1876-2004
- Alemanes
- Armenios
- Belgas
- Escoceses
- Españoles
- Franceses
- Griegos
- Húngaros
- Ingleses
- Irlandeses
- Italianos
- Japoneses
- Libaneses
- Polacos
- Portugueses
- Rusos
- Sirios
- Suizos
- Turcos
- Sin mención de
origen - Varios
En este trabajo cito
fragmentos de algunos de los cuentos en los que los inmigrantes
llegados a la Argentina entre 1850 y 1950, sus descendientes u
otros escritores argentinos, escriben sobre la tierra de
origen, la inmigración, los inmigrantes y sus
descendientes.
Transcribo parcialmente uno o más cuentos de cada
autor, sin que ello signifique que no han escrito otros cuentos
sobre la inmigración, además de los que incluyo en
este trabajo. En general, utilizo un criterio cronológico
para ordenar los textos, a excepción de los cuentos sobre
españoles e italianos, que han sido ordenados por la
región de origen, dejando al final de cada apartado
aquellos que no indican procedencia del inmigrante.
Eduardo L. Holmberg evoca en "La pipa de Hoffmann" a un
judío alemán: "Era de mediana estatura,
proporcionalmente delgado, cara oval, ojos negros,
pestañas largas, y vestía siempre traje del mismo
color de sus ojos
y de su cabello, negro también. Al verle era
difícil no reconocer en él un representante de la
raza hebrea" (1).
Narra Jorge Luis Borges
en "El sur": "El hombre que
desembarcó en Buenos Aires en
1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de una iglesia
evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era
secretario de una biblioteca
municipal en la calle Córdoba y se sentía
hondamente argentino" (2).
En "La tos" Ezequiel Martínez Estrada presenta a Rauch,
un descendiente de alemanes, quien recibe la visita de "un
señor corpulento, rubio", un "empresario de
reducciones orgánicas". "Rauch se extrañó de
la corrección con que se expresaba en castellano ese
hombre
evidentemente extranjero, de su raza" (3).
Juan José Hernández relata, en "El inocente",
que ha desaparecido un gato. "(…) Poco tiempo
después Julia y yo lo descubrimos muerto en la quinta del
alemán. Ocultamos nuestro hallazgo. Nos habían
prohibido subir a la pared del fondo que daba a la quinta, pero a
menudo desafiábamos el peligro para robar naranjas. Nunca
saltábamos la tapia; hacerlo hubiera sido correr la misma
suerte del gato" (4).
Magdalena Ruiz Guiñazú evoca, en "El
sortilegio", la relación entre una pareja de alemanes y su
futura nuera (5).
En "El hombre frío", Horacio Vázquez-Rial
presenta a un descendiente de alemanes: "Ese rubiecito flaco, que
seguramente vivía en el barrio, aunque nadie sabía
exactamente dónde, daba para todo: para una madre
represiva, posesiva, castradora, que no le permitía tener
una novia como todo el mundo, o para un padre violento, de
tradición prusiana".
Notas
- Holmberg, Eduardo L.: "La pipa de Hoffmann", en Holmberg,
Eduardo L.: Cuentos fantásticos. Buenos Aires,
Hachette, 1957. - Borges, Jorge Luis: "El sur", en Ficciones. Buenos
Aires, Sur, 1944. - Martínez Estrada, Ezequiel: "La tos", en Arlt,
Roberto, Borges, J.L. y
otros: El cuento
argentino. 1930-1959***. Buenos Aires, CEAL, 1981.
(Capítulo, vol. 83). - Hernández, Juan José: "El inocente", en
Hernández, Juan José: "La señorita
Estrella" y otros cuentos antología. Selección por el autor. Prólogo
por Daniel Moyano. Buenos Aires, CEAL, 1982. (Capítulo,
vol. 134). - Ruiz Guiñazú, Magdalena: "El sortilegio", en
La Nación, 20 de diciembre de 1998.
En su novela
Memorias para no olvidar, Eduardo Bedrossian
incluyó "la historia de la pollera", que
comienza así: "-Una tarde llegó una clienta
–volvió a contarles en su idioma armenio, como si
fuera la primera vez. –Quería comprar una pollera.
Me hizo sacar todos los modelos de
pollera. Ninguna le gustaba. A veces era el talle; otras, el
color. Cuando superamos estas dificultades, surgió otra:
el precio. Al
final, se fue sin comprar" (1).
Notas
- Bedrossian, Eduardo: Memorias para no olvidar.
Buenos Aires, 1998.
En varios cuentos de Horacio
Quiroga aparecen inmigrantes. Uno de estos cuentos es
"Van-Houten", que toma su tìtulo del apellido del
protagonista, un "belga, flamenco de origen", al que "se le
llamaba alguna vez Lo-que-queda-de-Van-Houten, en razòn de
que le faltaba un ojo, una oreja, y tres dedos de la mano
derecha. Tenìa la cuenca entera de su ojo vacìo
quemada en azul por la pòlvora. En el resto era un hombre
bajo y muy robusto, con barba roja e hirsuta" (1).
Notas
- Quiroga, Horacio: "Van Houten", en Los desterrados- El
regreso de Anaconda. Buenos Aires, Losada, 1997.
Abelardo Castillo evoca, en "El candelabro de plata", a
Franta, un pordiosero checoslovaco. Recuerda el narrador. "El
viejo, cohibido al principio, de pronto empezó a hablar.
Tenía un acento raro, dulce. Se llamaba Franta, y creo no
haberme sorprendido al darme cuenta de que no era un hombre
vulgar: hablaba con soltura, casi con corrección. Acaso yo
le había preguntado algo, o acaso, rota la frialdad del
primer momento (para esa hora ya estábamos bastante
borrachos), la confesión surgió por sí
misma" (1).
En "La golem", Horacio Vázquez-Rial relata que "en la
Patagonia,
cerca del mar", vivían Raquel Grein y su padre: "Alrededor
de mil novecientos diez, Raquel Grein había puesto
ahí su propia casa de putas, junto a un poblado
transitoriamente próspero cuyo nombre es preferible
olvidar, tan helado como la miserable aldea judía del este
de Chequia en la que ella había visto su primera luz, una luz
espesa y perturbadora, de lámpara de aceite, que en
nada se parecía a la del sol".
Notas
- A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El
cuento argentino 1959-1970. Selección,
prólogo y notas por el Seminario de
Crítica Literaria Raúl Scalabrini
Ortiz.. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 48.
(Capítulo).
En "Revelación", Augusto Mario Delfino presenta a una
institutriz hija de escoceses: "Miss Eveline, la institutriz
–una joven de Quilmes, hija de escoceses- les
recomendó mientras los peinaba: ‘No olviden que en
sociedad es
preciso tener mucho tacto’. Angélica sabe que tacto
es un sentido, como olfato y vista, y Ricardito ha comprendido
que tacto es callar cuando las personas mayores hablan, comer la
gelatina aunque no le agrade" (1).
Notas
- Delfino, Augusto Mario: "Revelación", en Cuentos
de Nochebuena.. Reproducido en Stang, Margarita R. de:
América habla. Buenos Aires, Gram Editora, 1975.
Pág. 194.
Andaluces
Francisco Montes es el autor de Leyendas y Aventuras de
Alpujarreños. En "El desafío" (1) relata que un
andaluz de dieciséis años ganó la competencia de
doma que se realizaba para las fiestas patrias: "El domador con
carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules
era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con
dos años de edad en la búsqueda de insondables
destinos".’
En un cuento de Marta Lynch, "Chola, la hija del sastre, de la
misma edad de Rosa, entró como si estuviera en su casa,
con la pollera de volados de española en una mano y unas
castañuelas alquiladas en la otra" (2).
Carmela, personaje de un cuento de María del Carmen
García, era "una gitana como toda gitana, morena y
habladora, activa y vigorosa, que criaba a sus siete hijos como
si no le costara esfuerzo. La ropa siempre limpia y ordenada, la
pieza pulcra donde no faltaba un altarcito para la Virgen del
Rocío y una guitarra que a veces su Rafael sonaba con
melancólicos rasguidos andaluces" (3).
Pierre Cottereau es el autor de "La abuela Augusta", cuento en
el que evoca un episodio de la ancianidad de un inmigrante
andaluz. En los recuerdos del hombre, "Las mesetas se extienden
hacia un horizonte claro, lejano; desde muy lejos llega el
perfume de las manzanas en flor y los almendros son ramos blancos
por doquier. Más allá, las praderas que bordean la
ría están salpicadas de florecillas, desborda la
primavera sobre toda Andalucía" (4).
Asturianos
En "Carroza y reina", cuento que da título al libro de
Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la
Fundación Fortabat, aparece el asturiano Alvarez, mozo del
café y
bar El Aeroplano: "Los parroquianos empujan para llegar hasta las
mesas del privilegio y arrastran al mozo, Alvarez el asturiano,
el de los enormes pies, que se escurre entre los cuerpos con la
bandeja en alto cargada de choppes, express y especiales de
matambre que son la especialidad de la casa" (5).
María del Carmen García presenta, en "Ojos
gitanos" (6), a unos asturianos: "Algún tiempo
atrás habían llegado a Buenos Aires como otros
tantos inmigrantes, esperanzados en un futuro sin miseria ni
guerras. (…)
Se habían conocido de niños
en la aldea de Asturias en la que nacieron y se encontraron en
Buenos Aires gracias a los oficios del padrino Manuel y como era
de suponer se casaron en un septiembre lluvioso de 1910".
Catalanes
H. Bustos Domecq es el seudónimo con el que firmaban
Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares algunas obras escritas en
conjunto. En uno de estos textos, que se titula "Las noches de
Goliadkin", un personaje expresa: "-Comparto su aversión a
la radio. Como
siempre me decía Margarita -Margarita Xirgu, usted sabe-
los artistas, los que llevamos las tablas en la sangre,
necesitamos el calor del
público. El micrófono es frío, contra
natura. Yo mismo, ante ese artefacto indeseable, he sentido que
perdía la comunión con mi público" (7).
En "Las señoritas de la noche", Marta Lynch presenta un
almacenero catalán: "(…) El almacenero arreció en
su reyerta milagrosa, recrudeció en los gritos y en los
golpes con su férrea y antigua furia de anarquista; los
vecinos oían ahora incomprensibles vocablos catalanes y su
recia decisión de no dejar al cura aquel que hiciera un
marica de su hijo. La cabra, esa piojosa de almacén,
su mujer que
seguía siendo linda todavía pasó a un
segundo plano" (8).
Patricio Pron es el autor de "La espera". El protagonista "era
porteño. Había nacido allá por 1908 en La
Boca, en el Hotel de
Inmigrantes, un día de lluvias frías. Sus padres,
llegados hacia días de Cataluña, le habían
transmitido casi sin saberlo esa sensación de ya no
pertenecer a ninguna parte, ni a Cataluña ni a Buenos
Aires. Juan Vera era el primer argentino" (9).
Gallegos
Relata el narrador, en "El convite de Barrientos", texto de
Santiago Estrada de 1889: "Pero todo lo que llevo referido
habría sido tortas y pan pintado, si el portero de mi
alojamiento, desconociéndome la voz y tomándola
entre sueños por la de un pariente que acababa de morir en
El Ferrol, no se hubiera negado a abrirme la puerta,
conjurándome a que, ánima en pena, volviera al
sitio de donde había salido, en la seguridad de que
en cuanto amaneciera daría de limosna a un pobre los
cuartos que me adeudaba al embarcarse para América" (10).
En "Departamento para familias" (11), cuento incluido en el
volumen
Pasos del gran bailarín, el sevillano Guillermo
Guerrero Estrella alude a Inés, una criada gallega. Un
matrimonio
sostiene este diálogo:
"-¡Te digo que yo no miento! (…)-Bien. Soy capaz de
perder el empleo, para
esperar a que Inés venga del almacén. Y como la
gallega te desmienta, ya verás o que es bueno…
Ahí está Inés. ¡Inés!
-Señor… -¿Dónde encontró usted esta
mañana las zapatillas? -En el cuarto de baño,
señor. -¿Has visto, maldita perra, cómo no
mentía?".
Enrique Méndez Calzada incluye, entre los personajes de
su "Cuento de Navidad", a un
ordenanza inmigrante. "A las dos y media de la tarde, el
compañero Rabufetti, jefe de Corresponsales, el ordenanza
Lavandeira, a quien por primera vez veía despojado de su
uniforme, imponente de pasamanería áurea, y el que
esto escribe, Roque J. Santillán, ítem más
nuestros equipajes respectivos y un maletín de mano que
Rabufetti no dejaba un momento, salíamos del edificio del
Banco por la
puerta de Bartolomé Mitre" (12).
En "Verde y negro", cuento incluido en Unidad de lugar,
Juan José Saer escribe: "Eran como la una y media de la
mañana, en pleno enero, y como el Gallego cierra el
café a la una en punto, sea invierno o verano, yo me iba
para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos del
pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo los
árboles. Era sábado y al otro
día no laburaba" (13).
En "El mundo, una vieja caja de música que tiene que
cantar", Héctor Tizón presenta un cura gallego: "El
cura comienza a pasearse despaciosamente por el salón.
Está pensativo, cabizbajo y dice por ahí
(sólo el Capataz y el Turco pueden escucharlo, los otros
no están en este momento) aludiendo quizás a su
pobreza: -Me
ha tocado una parroquia estéril como una mula. Y poblada
de locos" (14).
En "El Antonio", cuento incluido en La
manifestación, Jorge Asís escribe: "Cómo
no recordarlo, cómo olvidar los picados en las calles, y
de la gallega neurótica que no daba la pelota cuando
caía en su casa, o la devolvía cortada, y los
piedrazos que caían de noche en su techo de chapa"
(15).
A un personaje de Marta Lynch, "una rabia sorda, tan feroz
como sus oscuros orígenes de india y de
gallego la espantó de la prefabricada donde José
dormía su mona cotidiana" (16).
En "La aventura olvidada de Sandokan", María Rosa Lojo
escribe acerca de la relación entre Sandokan y una
inmigrante gallega, en Buenos Aires: "Ninguno, tampoco,
sentía ni hacía sentir de tal manera el dolor de la
patria distante. En nada se asemejaban las intrincadas selvas de
Borneo, el húmedo árbol del pan y el gigantesco
sicomoro, a las sobrias castiñeiras y los ásperos
pinares de los montes gallegos. (…) Pero la nostalgia por lo
amado y lo perdido era la misma" (17).
En "Doña Conce", Jorge Dietsch relata los
últimos momentos de una gallega: "Doña
Concepción tenía 98 años y ése
día era el día de su muerte. (…)
La respiración se hizo pausada, se detuvo el
temblor que sacudía su cuerpo y se le encendieron los
ojos. Era evidente que esperaba algo importante. De pronto
pidió por sus zapatos, e incorporándose en la cama,
comenzó a bailar." (18).
Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a Galicia"
(19), texto que mereció una Mención en el Certamen
que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó en el
año 1994. Así dice la carta: "Nos
acompañó la soerte a la Paca y a mí y a
nuestra rapaza la Paquita. He tenido la entelegencia de saber
sumar como me enseñó el maestro del pueblo. Gracias
a usté pai. Aprendí bien los Toremas de Pitagorras
y por eso en cuanto llejamos, hicimos un paseo por la Avinida de
Maio que es muy bunita y nos recoerda a Madris, compramos un
billete de lotiría".
Elena Guimil es la autora de "Mi búho" (20), uno de los
seis relatos del Premio La Nación 1999 de Cuento
Infantil. En ese relato, la escritora recuerda la oportunidad en
que su padre le trajo un pichón de búho. "Mi padre
era un gallego fornido. Trabajaba de la madrugada a la noche y de
lunes a sábados. Solamente los domingos se dedicaba a
la familia y a
la caza, sus dos mayores placeres. Tenía tres perros de pura
raza, diestros cazadores y su escopeta de primera. Cargaba su
almuerzo y salía al campo. Era un solitario. Yo no era muy
distinta a él".
Escribí "Volver a Galicia" (21) basándome en una
anécdota familiar. Cuando la protagonista conoce a su
tío gallego, el hermano de su padre muerto, sucede esto:
"Entonces, ella le dijo que era la hija de Manuel, su hermano, el
que había embarcado en Vigo en 1905 rumbo a Manzanillo, el
que había muerto en Buenos Aires, deseando volver a
Pígara, años atrás. Al anciano se le
llenaron los ojos de lágrimas. Fernanda sintió que
su padre revivía".
En "El residente", de Teresa C. Freda, aparece una gallega,
"pobre y santa enfermera, medio bruta pero buenaza" (22).
"El Orensano" protagoniza "Se abrió el cielo", de Jorge
Alberto Reale. El inmigrante "No persigue ninfas deseosas, ni
asusta a novios celosos. Traquetea llevando su amoladora y su
flauta, esperando que alguien lo llame. No es Pan
enseñando a Olimpos el misterio del Policálamo, y
tampoco tiene la belleza del Fauno de Praxiteles, pero es de
Orense el pueblo de la chispa y los dulces arpegios" (23).
En "El sueño de Dyusepo" -cuento de Luis León
distinguido con el Primer Premio en el Concurso Internacional de
Cuentos de Temática Judía, convocado por la AMIA-,
se hace referencia a un inmigrante gallego que tenía un
horno en el fondo de su casa: "Había cuatro grandes salas
a las que se llegaba a través de un largo pasillo,
generosamente ancho, que le hubiera permitido entrar desde la
calle con su carro cargado. Tenía un inmenso fondo de piso
de baldosas coloridas, sombreadas por una enorme parra y un horno
de panadero. Un antiguo horno de ladrillos, lleno de
pequeñas puertas de hierro ya
oxidadas, donde un gallego muerto al llegar el siglo,
hacía pan para vender" (24).
Vascos
En "La pesquisa" (25), de Paul Groussac, aparece una sirvienta
vasca. La mujer es
descripta por el empleado de correo: "joven aún, vestida
como sirvienta y de aspecto extranjero, había retirado una
carta, exhibiendo un pasaporte español a
su mismo nombre".
En "Hotel Comercio",
Bernardo Kordon presenta un comerciante vasco: "Un agente de
policía cuidaba la puerta del Hotel Comercio. Los curiosos
pujaban por entrar. Acosaron a preguntas al viajante.
Divisó un rostro conocido: era Efraín
Gutiérrez, el dueño de ‘El Vasquito’.
Fueron andando juntos y cambiaron ideas sobre esa enfermiza y
feroz voluntad de quitarse la vida. Ambos le tenían miedo
y terror a la muerte, y
se pusieron de acuerdo en que matarse era una cobardía"
(26).
En "Los trotadores", de Elías Carpena, dice uno de los
personajes: "-¡Mire, patrón: de los troteadores que
ahí, en la Coronel Roca, corrieron el domingo, ni los que
corrieron antes, le hacen ninguna mella… : ni siquiera el del
vasco Estévez, que ganó sobrándose por el
tiro largo, ni el de la cochería Tarulla, que ganó
con el oscuro a la paleta! ¡Usted tiene el oro y lo
confunde con el cobre!"
(27).
Es vasco un personaje de "Mundo, mundo" (28), de Cristina
Siscar.
En "La fotografía", Celia Matilde Caballero relata
que un vasco logra ingresar a la foto en la que estaban su esposa
y sus hijos (29).
En la provincia de Buenos Aires se afinca el protagonista de
un cuento de Arturo M. García: "Don Javier Echegaray y
Tarragona, oriundo de San Sebastián en el país
vasco y como su nación,
fuerte de temperamento, férrea voluntad, constante en
el trabajo y
perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a
los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse
la América. Recaló en Buenos Aires, pero la ciudad
que crecía no le brindaba muchas ilusiones y esperanzas"
(30).
Arturo M. García relata, en "Ella eligió
así", lo sucedido a Raquel Amanda Olascoaga, hija de
vascos tomada cautiva por Biguá, con quien pidió
contraer matrimonio cristiano, rehusando volver a la sociedad.
Cuando la llevaron los indios, ella era una "mujer de treinta
años de edad, dama de recio temple y extraordinaria
hermosura, hija única de un matrimonio de origen vasco,
que después de haber habitado muchos años en el
Río de la Plata, donde cosecharon una ingente fortuna a
través de negocios de
importación de bebidas espirituosas,
traídas de Europa, se
volvieron a su país natal, dejando a su hija ya madura, al
frente de sus casas en Buenos Aires y Montevideo" (31).
Sin mención de origen
En "La pesquisa" (32), de Paul Groussac, aparece un
español que había logrado un buen pasar: "La
señora de C., viuda de un comerciante español,
después de liquidar la sucesión había
colocado en diferentes bancos el importe
de su modesta fortuna, para retirarse a aquella casita-quinta de
su propiedad".
En "El hombre de la radio a transistores",
cuento incluido en El yugo y la marcha, Andrés
Rivera relata que al restorán Aguila llegó
El Español: "A las ocho menos cuarto de la noche de ese
martes se levantaron las persianas del restorán; se
prendieron las luces; llameó, pálida, la pantalla
del televisor. A la ocho y media llegó El Español.
Era fuerte y alto, la nuca rapada en una cabeza pequeña;
los ojos verdes, estrechos, jóvenes. La piel del
rostro, quemada por el sol,
tenía un color rojizo, vestía overall y saco,
camisa de algodón, oscura, boina y borceguíes"
(33).
En "Historia de José Montilla", Fernando Sorrentino da
vida a un tendero inmigrante: "Don José Montilla
vivía en la calle Bonpland, bastante cerca de casa. Mi
padre tenía cierta amistad tenue con
él, amistad que no iba mucho más allá del
saludo y de alguna breve conversación. Pero quiero decir
que don José Montilla y mi padre sentían un mutuo
afecto silencioso. Gracias a esta relación, yo puedo ahora
contar la historia de don José Montilla" (34).
Para conjurar la nostalgia, algunos inmigrantes traen de su
tierra algo
que les resulta especialmente querido: un retrato, un
mantón, fotos… O el
olivo que la española plantó en el fondo de su
casa, en el cuento "Don Paulino", de Marita Minellono (35).
En "El encuentro", de Jonatan Gastón Nakache,
encontramos un mozo español. (36).
El protagonista de "La foto", de Alicia Pombar de
Tourón, es un descendiente de hispanos: "Se llamaba Juan
Carlos, era argentino, porteño, y había nacido en
Versalles (…) Era nieto de inmigrantes españoles,
agricultores por parte paterna, que buscaron alejar a sus hijos
mayores de la guerra, y
dejaron sus campos soñando volver. Su padre, uno de los
menores, no compartía ese sueño" (37).
Notas
- Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y
Aventuras de Alpujarreños, en Unisex. Buenos
Aires, Bruguera. 163 pp.
- Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág.
129. - García, María del Carmen: "Ojos
gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos
Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny
Fasola Castaño. - Cottereau, Pierre: "La abuela Augusta", en El
Tiempo, Azul, 12 de octubre de 1997. - Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. - García, María del Carmen: "Ojos
gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos
Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny
Fasola Castaño. - Bustos Domecq, H. (Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares): "Las noches de Goliadkin", en H. Bustos Domecq, A.
Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
Selección de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo). - Lynch, Marta: "Las señoritas de la noche", en
Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL,
1967. - Pron. Patricio: "La espera", en De manos
abiertas… Cuentos por adolescentes. Buenos Aires, Tu
Llave, 1992. - Estrada, Santiago: "El convite de Barrientos", en
Varios autores: 20 relatos argentinos. 1838-1887.
Selección y prólogo de Antonio Pagés
Larraya. Ilustración en colores de
Horacio Butler. Buenos Aires, Eudeba, 1969. - Guerrero Estrella, Guillermo: "Departamento para
familias", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R.
Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930
antología. Sel. y pról. de Eduardo Romano,
notas de Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980.
(Capítulo). - Méndez Calzada, Enrique: "Cuento de Navidad",
en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y
otros: El cuento argentino 1900-1930 antología.
Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto
Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980.
(Capítulo). - Saer, Juan José: "Verde y negro", en J. J.
Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros:
El cuento argentino 1959-1970** antología.
Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica
Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL,
1981. (Capítulo). - Tizón, Héctor: ""El mundo, una vieja
caja de música que tiene que cantar", en J. J.
Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros:
El cuento argentino 1959-1970** antología.
Selección, prólogo y notas del Seminario de
Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo). - Asís, Jorge: "El Antonio", en A. Castillo, D.
Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino
1959-1970* antología. Selección.,
prólogo y notas del Seminario de Crítica
Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL,
1981. (Capítulo). - Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág.
129. - Lojo, María Rosa: "La aventura olvidada de
Sandokan". Publicado en la revista
SIBILA, 12, Revista de Arte,
Música y Literatura, Sevilla, Abril 2003, pp.
43-47. - Dietsch, Jorge: "Doña Conce o la despedida",
en El Tiempo, Azul, 14 de marzo de 1999. - Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en
Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de
Cultura. Buenos Aires, 1994. - Guimil, Elena: "Mi búho", en El
desafío. Buenos Aires, Sudamericana,
2000. - González Rouco, María: "Volver a
Galicia", en El Tiempo, Azul, 27 de diciembre de
1998. - Freda, Teresa C.: "El residente", en El
Tiempo, Azul, 26 de junio de 2002. - Reale, Jorge Alberto: "Se abrió el cielo", en
el grillo, N° 36, Noviembre-Diciembre
2003. - León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en
León, Luis et al.: Rostros de una identidad.
Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de
Temática Judía. Buenos Aires, Editorial
Milá, 2004. 96 pp. - Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
Selecc. de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires,
CEAL, 1981. (Capítulo). - Kordon, Bernardo: "Hotel Comercio", en R. Arlt, J. L.
Borges y otros: El cuento argentino 1930-1959***
antología. Selección y prólogo de
Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL,
1981. (Capítulo). - Carpena, Elías: "Los trotadores", en Carpena,
Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
1973. Pág. 155. - Siscar, Cristina: "Mundo, mundo", en Reescrito en
la bruma. Buenos Aires, Per Abbat, 1987. - Caballero, Celia Matilde: "La fotografía", en
Fantasía y amor. Buenos Aires, Ediciones
Arlequín de San Telmo, 1998. - García, Arturo: "El cóctel", en el
grillo N° 22. Buenos Aires, 1999. - García, Arturo M.: "Ella eligió
así", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y
Arte El tema es la libertad, N° 18, 2004. - Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo). - Rivera, Andrés: "El hombre de la radio a
transistores", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y
otros: El cuento argentino 1959-1970* antología.
Selección, prólogo y notas del Seminario de
Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 107). - Sorrentino, Fernando: "Historia de José
Montilla", en www.badosa.com. - Minellono, Marita: "Don Paulino", en
Reunión. Buenos Aires, Corregidor. - Nakache, Jonatan Gastón: "El encuentro", en
Escritura Joven III Concurso Literario para Jóvenes
"Clara Kliksberg". Buenos Aires, Milá. - Pombar de Tourón, Alicia: "La foto", en el
grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la
libertad, N° 18, 2004.
En "Trampa", escribe Elías Carpena: "Don Julio
Sosa era patrón de una tropa de carretas y trabajaba con
los hornos y con las quintas de los franceses". Alberto Oscar
Blasi, autor de las notas, explica: "En la Loma Verde de
Morón, las quintas de melones y espárragos, y los
montes de duraznos, pertenecían a familias francesas"
(1).
En "El piola", Adolfo Pérez Zelaschi presenta a
un individuo que
se quiere hacer pasar por francés: "Monsieur
Gastón, un traficante de dinero
extranjero a quien acudían sus compañeros del
Banco, y él mismo, para algunas especulaciones menores,
tipo de confianza, honesto delincuente del mercado negro que
jamás había vendido un dólar o un marco
falsos" (2).
Carlos Gardel protagoniza una historia infantil de
Graciela Beatriz Cabal, quien relata: "Cuando aparecía de
vuelta en el conventillo, la madre lo corría por el patio,
con la chancleta en lo alto, las peinetas a medio salir y los
pelos tapándole los ojos. -¿Dónde anduviste
metido, desgraciado?- parece que quería decirle. Pero como
estaba muy enojada se lo decía en francés (idioma
rarísimo pero que era el de ella)" (3).
El ingeniero civil Alfredo Ebelot es el protagonista de
"El francés de la zanja", cuento de María del
Carmen García, quien escribe: "El ingeniero Alfredo Ebelot
llegaba con su andar de trancos largos, sombrero de fieltro
cubriendo su rubia y rizada cabellera, botas altas y un poncho
pampa cubriendo el hombro izquierdo. El francés se sumaba
con frecuencia a beber unas ginebras y a oír y narrar los
avatares de un día más en ese confín del
mundo en América" (4).
En "Unico testigo", Jorge Alberto Reale se refiere a una
inmigrante: "Manón, Griseta, La Francesita, eran los
nombres de la misma mujer. Su aspecto absurdo, de melena
recortada y la cruz de su boca bien roja, acompañaban la
soledad de aquel lugar. Aquel lugar era el rincón del Bar
103" (5).
Notas
- Carpena, Elías: "Trampa", en Carpena,
Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
1973. - Pérez Zelaschi, Adolfo: "El piola", en H.
Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento
policial. Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B.
Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981.
(Capítulo). - Cabal, Graciela Beatriz y Contarbio, Delia:
Carkitos Gardel. Buenos Aires, Libros del
Quirquincho, 1991. - García, María del Carmen: Cuentos de
criollos y de gringos, en colaboración con Fanny
Fasola Castaño. Buenos Aires, Editorial Vinciguerra,
1996. - Reale, Jorge Alberto: "Unico testigo", en el
grillo, Buenos Aires, N° 37, Mayo-Junio de
2004.
La protagonista de "La rapiña", de Marta Lynch,
se refiere a los Stavros, una familia griega:
"El mismo apellido desconcertaba de entrada. Como si vinieran de
lejos con un confuso prestigio de Medio Oriente acerca del cual
no había obligación de estar bien enterado o con un
franco y honesto aire de
inmigrante en primera generación, exudando inteligencia
para abrirse paso y un límpido chusmaje que a fuerza de ser
admitido dejaba de estorbar" (1).
"Michel Moljo: El epigrafista" (2) se titula el cuento
en el que Isaías Leo Kremer evoca a este hombre que, "en
1950, dolorido por la devastación de toda la comunidad
judía de Grecia, se
embarcó hacia Buenos Aires para hacerse cargo de la
conducción del templo SHALOM". "De prisa Michel Moljo
–escribe Kremer-, trata de descifrar rápido esas
antiguas inscripciones, que ya vendrán los marmoleros para
llevarse las placas y no habrá otra oportunidad para
hacerlo. Tu reacción fue instantánea, cuando el
alcalde de Salónica decidió tomar una parte del
antiguo cementerio judío por "razones
urbanísticas"; te apuraste a rescatar ese testimonio que
arranca de épocas tan antiguas y que nutrieron con sus
nombres a tantas familias de hidalgos
españoles".
Notas
- Lynch, Marta: "La rapiña", en Lynch, Marta:
Los cuentos tristes. Buenos Aires, Centro Editor de
América
Latina, 1967. - Kremer, Isaías Leo: "Michel Moljo: El
epigrafista", en SEFARaires, N° 18, Octubre de
2003.
Relata la protagonista de "Usurpación", de
Beatriz Guido: "Recuerdo a un acróbata húngaro que
se encerraba en su cuarto de pensión, mientras yo me
excitaba con sus contorsiones, y su silenciosa acompañante
filipina limpiaba los cordones de la muerte, las víboras
amaestradas" (1).
Escribe Marta Lynch: "A Rosa le gustaba el Carnaval.
Había en la fiesta, una alegría y un misterio que
le hacían tanto bien como disfrazarse de aldeana
húngara o de mascota, con muchas rosas de
paño distribuidas en el pelo y en el ruedo del vestido y
una gran cofia almidonada que hacía resaltar su
áspera piel oscura" (2).
Notas
- A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El
cuento argentino 1959-1970. Selección,
prólogo y notas por el Seminario de Crítica
Literaria Raúl Scalabrini Ortiz.. Buenos Aires,
CEAL, 1980. Pág. 48. (Capítulo). - Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967, p.
129.
En "Nelly", de Eduardo L. Holmberg, uno de los
personajes es inglés:
"El señor Phantomton era rubio y delgado, usaba bigote
caído, y en sus ojos vagaba una niebla de misteriosa
sugestión. Vestía correctamente, como todos los
ingleses acomodados, y conversaba con la franqueza de un hombre
que dice lo que piensa, lo cual no suele ser agradable para los
que no piensan lo que dicen" (1).
En "Nobleza del pago", Fray Mocho hace referencia a un
inmigrante inglés que no era trigo limpio. Recordando la
historia de su familia, dice un personaje: "Yo no sé, che,
si eran nobles, pero sé que les caían y que con
algunos hasta tuvo que ver l’autoridá, como le
pasó a tu tío Ramón, que
al fin se quedó en la calle, y a tu tía Robustiana,
mal casada con un inglés que tenía el finao de mi
padre de puestero y que lo pilló cerdiándole las
yeguas, a medias con el juez de paz…" (2).
En "Un sepelio atmosfèrico (Crònica de
1891)", Juan Carlos Dàvalos relata el destino que un
astrònomo inglès radicado en Salta, eligiò
para sus restos: "A toque de clarines, la ceremonia dio comienzo
a las 3, hora en que el globo, totalmente hinchado,
cernìase por encima de la muchedumbre apeñuscada.
Debajo del globo, sobre una mesa, notàbase un bulto largo,
especie de tùmulo cubierto por un amplio trapo negro:
ahì estaba el cadáver de Mr. Stop" (3).
Un británico protagoniza "Mister Meaney", de Juan
Carlos Dávalos: " ‘El gringo Meaney’ fue en el
Colegio Nacional de Salta una de las últimas
víctimas de nuestra incultura, en una época en que
la buena crianza de mucha gente bien nacida estaba lejos de
alcanzar el excelente nivel medio que observamos hoy"
(4).
Un inglés protagoniza el relato que un personaje
narra en el cuento "Al rescoldo", de Ricardo Güiraldes:
"-Est’ era un inglés –comenzó el
relator-, moso grande y juerte, metido ya en más de una
peyejería, y que había criao fama de hombre aveso
para salir de un apuro. (…) El inglés, poco amigo de
alcagüeterías, prometió cayarse y dejarlo al
infelis yorando su amargura. Esto pasó hase muchos
años, y dicen que al inglés, como premio a su
güena alma, nunca le
salió más redondo un negocio" (5).
Uno de los cuentos reunidos en Carroza y reina
-libro de Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de
la Fundación Fortabat-, es "Lotz no contesta". En ese
cuento, el narrador, Pecheny, recuerda a Míster Donovan.
Pecheny y Lotz "Desde el veinticuatro que usaban el Longines.
Desde el veintidós que estaban juntos en el ferrocarril.
En el veinticuatro los ascendieron a los dos. Míster
Donovan los hizo llamar y él en persona les
entregó el Longines. Cuando entraron al despacho,
Míster Donovan tenía ya los dos Longines encima del
escritorio. Los felicitó y los mandó en
comisión especial" (6).
Pedro Orgambide describe, en "La señorita
Wilson", a una inmigrante inglesa, acerca de la que manifiesta
uno de los personajes: "Yo he visto a la señorita Wilson
en la terraza, escuchando una sinfonía de Mozart que se
empinaba por las paredes grises y subía hasta los cables
tendidos y las antenas de
televisión
y las nubes de un atardecer en Buenos Aires. Y me pareció
que la señorita Wilson sonreía" (7).
En "Pleamar", Oscar González evoca al
capitán Griffith George, quien, tras naufragar en 1883, se
radicó en la estancia "Los Yngleses", en el Partido de
General Lavalle (8).
A Amy Stirling –que "había sido inglesa,
linda y joven"- se refiere el narrador, en un texto de
María Esther de Miguel: "Como no hay males completos tuvo
su porción de dicha: murió una tía y la
dejó heredera. Amy Stirling, buscando defender su
sueño hecho polvo, cerró la casa de Liverpool y
dispersó sus días por el ancho mundo. Su meta
fueron las ciudades con puertos: en ellos recorría muelles
y cafetines, días y noches, los ojos bien abiertos y la
foto del marinerito en la mano" (9).
En "La noche de la cruz de plata" -uno de los cuentos
por los que Jorge Torres Zavaleta mereció el Premio
Fortabat en 1987-, la guerra, que parecía tan lejana, tan
europea, llegó a la Argentina. Tan argentino se siente el
hijo de Miss Lucy que, cuando se declara la guerra de las
Malvinas, se
alista para combatir a los ingleses. Muere en el combate,
luchando contra los soldados de la nación
de sus padres. Miss Lucy, al enterarse de la muerte del joven,
"pensó que de lejos, sin advertirlo, sus compatriotas la
habían mutilado" (10).
Don Domingo, personaje creado por Fanny Fasola
Castaño para su cuento "Y el paisano va", recuerda su
infancia: "Los
niños tenían una mesa aparte, alrededor de la cual
podían mezclarse en sus juegos. Y
él se veía corriendo atrás de sus primas,
algunas criollas y otras gringas. Sí, porque su madre era
una de esas inglesas que habían llegado con su familia
buscando mejores horizontes, huyendo de conflictos
religiosos e intentando afianzarse en la campiña que tanto
les agradaba" (11).
Con "La tarde que oscureció de tristeza", Julio
Enrique Juárez obtuvo el Primer Premio Categoría
Narrativa 2004 en el Concurso Literario Identidad, en la Ciudad
de Azul, Provincia de Buenos Aires. En ese texto se alude al mal
proceder de un inglés: "Don Carlos Azcona, el hombre
entrañable y admirado por la sociedad azuleña, se
había quitado la vida. En una nublada tarde de verano de
1987 cuando aquel benemérito empresario pujante y exitoso,
se dejó vencer por la ira y sacando de un cajón del
escritorio el lustroso 38 Smith & Wesson que siempre lo
acompañaba, gatilló tres veces" (12).
Notas
- Holmberg, Eduardo L.: "Nelly", en Cuentos
fantàsticos. Buenos Aires, Hachette,
1957. - Fray Mocho: Cuentos. Buenos Aires, Huemul,
1966. - Dávalos, Juan Carlos: "Un sepelio
atmosférico (Crónica de 1891)", en Los
buscadores
de oro. Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La
muerte de Sarapura Antología. Buenos Aires, CEAL,
1980. Págs. 96 a 101. (Capítulo, vol.
66). - Dávalos, Juan Carlos: "Mister Meaney", en
Los buscadores de oro. Incluido en Dávalos, Juan
Carlos: La muerte de Sarapura Antología. Buenos
Aires, CEAL, 1980. Págs. 102 a 106. (Capítulo,
vol. 66). - Güiraldes, Ricardo; "Al rescoldo", en R. J.
Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El
cuento argentino 1900-1930 antología.
Selección y prólogo por Eduardo Romano; notas por
Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo,
vol. 60). - Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza
y reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
pp. - Orgambide, Pedro: "La señorita Wilson", en
La buena gente. Buenos Aires, Sudamericana. Incluido en
A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento
argentino 1959-1970 antología. Buenos Aires, CEAL,
1981. (Capítulo, vol. 107). - González, Oscar: "Pleamar", en El
Tiempo, Azul, 1° de diciembre de 1996. - Miguel, María Esther de: "Amy Stirling", en
el grillo, Buenos Aires, Marzo-Abril de 2003, Año
12, N° 34. - Torres Zavaleta, Jorge: "La noche de la cruz de
plata", en El palacio de verano. Buenos Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1987. - Fasola Castaño, Fanny: "Y el paisano va", en
"Cuentos de criollos", en Cuentos de criollos y de gringos,
Breves historias con Historia, en colaboración con
María del Carmen García. Buenos Aires,
Vinciguerra, 1996. - Juárez, Julio Enrique: "La tarde que
oscureció de tristeza", en El Tiempo, Azul, 28 de
noviembre de 2004.
William Bulfin, escritor irlandés que llegó a la
Argentina en 1880 y fue director de The Southern Cross, es
el autor de Tales of the pampas. Alejandro Clancy, el
traductor de la obra, afirmó: "Cuentos de la Pampa
–escritos por Bulfin a partir de 1880- narra cómo
era la vida de los irlandeses y de los argentinos en el campo,
cerca de los fortines. Los irlandeses –que sobre todo eran
ovejeros- llegaban acá sin un centavo y empezaban haciendo
las tareas manuales que no
querían hacer los gauchos" (1).
En el cuento "Los afanes", Adolfo Bioy Casares alude a las
irlandesas: "Milena tenía el pelo castaño –lo
llevaba muy corto-, la piel morena, los ojos grandes y verdes
(menospreciaba los ojos azules de las
Irish-porteñas), las manos cubiertas de mataduras.
Era alta y fuerte" (2).
Juan José Delaney es el autor de Tréboles del
Sur (3), quince textos que transcurren a lo largo de
más de un siglo. En "Destinos (1929)", escribe una
inmigrante irlandesa: "No te enojes porque no haya escrito antes.
Me fue imposible hacerlo debido a la angina tabacal que me
arrancó la promesa de no fumar más. Aciertas al
suponer que no soy feliz. La vida es algo difícil por
acá y confieso que estoy dudando de si mi arrojo de hace
diez años valió la pena".
Notas
- S/F: en El Tiempo, Azul, 16 de noviembre de
1997. - Bioy Casares, Adolfo: "Los afanes", en Mi mejor
cuento. Buenos Aires, Orión, 1973. - Delaney, Juan José: "Destinos (1929)", en
Tréboles del sur. Buenos Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1994.
Abruzzos
Doménico, un campesino
italiano herido durante una huelga en
Buenos Aires, en 1919, siente nostalgia de su país. El
personaje creado por María del Carmen García "Se
quedó pensando en su casa de Pescara, la casa de sus
padres, las paredes amarillas, las viejas tejas rotas,
descoloridas, que cobijaban en una cocina y en una sola
habitación a una numerosa familia de doce almas" (1).
Campania
En Palermo, en las primeras décadas del siglo XX, vive
Fernando Da Salerno, protagonista de un cuento de Fernando
Sorrentino, con su madre napolitana. En la calle Costa Rica
-relata el narrador-, "en un cuartucho de un conventillo
grisáceo, nos arrinconábamos mi madre y yo. Mi
madre, llamada doña Ferdinanda, y siempre vestida de
negro, pertenecía, simultáneamente, a tres
categorías (no incompatibles), a saber: a) santa
viejecita; b) viuda; c) napolitana. A pesar de lo Rica que era la
Costa de nuestra calle, vivíamos en la peor de las
pobrezas y no teníamos ni dónde caernos muertos"
(2).
Friuli
Una madre deja en Italia a sus
hijas, y viaja a la Argentina llevando al hijo, en el cuento "El
tren de medianoche" de Syria Poletti: "Era un atardecer iluminado
al rojo cuando mi madre se acercó al tren excitada y
hermosa como todas las mujeres cuando van a reunirse con el
marido y le llevan un hijo varón. Atrincherada en mi
espeso mutismo, no quise besarla. Y ella, para aliviar su culpa,
quiso creer que no la quería. –Todavía no
comprende…-justificó su cobardía" (3).
Lacio
En "La conquista de Buenos Aires", de Enrique Loncán,
Cicerón vuelve a la vida en el siglo XX y emprende, "para
los idus de marzo de 1932 (d.C.)", un viaje del que se
arrepentirá amargamente. El latino escucha que "más
allá del Atlante existe una ciudad nueva, maravillosa,
pletórica de esperanzas. Es la tierra prometida de los
inmigrantes, la meta de los
destinos fantásticos y las riquezas fabulosas. Se cuentan
por millares los hijos del Lacio que en Buenos Aires hicieron
fortuna…" (4).
Lombardos
Un personaje de "El día de las grandes ganancias", de
Alberto Gerchunoff, es italiano. El dueño de la "Tienda de
las cuatro estaciones" es descripto así por el narrador
adolescente: "Lombardo de fuertes piernas, espaldas enormes y
cara redonda como un plato, en la que brillaban dos ojos grises,
rientes y móviles, hallábase siempre instalado en
el fondo del negocio, colgando de los labios la curva pipa de
barro. Hombre de cuarenta años, obeso y jovial como un
párroco de aldea, no concebía entre las paredes de
la tienda el malhumor que amargaba mis planes" (5).
En "Santana", de Roberto Mariani, una lombarda sufre un
percance: "Después de aquel temporal en que un aletazo de
viento tumbó al suelo a la
lombarda del segundo patio destrozándole la sopera y
derramándole el humeante caldo, las vecinas todas, en un
acuerdo defensivo, decidieron cocinar en sus respectivas
habitaciones durante los días de recio viento o dura
lluvia, rebeldes a la obstinada reclamación del negro
Apolinario, encargado del conventillo" (6).
Piamonte
"La loca y el relato del crimen" es el cuento de Ricardo
Piglia en el que el autor presenta a la amante de Bairoleto, hijo
de piamonteses. "No hubo nunca en todo este país un hombre
más hermoso que Juan Bautista Bairoleto, el jinete. (…)
La vieja entró mirando la luz y se movió por la
tarima con un leve balanceo, como si caminara atada. (…)
–Yo he visto todo he visto como si me viera el cuerpo todo
por dentro los ganglios las entrañas el corazón
que pertenece que perteneció y va a pertenecer a Juan
Bautista Bairoleto el jinete" (7).
Del Piamonte vino la abuela de María Teresa Andruetto,
quien contaba a sus nietas los relatos que la escritora
reunió en Benjamino (8). Así comienza
"Benjamino": "Había una vez una madre que tenía un
hijo tan pequeño que podía vivir dentro de una
cáscara de nuez. Lo llamaban Benjamino, que quiere decir
el más pequeño. Cada día la madre despertaba
a Benajmino y lo mandaba a cuidar las tres vacas que
tenían; la Blanca, la Negra y la Manchada. Cierta vez,
Benjamino llevó las vacas al campo, y comenzó a
llover".
Sicilia
Ema Wolf afirma que no sólo venían personas en
los barcos. Venían también extraños
personajes como el Mamucca, un duende que llegó desde
Sicilia: "(…) La gente de las grutas de Sicilia asegura que usa
un gorro de color verde -¡casi todos los de su especie usan
gorro verde!-. Sobre la otra cuestión no se han puesto de
acuerdo: unos dicen que lleva dos zapatos en un solo pie, y otros
que calza los dos pies en un solo zapato. Hace siglos que
discuten por este asunto y han llegado a tirarse platos por la
cabeza" (9).
Sin mención de origen
En "Instantánea" (10), texto de Fray Mocho, una
italiana dialoga con un criollo, tratando en vano de convencerlo
de que no le conviene vivir con ella: "Ma…
¿dícame un poco?… ¿Cosa li parece
inamuramientos tra ina lavandiera e in bombiero? … E anque…
tra ina gringa come me e ono criollo come osté… que
é propio in chino…". El criollo no entiende razones, y
lo expresa con estas palabras: "-¿Pobre?… ¡La gran
perra, que había sido avarienta!… ¿Y
tuavía querés ser más rica de lo que sos, mi
vida?…".
El mismo tema es abordado por Fray Mocho en "Tirando al aire"
(11), cuadro en el que un italiano, requerido de casamiento,
afirma no poder hacerlo
por estar ya casado en su tierra. Ante esta situación, la
tía de la joven lo increpa: "-¿Y que más
quedrá este condenao?… ¡Se necesita ser un gringo
afilador, pa crer que una muchacha como mi sobrina sea capaz de
fijarse en él si no es para casarse!…".
Giusseppe el zapatero protagoniza el tango de
Guillermo del Ciancio que dice: "E tique, tuque, taque,/ se pasa
todo el día/ Guiseppe el zapatero,/ alegre
remendón;/ masticando el toscano/ y haciendo economía,/ pues
quiere que su hijo/ estudie de doctor" (12). En un cuento de
Horacio Vaccari, el hijo médico escribe una carta a
Giuseppe. Le dice: "Hoy me duele decir todo esto, pero necesito
torturarme con la verdad, con mi triste verdad y he de asumirla
hasta el fin. Cumplí con la voluntad que usted me impuso
desde la cuna. Estudié Medicina, fui
uno más en el montón, aunque sacaba buenas notas.
Tenía que hacerme perdonar mi origen, si bien mis
compañeros me respetaban porque era callado y estudioso"
(13).
En "El salón dorado 1904" (14), de Manuel Mujica
Láinez, la dueña de una mansión en
decadencia se entera de que muchas de las habitaciones se han
transformado en locales. Uno de ellos es ocupado por un sastre
presumiblemente italiano: "El ama de llaves la detiene delante de
la puerta que da al comedor. En su panel central hay clavado un
cartel: ‘Bruno Digiorgio, sastre’. Entran
allí. Los cortes de género se
apilan sobre un mostrador; los maniquíes rodean a la
estufa, encima de la cual permanece, como un testigo
irónico, el lienzo pintado de la ‘Carrera de
Atalanta’ que imita un gobelino".
Guillermo House evoca, en "El mangrullo", la agonía de
un hijo de inmigrantes, y el heroísmo del camarada
sanjuanino que intenta protegerlo: "El conscripto Colombo (un
hijo de gringos de la provincia de Santa Fe) es regular tirador,
pero flojazo para las penurias. (…) Como Colombo no
puede moverse, él le introduce en la boca su dedo
meñique húmedo de rocío. Pero el sol no
tarda en disipar este engaño, y desde temprano se deja
sentir" (15).
Humberto Costantini escribe acerca de un gringo; en su
"Historia de una amistad": "a mí me gustaba cuando don
Aldo me hablaba de sus cosas. Cuando vine a América,
¿sabe?, me soñaba tener una casa y una familia.
Muchos hijos, sabe. Así como usted. O más
todavía. Ocho, diez. Una mesa larga, larga, y todos
allí a la noche comiendo con buen apetito. En mi ciudad
había un sastre que tenía doce. Todos carabineros.
¿Se imagina? Con estos sombreros grandes…, me
decía" (16).
Un amor imposible
causa la emigración de un italiano, en un cuento de
José Luis Cassini: "El mismo día en que Enrico se
hizo cargo de la sastrería, el único auto de la
villa se detuvo enfrente. El chofer entró: ‘La hija
del Patrón se va a casar con un doctor de Zóppola,
como él ha dispuesto; y aquí te manda este dinero a
cuenta del traje de novia que le vas a confeccionar’.
Enrico lo entregó y se embarcó" (17).
En "Desarraigo", cuento de Ana María de Benedictis, el
narrador, que piensa en emigrar de la agobiada Argentina del
siglo XXI, se arrepiente, evocando una historia familiar
vinculada con la guerra: "Recordó que una mañana
muy temprano llegó una carta bordeada de una franja verde,
blanca y roja; que la abrió su abuela materna y
comenzó a secarse las lágrimas con el delantal; que
una a una iban llegando sus tías tratando de frenar el
llanto que brotaba sin pedir permiso" (18).
Notas
- García, María del Carmen:
"Dóménico, el campesino obrero", en "Cuentos de
gringos", en Cuentos de criollos y de gringos, Breves
historias con Historia, en colaboración con Fanny
Fasola Castaño. Buenos Aires, Vinciguerra,
1996. - Sorrentino, Fernando: "Hombre de recursos", en
La venganza del muerto y otros cuentos con astucias.
Buenos Aires, Alfaguara, 1997. Pp. 67-8. - Poletti, Syria: "El tren de medianoche", en Mi
mejor cuento. Buenos Aires, Orión, 1974. - Loncán, Enrique: "La conquista de Buenos
Aires", en Cuentos y esquicios. Buenos
Aires, - Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes
ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones
Selectas Amèrica, Tomo I, Nº 8, 1919. Págs.
227/8. - Mariani, Roberto: "Santana". Citado por Páez,
Jorge en El conventillo. Buenos Aires, CEAL,
1970. - Piglia, Ricardo: "La loca y el relato del crimen", en
H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El
cuento policial. Selección de Jorge Lafforgue y
Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo,
vol. 104). - Andruetto, María Teresa: Benjamino.
Buenos Aires, Sudamericana, 2002. - Wolf, Ema: "El mamucca" en Clarín,
Buenos Aires, 22 de marzo de 1998. - Fray Mocho: "Instantánea", en Fray Mocho:
Cuentos. Buenos Aires, Humul, 1966. - Fray Mocho: "Tirando al aire", en Fray Mocho:
Cuentos. Buenos Aires, Humul, 1966. - Azzi, María Susana: "La contribución de
la inmigración italiana al tango", en Archivo
Histórico Alberto y Fernando Valverde, Municipalidad de
Olavarría, Secretaría de Gobierno,
Año 2000, Revista N° 4. - Vaccari, Horacio: "Final de juego", en
Cuentos elegidos. Buenos Aires, Troquel, 1978. 138
págs. - Mujica Láinez, Manuel: "El salón dorado
1904", en Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires,
Sudamericana, 1977. - House, Guillermo: "El mangrullo", en L. Gudiño
Kramer, J.P. Sáenz y otros:: El cuento argentino
1930-1959* antología. Selecc. prólogo y notas
de Eduardo Romano. Buenos Aires, CEAL, 1981. Pág.
83.(Capítulo, vol. 77). - Costantini, Humberto: "Historia de una amistad"
(fragmento), en www.abanico.edu.ar. - Cassini José L.: "El mar en los ojos", en
Rotary Club de Ramos Mejía Comité de Cultura.
Buenos Aires, 1994. - De Benedictis, Ana María: "El desarraigo", en
El Tiempo, Azul, 24 de marzo de 2002.
Anna Kazumi Stahl es la autora de "Sueño tanguero
de un japonés" (1), cuento que comienza así:
"Toshiuri Matsushiro arribó a Buenos Aires en 1947 a bordo
de un enorme barco vacío. Había viajado –a
buen precio- en las apagadas cámaras frigoríficas
de la Estrella Austral que proveía al mayor país
exportador de carne vacuna en todo el mundo. Cuando bajó,
se puso a caminar por la ciudad. Era una figura pequeña y
enflaquecida entre tantas personas corpulentas y bien nutridas
que poblaban las calles".
Notas
- Kazumi Stahl, Anna: "Sueño tanguero de un
japonés", en Catástrofes naturales. Buenos
Aires, Sudamericana, 1997. Pp. 200-206.
En Palermo, en las primeras décadas del siglo XX,
Fernando Da Salerno, protagonista de un cuento de Fernando
Sorrentino, se casa con una descendiente de libaneses. Relata el
narrador: "En aquella época los árabes –o, al
menos, los libaneses de doña Ibrahima- tenían la
costumbre de que los recién casados se retirasen temprano
de la fiesta para tener su primera cena en su nueva casa"
(1).
Notas
- Sorrentino, Fernando: "Hombre de recursos", en La
venganza del muerto y otros cuentos con astucias. Buenos
Aires, Alfaguara, 1997.
En "Permiso, maestro", Isidoro Blaisten presenta a "La
Colorada", "una polaca llamada Vlasta, es la prima de la pollera"
(1).
En "Carroza y reina", escribe: "Ya se ven las guirnaldas
en la laca restallante, las guardas, las cenefas y las volutas de
color de fuego, las letras en alegre novecientos en la madera calada,
y los lises, las rosas, los tréboles, las fustas con
diamantes, los escudos argentinos, las amapolas de cinco
pétalos, las guitarras encintadas, los facones con
chispitas y el bandoneón desplegado que el maestro
filetero León Untroib ha pintado en las cuatro barandas de
la carroza, en seis días desde el alba al
crepúsculo" (2).
Los inmigrantes padecen las secuelas de la guerra. En un
cuento de Sebastián Jorgi, un hombre dice a su mujer: "A
la semana de vivir juntos, mamá Freda se largaba a llorar
todas las noches en la habitación contigua. Vos me
explicaste que estuvo en el Ghetto de Varsovia y no quiere dormir
sola porque tiene mucho miedo de sólo pensar que los nazis
la llevarán a la casona del fondo del campo"
(3).
Weronicka, la protagonista de un cuento de Natalia
Kohen, manifiesta: "vinimos a la tierra elegida por nosotros, a
la Argentina, donde rehice mi vida y tuve a mi hija. A pesar de
eso, a veces añoro mi tierra natal. En Polonia, cuando
tenía dieciocho años, soñaba con ser
médica. Aquí soy masajista, hice masajes a todos
los que me llamaban, a las gentes más dispares. Ahora,
gracias a Dios me doy el lujo de poder elegir…" (4).
En "Gratitud" (5) -cuento de Leonel Giacometto
distinguido con la Tercera Mención en el Concurso
Internacional de Cuentos de Temática Judía,
convocado por la AMIA-, la narradora recuerda a su abuela
inmigrante: "Abuela había nacido en Polonia, y muy joven
llegó, en barco, a la Argentina, más precisamente a
la ciudad de Rosario. Era lo único, en mis tardes de siete
años, que sabía sobre la vida de abuela, que se
llamaba Hanna, y no Anna, así, como decía madre que
se escribía, con dos enes".
Notas
- Blaisten, Isidoro: "Permiso, maestro", en Carroza
y reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
pp. - Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
pp. - Jorgi, Sebastiàn Antonio: "Tardes del
Lorraine", en Tardes del Lorraine. Buenos Aires,
Ediciones del Valle, 1996. - Kohen, Natalia: "Weronicka, la masajista polaca", en
Todas las máscaras. Buenos Aires, Temas Grupo
Editorial, 1997. - Giacometto, Leonel: "Gratitud", en León, Luis
et al.: Rostros de una identidad. Relatos premiados
del Concurso Internacional de Cuentos de Temática
Judía. Buenos Aires, Editorial Milá, 2004. 96
pp.
Fray Mocho relata, en "En familia" (1), la historia de
una supuesta inmigrante. "Que Pepa es portuguesa, decís?
¿Pero estás loco? –exclama una mujer. Si
hemos ando juntas en l’ escuela ’e
Misia Pamela y nos conocemos desde chicas… El padre’ra un
chino gordo…". El hijo aclara el malentendido: "no es
portuguesa de nacionalidad
sino de oficio… En los tiatros les llaman así
¿sabés? A las familias que sirven p’al
relleno de la sala no más".
Carlos Molina Massey evoca, en "La muerte del pingo"
(2), a un comerciante portugués. Es el 25 de Mayo. En
Mercedes se aprestan a conmemorar la fecha patria. "En la plaza,
embanderada, había música y cueterío.
Desfile de escolares. Aglomeración de curiosos. Por las
calles jinetes gauchos paseaban el lujo de sus fogosos caballos.
Don Contreras realizaba su programa anual
desde el almacén de don Quintino, el portugués,
situado en la esquina crucera de la plaza".
En "La caza del yacaré", escribe Elías
Carpena: "No hubo otro reproche y se dio a limpiar las junturas y
a calafatear. Lo veíamos alquitranar la estopa y embutirla
en las ranuras, cuando de pronto se oyeron unos gritos que
surgían de la maraña del monte. Era el
portugués Jaime. Entró en la senda con los mismos
gritos y se nos allegó. Lo descubrimos transfigurado: en
él se dibujaba el espanto" (3).
Notas
- Alvarez, Sixto ("Fray Mocho"): Cuentos. Buenos
Aires, Huemul, 1966. - Molina Massey, Carlos: "La muerte del pingo", en L.
Gudiño Kramer, J.P. Sáenz y otros:: El cuento
argentino 1930-1959* antología. Selecc.
prólogo y notas de Eduardo Romano. Buenos Aires, CEAL,
1981. Pág. 83. (Capítulo, Vol. 77). - Carpena, Elías: "La caza del yacaré",
en Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973. Pp.
170-1.
"La siesta" (1) se titula uno de los cuentos que Alberto
Gerchunoff incluyó en Los gauchos judíos.
Así comienza: "Sábado, día del santo reposo,
día bendecido por los escritos rabínicos y saludado
en las oraciones de Yehuda Halevi, el poeta. La colonia duerme en
una tibia modorra. Blancas las paredes y amarillos los techos de
paja, las casuchas lucen al sol, sol benigno de la primavera
campestre. Del cielo, lavado por la lluvia de la víspera,
desciende una paz religiosa, y de la tierra se elevan rumores
apacibles".
Alberto Gerchunoff dejó, en el cuento "El
día de las grandes ganancias", testimonio de su
época de vendedor ambulante, durante la adolescencia.
"Necesitaba poco para abandonar el comercio a que me dedicaba.
Era yo entonces alumno del colegio nacional. Había dado
examen de primer año, encontrándome imposibilitado
para continuar los cursos. Me faltaba el dinero para
la matrícula, carecía de libros, del traje de
cierta apariencia, a fin de que los camaradas de aula no se
burlasen demasiado de mi aspecto gringo" (2).
En "Mate amargo", escribe Samuel Glusberg: "Las
alpargatas criollas y el mate amargo fueron los primeros
síntomas de adaptación del tío Petacovsky.
Pero la prueba definitiva, la evidenció dos meses
más tarde, concurriendo al entierro del general Mitre.
Aquella imponente manifestación de duelo popular, lo
conmovió hasta las lágrimas, y durante muchos
años la recordó como la expresión más
alta de una multitud acongojada por la muerte de un patriarca"
(3).
En "Las noches de Goliadkin", H. Bustos Domecq
–seudónimo de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares- evoca el exilio argentino de una princesa rusa.
Goliadkin relata su historia: "Veinte años lo separaban de
esa noche de pasión, de robo y de fuga; en el
interín, la ola roja había expulsado del Imperio de
los Zares a la gran dama despojada y al caballerizo infidente"
(4).
En "El baile", Jorgi relata: "Había sido
Mariuska, hija de una princesa rusa con veleidades de artista
plástica, la que lo inició en pormenores del arte.
Con tal de conquistarla al fin, le siguió el tren.
Después de haberla conocido –recién
finalizada la Segunda Guerra Mundial-
en un bailongo de la Boca, simuló interesarse por la
pintura"
(5).
El pequeño protagonista de "Historia con tango y
misterio" (6), cuento infantil de Oche Califa, conversa con su
padre acerca de los abuelos que emigraron de Rusia:
"¿Tus papás eran rusos, no? –preguntó
Emilio, que no había conocido a sus abuelos. -Sí.
Llegaron en barco a Buenos Aires y fueron a vivir a una pieza de
conventillo donde nací yo. Mi papá era alto y
blanco, pero andaba casi siempre con la cara sombría. Y
hablaba poco. (…) -¿Por qué escaparon? -Por el
ejército del zar. Cada vez que aparecían por la
aldea donde vivía era para llevarse a los jóvenes a
pelear en alguna guerra en la otra punta del
país".
Notas
- Gerchunoff, Alberto: "La siesta", en Los gauchos
judíos. Incluido en R.J.Payró,
J.C.Dávalos, R.Mariani y otros: El cuento argentino
1900-1930 antología. Selección y
prólogo por Eduardo Romano, notas por Alberto Ascione.
Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol.
60). - Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes
ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones
Selectas Amèrica, Tomo I, Nº 8, 1919. - Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Mate amargo",
en La levita gris Cuentos judíos de ambiente
porteño. Buenos Aires, BABEL. - Bustos Domecq, H.: "Las noches de Goliadkin", en H.
H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El
cuento policial. Selección de Jorge Lafforgue y
Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo,
vol. 104). - Jorgi, Sebastián: "El baile", en Fuga y
vigilia. Buenos Aires, Ediciones del Valle,
1996. - Califa, Oche: "Historia con tango y misterio", en
Un bandoneón vivo. Buenos Aires, Sudamericana,
2002.
En "El camello ciego", relata Francisco Montes: "Los
sirios sueñan siempre con la dorada esperanza de
América. Y Rachid no era diferente. Esas esperanzas, los
sueños de riqueza y unas libras en oro que Ibrahin
colocó en su bolsillo, lo decidieron. Y días,
después, en Lataquia tomaba un buque atiborrado de
mugrientos emigrantes con su carga de sueños"
(1).
Notas
- Montes; Francisco: "El camello ciego", en Leyendas
y Aventuras de Alpujarreños, en Unisex.
Buenos Aires, Bruguera. 163 pp.
En "La casa endiablada" (1), Holmberg imagina un crimen
perpetrado contra un suizo. El juez relata: "-A principios de
1884, y unos tres meses después de partir usted para
Europa, vino de Santa Fe a Buenos Aires un colono suizo llamado
Nicolás Leponti, el cual, gracias a su actividad, a su
esfuerzo, a su energía y a su inteligencia, había
logrado reunir una fortuna que, si bien modesta, le
permitía ocupar en su colonia una posición
desahogada, y prestar, a sus compatriotas, servicios que
le habían valido la estimación general".
Notas
- Holmberg, Eduardo L.: "La casa endiablada", en
Cuentos fantásticos. Buenos Aires, Hachette,
1957. Prólogo de Antonio Pagés
Larraya.
En la "Cantata para los hijos de Gracimiano", escribe
Daniel Moyano: "Yo conocí a Gracimiana cuando ella
todavía era una niña. (…)Los obrajeros y los
turcos más ricos de la zona querían casarse con
ella. Su desgracia fue Gracimiano. Todavía iba a la
escuela cuando lo conoció. Gracimiana envejeció a
los treinta años, gastada por él y por los hijos.
Después la perdimos de vista, pero quien tuvo la suerte de
conocer a Anita, su hija, podía ver otra vez a Gracimiana
con las mejillas paspadas por el aire" (1).
En "El mundo, una vieja caja de música que tiene
que cantar", Héctor Tizón describe al "Turco": "Con
la negra barba cortada a golpes de tijera, el pelo sucio,
abundante y revuelto de tal manera que pueda encajar dentro del
pasamontaña y mantenerse allí por días y
noches y días y sobre todo con su andar cauteloso,
asentando con seguridad la planta de los pies evoca sin lugar a
dudas largas travesías de camelleros en los arenales de
Yemen, o en las faldas de Sinaí, o quién sabe
dónde" (2).
Escribe Marta Lynch, en "Entierro de carnaval":
"Pasó una murga en traje de raso negro y amarillo que
llevaba un cartelón ‘Los pesados de San Justo’
y un conjunto de chicas de la fábrica, disfrazadas de
hawaianas. Pasó el carro del lechero adornado como para
las fiestas patrias con una familia entera que cantaba cumbias y
estribillos de Perón y
pasó también el turco de la carnicería con
un traje nuevo" (3).
En el cuento de Luis León, "Izmir,
Vísperas de Pésaj", judíos de Esmirna
preparan su viaje hacia la "Aryintina, como
Ierushalám, tierra prometida de leche y
miel…" (4).
En "Chacarita, Vísperas de Pésaj", otro
sefaradí proveniente de Esmirna recuerda con disgusto su
paso por el hotel de inmigrantes: "Cuarenta días en el
vapor no fueron menos que cuarenta años en el desierto, y
al llegar, ese hotel. Parecido a la timaraná de
Chesmé, igual a ese manicomio donde murió Doudou,
su madre que nunca lo abandonaba, y comenzó a dejarlo un
día, de a poco, en su cerebro, poco a
poco hasta olvidar quién era su único hijo, y otro
día se fue entre esas paredes ajenas. Esas inmensas salas
llenas de camas, donde cada uno hablaba de lo suyo y sin que
nadie los entienda" (5).
Dyusepo –protagonista de "El sueño de
Dyusepo", cuento de Luis León distinguido con el
Primer Premio en el Concurso Internacional de Cuentos de
Temática Judía, convocado por la AMIA-
"reconocía su dicha al llegar al Río de la Plata.
Dios había sido hartamente piadoso con él, aquel
día en que Nissim Janná esperó largas horas
en el puerto hasta que el enorme cuerpo de metal llegó a
la dársena y con su mujer y sus dos pequeñas hijas,
subieron al carro que los llevaría a esa pieza de 25 de
Mayo y Viamonte" (6).
Un inmigrante, personaje de un cuento de José
Mantel, relata su historia: "-Apenas tenía quince
años cuando vine de Izmir con mi padre viudo. No tuvo
suerte, y al tiempo decidió probar en otro lado,
dejándome con una prima suya. No lo vi nunca más,
no sé nada de él, ni siquiera si está vivo o
muerto. La prima estaba casada con un mal hombre, que cuando se
hacía ‘preto candil’ le daba
‘jaftonás’. Un día quiso pegarme
a mí, y le partí la cabeza con un banco que
había en la cocina. Salí de la casa, sabiendo que
no podría volver más" (7).
En dos cuentos de Carolina de Grinbaum aparece el turco
comerciante. En "La inocencia de los culpables", escribe: "Nadie
faltó al convite, desde el boticario, el Juez de Paz, el
turco del almacén, el cura párroco, el comisario y
algunos vecinos de vieja data. La cosa daba para gran jolgorio".
En "Un amarillo hiriente", leemos: "Estaban sólo ellos y
el pudor en la rústica cortina comprada al turco,
única escenografía florida, entre esa aridez"
(8).
Notas
- Moyano, Daniel: "Cantata para los hijos de
Gracimiano", en Hernández, J.J., Tizón, H.,
Blaisten, I. y otros: El cuento argentino 1959-1970
antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. - Tizón, Héctor: "El mundo, una vieja
caja de música que tiene que cantar", en
Hernández, J.J., Tizón, H., Blaisten, I. y otros:
El cuento argentino 1959-1970 antología. Buenos
Aires, CEAL, 1980. - Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los
cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967, pp.
132-3. - León, Luis: "Izmir. Vísperas de
Pésaj", en SEFARAIRES. - León, Luis: "Chacarita. Vísperas de
Pésaj", en SEFARAIRES. - León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en
León, Luis et al.: Rostros de una identidad.
Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de
Temática Judía. Buenos Aires, Editorial
Milá, 2004. 96 pp. - Mantel, José: "La historia de Yaquito
Péres (3) La confesión de Yusef", en
SEFARaires, N° 13, Mayo de 2003.. - Grinbaum, Carolina de: La inocencia de los
culpables. Buenos Aires, e.g, 2003.
En "Lotz no contesta", cuento de Isidoro Blaisten que
integra Carroza y reina, volumen distinguido con el Premio
Fortabat, aparece una alusión a los gringos: "Pecheny
(…) dio vuelta varias veces el sobre del papel, lo
abrió, leyó todo
lo que decía: Papel de fumar – 75 hojas. El
Surubí . Marca registrada.
Tírese suavemente de la hoja. Selecta SAIC – Goya.
Corrientes Papel engomado. Lotz se reía:
¿Cuándo piensa comprar los cigarrillos hechos,
Pecheny? Ya ni los gringos de las colonias" (1).
En "Papá", Susana Goldemberg relata una
despedida: "Argentina. El nombre raro. Otro país. Del otro
lado del mar. Papá trató de explicarme: -Es un
país grande, rico, generoso. Allí respetan a todos
los hombres del mundo que quieran trabajar sus tierras. No
importa en qué templo o en qué idioma le hablen a
Dios. Enseguida papá me alzó en sus brazos. Con
torpes manos, recorrió mi cara: los rulos sobre la frente,
las cejas, el dibujo de mi
nariz, la línea de los labios. Y pellizcó mi
mentón, como siempre lo hacía cuando me daba el
beso de las buenas noches" (2).
En "Esperanza", escribe Santiago Korovsky: "Un 27 de
Abril partió de su casa. En el viaje, la mitad de los
días se los pasó en la borda, con la cara verde, el
estómago revuelto, mirando cómo lo poco que
había comido caía al mar. Cuando se sentía
mejor lo obligaban a entrar de nuevo a una bodega, sin ventanas,
donde había unas cuatrocientas personas más.
Ahí era peor, el movimiento del
barco se sufría más, y el aire no circulaba bien"
(3).
Marcelo Birmajer evoca su experiencia en la primaria. A
propósito de un hecho que está relatando, dice: "La
historia transcurre en el colegio Doctor Hertzl, una
institución judío-laica donde cursé hasta el
cuarto grado de la escuela primaria. No pasé de cuarto
grado porque el estudio simultáneo del inglés, el
hebreo y el castellano, sumado a una confusa situación
familiar, me dejó varado en una dislexia
consistente en escribir el castellano de derecha a izquierda,
como el hebreo; y el hebreo de izquierda a derecha, como el
castellano" (4).
En su cuento "El cardenal", Márgara Averbach
escribe: "Yo siempre habìa querido un cardenal. En ese
entonces, habìa muchos en los àrboles de la casa de
las tìas, como flores rojas màs ràpidas que
las otras. Y el abuelo, -que había nacido en una ciudad de
Europa y después se había visto obligado a
convertirse en gaucho judío, una conjunción
inimaginable para él, supongo- me habìa prometido
cazar uno para mì ese verano" (5).
De otro agricultor judío, "Aarón", y su
esposa, dice María Inés Krimer: "Aarón
cerró la Biblia y se puso de pie para apagar la hornalla
de la cocina. Dio unos golpecitos al mate para asentar la yerba y
empezó a cebar. Vivía en un campito con su mujer,
Clara. Nadie pudo explicar por qué terminaron ahí,
perdidos en el medio de la pampa, cuando parientes y amigos se
habían dirigido a las colonias de Santa Fe, Entre Rios y Chaco"
(6).
El bisabuelo de Zahira Juana Ketzelman llegó a
Azul con su familia, pero, molesto por la actitud de los
lugareños para con sus hijas casaderas, se fue de esa
localidad (7).
Hilel Resnizky dedica Peregrinación entre
patrias a la memoria de
sus padres y su hermano, "como homenaje a la judería
argentina, que supo unir valores". El
volumen consta de tres partes, cada una de las cuales muestra
"características distintas que van de un realismo
sentimental a un surrealismo
–o metarrealismo- de mirada alerta". La primera, "Argentino
y Judío a mucha honra pretende presentar esbozos, aunque
sean aislados, de la epopeya de la colonización
judía en la Argentina". Aparecen entonces los gauchos
judíos, los conservadores y radicales, la discriminación, el tesón, la
victoria y la desazón que caracterizaron a toda una
época (8).
Notas
- Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza
y reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219
pp. - Goldemberg, Susana: en Cuentos de la bobe.
Buenos Aires, Sudamericana. - Korovsky, Santiago: "Esperanza", en El Jardín
de la Esquina / ÆQUALIS / - Birmajer, Marcelo: en No es la mariposa negra.
Buenos Aires, Sudamericana, 2000. - Averbach, Màrgara: "El cardenal", en
Aquì donde estoy parada. Còrdoba,
Alciòn, 2002. - Krimer, Marìa Inès: en El Tiempo, Azul,
9 de febrero de 1997. - Ketzelman, Zahira Juana: en el grillo. Suplemento:
Gabinete de Letras y Arte, Nº 9. Buenos Aires,
2000. - Resnizky, Hilel: Peregrinación entre
patrias. Buenos Aires, Milá, 2001.
En "Santana", uno de los Cuentos de la oficina,
Roberto Mariani se refiere a los habitantes de un conventillo:
"Una de estas antiquísimas mansiones actualmente agoniza
en conventillo. En sus espaciosas habitaciones donde acaso en
1815 ó 1820 algún general de la Independencia
abandona esposa e hijas para ir a satisfacer su sed
patriótica en los abiertos campos de batalla, hoy conviven
apretujadas seis u ocho familias de las más diversas
nacionalidades, y costumbres contradictorias hasta la
beligerancia. Italianos, franceses, turcos, criollos. La
última habitación la ocupa un griego relojero"
(1).
El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky,
"Con la gente del conventillo se había ido
encariñando, había cinco polacos, una pareja de
gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos
y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y
solidaria. Algunos habían probado suerte como él,
pero, también, habían perdido" (2).
En "Una patada", escribe Samuel Glusberg, bajo el
seudónimo de Enrique Espinoza: "es necesario estar al
tanto de las crueles trabas impuestas en Rusia y Polonia por los
secuaces zaristas, para impedir a los jóvenes
judíos llegar a las profesiones liberales; y conocer los
sacrificios heroicos de aquellos estudiantes de toda la vida,
para explicarse el valor que una
madre judía concede a su diploma universitario"
(3).
En "Una conversación interesante", de Conrado
Nalé Roxlo, uno de los personajes se refiere a un turco
que se va a casar, y afirma que un vasco piensa frustrar ese
matrimonio: "-(…) creo que se le va a aguar la fiesta porque el
vasco Indurrimendi se ha enterado de que Flores es casado en
Turquía y, como usted sabe que tienen rivalidad por los
negocios, ha dado parte al comisario y al registro civil y
hasta creo que les ha mandado el pasaje a las esposas turcas del
turco para que se presenten el día del casamiento y armen
un escándalo. Si vienen todas va a ser divertido. Pero el
comisario está de parte del turco" (4).
En "Trampa" (5), escribe Elías Carpena: "El
niño Prudencio Suárez mantenía con Aquiles
una amistad más entrañable que la fraternal. (…)
Hacían juntos los deberes y estudiaban en la casa de
Aquiles. Los afligían las mismas cosas y recibían
por igual el contento. En las siestas de verano salían
unidos a las quintas; a la del francés le quitaban los
melones y sandías a las del vasco".
Víctor Juan Guillot, en "Un hombre", evoca a
inmigrantes de varias nacionalidades. Un danés es el
protagonista: "Como hombre, el teniente Christiansen era
verdaderamente un hombre. Eso no lo había dicho el
capitán Romero, y el capitán Romero, en Chile, se
batiera con tres oficiales en tres días seguidos, matando
a uno, hiriendo a otro y recibiendo del tercero ese sablazo que
le alcanzaba de la sien izquierda al ángulo de la boca; ni
el escocés Mac Dougall, un antiguo administrador de
yerbales, del que se contaban en voz baja muchas cosas; ni,
finalmente, Morand, el suizo Morand, tirador infalible, que
arrojaba al aire una caja de fósforos y la incendiaba de
un tiro de revólver" (6).
El protagonista de "Unisex", de Francisco Montes
expresa: "Yo, Tufic Farjat Gurruchaga (hijo de libanés y
catalana) funcionario municipal de la noble San Luis de la Punta
de los Dos Venados, mercedino de nacimiento, categoría 22
en el escalafón municipal, con tres años de
filosofía (que no me sirven para nada) y tres de
francés en la Alianza Francesa (que de algo me sirven
ahora), tomé la excursión a Europa con mi mujer y
dos parientes, antes de jubilarme y quedar anclado por secula
seculorun" (7).
En uno de sus relatos, narra Hilel Resnizky: "En 1870 su
abuelo, José Molinas, era el propietario de grandes
estancias, de casas de comercio, e incluso de buques y astilleros
en la Patagonia. En 1870 apareció un judío ruso,
Jacobo Alter Grun, quien se convirtió y casó a su
hijo Marcos con la hija de Molinas" (8).
Notas
- Mariani, Roberto: "Santana". Citado por Páez,
Jorge en El conventillo. Buenos Aires, CEAL,
1970. - Korovsky, Santiago: "Esperanza", en "Bienvenidos al
Concurso Literario 1997", El Jardín de la Esquina /
Aequalis. - Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Una patada", en
La levita gris Cuentos judíos de ambiente
porteño. Buenos Aires, BABEL. - Chamico (Conrado Nalé Roxlo): El muerto
profesional. Buenos Aires, CEAL, 1980.
(Capítulo). - Carpena, Elías: "Trampa", en Carpena,
Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
1973. Pág. 121. - Guillot, Víctor Juan: "Un hombre", en R. J.
Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El
cuento argentino 1900-1930 antología.
Selección y prólogo por Eduardo Romano; notas por
Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo,
vol. 60). - Montes, Francisco: "Unisex", en Unisex. Buenos
Aires, Bruguera. - Resnizky, Hilel: Puentes de papel. Buenos
Aires, Milá, 2004.
…..
Los inmigrantes que se afincaron en la Argentina
aparecen en estos cuentos con sus sentimientos, sus costumbres y
peculiaridades. Son personajes de ficción
entrañables, testimonio de una época que muchos
conocen sólo a través de los relatos de sus
mayores.
Trabajo enviado por
María González Rouco
Licenciada en Letras UNBA, Periodista