- Justificación
- Fundamentos
teóricos - Metodología
- Discusión
de resultados - Consideraciones
finales - Programa
de formación docente para provenir conflictos en la
escuela - Referencias
bibliográfícas
La educación, para
atender los requerimientos de la sociedad no
puede estar desvinculada del contexto, se hace imperativo
contemplar las demandas sociales concretas, pero ésta no
debe ser la única condición, es necesario
considerar las dimensiones éticas y psicológicas
del sujeto a educar. Pudiendo así, la educación
facilitar la construcción de una sociedad más
justa, participativa, con posibilidades de crecimiento, y
generadora de propuestas tendientes a resolver
conflictos.
Encauzar o en todo caso resolver los conflictos
producidos en la escuela, es un
reto a ser asumido por toda la sociedad pero que afecta
directamente al personal docente,
por lo cual estos deben poseer los recursos
necesarios, para afrontar las diversas situaciones conflictivas
generadas en las instituciones
educativas, debiendo conocer con especial atención, aspectos institucionales y
grupales, aprender a comunicarse, así como poseer
conocimientos sobre la negociación y la mediación de los
conflictos en la escuela.
Actualmente en países Latinoamericanos, como
Argentina y Colombia
implementan programas que se
utilizan para resolver desavenencias y reducir el conflicto en
la escuela, adecuando el camino para la toma de
decisiones, proporcionando para ello procedimientos de
resolución alternativa de disputas (RAD), educación
en valores,
la
comunicación desde una perspectiva mediadora y
canalizadora de las relaciones
interpersonales, la negociación y el consenso, como
una intervención para la solución de problemas
dirigida a conseguir un resultado.
Considerando lo planteado, es factible desarrollar en la
Universidad
Nacional Experimental Rafael María Baralt, programas de
formación docente, aplicando métodos
RAD que permitan canalizar el conflicto y sus expresiones a
través del dialogo,
consenso, respeto por las
diferencias y el disentir, buscando un reconocimiento potenciador
del crecimiento personal, que se convierta en fuerza
motivadora de cambios en el contexto social que rodea al individuo, y
la escuela se convierta en un espacio para el respeto por la
divergencia, el diálogo,
la negociación ganar – ganar y el consenso; que en
conjunto, se traduzcan en ambientes democráticos para la
construcción de la convivencia.
Para ello, es necesario impulsar la formación del
docente en la Costa Oriental de Lago de Maracaibo, con herramientas y
métodos para poder abordar
de una forma más humanizada las discrepancias y las
diferencias, que existen en una sociedad plural, solo así
existirán mayores posibilidades de canalizar la
agresividad y resolver los conflictos de forma positiva y con una
relación ganar – ganar.
El marco contextual definitorio de la situación
social, educativa, económica y política de América
Latina, está afectado por el desempleo, la
marginalidad,
el caos financiero, la exclusión
social, la corrupción, la inseguridad,
el desprestigio de las instituciones y la ingobernabilidad. En lo
económico social, Venezuela no
escapa a este panorama, la marginalidad, desocupación y pobreza existen
en nuestro país, solamente tenemos que pasearnos por las
avenidas de la distintas ciudades para ver los niños
de las calles, los ancianos y las mujeres tendiendo la mano,
expresión esta de pobreza extrema.
Si se suma a lo expuesto el tipo de comunicación utilizado por representantes
del gobierno y
representantes de la sociedad civil,
quienes tienen una forma de expresarse verbal y no verbal
preñada de agresividad, puede estar conformándose
el marco ideal para que prosperen conflictos adversariales que
enfrenten a la población, y las escuelas no van a escapar
a esta realidad, lo cual agrava el panorama, por el hecho de que
el sistema
educativo con estructuras
estereotipadas parece petrificado para dar respuestas a este
fenómeno.
Ante la situación descrita, es necesario
considerar que existe una enorme cantidad de niños y
jóvenes en situación de riesgo,
haciéndolos reproductores de aquella violencia que
los victimiza, fenómeno este que no es de reciente data,
dado que se poseen múltiples evidencias de
disturbios estudiantiles donde hacen presencia los famosos
encapuchados. No obstante en los últimos años,
según noticias de
prensa se
observó un recrudecimiento de la violencia estudiantil en
todo el país.
En ese orden de ideas, entre los casos reseñados
por la prensa nacional destacan disturbios, como forma de
protesta, ataques a la propiedad
privada, destrucción y quema de vehículos,
enfrentamientos a efectivos policiales, saqueos, siendo lo
más grave la agresión a transeúntes,
docentes y
pares y el uso de armas de fuego u
otros objetos contundentes en los centros educativos, lo cual
está ampliamente reseñado por los medios de
comunicación venezolanos.
La situación descrita ha puesto en peligro la
integridad física de los
miembros de la comunidad
educativa que hacen vida en las diferentes instituciones, lo cual
ha generado respuestas y llamados a la reflexión y al
cambio, tal es
el caso de un comunicado de la Dirección de un plantel en Cabimas estado Zulia,
ante un atropello contra un docente en Noviembre del 2002, donde
se expresa "Exhortamos a la comunidad en general a reflexionar,
crear una cultura
ciudadana de seguridad,
condenar lo acontecido con miras a orientar estas conductas
desviadas y poner fin a esta situación".
Sobre esta circunstancia, vale la pena destacar que uno
de los aspectos resaltantes es la futilidad con la cual los
manifestantes agreden a las personas y sus propiedades. Ante
hechos de este tipo, la reacción para controlarla se
enmarca en la aplicación de sanciones, contempladas en la
Ley de
Educación Vigente (Art. 123 y 124) y en la ley
orgánica para la protección del niño y del
adolescente (Art. 57), vemos así como en Maracaibo estado
Zulia, ante el uso de armas de fuego y punzo cortantes, por parte
de los alumnos, los directores, profesores, autoridades
educativas de la región y el Consejo Municipal de
Protección del Niño y Adolescente, diseñan
un reglamento especial para regular la disciplina
estudiantil dentro y fuera de las aulas, de algunas instituciones
educativas.
Con relación a lo expuesto Bracho (2004)
reseña, que el reglamento, sólo surtirá
efecto para los alumnos de los Liceos Baralt, Francisco
José Duarte y Antonio Guzmán Blanco, institutos
donde existen problemas estudiantiles desde hace varios
años, en función de
lo cual los directores de los planteles activarán el
reglamento interno, dando cumplimiento estricto a las sanciones
establecidas en concordancia con la Ley Orgánica de
Educación (LOE) y la Lopna… Precisando…"
actualmente están oficiado a la Policía Municipal
para implantar un plan de seguridad
dentro del plantel"
Se observa así como las respuestas dadas ante la
problemática están enmarcadas en la coerción
y nunca en la búsqueda de las causas que las originan, a
pesar de ser la escuela entre los sectores que conforman la
unidad social, quien tiene como su principal misión la
preparación del individuo en resolución
de conflictos previendo así la violencia, enfrentando
apropiadamente las exigencias del entorno, en las circunstancias
en las cuales les corresponde vivir y el convivir en
armonía. Al respecto el Fondo de las naciones Unidas
para la Infancia
(UNICEF), (1999), indica:
Es imposible que cualquier iniciativa educativa pueda
eliminar todos los conflictos, ya que forman parte de la vida.
Pero las escuelas pueden ayudar a los jóvenes a aprender
que se puede y se debe elegir entre diferentes maneras de
reaccionar ante un conflicto. Los alumnos pueden desarrollar
habilidades de negociación y de resolución de
problemas que les permitan considerar el conflicto no como una
crisis sino
como una ocasión de cambio creativo (p. 2).
En función de lo expuesto, de la investigación titulada "Comunicación
en la Provención del Conflicto en Instituciones Educativas
de Media, Diversificada y Profesional" el objetivo:
Indagar las manifestaciones del conflicto escolar en las
instituciones educativas objeto de estudio, fue tomado para
desarrollar el presente trabajo, dada
la importancia de dar respuesta a los conflictos y la violencia
existentes en las instituciones educativas, que hace imperativo,
provenir o, en todo caso, afrontar y resolver los conflictos
generados en la escuela, para lo cual es necesario tener los
docentes preparados y formados en los métodos de
resolución de conflictos.
Es por lo tanto necesario destacar que desde los
años 90, importantes sectores del país han
provocado un debate en
relación a la educación requerida y, en muchos
casos, se ha hecho énfasis en la necesidad de elevar la
calidad del
desempeño de los docentes, dado que
investigaciones realizadas sobre
prosecución escolar muestran una crisis educativa
provocada, entre otras razones, porque a muchos docentes no se
les brinda una actualización y capacitación sistemática y
permanente, aspecto este básico si se quiere que los
docentes posean las competencias para
evitar que los conflictos al no ser resueltos generen una
escalada que termine en estallidos de violencia.
En consecuencia, gestionar y resolver conflictos en el
aula para evitar la violencia, requiere de recursos
humanos calificados, estando justificado cuando el mismo
Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente (1991),
establece esta necesidad en su artículo 139, al
puntualizar que: La actualización de conocimientos, la
especialización de las funciones, el
mejoramiento profesional y el perfeccionamiento, tienen carácter obligatorio y, al mismo tiempo,
constituyen un derecho para todo el personal docente en servicio. Las
autoridades educativas competentes, en atención a las
necesidades y prioridades del sistema
educativo, fijarán políticas
y establecerán programas permanentes de
actualización del conocimiento,
perfeccionamiento y especialización de los profesionales
de la docencia, con
el fin de prepararlos suficientemente, en función del
mejoramiento cualitativo de la educación. Asimismo,
organizarán seminarios, congresos, giras de observación y de estudio, conferencias y
cualquier otra actividad de mejoramiento profesional.
Desde otra perspectiva, la importancia de indagar las
manifestaciones del conflicto escolar a nivel del educando, viene
dada porque al conocerlas permitirá la formación de
estos, para que asuman los cambios comportamentales y
brindaría la oportunidad, a través del desarrollo de
las competencias de poder manejar el conflicto, para evitar el
riesgo de usar la violencia o de ser víctimas de
ésta.
Los resultados obtenidos en la investigación, en
relación al objetivo señalado evidencian la
existencia de conflictos escolares que se manifiestan en hechos
de violencia entre pares, en deterioro de bienes
materiales de
los docentes, de la infraestructura y mobiliario escolar.
Igualmente se revela que los hechos de violencia, son resueltos
en las instituciones objeto de estudio a través de caminos
punitivos y represivos como son las sanciones y
suspensiones.
Es necesario buscar otras formas de resolver los
conflictos, lo cual ya está contemplado en la Constitución Bolivariana de Venezuela quien
le otorgó rango constitucional a los Métodos
Alternos de Resolución de Conflictos (MARC), cuando en su
artículo 258, dictamina: "La ley promoverá el
arbitraje, la
conciliación, la mediación y cualesquiera otros
medios
alternativos para la solución de conflictos". Este marco
legal faculta a las instituciones educativas a diseñar,
implementar y desarrollar proyectos para el
manejo del conflicto escolar, en la búsqueda de un
individuo defensor de una pluralidad de valores y de opciones
morales, con un pensamiento
abierto plural y democrático, capaz de construir una
sociedad donde sea posible vivir en paz, en libertad y en
la que el respeto a todos sea la nota dominante.
Hoy día los docentes deben estar conscientes de
la realidad que vive la escuela, donde se manifiestan, como en el
resto de la sociedad, hechos de violencia, en función de
lo cual se requiere que asuman el reto de enarbolar como proyecto escolar:
la provención del conflicto.
Conflicto vs Violencia
Hay una idea muy extendida que es la de ver el conflicto
como algo negativo y, por tanto algo a eludir, normalmente se
confunde con violencia pudiendo estar esto relacionado con la
forma en la que habitualmente se suelen enfrentar, la cual por lo
general no se enmarca en una solución justa y mutuamente
satisfactoria, alcanzada a través de métodos no
violentos.
Es importante por lo tanto marcar la diferencia entre
uno y otra, puede considerase la violencia como aquella
situación o situaciones en que dos o más individuos
se encuentran en una confrontación en la cual una o
más de una de las personas afectadas sale perjudicada,
siendo agredida física o psicológicamente, lo cual
es siguiendo a Salazar (2000), producto de
una serie encadenada de factores que generan una conducta
aprendida en un entorno carente de opciones, reconocimiento de
derechos,
exclusión y vejaciones, donde el sujeto no conoce otro
modelo social
que aquel que le ha negado las mínimas garantías,
cerrándole las opciones de crecimiento integral, en parte
debido a la imposición de normas ajenas a
sus expectativas e intereses.
El contexto que ofrece un aprendizaje de
confrontación y negación, es una circunstancia
apropiada para generar un sujeto violento, porque este no ve la
violencia ajena a su quehacer cotidiano, y al estar sumergido en
ella pasa a ser parte inherente de sus relaciones personales,
convirtiéndose así en palabras de Salazar (op.cit),
en el único imaginario recurso para enfrentar la
realidad.
Pudiendo establecerse, que la violencia es aprendida, en
cambio el conflicto es consustancial a las relaciones
humanas, además es ineludible, por mucho que no desee
verse o se evite, él, continúa su dinámica. Reafirmando lo anterior, Castells
(1998), especifica que "el conflicto en sí es un estado
normal de la sociedad y de las relaciones
interpersonales".
El conflicto por lo tanto es inherente a la
condición humana, y por ende al comportamiento, como elemento connatural e
inseparable a las relaciones entre las personas y los grupos, en estas
relaciones se manifiestan contradicciones, pugnas,
enfrentamientos que potencian al hombre como
ser capaz de articularse consigo mismo, con los otros; lo cual le
otorga el beneficio de moverse en estructuras sociales y
culturales que le sirven como marco regulador de relaciones, las
cuales pueden ser modificadas en función de buscar las
mejores condiciones para los sujetos.
El conflicto considerado como una situación donde
se manifiesta una divergencia de necesidades, intereses,
propósitos y/u objetivos
percibidos como incompatibles por las partes involucradas, genera
manifestaciones con diferentes grados de intensidad. En estas
diversas manifestaciones, lo relevante en todo caso es que las
acciones para
lograr los objetivos, se deriven de los intereses donde existen
concordancias, y sean canalizadas a través del uso de
métodos que permitan el logro de acuerdos aceptables y
positivos para las partes.
Como reafirmación de lo expuesto, Suárez
(1996) y el ministerio de educación argentino a
través de su programa nacional
de mediación (2000) coinciden en señalar al
conflicto como procesos
complejos e interacciónales que se co-construyen
recíprocamente entre dos o más partes, entendiendo
por partes a personas, grupos grandes o pequeños. El
conflicto como fase de un proceso nace,
crece, se desarrolla, es decir se transforma pudiendo desaparecer
y/o disolverse, o permanecer relativamente estacionario, de no
resolverse, también puede crecer llevando a niveles
mayores de confrontación a las partes.
Cuando se introduce la noción de proceso, tiene
como base concebir el conflicto no como un momento puntual, ni
estático sino como dinámico y controversial. Su
dinamismo viene dado por la confrontación
(económicas, ideológicas, sociales, valores), de
dos o más partes, que al no resolver las diferencias
potencian el proceso, incidiendo en él diversos elementos:
malentendidos, desconfianza, incomunicaciones, temores, y
otros.
En un momento dado, de no llegarse a acuerdos mutuamente
satisfactorios, estallará en lo que se denomina la crisis
del conflicto, la cual suele tener una manifestación
violenta, que generará toda una actividad en si misma. Sin
embargo, puede no ser la crisis el fin último del proceso,
este pudiese quedar relativamente estacionario.
Así como el conflicto se considera como un
proceso que puede llevar bastante tiempo, su resolución
también hay que verlo como tal y no como una acción
concreta que acabará con todos los problemas. Se trata
también de un proceso, que debe ponerse en marcha cuando
el conflicto es sólo contradicción e inicio de
antagonismos, para lo cual los sujetos deben estar preparados y
convencidos de buscar soluciones, a
través de métodos no violentos, dado que un
conflicto no resuelto cuanto más tiempo pase, más
difícil será solucionarlo.
En este éste contexto resulta interesante, lo
expuesto por Álvarez y Rodríguez (2002), quienes
indican acerca del comportamiento del individuo en situaciones de
conflicto, lo siguiente:
La conflictividad se produce cuando hay un choque de
intereses o cuando dos o más personas compiten por
objetivos o recursos que son percibidos como incompatibles.
Estos choques o disputas,… se pueden abordar mediante
fórmulas de mediación para llegar a alcanzar
puntos de acuerdo… ( p.17).
En el ámbito educativo, los investigadores, hacen
referencia a que los conflictos se pueden abordar a través
de programas de intervención en diferentes áreas
como parte de un Proyecto Educativo, el cual puede contemplar y
guiar la práctica académica en la búsqueda
de una posición "crítica" dirigida al cambio como objetivo,
incluyendo no sólo aspectos estrictamente relativos a la
institución escolar sino también relativos al
contexto sociofamiliar y teniendo en cuenta a la escuela como
motor de
cambio.
Al destacar los autores que la conflictividad se produce
cuando hay un choque de intereses e indicar la necesidad de
desarrollar los procesos motivacionales y de interacción social, se podría
establecer la importancia de propiciar ambientes escolares
no-violentos y tolerantes.
Violencia como
Manifestación de Conflictos no Resueltos en la
Escuela
Desde hace varios años se viene hablando de una
crisis en casi todos los ámbitos de la vida social, siendo
notorio que se está dañando el tejido social, lo
cual se manifiesta en la escuela en episodios de violencia que
pueden tener como denominador común, la existencia de
conflictos interpersonales no resueltos, que han ido degenerando
y agravándose hasta el punto de usar la violencia, como un
proceso destructivo y totalmente negativo para el grupo.
De esta consideración se deriva la negatividad
intrínseca de la violencia haciéndose imperativo
que el educador reconvierta el conflicto, regulándolo de
forma creativa, siendo capaz de desarrollar el tratamiento
positivo del mismo y dar lugar a la construcción de
experiencias significativas.
En este orden de ideas Herrera (2000) afirma:
La experiencia en la evolución de la institución
educativa, la ha puesto en el lugar de la normatización
de la vida de quienes allí concurren, operando como una
forma de control
social que no permite la construcción de identidades ni
la constitución de sujetos –reconocimiento de si
mismo con relación al otro- capaces de avanzar en la
convergencia de los intereses, necesidades y expectativas de
éstos en las relaciones que se producen (p.3). El
conflicto escolar como uno de los componentes dinamizadores del
proceso de formación en la Escuela, es necesario, en
primer lugar, reconocerlo y asumirlo como parte constitutiva de
la vida escolar, y en segundo lugar, plantear su interpretación tratamiento y
transformación, en un horizonte de construcción
de ámbitos y sujetos para la concreción de los
fines de la educación. Es indispensable entonces,
comprender el conflicto en un marco general, y precisarlo en el
ámbito escolar como campo de reflexión (p.
22).
Dentro de este contexto, es necesario destacar la
necesidad de entender que las situaciones de conflicto que se
tejen entre los sujetos de la acción social, deben
convertirse en experiencias de aprendizaje para el conjunto de la
comunidad educativa, lo cual incidirá en la
transformación institucional. Es un camino que contribuye
en la Escuela, a realizar el tránsito de ser el
órgano de control y orden en que se ha convertido, hacia
una experiencia de conocimiento humanista y emancipadora que
forme al ciudadano del mañana, como un ser esencialmente
democrático y respetuoso de los derechos del
hombre.
Pudiéndose afirmar, que la violencia directa
ejercida en la escuela es, una manifestación de conflictos
no resueltos, producto de un modelo educativo excluyente y
autoritario donde a través del poder se aliena el sujeto,
repercutiendo esto en la forma de abordar los conflictos, a
través del ejercicio de la autoridad, del
castigo, entre otros, provocando un clima de
tensión y generando manifestaciones negativas en el
comportamiento, que alteran las interacciones, fracturan los
dispositivos de control y desequilibran las relaciones de fuerza
y poder dentro de la institución educativa.
En función de lo anterior, Ghiso (1998)
señala:
La escuela hoy no es el espacio de socialización por excelencia, en ella no
se logran fortalecer y construir los valores
de convivencia, de diálogo y de justicia
entre los sujetos. La escolarización dejó de ser
uno de los procedimientos determinantes en la formación
de las personas, de los ciudadanos; poniendo de manifiesto que
la escuela y la pedagogía, como campos prácticos –
teóricos de intervención en lo
ideológico-cultural, sufren un fuerte proceso de
desestructuración simbólica. La escuela y la
pedagogía dejan de ser espacios, propuestas o procesos
intencionados que evocan, invocan y acogen. Los mensajes que
aquí se producen, se recontextualizan y se trasmiten son
increíbles, ilegítimos e inviables para un
número creciente de alumnos, padres de familia y
profesores. Las consecuencias prácticas de ello tienen
naturalezas muy diferentes y repercuten en todas las facetas de
la convivencia humana. (p.8)
En función de lo cual, uno de los objetivos
prioritarios a contemplar en los centros educativos, es la mejora
de la convivencia facilitando así el poder operar en la
realidad y entender los conflictos como algo propio e innato en
el ser humano y que como tal siempre van a estar presentes, lo
importante es aprender a resolverlos, cosa que parece no estar
haciendo bien la escuela, dado que en la indagación
teórica realizada se encuentran datos que
señalan como predominante medidas coercitivas y de
sanción para resolver los problemas, en relación a
lo cual Reguillo (1999) expresa:
Por lo general se producen tres mecanismos El primero,
la neutralización de las condiciones sociales en que
ella aparece: que se preocupa por acentuar los castigos
más que modificar los contextos….El segundo, la
negación de la complejidad de los fenómenos
asociados a las violencias: juzgando homogéneamente
cualquier caso que difiere de "lo normal". El tercero, la
culpabilización focalizada: que asigna de facto la
descalificación a ciertos sectores juveniles como
culpables de atentar contra el orden establecido…Una
actitud que
acontece también es el uso de lo jurídico como
medio para castigar y no desarrollar (p.23).
Sin duda dentro de esta trama de relaciones, con los
juegos de
poder generados en ella, la reducción de la violencia es
difícil, pero se hace urgente trabajar en la
creación de ambientes escolares cooperativos, en la
mediación y negociación y en el definir al
conflicto escolar como problemas compartidos, que requieren
resolverse con beneficios para todos, buscando evitar que se
deteriore la convivencia y que las personas implicadas sean
afectadas a nivel emocional.
Sumado a lo anterior está el entender que la
violencia es una respuesta aprendida, pero existen otras formas
enmarcadas en un proceso comunicativo, de dialogo y de
interrelación que también se pueden aprender, para
dar respuestas a los conflictos.
Dentro de ese proceso de aprendizaje, debe
internalizarse que el conflicto cuando no se trata de manera
constructiva, explota a menudo en violencia. En función de
lo cual para evitar la violencia por conflictos no resueltos, se
hace necesario conocer las causas que los generan, que pueden ser
de muy diversa índole o naturaleza, y
la manera de resolverlos debe estar inscrita en los principios
democráticos, aplicándolos en el aula a
través de técnicas y
estrategias que
fomenten el convivir, el análisis reflexivo sobre las causas de los
fenómenos, no solo a nivel de las relaciones
interpersonales sino a nivel de lo social.
En función de lo planteado, se requiere de una
buena disposición para afrontar los problemas surgidos en
el devenir cotidiano, buscando mantener ese clima afectivo y
positivo hacia el sano convivir. Relacionado con lo planteado,
Cascon (2002) indica:
Un conflicto no es un hecho puntual; es un proceso que
tiene como origen la contradicción de necesidades no
cubiertas, antagónicas, que crean problemas; si
éstos no se resuelven, acaban estallando con violencia;
se produce la guerra, las
crisis, las confrontaciones, la destrucción de los
tejidos
sociales. Esta situación la podemos ejemplificar con una
bola de nieve que se deja rodar desde lo alto de la
montaña, con el agravante de que abajo vivimos nosotros.
¿Qué ocurre si eludimos el problema, si no lo
enfrentamos? La bola se va haciendo cada vez más grande
y, por lo tanto, más destructiva, va arrasando todo lo
que encuentra a su paso. (p.2).
Señala el autor que el modelo de
competición se introduce constantemente en la sociedad
moderna, y es llevada hasta las últimas consecuencias,
persiguiéndose como fin ganar y para ello lo más
fácil es que los demás pierdan, otra
posición es la de evadir los conflictos, no
consiguiéndose nada de esta manera, ni los objetivos ni
salvar la relación, no pudiendo perderse de vista que un
conflicto no resuelto afecta, de una u otra forma, a la estructura en
su conjunto.
Definitivamente los hechos de violencia se evitan en la
medida que el conflicto se coconstruya a partir de un espacio de
negociación, consenso, compromiso, comunicación
asertiva, donde ambas partes ganan en lo sustancial, ya que no se
puede renunciar a aquello que es lo fundamental.
Requiriéndose por lo tanto de un docente, preparado en el
manejo de métodos para provenir el conflicto, enmarcados
en una comunicación asertiva, que contemple los puntos en
común, lo que une y no lo que desune, pero no debe
finalizar en la acción del individuo, sino que es
necesaria ampliarla al medio. Igualmente requiere de manejo de
estrategias socializadoras, que permita al alumno aprender a
resolver conflictos en el aula
La Provención del Conflicto en la
Escuela
El perfil del educando a formar debe estar
enmarcado en el de una persona con
capacidad para adaptarse a grandes cambios; autónomo, con
espíritu cooperativo, defensor de una pluralidad de
valores y de opciones morales y con un pensamiento abierto capaz
de comprender la diversidad y complejidad de un mundo que no
tiene soluciones fáciles ni causas únicas.
Sólo formando ciudadanos de este tipo, podría irse
construyendo una sociedad plural y democrática en la que
sea posible vivir en paz, en libertad y en la que el respeto a
todos sea la nota dominante. Por eso es necesario educar para la
paz y no para la violencia.
La provención está relacionada
fundamentalmente con educar para conseguir ese perfil requerido,
desarrollando capacidades, habilidades y competencias a
través del manejo de estrategias que permitan abordar los
conflictos, cuando son sólo contradicciones e inicios de
antagonismos, buscando una relación ganar –
ganar.
Lo cual queda avalado por la definición propuesta
por Bulton (1990) que designa como provención del
conflicto, la manera de afrontar la aparición de estos sin
gestionar su represión, sino mediante la solución
de las causas que los generan como son la injusticia social, la
provisión de las necesidades básicas de las
personas, el ejercicio de la democracia
real, entre otros. Enmarcado en este mismo contexto el diccionario
especializado de conflictología (2000) lo define como el
desarrollo de habilidades y actitudes para
resolver los conflictos en sus primeros estadios.
El reto que plantea lo
expuesto se encuadra en la necesidad de aprender a analizar los
conflictos y a descubrir su complejidad, es decir encontrar las
causas que lo originan, lo cual implicaría, en el
área educativa, que tanto docentes como el alumnado deben
poseer herramientas y utilizar estrategias que les ayuden a
conocer; pudiendo así enfrentar y resolver los conflictos
en los cuales se ven inmersos cotidianamente, suprimiendo
así una escalada y crisis de estos.
Dentro del marco de lo expuesto, Cascon (2000),
distingue como forma de abordar un conflicto la
provención, indicando que los conflictos no se pueden ni
es bueno prevenirlos, señalando que prevenir tiene el
sentido de evitar; en cambio, provenir requiere desarrollar
capacidades, habilidades y estrategias para abordar los
conflictos en sus inicios.
Igualmente, Cañedo (2003) plantea que la
provención, como base de la negociación,
mediación o gestión
en la resolución no violenta de los conflictos, permite la
construcción de grupos con ambientes adecuados que
favorecen el
conocimiento, la afirmación y la confianza necesarios
para desarrollar una comunicación efectiva y eficiente
que, a su vez, favorece la cooperación y la
negociación en cualquier conflicto.
En tal sentido, es muy importante que el docente realice
el esfuerzo necesario con los medios y recursos disponibles, para
trabajar con los alumnos desde la diversidad, respetándose
y buscando descubrir los valores que tiene cada cual como
individuo y como miembro de un grupo, con contextos a veces
diferentes y así construir una relación, donde se
considere más al otro, partiendo de la necesidad
básica de todo ser humano de ser aceptado, integrado,
respetado, en cuanto a sus valores, identidad y
diversidad. Solo así podría mitigarse, reducirse y
hasta eliminar las bases o las causas de muchos conflictos que se
producen en el marco educativo.
Es importante recalcar la imposibilidad de cualquier
iniciativa educativa para eliminar los conflictos, los cuales por
naturaleza, forman parte de todo proceso donde interaccione el
ser humano. Pero los docentes pueden ayudar a los jóvenes
a aprender a elegir entre diferentes maneras de reaccionar ante
un conflicto, desarrollando en ellos, valores como la solidaridad vs la
competencia,
el trabajo en
grupo vs la individualidad, habilidades comunicativas basadas en
la asertividad,
el uso de métodos colaborativos en la resolución de
problemas; permitiendo esto considerar el conflicto no como una
crisis sino como una ocasión de cambio
creativo.
Entonces se puede reflexionar acerca de cómo
aprender a utilizar esas habilidades con los conflictos que
forman parte de la vida cotidiana en la escuela, para
después poder aplicarlo a los conflictos que se generan a
nivel de la sociedad; y es que los jóvenes, cómo
constructores del futuro deberán hacer estos cambios. Pero
aceptar el reto no es tarea fácil, si se parte del hecho
de la existencia de muchos adolescentes
educados en situaciones de conflicto violento real o probable, en
el marco de sus familias y comunidades, habiendo vivido con
ansiedad, temor, sensación de desesperanza ante el futuro
y sentimiento de impotencia, ante unas fuerzas más
allá de su control.
Para estos adolescentes, aprender a resolver conflictos,
de manera asertiva y creativa, puede formar parte de un proceso
de crecimiento personal, pero el cambio, para ellos no es tarea
fácil, ya que al sumarle a sus condiciones familiares y
comunitarias, el haber sido formados en una escuela
tradicionalista y conductista, que castra la iniciativa, creatividad y
libertad, se puede creer que es una tarea de titanes, pero es
tiempo de trasformaciones y la escuela venezolana, con todos los
cambios que se están generando en su sistema educativo ha
comenzado a dar los pasos para su transformación
definitiva.
Lo expuesto permite afirmar que la educación como
factor constructor de una sociedad más justa, menos
violenta, más participativa, con mejores posibilidades de
crecimiento, debe dirigir el proceso en y para la
provención del conflicto, lo cual supone aprender a
analizarlos y resolverlos, siendo necesario descubrir,
además de las causas que lo originan, las bases del poder
tanto propio como ajeno. Reafirmando lo expuesto Pascual (2000)
expresa
Deberemos acercarnos al conflicto como parte natural
de nuestra vida. Como algo inevitable que dice presente y ocupa
de manera constante todo nivel de nuestra cotidianidad –
personal, interpersonal, intra-grupal o internacional.
Será necesario pues re-crear nuestras controversias –
asumiendo la paz y el conflicto – no como opuestos, sino
complementarios. Será necesario además, no
enmarcar los conflictos en un esquema polarizado – propio de
una batalla a ganar o perder – sino en una problemática
solucionable a ser resuelta con apertura y equidad a
los sentimientos, temores e intereses de todas las partes (p.
50)
En función de esto los docentes deben asumir el
reto de formar y trabajar con los alumnos para la
generación de cambios en sus esquemas mentales y los
modelos en los
cuales han sido formados, creando así la posibilidad de
dar respuestas constructivas a las situaciones emanadas del
contexto.
Dentro de estas consideraciones, Silva y Ávila
(1998, p. 31), señalan "Los estudiantes construyen
interpretaciones personales del mundo basado en las experiencias
e interacciones individuales. En consecuencia, las
representaciones internas están constantemente abiertas al
cambio".
Esta permanentemente reconstrucción del
conocimiento, permite afirmar que el alumno puede rehacer los
parámetros que lo relacionan socialmente, elementos estos
reguladores de las interrelaciones establecidas en todo grupo,
consecuencialmente se habrá avanzado de manera
holística tanto en la manera de relacionarse con su
contexto, como en la manera de dar respuesta a los
conflictos.
Lo expuesto permite afirmar que la provención del
conflicto esta enmarcada en la formación y
educación, que requiere comprender qué es el
conflicto y conocer sus componentes, así como desarrollar
actitudes y estrategias para resolverlo. Entendiéndose por
resolver los conflictos, a diferencia de manejarlos o
gestionarlos, el proceso que lleva a su abordaje, hasta llegar a
descubrir y resolver las causas profundas que lo originaron, es
decir provenir.
En este sentido, la provención a nivel educativo
va a significar intervenir en el conflicto cuando está en
su inicio, sin esperar a que llegue a la fase de crisis. Se trata
de favorecer y proveer de una serie de habilidades y estrategias
que permitan su enfrentamiento. Se trata en definitiva de poner
en marcha un proceso que cree las bases para enfrentar cualquier
disputa o divergencia en el momento en que se produzca, mejorando
las relaciones entre los sujetos del proceso educativo, partiendo
de la necesidad de conocerse con detenimiento, tanto docentes
como alumnos, dándole significado a las experiencias
personales, estando conscientes de las limitaciones y
potencialidades.
El compromiso para la formación de un individuo
capaz de tomar las riendas de su propio desarrollo; dispuesto a
analizar su entorno y propiciar las transformaciones necesarias,
exige un docente involucrado en el cumplimiento de los fines
antes mencionados, que posea claridad en los propósitos,
conciencia del
quehacer y reflexión sobre su actuación. Lo cual
requiere de una alteración en los roles a cumplir por
parte del docente y del estudiante, entre ambos ya no debe existe
una separación abismal, toda vez que el propósito
de reconstruir nuevos significados, los sumerge en una praxis
interactiva en pro de su consecución.
La naturaleza reconstructiva del aprendizaje, sugiere la
presencia de un docente comprometido con la tarea de formar seres
creativos e independientes, siendo así, la acción
docente se orienta a la mediación en el proceso de
reconstrucción racional del conocimiento, despertando
interés
en los estudiantes y convirtiéndolos en protagonistas y
responsables de su actividad autoestructurante, en torno a este
aspecto Ascanio, (1997) expresa:
por eso el docente debe dejar que la realidad sea
interpretada por el estudiante según su conveniencia,
postura filosófica y visión del mundo; para ello
el docente se debe desempeñar como un mediador entre el
objeto de conocimiento y el estudiante, donde conociendo los
esquemas conceptuales avanzados por los estudiantes, introduzca
nueva información a través de
discusiones abiertas e intercambio de ideas en las cuales surja
la necesidad de reconstruir nuevas estructuras de significados
adaptadas a las carencias descubiertas por el desequilibrio
provocado por tal efecto. (p.7).
Desde esta perspectiva, y en la búsqueda de las
transformaciones que esta concepción generaría, el
docente debe ser capaz de crear un clima de intercambio y
confrontación de ideas entre los estudiantes en el marco
histórico, político y social donde se desenvuelvan.
Este aprendizaje sugiere que el aula de clases revista un
matiz de escenario abierto para el dialogo, para el trabajo en
grupo, para la discusión en función de obtener
conocimientos generadores de cambio en la manera de actuar y
pensar de los individuos, que permita la interacción entre
los estudiantes, y entre estos y el contexto
sociocultural.
Esto puede ser apoyado mediante la programación de experiencias de aprendizaje
enmarcadas en el constructivismo,
que fomenten la adquisición y desarrollo de habilidades y
estrategias como: la discusión en grupos, debates,
dramatizaciones, foros, discusión de casos, igualmente la
colaboración y solidaridad entre pares, dirigidas hacia el
fomento y formación en habilidades para la
resolución de conflictos donde se de el ganar –
ganar.
El Docente en el Paradigma
Constructivista
El compromiso para la formación de un individuo
capaz de tomar las riendas de su propio desarrollo; dispuesto a
analizar su entorno y propiciar las transformaciones necesarias,
requiere de la configuración de un sistema educativo en el
cual los involucrados manifiesten el cumplimiento de los fines
antes mencionados, claridad en los propósitos, conciencia
del quehacer y reflexión sobre el mismo. Pasan a
convertirse en los criterios que deben regir el desempeño
de la praxis educativa a cualquier nivel.
El constructivismo, al introducir aportes en torno a la
explicación del proceso que opera en la
construcción del conocimiento, representa uno de los
pilares en el cual se apoya el ideal de formación de un
sujeto autónomo. Desde esta perspectiva, el aprendizaje se
presenta como una operación singular, generada por la
reconstrucción del conocimiento por parte del propio
pensar; distanciándose de la tradición de imponer
la memorización de información, lo cual no
representa aprendizaje al no involucrar cambio ni
elaboración de conocimientos, al respecto Zamora (1996,)
señala, "el conocimiento cualquiera que sea el dominio
disciplinario, no se transmite ni es objeto de
información; es objeto de elaboración mental, es
construcción del pensamiento humano, he aquí la
esencia misma del constructivismo".( p.27)
La acción del docente bajo esta teoría
es fundamental para este trabajo, porque debe lograrse la
conexión e interacción entre la nueva
información presentada al participante, en este caso
relacionado con el conflicto y las formas de abordarlo y el
conjunto de nociones, ideas y conceptos existentes en su
estructura mental, que bajo la mediación del facilitador
se desarrollará una nueva conformación de
significados. Así acontece un proceso caracterizado por la
participación activa a partir de la confrontación e
interacción de factores externos e internos, donde la
importancia radica en el nuevo significado construido y en la
comprensión alcanzada de los nuevos conceptos.
Esta forma de entender el proceso de aprendizaje,
determina una alteración en los roles a cumplir por parte
del facilitador y del participante, entre ambos ya no existe una
separación abismal, toda vez que el propósito de
reconstruir nuevos significados, los sumerge en una praxis
interactiva en pro de su consecución.
La naturaleza reconstructiva del aprendizaje, sugiere la
presencia de un docente comprometido con la tarea de formar seres
creativos e independientes, siendo así, la acción
docente se orienta a la mediación en el proceso de
reconstrucción racional del conocimiento, despertando
interés en los estudiantes y convirtiéndolos en
protagonistas y responsables de su actividad autoestructurante,
en torno a este aspecto Ascanio, (1997) expresa:
…por eso el docente debe dejar que la realidad
sea interpretada por el estudiante según su
conveniencia, postura filosófica y visión del
mundo; para ello el docente se debe desempeñar como un
mediador entre el objeto de conocimiento y el estudiante, donde
conociendo los esquemas conceptuales avanzados por los
estudiantes, introduzca nueva información a
través de discusiones abiertas e intercambio de ideas en
las cuales surja la necesidad de reconstruir nuevas estructuras
de significados adaptadas a las carencias descubiertas por el
desequilibrio provocado por tal efecto.(p.7)
Según el modelo constructivista el papel del
estudiante se transforma, de receptor pasivo, a agente activo en
la elaboración de estructuras conceptuales que le permiten
interactuar con su entorno. Requiriéndose un docente
activamente social, capaz de crear un clima de intercambio y
confrontación de ideas entre los estudiantes con
individualidades diferentes, en el marco histórico
–político y social donde se desenvuelvan. Este
aprendizaje sugiere que el aula de clases revista un matiz de
escenario abierto para el dialogo, la discusión en
función de obtener conocimientos generadores de cambio en
la manera de actuar y pensar de los individuos, dándole
importancia a la comunicación, a la interacción
entre los estudiantes, al contexto sociocultural para formar un
conocimiento individual y colectivo.
El docente debe considerar en el proceso de
construcción del conocimiento la responsabilidad de los alumnos de su propio
proceso de aprendizaje, donde deben aprender a aprender a
solucionar problemas mediante el conocimiento cotidiano, el
conocimiento
científico y con la interacción social que les
permite la construcción de conceptos contextualizados en
un ambiente en
constante interacción.
La investigación Comunicación en la
Provención del Conflicto en Instituciones Educativas de
Media, Diversificada y Profesional, realizada por la autora para
por optar por el titulo de Dr. en ciencias de la
educación, es tomada como fuente para este trabajo, la
mencionada investigación es de carácter
descriptivo, según el criterio de Hernández,
Fernández y Baptista (2001), dado que se identificaron las
características del fenómeno estudiado tal y como
se presentaron en la realidad.
Entre sus variables se
consideró la Provención del conflicto la cual
cuenta como dimensión las Manifestaciones del conflicto
escolar, conformada por la subdimensión violencia
escolar, con los indicadores
agresión y sanciones.
Los criterios para la selección
de los docentes que participaron en la presente
investigación, fueron sus funciones, enmarcadas en el
área administrativo docente, y por ser una
población pequeña, cuarenta y seis (46), se
tomó en su totalidad, dado que resultaba factible su
abordaje.
La población estuvo constituida por los
directivos, orientadores, y coordinadores de la Escuela
Técnica Industrial de Cabimas, Liceo Hermágoras
Chávez y la U.E. Manuel Belloso, instituciones educativas
de III etapa, Diversificada y profesional, ubicadas en la
Parroquia Ambrosio y la Parroquia Germán Ríos
Linares en Cabimas, estado Zulia. La población en estas
instituciones está conformada por: Tres (3) Directores,
Seis (6) Subdirectores, Treinta y tres (33) Coordinadores, cuatro
(4) Orientadores.
El instrumento utilizado fue un cuestionario
con una escala tipo
Lickert y cinco (5) alternativas de respuesta: con muy alta
Frecuencia (5), alta frecuencia (4), mediana frecuencia(3), baja
frecuencia (2) y nunca (1); escala que señaló la
actitud de los encuestados acerca de cada una de las
proposiciones dadas. Las preguntas contenidas en el instrumento
fueron diseñadas, tomando en cuenta los objetivos, las
bases teóricas de la investigación y las
recomendaciones dadas en el proceso de validación por
siete (7) expertos especialistas en el área y con
doctorado; para estimar la consistencia de las respuestas de los
sujetos objeto de estudio y minimizar los errores se
aplicó una prueba piloto. Lo anterior permitió
obtener un instrumento confiable que facilitó obtener y
registrar la información necesaria, pudiendo así
medir de las variables, analizarlas e interpretarlas.
Para el análisis de los resultados, se
organizaron los datos relativos a la variable, indicadores e
ítems, utilizándose el programa SPSS 10 en español lo
cual permitió agruparlos en distribución de frecuencias a través
de la construcción de tablas, visualizando así los
resultados para poder realizar el análisis de los
indicadores y comparar las variables.
Los resultados obtenidos permiten una proyección
hacia el estudio de poblaciones con características
similares a la investigada, sirviendo así como referencia
a futuros estudios, generándose un valor
agregado, a nivel de los aportes
teóricos-prácticos, contribuyendo así a
demostrar la existencia de un problema factible de
superar.
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