En homenaje a José Hernández, Raúl
Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, por haber preparado los
caminos.
A sólo 24 horas de conocerse los resultados del
domingo 23, la gran prensa ya
había instalado entre nosotros la falsa opción para
2007. Una opción que intenta dar el golpe final al
Movimiento
Peronista y al escenario político (al proyecto de
nación)
que éste creó, y sobre el cual funcionó la
Argentina, con sus más y sus menos, hasta 1976. Ahora
pretenden llevarnos hacia un esquema de dos partidos, uno de
"centro-izquierda" y otro de "centro-derecha",
ideológicamente iguales, separados sólo "por
matices o pequeñas diferencias que nos den estabilidad…
como en los países normales, como en el Primer Mundo".
Kirchner y Macri.
En ese esquema no hay lugar para un movimiento nacional
y popular, porque se soslaya la lucha de fondo (liberación
o dependencia) y se niega la posibilidad de que la justicia
social se dé con soberanía nacional e independencia
económica y viceversa. En esa falsa opción no hay
espacio para una patria grande con un pueblo feliz. Se
enfrentarán, como Titanes en el Ring, quienes se escudan
en la defensa de la identidad
nacional, las creencias religiosas, el orden y la eficiencia para
defender sus intereses y privilegios, y quienes se visten de
progresistas para dar rienda suelta a su fobia a todo lo que
huela a valores e
ideales verdaderamente humanistas y nacionales y a sentimientos
populares. Dos experimentos de
laboratorio
importados de Europa y EEUU.
Ambos respetarán el "statu quo" internacional; ambos
serán "políticamente correctos" y "amigos" del
Primer Mundo (uno de los social-demócratas, el otro de los
conservadores), de sus corporaciones, sus bancos y sus
ejércitos.
Ambos construirán sobre la arena una Argentina
imaginaria donde el pueblo es sólo "la gente", la economía una ciencia
"neutra" que se estudia en Harvard y Chicago, la deuda tramposa
una obligación a "honrar", la justicia social una
dádiva, la identidad
cultural una simpática costumbre folclórica, y la
Nación
Argentina, la grande, libre, justa y soberana, un eslogan de los
nostálgicos del 45. Pretenderán "modernizarnos"
para que seamos un "país normal"… dependiente de los
inventores y dueños de esa normalidad.
Es el esquema de los mercaderes satisfechos, imitadores
de un Primer Mundo que, hasta ahora, siempre terminó en el
genocidio del resto de la Humanidad, en los muros de la infamia
de Berlín, el sur de EEUU, Israel y Melilla,
y en el suicidio nacional
por falta de amor a la
vida, a la procreación. En los tres casos, por
egoísmo colectivo. Egoísmo que con el genocidio
mata futuros comensales para no agrandar la mesa de la opulencia,
que levanta muros vergonzosos para dejar afuera a los hambrientos
que logren sobrevivir, y que se niega a concebir sus propios
hijos para que no perturben la sobremesa. Siempre para no
compartir el festín. A eso lleva el esquema de los
satisfechos y conformistas que nos quieren imponer desde hace
décadas, no sólo desde el 23 de octubre a la
noche.
Que se suiciden Europa y EEUU, una vieja y el otro
avejentado prematuramente, es una cosa. Que lo hagamos los
pueblos jóvenes, que aún conservamos las ganas de
vivir en una Nación cabal, es decir que aspiramos al
humanismo en
su sentido más profundo y elemental, el que conoce o
intuye cada argentino de bien, es otra.
"Centro-izquierda/Centro-derecha", un esquema imaginario
que nada dice sobre los problemas de
fondo, y oculta la disyuntiva de hierro:
liberación o dependencia.
¿Dónde está el proyecto de
"centro-izquierda"?
Ante todo, veamos qué dicen realmente los
resultados del domingo 23.
El gobierno aduce
que triunfó el proyecto de Kirchner y una nueva política.
Honradamente, convengamos que hasta hoy no existe proyecto alguno
en las filas oficiales. Si se desmenuza la Argentina
procesista-menemistas y se la compara con la actual,
comprobaremos que, nobleza obliga, algo ha hecho el Dr. Kirchner,
pero no en las cuestiones de fondo. Así, objetivamente
expuesta la realidad, queda demostrado que:
– Se continúa con la ideología económica de base: nada
de planificación democrática del
desarrollo
(nadie habla siquiera de los dos planes quinquenales de 1945/55
y del Plan Trienal
1974/76), ni de la acción del Estado para
que la economía esté al servicio del
hombre, del
pueblo. Todo está librado a la "mano invisible" del
mercado: los
salarios, la
distribución de la riqueza, el perfil del
desarrollo, las prioridades, el crédito y las inversiones.
– Por ello no es de extrañar que, hoy como
durante el Proceso y el
menemismo, mientras el PBI crece vigorosamente, la inequidad
social aumenta en forma alarmante e inhumana.
– Esa absurda realidad también se explica
porque la estructura
impositiva regresiva y antisocial del Proceso y del menemismo
sigue intacta, las privatizadas y casi todo el aparato
productivo continúan en manos extranjeras, los bancos
acreedores siguen marcando el ritmo de las indemnizaciones y
compensaciones que se les negaron a los ahorristas argentinos y
a las PyMEs, la
línea aérea de bandera y cuasi monopólica
es una empresa
extrajera como antes, y las petroleras y mineras (siempre
extranjeras) conservan el privilegio de extraer a mansalva
nuestros recursos no
renovables (descubiertos por YPF, Gas del Estado,
etc.), sin explorar nuevos yacimientos y dejando afuera del
país el 70% de las divisas que
producen nuestro petróleo, nuestro oro y
nuestra plata (amén de envenenar con cianuro de sodio
nuestro suelo y
nuestros ríos).
– El territorio nacional, que no es sólo
nuestro ni un mero pedazo de tierra, sino
el legado de los que fueron para ser transmitido a los que
serán, sigue siendo coto de caza a disposición de
ambiciones extranjeras (principalmente, anglo-norteamericanas)
igual que durante los ’90, porque el gobierno así
lo dispuso como me consta personalmente. En junio de 2003, yo
fui el autor de un proyecto de ley para frenar
la extranjerización de nuestro territorio y aprovecharlo
racional e integralmente, sobre todo en sus zonas más
sensibles, la Patagonia y
la Triple
Frontera. Entregué en mano ese proyecto al canciller
Dr. Bielsa el 20-06-03, pero el Poder
Ejecutivo lo tiene "cajoneado" voluntariamente hasta hoy a
pesar de mi insistencia.
– La
educación y la salud siguen siendo la
variable de ajuste de los presupuestos
oficiales.
– Las mafias permanecen, aunque ahora han cambiado de
padrino.
– La corrupción es tanta o más que
antes, sólo que hay otro beneficiario en la
cúspide de la pirámide.
– El "Swiftgate" se transformó en el
"Souther-Windsgate"; la leche
podrida, en los electrodomésticos; y los guardapolvos
blancos, en la "blanca" Conarpesa (sin olvidar a Pescafina: su
dueño, Jorge Antonio, es hoy oficialista, transversal y
"admirador" de Kirchner…).
– El contrabando
escandaloso de armas (unos 600
millones de dólares en total, de los cuales
"desapareció" un poco menos de la tercera parte) ha sido
reemplazado por la más escandalosa "desaparición"
de unos 1.200 millones de dólares de entre las manos (la
izquierda y la derecha) presidenciales . En este caso, como se
ve, podemos decir que estamos frente a una nueva
versión, aumentada y "mejorada".
– Los impresentables del Gran Buenos Aires y
del resto del país siguen vivos y coleando, pero ahora
ordenan votar por Cristina.
– La "amistad" con
EEUU ha pasado de las relaciones carnales a las relaciones
maduras (en las que sólo está permitido acariciar
la rodilla del señor Bush, no más).
Todo está igual, nada de fondo ha cambiado. Y,
desgraciadamente, el horizonte estratégico de ambos
gobernantes (el de los ‘90 y el de hoy) es el mismo: llega
hasta la punta de la nariz y abarca sólo 24 horas o hasta
la aparición de los titulares de los diarios.
En última instancia, Kirchner y Menem son dos
caras de la misma moneda, que responden a un deseo central (una
verdadera obsesión) de las elites del Primer Mundo
dominante, sean ellas social-demócratas o
conservadoras-liberales: "basta de peronismo y de
Movimiento Nacional y Popular". Por algo, mientras Kirchner exige
a sus colaboradores "Dejen de hablar de peronismo", según
relata Morales Solá en LA NACIÓN de hoy, Menem
anuncia formalmente que impulsará una corriente de "centro
derecha" (en una nota suya publicada, no por casualidad, por el
mismo diario en su edición
de hoy).
Hay, sí, algunos cambios respecto al Proceso y al
menemismo: un dólar más alto (que produjo el
crecimiento del PBI… hasta que ocupemos toda la capacidad
industrial instalada), la defensa de los derechos humanos
de un sector (el de sus amigos), no los de todos los argentinos,
y la actitud frente
al mercader de Venecia: ahora se le grita y luego se le paga
religiosamente, mientras que antes sólo se le pagaba
religiosamente.
En lo personal
también hay grandes semejanzas entre Kirchner y Menem:
ambición ilimitada de poder (sin
saber para qué lo acumulan) y de riqueza personal
(sabiendo en qué la usarán…).
De ese modo, es muy difícil decir que los
argentinos votaron mayoritariamente por un nuevo proyecto (el
kirchnerista) porque no existe como proyecto y, si existe, es tan
viejo como nuestras frustraciones o como el deseo del Primer
Mundo de que nos dividamos entre "su" izquierda y "su" derecha,
las dos alas de su graciosa majestad.
Hasta ahora, el único proyecto definido y
seguro del
presidente es, pues, acumular poder y riqueza
personal-matrimonial y darse algunos gustos (o desfogar traumas)
juveniles, también matrimoniales.
El análisis es duro, lo sé, y
está expuesto con una cuota de ironía, pero es
totalmente real.
Por otro lado, si se analiza el resultado distrito por
distrito, es imposible hablar de una votación mayoritaria
por proyecto alguno. Ante todo porque el gobierno, en el mejor de
los casos y con mucha manga ancha y mayor imaginación,
puede hablar en total del 39% de los votos. Poca cosa para un
proyecto nacional nuevo, luego de dos años y medio de
ejercer el poder omnímodo. Perón en
el mismo lapso y luchando contra enemigos tremendos de afuera y
de adentro, logró bastante más del 50% de los votos
el 24 de febrero de 1946, y luego nunca bajó del 62%.
Yrigoyen hizo otro tanto desde el llano: en 1916 y en
1928.
En segundo lugar, porque no se entiende cómo, de
existir tal proyecto, los bonaerenses lo captaron y sus vecinos
santafecinos no; los sanjuaninos sí, y los mendocinos,
también cuyanos, no; los tucumanos sí, y sus primos
santiagueños no; los santacruceños sí, y los
puntanos no. Tampoco se entiende cómo apoyaron el supuesto
proyecto "centro-izquierdista" de Kirchner los votos de
Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Salta, entre
otros.
En tercer lugar, luego de la propaganda
vacua, y anodina hasta la desesperación, que hizo el
gobierno (sobre todo en provincia de Buenos Aires),
¿quién puede afirmar seriamente que se votó
algún proyecto político de algo, y no que fue una
opción entre dos damas, una más "fashion" que la
otra?
En cuarto lugar, ¿cuántos argentinos y
cuántos bonaerenses votaron porque les gusta más la
ideología de Rodríguez Zapatero que la de Aznar? Yo
voté en un pueblo chico del Gran Buenos Aires, Del Viso, y
mi esposa en un barrio más humilde aún: Los
Cachorros. Vi a mis paisanos haciendo la cola para votar. He
conversado con varios de mis nuevos "vecinos". Conozco al
intendente y al delegado municipal para el barrio Los Cachorros
(un buen peronista, hombre de pueblo, trabajador, sencillo y
práctico). También vi "su" unidad básica
tapada de afiches de Cristina, los taxis contratados "ad-hoc" y
las calles que pudieron pavimentarse últimamente gracias
al canje desembozado e indecoroso del gobierno nacional de votos
por "ayuda" al municipio. Vi todo ello y pensé si
ésa sería la "centro-izquierda" que, a la noche, el
gobierno y los grandes medios
darían como afirmada en nuestro país.
Y en quinto y último lugar, pero el primero en
importancia moral y
política, ¿cuántos votos verdaderamente
libres hubo en la Gran Buenos Aires? No voy a averiguarlo porque
me da mucha pena (también asco) pensar que la
práctica más baja de la década infame, la
compra descarada de votos, ha sido reimplantada por el peronismo
(perdón, por el transversalismo de "centro-izquierda"),
con una sola diferencia: los del fraude
patriótico regalaban una alpargata izquierda el
sábado anterior a los comicios, y la derecha el lunes. Hoy
no pueden repetir la maniobra porque los electrodomésticos
no son ni de "izquierda" ni de "derecha", son de la corrupción más abyecta y
punto.
Finalmente, ¿cuántos diputados
kirchneristas (de "centro-izquierda", ¡faltaba más!)
fueron camuflados en las listas radicales, provinciales,
pejotistas, etc., a fuerza de
pavimentos y otras "ayudas" de esas que permiten las facultades
extraordinarias otorgadas por un Parlamento extraordinariamente
irresponsable?
Y que no vengan los elitistas (que los hay en la
"izquierda" y en la ·"derecha", entre los liberales y
entre algunos nacionalistas piantavotos) a decirnos que eso
sucede porque nuestro pueblo es atrasado, inculto, y que tiene el
gobierno que se merece. Saramago, en su "Ensayo sobre
la ceguera", muestra hasta
qué extremos de degradación y alienación
puede llegar un pueblo ante situaciones extremas de supervivencia
infrahumana. La película "Bordolino y sus siete bellezas"
expuso hace años otra faceta de ese drama humano. El mismo
drama que desnudó el Katrina en la primermundista Nueva
Orleáns: en condiciones extremas, el ser humano pierde los
códigos. No carguemos el fardo sobre nuestro pueblo. La
acción sicológica científicamente ejercida y
los medios modernos de publicidad tienen
un poder de penetración tan grande que, al servicio de un
inescrupuloso, trastornan a cualquier desprevenido.
Y paso por alto la jugada canalla que debió
sufrir el Dr. Enrique Olivera, porque ella escapa a toda medida
humana de dignidad y
decencia, a todo código,
aún al de las mafias.
De esa manera, deformando y retorciendo la realidad
hasta el ridículo, el gobierno, los grandes medios y los
voceros del "establishment" nativo e internacional han dado la
bienvenida al nuevo escenario de la política argentina:
"¡al fin se acabó el peronismo!, ahora se
alternarán ‘democráticamente’ en
la
administración nacional (‘gobierno’ es una
mala palabra, con reminiscencias autoritarias…) dos partidos
‘normales’: uno de ‘centro-izquierda’ y
otro de ‘centro-derecha’, cuyas mínimas
diferencias (sólo de matices) garantizarán la
estabilidad" (de los negocios del
Primer Mundo, por supuesto).
¿Les será tan fácil?
La realidad es que en cada distrito se votó por
motivos distintos y casi siempre locales, sin cohesión
nacional ni proyecto ídem. Seamos francos con nosotros
mismos: estamos frente a una Argentina invertebrada, como la
España
que vivió y sufrió don Miguel de Unamuno desde su
atalaya salmantina, como la Argentina que describió
José Hernández con dolor, antes del yrigoyenismo,
la misma Argentina que prepararon abnegadamente Scalabrini Ortiz
y Arturo Jauretche para que llegara Perón y la empujara
hacia adelante. Una Argentina invertebrada, sin unidad ni
proyecto nacional.
Salir de ese pantano no será juego de
niños.
Si el Dr. Kirchner quiere moralizar al PJ, si desea
producir el recambio de sus dirigentes claudicantes y corruptos
(los que avalaron la década del 90, sin averiguar si
él estuvo entre ellos), si quiere modernizar la propuesta
sin pisotear los principios, si
está dispuesto a revitalizar al Movimiento Peronista para
que responda a las necesidades nacionales del siglo XXI en lugar
de destruirlo, si su proyecto abarca todo eso, nos tendrá
a su lado, sin condiciones ni aspiraciones personales.
Si lo que se propone el presidente, en cambio, es
romper el esquema creado por Perón, la base irremplazable
de su proyecto político, en el cual un Movimiento Nacional
y Popular debe unir a los argentinos de bien para dar la batalla
de fondo, y pretende dividirnos a su gusto y conveniencia en una
"izquierda" (más o menos progresista pero ciega al sentir
nacional y popular) y una "derecha" (aferrada a sus privilegios
en nombre de la tradición meramente folclórica),
nos tendrá en la vereda de enfrente, y no como simples
espectadores.
En ese caso, haremos todo lo posible para que en 2007
volvamos a vernos la cara de frente y con los dientes apretados,
porque:
* es absurdo contraponer justicia social con
soberanía nacional ya que, en un país
dependiente, ésta es condición necesaria de
aquélla;
* es imposible liberar un país dependiente con
ideologías importadas desde el centro
dominador;
* no hace falta renunciar a nuestros valores
nacionales y creencias espirituales para afirmar los derechos
humanos;
* tampoco hace falta dividir intencionalmente a los
argentinos y crear el odio entre nosotros (extremo que favorece
sólo al dominador) para luchar por los citados derechos
humanos;
* para aceptar y aprovechar el progreso, no es
necesario (ni humano) desdibujar la naturaleza
de los sexos, la que produce la vida (supremo y único
valor
absoluto sobre la tierra) y
continúa la especie (objetivo de
nuestro natural y misterioso anhelo de
trascendencia);
* no hay justificativo para llamarse peronistas si no
se lo es o no se lo siente; todos tenemos derecho a ser o no
ser peronistas, radicales, socialistas o conservadores; a lo
que no tenemos derecho es a la hipocresía;
* ensalzar a Evita y denigrar o ignorar a Perón
–tarea ésta que está oficialmente a cargo de
Canal 7, y oficiosamente encomendada a Canal (a)–, es un viejo
anhelo de la "izquierda" gorila, además de ser un error
histórico y político garrafal;
* ese peronismo de "centro-izquierda", en el que
figura Evita (luego de ser "travestizada" como montonera y
feminista "liberada") y no Perón ("dejen de hablar de
peronismo"…), terminará siendo un guiso de libre, pero
sin liebre, y con muchos gatos colados por la
perrera.
Todo ello, concediendo que Kirchner sea realmente un
hombre de "izquierda", lo cual es mucho conceder a la luz de lo que
está haciendo en materia
internacional y económica y, especialmente, luego de
conocer los candidatos a reemplazar a Bielsa en la
Cancillería (González Fraga, Prat Gay y
Martín Redrado).
En definitiva, nos volveremos a ver en 2007 porque el
falso juego de "izquierdas" y "derechas", en un país
dependiente y socialmente injusto como es el nuestro en la
actualidad, deja muchos por qué sin contestar, todos los
por qué que molestan al dominador primermundista. Un
Movimiento Nacional y Popular, en cambio, les da legítima
y acertada respuesta. Ése fue el meollo de la
cuestión en 1945, lo es hoy y lo será en 2007
también.
Ahora, varios gobernadores, diputados y senadores
cruzarán el río y se plegarán a la tan
original "centro-izquierda" de Kirchner. Eso no es verticalismo
ni lealtad, sino oportunismo. Si ese operativo
sálvese-quien-pueda triunfa, el Movimiento Nacional y
Popular reaparecerá en algún momento por otro lado
y con mucho dolor y esfuerzo. Si triunfamos nosotros, la tarea
será más natural y sencilla.
Ésta es una historia con final abierto
todavía.
La clave, como ya lo dije y demostré en la
primera nota de esta serie, está en el peronismo, no por
sectarismo (al contrario, hay que abrir los brazos), ni por
nostalgias improcedentes en estas circunstancias cruciales, sino
porque ése es el mensaje de la realidad. Al respecto, vale
la pena repetir lo expuesto en aquella primera nota (mensaje
Nº 232, del 10-0-05):
El peronismo no es todo el país, ni mucho menos,
pero, por distintas razones que no viene al caso analizar, en los
últimos tiempos (en realidad, desde 1945) a la Argentina
no se la puede gobernar contra él, ni siquiera sin
él, y hasta podríamos afirmar que el Partido
Justicialista (no sólo el peronismo como movimiento
amplio) es el único grupo o
partido político que ha quedado con capacidad para ejercer
el gobierno. Con todas sus lacras, que últimamente son
muchas y graves, el PJ es hoy insustituible, y lo será en
el futuro previsible, si se trata de rearmar un gran movimiento
nacional que encare la tarea urgente del siglo XXI: darnos un
proyecto nacional común a todos los argentinos de bien, y
llevarlo al éxito
en este mar proceloso del mundo actual.
La realidad (que sigue siendo la única verdad)
indica, pues, que la batalla para el 2007 hay que darla por
dentro del PJ, comenzarla por él.
Si el peronismo no es todo el país
numéricamente hablando, menos lo es en cuanto a sus
legítimas elites, a los hombres y mujeres capaces,
honestos, leales a su patria y a su pueblo, y dispuestos a
devolver a la Argentina un proyecto nacional común, un
porvenir deseable y esperanzador y un lugar digno en el nuevo
mundo que avanza a pasos acelerados.
La primera tarea ahora es, pues, reorganizar el
Movimiento, desde abajo, desde la historia. Y el primer dolor de
cabeza es cómo hacerlo, con qué propuesta concreta,
con qué metodología, con cuáles dirigentes y
militantes, con cuánta presencia plena y activa de
nacionales y populares que no militan en el peronismo.
Pero eso es tema, largo y complicado, para la siguiente
nota, la Nº 3 de esta serie que recibirán
pronto.
Buenos Aires, 26 de octubre de 2005.
Por Juan Gabriel Labaké