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La representación popular – El peronismo (1945 – 1955)




Enviado por aeropagus2003



    1. Definiciones
    2. La representatividad y el
      peronismo
    3. Conclusiones
    4. Bibliografía
      consultada

    Introducción:

    Los últimos cincuenta años de la vida
    política
    de Argentina no pueden ser abordados si se soslaya el
    fenómeno social conocido como peronismo, cuya
    irrupción en la vida política, en la década
    del ’40, marca el
    advenimiento de las masas populares como factor decisivo y una
    nueva fase en el desarrollo del
    capitalismo
    nacional. Por lo mismo, la emergencia del peronismo conforma un
    fenómeno complejo que obliga a la reconsideración
    de la categoría "representatividad", en la medida en que
    su presencia material y simbólica desarticula las
    postulaciones tradicionales, en vigencia hasta la crisis
    económica y social que propiciaron factores externos e
    internos.

    En efecto, el carácter problemático que aporta
    este nuevo sujeto social pone en evidencia el carácter
    exclusivo de la democracia
    argentina desde la creación del estadonación
    hasta la crisis mundial suscitada por las contradicciones del
    sistema
    capitalista global y la afectación de los factores
    constitutivos de la división internacional del trabajo.

    El carácter liberal dependiente de la economía
    argentina y conservador de su política constituyen
    factores decisivos para el desarrollo histórico implica-do
    en la aparición del peronismo como sujeto social,
    constituido principalmente por el proletariado industrial y rural
    de la Argentina. De acuerdo con ello, el advenimiento de este
    sujeto pone en evidencia el colapso de un modelo
    interpretativo ostentado por la burguesía terrateniente y
    comercial, alineadas respecto del comercio
    unilateral con el Imperio Británico.

    En la medida en que el peronismo es un sujeto
    históricamente determinado, en su emergencia cristalizan
    diversas aspiraciones populares, cuyas luchas jalonan el final
    del siglo XIX y las cuatro primeras décadas del siglo XX,
    pero no como una corriente mística, sino como
    expresión política en tránsito de organización, al margen de la lógica
    tradicional con la que en ese entonces –y hasta hoy–
    se procedió a objetivar la cosa.

    Si estas apreciaciones se aceptan, la presencia de este
    sujeto desplaza el significado tradicional de
    "representación popular" desde la interpretación exclusiva tradicional hacia
    una nueva dimensión, donde se engloba a la totalidad de la
    población como sociedad plena
    de derecho.

    La enunciación de esta hipótesis impone, para este trabajo, la
    aplicación de un modelo deductivo basado en el materialismo
    histórico, cuyo desarrollo habrá de partir
    desde la definición operativa de la categoría
    "representación popular", o simplemente
    "representación", en tanto y en cuanto la misma es
    inherente a la praxis
    democrática occidental, y su aplicación dentro del
    proceso de
    formación del peronismo y de la cristalización de
    su expresión política, el "justicialismo", dentro
    del periodo 1945 – 1955, exponiendo el proceso
    dialéctico de su génesis y desarrollo.

    Este trabajo aspira a elucidar algunos aspectos del
    fenómeno en el periodo citado, para posibilitar una
    compresión más acabada de la representatividad,
    como elemento constitutivo de las prácticas
    democráticas.

    Definiciones:

    La representatividad es fenómeno inherente a la
    práctica democrática, en tanto define la
    participación de un sujeto social en el concurso de un
    proceso. Por ello mismo, resulta de naturaleza
    material y social, y expresa la composición de un conjunto
    humano en una instancia dada. Esto es, no deriva ex
    nihilo
    , sino de una condición específica que
    define la cualidad de cada individuo
    respecto de los demás, dentro de una praxis material
    concreta, como es la inherente a la subsistencia.

    De acuerdo con lo manifestado, los grados de desarrollo
    que alcanza cada individuo, en función de
    las condiciones objetivas, va dando lugar a una
    ubicación dentro de un esquema productivo y, de la
    importancia que adquiere su práctica, se va definiendo el
    status que ostenta con relación a los demás
    miembros del grupo.

    Tales apreciaciones constituyen una explicación
    del modelo histórico de referencia de la democracia
    actual, surgida a partir del advenimiento de la burguesía
    como factor económico y político dominante: la
    democracia censitaria ateniense.

    Efectivamente, este modelo preveía la
    "participación popular" en las decisiones políticas,
    pero, en Grecia, el
    adjetivo era exclusivo para lo habitantes de la polis, es decir,
    para los hombres nacidos libres y de hombres libres. Con la
    revolución
    francesa y su consigna "libertad,
    igualdad y
    fraternidad", la burguesía se asoció
    coyunturalmente al Tercer Estado para tomar el poder, pero,
    una vez obtenido el objetivo, esta
    parte del pueblo fue desafectada del ejercicio efectivo del
    gobierno de la
    cosa pública.

    Como puede verse, la categoría "representatividad
    popular" posee un centro problemático en el adjetivo, ya
    que la noción implicada depende del sujeto que la enuncie
    y cuál es el sujeto o la formación social a la cual
    se asigna tal calificación.

    En el fondo de la democracia francesa subsiste la
    censitaria ateniense, ya que, en ambos casos, una masa importante
    de sujetos queda desplazada en las decisiones que afectan al
    conjunto, aunque la salvedad francesa viene dada por la
    aparición del sujeto, como consecuencia de la
    desaparición del siervo de la gleba, en tanto portador de
    mercancía-trabajo susceptible de ser enajenada, portador
    de su "propia industria" y,
    en virtud de ello, asequible como "persona
    jurídica".

    Representar implica asumir relativamente el conjunto de
    intereses inherentes a otro sujeto singular o colectivo. Por lo
    mismo, conlleva una participación contingente de
    caracteres que se definen de acuerdo a las condiciones objetivas
    en las que tiene lugar su existencia.

    La representación comporta un doble acto: por un
    lado, el reconocimiento del sujeto por otro individual o
    colectivo como partícipe directo o asociado de su
    condición; por el otro, la asunción veraz o
    ficticia de tales condiciones de existencia y los intereses
    derivados de ésta por el sujeto individual en el acto
    representativo.

    De lo manifestado se derivan dos aspectos:
    coparticipación relativa y asunción
    relativa
    . La primera comporta grados de proximidad
    determinados por la ubicación dinámica de los sujetos en un esquema
    productivo capitalista. De ello se deduce que la
    asociación estratégica entre miembros de la propia
    o distinta clase social,
    como proceso de acumulación de fuerzas, resulta una
    consecuencia del orden hegemónico determinado por las
    condiciones históricas en las cuales tiene lugar (vg. La
    formación social denominada radical, es el
    resultado de la unión de la pequeña y mediana
    burguesía urbana, confrontada a otra formación
    caracterizada como conservadora).

    Finalmente, la segunda es función de los objetivos de
    la asociación implicada en el acto representativo, cuando
    el representante no constituye miembro de la clase o, cuando
    siendo parte del sector asociado, asume características
    del sector confrontado (vg. En el primer caso, Juan Domingo
    Perón
    es un oficial del Ejército Argentino,
    históricamente derivado de las políticas trazadas
    por la oligarquía terrateniente, adherente a la variante
    política burguesa conocida como corporativismo; el
    segundo caso lo constituye la dirigencia sindical, en cuya
    evolución subjetiva se producen migraciones
    desde un proletariado original a una condición burguesa
    final)

    Estas explicaciones ubican la representatividad dentro
    del campo material y social de relaciones determinadas por la
    dinámica del un entorno productivo dado, en el cual los
    sujetos se reconocen entre sí, definidos cualitativamente
    a partir de una localización específica, y
    reconocen las condiciones que los definen como pares formantes de
    un contexto, que se relaciona con otros similares dentro de tal
    entorno. Esta preexistencia relativamente orgánica o en
    vías de organización es el statu quo que
    opera en la definición de los sujetos
    contractuales.

    Un contrato social,
    como fórmula garante de la constitución de un Estado, se articula a
    partir de la ficción de persona, nombre genérico
    que surge de la condición de sujeto que, a la vez, deriva
    de su ubicación dentro de un esquema productivo dado, es
    decir, de un modo productivo y social cristalizado o en proceso
    de consolidación, en la que cada una de las partes ya
    tiene un definición especificada a partir de un rol dentro
    de tal esquema.

    El acto de representar marca la existencia objetiva de
    un sujeto individual o colectivo en el concurso contractual,
    expresado en la persona material y jurídica de un
    individuo singular o corporativo que asume relativamente una
    coparticipación de los intereses "legítimos" del
    sujeto-persona contratante. En virtud de ello, la
    categoría representatividad define un proceso social
    contingente, una variable determinada por las condiciones
    objetivas de la praxis histórica y, consecuentemente,
    articulada en función de los intereses subjetivos
    implicados en tales condiciones.

    La
    representatividad y el peronismo:

    Por la Constitución de 1853, surgida luego del
    triunfo unitario de la batalla de Caseros (2 de febrero de 1852),
    se plasman los fundamentos del Estado-nación
    y en ella adquiere objetivación la hegemonía de una
    formación social, expresada económicamente por su
    adhesión al liberalismo
    económico, con relaciones comerciales exclusivas con el
    Imperio

    Británico, y el modelo político de
    país republicano, representativo y federal. El problema de
    la representatividad no se centra en el marco
    teórico implicado en la Constitución, sino en
    la práctica, en la medida en que la colusión de
    intereses entrañados en los fundamentos hacía lugar
    a una participación determinada por las
    características de un modelo económico moderno,
    cuya base es-taba dada por la explotación de recursos
    naturales renovables, como el ganado vacuno salvaje de las
    pampas argentinas, en primera instancia, y el ovino y la agricultura
    posteriormente a la Campaña del Desierto.

    Esta conformación económica
    consolidó un sujeto económico específico,
    fundado en su capacidad para apropiarse de grandes extensiones
    territoriales, y, consecuentemente, le otorgó la
    dominación política inmediata. La inmigración provocó el crecimiento
    demográfico urbano y facilitó el desa-rollo de una
    mediana burguesía comercial, a la par que se sumó
    al incipiente proceso de industrialización de los
    derivados vacunos, motorizado por los intereses
    británicos.

    Esta doble presencia, la burguesía comercial y el
    primitivo proletariado industrial, da cuenta del salto
    cualitativo que experimenta el capitalismo tardío
    argentino, en tanto y en cuanto su desarrollo va produciendo la
    emergencia de nuevos sujetos colectivos que, con su concurso en
    el aparato productivo, van cristalizando formas de
    organización política a partir de modelos
    importados con la inmigración. La heterogeneidad social,
    que comienza a definirse, se inscribe en la lógica del
    capitalismo dependiente y la articulación contingente de
    sus componentes pone en evidencia a dos corrientes
    básicas: el conservadurismo, propio de los sectores
    tradicionales ligados al comercio británico; y el
    reformismo, característico de la burguesía
    comercial urbana que se inclina hacia un capitalismo nacional,
    aunque no desprendido del comercio mundial.

    Como fenómeno colateral necesario se erige la
    variante revolucio-naria, postulada por anarquistas y
    algunos socialistas, a tenor de los hechos históricos que
    afectan al mundo.

    El advenimiento del gobierno de Hipólito
    Irigoyen, primera administración surgida a partir de la
    Ley
    Sáenz Peña en 1916, marcó la
    consagración de la burguesía urbana y del
    reformismo expresado por la Unión Cívica Radical,
    inaugurando un gobierno caracterizado por un sesgo populista que
    cristalizó una representatividad inestable, en la medida
    en que su génesis burguesa urbana imposibilitó la
    asimilación del proletariado industrial y
    rural.

    En sus primeros tiempos, el gobierno concentró
    las expectativas del proletariado y la pequeña
    burguesía, opositores de la conducción
    oligárquica. Sin embargo, las condiciones objetivas
    internacionales y nacionales imposibilitaron el desarrollo de las
    políticas diseñadas por el gobierno, en la medida
    en que la oligarquía aún conservaba una cuota
    importante de poder y el radicalismo no acertaba en canalizar las
    aspiraciones populares, que ya acumulaban una importante
    tradición de lucha.

    La imposibilidad radical se hizo patente en la serie de
    conflictos
    laborales que caracterizaron a su gobierno, y su
    representatividad quedó circunscrita a la mediana
    burguesía, integrada por comerciantes, agricultores
    menores y profesionales, en proceso de constitución como
    clase media.

    Esta sucinta descripción pone de manifiesto los aspectos
    de coparticipación relativa y asunción
    relativa
    , en la medida en que la UCR se constituyó en
    "representan-te inestable", porque su propia conformación
    como partido político derivó de un sector social
    específico y que, por menesteres propios de su
    confrontación con la oligarquía, remitió su
    discurso a la
    inclusión de otros sectores sociales relativamente
    cercanos en la composición del mecanismo de producción capitalista
    argentino.

    El desvanecimiento de las expectativas populares y el
    reinicio de las luchas dan cuenta de la efímera
    representatividad radical del proletariado, y su abandono marca
    el retorno de los sectores populares a la tradición de la
    lucha política dentro de las organizaciones
    desarrolladas por el sindicalismo.

    La estructura
    económica del país había cambiado durante la
    década del 30, debido a la Gran Depresión,
    que provocó una reducción importante del comercio
    internacional.

    Esto afectó a la economía argentina,
    basada en la agroexportación, que hubo de reconvertirse
    mediante el control del
    mercado de carnes
    y granos y una acelerada industrialización basada en la
    sustitución de importaciones de
    los productos
    manufacturados. "Este proceso fue acompañado de un
    importante flujo migratorio in-terno desde las zonas rurales del
    interior hacia la periferia de las grandes ciudades
    (fundamentalmente,
    Buenos Aires, Rosario
    y Córdoba)."

    Estas nuevas masas populares, empleadas en las nuevas
    industrias y sin
    antecedentes de sindicalización, comenzaron un proceso de
    adaptación en el campo laboral, donde
    cristalizaron las expectativas históricas de una
    diversidad de sujetos.

    Estructuralmente, desde su formación y
    orígenes, el peronismo puso en evidencia a los
    sindicatos,
    que son su primer núcleo movilizador, y los sectores
    políticos que se aprestaban a participar en la nueva
    alianza. Los afluentes que se encuentran en el origen de la
    experiencia peronista, pertenecían a agrupaciones
    sindicalizadas, sindicatos enteros y dirigentes individualmente
    considerados, que en los años anteriores desarrollaron
    experiencias en la tradición ‘sindicalista’,
    ‘anarco-sindicalista’ y ‘socialista’ del
    movimiento
    obrero.

    Estas experiencias sindicales privilegiaban formas de
    acción
    reivindicativas muy pragmáticas y acudían a una
    instancia de negociación, donde intentaban inclinar el
    poder público a su favor.

    De ahí la larga vinculación con los
    espacios estatales, vistos de un modo arbitral, a fin de incidir
    en la distribución del ingreso y también
    por las mejoras básicas que coincidían con un
    programa en
    términos generales "antiimperialista" y de rechazo a la
    hegemonía de las clases tradicionales, favorecidas
    anteriormente: "la oligarquía terrateniente" y,
    secundariamente, los grupos
    empresarios aliados a ella.

    Es de señalar las resistencias
    al carácter específicamente político que
    tenía la reivindicación obrera en 1945,
    particularmente durante los acontecimientos de octubre, por parte
    de los viejos gremios de servicios,
    como los ferroviarios, forjados en la tradición
    anarquista.

    Acontecimientos posteriores llevan a la creación
    del Partido Laborista, moldeado bajo el estímulo del
    partido inglés.
    Se trataba de un partido reformista obrero, basado en sindicatos,
    y con un programa políticamente policlasista, neutralista,
    influido por el reformismo socialista de las etapas anteriores y
    por un estilo de presión-participación en la esfera
    estatal, económicamente distribucionista, desarrollado
    bajo la teoría
    keynesiana, generador del estado de bienestar, de pleno empleo,
    protección y aliento al mercado interno, etc.

    Mención especial merecen los desprendimientos
    surgidos de la crisis radical, posterior a la caída de
    Hipólito Irigoyen: FORJA, la Junta Reorganizadora y el
    Bloque Radical Yrigoyenista, porque de la primera surgirán
    los postulados nacionalistas y antiimperialistas, mientras que,
    de la segunda, el peronismo heredará los fundamentos de
    concordancia implicados en la categoría
    movimiento.

    La Fuerza de
    Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) que,
    escindiéndose de la UCR en 1935, propugnaba el retorno a
    la línea nacional y popular del federalismo y del
    yrigoyenismo, siendo sus banderas de pronunciamiento "la soberanía popular, la soberanía
    nacional y la emancipación del pueblo argentino"
    (Manifiesto). La FORJA propició la revolución
    americana y nacional asentada en las masas y un antiimperialismo
    militante.

    Existió en FORJA una línea nacional
    opuesta a la anglosajona, y a la participación de la
    burguesía comercial del puerto en favor de los intereses
    de los países centrales. También tenía
    claras las etapas (y misiones) que debían cumplir los
    movimientos populares: "Así la emancipación
    económica y la justicia
    social, serán el complemento indispensable de la independencia
    política", dijo Arturo Jauretche.

    No obstante, la falencia de FORJA está dada en
    que su pensamiento no
    trasciendía la ideología de la clase media, por lo que no
    consiguió ligarse al trabajador argentino. El radicalismo
    dio sus hombres (y lo mejor de su pensamiento) al peronismo, de
    FORJA pasan al peronismo Héctor Maya, Miguel López
    Francés, Alejandro Greca, Arturo Jauretche, y Raúl
    Scalabrini Ortiz. Scalabrini se dedica a mostrar el mecanismo de
    dominación del Imperio Británico en la Argentina.
    En tal situación Scalabrini postula insistentemente que
    "adquirir los ferrocarriles es adquirir
    soberanía".

    Un grupo de dirigentes radicales, decididos a constituir
    una nueva fuerza política, con las banderas de Yrigoyen y
    los postulados del 4 de Junio, al margen del Comité
    Nacional de la UCR. Conducidos por Quijano y Antille, formaron la
    Junta Reorganizadora de la UCR, más tarde llamada
    "Renovadora". Por su parte, el 23 de octubre, militantes de
    origen sindical eligieron el comité provisional del
    Partido Laborista, cuyo documento fundacional se tituló:
    Por la emancipación de la clase laboriosa. El
    Partido Laborista instaló un cartel en la puerta con la
    leyenda: "Una nueva conciencia en
    marcha." Los radicales "renovadores" eligieron su junta de
    gobierno y en acto público y J. Hortensio Quijano
    exaltó el significado del 17 de Octubre.

    El Bloque Radical Yrigoyenista inauguró un
    salón presidido por un retrato de Juan Perón, y los
    radicales renovadores realizaron en el Luna Park un acto, donde
    la leyenda principal decía: "De Yrigoyen a Perón
    con la revolución triunfante de las masas
    argentinas."

    Socialmente, la alianza inicial que da origen al
    peronismo, está formada funda-mentalmente por importantes
    trabajadores –la ‘nueva clase obrera’–,
    empresarios nacionales surgidos en el proceso de
    sustitución de importaciones de la década anterior,
    y sectores ‘nacionalistas’ de las FF.AA.
    Estructuralmente, la alianza con la que Perón gana las
    elecciones de febrero del ’46 incluye a los grupos
    sindicales señalados y a múltiples desprendimientos
    político-ideológicos de todo el espectro
    público argentino, entre ellos, además, sectores
    conservadores de la Provincia de Buenos Aires,
    núcleos comunistas (intelectuales
    y sindicalistas), algunos dirigentes del trotskysmo y del
    nacionalismo
    católico, del ejército y de la Iglesia.

    Triunfante, Perón entiende limitada la
    formación que lo llevara al poder, el Partido Laborista,
    en el que se congregaba ese conjunto de fuerzas
    heterogéneas, y propuso disolverlo a favor de un partido
    más abarcador que, en principio, se llamaría
    Partido Único de la Revolución Nacional.

    Este período formativo de la institucionalidad
    del peronismo, es considerado por algunos sindicalistas, como una
    "perdida de identidad y
    autonomía" del movimiento obrero, de esta forma viejos
    dirigentes laboristas pasan gradualmente a la oposición y
    caerán presos. La mayoría de los sindicalistas
    apoyó la creación de una forma política
    capaz de albergar la diversidad de grupos e ideologías que
    fueron congregados por el proceso peronista en los
    orígenes.

    Ese paso permitió superar el
    ‘obrerismo’ gracias al surgimiento de un instrumento
    político cualitativamente diferente: el movimiento.
    Así es como se impuso la forma movimiento, vinculada a la
    idea de conducción política con un centro arbitral
    que da sentido al todo y con ramas, alas y sectores que expresan
    diversos intereses sociales y estamentales. La idea laborista era
    la cristalización, en cambio, de una
    tradición sindical argentina, que provenía de un
    largo proceso de inserción sindical en la sociedad
    argentina.

    La forma movimiento, readecuaba técnicas
    de conducción militar a la esfera de acción
    política: La idea de objetivo general aglutinante, de
    superación del conflicto por
    una instancia superior laudadora, el principio de reunión
    de fuerzas, batalla con objetivos, que debían contar con
    todas las fuerzas disponibles en el mismo punto del es-pacio
    político, etc.

    La idea laborista, difería en cuanto a que
    actuaba más "tendencialmente", desde los sindicatos aunque
    con un amplio espectro de alianzas sociales. El triunfo de la
    concepción movimientista sobre la concepción
    laborista, además de implicar la nacionalización
    conceptual de la clase trabajadora, enmarcada en la lucha por la
    liberación nacional y antioligárquica, generaba un
    súper-partido político que dio un nuevo espacio a
    las relaciones entre políticos y sindicalistas en el
    peronismo, el Partido Justicialista, donde resolver las
    diferencias y contradicciones.

    Sin embargo, en la medida en que componían el
    fundamento objetivo de una sociedad articulada en torno a un tipo
    específico de distribución de los medios de
    subsistencia, estas contradicciones acompañaron todo el
    ciclo.

    El primer gobierno de Juan Domingo Perón se
    caracteriza por las condiciones económicas favorables como
    consecuencia del la acumulación de renta generada por la
    coyuntura de la Segunda Guerra
    Mundial.

    En este marco, se lleva a cabo la aplicación del
    Primer Plan Quinquenal,
    cuyo eje principal es consolidar el desarrollo la industria
    nacional y a cuyos efectos se instituye el IAPI (Instituto
    Argentino para la Pro-moción Industrial), que operaba la
    redistribución de los ingresos
    generados por la exportación agropecuaria. Este objetivo
    tenía su correlato con la expansión del mercado
    interno, por lo que se debía garantizar pleno empleo y una
    remuneración acorde. Al mismo tiempo se
    produce la nacionalización de servicios
    públicos, entre los que se destaca el ferrocarril,
    como medida expropiatoria de los capitales ingleses ante la
    declaración británica de inconvertibilidad de la
    libra esterlina, con lo que prácticamente se estafó
    a los acreedores.

    Es en este gobierno donde cristalizaron las conquistas
    proletarias que ya habían comenzado a emerger en los
    gobiernos de Ramírez y
    Farrell, desde cuya Secretaría de Trabajo y
    Previsión Juan Perón había promulgado el
    Estatuto del Peón Rural y puesto en práctica las
    leyes
    desarrolladas por Lisandro de La Torre para el proletariado
    industrial y rural. En ese marco se produjo el divorcio entre
    el gobierno nacional y la Iglesia Católica, como corolario
    de un proceso iniciado en 1945 y que no sólo involucraba a
    la entidad religiosa, sino también a los grupos
    económicos ligados a la dependencia económica. Sin
    embargo, también es el periodo en el que se
    desarrolló la "estatización" de los sindicatos y se
    censuró a quienes se oponían manteniendo
    equidistancia respecto del gobierno, así como la
    cristalización de una oposición al
    gobierno.

    En su segundo gobierno, hacia fines de 1952,
    Perón cambió el rumbo de la política
    económica. El Segundo Plan Quinquenal fijaba
    prioridades en el desarrollo del ahorro y en la
    inversión privada. En 1952, se
    disolvió la Unión Industrial Argentina (UIA) y se
    organizó la Confederación General Económica
    (CGE) sobre la base de tres confederaciones: de
    producción, industria y comercio. En 1953, se
    promulgó la ley de convenios colectivos de trabajo,
    homologados por el ministerio de Trabajo.

    En 1954 y 1955 se firmaron contratos
    petroleros con la Standard Oil Company de California, poniendo en
    crisis los principios de
    soberanía establecidos en la Constitución Nacional,
    más exactamente en el artículo 40 sobre recursos
    naturales. En 1955 los industriales consideraron que la
    única forma de contar con capital para
    cambiar los bajos índices de producción era el
    ingreso de inversiones
    extranjeras.

    La supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas y
    proyectos de
    ley como el divorcio, la separación de la Iglesia y
    el Estado,
    eliminación de las fiestas religiosas y el que
    permitía que diputados no juraran por los Santos
    Evangelios, enrarecieron aún más el ambiente
    político y económico.

    El 12 de junio de 1955, la Iglesia organizó una
    concentración, Perón expulsó del país
    al nuncio papal, Tato, y al canónigo Novoa. Al mismo
    tiempo, fueron detenidos varios sacerdotes y las autoridades de
    la Acción Católica.

    El 16 de junio al mediodía, una formación
    de la aviación naval bombardeó Plaza de Mayo y la
    Casa Rosada. El intento de matar a Perón fracasó;
    el saldo fue más de 1.000 muertos y heridos. Ese mismo
    día, llegaron oleadas de gente para apoyar al
    presidente.

    La Plaza de Mayo soportó otro bombardeo. En la
    noche del 31 de agosto, se atacaron e incendiaron templos
    católicos. Desde los balcones de la Casa Rosada,
    Perón ofreció su renuncia a la muchedumbre
    congregada por la CGT y anunció la creación de
    milicias armadas. En las primeras horas del día 21, el
    presidente se asilaba en la embajada del Paraguay. El
    golpe militar había concluido.

    Conclusiones:

    En la sucinta enunciación del desarrollo
    histórico del fenómeno analizado se pudo observar
    cómo la nueva formación social encauzó en
    principio las aspiraciones de un conjunto heterogéneo de
    sujetos sociales, de lo que se deriva su condición
    poli-clasista.

    Sin embargo, la presencia de cada uno de ellos
    obedeció a sus propias pretensiones de clase, las cuales
    sufrieron sucesivas movilidades y transformaciones dentro del
    marco del capitalismo dependiente con arreglo a la
    división internacional del trabajo.

    La presencia masiva del proletariado urbano y rural,
    como elemento básico de la constitución del
    peronismo, puso de relieve el
    proceso de emergencia y consolidación de un sujeto
    particular en el seno de una organización económica
    dada. Tal proceso, que comenzó a finales de siglo XIX y
    atravesó el gobierno de Hipólito Irigoyen y la
    Década Infame, no sólo cristalizó las
    necesidades de un sujeto social en el periodo que fue desde la
    presencia de Perón en la Secretaría de Trabajo y
    Previsión hasta la Presidencia de la Nación, sino
    también lo constituyó como sujeto social
    insoslayable en la práctica política
    sucesiva.

    Ello no obstante, sus aspiraciones en cuanto sujeto
    autorrepresentado se vieron subsumidas a la falsa homogeneidad
    del movimiento, derivada de la concepción corporativa que
    ostentaba Juan Perón, tal como lo demostraron las
    continuas desavenencias entre el líder y
    las agrupaciones sindicales que pretendían el mantenimiento
    de su independencia
    respecto del Estado, entendido éste como
    patrón.

    El posterior devenir histórico puso de manifiesto
    las contradicciones inherentes al movimiento, en la medida en que
    la falacia referida a la subsumisión de los intereses de
    clase, a partir de un objetivo general, resultó nada
    más que una suspensión momentánea de las
    contradicciones propiciadas por el entorno capitalista
    dependiente.

    Sin embargo, una última consideración debe
    referirse al reduccionismo que operó en la
    asimilación del fenómeno social revolucionario a la
    manifestación jurídica-mente formal del partido, es
    decir, la asimilación del peronismo al
    justicialismo.

    En efecto, peronismo objetiva a un
    fenómeno social que se inscribe en un entorno
    específico: la conformación socio-productiva de
    Argentina. Como nombre, resulta una contingencia y se deriva del
    apellido del coronel Juan Perón, pero, como elemento
    social, define la síntesis
    de los menesteres de los sectores otrora excluidos de la vida
    política nacional, el proletariado y la pequeña
    burguesía urbana y rural que, en su proceso
    histórico de consolidación, ensayaron diversas
    variantes orgánicas, en-contrando, en la acción de
    un tipo específico de política determinada por una
    coyuntura histórica particular, un cauce y una
    articulación relativos.

    Como tal, el peronismo es una forma de
    manifestación a través de la cual se expresan las
    pretensiones dinámicas y contingentes de los sujetos
    constituyentes de una formación social heterogénea,
    lo que pudo observarse en los procesos
    políticos posteriores, en los cuales las contradicciones
    internas pusieron de relieve su constitución
    heterogénea y dialéctica (vg. La división de
    peronismo revolucionario y peronismo ortodoxo, donde se exponen
    dos líneas de interpretación de la
    participación del peronismo dentro del proceso de
    liberación Argentina y Latinoamericana)

    El justicialismo constituye la expresión
    proselitista del movimiento y, como tal, resulta un espacio
    estratégico donde converge la diversidad de sujetos
    constitutivos del movimiento. Resulta estratégico porque
    es la forma jurídica a través de la cual se accede
    a los espacios de decisión nacional y, en virtud de ello,
    el sector que alcance hegemonía dentro del campo
    partidario puede determinar relativamente la tendencia social que
    asume la política del partido.

    En este campo es donde se expresa cabal-mente la
    dinámica social intrínseca del movimiento, en la
    medida en que es el instrumento ejecutivo de una política
    particular. Las variadas opciones sociales que asumió el
    partido en su desarrollo histórico dan cuenta de la
    alternancia de sujetos socia-les en su
    conducción.

    Finalmente, el desarrollo histórico del peronismo
    implica un salto cualitativo en la significación del
    concepto
    "representatividad popular", porque supera la
    interpretación exclusiva tradicional al posibilitar la
    inclusión activa y efectiva de sujetos sociales antes
    ignorados, mediante la instrumentación de acciones
    políticas que asumieron a la totalidad de la
    población como elemento definidor de una sociedad
    moderna.

    Bibliografía
    consultada:

    Luna Féliz. Todo es Historia 4. La Argentina
    próspera.
    Taurus. Madrid,
    2002.

    Romero, José Luis.
    Breve Historia Contemporánea de la Argentina
    2°Ed.
    FCE. México
    2001.

    Varios. La gran historia de Latinoamérica. César Civita
    (comp.). Abril. Buenos Aires, 1974.

    Vazeilles, José Gabriel. La ideología
    oligárquica y el terrorismo de
    estado
    . CEAL. Buenos Aires, 1985.

    Fuentes de Internet

    http://www.losandes.com.ar

    http://www.portalplanetasedna.com.ar

    http://es.wikipedia.org

    http://comunidad.ciudad.com.ar

    http://www.mst.org.ar

    http://www.monografias.com

    http://www.todo-argentina.net

    http://www.pjbonaerense.org.ar

    http://www.pais-global.com.ar

    Eduardo Daniel

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