- Causas
indirectas - Antecedentes
mediatos - Antecedentes
inmediatos - Causas
directas - Conclusión
- Bibliografía
La revolución
de mayo no surgió como un impulso espontáneo de
un grupo de
patriotas decididos; quienes aprovechando momentos de
circunstancias favorables resolvieron deponer a la autoridad real
local para reemplazarla por un gobierno propio
elegido por el pueblo.
En el presente trabajo se
demostrará que dichos acontecimientos de 1810 fueron el
resultante de la conjunción de causas profundas de orden
político y filosófico, cuyas raíces deben
rastrearse tanto en la misma España,
como en los acontecimientos a nivel mundial-tanto europeos como
americanos-los cuales unidos a la situación particular que
se vivía en el Río de la Plata, tuvieron como
resultado lo que llamamos la revolución de mayo de
1810.
Tomaremos como punto de partida los antecedentes
revolucionarios en América, como los de Europa;
resultando de la primera la independencia
de los Estados Unidos de
América y de la segunda un cambio radical
en cuanto al sistema
gubernamental francés. Todo ello sumado a las causas
mediatas como la insurrección de Tupac Amarú en el
Perú; la condición de las Indias, como dominio exclusivo
del monarca español;
la influencia del pensamiento
escolástico predominante en la península
ibérica y los pensamientos políticos y
filosóficos, contarios al absolutismo y
partidarios de la libertad de
comercio.
Pasando por la reacción inmediata del Río de la
Plata en cuanto a la influencia y consecuencias directas de las
invasiones inglesas, la invasión napoleónica a
España y la caducidad de la autoridad española, de
quien dependían directamente las colonias americanas. Para
concluir con factores importantes que hacen al monopolio
comercial, a la discriminación de los criollos en la
administración
pública y los anhelos de libertad e independencia del
pueblo colonial.
Tomando las causas como fundamentos filosóficos,
políticos y doctrinarios que han influido directa e
indirectamente en los acontecimientos objeto del presente; a
diferencia de los antecedentes; los cuales son considerados como
circunstancias fácticas anteriores que sirvieron de
ejemplo e influencia en los patriotas de mayo de 1810.
INFLUENCIAS DOCTRINARIAS
Durante el siglo XVI, surgieron nuevos desarrollos
doctrinarios; en cuanto que, por un lado se le otorga al poder un
contenido absoluto "summa potestas, suprema potestas" y
por el otro se trata de determinar en quien reside la soberanía y cuales son sus límites.
Francisco de Vittoria (1486-1546); se ocupo de
éstas cuestiones desarrollando la teoría
política
de Santo Tomás de
Aquino. Sosteniendo que la potestad pública
está constituida por derecho
natural, y teniendo el derecho natural a Dios sólo por
autor, deviene que el poder público proviene de Dios. La
autoridad radica en la república, que constituye al
gobernante para la
administración de la comunidad; por
ende cada república puede nombrarse su señor sin
que para ello sea necesario el consentimiento de todos; sino que
basta el de la mayor parte. Éstas teorías
tuvieron su repercusión no solo en España sino
también fuera de ella; estableciendo las bases del
derecho
internacional.
El último y más conocido
escolástico fue Francisco Suárez (1548-1617) que
continua y perfecciona la elaboración doctrinaria, aunque
con matices distintos, sosteniendo que "la potestad civil,
cuando se halla en un hombre o en un
príncipe por derecho legítimo y ordinario
procedió de la comunidad o próxima o
permanente"1
Claro está que Suárez reconoce el origen
divino de la autoridad, la que; por lo tanto, es de derecho
natural. Las tendencias sociales del hombre la llevan a unirse
mediante un acuerdo, que forma un cuerpo místico en el
cual recae, por derecho natural, la potestad política. Y
esta sociedad
así formada, que necesita un dirección, transfiere esa potestad a los
gobernantes por medio de otro acuerdo o por consentimiento
tácito, es decir, por derecho humano o positivo que puede
establecer la forma de gobierno y los límites del
poder.
Lo característico de Suárez, consiste, en
que esa entrega del poder da al gobernante la plenitud de la
autoridad en los gobiernos monárquicos "porque
trasladada la potestad al rey, por ella se hace éste
superior aun al reino que se la dio, porque dándola se
sometió y se privó de la primitiva
libertad"2
1 y 2 Ricardo Zorraquin Becu, "Estudios
de Historia del
Derecho" Abeledo-Perrot 1992 pag. 44
Con ello Suárez se anticipó a las
doctrinas absolutistas; es cierto que los gobernantes deben
procurar la realización del bien común, porque el
ejercicio del poder tiene esa finalidad específica y, en
consecuencia, el
príncipe queda obligado a respetar los derechos divino y natural; y
aún sus propias leyes. Pero el
pueblo nada puede hacer para obligarlo a cumplirlas; exceptuando
el caso extremo de tiranía. No pudiendo el rey ser privado
de esa potestad, porque adquirió dominio de ella, a no ser
que se incline a la tiranía; causa por la cual el pueblo
puede hacer guerra justa
contra él.
Lo fundamental de esta posición
escolástica española del siglo XVI consiste en que
su filosofía política integra una visión del
mundo en la cual la sociedad humana es parte del orden universal
creado por Dios y regido por su ley eterna. De
este sistema deriva la ley natural, a la que deben someterse los
gobernantes. Frente al derecho divino de los reyes se
afirmó que la autoridad no proviene de Dios directamente
sino por intermedio del pueblo que la confiere; expresa o
tácitamente y la recupera en caso de quedar vacante el
cargo.
Pero también, frente a los que ya afirmaban que
el poder es de institución puramente humana, los
escolásticos vincularon a la autoridad política con
el orden de la creación divina y con la naturaleza
social del hombre, subordinándola así al derecho y
por lo tanto a normas superiores
de vigencia necesaria.
Paralelamente a esta doctrina española van
surgiendo en otros países una doctrina que desvincula al
poder de su origen divino, dándole en definitiva un
carácter absoluto. Es indispensable tener
en cuenta el término soberanía, de importante
trascendencia en lo planteado; ya que lo que interesa destacar en
este sentido es la diferencia radical que existe entre la idea de
soberanía como poder supremo del Estado y la
noción escolástica de un poder sometido a normas y
a la conformidad del pueblo.
Porque, si el poder es supremo-soberano- carecerá
de las limitaciones tradicionales que las ideas católicas
habían impuesto a los
príncipes. Contra esta concepción reaccionan los
españoles del siglo XVII que no aceptan
íntegramente éstas teorías, manteniendo sus
posturas jusnaturalistas
Sobre el ambiente
intelectual del Río de la Plata a principios del
siglo XIX, pudieron ejercer influencias tres doctrinas
filosóficas distintas; la primera sería el
Despotismo Ilustrado, que desconocía los derechos de los
súbditos frente al poder; la segunda, siguiendo a Locke y
Rosseau, hacía residir permanentemente en el pueblo la
soberanía y la tercera consideraba que, al someterse al
gobernante, el pueblo pierde total o parcialmente la
soberanía, pero ésta retorna al pueblo en caso de
faltar el soberano. Ésta última, constituye a su
vez la doctrina escolástica española de los siglos
XVI y XVII descripta.
Las teorías del Despotismo Ilustrado alcanzaron
difusión en el Río de la Plata; no cabe duda, por
la dependencia en que se encontraban las colonias con
España; sobre todo con respecto a la cultura
transmitida por los funcionarios, el clero y las universidades.
Haciendo que se conocieran los autores y las ideas que entonces
predominaban oficialmente en la península. La doctrina del
derecho divino de los reyes se convirtió en doctrina
oficial de los reyes Borbones. Tanto en España como en
América las ideas galicanas aparecen desde el siglo XVII
para sustentar en ellas el absolutismo. Durante las
últimas décadas del siglo XVIII hubo en toda
América una activa propaganda de
las ideas del mencionado Despotismo Ilustrado. Éstas
doctrinas que trataban de penetrar en los ambientes intelectuales
eran regalistas en lo eclesiástico y contrarias a los
derechos del pueblo en lo político.
Aún cuando las teorías del derecho divino
de los reyes no alcanzaran a suscitar adhesiones entusiastas, no
dejaron de ser una de las varias posiciones que se defendieron
antes de la revolución de mayo. Siendo ésta
posición fomentada por los españoles desde la
expulsión de los jesuitas;
mediante disposiciones que hacían de control, por
medio de censores, de lo que se enseñaba a las colonias,
para impedir la difusión de doctrinas contrarias a la
autoridad y regalías de la corona; o la de no
enseñar doctrina relativa al tiranicidio.
La teoría absolutista continuó siendo
defendida en España aún después de las
abdicaciones de Carlos IV y de Fernando VII. Para explicar
entonces las formaciones de las Juntas se recurrió a
Jovellanos quien afirmaba que cuando el rey estaba impedido de
ejercer sus funciones la ley
o la voluntad nacional dirigida por la Junta, sin comunicar la
soberanía puede determinar la o las personas que deben
encargarse del ejercicio del poder.
Esa predica del absolutismo monárquico
español, venia unida a la "filosofía de las luces
de la razón" (Ilustración); el deseo de imponer ciertas
reformas sociales y económicas condujo a los gobernantes
españoles y americanos a acentuar el despotismo y la
consiguiente centralización del poder y el imperio del
Estado, a fin de alcanzar mas fácilmente la
transformación. Configurando una paradoja histórica
en cuanto que "por un lado los filósofos y políticos
difundían el absolutismo monárquico, y por el otro
sostenían un sistema racionalista contrario a las
tradiciones, a los sentimiento religiosos y a las condiciones
sociales imperantes"3
El enciclopedismo había penetrado en
España y en América, aliado a las
monarquías, para dar lugar al Despotismo Ilustrado, esta
predica disolvente se cristalizó en Francia en las
doctrinas que defendían la soberanía del pueblo,
los derechos naturales del hombre, la libertad e igualdad de
todos frente al poder, que conducirían a la
revolución de 1789.
Sostenemos, siguiendo a Zorraquin Becu, que las
influencias de los revolucionarios de 1810 y sus antecedentes
deben buscarse en una combinación de todas las influencias
que podían gravitar entonces en el pensamiento rioplatense
con una acentuada inclinación moderna, fundada en el
sistema jurídico racionalista. "los documentos
conocidos acerca de ese pensamiento nos permiten, hasta ahora,
extraer de ellos conclusiones, pero si se los compara con otras
teorías.. no puede dejar de advertirse una semejanza
característica que no es obra de la
casualidad"4
3 Ricardo Zorraquin Becu. "Estudios de
Historia del
derecho" Abeledo-Perrot 1992 pag 59
4 Idem pag. 74
SITUACIÓN DE LAS INDIAS
Las autoridades españolas, desde un primer
momento, decidieron que todos los productos que
debieran ser consumidos en sus colonias, debían ser
abastecidas exclusivamente por las fábricas, campo y
talleres establecidos en la Península Ibérica y
transportados, también exclusivamente, por flotas de
bandera española. Para favorecer esta política, el
rey, estableció un sistema mercantil llamado "el
monopolio"; consideró así que los metales y las
piedras preciosas que se producían en sus posesiones de
América del sur, llegarían exclusivamente a sus
arcas.
Por tanto las mercaderías viajaban desde
España, a través del Atlántico hasta el
istmo de Panamá, en
donde eran desembarcadas, llevadas por tierra hasta
el Océano Pacífico y ahí re-embarcadas rumbo
a Lima, entonces capital del
Virreinato del Perú. Siendo nuevamente despachadas por
tierra, a lomo de mulas, hacia el Potosí, Tucumán,
Córdoba, Buenos Aires,
Asunción, Montevideo, y otros centros poblados de la
región rioplatense.
Éste régimen, por demás
ilógico, hacia que la mercadería llegara a su
destino con altísimos recargos en sus precios
originales. Por eso cuando, en 1569, Felipe II autorizó el
repoblamiento de Buenos Aires, sus habitantes pensaron que a
través del puerto podrían conseguir
mercaderías a precios mas accesibles y, además,
exportar sus excedentes de producción. Sin embargo en 1594 el mismo
rey prohibió, la entrada y salida del puerto de Buenos
Aires, de navíos hacia o desde Brasil; por lo
tanto Buenos Aires se convirtió en un puerto
cerrado.
En aquellas primeras épocas, en Buenos Aires,
prácticamente toda la población era pobre, poco menos que
miserables; que subsistían gracias a sus propio esfuerzo,
peleando no sólo contra los elementos naturales sino
también contra los indígenas. Por ello, Buenos
Aires era considerada la ‘mas pobre ciudad de las Indias
Occidentales’, que puesto que en ella no había
oro ni
plata."5
Poco tiempo
después con la inmigración de colonos agricultores; se
comenzó a producir trigo, legumbres, vinos, aguardientes,
cueros crudos y curtidos, frazadas, mantas, ponchos, y muchos
productos más que comenzaron a vender o intercambiar con
otras poblaciones de las colonias, especialmente con
Potosí de donde recibían la plata con la que
pagaban las mercaderías provenientes de España y
Brasil. Esta situación no favorecía a los
comerciantes monopolistas del Río de la Plata ni a los
españoles; por ello y mediando intervención real se
destruyeron las producciones locales quedando así sin
saldos exportables; dando lugar a un profundo resentimiento de
los productores tanto españoles como criollos.
5.Oscar A. Jofré, "Antecedentes
de la Revolución de Mayo". Serie Divulgaciones 2002.
Pág 6
A pesar de haber insistido ante la Corona para que
facilite la comercialización de los excedentes de
producción, para a su vez poder adquirir productos y
equipamientos necesarios, las autoridades de Madrid no
pudieron o no quisieron modificar su política monopolista;
lo que dio lugar a un comercio irregular, el contrabando.
Por lo tanto, rápidamente las colonias y especialmente la
rioplatense comenzaron a ser reabastecidas por comerciantes
extranjeros especialmente los portugueses, quienes aprovecharon
la frontera
común. También se comerciaba con los ingleses,
norteamericanos, todos ellos con sus propias flotas que entraban
y salían del puerto de Buenos Aires.
El resultado final para la Corona fue que el oro y la
plata que recibía de América del Sur dejo de
enriquecer sus arcas y comenzó a desviarse hacia otras
potencias navales, sobre todo Inglaterra y
Portugal. Enterado Carlos III del auge del contrabando, con el
consiguiente perjuicio hacia sus intereses económicos
ordenó el desalojo de los portugueses de colonia del
Sacramento. Acción
que resultó en la expulsión de los portugueses no
sólo de la colonia mencionada sino también de la
región de Río Grande do Sul.
Este nuevo sistema trajo aparejado el rápido
enriquecimiento de las familias rioplatenses, tanto
españolas como criollas, comenzando las uniones entre
ambas. Como consecuencia de ese enriquecimiento; éstas
familias pudieron costear la educación de sus
hijos en Europa o en otras instituciones
americanas de prestigio; surgiendo así una pléyade
de jóvenes con ideales basados en la revolución
francesa y norteamericana; preconizando contra los antiguos
ordenamientos feudales en los social, cultural y
comercial.
LA REBELIÓN DE TUPAC
AMARÚ
Las reformas borbónicas, implementadas por Carlos
III a fines del S XVIII, con su afán centralizador y
recaudador, significaron un aumento del trabajo y la
opresión de los indígenas.
En el Perú en 1780, un descendiente de los
incas,
José Gabriel Condorkanki, tomó el nombre del
último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que
había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y
encabezó una rebelión de indígenas y
mestizos contra el poder español. Querían poner fin
a la brutal explotación a la que eran sometidos, desde
hacia siglos, en minas, haciendas y obrajes, por los
españoles. El movimiento
tuvo una enorme adhesión y se extendió por una
amplia zona que iba de Colombia a
nuestro territorio. Miles de indígenas se integraron al
ejército libertador de Túpac Amaru que
pretendía el fin del dominio español y la
devolución de la tierra
americana a sus legítimos dueños
La rebelión obtiene sus primeros triunfos y
Túpac comienza a aplicar un programa
revolucionario: devolución a los campesinos de sus tierras
usurpadas, anulación de la esclavitud y los
servicios
personales, como la Mita y el Yanaconazgo.
Asustados por la magnitud y el alcance de la
rebelión de Túpac Amaru y su ejército
libertador, la Iglesia,
el estado, los
criollos y los europeos cierran filas para enfrentar el
peligro.
Tras heroicos combates en los que mueren unos 100.000
indígenas, el primer grito de libertad americano es
acallado y su líder
detenido. Ante la pregunta por los responsables Tupac le responde
al Visitador español: "Nosotros dos somos los
únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al
país con exacciones insoportables y yo por haber querido
libertar al pueblo de semejante tiranía." (…)
"Aquí estoy para que me castiguen solo, al fin de que
otros queden con vida y yo solo en el castigo."
El 18 de mayo de 1781, tras asesinar a casi toda su
familia, las
autoridades españolas someten a Túpac Amaru al
suplicio del descuartizamiento. Cuatro caballos tiraron de sus
extremidades pero no pudieron con su fuerza.
Indignados ordenaron suspender la "ceremonia" y que un verdugo
completara la feroz tarea a hachazos.
Las partes de su cuerpo fueron colocadas en picas en las
ciudades en las que había triunfado el intento
revolucionario.
Túpac Amaru pensó que era factible una
alianza con los criollos. Pero los propietarios nacidos en
América no se diferenciaban demasiado de sus colegas
europeos. Formaban parte de la estructura
social vigente que basaba su riqueza en la explotación
del trabajo indígena en las minas, haciendas y
obrajes.
La independencia propuesta por Túpac no era
sólo un cambio político, implicaba modificar el
esquema social vigente en la América
española.
REVOLUCION
NORTEAMERICANA
A fines de 1773, tres buques británicos cargados
con té de la India,
producto que
pagaba impuestos,
anclaron en el puerto de Boston. Vestidos como pieles rojas,
varios bostonianos subieron a los barcos y tiraron su carga al
agua en
señal de protesta; dando lugar a lo que se conoció
como "motín del té". Los patriotas norteamericanos
se negaban a pagar impuestos mientras no estuvieran representados
en el parlamento inglés.
Gran Bretaña venía aplicando muchas
restricciones al comercio con sus colonias de América del
Norte en beneficio de los mercaderes ingleses. Sus productos
podían ser exporatdos sólo a la Metrópoli.
Pese a esto y gracias al desarrollo de
la pesca, la
agricultura,
la industria y el
contrabando, los colonos subsistían y su economía progresaba.
Pero hacia 1770 la corona quiso obligar a los colonias a que
pagasen parte de los gastos de las
guerras
europeas. El parlamento inglés votó la Ley del
azúcar,
que autorizaba a cobrar un impuesto por este producto y luego la
Ley del Timbre, que obligaba a pagar a todos los documentos
públicos un derecho a través de una
estampilla.
La mayoría de los norteamericanos se opusieron a
estas leyes. Decían que el Parlamento de Gran
Bretaña no podía fijarles nuevos impuestos porque
ellos no estaban representados en ese organismo. La Asamblea de
la Colonia de Virginia declaró que los colonos sólo
debían pagar los impuestos fijados por esa asamblea. Las
demás colonias imitaron a Virginia, hasta que se
decidió reunir un congreso en Filadelfia en 1774. Fue en
ese congreso que el 4 de julio de 1776 las trece colonias
norteamericanas acordaron poner fin a la dominación
británica. Comenzando una larga guerra de independencia en
la que los rebeldes contarían con el apoyo de Francia y
España. En 1783 Inglaterra debió aceptar su derrota
y reconocer la Independencia de los Estados Unidos de
América La constitución norteamericana, promulgada en
1787, fue muy innovadora.
Declaraba que todos los hombres eran iguales ante la
ley. Esto no incluía a una importante cantidad de
habitantes de la nueva nación:
los esclavos, que continuaron padeciendo una durísima
situación. En cuanto al derecho de voto, sólo
podían ejercerlo los hombres propietarios.
La defensa de los derechos de propiedad y
libertad, quedaba garantizada por la nueva Constitución.
Se proclamo el sistema republicano en el que quedaba muy clara la
división de los poderes: un ejecutivo, ejercido por un
presidente; un legislativo, compuesto por una Cámara de
Representantes con diputados proporcionales a la población
de cada Estado y un Senado integrado por dos senadores por
Estado, y un Poder Judicial,
ejercido por un Tribunal Supremo.
LAS INVASIONES INGLESAS
La política de Inglaterra, dueña de los
mares, no se había quedado en las posesiones de los
españoles en América; como se mencionó
anteriormente ésta potencia
marítima comercializaba de forma irregular con las
colonias rioplatenses. Demostrando, sus estadistas la voluntad de
aprovecharse de las desventajas comerciales que se sufrían
en el Plata; aprovechando también la decadencia y depresión
de España quiso sucederla en la posesión de sus
colonias. Gran Bretaña, después de la
pérdida de sus colonias en América del Norte, hecho
que se concretó en 1783 con el reconocimiento de la
independencia de Estados Unidos; comenzó a diagramar una
política expansionista en las colonias españolas;
para ello se apoderó de la colonia holandesa de Cabo de
Buena Esperanza, en el extremo sur del continente africano;
asegurándose con éste hecho el dominio de la
navegación en el Atlántico Sur y en el
océano Indico. Ésta situación se
acentuó después del triunfo en la batalla de
Trafalgar.
"Con paciencia y prolijidad de araña, la
diplomacia inglesa había dispuesto los hilos para capturar
la presa codiciada; primero, la paulatina penetración
comercial; luego, a favor de las doctrinas del siglo, la
penetración ideológica, mediante la difusión
de aquellos principios que, aunque repudiados en la propia
Inglaterra pudieron servir como corrosivos de la inteligencia y
la moral
hispánicas"6
El marqués de Sobremonte, virrey que
sucedió a del Pino en 1804, enterado de la guerra con
Inglaterra, se le ordenó que por falta de ayuda por parte
de la corona se dispusieran medidas con el fin de proteger la
navegación de los buques mercantes e impedir el posible
desembarco inglés al Río de la Plata. Ante la
alarma de la aproximación de ocho buques ingleses el
virrey se traslado a Montevideo como sitio más amenazado,
pero la alarma resultó infundada puesto que la escuadra no
se acercó. A raíz de esta falsa alarma se dispuso
la creación de algunas medidas urgentes para hacer frente
al posible ataque; tales como la formación de cuerpos
volantes de 1100 hombres cada uno en Buenos Aires y Montevideo,
reclutamiento
de milicianos en el interior y fabricación de
municiones.
En junio de 1806, desde Maldonado un vigía
advirtió la presencia de una escuadra próxima a la
costa y compuesta de ocho buques ingleses; la que había
partido en abril de ese año del Cabo de la Buena Esperanza
a las órdenes de Sir. Home Popham; con el propósito
de conquistar la indefensa Buenos Aires. Traía 1.200
hombres de desembarco al mando del general William Carr
Berersford. El gobernador de Montevideo, dio inmediato aviso al
virrey Sobremonte de la situación; quien supuso que, por
su tamaño, los buques no iban a poder desembarcar en el
puerto de Buenos Aires; por lo que se apresuró a mandar
las pocas tropas que tenía a su disposición hacia
Montevideo y ordenó el acuartelamiento de las
milicias.
6 Ernesto Palacio, Historia de la Argentina. Abeledo
Perrot. 1981. Pág 136
El 25 de junio del mismo año, recibió la
noticia que los ingleses habían desembarcado en Quilmes y
se dirigían sobre la ciudad. La reacción fue enviar
precipitadamente cuatrocientos milicianos y cien blandengues mal
armados, que fueron dispersos por el excelente fuego de las
baterías inglesas y de su disciplinada infantería.
Despejado el camino el jefe inglés Beresford intimó
la rendición de la ciudad; el jefe de mayor grado militar,
Brigadier Hilarión de la Quintana, a cargo de la defensa,
vio la inutilidad de resistir y entregó la ciudad y el
fuerte. A todo esto el virrey Sobremonte se había retirado
a Córdoba con los caudales del tesoro, a fin de organizar
desde allí refuerzos.
Con la fácil conquista de la Ciudad de Buenos
Aires, los ingleses creyeron que se habían apoderado del
virreinato. El general Beresford tomo posesión del
gobierno en nombre de su Majestad Jorge III, obligando a las
reparticiones administrativas a prestarle juramento de fidelidad.
Dio un proclama a la población en la que prometió
respeto a la
región católica y a la propiedad privada;
autorizando el libre comercio
con las colonias inglesas. Al mismo tiempo pedía refuerzos
militares y mercaderías para comenzar un intercambio a
gran escala.
Pasados los primeros días de estupor,
empezó a conspirarse activamente contra los ocupantes;
debiendo actuar antes que lleguen los refuerzos solicitados a
Inglaterra por Beresford. Sobremonte y Ruiz Huidobro (gobernador
de Montevideo) reunían tropas para acudir en rescate de la
ciudad tomada, al mismo tiempo Juan Martín de Pueyrredon y
otros hacían lo propio en Buenos Aires; necesitando jefes
que coordinen la acción. A tal función se
ofreció un francés al servicio del
rey de España, don Santiago de Liniers y Brémond.
Quien cruzó a Montevideo con sus tropas y atacando por
cuatro puntos distintos, logrando que el invasor ceda, al momento
de la retirada se les dio la batalla final exigiéndoles la
rendición incondicional.
A la ausencia del virrey, el gobierno había
recaído en manos de la Real Audiencia; pero el Cabildo
abierto, bajo presión
popular se pronunció contra el virrey y designó
jefe militar a Liniers. Sobremonte, confirmó a
regañadientes la situación que se le impuso,
dejando el mando político al presidente de la Audiencia y
se dirigió a la Banda Oriental para hacerse cargo de la
defensa de Montevideo.
Liniers desplegó una extraordinaria actividad,
dando muestras de sus grandes dotes de organizador. "El
aristócrata ligero y un poco escéptico, dado al
ocio y a los placeres, se engrandecía ante la responsabilidad, como es corriente en los
ejemplares de raza." 7 En menos de un año
convirtió a una ciudad de comerciantes en una republica
militar; formando y agrupando distintos cuerpos de acuerdo a sus
orígenes; organizó, también la
caballería y un cuerpo de astilleros; preocupándose
por la instrucción. Los cuerpos debieron elegirse por
votación sus propios oficiales; siendo éste el
origen de casi todos los grados de los casi toda la oficialidad
de la Independencia. La mayor dificultad era el armamento,
debiendo requisar todas las armas viejas en
estado de servir y realizar verdaderos prodigios para abastecerse
de pólvora y balas.
El enemigo fondeado en la boca del estuario había
recibido refuerzos desde Inglaterra. En los comienzos de 1807
contaba ya con un ejercito armado y completo con casi 12.000
hombres al mando del general Whiteloke. Éste
decidió ocupar primero la Banda Oriental y establecerse
allí para su ulterior operación hacia la capital
del virreinato; al llegar se encontró con el virrey
Sobremonte; quién trató, sin éxito,
de oponérsele, por lo que debió retirarse al
interior. Al llegar esta noticia a Buenos Aires, la Junta de
Guerra, lo destituyó por moción del entonces
intendente Álzaga en el cabildo.
Buenos Aires debió hacer frente a una flota
compuesta de veinte barcos de guerra y noventa transportes y a un
ejercito de desembarco de 12.000 hombres. Hubieron tres meses de
preparativos, tiempo en el que se agotaron todos los medios de
persuasión pacífica. Finalmente el general
inglés ordenó el desembarco el 28 de junio de 1807;
las fuerzas de Liniers sufrieron un contraste inicial en los
corrales de Miserere. La situación la salvó el
intendente don Martín de Álzaga; quien
decidió en el cabildo la confección de trincheras
en las calles y colocó baterías de forma
estratégica, convirtiendo las casas en fortalezas. Se
ordenó una iluminación general de toda la ciudad
durante la noche, en la mañana del 3 de julio del mismo
año, estaban listos para
resistir el ataque; pero el invasor no atacó ese
día. A la tarde del 3 llegó Liniers con sus tropas;
quien retomó el mando en medio del júbilo popular.
Completó con nuevas disposiciones los preparativos
iniciados por el Cabildo, distribuyendo las tropas en los puestos
de combate.
El 5 atacó el general Whitelocke, obtuviendo
prima facie, victorias parciales con la toma de la plaza
de toros, el parque de artillería y el convento de las
Catalinas, situados en el suburbio. Pero al penetrar en las
calles los abandonó la fortuna y fueron atacados por tres
flancos distintos diezmando sus tropas. Liniers propuso
negociaciones a las que el jefe británico debió
ceder, luego de diversas alternativas. El 7 de julio se
firmó en convenio de paz en el que los ingleses se
comprometían a evacuar Montevideo y todos los puntos que
ocupaban en el Río de la Plata; debiendo reembarcarse en
el término de diez días y devolver aquella cuidad
en dos meses con su artillería y en el estado en que se
encontraba en el momento de su rendición.
El prestigio de Santiago de Liniers creció
más todavía con esta acción de guerra,
según lo atestigua la carta que
envió el Cabildo de Buenos Aires a Carlos IV
dándole cuenta de los sucesos; por ello recibió del
rey de España el título de jefe de escuadra y
virrey interino del Río de la Plata.
7. Ernesto Palacio, Historia dela
Argentina. Abeledo-Perrot. 1981. Pág 141
IDEALES REVOLUCIONARIOS EN
FRANCIA
El siglo XVIII europeo fue el de la
Ilustración, la Enciclopedia y el encumbramiento de
Inglaterra como gran potencia colonial, comercial y mundial. Este
mundo nuevo produjo la caída del viejo. Por ello, el siglo
XVIII fue también el del hundimiento del "Antiguo
Régimen", de la sociedad estamental, de los gremios, y de
una economía basada en la producción
agrícola.
En 1789 una revolución puso fin a siglos de
monarquía en Francia. El Rey Luis XVI y su
esposa, María Antonieta fueron ejecutados con el invento
del Dr. Guillotín, la guillotina, una máquina de
cortar cabezas que se puso muy de moda en Francia
por esos años. La revolución francesa
significó el principio del fin del Absolutismo
monárquico y el triunfo de los principios de
soberanía popular y división de los
poderes.
El pueblo de París formó una asamblea que
asumió el poder y suprimió todos los privilegios de
los nobles, entre ellos el de no pagar impuestos. La Asamblea
redactó la "Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano". Sus tres principios eran "Liberté,
Egalité y Fraternité"(libertad, igualdad y
fraternidad). La declaración decía en uno de sus
párrafos "Los hombres nacen y viven libres e iguales en
derechos. Las distinciones sociales (el hecho de ser ricos o
pobres) sólo pueden estar fundadas en la utilidad
común." También decía que "la
soberanía reside en la nación
". Esto quería decir que el verdadero poder lo
tenía ahora el pueblo de la nación y no ya el rey.
Este es el principio de soberanía popular según el
cual el pueblo le da el poder a los gobernantes y si estos no
cumplen o se muestran incapaces, el poder debe volver al
pueblo.
Muchos son los que vieron en la revolución el
triunfo de las ideas de la burguesía, identificada con las
ideas liberales, ideas basadas en la defensa de las libertades
individuales; en el derecho de cada hombre a ejercer sus derechos
esenciales: la libertad de
expresión, de comercio, el derecho a la propiedad y a
la seguridad. Por
primera vez se proclamó la existencia de los derechos que
todo hombre posee como hombre y como ciudadano, a partir de un
principio hasta ese momento desconocido: la igualdad ante la
ley.
De todas las revoluciones contemporáneas, la
francesa fue el único gran movimiento de ideas que produjo
un efecto real sobre todo el mundo. Junto con la
revolución norteamericana, la revolución francesa
impuso el constitucionalismo. Al imponer los principios de
soberanía popular y abolir la monarquía Francia
quedo enfrentada a toda la Europa monárquica.
Así comenzó una prolongada guerra que se
extendería por más de veinte años. Para
hacer frente a tan formidable enemigo fueron movilizados los
sectores populares urbanos que, con los jacobinos, llegaron a
tener presencia en el gobierno revolucionario. En 1794
desaparecido el peligro de una derrota, la alta burguesía,
integrada por grandes comerciantes, financistas, banqueros y
propietarios de industrias, se
hizo cargo del Poder
BLOQUEO CONTINENTAL FRANCES
El bloqueo continental era la lógica
consecuencia del deseo de Napoleón
de aislar a Inglaterra para vencerla en el terreno
económico, dada la práctica imposibilidad de
conseguir su derrota por la fuerza de las armas ante un
ejército que dominaba esencialmente en el mar. El bloqueo
había sido utilizado ya por Francia y por la misma
Inglaterra desde los primeros años del conflicto. Sin
embargo, el bloqueo que practicaba Inglaterra tenia un sentido
distinto al que pretendía aplicar Napoleón. Éste quería cortar
absolutamente las importaciones de
mercancías británicas para causar su ruina
económica. Inglaterra nunca tenía el
propósito de reducir por asfixia económica al
país bloqueado, sino enriquecerse como país que
practicaba el bloqueo. Así, había impuesto con
frecuencia un bloqueo naval de los puertos europeos para
interferir el comercio de los países del continente con
sus colonias de América y beneficiarse con el incremento
de sus propias exportaciones. La
paz de Tilsit proporcionó a Napoleón el dominio de
la Europa central y occidental y eso le llevó directamente
al enfrentamiento con Inglaterra. Retomó la
política que ya en este mismo sentido habían puesto
en marcha la
Convención y el Directorio mediante los
decretos de Berlín (21 de noviembre de 1806), de
Fontainebleau (13 de octubre de 1807) y Milán (23 de
noviembre y 17 de diciembre de 1807). En su virtud, se
prohibían en el continente todas las mercancías de
procedencia inglesa y aquellas otras de procedencia neutral pero
que estuviesen sometidas al control británico.
Es conveniente destacar, tres aspectos importantes del
bloqueo continental impuesto por Napoleón a Inglaterra. En
primer lugar, el bloqueo no era solamente una medida contra las
importaciones británicas sino una forma de abrir los
mercados
continentales a los productos franceses en unos momentos en los
que Francia había perdido su mercado colonial.
En segundo lugar, el control del bloqueo exigió un amplio
despliegue de fuerzas para vigilar unas líneas aduaneras
tan extensas, y eso dio pie a abusos y a la modificación
arbitraria por parte de Napoleón de algunas fronteras
territoriales. Por último, si bien es cierto que el
bloqueo continental era un lógico complemento de la
ampliación del sistema imperial, también se
convirtió en el propulsor de un control militar cada vez
más acentuado.
Inglaterra acusó los efectos del bloqueo
continental, especialmente en el Báltico, donde su
comercio quedó prácticamente interrumpido en el
año 1808. Por otra parte, en el Mediterráneo se
redujo a la mínima expresión con España
y con Italia, pero
Gibraltar y la isla de Malta se convirtieron en importantes
depósitos de redistribución de mercancías
inglesas de contrabando por el sur de Europa. No obstante, de
ningún modo llegaba a compensar este comercio de las
importantes pérdidas que estaba sufriendo en el Norte.
También la economía inglesa se vio afectada por la
actitud de los
Estados Unidos, que habían tomado medidas de represalia
contra una disposición inglesa de 1807 que obligaba a
todos los navíos neutrales a tocar en un puerto
británico y a pagar fuertes derechos aduaneros. Esas
medidas consistían en la prohibición de que los
barcos mercantes americanos zarpasen con destino a puertos
extranjeros si no era con un permiso especial del propio
presidente. Creía el presidente de los Estados
Unidos, Jefferson,
que restringiendo las exportaciones de productos como el algodón, los cereales o la madera
americanos, tanto Francia como Inglaterra se verían
obligadas a cambiar su actitud con respecto a los neutrales. Pero
más daño
causó aún una medida que entró en vigor en
1808, mediante la cual quedaban prohibidas todas las
exportaciones inglesas a los Estados Unidos. Sin el mercado
europeo y de América del Norte, Gran Bretaña vio
disminuidas sus exportaciones en 1808 en un 25 por 100.En cuanto
a la Europa continental, el bloqueo planteaba la necesidad de
sustituir los productos coloniales, cuyo tráfico
quedó interrumpido por el control del océano por
parte de Gran Bretaña y, de otro lado, reemplazar las
importaciones de productos industriales ingleses. Para solucionar
el primero de estos problemas, el
gobierno francés trató de estimular la
producción de determinados productos agrícolas que
pudiesen servir de alternativa a los productos
ultramarinos.
El bloqueo continental dispuesto por Napoleón
contra Inglaterra no podía hacerse efectivo sin el apoyo
de Portugal, aliado de esa potencia. Por el tratado de
Fontainbleau, Francia y España decidieron declararle la
guerra, ocuparla y dividirla en tres fracciones una de las cuales
sería la ambicionada monarquía de Godoy (primer
ministro español).
INVASIÓN NAPOLEÓNICA A
ESPAÑA
El ejercito francés entró en España
para marchar sobre Portugal; ante tal proximidad la Corte
portuguesa se embarco y huyó a sus posesiones en Brasil.
La política de sometimiento de Godoy a las exigencias
francesas, así como la corrupción
general de la corte hicieron que se formara una oposición
al rey en torno a su hijo
Fernando; mientras tanto con el pretexto de la invasión a
Portugal seguían entrando en España tropas
francesas.
El príncipe heredero inició una intriga
ante Napoleón para desalojar a Godoy; mediante el
ofrecimiento de casarse con una princesa de la familia
imperial, intriga que fue descubierta y frustrada.
Los vejámenes producidos por los franceses de
paso por la península y el incumplimiento de las
condiciones del tratado colmaron la indignación popular,
que al fin se descargó sobre el omnipotente primer
ministro, el 18 de marzo de 1808, en el motín de Aranjuez,
apoyado por los partidarios de Fernando, Godoy fue encarcelado;
provocando la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo
quien se convirtió en Fernando VII.
La popularidad circunstancial del nuevo monarca, fundada
en una tendencia visiblemente contraria a Francia, no era grata
del emperador Napoleón. Carlos IV manifestó al
emperador que había sido arrancado, su reinado, por la
fuerza. Razón por la cual fueron citados ante éste
en Bayona, donde hizo que le delegaran la decisión del
pleito; convirtiéndose en árbitro. Dispuso para
ambos monarcas sendas residencias en Francia y estableció
en el trono a su hermano José Bonaparte nombrándolo
rey de España y de las Indias, solucionando así a
su manera los conflictos en
España y el paso a Portugal; mediante una
constitución que hizo pergeñar rápidamente
por una junta de notables españoles convocada al
efecto.
Esto tuvo como consecuencia una insurrección en
Madrid; que en poco tiempo se extendería a toda la
nación; no toda España se alzó contra el
usurpador. Una facción imbuida de intereses
revolucionarios, consideró el cambio como una exigencia de
los tiempos plegándose al nuevo régimen.
CRISIS DE LEGITIMIDAD DE LA MONARQUIA
ESPAÑOLA
Por otra parte en Buenos Aires, el nombramiento de
Liniers como virrey interino fue uno de los últimos
decretos firmados por Carlos IV, aliado de Francia y su
emperador. Cuando el 13 de mayo asumió el cargo el
héroe de la reconquista no sabía que estaba
representando a un rey cautivo y que la patria de su nacimiento
se hallaba en guerra con su patria adoptiva. La primera
complicación a la que tuvo que hacer frente fue a la
instalación de la Corte portuguesa en Río de
Janeiro; lo que implicaba una inminente defensa de la frontera
con Brasil. Las noticias de la
llamada farsa de Bayona descartaron ese peligro, si bien
convertiría a dicha Corte en un foco de intrigas que
mantuvieron a los pobladores de Buenos Aires en permanente
inquietud.
"Era natural que la situación de
España-de suyo confusa por la división que
degeneraría en sangrienta lucha civil-comunicara esa
confusión a sus colonias, creando un estado de zozobra
jalonado de dudas, sospechas, alarmas y conflictos de todo
orden."8
La dificultad de las comunicaciones
agravaba la situación. La índole
catastrófica de las novedades inclinaba al pesimismo sobre
la ciudad, por lo que cobraban actualidad las ideas de la
independencia, latentes de tiempo atrás. Habían
tenido que defenderse solos contra el invasor inglés, lo
que indicaba que estaban solos al futuro porvenir.
La primera noticia que llegó a Buenos Aires de
los sucesos españoles fue la abdicación de Carlos
IV a favor de su hijo Fernando VII. Se estaban terminando los
preparativos para la jura del nuevo monarca, en la forma indicada
por el ceremonial, cuando apareció en Montevideo el
marqués Sasseny, enviado por el emperador Napoleón,
ante el virrey de Buenos Aires. Traía credenciales que lo
acreditaban en su función diplomática y
comunicaciones de los acontecimientos de Bayona y exigiendo el
reconocimiento de José Bonaparte como soberano de
España y de las Indias, el gobernador de la ciudad lo
envió custodiado a la capital del virreinato.
8. Ernesto Palacio, Historia de la Argentina.
Abeledo-Perrot. 1981 Pág. 145
A fin de no dar sospechas Liniers lo recibió en
audiencia pública y acompañado de miembros del
Cabildo y los oidores. Después de una discusión se
resolvió por gran mayoría el rechazo a la propuesta
y la expulsión inmediata del enviado, tomando precauciones
para evitar el contacto con los habitantes de la
ciudad.
La oposición al virrey Liniers se agravó
con la publicación realizada el 15 de agosto, dando cuenta
de los acontecimientos ocurridos en la península. El
documento se hallaba escrito en tono mesurado y lleno de
contemplaciones para el usurpador. Aconsejaba a la
población que se mantuviera tranquila a la espera de los
acontecimientos como lo habían hecho en 1700. Esta
sugerencia del virrey fue una imprudencia, ya que significaba
aceptar de antemano la posibilidad de un cambio de
dinastía a favor de Bonaparte. Desde entonces y hasta su
reemplazo, Liniers no tendría un instante de tranquilidad,
no obstante sus esfuerzos por recuperar la confianza perdida.
Como primera medida trató de apresurar la ceremonia de la
jura de Fernando VII (realizada el 21 de agosto). Juramento de un
rey sin corona, que le escribía esquelas adulatorias al
amo de Europa mientras su pueblo se desangraba en la lucha por la
libertad
A fines de 1808 España parecía perdida. La
rebelión iniciada en Asturias se había propagado a
toda la península, dirigida por la Junta de Sevilla,
Suprema de España e Indias. Pero la suerte de las armas
fue primero favorable a los franceses, pudiendo el rey
José 1º entrar en Madrid el 20 de julio. Mientras
tanto la resistencia se
dividía en dos facciones. La de Floridablanca y la de
Jovellanos; inclinada una al absolutismo y la otra a las
reformas, en el sentido de las antiguas instituciones de
Castilla. Luego de la capitulación de Bailén, el
José Bonaparte abandonó la ciudad, seguido de su
Corte, lo que duró poco; ya que el emperador en persona
decidió encabezar una segunda campaña invadiendo la
península, entrando a Barcelona y Madrid, lo que no
duró mucho. En enero de 1809 se consolidó la
alianza de la Junta con Inglaterra, lo que facilitó, a
nivel económico, para la obtención y armado de la
resistencia. "las tentativas de los franceses para obtener un
acomodamiento con las Juntas fueron frustrados por la
energía de Jovellanos: no habría cuartel. Las
batallas campales y los sitios de ciudades , aunque aparentes,
resultaban para los invasores tan costosas como si fueran
derrotas."9
En estas costas de América reinaba el
desconcierto en cuanto a los acontecimientos que se suscitaban en
Europa, sabiendo que debían tomarse grandes decisiones,
pero sin ponerse de acuerdo en la acción a
realizar.
El rey legítimo, a quien el virrey representaba,
se hallaba prisionero e impedido; mientras que un usurpador
ocupaba el trono. La autoridad de Liniers se había
convertido en una autoridad fantasmal, por la anulación
del principio que se provenía y sólo podía
mantenerse en la medida en que prevaleciera el espíritu de
conservación de los habitantes o su confianza en la
persona que la encarnaba. La actuación del virrey
aparecía como eminentemente provisoria e insegura, como la
de un simple tenedor de un mando que las circunstancias lo
obligaban a abandonar.
Esta situación de intrigas no podía ser
dejada de lado por la Corte de Portugal; de donde saldría
la candidatura de la princesa Carlota para coronarse en el Plata,
por su condición de esposa del regente portugués y
hermana de Fernando VII, y dada la abolición de la ley
Sálica le daba eventuales derechos sobre la corona
española. Muchos hombres del plata vieron en esta
candidatura la solución y así suplir la falta de
autoridad legítima. La princesa Carlota, por falta de
continuidad de sus propósitos y de fidelidad de sus
compromisos, habría de desengañar pronto a sus
patrocinantes de buena fe.
Linires estaba decidido a modificar la
composición del Cabildo con la designación de
candidatos favorables a su persona. Los partidos del alcalde
Martín de Álzaga, movilizaron sus elementos para
impedir la maniobra e intentar la deposición del virrey,
la situación lo apremiaba ya que, España y Francia
estaban en guerra y el virrey que representaba a un rey depuesto,
era francés. El pueblo aglutinado en el cabildo aclamaba
en contra del virrey; el motín fue disperso por don
Cornelio Saavedra, quien enterado de los acontecimientos
alineó sus tropas sobre la plaza para sofocar la
revuelta.
Desde Europa llegó la noticia que la Junta de
Sevilla, trasladada a Cádiz, había designado un
reemplazante del virrey Liniers; don Baltasar Hidalgo de
Cisneros; ante la nueva confusión con los distintos
nombramientos realizados por las distintas Juntas desde
España; dieron lugar a que el virrey saliente hiciera
jurar a don Cisneros en Montevideo (donde estaba listo para
asumir su cargo) y así hacerse cargo del virreinato del
Río de la Plata.
9 Ernesto Palacio, Historia de la
Argentina, Abeledo-Perrot. 1981. pág. 151
MOVIMIENTOS EMANCIPADORES EN EL ALTO
PERU
Mientras tanto en el Alto Perú, estallaron las
revoluciones de Chuquisaca y La Paz; la primera había
estallado; provocada por conflictos entre el presidente Pizarro y
el obispo de Andalucía. Éste había negado el
reconocimiento al comisionado de la Junta de Sevilla, quien
llevaba pliegos procedentes de Brasil en los que proponía
la protección del príncipe regente y la princesa
Carlota. Se difundió la versión que tanto el
presidente como el obispo querían entregar el gobierno a
los portugueses. La indignación pública
provocó la renuncia de Pizarro y la Audiencia
asumió el gobierno, nombrando comandante de las fuerzas al
teniente coronel don Juan Antonio de Arenales. Los funcionarios
depuestos escribieron al Virrey de Buenos Aires acusando a los
oidores de tendencias independentistas.
En La Paz había un movimiento preparado para
estallar en ocasión del levantamiento de Álzaga
contra Liniers; pero el fracaso de éste, motivó la
postergación. Los sucesores de Chuquisaca les ofrecieron
una nueva oportunidad, el Cabildo acaudillado por don Domingo
Murillo y don Juan Pedro Indaburu; luego de provocar la renuncia
del gobernador y del obispo asumió el gobierno y
formó una Junta Tuitiva. El movimiento en La Paz fue
aplastado por fuerzas militares enviadas por el virrey del
Perú. Para sofocar el levantamiento de Chuquisaca el
virrey Cisneros envió fuerzas desde Buenos Aires; al tomar
el gobierno, el mariscal Nieto, a todos los que habían
aceptado cargos públicos los mandó a calabozos de
Lima o los deportó a las fronteras.
SE CUESTIONA LA AUTORIDAD DEL
VIRREY
Desde principios de 1810 llegaban noticias de los
desastres en España; la autoridad del virrey ha cesado y
el poder estaba vigente. En vano trató Cisneros de dilatar
las soluciones
prometiendo el 18 un manifiesto la convocatoria por los virreyes
de América a un congreso para la formación de una
Regencia Soberana. Los vecinos apoyados por los jefes militares
solicitan al virrey un cabildo abierto; el que aceptó con
la esperanza de encontrar apoyo a su favor y consolidar su poder;
lo cual no sucedió. Después de una prolongada y
ardua votación quedó resuelto que el virrey
debía ser depuesto de su mando y que el Cabildo
designaría una Junta para sucederlo de acuerdo con los
deseos de los vecinos. Esta resolución era lisa y
llanamente revolucionaria en el hecho y en las proyecciones,
aunque ajustada a derecho. El no reconocimiento del Consejo de
Regencia de Cádiz se fundaba en la incompetencia de esa
ciudad para arrogarse la representatividad de un rey ausente; no
habiendo expresa delegación del poder; teniendo cualquier
otro lugar del imperio; la misma facultad de arrogarse el
poder.
En Buenos Aires, la anarquía de opiniones y las
vacilaciones del grupo que aparecía como renovador y
díscolo envalentonaron al virrey y al Cabildo, quienes
creyeron que podían intentar impunemente una maniobra que
les asegurase la conservación del poder. El virrey
había cesado y le correspondía al Cabildo
establecer la Junta; nombrando al ex virrey Cisneros como
presidente de la misma. Esto provocó indignación,
los llamados "patriotas hicieron renunciar a los nombrados junto
con Cisneros, debiendo el Cabildo ceder ante las exigencias de
los vecinos apoyados por los militares. Estableciendo y
proclamando como flamante la Junta Gubernativa presidida por
Cornelio Saavedra, con Juan José Castelli, Manuel
Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matéu, Juan
Larrea, y Manuel Alberti como vocales; siendo los secretarios
Mariano Moreno y Juan José Paso.
Tal como se expuso en la introducción del presente trabajo; fueron
variados los antecedentes y causas que influyeron, directa o
indirectamente, en los acontecimientos de mayo de 1810 en el
Río de la Plata.
A modo de conclusión podemos inferir que en un
primer lugar y desde la doctrina escolástica
española de los siglos XVI y XVII se comienza a cuestionar
la autoridad divina del monarca soberano. Comienza a ponerse en
duda quien era el depositario del poder otorgado por Dios; en un
primer momento era el monarca quien recibía de Dios ese
poder y en consecuencia lo ejercía; con el tiempo, y en un
segundo lugar se elaboraron teorías en las que se llega a
la conclusión que esa soberanía no era otorgada
directamente al rey sino que el depositario de la misma era el
pueblo; quien luego la delegaba al monarca. Convirtiendo al poder
en una institución puramente humana, vinculando (los
escolásticos) a la autoridad política con la
creación divina y con la naturaleza social del hombre,
subordinándola al derecho y a normas superiores de
vigencia necesaria. Junto con la escolástica
española de los siglos XVI y XVII van surgiendo, en otros
países, teorías que desvinculan al poder
político de la creación divina; otorgándole
así un carácter absoluto. Surge así el
término de soberanía; diferenciando la
soberanía como poder supremo del Estado y el poder
sometido a las normas y a la conformidad del pueblo.
Todas éstas teorías fueron llegando a
nuestras costas a través de la educación que las
familias, enriquecidas con el contrabando, pudieron dar a sus
hijos en universidades españolas o americanas. Nombramos
al contrabando como factor importante en cuanto, la
situación de las Indias, como dominio exclusivo del Rey de
España; tenía un sistema de comercialización
que no convenía a Buenos Aires; en un primer lugar
sólo podía comerciarse con la madre patria; en un
segundo lugar las mercaderías no llegaban directamente al
puerto local sino que procedían desde el Alto Perú;
lo que traía aparejado un incremento en los precios de las
mercaderías; por lo tanto se comenzó a comerciar
irregularmente con los portugueses (aprovechando las fronteras
comunes) y con los ingleses que siempre tuvieron interés en
éstas tierras.
Todo ello sumado al cambio que quiso establecer
José Gabriel Condorkanki; más conocido como Tupac
Amarú; en cuanto implicaba no sólo un cambio
político; sino una modificación en el esquema
social vigente en las colonias españolas en
América.
El cambio radical producido por los franceses en 1789 en
cuanto a su forma de gobierno, con los lemas de libertad,
igualdad y fraternidad; destronando al rey y afirmando que todos
los hombres nacen libres e iguales en derecho y pregonando que la
soberanía reside en la nación y no en el monarca.
La independencia de Estados Unidos; influyó en cuanto
defendía los derechos de propiedad y libertad; proclamando
un sistema republicano, con división de poderes; todo ello
plasmado en una constitución de carácter liberal
que terminó de conformar a Norteamérica como un
estado independiente del imperio británico.
Por otro lado, y en forma más directa, las
invasiones inglesas sirvieron de antecedente en cuanto el
virreinato del Río de la Plata, se vio obligado a
defenderse sólo ante el invasor ingles; formando unas
escasas milicias con el apoyo de la banda oriental. surgiendo
así importantes figuras locales en los enfrentamientos que
organizaron el gobierno y las milicias locales.
Aún más directamente y como corolario de
todo lo arriba expuesto, se suman la ineptitud del monarca de
Carlos IV y su hijo Fernando VII, ante el emperador Napoleón
Bonaparte; lo que terminó en la ocupación
francesa del trono español. De esos acontecimientos,
conocidos en la historia como las guerras napoleónicas,
surgió el dilema de la representación del virrey en
el Río de la Plata, en cuanto acá no se
reconoció el poder de la Junta de Cádiz formada en
nombre del rey; porque éste no había delegado en
ella poder alguno. Lo que trajo como ultima consecuencia el
cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, en el cual se discutieron
las medidas a tomar al respecto del gobierno local, sumado al
anhelo de in dependencia se destituyó al virrey (ya falto
de poder) y se creó un gobierno en el que se le dio lugar
a la representación popular a falta de un gobierno
legítimo.
- Jofré, Oscar A. "Antecedentes de la
Revolución de Mayo" Serie Divulgación.
2002 - Zorraquín Becú, Ricardo. "Estudios de
Historia del Derecho". Abeledo-Perrot. 1992 - Zorraquín Becú, Ricardo "Historia del
Derecho Argentino. Tomo II". Abeledo-Perrot.1992 - Palacio, Ernesto. "Historia de la Argentina".
Abeledo-Perrot. 1981 - Ortega, Ezequiel Oscar. "El Complot Colonial" Ed.
Ayacucho 1947 - Tau Anzoátegui, Victor "La codificación en la Argentina (1810-1870)"
FDyCs.S. 1977 - Levene, Ricardo "Ensayo
histórico sobre la revolución de mayo y Mariano
Moreno" FDyCs.S. 1949
Esteban Barchi