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La Política




Enviado por henry_007mx



    1. Origen del Estado y de la
      Sociedad
    2. De la
      esclavitud
    3. De la adquisición de los
      bienes
    4. Del poder
      doméstico
    5. Examen de La República de
      Platón
    6. Examen del tratado de "Las
      Leyes" de Platón
    7. Del Estado y el
      ciudadano
    8. Teoría de los gobiernos y
      de la soberanía
    9. Teoría General de
      la ciudad perfecta
    10. De si la autoridad y la
      obediencia deben ser alternativas o
      vitalicias
    11. Condiciones de la
      Educación
    12. De la gimnástica como
      elemento de la educación
    13. De la música como
      elemento de la educación
    14. De los deberes del
      Legislador
    15. Sobre las formas de gobierno y
      sus desviaciones
    16. En cuanto a la mejor
      Constitución
    17. De los tres
      poderes
    18. De la organización del
      poder en la Democracia
    19. De la organización
      del poder en las Oligarquías
    20. De las diversas magistraturas
      indispensables o útiles a la ciudad
    21. Teoría general de
      las revoluciones
    22. De las causas de las
      revoluciones en las democracias, en las oligarquías, en
      la aristocracia y en la República
    23. De la monarquía y la
      tiranía

    Origen
    del

    Estado y de la
    Sociedad:

    Todo Estado esta
    conformado por una asociación de familias que tienden a un
    bien común, y éste bien es el objeto más
    importante de esta asociación de tipo política, ya que,
    como en todas las asociaciones que forma el hombre,
    sólo hacen lo que les parece bueno. En las familias las
    bases de las asociaciones se dan, entre el señor y el
    esclavo, y ente el esposo y la mujer, siendo
    éstas, asociaciones de tipo natural, puesto que la
    naturaleza ha
    creado seres para mandar y otros para obedecer, donde el que esta
    dotado de razón y previsión sea el dueño, y
    el que por sus facultades corporales sea capaz de obedecer y
    cumplir las órdenes, obedezca como esclavo.

    La primera asociación se da entre muchas
    familias, conformando el pueblo, y de la asociación de
    muchos pueblos, se forma el Estado que
    llega a su forma última, cuando es capaz de bastarse
    absolutamente a sí mismo, es decir, que se forma por la
    necesidad de satisfacer las necesidades de la vida.

    La formación del Estado es un hecho natural, ya
    que el hombre es un
    ser naturalmente sociable, porque no puede bastarse a sí
    mismo separado del todo como el resto de las partes, siendo
    aquél que vive fuera de ésta, un ser superior a la
    especie, o una bestia. Por todo esto, la naturaleza arrastra
    instintivamente al hombre a la asociación
    política.

    La naturaleza le concede al hombre exclusivamente la
    palabra, mediante la cual, diferencia el bien del mal y lo justo
    de lo injusto, siendo esto la principal característica que
    lo hace distinto de los demás animales. La
    justicia es
    una necesidad social, porque el derecho es la regla de la vida
    para la asociación política, y la decisión
    de lo justo es lo que constituye al derecho.

    Por último, el Estado es siempre anterior a
    la familia y a
    cada individuo en
    particular, porque el todo esta siempre por encima de las partes,
    y una vez que es destruido éste, ya no hay partes, porque
    solas carecerían de función
    alguna.

     De
    la

    esclavitud
    :

    Los elementos de la economía
    doméstica son los esclavos y los hombres libres, siendo
    las partes primitivas, el señor y el esclavo, el hombre y
    la mujer y por
    último el padre y los hijos, siendo posible añadir
    un cuarto elemento que es la llamada adquisición de la
    propiedad, ya
    que sin las cosas de primera necesidad, el hombre no
    podría vivir.

    La propiedad es un elemento de la naturaleza, siendo
    dentro de ésta, el esclavo, la propiedad viva. Pero el
    esclavo no es sólo un esclavo, sino que depende de su
    señor absolutamente, convirtiéndose en propiedad
    como instrumento de uso, pero absolutamente individual, al ser un
    hombre de otro hombre. "…Si las lanzaderas tejiesen por
    sí mismas; si el arco tocase por sí solo la
    cítara, los empresarios prescindirían de los
    operarios y los señores de los esclavos…"

    Algunos esclavos lo son por naturaleza, ya que hay seres
    que desde el momento en que nacen están destinados a
    obedecer y otros lo están para mandar, porque ambos
    elementos, la obediencia y la autoridad, se
    encuentran en todo conjunto que aspire a un resultado
    común, con razón se puede sostener que hay esclavos
    y hombres libres que lo son por obra de la naturaleza. El hombre
    esta formado por un alma que le
    sirve para mandar, y un cuerpo que le sirve para obedecer, en los
    hombres corruptos suele dominar el alma sobre el cuerpo, que es
    lo contrario a la naturaleza. "…El alma manda al cuerpo como un
    dueño a su esclavo, y la razón manda al instinto
    como un magistrado, como un rey…"

    El saber emplear a los esclavos constituye una ciencia, no
    por poseerlos, sino porque se sirve de ellos, esta consiste en
    saber mandar lo que los esclavos deben hacer, para poder ellos
    dedicarse a la vida política o a la filosofía.
    También se les podrían enseñar ciertas artes
    como preparar las viandas, ya que algunos servicios son
    más necesarios que otros

    De la
    adquisición de los

    bienes:

    La adquisición de los bienes no se
    debe confundir con la
    administración doméstica, ya que una emplea lo
    que la otra suministra.

    Algunos hombres son nómades, éstos viven
    en absoluta ociosidad, sin trabajo, y se
    alimentan de la carne de los animales que crían, otros
    viven del pillaje, otros de la pesca, otros
    cazan las aves y los
    animales bravíos, pero la mayoría vive del cultivo
    de la tierra y de
    sus frutos, siendo los modos de existencia del hombre:
    nómada, agricultor, bandolero, cazador o pescador,
    pudiendo combinar los diversos modos de vivir como por ejemplo,
    siendo nómades y salteadores o cultivadores y cazadores.
    La riqueza es la abundancia de los instrumentos sociales, que es
    natural, y domésticos, que procede del arte y de la
    experiencia, a este género se
    lo llama adquisición de bienes.

    El cambio es
    aplicable a todas las propiedades, si bien en su origen no se
    extendía mas allá de las cosas necesarias para la
    vida, a medida que las relaciones se fueron transformando, se
    introdujo el uso de la moneda y con ésta nació la
    venta, que
    reveló cómo la circulación de bienes
    podía ser origen y fuente de ganancias considerables. Por
    ende, el dinero es
    el que parece preocupar al comercio,
    porque es el elemento y el fin de sus cambios, el interés es
    dinero
    producido por el dinero mismo, siendo de entre todas las
    adquisiciones, la usura, la más contraria a la naturaleza,
    que es un modo de adquisición nacido del dinero, al cual
    no se le da el destino para el cual fue creado.

    Del
    poder
    doméstico:

    La administración de la familia descansa
    en tres tipos de poder: el del señor, el del padre y el
    del esposo, según sobre quién se gobierne, si sobre
    el esclavo, los hijos o la mujer. Sobre los dos últimos,
    se manda como a seres igualmente libres, aunque sometidos a una
    autoridad diferente, que es republicana (respecto a la mujer), o
    regia (respecto de los hijos), ya que las afecciones y la edad
    dan a los padres el poder, lo mismo que los reyes, quienes deben
    ser superior a sus súbditos por sus facultades naturales,
    pero sin embargo, ser de la misma raza que ellos.

    Una de las cuestiones que se suscitan es la de saber si
    al esclavo, aparte de actuar como instrumento y servidor, le son
    correspondientes algunas virtudes. Evidentemente, es necesario
    que posea algunas virtudes, aunque muy diversas de las que le
    corresponden a la mujer o a los hijos, por esto, el hombre libre
    manda sobre el esclavo de muy distinta manera a la que lo hace
    con los otros, estando éste absolutamente privado de
    voluntad alguna. El esclavo participa de nuestra vida, y no debe
    poseer virtud alguna más de la que le exige su esclavitud.

    Exámen de La
    República de Platón:

    El Estado es una asociación y como tal para que
    su funcionamiento sea eficiente, la comunidad
    política debe necesariamente abrazarlo todo, o no abrazar
    nada. El suelo, por lo
    menos debe ser necesariamente común, porque la unidad del
    lugar lleva consigo la unidad de la ciudad.

    Platón sostiene que debe existir una comunidad de
    hijos, mujeres y bienes, pero lo que es común al mayor
    número, es de hecho, objeto de menor cuidado, ya que
    siempre uno se ocupa más de las cosas propias, que de las
    comunes. Dos son las cosas que mueven al hombre a hacer algo, el
    sentirlo propio y el sentirlo único, si el hombre no
    siente ninguna de éstas, no se ocupa de las cosas porque
    piensa que otro puede hacerlas.

    También sostiene Platón que
    el ideal supremo de una ciudad, es su unidad absoluta, lo que
    también es criticado por Aristóteles, quien alega que de ésa
    manera, ya no habría mas ciudad "El bien para cada cosa es
    lo que asegura su existencia".

    No es posible que en una comunidad manden todos a la
    vez, por lo que lo mejor sería la continuidad de oficios,
    incluso en la comunidad política, seria conveniente que
    siempre estuvieran los mismos en el mando. Para
    Aristóteles, esto no puede ser, ya que los ciudadanos son
    naturalmente todos iguales, por lo que todos deben tener
    igualmente el poder; según esta idea, el régimen
    que más se acomoda, es aquel en el que los gobernantes se
    retiran del poder en el que han sido desiguales, por
    turnos.

    Otra cuestión, es si debe o no admitirse la
    comunidad de bienes, y buscar la forma de organizar la propiedad,
    de alguna de esas maneras. Para Aristóteles, el mejor
    sistema es el que
    regía en ese momento, donde la propiedad es común,
    pero individual, estaba distribuida para que cada uno se ocupara
    de la suya, obteniendo siempre así el mayor beneficio.
    Ayudar es el mayor placer, pero no lo es sin propiedad privada,
    por eso el mejor sistema, es el del la propiedad privada con uso
    común, ya que nada se puede hacer si se unifica la ciudad;
    sin duda debe haber ente la familia y la ciudad una unidad, pero
    no absoluta, el modo de atraer a la comunidad y a la unión
    del Estado, es mediante la educación.

    Exámen del tratado de
    "Las

    Leyes
    " de Platón:

    En toda materia de
    legislación, nunca deben perderse de vista los elementos
    más importantes que lo conforman, que son: el hombre y la
    tierra. En
    cuanto al tema de propiedad, esta debe ser bastante abundante
    como para poder satisfacer las necesidades de una vida sobria, es
    un error el dividir los bienes en partes iguales y no establecer
    nada sobre el número de ciudadanos, lo más prudente
    es el limitar la población y no la propiedad, no dejarles
    que procreen sin limitación.

    El sistema
    político que propone Platón para su comunidad,
    es un sistema intermedio entre democracia y
    oligarquía, a éste modo de gobierno,
    él lo llama República, por ser el correspondiente a
    los ciudadanos que empuñan las armas.

    La constitución que pretende, es una compuesta
    por elementos de demagogia y tiranía. La crítica
    a este sistema, es que necesariamente da lugar al predominio de
    los que pagan más, ya que muchos de los pobres se
    abstendrían de votar y de ninguna manera se los puede
    obligar a ello.

    Del Estado y el
    ciudadano:

    El Estado es una comunidad, formada por elementos
    diferentes y el gobierno de ese estado, depende de la
    organización impuesta por todos los miembros que lo
    conforman.

    El ser ciudadano no depende del domicilio, ya que
    esclavos y extranjeros también poseen uno, tampoco
    proviene del derecho de entablar una acción
    jurídica, porque esto pueden hacerlo las personas que no
    son ciudadanos, la característica distintiva del ciudadano
    es que este goza de funciones
    políticas y judiciales, tanto como juez o
    magistrado, es decir que posee libertades políticas.
    Dentro de la categoría de los ciudadanos, hay una
    división entre Ciudadanos incompletos: que son
    aquellos que aún no han llegado a la edad de
    inscripción cívica; y Ciudadanos jubilados:
    que son los ancianos que ya han sido borrados de la
    inscripción cívica.

    La definición de ciudadano es relativa del lugar
    donde se la aplique, varía según la forma de
    gobierno, el caso del que estamos hablando acá, es el
    correspondiente a la forma democrática
    principalmente.

    La obra común de todos los ciudadanos es la
    prosperidad de su estado, sin importar las diferencias de los
    destinos de sus actos, así, la virtud del ciudadano se
    refiere exclusivamente a la relativa al estado, pero como este se
    encuentra revestido de diferentes formas (según el tipo de
    gobierno que adopte), la virtud del ciudadano no puede ser nunca
    una, al contrario de la virtud del hombre de bien, que es una y
    absoluta , entonces, es lícito que la virtud del ciudadano
    sea distinta que la del hombre privado.

    Teniendo en cuenta la república perfecta, donde
    cada ciudadano debe llenar las funciones que le han sido
    confiadas, supone que cada uno debe tener una función
    diferente según su función, con lo que no puede
    existir identidad
    entre la virtud cívica, que puede variar según la
    función que cada uno desempeñe dentro de la
    república perfecta, y la virtud privada, que tiene que ser
    única y puede no encontrarse presente en todos los
    hombres. El magistrado digno de ejercer el mando, debe de contar
    con esta doble virtud, de buen ciudadano y de hombre de bien, por
    lo que a los hombres destinados a ejercer el poder, es preciso
    educarlos de manera especial.

    El buen ciudadano debe poseer las virtudes, tanto de
    mando (la prudencia), como de súbdito (la obediencia), y
    contener así la ciencia, la
    fuerza del
    mando y la obediencia. Debe saber tanto obedecer, como mandar a
    los que los obedecen para que realicen los trabajos, entre
    éstos se hallan incluidos los artesanos.

    En conclusión, el ciudadano es aquel hombre
    político, que es o puede ser dueño de ocuparse,
    tanto personal como
    colectivamente de los intereses comunes y tiene
    participación en los asuntos públicos. Las
    condiciones del ciudadano van a variar según el tipo de
    constitución sea aristocrático, en el que el honor
    de desempeñar las cuestiones públicas esta
    reservado a la virtud y a la consideración, los artesanos
    y obreros no serían ciudadanos dentro de este sistema,
    mientras que estarían considerados dentro de la clase
    ciudadana en algún otro, pero no en la constitución
    perfecta.

    Teoría de los
    gobiernos y de la

    soberanía
    :

    La constitución es la que determina en todas
    partes la organización del Estado en relación
    con las magistraturas, principalmente la soberana, el soberano es
    siempre el gobierno, por lo que es la constitución
    misma.

    Se pueden diferenciar dos tipos de constituciones,
    según el interés que persigan, pueden
    ser:

    • Constituciones puras: son las hechas en vistas del
      interés general, son puras porque practican
      rigurosamente la justicia
    • Constituciones impuras: sólo tienen en cuenta
      el interés personal de los gobernantes, no son
      más que una corrupción de las buenas constituciones,
      están viciadas.

    Aristóteles divide las formas de gobierno en
    puras e impuras, que son las deformaciones de las formas puras,
    según persigan el interés de uno o muchos.
    Así, encuentra dentro de las formas puras de
    gobierno:

    • La Monarquía: que es el gobierno de uno
      sólo.
    • La Aristocracia: que es el gobierno de una
      minoría conformada por hombres de bien.
    • La República: que es el gobierno de la
      mayoría
    • Y dentro de las formas impuras,
      están:
    • La Tiranía: que es la que tiene como fin el
      interés personal del monarca.
    • La Oligarquía: que es la que tiene como fin
      el bien personal de los ricos.
    • La Demagogia: que tiene como fin el bien particular
      de los pobres.

    El fin del Estado debe ser siempre, no sólo la
    existencia material de todos los asociados, sino también
    su felicidad y su virtud, siendo ésta última la de
    primer cuidado dentro del Estado, para que la asociación
    política no se convierta en una alianza militar, ni
    la ley
    en una mera convención. La ciudad es la
    asociación del bienestar y de la virtud, para el bien de
    las familias y las diversas clases de habitantes, para alcanzar
    una existencia que se baste a sí misma.

    Si dentro de la ciudad hay algún ciudadano, o
    muchos, que tengan tal superioridad de méritos que los
    demás ciudadanos no puedan competir con el suyo, siendo la
    influencia política de estos individuos, incomparablemente
    más fuerte, no pueden ser confundidos en la masa de la
    ciudad, porque reducirlos a iguales sería cometerles una
    injuria, ya que podría decirse que son dioses ente los
    hombres.

    En todos los casos, es preferible que la soberanía resida en la ley positiva, que
    en algún ciudadano, ya que el hombre se corrompe ante el
    atractivo del instinto y las pasiones del corazón
    cuando se encuentra en el poder. La ley, en cambio, "es la
    inteligencia
    sin ciegas pasiones".

    Teoría General de la ciudad
    perfecta:

    El gobierno perfecto es aquel que procura a todos los
    ciudadanos el goce de la más perfecta felicidad,
    dividiendo a estos goces en tres diferentes clases: los que
    están fuera de su persona, bienes
    del cuerpo y bienes del alma consistiendo así la felicidad
    en la reunión de todos éstos, que pueden ser
    adquiridos y conservados mediante la virtud. La felicidad es
    patrimonio de
    los corazones más puros y de las inteligencias más
    distinguidas, siendo por lo tanto el estado más perfecto,
    el más dichoso y más próspero. La felicidad
    nunca puede estar acompañada del vicio, porque tanto el
    Estado como el hombre no prosperan sino a condición de ser
    virtuosos y prudentes, transformándose en el fin esencial
    de la vida de ambos el alcanzar este grado de virtud y hacer todo
    lo que ella ordene.

    Para Aristóteles el Estado más perfecto es
    aquél en el cual cada ciudadano puede, gracias a
    las leyes,
    practicar lo mejor posible la virtud y asegurar su felicidad,
    adoptando el camino que le parezca mejor, así, algunos se
    dedicarán a la política y otros a la
    filosofía. La felicidad sólo se encuentra en la
    actividad, pues sólo en ella se realiza la virtud, por lo
    cual es un error preferir la inacción al trabajo, siendo
    por lo tanto la actividad el asunto capital de la
    vida.

    En ese Estado perfecto debe haber equilibrio
    entre la cantidad de ciudadanos y la extensión del
    suelo
    (causa material del estado). No debe haber demasiados
    habitantes ya que no es posible el orden en la multitud, su
    cantidad debe ser reducida de modo que sea posible que se
    conozcan entre sí, para que de esta manera las elecciones
    y sentencias jurídicas no sean necesariamente malas pero a
    la vez debe alcanzarse un mínimo necesario para la
    subsistencia.

    En cuanto al territorio sobre el cual se asienta el
    Estado, debe ser fértil y ni demasiado pequeño –
    que impediría satisfacer las necesidades de sus habitantes
    – ni demasiado grande – que lo tornaría
    ingobernable.

    Los elementos indispensables para la existencia de la
    ciudad son: la subsistencia, las artes, las armas, cierta
    abundancia de riquezas, culto divino y decisión sobre los
    asuntos de interés general y procesos
    individuales; para todos y cada uno de estos elementos debe haber
    en el Estado ciudadanos dedicados a procurarlos, ya que la falta
    de cualquiera de ellos resultaría en la imposibilidad del
    autoabastecimiento de esa sociedad.

    Siendo los ciudadanos los únicos que componen el
    cuerpo político, se abstendrán de realizar trabajos
    contrarios a la virtud o relacionados a la agricultura,
    puesto que para ocuparse de la cosa pública se necesita
    tiempo
    ocioso.

    Un Estado es virtuoso sólo cuando todos los
    ciudadanos que lo componen lo son. Tres son las cosas que pueden
    hacer al hombre bueno y virtuoso: la naturaleza, en cuanto nos
    concede virtudes espirituales y corporales, el hábito, que
    pervierte o mejora las cualidades naturales y la razón a
    cuyo imperio el hombre está sometido.

    De si
    la

    autoridad
    y la obediencia deben ser
    alternativas o vitalicias:

    Siempre es preferible que aquellos cuya superioridad de
    jefes fuese incontestable manden sobre los súbditos, pero
    siendo tales diferencias muy difíciles de encontrar, la
    alternativa entre mando y obediencia debe ser común a
    todos los ciudadanos, porque el Estado no podría vivir sin
    la igualdad.

    La naturaleza creó dentro de la misma especie
    unos destinados a obedecer y otros capaces de mandar; una
    autoridad que es conferida a causa de la edad, no provoca celos
    ni fomenta la vanidad de nadie cuando cada cual está
    seguro que con
    el devenir de los años obtendrá la misma
    prerrogativa, por esto, la autoridad y obediencia deben ser a la
    vez perpetuas y alternativas y, por consiguiente, la educación debe ser
    igual y diversa.

    El alma se compone de dos partes: una que posee en
    sí misma la razón y que encierra el fin mismo al
    que debe aspirarse, la otra que obedece a la razón y a la
    que pertenecen las virtudes que constituyen al hombre de bien. La
    razón, a su vez, se divide en especulativa y
    práctica, siendo preferible escoger las actos que
    pertenecen a la parte naturalmente superior.

    A su vez, la vida comprende trabajo y reposo, guerra y paz.
    Los actos humanos hacen relación sea a lo necesario, sea a
    lo bello, no buscándose lo necesario y útil sino en
    vista de lo bello; por esto, el hombre de Estado debe ajustar las
    leyes en orden
    a las partes del alma y a los actos, teniendo en cuenta el fin
    más elevado al cual ambas pueden aspirar.

    A este fin conviene dirigir a los ciudadanos desde la
    infancia y
    durante todo el tiempo que permanezcan sometidos a jefes. Vale
    más y es más conforme a la virtud dirigir hombres
    libres que esclavos, no debiéndose tener por dichoso a un
    Estado ni por muy hábil a un legislador cuando sólo
    se ha fijado en los peligrosos trabajos de la conquista, puesto
    que con tan deplorables principios
    cada ciudadano pensará sólo en usurpar el
    poder absoluto en su propia patria lo más pronto
    posible.

    El legislador no debe sino más que despertar en
    el corazón de los hombres buenos sentimientos y el Estado,
    para gozar de paz, debe ser prudente, valeroso y firme; sus
    ciudadanos deben tener valor y
    paciencia en el trabajo,
    filosofía en el descanso y prudencia y templanza en ambas
    situaciones.

    No se puede exigir a los niños,
    sino hasta los cinco años, la aplicación
    intelectual o fatigas violentas que impidan su crecimiento, pero
    sí la actividad necesaria para evitar la pereza total del
    cuerpo. Los magistrados encargados de su educación, deben
    vigilar tanto las palabras como los cuentos que
    escuchan e incitarles al movimiento,
    sobre todo en los juegos;
    prevendrán que se comuniquen con esclavos y que
    permanezcan alejados de espectáculos o palabras indignos
    de un hombre libre; resguardarán a los jóvenes de
    los peligros de reuniones, de representaciones de piezas
    satíricas y comedias, sino hasta que tengan la edad en que
    puedan asistir a comidas comunes y beber vino oscuro. Se los debe
    alejar principalmente de todo aquello que esté relacionado
    con el vicio o la malevolencia.

    Condiciones de la
    Educación:

    El legislador debe poner mayor empeño en la
    educación de los jóvenes, ya que en las ciudades
    donde no ocurre así, el resultado es el detrimento de la
    estructura
    política, porque la educación debe adaptarse a las
    diversas constituciones en las cuales el carácter peculiar de cada una es lo que
    suele preservarla.

    Puesto que en todas las ciudades es uno el fin, es
    manifiesto que la educación debe ser una y la misma para
    todos los ciudadanos, y que el cuidado debe de ella debe ser
    asunto de la comunidad y no de la iniciativa privada, ya que el
    entrenamiento
    para lo que es común debe ser también común.
    Sería erróneo pensar que el ciudadano se pertenece
    a sí mismo, cuando por el contrario, todos pertenecen a la
    ciudad desde el momento en que cada uno es parte de la ciudad, y
    es natural entonces que el cuidado de cada parte, deba orientarse
    al cuidado del todo.

    Deben ensañarse aquellos conocimientos
    útiles que son de primera necesidad, aunque no todos;
    porque es manifiesto que el ciudadano debe asumir aquellas
    disciplinas que no envilecen al que se ocupa de ellas,
    considerándose envilecedoras aquellas disciplinas,
    trabajos y oficios que tornan al hombre incapaces, en su alma, en
    su cuerpo o su inteligencia para la práctica y actos de
    virtud, todos los oficios que deforman el cuerpo, así como
    los trabajos asalariados, porque privan del ocio a la muerte y la
    degradan.

    Cuatro son las materias que se acostumbra a
    enseñar: lectura y
    escritura,
    gimnasia
    música, y
    a veces, en cuarto lugar dibujo. Las
    primeras, escritura y dibujo, se enseñan por ser
    útiles en la vida y tener muchas aplicaciones; la gimnasia
    porque estimula el valor; en cuanto a la música, en la
    actualidad se lo hace sólo por placer, pero en un
    principio, quienes la incluyeron en la educación lo
    hicieron porque la naturaleza misma procura no sólo el
    trabajo adecuado, sino también el ocio decoroso, el cual,
    es el principio de todas las cosas.

    El ocio es preferible al trabajo y tiene razón
    por fin, sobre cómo debemos emplearlo, seguramente no en
    jugar, porque sino, el juego
    sería necesariamente el fin de la vida. Los juegos deben
    practicarse más bien en conexión con los trabajos,
    hay que introducirlos pero vigilando la oportunidad de su
    empleo. La
    actividad del juego es un relajamiento del alma, y de este placer
    resulta el descanso. El placer lo determina cada uno de acuerdo
    con su propia constitución moral, por lo
    que del mejor hombre será el mejor placer y el que procede
    de fuentes
    más nobles.

    De la
    gimnástica como elemento de la
    educación
    :

    Ha quedado en evidencia la necesidad de enseñarle
    a los niños algunas disciplinas útiles, como el
    estudio de la lectura y
    la escritura, no sólo por su utilidad sino
    porque, mediante ellas, pueden adquirirse muchos otros
    conocimientos. Deben aprender a dibujar, porque el dibujo afina
    la contemplación de la hermosura corporal.

    La educación ha de enseñarse mas por los
    hábitos que por la razón, y en el cuerpo antes que
    en la inteligencia. Los niños deben entregarse al maestro
    de gimnasia y al entrenador deportivo, de los cuales, el primero
    le dará la debida composición corporal y el segundo
    hará otro tanto en lo que concierne a sus
    actos.

    Los espartanos, embrutecen a sus niños a fuerza
    de fatigas, en la creencia de que esto es lo que más
    contribuye a la fortaleza viril, pero la función
    educativa, no debe atender a esta sola virtud, y ni siquiera ella
    como principal. Permitir a los jóvenes practicar este tipo
    de actividades en exceso y dejarlos sin instrucción en las
    disciplinas necesarias, es en realidad degradarlos y tornarlos
    inútiles para la función de ciudadanos.

    De la
    música
    como elemento de la educación:

    Acerca de la música, ésta confiere al
    carácter ciertas cualidades, acostumbrándonos a
    recrearnos rectamente, contribuye en algo al entretenimiento
    intelectual y a la cultura moral.
    La educación de los jóvenes no debe tener por fin
    el juego, ya que no se aprende jugando sino que el aprendizaje va
    con dolor. Finalmente, se considera al a los músicos
    profesionales como hombres de menor condición, y su
    actividad como no propia de un varón, a no ser que este
    embriagado o jugando.

    La música implica un placer natural, y por esto
    es amable, su uso en todas las edades y a todos los caracteres,
    la música es una de las cosas que dan placer, y la virtud
    por su parte consiste en gozar, amar y odiar rectamente, se
    impone con evidencia la necesidad de aprender y habituarse sobre
    todo a juzgar con rectitud y a complacerse en los caracteres
    virtuosos y en las bellas acciones.

    En las obras musicales, hay directamente imitaciones de
    los estados morales, la prueba esta en la diferencia que desde
    luego se ofrece en la naturaleza de las melodías, de
    suerte que los oyentes son afectados de modo distinto y tienen
    diferente reacción con respecto a cada una de ellas, unas
    hay que los ponen más tristes, otras que relajan la mente,
    otras que producen un estado de moderación y compostura y
    otras que inspiran el entusiasmo. En cuanto a los ritmos, unos
    tienen un carácter más reposado, que inducen a
    emociones
    más propias del hombre libre y otros más movido,
    que conllevan emociones más vulgares.

    La enseñanza de la música conviene
    además a la naturaleza juvenil, ya que en razón de
    su edad, los jóvenes no toleran nada que no este endulzado
    por el placer, y la música es por naturaleza dulce, hay
    además algo en nosotros que esta emparentado con la
    armonía y el ritmo, y por esto dicen muchos sabios que el
    alma es una armonía.

    En la educación musical no deberían
    introducirse instrumentos profesionales como la cítara o
    la flauta, quien tiene el inconveniente de impedir el uso de la
    palabra durante su utilización, sino aquellos instrumentos
    que formen buenos estudiantes, ya sea en el campo de la
    música o en cualquier otro campo de la
    educación.

    Acepta la división de las melodías
    establecidas por algunos filósofos, que las clasifican en expresivas
    del carácter, de la acción y de la emoción,
    por su parte, afirma que la música no debe practicarse por
    un provecho único, sino por muchos, uno es la
    educación, otro la purificación y el tercero, es el
    divertimento, como relajamiento y cesación del esfuerzo.
    Por lo tanto, debemos utilizar todas las melodías aunque
    no de la misma manera, sino que para la educación hay que
    recurrir a las que son más expresivas del carácter;
    y para la audición las que son expresivas de la
    acción y la emoción.

    De los deberes del
    Legislador:

    En el momento de redactar la Constitución para
    cada lugar es preciso tener en cuenta, tanto la que es ideal para
    ese lugar, como así también la que es posible que
    se adapte según las condiciones que el mismo presenta;
    ésto constituye una ciencia que para muchos quizás
    será imposible de alcanzar, pero no para el verdadero
    legislador y el político, que no ignoran en absoluto
    ninguna de las circunstancias. También debe de considerar
    cuál es la que durará durante la mayor cantidad de
    tiempo posible, cuál es régimen que derivará
    del supuesto dado, luego de haber examinado detalladamente la
    constitución y sobre todo, tendrá que considerar
    cual es la mejor constitución que se ajusta a todas las
    diferentes ciudades. En resumen, "no habrá de considerar
    sólo la mejor constitución, sino sólo la que
    es posible, la más fácil y la que comúnmente
    pueda implantársele a todas las ciudades".

    Otra opción, no por eso menos importante,
    sería reformar las constituciones que ya tienen las
    respectivas ciudades, de manera que los habitantes las puedan
    acatar y compartir fácilmente, restableciendo un orden
    político. Pero todo será imposible para el que
    piense que sólo hay una forma constitucional, es decir,
    para aquel que crea que sólo una forma de democracia y una
    de oligarquía son posibles, ignorando de cuantos modos
    pueden combinarse.

    Esto también ocurre con las leyes,
    teniéndose en cuenta cuáles son las mejores que
    pueden adaptarse al sistema constitucional, porque éstas
    se establecen en vista de las constituciones y no de manera
    inversa, porque es imposible que todas las leyes se adapten a
    todas las democracias y a todas las oligarquías, si es que
    realmente hay diversidad de ellas.

    Sobre las

    formas de gobierno
    y sus
    desviaciones:

    En todo régimen, la primera desviación de
    la forma original de organización será la peor. Por
    ejemplo: en la monarquía, la desviación que
    más se aleja al gobierno constitucional es la
    tiranía, en segundo lugar viene la oligarquía que
    es la que se aleja de la forma aristocrática y por
    último, como la desviación más moderada, se
    encuentra la democracia. Aunque todas estas formas son erradas,
    ya que no hay una mejor, sino una menos mala.

    La causa de que se encuentren distintas formas de
    gobierno es que todas las ciudades están conformadas
    por familias ricas, que poseen armas, pobres, que no las poseen y
    otras de clase media, también hay campesinos, comerciantes
    y obreros. Es decir que hay distinciones por las riquezas, por
    las propiedades y por nacimiento o virtud, que son las que
    constituyen los elementos de la ciudad, con lo que necesariamente
    habrá pluralidad de gobiernos, en referencia a los
    arreglos que se hagan entre las partes superiores e inferiores
    dentro de la comunidad, siendo oligárquicas o
    despóticas las más tensas, y democráticas
    las más relajadas y suaves, existentes sólo cuando
    son los hombres libres los que ejercen la soberanía, que
    sólo por casualidad resultan de ser la
    mayoría.

    Las ciudades no están compuestas de una, sino de
    muchas partes: los labradores, los obreros, los comerciantes, los
    jornaleros y la clase militar, cuya existencia es no menos
    indispensable, pero debe haber aún alguien que administre
    el derecho, que desempeñe la justicia judicial y una clase
    deliberativa (que corresponde a la prudencia política),
    pero no es al caso que estas funciones se encuentren en la misma
    persona o en personas separadas. Se encuentran otras clases como
    la de los funcionarios públicos, quienes administran las
    magistraturas en la ciudad, ya sea de manera continua o por
    turnos, la clase que delibera y la que juzga sobre los derechos de los litigantes,
    que deben ser desempeñadas por hombres dotados de virtud
    en manera política.

    La primera forma de democracia, es la que hace que los
    ricos no tengan preeminencia sobre los pobres, o viceversa,
    haciendo consistir la igualdad de manera que ambas estén
    al mismo nivel, participando todas en el gobierno de la misma
    forma. Otra forma de democracia, es aquella donde las
    magistraturas se dividen de acuerdo con los censos tributarios;
    donde todos los ciudadanos gobiernan pero siempre bajo la
    preeminencia de la ley, o al revés donde la ley esta por
    encima de los ciudadanos, generalmente por obra de los demagogos.
    Pero en todo caso, para que el gobierno e considere efectivamente
    democrático, la ley debe de ser en todo suprema y los
    magistrados podrán decidir sólo en los casos
    particulares.

    Dentro de las oligarquías, hay una en la que la
    clase más pobre no tiene acceso por su elevada
    calificación tributaria, otra donde las magistraturas se
    llenan por elección de los grandes propietarios,
    también hay una forma en la que los hijos suceden a los
    padres en las funciones gubernamentales, recibiendo en nombre de
    dinastía y es la que corresponde entre todas las formas de
    oligarquía, a la tiranía entre éstas. Aunque
    en estas formas la constitución no sea legalmente
    democrática, lo es realmente por el carácter
    democrático del pueblo y de los hábitos, pero por
    costumbre puede inclinarse hacia una forma aristocrática,
    principalmente luego de un cambio de constitucional.

    En cuanto a la mejor
    Constitución:

    La constitución es como la vida de la ciudad, por
    lo que la debe reflejar de la manera mejor posible.

    En toda ciudad hay una clase que no sabe obedecer a
    ninguna autoridad, sino sólo mandar despóticamente
    y otra que no sabe mandar, sino obedecer con mando servil, lo
    cual es lo más distante de la amistad, pero la
    comunidad no se funda entre enemigos, puesto que ellos no quieren
    ir juntos ni por el mismo camino. Por todo esto, la ciudad aspira
    a componerse de ciertos elementos iguales en la manera en que sea
    posible. La clase media es la que contiene esta
    composición por lo que la ciudad deberá fundarse en
    esta más que en ninguna otra clase, esta clase es la que
    tiene mayor estabilidad, porque no codician ni son codiciados y
    en aquellas ciudades donde la clase media es numerosa es
    difícil que se produzcan facciones entre los ciudadanos,
    preservando de esa manera el orden dentro de la
    ciudad.

    La constitución acomodada a cada pueblo la que
    conviene a cada cual, ante todo debe haber una parte dentro de la
    ciudad que quiera la permanencia de la constitución, que
    sea más fuerte que los que no lo quieren. Donde la
    mayoría de la población es pobre, se
    inclinarán hacia la democracia, mientras que en donde la
    mayoría de la población es rica, estarán a
    favor de la oligarquía; pero el legislador debe siempre
    hacer entrar a la clase media y si ésta sobrepasa a las
    otras dos clases se podrá instaurar un gobierno
    constitucional.

    De los tres
    poderes:

    En todas las constituciones hay tres elementos que el
    legislador debe tener en cuenta y que si están bien
    concertados, lo estará así también la
    república.

    El primero de estos elementos es el que delibera sobre
    los asuntos comunes. El poder deliverativo es soberano en lo que
    tiene que ver en cuanto a la guerra y la paz; las alianzas y su
    disolución; las leyes; las imposiciones de la pena
    capital; destierro; confiscación y para tomarles cuenta a
    los ciudadanos. En cuanto a los miembros, sería provechoso
    que fuesen designados, por elección o por sorteo de entre
    las diferentes clases
    sociales y en número proporcionalmente igual,
    también pude ser provechoso elegir algunas personas de la
    clase popular. En cuanto al poder judicial,
    en tres factores estriba la variedad que hay entre los
    tribunales:

    • Por quiénes están constituidos: si son
      jueces elegidos de entre todos los ciudadanos o sólo
      ente algunos. Aquellos donde los jueces son elegidos entre
      todos los ciudadanos y para todos los asuntos, son
      democráticos y aquellos en donde los jueces se eligen
      sólo entre algunos y para todos los asuntos, son
      oligárquicos.
    • De qué asuntos se ocupan: las ocho clases de
      tribunales que hay: el tribunal de cuentas, el
      de delitos
      ordinarios contra el orden público, uno para los delitos
      contra la constitución, un cuarto para los litigios
      entre los magistrados y particulares por la imposición
      de penas, otro que conoce contratos de
      cierta importancia, un sexto para casos de homicidio, un
      séptimo para los extranjeros y un último para los
      casos de menor importancia.
    • Y en cuanto al cómo de su designación:
      si es por sorteo o por voto.

    De

    la organización
    del poder en la
    Democracia:

    Dos son las causas que determinan la variedad de las
    democracias, siendo la primera el hecho de que los pueblos son
    diferentes y la segunda causa, es la que hace que ser diferentes
    a las democracias por el hecho de combinarse entre sí las
    diversas características y propiedades aparentes de dicho
    régimen; y así una democracia va acompañada
    de menos otra de más, y otra de todos esos caracteres.
    Así los fundadores tratan de combinar todos los elementos
    propios de cada régimen y de acuerdo con su principio
    fundamental.

    La libertad es el
    principio fundamental de la constitución
    democrática, implicando ello que sólo en este
    régimen político pueden los hombres participar de
    la libertad, y a este fin apunta. Uno de los caracteres de la
    libertad, es la alternancia en la obediencia y el mando, y en
    efecto, la justicia democrática consiste en la igualdad
    por el número y no por el mérito, y siendo esto lo
    justo, de necesidad tiene que ser soberana la masa popular y
    estimarse como final y justa la decisión de la
    mayoría, el otro carácter es que cada cual viva
    como le agrade, por el simple hecho de que el esclavo no vive
    como quiere. De este segundo elemento surge la pretensión
    de no ser gobernado por nadie, lo que contribuye a la libertad
    igualitaria.

    Pueden considerarse como instituciones
    democráticas las siguientes:

    • La elección de los magistrados por todos y
      entre todos.
    • El gobierno alternado.
    • La elección por sorteo de las magistraturas,
      donde las no sea necesaria la posesión de ninguna
      propiedad, y donde una persona no pueda poseer un cargo dos
      veces.
    • Que toda magistratura sea de corta
      duración.
    • Que la función judicial la ejerzan todos los
      ciudadanos
    • Que la asamblea sea soberana en todos los asuntos,
      pero que ningún magistrado lo sea en
      ninguno.
    • El pago por los servicios
      públicos.
    • La falta de linaje, la pobreza y la
      vulgaridad.
    • Que ninguna magistratura sea vitalicia, y si alguna
      sobrevive como reliquia de una antigua revolución, hay que despojarla de su
      poder y hacerla sorteable en lugar de electiva.

    La democracia y el gobierno popular son el resultado de
    aplicar el principio de justicia, que es el de la igualdad de
    todos en razón del número, consistiendo en que no
    gobiernen más los pobres que los ricos, ni que sólo
    ellos sean señores, sino todos por igual. Justo es lo que
    parece a la mayoría, en tanto que la oligarquía es
    lo que parece tal a la mayor riqueza, si la minoría ha de
    prevalecer en todo caso, el resultado ha de ser la
    tiranía, pero si ha de prevalecer la mayoría
    numérica, éstos cometerán injusticia al
    confiscar los bienes de los ricos que son en número menor.
    Dicen todos ellos que lo que apruebe la mayoría
    tendrá fuerza de ley y que deberá prevalecer el
    voto de aquel grupo cuya
    propiedad sea mayor después de sumadas las propiedades de
    ambas clases, porque así como los débiles
    están siempre buscando la igualdad y la justicia, los
    fuertes, por su parte, no se ocupan de estas cosas.

    De las cuatro clases de democracia, la mejor es la que
    ocupa el primer lugar, siendo además la más antigua
    de todas, donde el mejor pueblo es el agricultor, ya que estos
    hombres están ocupados, y así, no pueden reunirse
    frecuentemente en asambleas, ya que pasan la vida en lo cotidiano
    sin codiciar lo ajeno, mayor placer encuentran en trabajar que en
    hacer política y desempeñar cargos de que no pueden
    retirar gran provecho, porque aspiran más al lucro que al
    honor.

    Es cosa provechosa depender de otro y no poder hacer uno
    cuanto le parezca, porque con la licencia de hacer uno cuanto
    quiere nada hay que pueda contener el mal inherente en cada
    hombre, de este modo, vendrá como consecuencias el
    gobierno de los mejores.

    Después del pueblo de los agricultores, el mejor
    es aquel cuyos miembros son pastores, quienes están
    especialmente ejercitados para pasar la vida a la intemperie y a
    causa de estar vagando por el mercado y la
    ciudad, acuden fácilmente a las asambleas.

    La última forma de democracia, por ser aquella en
    que todos participan, no puede llevarla cualquier ciudad, ni es
    fácil que perdure a menos de concurrir a la influencia de
    leyes y costumbres. Para establecer esta democracia, sus
    dirigentes tienen por costumbre hacer de su partido a todos
    cuantos pueden, y otorgar la ciudadanía no sólo a hijos
    legítimos, sino a bastardos y a los que tiene un solo
    progenitor ciudadano. De este modo, suelen proceder los
    demagogos, cuando lo debido sería no incrementar la
    ciudadanía sino hasta el punto en que la masa popular
    sobrepase a las clases superior y media, y no ir más
    allá de ese límite, porque cuando en esto hay un
    exceso, en las clases superiores viene un sentimiento de
    irritación que les lleva a soportar difícilmente
    esta democracia.

    De
    la organización
    del poder en las
    Oligarquías:

    La primera y más templada forma de
    oligarquía guarda afinidad con la llamada
    república, discriminándose unas menores,
    dónde los titulares han de participar en las magistraturas
    necesarias, y mayores para los titulares de las más
    importantes. En cuanto a la forma opuesta a la democracia extrema
    , o sea la más democrática y tiránica de las
    oligarquías, justo por ser la peor es la que requiere
    mayor vigilancia, así las peores entre las
    repúblicas son las que necesitan mayor cuidado, la
    oligarquía no puede manifiestamente alcanzar su seguridad sino
    por el buen orden.

    Son cuatro las partes del pueblo: campesinos, artesanos,
    comerciantes y jornaleros; y son cuatro también los
    elementos necesarios en la guerra: caballería,
    infantería pesada, infantería ligera y fuerza
    naval. Donde el territorio del país sea apropiado para
    cabalgar, estas condiciones favorecen al establecimiento de una
    oligarquía fuerte, donde el terreno es apto para una
    infantería pesada, esta indicada la siguiente forma de
    oligarquía, la infantería ligera y la fuerza naval
    son por el contrario elementos del todo
    democráticos.

    La participación que la oligarquía debe
    dar al pueblo en el gobierno, no puede ser a favor de quienes
    adquieran la propiedad fijada, a los que cierto tiempo se han
    abstenido de los trabajos manuales o donde
    se hace una selección
    ente los hombres de mérito, tanto de la clase gobernante
    como de los extraños a ella. A las más altas
    magistraturas debe serles inherentes la prestación de
    costosos servicios públicos, a fin de que el pueblo se
    abstenga voluntariamente de participar en ellas y no tenga
    resentimientos hacia la clase gobernante, por esto, al tomar
    posesión de su cargo ofrezcan sacrificios
    magníficos o construyan algún edificio
    público, para que el pueblo vea con agrado la permanencia
    del régimen. Pero no es esto lo que hacen los oligarcas,
    ya que buscan no menos el lujo que el honor, de aquí que
    puedan llamarse democracias en miniatura.

    De las diversas
    magistraturas indispensables o útiles a la
    ciudad:

    No hay ninguna ciudad que pueda existir sin las
    magistraturas necesarias y ninguna que pueda administrarse bien
    sin aquellas que atiendan al buen orden y a la armonía. En
    las ciudades pequeñas debe haber menos magistraturas y en
    las grandes más.

    El primero entre los servicios públicos es la
    vigilancia del mercado, donde debe haber un magistrado que
    atienda a los contratos
    y al buen orden. Otro es la vigilancia de los servicios
    públicos y privados a fin de que guarden buen aspecto y se
    conserven o se reparen los edificios que amenazan con la ruina,
    así como los caminos y se cuide que no surjan litigios por
    los linderos entre unos y otros. A esta magistratura se la llama
    comúnmente, magistratura urbana, pero tiene varios
    departamentos, cada uno de los cuales esta a cargo de diferentes
    personas en las ciudades más populosas, como los
    constructores de muros, los inspectores de
    fuentes y los vigilantes de puertas,
    sólo en el campo y fuera de la ciudad se les llama a
    éstos vigilantes agrónomos o inspectores
    forestales
    .

    La percepción
    de los ingresos
    públicos, que los magistrados guardan y distribuyen entre
    los diversos departamentos administrativos reciben el nombre de
    tesoreros. Otro oficio es aquel que esta a cargo de las
    sentencias de los tribunales y el registro de los
    contratos privados. La magistratura quizás más
    difícil de todas es la que tiene que ver con la
    aplicación de las penas a los condenados y la custodia de
    los presos, de aquí que no convendría nombrar para
    este oficio a sólo una persona sino, a varias nombradas
    por diversos tribunales, asimismo, sería conveniente que
    no fueran los mismos magistrados quienes ejecutaran algunas de
    estas sentencias, como los magistrados entrantes con los respecto
    a los salientes, y cuando se trate de magistrados en funciones,
    que sea uno el tribunal que condene y otro el que ejecute la
    sentencia. Mientras menor sea el odio que se tenga por los
    ejecutores, tanto mejor se ejecutarán las sentencias;
    ahora bien, el odio es doble cuando los que dictan las sentencias
    y los que las ejecutan son los mismos, entonces ocurre que los
    ciudadanos más responsables huyan de este oficio
    más que algún otro, y tampoco se lo puede confiar a
    gente irresponsable y vil, por todo esto los jóvenes deben
    desempeñar este oficio alternadamente.

    Otra especie de cargos públicos son los que se
    refieren al culto divino, como los sacerdotes, los encargados de
    la conservación de los templos y la reparación de
    los que amenazan en ruinas y de todo lo demás que se
    ordena al servicio de
    los dioses

    Tres son las magistraturas que en algunas ciudades
    supervisan la elección de los magistrados supremos, a
    saber: la de los Guardianes de la Ley, que son una
    institución aristocrática, las Comisiones
    Consultivas
    , que son una institución
    aristocrática y el Consejo, una institución
    democrática.

    Teoría general de las
    revoluciones:

    Aunque todos los hombres reconocen la justicia y la
    igualdad, se equivocan en el modo de alcanzarlas.

    La democracia viene de suponer que por ser iguales en un
    aspecto deben ser iguales en todo, ya que se piensa que por ser
    todos igualmente libres, han de ser absolutamente iguales. La
    oligarquía, por su parte, viene de suponer que por ser
    desiguales en un aspecto, han de ser desiguales en absoluto, que
    por su diferencia en cuanto a la propiedad deben ser
    absolutamente distintos, procurando tener más que los
    otros, y ambos, cuando no obtienen en la república la
    parte que estiman corresponder a las ideas que sustentan,
    promueven la revolución. Pero de todos los hombres,
    sólo podrían sublevarse con más justicia
    aquellos que sobresalen por su virtud, aunque son los que menos
    suelen hacerlo.

    Las mudanzas políticas se pueden realizar de
    diferentes maneras:

    • Sustituyendo la constitución vigente por otra
      nueva.
    • Gobernando personalmente, observando la
      constitución establecida.
    • Aspirando sólo a un cambio de grado, para
      hacer menos o más oligárquica la existente, o
      para hacerla menos o más democrática
    • Suprimiendo alguna magistratura
    • Alterando algún elemento de la
      misma.

    La revolución tiene por causa la desigualdad,
    buscando los que se sublevan la igualdad, ya sea por
    número o por mérito. De todas las formas de
    gobierno, la democracia es la más segura y menos expuesta
    a la revolución que la oligarquía, donde hay doble
    peligro de revolución: de los oligarcas entre sí y
    por parte del pueblo.

    Las causas principales de las revoluciones son la
    búsqueda de la igualdad o desigualdad, que se puede dar
    por distintos factores: el lucro, el honor, la soberbia, el
    miedo, el afán de superioridad, el desprecio, el
    incremento desproporcionado de poder, la negligencia, la
    mediocridad y la disparidad. Aunque no debe pasarse por alto la
    circunstancia de que quienes han tenido el mayor poder en la
    ciudad, tiendan a producir sediciones, porque promueven la
    rebelión los envidiosos de esos hombres, o ellos mismos no
    se atreven a guarda una posición de igualdad. Asimismo,
    las revoluciones políticas se producen por la fuerza,
    cuando los revolucionarios ejercen presión
    desde el principio mismo de la rebelión o posteriormente;
    o por engaño, que se pude dar al principio para que con el
    consentimiento de los ciudadanos se lleve a efecto el cambio de
    gobierno y posteriormente sean sometidos por la fuerza contra su
    voluntad.

    De las causas de las
    revoluciones en las democracias
    :

    Las revoluciones en las democracias, se producen algunas
    veces, porque los demagogos agravian a las clases superiores con
    la mira de halagar al pueblo y promueven su unión, bien
    repartiendo las propiedades o reduciendo sus ingresos por la
    imposición de servicios públicos: otras veces los
    difaman ante los tribunales con el fin de poder confiscar los
    bienes de los ricos.

    De las causas de las revoluciones en las
    oligarquías:

    Una de las causas de las revoluciones en la
    oligarquía se puede dar cuando los oligarcas agravian al
    pueblo y sobre todo cuando de la oligarquía misma surge el
    jefe de la revolución; una veces, cuando los honores
    públicos son compartidos por muy pocos, la
    oligarquía es minada por los ricos mismos, a
    condición de que no sean ellos los que estén en el
    poder.

    Por otra parte, las oligarquías se alteran por
    causas internas, como por rivalidad, lo que lleva a los oligarcas
    a convertirse en demagogos, o cuando sus miembros disipan su
    propia fortuna en una vida disoluta, procurando alguna innovación, ya sea procurando ellos mismos
    a la tiranía o instalando a otro en ella.

    Las revoluciones oligárquicas ocurren así
    tanto en la guerra como en la paz. En la guerra, porque a causa
    de su desconfianza en el pueblo, los oligarcas se ven obligados a
    utilizar tropas mercenarias, o para prevenir esto, dan a la masa
    popular una participación en el gobierno. En tiempos de
    paz, por otra parte, los oligarcas ponen la defensa en manos del
    ejército y de un magistrado neutral, que acaba por
    adueñarse de ambos elementos. También se producen
    sediciones por excluirse mutuamente los miembros de la
    oligarquía, hasta formar partidos hostiles por causa de
    bodas o litigios.

    Por accidentes
    también pueden haber revoluciones. En los sistemas, algunas
    de las magistraturas dependen de una renta personal que se fija
    en principio, de acuerdo con las circunstancias del momento, de
    modo que puedan participar pocos del poder; pero al venir una
    época buena, las mismas propiedades producen una renta de
    valor muchas veces mayor, con lo cual todo el mundo participa en
    los cargos.

    De las causas de las revoluciones en la aristocracia
    y en la república:

    En las aristocracias se producen las revoluciones, en
    unos casos por ser pocos los que participan de los honores, o
    bien cuando ciertos grandes hombres, y en nada inferiores a otros
    por su virtud, son enfrentados por otros que se hallan en alta
    posición. Asimismo, cuando unos están en gran
    pobreza y
    otros en gran abundancia, cuando algún varón
    esforzado no tiene parte de los honores, o cuando algún
    hombre grande es capaz de ser más grande aún y
    aspira a la monarquía.

    Pero las repúblicas y democracias se destruyen
    sobre todo por la desviación de la justicia en la forma
    misma del gobierno, es decir, el no estar bien mezcladas
    democracia y oligarquía. En lo que difieren la
    república y la aristocracia, es en el modo de
    combinación, siendo las que se inclinan más hacia
    el lado de las oligarquías, aristocracias, y las que se
    inclinan a favor del pueblo, repúblicas, siendo
    éstas más seguras, porque donde está el
    mayor número es la más fuerte, y donde hay igualdad
    hay mayor satisfacción.

    En los regímenes bien combinados, de nada hay que
    cuidar con tanta dedicación como de que no se contravenga
    en nada la ley, porque esta se desliza insensiblemente, pero
    acaba por consumir todo el patrimonio.

    La igualdad que los partidos de la democracia pretenden
    establecer en la multitud, no es justa sino cuando se da entre
    iguales. Así en todo régimen en que no son
    numerosos los miembros de la clase gobernante, serán de
    utilidad buen número de instituciones democráticas
    a fin de que todos los ciudadanos puedan participar en ellas, con
    ésto será más difícil que las
    oligarquías y las aristocracias degeneren en
    dinastía, porque no es tan fácil causar daño
    cuando uno esta poco tiempo en el poder.

    Las constituciones pueden preservarse de dos maneras,
    tanto estando lejos de sus destructores, como estando cerca,
    porque el temor hace que los gobernantes tengan más en sus
    manos la dirección del gobierno, por lo cual es
    necesario que quienes tienen en sus manos el poder inventen
    causas de temor y representen como cerca lo que realmente esta
    lejos. Pero sobre todo, debe orientarse la constitución de
    manera que nadie pueda sobresalir del poder, sea bien por fortuna
    o por amistades, para esto debería crearse una
    magistratura para quienes viven en desacuerdo con la
    constitución.

    Toda república debe ordenarse por la
    legislación y otras medidas administrativas, de modo tal
    que las magistraturas no sean una fuente de lucro. Tres son las
    cualidades que deben tener quienes hayan de asumir las más
    altas magistraturas: lealtad a la constitución
    establecida, la mayor competencia en el
    desempeño del cargo y la virtud y la
    justicia adecuadas en cada régimen a la respectiva forma
    de gobierno. Tanto la oligarquía como la democracia pueden
    ser ambas aceptables, por más que se aparten de la
    estructura ideal de la constitución, pero si se extreman
    una u otra, ésta empezará por deteriorarse y
    acabará por no ser siquiera una
    constitución.

    De la
    monarquía y la tiranía:

    La realeza tiene su origen la defensa de los ciudadanos
    eminentes contra el pueblo, eligiéndose el rey de entre
    los ciudadanos que se distinguen por la naturaleza de su virtud,
    esta forma es la que más se aproxima a la aristocracia. Al
    tirano, por el contrario lo eligen entre el pueblo y la multitud
    para oponerlo a los notables, con el fin de que el pueblo no
    resienta ninguna injusticia por parte de ellos, ésta forma
    es un compuesto de oligarquía y democracia en sus formas
    extremas y por esta razón es el régimen más
    pernicioso para los súbditos.

    La tiranía puede ser destruida desde fuera, por
    una república más poderosa y de constitución
    opuesta. Siempre estas formas de gobierno son objeto de odio,
    pero muchas han sido destruidas también por el desprecio
    que inspiran, la prueba de esto está en que la
    mayoría de los que han conquistado el poder han podido
    conservarlo, pero todos cuantos lo heredaron lo han perdido casi
    inmediatamente, pues entregados a una vida de goces han sido
    fácilmente despreciables y ofrecen muchas oportunidades a
    sus atacantes. Asimismo, debe tenerse la cólera
    como elemento de odio, pues en cierto modo es la causa de los
    mismos efectos, a menudo incluso, es la cólera más
    activa que el odio y por ella se ataca con más
    ímpetu, porque a causa de su pasión no se pueden
    hacer cálculos

    La realeza por su parte se destruye muy raramente por
    causas externas, y por esto es un régimen duradero, su
    destrucción procede de sí misma en la
    mayoría de los casos: cuando viene la discordia de entre
    quienes participan de la realeza, o cuando los reyes pretenden
    gobernar a la manera de los tiranos, es decir cuando aspiran a
    extender su autoridad a otras esferas de la ley. El gobierno real
    es el que se ejerce con el consentimiento de los súbditos
    y con soberanía en asuntos de gran importancia.

    La tiranía, por su parte, se conserva de dos
    modos en extremo contrarios. Uno de éstos es el método
    tradicional y al que se ajustaban la mayor parte de los tiranos
    en el ejercicio del poder, despuntar a los que descuellan y
    suprimir a los de ánimo indómito; no
    permitir las comidas en común, ni las asociaciones, ni la
    educación ni nada semejante, antes bien precaver todo
    aquello de que suelen engendrarse estas dos cosas que son la
    grandeza del espíritu y la confianza del individuo en
    sí mismo; ni tampoco permitir la formación de
    escuelas ni otras agrupaciones intelectuales,
    sino emplear todos los medios con el
    fin de que todos los ciudadanos se desconozcan unos a otros lo
    más posible. Deberá también obligar a todos
    los ciudadanos a mostrarse siempre en público, con el fin
    de que no le pase inadvertido nada de lo que los súbitos
    puedan hacer o decir, procurando que los ciudadanos se calumnien
    unos a otros, los amigos choquen entre ellos, el pueblo lo haga
    con las clases superiores y los ricos entre sí. Es
    además el tirano amigo de hacer la guerra con el objeto de
    tener ocupados a los súbditos y que tengan siempre la
    necesidad de un caudillo.

    Todo esto podría resumirse en tres
    capítulos, que conforman los fines de la
    tiranía:

    • el mantener el ánimo apocado de los
      súbditos
    • el hacerlos desconfiados ente sí
    • mantener en los demás la impotencia para la
      acción política.

    Hay otra manera de conservar el poder, totalmente
    adversa a la forma descripta anteriormente, donde el tirano debe
    actuar o semejar que actúa como un verdadero rey, para lo
    cual cuidará de los fondos públicos,
    absteniéndose de gastar el dinero en regalos que resiente
    el pueblo; rendirá asimismo cuentas sobre los ingresos y
    egresos; aparentará que recauda los impuestos,
    sirviéndose de estos solo en casos de emergencia militar y
    se conducirá en general como guardián e intendente
    de aquellos dineros como si fuesen públicos y no privados
    de su persona. La conducta de esta
    tirano, en suma, deberá contraria a todo lo que suelen
    aconsejar las viejas máximas sobre la
    tiranía.

    BIBLIOGRAFIA.

    • Aristóteles, La Politica, Editorial Porrua,
      Mexico, 1994.

    Henry Lara Ruz

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