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Castigando la calidad




Enviado por vquijano



    ¿Por qué los empleados se decepcionan
    de dar servicio al
    cliente?

    Una de las preguntas
    más comunes que me hacen los empresarios a los que asesoro
    es porqué los colaboradores pierden la actitud hacia
    la calidad. Es
    común que la gente comience con mucho entusiasmo a
    participar en la calidad, pero luego la empresa
    enfrenta problemas para
    que se mantenga la actitud o para retener trabajando en nuestra
    organización al personal que,
    después de mostrar resultados satisfactorios, al no
    recibir apoyo de la
    organización salen en busca de mejores oportunidades
    de trabajo en
    otras empresas.

    En los más de 13 años estudiando la calidad en el
    servicio, hemos percibido que hay castigos que sufre el
    personal de las empresas que inhiben o matan su actitud hacia el
    proceso de
    calidad.

    ¿CASTIGOS?

    Durante nuestras miles de charlas con empleados descubrimos que
    en muchos casos, por no decir que casi todos, el personal no
    sólo sentía que no era reconocido su esfuerzo por
    la calidad, sino que manifestaba abiertamente que la empresa realizaba
    acciones que
    inhibían su gusto por el trabajo; en
    pocas palabras, no recibían nada bueno a cambio y
    sí algo malo: un castigo.

    ¿Qué pensaría usted que hará la gente
    que hizo todo lo necesario por beneficiar a un cliente y que
    recibe un castigo (en vez de un premio) por haberlo hecho? No le
    garantizo que deseará volver a hacerlo, o no puedo
    garantizar que va a desear continuar en la organización
    por mucho tiempo
    más.

    Le pido que se ponga en el lugar de sus empleados en los
    siguientes casos:

    A. Se les llama la atención por hacer una concesión con
    el cliente

    A veces para satisfacer a un cliente (objetivo
    máximo de la calidad) se requiere hacer alguna
    compensación o alguna acción
    fuera de procedimiento. Si
    ello se castiga se reforzará la idea de que el cliente no
    es importante, o de que dicho colaborador no puede tomar
    decisiones, y su actitud e interés se
    irán por el drenaje.

    B. No hay consideraciones especiales

    A veces satisfacer clientes requiere
    tiempo y esfuerzo adicionales por parte de un colaborador, y si
    este esfuerzo no merece las adecuadas concesiones de la empresa,
    entonces sentirá que está experimentando un castigo
    que ahuyenta su deseo de seguir actuando adecuadamente. Podemos
    decir que hay varias modalidades:

    – Se hacen acreedores a una reprimenda por llegar tarde (aunque
    salgan tarde), cuando en algunas ocasiones recuperar a un cliente
    implica invertirle un tiempo adicional al del horario normal. Si
    algún empleado tiene que salir más tarde de lo
    normal y por error alguna otra ocurrencia llega tarde al
    día siguiente, se hace acreedor a un castigo sin siquiera
    notar su esfuerzo del día anterior.

    Puedo dar más de cien ejemplos, pero sólo
    comentaré uno. Una vez a mediados de 1999, estaba
    asesorando una pequeña empresa de comercialización de partes
    electrónicas que estaba ansiosa por mejorar el servicio a
    sus distribuidores del país y de Latinoamérica. Aún recuerdo que
    sólo habíamos impartido los cursos iniciales por lo
    que no podíamos lograr mucho todavía.

    Sin embargo, recuerdo bien un día en que llegaron unos
    pedidos importantes de Sudamérica (un pedido especial que
    era casi cinco veces más grande que uno promedio) y el
    cliente lo quería urgente, antes de que terminara la
    semana que corría. Se tuvieron que asignar a varias
    personas para lograr cumplir las demandas importantes del
    cliente.

    Varias personas se ofrecieron a colaborar para surtir este
    pedido. Los siguientes dos días tuvieron que salir
    después de las 11 de la noche (su horario de salida era a
    las 7) con tal de cumplir con el cliente y beneficiar a la
    empresa. Dos de las diez personas que participaron en este
    requerimiento especial, tuvieron al osadía de llegar tarde
    el tercer día, tal vez como 30 minutos, y el gerente de
    operaciones
    decidió regresarlos a su domicilio sin goce de sueldo (y
    dicen hoy día los jefes que hay horario de entrada pero no
    de salida…).

    El gerente general soportó la decisión del
    ejecutivo y se perjudicó a dos personas que habían
    participado para que la empresa obtuviera un
    beneficio.

    Estos ejecutivos castigadores argumentan que es cuestión
    de disciplina y
    que no se debe dejar que alguien se salga de ella. Por supuesto,
    estas reglas son para los plebeyos, porque los empresarios,
    directivos y supervisores pueden hacerlo sin recibir castigo
    alguno. Sobra decir que el personal no volvió a llegar
    tarde, pero tampoco volvió a tener el interés por
    servir bien a los clientes. Incluso algunos colaboradores de
    aquella ocasión ya no están en la empresa.

    ¿Quién perdió más? El cliente, por
    supuesto, perdió y la empresa también. Ni
    qué decir del empleado. Por supuesto que muchos ejecutivos
    hacemos esto y luego nos quejamos de la mala actitud del
    empleado, o de que no hay empleados comprometidos en nuestro
    país. ¿Será? La disciplina inflexible inhibe
    la actitud del personal que -según entiendo- es lo que las
    empresas buscamos.

    – Permisos negados. También escuchamos a una gran cantidad
    de empleados comprometidos quejarse de que la empresa no es
    recíproca con ellos: no obstante que cumplen con el
    reglamento, cuando requieren de un permiso especial para realizar
    una diligencia personal (firmar boletas, acudir al banco, visitar a
    una familiar en un hospital, etc.) no es autorizado.
    Entonces el empleado siente injusticia: las empresas sí
    pueden tener necesidades especiales, urgencias y requerimientos,
    pero los empleados no.

    A mediados del año 2000 realizamos un servicio de medición para una organización de
    servicios de
    limpieza (outsourcing) y
    recibimos una gran cantidad de quejas de los empleados y de los
    clientes. Los clientes de dicha empresa se quejaban de la alta
    rotación de personal, lo que afectaba seriamente el
    servicio que recibían.

    Por su parte, los directivos de la empresa aducían que no
    podían encontrar gente comprometida y profesional, algo
    normal en su industria.

    Sin embargo, al investigar con los clientes de la empresa y con
    los empleados que todavía no se iban de la empresa,
    descubrimos que el problema era que se castigaba constantemente
    al personal. Durante la medición descubrimos que, por la
    alta rotación de personal, era frecuente que se pidiera al
    personal que quedaba doblar turnos para cubrir los lugares
    vacíos; y aunque les pagaban algo de obras extras la
    insatisfacción de los clientes internos (empleados) se
    presentaba cuando después de dos, tres y hasta cuatro
    semanas de doblar turnos casi todos los días y de trabajar
    el día de su descanso semanal, se les presentaba una
    emergencia personal y familiar o necesitaban un permiso, pero les
    era rotundamente negado.

    Resultado: muchos colaboradores no querían seguir doblando
    turnos o trabajando el día de su descanso -perjudicando
    con ello el servicio al
    cliente- o salían en busca de otro empleo.

    Si al final quien muestra la
    actitud o se cambia de trabajo es el colaborador, entonces
    deberíamos preocuparnos más por saber qué
    siente, qué piensa y porqué razón
    actúa de una u otra forma.

    – No se le retribuye tiempo al empleado. A veces los empleados
    sólo desean recuperar parte del tiempo que invierten por
    bien de la organización. Negarles esto (salir un
    día temprano, tomar sus vacaciones, etc.) también
    ahuyenta su entusiasmo.

    C. No se les da compensación por gastos
    efectuados

    Y no hablamos aquí del pago de horas extras, sino del
    hecho de que irse a las 23 horas en beneficio de la calidad
    implica tener que desembolsar el costo de un taxi,
    o quedarse sin cenar una noche por llegar tarde a casa, o tener
    que desembolsar para cenar cualquier cosa en la calle. Entonces,
    la opinión de su colaborador será que un cliente
    satisfecho es beneficio para la organización, pero no para
    él. Nadie que yo conozca dará los mejores
    resultados si en vez de beneficiarlo le cuesta. ¿Usted lo
    haría en el lugar de ellos?

    D. Hay políticas
    y procedimientos
    que perjudican al personal y al cliente

    No me lo va a creer, pero hemos observado a organizaciones
    donde las políticas y los procedimientos -que se supone
    están para facilitar el trabajo y ofrecer servicios con
    calidad-, en vez de propiciar el esfuerzo del personal lo orillan
    a caerse en el precipicio.

    Una empresa de
    la industria farmacéutica, donde los colaboradores
    tenían una prestación de comedor dentro de la
    empresa, tenía una política para la
    distribución del personal en los tres
    horarios de comida establecidos, con la idea de que estuviera
    equilibrada la demanda.

    Sin embargo, al crear la política establecieron una regla
    que -buscando orden y beneficio- sólo provocaba malestar
    del personal y en muchas ocasiones problemas para los clientes:
    los empleados tenían asignados cierto horario de comida y
    no podían cambiarlo casi bajo ninguna circunstancia;
    incluso, después se reglamentó que tenían
    solo cinco minutos de tolerancia para
    llegar al comedor, y el que no llegara en ese lapso ya no
    podría entrar, y para su mala fortuna ni siquiera
    podría asistir en un horario posterior. Es decir, se
    quedarían sin comer.

    Si los empleados, intentando satisfacer clientes, se retrasaban
    un poco en la hora de la comida, se quedarían con
    hambre.

    E. Más trabajo, misma paga

    Los castigos que mencionan los colaboradores encuestados son
    muchos, pero quizás uno de los más frecuentes es
    que dar un buen servicio al cliente les generaba un castigo poco
    deseado: mayor carga de trabajo. Parece común que a los
    empleados que atienden a mejorar a los clientes se les 'encaje el
    diente', pidiéndoles más trabajo del que
    supuestamente tienen asignado.

    Ya sea porque un compañero no sabe realizar determinada
    tarea o porque falta, pero a final de cuentas un
    colaborador tiene que hacer más que los demás, y
    ello no le reporta ningún beneficio: ni en salario (es mucho
    pedir, seguramente) ni en permisos ni en consideraciones
    especiales; ni siquiera en pago de gastos adicionales.

    Nos referimos a cuando le damos más trabajo a alguien por
    una situación temporal específica. Por ejemplo, hay
    restaurantes en los que cuando falta el cajero, algún
    mesero o jefe de piso tiene que realizar ese trabajo y el propio.
    Sobra decir que le será difícil cumplir cabalmente
    con ambos, sobre todo si sabe que no habrá
    retribución especial. Y lo peor de todo es que le llamen
    la atención por descuidar sus propias
    actividades.

    F. Más clientes que atender, mismo salario

    En algunos casos una mayor carga de trabajo no es cosa temporal,
    sino permanentemente, con el argumento de que una persona es la
    más apta para atender a los clientes importantes. Si
    alguien tiene mayor carga de trabajo que sus compañeros de
    puesto igual o similar, y su pago es el mismo, entonces lo
    sentirán como un castigo no como un privilegio por su
    desempeño.

    A veces caemos en el espejismo de querer dar buenos resultados y
    abusamos del personal con habilidades, ellos se decepcionan y al
    final perdemos todos.

    G. Un mal supervisor

    En ocasiones (bastantes, por cierto) castigamos al personal con
    un nuevo jefe en lugar de ayudarlos a dar mejores resultados, los
    obstaculiza y desmoraliza en su labor por satisfacer
    clientes.

    Hay supervisores que no consideran que los clientes sean
    importantes o que el personal no es calificado o, en el
    último de los casos, que no son buenos líderes,
    tanto por no estar capacitados para ello como por su idea de lo
    que un jefe implica. Muchos empleados talentosos se sienten
    castigados con malos jefes, y algunos no trabajan igual, otros
    buscan otro empleo.

    CONCLUSIONES

    En pocas palabras: si un empleado no recibe recompensa por
    trabajar en favor de la calidad (bono, sueldo, premio,
    retribución de tiempo, etc.), y además tiene que
    desembolsar de su dinero para
    cubrir los imponderables y, por último, recibe castigos y
    reprimendas, por supuesto que no tendrá el más
    mínimo interés en continuar mostrando ese
    interés en el futuro.

    Lo que también es cierto es que muchos de los castigos
    mencionados se generan de manera inconsciente por parte del
    líder.
    No se preocupe si ya le pasó, mejor ocúpese para
    que no le vuelva a suceder: ya no tendrá
    perdón.

    El entusiasmo hacia la calidad debe ser alimentado en cada
    persona para que no se pierda, y todo depende de nosotros como
    líderes. Usted decide: fomentamos la calidad o la seguimos
    castigando.

    Víctor Quijano

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