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Drogas, alcohol y adolescencia




    La adolescencia
    es un momento particularmente vulnerable en la vida de un sujeto,
    debido al proceso de
    duelo por las figuras parentales de la infancia en
    que ella se inicia, y por ser un momento de "transición"
    entre la pérdida de éstas figuras de
    identificación y la búsqueda o el encuentro de unas
    nuevas.

    A lo anterior se suman: la actual crisis
    cultural y el enfrentamiento con un mundo cada vez mas complejo y
    vertiginoso.

    Existe además un verdadero "bombardeo" de la
    publicidad
    dirigido hacia este grupo etario,
    apetecible para el mercado; basta
    ver, por ejemplo, las propagandas de cerveza
    destinadas a jóvenes, y el aludido "encuentro" entre ellos
    si se las consume juntos.

    Los adolescentes
    también afrontan en esta etapa la salida exogámica
    y el erotismo genital que los atemoriza. En diferentes pueblos y
    culturas, encontramos ceremonias y rituales de iniciación
    como forma de marcar en lo simbólico este pasaje de la
    niñez al "mundo adulto", en muchos casos como marcas en lo
    real, y en todos poniendo en juego lo real
    del cuerpo expuesto al sufrimiento y a la
    muerte.

    Ahora bien, ¿qué sucede en una sociedad en la
    que se ha perdido la eficacia de los
    actos simbólicos que marcan esta salida de la niñez
    y esta entrada en la adultez? Es posible que en nuestra cultura
    actual, el alcohol y/o drogas juegue
    algún papel en este sentido para los adolescentes, en
    tanto "se es grande" por estar <tomando alcohol> o por
    <estar drogado>. Por otra parte, el alcohol como otras
    drogas "sueltan la lengua" y "dan
    ánimos" para "encarar" a un partenaire en el juego de la
    seducción inicial.

    El alcohol – una droga
    socialmente aceptada – daría, desde la
    consideración de los jóvenes, la fuerza y el
    valor
    necesario para los primeros encuentros sexuales tan deseados y
    tan temidos. Entonces, se arma un escenario: la discoteque, como
    subrogado del altar, el monte o el lugar de exhibición de
    juegos
    públicos, en el cual mostrar algún emblema (por
    ejemplo: la lata de cerveza), permite a traves de un acto -el
    beber, y su consecuencia, la borrachera- sentirse grandes y
    pensar que están haciendo cosas de grandes.

    Desde hace años circulan discursos que
    categorizan las adicciones como
    un problema de los jóvenes. Si bien la problemática
    se extiende a una franja que abarca desde los púberes
    hasta los adultos mayores, variando en la frecuencia, cantidad y
    tipo de sustancia, el inicio del consumo se
    produce mayormente en la adolescencia. El hecho de que
    ésta sea la etapa de la vida de mayor riesgo en el
    inicio del uso y abuso de drogas, puede explicarse por las
    características propias de ella, como parte de un proceso
    de profundas transformaciones biológicas,
    psicológicas y sociales.

    Los padres, a su vez, también sufren sus propias
    crisis. Algunas de ellas consisten en encarar diversos duelos
    –desprenderse del hijo niño, dejar de funcionar como
    un ídolo y aceptar una relación llena de
    críticas y ambivalencia, admitir su propio envejecimiento-
    y revivir aspectos de su propia adolescencia y de la
    relación con sus propios padres. Al mismo tiempo, deben
    hacer equilibrio
    entre no ser demasiado sobreprotectores o invasivos, ni demasiado
    permisivos y ausentes. Ahora bien, si la estructura
    psíquica y el sostén afectivo familiar del joven no
    logran soportar y contener tales estados, el consumo de alcohol
    y/o drogas que la sociedad y los grupos de pares
    ofertan les sirve para paliar el malestar y encontrar algunos
    momentos de alivio.

    Hay que dilucidar para qué le sirve la
    droga y por qué no puede encontrar otra manera de encarar
    los obstáculos que se le presentan.

    Los padres de los púberes y jóvenes a
    menudo preguntan cómo saber si su hijo "se droga". La
    respuesta no es sencilla, pero sin duda, una de las maneras es
    escuchándolo. Los adolescentes – y no sólo
    ellos- pueden hablar mejor del tema con quienes "saben" escuchar.
    Ciertas actitudes
    obturan la posibilidad de comunicación y son incompatibles con una
    disposición genuina de escucha. Cuando se juzga, se
    aconseja o sermonea en exceso, se critica o ridiculiza, no se
    toman en cuenta o se toman a la ligera sus opiniones, o bien
    existen grandes contradicciones entre lo que se dice y lo que se
    hace, se están colocando obstáculos en el
    vínculo con los hijos.

    "Escuchar" no se trata sólo de interrumpir
    mientras el otro habla, sino de tratar de comprender lo que nos
    dice y quiere decirnos.

    A grandes rasgos, algunas señales
    que pueden estar indicando el abuso de alcohol y/o drogas son la
    aparición de:

    • fatiga
    • quejas continuas acerca de su salud
    • ojos enrojecidos
    • tos constante
    • cambios repentinos de humor y/o
      personalidad
    • irritabilidad
    • insomnio o somnolencia persistentes
    • conductas de riesgo
    • depresión
    • desinterés generalizado
    • falta de comunicación
    • ausencias frecuentes
    • problemas de disciplina
      en la escuela.

    Sin embargo, no está de mas aclarar que muchas de
    estas manifestaciones pueden ser indicadoras de otros problemas. Si
    bien los padres pueden reconocer señales que sean
    expresión de dificultades, no se espera que ellos hagan el
    diagnóstico. El primer paso es consultar
    con un médico para estar seguros de que
    las señales que se perciben no sean efecto de causas
    orgánicas. Luego, conviene proseguir con una evaluación
    realizada por un profesional de la salud
    mental.

    Para finalizar, es importante subrayar que, aunque no
    existen recetas para prevenir que los adolescentes contraigan una
    adicción, generar espacios de comunicación, dejando
    de silenciar cuestiones familiares, evitar comparaciones entre
    sus resultados y los de los demás (hermanos,
    compañeros, conocidos), facilitar su inclusión en
    actividades que permitan construir vínculos y
    pertenencias, y promover la elaboración de proyectos de
    vida, despliegan mayores posibilidades de que las dificultades
    que se vayan presentando a lo largo de esta etapa no sean
    desproporcionadas.

    Caso Problema:

    Analizaremos a continuación un caso
    problemático relacionado con las adicciones, que nos
    permita ir realizando reflexiones y críticas conjuntas
    sobre la base de hechos concretos.

    En un club Social y Deportivo de la localidad de San
    Justo, tres jóvenes compran "cannabis sativa" (marihuana) a
    Pedro, de 15 años de edad, el cual es adicto y suele
    vender para conseguir ("salgo a procurar") sus dosis.

    Los compradores son: José, de 13 años;
    María, de 18 años; y Carlos, de 22 años de
    edad.

    Los tres jóvenes consumen la marihuana en las
    instalaciones del club, y un ordenanza, al verlos, llama a la
    policía.

    María consumió toda la marihuana que
    había comprado, y fue detenida cuando deambulaba en
    estado de
    intoxicación a dos cuadras del club.

    José y Carlos fueron detenidos en las
    instalaciones del club con gran parte de las sustancias que le
    habían comprado a Pedro.

    1)

    El abordaje necesario en cada caso surgirá luego
    de una entrevista
    exhaustiva con cada uno, y quizás no sea necesario
    abordaje alguno.

    De hecho, en el consumo de drogas se diferencia entre
    uso, abuso o dependencia de la droga en cuestión. Es
    fundamental visualizar que cada ser es único e
    irrepetible, y por tanto es necesario una entrevista con cada uno
    en función
    de determinar el tiempo y compromiso de consumo.

    Generalmente el imaginario social actual tiene a pensar
    que el uso de drogas lleva a una reacción en cadena que
    indefectiblemente culmina en una adicción, y ésta
    es una afirmación incorrecta. Quien hace uso no tiene por
    qué hacer abuso, y quien abusa no tiene por qué
    caer en una dependencia.

    Además los chicos en cuestión se
    encuentran en diferentes momentos de vida, pasando por diferentes
    problemáticas dada sus edades cronológicas, y
    habría que indagar su historia personal y
    condiciones de vida actual. Lo relatado en el caso no nos indica
    que haya que realizar un abordaje en especial. Sí nos
    habla de Pedro, quien ya vende para procurar su dosis, y
    aquí puede haber una dependencia en tanto, con sus 15
    años, busca un medio para procurarla. También el
    hecho relatado nos hace inferir la necesidad de procurar una
    intervención preventiva en el barrio y en el club para
    convocar a la reflexión.

    Es una realidad que el ordenanza, en función de
    prevenir, victimiza a los chicos frente a la convocatoria de la
    policía que va a resolver la situación desde la
    perspectiva legal, condenando en forma diferente a cada uno de
    ellos, sólo por la tenencia, el lugar de consumo y las
    edades de cada uno. No se va a preocupar por el ser sino en el
    tener de la sustancia en cuestión, y de su carátula
    social en tanto ilegal o legal.

    Desde nuestra perspectiva creemos que para que surja la
    dependencia son necesarios:

    1. Antecedentes: una estructura
      psicológica con determinadas características,
      factores biológicos…..
    2. Condicionamientos: el medio socio cultural al
      que pertenece el sujeto.
    3. Desencadenantes: el momento traumático
      que promueve al consumo.

    Si Pedro consume en forma abusiva, sabemos que debemos
    considerar que es un problema con multiplicidad de causas, y como
    tal debemos integrar, aceptar y tratar a quien lo padece. El
    tratamiento propuesto por el modelo
    ético-social creemos es conveniente en tanto se trata de
    una terapia que no busca eliminar el síntoma, sino remover
    de base la estructura patológica a través de la
    reconstrucción y elaboración de las situaciones
    traumáticas, luego reelaborar la dinámica familiar, y por último
    permitir y alentar la construcción de un proyecto vital
    propio del sujeto. La idea es realizar un tratamiento
    ambulatorio, pero no aislar al paciente de su medio, con dos
    sesiones terapéuticas y acompañamiento calificado
    de requerir mayor cuidado y protección, para facilitar al
    paciente su reorganización. Creemos que es bueno,
    según el caso, incluir una serie de entrevistas
    con los familiares, para asignarle tarea coterapéutica, o
    bien tratamiento familiar de ser necesario.

    Sería bueno proponer en el club, a través
    del modelo ético-social, charlas para reflexionar en
    conjunto con adolescentes, padres, docentes,
    profesionales, sobre la génesis de una patología en
    la que la adicción aparece como un síntoma. La idea
    es en principio proponer unas charlas en el club donde ha
    ocurrido el episodio y están sensibilizados por la
    situación, y luego de ahí ver si es posible
    realizar esta propuesta preventiva en las escuelas u otros clubes
    de la zona. Lo importante sería generar una acción
    preventiva encuadrada dentro del modelo ético-social antes
    mencionado, donde se valoriza la escucha a fin de buscar valores
    potenciales, desestructurar modelos
    preexistentes, tomar conceptos y mediante la
    comunicación de tipo circular reelaborarlos e
    incorporarlos al repertorio personal del individuo.
    Ejecutar una acción preventiva es abandonar el lugar del
    saber absoluto, favoreciendo el protagonismo grupal, para hacer
    circular el cuestionamiento y así desmitificar a la droga,
    para ver lo que sucede detrás de ella en cada sujeto, ya
    que ésta es la real naturaleza del
    fenómeno.

    2)

    Analizar desde lo jurídico el delito cometido
    por cada uno y la pena correspondiente, nos ilumina la idea
    socio-política instalada, donde la droga aparece
    como demoníaca y con vida propia, cuando en realidad es
    dañina a partir de que un sujeto la ingiere. Es del sujeto
    de quien nos tenemos que ocupar, no del objeto. Lo que subyace a
    esta alianza es que se culpabiliza: "el que ingiere el objeto
    malo no solo se daña, sino que es culpable, y si es
    culpable hay que penarlo, exterminarlo".

    María: 18 años, posiblemente nada,
    solo por estar en la calle y sin sustancia.

    José: 13 años, sufrirá un
    arresto, se le abrirá una causa por tenencia y se lo
    obligará a tratamiento.

    Carlos: 22 años, será arrestado y
    hasta encarcelado por ser mayor y poseer sustancia.

    Pedro: 15 años, nada por no estar en el
    lugar, a manos que lo denuncien, pero al ser menor

    3)

    Luego de la intervención policial, cada muchacho
    va a vivir una problemática diferente en cuanto a lo
    legal, y a cada familia se le
    debe dar una contención que busque en principio derrumbar
    la culpabilidad
    familiar. Sería conveniente tratar con dos o tres
    entrevistas con cada familia, y luego generar un espacio de
    reflexión para ellos, atendiendo a que la familia,
    así como el individuo o sociedad, es un proyecto vivo. Un
    proyecto de vida que pasa por pequeños proyectos de la
    vida cotidiana, la que hacemos todos los días, sin quedar
    atrapados en ideales muy altos. Si pensamos que la familia no es
    una entelequia que no se sostiene por sí misma, es
    necesario darle una referencia para que sea continente y dar
    respuestas a sus integrantes. Necesita de una sociedad que la
    ayude a encontrar respuestas, que le dé contenido a sus
    propuestas a través de la escucha y la
    posibilitación en grupo. La adicción en un problema
    general y social que debemos integrar y articular para no
    cerrarnos y excluirnos.

    Tratar de generar un espacio para elaborar propuestas,
    visualizar dificultades y alentar actividades participativas y
    creativas que revaloricen el valor "comunidad", para
    que la familia se instale en un lugar mejor sostenido.

    4)

    Insistimos que el modelo ético-social es el
    más conveniente en tanto no busca capacitar sino
    reflexionar, desarticular, pensar nuevas propuestas. Si el club
    es un lugar que convoca a los niños y
    adolescentes, es un buen lugar para generar participación
    de ellos sumados a padres y profesores, en función de
    pensar por el camino participativo a situar el problema en el
    sitio justo.

    Enfrentar la
    drogadicción implica enfrentarnos con nosotros mismos,
    con nuestras concepciones y valores, actitudes y hábitos.
    No es pensar en enfrentar a un enemigo que viene de afuera, que
    podamos atacar y rechazar como si fuera un agente infeccioso.
    Necesitamos dar lugar a transformaciones que surgirán
    luego de cuestionar nuestras vidas y costumbres para no caer en
    intervenciones violentas que nos llevan a victimizar y
    victimizarnos.

    5)

    Si nos referimos a una intervención preventiva
    comunitaria en el barrio, ya de por sí la convocatoria en
    el club es prevenir. Si los grupos de reflexión en el club
    generan posibilidad de acceder a las escuelas esto sería
    interesante en tanto posibilita generar un espacio de
    reflexión con profesores y docentes que generalmente
    tienden a expulsar a los chicos-problemas, tanto si son
    violentos, como si consumen, o si tienen embarazos tempranos,
    etc. No son ellos los culpables de esto, sino una serie de
    propagandas y políticas
    que se encargan de ver a la droga como sujeto y no como objeto.
    El adicto remite a una serie de faltas que no
    son del momento. Su adicción tendrá que ver con
    algo anterior y con una serie de combinatoria de dificultades. En
    la escuela se debe dar lugar de pertenencia, lugar de escucha, de
    entendimiento. El adolescente sufre cambios importantes en la
    identidad y en
    las relaciones con los otros, implica el nacimiento de nuevos
    vínculos y espacios de sociabilidad diferentes a los
    familiares. Necesitan desplegarse, hacer algo propio, y las
    instituciones
    deberían escuchar y abrir el juego en las decisiones que
    afectan la vida y futuro de todos ellos. La sociedad no
    debería estigmatizar, impedir, evitar, sino aceptar las
    diferencias, ampliar los espacios de decisión, de diálogo y
    construcción colectiva, en los que los adolescentes
    encuentren su lugar desde sus particularidades y anhelos, para
    dar lugar a la práctica de su ciudadanía.

    Por lo expuesto, es útil acceder a las escuelas
    como forma de prevención comunitaria barrial, en tanto es
    una institución que da lugar a la socialización secundaria de los
    chicos.

    6)

    Si entendemos que toda propuesta preventiva no es
    azarosa y se diseña desde un encuadre
    teórico-conceptual, con un marco ideológico, es
    necesario explicar por qué en el trabajo
    adherimos al modelo ético-social,

    Este modelo, basado en una sociología crítica, define a la droga como un
    significante social que encubre y hace que no nos preguntemos por
    el sentido.

    Considera la adicción como síntoma y
    centra la atención en el individuo que padece de
    múltiples causas. Su abordaje tiene en cuenta
    antecedentes, condicionamientos y desencadenantes. Busca que
    las drogas no
    sean protagonistas, sino el individuo, la familia y la
    sociedad.

    A nivel preventivo plantea una intencionalidad
    transformadora, al problematizar el significado social del
    consumo y cómo se naturaliza éste en el imaginario
    social. Propone articular acciones
    interdisciplinarias e intersectoriales, reivindicando el
    protagonismo de todos los actores sociales a través de una
    elaboración común y solidaria.

    El consumo de drogas representa el malestar cultural en
    la vida de los pueblos. Somos sujetos con derechos y responsabilidades
    que merecemos protección y garantías. Actualmente,
    el mundo globalizado y basado en el consumo no respeta nuestra
    autonomía, se contradice en los valores
    que nos enseñan y nos infantiliza; además nos hace
    creer en oportunidades igualitarias que carecen de sentido y son
    inexistentes, ya que el diferente es marginado y
    expulsado.

    Se condena el consumo y se fomenta el consumismo. La
    droga en el lugar del sujeto facilita el hallazgo de un enemigo
    para reeditar la dinámica de inclusión y
    expulsión.

    Toda esta lectura social
    hace que su modelo sea a nuestro entender mucho mejor que el
    ético-jurídico, el médico-sanitarista o el
    psico-social. Quizás tengamos que adentrarnos en el modelo
    geopolítico-estructural para calificarlo mejor.

    Claudia Montes de Oca

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