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Fundamentos para la comprensión de la complejidad y el caos en la organización y la economía (página 2)




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Es sensato destacar que más allá del
equilibrio sin
desprenderse mucho, las fluctuaciones carecen de consecuencia; en
tanto que, a mediad que se van distanciando van asumiendo un
papel más importante.

El sentido biológico se rescata cuando se admite
que un ascenso en el nivel de organización está asociado con un
declive en el valor de la
entropía del sistema; luego,
los organismos se distinguen porque alcanzan a disipar más
entropía que la que producen. Expresado de manera
distinta: los sistemas vivos
importan orden de su entorno por medio de un flujo de
entropía negativa.

Abriendo una nueva brecha a la comprensión del
complejo panorama de los sistemas abiertos Stuart Kauffman
(Op. cit.: 19) plantea una visión novedosa: "El
cuaderno se iniciaba con dos preguntas gemelas. La primera de
ellas planteaba si, además de las leyes conocidas
de la termodinámica, podría existir una
cuarta ley aplicable a
los sistemas termodinámicos abiertos, una ley que
gobernara las biosferas en cualquier parte del cosmos o, incluso,
el cosmos mismo". De cumplirse esta visión probablemente
se llegue a enunciar una ley que sea aplicables exclusivamente a
los sistemas abiertos.

Otra versión de la entropía (Morin, 1996:
49) se desprende de una re-interpretación. El segundo principio de la
termodinámica se enunció en términos de una
ecuación de probabilidad y
expresaba la tendencia de los sistemas a la entropía, es
decir, anunciaba el predominio del desorden sobre el orden. En la
Teoría
de la
Comunicación el concepto de
información apareció con Hartley y
principalmente con Shannon y Weawer. La ecuación que
propuso Shannon para la información fue, H= KlnP.
Posteriormente, se cayó en cuenta que la ecuación
shannoniana de la información era como un reflejo, el
negativo, de la ecuación de la entropía S=KlnP dado
que la entropía crece de manera inversa a la
información.

Más adelante Brillouin estableció la
equivalencia entre información y entropía negativa.
Desde ese momento, la información fue reinterpretada como
una medida de la negentropía o entropía
negativa.

La entropía positiva será entendida, en
adelante, como una medida de la ignorancia. La entropía
negativa tiene otro significado y equivale a organización
e información. Esta idea es de especial interés
porque el motor de la
economía y
de la
organización es la información.

Un detalle primordial digno de captar en esta serie de
interpretaciones es que en el fondo se trata de aplicaciones que
alcanzan a establecer el vínculo y la ruptura ente el
mundo físico y el orden viviente.

La entropía es tal vez uno de los conceptos
más laboriosos para explicar. A pesar de eso Al Ries
(1997: 220) ofrece una interpretación que aclara la idea:
"Pondré el ejemplo de un armario. Comienza estando limpio
y ordenado, y con el tiempo
degenera y se vuelve un completo desorden. Existe una ley en la
naturaleza que
se llama entropía. En el mundo natural, las cosas se
mueven del orden al desorden. Y la entropía en una empresa
significa lo mismo: rápidamente se puede pasar del orden
al desorden".

6. ESTRUCTURA,
PATRÓN Y ESTADO
ESTABLE

Las premisas de Maturana y Varela y Prigogine provocan
una sucesión de términos que seguramente han
desatado o provocarán interrogantes que exigen
aclaraciones que alivien las inquietudes. Para no seguir remando
en aguas extrañas, enseguida, se abordarán en forma
escalonada. ¿Qué se entiende por estructura,
patrón y estado estable?

Como la terminología se presta para
equívocos, resulta estimulante sujetarlos, comprometerlos
y separarlos de las ideas predominantes en los escenarios de la
cotidianidad. Capra, (1999: 172) ilustra el concepto de
estructura diciendo: "La estructura de un sistema es la
corporeización física de su
patrón de organización. Mientras que la descripción del patrón necesita una
cartografía abstracta de relaciones, la
descripción de la estructura implica la de sus componentes
físicos presentes: sus formas, sus composiciones
químicas, etc".

En el lenguaje
coloquial el concepto de estructura se asocia con armadura,
disposición de columnas y vigas, en fin, con lo
rígido, lo inmóvil.

En este ambiente se
asoma con un rostro renovado. Gallego (1999: 18) detalla una
versión diferente: "La palabra estructura suele ser
comprendida desde lo arquitectónico de las edificaciones;
de ahí que se piense en términos de rigidez, y no
es así. Recuérdese que dicho vocablo procede del
latín struere, que significa construir, de manera
que con ese término se alude a un constructo siempre en
proceso de
reconstrucción". Aun cuando la cita hace alusión al
constructo, el concepto tiene en este contexto la misma validez.
La estructura, formada por una secuencia de cambios
estructurales, determina el comportamiento
del sistema. Resulta despejado que no debe entenderse como
compuesta por elementos inalterables, inflexibles, estrictos; en
contraste, corresponde interpretar el concepto como flexible,
maleable, modelable.

Ascendiendo al siguiente escalón se llega al
concepto de patrón y, por supuesto, se hablará de
patrón de organización. En el lenguaje de
Capra (Op. cit.: 99) el patrón es una
configuración de relaciones características de un
determinado sistema; el concepto de modelo,
expresión con la que se está más
familiarizado es sinónimo de patrón.

Encajando las fichas del
ajedrez donde
corresponde, se diría: la organización de un
sistema vivo es el conjunto de relaciones entre los componentes
que lo caracterizan como perteneciente a una clase
determinada; el patrón -la forma- revela la
configuración de las relaciones y la estructura se refiere
a las propias relaciones entre los componentes físicos; en
últimas, la estructura es la manifestación
física de la organización.

El patrón es algo inmaterial e irreductible; es
lo que se esfuma cuando se disecciona el sistema. Los componentes
permanecen, pero el arreglo de las relaciones entre ellos
–el patrón- ha sido destruido y en consecuencia el
organismo muere. Mientras al patrón concierne el
ámbito de lo cualitativo, -cualidad-, a la estructura le
es propio el cuantitativo -cantidad-. Entender bien la naturaleza
del patrón es imprescindible para la comprensión de
los sistemas vivos, puesto que las propiedades sistémicas
emergen de una configuración de relaciones
ordenadas.

La red es el patrón de
organización común a todos los sistemas vivos.
¿Qué es una red? Es el común
denominador en todos los sistemas.

Ahora se dirige la atención al concepto de estado estable que,
de repente, puede no ser captado fácilmente debido al
sentido con que se usa en el lenguaje común; para empeorar
el DRAE tampoco ayuda. En la vigésima segunda edición
-la más reciente- se lee: Estable: "Que se mantiene sin
peligro de cambiar, caer o desaparecer. Que mantiene o recupera
el equilibrio".

El espíritu que Prigogine le imprime es el de un
estado que se mantiene alejado del equilibrio por períodos
de tiempo prolongados lo que significa que conserva la misma
estructura general a pesar del incesante flujo y cambio de
componentes. Un sistema es estable cuando mantiene la misma
estructura general a pesar del incesante flujo y cambio de
componentes. Los organismos vivos se mantienen constantemente en
un estado lejos del equilibrio, en el estado de
vida. En los sistemas sociales lo denominaré "estado
transitivo
".

7. SISTEMAS NO
LINEALES

Los sistemas dinámicos y, particularmente, el
caos han custodiado celosamente el desentrañamiento de sus
andazas subrepticias, negando a la ciencia la
posibilidad de penetrarlos y descubrir sus desvaríos. Los
intentos han dado frutos relativos, porque no han permitido
descubrir las leyes que los rigen, todos los indicios apuntan a
que cada fenómeno obedece a su propia lógica.

En el afán de avanzar gradualmente en el camino
hasta salir del laberinto caótico se comenzará
indagando el comportamiento de los sistemas no-lineales que son
la antesala de los fenómenos caóticos: de la
caología. Los sistemas lineales son obedientes y las
alteraciones o fluctuaciones en las condiciones iniciales
originan variaciones proporcionales en cualquier estado
subsiguiente. Los no-lineales, son insurrectos, sediciosos e
impredecibles, porque las variaciones que afecten a las
condiciones iniciales no son proporcionales a las que se producen
en los estados subsiguientes. Estos sistemas adquieren
importancia por que, los fenómenos naturales y sociales de
la vida real –paradójicamente- son inexorablemente
no-lineales.

A la luz de estas
apreciaciones se advierte que los sistemas caóticos son
fenómenos inmanejables, más, centrando la
atención en su comportamiento se puede respirar más
tranquilo, porque según se ha venido registrando dan
compás de espera. En el afán de esclarecer el
comportamiento caótico el avance de las investigaciones
ha llegado hasta establecer que se pueden generar utilizando
modelos
matemáticos lineales. Se enumerarán las
características más significativas que se han
logrado configurar acudiendo a esta estrategia:

a) Partiendo de ecuaciones
deterministas se logran modelos de comportamiento inesperadamente
plagados de riqueza y variedad. b) Un comportamiento
aparentemente complejo y caótico puede generar estructuras
ordenadas y hermosos patrones. Estas exclusividades dan la
oportunidad para comprobar que el comportamiento de los sistemas
caóticos no es totalmente aleatorio, más bien lucen
un nivel más profundo de orden pautado. c) El
comportamiento es completamente impredecible, aún cuando
las ecuaciones sean determinísticas. d) Describen con
frecuencia sistemas que portan en sus entresijos procesos de
realimentación (feedback) autoreforzadora y son
autoorganizadores. e) En los sistemas lineales, pequeños
cambios producen pequeños efectos, en los no-lineales
cambios aparentemente sin importancia pueden generar resultados
espectaculares puesto que pueden ser repetidamente amplificados
por la retroalimentación autorreforzadora. f) No
son regidos por el principio de causalidad.

Capra (Op. cit.: 140) explica conceptos que es
necesario tener bien claros para facilitar la comprensión.
Un bucle de retroalimentación corresponde a una
determinada clase de proceso no-lineal conocido como
iteración (del latín iterare, repetir,
reiterar) -multiplicar un término por sí mismo- y
la retroalimentación –feedback– es la
continua reabsorción de lo que ocurrió antes o, en
otras palabras, en el que una función
opera reiteradamente sobre sí misma.

Contrario a lo que comúnmente se admite los
sistemas no-lineales predominan y se dejan sentir con
manifestaciones que desconciertan. Krugman (Op. cit.: 7)
los identifica en el sistema económico: "Muchos de los que
están convencidos de que terremotos,
embriones, ciclos y ciudades, tienen algo en común
describen su campo como el estudio de la complejidad, basado en
la apreciación de que los sistemas de feedback
tienen propiedades sorprendentes. Si hay algo que los economistas
dominan mucho mejor que los legos en la materia, es la
tremenda complejidad del sistema económico y la
importancia de los feedback".

La presencia de los sistemas no lineales se revela
también en esta declaración de Rowan Gibson (Op.
cit
.: 7): "En realidad, la vida se compone de una serie de
encuentros en los cuales un acontecimiento puede influir en los
siguientes de una manera totalmente impredecible, e incluso
devastadora". Y más adelante señala, (8): "Las
carreteras son lineales y el pensamiento
lineal no tiene sentido en un mundo no-lineal. En su lugar
debemos hacer un salto intelectual de lo lineal a lo no-lineal,
de lo conocido a lo desconocido, de la terra firma a la
terra incógnita".

Indudablemente el caos era un elemento extraño en
los negocios,
ahora cuando ha sido reconocido por la ciencia
aparece en muchos de los escenarios cotidianos de este ambiente.
Rowan Gibson (Op. cit.: 7) toma una frase que Michael
Crichton escribe en Jurassic Park: "La teoría del
caos nos enseña que el concepto de linealidad que hemos
dado por sentado en todo, desde la física hasta la
ficción, es sencillamente inexistente. La linealidad es
una manera artificial de considerar el mundo. La vida real no se
compone de una serie de acontecimientos interconectados que
tienen lugar uno después de otro como las perlas de un
collar".

8. ORDEN POR
FLUCTUACIONES, PUNTO DE BIFURCACIÓN Y ESTRUCTURAS
DISIPATIVAS

Los hados adversos de la complejidad y el caos
desencantan porque sin anunciarlo dan sorpresas impensadas. Ahora
nuevamente asaltan con extraños comportamientos: las
fluctuaciones, los puntos de bifurcación y las estructuras
disipativas.

La puntualización de los conceptos de orden,
desorden, caos, complejidad, entropía, red, patrón
y estructura permiten adelantar al siguiente peldaño. La
versión termodinámica contemporánea de Ilya
Prigogine divisa un paisaje revolucionario no sólo
más amplio sino de mayor alcance al previsto desde los
sistemas abiertos propuestos por Ludwig von Bertalanffy, puesto
que reconoció la presencia de inestabilidades en las que
surgen nuevas estructuras de orden; esta contribución es
de singular importancia porque en el centro de este enfoque
reside la coexistencia entre estructura y cambio, quietud y
movimiento.

Prigogine explica el funcionamiento de estas estructuras
mediante una nueva interpretación que se distanció
del paradigma
clásico y la patentó con el nombre de orden por
fluctuaciones y estructuras disipativas.

La denominación de estructuras disipativas
contiene una paradoja, y se registra como contrasentido porque
como se esbozó –cuando se trató la
entropía- la disipación sugiere caos y
disolución, al tiempo que la estructura insinúa
orden.

Conviene poner sobre el tapete algunas nociones sobre
las cuales ya se anduvo con el único propósito de
apreciar cómo van encajando las piezas del rompecabezas.
En la termodinámica clásica se abordan sistemas en
equilibrio descritos por ecuaciones lineales, la
disipación se asocia con pérdidas y, desde luego,
se habla de estructuras en equilibrio.

La teoría de Prigogine rompe abruptamente los
dogmas vigentes y reconoce la presencia de sistemas no-lineales y
por lo tanto una termodinámica no-lineal que habla de
estructuras disipativas donde la disipación es fuente
orden.

Prigogine lanzó la primera versión de los
sistemas autoorganizadores con el orden por fluctuaciones y las
estructuras disipativas, cuando descubrió que los sistemas
que operan lejos del equilibrio deben ser descritos con
ecuaciones no-lineales. Demostró que a medida que los
sistemas se alejan del equilibrio alcanzan un umbral
crítico de inestabilidad en el que aparecen patrones de
orden, o mejor, lejos del equilibrio emerge
espontáneamente un comportamiento coherente: la
autoorganización.

Conviene recordar que los sistemas que funcionan lejos
del equilibrio son los abiertos, o, lo que es lo mismo, son
organismos vivos.

Los sistemas vivos no se detienen en el estado
estacionario sino que van más allá –se
mantienen en un estado lejos del equilibrio- y bajo este
régimen abandonan el comportamiento lineal observado y
optan por el no-lineal, donde aparecen discontinuidades e
inestabilidades. El estado estacionario predominante hasta
entonces y que compatibilizaba con las pretensiones del entorno
ya no es sostenible y las fluctuaciones espontáneas -antes
condenadas a regresar- se amplifican aumentando el grado de
dispersión –oscilaciones positivas o negativas-
forzando el sistema a conseguir nuevos e imprevistos estados
estables a través de los puntos de bifurcación; las
bifurcaciones son, pues, una fuente de rotura de simetría.
Entretanto, la entropía sigue aumentando; más el
orden también surge en una proporción
mayor.

Con el ánimo de contribuir a la
comprensión del orden por fluctuaciones y las estructuras
disipativas en la primera tentativa se planteará una
descripción de todo el fenómeno y después se
desdoblará en las partes constitutivas.

Intuitivamente se puede tener sentido de lo que son las
fluctuaciones. Conectando con lo que en otros capítulos se
tratará, tal vez las fluctuaciones de precio son el
ejemplo más práctico para vender la idea. El precio
de un producto puede
cambiar: aumentar o disminuir. Esa variación es lo que se
denomina fluctuación. ¿Pero cuándo la
fluctuación –el cambio- no tiene importancia y puede
despreciarse? ¿Cuándo sorprende?, o, más
concretamente, ¿Cuándo se le da importancia a la
fluctuación?

La idea principal gira alrededor de lo siguiente: como
bien se recordará, cuando se abordo el tema de la
entropía se habló de la presencia del estado
estacionario. Este estado es una característica
típica de los organismos vivos. Opera más
allá del equilibrio y en este espacio las fluctuaciones
son débiles y están condenadas a retornar, el
sistema aparentemente es inmune a las desviaciones.

El estado estacionario es estable y por supuesto en
estas condiciones el estado del sistema será estable.
Prigogine (1997: 33) testifica: "Los sistemas dinámicos
estables son aquellos en los que pequeñas modificaciones
en las condiciones iniciales producen pequeños efectos.
Pero para una clase muy basta de sistemas dinámicos dichas
modificaciones se amplían con el tiempo".

En los sistemas vivos esta situación no se
prolonga mucho en el tiempo. A partir de un umbral crítico
surgen inestabilidades, las desviaciones sufren alteraciones
severas que llegan a romper la región lineal y desde
entonces ya no se puede garantizar la inmunidad del estado
estacionario: se gesta el desorden. Surge el orden por
fluctuaciones y este es el ambiente donde emergen los puntos de
bifurcación y las estructuras disipativas.

Como preludio a la discusión de estas cuestiones
es bueno tener presente que las fluctuaciones no las provoca el
sistema caprichosamente. No debe pasar inadvertido que
está conectado a un entorno que le impone condiciones y a
las cuales tendrá que adaptarse si de sobrevivir se
trata.

En ese proceso de adaptación es en donde surgen
las ráfagas de entropía que lo perturban. El
sistema está debatiéndose en medio de las
encrespadas olas del entorno y tiene la premura de importar la
cantidad de entropía negativa suficiente para neutralizar
el flujo de entropía producido en los procesos internos y
el que proviene del exterior.

De manera que el estado estacionario funciona a manera
de un "flotador". Como es entendible el flotador ayuda a
contrarrestar el efecto de las olas hasta cuando éstas son
manejables, pero a partir de un punto crítico lo rebasan y
ya no es capaz de cumplir su función.

En todo cuanto se ha dicho el sistema y el entorno han
jugado un papel protagónico. Ahora llegó el momento
de establecer distinciones. Se denota como entidad al sistema y
lo mismo al entorno; por consiguiente tanto lo que se ha venido
denominando sistema como lo que se ha venido señalando
como entorno se reconocerán como entidades; algo
más, como entidades autopoiésicas.

Ahora bien, no queda duda que el sistema está
embebido en el sistema entorno. Ésta es una propiedad de
las entidades autopoiésicas en donde se dan sistemas
dentro de sistemas: hay niveles sistémicos. Son entidades:
un órgano, un ser vivo, una empresa y la
sociedad
considerando las dos últimas como entidades
autopiésicas de tercer orden siguiendo la
catalogación de Maturana y Varela. Lo importante a
establecer aquí es hasta dónde llegan las fronteras
de la entidad sistema y de la entidad entorno.

Tratándose de sistemas las propiedades esenciales
son propiedades del conjunto que ninguna de las partes tiene por
sí sola. Capra (1999: 57) es contundente en este aspecto,
"Las propiedades de las partes no son propiedades
intrínsecas y sólo pueden entenderse desde el
contexto del todo mayor. Por tanto, el pensamiento
sistémico es un pensamiento contextual", lo cual debe
entenderse como explicación en términos de contexto
y por lo mismo está referida necesariamente al
entorno.

Por otra parte, como ya se ha planteado, el pensamiento
sistémico cambió el enfoque de las partes al todo,
cambio que debe ser concebido también como el paso de
objetos a relaciones. El sistema y el entorno conforman una sola
entidad. A pesar de eso en forma metafórica y sólo
en el intento de diferenciar se tratan como entidades
distintas.

Desde el mecanicismo el mundo es una colección de
objetos, mientras que en el enfoque sistémico
–reticular- los objetos en si mismos son redes de relaciones inmersas
en redes mayores, donde todos los elementos están
relacionados con todos los demás; estas particularidades
no hacen sino resaltar que en el pensamiento sistémico las
relaciones tienen preferencia, son consideradas como esenciales,
razón por la cual las fronteras entre entidades pasan a un
segundo plano. Establecidas estas condiciones, no será
motivo de preocupación decretar los límites
que identifican a cada entidad. La pregunta clave es entonces,
¿Está separado el sistema del entorno? Y la
respuesta es terminante: no se puede separar el sistema del
entorno, porque dinámicamente todas las propiedades de uno
y otro sólo surgen mientras permanezcan vinculadas; para
que las propiedades puedan dinamizarse debe conservarse el
cordón umbilical. Cuando el sistema se aísla del
entorno se inhibe, por cuanto que ya no podrá exhibir las
propiedades sistémicas.

Maturana (1996:114) aclara este planteamiento subrayando
que entre sistema y entorno existe acoplamiento
estructural:

Para un observador el organismo aparece como
moviéndose adecuadamente en un medio cambiante, y
él habla de aprendizaje. Es
para él que los cambios estructurales que ocurren en el
sistema
nervioso parecen corresponderse a las circunstancias de las
interacciones del organismo. Para el operar del sistema
nervioso, en cambio, sólo hay una deriva estructural
continua que sigue el curso en que en cada instante se conserva
el acoplamiento estructural (adaptación) del organismo a
su medio de interacción.

Casos que contribuyen a despejar estas ideas no se hacen
esperar y provienen de la vida cotidiana, primero, porque hacen
más comprensible el razonamiento; segundo, porque es una
oportunidad para ir ambientando escenarios que aparecerán
en capítulos futuros. Un ejemplo de actualidad apoya esta
idea: la red de internet.
¿Será posible establecer en algún momento la
frontera que
existe entre su "computador"
(el sistema) y los demás de la red (el entorno)? Se puede
distinguir la entidad "computador" de la entidad entorno;
esto es, el "computador" de todos los computadores conectados a
la red y demás sistemas. Adviértase que se habla de
distinguir, diferenciar una cosa de otra, no de separar ni
aislar. Lo que se resalta es que sistema y entorno son entidades
distintas.

Dos ejemplos más contribuyen a aclarar la
concepción. En un mundo globalizado pero interconectado
los proveedores
están colgados a la red de la organización para
enterarse del estado de los inventarios;
¿Podrá establecerse separación entre
la empresa y
el proveedor? Tom Peters (2005: 144) comenta que Ted Turner de la
CNN, tiene obsesión desenfrenada por el internacionalismo
al punto de multar a los empleados que pronuncien la palabra
«extranjero».

Se debería hablar de «socios
externos» como los llama David Kelly. Entiendo que la
dificultad se cierne especialmente cuando la interconexión
no es material. No es cuestión difícil establecer
el nexo entre los nodos de la red de un pescador; más tal
vez sea más comprometedor establecerla entre los clientes
–entorno- y un supermercado –sistema-.

El comportamiento del orden por fluctuaciones y de las
estructuras disipativas no puede menos que sorprender y sembrar
inquietudes porque a primera impresión abre
incógnitas que despiertan mayores interrogantes que los
que se pretendían descifrar, tales como: a)
¿Cómo se transforma el desorden en orden? b)
¿Cómo evolucionan de un estado a otro? c)
¿Cómo se desencadenan las estructuras disipativas?
d) ¿Por qué se elige un estado particular y no
otro? e) ¿Por qué reacciona el sistema? Enseguida
se intenta responder estos interrogantes.

a) ¿Cómo puede transformarse el desorden
en orden? Se trata de advertir cómo las fluctuaciones son
capaces de transformar el desorden en orden. En plata blanca es
uno de esos comportamientos que despierta perplejidad porque se
empina como un reto inaccesible para la intuición y ni la
más audaz suspicacia puede alcanzar a
percibirlo.

Con todo, Nicolis y Prigogine (Op. cit.: 59) son
categóricos cuando al definir la complejidad dejan
entrever la naturaleza de este tipo de
fenómenos:

La complejidad es uno de esos conceptos cuya
definición corresponde esencialmente a los problemas
que genera. Lo que sabemos entre tanto es que una de las
propiedades esenciales del comportamiento complejo consiste en
la capacidad de llevar a cabo transiciones entre diversas
formas de comportamiento. Se trata de sistemas en los que la
evolución, y por ello también la
historia juegan
(o han jugado) un papel esencial en cuanto al comportamiento
observado.

Estas propiedades son las que denotan como
"fenómenos de transición" (60).

Y Prigogine (1994: 217) traduciendo a Monod avala que:
"El azar extrae la criatura viviente del orden inanimado de la
naturaleza y lo transforma en un ser viviente al que se le
concede un tiempo al borde del Universo en el
cual representa una particularidad arbitraria".

Descendiendo al lenguaje cotidiano el efecto se debe a
las propiedades emergentes. Como ya se ha dejado sentado bajo el
influjo de las propiedades emergentes surgen transiciones en
medio de las cuales los sistemas asumen comportamientos
inteligentes que garantizan compatibilizar el sistema con el
entorno.

b) ¿Cómo evoluciona el sistema de un
estado a otro? Los sistemas no-lineales estructuralmente
inestables exhiben puntos críticos de inestabilidad
-cuando las variables
asumen valores que
van más allá del umbral- en los que se desencadena
el punto de bifurcación.

En el mar del "orden por fluctuaciones" vagabundean los
puntos de bifurcación. Como ya se dijo en el estado
estacionario las fluctuaciones están condenadas a
regresar, que la rama termodinámica es estable hasta un
umbral más allá del cual el sistema se torna
inestable y a partir del cual entra a navegar en el "orden por
fluctuaciones", en donde una perturbación cualquiera
acabará por desestabilizar el sistema y se
amplificará hasta alcanzar un nuevo estado.

Desde la perspectiva del paradigma de la complejidad, el
orden por fluctuaciones consigue explicación a
través de la autorreferencia que se constituye en un
concepto cardinal en la teoría de
sistemas. La autorreferencia indica la capacidad que tienen
los sistemas de autoobservarse, propiedad que los faculta para
autoorganizarse.

El punto de bifurcación es en palabras llanas un
salto del sistema. Y así lo describe Prigogine (Op.
cit.
:192); "Llamamos bifurcación al punto
crítico a partir del cual se hace posible un nuevo estado.
Los puntos de inestabilidad alrededor de los cuales una
perturbación infinitesimal es suficiente para determinar
el régimen de funcionamiento macroscópico de un
sistema, son puntos de bifurcación". Una vez el sistema
alcance a estabilizarse se convertirá en un objeto
histórico en el sentido de que de esta elección
crítica
dependerá la totalidad de su desarrollo
posterior. Después del punto de bifurcación surgen
nuevamente estados estables que están sentenciados a
correr la misma suerte del que los precedió.

En general en el transcurso de la
evolución se desencadenará una
sucesión de bifurcaciones, en medio de las cuales
coexisten zonas deterministas (entre bifurcaciones) y puntos con
comportamiento probabilista (los puntos de
bifurcación).

En el punto de bifurcación aparece repentinamente
un desvío por el que el sistema se encamina en una nueva
dirección; el sistema cambia abruptamente y
aparecen de repente nuevas formas de orden. Las bifurcaciones son
provocadas por fluctuaciones insignificantes que si se producen
en un momento oportuno terminan por desestabilizar el sistema
inestable.

Entretanto, la estructura disipativa se mantiene alejada
del equilibrio y puede incluso alejarse más y más
mediante una serie de bifurcaciones. El punto de
bifurcación es el salto a una nueva estabilidad en la que
la estructura disipativa "trasciende", se "empina" a un nuevo
estado de orden o "desciende", se "descuelga" por el
despeñadero del desorden: es un hito en la
evolución del sistema.

Cuando el sistema se acerca al punto de
bifurcación se comporta como un todo,
correlacionándose regiones separadas por distancias
macroscópicas y la velocidades de las reacciones son
interdependientes teniendo los acontecimientos locales
repercusión a través de todo el sistema. Este
fenómeno desafía la perspicacia por cuanto que el
caos indiferente del equilibrio ahora se convierte en un caos
activo que potencialmente será fuente de nuevas
estructuras.

Otro comportamiento de las fluctuaciones es que no
pueden apoderarse de todo el sistema en el primer intento. Se
establecerán primero en una región limitada y
dependiendo del tamaño de las fluctuaciones en esta
región con respecto a un cierto valor crítico la
fluctuación bien se amortiguará o propagará
a todo el sistema. A este fenómeno Prigogine
(Ibid.: 203) lo denomina nucleación.

En estos casos como el sistema está configurado
por infinidad de elementos en interacción y por fuerzas de
corto alcance se comporta como un todo, como si cada
molécula estuviera "informada" del estado del conjunto por
efecto de las correlaciones.

Estos comportamientos típicos de los sistemas
complejos inducen a preguntarse, ¿Cómo pueden
existir sistemas tan complejos como las organizaciones
ecológicas o humanas? ¿Cómo se las arreglan
para evitar el caos permanente?

La bifurcación es el punto que evidencia la
rebeldía del sistema, donde aparentemente se "desquicia",
"se sale de sus casillas", "se sale de juicio", abandonando el
curso andado hasta entonces y se enrumba hacia un nuevo
itinerario que es consecuente con su historia o, más
claro, con bifurcaciones pasadas, que tuvieron lugar en cierta
ocasión en un punto crítico y que continúan
teniendo efecto sobre el desarrollo posterior del sistema. Por el
hecho de recordar, de estar referido a bifurcaciones pasadas en
el momento de producirse la bifurcación, se dice que los
sistemas tienen "memoria".

En el desenlace de la bifurcación actúan
al unísono causalidad y azar. La presencia del azar en
estas circunstancias es un evento nuevo en la teoría de la
complejidad que debe llamar poderosamente la atención. Se
presentan, pues, dos conceptos nuevos, historia y azar, que
reclaman aclaración.

Cuando se desata un punto de bifurcación emerge
en el sistema un elemento de indeterminación que hace que
el comportamiento del mismo sea totalmente impredecible y pueden
surgir nuevas formas de orden y complejidad más elevados.
De este modo el surgimiento del orden –la
autoorganización- es la resultante de efectos combinados
del no-equilibrio, la irreversibilidad, los bucles de
realimentación y la inestabilidad.

El otro concepto, el de historia, en resumidas cuentas, no es
más que un diagrama que
muestra el
camino que configuran los distintos puntos de bifurcación
que ha sufrido el sistema en su devenir.

Es inevitable hacer la explicación que sigue para
no correr el riesgo de dejarse
incitar por el significado tradicional de historia. Cabe recordar
que el paradigma newtoniano reviste la forma del "principio de
causalidad" según el cual en el mundo físico nada
es fortuito, todo es previsible, todo fenómeno tiene una
causa que le precede necesariamente, por lo mismo, si se conoce
la causa se puede conocer el efecto, nada se pierde, nada se
crea, la causa es conservada en el efecto.

Según la nueva visión si bien un estado
proviene de estados evolutivos anteriores las propiedades que
asuma en un momento determinado de su evolución no pueden
ser explicadas ni previstas simplemente deduciéndolas de
las propiedades, leyes o fenómenos de los estados previos
de los cuales proviene. En este sentido la historia no es plana,
exhibe caprichosas discontinuidades.

La manera como se relata la historia llama a confundir
la forma como se enhebra. Los acontecimientos se cuentan unos
detrás de otros tanto como si unos fueran efecto de otros
y formando una cadeneta o como se alinean los clientes alrededor
de la caja de pago de un supermercado. Ahora, ¿Cómo
se produjeron? ¿Acaso, siguiendo el desarrollo acompasado
de los acontecimientos o por el contrario se presentaron
sorpresas, sucesos imprevistos e intempestivos, que forzaron a
cambiar inesperadamente el rumbo previsto?

En opinión de Michel Foucault (2000:
46), "La historia ‘efectiva’ se distingue de la de
los historiadores en que no se apoya en ninguna constancia. La
historia será ‘efectiva’ en la medida que
introduzca lo discontinuo en nuestro propio ser". Salta a la
vista que el pensamiento de Foucault reconoce en la forma como se
configura la historia la presencia de discontinuidades o causas
no explicables y con ello, de paso, contribuye a derrumbar la
hegemonía del mecanicismo como único agente
generador del futuro. Claro está que mientras Foucault se
refiere a hechos aquí tiene que ver con sucesos
concretos.

En los puntos de bifurcación el sistema abandona
repentina y abruptamente el comportamiento hasta entonces
observando y se desvía hacia una u otra ruta. Ninguna de
las vías es previsible, el camino a seguir está en
función de los antecedentes del sistema y de las
condiciones externas.

Bajo esta premisa se da por sentado que no siempre un
sistema está condenado a desaparecer, porque las
estructuras disipativas le ofrecen mecanismos que o bien
precipitan su desaparición o por el contrario amortiguan
los embates críticos y logran buscar nuevas formas de
organización que garanticen la supervivencia; en cualquier
caso, el desorden siempre actúa como un estado que atrae,
que empuja a los sistemas, aún en los momentos de pleno
apogeo.

Los puntos de bifurcación se pueden explicar con
un idioma más espontáneo, menos comprometido con la
técnica. Expresado en términos del lenguaje
cotidiano se trata de un conflicto en
el que el sistema se ve obligado a decidir para
sobrevivir.

El trance surge porque se ha desencadenado un
desentendimiento en el sistema internamente o entre la forma como
está operando y las exigencias que el entorno demanda -o
ambas al tiempo-, se produce lo que en el lenguaje de Nicolis y
Prigogine (Op. cit.: 27) se denomina ruptura de
simetría. La consecuencia inmediata es que la
entropía se incrementa y el sistema comienza a detectar
que está extenuado que no es capaz de capear el temporal
-está exánime, corre el riesgo de extinguirse- y se
ve forzado a alejarse del área de la tormenta a buscar
refugio, o, desaparecer.

¿Cómo escapa? Tomando del mismo entorno
mayor entropía o mejor información -para
re-conectarse con el entorno- que lo acomode en el nuevo
contexto; y, sólo tiene dos alternativas: entregarse y
perecer o buscar nuevas posibilidades de protección que
compatibilicen con las nuevas exigencias que está
enfrentando. Ejemplos abundan para ilustrar esta circunstancia.
Para sintonizar con lo que más adelante se
propondrá, el caso más elocuente es la
incursión de un nuevo competidor que penetra de improviso
al mercado, al que
se hará referencia cuando se aborden los aspectos de
gestión
o los estrictamente económicos.

Volviendo a la teoría es preciso tener en cuenta
que al apartarse aún más el sistema del equilibrio
se pueden producir nuevas bifurcaciones que estarán
indisolublemente asociadas al caos y el comportamiento del
sistema se tornará entonces errático y sensible a
las condiciones iniciales. En pocas palabras, la distancia
respecto del equilibrio es un parámetro esencial para
describir el comportamiento de los organismos vivos.

c) ¿Cómo se desencadenan las estructuras
disipativas? Las estructuras disipativas son
ejemplos de desequilibrio y autoorganización. Como
recién se comentó, los sistemas vivos se mantienen
en estado estable alejados del equilibrio y mientras se amparen
en ese estado, de múltiples y misteriosas maneras
conservan la misma estructura a pesar del incesante cambio o,
formulado de forma más terminante, combinan la estabilidad
de la estructura con la fluidez del cambio. Los procesos
irreversibles proporcionan la aparición de coherencias
lejos del equilibrio y son reflejo de la paradoja de cómo
del desorden surge el orden. Repitiendo con Prigogine las
estructuras disipativas son "islas de orden en un mar de
desorden", manteniendo e incluso aumentando su orden a expensas
del creciente desorden del entorno.

Prigogine (1997: 72) explica: "Allende el primer punto
de bifurcación se produce un conjunto de fenómenos
nuevos. Hemos designado estas nuevas organizaciones
espacio-temporales con el término "estructuras
disipativas". A partir de ese instante la disipación ya no
es solo fuente de desorden sino que genera asimismo orden; el
predominio del orden se debe a que fluye en mayor
proporción que el desorden: es evidente que surge un
proceso de autoorganización.

Ya se ha adelantado que las estructuras disipativas se
generan en el orden por fluctuaciones. El efecto de las
fluctuaciones los patentiza Prigogine (1994: 206)
apuntando:

Esta sensibilidad de los estados de no-equilibrio no
solamente a las fluctuaciones generadas por su actividad
interna, sino también a aquellas procedentes de su
entorno, reafirman la idea de que las estructuras disipativas
son en cierto sentido ‘traducciones’ de los flujos
que las alimentan. No es, por tanto, extraño descubrir
una ‘organización adaptativa’ de la
actividad del sistema como una función de
las condiciones de contorno fluctuantes, ya que esto no es sino
un aspecto más de su participación en su propio
entorno.

Cuando se trazaron las primeras líneas de este
trabajo se
recordó que Aristóteles fue el primer filósofo
que habló de autoorganización; esta idea
permaneció latente y desde entonces ha sido interpretada
en diferentes contextos. Durante los años setenta y
ochenta investigadores como Prigogine y Maturana y Varela, entre
otros, la redefinieron y consiguieron nuevos atributos que se
constituyeron en los pilares sobre los que ahora descansa la
emergente teoría de los sistemas vivos. Más
recientemente Stuart Kauffman también ha incursionado en
este campo.

En primer lugar reconocieron la capacidad de
creación de nuevas estructuras y nuevos modelos de
comportamiento en el proceso de desarrollo, aprendizaje y
evolución; segundo, registraron que los modelos de
autoorganización se refieren a sistemas abiertos operando
lejos del equilibrio y la tercera cualidad que revelaron de esos
modelos de autoorganización fue la interconectividad
no-lineal de los componentes del sistema. La
autoorganización es el fenómeno en el que surge
espontáneamente el orden.

El concepto de autoorganización se clarifica con
este experimento de Per Bak y sus colegas (Kauffman, Op.
cit.
: 45) que lo denominan «el montón de
arena» de Bak y la «criticalidad organizada».
El experimento consiste en derramar arena desde lo alto sobre la
mesa.

El espectador podrá advertir que cuando se
derrama arena sobre la mesa se va amontonando gradualmente hasta
que los flancos alcanzan un cierto ángulo de reposo,
después del cual comienzan a producirse avalanchas. Si se
continúa echando arena seguirán las avalanchas pero
moderadas. A partir de algún momento crítico se
producirán avalanchas más frecuentes de mayor
alcance hasta caen fuera de la mesa. Es
«crítico» porque las avalanchas pueden ocurrir
a cualquier escala y
«autoorganizado» porque el sistema se ajusta a
sí mismo hasta alcanzar el estado
crítico.

En la sociedad se consiguen innumerables ejemplos de
autoorganización. Un ejemplo que ya ha sido utilizado en
otros escenarios basta. Cuando ingresan los alumnos de un curso
por primera vez al salón se organizan de una manera
caótica; pero una vez que comienzan a familiarizarse se
van formando grupos. Tal vez
inicialmente los hombres formen un grupo y las
mujeres otro. Posteriormente pueden irse ordenando obedeciendo
distintos patrones.

Por ejemplo, es posible que se organicen tomando como
referencia los barrios donde viven. Después otros
serán los patrones. Por ejemplo, formarán un grupo
quienes gusten de las matemáticas, otro a quines les llama la
atención los idiomas y otro quienes prefieren las
sociales. En todos estos casos se han dado muestras de
autoorganización porque nadie las propició, se
dieron automáticamente.

Casi antes de comenzar el libro
Investigaciones, Stuart Kauffman, (Op. cit.: 9)
presenta esta cita de Immanuel Kant: "Así
pues, un ente organizado no es una simple máquina,
caracterizada por tener la capacidad de movimiento, sino algo que
alberga en sí mismo una energía formativa
autoprogramadora que se transmite a los materiales que
lo constituyen y que éstos no poseen por sí solos,
tal organización no puede ser deducida de la mera facultad
mecánica del movimiento".

Capra (Op. cit.: 103) resume estas
particularidades abonando que "autoorganización es la
aparición espontánea de nuevas estructuras y nuevos
modos de comportamiento en sistemas lejos del equilibrio,
caracterizada por bucles de retroalimentación internos y
descrita matemáticamente en términos de ecuaciones
no-lineales". Naturalmente, los atributos que se han
reseñado son en la práctica "propiedades
emergentes" que exhiben los sistemas en el proceso de
evolución.

El concepto de autoorganización se originó
en el reconocimiento de la red como patrón general de
vida, redefinido por Maturana y Varela en su concepto de
autopoiesis. Si ante fluctuaciones -internas- o perturbaciones
-externas- aleatorias, el sistema, en lugar de dejarse arrastrar
y quedar al garete, destruido o desorganizado, reacciona con
aumento de complejidad, se perfila como
autoorganizador.

Maturana y Varela (1995:70) acuñaron el
término autopoiesis, para referirse a ese atributo y
así lo establecieron: "la organización
autopoiética significa simplemente procesos concatenados
de una manera específica tal que los procesos concatenados
producen los componentes que constituyen y especifican al sistema
como una unidad". Como suele ocurrir frecuentemente Capra (Op.
cit.
:116) interpreta atinadamente a los autores: "La
autopoiesis es una red de procesos de producción, en la que la función de
cada componente es participar en la producción o
transformación de otros componentes de la red. De este
modo toda la red «se hace a sí misma»
continuamente".

La primera impresión que provoca la siguiente
versión de Capra (Ibid.: 181) es que no son
compatibles las concepciones de Maturana y Varela y Prigogine.
"Cuando Maturana y Varela describen el patrón de
organización como red autopoiésica, ponen
énfasis en la clausura organizativa de dicho
patrón. Como contraste cuando Prigogine describe la
estructura de un sistema vivo como una estructura disipativa,
enfatiza la apertura de esta estructura al flujo de materia y
energía".

El aparente distanciamiento entre Maturana y Varela y
Prigogine surge porque en la teoría tradicional, que es la
más difundida, se da por sentado que el entorno es quien
determina los cambios en el sistema; esta concepción
implica que la organización es claramente un sistema
abierto en continua interacción con el contexto
transformando las entradas –inputs– en salidas
–outputs- como el medio para sobrevivir. Esta idea ya
enraizada es la que es desafiada por la teoría de Maturana
y Varela, quienes sostienen como acaba de verse que todos los
sistemas vivos son organizaciones cerradas, sistemas
autónomos de interacción, exhiben circularidad
operacional y se autorreferencian.

No consigo explicación para que el desencuentro
se abra paso, por el contrario, estimo que las dos concepciones
son congruentes y, es más, complementarias.
Puntualizo.

La autopoiésis implica que los componentes son
producidos por otros componentes de la red, por lo mismo, el
sistema es organizativamente cerrado, aun cuando es abierto a los
flujos de materia y energía. La clausura organizativa es
una cualidad inherente de los sistemas vivos y la que los
consolida como autoorganizadores, por cuanto que su orden y
comportamiento no son impuestos desde
el exterior sino determinados por el mismo sistema.

En otro lenguaje, los sistemas vivos son
autónomos. La autonomía no significa que
estén aislados del exterior; por el contrario,
están en permanente intercambio de materia y
energía con el exterior, pero la interacción no
determina su organización. Por eso se dice que son
autoorganizadores. Hilando delgado se advierte que el enfoque de
Maturana y Varela es mecanicista.

Desde la otra posición Prigogine cataloga como
abiertos a los sistemas vivos. Aun cuando puede aparecer
algún vestigio de desacuerdo en el fondo no se da por
cuanto que se refieren a contextos diferentes de la
organización de los sistemas. Prigogine resalta las
estructuras disipativas como mecanismos del sistema para
intercambiar con el entorno materia y energía; al tiempo
que Maturana y Varela (1996: 50) se refieren al cierre
operacional para significar que el sistema es autónomo por
cuanto determina su propia organización descartando la
injerencia del entorno, "En estas interacciones la estructura del
medio sólo gatilla los cambios estructurales de las
unidades autopoiéticas (no los determina ni instruye) y
viceversa para el medio. El resultado será una historia de
mutuos cambios estructurales concordantes mientras no se
desintegren: habrá acoplamiento
estructural
".

Cuando se presta atención a estas descripciones
se palpa que las relaciones del sistema con su entorno son al fin
y al cabo una reflexión de su propia organización.
El sistema interactúa con el entorno de forma que
contribuya a su propia auto-producción, y en consecuencia
en diferentes niveles están coproducidos.

Con estas precisiones, se pretende dejar claramente
establecido que un sistema vivo es a la vez abierto
estructuralmente y cerrado organizativamente, o, considerado
dinámicamente, los organismos vivos son sistemas
energéticamente abiertos pero organizacionalmente
cerrados.

En suma, las estructuras disipativas que nacen en medio
de un orden inestable y el azar llegan a ser lejos del equilibrio
fuentes de
orden. De manera similar, cabe atestiguar que quebrantando las
concepciones tradicionales, paradójicamente el caos es
fuente de orden, el desorden es fecundo. En palabras de Nietzsche,
"Nadie sin un caos dentro de sí puede dar a luz una
estrella danzante".

Entre la colección de ideas que han surgido
alrededor de la autopoiesis aparece una nueva propuesta: la
sociopoiesis. Gibert (Moebio No. 22) se imagina que podría
interpretarse como "organización de lo social". Siguiendo
la línea de orientación de Maturana y Varela desde
nuestra perspectiva se denominaría más bien
"construcción de la sociedad", o, "constitución de la sociedad. En otro
título se hará referencia a esta importante
propuesta.

d) Ahora concierne correr la cortina para enterarse de
¿Por qué se elige un estado particular y no
otro? Elegir una solución entre varias
sugiere un proceso de decisión, que implicaría un
estado de conciencia. En
este caso, una vez el sistema llegue al punto de
bifurcación puede "elegir" entre varios caminos posibles,
ninguno de los cuales será previsible. El estado que
resulte elegido en el punto de bifurcación es hijo
legítimo del azar y dependerá del diagrama de
bifurcaciones y el azar.

Este aspecto es digno de relevar.

Se colegirá que la connotación de
elección es simplemente metafórica. Desde luego, es
lógico presumir que todo estado proviene de estados
evolutivos anteriores, a pesar de eso la explicación de la
elección no será posible deducirla completamente de
las propiedades o leyes de los estados previos porque en los
sistemas dinámicos no rige el principio de causalidad
solamente sino que clandestinamente también se entromete
el azar, y, por tanto la indeterminación. La casualidad es
la única que decide qué rumbó
tomará.

El azar acusa la presencia del poder
innovador del sistema en el proceso. En toda forma,
recorrerá el diagrama de bifurcaciones siguiendo un camino
lo que constituye, propiamente hablando, la historia del sistema;
sin olvidar que el determinismo de las ecuaciones y el azar de
las fluctuaciones están, en este caso, asociados
inseparablemente.

Para evitar tentaciones relacionadas con la tendencia
generalizada a sostener que el futuro estaría condicionado
por el pasado, conviene acordarse de Neils Bohr en este pasaje de
Nicolis y Prigogine, (Op. cit.: 14): "Para emplear una
imagen
conocida debida a Neils Bohr: «Sabemos que somos a la vez
actores y espectadores, no sólo en las ciencias
humanas sino también en la física. En lugar de
construir un mundo en el que el pasado condiciona el futuro,
pasamos a un mundo cuyo futuro está abierto, en el que el
tiempo juega un papel constructivo»".

Una metáfora llega como anillo al dedo para
aclarar por qué se elige un estado particular. Suponga que
se desplaza por el cauce de un río como un corcho que,
cabeceándose, se deja arrastrar por la corriente. Todo
cuanto suceda está supeditado al rumbo de ese río,
más cuando se llega a uno de sus tres afluentes no es
previsible definir cuál afluente se elegirá, todo
dependerá de la fuerza y
orientación de las corrientes que predominen en ese
instante.

Cualquiera tiene la posibilidad de ser preferido. Una
vez se elige un afluente particular, que tiene a su vez otras
desembocaduras, se entrará nuevamente en una
situación análoga. El devenir de ahí en
adelante estará limitado a lo que acontezca al llegar a
definir el nuevo estuario, luego, el futuro será
impredecible, porque no hay forma de pronosticar cuando llegue el
momento, qué desagüe se elegirá. Pero
cualquier desembocadura que se elija estará condicionada
por la que se sobrepasó previamente.

e) Persiste la última pregunta, ¿Por que
reacciona el sistema? Ya lo adelantó Prigogine, las
estructuras disipativas "traducen" los flujos que alimentan. Aun
cuando esta visión se muestra naturalmente explicativa,
Varela (1998: 87-113) ofrece una versión semejante
utilizando un término de su propia cosecha que bautiza con
el nombre de enactuación. Interpreto la
enacción (Varela, 1998: 89) –"puesta en acto"- como
una característica que le otorga al sistema la
disposición para permanecer alerta e interconectado con el
entorno para elegir el estado que le ofrezca mayores
posibilidades de sobrevivir, para lo cual tendrá
necesariamente que "traducir", "darse cuenta" o "intuir"
cómo compatibiliza las fluctuaciones internas y las
perturbaciones externas con los desafíos del entorno. Se
aplaza la discusión de la enactuación para el
capítulo que tratará sobre los seres
vivos.

Esta concepción la fortalece Varela (1997: 238)
con un argumento más explícito: "En
consecuencia, la cognición ya no se encara como
resolución de problemas a partir de representaciones; en
cambio, la cognición en su sentido más abarcador
consiste en la enactuación de un mundo -en hacer emerger
un mundo- mediante una historia viable de acoplamiento
estructural".

Después que el sistema se sitúa en el
estado que la causalidad y el azar han "elegido" entra bajo la
influencia de un atractor. ¿Qué es un atractor?, es
la inquietud que se resolverá en una sección
posterior.

Ahora que ya hay conciencia de cómo evolucionan
los sistemas resulta evidente que el desorden, el caos y la
complejidad juegan un papel fundamental y dejan claro que
predecir el futuro no es cuestión que pueda dejarse en
manos solamente del razonamiento lógico. Y los
gurús de las ciencias económicas no cesan de
pregonarlo.

La visión biológica la destaca Kevin Kelly
(Op. cit.: 299): "Durante mucho tiempo se ha hablado de
instituciones
y organizaciones como si fueran algo biológico, como si
fueran un organismo vivo. De modo que la noción de
analogía biológica no es nada nueva. Lo que es
nuevo es la exactitud con que podemos ver esa metáfora
resuelta, cuando antes era sólo poesía".

La presencia de la autoorganización en la
economía y la organización como propiedad emergente
no es invento de hoy y así lo subrayan quienes la han
reconocido.

Paul Krugman (1997: 8) comenta:

Cuando Adams Smith escribe que el mercado conduce a
los que en él participan "como una mano invisible" hacia
un resultado que nadie perseguía, ¿de qué
nos está hablando sino de propiedad emergente? Y los
ejemplos de emergencia abundan en teoría
económica: no hay más que fijarse en que los
mercados
competitivos, en los que cada individuo se
afana únicamente en provecho propio, actúan como
si los que participan en ellos estuvieran aunando sus esfuerzos
con el fin de maximizar el total del excedente del consumidor y
productor, conceptos que por lo general desconocen.

Gareth Morgan (Op. cit.: 232) piensa que: "El
reto presentado por la teoría de la autopoiesis es
comprender cómo las organizaciones cambian y se
transforman a sí mismas a lo largo del tiempo con su
entorno y desarrollar fórmulas de organización que
favorezcan la clase de evolución abierta".

Krugman (Op.cit.: 10) enfatiza el papel de la
autoorganización en la economía: "Sin embargo,
tengo que decir que, en economía, también existen
procesos que generan una autoorganización temporal,
y me estoy refiriendo al ciclo económico, a los impulsos
de expansión y contracción que rodean cualquier
tendencia relativamente estable de largo alcance. (Pues no, no
creo en las fluctuaciones de Kondratieff)".

La autoorganización en los sistemas sociales
tampoco es una novedad. Alvarez y Campo (2000: 131-158) muestran
cómo se generan en la sociedad el orden por fluctuaciones
y los puntos de bifurcación. Un ejemplo sirve para
confirmarlo: "Denominamos `efecto eco´ lo que en el mundo
de las ciencias de la complejidad se conoce con el nombre de
`efecto mariposa´. Cualquier intento bueno o malo consigue
replicarse. Los esfuerzos que logran resultados visibles son
imitados rápidamente. Cuando una cuadra –por
ejemplo- consigue algún resultado que redunda en su mejor
estar, pronto será remedado por otras cuadras o
barrios".

Para Gareth Morgan (Op. cit.: 236) la
autoorganización alcanza su real sentido en estas
circunstancias: Tras "Mutaciones al azar en la naturaleza y
sucesos accidentales en la vida social, y dadas unas
circunstancias favorables, se inicia un proceso ampliable de
autoorganización en los cuales las retroacciones positivas
y negativas interactúan para producir modelos cambiantes
que pueden, en cierto punto, convertirse en formas
estables".

Cuando a Peter Senge (Gurusonline), se le
preguntó sobre la relación entre el medio ambiente
y la envolvente social respondió:

Hay que reconocer que la organización es un
sistema vivo y que existe dentro de otros sistemas vivos
mayores, en este caso, el ecosistema
de la sociedad. Para que los sistemas sean saludables, tiene
que haber reciprocidad entre estos. Esa es la condición
básica de cualquier sistema natural. Por ejemplo,
el
cáncer es un sistema vivo que destruye a su
huésped, un sistema vivo mucho más grande.
Después de un tiempo, el cáncer termina, porque
dura hasta que acaba con el otro mayor. Así
actúan la mayor parte de las empresas hoy
día.

La afirmación de Senge de que la
organización es un sistema vivo la ratifica Kevin Kelly
(Op. cit.: 314): "También es este un principio
verdadero de la economía. Lo más curioso sobre los
sistemas abiertos –llamados vivisistemas- es que cada nuevo
negocio adicional que aparezca creará el entorno para el
próximo negocio que venga. De manera que no es un juego de
resultado cero –donde cada negocio provoca la muerte de
otro- sino lo contrario. Cuantos más negocios haya
alrededor, más espacio habrá para nuevos
negocios".

La diferencia que subsiste entre los sistemas naturales
y el sistema social la relata Gareth Morgan (1991: 53): "En la
naturaleza observamos que los organismos están dotados con
un armonioso patrón o modelo de relaciones internas y
externas como resultado de la evolución.

En las organizaciones, sin embargo, el grado de
armonía interno y de competición con el entorno es
un producto de las decisiones, acciones y
omisiones humanas, de tal suerte que el conflicto y la
incongruencia son la norma".

Las causas irreconocibles en la complejidad y el caos
las describen Collins y Porras (1995: 51): "Del mismo modo
pedimos a usted que vea el éxito
de las compañías visionarias, por lo menos en
parte, como derivado de los procesos subyacentes y la dinámica fundamental incrustada en la
organización, y no principalmente como resultado de una
sola gran idea o de algún gran visionario o semidios que
todo lo sabía y que tomó las decisiones, que
tenía gran carisma y dirigía con gran autoridad".

La incertidumbre que se cierne sobre el futuro en
economía y administración es el pan de cada
día; a tal punto que se consideran como circunstancias
normales, a pesar de eso no deja de causar dolores de
cabeza.

Gary Hamel (1997: 98) expresa: "Durante muchos
años, hemos seguido un enfoque equivocado al pensar en el
futuro. El enfoque primordial era predecir y tratar de
identificar un futuro particular más que de desarrollar un
sentido profundo de `discontinuidades´ -las cosas que
están impulsando el cambio, o que potencialmente
podrían ser canalizadas para impulsarlo".

Charles Handy (Op. cit.: 28) previene:

En los días que corren casi nada es seguro. En los
viejos tiempos, cuando las organizaciones eran más
jóvenes, había el sentimiento de que a su debido
tiempo llegaríamos a algún tipo de ley
científica sobre las organizaciones. Las
compañías tendrían éxito porque
podrían predecir el futuro y, hasta cierto punto,
incluso manejarlo. Por ello entonces diseñamos y
construimos muestras organizaciones sobre las premisas de la
planeación, la predictibilidad y el
control.
Solíamos utilizar palabras como planear, operar,
controlar, medir. Pero en mi concepto, todas esas palabras ya
no pueden utilizarse en el presente.

El Equipo Change Integration de Price Waterhouse (1996:
10) hace caer en cuenta que:

La vía para resolver este problema no era el de
… las técnicas
(perfectas) … Las fuerzas que intervienen son demasiadas como
para proporcionar el pronóstico correcto. El futuro ya
no es estable; se ha convertido en un blanco móvil. De
los comportamientos pasados no puede sacarse ninguna respuesta
correcta. El mejor enfoque … consiste en aceptar la
incertidumbre, tratar de entenderla e integrarla en nuestro
razonamiento. La incertidumbre no es hoy una simple
desviación temporal con respecto a una previsión
razonable; es una característica estructural
básica del medio.

El papel de la red lo acentúa Kevin Kelly (Op.
cit.
: 310):

Las corporaciones virtuales son organizaciones en las
que –cuando las examinamos de cerca-, encontramos que no
hay nada en casa. Es sólo un esqueleto de procesos, y la
mayoría del trabajo se lleva a cabo contratando con
otras compañías, las cuales, a su vez, contratan
una parte de ese trabajo con otras. Intentar dibujar un
diagrama de la organización sería una tarea muy
difícil porque no se ve con claridad quién hace
realmente el trabajo o
a quién pertenece el trabajo.

El comportamiento de la economía lo grafica
Ormerod (Op. cit.: 267):

En un sistema no lineal complejo como el que rige la
macroconducta de la economías modernas, existen
verdaderos valores umbral de los diferentes factores en el
sistema por encima o por debajo de los cuales la conducta del
sistema en su conjunto se transforma espectacularmente en un
corto espacio de tiempo. Por ejemplo, como hemos visto, una vez
la verdadera y subyacente relación entre
inflación y paro
está identificada, el potencial para tales
modificaciones puede ser contemplado como una parte fundamental
del sistema.

9. AGENTE
AUTÓNOMO Y ORGANIZACIONES PROPAGATIVAS

Probablemente si se dispusiera de una fórmula
mágica que paralizara la vanguardia del
conocimiento
se podría quedar contento con los logros alcanzados por
Maturana y Varela y Prigogine; pero el avance no se detiene y a
diario aparecen nuevas interpretaciones y propuestas que dejan
impávido al más prevenido. Stuart Kauffman extiende
una invitación en su libro Investigaciones que si
bien es congruente con las dominantes también presenta
matices que la distancian. Aquí se recogen los aportes que
se considera enfatizan los conceptos que interesan.

El principal aspecto sobre el cual trabajó es el
que denomina agente autónomo. Para explicar la
noción se desliza a través de reiteradas tentativas
hasta llegar a la que considera fundamental. El objetivo que
lo estimula es conseguir una definición adecuada de
organización que vaya más allá de los
conceptos de materia, energía, entropía e
información porque con esos elementos todavía no se
ha llegado a descubrir lo esencial del concepto, todavía
falta algo.

En el primer intento Kauffman (2003, 13) entra de lleno
diciendo, "Llamemos «agente autónomo» a todo
sistema capaz de actuar en su propio interés en un entorno
dado". A renglón seguido se pregunta: "¿qué
es lo que hace que un sistema físico se convierta en un
agente autónomo?" Y cree que con la concepción del
concepto de agente autónomo ha encontrado la verdadera
definición de la vida misma. Luego propone (21): "Un
agente autónomo es un sistema autorreproductor capaz de
desarrollar al menos un ciclo de trabajo
termodinámico".

Avanzando en la exploración manifiesta
(152):"Hemos llegado hasta aquí: un agente
autónomo, o un conjunto de ellos en un entorno dado, es un
sistema fuera de equilibrio que propaga cierta especie de
conjunción entre materia, energía,
construcción de restricciones, medida, registro,
información y trabajo. Se trata de un nuevo tipo de
organización de procesos y eventos".

Y termina expresando (161): "Ahora, cinco
capítulos después, parece obligado concluir que un
agente autónomo es una cierta conjunción de
materia, energía y organización a la que es posible
atribuir propósito en el sentido de capacidad de obrar en
su propio beneficio. Mi proposición constituye un
círculo definicional".

Los agentes autónomos actuando en su propio
provecho y valiéndose de los juegos
naturales -entendidos como una forma de ganarse la vida en un
entorno- constituyen la biosfera. En
el intercambio entre los agentes y los juegos naturales se
produce un proceso coevolutivo que garantiza la permanencia de
ambos. Por lo demás, este proceso que se cumple entre los
agentes y los juegos naturales es lo que hacemos todos los seres
vivos en la biosfera.

Los agentes autónomos constituyen en conjunto la
biosfera, que es concebida como (113):

Un entramado coevolutivo y auto consciente de agentes
autónomos y modos de ganarse la vida, siendo
éstos a su vez, el resultado de los métodos
de búsqueda empleados por dichos agentes. En
términos coloquiales y tal como observamos en un sistema
económico, los empleos nacen con quienes los ejercen. Si
nadie puede aprender o explotar un determinado tipo de trabajo,
esa especialidad no alcanzará una población de trabajadores tal que lo
diferencien como tarea concreta respecto a otras
similares.

Será necesario distinguir que un agente
autónomo es capaz de realizar al menos un ciclo de trabajo
y en ese proceso manipulan el mundo en su propio beneficio.
Bastan dos ejemplos para entenderlos: una mesa o una piedra no
son agentes autónomos en cambio una célula
viva lo es. Asimismo, lo que los tipifica es que acoplan ciclos
autocatalíticos y de trabajo en forma de redes de reacciones
químicas abiertas y fuera de equilibrio constituyendo
una nueva clase de sistemas dinámicos.

El término autocatalítico lo entiende como
reproducción (37). Como se anotó
Kauffman sospecha que los agentes autónomos definen la
vida en sí.

La coevolución de los agentes autónomos
conduce de forma natural al establecimiento de redes
interconectadas de reacciones exergónicas y
endergónicas entre ellos. Las reacciones
exergónicas son procesos espontáneos que liberan
energía y las endergónicas son procesos que
requieren la adición de energía libre procedente de
alguna fuente externa. Los factores fundamentales que subyacen
bajo esta creación de organización son los mismos
que se encuentran en la economía, que en el fondo es una
prolongación humana de la biosfera.

Los agentes autónomos se ganan la vida
recreándose en los juegos naturales y los juegos naturales
ganadores son descubiertos por los procedimientos de
búsqueda que emplean los propios agentes autónomos
coevolutivos. Los juegos ganadores son los que practican las
especies vencedoras. Gracias a que los agentes autónomos
enlazan reacciones exergónicas y endergónicas en
ciclos de trabajo, la energía obtenida en unas puede ser
aplicada a crear organización y estructuras en
otras.

Los agentes autónomos están
permanentemente empeñados en un proceso de creatividad e
innovación -molecular, morfológica,
organizativa, de comportamiento, etc.- a través de lo
adyacente posible. Lo "adyacente posible" es un avance hacia lo
nuevo, hacia la novedad. Es el conjunto de objetos o eventos
nuevos, no construidos aún, que pueden ser obtenidos a
partir del conjunto actual de objetos.

Es una concepción que admite el conjunto de
eventos que pueden suceder a continuación partiendo de lo
disponible ahora. La biosfera avanza hacia lo adyacente posible
paralela a como sus habitantes pueden ganarse la vida, a un ritmo
mayor para las variaciones que surgen que para las que son
eliminadas.

Las biosferas pueden lograr lo adyacente posible tan
rápido como sea sostenible y quizá también
así ocurra en la econosfera. La cuarta ley de la
termodinámica –la que se reseñó cuando
se trató la entropía- se referiría a la
capacidad que tienen los sistemas autoconstitutivos para
maximizar su dimensionalidad.

Asociado al concepto de agente autónomo lanza el
de organizaciones propagativas, poniendo de presente por
adelantado que se carece de un concepto categórico (13):
"De hecho, una célula o una colonia de bacterias
hacen algo que aún no podemos definir claramente: ambas
son «organizaciones propagativas», es decir, entes
que literalmente construyen más de sí mismos. Lo
que la célula
y la colonia realizan no tiene definición en la
física o la biología actuales
pero es justamente lo que construye una biosfera". En plata
blanca lo que distingue a las organizaciones propagativas es que
son capaces de construir más de sí mismas y se
ramifican de forma persistente en condiciones de no
equilibrio.

Los agentes autónomos y la biosfera se
constituyen a sí mismo, son autoconstructivos, más
todavía no se ha encontrado el principio que los rige; por
lo mismo sostiene (121): "Esa aparición de ecosistemas
autoconstructivos ha de tener, de algún modo, un origen
físico, aunque actualmente ninguna teoría
física se ocupe de ello. El mero hecho de que la biosfera
cree esa asombrosa complejidad y diversidad indica que nuestra
física actual omite algo fundamental".

Reiteradamente insiste, al igual que Prigogine en su
momento, que las concepciones físicas y biológicas
actuales no alcanzan a cubrir el espectro de las manifestaciones
de la naturaleza y esta es una razón más para
entender por qué son incisivos al proclamar que la
física actual desencanta al mundo.

A través de toda la obra compara el
comportamiento de la biosfera con el de la economía; y por
eso, no sin razón argumenta (285) que no es casualidad que
las palabras «economía» -econosfera- y
«ecología» procedan de la misma
raíz griega, oikos (casa).

Entiende que la economía adquiere dinamismo por
medio de los agentes autónomos –individuos y
empresas- y en la emergencia de las ventajas del comercio entre
ellos. El intercambio económico no es más que una
mera extensión del intercambio biológico. Hay
ventajas comerciales en el intercambio metabólico entre
las raíces de las legumbres y los hongos: azúcar
a cambio de nitrógeno fijado en aminoácidos. Lo
mismo sucede cuando se cambian peras por manzanas.

Así como el dinamismo de la economía se
fundamenta en las «ventajas del comercio», de manera
similar los agentes autónomos enlazan reacciones
exergónicas y endergónicas para la creación
de ventajas en los intercambios lo que conlleva a la
creación de nuevos nichos y nuevas oportunidades
mutualistas. El resultado es una inmensa red que constituye el
ecosistema.

Las semejanzas entre biosfera y econosfera las patentiza
de esta manera (14): "Los comportamientos cooperativos de los
agentes autónomos impregnan también la
economía, con sorprendentes derivaciones para sus
fundamentos, el crecimiento
económico y el desarrollo de empresas adaptativas que
coevolucionen en ecosistemas corporativos y cuya dinámica
evidencia casi exactamente las mismas leyes que los ecosistemas
biológicos".

El pensamiento de Kauffman es el aporte más
poderoso y significativo para establecer y darle sentido a la
analogía entre biosfera y econosfera porque principalmente
destaca cómo en una y otra lo que prima son las ventajas
que derivan unos organismos de la interacción con otros.
Subraya (85) que, "El intercambio económico no es
más que una mera extensión del intercambio
biológico"; e insistiendo con fuerza en las semejanzas
resalta que (, 286) : "Las actividades económicas y
quienes se ganan la vida con ellas coevolucionan en la
econosfera, constituyendo una red de complejidad siempre
creciente y en permanente expansión".

Como colofón de esta teoría se comenta que
concuerda con la de Maturana y Varela cuando habla de
organizaciones propagativas, pero va más allá por
cuanto concede a los agentes autónomos propósito,
es decir, intencionalidad. Si bien esto se presumía desde
Maturala y Varela, no lo explicitaron. Y la versión de
Kauffman se aviene con la de Varela cuando concede a los sistemas
naturales la capacidad de enactuación. Por supuesto, es
más coherente con la teoría de Prigogine por cuanto
que reconoce en los sistemas biológicos las mismas
cualidades y particularmente la capacidad creativa a
través de lo "adyacente posible".

Partes: 1, 2, 3
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