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El Holocausto




Enviado por sole_luques



    1. Ideología
    2. La
      Suástica
    3. El
      Holocausto
    4. Técnicas y
      métodos de desubjetivación
    5. Deportación y
      Traslado
    6. Confinamiento
    7. Pérdida de las
      referencias simbólicas
    8. Ataque a la dignidad y la
      libertad individual
    9. Los
      Victimarios
    10. Las víctimas
      sobrevivientes
    11. Algunos
      campos
    12. Conclusión
    13. Bibliografía

    Introducción

    Sobran palabras para describir lo que el Holocausto
    fue. Prácticamente, el intento de hacer desaparecer de
    la Tierra a
    una categoría racial completa, ninguna idea nueva para la
    época podríamos decir, pero lo asombroso del caso
    es la convicción con la que fue realizada.

    La expresión más estremecedora de lo que
    el nuevo orden europeo

    Nazi supuso fue el holocausto judío, que
    significó un cambio
    esencial en la experiencia colectiva de la Humanidad a
    través de los siglos.

    Fue la aniquilación sistemática y
    burocrática de seis millones de judíos.
    Pero ellos no fueron las únicas victimas,
    también más de tres millones de
    prisioneros de guerra
    soviéticos fueron asesinados debido a su nacionalidad.
    Los polacos fueron enviados a realizar trabajos forzados, y como
    resultado, casi dos millones perecieron.

    Los campos de concentración representan en su
    totalidad la ideología y lo que fue el Holocausto.
    Construidos para matar. Los damnificados fueron llevados de
    manera ingenua hacia ellos.

    Hoy en día quedan muchas dudas sobre el tema, las
    cuales sólo podemos intentar responder a través de
    teorías
    y análisis.

    ¿Qué es lo que llevo a Adolf Hitler a
    realizar conscientemente tal masacre? Hay muchas preguntas,
    algunas de las cuales trataré de responder en esta
    monografía, pero algunas otras (muchas de
    hecho) quedaran sin resolver.

    Ideología

    La fuerza del
    movimiento
    nacionalista ha sido producto de su
    falta de perfil, es decir que la falta de determinación y
    la ambigüedad de su objetivo
    resultó beneficioso para su poder de
    atracción, según Niekisch.

    Sin embargo, no podemos deducir que Hitler
    simplemente pretendía llegar al poder y no realizar
    ciertos objetivos.
    Básicamente pensaba en implantar la ideología
    nacionalista. La cual es intolerante y no se puede conformar con
    un papel de "un partido entre otros", sino que exige su propia,
    total y exclusiva aceptación. No puede permitir la
    tradicional concepción del estado.

    En el centro de este sistema estaba la
    idea de la raza. Sólo la raza blanca, al contrario de la
    negra y amarilla, es capaz de desarrollar fuerzas creadoras.
    Dentro están los arios y germanos, cuya sangre es la
    menos mezclada, son los seres más nobles y valiosos. En el
    polo opuesto se hallan los semitas, físicamente
    degenerados y espiritualmente sin capacidad creadora. El destino
    de los arios es dominar el mundo, lo que sólo
    podrán lograr si mantienen su valiosa sangre lo más
    pura posible y no permiten que se degenere en una mezcla de
    razas. La raza de los judíos y semitas queda como una de
    bastardos, cuya existencia es pecado y un crimen contra las
    sagradas leyes de la
    vida.

    Tras investigaciones
    de Wilfried Daim resulta razonable pensar que Hitler
    recibió sus conceptos racistas a través del ex
    monje Lanz V. Lievenfels, quien publica unos folletos baratos y
    primitivos titulados Ostara-Heften. Trataban sobre la raza
    azul-rubia, que según el autor es la obra maestra de los
    Dioses, mientras que la raza negra es la chapucería de los
    demonios. Toda la fealdad y maldad procede de la mezcla de razas.
    El lema de Lanz: "¡Rubios, armaos para reconquistar el
    mundo!"

    Falta saber hasta que punto Hitler se dejó
    influenciar por estos absurdos e inhumanos argumentos. Karl
    Lueger, el alcalde más influyente de todos los tiempos,
    era antisemita. De este antisemitismo,
    Hitler lo aprendió a valorar como un instrumento de
    propaganda.
    Pero para Lueger el antisemitismo terminaba cuando el se
    convertía a la fe cristiana, al contrario de Hitler, que
    creía que un judío era siempre judío y
    estaba condenado a una eterna inferioridad. No hay judíos
    decentes, que sean tan malos que casi puedan compararse a los
    arios, pues una persona no puede
    negar su raza.

    Aquí se fundamentaba el antisemitismo, que en
    Alemania por
    motivos religiosos y económicos, ya existía desde
    mucho antes. Previamente, en la condición no racial, se
    manifestaba de forma esporádica, en que la mayoría
    no judía hacía responsable a la minoría
    judía-por su aspecto, forma de vestir, religión y otras
    costumbres se diferenciaban- de la miseria, necesidad y de los
    propios fallos. Ahora en el antisemitismo racial, el judío
    simplemente por pertenecer a la esta raza es considerado como un
    peligro para la humanidad.

    Partiendo de este perverso concepto racial,
    Hitler interpreta erróneamente el desarrollo de
    la historia humana
    hasta entonces:

    «El ario avasalló a los seres inferiores y
    los utilizó para trabajos serviles bajo su mando. No
    sólo conservó el poder sino que siguió
    siendo el único conservador y creador de la cultura. En
    cuanto los avasallados empezaron a elevarse y se acercaron,
    incluso en su idioma, al conquistador, se derribó la pared
    divisoria entre señor y criado.

    De este modo se hunden las culturas y los imperios, para
    dejar sitio a nuevas formaciones. La Humanidad no se arruina por
    las guerras
    perdidas, sino por la pérdida de esa fuerza de resistencia que
    sólo posee la sangre pura.

    La ideología ve al estado como el principal medio
    para lograr la conservación de la pureza racial. No cree
    en la igualdad de
    razas, acepta su diversidad, su valor superior
    e inferior y fomenta la victoria de la mejor y la más
    fuerte y exige la subordinación de la peor.

    La cultura y la civilización de nuestro
    continente están ligadas a la existencia del ario. Existe
    un derecho humano, el más sagrado: mantener pura la
    sangre, para crear la posibilidad de un desarrollo más
    noble de sus componentes. Un estado nacional deberá evitar
    que el matrimonio
    favorezca la permanente ignominia de la raza. »

    Estos comentarios dejan ver claramente los siguientes
    elementos, los cuales carecen completamente de fundamento
    científico:

    1. La pertenencia a una raza es el punto de partida de
      todas las demás reflexiones.
    2. La pertenencia a una raza viene determinada por la
      faceta hereditaria, por la sangre.
    3. Los diferentes seres humanos y razas no poseen el
      mismo valor. «El contraste más fuerte del ario
      lo forma el judío.»
    4. Conceptos como «lucha por la
      existencia» «selección del mejor»
      «sobreviven los más fuertes», que Darwin
      creó, fueron transferidos por Hitler a la sociedad
      humana. Toda la naturaleza
      es una lucha gigantesca entre la fuerza y la debilidad. La
      idea de la lucha es tan vieja como la vida misma, ya que solo
      se conserva por el hecho de que otra vida perece a la
      lucha.
    5. «El derecho del más fuerte» y la
      máxima valoración del ario se apoyan en las
      leyes eternas de la naturaleza.
    6. El máximo deber del estado es mantener pura
      y elevada la raza aria y preservarla de la mezcla de
      sangre.

    Buscaba siempre al judío como culpable donde algo
    se le oponía o donde reinaban las circunstancias que
    él no quería aceptar. Todo lo reducía a
    inventos del
    judaísmo, y sería siempre el eterno
    enemigo.

    El movimiento se encargaba de que por lo menos en
    Alemania, se viese quien es era el enemigo mortal. Hitler
    creía actuar en el sentido del Creador todopoderoso:
    librándose del judío luchó para la obra del
    señor. El objetivo no era sólo devolver la libertad a los
    pueblos tiranizados por el judío, sino también
    acabar con él.

    Hitler por el hecho de no ser judío, se
    sentía como algo superior, y que a causa de su conocimiento
    del judaísmo, estaba llamado a salvar la parte más
    valiosa.

    El hombre que,
    por orden de Hitler, contribuyó de la manera más
    horrible a que en el Tercer Reich cambiaran realmente las cosas,
    que estas locuras raciales fueran realizadas fue Heinrich
    Himmler, máximo responsable después de Hitler,
    expresó su confuso biologismo racial así:
    «El hombre
    inferior, biológicamente parece completamente de igual
    especie. Su nivel espiritual es y anímico es más
    bajo que el del animal. En el interior hay un horrible caos de
    manías brutales y desenfrenadas: la voluntad
    increíble de destrucción, la avidez más
    primitiva, la bajeza más desnuda. ¡Ser inferior,
    nada más!»

    De estas teorías raciales de Hitler derivaban a
    otros dos elementos: la no aceptación de la democracia a
    favor del estado germano de un Führer y el derecho de los
    alemanes arios a combatir a los inferiores.

    El lugar de la democracia ocupaba el
    románticamente llamado "principio del Führer", que en
    el Tercer Reich tenía la finalidad de hacer respetar
    sólo la voluntad de Hitler. El presidente de una
    sección es nombrado por el Fürer que le sigue en
    jerarquía. No existen juntas de votación,
    sólo ejecutivas. Siempre el jefe es nombrado desde arriba,
    y a la vez, es dotado de autoridad
    absoluta.

    Quien pretende ser Führer acepta, junto con la
    autoridad absoluta, también la última y más
    grave responsabilidad. El que no es capaz de ello no
    sirve.

    Los nacionalistas se aferraron a los objetivos de
    política
    exterior, para proporcionar al pueblo alemán las tierras
    que le convienen en este mundo. Sus antepasados no recibieron las
    tierras donde ellos viven como regalo del cielo, por lo que
    deberán luchar para obtenerlas.

    Si nos preguntamos cómo ha sido posible que tal
    ideología llegara al poder, han de tenerse en cuenta las
    circunstancias. Durante el tiempo de
    lucha, por motivos tácticos, fue propagándose de
    una manera tan difusa que todo el mundo podría estar
    dispuesto a experimentar el movimiento hitleriano. Si el hombre
    humilde lo veía con indiferencia y deseaba a Hitler
    sólo como hombre fuerte, que debería asegurar para
    el futuro su existencia.

    Pero una vez llegado al poder, Hitler no supo convencer
    al pueblo alemán del contenido moral de su
    ideología. A pesar de sus dotes oratorias, nunca pudo
    convencer a la masa para que pusiera en práctica sus
    principios de
    eutanasia,
    jamás supo justificarlo. Tuvo que ocultar ante los ojos
    del pueblo el exterminio de los judíos, emprendido en masa
    y sistemáticamente.

    Hitler alcanzó el poder y se mantuvo durante doce
    años. Gracias a su talento de orador y organizador, la
    capacidad de ganarse colaboradores eficaces. De esta
    ideología nació el fanatismo, ah la fuerza de
    voluntad y fe de Hitler. En su absurda obsesión
    dejó que millones de valientes soldados se desangraran en
    los campos de batalla de la Segunda Guerra
    Mundial, dejó que Alemania se hundiera en la pobreza, e
    hizo matar a millones de judíos. La dignidad, y el
    valor del individuo, la
    humanidad y el amor
    cristiano y la responsabilidad ante Dios habían
    muerto.

    La
    Suástica

    Teorías y vínculo nazi

    Las connotaciones negativas que afectaron a la
    esvástica por su utilización por los nazis llevaron
    a la casi extinción de su uso simbólico e incluso
    meramente decorativo.

    Al acercarnos a la interpretación actual de la
    esvástica percibimos un sentimiento de rechazo hacia el
    recuerdo de Hitler y la segunda guerra
    mundial. Y de un símbolo respetado y querido por todos
    los pueblos ha llegado para muchos de ellos a ser la imagen nefasta
    del odio y la violencia.

     La causa para que los nazis eligieran este
    símbolo es ambigua, su adopción,
    el 20 de diciembre de 1920 por Adolf Hitler consagra la
    esvástica como emblema de el Partido Obrero
    Nacional-socialista.

    El identificar el Sol y el Poder
    fueron ideales de la parafernalia militar nazi que podrían
    ser una de las razones para asociar a la esvástica, pero
    no la única.

    En la documentación y hallazgos encontrados sobre
    su uso entre los pueblos de Europa
    precristiana (arios del norte y los romanos) vemos el mismo
    significado, pero existen otros datos casi
    desconocidos sobre la relación mística que une a la
    esvástica y a Hitler como su principal
    promotor.

    Los mitos, los
    símbolos y la ideología nacionalista
    habían sido ya desarrollados por una corriente ocultista
    cuya actividad puede documentarse desde finales del siglo XIX y
    comienzos del XX. Sólo faltaba el director de orquesta: Un
    líder
    capaz de hipnotizar a las masas.

    El
    Holocausto

    Constituye la tragedia más espantosa padecida por
    el pueblo judío. La masacre marca a
    culminación de una larga cadena histórica de
    persecuciones, discriminaciones y confinamientos.

    La condición humana mostró en los campos
    de concentración nazis su aspecto más terrible. El
    mal apareció sobre las sociedades
    más evolucionadas de Europa.

    El resurgimiento del neonazismo llega al extremo de
    negar la existencia de los hechos históricos. De este modo
    el delirio de la barbarie se continúa con el delirio de
    negación de la existencia. El nazismo
    generó y se movió en una zona de goce
    mortífero que desmiente, en cualquier caso, la
    aceptación de la realidad tal cual es, para reemplazarla
    por otro orden, y que cuando esta operación
    psicótica fracasa, reincide en la renegación y el
    desconocimiento histórico de los hechos que generó.
    Los procedimientos
    perversos tendían a crear un orden psicótico del
    universo,
    signado por la megalomanía y el delirio paranoico de amos
    crueles que desconocían la piedad.

    Teorizar es el único modo de recubrir con
    algún sentido posible el sin sentido más radical de
    una catástrofe. Durante muchos años, judíos
    y no judíos nada quisieron saber del horror, con la
    fantasía maníaca de que reprimir los hechos los
    liberaba de la reviviscencia de experiencias traumáticas.
    La magnitud de aquellos trágicos acontecimientos impone la
    asunción auténtica de una posición
    militante, la que siempre implica una denuncia y una
    oposición a la cual derivó una en la masacre
    fría y planificada, a escala
    "industrial", de millones de inocentes, cuyo único
    delito fue no
    pertenecer a la raza aria supuesta superior.

    La planificación del exterminio de todo un
    pueblo por el mero hecho de encarnar la diferencia, y la
    concreción de ese proyecto macabro.
    La estrategia
    militar alemana indicaba no distraer esfuerzos bélicos en
    la destrucción física de los
    deportados, dadas las necesidades tácticas militares
    imperiosas del esfuerzo de guerra en un momento desfavorable de
    la contienda. El alto mando militar nazi prefirió poner en
    riesgo el
    triunfo militar con tal de no ceder la destrucción
    sistemática de los judíos.

    Los jerarcas nazis sacrificaron todos los beneficios que
    hubieran podido obtener de la esclavitud
    forzada a la que sometieron a los judíos y a otros
    grupos. Ni
    siquiera la conveniencia de la mano de obra gratuita de los
    prisioneros, que les reportaba una enorme producción de riqueza los disuadía
    de su aniquilamiento. Nada se interpuso, ni las propias
    conveniencias económicas o militares, a la pasión
    demencial por la destrucción del diferente. El exterminio
    brutal de mujeres y niños y
    ancianos da cuenta de lo dicho, así como la metodología cruel y refinada de los
    métodos
    de tortura y aniquilamiento.

    La confrontación que se venía gestando con
    el judaísmo derivó finalmente en la sanguinaria
    exterminación de los judíos. Las conductas
    sublimatorias en todas sus expresiones fueron erradicadas en
    función
    de una escala de valores
    asentada en la sangre y la fuerza. El judaísmo molesta
    porque viene a recordarle al hombre que todos somos sujetos de la
    Ley. Su
    ética,
    que aparece en el mito de los
    Diez Mandatos, perturba en tanto es el obstáculo
    definitivo al goce que pretendían reintroducir los devotos
    del culto de la muerte. El
    discurso
    bíblico, construido por palabras y metáforas
    abiertas a múltiples interpretaciones, pretendió
    ser reemplazado por el dogma inmutable de la superioridad racial
    de un hombre que escribió Mi lucha (Hitler) un conjunto
    desarticulado de pensamientos delirantes.

    Se quiso reemplazar, entonces, el texto
    bíblico, por la palabra de un líder
    mesiánico. Durante el nazismo, la potencia
    libidinal del verbo fue reemplazada por las metáforas
    cristalizadas de un discurso que buscó perpetuar
    órdenes y mandatos de muerte,
    pretendiendo recuperar la pureza de un origen que define para
    siempre la supremacía paranoica de los
    elegidos.

    Quizás antes de disolverse en la angustia de todo
    vacío existencial recrearían otros perseguidos, tal
    como afirmo Sastre: "Si los judíos no hubieran existido
    los hubieran inventado…"

    Los judíos fueron entonces destinatarios del odio
    inextinguible de la omnipotencia narcisista de los nazis, dado
    que aquéllos habían hecho oscilar, la identidad del
    ser de su pretendida autoconstitución a su
    autoconstrucción, a partir de de una apertura
    radical.

    Así escribe Lyotard: "Lo más real de los
    judíos reales es que Europa, por lo menos no sabe
    qué hacer con ellos: cristiana, exige su
    conversión; monárquica, los expulsa; republicana,
    los integra; nazi, los extermina."

    El nazismo evidencia en toda su magnitud inflexiones
    universales del psiquismo, tales como la tendencia al goce y al
    sacrificio masoquista que todos albergamos en mayor o menor
    medida, por lo que su estudio debe servir para ser más
    inteligible la condición humana, y para advertir y
    prevenir a todas aquellas manifestaciones de intolerancia que,
    aunque menores o nimias en sus comienzos, albergan el germen de
    lo impredecible. Se trata entonces de captar los mecanismos
    psicopatológicos que presidieron aquel desastre, no
    sólo en los culpables legales, tales como los jerarcas del
    Tercer Reich y las SS, sino también en todos aquellos
    responsables morales del silencio frente al exterminio de los
    judíos.

    Persistirá el núcleo de
    incomprensión, que se corresponde con el silencio que
    preside a toda locura asesina, el que permanecerá opaco e
    irreducible a toda metaforización.

    Técnicas
    y métodos de desubjetivación

    Los nazis se consagraron con pasión obsesiva a
    cosificar a los judíos. Además la tarea feroz de
    despersonalización que infligieron perseguía la
    aviesa intención de quebrar física y
    psicológicamente a sus futuras víctimas, para
    evitar cualquier resistencia por parte de estas. Buscaban
    consumar el exterminio con la máxima asepsia emocional. La
    tarea de cosificación reconoce dos momentos:

    1. La segregación total de las víctimas a
      través de cientos de decretos y normas
      tendientes a impedirles vivir integrados con la población aria. Se les prohibía
      así comerciar, estudiar, etc., con la población
      aria. El objetivo era aislar a los judíos del resto.
      Segregar para deshumanizar fue la primera consigna
      implícita del régimen. Las leyes de Nuremberg
      (1935) sancionaron legalmente la política antisemita, y
      transformaron a los judíos en súbditos y
      ciudadanos de segunda categoría. Los profesionales
      judíos no podían atender a pacientes arios, y las
      domésticas alemanas no podían prestar servicios en
      hogares judíos. La quema pública de libros de
      autores y pensadores judíos en Mayo de 1933
      señaló el inicio de una conducta de
      forclusión radical del otro. Esta debía comenzar
      con la destrucción de libros, que son el fundamento de
      la existencia diferenciada de los diversos grupos humanos.
      Aún el más salvaje de los exterminios
      requirió para su consumación el dictado de una
      legislación de excepción, la que pretendía
      otorgar legitimidad y verosimilitud al delirio de una ciencia
      mitologizada al servicio del
      puro goce de los amos obsesionados por la muerte.
    2. El aislamiento y la discriminación en los guetos fueron
      seguidos por el tétrico confinamiento en los campos de
      concentración. En ellos se consumó la más
      atroz de las degradaciones de la que se tenga memoria
      histórica, planificada en sus menores detalles por
      científicos e intelectuales, que actuaron con la más
      fría premeditación. Luego de esta
      degradación provocada, los aniquilaban con la mayor
      frialdad. Desaparecía así cualquier riesgo de
      identificación emocional con lo humano del semejante, lo
      cual podría eventualmente cuestionar la eficacia de la
      tarea. Para prevenirse de cualquier vacilación o
      debilidad en la ejecución fría de mujeres
      indefensas y niños, reemplazaron el fusilamiento por la
      técnica impersonal de la cámara de gas.

    Deportación y
    Traslado

    El proceso
    comenzaba con la deportación intempestiva y brutal de
    poblaciones enteras, que eran literalmente arrancadas de sus
    lugares de origen y encerradas en trenes para su traslado al
    campo de exterminio. Este traslado era en sí mismo un
    suplicio y una agonía: Los judías eran hacinados en
    vagones de carga, sin alimentos ni
    bebidas, en deplorables condiciones de higiene.

    Confinamiento

    Con la llegada al campo se iniciaba una tecnología reglada de
    despersonalización que comenzaba con la sustracción
    de las ropas y pertenencias de las víctimas. El despojo
    era total, lo cual creaba una sensación de pérdida
    de identidad, que se consumaba con el rapado – agresivo y
    doloroso – de hombres y mujeres. La imagen corporal se
    lesionaba, el hombre y la mujer
    perdían todos sus emblemas identificatorios. Todos
    habían sido convertidos en seres uniformes. La falta de
    relojes así como de todo contacto con el exterior,
    abolía la dimensión histórica del tiempo,
    sumiéndolos en una atemporalidad aterradora en la que no
    cabía la esperanza. La falta de vida sexual, la
    eliminación de caracteres sexuales secundarios, la
    abolición del ciclo
    menstrual y la carencia de nacimientos, transformaban el
    campo en un lugar sórdido donde reinaba la
    muerte.

    Pérdida de
    las referencias simbólicas

    Se agregaba la máxima deprivación
    simbólica, la del nombre, que era reemplazado por un
    número tatuado. El nombre propio son el núcleo de
    su identidad, y el hecho de que haya sido reemplazado por un
    número nos da la idea de una "cosa" a un ser
    humano.

    Además la falta total de rituales
    simbólicos como ceremonias de nacimiento, honras
    fúnebres, festividades, etc., conformaban un tiempo
    continuo. Las víctimas sobrevivían desnutridas y
    subalimentadas, en un mundo demarcado por alambres
    electrificados, aislados totalmente del exterior.

    Ataque a la dignidad
    y la libertad individual

    Era el reino del puro capricho de amos omnipotentes, que
    disponían a su antojo de la vida y la muerte de cualquiera
    de sus víctimas. No había leyes ni normas y los
    victimarios ante cualquier nimiedad podían disponer
    torturas y ejecuciones masivas. Sin más límite que
    el propio deseo autoritario elevado a la categoría de ley.
    No podían tolerar que alguna de sus víctimas
    decidiera, el nombre de una libertad desesperada,
    procurársela con el suicidio. Todo
    intento de autodeterminación debía ser severamente
    castigado.

    Los
    Victimarios

    El genocidio fue resultado de la trágica
    confluencia de factores socio históricos y la emergencia
    en acto de las condiciones potenciales de la estructura
    inconsciente, que alberga tendencias tanáticas de goce.
    Estas se hayan prontas a expresarse en cuanto a las condiciones
    colectivas que evidencian serias conmociones económicas y
    políticas.

    Frente a la grave desestabilización por la que
    atravesaba la sociedad alemana surgió el liderazgo de
    Hitler quien pudo trasformar la realidad a la medida de sus
    delirios. El complot universal y el cataclismo del mundo previo
    los hizo realidad y el orden del mundo sería reestablecido
    por el nazismo. El exterminio comenzó con el asesinato
    nominal de las futuras víctimas. Esta muerte
    simbólica, previa a la muerte real, perseguía dos
    efectos:

    1. Destruir y quebrar moralmente a las víctimas a
      transformarlas en objetos, quitándoles la fuerza
      psíquica para oponerse a su eliminación. Las
      víctimas, desubjetivadas al extremo, se entregaban a la
      muerte liberadora, con la ilusión prospectiva del
      descanso eterno. Esto se pulverizó frente a la
      perversión del nazismo. Los nazis pretendían
      despojar al sujeto de lo que le es más intransferible,
      el nombre. Se referían a las víctimas como
      mercaderías para reducirlas a menos despojos
      físicos. El régimen optó por hacer
      desaparecer los cuerpos mediante su incineración, pero
      previamente intentó con un discurso despojar al lenguaje de
      su potencia libidinal. Es posible que la acumulación de
      los restos putrefactos recordara una y otra vez a los verdugos
      la acción devastadora que habían
      realizo.
    2. El asesinato nominal y la objetivación
      nadificante, tenía el objetivo de facilitar el
      exterminio de estos virus
      indeseables. Se pudo preservar la buena conciencia
      de los asesinos. Estos poseían una personalidad
      que instrumenta la desmentida como mecanismo defensivo.
      Sólo así se puede llegar a entender la extrema
      disociación de asesinos brutales que trabajaban en
      campos de exterminio.

    Cada jerarca se especializaba en una labor
    específica, tratando de cumplir eficientemente su cometido
    sin asumir las consecuencias como eslabón de la cadena que
    integraba.

    Los nazis transformaron de este modo en
    tecnócratas y burócratas de la muerte encargados de
    cumplir con eficiencia su
    compromiso con el Führer.

    Las víctimas
    sobrevivientes

    En el borde del colapso, las víctimas que
    sobrevivieron implementaron la más seria de las
    negociaciones, casi la suspensión del devenir del sujeto.
    Transformados en autómatas, sobrevivieron en un estado de
    despersonalización y distanciamiento de sí, cercano
    al borde del enajenamiento de sí mismos.

    El retorno de los sobrevivientes de los campos de
    exterminio confrontó a la humanidad seres que
    habían atravesado el límite de lo simbólico,
    porque padecieron las peores mortificaciones y suplicios
    infligidos deliberadamente por un grupo humano
    mayoritario a otro.

    Eran auténticos mensajeros del horror, que una
    primera instancia provocaban el descreimiento – con la
    indeseable perturbación que genera la atribución de
    la locura a quien narra lo que se cree imposible – y en una
    segunda instancia, cierta molestia e incomodidad por tener que
    convivir con hombres que representaban lo que no debió
    ocurrir jamás.

    Algunos
    campos

    • Auschwitz-Birkenau (Polonia)

    Situado en Polonia, a unos 60 Km. al oeste de Cracovia,
    en el norte de Silesia Oriental, que fue anexionada por la
    Alemania nazi tras la invasión de Polonia en septiembre de
    1939.

    Aunque no hay cifras muy exactas, de los 405.000
    prisioneros registrados, sobrevivieron 65.000. De los 16.000
    prisioneros de guerra soviéticos, sobrevivieron
    96.

    Varias estimaciones sugieren que se asesinó a 1,6
    millones de personas.

    • MAUTHAUSEN (AUSTRIA)

    Situado a 20 Km. de Linz (Austria).

    Creado el 8 de agosto de 1938.

    Número total de victimas estimado entre 120.000 y
    150.000 muertos.

    Dicen los que han estado que es un sitio
    maravilloso.

    Situado en el centro del valle del Danubio.

    • BUCHENWALD (ALEMANIA)

    El campo de concentración Buchenwald fue
    construido en Julio de 1937 sobre la colina del Ettersberg en la
    cercanía de la ciudad de Weimar.

    Fue destinado primeramente a prisioneros de carácter político, opositores al
    régimen nazi, así como también a los
    judíos, testigos de Jehová, homosexuales y los
    denominados antisociales, extendiéndose el espectro con el
    comienzo de la segunda guerra mundial,
    en donde fueron detenidos representantes de diferentes
    naciones.

    El día de la liberación, el 95 % de los
    detenidos era de origen extranjero.

    Conclusión

    Todos conocemos el hecho, lo analizamos, damos opiniones
    y lo investigamos. La curiosidad, creo, es uno de los factores
    más influyentes que lo hacen permanecer vivo, y cada
    día más polemizado. Tenemos la monótona idea
    de que fue una injusticia, llevada a cabo por un "loco" y sus
    seguidores. No estoy justificando nada, pero tal vez antes de
    quedarnos con lo primero que se nos viene a la mente (la
    típica reacción moralista), deberíamos
    conocer un poco más el porqué de lo sucedido, todos
    tenemos razones que nos hacen reaccionar como lo
    hacemos.

    Si bien fue un homicida con un patológico sentido
    de justicia y
    dominación, no fue ni será el único.
    Él enarbolaba la bandera de la dominación y
    supremacía aria, otros enarbolan la libertad y la
    razón que les dan los listones rojos y blancos y las 50
    estrellas de su bandera.

    Creo que desde un punto de vista de estratega es de una
    admiración única lo que Hitler logró. Tuvo
    la fuerza, el excelente manejo del discurso además de un
    poder de persuasión único para conquistar gran
    parte de la sociedad alemana. Una frase suya:

    "El pueblo esta dispuesto a tragarse cualquier mentira,
    siempre y cuando esta sea lo suficientemente grande."

    Motivó a hacer lo que el creía correcto,
    cuando cualquiera lo hubiese visto totalmente erróneo.
    ¿Cómo se convence a tanta gente de algo tan
    irracional?

    Conclusión: Cualquier forma de dominio es
    mala.

    Bibliografía

    1. ZENTNER, KURT
    2. "El tercer Reich"

      Barcelona, Editorial Bruguera, 1980, Págs.
      13, 14, 15,16,75,127,135,159-172.

    3. MILMANIENE, José E.

    "El holocausto. Una lectura
    psicoanalítica"

    Buenos Aires, Editorial Paidós, 1996,
    Págs. 13-29,

    49-54,69, 81-88, 137-147.

     

    Sole Luques

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