- La violencia en las escuelas y
el rol del educador - Efectos de la violencia en los
niños y jóvenes - Conclusiones y
recomendaciones - Referencias
La violencia es un mal que arropa a la sociedad
actual. El ser humano es violento por naturaleza
própia debido a su necesidad de protección y
defensa.
Pero, cuando esta conducta
está dirigida a hacer daño
por pura satisfacción es un problema que afecta a toda la
comunidad y la
escuela no
está excenta de sufrirla.
La violencia se puede definir como el uso de la fuerza abierta
u oculta con el fin de obtener de un individuo o
grupo lo que
no quieren libremente.
La victima y el victimario estan unidos uno al otro por
una larga y compleja relación de demandas y necesidades
recíprocas que pueden generar hostilidad,
frustación y maltrato (Aranciaga, 1997).
El maestro, como parte de la comunidad en la que se
rodea el estudiante, tiene que estar preparado para enfrentar la
violencia a diario. Las noticias
recienten demuestran un alto crecimiento en las tasas de violencia
escolar.
Y, aunque es considerado el lugar más seguro para los
niños y
jóvenes, esta visión de la escuela ha ido cambiando
con el tiempo.
Es por esta visión negativa existente que se hace
necesario que la comunidad escolar tome acción
al respecto.
La violencia en
las escuelas y el rol del educador.
El rol del educador debe ser uno activo en la lucha en
contra de la violencia. El maestro debe trabajar unido con
la familia y
conocerla para velar el mejor desarrollo del
estudiante. Crear un patrón de normas para velar
y darle seguimiento en su progreso.
Se deben realizar programas
recreativos que envuelvan a los estudiantes junto a sus padres y
puedan integrarse en sus actividades.
La mayoría de las escuelas son seguras, pero no
inmunes a la violencia. La violencia que ocurre en nuestras
comunidades, ahora también se hace presente dentro de las
escuelas.
Y aunque se pueda sentir cierta confianza sabiendo que
las escuelas son uno de los lugares más seguros para los
jóvenes, se debe hacer más para
evitarla.
La violencia en las escuelas refleja un problema
más amplio, que sólo podrá ser tratado
cuando todos, en la escuela, en el hogar y en la comunidad,
trabajen juntos.
Las acciones de
prevención e intervención tempranas pueden reducir
la violencia y otros comportamientos problemáticos en las
escuelas.
Algunas prácticas basadas en las investigaciones
pueden ayudar a las comunidades escolares a reconocer las
señales
de advertencia tempranas, de modo que los niños puedan
obtener la ayuda que necesitan antes que sea demasiado
tarde.
Es por esto que es importante se cree un plan de
prevención en contra de la violencia. Se deben seguir las
siguientes recomendaciones (Vélez et al.,
2004):
- Evitar estereotipos ya que los
mismos pueden interferir (e incluso dañar) con
la habilidad de las comunidades escolares para identificar y
ayudar a los niños. Es importante estar consciente de
falsas pistas, incluyendo raza, nivel socioeconómico,
inteligencia
o apariencia física. De hecho,
tales estereotipos pueden dañar injustamente a los
niños, especialmente cuando la comunidad escolar
actúa de acuerdo a ellos. - Ver las señales de advertencia dentro
de un contexto de desarrollo. Los niños y los
jóvenes tienen capacidades sociales y emocionales
variables a
diferentes niveles de desarrollo. Podrían expresar sus
necesidades de manera diferente en la escuela primaria,
intermedia y secundaria. El punto es saber cuál es el
comportamiento típico en cada fase de
desarrollo, de manera que tal comportamiento no sea mal
interpretado. - Entender que los niños
típicamente muestran señales de advertencia
múltiples. Es común en los niños
que están en problemas
mostrar señales múltiples. La mayoría de
niños que están en problemas y en riesgo de
volverse agresivos muestran más de una señal de
advertencia, repetidamente, y cada vez con mayor intensidad.
Así, es importante no reaccionar desmedidamente a
señales, palabras o acciones aisladas.
- Las comunidades escolares pueden mejorar su
efectividad mediante un análisis funcional de los factores que
causan el comienzo de la violencia y las conductas
problemáticas. Al determinar un curso apropiado de
acción, considere la edad del niño, sus
antecedentes culturales, y los valores
y experiencias de la familia. Las
decisiones sobre la intervención deben medirse contra un
estándar razonable que asegure la probabilidad
que éstas sean implementadas eficazmente. Proveer
entrenamiento y
apoyo para el personal
escolar, estudiantes y familias para que comprendan los
factores que pueden iniciar y/o exacerbar episodios
agresivos. - Enseñar al niño a responder en una
forma alternativa que sea socialmente apropiada, tal como
solucionar problemas y aprender a controlar su ira. - Proveer entrenamiento práctico, asistencia
terapéutica, y otro tipo de apoyo para la familia a
través de servicios
basados en comunidad. - Insistir que la familia se asegure que las armas de fuego
estén fuera del alcance del niño. Los oficiales
de policía pueden proveer a las familias la información necesaria sobre el almacenamiento seguro de armas de fuego como
también pautas para el manejo de situaciones cuando los
niños tienen acceso o poseen armas de fuego
- Desarrollo de normas por parte de la Junta directiva
escolar que estén dirigidos a la prevención e
intervención de niños y adolescentes
con problemas. - Establecimiento de planes de prevención y
respuesta a la violencia que incluyen a toda la comunidad
escolar en su desarrollo e implementación. - Entrenamiento en el reconocimiento de las
señales de advertencia temprana del posible
comportamiento violento de una persona. - Procedimientos que animen al personal, padres y
estudiantes a compartir sus inquietudes acerca de niños
que exhiben señales de advertencia temprana. - Procedimientos de respuesta rápida ante
inquietudes acerca de niños con problemas. - Apoyo adecuado para ayudar a niños con
problemas.
Es importante que todos trabajen unidos para combatir la
violencia en las escuelas. Este trabajo no es
un solo personal dentro de la comunidad escolar. Es trabajo de
todos y de la familia.
Es necesario hacer de la escuela un ambiente
seguro para los jóvenes que se atienden y para el personal
que labora y visita la misma.
Pero, ¿Qué características se deben
observar en los jóvenes que están inmersos en este
ambiente de violencia que nos ayuden a trabajar en pro de
éllos y sus familias?
Efectos de la
violencia en los niños y jóvenes
La violencia tiene sus efectos en los niños y
jóvenes que viven en un ambiente familiar impregnados de
la misma. Estos efectos son observables tanto en el desarrollo social
y de crecimiento, así como, en el aprovechamiento
académico.
Muchos de estos efectos son indicativos de posible
violencia en el hogar, pero no son los únicos y ni
determinantes a la hora de decidir si existe violencia en los
casos particulares.
Es por ello que se debe dirigir el asunto a los expertos
en conducta humana y
convivencia social para un análisis correcto de la
situación. Algunos aspectos a observar en los niños
y jóvenes, tanto victimas como victimarios son (Aranciaga,
1997; Tuvilla, 2000; García, 1997):
- Características en el desarrollo social de la
victima y el victimario
- Hipersensibilidad a la crítica.
- Baja autoestima
debido a la autocrítica dura y excesiva. - Hostilidad siempre a punto de estallar aún
por cosas de poca importancia - Tendencias defensivas y una inapetencia
generalizada de la vida. - Personalidad posesiva con dificultad para
comprender y enfrentar situaciones e incapaz de exteriorizar
las culpas. - Uso y abuso de sustancias controladas como el
alcohol y
las
drogas. - Deseos de suicidio.
- Características en el desarrollo físico
de la victima y el victimario
- Marcas en el cuerpo.
- Poco desarrollo de las extremidades (no
siempre). - Mutilación (no siempre).
- Mala nutrición e
higiene. - Aparenta sentirse enfermo la mayor parte del
tiempo.
- Características en el aprovechamiento
académico de la victima y el victimario
- Tendencia a bajar las notas.
- Ausentismo excesivo y sin excusas
razonables. - Mala conducta hacia los maestros y
compañeros de salón. - Reto a la autoridad
escolar o miedo a la mima. - Aislamiento y poca participación de
actividades grupales. - Poca retentiva de los conocimientos
adquiridos. - Poca creatividad en las tareas que
realiza. - Poca capacidad de reflexión y evaluación.
Es necesario volver a recalcar que estas
características no necesariamente son indicativas de
maltrato. Sin embargo, muchas de ellas son observables en las
victimas y victimarios. Y por lo general, son traidas desde el
hogar hasta la comunidad escolar.
Estas características son una ventana de escape
para la victima o el victimario y es necesario la
intervención de expertos para desviar las mismas y
trabajar en mejorar la situación.
Es necesario que se hagan los referidos pertinentes tan
pronto el maestro o cualquier otro miembro de la comunidad tengan
sospecha de la existencia de maltrato.
Conclusiones y
recomendaciones
La violencia es una conducta que afecta a todos en la
sociedad. Esta está destruyendo valores
sociales que son necesarios para la convivencia en
armonía.
Es por ésto que se hace necesario que se manejen
de manera adecuada cada una de las particularidades de las
familias envueltas en un ambiente de violencia.
Es necesario que se intervenga de inmediato en el manejo
del conflicto y
que se realicen planes de mejoramiento de convivencia familiar.
Tanto para la victima como para el victimario, pues ambos sufren
las consecuencias del acto violento.
Este manejo debe ser confidencial, entre las familias y
el profesional, y debe estar encaminada a orientar a la familia
hacia alcanzar la paz que necesitan.
También es necesario que el Estado tome
acción en la erradicación del mal de la violencia.
Poniendo en verdadero cumplimiento las leyes que existen
al respecto y no dejarlo como letra muerta. Es necesario que la
comunidad acuse al victimario y no se haga parte de un silencio
extenso que lleve a consecuencias fatales como la
muerte.
Este mal no se arregla removiendo menores de sus
hogares, ni llevando a la prisión al que comete la
violencia, es necesario una educación de valores
cívicos y morales y un buen sistema de ayuda a la salud mental de
la sociedad en general.
Aranciaga, M. (1997). Violencia social y escolar.
Extraido el 10 mayo, 2005 de
García, V. (1997). Autoestima. Extraido el
10 mayo, 2005 de
Tuvilla, J. (2000). La convivencia en los centros
educativos desde la mirada de la
cultura de
paz. Extraido el 9 mayo, 2005 de https://www.monografías.com
Vélez, Castañer, Concha, Flecha, Galarza,
Montalvo, Oliveras & Ruíz. (2004).
Cómo
podemos combatir la delincuencia
en las escuelas desde el punto de vista de
la comunidad. [Informe
estudiantil]. Manuscrito no públicado, PUCPR: Puerto
Rico.
Por:
Norman J. de Jesús, M.Ed.
Santa Isabel, Puerto Rico
Mayo de 2005