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Actualidad y pertinencia del enfoque personológico del estilo de vida




Enviado por imayo58



    1. Fundamentos
      epistemológicos del estudio personológico del
      estilo de vida
    2. La comprensión
      personológica del estilo de vida. Referentes para su
      estudio
    3. Aplicaciones
      prácticas. Resultados y
      perspectivas
    4. Algunas reflexiones
      teóricas sobre el estudio del estilo de vida en
      pacientes hipertensos
    5. Referencias
      Bibliográficas

    INTRODUCCION

    La Psicología,
    interesada en el estudio del sujeto individual de modo
    holístico, ha utilizado frecuentemente el término
    estilo, (Sánchez, J. Sánchez, M P., 1994)
    precisamente porque hace alusión a lo típicamente
    individual. Así en la psicología cognitiva se ha
    utilizado para estudiar el pensamiento
    (estilo de pensamiento), el aprendizaje
    (estilo de aprendizaje). La
    psicología
    social se ha apoyado en el mismo para el estudio del liderazgo y la
    dirección (estilo de liderazgo y estilo de
    dirección). Por su parte la psicología de la
    salud lo ha
    utilizado para estudiar el afrontamiento al estrés
    (estilo de afrontamiento).

    Desde finales de la década del 70 y hasta
    principios de
    la actual, el estilo de vida
    se ha estudiado profusamente desde diversos ángulos. Se
    estudió el estilo de vida en relación con la
    orientación profesional (Cramer, S., 1987; Zunker, 1987;
    Brouw, D., 1987 y Tweed, W. y otros, 1979), con el género
    femenino (Tamgri, S. y Jenkis, S., 1987; Burnley, C 1979;
    Rodenstsinn, J. y Glickauf-Hughes, C 1977; Willis, F., 1976),
    así como el estilo de vida familiar (Hunt, J. y Hunt, L.,
    1987; Mink, I. y Nihira, K., 1986).

    Donochew, L. y otros (1987) clasificaron los estilos de
    vida de acuerdo con el uso de los medios masivos
    de información. Castro Felipe G. y otros
    (1987) compararon el estilo de vida en drogadictos. Rosow, J.
    (1978) estudió el cambio de las
    actitudes
    hacia el trabajo en
    relación con el estilo de vida. Por su parte Barrison, B.
    (1987) propuso algunas variables para
    el estudio del estilo de vida de los hispanos en Estados
    Unidos.

    Se han desarrollado inventarios para
    el estudio del estilo de vida (Cooks, Robert y otros, 1987;
    Streppa Wheeler, M y otros, 1991). También se ha escrito
    manuales para
    la modificación del estilo de vida a través de
    vías formales (Alklen, V y Hetherington, M, 1979; Dell. ,
    1978).

    Pensamos que la categoría estilo de vida puede
    ser concebida con carácter transdiciplinario,
    holístico, promoviendo una visión compleja de las
    relaciones del sujeto con su contexto de actuación. Ello
    tiene un valor
    heurístico y metodológico ya que permite el
    planteamiento de nuevos problemas
    investigativos y prácticos así como ola
    reconsideración de otros desde una nueva
    perspectiva.

    En la presente comunicación sometemos a
    consideración los resultados alcanzados en el estudio
    personológico del estilo de vida, entendido como la
    expresión holística y configuracional de la
    personalidad en el comportamiento
    complejo. Hemos venido investigando la misma desde hace
    algún tiempo
    (Gutiérrez Álvarez, A. K., 1993; Mayo Parra, I. y
    Gutiérrez Álvarez, 2000; 200a; Mayo Parra, I.,
    1999; 2000 y 2004 a)

    Para ello presentamos los fundamentos
    epistemológicos de los cuales partimos así como los
    referentes desde los que hemos caracterizado esta
    categoría; incluimos finalmente algunos resultados
    alcanzados en su estudio aplicado en la educación y la
    salud, como evidencia de la actualidad de su investigación y su valor
    práctic

    1. Fundamentos
    epistemológicos del estudio personológico del
    estilo de vida

    En las condiciones actuales, la Ciencia
    Psicológica en Cuba
    está llamada a elevar su aporte en la solución de
    problemas en sus diversos campos de aplicación. Ello
    supone –entre otras cosas– un mayor nivel de interacción entre la teoría
    general de la personalidad y
    las diferentes esferas de la Psicología Aplicada. Al
    respecto Fernando González (1989) ha escrito:

    "El desarrollo
    de una teoría general de la personalidad, obligada por
    los planteamientos de las distintas esferas de la
    investigación aplicada… exige nuevas categorías
    y nuevos niveles cualitativos de explicación de otras ya
    existentes…" (pp. 153 y 154).

    Una exigencia del estudio de la personalidad como
    sistema superior
    de regulación psíquica, lo constituye el estudio
    sistémico e integral de sus relaciones con el medio. La
    Psicología de la Personalidad precisa la búsqueda
    del sistema de categorías que refleje estas relaciones
    sistémicas y que al mismo tiempo, permita una salida
    práctica a las diferentes esferas de la Psicología
    Aplicada. Ello no sólo responde a la lógica
    interna del desarrollo de la ciencia, sino
    que es también una exigencia social.

    Estudiar al sujeto individual en Psicología fue
    un problema que desde su inicio polarizó las diferentes
    escuelas en posiciones diametralmente opuestas: o se
    partía de centrar el estudio en formaciones
    energéticas, independientes con relación al medio
    externo y que según ellos dominan el comportamiento
    humano; o se partía de la hiperbolización de la
    conducta como
    unidad de análisis psicológico, donde se niega
    de modo absoluto la subjetividad (conductismo).

    Los intentos de solucionar el abismo teórico
    entre ambas posiciones sólo conllevaron a la
    funcionalización de lo psíquico
    presentándolo en una inadecuada relación con el
    medio.

    Con el desarrollo del conocimiento
    psicológico se introduce el enfoque de la personalidad en
    la investigación debido a la necesidad del estudio de las
    formas superiores de regulación e integración funcional y estructural de lo
    psíquico.

    El enfoque personológico parte de un
    replanteamiento de la relación de lo interno y lo externo.
    Con este enfoque queda en un primer plano el estudio de la
    personalidad dinámica y reguladora de las relaciones con
    el medio. Enfatizando en su papel como mediatizadora y a la vez
    transformadora de las influencias externas.

    En la realización de este enfoque mantienen
    actualidad problemas metodológicos tales como el
    relacionado con la unidad de lo cognitivo y lo afectivo; la
    relación entre lo consciente y lo inconsciente, entre
    otros. Existe consenso entre los estudiosos de la personalidad en
    cuanto a su carácter holístico; sin embargo,
    asumirlo consecuentemente presupone la determinación de
    sus relaciones con el medio en su expresión
    holística también, o sea revelar el contenido
    psicológico de estas relaciones y su dinámica
    funcional.

    Estas consideraciones sugieren, como una exigencia
    metodológica, el estudio de las regularidades de la
    expresión de la subjetividad en el comportamiento,
    así como la dialéctica de "lo que soy" (lo que el
    sujeto llega a hacer de sí mismo) y "lo que me sucede"
    (circunstancias e interrelaciones en que se ve envuelto). Es
    aquí donde el estilo de vida puede jugar una función
    heurística relevante.

    Un enfoque personológico sobre el estilo de vida
    tiene importancia esencial para la Psicología en el
    momento actual. Desde el punto de vista teórico
    contribuiría a la integración,
    sistematización y generalización del enorme
    cúmulo de datos
    empíricos existentes sobre unidades parciales del
    comportamiento utilizadas en diversas esferas de la
    psicología. Esto permitiría también una
    representación más integral sobre las relaciones
    individuosociedad.

    2. La
    comprensión personológica del estilo de vida.
    Referentes para su estudio.

    En un nivel integrativo superior centrado en la
    totalidad, el estilo de vida debe trascender el nivel
    factorialista que enfatiza en los comportamientos parciales y
    aislados, de este modo desde la comprensión
    personológica, para nosotros el estilo de vida se define
    como la expresión externa de las cualidades del sujeto
    individual, integrado por constituyentes estructurales externos e
    indicadores
    funcionales de la personalidad, que en su configuración,
    constituyen la expresión psicológica,
    subjetivamente determinada del modo de vida del
    individuo.

    Para una mejor compresión de nuestra propuesta,
    resulta necesario caracterizar el estilo de vida desde al menos
    tres referentes: su relación con el modo de vida, su
    relación con el sujeto y sus constituyentes
    personológicos, aspectos que presentamos a
    continuación.

    El estilo de vida y su relación con el modo de
    vida.

    Este aspecto señala el enfoque que los
    diferentes autores dan a la relación del estilo de vida
    con el modo de vida. Observándose aquí dos
    tendencias fundamentales. La primera establece una
    distinción entre modo y estilo, donde este último
    se subordina al primero y es un subsistema de él.
    Coincidimos con ella. La segunda es la que desde la
    categoría modo de vida estudia aspectos propios del estilo
    de vida relacionados con su determinación subjetiva y el
    papel de lo psicológico (Predvechnni y Sherkovin, 1986; O.
    Shorojova, 1987 B. F. Lomov, 1989). Los intentos de determinar el
    aspecto psicológico del modo de vida señalan
    elementos de valor, no obstante metodológicamente es
    difícil estudiar el aspecto psicológico de la
    personalidad y el sujeto de sus relaciones sociales desde la
    categoría modo de vida.

    El modo de vida debe ser enfocado al menos en dos
    niveles de análisis. En el nivel general, donde el hombre
    genérico es sujeto del modo de vida, y en tal sentido es
    objeto de estudio de la sociología y la filosofía; y el
    nivel particular, donde el individuo es sujeto, no del modo de
    vida en general, sino de su estilo de vida, como componente
    subjetivamente determinado del modo de vida.

    En el ámbito individual, las relaciones del
    modo de vida y el estilo de vida se dan a través de las
    condiciones de vida. El análisis de las condiciones de
    vida permite comprender como el modo de vida influye sobre los
    individuos de modo heterogéneo. La determinación
    social del individuo difiere de un sujeto a otro. Para cada
    sujeto concreto se
    configuran determinantes sociales muy específicos. Esto
    puede apreciarse en los diferentes niveles de acción
    de las condiciones de vida.

    Existe un nivel en que las condiciones de vida
    están dadas por el tiempo histórico y el escenario
    natural, social, cultural, económico y político en
    que se desarrolla el individuo. Son precisamente estas
    condiciones las mas estudiadas, pero no las
    únicas.

    En otro nivel encontramos condiciones de vida,
    determinadas por las primeras, pero con acción propia, de
    carácter inmediatos, mas ligadas a los subjetivo y menos
    consideradas por los estudiosos de esta categoría. Nos
    referimos a aquellas que tienen que ver con la dinámica
    familiar, la posición entre los hermanos, (hijo
    único, mayor, menor, etc.), la constitución biológica (genotipo y
    fenotipo). Ambos niveles tienen un denominador común: son
    condiciones de vida dadas al sujeto. No son ni elegidas ni
    construidas por él, actuando como determinantes objetivos de
    la formación de su personalidad y su estilo de
    vida.

    Sin embargo, también encontramos un nivel
    en que las condiciones de vida son el resultado del activismo del
    sujeto, del carácter activo de su personalidad, de su
    autodeterminación y elección individual, que el
    individuo las alcanza a partir de su desempeño social, es decir que no son
    condiciones de vidas dadas, sino creadas, pero que también
    se constituyen en determinantes externos al sujeto resultantes de
    su estilo de vida.

    Con este enfoque de las condiciones de vida es
    posible comprender el carácter de "subsistema funcional
    dinámico" del estilo de vida en la relación
    sujeto-modo de vida, así como acercar la categoría
    condiciones de vida a la psicología, destacando la
    significación que esta adquiere en sus diferentes niveles
    de análisis en relación con el
    sujeto.

    Es en este plano en que se encuentra el contenido
    genuinamente psicológico del modo de vida. Es en este
    nivel donde el análisis de la expresión en el
    estilo de vida de los constituyentes funcionales y
    dinámicos de la personalidad es de importancia
    metodológica.

    El estilo de vida y su relación con el
    sujeto.

    La relación sujeto-estilo de vida, o sea el
    lugar que se le asigna al estilo de vida en relación con
    el sujeto constituye una problemática observada en la
    literatura sobre
    el tema. Aquí se manifiestan dos tendencias fundamentales.
    La primera asume el estilo de vida como una cualidad subjetiva,
    de existencia interna en el sujeto (A. Adler, 1948; G. W Allport,
    1965).

    La segunda tendencia, al no reconocer la
    especificidad del estilo de vida identificándolo con el
    modo de vida, lo concibe como una manifestación externa
    del sujeto individual, (Sherkovin y Predvecnni, 1987; B. F.
    Lomov, 1989; O. Shorojova, 1987; J. Potrony, 1989; R.
    Pérez Lovelle, 1989). Es característico de estos
    autores que sus elaboraciones teórica tengan
    carácter general, sin una salida a la investigación
    aplicada operacionalizando dicha
    categoría.

    En los últimos años se han venido
    publicando interesantes ideas sobre la especificidad
    psicológica de la categoría sujeto (F.
    González, 1995, 1997; H. Arias, 1993; 1994; 1997, 1998).
    Se ha trabajado en una diferenciación del sujeto y la
    personalidad, en los atributos funcionales de cada uno,
    así como en sus relaciones. Luego de una
    diferenciación entre las cualidades del sujeto y de la
    personalidad, así como la formulación de los
    componentes del sujeto, H Arias (1998, p. 26 y 40) diferencia los
    aportes de cada una de estas instancias en sus interacciones con
    la realidad.

    El análisis de la relación
    sujeto-personalidad-estilo de vida constituye una alternativa
    pertinente en la caracterización psicológica del
    estilo de vida. Siendo el sujeto el individuo concreto, al hablar
    de él no sólo se hace referencia a su mundo
    interno, sino también al sistema de relaciones en que se
    objetiviza su subjetividad.

    Nosotros asumimos que el sujeto individual existe
    en dos dimensiones: interna y externa. Las mismas se relacionan
    dialécticamente como dos partes de un todo. La
    personalidad constituye un componente de la subjetividad interna,
    mientras que el estilo de vida es la subjetividad objetivada, o
    sea la expresión comportamental externa de la personalidad
    del sujeto. Todo comportamiento es una función del sujeto,
    sin que necesariamente en él participe y se exprese la
    personalidad. Aquel comportamiento nuevo, eventual, no forma
    parte del estilo de vida y no es expresión de la
    personalidad, aunque sí del sujeto. En cambio, lo que en
    el individuo es típico, recurrente e identitario, es
    decir, forma parte de su estilo de vida, es una función
    que el sujeto ejerce a través de su personalidad. El
    estilo de vida expresa el modo en que se objetiviza el activismo
    del sujeto en relación con la sociedad y la construcción de su vida.

    Los constituyentes del estilo de vida

    Este aspecto da cuenta del nivel de
    profundización alcanzado con respecto a la naturaleza
    interna del estilo de vida, en cuanto a su estructura y
    funcionamiento. Al respecto se aprecian tres tendencias. La
    primera se caracteriza por el estudio fenomenológico del
    estilo de vida sin entrar a detallar en su configuración
    interna (A. Adler, 1948; G. W. Allport 1965; R. Pérez
    Lovelle, 1989).

    La segunda tendencia, fuertemente influenciada por
    la concepción filosófica y sociológica,
    reduce los componentes del estilo de vida a una sola
    categoría: la actividad vital. En esta tendencia se
    encuentran — como ya se ha visto– la mayoría de los
    autores marxistas que abordan la problemática desde la
    categoría modo de vida (B. F. Lomov 1989; O. Shorojova,
    1989; J. Potrony, 1989; 1992).

    La tercera, representada por Yu. Sherkovin, G.
    Predevechnni, 1987 y J. Roman 1989a, proponen algunos
    constituyentes que pudieran tomarse como elementos de su
    estructura interna. No obstante en el primer caso, es poco
    probable que los mismos permitan una comprensión
    sistémica del estilo de vida, así como de sus
    relaciones con la personalidad (también
    sistémicas).

    La no-determinación de los componentes de
    la estructura interna del estilo de vida como categoría de
    existencia e identidad
    propia –característico en la mayoría de los
    autores revisados–, es algo que limita considerablemente su
    investigación teórica y aplicada y su consecuente
    implementación en la práctica
    profesional del psicólogo.

    Los constituyentes personológicos son
    aquellos componentes del estilo de vida en que se expresan los
    contenidos de la personalidad. Son aquellas cualidades
    comportamentales de carácter integrativas, subjetivamente
    determinadas, gracias a lo cual permiten el
    conocimiento de la personalidad a través de su estilo
    de vida.

    A continuación se abordan cada uno de los
    constituyentes personológicos que hemos identificados (I.
    Mayo 1999) para el estudio psicológico del estilo de
    vida.

    1. Sistema de actividades
    vitales

    Por sistema de actividades se entiende a la
    organización jerárquica del conjunto de
    actividades que realiza el sujeto y que expresa el sentido
    subjetivo que la personalidad le confiere.

    El sistema de actividades puede ser caracterizado
    por el contenido de los nexos con el medio reflejados en el
    sentido subjetivo que el individuo le confiere a cada una de las
    actividades que lo integran. De acuerdo con esto, las mismas
    pueden ubicarse en diferentes niveles, de modo tal que es posible
    elaborar una tipología del sistema de
    actividades.

    2. Estilo comunicativo (sistema
    comunicativo)

    El estilo comunicativo, y particularmente la
    calidad,
    amplitud y durabilidad del sistema comunicativo que dentro de
    él establezca el sujeto, puede ser estudiado como un
    constituyente personológico del estilo de vida. El
    término sistema comunicativo se utiliza aquí para
    designar la organización jerárquica del conjunto
    de contactos comunicativos (relaciones
    interpersonales) del sujeto que expresa el sentido subjetivo
    que la personalidad le confiere. En este sentido, el sistema
    comunicativo es el componente comportamental y esencial del
    estilo comunicativo del sujeto.

    3. Sistema de roles.

    Se considera como un aspecto funcional de la
    relación individuo-sociedad que es síntesis
    por un lado de los condicionantes sociales e individuales y por
    otro de la actividad y la
    comunicación. Es una unidad funcional porque tiene
    identidad propia en relación con otras formas de
    vínculo del individuo y la sociedad como el status, las
    actitudes, los valores,
    etc. El carácter sintético está dado porque
    integra aspectos diversos como la actividad y la
    comunicación –a través de los cuales se realiza
    –, por un lado, y las expectativas sociales e individuales por
    otro.

    La expresión de los contenidos
    personológicos a través del desempeño de un
    rol es más marcada, auténtica y menos indirecta en
    la medida en que el mismo está en la parte más alta
    de la jerarquía, es decir, en la medida en que es
    más significativo para el individuo y ocupa un lugar
    central dentro del sistema, pudiendo expresar la existencia de
    una unidad subjetiva de desarrollo o disfuncional según el
    caso.

    De este modo la personalidad toma una
    posición activa con respecto a los roles que realiza,
    expresando su grado de aporte a la sociedad, es decir, su
    activismo social, marco en que tiene la oportunidad de
    identificarse como sujeto en el desempeño de sus roles.
    Partiendo de esta comprensión, el sistema de roles se
    entiende como la configuración jerárquica y
    subjetivamente determinada del aspecto funcional de la
    relación individuo-sociedad, que es síntesis de
    condicionantes sociales e individuales y de las actividades y
    contactos comunicativos en el sujeto.

    4. Orientación en el
    tiempo.

    La problemática del tiempo ha sido ampliamente
    tratada en la psicología, destacándose los estudios
    sobre la perspectiva temporal (J. Nuttin, D.
    González), la anticipación (B. Lomov, F.
    González, H. Arias) y los proyectos de vida
    futura (O. D´Angelo).

    La orientación temporal impregnada al
    comportamiento es un indicador del nivel de desarrollo de la
    personalidad que se expresa en la construcción del estilo
    de vida, señalado el carácter contradictorio o
    armónico de los nexos de la personalidad con su medio. Por
    orientación temporal del estilo de vida se entiende la
    expresión en el comportamiento de las dimensiones
    temporales que participan en la regulación psíquica
    del sujeto.

    5. La autorrealización personal.

    La autorrealización supone dos facetas
    indisolublemente unidas: la apropiación y la
    objetivación (O. D´Angelo, 1983).

    Ambas facetas de la autorrealización se
    expresan en el estilo de vida, pudiéndose considerar como
    elementos caracterizadores del mismo desde el punto de vista
    funcional de sus nexos con la personalidad que lo regula; pero
    que a la vez está condicionada por él para su
    autorrealización. De este modo el estilo de vida es
    premisa y resultado del proceso de
    autorrealización de la personalidad, constituyendo un
    elemento de contenido, que califica moral,
    cultural y políticamente al sujeto del estilo de
    vida.

    Dada la complejidad de la autorrealización como
    proceso, se tomó su expresión externa, entendiendo
    por tal a las formas de comportamiento del sujeto que expresan la
    amplitud, selectividad y nivel de satisfacción del sujeto
    con la apropiación de la realidad objetiva y la
    objetivación de la subjetividad individual.

    Como producto del
    activismo de la personalidad y como resultado de su
    autorrealización, el estilo de vida se convierte en
    premisa de su propio desarrollo. Las circunstancias de la vida
    actúan sobre la personalidad a través de su estilo
    de vida, a la vez que la personalidad actúa y modifica las
    propias circunstancias a través del estilo de
    vida.

    3.
    Aplicaciones prácticas. Resultados y
    perspectivas.

    3.1 Estilo de vida y
    educación

    Los sistemas
    educativos contemporáneos no se han planteado la educación del estilo
    de vida desde una perspectiva holística e integradora. Una
    revisión somera de las publicaciones sobre las teorías
    y políticas educativas (Bello Arellano, M.
    E., 1998; Montalvo, J. L., 2003; Llorent, V. et al, 2000; De
    Puelles, M. et al, 2000), nos revela que la problemática
    del estilo de vida no ha sido planteada como un objeto de
    investigación o de intervención educativa desde los
    sistemas escolares

    El abordaje educativo del estilo de vida solo se formula
    desde la educación y promoción de salud, con una perspectiva
    epidemiológica de corte positivista y factorialista. En el
    actual sistema
    educativo cubano, si bien se ha caracterizado por definir y
    promover activamente una educación de carácter
    integral en todas las etapas de la vida, también se limita
    en el tema del estilo de vida, a su dimensión
    salutogénica, dejando fuera otros aspectos constitutivos
    del mismo.

    Lo anterior está condicionado por el
    carácter polisémico de la categoría de
    estilo de vida y justamente porque su estudio se ha circunscrito
    a las problemáticas de salud, enfatizando en aquellos
    comportamientos de riesgo. Sin
    embargo, desde un enfoque personológico e integrador, el
    estilo de vida, como expresión comportamental de la
    subjetividad individual, puede revelar aspectos esenciales para
    poder
    enfrentar desde la educación problemas de gran actualidad
    como la educación valoral, ecológica y para la vida
    en general.

    Por otra parte, una práctica educativa
    comprometida con el progreso social, no puede dejar de abordar
    tendencias nocivas al ser humano de carácter crecientes
    como el individualismo, el hedonismo, el consumismo, entre otras
    que reproducen la lógica del poder hegemónico
    dominante. Una de las mayores contribuciones de la
    educación a la salvación de la humanidad y la
    construcción de un mundo mejor, sería la
    educación de un estilo de vida más racional y
    ético, que permita al individuo situarse fuera de ese
    poder simbólico y virtual que a diario se legitima
    mediante los medios masivos de difusión. Es por ello que
    las teorías educativas y las prácticas que de ellas
    se deriven, tienen en la categoría de estilo de vida una
    importante alternativa

    Estilo de vida del maestro

    Los estudios sobre la profesión de maestro
    han abordado los problemas que la afectan, destacando el malestar
    personal y familiar como una seria preocupación en el
    ámbito internacional (Carbonell, J., 1993; García
    de Dios, 1996; Hidalgo, M, 1996).

    En sus apuntes sobre el profesorado en España, J.
    Carbonell (1993) señala como causas de la crisis de la
    profesión docente: (1) la intensificación y
    sobrecarga de conocimientos, tareas, responsabilidades y funciones,
    caracterizadas por varios elementos, entre los que se destacan
    "la multitud de roles y funciones" (p. 7); (2) conflictos en
    las relaciones del profesorado con alumnos, padres los propios
    colegas y la
    administración; (3) la pérdida del protagonismo
    de la escuela y su
    imagen social;
    (4) autonomía restringida y descalificación
    profesional; (5) dificultades con la carrera docente:
    promoción, control y
    evaluación. D. Suárez (1994)
    señala como la formación docente se ha movido entre
    dos polos: la tendencia a concebir un modelo ideal
    de maestro con cualidades "apostólicas" (normalismo) y la
    tendencia a la formación de un maestro eficiente con un
    marcado perfil tecnocrático
    (profesionista).

    Refiriéndose al primer polo M. Videla
    (1991) ha escrito: "cuando se habla de ‘trabajo por
    vocación’, se supone una especie de
    ‘función apostólica’, santificada,
    altruista y otros tantos valores de
    nuestra cultura
    ligados al sufrimiento. Las necesidades del docente como persona
    permanecen borrados de este esquema" (p. 224).

    Esta autora señala como distintos
    especialistas describen la profesión de la enseñanza como proveedora de
    características que la hacen generadora de estrés y
    capaz de producir patologías de la conducta. Ella cita la
    investigación desarrollada en la Universidad de
    Valencia, donde se identificaron un 70,44% de los casos de una
    muestra de
    maestros en que las causas incidentes en el conflicto
    corresponden al ámbito profesional, destacándose
    los conflictos con los alumnos, con los padres, las autoridades
    locales y educativas, y con los métodos y
    medios didácticos.

    También se hace referencia a los altos
    índices de enfermedades
    psiquiátricas reportadas en España, Francia e
    Inglaterra, y al
    informe de la
    Organización Mundial de la Salud donde se plantea que los
    docentes
    ocupan un lugar elevado en enfermedades relacionadas con la
    maternidad, la fertilidad y la salud genital, lo cual es
    particularmente evidente en Latinoamérica.

    En la Psicología Pedagógica de
    orientación marxista, el problema de la personalidad del
    maestro ocupó un lugar importante, no obstante, el
    problema se abordó desde posiciones teóricas
    tradicionalistas, rezagadas en relación con el desarrollo
    de nuevos modelos
    explicativos de la personalidad. N. V. Kuzminá (1987), se
    planteó el estudio de la actividad del maestro, pero se
    limitó a lo estrictamente docente, dejando fuera aspectos
    extralaborales que inciden en la actividad profesional y que
    caracterizan de modo más integral la personalidad del
    maestro.

    Como se habrá podido observar, tampoco en
    la psicología pedagógica se ha planteado el
    problema del estudio del estilo de vida del maestro. Las investigaciones y
    publicaciones abordan problemáticas relacionadas con este
    objeto, sin embargo falta un enfoque integral y holístico
    del mismo.

    Estos resultados coinciden con otros estudios. O
    Kraftchenko constató deficiencias en la
    comunicación profesor-alumno, tanto en su contenido,
    frecuencia, funciones y percepciones mutuas. Investigaciones
    dirigidas por E. Ortiz detectaron la existencia de un predominio
    del nivel funcional de la comunicación en la
    relación maestro-alumno, condicionada por la percepción
    interpersonal. También investigadores del ICCP encontraron
    que la figura del maestro no se destaca, ni en los modelos a
    imitar, ni en las preferencias en la comunicación,
    provocando barreras en la comunicación y limitaciones en
    la eficiencia
    comunicativa del profesor (E. Ortiz, 1996, pp. 40 y 41). A
    diferencia de estos estudios, en este trabajo, al considerarse el
    estilo comunicativo en relación con otros indicadores se
    aporta una visión más amplia de esta
    problemática.

    Llama la atención que en trabajos realizados bajo
    nuestra dirección, más de la mitad de la muestra
    estudiada se ubique en el GRUPO III,
    caracterizado como de bajo nivel de desarrollo del estilo de
    vida. Este hallazgo es consistente con los datos reportados por
    la literatura. Los estudios sobre el síndrome del bournout
    son una muestra de ello. Oliver Hernández (1994) reporta
    como un antecedente de este síndrome en los maestros, la
    ambigüedad de rol. Este autor cita estudios
    sistemáticos donde se encontró que el bournout
    ocasiona un descenso en la realización personal del 25% de
    los maestros estudiados. Este autor identifica como factores de
    riesgos
    elementos constituyentes del estilo de vida, tales como el tener
    o no pareja, hijos.

    Puede preciarse en los referidos estudios que no
    se dispone de una representación integral del sujeto que
    padece el síndrome. Esto podría evitarse si se
    valora la incidencia del estilo de vida del docente en la
    problemática de su salud
    ocupacional.

    Estos hallazgos tienen una connotación
    particular en relación con la labor profesional de los
    maestros. En las publicaciones sobre la psicología
    educativa y en particular las referidas a la personalidad del
    maestro, son unánimes al destacar la importancia de la
    comunicación de éste con sus estudiantes. Este
    aspecto ha sido estudiado a través de diferentes
    categorías, tales como estilo docente, competencia
    comunicativa del maestro, estilo comunicativo, etc. En todos los
    casos la atención se dirige hacia la comunicación
    del maestro con sus estudiantes que se produce en los marcos de
    la clase y la
    escuela. Sin embargo el contenido y la función educativa
    de la comunicación del maestro trascienden los límites
    del aula y la escuela y compromete su actuación en todos
    los contextos en que vive.

    Al mismo tiempo, el estudio de la capacidad
    educativa de la comunicación del maestro presupone su
    vinculación con otras esferas de su vida que de alguna
    manera actúan a través de esta. En otras palabras,
    los resultados constatados evidencian que en la
    comunicación maestro-alumno y su contenido educativo
    intervienen aspectos que provienen de otros contextos de su
    actuación como sujeto. Cuando el rol de maestro no resulta
    predominante y el nivel de autorrealización es bajo, por
    ejemplo, la comunicación tenderá a ser formal y de
    un contenido educativo insuficiente.

    Estos resultados evidencian las interrelaciones
    existentes entre el estilo de trabajo educativo y las
    particularidades del estilo de vida, donde este último, en
    dependencia de sus particularidades puede facilitar o frenar el
    desarrollo de un estilo de trabajo educativo óptimo. Al
    mismo tiempo se aprecia cómo las deficiencias en el estilo
    de trabajo educativo tienen una repercusión negativa en el
    estilo de vida.

    Los datos de la evidencian la existencia de
    relaciones estadísticamente significativas entre el
    empleo del
    tiempo y el estilo de trabajo Resulta interesante observar como
    los maestros estudiados por nosotros, que hicieron uso optimo y
    adecuado del tiempo, poseen un estilo de trabajo evaluado de
    regular en su desempeño, por el contrario, los maestros
    con estilos de trabajo evaluados de bien, empleaban el tiempo de
    modo inadecuado.

    Puede comprenderse entonces la importancia no
    sólo del diagnóstico de las particularidades del
    estilo de vida, sino también de su modificación de
    modo tal que permita el empleo pedagógico de las
    cualidades personales expresadas en el estilo de
    vida.

    Los resultados alcanzados contribuyen a demostrar
    la importancia práctica del estudio del estilo de vida del
    maestro para la Psicología Pedagógica. La misma se
    concreta en las siguientes direcciones de
    trabajo:

    1. Diagnóstico de los factores de la actividad
      pedagógica que influyen negativamente en las diferentes
      esferas del estilo de vida y viceversa.
    2. Determinación de las particularidades del
      estilo de vida idóneas para el desempeño de la
      profesión de maestro.
    3. Perfeccionamiento de las particularidades del estilo
      de vida del maestro que actúan como factores de
      influencia educativa, y corrección de aquellas que
      inciden negativamente.

    Con lo expuesto hasta el momento se trata de demostrar
    la interrelación del estilo de vida y el desempeño
    de determinadas profesiones, en las que este actúa como
    una vía a través de la cual la personalidad
    interviene como factor de influencia en la actividad profesional.
    En estos casos se estudia el estilo de vida como expresión
    objetivada de la personalidad.

    El estilo de vida del
    educando

    En el caso del educando, el estudio del estilo de vida
    comienza con la adolescencia,
    pues es aquí, donde consideramos que el sujeto comienza a
    ejercer su autodeterminación, lo que presupone la
    configuración de su estilo de vida. El análisis del
    estilo de vida del adolescente, constituye una alternativa en la
    caracterización de su situación social de
    desarrollo.

    Vigotsky denominó situación social del
    desarrollo a "aquella combinación especial de los procesos
    internos del desarrollo y de las condiciones externas que es
    típica en cada etapa y que condicionan la dinámica
    del desarrollo psíquico durante el correspondiente
    período evolutivo y las nuevas formaciones
    psicológicas cualitativamente peculiares que surgen al
    final de dicho período" (Bozhovich, 1976; p.
    99)

    La situación social del desarrollo posee gran
    valor metodológico por cuanto parte de las relaciones
    dialécticas de lo interno y lo externo en los diferentes
    períodos del desarrollo individual. Pensamos que el
    comportamiento típico y estable del sujeto es una
    expresión particular de la misma que en gran medida
    determina su presente y su futuro. Es precisamente esta idea la
    que la relaciona con el estilo de vida.

    Siendo el resultado de la autodeterminación
    subjetiva interna del individuo, el estilo de vida deviene en
    determinante externo del propio sujeto adolescente. El sujeto
    elige su pareja, su futura profesión, el consumo de la
    información y la cultura, etc., pero al mismo tiempo se
    está incluyendo en un sistema de relaciones e influencias
    que determinarán su desarrollo ulterior. Es justamente
    esto lo que le confiere al estilo de vida su condición de
    componente de la situación social del desarrollo del
    sujeto.

    Tal condición, permite individualizar el
    análisis de la situación social del desarrollo del
    adolescente, centrando la atención en dos aspectos
    esenciales:

    Primero: La situación social del desarrollo es
    social por su contenido, pero individual por su
    configuración, lo que significa que no es estándar,
    sino específica de cada sujeto; que en ella se da la
    unidad de lo general, lo particular y lo singular. Para cada
    adolescente se configuran determinantes externos muy
    propios.

    Segundo: En estrecha relación con lo anterior, el
    estilo de vida pone de manifiesto que la historia individual
    también forma parte de la determinación individual
    en la adolescencia. Es en este sentido en que cobra mayor valor
    la idea de Vigotsky
    según la cual los cambios ocurridos internamente
    condicionan el carácter de l influencia del medio sobre el
    desarrollo psíquico posterior.

    Al mismo tiempo, el estilo de vida, en tanto
    objetivación de la personalidad, se constituye en un
    espacio diagnóstico de gran valor para la
    educación. En última instancia, el nivel de
    educación alcanzado se objetivará en el estilo de
    vida que construya el sujeto. Es en este sentido en que las
    potencialidades diagnósticas del estilo de vida de
    adolescentes y
    jóvenes se constituyen en una importante dirección
    de la investigación educativa del estilo de
    vida.

    El estudio del estilo de vida de los educandos puede
    revelar en qué medida se han logrado los objetivos
    educativos del currículo.

    En consecuencia con lo anterior, resulta necesario
    identificar las vías para la educación del estilo
    de vida. La experiencia de la práctica de la
    psicología de la salud revela cómo en un grupo
    significativo de enfermedades actúan como riesgos estilos
    de vida inadecuados, que de haber sido educados convenientemente,
    actuarían como oportunidades de salud para los
    sujetos.

    Ya desde una visión más general, la
    educación del estilo de vida tiene connotaciones
    sociopolíticas de mayor impacto. Los grandes cambios
    sociales, se producen con ayuda de pequeños cambios,
    siendo la educación del estilo de vida de los individuos
    una muestra de ello. E. Pérez (2002) ha captado esto de
    modo muy agudo cuando escribió: "solo el análisis
    de su manera de vivir por parte de la gente nos permitirá
    la visualización de que es posible vivir de otra manera;
    de que nadie da su vida, su tiempo, sus afectos por consignas
    abstractas, sino que las consignas sirven para condensar y
    recordarnos el compromiso que hemos hecho desde los afectos y de
    la razón" (p.44)

    La educación de un estilo de vida diferente,
    construido racionalmente, con una proyección ética,
    humanista y ecologista, es una tarea que rebasa los marcos de la
    escuela y compromete todas las etapas del desarrollo individual.
    En ellas se requiere de la participación no solo de la
    escuela como institución fundamental, sino también
    de la sociedad civil y
    en particular de aquellas organizaciones e
    instituciones
    de la comunidad que han
    hecho consciente la necesidad de la independencia
    ideológica en relación con las estructuras
    dominantes del poder hegemónico.

    3.2 Estilo de vida y
    salud

    En las décadas del 70 y el 80 del pasado siglo,
    los estudios sobre el estilo de vida resultaron recurrentes en
    las publicaciones sobre la psicología de la salud. Movidos
    por la intención de identificar los factores psicosociales
    asociados al proceso de salud-enfermedad, los estudios en esta
    dirección se apoyaron en los hallazgos de la
    epidemiología y con ello importaron el enfoque que esta
    ciencia utilizó en la investigación del estilo de
    vida.

    Predominaron los estudios factorialista, que
    identificaron unidades parciales del comportamiento asociados a
    la aparición de enfermedades específicas, como
    modulador del estrés, hábitos de fumar y
    cáncer, disturbios del sueño, (Phillips, B. A. Y
    Danner, F. J. 1995); abusos de sustancias, estresores
    interpersonales y suicidio
    (Duberstein, P. R. , 1993); hábitos sexuales, estilo de
    vida y síntomas del período menopáusico
    (Huerta, R. 1995); ejercicios físicos, hábitos
    alimenticios, tabaquismo y
    muerte celular
    (Kusaka, Y. Et. Al, 1992).

    Los estudios encaminados a los cambios de
    comportamientos de riesgo y la promoción de salud, con
    mucha frecuencia hacen alusión al estilo de vida de los
    sujetos, reduciéndolo a los hábitos alimentarios,
    el ejercicio físico, la conducta sexual, el consumo de
    alcohol, etc.
    Obviamente estas unidades parciales del comportamiento forman
    parte del estilo de vida, pero no lo agotan.

    Todos estos trabajos si bien ilustran el interés
    suscitado por este fenómeno, también reflejan las
    insuficiencias teóricas que caracterizan el estudio de
    este objeto. No rebasan la mera descripción de rasgos y variables aislados
    entre sí. No se profundiza en los aspectos teóricos
    y conceptuales del estilo de vida y sus relaciones con la
    personalidad, tomándose como una categoría auxiliar
    para dirigir la atención sobre otros fenómenos. Son
    pocos los trabajos que profundizan en su naturaleza interna, y
    hasta ahora no ha sido el centro de las elaboraciones
    teóricas de los autores que han utilizado esta
    categoría.

    Para la Psicología de la Salud, resulta necesario
    trascender este nivel analítico y factorialista del estilo
    de vida. Ello no solo responde a una exigencia del desarrollo del
    conocimiento y de su tendencia a la integración intra e
    interdisciplinaria, sino también a una necesidad
    práctica. Un enfoque holístico del estilo de vida,
    puede revelar que determinados comportamientos no reconocidos
    como factores de riesgo, pueden resultar disfuncionales para el
    sujeto por el modo en que se interrelacionan con
    otros.

    En nuestro medio el estilo de vida ha sido tratado por
    otros autores (I. Mayo, 1999 y M. Rodríguez y D.
    Zaldívar, 2001), que si bien difieren en sus
    planteamientos teóricos, coinciden en señalar la
    necesidad de tener en cuenta los constituyentes e indicadores del
    estilo de vida.

    Algunas
    reflexiones teóricas sobre el estudio del estilo de vida
    en pacientes hipertensos.

    El modelo de los constituyentes personológicos
    del estilo d vida, permitió abordar a profundidad la
    relación del comportamiento individual con la hipertensión arterial, sin embargo, en el
    curso del análisis e integración de los casos se
    fueron perfilando algunas precisiones con respecto a
    ellos.

    Los sujetos estudiados que en la etapa actual
    privilegian los roles sociales y laborales, ya desde la infancia y la
    adolescencia se va gestando con la referencia positiva a la vida
    estudiantil, por el contrario, los sujetos que privilegian los
    roles familiares y de pareja, en la niñez y adolescencia,
    recurrentemente, se nota la ausencia de los roles estudiantiles o
    dificultades en su desempeño, focalizando los roles de
    la
    familia.

    Encontramos que en algunos sujetos, el elemento
    fundamental de las configuraciones que funcionan como protectoras
    de la salud, es precisamente el afrontamiento que se emplea, de
    modo análogo, en las configuraciones de riesgo de otros
    sujetos, el elemento rector lo constituyen los afrontamientos
    inadecuados.

    Esto hace suponer, que en el estilo de vida actúa
    como constituyente funcional el estilo de afrontamiento, o sea,
    aquellos afrontamientos que de modo recurrente y estable son
    empleados por el sujeto en diferentes contextos y por tanto se
    convierten en un elemento distintivo de su conducta.

    Los afrontamientos son comportamientos complejos que
    expresan la síntesis de la actividad y la
    comunicación características del sujeto, se
    realizan a través de ellas, por lo que permiten
    identificar al sujeto en su desempeño cotidiano.
    Están subjetivamente determinados por la personalidad y
    son una forma de manifestación de ella.

    El afrontamiento inadecuado devenido estable en el
    comportamiento complejo de un sujeto es una forma de objetivizar
    su subjetividad, más propenso a la observación y descripción, el
    afrontamiento, aunque no se asocia de manera lineal con lo
    personológico, sí puede considerarse una
    expresión de desorganización o falta de objetivos;
    lo que se señala con no poca frecuencia como
    característica psicológica de los
    hipertensos.

    Son los afrontamientos que se pongan en práctica,
    de forma frecuente y reiterada, ante los conflictos que aparecen
    en la vida, los que acercan o alejan a los sujetos del control de
    la situación y las fuentes
    generadoras de estrés. De ahí que la
    relación que se establece entre el estilo de vida y el
    estrés no sea fortuita, la estructura del estilo de vida
    condiciona el despliegue de afrontamientos coherentes a ella y
    proporciona posibilidades al sujeto de atenuar las consecuencias
    de sus afrontamientos o por el contrario, de
    potenciarlas.

    De esta forma, un sujeto que presente un estilo de vida
    estructuralmente amplio y maneje de manera adecuada para
    él sus conflictos y situaciones de estrés,
    tenderá a conservar su salud con mayor calidad que
    aquellos con un estilo de vida estructuralmente estrecho, e
    ineficaces afrontamientos ante conflictos que exijan mayor
    complejidad para solucionarlos. Es a lo que Arlene Oramas se
    refiere como estilo de vida potenciador de estrés.
    (20)

    La orientación temporal, constituyente igualmente
    funcional del estilo de vida, se ha vinculado a sujetos sanos,
    sin embargo en nuestra investigación encontramos que tiene
    repercusión negativa para la salud en tanto plantee una
    contradicción al sujeto con respecto a su desempeño
    cotidiano, con esto nos referimos fundamentalmente a la
    orientación hacia el futuro. La visión de futuro en
    sujetos con estilo de vida estructuralmente estrecho, en los que
    el sistema de actividad se concrete a niveles funcionales de
    realización, a menudo no es suficiente para alcanzar las
    expectativas propuestas y con ello aparece más
    frecuentemente los estados de frustración e
    insatisfacción con la vida presente, sobre todo si
    además aparece una pobre
    autorrealización.

    La autorrealización personal, constituyente
    funcional del estilo de vida, tiene un gran valor para el
    mantenimiento
    de la salud. Los sujetos capaces de sentirse plenos en
    algún contexto de su vida y obtener gratificaciones desde
    distintos roles, son más saludables que aquellos que
    condicionan la obtención de autorrealización a un
    solo contexto de la vida.

    En la medida en que este estudio avanzó
    resultó más notable que para caracterizar el estilo
    de vida de un sujeto en cuanto a la autorrealización no
    bastaba concretarse a los niveles de apropiación u
    objetivación de la personalidad, sino que fue necesario
    llegar a un nivel más heurístico de su
    definición, identificando los contextos de los cuales el
    sujeto obtiene las mayores y mejores satisfacciones de su vida.
    Este constituyente merece un abordaje más profundo desde
    el punto de vista teórico.

    Los conceptos de configuraciones comportamentales de
    riesgo a los que arribamos con la realización de este
    estudio, sugieren algunas consideraciones:

    En la confluencia crítica
    no es suficiente que converjan las situaciones de conflictos y
    generadoras de estrés en el contexto significativo, sino
    que debe confluir en aquel contexto, del que se reciben mayores
    gratificaciones, en tanto se ha tenido un desempeño
    exitoso, por lo que existen menos experiencias anteriores de
    referencia para desarrollar afrontamiento efectivos, por lo que
    el sujeto es menos eficiente en el autocontrol del estrés
    y por la connotación interna que tiene el evento, se
    desencadena la enfermedad.

    Los elementos de protección a la salud en los
    sujetos enfermos están pobremente definidos y
    actúan aisladamente. No se integran en comportamientos
    complejos, ni se identifican con claridad como configuraciones
    comportamentales, en los sujetos sanos, sin embargo, pueden
    definirse con mayor claridad los elementos que hacen a los
    sujetos vulnerables a enfermar.

    Desde un estilo de vida estructuralmente amplio o
    estrecho, pueden generarse configuraciones de riesgo y de
    protección a la salud a esto le llamamos la paradoja de la
    oportunidad de salud. Inicialmente se pensó que
    existían comportamientos de protección a la salud
    diferente de los de riesgo, sin embargo, se apreció que
    los comportamientos que protegen la salud en contextos poco
    relevantes para el sujeto, son potencialmente perjudiciales
    cuando se afecta el contexto de la vida que contiene los roles
    jerárquicos y las fuentes de autorrealización,
    convirtiéndose en riesgo. En parte teníamos alguna
    referencia al respecto, Arroyo Benito plantea que el estilo de
    vida del hipertenso no genera una actividad cotidiana diferente
    de la de los normotensos. (27)

    Un elemento importante dentro de las configuraciones de
    riesgo y de protección a la salud, resultó el
    cuidado del rol personal

    El estudio de los casos reveló que los factores
    de riesgo clásicos (falta de ejercicio físico, no
    cuidado de la dieta, fumar, ingerir alcohol, etc.) no
    actúan de manera aislada, integrándose a otros
    comportamientos como el abandono de la apariencia física, la
    privación en la satisfacción de necesidades
    personales (de recreación, autocomplacencia) que se
    integran de manera particular en cada caso, lo que fue denominado
    como abandono personal, para hacer referencia a una
    configuración comportamental que rebasa el mantenimiento
    del equilibrio
    orgánico con el medio e involucra también el nivel
    personológico del sujeto.

    Lo que F. González llama desplazamiento del
    interés hacia los hijos, es una expresión
    más del abandono del rol personal, característico
    de los sujetos hipertensos. (25)

    Es necesario decir que si bien el estilo de vida,
    expresado en configuraciones comportamentales de riesgo a la
    hipertensión arterial en un sujeto concreto, es un
    indicador de vulnerabilidad a enfermar, por sí mismo, ello
    no determina el estado de
    salud, sino que la interacción de estas configuraciones
    con las particularidades hemodinámicas, genéticas y
    fisiológicas, tendrán una influencia vital en la
    aparición de la enfermedad.

    El estudio de las configuraciones de riesgo puede
    trascender el marco del comportamiento e incluir estos otros
    aspectos, los perfiles de riesgo obtenidos de esta manera
    trascenderán el manejo tradicional de los factores de
    riesgo y pueden reflejar más objetivamente al sujeto en
    riesgo de enfermar.

    De acuerdo a los resultados descritos anteriormente
    podemos enunciar direcciones investigativas que aporten nuevas
    perspectivas a la Psicología de la Salud.

    Resultan de actualidad para la Psicología de la
    Salud la investigación del apoyo social como un elemento
    determinante del proceso de enfermar. Se estudian las redes de apoyo social, los
    tipos de apoyo, su estabilidad y su influencia en el
    mantenimiento de la salud o de modo inverso, su incidencia en la
    vulnerabilidad del sujeto ante la enfermedad.

    Un enfoque personológico del apoyo social
    podría destacar el papel del sujeto en la
    construcción de su apoyo social, su amplitud, estabilidad
    y consistencia. Estos aspectos pueden ser investigados como
    constituyentes del estilo de vida.

    Los estilos de afrontamiento también han sido
    objeto de atención en las investigaciones, llegando a
    determinarse su nexo con la aparición, curso, evolución y rehabilitación de las
    enfermedades, según el caso. Por ejemplo, se sabe que las
    personas con patrón A, son vulnerables a las enfermedades
    cardiovasculares, las de patrón C, tiene más
    probabilidades de contraer enfermedades neoformativas. Se han
    descrito otros estilos de afrontamiento. Sin embargo, la
    identificación de los comportamientos holísticos y
    estables en que los mismos se objetivizan, resultan de
    interés para la profundización en las
    potencialidades del sujeto para el manejo de la enfermedad. Todo
    ello resulta posible a través del estudio del estilo e
    vida. En tal sentido la investigación de los
    constituyentes del estilo de vida que actúan como estilos
    de afrontamiento resulta una alternativa
    investigativa.

    Tomado de la Epidemiología, la
    investigación de los factores de riesgo, ha sido otra
    dirección de las investigaciones en la Psicología
    de la Salud. Se dice que los factores de riesgo permiten un
    abordaje preventivo de la salud. Si embargo, las investigaciones
    en esta temática han estado
    marcadas por el positivismo.
    Su propia denominación (factor), así como la
    metodología de su investigación, son
    ilustrativas del nivel analítico y factorialista que
    caracterizan a estos estudios. Se puede afirmar que este modelo
    está agotado, pues se han establecido las correlaciones
    estadísticas entre los comportamientos de
    riesgos y las enfermedades con bastante
    precisión.

    No obstante, en un nivel más integrativo, los
    nexos funcionales entre comportamientos complejos pueden
    revelarnos particularidades disfuncionales en los sujetos, que en
    un estudio clásico de factores de riesgo, serían
    obviados. En tal sentido, los hallazgos de I. Mayo, si bien
    aportan evidencias de
    la pertinencia de la investigación en esta
    dirección desde el estilo de vida, requieren de una
    continuidad de estudio para poder identificar otras
    configuraciones de riesgo, así como la expresión de
    éstas en otras enfermedades. La categoría
    configuración de riesgo, introducida por él, a la
    que se hizo alusión más arriba, así lo
    infiere.

    REFERENCIAS
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    Dr. C. Israel Mayo
    Parra

    Centro de Estudios de la Educación de la
    Universidad Pedagógica de Holguín

    – M Sc. Ana Karina
    Gutiérrez
    Álvarez

    Hospital Clínico Quirúrgico de
    Holguín

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