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Inmigración y literatura: novelas



    1. Árabes
    2. Armenios
    3. Belgas
    4. Bielorrusos
    5. Españoles
    6. Húngaros
    7. Ingleses
    8. Irlandeses
    9. Italianos
    10. Japoneses
    11. Polacos
    12. Rusos
    13. Varios
    14. Notas

    En esta monografía me refiero a algunas de las
    novelas,
    escritas por inmigrantes o nativos, en las que se evoca la
    inmigración que llegó a la Argentina
    entre 1850 y 1950. Me ocupo sólo de algunas de aquellas
    obras en las que se aborda detenidamente el motivo de
    emigración, el viaje hacia la Argentina y la vida del
    inmigrante en la nueva tierra. No
    incluyo en este trabajo las
    novelas que cuentan inmigrantes entre sus personajes, pero no
    tratan específicamente la experiencia de la
    inmigración.

    Introducción

    La llegada de los inmigrantes a suelo argentino
    significó una transformación de gran importancia.
    El porteño se encontró conviviendo con extranjeros
    de diversas nacionalidades y esa realidad se vio reflejada en la
    literatura. Las novelas sobre la inmigración son una
    constante en la literatura
    argentina, y han sido objeto de serios estudios.

    En La inmigración en la literatura argentina
    (1880-1910)
    (1), Gladys Onega se propone "analizar el reflejo
    del fenómeno inmigratorio en la literatura". En la
    década del 80, "frente a la masa cosmopolita que poblaba
    Buenos Aires,
    Miguel Cané reaccionaba aconsejando a los de su clase cerrar
    el círculo y velar las armas. El curso
    de estas transformaciones y su incorporación a la
    literatura son los que este libro
    registra, a través de la narrativa y el ensayo
    positivista (de Cambaceres a Martel y de Ramos Mejía a
    Bunge), de la reacción nacionalista del Centenario (Rojas,
    González y Lugones) y de la perspectiva más
    comprensiva de hombres que, como Sánchez, Payró y
    Fray Mocho, no sentían la amenaza extranjera de un
    hipotético legado nacional".

    Años más tarde, se publica Aspectos del
    inmigrante en la narrativa argentina
    (2), de Hemilce
    Cárrega, otra estudiosa de esta temática, quien
    sostiene que nuestra literatura "tal vez como pocas, abunda en
    páginas pobladas por figuras representativas de
    inmigrantes.

    Así como estos incorporaron rasgos peculiares en
    nuestra sociedad, del
    mismo modo lograron estampar –sin saberlo ellos mismos- un
    sello distintivo en los temas, motivos, tipos y caracteres
    presentes en obras de muchos escritores nuestros. Una singular
    realidad de la vida vernácula pública tiene, de
    esta manera, su versión en las letras, con mayores o
    menores logros estético-literarios, según los
    casos, pero casi siempre con una proyección documental
    interesante" .

    Me propongo en este trabajo reunir algunas de las
    novelas que se escribieron sobre el tema, desde 1884
    –año en que se publica ¿Inocentes o
    culpables?
    , de Antonio Argerich- hasta 2004. Me ocupo
    sólo de algunas de aquellas novelas que abordan
    detenidamente el motivo de la emigración, el viaje hacia
    la Argentina y la vida del inmigrante en la nueva tierra. No
    incluyo en este trabajo las obras que cuentan inmigrantes entre
    sus personajes, pero no tratan específicamente la
    experiencia de la inmigración.

    Algunas obras, como Hacer la Amèrica, de
    Pedro Orgambide, reflejan a la inmigración de varios
    países; en otras novelas, en cambio, la
    evocación se restringe a una nacionalidad,
    aunque se hacen inevitables referencias a otras
    comunidades.

    Arabes

    Jorge Isaac escribió Una ciudad junto al
    río (Buenos Aires, Marymar,1986), En 1988, durante la
    Feria del Libro, el doctor Renè Baròn le
    entregò personalmente el premio que lleva su nombre,
    distinguiendo a esa obra como la mejor novela editada
    durante los años 1986 y 1987.

    El jurado que lo otorgò -designado por la
    Sociedad Argentina de Escritores- estuvo integrado por Luis
    Ricardo Furlàn, Raùl Larra y Juan Josè
    Manauta. El Gobierno de Entre
    Rìos la declarò, por iniciativa del Consejo General
    de Educaciòn, de lectura
    complementaria en las escuelas superiores de la provincia, a
    partir del sèptimo grado, recomendando su
    utilizaciòn en la enseñanza.

    La obra está dedicada "a los inmigrantes
    árabes –sirios y libaneses- y, por natural
    extensiòn, a españoles, italianos, alemanes,
    judìos, suizos, rusos, polacos, yugoeslavos y de cuanto
    otro origen y procedencia màs, que se lanzaron un
    dìa por los riesgosos caminos del mar a la aventura de
    ‘hacer la Amèrica’ ".

    Afirma el escritor que "tiene la novela la
    misiòn fundamental de ir revelando aspectos poco conocidos
    de la inmigraciòn àrabe, que ocupa el tercer lugar,
    a continuaciòn de la española e italiana, entre las
    que le han proporcionado el fundamento humano que hoy posee el
    paìs. Destaca el individualismo de sus componentes, su
    coraje para internarse solos en las regiones menos hospitalarias
    y màs desoladas, y su decisiòn de insertarse en la
    nueva tierra sin prevenciòn alguna" (3)..

    Armenios

    Eduardo Bedrossian es el autor de una
    trilogìa acerca de La Cuestiòn Armenia, integrada
    por la novela Hayrig Detrás del silencio de un
    millón y medio de voces
    (Buenos Aires, 1991)
    –distinguida con la Faja Nacional de Honor 1993, por la
    Asociación de Escritores Argentinos-, el ensayo
    Hayrig II y la novela Memorias para no olvidar
    (Buenos Aires, 1998).

    En esta última novela, un inmigrante relata:
    "-Estábamos en el barco. Sí… a los pocos
    días comencé a sentirme mal. No eran solamente los
    mareos. Sentía sobre mí una carga aplastante que
    iba creciendo. Mis compañeros creían que se
    debía a la alimentación y hasta
    me daban parte de sus escasas raciones. Yo no tenía
    apetito. Es sorprendente comprobar cómo las desventuras
    nos quitan hasta las ganas de comer y qué corta es la
    distancia entre el bienestar y las miserias.

    Yo escapaba mientras los míos quizás
    estaban muertos o muriendo, en el momento que más se
    necesita la compañía de los seres queridos. Pues,
    allí no estaba yo. Los muertos eran mejores que yo. Me di
    muchas respuestas que no sirvieron para aliviarme. Nacía
    en mí un sentimiento de culpa, pero la peor de todas, la
    más difícil de soportar: la culpa de sobrevivir a
    una tragedia familiar. Los otros polizones también
    escapaban, pero ninguno con mis cargas".

    En 2004, a ochenta y nueve años del genocidio
    armenio, el autor dedica Morir en Marash (Buenos Aires,
    2004. 448 pp.), su nueva novela, prologada por el Embajador
    Leandro Despouy, "A los armenios de Marash. Al millón y
    medio de niños,
    mujeres y hombres masacrados en el primer genocidio del siglo XX.
    A sus descendientes, a sus familias. A la Nación
    Argentina y a todos los países que los acogieron con
    generosidad. A cada hombre y a
    cada mujer que lucha
    honestamente para sobrevivir en un mundo envilecido por los
    poderosos de turno".

    Belgas

    Gabriel Báñez se refiere en Virgen
    (Buenos Aires, Sudamericana, 1998), novela finalista del Concurso
    Editorial Planeta 1997,.a la inmigración de un belga y su
    hija, quienes llegan "a un país de tanos y gallegos y de
    rusos y turcos, y todo lo que no entrara en el dos por cuatro de
    esa conclusión elemental era una rareza de apellido pero
    nunca de nacionalidad".

    "La Ensenada mìtica de los años cuarenta
    es el escenario de la historia de amor entre un
    cura y una chica belga, judìa y milagrosa. Novela de la
    Anunciaciòn y el Descenso y poderosa convergencia de
    fuerzas narrativas, Virgen revela en un presente audaz –la
    escritura de
    las cartas que
    intercambian el protagonista y su amada- una memoria negada
    que nos avasalla y nos conmueve, vaticina el fin de los tiempos y
    devela el estigma polìtico de un secreto y su
    traiciòn: el del hijo del mariscal Tito de Yugoslavia y de
    Evita Broz. Virgen, que es también ‘la parte
    más rota y verdadera del lenguaje’, nos convierte en lectores plenos
    del tiempo tatuado
    sobre la letra. Gabriel Báñez, el autor de El
    curandero del cuarto oscuro
    , celebra en Virgen
    secretas nupcias entre lo real y lo imaginario y, haciendo gala
    de enorme poder
    evocativo y de una prosa a la vez precisa y mágica,
    produce una novela maravillosa" (4).

    Bielorrusos

    Manuela Fingueret es la autora de Hija del
    silencio
    (Buenos Aires, Planeta, 1999), obra en la que la
    hija de una sobreviviente del Holocausto
    recuerda, durante su prisión en la ESMA, el padecimiento
    de su madre y de otros prisioneros en Terezín y Auschwitz,
    la llegada a la Argentina de la madre y su vida en la nueva
    tierra

    "La protagonista asume las identidades de su madre y su
    abuela -señala Alejandro Meter-, basándose en su
    propia experiencia y su sufrimiento. Por primera vez, Rita es
    capaz de comprender los actos y las actitudes de
    su madre. Sus padecimientos las acercan en espíritu, y su
    persistencia y su instinto de supervivencia frente a la
    adversidad se convierten en su denominador común"
    (5).

    A la madre y los abuelos de la joven argentina les
    advertían el peligro, en Minsk, en 1941: "a Tínkele
    le asombra comprobar que gran parte de esos jóvenes
    vestidos a la usanza gentil son los primeros en hablar de las
    desgracias que sobrevendrán a los judíos
    si no huyen a tiempo hacia Palestina o América.

    Los religiosos oran y esperan pasivos el destino que
    Dios les depara. Esto la subleva porque sus padres oscilan entre
    ambos y ella, naturalmente opuesta a la generalidad, intuye que
    los que están en contacto con el mundo exterior pueden
    analizar mejor el futuro. Los padres de Leie también creen
    que hay que emigrar, pero no les es fácil movilizarse con
    una familia tan
    grande y sin dinero".

    Españoles

    En La historia de Pedro Antón (La novela semanal,
    Año VII, N° 294, Buenos Aires, 2 de julio de 1923), de
    Julián de Charras, el protagonista, un inmigrante
    vasco, añora cuanto dejó: "Veía, allá
    lejos, como en una neblina, las escarpadas pendientes de los
    Pirineos, las casetas ruinosas de los montañeses, las
    miserables veladas, con pan negro y escaso y luz humeante de
    candil de aceite; el
    padre, con su rostro anguloso y cetrino, en un rincón, con
    la barba en la mano, mirando fijamente la pared, como pensando en
    algo indefinido; la madre hilando, hilando en la penumbra,
    diestros los dedos, aunque fatigada la vista…". Cuando regresa
    a su tierra, el padre lo mata, confundiéndolo con un
    ladrón.

    María Rosa Lojo define a su novela
    Canción perdida en Buenos Aires al oeste (Buenos
    Aires, Torres Agüero Editor, 1987), como "la historia de una
    familia narrada a través de siete personajes, de siete
    voces: la voz central es la de Irene, que en sus treinta
    años rescata ese nudo de vidas que conforma sus propios
    orígenes, como quien canta una canción. Una
    canción perdida porque es la de la infancia y la
    adolescencia,
    la de la vida vivida tramada por el amor, la
    dicha, la desdicha, la enfermedad, la muerte, los
    extravíos y las recuperaciones que constituyen el tiempo
    irrestañable e incorruptible, como el agua
    fluyente, que la palabra, por un momento, crea la ilusión
    de retener" (6).

    Después de muchos años de exiliados, los
    padres de Irene sufrían el mismo desarraigo que los
    acompañaría hasta el final de sus días. En
    su hogar del oeste, "era el sol de la casa
    nativa que iluminaba sus rostros. Los rasgos de mi madre,
    silenciosos y bellos, como una estampa antigua; los ojos de mi
    padre, tristes de mar, empañados de tiempo
    recorrido.

    La mesa del domingo, cuando comíamos callados y
    mi padre, sólo mi padre recitaba, tácitamente, como
    para sí: ‘Donde yo me he criado…’ Y ya no
    escuchábamos; lo demás se perdía en la bruma
    nebulosa de un mito siempre
    repetido, desesperado y patético como una plegaria
    inútil. La única plegaria que papá se
    permitía decir".

    Rubén Benítez escribió una
    novela sobre la inmigración española, además
    de una biografía y algunos
    cuentos. En
    esa novela, La pradera de los asfódelos
    (Bahía Blanca, Siringa, 1989), plantea la pregunta acerca
    de lo trascendente: ¿Cuàl es la pradera de los
    asfòdelos? ¿Dònde podemos encontrarla? Algo
    debe permanecer en este agitado mundo, en medio de tanto
    caos.

    Quizàs lo trascendente sea la memoria y
    la misma sangre que,
    evolucionada o involucionada, aparece de generaciòn en
    generaciòn, en una aldeana española y en un
    universitario patagònico. La sangre es, en definitiva, lo
    que une a seres que ya no tienen nada en comùn, pues el
    progreso mal entendido los ha distanciado.

    Afirmó el escritor bahiense: "Lo sentì
    como una necesidad. Tal vez por haber pertenecido a un
    nùcleo de inmigrantes que desde la infancia me
    transfirieron sus vivencias y sus nostalgias por la tierra
    lejana. El tiempo, la muerte de casi
    todos ellos, incorporò a ese sentimiento la idea de
    caducidad que convierte a cada ser humano en un emigrante de la
    vida, de este escenario que tambièn ama. Creo que ambas
    perspectivas se mezclan y fluyen como temas paralelos"
    (7).

    En la obra, una madre exclama: "No, hermano. Prefiero
    que lo manden a Marruecos antes de que escape a la Patagonia. De
    Marruecos regresan todos, de la Patagonia no vuelve
    ninguno".

    Horacio Vázquez Rial es el autor de
    Frontera sur (Barcelona, Ediciones B, 1998). "Prostitutas,
    fantasmas,
    jugadores, gallos de riña, socialistas primitivos,
    héroes del trabajo, anarcosindicalistas o músicos
    que se cruzan en la vida de tres generaciones de emigrantes
    gallegos, van tejiendo la trama de Frontera sur y la
    historia de Buenos Aires, entre 1880 y 1935. José
    Díaz Ouro, que llega viudo y con un hijo a la capital
    argentina, que se enamora de una prostituta de alto vuelo y que
    recibe en su carrera ascendente la ayuda del espectro de un
    compadrito degollado, es protagonista de este relato
    épico, junto al alemán Hermann Frisch, portador de
    un bandoneón y de los principios de
    la
    organización obrera" (8)..

    En la novela, un personaje dice que a Sarmiento le
    parecía mal que se abrieran escuelas italianas, o
    alemanas, o inglesas". Otro interviene: ""Era lógico que
    le pareciera mal. (…) No estaba loco. (…) Un Estado.
    Quería un Estado, con mayúscula. Y eso se hace con
    la escuela
    pública. Esto no puede ser eternamente un
    centón mal cosido. La gente que llegue tiene que
    adaptarse, recomponerse, mezclarse para formar una raza
    argentina".

    Gloria Pampillo es la autora de Los
    gallegos
    , una novela inédita en la que evoca la
    inmigraciòn de sus mayores. En esa obra, Pampillo recuerda
    la voluntad de unión de los emigrantes de esa
    región: "Lo que van a hacer ahora es lo mismo que hizo mi
    abuelo cuando llegó a la Argentina en 1870. Van a
    agruparse en cofradías. Que esas cofradías formen
    un ejército o una Sociedad de Socorros Mutuos, poco
    importa. Lo que tienen en común es que lejos de la tierra,
    "da mía terra", como dijo una mujer en el seminario con un
    dolor que me volvió de barro el corazón,
    van a buscarse entre ellos".

    La casa de Myra (Buenos Aires, Fundación
    El Libro, 2001), de Aurora Alonso de Rocha, fue
    distinguida en 2001 con el Segundo Premio para Autores
    Inéditos, en el "Concurso organizado por la
    Fundación El Libro, en el marco de la 27ª Exposición
    Feria Internacional de Buenos Aires ‘El libro del Autor al
    Lector’ ". Integraron el Jurado Griselda Barros, Gloria
    Bender y Duilio Ferraro.

    "Dramáticas narraciones amorosas,
    reivindicación respecto de lo propio del alma
    indígena, su cultura, sus
    vicisitudes frente a lo impío de la ‘acción
    civilizadora’, se manifiestan en La casa de Myra",
    destaca Ferraro, en la "Introducción" a la novela.

    Protagoniza esa obra una gallega tomada cautiva por los
    indígenas, que no quiere volver. De ella dice un
    personaje: "Había que verla a Myra llamando a los porotos
    con los nombres que les dan los indios y hablándose en
    lenguas con Querima. Portaban unos monederos de buche y un poco
    de pluma para pagar la provisión. Myra regateaba a la par
    de la otra. Aproveché que Querima se probaba ropas frente
    a un espejo y le dije: ‘¿Está usted
    bien?’. ‘Muy bien’ repuso. ‘Si lo desea
    apuro las gestiones para que pueda ir con las Hermanitas
    francesas…’ No me dejó terminar. Me miró
    como un basilisco y dijo: ‘¡Dios no lo
    permita!’ ".

    Guadalupe Henestrosa ganó en 2002 el V
    Premio Clarín de novela, con Las ingratas (Buenos
    Aires, Clarìn-Alfaguara, 2002), novela en la que evoca la
    inmigración de cinco hermanas españolas y la hija
    de una de ellas. Integraron el jurado Héctor Tizón,
    Vlady Kociancich y Andrés Rivera.

    Seis gallegas, recién bajadas del barco, llegan a
    una pensión en la que la mayor se empleará como
    cocinera. Allí las asalta la nostalgia: "Esa noche entre
    esas paredes húmedas, escuchando las palabrotas que
    venían desde el patio, las chicas extrañaron la
    casa de piedra en las montañas. Por primera vez desde
    aquella madrugada cuando dejaron a su padre, Vicente, solito
    junto al fogón, se sintieron lejos de todo, perdidas, a
    merced de unas gentes desconocidas, con quién sabe
    qué costumbres. ¿Cómo encontrar el alma en
    una tierra donde todas las cosas tenían otro
    olor?".

    Entrevistada por Raquel Garzón, afirmó:
    "Desde hacía años venía pensando en el tema
    del desarraigo. Me interesaba especialmente el caso de las
    mujeres jóvenes, el testimonio personal, los
    sentimientos que se tejen en un apuesta vital tan fuerte. En
    parte se vincula con la experiencia de mis propias abuelas, ambas
    inmigrantes españolas.

    Una de ellas, Carmen Oliveros, cuyo nombre usé
    como seudónimo para el Premio, llegó a los 19
    años, sola, en el año 20. Hoy suena sencillo pero
    en esa época cruzar el mar implicaba casi irse a otro
    planeta, no volver a ver a la familia,
    vivir a una carta por
    año, en un contexto de gente prácticamente
    analfabeta. Y tener que cargar además con la gran
    pregunta: irse para qué. Al sentarme a escribir, todo eso
    estaba sobre la mesa. (…) María Cruz, mi otra abuela,
    llegó a la Argentina con sus hermanas. Ese recuerdo fue el
    puntapié inicial." (9).

    Dos tramas se enlazan en Las libres del Sur. Una
    novela sobre Victoria Ocampo
    (Buenos Aires, Sudamericana,
    2004), de María Rosa Lojo, en la figura de la
    inmigrante gallega Carmen Brey Moure, quien a poco de terminar
    sus estudios universitarios, viaja a la Argentina contratada para
    servir de intérprete a Rabindranath Tagore, invitado
    ilustre de Victoria Ocampo. A partir de este hecho,
    surgirá la narración que tiene como ejes la vida
    profesional de la joven, y su vida privada.

    La vida profesional le permite a la gallega ser testigo
    de la vida cultural de Buenos Aires, en la que se destaca la
    figura avasallante de Victoria Ocampo, que se vincula con
    Rabindranath Tagore, Ortega y Gasset, Keyserling, Drieu La
    Rochelle y Waldo Frank, entre otros. Es este último quien
    la anima a crear la revista
    Sur, concebida como una expresión de los
    americanos, "Una revista imprescindible. Que sea un puente entre
    las dos Américas. Que revele nuestro destino común,
    y también nuestras diferencias con respecto a Europa".

    En Amor migrante (Buenos Aires, De los Cuatro
    Vientos Editorial, 2004. 93 páginas), Stella Maris
    Latorre
    cuenta la historia de una gallega de dieciséis
    años que ve partir a su amado hacia América, adonde
    dirige sus pasos agobiado por la miseria y la guerra. Ella,
    sin decírselo, da a luz un hijo del emigrante, al que
    crían en Galicia como si fuera un hermano de la
    adolescente. Pasan muchos años. Cada uno de los
    integrantes de esa pareja rehace su vida, pero ninguno puede
    volver a sentir el amor que sintiera tiempo atrás. Luego
    de la muerte de su mujer y su hija, el indiano vuelve a la aldea
    a buscar a su prometida de la juventud.
    Allí, se da cuenta de que tiene un hijo, que ignora su
    verdadera identidad. Los
    sucesos que se desencadenan a partir de ese momento, hacen que el
    indiano vuelva a Buenos Aires, perdiendo definitivamente la
    posibilidad de formar una familia.

    Un empleado del Hotel de Inmigrantes agrede a un gallego:
    "-Ya te oí, crees que soy sordo gallego sucio, muerto de
    hambre’. Avelino, Manuel y todos cruzaron sus miradas:
    ‘Este era el recibimiento que le hacían los
    habitantes de ese país que prometía tanto’,
    todos apretaron los labios y endurecieron sus puños,
    todos… para no responder a esa provocación; pero a todos
    también se les partió el corazón y quisieron
    estar en Galicia aunque no encontraran el oro tan
    prometedor, pero ya era tarde, ahora había que ser fuerte,
    apechugar ya estaban en el tablao, había que
    zapatear".

    Angela, una adolescente de dieciséis años,
    protagoniza Lunas eléctricas para las noches sin
    luna
    (Buenos Aires, Sudamericana, 2004. 160 pp.), de
    Belén Gache. " "En 1890 mis abuelos llegaron a ese
    puerto, provenientes también de Sevilla –relata-.
    Junto con ellos traían a sus dos jóvenes hijas, que
    se habían pasado todo el viaje encerradas en sus camarotes
    vomitando. Venían a Buenos Aires porque mi abuelo, que
    trabajaba en el Banco de España,
    había sido transferido a esta sucursal del fin del
    mundo".

    A través de sus ojos, asombrados e intensos,
    vemos la Buenos Aires que se prepara para los festejos del
    Centenario. Una Buenos Aires cosmopolita, que evidencia un
    marcado rechazo hacia los extranjeros, quienes son vistos como
    una fuerza nociva
    que es necesario devolver a su tierra de origen. La visita de la
    Infanta exacerbará los sentimientos patrióticos de
    los hispanos afincados en la Argentina, y los sentimientos
    xenófobos de quienes se agrupan en la misteriosa Brigada
    del Nandú".

    Húngaros

    José Martín Weisz relata en
    …mientras los violines tocaban csárdás. Un
    viaje a Hungría
    (Buenos Aires, Milà, 2002), la
    historia de un judío húngaro que debió dejar
    su tierra, y el viaje que él realiza con su hijo, muchos
    años después.

    Martín "ha viajado con frecuencia a Europa debido
    a su trabajo, y en esos viajes siempre
    ha pensado en acercarse a Hungría, pero lo ha detenido el
    temor a enfrentarse por sí solo con el pasado de su
    familia. Lo ha asediado una irracional fantasía de que los
    nazis lo apresarían y lo harían jabón. (…)
    Quería ir a Hungría a visitar la tierra de sus
    ancestros, pero había llegado a la conclusión de
    que no podía hacer ese viaje solo, necesitaría de
    la compañía de su padre para realizarlo. No tanto
    la de su madre, que también era húngara, sino
    sólo la de su padre. Quería que fuese un viaje de
    hombres, de amigos, de compañeros, en esta
    excursión a ese pasado. (…) El paso siguiente era
    cómo convencer a este hombre de ochenta y cuatro
    años, que siempre había expresado su desprecio por
    ese país que no había dudado en apoyar al invasor
    nazi y que había colaborado para mandar tantos
    judíos a la muerte. No iba a ser fácil".

    "Acompañado por su hijo y con la ilusión
    de recuperar las tierras de su familia, regresa a un país
    ahora muy diferente al de su infancia. En un viaje lleno de
    dificultades y emociones, una
    Hungría devastada por los sucesivos invasores sólo
    tiene un amargo reencuentro para ofrecerle. Sin embargo,
    inesperadamente, el sabor de la satisfacción lo alcanza en
    algún lugar" (10)

    Ingleses

    El inglés se titula la novela de Susana
    Cella
    referida a Jimmy –"nacido James Radburne"-, quien
    en 1892 llegó a la Patagonia, "huyendo de la pobreza y los
    prejuicios ingleses, y pasó toda una vida improvisando
    oficios para sobrevivir y métodos
    para huir de las policías argentina y chilena". Se
    dirigió a esa región pensándola "como
    garantía de anonimato para pasados difíciles"
    (11).

    Es ésta –afirma Carlos Juárez
    Aldazábal- "una novela de tono épico que
    apareció hace muy poco en las vidrieras de las
    librerías. El manejo de la prosa (lindante en muchos
    tramos con lo poético) hace pensar en un autor que viene
    publicando con regularidad. Cuando se leen los datos
    biográficos de Susana Cella esto parece confirmarse. Sin
    embargo, si se presta atención a los títulos de los
    libros
    anteriores, lo que se termina por descubrir es que "El inglés"
    es su primera novela, porque antes se estuvo ocupando de otro
    género:
    la crítica
    literaria" (12).

    Irlandeses

    Juan José Delaney evoca la
    inmigración irlandesa a partir de la protagonista de su
    novela, Moira Sullivan (Buenos Aires, Corregidor, 1999).
    En esa obra, el lenguaje,
    tan importante como factor sociabilizador, encarna una actitud de la
    protagonista. Ella nunca se interesó por aprender a
    comunicarse en castellano y esa
    negativa suya determina su relación con quienes la
    rodean.

    La anciana vive en su mundo y no quiere tener contacto
    con quien no pertenezca a él. Rechaza evidentemente toda
    forma de integración, y se repudio se patentiza en
    el aislamiento en el que se refugia. Aun cuando quisieran
    integrarse, el idioma era un serio problema para colectividades
    como la irlandesa; Delaney presenta dos paliativos para la
    incomunicación de los extranjeros: el cine mudo y el
    tango, por los
    que sienten gran afición .

    "Lo importante era el silencio. Todas las noches lo
    buscaba, especialmente los domingos cuando las otras
    recibían visitas y ella más sentía el acoso
    de la soledad. En rigor, a nadie tenía pese a haber estado
    en la vida de muchos y a que, por esa acción secreta y
    persistente del arte, continuaba
    gravitando sobre gentes extrañas y lejanas. El silencio de
    ese anochecer dominical le permitiría entregarse
    serenamente al ensueño en el que resucitarían
    vivencias y pensamientos provenientes de zonas postergadas por su
    memoria, y también secretas conexiones que su
    visión de la vida, del mundo y de los hombres concertaba
    con cierta independencia"

    Italianos

    Algunas de las novelas relacionadas con la
    inmigraciòn de fin de siglo se destacan por la agresividad
    del autor y por el encono que manifiesta hacia los extranjeros.
    En ¿Inocentes o culpables? (Madrid,
    Hyspamérica, 1984) Antonio Argerich fundamenta su
    aversiòn, basàndose en supuestos provenientes de
    las ciencias
    mèdicas, refutados oportunamente por un sacerdote.
    Esgrimiendo razones de ìndole cientìfica, a todas
    luces discutibles, Argerich se opone a la llegada de los
    extranjeros, reflejando la posiciòn de muchos argentinos
    de la època. "¿Inocentes o culpables? es una
    de las pocas obras que registran abiertamente aquel sentimiento,
    tan comùn en los habitantes de esa Argentina que se
    veìa invadida por otras razas y otras costumbres. Por eso
    su testimonio es valioso" (13).

    En esa obra, al nacer el primer hijo de los inmigrantes
    italianos, Argerich habla de la influencia que "la raza, el medio
    y el momento" ejercerían en él, tal como afirmaba
    Hipólito Taine. Le resta toda capacidad de
    decisión, pues "todo estaba preestablecido. Todo lo
    habían ordenado voluntades y cerebros
    anteriores".

    En la novela En la sangre (Buenos Aires, Plus
    Ultra, 1968), Eugenio Cambaceres presenta al inmigrante
    como un ser ignorante e inmoral; el escritor no disimula lo que
    siente ante quienes llegaron a tentar suerte en nuestro
    paìs.

    Alude al italiano, padre del protagonista, con estas
    palabras: "Arrojado a tierra desde la cubierta del vapor sin otro
    capital que su codicia y sus dos brazos, y ahorrando asì
    sobre el techo, el vestido, el alimento, viviendo apenas para no
    morirse de hambre, como esos perros sin
    dueño que merodean de puerta en puerta en las basuras de
    las casas, llegò el tachero a redondear una corta
    cantidad".

    El desdèn por el extranjero se evidencia con gran
    claridad en este libro. La sangre es el medio por el que las
    lacras sociales se transmiten de generaciòn en
    generaciòn. No obstante haber nacido en la Argentina, el
    protagonista tiene las caracterìsticas del inmigrante, de
    acuerdo con los postulados del naturalismo, corriente en la que
    encontramos al autor.

    El gringo (Buenos Aires, Tor, 1935) que
    protagoniza la novela de Fausto Burgos, se enorgullece de
    su sangre: "yo soy gringo, gringo puro, más gringo que
    todos lo gringo que hanno formato la colonia italiana en San
    Rafael", dirá. Para la familia del protagonista, en
    cambio, ser inmigrante es una vergüenza que se debe ocultar:
    ‘Usted no es un gringo –afirma el yerno que vive a
    expensas del italiano-; usted ya puede llamarse criollo; ya tiene
    títulos para ello’ ".

    Burgos reitera a lo largo de la novela la
    acusación que los nativos hacen a los extranjeros:
    "’¿No son ustedes los que nos vienen a quitar la
    tierra y el vino y el pan y todo? Los peones inmigrantes miran
    con lástima a quien esto dice y comentan: ‘Povero
    nero’, ‘povero chino’, ‘é una
    bestia’".

    En el año 1961, Gente conmigo (Buenos
    Aires, Losada, 1962) de Syria Poletti, fue distinguida con
    el Premio Internacional de Novela convocado por la Editorial
    Losada. Al año siguiente, dicha obra mereció el
    Segundo Premio Municipal de Buenos Aires y fue seleccionada entre
    las diez mejores novelas sudamericanas por la editorial Alan
    Williams de Nueva York. Fue traducida al inglés,
    alemán y ruso, y se realizó una adaptación
    cinematográfica y otra televisiva.

    En esa obra, un médico niega a la protagonista el
    permiso para emigrar, a causa de una malformación en la
    espalda: "Entramos a un salón vasto y desnudo. Era el
    lugar reservado a la revisión sanitaria. Junto a unas
    mesas, los médicos revisaban a mujeres y chicos con
    ráoida indiferencia. Pase usted, pase usted, adelante,
    otra, rápido. Y las mujeres esperaban pacientemente, con
    la ropa a medio quitar y los críos berreando". Comienza
    entonces el peregrinar de la hermana mayor, que debió
    emigrar sola, y no se resigna a que Nora quede en Italia, cuando ya
    están todos en América.

    En 1971 apareció Extraño oficio
    (Buenos Aires, Losada, 1971), novela por la cual Poletti fue
    nominada para el Premio Nacional de Literatura.

    Atilio Betti escribió La noche
    lombarda
    (Buenos Aires, Plus Ultra, 1984), libro en el que se
    narra el viaje del hijo de un italiano a la tierra de sus
    mayores. "La noche lombarda es el encuentro de un hombre
    con las fuentes
    originarias y es, también, a través de la
    emoción y el lirismo, un documento humano de hondo
    contenido" (14).

    A Italia viaja Atilio Betti en 1967; también lo
    hace el protagonista de su novela, premiado por el Gobierno de la
    península. El personaje vive su premio como una revancha:
    "Mi padre me había negado la educación. Me
    había condenado, por no querer trabajar bajo su mando, en
    su fabrica, a una juventud de lucha. A defenderme a
    puñetazos por las calles y las oficinas, con tal de salir
    con la mía. Y ahora me hallaba allí, en viaje hacia
    Italia, en calidad de
    invitado y futuro huésped de su patria. Libre y solo.
    Solo, sí, pero libre y triunfante".

    Mempo Giardinelli fue distinguido con el Premio
    Rómulo Gallegos en 1993, por Santo Oficio de la Memoria
    (Buenos Aires, Seix Barral, 1991), novela a la que Carlos Fuentes
    se refiere como a una "saga migratoria tan hermosa, tan
    conmovedora, tan importante para estos tiempos de odio, racismo y
    xenofobia".

    La obra cuenta un siglo de historia privada, argentina y
    mundial, desde la llegada a nuestro país de Antonio
    Domeniconelle, su esposa y su primogénito, a fines del
    siglo XIX, quienes emigran porque eran "muy pobres. Muy pobres.
    Más pobres que toda la pobreza que hayas
    visto".

    Relata el hijo mayor, refiriéndose al padre:
    "Llegaron casados, ya. Conmigo. El decidió que Vincenzo y
    Nicola se quedaran allá. Luego los buscaría, dijo.
    No atendió el llanto de Angela. No escuchó las
    razones de nadie. Nunca. (…) El sabía cuanto
    sufría ella por los hijos que dejaron en Italia, pero
    jamás hizo nada por traerlos. Cómo un hombre puede
    ser así, es algo que yo no me explico. Fue terrible, eso".
    Otro personaje relata que el hombre
    también pensaba en i bambini: soñaba que en
    la nueva casa "habría rosas en los
    floreros y comerían bien, tres veces al día, o
    cuatro, con todos los chicos, porque iban a traer a Vincenzo y a
    Nicola de Italia. El país progresaba a pesar de todo, y
    él también", pero murió antes de concretar
    su proyecto.

    Entrevistado por Mona Moncalvillo, Giardinelli habla
    sobre su novela. "Es una novela histórica, sobre la
    inmigración, y a lo largo de varias generaciones viene
    recorriendo los distintos cruces históricos, que son los
    cruces dramáticos de nuestra historia: memoria versus
    olvido, vida-muerte, noche-día,
    pacificación-violencia,
    intolerancia-democracia.
    Hay una serie de dicotomías, es una cosa muy doble, una
    especie de gran esquizofrenia que
    va recorriendo la historia
    argentina. Al mismo tiempo hice una novela en la que quise
    meterme con un montón de temas que para mí
    tenían que ver. Es una discusión sobre la
    literatura argentina, y también quise hacerla ahí
    porque la literatura argentina acompaña y se contrapone
    con la historia. Los epígonos literarios de la Argentina,
    son en general gente que pertenece a élites que
    difícilmente llegan a ser valores
    populares" (15).

    Antonio Dal Masetto es autor de Oscuramente
    fuerte es la vida
    (Buenos Aires, Sudamericana 2003),
    distinguida con el Primer Premio Municipal y el Premio Club de
    los XIII. En el trance de abandonar su tierra, una italiana se
    cuestiona en esa obra: "Hasta último momento, yo
    seguía formulándome preguntas que no encontraban
    respuesta. Teníamos lo que habíamos querido
    siempre: la casa, el terreno, la posibilidad de trabajar.
    Habíamos defendido esas cosas, las habíamos
    mantenido durante esos años difíciles. Ahora,
    cuando aparentemente todo tendía a normalizarse,
    ¿por qué debíamos dejarlas?"

    La tierra incomparable (Buenos Aires,
    Sudamericana, 2003) fue distinguida con el Premio Planeta
    Biblioteca del
    Sur 1994., en la que narra la visita de la emigrante a su pueblo,
    cuarenta años después. En una entrevista,
    aclara quién viajó: "En realidad, fui yo el que
    regresó. Allí se dio algo interesante desde el
    punto de vista del oficio: me propuse contarlo desde la
    visión de Agata y mi esfuerzo fue tratar de ver todo con
    los ojos de ella. Ese cambio de personalidad
    me obligaba a cierto tipo de asombro. Mi mamá -por
    ejemplo- nunca subió a un avión. Al terminar el
    libro se lo mandé, ella tenía entonces 80
    años. Después la llamé por teléfono y al preguntarle si lo
    había leído, me respondió tan sólo:
    Sí, está bien. Hoy tiene 86 años, es
    un personaje obcecado, sin violencia, pero duro como un roble"
    (16) .

    Roberto Raschella hace decir, en Diálogos
    en los patios rojos (Buenos Aires, Paradiso Ediciones, 1994. 202
    pp.), a uno de los personajes: "alguno me recuerda la efigie de
    los paisanos que retornaban al país desde
    América… y nosotros éramos niños… y no
    sabíamos si estaban animados o disperados… y cuál
    era la ambición que los dominaba, hacia atrás,
    hacia delante… de sí mismos, de los otros seres
    queridos… ¿Y qué traían debajo? Una turbia
    enfermedad asemejante a la malaria, una galera vivida… Y
    recogían los dichos sobre sus mujeres, y apenas
    querían oír… Por que no hay humano que soporte
    años de abandono sin covar la venganza que te pone en
    igualdad………. Todo es el poder
    también, ¿comprendes? Es el poder si te hacen
    viajar y estacionarte, sospechar y medir… Un día
    estás aquí en buena compañía… al
    otro día te encuentras distante, isolado… y golpeas y te
    golpean, envueltos todos en boca de tormentos… Y no es un
    hombre, no son hombres que golpean, es una fuerza
    exterminada………. Pero sientes un progreso,, un bien…
    quieres subir, quieres abrazarte a los giros del caso… Y si
    eres vencedor, persigues a los inútiles… a los
    melancólicos… a los pícaros… a las levadoras…
    Persigues, persigues, como un jacobino…".

    En 1998, fue distinguido con el Premio Nacional de
    Literatura, por Si hubiéramos vivido aquí
    (Buenos Aires, Losada, 1999). Reporteado por Pablo Ingberg, el
    escritor afirma: "Hasta pasados los treinta años, me
    dediqué al cine y también a la política. En 1964
    abandoné las dos cosas. Viajé a Italia, el pueblo
    de mis antepasados, y al volver empecé a escribir la que
    fue mi segunda novela. La época anterior y posterior al
    viaje va a ser la base de mi tercera novela" (17).

    María Teresa Andruetto es la autora de
    Stefano (Buenos Aires, Sudamericana, 2001), novela juvenil en la
    que relata la vida de un inmigrante, desde la extrema pobreza que
    vivía en su tierra, hasta que se establece en la Argentina
    y espera la llegada de su primer hijo. Stèfano se despide
    de su madre, viuda y sin màs hijos, quien no quiso
    acompañarlo en la aventura por el nuevo mundo. La partida
    es desgarradora para ambos, no obstante haber sido anunciada con
    años de anticipaciòn por el muchacho.

    "Soy hija de un partisano que llegó desde el
    norte de Italia a la Argentina, en 1948 –escribió-,
    y por una sucesión de circunstancias más o menos
    azarosas, se instaló en un pueblo de la pampa
    húmeda, donde nací, y ahí vivió toda
    su vida. También mi mamá es hija de inmigrantes
    italianos que llegaron al país hacia finales del mil
    ochocientos. El agradecimiento a la tierra de llegada que le
    había permitido trabajar y formar una familia, fue la otra
    cara de la tristeza que le causaba a mi padre el desarraigo. A
    poco de venir, murió su madre y luego otros y otros, hasta
    que cada vez se hizo más fuerte la idea de ya no regresar"
    (18).

    Griselda Gambaro escribió El mar que nos
    trajo
    (Buenos Aires, Norma, 2001) remitiéndose a sus
    vivencias: "La historia familiar relatada en El mar que nos
    trajo
    transcurre alternativamente en Argentina e Italia.
    Comienza en el año 1889 y concluye poco después de
    la Segunda Guerra
    Mundial, en la época del peronismo.

    En la Argentina e Italia pasaron en ese lapso muchas
    cosas. Pero la historia de ambos países sólo es un
    fondo para la novela, aunque a veces determine muertes,
    expulsiones y alejamientos. Sólo recurrí a material
    de investigación histórica para
    corroborar algunas fechas, algunos datos como los que se
    referían, por ejemplo, a las condiciones sociales y
    laborales a fines del siglo XIX y principios del XX. En otro
    orden, me fue muy útil un libro hoy agotado de Edmundo
    D’Amicis que me prestó Leopoldo Brizuela.
    D’Amicis había viajado a Buenos Aires precisamente
    en 1889, fecha en la que por coincidencia comienza la novela, y
    lo había hecho en primera clase, pero, observador sagaz,
    proporciona en su libro En el océano. Viaje a la
    Argentina
    , enriquecedores aportes sobre la vida y la
    navegación de los inmigrantes que viajaban en tercera. En
    lo que respecta a Italia, acudí a mis propios recuerdos de
    los lugares que se mencionan: la isla de Elba, un pueblo de la
    Calabria, Bonifati, y otro innombrado que fue Pizzo, la cuna de
    mi abuelo materno, también en Calabria. Recordaba
    particularmente la isla de Elba, donde sucede el relato cuando se
    traslada a Italia. La había visitado hacía muchos
    años, conocido a los descendientes de Agostino, quienes me
    acompañaron al pueblo bajo cercano a la playa y al alto,
    sobre la cumbre de una colina, a ‘la playa de arena y
    piedras romas’ " (19).

    En la novela, Agostino "Cada atardecer, salvo que el
    tiempo lo impidiera, salía en barca bajo patrón en
    jornadas que, según la pesca,
    concluían al amanecer o al mediodía siguiente. Se
    trabajaba mucho y se ganaba poco. (…) Ellos estarían
    condenados al mismo ritmo de trabajo toda la vida: la pesca, la
    venta a precios viles
    y el ocio destinado al arreglo de las redes".

    Andrés Rivera es el autor de Guido
    (en Rivera, Andrés: Para ellos, el Paraìso y
    otras novelas
    , Buenos Aires, Alfaguara, 2002), protagonizada
    por un italiano a quien se le aplica la Ley de
    Residencia. Reflexiona el inmigrante: "Estoy aquí, en un
    camarote o calabozo, de dos por dos y medio, tirado en una
    roñosa cucheta, vestido, el cigarrillo en la mano, roja la
    brasa del cigarrillo, y sobre mí, encendida, una
    lámpara que ellos rodearon con tiras de metal.
    Idiotas, creen que trasladan a suicidas. Sé quién
    soy. Soy un tipo que llegó, joven, y tan tierno que,
    ahora, hoy, no me reconozco en esa estampa de víctima de
    algún estrago arrasador de la Naturaleza que
    pisa las maderas y piedras del puerto de Buenos
    Aires"."

    Rivera conoció a Guido: "Alrededor de esa mesa se
    sentaban los responsables sindicales del Partido Comunista
    argentino, el más incondicionalmente estalinista de
    América del Sur. Entre ellos estaban Guido Fioravanti,
    Secretario General de la FONC (Federación Nacional de
    Obreros de la Construcción), y mi padre. Guido Fioravanti
    era bajo y flaco. Músculo puro. Una cara pequeña,
    de piel, huesos y una
    barba rubia de dos días. Ojos verdes y furiosos. Manos
    encaladas. Guido Fioravanti bajaba del andamio para atender,
    hasta las primeras horas de la madrugada, sus tareas gremiales. Y
    yo, un chico de diez años o algo así,
    asistía, mudo, a esas citas vehementes, y después,
    cuando ingresaron a mi recuerdo, épicas. Mi madre,
    silenciosa. Repartía sándwiches de milanesa y vasos
    de vino. Aquellos hombres duros y sanos siempre tenían
    hambre" (20).

    Japoneses

    En Flores de un solo día (Buenos Aires,
    Seix Barral, 2002. 336 pp.), Anna Kazumi Stahl evoca a una
    inmigrante que llega a la Argentina: "Se paralizó un
    instante antes de lanzarse al mundo externo: desde chica
    sufría tanto miedo a la calle. Se debía a que,
    japonesa de origen y nacida en 1937, había visto la
    Segunda Guerra
    Mundial hacer su tremenda carrera y terminar en derrota antes
    de cumplir los nueve años de edad. Peores eran sus
    circunstancias, porque a causa de una enfermedad infantil
    había quedado sin habla, con daños en el centro del
    habla del cerebro, y no
    podía entender las explicaciones que le daban la empleada
    doméstica y el coronel mismo, su padre".

    Acerca de la escritora y su obra, expresa Martín
    Kohan: "la riqueza narrativa y la intensidad de los climas que
    logra la novela responden a la manera en que todo eso se potencia con los
    enigmas de un viaje inexplicado, con el dramatismo ajustado de
    una historia que proviene de la Segunda Guerra Mundial,
    con la sutil manera en que se deja ver el pasado en el presente,
    con la complejidad sin rebuscamientos de un personaje como Hanako
    (y su expresividad sin palabras) o como Aimée (oscilando
    entre su deseo de saber y su deseo de no saber qué es lo
    que se aloja exactamente en el pasado de su historia familiar)"
    (21).

    Con Gaijin. La aventura de emigrar a la Argentina
    (Buenos Aires, Alfaguara, 2002.), Maximiliano Matayoshi
    ganó el Premio Primera Novela UNAM-Alfaguara, otorgado por
    el Jurado integrado por Mario Bellatin, Sandra Lorenzano, Jorge
    F. Hernández, Mónica Mansour y Alberto
    Vital.

    En esa obra, relata un adolescente, poco antes de dejar
    Okinawa: "Quiero que vayamos todos juntos, dije. Mamá me
    miró y me tomó de las manos. No podemos ir todos,
    no tenemos el dinero,
    además Yumie es chica para viajar y yo debo quedarme a
    cuidarla. Irás solo. Si tu papá estuviera
    sería diferente, dijo".

    Entrevistado por Flavia Costa, él
    señaló: "—La novela combina dos realidades.
    Es la historia de mi padre en los itinerarios —Hong Kong,
    Singapur, Ciudad del Cabo, Buenos Aires, Mendoza—, pero los
    personajes y sus relaciones son escenas de mi vida. Siempre
    escribo a partir de experiencias reales. (…) Los personajes
    pueden ser inventados, porque son siempre aspectos del propio
    escritor, pero si uno quiere escribir algo intenso, hay que
    respirar el clima, el
    ambiente donde
    ocurrió la historia" (22).

    Polacos

    El libro de los recuerdos (Buenos Aires,
    Sudamericana, 1994), de Ana María Shua, "es la
    novela de una familia argentina, con sus abuelos inmigrantes,
    hijos comerciantes y nietos atorrantes. Una sucesión de
    afectos y de envidias, de nacimientos y de penas, de matrimonios
    públicos y de amores prohibidos. Sin grandes
    escándalos, sin secretos horrendos ni crímenes
    brutales: con la cuota de humor, de fracaso y ternura que
    corresponde al país que, vaya uno a saber por qué,
    eligieron nuestros abuelos o sus padres para sufrir y gozar"
    (23).

    Es el patriarca de esta familia el abuelo que
    esperó escondido que falleciera algún paisano
    más o menos parecido para heredar su identidad, y poder
    así emigrar. "Murió Gedalia Rimetka, medianamente
    joven, de bigotes. Con su documento fue el abuelo al consulado de
    América, la verdadera, la del Norte, y le dijeron que no.
    No lo bastante joven murió Gedalia, no lo bastante joven
    como para pasar por el abuelo. En Polonia siempre hacía
    frío, siempre había nieve.

    Cuando se derretía la nieve, había mucho
    barro. El barro también era frío. El barro de
    Tomachevo cruzó el abuelo, que quería cruzar el
    mar. Y llegó al consulado de esta pobre América.
    Allí, le habían dicho, no se fijan mucho, no
    entienden nada, les da lo mismo. Allí también es
    América, aunque no tanto. Lo que vale es salir de Europa,
    lo que vale es cruzar el mar. Desde una América ya
    será posible llegar a la otra. Y no se fijaron, o no les
    importó, o no entendían nada, y el abuelo pudo
    ponerse en camino para cruzar el mar".

    Rusos

    Mario, el protagonista de Hermana y Sombra
    (Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina, 1977), de Bernardo
    Verbitsky
    , es hijo de inmigrantes rusos. El se refiere a la
    pobreza que los agobiaba: "Dejamos en Bahía Blanca varias
    cuentas impagas,
    pero la que realmente nos preocupaba era la del lechero, (…).
    Teóricamente, le pagábamos mensualmente los cinco
    litros que nos dejaba cada día pero siempre fue tolerante
    para el cobro, aceptando los pretextos con que
    explicábamos nuestra condición de deudores morosos.
    En los últimos meses no pudimos darle un centavo sin que
    él suspendiera el suministro de nuestro principal
    alimento. Nuestra convicción, reafirmada más de una
    vez por mamá, era que a ese pequeño español
    bondadoso debíamos el no haber muerto de hambre, sobre
    todo nuestra hermanita a quien no le faltaron nunca varias
    mamaderas diarias para suplir los pechos casi secos de
    mamá".

    A criterio de Pedro Orgambide, Verbitsky "es, de manera
    bien explícita, el novelista del alud inmigratorio de la
    Argentina, de los inmigrantes y de sus hijos, porque en estos
    prevalece todavía, por imperio de la sangre, la vital
    intimidad de los padres" " (24)

    En Donde sopla la nostalgia (Buenos Aires,
    Grupo Editor
    Latinoamericano, 1985), novela de Mauricio Goldberg, Max
    Gurovitz, su esposa Fany y su hijo David emigran de Polonia
    –donde habían emigrado anteriormente- porque "Otra
    vez los gritos de ‘yid’ atronaban la calle. El viaje
    había sido inútil. Se culpó por haberla
    dejado sola mientras él iba al mercado.
    Aún tenía el uniforme ruso de inválido, si
    no ya estaría hecho pedazos. Para ellos la guerra
    había terminado pero no su odio por los
    judíos".

    Señala Reiner Kornberger: "Tanto el protagonista
    de Donde sopla la nostalgia como también su autor,
    Mauricio Goldberg, adelantan su aliá para prestarle
    servicios a
    una Israel agredida
    por los países árabes en junio de 1967. Los 114
    párrafos de la novela narran alternativamente las
    vivencias del protagonista Mario en Israel desde su llegada hasta
    su retorno a Buenos Aires (capítulos pares) y la historia
    de sus padres en Polonia/Rusia antes de
    la Segunda Guerra Mundial hasta su emigración a la
    Argentina (capítulos impares)" (25).

    Ricardo Feierstein es el autor de La logia del
    umbral (Buenos Aires, Galerna, 2001), novela sobre la
    inmigración judía a lo largo de cien años.
    En ella cuenta el proyecto de cuatro generaciones de una familia,
    que se propone llegar a caballo desde Moisesville, provincia de
    Santa Fe, mediante postas de dos jinetes por vez, con una caja de
    madera de
    cerezo que contiene tierra de la primera colonia judìa en
    la Argentina y ‘una mezuzà, estuche de hueso con un
    trozo de papel escrito con letras hebreas’, hasta la Plaza
    de Mayo, donde la enterraràn bajo la
    Piràmide.

    Cuando el miembro màs joven de este grupo
    està por concretar la iniciativa de su familia y de
    èl mismo, al pasar frente a la AMIA, una terrible
    explosiòn lo "revolea por el aire. Todo se
    vuelve negro –rememora-, el rugido ensordecedor parece
    indicar que, con la oscuridad de un eclipse gigante, ha llegado
    el fin del mundo. En ese instante, cien años de vida
    familiar y comunitaria se atropellan para desfilar ante los ojos
    desorbitados de mi conciencia en
    fuga".

    Entre los personajes se encuentran los fundadores de
    Moisésville. No acompañó la suerte a los
    pioneros. Cuando fueron al campo, pasaron "Días y
    días sin masticar. Los niños enfermaban…". Se
    refiere el escritor a la colonia santafesina a la que se
    trasladaron desde el Hotel. Allí comprobaron que no
    tenían alimento ni dónde guarecerse: "Nada hay
    donde todo debiera estar: ni carpas, ni elementos de labranza, ni
    semillas. Ni siquiera un hombre del lugar, en
    representación del propietario, para entregar esas tierras
    tan laboriosamente adquiridas a través del cónsul
    comercial argentino en París, que actuaba en nombre del
    terrateniente".

    Varios

    Eugenio Juan Zappietro es el autor de la novela
    De aquì hasta el alba
    (Barcelona, Hyspamèrica, 1971), en la que narra lo
    acontecido a colonos, soldados e indios durante la Conquista del
    Desierto, en el año 1879.

    Uno de los inmigrantes, Hubert Leroy, es un cirujano
    belga que ha debido huir de Francia, pues
    durante una intervención quirúrgica dio muerte
    intencionalmente a un ministro asesino: "Decidiò matar a
    Desquerres cuando extirpò las tres cuartas partes de su
    hìgado. (…) Cuando Francia descubriò el crimen,
    Hubert Leroy estaba ya en Amèrica". El flamenco Roger
    Bary, era "mercader en aquella esquina del infierno" y entra en
    tratativas con los indìgenas, aùn a costa de la
    vida de sus hijas, sòlo para salvar el pellejo.
    Bonhomìa y vileza aparecen confrontadas –al igual
    que en Leroy y Bary- en otra dupla de inmigrantes. Son ellos un
    irlandès, que llegò al desierto en 1866, y el socio
    granadino que lo traicionò. En el desierto viven
    tambièn un estadounidense y un portuguès que se
    ofrece como voluntario para defender el fuerte 36 del
    Ejèrcito Nacional Argentino.

    Pedro Orgambide escribió la
    trilogía integrada por El arrabal del mundo,
    Hacer la América y Pura memoria (1984-1985).
    En Hacer la América (Bruguera, 1984) evoca a los
    inmigrantes que llegaban a nuestro puerto, alentados por la
    consigna que da tìtulo a la obra. Españoles,
    italianos, judìos, griegos, son los protagonistas de este
    relato que muestra la faceta
    màs cruda del fenòmeno social que conmoviò
    al paìs al iniciarse el siglo XX.

    La novela narra sucesos acaecidos en las
    postrimerìas del siglo XIX y en los primeros años
    de la centuria siguiente; sin embargo, mediante un recurso de
    ficciòn, el autor avanza en el tiempo hasta la
    dècada del 50. Los vaticinios de uno de los personajes
    permiten al novelista señalar una perspectiva, un desarrollo
    ulterior de los hechos que està describiendo como
    presente.

    "¿Qué es lo que uno cuenta cuando
    está contando? –se pregunta Orgambide- Seguramente,
    algo más que una historia, una anécdota, un hecho,
    una realidad imaginada en algún momento de nuestra vida.
    Lo que uno cuenta, casi siempre tiene que ver con nuestra
    ‘novela Familiar’, con nuestro origen, con nuestra
    identidad, al Fin" (26).

    María Angélica Scotti evoca, en
    Diario de ilusiones y naufragios (Buenos Aires,
    Emecé, 1996), la vida de una inmigrante española,
    desde que viaja con su madre catalana y la pareja de la mujer, un
    italiano que conoce a bordo. "El primer recuerdo que me aparece
    es el viaje", dice la protagonista de la novela que
    mereció el premio Emecé 1995/6, el Primer Premio
    Municipal de Buenos Aires "Eduardo Mallea" l999 y Segundo Premio
    Regional de la Secretaría de Cultura de la Nación.

    . "En verdad, es más lo que me contaron que lo
    que vi con mis propios ojos –continúa. No
    sólo porque era muy pequeña sino también
    porque hice la travesía encerrada en un camarote muy
    especial: viajé oculta bajo las faldas de mamita", porque
    "apenas zarpamos de Barcelona, mamita notó que yo
    tenía el cuerpo y las mejillas repletos de manchuelas
    coloradas. Ella ya había oído decir
    que a los enfermos los obligaban a bajar en el primer puerto, y
    por eso resolvió esconderme".

    …..

    El deseo de dar a conocer la gesta propia o de un
    antepasado, el afán de homenajear o de denostar, motivan
    estas novelas, en las que se refleja un proceso social
    que cambiaría a la Argentina. Son testimonios de un tiempo
    que marcó definitivamente nuestra historia.

    Notas

    1. Onega, Gladys: La inmigraciòn en la literatura
      argentina (1880-1910) (Santa Fe, Universidad
      del Litoral, 1965).
    2. Cárrega, Hemilce: Aspectos del inmigrante en
      la narrativa argentina (Buenos Aires, El Francotirador,
      1997).
    3. González Rouco, María: "Jorge Isaac,
      novelista de la inmigración árabe", en La
      Capital
      , Rosario, 24 de julio de 1988.
    4. S/F: en Báñez, Gabriel: Virgen.
      Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
    5. Meter, Alejandro: "El rol de la ficción en la
      narrativa después de la dictadura",
      en Feierstein, Ricardo y Sadow, Stephen A. (comp.):
      Recreando la cultura judeoargentina/2 Literatura y artes
      plásticas
      Tomo 2. Buenos Aires, AMIA/ Editorial
      Milá, 2004.
    6. González Rouco, María: "María
      Rosa Lojo: la novela como testimonio", en La Capital,
      Rosario, 14 de febrero de 1988.
    7. González Rouco, María: "Rubén
      Benítez; el regreso a la entrañable tierra", en
      El Tiempo, Azul.
    8. S/F: en Vázquez-Rial, Horacio: Frontera
      sur
      . Barcelona, Ediciones B, 1998.
    9. Garzón, Raquel: "Entrevista con María
      Guadalupe Henestrosa Bajo el signo del folletín". (Foto:
      David Fernández), en Clarín, Buenos Aires,
      19 de noviembre de 2002.
    10. S/F: en Weisz, José Martín:
      …mientras los violines tocaban csárdás. Un
      viaje a Hungría
      . Buenos Aires,
      Milá.
    11. Cristoff, María Sonia: "Inglés en
      fuga", en La Nación, Buenos Aires, 19 de
      noviembre de 2000.
    12. Juárez Aldazábal, Carlos: "Entrevista
      Susana Cella, escritora El crítico y la
      creación", en El Tribuno, Salta, 4 de febrero de
      2001.
    13. S/F: en Argerich, Antonio: ¿Inocentes o
      culpables?
      . Hyspamérica.
    14. S/F en Betti, Atilio: La noche lombarda.
      Buenos Aires, Plus Ultra, 1984.
    15. Moncalvillo, Mona: reportaje a Mempo Giardinelli, en
      Humor, 1991. Reproducido en www.literatura.org.
    16. Roca, Agustina (texto),
      Digilio, Rubén (fotos):
      "Antonio Dal Masetto Historia de vida", en La Naciòn
      Revista
      , 12 de julio de 1998.
    17. Ingberg, Pablo: "El amor a los vencidos", en La
      Nación, Buenos Aires, 14 de febrero de 1999.
    18. Andruetto, María Teresa:
      Stéfano. Ilustraciones: Daniel Roldán.
      Buenos Aires, Sudamericana, 2004. (La pluma del
      gato).
    19. Gambaro, Griselda: "Crónica de una familia",
      en Clarín, Buenos Aires, 25 de febrero de
      2001.
    20. Rivera, Andrés: "El hombre que nadie pudo
      comprar", en La Nación, Buenos Aires, 3 de marzo
      de 2002.
    21. Kohan, Martín: "RELATOS La encarnadura de los
      recuerdos", en Clarín, Buenos Aires, 11 de enero
      de 2003
    22. Costa, Flavia: "GAIJIN. De nombre extranjero Un
      relato de viaje, de migración y recuerdo", en
      Clarín, 21 de junio de 2003.
    23. S/F: en Shua, Ana María: El libro de los
      recuerdos
      . Buenos Aires, Sudamericana, 2004.
    24. S/F: en "Bernardo Verbitsky Nagasaki mon amour", en
      Abanico de la Biblioteca Nacional, Mayo de 2005,
      www.abanico.edu.ar.
    25. Kornberger, Reiner: "Construir y reconstruirse: la
      experiencia kibutziana en la literatura judeoargentina", en
      Feierstein, Ricardo y Sadow, Stephen A. (comp.): Recreando
      la cultura judeoargentina/2 Literatura y artes
      plásticas
      Tomo 2. Buenos Aires, AMIA/ Editorial
      Milá, 2004.
    26. Orgambide, Pedro: "La literatura en tiempos de
      intolerancia, identidad y narración", en Feierstein,
      Ricardo y Sadow, Stephen A. (comp.): Recreando la cultura
      judeoargentina/2 Literatura y artes plásticas
      Tomo
      1. Buenos Aires, AMIA/ Editorial Milá, 2004.

    Trabajo enviado por

    María González Rouco

    Lic. en Letras UNBA, Periodista

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