Educación
La creciente complejidad que caracteriza al escenario
social en los países de América
Latina, y más específicamente, la
profundización de situaciones de pobreza extrema y
exclusión
social, confrontan al autor con el siguiente interrogante:
¿Es posible educar en cualquier contexto?
¿Cuál es el mínimo de equidad necesario para
que las prácticas educativas sean exitosas? Cada vez se
hacen más visibles las limitaciones de los sistemas
educativos frente a escenarios tan devastados, en que sus alumnos
no cuentan con condiciones mínimas que les permitan
participar del proceso
educativo. Aparece así la necesidad de señalar que
hace falta un mínimo de bienestar para poder educar.
Este se torna, en el trabajo, el
principal interrogante y disparador.
El presente