Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Utopía y realidad de la globalización del conocimiento



Partes: 1, 2

    1. El contexto de la
      incertidumbre
    2. Un acercamiento al concepto de
      tecnociencia
    3. El conocimiento
      tecnocientífico, su producción, su
      representación y su relación con la
      informática
    4. Tecnociencia y sociedad de la
      información y del conocimiento
    5. Globalización o
      globalizaciones?
    6. El carácter no
      público del conocimiento o el derrumbe de la
      utopía
    7. Impactos en
      los sistemas de innovación en sociedades
      periféricas
    8. Dimensiones
      de la globalización
    9. Reorientación
      de la innovación en relación con la
      globalización
    10. Algunas
      consideraciones finales acerca de la globalización y sus
      efectos
    11. Conclusiones
    12. Bibliografía

    INTRODUCCION

    El conocimiento y
    la innovación
    tecnológica juegan un papel capital en las
    actividades económicas y, por supuesto, en el desarrollo de
    las naciones. En el contexto de este trabajo
    el
    conocimiento al que nos referiremos es el científico y
    tecnológico o, para precisarlo mejor, de acuerdo con
    Echeverría (2003), hablaremos de conocimiento
    tecnocientífico, y en tanto constituye la base de la nueva
    economía,
    la economía informacional, la actual es denominada la
    sociedad del
    conocimiento y una de sus características más
    relevantes, y tal vez la más, es el fenómeno de la
    globalización, o de las globalizaciones,
    con lo cual ponemos en evidencia que la única
    globalización no es la económica, sino
    también la del conocimiento (tecnocientífico), por
    lo que también la podríamos denominar
    tecnoglobalización, así como también hay
    globalización de la cultura, o la
    de las finanzas, o la
    del comercio,
    entre otras.

    El asunto de fondo es que la tan pretendida
    globalización del conocimiento parece que realmente no
    está ocurriendo y que, por el contrario, la
    tecnoglobalización está influyendo de manera
    crítica
    en el desarrollo de las naciones periféricas, y de manera
    muy positiva, en las economías de mayor desarrollo,
    razón que presupone el reto de enfrentar los factores de
    impacto que atentan contra los procesos de
    innovación de las naciones periféricas que obligan
    a repensar los sistemas de
    innovación nacionales o, mejor aún, los regionales,
    en términos de superar estas barreras y reorientar los
    esfuerzos de innovación en concordancia con las
    necesidades específicas de una región y atendiendo
    las posibilidades reales que dicha tecnoglobalización
    permite.

    Con el presente trabajo me he trazado los siguientes
    propósitos fundamentales en relación con el tema
    propuesto en el título:

    – Ofrecer una posición crítica frente al
    fenómeno de la globalización económica, dado que,
    en cierto modo, entraña un nuevo tipo de imperialismo,
    un neocolonialismo regresivo a una nueva época feudal, en
    donde la fuente nutricia es el conocimiento y cuyo motor es el
    mercado donde se
    paga tributo al poseedor de los recursos
    financieros y de tecnología, por
    ejemplo, a través de los derechos de propiedad
    intelectual

    – Hacer una rápida exploración del
    concepto de
    tecnociencia y
    de cómo el conocimiento tecnocientífico ha dado
    lugar a la revolución
    informacional en cuyo seno ha surgido la sociedad de la información y del conocimiento, y en donde
    estos últimos constituyen el marco para un nuevo modelo de
    sociedad o, si se quiere, de una nueva economía, la
    denominada economía del conocimiento
    (e-conomy).

    – Mostrar como el conocimiento
    científico y tecnológico, cualquiera que sea la
    fuente, en cuanto a su producción y representación
    está íntimamente ligado a la informática, lo cual constituye un factor
    que, sin duda, facilitaría su
    globalización

    – Dar cuenta de que existe una gran multitud de factores
    críticos que constituyen barreras contra la
    expansión real (globalización) del conocimiento con
    fines sociales y de impulso al desarrollo de las naciones
    periféricas; lo cual evidencia que si el conocimiento no
    es un bien público, difícilmente podemos asistir al
    fenómeno de la globalización del conocimiento
    tecnocientífico. Demostar esto es, quizás, el
    objetivo
    principal de los que se han planteado en este trabajo.

    – Evidenciar algunos de los impactos, positivos y/o
    negativos, que la globalización económica, ejerce
    sobre el desarrollo de la ciencia y
    la tecnología y los sistemas de innovación en las
    sociedades periféricas.

    – De acuerdo con lo anterior, sustentar la necesidad de
    reorientar los esfuerzos de innovación, identificando los
    impactos y restricciones de la globalización y proponer
    algunas recomendaciones prácticas en este
    sentido.

    Para el desarrollo de los objetivos
    planteados conviene dar respuesta a algunos interrogantes que
    surgen precisamente de los análisis que deben realizarse para cumplir
    con ellos, lo cual se hará a lo largo del trabajo, al
    final del cual esperamos satisfacerlos adecuadamente:

    – ¿ Es posible, en la forma como se está
    dando la globalización de la economía, hablar de
    globalización del conocimiento?

    – ¿Consecuentemente, podemos afirmar que la
    globalización económica implica necesariamente la
    globalización del conocimiento, es decir, es una
    consecuencia "natural"?

    – ¿ O será más bien la
    globalización del conocimiento la que apalanca la de la
    economía? Hay interdependencia entre ellas?

    – ¿En relación con el mundo globalizado de
    hoy, cuál es la naturaleza o
    carácter del conocimiento
    (tecnocientífico): se trata de un bien o de un
    mal?

    – ¿ Suponiendo, en gracia de discusión,
    que el conocimiento fuera un bien, que de por sí es lo que
    enseña el sentido común y es lo que pregonan los
    científicos modernos, se tratará entonces de un
    bien público o de un bien privado?

    – ¿Cuáles serían las consecuencias,
    positivas o negativas, para una sociedad periférica, en un
    caso u otro?

    – ¿Suponiendo que el conocimiento fuera, en
    principio, un bien público, cuál es el tratamiento
    real que se le otorga en la nueva economía: como bien
    público o como mercancía?

    – ¿Cómo impacta la globalización
    económica, y el tratamiento que en ella se le da al
    conocimiento, a la ciencia, la
    tecnología y la innovación en las sociedades
    periféricas?

    – ¿Qué se debe tener en cuenta y de
    qué manera se deben reorientar los esfuerzos en torno al
    desarrollo de la ciencia y la tecnología y la
    innovación en los países periféricos, en relación con los
    impactos y restricciones de la globalización?

    – ¿Cómo enfocar, entonces, la
    producción de conocimiento
    tecnocientífico?

    Como hipótesis del presente trabajo se plantea
    que debido a la brecha existente entre las sociedades del
    mundo contemporáneo, agudizada por la
    globalización, con respecto de los niveles de desarrollo
    tecnocientífico, la innovación regional y local,
    debe tener una orientación acorde a las necesidades
    específicas de una región o territorio.
    La
    hipótesis anterior
    se fundamenta en dos planteamientos básicos:

    – No es clara la posibilidad real de la
    globalización del conocimiento, y ni siquiera de la
    información, en sentido estricto, en razón de que
    tanto la información como el conocimiento no parecen ser
    tratados como
    bienes
    públicos, a pesar de las proclamas de  los pregoneros
    de la globalización de la economía y sus bondades.
    Si su naturaleza no es la de un bien público, su
    globalización sería una utopía.

    – En razón de lo anterior, un sistema nacional
    o regional de innovación tiene que enfocarse en
    términos del desarrollo de la nación
    o la región, pero por  la vía de la
    creación de conocimiento a la medida de sus necesidades
    particulares y nunca con la pretensión de cerrar la brecha
    en relación con los países con economías
    más desarrolladas y con altos índices de desarrollo
    tecnológico

    El contexto de la
    incertidumbre

    Los fenómenos conocidos como globalización
    ( o habría que decir mejor, mundialización? O
    internacionalización? o universalización?) y la
    revolución de las nuevas
    tecnologías (particularmente las nuevas
    tecnologías de la información y de las comunicaciones, TICs, como también se les
    denomina), a la que le cabe el término más preciso
    de revolución informacional y en cuyo seno ha emergido la
    sociedad del conocimiento, y que a su vez es la estructura que
    soporta, impulsa y dinamiza la globalización misma de la
    economía, constituyen los de mayor impacto para la vida y
    el desarrollo de la humanidad en nuestros días. En
    relación con la globalización económica se
    evidencia una dominante tendencia a la liberalización del
    comercio, expresada de manera concreta en la conformación
    de organismos internacionales o regionales concebidos con este
    propósito así como en los tratados comerciales, hoy
    en auge.

    La globalización, o globalizaciones (a lo que nos
    referiremos más adelante), o mundialización, o
    cualquiera que sea la denominación que se adopte, poseen
    una dinámica propia y de intrincadas
    complejidades que conducen invariablemente al aumento de la
    interdependencia en el mundo actual, pero paralelamente esta
    situación suscita una serie de interrogantes en torno al
    futuro del mundo, lo que crea un contexto de incertidumbres ante
    algunos episodios caóticos en la manera como se van
    conectando los hilos de la red económica que se
    está tejiendo, en donde unas naciones son las que
    están hilando y las otras, las periféricas no les
    queda más que adherirse a ella o sucumbir. El caos y la
    incertidumbre consecuente surgen inevitablemente y ocasionan
    también, de manera paradójica, tendencias
    autárquicas, aislacionistas, en contravía de esa
    inevitable marcha hacia la cada vez más pequeña
    "aldea global".

    Por otra parte, este fenómeno nos obliga a
    asistir al debilitamiento del Estadonación,
    tributario de las formaciones supranacionales y la
    globalización que limitan el campo de acción
    de la soberanía, por una parte, y por la otra,
    tributario también del emergente poder local
    que asume buena parte de sus funciones
    regulatorias y de control. El Estado
    nacional tradicional ha tenido que ceder parte sustancial de su
    poder (incluso en los ámbitos político, militar y
    económico) hacia fuera de sus fronteras y dentro de las
    mismas, lo que ha generado "creciente incapacidad de las formas
    democráticas del Estado-nación para representar a
    los ciudadanos a la vez en la gestión
    de lo global (donde reside el poder) y en la preservación
    de lo local (donde vive la gente)" (Castells, 2002).

    Vivimos, entonces, en una era de turbulencias e
    incertidumbre, la era del capitalismo
    informacional cuya fuerza
    productiva no tiene precedentes y está basada en la
    globalización y en la innovación que se produce
    desde la revolución tecnológica; "más que
    nunca (el capitalismo informacional) está incorporado en
    la cultura y en la tecnología. Pero esta vez, tanto la
    cultura como la tecnología dependen de la capacidad del
    conocimiento y la información para actuar sobre el
    conocimiento y la información en una red recurrente de
    intercambios globalmente conectados" (Castells, 1998). No resulta
    aconsejable, entonces, desentenderse de la creciente ola de
    internacionalización e interdependencia en que
    vivimos.

    Los países periféricos se ven abocados,
    por consiguiente, a actuar dentro de la realidad de la
    globalización y la revolución tecnológica y
    dotarse de capacidad de reflexión y transformación
    social y política, y de
    conocimiento e información para actuar sobre el
    conocimiento y la información de modo recurrente, con el
    fin de poder confrontar las poderosas fuerzas que tienden a
    excluirlos o colocarlos en la deleznable condición de
    poner a los trabajadores genéricos (que desempeñan
    funciones de baja agregación de valor y que
    son esencialmente prescindibles y viven en la zozobra de la
    amenaza permanente de la pérdida de sus empleos)
    sobreexplotados, de los que se puede prescindir en cualquier
    momento.

    Aparece aquí otro elemento que explota al
    máximo esa interdependencia; se trata de la exportación de ciencia y
    tecnología a naciones periféricas lo que ha
    sido visto recientemente como otra forma de imperialismo de
    Occidente, un medio de mantener colonias bajo el yugo de Europa y Estados Unidos, e
    incluso del Japón.
    Los componentes intelectuales
    e ideológicos de las exportaciones de
    ciencia y tecnología han tenido un efecto devastador sobre
    el conocimiento local y las formas de entendimiento, a menudo
    hasta el detrimento de las naciones (Gregory and Miller, 1998),
    consolidándose estrechos lazos de tecnodependencia
    difíciles de romper. En estas condiciones un país
    periférico tiene que decidir si tiene I+D en
    tecnologías de punta o emergentes o si opta mejor por
    hacer apropiación, adaptación, reconversión,
    licenciamento, etc. de tecnología.

    En relación con el conocimiento
    científico-tecnológico, la producción
    tradicionalmente ha sido llevada a cabo por las naciones
    altamente industrializadas y en donde la prosperidad misma de la
    nación se ha ligado a este hecho. Esto se evidencia con
    las inversiones
    que en ciencia y tecnología se hacen por parte de sus
    gobiernos, usualmente medida en términos de porcentaje del
    PIB, que es
    significativamente alta en comparación con las naciones
    periféricas, en donde no alcanza a sobrepasar el 0.5% en
    décadas. Otro elemento ha considerar es que la capacidad
    innovadora en esas naciones industrializadas es muy alta, lo cual
    se pone de manifiesto en sistemas de innovación
    nacionales, sólidos y consolidados. En términos
    mundiales, la producción científica se globaliza
    mediante los medios de
    comunicación, a través de actividades de
    difusión de la información en publicaciones
    especializadas o en programas de
    divulgación científica y tecnológica. El
    núcleo de la producción como hecho global se
    centra, entonces, en la información más no el
    conocimiento. Usualmente no se hace distribución ni transferencia del
    conocimiento científico, pero sí, eventualmente, de
    tecnología, como producto del
    desarrollo científico.

    Un acercamiento al
    concepto de tecnociencia

    El estudio de la historia de la humanidad da
    cuenta de tres (3) revoluciones industriales: la primera
    revolución sucedió en Inglaterra y
    permitió el paso de una sociedad feudal a una industrial,
    con la máquina de vapor; la segunda, fue la
    revolución de la ciencia, la tecnología e industria y
    permitió la transición a una sociedad
    científico-industrial; la tercera es la revolución
    informacional, que puede ubicarse en los finales del siglo XX y
    principios del
    XXI, y ha permitido la puesta en escena de la denominada sociedad
    del conocimiento y de la información. La génesis de
    la revolución informacional se da hacia principios de los
    años 80´s, pero su fundamento se da con la que
    denominaremos revolución tecnocientífica, que hace
    su aparición en los años 50´s del siglo
    pasado, con los EE UU como su mejor exponente, a partir del
    terreno militar de la posguerra, lo que hace que el concepto de
    tecnociencia, que luego referenciaremos, esté asociado al
    surgimiento de dicho país como una gran potencia, y se
    convierte en un requisito para el logro de victorias militares.
    En general, podríamos afirmar que a lo largo del siglo XX
    se produce una gran revolución en la ciencia y la
    tecnología, una revolución
    tecnocientífica.

    La tecnociencia es una condición necesaria para
    permitir el poder económico y militar, y esta
    podría ser una razón por la cual los países
    más poderosos son los que exhiben altos estándares
    de desarrollo tecnocientífico e informacional. En otras
    épocas, la curiosidad y la búsqueda de conocimiento
    estaban en la base de la ciencia moderna, pero hoy en la lucha
    por el poder, la tecnociencia se constituye en su motor. Es
    decir, la revolución tecnocientífica se erige como
    el motor de un cambio social
    y económico más profundo, la revolución
    informacional. Así como la ciencia fue vital para la
    sociedad industrial, la tecnociencia lo es para la sociedad
    informacional.

    De acuerdo con Echeverría (2003), la tecnociencia
    se caracteriza ante todo por la emergencia, consolidación
    y desarrollo estable de un sistema
    científico-tecnológico que da lugar a un "nuevo
    modo de producción de conocimiento". Uno de los factores
    característicos de la tecnociencia es la
    instrumentalización del conocimiento
    científico-tecnológico, con lo cual el avance de la
    ciencia deja de ser un fin en sí mismo para convertirse en
    un medio para otros fines. Hemos venido hablando de conocimiento
    tecnocientífico, o simplemente de tecnociencia, y no de
    conocimiento científico y tecnológico, o
    simplemente de ciencia y tecnología, por considerarlo
    más apropiado. Al respecto, conviene hacer una
    aproximación más formal a la noción de
    tecnociencia, por lo cual traemos a colación a Quintanilla
    (1981) cuando plantea que "una realización (o
    aplicación) tecnológica es un sistema de acciones
    regladas, industriales y vinculadas a la ciencia, llevadas a cabo
    por agentes, con ayuda de instrumentos, e intencionalmente
    orientada a la transformación de otros sistemas con el fin
    de conseguir resultados valiosos, evitando consecuencias y
    riesgos
    desfavorables", a diferencia del conocimiento científico,
    que usualmente se expresa mediante enunciados, leyes o
    fórmulas matemáticas

    El conocimiento
    tecnocientífico, su producción, su
    representación y su relación con la
    informática

    Hemos sostenido que la globalización
    económica ha sido posible gracias a la revolución
    informacional, la cual a su vez tiene como base la tecnociencia.
    Ahora se hace necesario conocer un poco acerca de la
    producción del conocimiento tecnocientífico, la
    manera como se representa y su relaciona con la
    informática. Retomando, de nuevo a Quintanilla (1981) un
    ingeniero, un inventor, un innovador y un diseñador,
    frente a un problema imaginan una solución
    (tecnocientífica) y conciben previamente lo que quieren
    hacer y lo representan antes de llevarlo a cabo. Dicha
    representación puede ser mental, por escrito,
    materialmente, gráficamente, o de cualquier otro tipo. El
    surgimiento de la tecnociencia ha sido posibilitado gracias a la
    aparición de un nuevo y poderoso formalismo: la
    informática. Por ello se dice, entonces, que la
    tecnología está más vinculada a la sociedad
    informacional que a la sociedad industrial (que también es
    tecnología).

    A diferencia del conocimiento científico, que
    usualmente se expresa en términos de enunciados, leyes o
    fórmulas matemáticas, el diseño
    de los artefactos técnicos se hace mediante imágenes y
    lenguajes simbólicos específicos. Las
    representaciones tecnológicas no son
    lingüísticas sino ideográficas. Ahí
    radica la importancia de la informática para el
    surgimiento de la tecnociencia: los computadores no solo
    representan los enunciados, las leyes y las fórmulas sino
    también las imágenes, los esquemas y los diagramas. Se
    evidencia, entonces, que la síntesis
    del conocimiento científico se produce ante todo mediante
    lenguajes informáticos que no sólo usan bits sino
    también pixels. Es por ello que se afirma que la
    tecnociencia tiene su formalismo, y este es la informática
    o, dicho de otra manera, la informática es el soporte
    estructural de la tecnociencia. Si la ciencia moderna se
    apoyó en las matemáticas, su formalismo
    estructural, la tecnociencia, por su parte, requiere un
    formalismo adicional, la informática, la cual permite
    representar y simular diferentes tipos de acciones y lo hace de
    una manera recursiva. Con la ciencia y la tecnociencia hemos
    observado el tránsito de una representación apoyada
    en las matemáticas a una representación basada en
    herramientas
    informáticas.

    La mediación de la informática es uno de
    los principales requerimientos del surgimiento de la
    tecnociencia. De hecho, en la actualidad, la gran mayoría
    de las tecnociencias dentro del concepto de pluralidad de la
    tecnociencia que maneja Echeverría
    (tecnomatemáticas, tecnoastronomía,
    tecnofísica, tecnoquímica, tecnomedicina,
    tecnobiología, tecnogeología, tecnociencias
    sociales etc.) están informatizadas. En la
    transición de la ciencia a la tecnociencia no sólo
    cambia el tamaño sino la forma, y no sólo la forma
    de representar el conocimiento sino especialmente la forma de
    accionar científicamente. Intentado sintetizar toda esta
    noción relativa a la tecnociencia, digamos que ésta
    se caracteriza porque las acciones científicas, en muchas
    ocasiones, dan lugar a acciones tecnológicas al quedar
    enmarcadas dentro de un sistema de ciencia y tecnología,
    el cual constituye una de las principales tecnologías
    sociales de nuestra época.

    Tecnociencia y
    sociedad de la información y del
    conocimiento

    Hemos venido hablando acerca de la tecnociencia, como
    sustrato de la globalización y seguidamente de la
    revolución informacional como la posiblilitadora de un
    nuevo modelo de sociedad y en todo ello aparece implícito
    o explícito el término información. Hoy
    asistimos ya no a la industrialización del conocimiento
    sino a una nueva sociedad, la de la información y el
    conocimiento. Desde las 2 últimas décadas del siglo
    XX gracias a la tecnociencia, el conocimiento adquiere una
    extraordinaria significancia, un nuevo status económico y
    social, y puede ser validado y contrastado, de la manera como se
    hacía con la ciencia.

    La información y el conocimiento pasan a ser una
    nueva forma de riqueza y poder. El conocimiento científico
    emerge como un bien básico para las grandes empresas y
    agencias de poder. La economía basada en el conocimiento,
    o economía informacional como también la denominan
    algunos, se fundamenta en el hallazgo, elaboración y
    comercialización de yacimientos de
    conocimiento (Echeverría, 2003), en lugar de controlar,
    acumular y manufacturar materias primas como se hace en la
    economía industrial. Puesto que el conocimiento emerge
    como la nueva forma de riqueza y poder, los poderes
    económicos, políticos y militares tienden a
    apropiarse del conocimiento generado por las agencias y
    departamentos de investigación, desarrollo e
    innovación. Más aún, direccionan el esfuerzo
    de estos entes y condicionan el tipo de conocimiento que
    será producido. Vemos, entonces, que el tránsito de
    la ciencia a la tecnociencia se produce con al emergencia de la
    sociedad de la información y el conocimiento. Ello hace
    que el sistema de ciencia y tecnología de una
    nación se generalice a todos los ámbitos de la
    ciencia y la tecnología. De esta manera, los
    pequeños proyectos de
    investigación e innovación pasan a tener gran
    importancia, siempre que sean concebidos, diseñados y
    gestionados en concordancia con el nuevo modelo de organización de la actividad
    tecnocientífica.

    De acuerdo con lo anterior vemos la emergencia de un
    nuevo modelo de sociedad, una nueva estructura
    social al amparo de la
    nueva economía. Hemos visto como la revolución
    tecnocientifica ha dado lugar a la revolución
    informacional, una de las revoluciones tecnológicas
    más extraordinarias de la historia, sino la más
    importante (Castells, 1999): "es una revolución centrada
    en las tecnologías de la información y la
    comunicación (TICs), lo que la hace mucho más
    importante que la revolución
    industrial en cuanto afecta el conjunto de la actividad
    humana. Todo lo que hacemos, la
    organización social y personal, es
    información y comunicación. Esta enorme
    transformación modifica absolutamente todo lo que hacemos,
    desde las maneras como producimos hasta los modos como
    consumimos, vivimos, morimos y hacemos el
    amor…Aún más, hay otra revolución
    considerada distinta pero íntimamente relacionada, la
    biológica de la ingeniería
    genética, revolución de la información
    porque a fin de cuentas trata de
    la reprogramación de los códigos de
    información de materia viva.
    Con la transformación de la capacidad de computación interactuando con el avance de
    la ingeniería genética,
    se amplifican exponencialmente los dos tipos de desarrollo
    tecnológico…Por supuesto, la revolución
    tecnológica no determina el cambio histórico
    contemporáneo; pero su importancia es decisiva, y
    más en una tecnología tan poderosa que amplifica y
    hace posibles procesos sociales, económicos, culturales y
    políticos, hoy en día imposibles sin dicha
    tecnología. Un claro ejemplo de la relación entre
    proceso social
    y nueva tecnología es el de la globalización de los
    mercados
    financieros ya que sin la actual tecnología de
    procesamiento de la información sería imposible su
    mundialización, esa dimensión tan importante de la
    globalización con la que hoy día tienen que trabar
    relación todos los países del mundo. Se trata de
    una extraordinaria revolución tecnológica cuyos
    efectos están socialmente abiertos, pero cuya presencia
    amplifica y profundiza los efectos de las prácticas
    sociales, de la economía a la política. Si las
    sociedades asumen la tecnología informática con el
    cuidado necesario, su presencia puede redundar en una
    revolución liberadora; si lo hacen descuidadamente puede
    degenerar en una revolución extraordinariamente
    destructiva… De otra parte, está la
    transformación de la economía, con el sello
    característico del capitalismo inscrito en la lógica
    de producir para aumentar los márgenes de
    dividendos…"

    Para finalizar este apartado digamos que el sector ETI
    (Electrónica, Telecomunicaciones e Informática), en
    general, y las TICs (Tecnologías de la Información
    y las Telecomunicaciones), en particular, constituyen hoy por hoy
    el pilar fundamental de la globalización, que no solo le
    dieron origen sino que no sería concebible con aquellas y
    como fenómeno conexo relacionado son el soporte del
    establecimiento de la sociedad del conocimiento, la cual, aunque
    está basada en la información, va más
    allá de la simple acumulación y transporte de
    ésta, y proporciona un tratamiento inteligente para apoyar
    la toma de
    decisiones y obtener servicios con
    algún valor agregado, una característica
    común de los bienes y servicios basados en
    tecnología y conocimiento, propios de la nueva
    economía.

    Globalización
    o globalizaciones?

    La globalización es, sin lugar a dudas, el
    resultado de la expansión hasta los confines del planeta
    del capitalismo, pero es también, y sobre todo, un proceso
    que pretende evitar, disgregar y, por último, eliminar las
    fronteras físicas y reglamentarias que traban la
    acumulación a escala mundial
    del capital (García, 2002). La globalización queda
    así inscrita en una dinámica, secular, de
    progresivo sometimiento del espacio público y del orden
    social a la ley del capital,
    esto es, a la ley de la incensante acumulación. De ello no
    escapan las políticas
    de ciencia y tecnología, subordinadas como las que
    más a esta dinámica ni, por supuesto, el
    conocimiento tecnocientífico.

    Históricamente, podemos ubicar la creación
    de la política denominada de la "globalización
    económica" o "globalización capitalista" (Roel,
    1999) hacia los años en que se desintegró la
    Unión Soviética y el mundo que lideraba
    (1989-1991), es decir, uno 10 años después del
    inicio de la revolución de la información que
    generó la irrupción del PC, hacia 1980. Esta
    política o modelo, de acuerdo con Roel fue concebido y
    diseñado en los altos círculos de los países
    más poderosos del mundo, y su implementación y
    difusión fue asumida tanto por los organismos financieros
    internacionales, cuanto por las reestructuradas grande
    corporaciones transnacionales que operan por todo el mundo (a las
    cuales hoy se les llama globalizadas). La idea central del modelo
    que se estableció de esta manera radica en que, al
    disolverse la unión de los países agrupados en
    torno de la antigua URSS, debía crearse una nueva y
    única economía que abarcara todo el planeta; la
    misma giraría en torno a los países más
    poderosos y centrales, a los que se empezó a denominar
    como de economía capitalista avanzada. En un segundo
    nivel, tras los países centrales, operarían los
    países emergentes, respaldados por una fuerte industria
    (básicamente heredada de la segunda revolución
    industrial); luego estarían los países o regiones
    pobres, desindustrializados, con una producción primaria y
    con una extensa industria artesanal de baja productividad.
    Finalmente, en cuarto nivel, quedan los países o regiones
    marginados. A estos dos últimos niveles, algunos
    teóricos los denominan países periféricos,
    con lo cual podríamos hablar realmente de tres niveles o
    anillos de países: los de economía desarrollada,
    los de economía emergente y los de economía
    periférica.

    La producción de conocimiento
    tecnocientífico queda, entonces, influenciada por las
    características que definen el proceso de
    globalización: el fin de controles de cambios, un mercado
    financiero a nivel mundial funciona en tiempo real
    debido a las innovaciones y el progreso en la transmisión
    de la información; la organización de empresas en
    estructuras a
    nivel mundial omitiendo las fronteras nacionales; la
    transmisión instantánea de la información;
    la comprensión a cargo de los habitantes de que ciertos
    problemas
    fundamentales de hoy en día son fundamentalmente
    transnacionales, como es el caso de la protección de la
    capa de
    ozono.

    Es evidente que la globalización presenta sus
    mejores resultados en sectores básicos y dinámicos
    de la economía mundial como las telecomunicaciones, la
    informática, el comercio
    internacional y las finanzas, con la consiguiente
    repercusión en casi todas las actividades
    económicas. Pero, sin duda, en donde la
    globalización se manifiesta más claramente y con
    resultados posiblemente más espectaculares es en el mundo
    de las tecnologías de las telecomunicaciones y de la
    información (TICs), donde los rápidos avances de la
    tecnología y la necesidad y avidez por estar mejor
    informados y comunicados nos han llevado a vivir un aparente
    mundo sin fronteras. Pero es en el sector financiero donde la
    globalización y sus efectos dispares y contradictorios se
    manifiestan con mayor virulencia, agudizando las contradicciones
    económicas entre los países desarrollados, en donde
    la riqueza y la renta se concentran como nunca en la historia, y
    los países periféricos, en donde se incrementan de
    manera abrumadora los niveles de pobreza,
    marginación, exclusión, explotación y
    dependencia cultural, política, económica y
    tecnológica.

    Antes de pasar a explorar la naturaleza pública o
    privada, o de mercancía, del conocimiento digamos, en
    relación con la economía actual, que esta nueva
    economía se fundamenta en tres aspectos (Castells, 1999,
    pág. 6): es una economía informacional (esto es, su
    motor es la revolución informacional); es una
    economía que funciona en redes (funcionamiento con
    base en redes de relación internas); y es una
    economía globalizada (condición de economía
    global), de lo que ya hemos hablado anteriormente. Finalmente,
    hay cuatro términos que caracterizan el fenómeno de
    la globalización: la interconexión (gracias
    a las TICs), la interdependencia (de las relaciones), la
    interdisciplinariedad, y la desregulación
    (tendencia) los cuales a su vez caracterizan los procesos de
    innovación y, por supuesto, la definición y
    estructuración de un sistema nacional de
    innovación. Es la esfera de la economía la que
    más pronto vislumbró y asumió este nuevo
    escenario; pero hoy en día las demás esferas
    sociales y culturales están ya imbuidas en él.
    Podemos decir con Manuel Castells, en relación con el
    hecho de que ya estamos imbuidos, para bien o para mal, en una
    economía global que "todos los procesos trabajan como una
    unidad en tiempo real a lo largo y ancho del planeta. Esto es,
    una economía en la que el flujo de capital, el mercado de
    trabajo, el proceso de producción, la organización,
    la información y la tecnología operan
    simultáneamente a nivel mundial".

    El
    carácter no público del conocimiento o el derrumbe
    de la utopía

    A pesar de que los pregoneros de la globalización
    la proclaman como panacea para resolver todos los males de las
    maltrechas economías de los países de bajo nivel de
    desarrollo, aquella no ha permitido una real
    "globalización de la tecnología" y, menos
    aún de la ciencia y antes que cerrar la brecha entre las
    sociedades desarrolladas y las periféricas, por el
    contrario, la abre aún más. Podemos hablar, eso
    sí, que el mundo asiste a una globalización, sin
    precedentes, de la información más no del
    conocimiento. Por ejemplo, se tiene la información (de
    divulgación) acerca del genoma humano, pero no al
    conocimiento científico clave de cómo manipular un
    gene determinado para prevenir la aparición de determinada
    enfermedad ni de las tecnologías requeridas para ello;
    esto para hablar de un hecho científico. En materia de
    tecnología en donde, por ejemplo, en el caso de la
    electrónica de semiconductores
    se dispone de la información necesaria para utilizar
    determinado chip (circuito integrado) en el diseño y
    fabricación de un equipo electrónico, pero no se
    tiene acceso o se restringe el conocimiento sobre la
    tecnología para fabricar el chip mismo.

    En lo sucesivo, cuando nos referimos al conocimiento en
    la era de la globalización, lo estamos haciendo
    específicamente al conocimiento tecnocientífico.
    Tradicionalmente el conocimiento había sido considerado un
    bien epistémico (Echeverría, 2003), de tal suerte
    que el conocimiento es concebido como un bien independiente de si
    es aplicable o no, es decir, sin considerar su utilidad
    práctica. Con la tecnociencia, por otra parte, la
    información y el conocimiento siguen siendo bienes
    epistémicos pero dan paso a bienes tecnológicos,
    militares, económicos y políticos. Dicho de otro
    modo, el conocimiento pasa a ser valorado en función de
    nuevos sistemas de valores,
    propios de la época. Desde un punto de vista
    axiológico, la tecnociencia siempre ha de tener en cuenta,
    como mínimo, tres sistemas de valores: epistémicos,
    técnicos y económicos, en contraposición a
    la ciencia, que usualmente tenía en cuenta sólo
    valores epistémicos. Consecuentemente surgen dudas sobre
    la bondad universal (bien) de dicho conocimiento. A manera
    de ejemplo, podemos plantear que un descubrimiento
    científico (conocimiento científico) con valor
    estratégico en el campo energético, como
    sería el caso de nuevas formas de producción de
    energía, en una central nuclear, constituye un bien
    indudable para quienes poseen dicho conocimiento, pero a la vez
    es un mal para aquellos que no lo poseen o para quienes tienen
    que soportar las consecuencias de su aplicación
    (conocimiento tecnológico) por su mal uso, o por la falta
    de previsión frente al riesgo que su
    operación implica. El accidente de la central nuclear de
    Chernobyl en la antigua Unión Soviética es una
    buena muestra del mal
    ocasionado para quienes defendieron a ultranza las bondades de
    este tipo de energía y creyeron que el conocimiento
    asociado siempre iba a ser un bien para la humanidad al resolver
    un problema de la crisis
    energética. De este modo, el conocimiento
    tecnocientífico habría de ser un bien desde unos
    puntos de vista y un mal desde otros.

    Como puede apreciarse, no puede afirmarse
    categóricamente que el conocimiento tecnocientífico
    sea un bien en sí mismo, per se, porque todo va a
    depender de la óptica
    de quien hace uso de él o de quien carece de él,
    y/o se ve afectado negativamente por su aplicación. El
    ámbito militar nos da buenos ejemplos de ello
    (Echeverría, 2003 ). En todo caso la percepción
    en torno al conocimiento como un bien o como un mal es relativa
    pero es claro que no siempre será un bien. Suponiendo
    ahora, en gracia de discusión, que para efectos de
    determinar si es posible la globalización del conocimiento
    tecnocientífico, partimos de la base de que efectivamente
    es un bien, queda por resolver la cuestión de si dicho
    conocimiento tiene carácter público, es decir, si
    es un bien público. En caso de que lo sea, podemos admitir
    que será posible la globalización del conocimiento,
    y que por consiguiente dejará de ser una utopía
    para convertirse en una realidad. Lo que sigue ahora es
    evidenciar si existen situaciones que inciden sobre el
    conocimiento en el sentido de impedir (o posibilitar) que pueda
    ser tratado como un bien público. El asunto es que estamos
    asistiendo, no tanto a una globalización económica,
    sino a una mundialización de los mercados, de la
    libertad de
    capitales para circular o invertir. El tránsito hacia el
    nuevo modelo de economía y de sociedad, una sociedad
    emergente: la sociedad del conocimiento, está conduciendo
    a una mundialización absolutamente desigual que impide,
    entonces, que se de el fenómeno de la globalización
    del conocimiento tecnocientífico; es decir, no se
    está cumpliendo la condición central que hace
    posible la existencia de la sociedad del conocimiento, esto es,
    el libre acceso, la circulación sin restricciones y la
    difusión del mismo en todas las naciones
    (periféricas o no) para facilitar su progreso o desarrollo
    económico y social.

    Por otra parte, la valoración de la tecnociencia
    como un bien (o un mal) depende en buena medida del entendimiento
    público de temas científicos. Según la
    escala de valores, las personas pueden pensar que se trata de un
    "bien" o de un "mal". Muchas veces la percepción
    generalizada es que la ciencia y la tecnología pueden
    implicar peligros, riesgos, especialmente cuando se hace
    referencia a hechos o problemas como la bomba atómica, las
    centrales nucleares, el calentamiento
    global, etc. y también que la posesión de
    información y conocimiento, en especial en esta
    época de la sociedad de la información, significa
    poder, expresado en dominación, sometimiento y
    dependencia. Pero de manera similar, el poder también lo
    tiene el consumidor,
    cuando está bien informado o está en
    posesión de algún conocimiento estratégico,
    dado que puede ejercer presión
    comprando o boicoteando. En su Science as Power, Stanley
    Arowitz hace una crítica de la forma en la cual "las
    prácticas científicas promueven un universo en el
    cual la dominación de la naturaleza está ligada a
    la dominación de los humanos". El habla de "la
    imputación a la naturaleza de características que
    son nada más que la objetivización de la tabla de
    organización del mundo social". Como la ciencia se utiliza
    para justificar relaciones de poder, ella tiene su propio poder.
    De acuerdo con Arowitz, "el poder de la ciencia consiste, en
    primer lugar, en su confluencia de conocimiento y
    verdad".

    Los vínculos entre la ciencia y el poder son
    anteriores a la tecnociencia, ya que aparecieron a finales del
    siglo XIX dado que las comunidades científicas siempre han
    procurado incidir en ámbitos políticos con dos
    objetivos esenciales: obtener financiación y mostrar (al
    público) la utilidad social y política (el bien) de
    sus investigaciones
    (prestigio del país, modernización, solución
    a grandes problemas sanitarios, nutricionales, agrarios,
    industriales, etc.). Esto vale tanto para las comunidades de
    ingenieros y tecnólogos que se han consolidado como
    expertos, asesores y profesionales especializados de gran
    prestigio social, tanto en ámbitos académicos, como
    políticos y empresariales. Así se constituye en los
    siglos XIX y XX lo que Sánchez Ron (1992) ha denominado
    "el poder de la ciencia", un pensamiento
    que oscila entre aquél que reza "el conocimiento es poder"
    y "el poder del conocimiento". El conocimiento científico
    es un medio de poder para lograr transformaciones, pero un
    sistema de ciencia y tecnología pretende lograr desarrollo
    tecnológico e innovación.

    En el nuevo modelo o paradigma de
    economía
    mundial, se tiende a observar claramente la
    globalización económica como la más evidente
    de las globalizaciones y pareciera que condujera, per se,
    a la globalización del conocimiento, pero debemos dejar en
    claro, que la existencia de la primera no implica la
    aparición o consolidación de la segunda. Una breve
    exploración a esas probables situaciones nos conducen a
    evidenciar que, efectivamente, existen factores que inciden para
    favorecer el carácter no público del conocimiento,
    especialmente en los países desarrolladores de ciencia y
    tecnología. Veamos:

    – La financiación privada de la
    investigación científica y tecnológica, que
    en muchos países es un alto porcentaje en relación
    con la inversión pública, hace que los
    resultados (productos) de
    dicha investigación reciba un tratamiento
    privado.

    – La financiación pública de la
    investigación, se orienta en gran medida con
    propósitos militares (militarización de la
    producción de la tecnociencia)

    – Cuando se financia los proyectos de
    desarrollo tecnocientíficos con fondos estatales se hace
    con propósitos de dominación y supremacía
    política (por ejemplo, cuando la carrera espacial con EEUU
    vs la URSS en la década de los 60s)

    – Los resultados de la investigación
    tecnocientífica se convierten en mercancías, bajo
    la égida de la economía de mercado, y en lugar de
    comunicarse libremente y hacerse público, sin
    restricciones, en las revistas especializadas, se transforman en
    propiedad privada desde las primeras fases de la
    investigación, en unos casos, y, en otros, se les
    clasifica como top secret y se restringe radicalmente su
    publicación o se impide la misma, un fenómeno
    agudizado por los acontecimientos terroristas del infame 11 de
    noviembre.

    – El conocimiento tecnocientífico de hoy, en
    tanto recibe tratamiento de mercancía, está
    generalmente guiado por valores económicos, lo cual
    sólo ocurría muy ocasionalmente en la
    ciencia

    – La financiación pública de proyectos
    pequeños en las universidades privadas se da siempre que
    ofrezcan expectativas de innovación en tecnologías
    militares, con lo cual se cercena la posibilidad de que sea
    justamente la universidad uno
    de los motores que
    promuevan la universalización del conocimiento.

    – El conocimiento y las habilidades
    tecnocientíficas no sólo tienen un carácter
    creativo (bien), como ya hemos visto, sino también
    destructivas (mal). Es paradójico, pero la
    ‘tecnología destructiva’ es una componente
    indispensable de la nueva actividad tecnocientífica, por
    lo que es difícil continuar afirmando que el conocimiento
    es un bien en sí, como muchos científicos
    acostumbraban a decir, lo cual implica que si no puede afirmarse,
    en términos absolutos que sea un bien, menos aún se
    podrá catalogar como un bien público.
    Consecuentemente si no es un bien público, no permite
    cumplir con la condición central de la
    universalización del conocimiento, es decir, con el libre
    acceso, la circulación sin restricciones y la
    difusión del mismo en todas las naciones
    (periféricas o no)

    – La política internacional se realiza en
    términos de relaciones de poder, tal y como nos lo
    enseña la historia, y ello rompe con la venerable
    tradición internacionalista de la ciencia moderna, tal
    como ocurrió a finales del siglo XIX y durante la primera
    década del XX.

    – Las empresas de alta tecnología transfieren a
    otras empresas o países del mundo, dentro de la ola
    globalizadora, parte de los medios de
    producción de nuevas tecnologías, pero nunca
    transfieren la dirección y el diseño. Así ha
    ocurrido con las transferencias de tecnología de varias
    firmas europeas que se han establecido en China y han
    montado allí sus plantas de
    producción. Es decir, no se trata de una transferencia
    tecnológica real.

    – En relación con los países
    periféricos, y teniendo en cuenta la situación
    anterior, no se han dado reales procesos de transferencia de
    tecnología porque ha primado el mantenimiento
    de condiciones de ‘tecnodependencia’

    – Las diferencias evidentes entre el internacionalismo
    de los científicos modernos, que propugnan por el
    tratamiento del conocimiento como bien público, y la
    transnacionalidad de las actuales empresas
    tecnocientíficas que, por su parte, promueven el
    tratamiento del conocimiento como bien privado, y como
    mercancía.

    – Algunos pensadores afirman que la expansión de
    la tecnociencia de los países desarrollados se presenta
    como una nueva forma de colonización, centrada en la
    apropiación y la comercialización del conocimiento,
    más no de los recursos
    naturales necesarios para la industria por lo que se habla,
    entonces, de tecnocolonialismo, para distinguirlo del
    colonialismo europeo de la época
    científico-industrial

    – Si asumimos el conocimiento como un bien, en la nueva
    economía su tratamiento es el de un bien mercadeable
    (mercancía) que se somete a las reglas del juego de la
    economía de mercado: las leyes de oferta y
    demanda, pero
    ello no garantiza que adquiera la categoría de
    público, en parte por razones de costos y en parte
    por razones de barreras asociadas a derechos de propiedad. Como
    consecuencia, el conocimiento queda sujeto a financiación
    en los mercados de capitales, como cualquier empresa, lo que
    hace que su producción sea dinamizada por la iniciativa
    privada y no precisamente con fines sociales
    plausibles.

    – A diferencia del conocimiento científico que
    pretendía conocer mejor la naturaleza para poder dominarla
    mejor, el conocimiento tecnocientífico se orienta hacia la
    transferencia, el control y hasta el dominio de las
    sociedades y de los seres humanos. En este sentido, la
    tecnociencia emerge como una nueva modalidad de poder que se
    plasma en la forma como se organizan los sistemas de ciencia y
    tecnología, de innovación y las políticas en
    la materia en los diferentes países. Por ello, se
    relaciona estrechamente con el poder político,
    económico y militar, en razón, además, de
    que los empresarios, los políticos y los militares
    dependen de la tecnociencia para incrementar su poder. Siguiendo
    con Echeverría (2003), la tecnociencia genera poder porque
    incrementar las diferentes capacidades de acción es bueno,
    luego la tecnociencia se erige, así, como bien
    empresarial, político y militar. De acuerdo con esto, se
    podría afirmar, incluso, que el bien principal no es, en
    modo alguno, el conocimiento sino la capacidad de
    acción.

    – Las incertidumbres del conocimiento
    tecnocientífico son una barrera a la apropiación
    del conocimiento y al logro no solo de una adecuada
    percepción pública de la ciencia y la
    tecnología sino de buenas actitudes
    frente a ellas, en razón de que usualmente este
    conocimiento sólo se maneja dentro del discurso,
    generalmente privado, y erudito, de los científicos e
    ingenieros. Es decir el no entendimiento público de la
    ciencia es otro elemento que bloquea la posibilidad de la
    globalización del mismo

    – Consecuentemente con lo anterior se dan situaciones en
    donde los grupos de
    presión u opinión públicos ven la
    ciencia como un obstáculo para el desarrollo en lugar de
    un facilitador lo cual retrasa la implementación de
    políticas o bloquea el flujo de fondos estatales para la
    investigación. Esto evidencia que el entendimiento
    público de la ciencia y la tecnología representan
    un tema que implica una presión y un reto intelectual
    enormes; un tema en donde la sociología del conocimiento
    tecno-científico tiene mucho que aportar.

    – La tecnología ha creado, por otra parte, una
    nueva identidad, que
    podríamos llamar la e-identidad (identidad
    electrónica) y su poder está llegando a todos los
    ámbitos de la sociedad. En este nuevo escenario social de
    la nueva economía no hay un poder político
    constituído; por ello es un espacio en donde no hay
    polis, no hay ciudadanos, sólo clientes,
    usuarios y consumidores; no hay bienes sino
    mercancías.

    – Finalmente, como otro gran factor de incidencia, es
    menester establecer que los derechos de propiedad
    intelectual y, particularmente, los derechos de propiedad
    industrial (protegidos por la vía de las patentes,
    registros,
    licencias, etc.) constituyen una formidable barrera para la
    difusión y globalización del conocimiento en tanto
    que restringen o imposibilitan el acceso al mismo y en los casos
    en que lo permiten lo hacen de manera superficial, sin
    posibilitar el acceso a la "black box" implícita en la
    tecnología protegida por esta vía. En todo caso, de
    este modo, el conocimiento se hace muy costoso por causa de la
    protección intelectual.

    De acuerdo con lo anterior, en el mundo globalizado, y
    según lo que se observa como tendencia creciente, el
    espíritu mercantilista transnacional de los países
    desarrollados y la conducta harto
    mercantilista de las organizaciones
    que se lanzaron a la conquista de los mercados allende las
    fronteras de sus países de origen, que datan desde mucho
    antes de la ola de liberalización y de internacional, han
    conducido a manejar y tratar la información y el
    conocimiento como una mercancía. Debemos preguntarnos,
    entonces si el conocimiento es una commodity
    (mercancía) y si, estamos asistiendo a la puesta en marcha
    de un mercado privado y mundializado del conocimiento? A juzgar
    por lo planteado el conocimiento sí está siendo
    tratado como una mercancía, lo que le eliminaría
    esa categoría de bien público y universal que se le
    otorgaba a la ciencia. El conocimiento en este contexto ya no
    sería visto como un "bien público", afecto a la
    búsqueda del bien común, que en gran medida se le
    atribuyó a la ciencia, sino como un producto que puede ser
    adquirido por el consumidor, colectivo o individual. De manera
    consecuente, parece evidente que las asimetrías existentes
    (a nivel político, económico y militar) entre los
    países desarrollados y los periféricos, no
    aconsejarían establecer el libre comercio de
    esa "mercancía", simple y sencillamente porque aquellos
    arrasarían. Pero, infortunadamente, la realidad es que el
    conocimiento ha hecho un tránsito de bien público a
    mercancía.

    Para terminar esta exploración de los factores
    que constituyen barreras contra la globalización del
    conocimiento, digamos que en un mundo donde los dominadores de la
    globalización son la triada conformada por EEUU,
    Japón y Europa, surgen factores que crean disputas de
    nunca acabar dentro de los países de la triada (Ancarani,
    1995), lo que a su vez repercute sobre las relaciones con los
    países periféricos. Ente otros, he aquí
    algunos de los más importantes:

    • – Derechos de propiedad intelectual
    • – Transferencia de tecnología
    • – Ventajas injustas procedentes de políticas
      industriales
    • – Acceso a mercados
    • Dumping y
      prácticas comerciales desleales
    • – Participación de compañías
      basadas en control foráneo en proyectos financiados por
      los gobiernos
    • – El no evitar tendencias hacia posturas
      proteccionistas
    • – No contribución equitativa de todos los
      países hacia la reciprocidad e investigación
      básica del mundo en intercambios
      científicos
    • – Imposibilidad o restricción de los gobiernos
      para escoger estrategias
      domésticas más apropiadas mientras satisface los
      requerimientos y reglas internacionales
    • – Estados y empresas parecen operar con un
      entendimiento harto sobresimplificado de la naturaleza
      interconectada y culturalmente contextualizada de la ciencia y
      la tecnología..

    Para los investigadores en estudios de ciencia y
    tecnologia, la globalización de la ciencia y la
    tecnología ofrece un gran campo de investigación y
    clarificación teórica.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter