Christofredo Jakob,
neurobiólogo: científico en diálogo
filosófico
Agotado como
filosofía, el positivismo
en la Argentina – señalaba Risieri Frondizi
– se caracteriza por perdurar en otros campos del
saber
(1). Aunque hoy
nadie bien informado repetiría la efímera leyenda
que hace sólo unas décadas, para abrir paso
localmente al modelo
globalizado del quehacer científico, intentaba agotar en
el positivismo las contribuciones científicas de
Christofredo Jakob (1866 – 1956), la obra jakobiana de seguro prolonga
algunos aspectos del sistema
científico positivo. En parte de esa fuente tomó
Jakob como obvia la tarea de sintetizar lo cósmico con
lo moral (2),
Leitmotiv de nuestro título. Pudo haberla tomado
de otros enfoques.
La robusta
herencia
neurobiológica en que Jakob se inserta y que no
estudiaremos aquí, la llamada escuela
neurobiológica argentina o, precisamente por y desde los
cincuenta y siete años durante los que Jakob fue su eje
y heraldo, la escuela neurobiológica
argentino-germana, jamás perdió esa unidad de
vista.
Desde sus
inicios en el siglo XVIII y en sus desarrollos tras la muerte de
Jakob fue consolidando cada hallazgo concreto de
investigación con la elucidación
de sus implicaciones extrabiológicas más
generales, en química y física y en
antropología filosófica y ontología. Sus publicaciones
electrofisiológicas de los años de 1790 en el
Virreynato y de 2006 en Massachusetts coinciden en
esto.
Claro que ello
implicó esfuerzo y renuncias poco comprensibles para el
técnico integrado a sistemas
conceptuales donde precisamente debe evitarlo si desea
procurarse fondos de investigación.
Pero amputando
contexto y significado ¿queda realmente
investigación en estos temas? Hacia 1993 un
biólogo europeo, Aldo-Pier Solari, se admiraba de la
"amplitud renacentista" que prolifera en la tradición
académica de Jakob. ¿Podía haber menos?
¿Es esa amplitud evitable para alguna
investigación que seriamente se zambulle a elucidar las
relaciones mente-cerebro?
Cosmovisión y programa de
acción son capaces de borrar los límites
disciplinarios. No asombrará, por tanto, que
médicos positivistas como Ramos Mejía o
Ingenieros (colaborador alumno de Jakob en el hoy Hospital
Borda, cuando estudiante) desbordasen el compartimiento de su
profesión y creasen puntos de vista originales, capaces
de superar y englobar su saber médico
psiquiátrico (4,5,6); o que acusen su influencia hombres
del derecho y la justicia
social, utilizando la acumulación
experimental-observacional de arcanos datos
científicos para fundamentar algunas de sus ideas
jurídicas (3,7).
Como se
volverá a mencionar, la obra de Jakob encuadra en un
hecho que Ingenieros consideraba natural: que el florecimiento
de ideas generales, preludio de toda filosofía original,
se inicia entre los cultores de las disciplinas
científicas más desarrolladas en el momento,
señalando que el naturalismo biológico produce un
verdadero filósofo en Ameghino, que los estudios
biológicos sociales se afirman con José M. Ramos
Mejía y las tendencias ético-pedagógicas
toman forma propia en Agustín Álvarez (8,9). No
es necesario que ese hecho surja del positivismo, ni que
carezca de excepciones o sólo pueda constatarse
describiéndolo desde el modelo comtiano, ni este agota
toda manifestación de amplitud transdisciplinaria que
pasme – u ofenda – al laboratorista preciado de su
papel en la vida.
El objetivo de
esta primera parte del trabajo es
demostrar la participación de la neurociencia argentina
en la solidificación del positivismo evolucionista
nacional a través de la obra de Christofredo Jakob. Esto
no ocurrió porque esa obra se agotara en el positivismo
sino porque este fue objeto cultural ubicuo y ubicante,
rótulo y esquema útil al que se solía
recurrir para afiliar trabajos y así infamarlos o bien
ponderarlos, según a quien se dirigiera la
lección; y porque la obra de Jakob es de las más
extensas, con un gigantesco aporte de trabajos de laboratorio
que enorgullece a la ciencia
experimental y clínica; y por la profundidad y amplitud
de sus reflexiones, coherentes con sus hallazgos en embriología y en anatomía normal y
patológica.
No se trata de
una obra solitaria. Numerosas figuras locales preceden a Jakob,
otros son contemporáneos y no pocos lo suceden; no
comentaremos a ninguno en este artículo. Ingenieros
señala ilustres antecedentes en la
anátomo-fisiología del sistema
nervioso y cita a Borda, Valle, Pérez, Corbellini,
Bondemari, Roveda, Blotti y otros. Quede aclarado de antemano
que no es la neurociencia local la que forma a Jakob, quien
llegó al país en 1899 a los treinta y tres
años (11), con un notable caudal científico y
siendo autor de un atlas del sistema nervioso importante y muy
acreditado, dedicado al estado
normal y patológico.
Jakob, natural
de Baviera, fue contratado por Amancio Alcorta (quien hoy da su
nombre a la avenida en que se halla el Laboratorio
construído para Jakob, en nuestros días
también monumento histórico nacional) a
instancias de Domingo Cabred, después que von
Strümpell, maestro de Jakob en cuyo Laboratorio este
trabajaba, declinara venir a la Argentina (12).
Entre las
motivaciones que citan Buzzi y Pérgola, estaba el
tentador ofrecimiento de poder
estudiar trescientos cerebros anuales, obvia diferencia con los
no más de tres encéfalos en el mismo
período que Jakob disponía en su país
(13).
Christfried
Jakob nació en Wërnitz-Ostheim en la Navidad de
1866; de ahí su indefectible nombre de pila. Se
graduó como médico en la Universidad
de Erlangen, en 1890. Había recibido su formación
de von Strümpell y también de Joseph von Gerlach
(14), el verdadero fundador de la tinción
histológica (15), así como de Friedrich
Gudden.
Llegó al
país en 1899, más precisamente el 17 de julio,
fecha que en la Argentina por disposición oficial se
conmemora como Día del Investigador
Neurocientífico. Desembarcó a una edad que por
entonces se pretendía académicamente inmadura,
aunque Jakob ya era autor de textos neuroanatómicos
internacionalmente reconocidos. Contratado como Jefe del
Laboratorio de Clínica Psiquiátrica de la
Facultad de Ciencias
Médicas de Buenos Aires,
de inmediato fue alojado en dependencias administrativas del
Hospicio de las Mercedes. Las carencias en materiales
de laboratorio eran inicialmente notables y no contaba con
ayudantes idóneos, aunque es erróneo que la sala
de autopsias fuera un baño, como exagera cierta
referencia (16). En realidad se le había
construído un sólido laboratorio y allí
inicia su labor con dedicación y actividad asombrosas,
aunque no únicas en su tradición: con un solo
ayudante el primer año produjo 180 autopsias, 40.000
preparados microscópicos para fibras y para células,
estudios e informes de
cada caso clínico, cursos para alumnos y conferencias
para graduados. Desde la primera de estas, en 1899,
había exhibido sus conocimientos a la manera habitual en
Alemania,
con ingenuidad o escasa cautela que, generando envidias, le
ocasionó no pocas oposiciones. No contribuyó a
disiparlas el que algunos jóvenes alumnos lo admirasen,
luego entre ellos ciertos "liberales" como Ingenieros o Alicia
Moreau.
Pese a ello en
1902 fue designado jefe del laboratorio de neurología;
se casó viviendo en el Hospicio y allí nacieron
sus hijos; entre 1910 y 1912 realizó un viaje de regreso
a Europa.
Influyeron en el mismo algunos disensos que había tenido
con Cabred y las envidias mencionadas. Pero habas se cuecen en
todas partes y su inesperado retorno causó otro impacto.
En Munich, revelando una documentación observacional de
increíble magnitud que en sus aspectos
faunísticos era, además, inalcanzable en Europa,
dio a las prensas dos importantísimos volúmenes
en folio y publicó artículos aportando
descubrimientos fundamentales, como el de que la amplia corteza
cerebral de función
ni motriz ni sensoria sino sólo asociativa, cuyos bordes
con ahinco muchos investigadores trataban de delimitar y de la
que, por ello, tanto se hablaba (y en ciertos países
aún se habla), no existe nirgends: en ninguna
parte. Y lo fundamentó publicando observaciones humanas
y comparadas aplastantes por su caudal, ejecución,
variedad y minucioso análisis. Esto determinó que se lo
percibiese como un rival académico de la más alta
peligrosidad, al que era mejor mantener bien lejos, trabajando
silencioso en el fondo del manicomio sudamericano.
Debido al
ambiente
inicialmente hostil que, de tal modo, la posible
reinserción encontraba también en Alemania, al
requerimiento de su nueva familia, que
prevaleció sobre el de su extensa familia de origen; y a
la simultánea gestión del Dr. José Antonio
Estévez sucesor de Ramos Mejía en la
cátedra de Neurología, regresó a la
Argentina (16). Aquí, al negarse a ser "tropa propia" de
ninguna ideología mayoritaria, su
tradición fue obstaculizada desde sectores opuestos
entre sí. Algunos de sus denostadores sostenían
humanismos ateos, otros piadosos; otros aspiraban a una
administración de la ciencia que
produzca ciencia "pura", o bien "ciencia como producto
social", o bien "ciencia con participación
empresaria".
Algunos de estos
últimos buscaron ignorar en todo punto a Jakob mientras
atribuían a sus lectores de habla inglesa los
descubrimientos publicados por este décadas antes (por
ejemplo el "circuito de Papez", que Jakob publicó en
alemán en 1911 y enseñaba desde 1907, mientras
Papez lo publicó en 1937) y Mario Bunge, acorde por lo
menos con tres psicoanalistas, llegó al extremo de
afirmar que Jakob trabajaba en su laboratorio de
neurobiología desde principios de
siglo, pero que desde mediados de la década del '20
estaba rodeado del más profundo desprecio por parte de
sus colegas filósofos de la Facultad de
Filosofía y Letras (23). Inapercibidos de ese supuesto
rol histórico todos sin embargo lo leían, aunque
poquísimos comprendieron qué valoraba Jakob
– y que por ello Jakob eligió el "lugar" social de
su producción ya sin ignorar los citados
estorbos: optando por no perder tiempo con
ellos ni procurar los "lugares" sociales que aquellos
pretendían hacer tener por valiosos. Formó cerca
de cinco mil discípulos o estudiantes, no pocos de los
cuales para producir descubrimientos científicos de
primera magnitud continuaron con su política de "perfil
bajísimo" y enseñando desde la tradición
normalista.
Desde 1912 Jakob
dirigió el Laboratorio de Neurología del Hospital
Nacional de Alienadas, que para re-atraerlo fue
construído en forma de copia del de su Universidad,
Erlangen (el nieto de Friedrich Gudden,
electroneurobiólogo, se embargó de emoción
al saberlo en 1990: el original en Erlangen había sido
destruído por los bombardeos ingleses); y como "mentor y
referente" orientó la mayoría de las investigaciones
argentinas en neurobiología.
A partir de 1913
Jakob asumió como profesor
titular de la cátedra de Biología de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires y desde 1922, por pedido de Joaquín V.
González, pasó a ser también profesor
titular de Biología y Sistema Nervioso de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la
Educación de La Plata. Cercano a esta época,
Mario Bunge señala a 1925 como fecha de defunción
del "positivismo" argentino y, dice, quizá
también la fecha de nacimiento de la "reacción
idealista" en el país (24). Jakob desde 1922 y hasta
1933 asumió también como profesor de
Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de
dicha ciudad.
Destaca Drut que
parte de su increíble actividad científica en La
Plata queda reflejada en los siguientes trabajos: "El
despertar de la inteligencia
en el niño", "La técnica moderna en la
autopsia del
cerebro", "Elementos de fisiopatología de la
respiración" y "Elementos del
bioquimismo patológico, 1º y 2º parte"
(17).
Se retiró
oficialmente de la docencia en
1944, pero bien pasados los ochenta años continuó
realizando investigaciones y publicando obras de marcada
evolución conceptual. Igualmente
prosiguió su labor en la Cátedra de
Anatomía Patológica del Hospital de Alienadas
hasta 1949 (no 1954, como consigna la ref. 18).
Como plantea
Limmer, a partir de Ulrico Schmidl – el cronista de la
expedición de Pedro de Mendoza – la presencia
alemana en la Argentina se debe desentrañar de un
complejo trasfondo compuesto por la evangelización, la
emigración por causas políticas, raciales, las persecuciones
religiosas o la falta de perspectivas científicas que el
rigorismo académico alemán impuso a algunos de
sus científicos en determinados períodos de su
historia (20).
Un conocido ejemplo es la interpretación de la derivación
matemática de Planck que utilizaba el
cuanto de acción. Dicha interpretación, aportada
por los jóvenes Ehrenfest, Einstein y von Laue (este
último, ayudante del mismo Planck), debió esperar
cinco o más años hasta que los líderes
académicos (Lorentz, Wien y el mismo Planck) se
persuadieron y sólo con su anuencia la física
cuántica pudo comenzar a desarrollarse.
En nuestro
medio, no escasos científicos inmigrantes precedieron a
Jakob. Cabe mencionar, por ejemplo, al naturalista
Germán Burmeister que llegó en 1850 para
desarrollar una de las obras más fecundas e iniciales
que conoce el país. En 1897 vino el polifacético
antropólogo Lehmann-Nitsche, para incorporarse al Museo
de La Plata (21). Como señala Bauer, Jakob pertenece al
grupo de
especialistas de variados campos que jerarquizaron a la ciencia
y técnica argentina, como el citado Burmeister, el
químico Reichert, los ingenieros Krause y Schickendantz,
el fisiólogo Neuschloss y el militar Korn, padre del
filósofo e historiador positivista (12).
Este autor ubica
a Jakob como un evolucionista darwiniano, firme creyente en que
el medio
ambiente determina las propiedades de las especies,
materialista, progresista (vocero del mito del
progreso histórico lineal) y
polifacético.
De tales
rótulos, todos los anteriores al último son
incorrectos por esquemáticos: Jakob moduló
muchísimo esas nociones, en particular hacia el fin de
su vida, como se advierte no sólo en sus confidencias y
sus trabajos poéticos y filosóficos sino incluso
en las conferencias y textos. Con relación a su
polimatía se relatan especialmente sus estudios de la
región cordillerana, la fauna, la
flora, los minerales, el
origen de las nieves penitentes, el desaprovechamiento de los
ríos argentinos que se vuelcan al Pacífico, los
problemas de
la falta de riego en la Patagonia,
la creación de un sistema boscoso periurbano para
Capital
Federal, un plan
hídrico para la provincia de Buenos Aires. En la
región cordillerana descubre un hermoso lago de
difícil acceso que lleva su nombre, el lago
Jakob.
Además de
las ciencas geológicas y paleontológicas Jakob
cultivó la filosofía, la literatura, la
música,
el dibujo y la
poesía. Se citan sus conferencias sobre
Kant y acerca
de la filosofía de la naturaleza,
su estudio sobre Ibsen y una conferencia
sobre "Biodinamismo musical" que ilustró con la
ejecución al piano de obras de Wagner y Grieg
(12,16,17,19).
Escapa a la
orientación de este trabajo la enumeración de las
obras de quienes reciben directamente o indirectamente las
enseñanzas del maestro Jakob, pudiéndose
consultar por ejemplo, el trabajo
de Orlando (22). Entre los investigadores se citan a Julio
Hanon, Braulio Moyano, Roque Orlando, Andrés Copello,
Roberto Soubiron, Julio Aranovich, Raúl Garabelli y
otros, formadores de nuevas generaciones que actualmente (2005)
han llegado a su vez a la madurez.
Esto indica que,
por lo menos, ha crecido en el campo de la neurobiología
un pequeño ambiente receptivo, que recientemente y pese
a nuevos obstáculos que se mencionarán se ha
desarrollado en Europa, Norteamérica, Asia y
Australia. Como las ideas de Jakob sobrepasan lo que a menudo
se entiende por ciencia, se hace referencia a su
extensión filosófica; Jakob mismo llamaba, a esta
parte de su labor, "biofilosofía".
El contexto
filosófico donde inscribe su pensamiento
"sin objeto no hay sujeto" es una inversión directa del concepto de
Schopenauer: tal es su planteo. Pero el objeto se construye por
la actividad del sujeto, tal como separadamente lo encuentra la
investigación empírica de la epistemología genética (escuela de Piaget y
colaboradores).
Esto en los
sucesores de Jakob ocasionó el concepto de "objeto yo" o
"yo objeto", que en tanto se opone al sujeto (o "yo sujeto")
permite hacerlo consciente (34). Pero Jakob mismo subrayaba que
los animales se
hallan adaptados al ámbito circundante por una serie de
mecanismos innatos, de modo que todo cuanto han de realizar
incluso organismos de notable complejidad son apenas
adaptaciones complementarias, logradas mediante la
adquisición de hábitos; en cambio
homínidos y otros animales superiores deben adaptarse
activamente al medio con frecuencia hostil de cosas y
congéneres, ya que en ningún caso los
automatismos innatos y los hábitos adquiridos alcanzan
para realizar esa adaptación. Su semoviencia es
epistemológicamente decisiva: esa imprescindible
actividad, al diferenciar y caracterizar los objetos, hace lo
mismo con dicho "objeto yo".
En "El
Significado de la Obra de Ramón y Cajal en la
Filosofía de lo Orgánico" (25) Jakob
ejemplifica su ideario previo a los últimos desarrollos.
Critica a la filosofía que se abstiene de colaborar con
las tendencias científicas de su tiempo. La
pérdida de contacto ha de producir "obras que
llenarán bibliotecas
y que pasarán como lastre a la historia".
Pero no toma a
la ciencia como actividad especializada, sino a su producto en
tanto ya distribuído y asequible a toda la sociedad,
por medio de la enseñanza desde la escuela elemental de
las conclusiones provenientes de los trabajos
científicos más avanzados, evitando toda demora
en la actualización curricular, que debe ser
continua.
Es con esta
ciencia socialmente compartida a través de la
educación común que la filosofía ha de
interactuar y colaborar, so pena de dialogar con espectros. En
acción concreta, Jakob produjo numerosas obras para la
enseñanza elemental y media, el último grupo de
las cuales, 18.000 gruesos fascículos aún
útiles, fue destruído a fines de milenio por la
sociedad comercial que asumió la gestión de
cierta repartición estatal que los conservaba sin
distribuir; vinculada con la fauna, suprimió
también el tradicional acceso de los sucesores de Jakob
a los encéfalos de los animales que allí
fallecían. Con clarividencia Jakob había
descartado las tendencias asentadas en "la ficción
subjetiva de la intuición y el pensar puro",
posición sostenida previamente en el terreno
pedagógico en su trabajo "sobre la enseñanza
de las ciencias biológicas" (26).
Nadie puede
filosofar sobre cosmos y materia sin
conocimientos de física y química; tampoco sobre
la vida se debe hacerlo sin conocer biología y
neurobiología, la que a su vez entraña el real
comportamiento
humano. Estas ideas tienen una profundidad de lejos mayor
que la que podría suponérseles en una
formulación tan breve: se trata de la mutua reciprocidad
de uso de la evolución biológica por los
individuos y de estos por aquella, reciprocidad de la que han
surgido desarrollos científicos y filosóficos
impensados.
Pero Jakob se
opone a que cada ciencia elabore su propia metafísica y acentúa que los
objetos, reglas y leyes de cada
ciencia persisten sobre las interpretaciones
supraempíricas. Estas referencias textuales o casi
textuales señalan que el pensar jakobiano, orientado
"a la exaltación de los hechos contra las ideas, de
las ciencias experimentales contra las teóricas, y de
las leyes físicas y biológicas contra las
construcciones filosóficas", puede interpretarse
como el de un hombre
proveniente del positivismo, marco que no obstante resulta
estrecho para su derrotero intelectual.
Destaca
acertadamente Faccio (27) que casi toda la tarea de C. Jakob
gira, de una manera u otra, sobre dos puntos
fundamentales:
- La ubicación del
hombre en el cosmos, - Los mecanismos de
producción, a través de la filogenia, de las
funciones
mentales superiores.
Exploró
la ontogenia y la filogenia con herramientas
anatómicas y bellísimas preparaciones
microscópicas, en especial con las impregnaciones
metálicas. Pero el examen de su obra demuestra que no
participó del atomismo neuronista ni del holismo, ni
situó las memorias en
engramas o huellas cerebrales, ni se aferró en su
madurez a valorar al individuo
por su rol biológico o por su develación de
algún pequeño sector del lógos, ni
estimó que la mencionada actividad
epistemológicamente decisiva permita encuadrar a los
organismos con psiquismo como meros transformadores
de energía: la acción eficiente de los procesos
psíquicos en el mundo físico le hace dudar que la
ley de la
conservación de la energía se verifique
plenamente en dichos organismos y sus organizaciones.
Muchas de sus
dudas, afloradas con vehemencia en la obra poética,
fueron compartidas en el diálogo con sus
discípulos y aunque en vida de Jakob no alcanzaron
solución generaron un conjunto bien caracterizado de
problemas irresueltos: una problemática altamente
técnica desconocida en el entorno hostil y transmitida
internamente en el modo tradicional como bloque de enigmas, que
la tradición científica se ofrecía a su
propio pensamiento maduro.
El repertorio de
sus principales ideas, a través de las cuales Jakob
observaba los fenómenos dado que fue un hombre de
laboratorio (pero no un "inductivista ingenuo",
ateorética quimera que no existe), tiene entre sus
componentes la certeza de que los fenómenos nerviosos y
las producciones de los contenidos psíquicos se hallan
inseparablemente emparentados y derivan de un sistema
neuroplasmático originado en el trofoplasma original.
Estos "plasmopsiquismos" inexperienciados son suficientes para
la vida celular pero no para un organismo
pluricelular.
A partir de esta
idea original, que algunos han creído la más
opinable de la construcción jakobiana, levanta el
edificio neurobiológico más completo de su tiempo
y prepara las bases para nuestra comprensión
contemporánea de las relaciones entre contenidos del
psiquismo y cerebro. El importantísimo cuadro de la
evolución del sistema nervioso que logró elaborar
Jakob contiene, sin duda, referencias a las cilias, las que
muchas veces dibuja con evidente cuidado y delectación;
pero Jakob no alcanzó a reconocerles la importancia que,
merced a su trabajo conceptual preparatorio y la
continuación de sus estudios sobre nuevo materiales, su
tradición advertiría en ellas unos diez
años tras su muerte (35).
El crucial elemento conceptual que le faltaba, la
conexión de sus propios modelos de
interferencia de tipo holográfico-holofónico que
Jakob presentara desde 1906 para describir la actividad de los
macro- y microcircutos del gris cerebral, máximamente
celularizado, con los mecanismos de control
ciliar en acelulares, escapó a la
conceptualización jakobiana probablemente porque los
plasmopsiquismos fueron concebidos como poseedores de una
estructuralidad ineludiblemente distante de la de los
filopsiquismos y ontopsiquismos, sus sucesores en organismos
celulados, que enseguida mencionaremos.
Por tal motivo
aquel concepto inicial, teórico puro, ya que Jakob
trabaja en los niveles histológico y
macroscópico, cobra renovada vigencia a partir de las
demostraciones actuales de la biología celular en otro
nivel orgánico, el de la función de las stem
cells, despistándose así respecto de la
elaboración orgánica de lo que aun más
adelante en la evolución biológica serán
los contenidos de la experiencia. Pero la
experienciación se añade en modo estable, o
adquiere función biológica, sólo cuando
puede diferenciarse.
La
convicción de Jakob es total: "lo consciente nace de lo
pre- o inconsciente y los razonamientos filosóficos
más abstractos son elaboraciones de ese protoplasma
ovular germinativo que fue capaz de organizar en constante
evolución la especie humana fisicopsíquicamente"
(28). Esto lo registra en 1941, pero se puede afirmar que el
señalamiento jakobiano de la capacidad
protoplasmática de organizar es una idea constante de su
vida.
Lo esencial del
pensamiento jakobiano se capta no sólo en sus trabajos
personales, sino en los realizados con sus alumnos de la
Universidad de la Plata (29, 30). A partir de los
"plasmopsiquísmos" describe en niveles de
diferenciación ascendentes los mencionados
"filopsiquismos", a los que divide en "arquipsiquismos" y
"paleopsiquismos".
La
cúspide comprende a los "ontopsiquismos". El concepto
intrínseco de "–psiquismo", calcado en esto del de
Aristóteles, no discierne entidad
existencial de exterioridad pura. Con ello se imposibilita
deliberadamente de diferenciar un organismo con interioridad o
existencialidad (pe un humano, un chimpancé o un perro)
de uno que sólo consiste en pura exterioridad (pe una
lombriz, una colonia de esponjas o un vegetal) (36). Por tal
motivo Jakob no lo utiliza para investigar los casos del primer
tipo sino para comparar neuroestructuras sin necesidad de que
esa comparación dependa de conocer ni los efectos de la
actividad de esas neuroestructuras sobre la subjetividad, ni
menos sus mecanismos. Este provee muchas ventajas descriptivas
(por ejemplo, localizabilidad y comparabilidad) y una
desventaja: genera un hueco conceptual que Jakob denomina el
problema de las entonaciones subjetivas (pe, en refs. 37 y 28)
o de la generación del tono afectivo de la
neuroactividad.
Los
"arquipsiquismos" se refieren al sistema reflejo
somático/simpático segmentario. Hereditarios,
organizados en metámeras, su función se limita al
momento: no tienen acceso a ninguna referencia sobre
desempeños pasados. El mecanismo reflejo está
constituido por tres sistemas: el aferente (sensitivo),
intercalar (multiplicador) y eferente (motor).
Los
"paleopsiquismos" ya corresponden a especies de vida social
(insectos, vertebrados). Constan de reacciones más
extensas e intensas en el espacio y el tiempo.
También
hereditarios con funciones instintivas, automáticas,
características de cada especie. Implican un tono
afectivo elemental: positivo/negativo, adecuado/inadecuado,
bienestar/malestar, agradable/desagradable. Los paleopsiquismos
residen totalmente en el encéfalo (ganglios
subcorticales en vertebrados) con un sector que funciona como
centro motor primitivo, el cuerpo estriado. Otras áreas
se relacionan con las reacciones simpático/viscerales
con base microanatómica en la zona periependimaria del
mesencéfalo, cerebelo, y sectores del
prosencéfalo como el diencéfalo.
Los vertebrados,
incluido el hombre,
disponen de todas esas dependencias esenciales para la
profilaxis del individuo y la especie.
Alcanzó
Jakob sus conclusiones estudiando los hechos anatómicos
y microscópicos con una clara sistematización
filo-ontogénica, producto de la minuciosa observación personal de
más de veinte mil cerebros humanos, a los que se les
debe agregar muchísimos de otras especies. Esto lo
demuestra la Folia Neurobiológica Argentina de la
que pudo personalmente imprimir cinco volúmenes de
texto y tres
tomos de Atlas, de los doce que había planificado (16),
siendo este el número que alcanza actualmente esa
vigente publicación periódica que Jakob
fundara.
En su Ontogenia
del Sistema Nervioso Humano (X), Jakob describe minuciosamente
a los sistemas arquineurales operantes en nuestra especie. Los
divide en aferentes (sensitivos) que comprenden a los
originados en los axones olfatorios periféricos (I par); los de los axones
ópticos (II par); axones trigeminales (V par); del
acústico: vestibular y coclear (VIII par); del
glosofaríngeo (IX par); y los del intermediario de
Wrisberg; del neumogástrico (X par) y los sistemas
aferentes de los nervios y raíces sensitivas cervicales,
dorsales, lumbares, sacros y coccígeos. Los sistemas
periféricos eferentes (motores) nacen
de células centrales espinales, bulbares,
etc.
Sus
células multipolares emiten sus axones llegando a los
músculos donde se ramifican. Integran este sistema: el
óculomotor (III par) y el patético (IV par); el V
par motor nace del núcleo del trigémino. El VI
par, óculomotor externo; el VII par facial. Los IX y X
pares motores, que nacen en el núcleo somático
ambiguo del bulbo; el XI espinal y el XII hipogloso. Los siguen
caudalmente las raíces anteriores de los nervios motores
cervicales, hasta sacrales.
Además
tienen gran importancia los sistemas intercalares que nacen
como axones de las células de los núcleos
sensitivos formando sistemas cortos (ascendentes y
descendentes) que se dirigen hacia los respectivos
núcleos motores (reflejos segmentarios). Asimismo
existen sistemas semilargos que establecen reflejos complejos
(especialmente bulbares, mesencefálicos y
otros).
Con referencia a
los sistemas paleoneuronales, de formación más
tardía, sus neuroblastos establecen por axones largos el
contacto con los centros reflejos por vías aferentes y
eferentes; sus sistemas cortos (capa de elementos de
"acumulación"o "remanencia") caracterizan los dinamismos
instintivos y normoquinésicos. La enumeración de
las estructuras
aferentes y eferentes superaría el objeto de este
relato.
A partir de
estadíos filo- y ontogénicos más
primitivos aparecen estructuras en el pallium que merecen
atención. Se trata de un área para
la primera metámera olfatoria, la región
arquicortical. Pero aparece otra con mayor jerarquía a
la que Jakob llama "paleocortex". Se trata del hipocampo, que
forma el margen medial del manto cortical, constituido por el
girus dentatus (sensitivo) y el asta de Ammón
(motora).
Su concepto
acerca de los sistemas arquineuronales, paleoneuronales y
neoneuronales no significa un simple aumento de complejidad
desde abajo hacia arriba, en cada vesícula cerebral, se
cumplen las tres etapas filéticas.
"En el
hemisferio: abajo, olfato (arquineuronal); por encima, cuerpo
estriado (paleoneuronal) y en el techo la corteza
(neoneuronal).
En el
diencéfalo: ganglio habenular y túbero-mamilar (arquineuronal),
hipotálamo (paleoneuronal) y ortotálamo
(neoneuronal).
En el
mesencéfalo: nervios ópticos oculomotores
(arquineuronal), cuerpos cuadrigéminos y calota
(paleoneuronal) y sistemas rubrales y pedúnculos
cerebrales (neoneuronal).
En el
rombencéfalo: núcleos senso-motores
bulbo-pontinos (arqui), vermis cerebeloso y sus vías
(paleo), y hemisferios cerebelosos, protuberancia y
pirámide (neo)".
Especial
importancia tiene el tercer y último piso representado
por el neoencéfalo, que consta de sistemas aferentes,
eferentes e intercalares que no solo multiplican y transforman
la neuroenergía permitiendo efectos biofísicos
que interactúan con el experienciar (31), sino que
efectúan tareas de combinación; son por tanto
sistemas asociativos.
Se trata de
estructuras mas recientes desde el punto de vista
filogénico y ontogénico; de ellas emerge el
neopsiquismo. Para su dinamización es necesaria la
experiencia del individuo portador y su
conservación.
Tal
conservación ocurre en modo que Jakob no llega a
establecer, pero sí a indicar que no depende de engramas
o huellas mnésicas grabadas en el cerebro. La
posibilidad de formación de la memoria
individual radica en la función combinatoria asociativa,
pero Jakob observa que su estructura
de "ondas
estacionarias", aunque puede determinar facilitación
de la neuroactividad e incluso modificaciones subcelulares y
así circuitales (Exner, 1885: esta noción es
anterior incluso a Jakob pero suele ser absurdamente
atribuída a un lector canadiense de este, Hebb) no
resuelve la cuestión de la remanencia vivencial, sino
sólo lo que Jakob llama "el frente matesomnémico
de registro" o de
retención inmediata. Los ontopsiquismos así
dinamizados por la inexplicada conservación de la
experiencia son de elaboración y aplicación
individual. Son los últimos en madurar.
Distinto a los
reflejos, de duración momentánea, y a los
instintos que son temporarios, las producciones del
neoencéfalo son definitivas durante la vida normal del
individuo, portador de una vida psíquica superior y cuya
base es la fijación del material experienciado cuyo
contenido forma la memoria. "Es
entonces la función mnémica la que eleva el
aparato cortical a su poder creador, a su influencia y
jerarquía dominante en la psique individual; ella lo
libra de las cadenas insalvables de la ley del reflejo y del
instinto elaborado; esa espera amplificada de acción que
llamamos "libertad
volitiva" y que consiste en la posibilidad de prever el
resultado de una situación dada y elegir entre
diferentes posibilidades la mejor adaptada a la
constelación momentánea y su aprovechamiento
individualizado". Nada de esto, reproducido en forma casi
textual, contradice las adquisiciones de la
neurobiología actual (36).
Aunque no nos
ocupamos aquí de los sucesores de Jakob, ha de indicarse
que las conclusiones jakobianas no permanecieron
conceptualmente aisladas y permitieron singulares desarrollos
en neurobiofísica al implicar ellas que la
neuroactividad no solamente cumple funciones hodológicas
(de red) y
sistémicas (globales) sino otras también
definidoras de los cambios atencionales, implicando en ello
efectos relativísticos en biofísica cerebral (31,
36), lo que tras el deceso del maestro Jakob ocasionó
una serie de nuevos trabajos prolongando y precisando sus
conceptos básicos en paleoneurobiología y
neuropaleontología comparada.
Esto fue posible
porque Jakob se situaba en aquellas conclusiones después
de haber estudiado prolijamente, especialmente con técnicas
argénticas, a numerosos taxones de acelulares e
invertebrados y especialmente a los procordados y vertebrados,
desde los peces
(Lepidosiren) en adelante, con especiales referencias a
las estructuras olfatorias primero y las ópticas
después.
Analiza asimismo
a los vertebrados superiores mostrando la histoarquitectura de
los mamíferos, la potencialidad de los
primates y refiere cómo el cerebro de los niños
se correlaciona con una dinámica eficiente pasados los dos o tres
años.
Plantea conocer
en primer término la estructura del aparato cortical y
después estudiar su funcionamiento y dinamismo. Pero
esto no debe ser interpretado con un sentido secuencial sin
retorno. Para el músico Jakob, "forma es
función estabilizada y función es cambio de
forma, o, en otras palabras, la energética vital de un
organismo es una sola que se presentará en estado
latente como forma y en estado cinético como
función". (Folia Neurobiológica
Argentina, T 2).
En su descripción el desarrollo
de los centros superiores atraviesa tres etapas
ontogénicas en forma similar a los sistemas ya citados:
neuroblastogénesis, axonogenia y mielinización.
Como en los centros subcorticales, distingue la corteza
hemisférica, los sistemas macrodinámicos "de
carga y descarga", y entre ellos representando los
"intercalares" del sistema reflejo, los "microdinámicos"
encargados de acumular y asociar el material de los primeros
sistemas.
Como en los
sistemas anteriores, tampoco exponemos aquí ninguno de
los finos detalles anatómicos que Jakob destaca con fina
precisión y otorgan a sus investigaciones el carácter que define su obra.
En cuanto a la
histoarquitectura fina neocortical y sus emergencias
señala que los primeros producen el "material", y los
segundos los amalgaman en "creaciones".
Destaca el
enorme número de elementos microdinámicos, las
neuronas de los microcircuitos, y señala que son las
neuronas pequeñas de axón corto (tipo Golgi II)
las esenciales para la intelectualización, al prolongar
la latencia del arco sensitivo-motor.
El ideal del
histólogo es que los hallazgos microscópicos
tengan explicación y se puedan relacionar con la
función. Esto lo logra con la histología comparada
evolutiva.
Por ejemplo la
víbora ciega, Amphisbaena darwinii, muestra el
doble origen de la neocorteza externa. Allí se describen
los dos desprendimientos de las regiones cerebrales medias que
contribuyen a formarla. Tales resultados fueron detalladamente
comentados y reiteradamente citados por von Economo y Koskinas
en 1925 (38), quienes califican los aportes jakobianos como
"geniales". Similar impacto causó en 1988 la inesperada
intervención desde Sudáfrica de un ilustre
neurobiólogo, señalando el aporte de Jakob del
carácter fundamental de la rotación
hemisférica en torno al pivote
silviano ("Hemispheric rotation around the Sylvian
pivot") en un debate
académico acerca de la morfología cerebral de los
cetáceos, organizado por el Behavioral and Brain
Sciences mayormente entre angloamericanos que
desconocían por completo los aportes de Jakob y su
remota tradición (40), en un episodio que algunos han
llamado "el largo brazo de la morfología". Las capas
corticales I a IV vendrían del arquipalio
(función asociativa-receptiva), y las V y VI se
originarían del núcleo caudado del cuerpo
estriado (función motora).
Estos hechos
comparativos abonan la comprensión de las estructuras
morfológicas.
Teniendo en
cuenta que la orientación de esta investigación
es destacar los trabajos morfológicos en relación
con la psicología y su proyección hacia
la filosofía, no se pueden dejar de recordar los
conceptos de Orlando (32), resumidos por Thomson (33):
"Jakob en 1913, al establecer que el hambre y el amor
residen en la corteza límbica, desde la comadreja hasta
el hombre, y desde allí envían sus imperativos
categóricos que integraran el temperamento y la
afectividad del individuo, vincula por primera vez, en
forma concluyente, el rinencéfalo temporal con la
conducta
emocional o afectiva. Este autor se adelanta pues, en varios
años a Papez cuando éste, en 1937, formula su
teoría sobre los mecanismos de la
emoción, trabajo este en el que ni mencionara los
aportes de Jakob. No sirve como atenuante para Papez el hecho
de haber sido publicado en castellano
ya que Jakob lo imprimió en alemán dos
años antes (1911) en su obra "Vom Tierhirn zum
Menschenhirn" (editorial Lehmann, Munich)".
Lo expuesto no
es la totalidad de un análisis secuencial y ordenado de
una obra tan extensa. Pretende ser un eslabón para
estimular a nuevos investigadores. Jakob lo dice así:
"como se verá no se trata aquí de conjeturas,
sino de realidades heurísticamente interpretadas sin
negar que se necesitará al respecto una futura labor
sistemática, que ampliará y perfeccionará
nuestros conocimientos, camino que está abierto en el
comienzo".
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0342 457 3730
Julio R. Piva y Carlos
Virasoro*
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