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La sociedad del conocimiento y la universidad:




Enviado por juliovaldezalayon



    Ha sido explosivo el aumento de la literatura sobre  el
    ser y el hacer de la universidad en la sociedad actual.
    Innumerables documentos, desde
    diversas regiones y  ámbitos, plantean situaciones,
    propuestas e intencionalidades sobre el referido
    tema. 

    La mayoría de las posiciones coincide en
    denominar el presente orden social sociedad del conocimiento,
    aunque  con múltiples matices.

    Divergen, en cambio, en la
    definición y el rol de  la universidad ante los
    requerimientos de tal sociedad. Ante el inmenso crecimiento de
    las ideas en torno al tema que
    nos ocupa, se hace necesaria la construcción de mapas de ruta, en
    el sentido de contar con referencias apropiadas para enriquecer
    la discusión sobre el necesario vínculo entre
    sociedad y universidad.

    Consecuente con lo anterior, intentaremos sistematizar los
    enfoques que subyacen en buena parte de los documentos elaborados
    en torno a la relación existente entre la universidad y la
    sociedad del conocimiento.

    Para ello, trataremos de respetar el lenguaje de
    cada cual. Dada la complejidad del tema, conviene reconocer que
    cualquier intento de este carácter siempre será incompleto, y
    sumamente parcial.
    Como recurso para hacer mas clara nuestra exposición, se presentarán tres
    enfoques de modo un tanto polarizado, es decir, como modelos
    mentales que sólo pretenden contribuir a  mirar bajo
    cierto orden las abigarradas realidades.

    Denominaremos a estos enfoques:

    a) la universidad respondiente,
    b) la universidad como sistema de
    gestión
    y

    c) la universidad como prefiguradora de nuevos
    órdenes sociales.

    Primer enfoque: la universidad respondiente.
    Este
    enfoque supone un orden social en constante cambio, derivado de
    los avances
    tecnológicos y la
    globalización.

    Confiere el papel protagónico a las empresas,
    especialmente las de alta tecnología en
    materia de
    comunicaciones.
    Estas empresas, con el desarrollo de
    su capital de
    conocimiento, diseñan los dispositivos tecnológicos
    que provocan cada vez más cambios en todos los
    órdenes de la vida humana, en todas las regiones del
    planeta.

    Los avances en los sistemas de
    interconexión rompen  barreras espaciales y
    temporales, afianzando un orden de proximidades inminentes.
    El objeto de estos procesos,
    desde el presente enfoque, es una aproximación secuencial
    hacia una sociedad altamente tecnificada e interconectada, de
    cambios rápidos, caracterizada por la innovación permanente, mediante estructuras
    sociales flexibles, capaces de dar respuestas rápidas y
    eficientes a los requerimientos y retos planteados.
    Los factores que apoyan este enfoque son, principalmente: un
    sistema económico de mercados
    abiertos, el capital financiero internacional y nacional, el
    capital intelectual y la universidad como centro de
    formación de los recursos humanos
    necesarios para responder a las exigencias de cambio.
    Los oponentes son los viejos paradigmas
    pretecnológicos, los sectores atrasados o marginales 
    y las estructuras centradas en tierra,
    trabajo y
    capital.
    El marco de supuestos que subyacen a este enfoque puede
    caracterizarse como sigue:

    a)      El cambio social global es un
    proceso 
    irreversible, e inevitable.
    b)      El cambio social se apoya
    fundamentalmente en avances tecnológicos.
    c)      La empresa
    privada es protagonista de los procesos  de cambio.
    d)      La universidad es un ente
    coadyuvante de la empresa.
    e)      El
    conocimiento es información estructurada, que requiere de
    soportes tecnológicos adecuados.

    En este enfoque, la universidad tiene un papel complementario con
    respecto a las empresas, verdaderas protagonistas de las
    transformaciones sociales.

    La universidad habría de  enfatizar la
    formación de los recursos
    humanos necesarios para incorporarse a los procesos de cambio
    social, y minimiza la investigación propiamente dicha, que se
    desarrollaría  mejor en las empresas.

    No obstante, la universidad puede acudir a los entes
    financistas, compitiendo como una empresa
    más en el intento de captar los recursos necesarios para
    desarrollar los conocimientos requeridos por las
    corporaciones.

    Para cumplir mejor este servicio, la
    universidad requiere incorporar en sí los últimos
    avances en materia de tecnología, adecuando sus
    estructuras organizacionales a este proceso de
    incorporación.

    De esta forma, puede trascender las fronteras
    físicas y temporales, para volcarse a las demandas de una
    sociedad cada vez más interconectada, que brinda
    respuestas rápidas a los procesos de avance
    tecnológico y globalización.

    Segundo enfoque: la universidad como sistema de
    gestión
    Este segundo enfoque  tiene
    características comunes con el anterior, sólo que
    se apoya con más fuerza en la
    teoría de
    sistemas y en la disciplina
    organizacional. La sociedad se presenta como conjuntos de
    organizaciones
    concebidas como sistemas abiertos, dinámicos, en interacción permanente.

    No necesariamente existen sistemas privilegiados, pero
    sí un riesgo permanente
    y cercano de desaparición del escenario, en caso de
    ruptura de las posibilidades de aportar y de recibir.

    La organización efectiva de la producción y distribución del conocimiento establece la
    diferencia entre los sistemas que viven y los que perecen.
    Las organizaciones, en este enfoque, constituyen una cartera de
    recursos basados en conocimientos.

    Las empresas han de ocuparse de producir, explotar y
    mantener esos sistemas de conocimientos para garantizar sus
    ventajas intrínsecas con respecto a las de la competencia.
    Como el anterior, este enfoque se apoya en la posibilidad de
    mantener un sistema mundial  de mercados abiertos, en los
    aportes del capital financiero, y esencialmente en el
    conocimiento como recurso básico.
    El papel de la universidad, desde este enfoque, es la
    producción y difusión del conocimiento
    disciplinario e interdisciplinario, dirigido a  la
    búsqueda de acuerdos y alianzas estratégicas para
    la resolución de los ingentes problemas de
    la sociedad.

    En la búsqueda de ese fin, la universidad ha de
    favorecer los vínculos entre diversas disciplinas,
    así como fomentar el trabajo en equipo
    y el desarrollo de liderazgos efectivos. No es posible realizar
    esto sin el uso de la tecnología
    de la información, en todas las
    fases del proceso de producción y distribución del
    conocimiento.

    Para lograr eso, conviene abordar un acelerado proceso
    de aprendizaje
    organizacional,
    donde las personas desarrollan el trabajo en
    equipo, interdisciplinario, en la búsqueda de aprender a
    aprender.

    Este enfoque ha de rebasar las propias fronteras
    organizacionales de la universidad, de modo de construir redes y vínculos con
    proveedores,
    clientes y otras
    organizaciones, con el propósito
    de enriquecer la capacidad de intercambio y negociación.
    Lo anterior debe estar acompañado inexorablemente de dos
    conceptos de la más alta relevancia: calidad (referida
    a la potenciación de la capacidad de gestión
    efectiva de los diferentes centros del sistema) y la
    autorregulación (referida a la capacidad de
    autoevaluación y reconducción de los centros, en la
    búsqueda de un mayor desempeño).
    Los supuestos en los que se basa este enfoque son los
    siguientes:
    a)      La sociedad está
    constituida por organizaciones, que pueden competir o cooperar
    entre sí.
    b)      El elemento fundamental que
    asegura la supervivencia y la expansión de las
    organizaciones es el conocimiento.
    c)      La universidad, por su función en
    la generación y difusión del conocimiento, puede
    convertirse en una empresa privilegiada.
    d)      Para convertirse en empresa
    privilegiada, la universidad debe incrementar su calidad y su
    autorregulación.

    En fin, si bien este enfoque coincide con el anterior en lo
    referido al uso del conocimiento como factor básico de
    desarrollo, constituye aquí  el capital indispensable
    para la supervivencia y el desarrollo pleno de la
    organización.

    La universidad, como ente generador y difusor de
    conocimientos, pasa a ser una organización como las otras,
    y como ellas ha de garantizar su existencia mediante una
    explotación adecuada de ese recurso.

    Tercer enfoque: la universidad como prefiguradora de
    nuevos órdenes sociales.
    Esta tercera
    visión es fundamentalmente diferente de las dos
    anteriores.
    Supone la existencia de formas sociales complejas, caracterizadas
    por grandes desequilibrios macroeconómicos, por una
    injusticia social estructural y un crecimiento constante de los
    niveles de pobreza y otras
    formas de exclusión social.

    Esta problemática intrínseca se agrava
    especialmente en los países del llamado tercer mundo, de
    modo que si no se emprenden pronto los correctivos de fondo,
    millares de personas estarán
    condenadas inevitablemente a la miseria, la exclusión y
    la muerte.
    De ese modo, es planteamiento ético irrebatible el
    desarrollo de acciones
    sistemática desde todos los ámbitos posibles, en
    dos direcciones simultáneas: mientras se aborda la
    resolución de problemas puntuales, inmediatos, se han de
    ir prefigurando nuevas formas de vida y de ser social.
    Dicho de otro modo, el abordaje de las reformas sociales
    puntuales, dirigidas a grandes porciones del colectivo social,
    han de apuntar realmente a la consolidación de la democracia
    participativa, la ciudadanía democrática, la
    conservación y enriquecimiento del patrimonio
    cultural, la defensa del medio ambiente
    y de la biodiversidad,
    el desarrollo
    sustentable,
    la integración latinoamericana, el
    fortalecimiento de la condición humana y los procesos que
    faciliten la paz y la comprensión entre los pueblos y las
    personas de todo el mundo.
    Los aliados en este camino son los diversos sectores sociales,
    especialmente los menos favorecidos por la acumulación del
    capital, potencialmente constructores de la sociedad del futuro;
    la ciencia,
    especialmente la comprometida con las grandes
    problemáticas sociales; el capital
    intelectual; los circuitos
    alternos de capital financiero, de carácter mixto
    (público-privado) y cooperativo; las empresas dadas al
    cambio y los mercados multisectoriales.
    Los factores oponentes a este modelo lo
    constituyen: el orden mundial basado en mercados abiertos y el
    desarrollo tecnológico emprendido por las grandes
    corporaciones transnacionales, que por su naturaleza
    neoliberal tienden a excluir las grandes mayorías de la
    población.
    La universidad, en este enfoque, tiene un papel fundamental,
    cualitativamente diferente de los dos enfoques antes
    reseñados.

    En vez de constituir un centro formador de recursos para
    el orden social desequilibrado, cargado de injusticia, ha de
    convertirse en agente activo para la transformación
    profunda del mismo.

    Desde este planteamiento, la universidad ha de
    transformarse en un centro de conocimiento crítico,
    orientado a la creación de espacios de diálogo de
    saberes con distintos sectores sociales, en acciones que no
    sólo han de resolver problemas específicos, sino
    también abrir canales a la construcción de 
    formas alternas de vida, más humanas, mas justas,
    más equitativas.
    Lo anterior no puede efectuarse a expensas de los grandes logros
    de la ciencia y el
    conocimiento contemporáneo.

    Por el contrario, se trata de abordar los grandes
    avances científicos, filosóficos, 
    estéticos, con el más alto sentido de pertinencia
    social.

    Ello pasa por la apertura de diálogo de
    saberes, no sólo entre las distintas disciplinas del
    conocimiento, sino también con respecto al saber popular,
    cotidiano, de la gente en todas sus dimensiones. Se
    trataría de algo así como pensar de manera global,
    compleja, integral, para actuar localmente de la mejor manera
    posible.

    Desde este diálogo de saberes multidimensional,
    la universidad actuaría con los diversos grupos
    sociales en la resolución de problemas puntuales,
    específicos, en el marco de propósitos más
    amplios, que tienen que ver con la generación de modos de
    vida más plenos, más justos, más
    humanos.

    Los supuestos en que se apoya este modelo son los siguientes:
    a)      La sociedad actual se
    caracteriza por ser cada vez más inequitativa, injusta,
    con grandes porciones de la población.
    b)      Es necesario emprender acciones
    sistemáticas para construir formas sociales más
    equitativas y justas.
    c)      La universidad, como centro de
    conocimiento, puede abrir espacios de diálogo entre los
    diversos sectores sociales, para resolver problemas apuntando a
    la prefiguración de un nuevo porvenir.

    Reflexión final:
    Los enfoques presentados
    aquí, conviene repetirlo, no son en modo alguno absolutos,
    sino mas bien un modesto aporte para la sistematización de
    la discusión sobre la sociedad actual y el rol de la
    universidad.

    Han sido expresados de modo esquemático, 
    con el fin de que puedan constituir formas
    referenciales transitorias para el abordaje del tema en
    cuestión.

    No obstante, consideramos, no es posible suponer que
    existe un acuerdo fundamental, latente, en la literatura
    correspondiente a los retos de la universidad hoy día,
    sino que hay posiciones diversas, incuso antagónicas, que
    hay que hacer emerger para que la discusión sea mas rica,
    mas profunda, y de mayor pertinencia a la hora de las necesarias
    reformas pendientes en la
    educación
    superior.

     Autor:

    Julio C. Valdez

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