Resulta imprescindible registrar el momento
histórico de aparición del Manifiesto Comunista
para intentar extraer algún mensaje de validez para
nuestro tiempo.
Sería incorrecta una lectura que no
contemple quiénes fueron sus autores y las circunstancias
en que fue producido. Por un lado debe consignarse que es un
texto
solicitado por la Liga de los Comunistas (1) a quienes se
transformarían en los fundadores de un pensamiento y
una práctica política con
proyección actual. Más allá de opiniones,
existen organizaciones
políticas que se asumen en la
tradición de Marx y Engels y
son gobierno de
países, importantes fuerza de
oposición en otros y testimoniales en variados casos. Pero
también existe una profusa variedad de ámbitos
intelectuales
o de agrupamientos político-sociales que reivindican ese
origen. Pensar en el legado actual de ambos implica realizar una
abstracción de las múltiples fragmentaciones
ocurridas en el plano teórico y de opciones
políticas asumidas, propias del derrotero que en vida
siguieron Marx y Engels. Ratifican la profusión comentada
las reuniones internacionales (2) y nacionales (3) convocadas
para reflexionar acerca del 150 aniversario de la
publicación del manifiesto comunista. Pero también
puede pensarse por la negativa registrando la existencia de un
pensamiento que pretende superar la tradición desde
concepciones posmarxistas, hasta quiénes lo niegan desde
posiciones del fin del marxismo.
Dos textos resultan de interés
para interpretar el acontecer histórico en torno de 1848.
Uno es de Thompson (4) y el otro de Hobsbwam (5) . El primero da
cuenta del periodo que va de 1780 a 1832, es decir, previo al
momento de solicitud, escritura y
publicación del manifiesto, datado entre noviembre de 1847
y febrero de 1848. El segundo origina su relato con la revolución
europea de 1848, estallada en simultáneo con la
aparición del manifiesto y llega hasta 1875. Ambos
periodos concentran la primera etapa del desarrollo
capitalista (6) y en el medio de ellos se encuentra esta gran
obra de propaganda
obrera y revolucionaria, anticipatoria de desarrollos
teóricos (7) que inspiraron la gigantesca obra de sus
autores e innúmeros seguidores. La revolución de
1848 es el fin de una etapa política que consolida un
tiempo iniciado con la revolución
francesa en 1789 y el gran protagonista está dado por
los trabajadores y los pobres, independientemente de
quiénes resultaron los gobernantes al normalizarse la
situación. El tiempo en cuestión presenta en
sociedad a un
nuevo actor social y político junto a una intelectualidad
que ya le es orgánica (8) .
"A principios de
1848 el eminente pensador político francés Alexis
de Tocqueville se levantó en la Cámara de Diputados
para expresar sentimientos que compartían la mayor parte
de los europeos: ‘Estamos durmiendo sobre un
volcán…¿No se dan ustedes cuenta de que la tierra
tiembla de nuevo? Sopla un viento revolucionario, y la tempestad
se ve ya en el horizonte’. Casi al mismo tiempo dos
exiliados alemanes, Karl Marx y
Friedrich Engels, de treinta y dos y veintiocho años de
edad, respectivamente, se hallaban perfilando los principios de
la revolución proletaria contra la que Tocqueville
advertía a sus colegas." (9)
En ese marco es que debe entenderse el primer
párrafo
del manifiesto: "Un fantasma recorre Europa: el
fantasma del comunismo". (10)
A continuación se plantea "Que ya es hora de que los
comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus
fines y sus aspiraciones; que opongan a la leyenda del fantasma
del comunismo un manifiesto del propio Partido." La
concepción de Partido de los Comunistas era uno de los
planteos que Marx y Engels incorporaron en la discusión
del Congreso de la Liga.
Los autores aluden a un proceso de
luchas sociales y políticas, de clases, que necesitan
expresar programática y públicamente para dar
cuenta de un fenómeno histórico, tal como
reflexiona Thompson: "Desde 1830 hacia delante, maduró una
conciencia de
clase, en el
sentido marxista tradicional, definida con mayor claridad, en la
que la población obrera se responsabilizó
de seguir adelante por sí misma con las viejas y nuevas
batallas." (11) Señala que para 1835 "…la clase obrera
no está ya en formación sino que está
formada. Atravesar el umbral que separa 1832 de 1833, significa
entrar en un mundo en el que la presencia de la clase obrera se
percibe en todos los condados de Inglaterra y en
la mayoría de aspectos de la vida." (12)
Por su parte, Hobsbawm destaca que "…1848 fue la
primera revolución en la que los socialistas o, más
probablemente, los comunistas -porque el socialismo previo
a 1848 fue un movimiento muy
apolítico dedicado a la creación de utópicas
cooperativas–
se colocaron a la vanguardia
desde el principio." (13) Y agrega que "De los grandes planes y
gobiernos rivales que idearon los apasionados exiliados en la
neblinosa Londres durante la década de 1850, nada
sobrevivió sino la obra de los más aislados y menos
típicos: Marx y Engels." (14) Con ello, rinde tributo a la
permanencia del pensamiento contenido en el manifiesto por encima
de otros contemporáneos con actuación más
visible.
El fantasma del siglo XIXEl Manifiesto Comunista
es expresión de un clima de
época que difiere bastante, por cierto, a la actualidad.
El capitalismo
mantiene su esencia, estudiada in extenso en El Capital, pero
desde entonces sus formas han variado sustantivamente. La
crítica
al capitalismo actual requiere ir más allá de los
textos fundacionales. Pero debe constatarse que la experiencia de
la lucha de los trabajadores también ha recorrido una
historia y que la
situación actual de esa resistencia
está atravesada por la hegemonía surgida en las
particulares condiciones de la, así visualizada en el
imaginario popular, derrota socialista a fines de nuestro
siglo.
Para 1847/8 existe un movimiento obrero europeo en
situación de luchas en ascenso, con las primeras
experiencias de resistencia, de luchas callejeras, de tomas de
fábricas. Se desarrollan las primeras organizaciones
sindicales y los primeros partidos
políticos que se asumen representantes de los
trabajadores. En 1844, cuatro años antes, había
nacido la primera cooperativa,
tal como las conocemos hoy, la cooperativa de Rochdale, en
Inglaterra, que era una forma de organización económica de los
trabajadores, para enfrentar las duras condiciones a que eran
sometidos por la sociedad capitalista en desarrollo y que era
impulsada por los socialistas utópicos
—particularmente de Owen (Robert, 1771-1858), o del
francés Fourier (Charles, 1772-1837), o de muchos
otros—, en un intento para resolver las miserias que dejaba
la sociedad capitalista de esa época, desde una
perspectiva reformista.
Marx y Engels escriben para la Liga de los
Comunistas. No es un libro de
texto, no es una investigación, es un folleto
propagandístico, de agitación política y
para difundir, principalmente entre los trabajadores, las
propuestas políticas de los comunistas y los trabajadores
europeos de esa época. Es un texto escrito en un momento
de auge de la dinámica de masas y que se propone como
orientación política de un proceso revolucionario
que tiene como motor a la lucha
de clases. En el Prefacio a la edición
alemana de 1883, Engels escribe que "La idea fundamental de que
está penetrado todo el Manifiesto –a saber: que la
producción económica y la estructura
social que de ella se deriva necesariamente en cada
época histórica, constituyen la base sobre la cual
descansa la historia política e intelectual de esa
época; que, por lo tanto, toda la historia (desde la
disolución del régimen primitivo de propiedad
común de la tierra) ha
sido una historia de lucha de clases, de lucha entre clases
explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las
distintas fases del desarrollo
social; y que ahora esta lucha ha llegado a una fase en que
la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede ya
emanciparse de la clase que la explota y la oprime (la
burguesía), sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre,
a la sociedad entera de la explotación, la opresión
y las luchas de clases-, esta idea fundamental pertenece
única y exclusivamente a Marx." (15)
Nuestro interrogante apuntaría a indagar
las premisas actuales del "espectro" del manifiesto, las que
determinan la formación, en los términos de
Thompson, de la conciencia de los explotados y oprimidos de este
tiempo y que puedan definir, en lenguaje de
Hobsbwam, la "primavera de los pueblos" en nuestros días.
Investigación que nos conduce a transitar por las
variaciones producidas en las formas de manifestación de
las relaciones sociales de explotación y opresión;
tanto como en las respuestas de los sujetos, en el marco de una
lucha más compleja que la confrontación clase
contra clase definida para mediados del siglo XIX.
Situación que derivamos de la emergencia de
múltiples resistencias
de sujetos diversos que agregan a la confrontación
tradicional con el capital, la reivindicación de género,
del hábitat
o los derechos
integrales de
la humanidad, entre otros.
Esa complejidad de lucha que devuelve el presente,
con límites de
visibilidad ostensible, ofrece la base para pensar un programa actual
de transformación revolucionaria de la realidad. Partimos
de concebir a la crítica capitalista como la invariancia
de la concepción de Marx y Engels y por eso, sus obras,
con independencia
de la inmadurez de las categorías utilizadas en cada
momento del desarrollo de su propio pensamiento, sólo
pueden servirnos en tanto metodología de análisis contextuado en tiempo
histórico. Las condiciones de la lucha determinaron en
cada circunstancia las conceptualizaciones para la descripción y las propuestas de
superación histórica.
No es un problema de exégesis de cada texto, sino
de situarlos en su contexto, es decir, los por qué y para
qué de esos escritos. No es vano reiterar que no hay
"marxismo único" y "para siempre". Hay un marxismo
contextuado en cada momento histórico que permite una
sucesión de rupturas epistemológicas que reconocen
aportes, a veces contradictorios, de muchos que asumieron y
asumen la condición de marxistas en los últimos 150
años. Y la respuesta en nuestros días sigue
transitando por la lucha y su conceptualización con
perspectiva de revolución. De esto pudimos hablar, en
representación del taller sobre América
Latina, en el cierre del Encuentro convocado por Espace Marx.
Las reflexiones apuntaban a llamar la atención de nuevos fenómenos de
luchas sociales y políticas que ocurriendo en Latinoamérica tienen efecto en el
ámbito mundial, tales como la diversidad de una izquierda
que disputa gobiernos en regímenes electorales, o negocia
y confronta con las armas en
condiciones de lucha guerrillera, hasta la emergencia de
movimientos de masas como los Sin Tierra que afectan la propiedad
capitalista (16) . Son acontecimientos que inciden en las
respuestas de los sujetos en nuestro tiempo y que llevó a
Hobsbawn (17) , presente en el encuentro de París, a
contestar que por América
Latina pasan hoy las coordenadas a que alude el manifiesto. En la
referida intervención señalé tres
cuestiones.
La primera es que el futuro se construye en
el presente y que en ese sentido, América Latina es un
gran laboratorio
que conmociona el futuro, no sólo por lo específico
de América Latina, sino porque creemos que mucho de la
resistencia popular, y de la re-elaboración teórica
del marxismo que se desarrolla en Latinoamérica,
contribuye a desarrollar un nuevo universalismo del que mucho se
había hablado durante el encuentro.
Remitimos a un universalismo que pueda despojarse
del contenido eurocéntrico que reduce el análisis
del capitalismo y la teoría
de la revolución al par "desarrollado" y que replantee ese
análisis en términos del par dialéctico
entre "desarrollo y subdesarrollo"
(18) , ambos constitutivos de un proceso articulado, donde uno es
condición del otro. Es un tema viejo el que sostenemos y
en El Capital (19) se señala el significado del
"descubrimiento y conquista" de América para la
acumulación originaria del capital. Sin la
extracción de riquezas naturales (minerales) del
continente americano y el genocidio de la fuerza de trabajo
implicada, es imposible pensar la expansión de la
producción y circulación que da identidad al
capitalismo. Sostiene Marx: "El descubrimiento de regiones
auríferas y argentíferas de América, la
reducción de los indígenas a la esclavitud, su
soterramiento en las minas de exterminio, los comienzos de
conquista y saqueo en las Indias orientales, la
transformación de Africa en una
especie de madriguera comercial para la caza de hombres de
piel negra:
tales son los procedimientos
idílicos de acumulación primitiva que
señalan la era capitalista en su aurora." (20) . Con lo
cuál verificamos que la acumulación capitalista
reconoce un proceso totalizador que incluye el par
dialéctico antes mencionado.
Ese proceso transita hoy una etapa muy especial,
donde el fenómeno varía, pero la esencia
continúa. Por ejemplo, en la década del 80 el
movimiento internacional de capitales ha sido negativo para
América Latina y llevó a la CEPAL a hablar de
década perdida, mientras que en los 90 resulta fuertemente
superavitario y más allá de ese movimiento pendular
del destino de los capitales, se verifica un crecimiento de
la pobreza y
la desigualdad superior a otras regiones.
Según la UNCTAD "América Latina fue
en 1997 la región que recibió mayor cantidad de
inversiones
extranjeras, con un total de 56.000 millones de dólares,
un 28% más que en 1996." (21) La cifra representa el 14%
sobre un volumen total de
400.000 millones. El informe agrega
que "Durante el período 1995-97, los flujos de IED a la
región crecieron a una velocidad
más de dos veces superior a la de los flujos hacia todos
los otros países en desarrollo en su totalidad". Al mismo
tiempo, el Banco Mundial
reconoce la existencia de 165,6 millones de personas en
condiciones de pobreza, es
decir, con un ingreso menor a 2 dólares diarios y de
ellos, 86,3 millones con menos de un dólar diario revistan
en la extrema pobreza. Agrega que entre 1980-95 los pobres de
Latinoamérica crecieron en 40 millones (22) . A su vez,
según un reciente informe de Progreso Económico y
Social del B.I.D.(23) , América Latina es la región
de mayor desigualdad en el ámbito mundial, con un 5% de la
población más rica que se apropia del 25% de la
distribución del ingreso y donde el 30%
más empobrecido sólo recibe el
7%.
Por eso insistimos en el impacto universal de una
resistencia localizada en Latinoamérica.
¿Cuánto incidió el levantamiento en Chiapas como
insumo de la crisis
devaluatoria en México y
su traslado hacia el resto de América Latina y buena parte
del mundo? ¿Cuánto incidirá la resistencia
del pueblo de Brasil al ajuste
(24) definido en éstos días y cómo
impactará en el resto de la región? La asistencia
de los organismos internacionales y de algunos países a
Brasil se vincula al temor de un "crack", que puede desencadenar
un efecto dominó sobre el conjunto de la economía capitalista,
la que se encuentra en proceso de crisis continuada desde
mediados del 97. Incluir la impronta de la imprevisión de
la lucha popular constituye un elemento esencial, casi siempre
olvidado por los intelectuales de la economía cotidiana, y
aún de aquellos que creen que las "revoluciones
verdaderas" sólo pueden provenir del capitalismo
desarrollado. Tesis
sostenida por Marx en su tiempo, aunque la realidad de procesos
revolucionarios en cualquier parte que así lo determinara
la subjetividad de los pueblos, coloca a la revolución en
la impronta de la lucha, más que en el objetivismo del
desarrollo de las fuerzas productivas. Teoría,
además, que en general olvida que la principal fuerza
productiva de la sociedad es la fuerza de trabajo, es decir: los
hombres.
La segunda tiene que ver con que la
izquierda y la resistencia popular en América Latina tiene
un carácter diverso y plural. Y lo Universal
que articula toda esa resistencia, es precisamente la
confrontación con un "modelo" de
dominación devenido hegemónico: el neoliberalismo
(25) . Debe recordarse que América Latina fue territorio
pionero en la aplicación de esas políticas, por
cierto, de la mano del terrorismo de
Estado (Chile
73 y Argentina 76). La violencia
sobre los pueblos y no la "libertad de
mercado", fue la
que generó una política que hoy se ha transformado
en hegemónica en el capitalismo de todo el
mundo.
Esa diversidad de nuestras resistencias, se
constata también, en la transformación, y a veces
en la disolución de viejas representaciones
políticas de la izquierda, que parcelaron durante
éste siglo el pensamiento y la práctica
revolucionaria. Es que pensar una reelaboración del
marxismo, y por ende una conquista de las reivindicaciones
populares, que era la esencia programática del manifiesto,
nos lleva a reconocer como un contenido clave la
articulación de lo diverso. En el Manifiesto se dice que
"…el primer paso de la revolución obrera es la
elevación del proletariado a clase dominante, la conquista
de la democracia."
(26) Sobre el alcance de la categoría proletario aludimos
más adelante, pero relativo a la lucha por la democracia,
encontramos ese reclamo en el movimiento zapatista en Chiapas,
tanto como en el Movimiento Sin Tierra de Brasil, sólo por
mencionar dos de los movimientos sociales y políticos
más destacados en la región. La democracia sigue
siendo una asignatura pendiente en América Latina y no
alcanza con la instalación de regímenes electorales
altamente viciados y expuestos a prácticas clientelares y
a la corrupción.
El decálogo de medidas propuestas
sostenidas en el manifiesto, para "los países más
avanzados", y que aluden a la
organización de la propiedad, del Estado y del
trabajo, como de las condiciones de vida de la población,
nos llevan a pensar en un reclamo contemporáneo por la
reducción de la jornada laboral y una
mejora de los salarios y
condiciones de vida en salud, educación, etc.; como
en la necesaria confrontación con los propietarios
transnacionales del capital, los que mediatizan su poder a
través de múltiples formas ideológicas,
culturales y políticas y lo ejercen desde las
corporaciones transnacionales, los grupos
económicos locales y las grandes empresas
familiares tradicionales. Confrontación a materializar
vía medidas impositivas, financiero-crediticias, de
restricción a la fuga de capitales y remisión de
utilidades al exterior, tanto como el freno al saqueo
representado por el pago de la deuda externa y
la condicionalidad impuesta por los organismos multilaterales de
crédito. Valga el comentario de que hasta
desde el Vaticano se sugiere en materia de
endeudamiento externo el "jubileo" para el año 2.000 y
desde la ONU, la UNCTAD
sostiene "la suspensión de los servicios de
la deuda" y alerta contra "las medidas del FMI, las que
conducen a la inestabilidad financiera" (27) . Informe que recoge
un endeudamiento externo para América Latina de 687.000
millones.
Esa articulación de lo diverso a que
aludimos, no sólo remite a las formas de lucha, sino en
las distintas expresiones que expresa la izquierda
latinoamericana. Desde la tradición marxista, pasando por
distintas corrientes de la cultura
nacional y popular, hasta lo que se expresa en la teología
de la liberación u otras corrientes religiosas que son
copartícipes de los procesos de transformación
integral y plural. La diversidad de América Latina resume
otras diversidades del movimiento de resistencia en todas partes
del mundo y es al mismo tiempo, la riqueza que se requiere para
transformar el movimiento revolucionario.
La tercera cuestión tiene que ver
con la necesidad de recoger la continuidad del pensamiento
expresado en el manifiesto, pero también la necesidad de
generar elementos de ruptura. Rupturas epistemológicas, en
las prácticas, en las condiciones en que se elabora el
nuevo universalismo del que hablamos. En América Latina,
en la década del 30´ fue José Carlos
Mariátegui (28) el que generó esa ruptura. En la
década del 60´ fue Ernesto Guevara (29) y Fidel Castro,
los que con el proceso de la revolución
cubana generaron una transformación en la
teoría y práctica de la revolución, en toda
América Latina y con repercusión universal. Esa
ruptura podemos encontrarla también y en el ámbito
de Europa, entre otros, en Gramsci. Y esa ruptura requiere que
pensemos, como siempre, críticamente, la realidad actual,
ya que si algo no cambia es que el marxismo es una crítica
profunda al capitalismo.
Marx no escribió una Economía
Política, sino precisamente "su" crítica. Su obra
principal, El Capital, lleva como subtítulo el de
Crítica de la Economía Política y su
publicación data de 1867. Su antecedente inmediato es la
Crítica de la Economía
Política datado en 1859 y en su prefacio se encarga de
rescatar el propio aporte en su obra, como crítica a todo
el pensamiento de la Economía Política y puede
leerse en los llamados tomos 4 y 5 de El Capital (30) . La
historia del marxismo reconoce por lo menos dos trayectos. Uno
remite a la vulgarización y el dogmatismo pretendiendo
encontrar todas las respuestas en los textos originarios y su
interpretación manualizada. Otro
está vinculado a las múltiples rupturas que implica
la adaptación creativa de una crítica al
capitalismo contextuada en tiempo y lugar.
Alguna vez citamos (31) al respecto una
reflexión de Deleuze y Guattari que resulta, desde el
arte,
pertinente a propósito de nuestro análisis. Podemos
leer (32) de los autores: "En un texto violentamente
poético, Lawrence describe lo que hace la poesía:
los hombres incesantemente se fabrican un paraguas que les
resguarda, en cuya parte inferior trazan un firmamento y escriben
sus convenciones, sus opiniones; pero el poeta, el artista,
practica un corte en el paraguas, rasga el propio firmamento,
para dar entrada a un poco del caos libre y ventoso y para
enmarcar en una luz repentina una
visión que surge a través de la rasgadura,
primavera de Wordsworth o manzana de Cézanne, silueta de
Macbeth o de Acab. Entonces aparece la multitud de imitadores que
restaura el paraguas con un paño que vagamente se parece a
la visión, y la multitud de glosadores que remiendan la
hendidura con opiniones: comunicación. Siempre harán falta
otros artistas para hacer otras rasgaduras, llevar a cabo las
destrucciones necesarias, quizá cada vez mayores, y volver
a dar así a sus antecesores la incomunicable novedad que
ya no se sabía ver".
Por ello es que hemos sostenido que lo invariable
del marxismo es la crítica y eso requiere romper con
algunos criterios del sentido común (33) del marxismo
vulgar, tales como los que remiten a la categoría
proletario, reduciéndola a quiénes trabajan dentro
de las fábricas. Muchos trabajadores de fábrica que
eran reconocidos como trabajadores industriales fueron despedidos
y hoy trabajan en forma "particular", como autónomos o en
empresas que las estadísticas reconocen como trabajadores de
servicios e incluso como microemprendedores. La confusión
devino de lecturas incompletas de los textos de Marx,
principalmente de El Capital. En gran parte, muchos se quedaron
en el nivel de abstracción del tomo I que alude a la
generación de la plusvalía en el ámbito de
la producción y reduciendo ésta a la
fábrica. Siendo además, la industrialización
de la producción el dato determinante de la
expansión capitalista en tiempos de
Marx.
Pero aún, en ese nivel de
abstracción, Marx alude a la realización de la
plusvalía en el ámbito de la circulación
(34) , tema que debe analizarse en el conjunto de El Capital,
donde la abstracción se transforma en la
concretización de la "producción capitalista en su
conjunto" (35) , es decir, producción y
circulación. Sostenemos, en tiempos de
industrialización de los servicios, que hay que definir
más ampliamente la categoría "trabajadores". No
sólo los trabajadores industriales, ni los ocupados, sino
también, aquellos que están desempleados, o
marginados que reclaman tierra, vivienda, etc. Aquellos que
estando marginados del mercado de trabajo son también
parte componente del funcionamiento del capitalismo, de la
producción y reproducción de las relaciones sociales de
explotación y dominación.
La crítica al Capitalismo incluye la
crítica a aquellos que han pasado del campo del
pensamiento marxista y de la práctica de izquierda, al
campo de la dominación, en la adaptación de los
discursos y
las prácticas, a las nuevas condiciones. Al posibilismo
del fin de siglo que, entre otros, se expresa en el "Consenso de
Buenos Aires"
, variante anticipada de la "tercera vía" popularizada por
Tony Blair. La crítica también nos incumbe y
requiere entonces, que el nuevo universalismo a construir, se
construya desde el presente, desde la práctica, desde la
recreación de esas prácticas, y del
pensamiento, donde la nueva teoría exprese la
crítica al capitalismo actual y que surja de las
prácticas resistentes de los pueblos, como en el
manifiesto, particularmente cuando la mundialización
comentada en el manifiesto encuentra plena materialidad en
nuestros días. Hoy más que ayer se hace realidad la
consigna final del manifiesto que convoca a la unidad de los
trabajadores del mundo.
- Para conocer sus antecedentes y desarrollo se
puede acudir al artículo de Federico Engels
"Contribución a la historia de la Liga de los
Comunistas", datado en Londres el 8/10/1885. Publicado en
Carlos Marx – Federico Engels, obras escogidas en dos
tomos. Ediciones de Lenguas Extranjeras, Moscú, 1955.
Tomo II páginas 356 a 376. - Se destaca el encuentro realizado en
París entre el 13 y el 16 de Mayo de 1998, convocado por
Espace Marx de Francia.
Participaron cerca de 1500 personas de distintas corrientes del
pensamiento marxista y de diferentes regiones. Se presentaron
unas 300 ponencias. El escrito del autor se publica en el Nro.
5 de la Revista
Periferias. - Entre otras se destaca el Encuentro de Revistas
Marxistas y del Pensamiento crítico, convocado por una
docena de publicaciones que se inscriben en el variado arco que
se reconoce dentro de la izquierda y el marxismo. Realizado en
la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA entre el 25
y 28 de setiembre de 1998. Existe versión desgrabada de
la intervención del autor en el panel de clausura de la
actividad "El manifiesto comunista en los umbrales del siglo
XXI" y puede leerse en la web abierta por
los organizadores de la reunión: http://www.geocities.com/CapitolHill/Lobby/7161/ - E.P. Thompson. La Formación de la Clase
Obrera en Inglaterra. Editorial Crítica, año
1989. - Eric Hobsbawm. La era del capital, 1848-1875.
Editorial Crítica, año 1998. - Remito al capitalismo de libre concurrencia
analizado principalmente en El Capital. La siguiente etapa se
define por el dominio del
monopolio y
remite históricamente su comienzo al periodo 1860/1880,
proceso de estudio iniciado por Lenin en El Imperialismo, fase superior y última del
capitalismo, texto publicado en 1916. - Al momento de redacción del manifiesto, los autores no
habían incorporado la categoría "fuerza de
trabajo" en tanto mercancía vendida por los trabajadores
a los capitalistas y base de la generación de
plusvalía. En el texto original se sostenía
erróneamente que los trabajadores vendían su
trabajo al capital. Ese cambio de
categoría es uno de los aportes sustanciales para el
conocimiento
del capitalismo. - Marx y Engels se habían negado a
incorporarse a la Liga de los Comunistas hasta el Congreso que
trata el documento por ellos redactados y como miembros de ella
participan en la revolución de febrero. Marx
quedará al frente de la Liga. Con la desaparición
de la Liga en 1852, ambos continuaron en la búsqueda de
una organización revolucionaria de los trabajadores.
Surgirá así la Asociación Internacional de
los Trabajadores en 1864, conocida como Primera
Internacional. - Eric Hobsbwam, página
21. - Carlos Marx. Federico Engels. Obras Escogidas
en dos tomos. Tomo I. Ediciones en Lenguas Extranjeras.
Moscú, 1955, página 21. - E.P. Thompson, página
314. - E.P. Thompson, página
422. - Eric Hobsbwam, página
35. - Eric Hobsbawm, página
36. - Carlos Marx. Federico Engels. Obras Escogidas
en dos tomos. Tomo I. Ediciones en Lenguas Extranjeras.
Moscú, 1955, página 16. - L’Humanitte, mayo de
1998. - Entrevista producida por una Revista chilena en
los pasillos del Encuentro de París y escuchada a
"hurtadillas" mientras esperábamos con Daniel Campione
para entregarle una colección de la Revista
Periferias. - Pueden agregarse a ese par las
categorías centro y periferia, imperialismo y
dependencia, o las más imprecisas de norte y sur, o
primer y tercer mundo. - Carlos Marx. El Capital, Tomo I, Sección
octava: La acumulación primitiva. Editorial
Cartago. - Carlos Marx. Ob. Cit. Sección VIII,
Capítulo XXXI, página 731. - La Nación. Sección Economía,
página 2, 11/11/98. - Banco Mundial. Informe sobre la pobreza y la
desigualdad. - Clarín. Página 16,
16/11/98. - Carta de intención suscrita entre el
gobierno de Brasil y el FMI, donde se establece una asistencia
financiera de 41.500 millones contra severas medidas de ajuste
y reestructuración de la economía
brasileña. - En diversas oportunidades hemos señalado
que no corresponde la denominación asignada por no ser
nuevo ni liberal. Mantenemos dicho nombre por su
instalación en múltiples ámbitos con un
significado que remite a las actuales políticas de la
derecha más reaccionaria. - Ob. Cit. El Manifiesto, página
42. - Informe presentado en Ginebra el 15/9/98.
Síntesis
publicada en La Nación, 16/9/98. - Mariátegui. Historia y presente del
marxismo en América Latina. Autores varios e incluye del
autor "Actualidad de Mariátegui en la agenda de la
izquierda a fines del siglo XX". Ediciones FISYP, año
1995. - Los caminos del Che. Colectivo de autores. Del
autor: Pensamiento económico del Che. Dirple ediciones,
año 1998. Puede encontrarse también en Revista
Realidad Económica Nro. 149, año
1997. - Carlos Marx. Historia Crítica de la
Teoría de la Plusvalía. 2 Tomos. Ediciones
Brumario. Buenos Aires, marzo de 1974. - Julio C. Gambina. Crisis del neoliberalismo.
Sus alcances, proyecciones y consecuencias. Revista Periferias
Nro. 2, año 1997. - Gilles Deleuze. Félix Guattari.
¿Qué es la filosofía?. Editorial Anagrama.
Barcelona, 1993. Páginas 204/5 donde citan a Lawrence en
El caos en la poesía, Cahiers de l’Herne,
páginas 189-191. - Uso la expresión en tanto
filosofía, siguiendo la concepción de Gramsci al
respecto. - Carlos Marx. El Capital. Sección II.
Capítulo V. - Subtítulo del Tomo III de El
Capital. - Para ampliar puede leerse del autor el
artículo "Crítica al Consenso de Buenos Aires o
el Disenso del Sur", en Revista Realidad Económica, Nro.
155, del 1 de abril al 15 de mayo de 1998, páginas 62 a
73.
Por: Julio C.
Gambina*
(*) Profesor
titular concursado de Economía Política en la
Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de
Investigaciones Sociales y Políticas
-FISYP.