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A través de los ojos de los niños




Enviado por ggestoso



Partes: 1, 2

    1. A los
      lectores
    2. Introducción
    3. Pan y leche
    4. Los chicos de la
      calle
    5. Los chicos del
      auto-aislamiento
    6. Solos por el
      mundo
    7. El fantasma de la
      muerte
    8. La guerra, uno de
      los males de todos los tiempos
    9. Te amaré en
      silencio
    10. Asalto a la
      inocencia
    11. En el nombre
      del padre
    12. Callejón
      sin salida
    13. Temor a lo
      diferente
    14. Los chicos de
      la paz
    15. Conclusión
    16. Prensa

     

    Prólogo

    Al leer A través de los ojos de los
    niños
    , constaté que la
    valentía y calidez humana de Graciela Noemí Gestoso
    Singer se ha convertido, por derecho propio, en un ejemplo que
    trasciende las fronteras de Israel para
    alcanzar una dimensión universal: porque transmite las
    emociones
    más diversas –desde la sonrisa tierna de un
    niño hasta las atrocidades de la guerra y del
    desamor cotidiano con todas sus terribles consecuencias; porque
    lo hace con objetividad y a la vez con esperanza; con espanto y a
    la vez con optimismo, con fe en el futuro; en suma, con ese
    Amor a la
    existencia en la cual, dolorosamente, la infancia
    continúa en menor o mayor medida relegada por doquier,
    atropellada, ignorada, considerada incluso como "personas
    menores" no en sentido de tamaño, sino de inteligencia,
    de principios, de
    lucidez, de sensibilidad. ¡Disparate garrafal que, como
    ocurre con el sol, no debe
    ni puede seguir tapándose con un dedo!

    Porque en cada una de estas páginas hay una
    inquebrantable decisión de vivir. Pero de vivir con
    dignidad, no
    de "sobrevivir", que es en muchos casos sólo el anhelo de
    llegar al día siguiente. Y al otro… en muchos casos
    –repito— en condiciones infrahumanas, en
    circunstancias desgarradoras y que, por ser reales, desbordan la
    imaginación. De ahí que, como lectora y sobre todo
    como ser humano, la lectura de
    este libro me haya
    hecho sentir la necesidad de repetir esa frase testimonial que
    aprendí en él y que jamás se borrará
    de mi memoria ni de mi
    quehacer: "(…) que ella se cure, …que ella se cure,
    … que ella se cure…" Ella, sí, la más
    enferma, la verdaderamente enferma, la Tierra que
    habitamos actualmente. Ella, la que, al sanar, seguramente nos
    permita sanar a todos.

    Gracias, pues, querida Graciela, por esta lección
    de amor al prójimo, gracias por este Canto a la
    Vida.

    Julia Calzadilla Núñez

    "Querida Graciela, Que vuestro
    corazón
    siga latiendo al ritmo de los niños
    africanos. La admiramos y recordamos. Felicitaciones
    "
    .

    A
    los lectores

    Este es un libro dedicado a los Niños, aunque
    redactado para ser leído por adolescentes y
    adultos. Luego de mi labor como voluntaria en Unicef, Unesco,
    Amnistía Internacional y otros organismos durante
    más de 10 años creí necesario poner por
    escrito algunas de las experiencias vividas años
    atrás. Son algunas historias, sueños y realidades;
    en definitiva, cosas que le pasan a la gente en nuestra vida
    cotidiana.

    El primer capítulo –Pan y leche
    trata sobre el hambre en la gran ciudad y la indiferencia de la
    sociedad.
    Incluye la experiencia de una corresponsal, Esperanza, en Uganda
    y Etiopía, y el testimonio de un niño africano
    maltratado por el clima, el hambre
    y el
    hombre.

    En el segundo capítulo –Los chicos de la
    calle
    – se narra la vida cotidiana de los niños del
    asfalto (como el pequeño Ioram).

    El tercer capítulo se centra en Los chicos
    del auto-aislamiento
    y narra experiencias vividas con
    niños autistas e hipoacúsicos.

    El cuarto capítulo –Solos por el
    mundo
    – está dedicado a los huérfanos e
    hijos adoptivos que han hallado un hogar o que, por el contrario,
    como Luis salen adelante solos por el mundo.

    El capítulo quinto –El fantasma de la
    muerte
    – describe la lucha por la vida al superar el cáncer,
    y es un tributo a los médicos que dedicaron horas de ardua
    labor durante tantos años.

    La Guerra, uno de los males de todos los
    tiempos
    –el sexto capítulo- destaca el
    perfil de la guerra a lo largo de la historia.

    El séptimo capítulo –Te amaré
    en silencio
    – relata la experiencia de una joven herida en
    un atentado en Tel Aviv y la pérdida temporal de la
    audición.

    El octavo capítulo –Asalto a la
    inocencia
    – es una reflexión frente al mundo de la
    propaganda y
    los efectos del elixir de la publicidad.

    El noveno capítulo –En el nombre del
    padre
    – describe el perfil agresivo de nuestra sociedad,
    en donde cada día el número de mujeres,
    niños y ancianos golpeados se acrecienta.

    El décimo capítulo –Callejón
    sin salida
    – es un canto al medioambiente y aire puro y un
    llamado a la reflexión por una mejor calidad de
    vida.

    El capítulo undécimo –Temor a lo
    diferente
    – trata sobre la discriminación, los errores, las
    injusticias y los males irreparables cometidos por nuestra
    sociedad actual. Asimismo, incluye reflexiones y severos juicios
    sobre los actuales movimientos neonazis y sus medios de
    difusión en España,
    Inglaterra,
    Argentina y Suecia.

    El último capítulo –Los Chicos de la
    Paz
    – es un canto al futuro y las generaciones venideras,
    que incluye reflexiones de los niños entrevistados (de
    México,
    Argentina, Israel, Brasil, Estados Unidos,
    España, Nicaragua, Líbano, Sudáfrica,
    Egipto e
    India, entre
    otros países), sobre la guerra, la paz, el hambre, la
    discriminación, el cáncer y la
    violencia
    familiar, entre otros temas.

    A mis padres y esposo

    Queridos niños:

    "No me pregunten cómo y cuándo
    surgió esta idea de contarles algunas de mis vivencias y
    relatos que muchos grandes y chicos me han confiado a lo largo de
    estos últimos diez años. Son algunas historias,
    sueños y realidades; en definitiva, cosas que le pasan a
    la gente en nuestra vida cotidiana. Relatos crueles, tiernos, sin
    solución aparente y muchos de ellos plenos de esperanza,
    pero todos tienen algo en común: valor, coraje,
    ganas de seguir adelante, a pesar de todo y el ferviente deseo de
    hacer realidad un sueño. El mío … trabajar duro,
    desde mi pequeña labor cotidiana, por un mundo mejor para
    nuestros niños, quienes son, en definitiva, nuestro mayor
    legado: el futuro".

    G.N.G

    Introducción

    El anhelo de vivir en una sociedad libre, tolerante,
    comprensiva, humana y con justicia
    seguirá siendo el sueño de muchos. Tenemos sobrados
    motivos de preocupación, que nos conducen a dar un alerta
    sobre el riesgo que corren
    nuestros niños: la brecha que día a día
    separa a ricos y pobres, drogas y
    alcohol,
    violencia,
    corrupción, discriminación,
    fanatismo y racismo, falta de
    diálogo,
    pobreza y
    hambre, guerra, abandono, crímenes y mala fe, entre otros
    males.

    Nuestro balance no debe ser negativo, sino por el
    contrario un alerta para la reflexión individual y
    colectiva en pro de una mejor calidad de vida
    para todos sin distinción de credo, raza o posición
    social.

    La historia nos relata que Israel fue la Tierra
    Prometida, la tierra de los profetas, donde los sueños de
    muchos se harían realidad, donde reinaría la
    igualdad y
    justicia entre "todos" los hombres. Bueno, creo que es hora de
    respetar la voluntad de nuestros antecesores, aquellos que se
    sacrificaron por aquellos niños, que con el tiempo se
    convirtieron en hombres, padres y abuelos; en definitiva los
    mentores y pioneros del estado de
    Israel. Vaya nuestro humilde homenaje a todos ellos y nuestro
    sincero compromiso de recorrer el duro y largo camino de la
    paz.

    "DEFINICION"

    Luisa Leiter Futer (Ashdod,
    Israel)

    "Soy como vos:

    Hoja al viento montando
    tempestades,

    arroyo que busca un mar abierto donde
    desagotar la monotonía.

    Soy ave solitaria recorriendo
    caminos,

    tus sueños y tu
    vigilia,

    instrumento y objetivo.

    Soy lápiz, pero también esa
    hoja que incita mis ideas

    en una noche cualquiera de soledad y de
    nostalgias.

    Soy mi tierra natal

    y ésta que me aloja,

    pan y vino, cuerpo y sangre,

    pero también soy alma de
    espaldas al tiempo.

    Soy esa madre de pechos
    vacíos

    y ese niño que se muere lenta,
    irremediablemente,

    y el gordo aquél que se lamenta de
    algún negocio perdido.

    Soy el absurdo, lo cruel,

    la paz, la guerra.

    Tu emoción y tu
    cansancio,

    tu inspiración y vos la
    mía.

    Y también tu risa,

    tu inolvidable alegría.

    Camino y piedra, donde tropieza tu
    vida.

    Mujer, pero también la niña
    de ojos tristes que te mira

    desde una foto archivada.

    Soy la sonrisa velada

    y esa lágrima indefensa que
    recorre tus mejillas,

    cuando el nudo de un recuerdo

    se acomoda en la garganta.

    Soy la ansiedad de tus besos.

    Placer, remanso, dolor y
    frío.

    Y tus manos, dulces manos acariciando mi
    cuerpo.

    El árbol, el hachazo y la savia,
    que se entrega en la agonía suprema

    de estallar, de derramarse.

    Soy la ternura del gesto

    y la furia desatada, que abofetea, que
    hiere.

    Soy, en fin, vos, yo, nosotros,
    todos.

    Tierra, sol. Canción y
    luna.

    Me iré un día cualquiera
    -polvo de estrellas-

    y te llevaré conmigo, adonde
    vaya,

    Amor eterno, amor sublime".

    Agradecimientos

    Es mi deseo destacar que sin el apoyo de toda mi
    familia y
    amigos este libro no sería una realidad. Asimismo,
    agradezco la ayuda brindada por médicos,
    científicos, políticos, obreros, maestros, vecinos,
    familias y niños que sin demora ofrecieron sus
    testimonios. Finalmente, mi gratitud eterna a mi esposo, Itamar,
    y a Florencia, mi sobrina, a los cuales debo en gran parte estas
    ganas de seguir viviendo y de ayudar a los
    niños.

    "A Florencia"

    "Sos como una flor en la
    infancia

    que destella a su paso
    alegrías.

    Un pequeño capullo de
    fragancia

    que alimenta nuestros
    días.

    Sos como un mirasol en la
    pradera

    que irradia su luz hacia el
    cielo.

    Una pequeña esperanza
    venidera

    que irrumpió mi agonizante
    desvelo.

    Sos como una estrella en el
    amanecer

    que vibra oculta en su
    cascarón.

    Una hermosa perlita en mi
    atardecer

    que me iluminará el
    corazón.

    Sos como un juguete en este
    día

    que dibuja la sonrisa en un
    niño.

    Una esperanza de vida nos
    guía

    que mantendrá vivo nuestro
    cariño
    ".

    Capítulo 1. "PAN Y LECHE"

    "El que ara debería hacerlo
    con la esperanza … de compartir la cosecha
    " (I
    Corintios IX: 10).

    El distanciamiento desproporcionado entre inteligencia e
    irracionalidad provoca la crisis del
    alma, nuestro yo, de nuestro propio ser. Pensé
    rápidamente en el hambre, la que me produce
    disgusto, temor y desesperación.

    Recorrí el mar, la llanura, el océano, el
    desierto y la ciudad. A través de estos paisajes, que para
    los turistas sólo suelen ser lugares de paso y
    distracción, tuve la suerte y la tragedia de vivir la
    realidad.

    Tuve la suerte de asistir a la vida en todas sus formas,
    pude apreciar la aparición del sol y sentir el calor de sus
    rayos. Sentí el futuro en la sonrisa de un niño;
    sus ojos actuaron como un espejo que reflejaba mis
    anhelos.

    Sin embargo, todo esto se enfrentaba a la tan mencionada
    cruel realidad: la polución de la ciudad, la falta de
    agua en la
    inmensidad del desierto, el llanto de un niño ante el
    desarraigo, la falta de alimento y la aparición de la
    desnutrición, hermana de la muerte; los
    residuos nucleares y el
    petróleo bañando océanos, ríos y
    mares. La intolerancia y discrimación ante el que es
    distinto. Y la indiferencia social ante el avance de los negocios
    turbios.

    Fue entonces cuando comencé a escribir en su
    nombre. Ahora soy la vocera del "hambre". ¿Cómo
    podría saber representarla si nunca tuve hambre? Tal vez,
    deba dejarla hablar por sí misma …

    "Irónicamente, la ciudad, a veces, sufre de
    antropofagia. Se devora todo hasta a los hambrientos. Nadie me
    elogia, no tengo fiestas en mi honor y una calle no lleva mi
    nombre. Sólo recibo insultos y provoco que la luz de la
    vida sea apagada.

    Mis oídos se cansaron de escuchar los
    mensajes mágicos, las señales
    poco claras, las promesas ambiciosas, que sólo elevan el
    yo de los inescrupulosos piratas de sueños
    imposibles.

    Me cansé también de aquellos que
    aliviaron mi dolor sólo por un momento y por un interés
    personal.

    Me alimentaron sólo por hoy y qué
    será de mí mañana. Pero, qué
    será de ellos mañana. Hoy hicieron su obra de bien
    y qué hay de sus mañanas. ¡Qué
    dirá su conciencia!

    Desagrado, insatisfacción y sensación
    de olvido. Eso es lo que siento ante este alimento, que
    debería ser mi bendición.

    Siento que pierdo el presente, lloro el pasado y
    temo el futuro.

    No quiero el castigo del que tiene pan, sino la
    sanción social que los haga reflexionar. En parte todos
    somos culpables: tiramos más de lo que comemos; comemos
    más por placer que por necesidad; compartimos porque
    tenemos pan demás para dar; como tenemos pan creemos que
    todos lo tienen; somos indiferentes ante el que no tiene lo que
    nosotros tenemos.

    Pero, no estoy sola, tengo muchos que me rodean:
    soledad, ansiedad, angustia, desvelo, dolor, impotencia

    Me siento satisfecha ante el débil, ya que le
    devoro todo; le quito
    insaciablemente sus fuerzas; pero ante el fuerte pierdo mis
    fuerzas y mis intenciones de antropofagia son
    derrotadas.

    Soy victimario y víctima a la vez. A veces me
    pregunto cómo me veo. Trato de verme en el espejo y que es
    lo que se me aparece: el horror, la soledad, la flaqueza, rasgos
    alargados, ojos y párpados negros, bocas caídas y
    expresiones abúlicas, miradas perdidas que parecen no
    hallar el camino, mejillas pálidas, labios partidos,
    piel seca y
    arrugas que se multiplican. Pero, no tengo forma, parezco una
    ameba, sin formas claras, cambiantes, ágil en movimientos
    y sobre todo estoy perdida en el interior de los seres. A veces
    siento arrepentimiento y quiero salir, pero no hallo la salida,
    ya que estoy instalada en el cuerpo y el afán de devorarlo
    todo ya es mi vicio. Siempre soy más terrible con aquellas
    personas que más indefensas están. Toco a las
    puertas de sus casas sin que me llamen. Provoco molestias sin ser
    esperada. Ahí está el secreto de mi éxito.
    Ataco al indefenso, al sin escudo, al falto de alimento, al
    carente de todo …

    Soy como el ácido que corroe los metales a pasos
    acelerados; soy como el cáncer que corroe el cuerpo humano.
    Soy como un fantasma, que acecha cuando menos se lo
    espera.

    Pero, esto no es todo. Hay quienes me representan
    como una burbuja, que aumenta de peso constantemente; pero otros
    no me otorgan forma, como si fuera invisible y no
    existiera.

    Sin embargo, me sienten: recorro venas, perforo
    huesos,
    bloqueo órganos, aprieto músculos, causo dolor
    cuando emprendo mis viajes.
    ¿Qué les sucede a todos? No me oyen, ni me ven,
    sólo sienten mi paso. Algunos me ocultan, otros prefieren
    ignorarme; mientras que también están los que ni
    siquiera me sienten cuando duermen.

    Los primeros pretenden cubrir mis huellas con
    maquillaje, hábil táctica que sólo perdura
    por un día. Otros prefieren no verme y siguen adelante
    pretendiendo que no existo; hasta que me hago sentir y ya es
    tarde. Deplorable. Los últimos van perdiendo fuerzas, se
    tornan nerviosos y torpes al caminar; ignorantes de mi acción
    se dejan morir, sin ser protagonistas de la muerte.

    Lamentablemente, como pueden ver, mi combate es duro
    y constante. Doblegar al hombre no es
    fácil; pero vencerme es difícil
    ".

    © Dibujo realizado por Graciela
    Inés Pietryszyn de Gestoso

    ¿Cómo paliar el hambre de un niño;
    cómo evitar por adelantado sus padecimientos; cómo
    nutrirlo desde el vientre materno; en definitiva cómo le
    podemos dar una esperanza de vida …? Muchas preguntas que
    encierran sólo una respuesta: "compartir". Sin embargo, la
    acción del ser humano es, a veces, muy lenta o
    tardía. Es por eso que debemos reflexionar ahora, sin
    pensarlo, sin detenernos ni un sólo minuto. Es suficiente
    con conocer las estadísticas, leer los periódicos,
    ver televisión
    o escuchar una de las tantas historias que tiene nuestra vida,
    como ésta … narrada a una corresponsal de televisión, hace ya un largo
    tiempo.

    Esperanza (Montevideo, Uruguay) nos
    relata: "Hace muchos años tuve la oportunidad de
    recorrer Africa,
    concretamente Etiopía, Rwanda y Uganda, y ver
    lamentablemente un sin fin de problemas
    ancestrales en lo que hace a alimentación,
    vivienda, asistencia social y educación. Sin
    embargo, pude observar la ardua labor desempeñada por
    estudiantes, doctores, asistentes sociales y religiosos, muchos
    de ellos voluntarios, que luchan día a día, a fin
    de paliar, al menos, algunos de estos problemas. El hermoso
    paisaje, la sabana africana, la selva tropical y el sonido
    inalcanzable de la abrumadora naturaleza
    contrastaban con los rostros de adultos y niños, marcados
    por años de sufrimiento y dolor.

    Todos mis sentidos fueron afectados y agudizados tan
    sólo por la mirada de esa gente, que intentaba vivir
    día a día a pesar de todo.

    Recordé rápidamente todas mis
    vivencias, comparé éste con otros viajes de
    trabajo y de
    placer. Mis recuerdos afloraron y pronto me abrumaron.
    Llegué a la conclusión de que en diversos lugares
    de nuestro mundo existen lamentablemente cosas malas en
    común: indiferencia, hambre, muerte, terror, guerra,
    miedo, discriminación, desocupación y otras tantas cosas

    En esa oportunidad conocí a un joven llamado
    Nikolo, castigado por el tiempo, el clima, el hambre y el
    hombre. Trabajaba día y noche en una hacienda o rancho,
    como en esa zona de Africa denominan a las casas y extensiones de
    tierras en posesión de los terratenientes extranjeros.
    Para él, el día y la noche eran una misma cosa, no
    existía distinción y sus jornadas tenían 24
    horas. Diferenciaba uno del otro sólo por la temperatura;
    el sol quemaba su rostro de día y de noche el frío
    se hacía sentir en sus huesos. Sus días se
    hacían eternos, su trabajo era una rutina, sus
    perspectivas de vida no eran muy buenas y, a veces, creía
    que la muerte rondaba muy cerca.

    Los castigos corporales se hicieron frecuentes y los
    buenos momentos junto a su familia se tornaron escasos. Desde muy
    temprano tenía muy claro que su futuro estaba marcado por
    el dolor y la desesperanza. Sin embargo, seguía adelante
    sólo por una cosa: su familia. Su base de afectos estaba
    tan bien cimentada, sus lazos familiares muy bien arraigados y
    sus esperanzas se centraban sólo en la posibilidad de ver
    crecer a sus hijos sanos y a salvo. Pedía poco comparado a
    los deseos que muchas personas tenemos o pedimos en la vida, sin
    embargo en su mundo, su rutina y su vida diaria eso era mucho
    pedir. Sus momentos felices eran muy pocos, la angustia lo
    acechaba, pero él seguía adelante sólo por
    "amor a los suyos". Sus rudas tareas no lo inquietaban, sus
    maltratos físicos no eran un impedimento, sus
    lágrimas se secaban rápidamente y sus sueños
    intentaban hacerse realidad algún día
    ".

    © G.N. Gestoso. Huérfano en Uganda; Padre
    e Hijo en Rwanda.

    Para los economistas, la "pobreza" es una variable
    más dentro de un conjunto de datos necesarios
    a fin de analizar situaciones; mientras que para el hombre del
    común, que la padece, significa un dilema cotidiano que
    afecta a su familia. Sin embargo, para el resto de la sociedad,
    la pobreza, el
    hambre y la tragedia son problemas que afectan sólo a
    algunos, aunque pasan al lado de todos los miembros de la
    comunidad.
    Finalmente, para el Gobierno es una
    variable que refleja en gran medida sus éxitos y
    fracasos.

    Ser pobre no significa tan sólo tener "hambre",
    sino también estar falto de vestimenta, capacidad
    adquisitiva, educación y de oportunidades de salir
    adelante en la sociedad.

    El pequeño Dan, de tan sólo
    7 años de edad e hijo de familia numerosa, nos revela
    qué es "ser pobre" para él: "A veces me levanto
    y quiero un chocolate o dulces y no sólo un pedazo de pan
    con mermelada y en la escuela veo que
    mis cosas son pocas al lado de los útiles de mis amigos.
    Mi ropa es escasa, pero luce bien y limpia y mis juguetes son
    viejos y compartidos con mis hermanos. No veo a papá hasta
    la noche y mamá siempre hace la misma comida. Pero se que
    algún día mi padre me traerá dulces y
    cuadernos al regresar a casa desde su trabajo. Mis sueños:
    ser futbolista, viajar y ganar mucho dinero
    " (Dan,
    Haifa. Israel).

    Dios es el que hace "sacar el pan de la tierra; el
    pan que sustenta la vida del hombre
    " (Salmos CIV:
    14-15).

    En Israel, existen sistemas de
    instituciones
    estatales que brindan ciertas soluciones a
    los aspectos vinculados con la pobreza. En los últimos
    años, los sectores más afectados por la pobreza
    fueron las familias árabes, obreros y familias numerosas.
    En lo que hace a los niños, las variables
    establecidas por la Asociación para la Protección
    del Menor (APM) reflejan que ya en 1995 un 24% de los
    niños vivían por debajo de la denominada
    línea de pobreza. Las estadísticas revelan que en
    Jerusalén el 37% de los niños son pobres; mientras
    que en Tel Aviv el porcentaje llegó al 16,9% y en Bnei
    Brak al 46, 2%.

    Dos de los peligros que más afectan a las
    familias por debajo de la línea de pobreza, como
    así también al resto de la comunidad, son los
    recortes presupuestarios y el desempleo. Los
    recortes presupuestarios se traducen en la reducción de
    subsidios y de servicios;
    mientras que éstos, a su vez, afectan seriamente a los
    niveles de desempleo. Si bien las estadísticas pueden ser
    manejables a favor o en contra de un sistema de
    gobierno o plan de
    acción social, a fin de brindar una imagen
    distorcionada de la realidad, éstas parecen reflejar un
    aumento en la tasa de desocupación, la línea de
    pobreza y un leve ascenso en la curva de recesión
    económica.

    La política
    económica de los últimos años (desde
    1996 en adelante) y su tendencia de futuro demuestran que la
    economía
    israelí va en camino de un enlentecimiento deliberado por
    parte de las autoridades al igual que a comienzos de la
    década del cincuenta y mediados de la década del
    sesenta (Ioram Gabai, Presidente del directorio de Peilim,
    Compañía de Administración de Inversiones
    del Grupo Bank
    Hapoalim, Israel, 1997). En los últimos años, la
    sociedad israelí ha pasado por un período de
    revolución
    económica interna e integración en el mercado
    internacional, que le otorgaron tasas de crecimiento
    económico similares a las de las naciones del sudeste
    asiático. El gran desafío a que se enfrenta Israel
    desde el 2000 es mantener esas tendencias. Sin embargo,
    deberá mantener una valiente economía, a fin de
    avanzar hacia un nivel de vida como el de Europa occidental
    (competitividad
    interna, inversores extranjeros, turismo, depósito de
    divisas en
    Israel, tasas de
    interés, presupuesto y
    tasas de cambio, entre
    otras variables).

    Sin embargo, las estadísticas sólo
    reflejan en parte la real situación económica y
    social de nuestra comunidad, aunque brindan un alerta a las
    autoridades, si éstas llegan a percibirlo, acerca de los
    riesgos que
    corren algunos sectores de la sociedad. Entre esos riesgos se
    halla el hambre, uno de los males de nuestro mundo de ayer y de
    hoy, aquél que corre lenta, aunque profundamente por
    nuestro ser, y que devasta todo a su paso, sin realizar
    distinciones: viejos y jóvenes; mujeres y hombres. Es
    tiempo de actuar y no de hablar; es hora de ser activos y no
    pasivos; ha llegado el momento de ser solidarios y por sobretodo
    de "compartir".

    Israel es la "tierra en la cual no comerás
    el pan con escasez"

    (Deuteronomio VIII: 9).

    Capítulo 2. "LOS CHICOS DE LA
    CALLE"

    "Los pasos de la gente no me
    asustan; me mantienen vivo cada día
    " (Ioram, Iafo.
    Israel).

    Como en un sueño muy pesado mi mente recorre un
    camino tenebroso, muy oscuro, no directo, con piedras en medio de
    mis pies y un sin fin de miradas que ignoran todo a vuestro paso.
    Sí, el túnel oscuro y rudo es la ciudad misma y lo
    que es más irónico el centro mismo de ésta.
    A sólo unos pasos de ese lugar, un sin fin de luces
    irradia el acelerado ritmo de los ciudadanos y turistas que
    apresurados buscan realizar sus compras y
    dirigirse a sus trabajos o casas.

    Parecen no advertir la presencia de pequeños
    seres que extienden sus manos en busca de pan, monedas y hasta de
    una mirada atenta.

    Algunos de ellos abatidos por el frío de la noche
    o el calor del asfalto diurno parecen descansar cubiertos por un
    montón de diarios y en algunos de los mejores casos de una
    manta.

    Mi sueño fue bruscamente cortado al ver
    cómo uno de esos apresurados transeuntes, sin darse cuenta
    o compenetrado con sus problemas, se lleva por delante a un
    pequeño que yacía en la entrada del paso a nivel en
    la principal avenida de la ciudad.

    No tuve la oportunidad de oir una disculpa.
    Evidentemente, su vida y sus problemas iban primero y, en
    consecuencia, llevaban prioridad.

    El llanto de aquel niño fue en vano, ya que nadie
    se detuvo a ver si él estaba bien, si lo habían
    lastimado o si necesitaba un cariño. No pude contenerme y
    me detuve a pesar de mi prisa cotidiana. Bastó una sola
    mirada para comprender que nos ibamos a conocer y el lenguaje no
    era un problema. Pronto comprendí que sus ojitos
    pequeños y muy oscuros buscaban algo más que una
    moneda. No pude entender cómo podía vivir en ese
    lugar -según me confesó- desde hacía un
    mes.

    La calle era su lugar de residencia, de día y de
    noche, con frío y calor, con lluvia o sol; la vereda era
    su hogar, su cama un cartón y su brazo una
    almohada.

    Su estado de desnutrición era evidente; sus
    piernitas débiles y flaquitas, al igual que sus brazos. En
    cambio, su vientre lucía desproporcionado y abultado como
    aquellos de algunos niños de Uganda o Etiopía que
    nos muestra la
    televisión. Sus ojos brillosos y sobresaltados. Su
    mirada triste y perdida, casi sin horizonte.

    Me dijo que tenía seis hermanos, padre y madre;
    pero que debía reunir dinero para
    comer. El tenía nueve años y era el mayor de todos
    ellos, y quien debía, junto a su padre, salir a pedir a
    las calles. Noté que su estadía en ese sitio no era
    temporal, ni por horas, así como tampoco casual. Me
    confesó que desde hacía un tiempo "vivía"
    allí, ya que su casa estaba lejos y no tenía dinero
    ni fuerzas para viajar. Inmediatamente, pensé en mi
    pequeña sobrina de nueve años (en ese entonces) y
    no pude soportar la angustia. Ioram -así se
    llama- sacrificaba su vida -ya que el final no está lejos
    para él y otros menores que viven en la calle- en pos de
    sus hermanos.

    © Informe
    presentado ante la
    Organización Internacional del Trabajo, 2004.
    Niño de 5 años de edad (República
    Dominicana).

    ¿Cuántas veces pasamos por una esquina y
    arrojamos una moneda desde lejos como si jugáramos a
    embocarla en su latita o pequeña caja?

    Pocas veces he visto a un "ser" detenerse y preguntarles
    si han comido, si desean un plato de comida caliente, o, tal vez,
    una taza de leche.

    Aún hoy, a mis 44 años, no resisto ver las
    calles llenas de residuos, donde la mayor parte de ella es comida
    desperdiciada. No soporto ver en un restaurante a un fumador
    cuando apaga su cigarrillo en un plato de comida, no finalizado.
    Me disgusta ver los cestos de residuos llenos de comida, arrojada
    sin miramientos.

    ¡Qué nos cuesta un vaso de leche, un pan, o
    un plato de arroz! Un peso, tal vez un dólar

    Pensémos en el otro y más si es un
    bebé, que desde ya tiene sus días contados y no
    llegará como Ud. a poder darse el
    lujo de derrochar pan y/o leche.

    Ah, … no les conté el final de esta linda
    historia; compartí la mejor hamburguesa con mi nuevo
    amigo, Ioram, hoy en una casa albergue bajo el cuidado de una
    familia, que lo apadrina y lo lleva cada semana a visitar a su
    familia.

    No hay que perder nunca la esperanza de hallar una
    familia con un corazón muy grande.

    Ioram me dijo: "los pasos de la gente no me
    asustan; me mantienen vivo cada día
    ".

    © Dibujo realizado por Graciela
    Inés Pietryszyn de Gestoso

    Dibujo pintado
    por Verónica (11 años, Perú)

    Ya en 1996, el índice de pobreza en Israel
    superaba el 10 %, afectando a unas 694.000 familias y, en ellas,
    a 300.000 niños, que viven en situación de
    indigencia. Si bien hasta ese año los sectores más
    afectados eran las familias árabes, las familias numerosas
    y de obreros, hacia 1997 los índices sufrirían
    cambios y reflejan que los mayores niveles de pobreza castigan a
    la comunidad religiosa ultraortodoxa, la población no judía y los nuevos
    inmigrantes de la ex-Unión Soviética. A esto se
    suma el flagelo de la desocupación, que a fines de 1997
    afectó a unas 160.000 personas (Oficina Central
    de Estadísticas).

    Muchos expertos en la materia y
    algunos sectores de la comunidad atribuyen este fenómeno a
    la mano de obra barata, producto -en
    parte- de la cantidad de trabajadores palestinos y extranjeros en
    Israel. No obstante, debemos aclarar que esos mismos sectores
    reconocen ampliamente que estos trabajadores se desempeñan
    en labores que el israelí no acepta realizar por razones
    de status social. Sin embargo, existe otro factor por muchos
    negados como el de la inmigración masiva, que superó las
    cifras manejas por el Estado o
    que no contó con la capacitación laboral que se
    esperaba o no pudo insertarse regularmente en un mundo laboral
    sofisticado o de alta tecnología como el
    israelí. En el futuro, las medidas a implementarse
    deberán ser bien pensadas, oportunas, responsables y
    productivas a largo plazo, sino serán sólo medidas
    de emergencia o provisorias, sin efectos positivos en un futuro
    mediato.

    La pobreza, la desocupación, el maltrato social,
    el desprecio y el hambre no serán nunca erradicados con la
    limosna, el subsidio o soluciones mágicas de algún
    trasnochado. Estos son sólo paliativos de un día,
    una semana o un mes, que afrentan a la dignidad humana y, en
    general, están legitimados por ciertas instituciones, que
    pretenden lograr el descanso eterno o un sueño tranquilo.
    La solución no reside en el hecho de sacarle al que
    más tiene para darle al que menos tiene; esto sería
    tratar de poner un "parche" a una sociedad que requiere una
    cirugía mayor. Lo correcto sería lograr que
    aquellos que menos tienen puedan lograr un nivel de vida digno.
    Lo ideal sería poder trabajar y no esperar recibir la
    solución mágica caída desde el
    cielo.

    © G.N. Gestoso. Niña en las calles de
    México.

    Un recorrido por las calles de Calcuta o Nueva Delhi es
    la mejor prueba de lo mal repartido que está todo en este
    mundo cruel …

    En esta oportunidad, Esperanza nos comenta sus vivencias
    en las calles de la India: "Como relatar algo tan
    difícil. Como seguir viviendo plenamente después de
    ver tantos horrores. Un día de trabajo rutinario en estas
    calles. La noche se acerca, los niños y mayores buscan un
    rincón en el cual refugiarse, un cartón, una
    almohada, una manta, el cruel asfalto, una madera en
    donde descansar (…). La noche se avecina, el miedo reina,
    hambre, drogas, sed, violencia, qué más (…).
    Luego de lograr conciliar el sueño por sólo algunas
    horas, con el estómago vacío, el día se
    asoma por entre los cestos de basura, los
    carros abandonados y los edificios en ruinas. Se escucha ese
    ruido mundano
    y abrumador de tachos, metales y camiones. Son los recolectores
    de residuos. Uno de los trabajadores recorre las calles y con su
    pie va pateando las cajas, como buscando algo. Qué hace?
    No entiendo. Vamos a ver. El camarógrafo me
    acompaña y se detiene ante algo aberrante. Algunas cajas
    de cartón se mueven, otras no. Algunas tienen habitantes
    vivos, otras no. Qué horror! Son niños! No, por
    favor, esperen! Qué hacen!, gritamos ambos horrorizados.
    Lo inesperado sucedió, vimos a los famosos "niños
    paquetes", así los llaman, a aquellos que duermen en cajas
    y por las mañanas se mueven o no según su
    condición de vivos o muertos (…). Torres enormes de
    cajas pequeñas se asoman en las esquinas de calles
    solitarias, cajas que ya no se mueven, con habitantes, aunque
    muertos (…)
    ".

    © G.N. Gestoso. Niños pidiendo en las
    calles de Calcuta, India.

    Capítulo 3. "LOS CHICOS DEL
    AUTO-AISLAMIENTO"

    "Nadie puede retornar a la primavera del pasado.
    Sólo la vida permite el reencuentro".

    Como por casualidad, a lo largo de mi vida, tuve el
    placer de encontrarme con un grupo de "niños especiales",
    aquellos que viven en su "pequeño-gran mundo". La ciencia los
    ha denominado "autistas", ya que se hallan auto-absorbidos en su
    mundo; se interesan en objetos, pero no en personas, y,
    frecuentemente, son incapaces de comunicarse mediante un
    diálogo normal. Estos comportamientos se manifiestan como
    consecuencia de un serio desorden en las funciones
    principales del cerebro. La
    sociedad los describe comúnmente y erróneamente
    como "absortos" o "huraños".

    Ya hace unos 10 años, por esas cosas de la vida,
    conocí a niños autistas en un hospital, donde me
    desempeñaba como "voluntaria" en el área de
    oncología. En los pasillos, mientras ambos
    esperábamos nuestros horarios para ingresar al
    Departamento correspondiente, nos mirábamos con asombro.
    Dos de esos niños buscaban algo desesperadamente en el
    pasillo y caminaban de una punta a la otra. Pero, no dejaba de
    llamarme la atención cómo me observaban
    discretamente. Por mi parte, trataba de mirarlos disimuladamente
    para no asustarlos, pero deseaba que se acercaran, a fin de
    comunicarme con ellos.

    Afortunadamente, hallaron su pequeña pelota de
    plástico
    debajo de mi silla. Traté de tomarla, pero uno de ellos se
    puso a gritar, mientras que el otro se acercó y me
    acarició la mano, en señal de agradecimiento.
    Pronto, me di cuenta del problema y traté de consolar al
    otro pequeño, quien, rápidamente, dejó de
    llorar.

    Comenzó a mirarme, como buscando consuelo. Me
    miró atentamente y empezó a tocar mi rostro
    lentamente. Comprendí que quería comunicarse, pero
    no podía. Yo no sabía cómo tratarlo, pero
    creo que fue suficiente con nuestras miradas. Como temiendo
    cometer un error, empecé a hablarle, pero él no me
    contestaba, aunque iba cambiando las facciones de su rostro. No
    puedo explicar cómo, pero nos entendíamos, nos
    comprendíamos. Usábamos los mismos
    códigos.

    De pronto me miró a los ojos y empezó a
    usar las manos. No era autista! Usaba lo que llamamos
    "dactilología". Por supuesto, yo no entendía nada,
    ni el sentido exacto de cada movimiento;
    pero las ideas estaban ahí presentes. De alguna forma nos
    comunicábamos. El comenzó a enseñarme el
    "lenguaje de
    las manos".

    ¡Qué iba a pensar yo que, después de
    muchos años, utilizaría las señales
    básicas que ese niño me enseñara, al tratar
    de comunicarme, luego de reiteradas operaciones de
    laringe!

    © Dibujo realizado por Graciela
    Inés Pietryszyn de Gestoso

    Pintado por Irene (7 años,
    España)

    Regresa a mi mente mi encuentro con un grupo de
    niños de una comunidad aborígen del norte
    argentino, tratados durante
    años como "sordos", "discapacitados", o "anormales".
    Finalmente, el problema se definió: eran "autistas" en su
    mayor parte; mientras que los otros (pocos de ellos) no hablaban
    porque no escuchaban (eran "sordos" o
    "hipoacúsicos").

    El niño autista se concentra en su propia
    intimidad, se desinteresa por el mundo exterior. Al margen de su
    incomunicación con los demás, se caracterizan por
    una ansiedad o tensión ante cualquier cambio a su
    alrededor, un desarrollo
    lento de su capacidad intelectual y arrebatos de enfado sin
    razón aparente.

    El autismo es uno de
    los síndromes más difíciles de diagnosticar
    y está incluido en la categoría de "discapacidad en
    el desarrollo de un niño".

    A través de los dibujos
    podemos observar que hay una lucha interna por comunicarse y, a
    la vez, por encerrarse en sí mismos. Su mundo está
    inmerso en un complejo de extrañas sensaciones, como si
    nos sumergiéramos en un túnel sin tiempo, sin
    salida, sin luz; algo así como un "viaje sin
    retorno".

    Alguien me dijo una vez que son como un niño
    dentro de una "burbuja". Esa burbuja es como una cárcel
    para el mundo exterior; pero para el niño es su "refugio",
    le brinda tranquilidad y concentración, aunque ese mismo
    "microcosmos" lo encierra, aisla y torna agresivo.

    "Cómo contarles cómo me siento. Soy una
    pequeña burbuja que rueda, rueda y cae, golpeándose
    contra todo y en todo momento. Pero, a pesar de esos golpes,
    siempre vuelvo a mi estado anterior, como si fuera una ameba, o
    una porción de gelatina. Todo se me hace confuso, veo todo
    negro y los sonidos se unen a un compás que no logro
    comprender. Trato de salir, pero no puedo. Mi burbuja me lo
    impide, su capa resistente a mi llanto y reclamos no me deja
    escapar. Sin embargo, mi pequeño mundo es cómodo,
    tranquilo y silencioso. ¿Por qué debo dejarlo?
    ¿Qué hay allí afuera? ¿A qué
    le temo? ¿O, de qué huyo? ¿Por qué me
    refugio en mi burbuja?

    Probablemente, mi burbuja es inteligente y
    allá afuera no haya nada interesante. A través de
    ella, puedo observar el "mundo real", pero sólo en parte.
    Todo se mueve aceleradamente, todos corren y nadie se
    detiene.

    Pero, en medio de ese mundo avasallador, puedo
    divisar un espacio verde, como un gran pulmón, que
    mantiene viva a la ciudad, que la hace respirar, latir, sentir
    … , y en él un sin fin de sonidos se hacen sentir entre
    aquellos árboles
    que parecen florecer. Comienzo a sentir el canto de los
    pájaros, que vuelan alrededor de su pequeño
    árbol. El sonido de su canto parece atraerme como un
    imán, que me acerca, me moviliza, pero lentamente. Mi ser
    parece dormido, pero, sin embargo, avanzo lentamente hacia ese
    espacio verde. Me resisto a salir de mi mundo, pero allí
    existe algo que me llama y atrae.

    Evidentemente, mi mundo me encierra y proteje; pero
    allá afuera hay algo que vale la pena intentar, ver,
    sentir o vivir. Siento como que alguien me expulsa a un nuevo
    mundo, extraño y ajeno; obligándome a abandonar mi
    pequeño mundo, mi "burbuja", lo conocido. lo seguro. Pienso
    para mi mismo, que es un desafío, con riesgos y, tal vez,
    mi propio fin.

    Sin embargo, para mi familia y gente amiga
    éste no es el fin, sino el comienzo de una nueva
    posibilidad y de una nueva vida.

    En verdad, mi "burbuja" me da calor, me proteje del
    frío, me da seguridad, me
    mantiene con vida. Pero, se que en este paso no estoy solo, sino
    que me esperan los brazos de mis padres, dispuestos a
    ayudarme.

    Hasta ahora recibí y no lo comprendí;
    ahora llega una nueva etapa: la de compartir, de luchar por la
    vida, de dar y recibir, de sentir, comunicarse y, en definitiva,
    la de "vivir la vida" a pleno.

    Vale la pena intentarlo …".

    Hoy en día, el autismo no es considerado como un
    "mal incurable" o un "fantasma", ya que muchos niños
    realizan tratamientos especiales, junto a sus familias, que los
    conducen al logro de ciertas mejorías y, en algunos casos,
    a la recuperación de su mundo afectivo y social. He
    participado en tres proyectos
    especiales en Guatemala,
    Brasil, Argentina y Bolivia, en
    los que se combinan la música
    clásica, los juegos con
    balones y pelotas, la pintura mural
    y el contacto con animales
    (principalmente con conejos y gatos); actividades que ayudan
    considerablemente a estos niños.

    Capítulo 4. "SOLOS POR EL
    MUNDO"

    "Al comienzo mi vida parecía
    un sueño, pero mis sueños espero le cambien la vida
    a muchos niños
    " (Juan. Buenos Aires.
    Argentina).

    "En mi adultez, me sorprendió la noticia de
    que era "hijo adoptivo", ya que mis padres habían muerto
    en un accidente, cuando era un niño, o mejor dicho tan
    sólo un bebé. Mi realidad fue diferente a la de
    otros niños huérfanos, que viven en un orfanato o
    son derivados a diferentes familias adoptivas por una asistente
    social hasta que los reinsertan en la sociedad. Fui adoptado
    desde el vamos, sin saberlo; fui protegido desde mi niñez
    por una familia, que me dió todo su amor,
    comprensión, compañía y protección.
    Crecí sin mayores problemas y llegué a ser un
    hombre, como cualquier otro.

    Fui afortunado y hoy puedo expresar mi gratitud y
    alegría de haber hallado un "hogar", pleno de amor y
    vida.

    No voy a negar que me lo comunicaron de grande y, en
    consecuencia, fue un golpe duro en un primer momento. Lentamente,
    comprendí que lo hicieron para protegerme, para evitarme
    el dolor y las miradas sutiles de muchos, que aún hoy
    señalan con su dedo acusador y justiciero al "diferente",
    al que no es como ellos.

    Por otra parte, en general, se recomienda decir al
    niño que es adoptivo desde muy pequeño, desde el
    momento en que se cree que es capaz de comprender su
    situación.

    Sin embargo, es curioso, mi mejor amiga es adoptiva
    y se lo dijeron desde pequeña y recuerdo nuestras largas
    charlas, sus conflictos,
    sus caprichos y mis consejos. Cada vida es un mundo y, realmente,
    no sabría decir qué es mejor. No existen reglas,
    pero si yo debiera elegir, hoy, como adulto y padre, se lo
    diría desde pequeño. Me esforzaría junto a
    mi esposa para que el pequeño entendiera y si fuera
    necesario recurriría a la ayuda de un
    profesional.

    La vida siempre encerrará misterios,
    sueños y realidades
    ".

    © Dibujo realizado por Graciela
    Inés Pietryszyn de Gestoso

    Sí, la vida será siempre un misterio,
    aunque real y presente en todas nuestras etapas de crecimiento.
    Pero también, la vida está inundada de
    sueños, propios de cada ciclo vital. Hay un viejo dicho
    que dice que hay historias personales, vivencias, que parecen
    sueños, y sueños que llegaron a cambiar la
    historia.

    Sin embargo, la vida tiene realidades, crueles, lindas,
    agradables y deplorables. Todo un sin fin de posibilidades que
    hay que aceptar o rechazar, pero que ahí están …
    Todo ser vivo conserva en su memoria colectiva y/o ancestral las
    huellas de sus antepasados, que reflejan el paso a otra etapa y a
    otra … Es necesario que un ciclo termine para abrir paso al
    siguiente y así hasta el final.

    Creo que aquel pequeño huérfano, hecho
    hombre a los golpes o adulto por amor, hoy puede decir que la
    "vida no se nos quita, sino que somos participados a elegir el
    camino y a decir si apostamos a vivirla
    ".

    Y realmente Juan apostó no
    sólo a su propia vida y a la de su familia, sino
    también a la de muchos niños que estaban "solos por
    el mundo" y ya no lo estarán más, gracias a Juan y
    otros voluntarios de UNICEF y tantas otras organizaciones y
    familias.

    La vida de Juan parecía un sueño, pero sus
    sueños le cambiaron la vida a muchos
    niños.

    Capítulo 5. "EL FANTASMA DE LA
    MUERTE"

    Noé bendijo al fénix al
    exclamar: "¡Quiera Dios que nunca mueras!" (B.
    Sanhedrin 108 b).

    "Después de leer varias veces en mi vida el
    libro del Génesis y otros de la Biblia, advertí que
    mi vida reflejaba, en parte, el mito del
    fénix. No me refiero precisamente a la inmortalidad, sino
    a que renací luego de casi diez años de fuerza, coraje
    y perseverancia.

    Pero no me considero una heroína, sino por el
    contrario una "sobreviviente".

    Pensé muchas veces si realmente era
    importante o significativo contarles mi pequeña historia.
    Sin embargo, luego de muchos años decidí hacerlo
    sin ocultamientos y narrando toda la "verdad".

    Mi sostén fue mi familia, mis amigos y
    alumnos. Aún hoy me escriben extensas cartas o
    cariñosos mensajes por medio de la computadora
    para saber cómo está su joven "profe", como ellos
    me llaman. Fueron mi mejor remedio, mi antídoto contra la muerte.

    Asimismo, el bastón en el cual me sostuve fue
    mi madre, que pasó cada noche, cada día, cada fin
    de semana junto a mí, y fue mis ojos, cuando no
    podía ver debido a la medicación, y mi voz, cuando
    no podía hablar a raíz de tantas operaciones.
    Aún hoy, estando tan lejos, la siento junto a
    mí.

    Recuerdo cada día a mis doctores, su
    tenacidad, entereza, cariño y paciencia.

    Mis caprichos, soberbia y omnipotencia molestaron a
    muchos, que quisieron acercarse y no pudieron. Sin embargo, a
    veces pienso que esa fortaleza desmedida, esos arrebatos
    sorprendentes y esa omnipotencia increíble, fueron los que
    me mantuvieron con vida
    " (Noemí, Buenos Aires.
    Argentina).

    Así me describía mi hermana "por
    elección" (Graciela Inés, Buenos
    Aires, Argentina) … en sus -por ella titulados- "Tres
    deseos
    ":

    "Igual que los chicos … pedía tres deseos:
    al apagar las velitas de la torta: ‘Que Ella se cure, que
    Ella se cure, que Ella se cure’, al pararme debajo del
    Viaducto, cuando pasa el tren: ‘Que Ella se cure, que Ella
    se cure, que Ella se cure’, al ver caer una estrella:
    ‘Que Ella se cure, que Ella se cure, que Ella se
    cure’ …

    Igual que los chicos, que no saben que la fe permite
    creer que lo imposible pasará, porque para ellos no hay
    imposibles porque su inocencia les permite creer que lo imposible
    no existe.

    Esa misma inocencia infantil que aún
    conservaba escondida, era la que me hacía repetir una y
    otra vez: ‘Que Ella se cure, que Ella se cure, que Ella se
    cure’.

    Necesitaba confiar desesperadamente en algo, en
    Alguien, no importaba si tenía que relegar mis propios
    deseos, el renunciamiento valía la pena, no quería
    nada para mí … ‘Que Ella se
    cure…’.

    A veces, muchas veces, la realidad de su dolor, sus
    ojos extraviados mirando no sabía a qué o a
    quién, sus escapadas a la niñez, sus caprichos o
    sus sombríos reclamos, me hacían dudar de la
    eficacia de la
    magia de mis deseos. El encanto de las estrellas fugaces y la
    letanía de mis oraciones no alcanzaban para producir el
    milagro … ‘Que Ella se cure’…

    Se necesitaron algunas cosas más, no
    demasiadas, pero sí las esenciales: la callada
    abnegación maternal, la firme decisión de vivir,
    el amor dado
    más que el exigido, la voluntad de seguir parada y
    adelante, la presencia incondicional de los seres más
    queridos, en suma: el amor, el de Ella y el de los
    demás.

    Después de tantos años de esperar y de
    desesperar, de marchas y contramarchas, avanzando y
    retrocediendo, ganando y perdiendo batallas frente al enemigo,
    finalmente El Deseo se cumplió. Se que que es infantil, y
    hasta inmaduro el pensamiento,
    pero me gusta fantasear y soñar con que dentro de aquella
    mezcla de coraje, decisión, amor, voluntad y fe que fueron
    necesarias para lograrlo, una pizca de mis deseos de velitas de
    cumpleaños, de trenes y estrellas perdidas, se
    entremezclan con el brillo de tus enormes ojos negros al decirme:
    ‘Estoy curada’
    ".

    Se ha hablado mucho del cáncer, su tratamiento y
    sus posibles orígenes, pero, ¿Quién puede
    decir cuál es el comportamiento
    correcto, la actitud
    medida, si uno se está muriendo?

    Sí, muchos opinaban y creían saber
    más que los doctores. Todos eran médicos,
    psicólogos o justicieros. Pero, la mayor parte de ellos no
    hacía nada … sólo hablar o criticar o juzgar
    durante tanto tiempo. Otros se lamentaban o indirectamente
    reprochaban sobre lo que podrían haber hecho o estudiado o
    visitado si no hubiesen perdido aquellas horas al visitarme en mi
    lecho de enferma. Espero hoy en día esas mismas personas
    sepan aprovechar mejor las horas y recuperen el tiempo
    "perdido".

    Sin embargo, debo destacar la perseverancia y apoyo de
    un grupo de familiares y amigos, que estuvieron conmigo en las
    buenas y en las malas.

    ¡Qué decirles de la amistad!:
    "La amistad acrece la felicidad y abate la angustia,
    doblando nuestra alegría y menguando nuestro
    dolor
    " (Graciela Inés, Buenos Aires,
    Argentina).

    Pero, no es tiempo de reproches, ni de amarguras, sino
    de disfrutar de la vida.

    No, no me olvidé de la carta de un
    amigo –Luis (Buenos Aires, Argentina)- que me
    acompañó también en las buenas y en las
    malas …

    "Es difícil referirse a una persona afectada
    por una enfermedad terminal, en especial cuando el que escribe no
    ha pasado por ese trance. La dificultad mayor estriba en la
    imposibildad de ubicarse en el lugar del enfermo, por eso
    intentaré expresarme de la mejor manera posible, evitando
    torpezas.

    Te conocí en la Sala de Profesores de una
    conocida Universidad
    privada, en la que te desempeñabas como profesora;
    mientras que yo sólo era un simple empleado. Me llamaron
    la atención tu aspecto enfermizo y, a la vez, tu belleza:
    morena, de aire exótico, podría suponerse que sos
    árabe o sefaradí, por tus grandes ojos oscuros y
    tus afiladas facciones orientales.

     

    Frecuentemente, llegabas al trabajo con vendajes en
    el cuello o un brazo en cabestrillo. No recuerdo exactamente
    cómo o a través de quién, pero me
    enteré que tenías cáncer y que
    únicamente te levantabas de la cama para dictar clases,
    debido a tu estado de debilidad. Pronto noté la gravedad
    del caso al verte con un gorro de lana, que no llevabas debido a
    las bajas temperaturas de Buenos Aires, sino a la caída de
    tu cabello por causa de la quimioterapia.

    Hablabas de tu enfermedad con una naturalidad
    valiente y no te autocompadecías. El mal no era el centro
    de tu vida; tu mayor preocupación, tu pasión, era
    seguir dictando clases. Los alumnos se contagiaban de tu
    entusiasmo y te demoraban después de hora para seguir
    aprendiendo algo más sobre los cretenses, los
    súmeros, el misterioso faraón Akhenaton y otras
    tantas cosas fascinantes de la historia de aquellos países
    remotos …

    Al regresar de cada clase, tu
    rostro era otro y tu andar se tornaba mucho más
    ágil.

    Finalmente, una tarde llegaste exultante; tus
    doctores habían ubicado el foco de tu enfermedad y
    suponían que mejorarías notablemente. Y así
    sucedió … No pude soportar la emoción y te
    abracé.

    Hoy, pasados muchos meses, supongo que te salvaron
    dos grandes virtudes: tu fe y las ganas de salir adelante. En
    otras palabras tomaste una gran decisión: la de vivir, en
    definitiva la de cumplir con tu misión.

    Una reflexión de café

    Lo que es imposible para la mayoría de los
    hombres, sólo unos pocos lo pueden hacer, pero con un
    esfuerzo sobrehumano, con la desesperada decisión de
    querer hacerlo.

    En tu caso ocurrió de esta misma forma:
    querías vivir y nada más …
    ".

    Recuerdo a mi doctor, cuando me preguntó
    "¿Qué quiere hacer con su vida?" Yo le
    respondí: "Seguir ayudando a los niños,
    enseñando, investigando …". El volvió a
    preguntar: "¿Qué quiere hacer para
    ‘Usted’?". Me paralizó con una pregunta muy
    sencilla, pero que encerraba todos los "No", que me había
    impuesto en la
    vida, en mi vida. Hasta entonces había vivido la vida para
    otros, ayudado, sufrido …, pero para el otro.

    Y ¿qué hay de mí … ? Mi doctor
    tenía razón.

    Hice lo que me vino en gana y comencé a escribir
    este libro, a viajar por Medio Oriente y me propuse vivir la
    "vida". Tan sólo así de simple. Tomé a la
    vida como una larga escalera, donde cada escalón era un
    día, un desafío más.

    Recuerdo al pequeño Damián,
    abandonado por su familia, no por razones económicas, sino
    porque tenía cáncer. Con tan sólo cinco
    años y cara de bebé me dió una
    lección de vida. Esperaba ansioso los jueves y
    sábados, días de visita y salidas. Ibamos al parque
    más cercano al hospital y compartíamos un gran
    helado. A veces buscábamos desesperadamente un copo de
    nieve; sí, de esos que se pegotean en todo el rostro y a
    veces en el cabello de alguien que pasa distraído o muy
    cerca.

    Recuerdo sus ojitos celestes, su sonrisa, su boca grande
    y llena de chocolate, su cabello rubio, casi dorado como un rayo
    de sol. ¡Qué decirles del pequeño
    Damián … ! Me fascinó tanto ese niño, que
    hasta pensé en adoptarlo; pero los doctores me dijeron que
    no teníamos tiempo. El pequeño se moría y mi
    vida futura no estaba garantizada tampoco.

    Comenzamos con madres, doctores y voluntarios a realizar
    una sala de juegos para los niños hospitalizados.
    Empecé a llamar a cuanta compañía
    había en la guía y solicité donaciones de
    leche, pañales y juegos didácticos.

    No recuerdo haber estado tan feliz como aquél
    "Día del niño" de 1993. Los juguetes nos
    invadieron. Las enfermeras y voluntarios no dabamos a vasto con
    los juguetes. No quiero acordarme de la cara de algunos doctores,
    que debieron envolver los regalitos y hacer moños. Lindos
    tiempos aquellos …!

    Pero, todo no era dicha y alegría, ver morir a un
    niño no es nada nuevo en un hospital y menos para los
    doctores. Sin embargo, para los voluntarios y sobre todo para los
    más jóvenes es todo un proceso.
    Cuántas veces llegaba por la mañana del jueves con
    una amplia sonrisa y caramelos, y mi rostro cambiaba al ver los
    ojos tristes de las enfermeras, que con pretextos me enviaban a
    ver a otros niños nuevos.

    Rápidamente, comprendía que algo malo
    había pasado, alguien faltaba, uno de "mis bebés"
    había partido para siempre. La angustia invadía mi
    cuerpo y alma, y debía resistir, ya que otros
    pequeños necesitaban ayuda, una mamadera, un pañal
    nuevo o el canto diario para dormirse.

    Vi morir a muchos y algunos de ellos se durmieron para
    siempre en mis brazos en los lugares más remotos de Rwanda
    y Uganda, o en el mismo centro metropolitano de Buenos Aires.
    Todos ellos bebés; niños que nunca llegarían
    a crecer.

    Por un tiempo, tuve que alejarme, ya que afectaba a mi
    propia recuperación.

    Me concentré en mis estudios, mis investigaciones,
    mi familia, amigos y estudiantes. No obstante, nunca dejé
    de colaborar en esta lucha contra el cáncer, que es una
    enfermedad considerada terminal, pero que no es imposible de
    vencer. El cáncer se cura y no contagia, como aún
    muchos creen después del 2000.

    Hago votos para que los científicos y
    médicos sigan desarrollando sus proyectos e
    investigaciones y dejen discípulos, que son su mejor
    inversión y capital.

    ¡Qué la luz de la antorcha no se apague y
    siga iluminando a las generaciones venideras! A todos esos
    doctores y científicos vaya nuestro homenaje y respeto:

    "Gracias, por darnos una esperanza
    de vida
    ".

     

    Partes: 1, 2

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