1. La
crítica de Mark Johnson a la ética
tradicional
3. Una
visión pragmatista de la imaginación
moral
4.
Como profesor de
ética,
con alguna frecuencia recibo invitaciones a participar en
diferentes seminarios profesionales. Mi más reciente
experiencia ha sido en un seminario de
bioética, al que asisten médicos de
diferentes especialidades, algunos de ellos personas de gran
renombre en mi país. Yo había mantenido
conversaciones informales con uno de los médicos
integrantes del seminario, pero nunca había asistido a sus
reuniones. Finalmente, este médico me invitó a
participar en una sesión, que estaría dedicada al
tema "identidad
personal y
clonación". Casualmente, hacía poco
había leído "A conversation on Personal Identity
and Immortality", de John Perry[1]
—un perfecto ejemplo, por cierto, del estilo
analítico de tratar estas cuestiones—, y tal vez por
ello esperaba que la discusión del seminario girara en
torno a
precisiones conceptuales. Pero descubrí que los
médicos estaban más interesados en imaginar un
mundo donde la
clonación fuera ampliamente aceptada, y en las
consecuencias que se derivarían de esa situación,
que en clarificar el concepto de la
identidad personal. Esto trajo a mi memoria un
artículo de Hilary Putnam
sobre la clonación humana, que había leído
un par de años atrás[2],
y revivió mi interés en
seguir explorando el tema de la relación entre la
imaginación moral y el pragmatismo.
El libro
clásico sobre el tema de la imaginación moral es,
por supuesto, el de Mark Johnson, Moral
Imagination[3].
Curiosamente, en el índice analítico de ese libro
no aparece la entrada "pragmatismo", a pesar de que hay
múltiples referencias a John Dewey y de que el autor llega
a reconocer que su concepción de la moral es,
en muchos aspectos, deweyana[4].
Más adelante sostendré que, aunque los
pragmatistas podemos aprender mucho sobre "las implicaciones de
las ciencias
cognitivas para la ética", no debemos dejarnos deslumbrar.
Mi punto será que cometeríamos el mismo error que
Johnson critica al afiliarnos sin restricción a una
teoría
moral centrada en la imaginación.
Esto por una parte. Por la otra, quiero hacer notar la
necesidad de trabajar más en este campo, pues,
curiosamente, son escasísimos los artículos que se
han publicado en revistas de filosofía sobre la
relación entre la imaginación moral y el
pragmatismo. Lo que más sorprende es que dónde
más se ha escrito sobre este tema es en revistas de
medicina y de
enfermería. Más adelante
hablaré sobre algunos de ellos.
Finalmente, presentaré una visión
pragmatista de la imaginación moral, basada sobre todo en
las ideas de Hilary Putnam.
1. La crítica
de Mark Johnson a la ética tradicional
En su libro Moral Imagination, Johnson hace una
crítica profunda de prácticamente todas las
teorías
éticas occidentales. La característica
común de todas estas teorías
—de la ética tradicional, podríamos
decir— es que presentan la moral como algo que consiste
fundamentalmente en "seguir reglas". "En la cultura
Occidental, hemos heredado la visión errada de que la
moral no es más que un sistema universal
de leyes o reglas
que proceden de la esencia de la razón"[5].
Johnson cree que
es moralmente irresponsable pensar y actuar como si
poseyéramos una razón universal y desencarnada que
genera reglas absolutas, procedimientos
para la toma de
decisiones, y leyes o categorías universales por medio
de las cuales podemos distinguir el bien del mal en cualquier
situación en que nos encontremos. (…) Centrarse
exclusivamente en leyes morales y principios
racionales es una amenaza para el bienestar humano, porque nos
vuelve ciegos para el cultivo de la imaginación moral que
se necesita para ser moralmente sensible y responsable hacia
otras personas[6].
Mi crítica a la posición de Johnson es que
falla en ver las teorías éticas tradicionales (de
Aristóteles a Kant, de Epicuro
a Hume o Mill) como simples imágenes
morales. Desde luego, cada teoría ética busca
presentarse como la mejor, la más exacta, la que mejor
explica el fenómeno moral, etc. Pero igual riesgo puede
correr una teoría que intente basarlo todo en la
imaginación moral. Johnson está cerca de resbalar
aquí, cuando dice que lo que debemos buscar construir es
"una ciencia
cognitiva de la comprensión moral" [‘cognitive
science of moral understanding’]. ¿No suena esto
a una nueva tiranía cientifista? ¿No está
detrás la pretensión —tan fustigada por los
pragmatistas— de "la teoría correcta de
X"?
Más sensato se muestra Johnson
cuando dice, al final de la introducción, que "[poner] atención a los aspectos imaginativos de
nuestra comprensión nos dará un nuevo conjunto de
preguntas para investigar que ni siquiera podían ser
imaginadas bajo la influencia de nuestros anteriores
supuestos"[7].
Como pragmatista, me habría gustado que Johnson mencionara
dentro de esas nuevas preguntas la que interroga por el origen de
la necesidad humana de tener reglas morales. Con Hilary Putnam,
estoy de acuerdo en que cualquier intento de disolver nuestras
nociones fundamentales (nociones como verdad, objetividad y
ley moral)
corre el riesgo de convertirse en irresponsabilidad
filosófica si no toma en cuenta el papel que tales
nociones desempeñan en el pensamiento y
en la vida humana.
Si algo he aprendido de los pragmatistas y de
Wittgenstein es a ser muy cauteloso con las afirmaciones
absolutas. Tal vez por eso no me siento cómodo cuando leo
que Johnson afirma como un hecho probado por las ciencias
cognitivas "que nuestro razonamiento moral es
imaginativo"[8].
¿Y si en lugar del "es" ponemos un "puede ser visto como"?
No me opongo —es más, me encanta la idea— a
que ensayemos a ver el razonamiento moral como una actividad
eminentemente imaginativa; sólo me parece que debemos
tener el cuidado de no tirar por la borda más cosas de las
necesarias.
Johnson cree que es necesario cambiar nuestra
comprensión del razonamiento moral, basándose en
que "estamos tratando de vivir de acuerdo con una
concepción que es inconsistente con la forma en que los
seres humanos captamos el sentido de las cosas"[9].
Lo que yo sostengo —sin que esto signifique que me oponga a
la imaginación moral— es que, para un pragmatista,
más importante que afirmar una nueva teoría moral
es explorar el siguiente problema: ¿qué es lo que
tenemos en nuestra estructura
cognitiva que nos lleva a construir teorías —como la
de la Ley Moral— que, supuestamente, constriñen
nuestra actuación?
Al proponer este problema, tengo en mente las
observaciones de Nietzsche en
Más allá del bien y del mal sobre la moral
como tiranía. Según Nietzsche, la sujeción
por largo tiempo a
reglas —en todos los campos, no sólo en la
moral— "fue el medio para que en el espíritu europeo
se despertase su fuerza, su
curiosidad osada, su fina agilidad"[10].
Con otras palabras: existe algo en nuestra estructura moral y
cognitiva que hace viable y fecunda la imagen de las
reglas, y antes de pretender sustituirla por otra que se base
sólo en la imaginación debemos sopesar las
consecuencias.
Paso ahora a comentar los trabajos sobre pragmatismo y
ciencias de la salud que se han publicado
recientemente en algunas revistas de medicina y
enfermería.
En un artículo titulado "Imagination in
Practice", P. A. Scott[11],
de la Universidad de
Stirling (Escocia), dice lo siguiente: "más que ofrecer
una dieta de ética aristotélica en el currículo de pregrado, quizás
deberíamos seguir la sugerencia de [Iris] Murdoch y ayudar
al pacticante a desarrollar visión e imaginación
moral", y propone como medio para estimular y nutrir la
imaginación moral la literatura. Esta
posición es cercana a la que ha mantenido por años
Hilary Putnam, al menos desde que publicó Meaning and
the Moral Sciences, en 1978. Al final volveré sobre
este tema.
En su artículo "Freestanding Pragmatism in Law
and Bioethics"[12],
de hace apenas un año, J. D. Arras habla de un proyecto
más amplio en el que está involucrado, dedicado a
estudiar la relevancia del pragmatismo para la bioética.
Por "freestanding pragmatism", Arras entiende un acercamiento
"pragmatista al razonamiento práctico que no se casa ni
con el canon clásico ni con el neopragmatismo rortyano".
Según Arras, la versión libre del pragmatismo que
se practica en el razonamiento legal —caracterizado por el
contextualismo, el instrumentalismo, el eclecticismo y la
independencia
de las grandes teorías— es sorprendentemente similar
al así llamado "enfoque pragmatista" en bioética.
Arras concluye diciendo que si esto es lo que se entiende por
pragmatismo, entonces, en cierta forma, "hoy en día todos
somos pragmatistas".
Por su parte, Finns, Bacchetta y Miller[13]
presentan un método
para resolver los problemas
éticos que se presentan en la práctica
clínica inspirado en la filosofía de John Dewey.
Llaman a este método "pragmatismo clínico", y
explican que se centra en el proceso de
evaluación y de formación de
consenso.
Otros autores[14],
en fin, se basan en las obras de Mark Johnson o de Iris Murdoch
para proponer una nueva forma de ver los problemas éticos.
Esa nueva forma prestaría especial atención a la
manera en que el lenguaje,
las metáforas y la imaginación influyen en nuestras
creencias.
Un campo especialmente prometedor a este respecto es el
del uso de la narrativa para enseñar ética a
estudiantes de ciencias de la salud y de leyes. Weisberg y
Duffin[15],
por ejemplo, relatan cómo hicieron uso de las
imágenes de médicos, enfermeras y abogados que se
encuentran en la literatura clásica y reciente para
impartir un curso de ética interdisciplinar. Las historias
de vida, y no los conceptos o la teoría, fueron el
principal medio utilizados por los autores para organizar la
experiencia y encontrarle un sentido a esa
experiencia.
3. Una visión pragmatista
de la imaginación moral
Mi propio acercamiento al tema de la imaginación
moral es deudor, como ya dije, de las ideas de Hilary Putnam. Son
ideas provisionales, que espero contrastar, enriquecer o cambiar
a medida que me adentre más en la ya abundante literatura
sobre el tema.
La primera idea la expuse al principio: que está
bien contar con la teoría de la imaginación moral,
siempre y cuando no la absoluticemos. Puede ser una más de
esas "imágenes de la situación humana en el mundo
importantes, discutibles y llenas de significado" de que habla
Putnam en Razón, verdad e historia.
Comentando sobre esta idea de las imágenes
morales, Ruth Ana Putnam dice que
es preciso reconocer que personas con imágenes
morales diferentes pueden llevar vidas morales igualmente buenas.
No quiero decir, como es obvio, que todas las imágenes
morales sean igualmente buenas, hay imágenes morales
abominables, sino que hay imágenes morales alternativas
con las que la gente ha llevado vidas buenas y que podemos
aprender de sus imágenes como ellos pueden aprender de las
nuestras[16].
Soy consciente de que no es lo mismo la teoría de
la imaginación moral de Johnson que el concepto de
imágenes morales de Putnam. Mi punto es que una
visión pragmatista de la imaginación moral supone
verla como el pragmatismo ve toda teoría: como una imagen
moral de nuestra situación en el mundo. ¿Y
qué es una imagen moral? Una imagen moral "es una descripción de cómo se relacionan
nuestros ideales y nuestras virtudes, y qué tienen que ver
con la posición en la que nos encontramos"[17].
Por ejemplo, todos tenemos una imagen moral de la familia, y
esa imagen moral influye no sólo en lo que pensamos acerca
de la familia, sino en
la vida social en general.
La manera en que Putnam aborda el problema de la
clonación humana en el artículo que mencioné
al principio viene ahora al caso. Según Putnam, la
discusión sobre la clonación humana ganaría
en claridad si en lugar de centrarse en principios
metafísicos o en derechos se centrara en
"cómo nos vemos en un mundo que admita la
clonación". Putnam propone una imagen moral de la familia
que refleje nuestros valores
pluralistas y tolerantes, no nuestras tendencias narcisistas y
xenófobas, "y esto significa que deberíamos
agradecer, no deplorar, el hecho de que nuestros niños
no son nosotros y no son diseñados por nosotros, sino que
son radicalmente Otros"[18].
Es decir, rechazamos la clonación no porque sea una
violación a leyes naturales o porque viole el derecho de
los hijos a ser diferentes, sino porque no todo lo que se puede
hacer conviene hacerlo: simplemente, nos parece que estamos mejor
sin la clonación humana que con ella.
La segunda idea que quiero proponer es ésta: un
pragmatista normalmente verá los problemas éticos
no a la luz de reglas
morales, sino a través de proyectos de
vida, a la luz de la vida que nos imaginamos viviendo en el
futuro. "To see the actual in light of the possible" —"ver
lo presente en función de
lo posible"—, es la forma en que Thomas Alexander define la
imaginación pragmática. "Vivir es constantemente
decidir lo que vamos a ser", decía Ortega[19].
Para un pragmatista, el presente se vive en función del
futuro, de un futuro imaginado. Incluso cuando tratamos de
evaluar nuestras acciones
pasadas lo hacemos tratando de imaginarlas en el marco de nuestro
proyecto de vida. Si son incompatibles con lo que queremos ser
—con lo que queremos llegar a ser—, rectificamos y
hacemos el propósito de cambiar. Pero si en un momento
dado, por la razón que sea, nuestro proyecto de vida
cambia, vemos el pasado con una nueva luz.
Una tercera y última idea: como la
imaginación moral es esencialmente narrativa, habrá
que tener muy en cuenta la recomendación de hacer uso de
la literatura y el cine en los
cursos de ética, particularmente en los cursos de
ética práctica o profesional. Hilary Putnam ilustra
esta conexión entre narrativa, imaginación y
razonamiento práctico por medio de un ejemplo: "un
hombre
está escalando una montaña. A medio camino se
detiene, porque no está seguro de hacia
dónde debe seguir. Él se imagina a sí mismo
continuando por un camino. En su imaginación, llega hasta
cierto punto, y luego se encuentra con una dificultad que no sabe
cómo resolver. Luego se imagina siguiendo otra ruta. Esta
vez es capaz de imaginarse llegando hasta la cima sin dificultad,
así que toma el segundo camino"[20].
La enseñanza que Putnam saca de este ejemplo
(que toma de un libro no publicado de Grice y Baker),
es que ésta puede ser una forma perfectamente
racional de solucionar un problema práctico, que, sin
embargo, no necesita ser reducida a un esquema lineal
‘proposición por proposición’. El
montañista está funcionando, por decirlo
así, como un computador
analógico más que como computador digital cuando
resuelve el problema de ‘desenrollar’ su
imaginación, tan vivamente como puede, en la forma
‘cómo habría ocurrido
si…’"[21].
En conclusión, he tratado de mostrar a ustedes
cómo el pragmatismo se está aplicando en
áreas como la medicina, la enfermería y la
bioética, y que esas aplicaciones coinciden, en muchos
puntos, con la teoría de la imaginación moral de
Mark Johnson. Pero también he señalado que una
visión pragmatista de la imaginación moral tiene
que ir más allá de la propuesta de Johnson, y hacer
que la imaginación moral se vea a sí misma como una
imagen moral de la situación humana en el
mundo.
Guatemala, 7 de Mayo de 2002
[1] J. Perry, A Dialogue on Personal
Identity and Immortality (Indiannapolis: Hackett,
1978).
[2] H. Putnam, "Cloning People", en Justin
Burley (ed.), The Genetic Revolution and Human Rights
(Oxford: Oxford University Press, 1999).
[3] M. Johnson, Moral Imagination.
Implications of Cognitive Sciences for Ethics (Chicago:
University of Chicago Press, 1993).
[4] M. Johnson, p. xiv.
[5] M. Johnson, p. 2.
[6] M. Johnson, p. 5.
[7] M. Johnson, p. 12.
[8] M. Johnson, p. 2.
[9] M. Johnson, p. 8.
[10] No. 188.
[11] P. A. Scott, "Imagination in
Practice", Journal of Medical Ethics 23.1 (1997):
45-50.
[12] J. D. Arras, "Freestanding Pragmatism
in Law and Bioethics", Theoretical Medicine &
Bioethics 22 (2, 2001): 69-85.
[13] J. J. Finns, M. D. Bacchetta, F. G.
Miller, "Clinical Pragmatism: a method of moral problem solving",
Kennedy Institute of Medical Ethics Journal 7.2 (1997):
129-45.
[14] Por ejemplo, E. J. Pask, "Developing
moral imagination and the influence of belief", Nursing
Ethics: an International Journal for Health Care
Professionals 4.3 (1997): 202-10; B. J. Crigger, "Where do
moral decisions come from?", Hasting Center Report 26.1
(1996): 33-38; J. Liaschenko, "What if…? Language, health care,
and moral imagination", Home Care Provider 3.3 (1998):
128-130.
[15] M. Weisberg, J. Duffin, "Evoking the
moral imagination: using stories to teach ethics and
professionalism to nursing, medical, and law students",
Journal of Medical Humanities 16.4 (1995):
247-263.
[16] Ruth Anna Putnam, "Imágenes
morales e imaginación moral", Dianoia 38 (1992):
188.
[17] H. Putnam, "Cloning People", p.
4.
[18] H. Putnam, "Cloning People", p.
12.
[19] J. Ortega y Gasset,
"¿Qué es filosofía?", en Obras completas
(Madrid:
Ediciones de la Revista de
Occidente, 1969), vol. 7, p. 419.
[20] H. Putnam, "Literature, Science, and
Reflection", en Meaning and the Moral Sciences (Boston:
Routledge and Keagan Paul, 1978).
[21] H. Putnam, "Literature, Science, and
Reflection".
Moris Polanco
Universidad Francisco
Marroquín