- Ideología
- La
Suástica - El
Holocausto - Técnicas y
métodos de desubjetivación - Deportación y
Traslado - Confinamiento
- Pérdida de las
referencias simbólicas - Ataque a la dignidad y la
libertad individual - Los
Victimarios - Las víctimas
sobrevivientes - Algunos
campos - Conclusión
- Bibliografía
Sobran palabras para describir lo que el Holocausto
fue. Prácticamente, el intento de hacer desaparecer de
la Tierra a
una categoría racial completa, ninguna idea nueva para la
época podríamos decir, pero lo asombroso del caso
es la convicción con la que fue realizada.
La expresión más estremecedora de lo que
el nuevo orden europeo
Nazi supuso fue el holocausto judío, que
significó un cambio
esencial en la experiencia colectiva de la Humanidad a
través de los siglos.
Fue la aniquilación sistemática y
burocrática de seis millones de judíos.
Pero ellos no fueron las únicas victimas,
también más de tres millones de
prisioneros de guerra
soviéticos fueron asesinados debido a su nacionalidad.
Los polacos fueron enviados a realizar trabajos forzados, y como
resultado, casi dos millones perecieron.
Los campos de concentración representan en su
totalidad la ideología y lo que fue el Holocausto.
Construidos para matar. Los damnificados fueron llevados de
manera ingenua hacia ellos.
Hoy en día quedan muchas dudas sobre el tema, las
cuales sólo podemos intentar responder a través de
teorías
y análisis.
¿Qué es lo que llevo a Adolf Hitler a
realizar conscientemente tal masacre? Hay muchas preguntas,
algunas de las cuales trataré de responder en esta
monografía, pero algunas otras (muchas de
hecho) quedaran sin resolver.
La fuerza del
movimiento
nacionalista ha sido producto de su
falta de perfil, es decir que la falta de determinación y
la ambigüedad de su objetivo
resultó beneficioso para su poder de
atracción, según Niekisch.
Sin embargo, no podemos deducir que Hitler
simplemente pretendía llegar al poder y no realizar
ciertos objetivos.
Básicamente pensaba en implantar la ideología
nacionalista. La cual es intolerante y no se puede conformar con
un papel de "un partido entre otros", sino que exige su propia,
total y exclusiva aceptación. No puede permitir la
tradicional concepción del estado.
En el centro de este sistema estaba la
idea de la raza. Sólo la raza blanca, al contrario de la
negra y amarilla, es capaz de desarrollar fuerzas creadoras.
Dentro están los arios y germanos, cuya sangre es la
menos mezclada, son los seres más nobles y valiosos. En el
polo opuesto se hallan los semitas, físicamente
degenerados y espiritualmente sin capacidad creadora. El destino
de los arios es dominar el mundo, lo que sólo
podrán lograr si mantienen su valiosa sangre lo más
pura posible y no permiten que se degenere en una mezcla de
razas. La raza de los judíos y semitas queda como una de
bastardos, cuya existencia es pecado y un crimen contra las
sagradas leyes de la
vida.
Tras investigaciones
de Wilfried Daim resulta razonable pensar que Hitler
recibió sus conceptos racistas a través del ex
monje Lanz V. Lievenfels, quien publica unos folletos baratos y
primitivos titulados Ostara-Heften. Trataban sobre la raza
azul-rubia, que según el autor es la obra maestra de los
Dioses, mientras que la raza negra es la chapucería de los
demonios. Toda la fealdad y maldad procede de la mezcla de razas.
El lema de Lanz: "¡Rubios, armaos para reconquistar el
mundo!"
Falta saber hasta que punto Hitler se dejó
influenciar por estos absurdos e inhumanos argumentos. Karl
Lueger, el alcalde más influyente de todos los tiempos,
era antisemita. De este antisemitismo,
Hitler lo aprendió a valorar como un instrumento de
propaganda.
Pero para Lueger el antisemitismo terminaba cuando el se
convertía a la fe cristiana, al contrario de Hitler, que
creía que un judío era siempre judío y
estaba condenado a una eterna inferioridad. No hay judíos
decentes, que sean tan malos que casi puedan compararse a los
arios, pues una persona no puede
negar su raza.
Aquí se fundamentaba el antisemitismo, que en
Alemania por
motivos religiosos y económicos, ya existía desde
mucho antes. Previamente, en la condición no racial, se
manifestaba de forma esporádica, en que la mayoría
no judía hacía responsable a la minoría
judía-por su aspecto, forma de vestir, religión y otras
costumbres se diferenciaban- de la miseria, necesidad y de los
propios fallos. Ahora en el antisemitismo racial, el judío
simplemente por pertenecer a la esta raza es considerado como un
peligro para la humanidad.
Partiendo de este perverso concepto racial,
Hitler interpreta erróneamente el desarrollo de
la historia humana
hasta entonces:
«El ario avasalló a los seres inferiores y
los utilizó para trabajos serviles bajo su mando. No
sólo conservó el poder sino que siguió
siendo el único conservador y creador de la cultura. En
cuanto los avasallados empezaron a elevarse y se acercaron,
incluso en su idioma, al conquistador, se derribó la pared
divisoria entre señor y criado.
De este modo se hunden las culturas y los imperios, para
dejar sitio a nuevas formaciones. La Humanidad no se arruina por
las guerras
perdidas, sino por la pérdida de esa fuerza de resistencia que
sólo posee la sangre pura.
La ideología ve al estado como el principal medio
para lograr la conservación de la pureza racial. No cree
en la igualdad de
razas, acepta su diversidad, su valor superior
e inferior y fomenta la victoria de la mejor y la más
fuerte y exige la subordinación de la peor.
La cultura y la civilización de nuestro
continente están ligadas a la existencia del ario. Existe
un derecho humano, el más sagrado: mantener pura la
sangre, para crear la posibilidad de un desarrollo más
noble de sus componentes. Un estado nacional deberá evitar
que el matrimonio
favorezca la permanente ignominia de la raza. »
Estos comentarios dejan ver claramente los siguientes
elementos, los cuales carecen completamente de fundamento
científico:
- La pertenencia a una raza es el punto de partida de
todas las demás reflexiones. - La pertenencia a una raza viene determinada por la
faceta hereditaria, por la sangre. - Los diferentes seres humanos y razas no poseen el
mismo valor. «El contraste más fuerte del ario
lo forma el judío.» - Conceptos como «lucha por la
existencia» «selección del mejor»
«sobreviven los más fuertes», que Darwin
creó, fueron transferidos por Hitler a la sociedad
humana. Toda la naturaleza
es una lucha gigantesca entre la fuerza y la debilidad. La
idea de la lucha es tan vieja como la vida misma, ya que solo
se conserva por el hecho de que otra vida perece a la
lucha. - «El derecho del más fuerte» y la
máxima valoración del ario se apoyan en las
leyes eternas de la naturaleza. - El máximo deber del estado es mantener pura
y elevada la raza aria y preservarla de la mezcla de
sangre.
Buscaba siempre al judío como culpable donde algo
se le oponía o donde reinaban las circunstancias que
él no quería aceptar. Todo lo reducía a
inventos del
judaísmo, y sería siempre el eterno
enemigo.
El movimiento se encargaba de que por lo menos en
Alemania, se viese quien es era el enemigo mortal. Hitler
creía actuar en el sentido del Creador todopoderoso:
librándose del judío luchó para la obra del
señor. El objetivo no era sólo devolver la libertad a los
pueblos tiranizados por el judío, sino también
acabar con él.
Hitler por el hecho de no ser judío, se
sentía como algo superior, y que a causa de su conocimiento
del judaísmo, estaba llamado a salvar la parte más
valiosa.
El hombre que,
por orden de Hitler, contribuyó de la manera más
horrible a que en el Tercer Reich cambiaran realmente las cosas,
que estas locuras raciales fueran realizadas fue Heinrich
Himmler, máximo responsable después de Hitler,
expresó su confuso biologismo racial así:
«El hombre
inferior, biológicamente parece completamente de igual
especie. Su nivel espiritual es y anímico es más
bajo que el del animal. En el interior hay un horrible caos de
manías brutales y desenfrenadas: la voluntad
increíble de destrucción, la avidez más
primitiva, la bajeza más desnuda. ¡Ser inferior,
nada más!»
De estas teorías raciales de Hitler derivaban a
otros dos elementos: la no aceptación de la democracia a
favor del estado germano de un Führer y el derecho de los
alemanes arios a combatir a los inferiores.
El lugar de la democracia ocupaba el
románticamente llamado "principio del Führer", que en
el Tercer Reich tenía la finalidad de hacer respetar
sólo la voluntad de Hitler. El presidente de una
sección es nombrado por el Fürer que le sigue en
jerarquía. No existen juntas de votación,
sólo ejecutivas. Siempre el jefe es nombrado desde arriba,
y a la vez, es dotado de autoridad
absoluta.
Quien pretende ser Führer acepta, junto con la
autoridad absoluta, también la última y más
grave responsabilidad. El que no es capaz de ello no
sirve.
Los nacionalistas se aferraron a los objetivos de
política
exterior, para proporcionar al pueblo alemán las tierras
que le convienen en este mundo. Sus antepasados no recibieron las
tierras donde ellos viven como regalo del cielo, por lo que
deberán luchar para obtenerlas.
Si nos preguntamos cómo ha sido posible que tal
ideología llegara al poder, han de tenerse en cuenta las
circunstancias. Durante el tiempo de
lucha, por motivos tácticos, fue propagándose de
una manera tan difusa que todo el mundo podría estar
dispuesto a experimentar el movimiento hitleriano. Si el hombre
humilde lo veía con indiferencia y deseaba a Hitler
sólo como hombre fuerte, que debería asegurar para
el futuro su existencia.
Pero una vez llegado al poder, Hitler no supo convencer
al pueblo alemán del contenido moral de su
ideología. A pesar de sus dotes oratorias, nunca pudo
convencer a la masa para que pusiera en práctica sus
principios de
eutanasia,
jamás supo justificarlo. Tuvo que ocultar ante los ojos
del pueblo el exterminio de los judíos, emprendido en masa
y sistemáticamente.
Hitler alcanzó el poder y se mantuvo durante doce
años. Gracias a su talento de orador y organizador, la
capacidad de ganarse colaboradores eficaces. De esta
ideología nació el fanatismo, ah la fuerza de
voluntad y fe de Hitler. En su absurda obsesión
dejó que millones de valientes soldados se desangraran en
los campos de batalla de la Segunda Guerra
Mundial, dejó que Alemania se hundiera en la pobreza, e
hizo matar a millones de judíos. La dignidad, y el
valor del individuo, la
humanidad y el amor
cristiano y la responsabilidad ante Dios habían
muerto.
Teorías y vínculo nazi
Las connotaciones negativas que afectaron a la
esvástica por su utilización por los nazis llevaron
a la casi extinción de su uso simbólico e incluso
meramente decorativo.
Al acercarnos a la interpretación actual de la
esvástica percibimos un sentimiento de rechazo hacia el
recuerdo de Hitler y la segunda guerra
mundial. Y de un símbolo respetado y querido por todos
los pueblos ha llegado para muchos de ellos a ser la imagen nefasta
del odio y la violencia.
La causa para que los nazis eligieran este
símbolo es ambigua, su adopción,
el 20 de diciembre de 1920 por Adolf Hitler consagra la
esvástica como emblema de el Partido Obrero
Nacional-socialista.
El identificar el Sol y el Poder
fueron ideales de la parafernalia militar nazi que podrían
ser una de las razones para asociar a la esvástica, pero
no la única.
En la documentación y hallazgos encontrados sobre
su uso entre los pueblos de Europa
precristiana (arios del norte y los romanos) vemos el mismo
significado, pero existen otros datos casi
desconocidos sobre la relación mística que une a la
esvástica y a Hitler como su principal
promotor.
Los mitos, los
símbolos y la ideología nacionalista
habían sido ya desarrollados por una corriente ocultista
cuya actividad puede documentarse desde finales del siglo XIX y
comienzos del XX. Sólo faltaba el director de orquesta: Un
líder
capaz de hipnotizar a las masas.
Constituye la tragedia más espantosa padecida por
el pueblo judío. La masacre marca a
culminación de una larga cadena histórica de
persecuciones, discriminaciones y confinamientos.
La condición humana mostró en los campos
de concentración nazis su aspecto más terrible. El
mal apareció sobre las sociedades
más evolucionadas de Europa.
El resurgimiento del neonazismo llega al extremo de
negar la existencia de los hechos históricos. De este modo
el delirio de la barbarie se continúa con el delirio de
negación de la existencia. El nazismo
generó y se movió en una zona de goce
mortífero que desmiente, en cualquier caso, la
aceptación de la realidad tal cual es, para reemplazarla
por otro orden, y que cuando esta operación
psicótica fracasa, reincide en la renegación y el
desconocimiento histórico de los hechos que generó.
Los procedimientos
perversos tendían a crear un orden psicótico del
universo,
signado por la megalomanía y el delirio paranoico de amos
crueles que desconocían la piedad.
Teorizar es el único modo de recubrir con
algún sentido posible el sin sentido más radical de
una catástrofe. Durante muchos años, judíos
y no judíos nada quisieron saber del horror, con la
fantasía maníaca de que reprimir los hechos los
liberaba de la reviviscencia de experiencias traumáticas.
La magnitud de aquellos trágicos acontecimientos impone la
asunción auténtica de una posición
militante, la que siempre implica una denuncia y una
oposición a la cual derivó una en la masacre
fría y planificada, a escala
"industrial", de millones de inocentes, cuyo único
delito fue no
pertenecer a la raza aria supuesta superior.
La planificación del exterminio de todo un
pueblo por el mero hecho de encarnar la diferencia, y la
concreción de ese proyecto macabro.
La estrategia
militar alemana indicaba no distraer esfuerzos bélicos en
la destrucción física de los
deportados, dadas las necesidades tácticas militares
imperiosas del esfuerzo de guerra en un momento desfavorable de
la contienda. El alto mando militar nazi prefirió poner en
riesgo el
triunfo militar con tal de no ceder la destrucción
sistemática de los judíos.
Los jerarcas nazis sacrificaron todos los beneficios que
hubieran podido obtener de la esclavitud
forzada a la que sometieron a los judíos y a otros
grupos. Ni
siquiera la conveniencia de la mano de obra gratuita de los
prisioneros, que les reportaba una enorme producción de riqueza los disuadía
de su aniquilamiento. Nada se interpuso, ni las propias
conveniencias económicas o militares, a la pasión
demencial por la destrucción del diferente. El exterminio
brutal de mujeres y niños y
ancianos da cuenta de lo dicho, así como la metodología cruel y refinada de los
métodos
de tortura y aniquilamiento.
La confrontación que se venía gestando con
el judaísmo derivó finalmente en la sanguinaria
exterminación de los judíos. Las conductas
sublimatorias en todas sus expresiones fueron erradicadas en
función
de una escala de valores
asentada en la sangre y la fuerza. El judaísmo molesta
porque viene a recordarle al hombre que todos somos sujetos de la
Ley. Su
ética,
que aparece en el mito de los
Diez Mandatos, perturba en tanto es el obstáculo
definitivo al goce que pretendían reintroducir los devotos
del culto de la muerte. El
discurso
bíblico, construido por palabras y metáforas
abiertas a múltiples interpretaciones, pretendió
ser reemplazado por el dogma inmutable de la superioridad racial
de un hombre que escribió Mi lucha (Hitler) un conjunto
desarticulado de pensamientos delirantes.
Se quiso reemplazar, entonces, el texto
bíblico, por la palabra de un líder
mesiánico. Durante el nazismo, la potencia
libidinal del verbo fue reemplazada por las metáforas
cristalizadas de un discurso que buscó perpetuar
órdenes y mandatos de muerte,
pretendiendo recuperar la pureza de un origen que define para
siempre la supremacía paranoica de los
elegidos.
Quizás antes de disolverse en la angustia de todo
vacío existencial recrearían otros perseguidos, tal
como afirmo Sastre: "Si los judíos no hubieran existido
los hubieran inventado…"
Los judíos fueron entonces destinatarios del odio
inextinguible de la omnipotencia narcisista de los nazis, dado
que aquéllos habían hecho oscilar, la identidad del
ser de su pretendida autoconstitución a su
autoconstrucción, a partir de de una apertura
radical.
Así escribe Lyotard: "Lo más real de los
judíos reales es que Europa, por lo menos no sabe
qué hacer con ellos: cristiana, exige su
conversión; monárquica, los expulsa; republicana,
los integra; nazi, los extermina."
El nazismo evidencia en toda su magnitud inflexiones
universales del psiquismo, tales como la tendencia al goce y al
sacrificio masoquista que todos albergamos en mayor o menor
medida, por lo que su estudio debe servir para ser más
inteligible la condición humana, y para advertir y
prevenir a todas aquellas manifestaciones de intolerancia que,
aunque menores o nimias en sus comienzos, albergan el germen de
lo impredecible. Se trata entonces de captar los mecanismos
psicopatológicos que presidieron aquel desastre, no
sólo en los culpables legales, tales como los jerarcas del
Tercer Reich y las SS, sino también en todos aquellos
responsables morales del silencio frente al exterminio de los
judíos.
Persistirá el núcleo de
incomprensión, que se corresponde con el silencio que
preside a toda locura asesina, el que permanecerá opaco e
irreducible a toda metaforización.
Técnicas
y métodos de desubjetivación
Los nazis se consagraron con pasión obsesiva a
cosificar a los judíos. Además la tarea feroz de
despersonalización que infligieron perseguía la
aviesa intención de quebrar física y
psicológicamente a sus futuras víctimas, para
evitar cualquier resistencia por parte de estas. Buscaban
consumar el exterminio con la máxima asepsia emocional. La
tarea de cosificación reconoce dos momentos:
- La segregación total de las víctimas a
través de cientos de decretos y normas
tendientes a impedirles vivir integrados con la población aria. Se les prohibía
así comerciar, estudiar, etc., con la población
aria. El objetivo era aislar a los judíos del resto.
Segregar para deshumanizar fue la primera consigna
implícita del régimen. Las leyes de Nuremberg
(1935) sancionaron legalmente la política antisemita, y
transformaron a los judíos en súbditos y
ciudadanos de segunda categoría. Los profesionales
judíos no podían atender a pacientes arios, y las
domésticas alemanas no podían prestar servicios en
hogares judíos. La quema pública de libros de
autores y pensadores judíos en Mayo de 1933
señaló el inicio de una conducta de
forclusión radical del otro. Esta debía comenzar
con la destrucción de libros, que son el fundamento de
la existencia diferenciada de los diversos grupos humanos.
Aún el más salvaje de los exterminios
requirió para su consumación el dictado de una
legislación de excepción, la que pretendía
otorgar legitimidad y verosimilitud al delirio de una ciencia
mitologizada al servicio del
puro goce de los amos obsesionados por la muerte. - El aislamiento y la discriminación en los guetos fueron
seguidos por el tétrico confinamiento en los campos de
concentración. En ellos se consumó la más
atroz de las degradaciones de la que se tenga memoria
histórica, planificada en sus menores detalles por
científicos e intelectuales, que actuaron con la más
fría premeditación. Luego de esta
degradación provocada, los aniquilaban con la mayor
frialdad. Desaparecía así cualquier riesgo de
identificación emocional con lo humano del semejante, lo
cual podría eventualmente cuestionar la eficacia de la
tarea. Para prevenirse de cualquier vacilación o
debilidad en la ejecución fría de mujeres
indefensas y niños, reemplazaron el fusilamiento por la
técnica impersonal de la cámara de gas.
El proceso
comenzaba con la deportación intempestiva y brutal de
poblaciones enteras, que eran literalmente arrancadas de sus
lugares de origen y encerradas en trenes para su traslado al
campo de exterminio. Este traslado era en sí mismo un
suplicio y una agonía: Los judías eran hacinados en
vagones de carga, sin alimentos ni
bebidas, en deplorables condiciones de higiene.
Con la llegada al campo se iniciaba una tecnología reglada de
despersonalización que comenzaba con la sustracción
de las ropas y pertenencias de las víctimas. El despojo
era total, lo cual creaba una sensación de pérdida
de identidad, que se consumaba con el rapado – agresivo y
doloroso – de hombres y mujeres. La imagen corporal se
lesionaba, el hombre y la mujer
perdían todos sus emblemas identificatorios. Todos
habían sido convertidos en seres uniformes. La falta de
relojes así como de todo contacto con el exterior,
abolía la dimensión histórica del tiempo,
sumiéndolos en una atemporalidad aterradora en la que no
cabía la esperanza. La falta de vida sexual, la
eliminación de caracteres sexuales secundarios, la
abolición del ciclo
menstrual y la carencia de nacimientos, transformaban el
campo en un lugar sórdido donde reinaba la
muerte.
Pérdida de
las referencias simbólicas
Se agregaba la máxima deprivación
simbólica, la del nombre, que era reemplazado por un
número tatuado. El nombre propio son el núcleo de
su identidad, y el hecho de que haya sido reemplazado por un
número nos da la idea de una "cosa" a un ser
humano.
Además la falta total de rituales
simbólicos como ceremonias de nacimiento, honras
fúnebres, festividades, etc., conformaban un tiempo
continuo. Las víctimas sobrevivían desnutridas y
subalimentadas, en un mundo demarcado por alambres
electrificados, aislados totalmente del exterior.
Ataque a la dignidad
y la libertad individual
Era el reino del puro capricho de amos omnipotentes, que
disponían a su antojo de la vida y la muerte de cualquiera
de sus víctimas. No había leyes ni normas y los
victimarios ante cualquier nimiedad podían disponer
torturas y ejecuciones masivas. Sin más límite que
el propio deseo autoritario elevado a la categoría de ley.
No podían tolerar que alguna de sus víctimas
decidiera, el nombre de una libertad desesperada,
procurársela con el suicidio. Todo
intento de autodeterminación debía ser severamente
castigado.
El genocidio fue resultado de la trágica
confluencia de factores socio históricos y la emergencia
en acto de las condiciones potenciales de la estructura
inconsciente, que alberga tendencias tanáticas de goce.
Estas se hayan prontas a expresarse en cuanto a las condiciones
colectivas que evidencian serias conmociones económicas y
políticas.
Frente a la grave desestabilización por la que
atravesaba la sociedad alemana surgió el liderazgo de
Hitler quien pudo trasformar la realidad a la medida de sus
delirios. El complot universal y el cataclismo del mundo previo
los hizo realidad y el orden del mundo sería reestablecido
por el nazismo. El exterminio comenzó con el asesinato
nominal de las futuras víctimas. Esta muerte
simbólica, previa a la muerte real, perseguía dos
efectos:
- Destruir y quebrar moralmente a las víctimas a
transformarlas en objetos, quitándoles la fuerza
psíquica para oponerse a su eliminación. Las
víctimas, desubjetivadas al extremo, se entregaban a la
muerte liberadora, con la ilusión prospectiva del
descanso eterno. Esto se pulverizó frente a la
perversión del nazismo. Los nazis pretendían
despojar al sujeto de lo que le es más intransferible,
el nombre. Se referían a las víctimas como
mercaderías para reducirlas a menos despojos
físicos. El régimen optó por hacer
desaparecer los cuerpos mediante su incineración, pero
previamente intentó con un discurso despojar al lenguaje de
su potencia libidinal. Es posible que la acumulación de
los restos putrefactos recordara una y otra vez a los verdugos
la acción devastadora que habían
realizo. - El asesinato nominal y la objetivación
nadificante, tenía el objetivo de facilitar el
exterminio de estos virus
indeseables. Se pudo preservar la buena conciencia
de los asesinos. Estos poseían una personalidad
que instrumenta la desmentida como mecanismo defensivo.
Sólo así se puede llegar a entender la extrema
disociación de asesinos brutales que trabajaban en
campos de exterminio.
Cada jerarca se especializaba en una labor
específica, tratando de cumplir eficientemente su cometido
sin asumir las consecuencias como eslabón de la cadena que
integraba.
Los nazis transformaron de este modo en
tecnócratas y burócratas de la muerte encargados de
cumplir con eficiencia su
compromiso con el Führer.
En el borde del colapso, las víctimas que
sobrevivieron implementaron la más seria de las
negociaciones, casi la suspensión del devenir del sujeto.
Transformados en autómatas, sobrevivieron en un estado de
despersonalización y distanciamiento de sí, cercano
al borde del enajenamiento de sí mismos.
El retorno de los sobrevivientes de los campos de
exterminio confrontó a la humanidad seres que
habían atravesado el límite de lo simbólico,
porque padecieron las peores mortificaciones y suplicios
infligidos deliberadamente por un grupo humano
mayoritario a otro.
Eran auténticos mensajeros del horror, que una
primera instancia provocaban el descreimiento – con la
indeseable perturbación que genera la atribución de
la locura a quien narra lo que se cree imposible – y en una
segunda instancia, cierta molestia e incomodidad por tener que
convivir con hombres que representaban lo que no debió
ocurrir jamás.
- Auschwitz-Birkenau (Polonia)
Situado en Polonia, a unos 60 Km. al oeste de Cracovia,
en el norte de Silesia Oriental, que fue anexionada por la
Alemania nazi tras la invasión de Polonia en septiembre de
1939.
Aunque no hay cifras muy exactas, de los 405.000
prisioneros registrados, sobrevivieron 65.000. De los 16.000
prisioneros de guerra soviéticos, sobrevivieron
96.
Varias estimaciones sugieren que se asesinó a 1,6
millones de personas.
- MAUTHAUSEN (AUSTRIA)
Situado a 20 Km. de Linz (Austria).
Creado el 8 de agosto de 1938.
Número total de victimas estimado entre 120.000 y
150.000 muertos.
Dicen los que han estado que es un sitio
maravilloso.
Situado en el centro del valle del Danubio.
- BUCHENWALD (ALEMANIA)
El campo de concentración Buchenwald fue
construido en Julio de 1937 sobre la colina del Ettersberg en la
cercanía de la ciudad de Weimar.
Fue destinado primeramente a prisioneros de carácter político, opositores al
régimen nazi, así como también a los
judíos, testigos de Jehová, homosexuales y los
denominados antisociales, extendiéndose el espectro con el
comienzo de la segunda guerra mundial,
en donde fueron detenidos representantes de diferentes
naciones.
El día de la liberación, el 95 % de los
detenidos era de origen extranjero.
Todos conocemos el hecho, lo analizamos, damos opiniones
y lo investigamos. La curiosidad, creo, es uno de los factores
más influyentes que lo hacen permanecer vivo, y cada
día más polemizado. Tenemos la monótona idea
de que fue una injusticia, llevada a cabo por un "loco" y sus
seguidores. No estoy justificando nada, pero tal vez antes de
quedarnos con lo primero que se nos viene a la mente (la
típica reacción moralista), deberíamos
conocer un poco más el porqué de lo sucedido, todos
tenemos razones que nos hacen reaccionar como lo
hacemos.
Si bien fue un homicida con un patológico sentido
de justicia y
dominación, no fue ni será el único.
Él enarbolaba la bandera de la dominación y
supremacía aria, otros enarbolan la libertad y la
razón que les dan los listones rojos y blancos y las 50
estrellas de su bandera.
Creo que desde un punto de vista de estratega es de una
admiración única lo que Hitler logró. Tuvo
la fuerza, el excelente manejo del discurso además de un
poder de persuasión único para conquistar gran
parte de la sociedad alemana. Una frase suya:
"El pueblo esta dispuesto a tragarse cualquier mentira,
siempre y cuando esta sea lo suficientemente grande."
Motivó a hacer lo que el creía correcto,
cuando cualquiera lo hubiese visto totalmente erróneo.
¿Cómo se convence a tanta gente de algo tan
irracional?
Conclusión: Cualquier forma de dominio es
mala.
- ZENTNER, KURT
"El tercer Reich"
Barcelona, Editorial Bruguera, 1980, Págs.
13, 14, 15,16,75,127,135,159-172.- MILMANIENE, José E.
"El holocausto. Una lectura
psicoanalítica"
Buenos Aires, Editorial Paidós, 1996,
Págs. 13-29,
49-54,69, 81-88, 137-147.
Sole Luques