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Operación masacre de Rodolfo Walsh




Enviado por aeropagus2003



    1. Constitución
      formal
    2. Constitución
      conceptual
    3. Constitución
      funcional
    4. Conclusión
    5. Bibliografía
      Consultada

    Introducción:

    La novela
    argentina constituye un producto
    doblemente social. En primera instancia, lo es a partir de las
    condiciones propias del medio que implica la categoría
    literatura, como
    instancia donde interactúan sujetos caracterizados
    genéricamente como escritores, es decir, productores de
    ciertos objetos particulares con arreglo a un requerimiento
    cultural específico, una realidad ficticia, que se
    inscribe en el proceso social
    de intercambio integrado por productores y receptores de un
    mensaje escrito.

    En segundo lugar, es social porque, en su proceso de
    elaboración, se inscriben las marcas del
    su-jeto productor bajo la forma de objetivación de ciertos
    fenómenos o sucesos que constituyen la realidad objetiva
    donde tiene lugar el acto productivo y, en virtud de ello, se
    construyen como manifestación de un sujeto adscrito a un
    modelo
    hermenéutico particular, determinado por su
    posición dentro del medio productivo en que tiene lugar su
    arte.

    Por estas consideraciones, la Literatura
    Argentina constituye un espacio productivo indisolublemente
    vinculado a las condiciones de producción y sus sujetos se inscriben en el
    complejo dialéctico de relaciones en las que se
    manifiestan las posiciones sociales de cada uno de sus
    productores.

    Es decir, el espacio específicamente definido por
    su producción en formato gráfico conforma un medio
    en el que se manifiestan las posiciones políticas
    de sus sujetos por medio de sus interpretaciones de los
    fenómenos y sucesos que constituyen su realidad material y
    social.

    En este sentido, Operación Masacre resulta
    un producto histórico inscripto en una tradición
    que reconoce en Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, el
    antecedente primario de la relación existente entre las
    coyunturas del medio y el proceso de producción textual.
    El mantenimiento
    de la dicotomía sarmientina civilización –
    barbarie circula en la historia de la Literatura
    Argentina, exponiendo un modelo funcional aplicado al texto y que
    opera instrumentalmente en los diversos sujetos productores. De
    estas deducciones es posible establecer que Operación
    Masacre
    retoma la tradición de la escritura
    estética de las condiciones
    políticas de la sociedad
    argentina.

    Dadas las características de la novela y el
    tópico de define su producción, su análisis debe inscribirse dentro de la
    lógica
    particular que rige su desarrollo, la
    dialéctica
    materialista, en la medida en que el objeto da cuenta de un
    suceso histórico reconocido, aunque no explicitado, y un
    proceso indagatorio por el cual se elucida el con-junto de
    fenómenos causales que lo movilizan, a la vez que
    habilitan una instancia valorativa que trasciende al propio texto
    para instalarse en el propio receptor.

    En este sentido, se hace necesario proceder al estudio
    de la constitución formal del objeto, su
    contenido y su función
    respecto del universo social
    donde tiene lugar su emergencia.

    Este trabajo aspira
    a exponer un análisis que esclarezca algunos aspectos de
    la elaboración de la novela y su inserción dentro
    del momento histórico en el que tiene lugar su
    producción, dentro del marco que caracteriza a la novela
    argentina.

    Constitución
    formal:

    El desarrollo de Operación Masacre
    está ligado indefectiblemente a una finalidad concreta:
    establecer un juicio público sobre el accionar de los
    mecanismos represivos de Argentina. En efecto, se entiende por
    tales a los mecanismos culturales comprendidos en la
    producción y operación de justicia y,
    específicamente, a los factores constitutivos del Poder Judicial,
    la policía y los tribunales, instancias comprendidas
    dentro de la articulación del Estado
    republicano como instancias jerarquizadas dentro de un todo
    autónomo y significativo incluido dentro de la
    categoría Poder
    Judicial.

    Esta determinación hace posible que el texto
    disponga de una forma particular de exposición, la cual resulta solidaria de
    las que se desarrollan dentro de la producción discursiva
    propia del ámbito judicial. Efectivamente, la
    organización de Operación Masacre no
    resulta de una necesidad que subordina el tema y la finalidad a
    la forma, sino, al revés, ésta se subordina a la
    finalidad, porque el tópico es un dato conocido, cuya
    existencia es ob-jetivamente probable y subsistente en la memoria
    popular por la cercanía de los hechos ocurridos en los
    basurales de José León Suárez, provincia de
    Buenos Aires,
    el 9 de junio de 1956. Para más precisión, a seis
    meses del inicio de la investigación de Rodolfo Walsh.

    De acuerdo con lo expuesto, el objeto resulta una
    construcción subjetiva cuyo tó-pico
    resulta conocido, aunque no tienen la misma cualidad los
    protagonistas, la mecánica de los hechos y el objeto de los
    mismos. Esta cantidad de incógnitas constituyen los
    objetos de indagación dentro del texto, razón la
    cual, la producción se articula con arreglo a la
    clarificación de los elementos inciertos del
    suceso.

    En este sentido, la textualidad adquiere una forma
    expositiva – argumentativa regida por una lógica
    propia de la narración policial, en la cual R. Walsh ya
    tiene probada maestría.

    Esta cualidad formal se funda en una lógica
    abductiva, es decir, en la aplicación solidaria y
    sequenciada de los mecanismos inferenciales de deducción e inducción. Para ser más
    explícitos, la exposición –
    argumentación posee dos partes: una, en la cual se
    adicionan un conjunto de variables
    constitutivas del objeto, de cuya sumatoria se deduce
    sintéticamente una categoría particular derivada
    del conjunto de elementos que constituyen la
    generalidad.

    A continuación, se generalizan al conjunto de
    fenómenos similares los resultados de la
    deducción.

    En esta mecánica radica la organización del texto de Walsh, donde se
    recrean las condiciones en las que tiene lugar el suceso que se
    pretende explicar, a la luz de las
    investigaciones del autor, periodista y fiscal que
    asume la enunciación del texto.

    Para que se cumpla esta disposición, se debe
    organizar el objeto partiendo de las condiciones en las que tiene
    lugar la emergencia del fenómeno de la supervivencia de
    uno de los fusilados aquel 9 de junio. Este fenómeno es el
    que desencadena la investigación y puesta en evidencia de
    la que da cuenta el texto y se ubica en el Prologo, donde
    relatará las condiciones en las cuales se desarrolla la
    vida del investigador y la sociedad en la que desarrolla su
    existencia, así como los primeros pasos de su
    investigación.

    Como puede verse, el desarrollo de la pesquisa ni el
    arribo a la argu-mentación final no resultan por
    generación espontánea, sino que se desarrollan a
    partir de un hecho que se erige como problemático, la
    existencia de un sobreviviente, porque resulta una
    paradoja dentro de la narración histórica
    oficial, dónde no sólo se elide el tratamiento del
    tema, sino que también se niega la existencia de sujetos
    que hayan superado la pena.

    En su condición paradójica radica la
    cualidad del hecho que motiva la investigación, que, en
    principio, será asumida por un periodista que, con el
    correr de la pesquisa, irá mutando de condición
    para constituirse finalmente en fiscal respecto al accionar de
    los mecanismos del Poder
    Legislativo.

    A partir de la enunciación del medio en que se
    producen los sucesos históricos y la emergencia de la
    paradoja, se abre una nueva instancia dentro del cuerpo general
    del enunciado. Si en la primera parte expone las condiciones en
    las que tiene lugar la génesis de la investigación,
    en esta parte, la voz de un narrador que da cuenta del presente
    de enunciación asume las características de un
    fiscal que organiza la exposición de las víctimas,
    los hechos que dan origen a un juicio y los hechos que prueban la
    existencia objetiva de un crimen y de una organización que
    lo ejecuta y encubre.

    En el apartado Los personajes, el narrador fiscal
    da cuenta de las cualidades investigativas que rige el trabajo
    que, en principio, ha desarrollado el periodista partiendo de la
    primicia de un sobreviviente. La exposición resulta la
    construcción de las biografías de los
    fusilados, en la que queda expuesta la cualidad general del
    grupo: todos
    corresponden a obreros del conurbano bonaerense.

    Tales biografías se constituyen en mecanismos por
    medio de los cuales se da cuenta de la improbable
    vinculación con el alzamiento del general Juan José
    Valle, aquel 6 de junio. Pero, también conlleva otra
    intención: la construcción de las víctimas
    como sujetos de conocimientos. En efecto, el silencio que
    envuelve a los sucesos históricos funciona como una
    mordaza que impide la emergencia de otras voces que se le
    contrapongan.

    La emergencia de los sobrevivientes, a través de
    su producción significativa, pone en evidencia que
    "…el testimonio es la producción de un sujeto, un
    ejercicio retórico que exige la presencia de otros sujetos
    y sus modos de percepción, con los cuales interactuar en
    una campo jurídico donde la Verdad es el objeto
    contencioso, cuya posesión alberga una posible capacidad
    legitimadora de un tipo particular de articulación
    social…" De este modo, la escritura de R. Walsh pone en
    evidencia un individuo
    investido de conocimiento,
    es decir, un nuevo sujeto, cuya verdad habrá de
    constituirse en una "verdad otra" sobre los hechos
    históricos, contrapuesta a la que oficialmente se
    da.

    Los hechos dan cuenta de las acciones que
    se desarrollan el 6 de junio de 1956 y, en su desarrollo, se
    articula de manera paralela la secuencia que corresponde al
    crimen con las condiciones históricas del levantamiento de
    Valle. Es decir, lo que sucede entre quienes se habían
    reunido para escuchar la pelea, y lo que ocurre, al mismo
    tiempo, en los
    altos mandos, anunciado desde la
    radio.

    El proceso de verosimilización alcanza un alto
    grado por el desplazamiento de la voz desde el narrador a la voz
    de la radio, en la
    manipulación de la verdad. En Campo de mayo, el
    levantamiento ocurre a las 21.30; la pelea de Lausse termina a
    las 23 y la radio no trasmite todavía ninguna noticia.
    Mientras tanto la policía cree que en ese departamento la
    gente está conectada con el general Tanco, supuesto
    ideólogo de la causa de Valle, razón por la cual ha
    enviado dos inspectores hasta la casa de Torres.

    Sigue el relato minucioso de los hechos de la masacre,
    de los tiros de gracia. Relata las condiciones de los que se
    salvaron, de los que murieron y cómo. El investigador se
    dedica a seguir los hechos relatados por el sobreviviente
    Livraga, ya que los otros que sobrevivieron están alojados
    en Embajadas, o están locos. La odisea del
    sobreviviente se reconstruye no sólo por su testimonio,
    sino también por la documentación que obra en su poder y que
    puede ser constatada en los registros de las
    instituciones
    a las que recala, luego de haber sido sometido al
    fusilamiento.

    La evidencia constituye un conjunto de maniobras
    que tienden a cristalizar en "la verdad" de los sucesos, por
    medio de la acumulación de argumentos constitutivos del
    Expediente Livraga y de algunos otras víctimas,
    poniendo en evidencia las maniobras incoherentes que escamotean
    las causales y los ejecutores del crimen, tal como lo escribe
    Walsh: "Pero lo que a mi juicio simboliza mejor que nada la
    irresponsabilidad, la ceguera, el oprobio de la Operación
    Masacre es un pedacito de papel.

    Un rectángulo de papel oficial de 25 cms de alto
    por 15 de ancho. Tiene fecha varios meses posteriores al 9 de
    junio de 1956 y está expedido, después del
    trámite previo en todas las policías provinciales,
    incluso la bonaerense, a nombre de Miguel Angel Giunta, el
    fusilado sobreviviente.

    Sobre el fondo de un escudo celeste y blanco, constan su
    nombre y el número de su cédula de identidad.
    Arriba dice: República Argentina–Ministerio del
    Interior–Policía Federal. Y luego, en letras
    más grandes, cuatro palabras: ‘Certificado de Buena
    Conducta’…"

    En esta instancia, la acumulación opera sobre el
    juicio del lector, porque las sucesión de elementos
    probatorios llevan a que la valoración torne negativa
    respecto del accionar de los medios de la
    justicia, tal como lo expresa Walsh en el Epílogo:
    "Se trataba de presentar a la Revolución
    Libertadora y sus herederos hasta hoy, el caso límite de
    una atrocidad injustificada, y preguntarles si la
    reconocían como suya, o si expresamente la desautorizaban.
    La desautorización no podía revestir otras formas
    que el castigo de los culpables y la reparación moral y
    material de sus víctimas.

    Tres ediciones de este libro,
    alrededor de cuarenta artículos publicados, un proyecto
    presentado al Congreso e innumerables alternativas menores, han
    servido durante do-ce años para plantear esa pregunta a
    cinco gobiernos sucesivos. La respuesta fue siempre el silencio.
    La clase que esos
    gobiernos representan se solidariza con aquel asesinato, lo
    acepta como hechura suya y no lo castiga simplemente porque no
    está dispuesta a castigarse a sí misma."

    Constitución conceptual:

    La organización textual pone en evidencia los
    condicionantes causales que sostienen el tipo particular que
    define al texto respecto de otros. Efectivamente, si el enunciado
    de Operación Masacre operara solamente con
    relación a los hechos históricos, los aspectos se
    circunscribirían a los concernientes a la justicia,
    dejando de lado los aspectos políticos contenidos en las
    acciones involucradas en los fusilamientos, así como en
    las de silenciamiento que se exponen a lo largo del
    texto.

    En el complejo implicado en la escritura se definen dos
    campos solidariamente vinculados: uno, que se define como
    urdimbre y que corresponde a lo evidente, es decir, a lo
    que se accede en la superficie textual; y, otro, que soporta la
    construcción superficial y que da cuenta de los elementos
    que comprometen la coherencia, la trama.

    De esta manera es que la organización del texto
    expone la acumulación de elementos que se sostienen sobre
    la base de organizadores textuales. En el caso de
    Operación Masacre, la trama argumen-tativa
    determina la forma expositiva en la que se organiza el texto,
    donde la forma se subordina al contenido y ambos a la
    función.

    De acuerdo con ello, el texto de Rodolfo Walsh se define
    por una exposición fundada en una intención
    argumentativa, donde, alternativamente, da paso a la
    multiplicidad de voces y documentos con el
    objeto de crear un efecto de veracidad respecto a un objetivo
    político, la cristalización de un juicio al Poder
    Legislativo.

    Cada uno de los pasos expositivos está destinado
    a convencer al lector que, en el concierto general de la
    relación social establecida entre el narrador –
    fiscal y el lector – jurado, opera por una
    acumulación de datos, de cuya
    sumatoria extrae una deducción, un fallo respecto de las
    operaciones de
    ejecución y encubrimiento realizados por los componentes
    del poder judicial respecto del crimen colectivo de José
    León Suárez.

    En ese sentido, los conceptos de Eduardo Véliz
    alcanzan funcionalidad analítica, particularmente en lo
    que respecta no sólo en los hechos narrados por las
    víctimas, sino en la construcción de una verdad que
    da cuenta de otras interpretaciones y que, por ello, pone en
    evidencia el carácter político que entraña
    el texto de Walsh.

    El sujeto que enuncia no posee las
    características de quien, simplemente, se ubica en el
    plano de la exposición periodística de un hecho
    histórico, sino de alguien que, conforme se desarrolla la
    investigación, va sufriendo una transmutación cuyo
    resultado final se manifiesta en la función denunciante
    que define el sentido de la escritura.

    De este modo, el texto abandona el sentido de la novela
    policial, más no su lógica deductiva, porque la
    valoración de los hechos presentados no se resuelve dentro
    de texto mismo, sino que lo trasciende para realizarse con la
    participación del lector, objetivo estratégico de
    la escritura walshiana. Según estos criterios, la red conceptual del texto se
    define por su función estratégica respecto a las
    condiciones en las que tiene su emergencia, es decir, con
    relación a las relaciones sociales que entablan los
    sujetos implicados en el espacio social reconocido como
    "literatura", dentro del cual se definen posiciones de acuerdo a
    la ubicación de cada uno con relación al proceso
    productivo implicado en el mismo.

    Por ello mismo, la producción de Walsh y su
    condición de fiscal definen una adscripción social
    específica con relación a otras, cuyas producciones
    soslayan hechos como los expuestos en su texto.

    La red conceptual se organiza en torno a elementos
    básicos: legitimación de los sujetos testimoniantes,
    recreación de los hechos históricos,
    acumulación de factores causales, los cuales definen el
    sentido jurídico de la totalidad del enunciado por medio
    de dos aspectos: uno, destinado a relatar los sucesos, y en el
    que se encuentra implicada la objetividad en la exposición
    de los hechos; y, otro, orientado a persuadir mediante la
    demostración del régimen causal que moviliza la
    realización de la masacre.

    De este modo, Los hechos resulta la
    exposición del objeto criminal, mientras La
    evidencia
    y Los Personajes conforman medidas
    tácticas apuntadas a persuadir. Como puede verse, la
    legitimación de los testimoniantes y la acumulación
    de factores causales dan cuenta de la victimización de un
    sujeto social constitutivo de un statu quo dado, dentro
    del cual poseen ciertos derechos legítimos
    derivados del contrato social
    del cual es parte; mientras que la recreación de los
    hechos históricos pone en evidencia la violación de
    tales derechos por parte de la entidad supraindividual –
    el
    Estado– encargada de preservarlos.

    En este sentido, la función valorativa asignada
    al lector pone en evidencia la presencia de un modelo
    jurídico ajeno al argentino, el common law, es
    decir, el derecho común practicado por los países
    angloparlantes, donde el fallo judicial recae en la comunidad
    representada en el jurado, poniendo en evidencia no sólo
    la parcialidad social del accionar jurídico argentino,
    sino también la impertinencia del mismo para garantizar
    objetivamente justicia sobre ciertos actos en los que se halla
    implicado el Estado.

    Constitución funcional:

    De lo expresado, se deduce la función que
    comporta el texto: acusar a un sujeto determinado, el Estado y su
    accionar terrorista. En este sentido, resulta solidario de las
    condiciones históricas en las que tiene lugar su
    elaboración y emergencia. La publicación de la
    primera edición
    en el
    periódico Mayoría, vinculado a actividad
    sindical, pone en evidencia el valor de uso
    que adquiere Operación Masacre en la coyuntura
    histórica argentina.

    La aparición del texto de R. Walsh marca la
    emergencia de un quiebre en el espacio social de la literatura,
    aun cuando falta un tiempo considerable para su
    adscripción al peronismo
    revolucionario, y pone en evidencia las maniobras que definen las
    adscripciones que se producen dentro del medio social implicado
    en la literatura y la correspondiente contracción de este
    espacio social respecto de lo hechos narrados.

    Esta certeza moviliza la escritura walshania como un
    objeto particular que se resiste al régimen de
    catalogaciones del mercado literario
    por medio de la subordinación de la estética a la
    finalidad, de lo que se deriva el uso de la forma literaria
    burguesa por excelencia, la novela, para apelar a un sujeto
    social concreto, en
    cuya formación cultural el comic y la historieta
    constituían las formas básicas por donde se
    manifestaba la narración novelesca, en un proceso de
    enjuiciamiento socialmente determi-nado.

    Esta utilización particular de la forma define a
    la novela como un objeto decadente dentro de su situación
    en el campo social de la literatura y habilita su
    definición como elemento referido a una posición
    social específica, destinada a desvelar las condiciones
    operativas por las que se expresa el aspecto funcional del
    terrorismo de
    Estado, respecto del mantenimiento de un statu quo. "La
    novela era, para Walsh, algo así como la
    representación de los hechos. ‘Yo prefiero su simple
    presentación… Eso quiere decir que la novela es lo
    difícil de decir, lo que se resiste a ser dicho? Lo que me
    compromete más a fondo? Otra variante que he pensado es
    que la novela es la última forma del arte burgués,
    y por eso ya no me satisface.’"

    Más que apartarse de la literatura, Walsh parece
    alejarse de las formas legitimadas de su interpretación, ya sea entendidas como
    discurso
    oficial, prensa
    orgánica o dogma literario. El autor abandona
    sistemática y paulatinamente los espacios comunes para
    explorar lo que está negado y oculto. Su prosa avanza
    sobre lo elidido.

    Si el problema es cómo contar la realidad, todas
    las formas existentes adolecen de lo mismo: son objetos de
    lectura que
    sólo pueden capturar aquello previsto con anterioridad,
    dentro de la forma y la tópica legítima.

    Las agencias de noticias, los
    medios organizados, los grandes diarios y revistas, el género
    ficcional ya no pueden informar, ya no pueden dar cuenta de las
    cosas porque están precisamente determinados por las
    condiciones objetivas y subjetivas a las que responden en cuanto
    mecanismos socialmente definidos; en ese marco, el texto de R.
    Walsh no sólo pone en evidencia la función del
    Estado dentro de una coyuntura histórica, sino
    también pone los mecanismos de solidaridad y
    coerción social tanto material, como simbólica, en
    la que el lugar común funciona como un a priori que
    garantiza una autorización relativa.

    Por lo que, si el material de trabajo es lo oculto y
    negado, lo que hay que desentrañar, mal puede dar cuenta
    de él un sistema ya
    establecido, que opera funcionalmente respecto de los sujetos
    involucrados en la cosa negada y, por lo tanto, su propio
    actividad conforma el objeto de la
    investigación.

    Por lo mismo, la novela, como género, no es nada
    más que una forma y un contenido que no expresa más
    que la imagen velada de
    un sujeto social que se manifiesta por la negación de su
    autoría intelectual de los hechos narrados.

    En Operación Masacre, el testimonio de las
    víctimas, los documentos, organizados tópica y
    cronológicamente, la reconstrucción deductiva de
    los hechos se articulan en torno a la ficción de verdad y,
    mediante su encadenamiento, bloquean la manipulación
    conspirativa en torno a la posesión legítima de
    la verdad.

    La búsqueda sistemática de los detalles
    escondidos y la lógica que los vincula en el relato, son
    los que esquivarán, por azarosos, cualquier ordenamiento
    apriorístico, de acuerdo a un canon.

    La forma y el contenido aparecen subordinados a la
    función socialmente significativa que el autor le asigna a
    su obra no sólo con relación a los hechos
    históricos tratados, sino a
    la totalidad sistémica involucrada en las maniobras de
    ocultamiento.

    Laura Martín define que "… en momentos no
    democráticos, el poder político como campo externo
    al campo intelectual, infiere en él imponiendo lo
    aceptable y lo no, lo que se puede y no se puede decir.
    Fundamentalmente, el periodismo es
    esencial para la reproducción y la legitimación de la
    realidad social, realidad que viene dada desde la clase
    hegemónica, clase que detenta el poder político y
    económico, y que en años dictatoriales su poder ha
    sido sostenido gracias a tener el monopolio de
    la fuerza
    física y
    simbólica. El uso que ha hecho el poder del periodismo es
    funcional para crear una cultura
    hegemónica. Las formas que adquirió el periodismo
    en esas épocas han sido, desde ya, diversas, y la fuerza
    del periodista depende del lugar que ocupe dentro del campo
    periodístico, pero también del contexto
    histórico en el que se plantee."

    De conformidad con esto, la verdad es, en
    Operación Masacre, lo que se construye en la
    pluralidad de voces que constituyen el murmullo de los que no
    tienen me-dios para expresarla. Al extraer la verdad de lo que
    pasó aquel 9 de junio de 1956, Walsh interviene la
    realidad y reescribe la historia de todo un pueblo, de una
    época y de una posición política.

    Estas afirmaciones definen la posición que el
    sujeto escritor asume tanto respecto de la las condiciones
    históricas en las que tiene lugar la producción
    literaria, como de los objetos elaborados con relación a
    la función de la social de la novela.

    En una entrevista
    posterior, R. Walsh afirmaba: "Mi relación con la
    literatura se da en dos etapas: de sobrevaloración y
    mitificación hasta 1967, cuando ya tengo publicados dos
    libros de
    cuentos y
    empezada una novela; de desvalorización y paulatino
    rechazo a partir de 1968, cuando la tarea política se
    vuelve una alternativa… La desvalorización de la
    literatura tenía elementos sumamente positivos: no era
    posible seguir escribiendo obras altamente refinadas que
    únicamente podía consumir la intelligentzia
    burguesa, cuando el país empezaba a sacudirse por todas
    partes".

    Una vez acuñada esa visión de la
    literatura, la elección de Walsh fue volcarse al
    periodismo como arma de conocimiento y combate."

    Conclusión:

    El análisis de la
    obra ha permitido comprobar la hipótesis que moviliza este trabajo.
    Más allá de ello, también pone en
    evidencia por la escritura la intrincada red de
    silencios y omisiones que entraña la producción de
    ciertos espacios de la producción cultural.

    El cambio de
    posicionamientos que se observa en el texto da cuenta no
    sólo de una mutación expositiva propiciada por la
    propia lógica de la elaboración textual, sino
    también la del propio sujeto que, conforme se va
    desarrollando el relato, va asumiendo posiciones que lo alejan de
    la tradicional investidura del periodista para posicionarlo como
    fiscal dentro de un juicio colectivo de las acciones del
    terrorismo de Estado.

    La palabra asume una expresión por la que se
    objetiva el universo
    silenciado de los sectores sociales sometidos por el terror de la
    "revolución libertadora", como factor victimizado dentro
    de las relaciones hegemónicas que se desarrollan en el
    país.

    Bibliografía
    Consultada:

    Lafforgue, Jorge. Textos de y sobre Rodolfo
    Walsh.
    Alianza Edit. Buenos Aires, 2000.

    Marafioti, R.; Zamudio de Molina, Berta; y Duarte
    Patricia. Temas de Argumentación
    . Biblos. Buenos
    Aires, 1997.

    Varios. Colección Nuestro Siglo N°
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    . Hyspamérica, Buenos Aires, 1990.

    Véliz, Eduardo. Discurso y memoria en
    testimonios de la década del ’70
    . Biblioteca de la
    FFYL- UNT. S.M. de Tucumán, 2001.

    Walsh, Rodolfo. Prologo. Operación Masacre
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    ——————- Operación Masacre.
    Edic. de la Flor. Buenos Aires, 1994.

    ——————— ¿Quién
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    Edic. de la Flor. Buenos Aires,
    2003.

    ——————— Caso Satanowsky. Edic. de
    la Flor. Buenos Aires, 2004.

    ——————— Ese hombre y otros
    papeles.
    Edic. de Daniel Link. Seix Barral. Buenos Aires,
    2003.

    Hemerografía Consultada:

    Revista V de Vian. Suplemento Diario
    Página 12. 14/05/05

    Revista Alternativa. N° 124. Bogotá,
    1974.

    Páginas web
    Consultadas:

    http://www.tardonato.com.ar

    http://www.nativo.com

    http://www.literatura.org

    http://www.diariomardeajo.com.ar

    http://www.rodolfowalsh.free.fr

    http://www.caimanbarbudo.cu

    http://www.nuncamas.org

    http://www.etcetera.com.mx

    http:// www.elhistoriador.com.ar

    http://www.pagina12web.com.ar

    http://www.perio.unlp.edu.ar

    http://www.cinenacional.com.

    http://www.artnovela.com.ar

    http://www.clarin.com

    http://www.todoeshistoria.com.ar

    Eduardo Daniel

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