como olfato y vista, y Ricardito ha comprendido
    que tacto es callar cuando las personas mayores hablan, comer la
    gelatina aunque no le agrade" (1).

    Notas

    1. Delfino, Augusto Mario: "Revelación", en Cuentos
      de Nochebuena
      .. Reproducido en Stang, Margarita R. de:
      América habla. Buenos Aires, Gram Editora, 1975.
      Pág. 194.

    Españoles

    Andaluces

    Francisco Montes es el autor de Leyendas y Aventuras de
    Alpujarreños
    . En "El desafío" (1) relata que un
    andaluz de dieciséis años ganó la competencia de
    doma que se realizaba para las fiestas patrias: "El domador con
    carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules
    era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con
    dos años de edad en la búsqueda de insondables
    destinos".’

    En un cuento de Marta Lynch, "Chola, la hija del sastre, de la
    misma edad de Rosa, entró como si estuviera en su casa,
    con la pollera de volados de española en una mano y unas
    castañuelas alquiladas en la otra" (2).

    Carmela, personaje de un cuento de María del Carmen
    García, era "una gitana como toda gitana, morena y
    habladora, activa y vigorosa, que criaba a sus siete hijos como
    si no le costara esfuerzo. La ropa siempre limpia y ordenada, la
    pieza pulcra donde no faltaba un altarcito para la Virgen del
    Rocío y una guitarra que a veces su Rafael sonaba con
    melancólicos rasguidos andaluces" (3).

    Pierre Cottereau es el autor de "La abuela Augusta", cuento en
    el que evoca un episodio de la ancianidad de un inmigrante
    andaluz. En los recuerdos del hombre, "Las mesetas se extienden
    hacia un horizonte claro, lejano; desde muy lejos llega el
    perfume de las manzanas en flor y los almendros son ramos blancos
    por doquier. Más allá, las praderas que bordean la
    ría están salpicadas de florecillas, desborda la
    primavera sobre toda Andalucía" (4).

    Asturianos

    En "Carroza y reina", cuento que da título al libro de
    Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la
    Fundación Fortabat, aparece el asturiano Alvarez, mozo del
    café y
    bar El Aeroplano: "Los parroquianos empujan para llegar hasta las
    mesas del privilegio y arrastran al mozo, Alvarez el asturiano,
    el de los enormes pies, que se escurre entre los cuerpos con la
    bandeja en alto cargada de choppes, express y especiales de
    matambre que son la especialidad de la casa" (5).

    María del Carmen García presenta, en "Ojos
    gitanos" (6), a unos asturianos: "Algún tiempo
    atrás habían llegado a Buenos Aires como otros
    tantos inmigrantes, esperanzados en un futuro sin miseria ni
    guerras. (…)
    Se habían conocido de niños
    en la aldea de Asturias en la que nacieron y se encontraron en
    Buenos Aires gracias a los oficios del padrino Manuel y como era
    de suponer se casaron en un septiembre lluvioso de 1910".

    Catalanes

    H. Bustos Domecq es el seudónimo con el que firmaban
    Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares algunas obras escritas en
    conjunto. En uno de estos textos, que se titula "Las noches de
    Goliadkin", un personaje expresa: "-Comparto su aversión a
    la radio. Como
    siempre me decía Margarita -Margarita Xirgu, usted sabe-
    los artistas, los que llevamos las tablas en la sangre,
    necesitamos el calor del
    público. El micrófono es frío, contra
    natura. Yo mismo, ante ese artefacto indeseable, he sentido que
    perdía la comunión con mi público" (7).

    En "Las señoritas de la noche", Marta Lynch presenta un
    almacenero catalán: "(…) El almacenero arreció en
    su reyerta milagrosa, recrudeció en los gritos y en los
    golpes con su férrea y antigua furia de anarquista; los
    vecinos oían ahora incomprensibles vocablos catalanes y su
    recia decisión de no dejar al cura aquel que hiciera un
    marica de su hijo. La cabra, esa piojosa de almacén,
    su mujer que
    seguía siendo linda todavía pasó a un
    segundo plano" (8).

    Patricio Pron es el autor de "La espera". El protagonista "era
    porteño. Había nacido allá por 1908 en La
    Boca, en el Hotel de
    Inmigrantes, un día de lluvias frías. Sus padres,
    llegados hacia días de Cataluña, le habían
    transmitido casi sin saberlo esa sensación de ya no
    pertenecer a ninguna parte, ni a Cataluña ni a Buenos
    Aires. Juan Vera era el primer argentino" (9).

    Gallegos

    Relata el narrador, en "El convite de Barrientos", texto de
    Santiago Estrada de 1889: "Pero todo lo que llevo referido
    habría sido tortas y pan pintado, si el portero de mi
    alojamiento, desconociéndome la voz y tomándola
    entre sueños por la de un pariente que acababa de morir en
    El Ferrol, no se hubiera negado a abrirme la puerta,
    conjurándome a que, ánima en pena, volviera al
    sitio de donde había salido, en la seguridad de que
    en cuanto amaneciera daría de limosna a un pobre los
    cuartos que me adeudaba al embarcarse para América" (10).

    En "Departamento para familias" (11), cuento incluido en el
    volumen
    Pasos del gran bailarín, el sevillano Guillermo
    Guerrero Estrella alude a Inés, una criada gallega. Un
    matrimonio
    sostiene este diálogo:
    "-¡Te digo que yo no miento! (…)-Bien. Soy capaz de
    perder el empleo, para
    esperar a que Inés venga del almacén. Y como la
    gallega te desmienta, ya verás o que es bueno…
    Ahí está Inés. ¡Inés!
    -Señor… -¿Dónde encontró usted esta
    mañana las zapatillas? -En el cuarto de baño,
    señor. -¿Has visto, maldita perra, cómo no
    mentía?".

    Enrique Méndez Calzada incluye, entre los personajes de
    su "Cuento de Navidad", a un
    ordenanza inmigrante. "A las dos y media de la tarde, el
    compañero Rabufetti, jefe de Corresponsales, el ordenanza
    Lavandeira, a quien por primera vez veía despojado de su
    uniforme, imponente de pasamanería áurea, y el que
    esto escribe, Roque J. Santillán, ítem más
    nuestros equipajes respectivos y un maletín de mano que
    Rabufetti no dejaba un momento, salíamos del edificio del
    Banco por la
    puerta de Bartolomé Mitre" (12).

    En "Verde y negro", cuento incluido en Unidad de lugar,
    Juan José Saer escribe: "Eran como la una y media de la
    mañana, en pleno enero, y como el Gallego cierra el
    café a la una en punto, sea invierno o verano, yo me iba
    para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos del
    pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo los
    árboles. Era sábado y al otro
    día no laburaba" (13).

    En "El mundo, una vieja caja de música que tiene que
    cantar", Héctor Tizón presenta un cura gallego: "El
    cura comienza a pasearse despaciosamente por el salón.
    Está pensativo, cabizbajo y dice por ahí
    (sólo el Capataz y el Turco pueden escucharlo, los otros
    no están en este momento) aludiendo quizás a su
    pobreza: -Me
    ha tocado una parroquia estéril como una mula. Y poblada
    de locos" (14).

    En "El Antonio", cuento incluido en La
    manifestación
    , Jorge Asís escribe: "Cómo
    no recordarlo, cómo olvidar los picados en las calles, y
    de la gallega neurótica que no daba la pelota cuando
    caía en su casa, o la devolvía cortada, y los
    piedrazos que caían de noche en su techo de chapa"
    (15).

    A un personaje de Marta Lynch, "una rabia sorda, tan feroz
    como sus oscuros orígenes de india y de
    gallego la espantó de la prefabricada donde José
    dormía su mona cotidiana" (16).

    En "La aventura olvidada de Sandokan", María Rosa Lojo
    escribe acerca de la relación entre Sandokan y una
    inmigrante gallega, en Buenos Aires: "Ninguno, tampoco,
    sentía ni hacía sentir de tal manera el dolor de la
    patria distante. En nada se asemejaban las intrincadas selvas de
    Borneo, el húmedo árbol del pan y el gigantesco
    sicomoro, a las sobrias castiñeiras y los ásperos
    pinares de los montes gallegos. (…) Pero la nostalgia por lo
    amado y lo perdido era la misma" (17).

    En "Doña Conce", Jorge Dietsch relata los
    últimos momentos de una gallega: "Doña
    Concepción tenía 98 años y ése
    día era el día de su muerte. (…)
    La respiración se hizo pausada, se detuvo el
    temblor que sacudía su cuerpo y se le encendieron los
    ojos. Era evidente que esperaba algo importante. De pronto
    pidió por sus zapatos, e incorporándose en la cama,
    comenzó a bailar." (18).

    Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a Galicia"
    (19), texto que mereció una Mención en el Certamen
    que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó en el
    año 1994. Así dice la carta: "Nos
    acompañó la soerte a la Paca y a mí y a
    nuestra rapaza la Paquita. He tenido la entelegencia de saber
    sumar como me enseñó el maestro del pueblo. Gracias
    a usté pai. Aprendí bien los Toremas de Pitagorras
    y por eso en cuanto llejamos, hicimos un paseo por la Avinida de
    Maio que es muy bunita y nos recoerda a Madris, compramos un
    billete de lotiría".

    Elena Guimil es la autora de "Mi búho" (20), uno de los
    seis relatos del Premio La Nación 1999 de Cuento
    Infantil. En ese relato, la escritora recuerda la oportunidad en
    que su padre le trajo un pichón de búho. "Mi padre
    era un gallego fornido. Trabajaba de la madrugada a la noche y de
    lunes a sábados. Solamente los domingos se dedicaba a
    la familia y a
    la caza, sus dos mayores placeres. Tenía tres perros de pura
    raza, diestros cazadores y su escopeta de primera. Cargaba su
    almuerzo y salía al campo. Era un solitario. Yo no era muy
    distinta a él".

    Escribí "Volver a Galicia" (21) basándome en una
    anécdota familiar. Cuando la protagonista conoce a su
    tío gallego, el hermano de su padre muerto, sucede esto:
    "Entonces, ella le dijo que era la hija de Manuel, su hermano, el
    que había embarcado en Vigo en 1905 rumbo a Manzanillo, el
    que había muerto en Buenos Aires, deseando volver a
    Pígara, años atrás. Al anciano se le
    llenaron los ojos de lágrimas. Fernanda sintió que
    su padre revivía".

    En "El residente", de Teresa C. Freda, aparece una gallega,
    "pobre y santa enfermera, medio bruta pero buenaza" (22).

    "El Orensano" protagoniza "Se abrió el cielo", de Jorge
    Alberto Reale. El inmigrante "No persigue ninfas deseosas, ni
    asusta a novios celosos. Traquetea llevando su amoladora y su
    flauta, esperando que alguien lo llame. No es Pan
    enseñando a Olimpos el misterio del Policálamo, y
    tampoco tiene la belleza del Fauno de Praxiteles, pero es de
    Orense el pueblo de la chispa y los dulces arpegios" (23).

    En "El sueño de Dyusepo" -cuento de Luis León
    distinguido con el Primer Premio en el Concurso Internacional de
    Cuentos de Temática Judía, convocado por la AMIA-,
    se hace referencia a un inmigrante gallego que tenía un
    horno en el fondo de su casa: "Había cuatro grandes salas
    a las que se llegaba a través de un largo pasillo,
    generosamente ancho, que le hubiera permitido entrar desde la
    calle con su carro cargado. Tenía un inmenso fondo de piso
    de baldosas coloridas, sombreadas por una enorme parra y un horno
    de panadero. Un antiguo horno de ladrillos, lleno de
    pequeñas puertas de hierro ya
    oxidadas, donde un gallego muerto al llegar el siglo,
    hacía pan para vender" (24).

    Vascos

    En "La pesquisa" (25), de Paul Groussac, aparece una sirvienta
    vasca. La mujer es
    descripta por el empleado de correo: "joven aún, vestida
    como sirvienta y de aspecto extranjero, había retirado una
    carta, exhibiendo un pasaporte español a
    su mismo nombre".

    En "Hotel Comercio",
    Bernardo Kordon presenta un comerciante vasco: "Un agente de
    policía cuidaba la puerta del Hotel Comercio. Los curiosos
    pujaban por entrar. Acosaron a preguntas al viajante.
    Divisó un rostro conocido: era Efraín
    Gutiérrez, el dueño de ‘El Vasquito’.
    Fueron andando juntos y cambiaron ideas sobre esa enfermiza y
    feroz voluntad de quitarse la vida. Ambos le tenían miedo
    y terror a la muerte, y
    se pusieron de acuerdo en que matarse era una cobardía"
    (26).

    En "Los trotadores", de Elías Carpena, dice uno de los
    personajes: "-¡Mire, patrón: de los troteadores que
    ahí, en la Coronel Roca, corrieron el domingo, ni los que
    corrieron antes, le hacen ninguna mella… : ni siquiera el del
    vasco Estévez, que ganó sobrándose por el
    tiro largo, ni el de la cochería Tarulla, que ganó
    con el oscuro a la paleta! ¡Usted tiene el oro y lo
    confunde con el cobre!"
    (27).

    Es vasco un personaje de "Mundo, mundo" (28), de Cristina
    Siscar.

    En "La fotografía", Celia Matilde Caballero relata
    que un vasco logra ingresar a la foto en la que estaban su esposa
    y sus hijos (29).

    En la provincia de Buenos Aires se afinca el protagonista de
    un cuento de Arturo M. García: "Don Javier Echegaray y
    Tarragona, oriundo de San Sebastián en el país
    vasco y como su nación,
    fuerte de temperamento, férrea voluntad, constante en
    el trabajo y
    perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a
    los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse
    la América. Recaló en Buenos Aires, pero la ciudad
    que crecía no le brindaba muchas ilusiones y esperanzas"
    (30).

    Arturo M. García relata, en "Ella eligió
    así", lo sucedido a Raquel Amanda Olascoaga, hija de
    vascos tomada cautiva por Biguá, con quien pidió
    contraer matrimonio cristiano, rehusando volver a la sociedad.
    Cuando la llevaron los indios, ella era una "mujer de treinta
    años de edad, dama de recio temple y extraordinaria
    hermosura, hija única de un matrimonio de origen vasco,
    que después de haber habitado muchos años en el
    Río de la Plata, donde cosecharon una ingente fortuna a
    través de negocios de
    importación de bebidas espirituosas,
    traídas de Europa, se
    volvieron a su país natal, dejando a su hija ya madura, al
    frente de sus casas en Buenos Aires y Montevideo" (31).

    Sin mención de origen

    En "La pesquisa" (32), de Paul Groussac, aparece un
    español que había logrado un buen pasar: "La
    señora de C., viuda de un comerciante español,
    después de liquidar la sucesión había
    colocado en diferentes bancos el importe
    de su modesta fortuna, para retirarse a aquella casita-quinta de
    su propiedad".

    En "El hombre de la radio a transistores",
    cuento incluido en El yugo y la marcha, Andrés
    Rivera relata que al restorán Aguila llegó
    El Español: "A las ocho menos cuarto de la noche de ese
    martes se levantaron las persianas del restorán; se
    prendieron las luces; llameó, pálida, la pantalla
    del televisor. A la ocho y media llegó El Español.
    Era fuerte y alto, la nuca rapada en una cabeza pequeña;
    los ojos verdes, estrechos, jóvenes. La piel del
    rostro, quemada por el sol,
    tenía un color rojizo, vestía overall y saco,
    camisa de algodón, oscura, boina y borceguíes"
    (33).

    En "Historia de José Montilla", Fernando Sorrentino da
    vida a un tendero inmigrante: "Don José Montilla
    vivía en la calle Bonpland, bastante cerca de casa. Mi
    padre tenía cierta amistad tenue con
    él, amistad que no iba mucho más allá del
    saludo y de alguna breve conversación. Pero quiero decir
    que don José Montilla y mi padre sentían un mutuo
    afecto silencioso. Gracias a esta relación, yo puedo ahora
    contar la historia de don José Montilla" (34).

    Para conjurar la nostalgia, algunos inmigrantes traen de su
    tierra algo
    que les resulta especialmente querido: un retrato, un
    mantón, fotos… O el
    olivo que la española plantó en el fondo de su
    casa, en el cuento "Don Paulino", de Marita Minellono (35).

    En "El encuentro", de Jonatan Gastón Nakache,
    encontramos un mozo español. (36).

    El protagonista de "La foto", de Alicia Pombar de
    Tourón, es un descendiente de hispanos: "Se llamaba Juan
    Carlos, era argentino, porteño, y había nacido en
    Versalles (…) Era nieto de inmigrantes españoles,
    agricultores por parte paterna, que buscaron alejar a sus hijos
    mayores de la guerra, y
    dejaron sus campos soñando volver. Su padre, uno de los
    menores, no compartía ese sueño" (37).

    Notas

    1. Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y
      Aventuras de Alpujarreños
      , en Unisex. Buenos
      Aires, Bruguera. 163 pp.
    1. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
      cuentos tristes
      . Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág.
      129.
    2. García, María del Carmen: "Ojos
      gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos
      Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny
      Fasola Castaño.
    3. Cottereau, Pierre: "La abuela Augusta", en El
      Tiempo
      , Azul, 12 de octubre de 1997.
    4. Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
      reina
      . Buenos Aires, Emecé, 1986.
    5. García, María del Carmen: "Ojos
      gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos
      Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny
      Fasola Castaño.
    6. Bustos Domecq, H. (Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
      Casares): "Las noches de Goliadkin", en H. Bustos Domecq, A.
      Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
      Selección de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos
      Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).
    7. Lynch, Marta: "Las señoritas de la noche", en
      Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL,
      1967.
    8. Pron. Patricio: "La espera", en De manos
      abiertas… Cuentos por adolescentes
      . Buenos Aires, Tu
      Llave, 1992.
    9. Estrada, Santiago: "El convite de Barrientos", en
      Varios autores: 20 relatos argentinos. 1838-1887.
      Selección y prólogo de Antonio Pagés
      Larraya. Ilustración en colores de
      Horacio Butler. Buenos Aires, Eudeba, 1969.
    10. Guerrero Estrella, Guillermo: "Departamento para
      familias", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R.
      Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930
      antología.
      Sel. y pról. de Eduardo Romano,
      notas de Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980.
      (Capítulo).
    11. Méndez Calzada, Enrique: "Cuento de Navidad",
      en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y
      otros: El cuento argentino 1900-1930 antología.
      Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto
      Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980.
      (Capítulo).
    12. Saer, Juan José: "Verde y negro", en J. J.
      Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros:
      El cuento argentino 1959-1970** antología.
      Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica
      Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL,
      1981. (Capítulo).
    13. Tizón, Héctor: ""El mundo, una vieja
      caja de música que tiene que cantar", en J. J.
      Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros:
      El cuento argentino 1959-1970** antología.
      Selección, prólogo y notas del Seminario de
      Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos
      Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).
    14. Asís, Jorge: "El Antonio", en A. Castillo, D.
      Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino
      1959-1970* antología.
      Selección.,
      prólogo y notas del Seminario de Crítica
      Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL,
      1981. (Capítulo).
    15. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
      cuentos tristes
      . Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág.
      129.
    16. Lojo, María Rosa: "La aventura olvidada de
      Sandokan". Publicado en la revista
      SIBILA, 12, Revista de Arte,
      Música y Literatura, Sevilla, Abril 2003, pp.
      43-47.
    17. Dietsch, Jorge: "Doña Conce o la despedida",
      en El Tiempo, Azul, 14 de marzo de 1999.
    18. Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en
      Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de
      Cultura
      . Buenos Aires, 1994.
    19. Guimil, Elena: "Mi búho", en El
      desafío
      . Buenos Aires, Sudamericana,
      2000.
    20. González Rouco, María: "Volver a
      Galicia", en El Tiempo, Azul, 27 de diciembre de
      1998.
    21. Freda, Teresa C.: "El residente", en El
      Tiempo
      , Azul, 26 de junio de 2002.
    22. Reale, Jorge Alberto: "Se abrió el cielo", en
      el grillo, N° 36, Noviembre-Diciembre
      2003.
    23. León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en
      León, Luis et al.: Rostros de una identidad.
      Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de
      Temática Judía
      . Buenos Aires, Editorial
      Milá, 2004. 96 pp.
    24. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
      A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
      Selecc. de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires,
      CEAL, 1981. (Capítulo).
    25. Kordon, Bernardo: "Hotel Comercio", en R. Arlt, J. L.
      Borges y otros: El cuento argentino 1930-1959***
      antología
      . Selección y prólogo de
      Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL,
      1981. (Capítulo).
    26. Carpena, Elías: "Los trotadores", en Carpena,
      Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
      1973. Pág. 155.
    27. Siscar, Cristina: "Mundo, mundo", en Reescrito en
      la bruma
      . Buenos Aires, Per Abbat, 1987.
    28. Caballero, Celia Matilde: "La fotografía", en
      Fantasía y amor. Buenos Aires, Ediciones
      Arlequín de San Telmo, 1998.
    29. García, Arturo: "El cóctel", en el
      grillo
      N° 22. Buenos Aires, 1999.
    30. García, Arturo M.: "Ella eligió
      así", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y
      Arte El tema es la libertad
      , N° 18, 2004.
    31. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
      A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
      Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos
      Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).
    32. Rivera, Andrés: "El hombre de la radio a
      transistores", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y
      otros: El cuento argentino 1959-1970* antología.
      Selección, prólogo y notas del Seminario de
      Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos
      Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 107).
    33. Sorrentino, Fernando: "Historia de José
      Montilla", en www.badosa.com.
    34. Minellono, Marita: "Don Paulino", en
      Reunión. Buenos Aires, Corregidor.
    35. Nakache, Jonatan Gastón: "El encuentro", en
      Escritura Joven III Concurso Literario para Jóvenes
      "Clara Kliksberg"
      . Buenos Aires, Milá.
    36. Pombar de Tourón, Alicia: "La foto", en el
      grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la
      libertad
      , N° 18, 2004.

    Franceses

    En "Trampa", escribe Elías Carpena: "Don Julio
    Sosa era patrón de una tropa de carretas y trabajaba con
    los hornos y con las quintas de los franceses". Alberto Oscar
    Blasi, autor de las notas, explica: "En la Loma Verde de
    Morón, las quintas de melones y espárragos, y los
    montes de duraznos, pertenecían a familias francesas"
    (1).

    En "El piola", Adolfo Pérez Zelaschi presenta a
    un individuo que
    se quiere hacer pasar por francés: "Monsieur
    Gastón, un traficante de dinero
    extranjero a quien acudían sus compañeros del
    Banco, y él mismo, para algunas especulaciones menores,
    tipo de confianza, honesto delincuente del mercado negro que
    jamás había vendido un dólar o un marco
    falsos" (2).

    Carlos Gardel protagoniza una historia infantil de
    Graciela Beatriz Cabal, quien relata: "Cuando aparecía de
    vuelta en el conventillo, la madre lo corría por el patio,
    con la chancleta en lo alto, las peinetas a medio salir y los
    pelos tapándole los ojos. -¿Dónde anduviste
    metido, desgraciado?- parece que quería decirle. Pero como
    estaba muy enojada se lo decía en francés (idioma
    rarísimo pero que era el de ella)" (3).

    El ingeniero civil Alfredo Ebelot es el protagonista de
    "El francés de la zanja", cuento de María del
    Carmen García, quien escribe: "El ingeniero Alfredo Ebelot
    llegaba con su andar de trancos largos, sombrero de fieltro
    cubriendo su rubia y rizada cabellera, botas altas y un poncho
    pampa cubriendo el hombro izquierdo. El francés se sumaba
    con frecuencia a beber unas ginebras y a oír y narrar los
    avatares de un día más en ese confín del
    mundo en América" (4).

    En "Unico testigo", Jorge Alberto Reale se refiere a una
    inmigrante: "Manón, Griseta, La Francesita, eran los
    nombres de la misma mujer. Su aspecto absurdo, de melena
    recortada y la cruz de su boca bien roja, acompañaban la
    soledad de aquel lugar. Aquel lugar era el rincón del Bar
    103" (5).

    Notas

    1. Carpena, Elías: "Trampa", en Carpena,
      Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
      1973.
    2. Pérez Zelaschi, Adolfo: "El piola", en H.
      Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento
      policial
      . Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B.
      Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981.
      (Capítulo).
    3. Cabal, Graciela Beatriz y Contarbio, Delia:
      Carkitos Gardel. Buenos Aires, Libros del
      Quirquincho, 1991.
    4. García, María del Carmen: Cuentos de
      criollos y de gringos
      , en colaboración con Fanny
      Fasola Castaño. Buenos Aires, Editorial Vinciguerra,
      1996.
    5. Reale, Jorge Alberto: "Unico testigo", en el
      grillo
      , Buenos Aires, N° 37, Mayo-Junio de
      2004.

    Griegos

    La protagonista de "La rapiña", de Marta Lynch,
    se refiere a los Stavros, una familia griega:
    "El mismo apellido desconcertaba de entrada. Como si vinieran de
    lejos con un confuso prestigio de Medio Oriente acerca del cual
    no había obligación de estar bien enterado o con un
    franco y honesto aire de
    inmigrante en primera generación, exudando inteligencia
    para abrirse paso y un límpido chusmaje que a fuerza de ser
    admitido dejaba de estorbar" (1).

    "Michel Moljo: El epigrafista" (2) se titula el cuento
    en el que Isaías Leo Kremer evoca a este hombre que, "en
    1950, dolorido por la devastación de toda la comunidad
    judía de Grecia, se
    embarcó hacia Buenos Aires para hacerse cargo de la
    conducción del templo SHALOM". "De prisa Michel Moljo
    –escribe Kremer-, trata de descifrar rápido esas
    antiguas inscripciones, que ya vendrán los marmoleros para
    llevarse las placas y no habrá otra oportunidad para
    hacerlo. Tu reacción fue instantánea, cuando el
    alcalde de Salónica decidió tomar una parte del
    antiguo cementerio judío por "razones
    urbanísticas"; te apuraste a rescatar ese testimonio que
    arranca de épocas tan antiguas y que nutrieron con sus
    nombres a tantas familias de hidalgos
    españoles".

    Notas

    1. Lynch, Marta: "La rapiña", en Lynch, Marta:
      Los cuentos tristes. Buenos Aires, Centro Editor de
      América
      Latina, 1967.
    2. Kremer, Isaías Leo: "Michel Moljo: El
      epigrafista", en SEFARaires, N° 18, Octubre de
      2003.

    Húngaros

    Relata la protagonista de "Usurpación", de
    Beatriz Guido: "Recuerdo a un acróbata húngaro que
    se encerraba en su cuarto de pensión, mientras yo me
    excitaba con sus contorsiones, y su silenciosa acompañante
    filipina limpiaba los cordones de la muerte, las víboras
    amaestradas" (1).

    Escribe Marta Lynch: "A Rosa le gustaba el Carnaval.
    Había en la fiesta, una alegría y un misterio que
    le hacían tanto bien como disfrazarse de aldeana
    húngara o de mascota, con muchas rosas de
    paño distribuidas en el pelo y en el ruedo del vestido y
    una gran cofia almidonada que hacía resaltar su
    áspera piel oscura" (2).

    Notas

    1. A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El
      cuento argentino 1959-1970
      . Selección,
      prólogo y notas por el Seminario de Crítica
      Literaria Raúl Scalabrini Ortiz.. Buenos Aires,
      CEAL, 1980. Pág. 48. (Capítulo).
    2. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
      cuentos tristes
      . Buenos Aires, CEAL, 1967, p.
      129.

    Ingleses

    En "Nelly", de Eduardo L. Holmberg, uno de los
    personajes es inglés:
    "El señor Phantomton era rubio y delgado, usaba bigote
    caído, y en sus ojos vagaba una niebla de misteriosa
    sugestión. Vestía correctamente, como todos los
    ingleses acomodados, y conversaba con la franqueza de un hombre
    que dice lo que piensa, lo cual no suele ser agradable para los
    que no piensan lo que dicen" (1).

    En "Nobleza del pago", Fray Mocho hace referencia a un
    inmigrante inglés que no era trigo limpio. Recordando la
    historia de su familia, dice un personaje: "Yo no sé, che,
    si eran nobles, pero sé que les caían y que con
    algunos hasta tuvo que ver l’autoridá, como le
    pasó a tu tío Ramón, que
    al fin se quedó en la calle, y a tu tía Robustiana,
    mal casada con un inglés que tenía el finao de mi
    padre de puestero y que lo pilló cerdiándole las
    yeguas, a medias con el juez de paz…" (2).

    En "Un sepelio atmosfèrico (Crònica de
    1891)", Juan Carlos Dàvalos relata el destino que un
    astrònomo inglès radicado en Salta, eligiò
    para sus restos: "A toque de clarines, la ceremonia dio comienzo
    a las 3, hora en que el globo, totalmente hinchado,
    cernìase por encima de la muchedumbre apeñuscada.
    Debajo del globo, sobre una mesa, notàbase un bulto largo,
    especie de tùmulo cubierto por un amplio trapo negro:
    ahì estaba el cadáver de Mr. Stop" (3).

    Un británico protagoniza "Mister Meaney", de Juan
    Carlos Dávalos: " ‘El gringo Meaney’ fue en el
    Colegio Nacional de Salta una de las últimas
    víctimas de nuestra incultura, en una época en que
    la buena crianza de mucha gente bien nacida estaba lejos de
    alcanzar el excelente nivel medio que observamos hoy"
    (4).

    Un inglés protagoniza el relato que un personaje
    narra en el cuento "Al rescoldo", de Ricardo Güiraldes:
    "-Est’ era un inglés –comenzó el
    relator-, moso grande y juerte, metido ya en más de una
    peyejería, y que había criao fama de hombre aveso
    para salir de un apuro. (…) El inglés, poco amigo de
    alcagüeterías, prometió cayarse y dejarlo al
    infelis yorando su amargura. Esto pasó hase muchos
    años, y dicen que al inglés, como premio a su
    güena alma, nunca le
    salió más redondo un negocio" (5).

    Uno de los cuentos reunidos en Carroza y reina
    -libro de Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de
    la Fundación Fortabat-, es "Lotz no contesta". En ese
    cuento, el narrador, Pecheny, recuerda a Míster Donovan.
    Pecheny y Lotz "Desde el veinticuatro que usaban el Longines.
    Desde el veintidós que estaban juntos en el ferrocarril.
    En el veinticuatro los ascendieron a los dos. Míster
    Donovan los hizo llamar y él en persona les
    entregó el Longines. Cuando entraron al despacho,
    Míster Donovan tenía ya los dos Longines encima del
    escritorio. Los felicitó y los mandó en
    comisión especial" (6).

    Pedro Orgambide describe, en "La señorita
    Wilson", a una inmigrante inglesa, acerca de la que manifiesta
    uno de los personajes: "Yo he visto a la señorita Wilson
    en la terraza, escuchando una sinfonía de Mozart que se
    empinaba por las paredes grises y subía hasta los cables
    tendidos y las antenas de
    televisión
    y las nubes de un atardecer en Buenos Aires. Y me pareció
    que la señorita Wilson sonreía" (7).

    En "Pleamar", Oscar González evoca al
    capitán Griffith George, quien, tras naufragar en 1883, se
    radicó en la estancia "Los Yngleses", en el Partido de
    General Lavalle (8).

    A Amy Stirling –que "había sido inglesa,
    linda y joven"- se refiere el narrador, en un texto de
    María Esther de Miguel: "Como no hay males completos tuvo
    su porción de dicha: murió una tía y la
    dejó heredera. Amy Stirling, buscando defender su
    sueño hecho polvo, cerró la casa de Liverpool y
    dispersó sus días por el ancho mundo. Su meta
    fueron las ciudades con puertos: en ellos recorría muelles
    y cafetines, días y noches, los ojos bien abiertos y la
    foto del marinerito en la mano" (9).

    En "La noche de la cruz de plata" -uno de los cuentos
    por los que Jorge Torres Zavaleta mereció el Premio
    Fortabat en 1987-, la guerra, que parecía tan lejana, tan
    europea, llegó a la Argentina. Tan argentino se siente el
    hijo de Miss Lucy que, cuando se declara la guerra de las
    Malvinas, se
    alista para combatir a los ingleses. Muere en el combate,
    luchando contra los soldados de la nación
    de sus padres. Miss Lucy, al enterarse de la muerte del joven,
    "pensó que de lejos, sin advertirlo, sus compatriotas la
    habían mutilado" (10).

    Don Domingo, personaje creado por Fanny Fasola
    Castaño para su cuento "Y el paisano va", recuerda su
    infancia: "Los
    niños tenían una mesa aparte, alrededor de la cual
    podían mezclarse en sus juegos. Y
    él se veía corriendo atrás de sus primas,
    algunas criollas y otras gringas. Sí, porque su madre era
    una de esas inglesas que habían llegado con su familia
    buscando mejores horizontes, huyendo de conflictos
    religiosos e intentando afianzarse en la campiña que tanto
    les agradaba" (11).

    Con "La tarde que oscureció de tristeza", Julio
    Enrique Juárez obtuvo el Primer Premio Categoría
    Narrativa 2004 en el Concurso Literario Identidad, en la Ciudad
    de Azul, Provincia de Buenos Aires. En ese texto se alude al mal
    proceder de un inglés: "Don Carlos Azcona, el hombre
    entrañable y admirado por la sociedad azuleña, se
    había quitado la vida. En una nublada tarde de verano de
    1987 cuando aquel benemérito empresario pujante y exitoso,
    se dejó vencer por la ira y sacando de un cajón del
    escritorio el lustroso 38 Smith & Wesson que siempre lo
    acompañaba, gatilló tres veces" (12).

    Notas

    1. Holmberg, Eduardo L.: "Nelly", en Cuentos
      fantàsticos
      . Buenos Aires, Hachette,
      1957.
    2. Fray Mocho: Cuentos. Buenos Aires, Huemul,
      1966.
    3. Dávalos, Juan Carlos: "Un sepelio
      atmosférico (Crónica de 1891)", en Los
      buscadores
      de oro
      . Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La
      muerte de Sarapura Antología
      . Buenos Aires, CEAL,
      1980. Págs. 96 a 101. (Capítulo, vol.
      66).
    4. Dávalos, Juan Carlos: "Mister Meaney", en
      Los buscadores de oro. Incluido en Dávalos, Juan
      Carlos: La muerte de Sarapura Antología. Buenos
      Aires, CEAL, 1980. Págs. 102 a 106. (Capítulo,
      vol. 66).
    5. Güiraldes, Ricardo; "Al rescoldo", en R. J.
      Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El
      cuento argentino 1900-1930 antología
      .
      Selección y prólogo por Eduardo Romano; notas por
      Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo,
      vol. 60).
    6. Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza
      y reina
      . Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
      pp.
    7. Orgambide, Pedro: "La señorita Wilson", en
      La buena gente. Buenos Aires, Sudamericana. Incluido en
      A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento
      argentino 1959-1970 antología
      . Buenos Aires, CEAL,
      1981. (Capítulo, vol. 107).
    8. González, Oscar: "Pleamar", en El
      Tiempo
      , Azul, 1° de diciembre de 1996.
    9. Miguel, María Esther de: "Amy Stirling", en
      el grillo, Buenos Aires, Marzo-Abril de 2003, Año
      12, N° 34.
    10. Torres Zavaleta, Jorge: "La noche de la cruz de
      plata", en El palacio de verano. Buenos Aires, Grupo Editor
      Latinoamericano, 1987.
    11. Fasola Castaño, Fanny: "Y el paisano va", en
      "Cuentos de criollos", en Cuentos de criollos y de gringos,
      Breves historias con Historia
      , en colaboración con
      María del Carmen García. Buenos Aires,
      Vinciguerra, 1996.
    12. Juárez, Julio Enrique: "La tarde que
      oscureció de tristeza", en El Tiempo, Azul, 28 de
      noviembre de 2004.

    Irlandeses

    William Bulfin, escritor irlandés que llegó a la
    Argentina en 1880 y fue director de The Southern Cross, es
    el autor de Tales of the pampas. Alejandro Clancy, el
    traductor de la obra, afirmó: "Cuentos de la Pampa
    –escritos por Bulfin a partir de 1880- narra cómo
    era la vida de los irlandeses y de los argentinos en el campo,
    cerca de los fortines. Los irlandeses –que sobre todo eran
    ovejeros- llegaban acá sin un centavo y empezaban haciendo
    las tareas manuales que no
    querían hacer los gauchos" (1).

    En el cuento "Los afanes", Adolfo Bioy Casares alude a las
    irlandesas: "Milena tenía el pelo castaño –lo
    llevaba muy corto-, la piel morena, los ojos grandes y verdes
    (menospreciaba los ojos azules de las
    Irish-porteñas), las manos cubiertas de mataduras.
    Era alta y fuerte" (2).

    Juan José Delaney es el autor de Tréboles del
    Sur
    (3), quince textos que transcurren a lo largo de
    más de un siglo. En "Destinos (1929)", escribe una
    inmigrante irlandesa: "No te enojes porque no haya escrito antes.
    Me fue imposible hacerlo debido a la angina tabacal que me
    arrancó la promesa de no fumar más. Aciertas al
    suponer que no soy feliz. La vida es algo difícil por
    acá y confieso que estoy dudando de si mi arrojo de hace
    diez años valió la pena".

    Notas

    1. S/F: en El Tiempo, Azul, 16 de noviembre de
      1997.
    2. Bioy Casares, Adolfo: "Los afanes", en Mi mejor
      cuento
      . Buenos Aires, Orión, 1973.
    3. Delaney, Juan José: "Destinos (1929)", en
      Tréboles del sur. Buenos Aires, Grupo Editor
      Latinoamericano, 1994.

    Italianos

    Abruzzos

    Doménico, un campesino
    italiano herido durante una huelga en
    Buenos Aires, en 1919, siente nostalgia de su país. El
    personaje creado por María del Carmen García "Se
    quedó pensando en su casa de Pescara, la casa de sus
    padres, las paredes amarillas, las viejas tejas rotas,
    descoloridas, que cobijaban en una cocina y en una sola
    habitación a una numerosa familia de doce almas" (1).

    Campania

    En Palermo, en las primeras décadas del siglo XX, vive
    Fernando Da Salerno, protagonista de un cuento de Fernando
    Sorrentino, con su madre napolitana. En la calle Costa Rica
    -relata el narrador-, "en un cuartucho de un conventillo
    grisáceo, nos arrinconábamos mi madre y yo. Mi
    madre, llamada doña Ferdinanda, y siempre vestida de
    negro, pertenecía, simultáneamente, a tres
    categorías (no incompatibles), a saber: a) santa
    viejecita; b) viuda; c) napolitana. A pesar de lo Rica que era la
    Costa de nuestra calle, vivíamos en la peor de las
    pobrezas y no teníamos ni dónde caernos muertos"
    (2).

    Friuli

    Una madre deja en Italia a sus
    hijas, y viaja a la Argentina llevando al hijo, en el cuento "El
    tren de medianoche" de Syria Poletti: "Era un atardecer iluminado
    al rojo cuando mi madre se acercó al tren excitada y
    hermosa como todas las mujeres cuando van a reunirse con el
    marido y le llevan un hijo varón. Atrincherada en mi
    espeso mutismo, no quise besarla. Y ella, para aliviar su culpa,
    quiso creer que no la quería. –Todavía no
    comprende…-justificó su cobardía" (3).

    Lacio

    En "La conquista de Buenos Aires", de Enrique Loncán,
    Cicerón vuelve a la vida en el siglo XX y emprende, "para
    los idus de marzo de 1932 (d.C.)", un viaje del que se
    arrepentirá amargamente. El latino escucha que "más
    allá del Atlante existe una ciudad nueva, maravillosa,
    pletórica de esperanzas. Es la tierra prometida de los
    inmigrantes, la meta de los
    destinos fantásticos y las riquezas fabulosas. Se cuentan
    por millares los hijos del Lacio que en Buenos Aires hicieron
    fortuna…" (4).

    Lombardos

    Un personaje de "El día de las grandes ganancias", de
    Alberto Gerchunoff, es italiano. El dueño de la "Tienda de
    las cuatro estaciones" es descripto así por el narrador
    adolescente: "Lombardo de fuertes piernas, espaldas enormes y
    cara redonda como un plato, en la que brillaban dos ojos grises,
    rientes y móviles, hallábase siempre instalado en
    el fondo del negocio, colgando de los labios la curva pipa de
    barro. Hombre de cuarenta años, obeso y jovial como un
    párroco de aldea, no concebía entre las paredes de
    la tienda el malhumor que amargaba mis planes" (5).

    En "Santana", de Roberto Mariani, una lombarda sufre un
    percance: "Después de aquel temporal en que un aletazo de
    viento tumbó al suelo a la
    lombarda del segundo patio destrozándole la sopera y
    derramándole el humeante caldo, las vecinas todas, en un
    acuerdo defensivo, decidieron cocinar en sus respectivas
    habitaciones durante los días de recio viento o dura
    lluvia, rebeldes a la obstinada reclamación del negro
    Apolinario, encargado del conventillo" (6).

    Piamonte

    "La loca y el relato del crimen" es el cuento de Ricardo
    Piglia en el que el autor presenta a la amante de Bairoleto, hijo
    de piamonteses. "No hubo nunca en todo este país un hombre
    más hermoso que Juan Bautista Bairoleto, el jinete. (…)
    La vieja entró mirando la luz y se movió por la
    tarima con un leve balanceo, como si caminara atada. (…)
    –Yo he visto todo he visto como si me viera el cuerpo todo
    por dentro los ganglios las entrañas el corazón
    que pertenece que perteneció y va a pertenecer a Juan
    Bautista Bairoleto el jinete" (7).

    Del Piamonte vino la abuela de María Teresa Andruetto,
    quien contaba a sus nietas los relatos que la escritora
    reunió en Benjamino (8). Así comienza
    "Benjamino": "Había una vez una madre que tenía un
    hijo tan pequeño que podía vivir dentro de una
    cáscara de nuez. Lo llamaban Benjamino, que quiere decir
    el más pequeño. Cada día la madre despertaba
    a Benajmino y lo mandaba a cuidar las tres vacas que
    tenían; la Blanca, la Negra y la Manchada. Cierta vez,
    Benjamino llevó las vacas al campo, y comenzó a
    llover".

    Sicilia

    Ema Wolf afirma que no sólo venían personas en
    los barcos. Venían también extraños
    personajes como el Mamucca, un duende que llegó desde
    Sicilia: "(…) La gente de las grutas de Sicilia asegura que usa
    un gorro de color verde -¡casi todos los de su especie usan
    gorro verde!-. Sobre la otra cuestión no se han puesto de
    acuerdo: unos dicen que lleva dos zapatos en un solo pie, y otros
    que calza los dos pies en un solo zapato. Hace siglos que
    discuten por este asunto y han llegado a tirarse platos por la
    cabeza" (9).

    Sin mención de origen

    En "Instantánea" (10), texto de Fray Mocho, una
    italiana dialoga con un criollo, tratando en vano de convencerlo
    de que no le conviene vivir con ella: "Ma…
    ¿dícame un poco?… ¿Cosa li parece
    inamuramientos tra ina lavandiera e in bombiero? … E anque…
    tra ina gringa come me e ono criollo come osté… que
    é propio in chino…". El criollo no entiende razones, y
    lo expresa con estas palabras: "-¿Pobre?… ¡La gran
    perra, que había sido avarienta!… ¿Y
    tuavía querés ser más rica de lo que sos, mi
    vida?…".

    El mismo tema es abordado por Fray Mocho en "Tirando al aire"
    (11), cuadro en el que un italiano, requerido de casamiento,
    afirma no poder hacerlo
    por estar ya casado en su tierra. Ante esta situación, la
    tía de la joven lo increpa: "-¿Y que más
    quedrá este condenao?… ¡Se necesita ser un gringo
    afilador, pa crer que una muchacha como mi sobrina sea capaz de
    fijarse en él si no es para casarse!…".

    Giusseppe el zapatero protagoniza el tango de
    Guillermo del Ciancio que dice: "E tique, tuque, taque,/ se pasa
    todo el día/ Guiseppe el zapatero,/ alegre
    remendón;/ masticando el toscano/ y haciendo economía,/ pues
    quiere que su hijo/ estudie de doctor" (12). En un cuento de
    Horacio Vaccari, el hijo médico escribe una carta a
    Giuseppe. Le dice: "Hoy me duele decir todo esto, pero necesito
    torturarme con la verdad, con mi triste verdad y he de asumirla
    hasta el fin. Cumplí con la voluntad que usted me impuso
    desde la cuna. Estudié Medicina, fui
    uno más en el montón, aunque sacaba buenas notas.
    Tenía que hacerme perdonar mi origen, si bien mis
    compañeros me respetaban porque era callado y estudioso"
    (13).

    En "El salón dorado 1904" (14), de Manuel Mujica
    Láinez, la dueña de una mansión en
    decadencia se entera de que muchas de las habitaciones se han
    transformado en locales. Uno de ellos es ocupado por un sastre
    presumiblemente italiano: "El ama de llaves la detiene delante de
    la puerta que da al comedor. En su panel central hay clavado un
    cartel: ‘Bruno Digiorgio, sastre’. Entran
    allí. Los cortes de género se
    apilan sobre un mostrador; los maniquíes rodean a la
    estufa, encima de la cual permanece, como un testigo
    irónico, el lienzo pintado de la ‘Carrera de
    Atalanta’ que imita un gobelino".

    Guillermo House evoca, en "El mangrullo", la agonía de
    un hijo de inmigrantes, y el heroísmo del camarada
    sanjuanino que intenta protegerlo: "El conscripto Colombo (un
    hijo de gringos de la provincia de Santa Fe) es regular tirador,
    pero flojazo para las penurias. (…) Como Colombo no
    puede moverse, él le introduce en la boca su dedo
    meñique húmedo de rocío. Pero el sol no
    tarda en disipar este engaño, y desde temprano se deja
    sentir" (15).

    Humberto Costantini escribe acerca de un gringo; en su
    "Historia de una amistad": "a mí me gustaba cuando don
    Aldo me hablaba de sus cosas. Cuando vine a América,
    ¿sabe?, me soñaba tener una casa y una familia.
    Muchos hijos, sabe. Así como usted. O más
    todavía. Ocho, diez. Una mesa larga, larga, y todos
    allí a la noche comiendo con buen apetito. En mi ciudad
    había un sastre que tenía doce. Todos carabineros.
    ¿Se imagina? Con estos sombreros grandes…, me
    decía" (16).

    Un amor imposible
    causa la emigración de un italiano, en un cuento de
    José Luis Cassini: "El mismo día en que Enrico se
    hizo cargo de la sastrería, el único auto de la
    villa se detuvo enfrente. El chofer entró: ‘La hija
    del Patrón se va a casar con un doctor de Zóppola,
    como él ha dispuesto; y aquí te manda este dinero a
    cuenta del traje de novia que le vas a confeccionar’.
    Enrico lo entregó y se embarcó" (17).

    En "Desarraigo", cuento de Ana María de Benedictis, el
    narrador, que piensa en emigrar de la agobiada Argentina del
    siglo XXI, se arrepiente, evocando una historia familiar
    vinculada con la guerra: "Recordó que una mañana
    muy temprano llegó una carta bordeada de una franja verde,
    blanca y roja; que la abrió su abuela materna y
    comenzó a secarse las lágrimas con el delantal; que
    una a una iban llegando sus tías tratando de frenar el
    llanto que brotaba sin pedir permiso" (18).

    Notas

    1. García, María del Carmen:
      "Dóménico, el campesino obrero", en "Cuentos de
      gringos", en Cuentos de criollos y de gringos, Breves
      historias con Historia
      , en colaboración con Fanny
      Fasola Castaño. Buenos Aires, Vinciguerra,
      1996.
    2. Sorrentino, Fernando: "Hombre de recursos", en
      La venganza del muerto y otros cuentos con astucias.
      Buenos Aires, Alfaguara, 1997. Pp. 67-8.
    3. Poletti, Syria: "El tren de medianoche", en Mi
      mejor cuento
      . Buenos Aires, Orión, 1974.
    4. Loncán, Enrique: "La conquista de Buenos
      Aires", en Cuentos y esquicios. Buenos
      Aires,
    5. Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes
      ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones
      Selectas Amèrica, Tomo I, Nº 8, 1919. Págs.
      227/8.
    6. Mariani, Roberto: "Santana". Citado por Páez,
      Jorge en El conventillo. Buenos Aires, CEAL,
      1970.
    7. Piglia, Ricardo: "La loca y el relato del crimen", en
      H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El
      cuento policial.
      Selección de Jorge Lafforgue y
      Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo,
      vol. 104).
    8. Andruetto, María Teresa: Benjamino.
      Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
    9. Wolf, Ema: "El mamucca" en Clarín,
      Buenos Aires, 22 de marzo de 1998.
    10. Fray Mocho: "Instantánea", en Fray Mocho:
      Cuentos. Buenos Aires, Humul, 1966.
    11. Fray Mocho: "Tirando al aire", en Fray Mocho:
      Cuentos. Buenos Aires, Humul, 1966.
    12. Azzi, María Susana: "La contribución de
      la inmigración italiana al tango", en Archivo
      Histórico Alberto y Fernando Valverde, Municipalidad de
      Olavarría, Secretaría de Gobierno,
      Año 2000, Revista N° 4.
    13. Vaccari, Horacio: "Final de juego", en
      Cuentos elegidos. Buenos Aires, Troquel, 1978. 138
      págs.
    14. Mujica Láinez, Manuel: "El salón dorado
      1904", en Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires,
      Sudamericana, 1977.
    15. House, Guillermo: "El mangrullo", en L. Gudiño
      Kramer, J.P. Sáenz y otros:: El cuento argentino
      1930-1959* antología
      . Selecc. prólogo y notas
      de Eduardo Romano. Buenos Aires, CEAL, 1981. Pág.
      83.(Capítulo, vol. 77).
    16. Costantini, Humberto: "Historia de una amistad"
      (fragmento), en www.abanico.edu.ar.
    17. Cassini José L.: "El mar en los ojos", en
      Rotary Club de Ramos Mejía Comité de Cultura.
      Buenos Aires, 1994.
    18. De Benedictis, Ana María: "El desarraigo", en
      El Tiempo, Azul, 24 de marzo de 2002.

    Japoneses

    Anna Kazumi Stahl es la autora de "Sueño tanguero
    de un japonés" (1), cuento que comienza así:
    "Toshiuri Matsushiro arribó a Buenos Aires en 1947 a bordo
    de un enorme barco vacío. Había viajado –a
    buen precio- en las apagadas cámaras frigoríficas
    de la Estrella Austral que proveía al mayor país
    exportador de carne vacuna en todo el mundo. Cuando bajó,
    se puso a caminar por la ciudad. Era una figura pequeña y
    enflaquecida entre tantas personas corpulentas y bien nutridas
    que poblaban las calles".

    Notas

    1. Kazumi Stahl, Anna: "Sueño tanguero de un
      japonés", en Catástrofes naturales. Buenos
      Aires, Sudamericana, 1997. Pp. 200-206.

    Libaneses

    En Palermo, en las primeras décadas del siglo XX,
    Fernando Da Salerno, protagonista de un cuento de Fernando
    Sorrentino, se casa con una descendiente de libaneses. Relata el
    narrador: "En aquella época los árabes –o, al
    menos, los libaneses de doña Ibrahima- tenían la
    costumbre de que los recién casados se retirasen temprano
    de la fiesta para tener su primera cena en su nueva casa"
    (1).

    Notas

    1. Sorrentino, Fernando: "Hombre de recursos", en La
      venganza del muerto y otros cuentos con astucias
      . Buenos
      Aires, Alfaguara, 1997.

    Polacos

    En "Permiso, maestro", Isidoro Blaisten presenta a "La
    Colorada", "una polaca llamada Vlasta, es la prima de la pollera"
    (1).

    En "Carroza y reina", escribe: "Ya se ven las guirnaldas
    en la laca restallante, las guardas, las cenefas y las volutas de
    color de fuego, las letras en alegre novecientos en la madera calada,
    y los lises, las rosas, los tréboles, las fustas con
    diamantes, los escudos argentinos, las amapolas de cinco
    pétalos, las guitarras encintadas, los facones con
    chispitas y el bandoneón desplegado que el maestro
    filetero León Untroib ha pintado en las cuatro barandas de
    la carroza, en seis días desde el alba al
    crepúsculo" (2).

    Los inmigrantes padecen las secuelas de la guerra. En un
    cuento de Sebastián Jorgi, un hombre dice a su mujer: "A
    la semana de vivir juntos, mamá Freda se largaba a llorar
    todas las noches en la habitación contigua. Vos me
    explicaste que estuvo en el Ghetto de Varsovia y no quiere dormir
    sola porque tiene mucho miedo de sólo pensar que los nazis
    la llevarán a la casona del fondo del campo"
    (3).

    Weronicka, la protagonista de un cuento de Natalia
    Kohen, manifiesta: "vinimos a la tierra elegida por nosotros, a
    la Argentina, donde rehice mi vida y tuve a mi hija. A pesar de
    eso, a veces añoro mi tierra natal. En Polonia, cuando
    tenía dieciocho años, soñaba con ser
    médica. Aquí soy masajista, hice masajes a todos
    los que me llamaban, a las gentes más dispares. Ahora,
    gracias a Dios me doy el lujo de poder elegir…" (4).

    En "Gratitud" (5) -cuento de Leonel Giacometto
    distinguido con la Tercera Mención en el Concurso
    Internacional de Cuentos de Temática Judía,
    convocado por la AMIA-, la narradora recuerda a su abuela
    inmigrante: "Abuela había nacido en Polonia, y muy joven
    llegó, en barco, a la Argentina, más precisamente a
    la ciudad de Rosario. Era lo único, en mis tardes de siete
    años, que sabía sobre la vida de abuela, que se
    llamaba Hanna, y no Anna, así, como decía madre que
    se escribía, con dos enes".

    Notas

    1. Blaisten, Isidoro: "Permiso, maestro", en Carroza
      y reina
      . Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
      pp.
    2. Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
      reina
      . Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
      pp.
    3. Jorgi, Sebastiàn Antonio: "Tardes del
      Lorraine", en Tardes del Lorraine. Buenos Aires,
      Ediciones del Valle, 1996.
    4. Kohen, Natalia: "Weronicka, la masajista polaca", en
      Todas las máscaras. Buenos Aires, Temas Grupo
      Editorial, 1997.
    5. Giacometto, Leonel: "Gratitud", en León, Luis
      et al.: Rostros de una identidad. Relatos premiados
      del Concurso Internacional de Cuentos de Temática
      Judía
      . Buenos Aires, Editorial Milá, 2004. 96
      pp.

    Portugueses

    Fray Mocho relata, en "En familia" (1), la historia de
    una supuesta inmigrante. "Que Pepa es portuguesa, decís?
    ¿Pero estás loco? –exclama una mujer. Si
    hemos ando juntas en l’ escuela ’e
    Misia Pamela y nos conocemos desde chicas… El padre’ra un
    chino gordo…". El hijo aclara el malentendido: "no es
    portuguesa de nacionalidad
    sino de oficio… En los tiatros les llaman así
    ¿sabés? A las familias que sirven p’al
    relleno de la sala no más".

    Carlos Molina Massey evoca, en "La muerte del pingo"
    (2), a un comerciante portugués. Es el 25 de Mayo. En
    Mercedes se aprestan a conmemorar la fecha patria. "En la plaza,
    embanderada, había música y cueterío.
    Desfile de escolares. Aglomeración de curiosos. Por las
    calles jinetes gauchos paseaban el lujo de sus fogosos caballos.
    Don Contreras realizaba su programa anual
    desde el almacén de don Quintino, el portugués,
    situado en la esquina crucera de la plaza".

    En "La caza del yacaré", escribe Elías
    Carpena: "No hubo otro reproche y se dio a limpiar las junturas y
    a calafatear. Lo veíamos alquitranar la estopa y embutirla
    en las ranuras, cuando de pronto se oyeron unos gritos que
    surgían de la maraña del monte. Era el
    portugués Jaime. Entró en la senda con los mismos
    gritos y se nos allegó. Lo descubrimos transfigurado: en
    él se dibujaba el espanto" (3).

    Notas

    1. Alvarez, Sixto ("Fray Mocho"): Cuentos. Buenos
      Aires, Huemul, 1966.
    2. Molina Massey, Carlos: "La muerte del pingo", en L.
      Gudiño Kramer, J.P. Sáenz y otros:: El cuento
      argentino 1930-1959* antología
      . Selecc.
      prólogo y notas de Eduardo Romano. Buenos Aires, CEAL,
      1981. Pág. 83. (Capítulo, Vol. 77).
    3. Carpena, Elías: "La caza del yacaré",
      en Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973. Pp.
      170-1.

    Rusos

    "La siesta" (1) se titula uno de los cuentos que Alberto
    Gerchunoff incluyó en Los gauchos judíos.
    Así comienza: "Sábado, día del santo reposo,
    día bendecido por los escritos rabínicos y saludado
    en las oraciones de Yehuda Halevi, el poeta. La colonia duerme en
    una tibia modorra. Blancas las paredes y amarillos los techos de
    paja, las casuchas lucen al sol, sol benigno de la primavera
    campestre. Del cielo, lavado por la lluvia de la víspera,
    desciende una paz religiosa, y de la tierra se elevan rumores
    apacibles".

    Alberto Gerchunoff dejó, en el cuento "El
    día de las grandes ganancias", testimonio de su
    época de vendedor ambulante, durante la adolescencia.
    "Necesitaba poco para abandonar el comercio a que me dedicaba.
    Era yo entonces alumno del colegio nacional. Había dado
    examen de primer año, encontrándome imposibilitado
    para continuar los cursos. Me faltaba el dinero para
    la matrícula, carecía de libros, del traje de
    cierta apariencia, a fin de que los camaradas de aula no se
    burlasen demasiado de mi aspecto gringo" (2).

    En "Mate amargo", escribe Samuel Glusberg: "Las
    alpargatas criollas y el mate amargo fueron los primeros
    síntomas de adaptación del tío Petacovsky.
    Pero la prueba definitiva, la evidenció dos meses
    más tarde, concurriendo al entierro del general Mitre.
    Aquella imponente manifestación de duelo popular, lo
    conmovió hasta las lágrimas, y durante muchos
    años la recordó como la expresión más
    alta de una multitud acongojada por la muerte de un patriarca"
    (3).

    En "Las noches de Goliadkin", H. Bustos Domecq
    –seudónimo de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
    Casares- evoca el exilio argentino de una princesa rusa.
    Goliadkin relata su historia: "Veinte años lo separaban de
    esa noche de pasión, de robo y de fuga; en el
    interín, la ola roja había expulsado del Imperio de
    los Zares a la gran dama despojada y al caballerizo infidente"
    (4).

    En "El baile", Jorgi relata: "Había sido
    Mariuska, hija de una princesa rusa con veleidades de artista
    plástica, la que lo inició en pormenores del arte.
    Con tal de conquistarla al fin, le siguió el tren.
    Después de haberla conocido –recién
    finalizada la Segunda Guerra Mundial-
    en un bailongo de la Boca, simuló interesarse por la
    pintura"
    (5).

    El pequeño protagonista de "Historia con tango y
    misterio" (6), cuento infantil de Oche Califa, conversa con su
    padre acerca de los abuelos que emigraron de Rusia:
    "¿Tus papás eran rusos, no? –preguntó
    Emilio, que no había conocido a sus abuelos. -Sí.
    Llegaron en barco a Buenos Aires y fueron a vivir a una pieza de
    conventillo donde nací yo. Mi papá era alto y
    blanco, pero andaba casi siempre con la cara sombría. Y
    hablaba poco. (…) -¿Por qué escaparon? -Por el
    ejército del zar. Cada vez que aparecían por la
    aldea donde vivía era para llevarse a los jóvenes a
    pelear en alguna guerra en la otra punta del
    país".

    Notas

    1. Gerchunoff, Alberto: "La siesta", en Los gauchos
      judíos
      . Incluido en R.J.Payró,
      J.C.Dávalos, R.Mariani y otros: El cuento argentino
      1900-1930 antología
      . Selección y
      prólogo por Eduardo Romano, notas por Alberto Ascione.
      Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol.
      60).
    2. Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes
      ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones
      Selectas Amèrica, Tomo I, Nº 8, 1919.
    3. Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Mate amargo",
      en La levita gris Cuentos judíos de ambiente
      porteño
      . Buenos Aires, BABEL.
    4. Bustos Domecq, H.: "Las noches de Goliadkin", en H.
      H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El
      cuento policial.
      Selección de Jorge Lafforgue y
      Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo,
      vol. 104).
    5. Jorgi, Sebastián: "El baile", en Fuga y
      vigilia
      . Buenos Aires, Ediciones del Valle,
      1996.
    6. Califa, Oche: "Historia con tango y misterio", en
      Un bandoneón vivo. Buenos Aires, Sudamericana,
      2002.

    Sirios

    En "El camello ciego", relata Francisco Montes: "Los
    sirios sueñan siempre con la dorada esperanza de
    América. Y Rachid no era diferente. Esas esperanzas, los
    sueños de riqueza y unas libras en oro que Ibrahin
    colocó en su bolsillo, lo decidieron. Y días,
    después, en Lataquia tomaba un buque atiborrado de
    mugrientos emigrantes con su carga de sueños"
    (1).

    Notas

    1. Montes; Francisco: "El camello ciego", en Leyendas
      y Aventuras de Alpujarreños
      , en Unisex.
      Buenos Aires, Bruguera. 163 pp.

    Suizos

    En "La casa endiablada" (1), Holmberg imagina un crimen
    perpetrado contra un suizo. El juez relata: "-A principios de
    1884, y unos tres meses después de partir usted para
    Europa, vino de Santa Fe a Buenos Aires un colono suizo llamado
    Nicolás Leponti, el cual, gracias a su actividad, a su
    esfuerzo, a su energía y a su inteligencia, había
    logrado reunir una fortuna que, si bien modesta, le
    permitía ocupar en su colonia una posición
    desahogada, y prestar, a sus compatriotas, servicios que
    le habían valido la estimación general".

    Notas

    1. Holmberg, Eduardo L.: "La casa endiablada", en
      Cuentos fantásticos. Buenos Aires, Hachette,
      1957. Prólogo de Antonio Pagés
      Larraya.

    Turcos

    En la "Cantata para los hijos de Gracimiano", escribe
    Daniel Moyano: "Yo conocí a Gracimiana cuando ella
    todavía era una niña. (…)Los obrajeros y los
    turcos más ricos de la zona querían casarse con
    ella. Su desgracia fue Gracimiano. Todavía iba a la
    escuela cuando lo conoció. Gracimiana envejeció a
    los treinta años, gastada por él y por los hijos.
    Después la perdimos de vista, pero quien tuvo la suerte de
    conocer a Anita, su hija, podía ver otra vez a Gracimiana
    con las mejillas paspadas por el aire" (1).

    En "El mundo, una vieja caja de música que tiene
    que cantar", Héctor Tizón describe al "Turco": "Con
    la negra barba cortada a golpes de tijera, el pelo sucio,
    abundante y revuelto de tal manera que pueda encajar dentro del
    pasamontaña y mantenerse allí por días y
    noches y días y sobre todo con su andar cauteloso,
    asentando con seguridad la planta de los pies evoca sin lugar a
    dudas largas travesías de camelleros en los arenales de
    Yemen, o en las faldas de Sinaí, o quién sabe
    dónde" (2).

    Escribe Marta Lynch, en "Entierro de carnaval":
    "Pasó una murga en traje de raso negro y amarillo que
    llevaba un cartelón ‘Los pesados de San Justo’
    y un conjunto de chicas de la fábrica, disfrazadas de
    hawaianas. Pasó el carro del lechero adornado como para
    las fiestas patrias con una familia entera que cantaba cumbias y
    estribillos de Perón y
    pasó también el turco de la carnicería con
    un traje nuevo" (3).

    En el cuento de Luis León, "Izmir,
    Vísperas de Pésaj", judíos de Esmirna
    preparan su viaje hacia la "Aryintina, como
    Ierushalám, tierra prometida de leche y
    miel…" (4).

    En "Chacarita, Vísperas de Pésaj", otro
    sefaradí proveniente de Esmirna recuerda con disgusto su
    paso por el hotel de inmigrantes: "Cuarenta días en el
    vapor no fueron menos que cuarenta años en el desierto, y
    al llegar, ese hotel. Parecido a la timaraná de
    Chesmé, igual a ese manicomio donde murió Doudou,
    su madre que nunca lo abandonaba, y comenzó a dejarlo un
    día, de a poco, en su cerebro, poco a
    poco hasta olvidar quién era su único hijo, y otro
    día se fue entre esas paredes ajenas. Esas inmensas salas
    llenas de camas, donde cada uno hablaba de lo suyo y sin que
    nadie los entienda" (5).

    Dyusepo –protagonista de "El sueño de
    Dyusepo", cuento de Luis León distinguido con el
    Primer Premio en el Concurso Internacional de Cuentos de
    Temática Judía, convocado por la AMIA-
    "reconocía su dicha al llegar al Río de la Plata.
    Dios había sido hartamente piadoso con él, aquel
    día en que Nissim Janná esperó largas horas
    en el puerto hasta que el enorme cuerpo de metal llegó a
    la dársena y con su mujer y sus dos pequeñas hijas,
    subieron al carro que los llevaría a esa pieza de 25 de
    Mayo y Viamonte" (6).

    Un inmigrante, personaje de un cuento de José
    Mantel, relata su historia: "-Apenas tenía quince
    años cuando vine de Izmir con mi padre viudo. No tuvo
    suerte, y al tiempo decidió probar en otro lado,
    dejándome con una prima suya. No lo vi nunca más,
    no sé nada de él, ni siquiera si está vivo o
    muerto. La prima estaba casada con un mal hombre, que cuando se
    hacía ‘preto candil’ le daba
    jaftonás’. Un día quiso pegarme
    a mí, y le partí la cabeza con un banco que
    había en la cocina. Salí de la casa, sabiendo que
    no podría volver más" (7).

    En dos cuentos de Carolina de Grinbaum aparece el turco
    comerciante. En "La inocencia de los culpables", escribe: "Nadie
    faltó al convite, desde el boticario, el Juez de Paz, el
    turco del almacén, el cura párroco, el comisario y
    algunos vecinos de vieja data. La cosa daba para gran jolgorio".
    En "Un amarillo hiriente", leemos: "Estaban sólo ellos y
    el pudor en la rústica cortina comprada al turco,
    única escenografía florida, entre esa aridez"
    (8).

    Notas

    1. Moyano, Daniel: "Cantata para los hijos de
      Gracimiano", en Hernández, J.J., Tizón, H.,
      Blaisten, I. y otros: El cuento argentino 1959-1970
      antología
      . Buenos Aires, CEAL, 1980.
    2. Tizón, Héctor: "El mundo, una vieja
      caja de música que tiene que cantar", en
      Hernández, J.J., Tizón, H., Blaisten, I. y otros:
      El cuento argentino 1959-1970 antología. Buenos
      Aires, CEAL, 1980.
    3. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
      cuentos tristes
      . Buenos Aires, CEAL, 1967, pp.
      132-3.
    4. León, Luis: "Izmir. Vísperas de
      Pésaj", en SEFARAIRES.
    5. León, Luis: "Chacarita. Vísperas de
      Pésaj", en SEFARAIRES.
    6. León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en
      León, Luis et al.: Rostros de una identidad.
      Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de
      Temática Judía
      . Buenos Aires, Editorial
      Milá, 2004. 96 pp.
    7. Mantel, José: "La historia de Yaquito
      Péres (3) La confesión de Yusef", en
      SEFARaires, N° 13, Mayo de 2003..
    8. Grinbaum, Carolina de: La inocencia de los
      culpables
      . Buenos Aires, e.g, 2003.

    Sin
    mención de origen

    En "Lotz no contesta", cuento de Isidoro Blaisten que
    integra Carroza y reina, volumen distinguido con el Premio
    Fortabat, aparece una alusión a los gringos: "Pecheny
    (…) dio vuelta varias veces el sobre del papel, lo
    abrió, leyó todo
    lo que decía: Papel de fumar – 75 hojas. El
    Surubí . Marca registrada.
    Tírese suavemente de la hoja. Selecta SAIC – Goya.
    Corrientes Papel engomado
    . Lotz se reía:
    ¿Cuándo piensa comprar los cigarrillos hechos,
    Pecheny? Ya ni los gringos de las colonias" (1).

    En "Papá", Susana Goldemberg relata una
    despedida: "Argentina. El nombre raro. Otro país. Del otro
    lado del mar. Papá trató de explicarme: -Es un
    país grande, rico, generoso. Allí respetan a todos
    los hombres del mundo que quieran trabajar sus tierras. No
    importa en qué templo o en qué idioma le hablen a
    Dios. Enseguida papá me alzó en sus brazos. Con
    torpes manos, recorrió mi cara: los rulos sobre la frente,
    las cejas, el dibujo de mi
    nariz, la línea de los labios. Y pellizcó mi
    mentón, como siempre lo hacía cuando me daba el
    beso de las buenas noches" (2).

    En "Esperanza", escribe Santiago Korovsky: "Un 27 de
    Abril partió de su casa. En el viaje, la mitad de los
    días se los pasó en la borda, con la cara verde, el
    estómago revuelto, mirando cómo lo poco que
    había comido caía al mar. Cuando se sentía
    mejor lo obligaban a entrar de nuevo a una bodega, sin ventanas,
    donde había unas cuatrocientas personas más.
    Ahí era peor, el movimiento del
    barco se sufría más, y el aire no circulaba bien"
    (3).

    Marcelo Birmajer evoca su experiencia en la primaria. A
    propósito de un hecho que está relatando, dice: "La
    historia transcurre en el colegio Doctor Hertzl, una
    institución judío-laica donde cursé hasta el
    cuarto grado de la escuela primaria. No pasé de cuarto
    grado porque el estudio simultáneo del inglés, el
    hebreo y el castellano, sumado a una confusa situación
    familiar, me dejó varado en una dislexia
    consistente en escribir el castellano de derecha a izquierda,
    como el hebreo; y el hebreo de izquierda a derecha, como el
    castellano" (4).

    En su cuento "El cardenal", Márgara Averbach
    escribe: "Yo siempre habìa querido un cardenal. En ese
    entonces, habìa muchos en los àrboles de la casa de
    las tìas, como flores rojas màs ràpidas que
    las otras. Y el abuelo, -que había nacido en una ciudad de
    Europa y después se había visto obligado a
    convertirse en gaucho judío, una conjunción
    inimaginable para él, supongo- me habìa prometido
    cazar uno para mì ese verano" (5).

    De otro agricultor judío, "Aarón", y su
    esposa, dice María Inés Krimer: "Aarón
    cerró la Biblia y se puso de pie para apagar la hornalla
    de la cocina. Dio unos golpecitos al mate para asentar la yerba y
    empezó a cebar. Vivía en un campito con su mujer,
    Clara. Nadie pudo explicar por qué terminaron ahí,
    perdidos en el medio de la pampa, cuando parientes y amigos se
    habían dirigido a las colonias de Santa Fe, Entre Rios y Chaco"
    (6).

    El bisabuelo de Zahira Juana Ketzelman llegó a
    Azul con su familia, pero, molesto por la actitud de los
    lugareños para con sus hijas casaderas, se fue de esa
    localidad (7).

    Hilel Resnizky dedica Peregrinación entre
    patrias
    a la memoria de
    sus padres y su hermano, "como homenaje a la judería
    argentina, que supo unir valores". El
    volumen consta de tres partes, cada una de las cuales muestra
    "características distintas que van de un realismo
    sentimental a un surrealismo
    –o metarrealismo- de mirada alerta". La primera, "Argentino
    y Judío a mucha honra pretende presentar esbozos, aunque
    sean aislados, de la epopeya de la colonización
    judía en la Argentina". Aparecen entonces los gauchos
    judíos, los conservadores y radicales, la discriminación, el tesón, la
    victoria y la desazón que caracterizaron a toda una
    época (8).

    Notas

    1. Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza
      y reina
      . Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
      pp.
    2. Goldemberg, Susana: en Cuentos de la bobe.
      Buenos Aires, Sudamericana.
    3. Korovsky, Santiago: "Esperanza", en El Jardín
      de la Esquina / ÆQUALIS /
    4. Birmajer, Marcelo: en No es la mariposa negra.
      Buenos Aires, Sudamericana, 2000.
    5. Averbach, Màrgara: "El cardenal", en
      Aquì donde estoy parada. Còrdoba,
      Alciòn, 2002.
    6. Krimer, Marìa Inès: en El Tiempo, Azul,
      9 de febrero de 1997.
    7. Ketzelman, Zahira Juana: en el grillo. Suplemento:
      Gabinete de Letras y Arte, Nº 9. Buenos Aires,
      2000.
    8. Resnizky, Hilel: Peregrinación entre
      patrias
      . Buenos Aires, Milá, 2001.

    Varios

    En "Santana", uno de los Cuentos de la oficina,
    Roberto Mariani se refiere a los habitantes de un conventillo:
    "Una de estas antiquísimas mansiones actualmente agoniza
    en conventillo. En sus espaciosas habitaciones donde acaso en
    1815 ó 1820 algún general de la Independencia
    abandona esposa e hijas para ir a satisfacer su sed
    patriótica en los abiertos campos de batalla, hoy conviven
    apretujadas seis u ocho familias de las más diversas
    nacionalidades, y costumbres contradictorias hasta la
    beligerancia. Italianos, franceses, turcos, criollos. La
    última habitación la ocupa un griego relojero"
    (1).

    El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky,
    "Con la gente del conventillo se había ido
    encariñando, había cinco polacos, una pareja de
    gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos
    y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y
    solidaria. Algunos habían probado suerte como él,
    pero, también, habían perdido" (2).

    En "Una patada", escribe Samuel Glusberg, bajo el
    seudónimo de Enrique Espinoza: "es necesario estar al
    tanto de las crueles trabas impuestas en Rusia y Polonia por los
    secuaces zaristas, para impedir a los jóvenes
    judíos llegar a las profesiones liberales; y conocer los
    sacrificios heroicos de aquellos estudiantes de toda la vida,
    para explicarse el valor que una
    madre judía concede a su diploma universitario"
    (3).

    En "Una conversación interesante", de Conrado
    Nalé Roxlo, uno de los personajes se refiere a un turco
    que se va a casar, y afirma que un vasco piensa frustrar ese
    matrimonio: "-(…) creo que se le va a aguar la fiesta porque el
    vasco Indurrimendi se ha enterado de que Flores es casado en
    Turquía y, como usted sabe que tienen rivalidad por los
    negocios, ha dado parte al comisario y al registro civil y
    hasta creo que les ha mandado el pasaje a las esposas turcas del
    turco para que se presenten el día del casamiento y armen
    un escándalo. Si vienen todas va a ser divertido. Pero el
    comisario está de parte del turco" (4).

    En "Trampa" (5), escribe Elías Carpena: "El
    niño Prudencio Suárez mantenía con Aquiles
    una amistad más entrañable que la fraternal. (…)
    Hacían juntos los deberes y estudiaban en la casa de
    Aquiles. Los afligían las mismas cosas y recibían
    por igual el contento. En las siestas de verano salían
    unidos a las quintas; a la del francés le quitaban los
    melones y sandías a las del vasco".

    Víctor Juan Guillot, en "Un hombre", evoca a
    inmigrantes de varias nacionalidades. Un danés es el
    protagonista: "Como hombre, el teniente Christiansen era
    verdaderamente un hombre. Eso no lo había dicho el
    capitán Romero, y el capitán Romero, en Chile, se
    batiera con tres oficiales en tres días seguidos, matando
    a uno, hiriendo a otro y recibiendo del tercero ese sablazo que
    le alcanzaba de la sien izquierda al ángulo de la boca; ni
    el escocés Mac Dougall, un antiguo administrador de
    yerbales, del que se contaban en voz baja muchas cosas; ni,
    finalmente, Morand, el suizo Morand, tirador infalible, que
    arrojaba al aire una caja de fósforos y la incendiaba de
    un tiro de revólver" (6).

    El protagonista de "Unisex", de Francisco Montes
    expresa: "Yo, Tufic Farjat Gurruchaga (hijo de libanés y
    catalana) funcionario municipal de la noble San Luis de la Punta
    de los Dos Venados, mercedino de nacimiento, categoría 22
    en el escalafón municipal, con tres años de
    filosofía (que no me sirven para nada) y tres de
    francés en la Alianza Francesa (que de algo me sirven
    ahora), tomé la excursión a Europa con mi mujer y
    dos parientes, antes de jubilarme y quedar anclado por secula
    seculorun
    " (7).

    En uno de sus relatos, narra Hilel Resnizky: "En 1870 su
    abuelo, José Molinas, era el propietario de grandes
    estancias, de casas de comercio, e incluso de buques y astilleros
    en la Patagonia. En 1870 apareció un judío ruso,
    Jacobo Alter Grun, quien se convirtió y casó a su
    hijo Marcos con la hija de Molinas" (8).

    Notas

    1. Mariani, Roberto: "Santana". Citado por Páez,
      Jorge en El conventillo. Buenos Aires, CEAL,
      1970.
    2. Korovsky, Santiago: "Esperanza", en "Bienvenidos al
      Concurso Literario 1997", El Jardín de la Esquina /
      Aequalis.
    3. Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Una patada", en
      La levita gris Cuentos judíos de ambiente
      porteño
      . Buenos Aires, BABEL.
    4. Chamico (Conrado Nalé Roxlo): El muerto
      profesional
      . Buenos Aires, CEAL, 1980.
      (Capítulo).
    5. Carpena, Elías: "Trampa", en Carpena,
      Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
      1973. Pág. 121.
    6. Guillot, Víctor Juan: "Un hombre", en R. J.
      Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El
      cuento argentino 1900-1930 antología
      .
      Selección y prólogo por Eduardo Romano; notas por
      Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo,
      vol. 60).
    7. Montes, Francisco: "Unisex", en Unisex. Buenos
      Aires, Bruguera.
    8. Resnizky, Hilel: Puentes de papel. Buenos
      Aires, Milá, 2004.

    …..

    Los inmigrantes que se afincaron en la Argentina
    aparecen en estos cuentos con sus sentimientos, sus costumbres y
    peculiaridades. Son personajes de ficción
    entrañables, testimonio de una época que muchos
    conocen sólo a través de los relatos de sus
    mayores.

    Trabajo enviado por

    María González Rouco

    Licenciada en Letras UNBA, Periodista

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