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Sobre los artículos de Eric S. Raymond




    Artículos cortos…

    Esta página contiene artículos cortos que
    he escrito en un momento u otro. Como autor, no quiero gastar
    tiempo
    tratando de que alguien los publique. Ese sería el trabajo que
    deberían realizar las agencias de publicación, si
    no estuvieran en nómina
    de los monopolios del copyright.

    Por lo tanto, la publicación o distribución de mis artículos es
    libre bajo los términos de la versión 2 o posterior
    de la Licencia General de uso Público de GNU 
    (GPL).

    Debe tenerse en cuenta que estos artículos no son
    en forma alguna traducciones de los que he escrito en
    francés a menudo sobre temas completamente
    distintos.

     

    Indice de materias

    (bueno, de acuerdo, en esta ocasión sólo
    hay un artículo)


    Sobre los artículos de Eric S.
    Raymond's
    (escrito el
    23-mayo-1998).

    Notas sobre "La catedral y el bazar" y otros escritos
    de Eric S.
    Raymond…

     

    Lo que sigue son unas pequeñas anotaciones
    sobre defectos que se han deslizado en los, por lo demás
    excelentes y justamente bien conocidos, artículos
    de
    Eric
    S. Raymond
    . Se las envié a
    él en primer lugar, pero decidió, y estaba en su
    pleno derecho, no tenerlas en cuenta. Dado que creo que esto hace
    que sus artículos difundan unos cuantos conceptos
    notablemente incorrectos como parásitos de las importantes
    ideas que en ellos se exponen, me creo obligado a publicarlas
    aquí; quizá logre al menos de esta forma que ESR
    incluya los enlaces correspondientes a ellas en su página
    (escrito entre el 23 y 25 de mayo de 1998).

     

    Eric S. Raymond, un respetado "hacker" (en el
    sentido  
    del término), se ha hecho famoso como "predicador del
    software
    abierto", desde que escribió su influyente artículo
    "La
    catedral y el bazar
    ", que cuenta ya con algunas
    secuelas (por el momento sólo "Colonizando
    la Noosfera
    ").

    Leí "La
    catedral y el bazar
    ", poco después de que
    se publicara, antes de que se hiciera tan famoso como lo es en
    este momento, y se modificara por razones de mercado al
    sustituir la expresión "software
    libre" por "software abierto".  Es un gran
    artículo, no pretendo negarlo; de hecho, no puedo sino
    estar fervientemente de acuerdo con la mayor parte de lo que en
    él se dice, pues contiene por cierto hallazgos importantes
    sobre la dinámica del desarrollo del
    software. Hallazgos que son, como creo que
    Jonathan Eunice
    hace notar si bien de forma poco
    apropiada, casi totalmente (aunque no por completo)
    independientes de toda consideración sobre si el software
    es libre o apropiable. I como teorizador sobre el software
    libre, mis observaciones tratarán sobre la no tan
    escasa diferencia entre ese "casi totalmente" y aquel "no por
    completo".

    Mi primera observación (poco importante) se refiere a
    la siguiente sugerencia que aparece al final del artículo
    de la catedral:

    Quizá al final la cultura del
    software abierto triunfe no porque la colaboración sea
    moralmente
    "buena" y la posesión avara del software "mala"
    (suponiendo que creas esto último, algo que ni yo ni
    Linus hacemos), sino simplemente porque el mundo comercial no
    puede ganar una carrera de
    armamentos frente a comunidades de software abierto capaces de
    movilizar cantidades de tiempo de personal
    cualificado algunos órdenes de magnitud superiores a la
    hora de resolver un problema.

    Si bien estoy de acuerdo con la última parte de
    la frase, no lo estoy con la primera. ¿Qué mejor
    argumento moral que el software libre esté
    intrínsecamente mejor dotado para producir a largo plazo
    software fiable y de buena calidad?. Desde
    luego, no es un argumento metafísico; pero no hay
    razón para basar la moral en
    dogmas de este tipo; al contrario, la ética
    resulta más adecuada si las consideraciones a manejar
    provienen de la vida real.

    En un correo privado, Eric me explicó que, si
    bien estaba de acuerdo con mi observación, no
    modificaría su artículo pues temía confundir
    a los lectores con nociones sobre si los aspectos éticos
    eran consideraciones a-priori o a-posteriori, que están
    fuera del contexto del artículo y requerirían una
    explicación demasiado larga para resultar inteligibles.
    Bueno, tal consideración no es al menos ajena a su
    conclusión, por lo que, si deseaba ajustarse de forma tan
    precisa al contexto, también hubiera podido eliminar
    directamente la conclusión. Y, cuando menos, una nota al
    pie con un enlace a alguna otra página de otro tipo
    hubiera podido contribuir a poner las cosas en claro para todo el
    mundo. También hubiera podido buscar una
    formulación más precisa o neutral, sin mayor
    explicación. Por miedo a "confundir" a los lectores con
    una "excesiva" precisión, Eric contribuye a un aumento de
    la confusión ya existente sobre asuntos éticos de
    importancia.

    En la secuela al artículo de la catedral y el
    bazar, "Colonizando
    la Noosfera
    ", otro artículo muy
    interesante, Eric introduce una confusión más
    esencial que está en el origen de todas las
    contradicciones aparentes que el artículo intenta
    despejar, en concreto,
    pensar que los programas son de
    alguna forma apropiables.

    Si debiera ubicarme en uno de los modelos de
    ideologías de hacker descritos por Eric, probablemente me
    situaría en el tipo integrista anticomercial. Pero creo
    que su división de los tipos de hacker es parcial, en
    parte como consecuencia de un intento consciente de provocar
    mediante el humor, y en parte como resultado de la
    propagación de malentendidos habituales. En primer lugar
    "anti comercial" es simplemente un concepto
    incorrecto: los hackers del tipo
    de la FSF no están en absoluto en contra de hacer negocio;
    apoyan ardientemente la idea de que los servicios de
    software deben ser remunerados, y que debe haber un mercado libre
    para tales servicios; con lo que no están de acuerdo es
    con la idea de que el software pueda ser poseído y los
    malos hábitos asociados a las licencias
    comerciales.

    Finalmente, "integrista" es un término obviamente parcial;
    yo más bien diría que alguna gente tiene más
    o menos tendencia a realizar compromisos si se presenta la
    oportunidad de apropiarse ellos mismos de un software dado, y de
    promover o dificultar tales compromisos en los otros, dos
    aspectos por lo demás independientes. El extremismo y el
    fanatismo no son atributos exclusivos de los puritanos del
    software libre que rechazan cualquier compromiso, sino que pueden
    encontrarse entre gente de cualquier opinión: no
    están unidos a una opinión particular, sino al
    hecho de que las opiniones se mantengan de forma dogmática
    o no.

    En cuanto al pragmatismo,
    no es ciertamente un atributo que deba ser otorgado a nadie en
    virtud de su disposición a aceptar compromisos. Aceptar
    compromisos degradantes a largo plazo se llama "realpolitik", y
    ha demostrado ser una estrategia
    inútil frente a enemigos descaradamente inmorales (vease
    la historia del
    facismo o el comunismo),
    mientras que el rigor se ha manifestado a menudo como  una
    actitud
    ganadora (por ejemplo, frente a la segregación en
    Sudáfrica). No estoy sugiriendo en absoluto que no deba
    realizarse jamás compromiso alguno, sino que deben tenerse
    en cuenta sus implicaciones a largo plazo como una parte
    más de los costes generados al aceptarlo, y no debe caerse
    en la ceguera de considerar tan sólo sus beneficios a
    corto plazo. El artículo de la catedral, manteniendo la
    observación anterior, es la mejor demostración de
    que el modelo de
    desarrollo de software libre del GNU constituye de hecho la
    aproximación más pragmática posible (otra
    confirmación de que GNU es el modelo más adecuado
    es la constante división observable en los proyectos regidos
    por licencias del tipo BSD, tales como las variantes de BSD
    Unix o el
    proyecto
    X).

    El punto fundamental en que Eric se equivoca consiste en
    que, por miedo a asustar a unos accionistas poco educados, parece
    avergonzarse de la idea de que el software no es apropiable y
    trata desesperadamente de evitarla hasta el punto de no
    mencionarla como el axioma central de las teorías
    sobre software libre de la mayor parte de la gente (en aquellos
    casos en que la tienen, por supuesto).

    Esta idea surge de forma natural a partir de las mismas
    fuentes de
    liberalismo
    clásico y antropología que Eric invoca como
    inspiración de su artículo: la propiedad se
    justifica sobre recursos
    físicos escasos como la única forma de controlar de
    manera fiable uno de tales recursos sin introducir luchas
    permanentes entre la gente; pero el software, al ser un tipo
    particular de ideas, no tiene similitud alguna con los recursos:
    un número arbitrario de personas puede tener una idea sin
    privar a nadie de tenerla a la vez, y es la prohibición de
    actuar de acuerdo con una idea dada (con una copia mental
    particular de la misma)  la que introduce los conflictos y
    la falta de libertad.

    Esta justificación de que las ideas, la información, y el software no son
    apropiables apoya  la aparición de un mercado en los
    servicios comerciales que tratan con ideas, información o
    software en tanto en cuanto tales servicios implican la
    utilización de recursos físicos. Tales servicios
    incluyen la búsqueda (no el hallazgo) de nueva
    información, la caza de errores, la mejora y puesta al
    día de la información existente, el soporte
    técnico, los cursos de formación que ayudan a
    manipular la información entregada, la entrega de harware
    físico o de medios de
    soporte de tal información, la garantía de
    disponibilidad, relevancia, y/o precisión de la
    información, asegurar frente a los riesgos
    relacionados con su uso, etc. No puedo sino incluir una
    referencia a mi propia página WEB
    (en francés) sobre software libre, y mi "Manifiesto de la
    información libre" (que se ha traducido parcialmente al
    inglés)
    para aquellos a los que interese una discusión más
    profunda de tales temas.

    Con tales conceptos en mente se desvanecen todas las
    dificultades con que topa Eric en su artículo sobre la
    colonización.

    En primer lugar, las divergencias entre las actitudes
    frente al software libre no son contradicciones, sino meras
    diferencias; cada cual tiene su actitud particular, que no
    necesariamente contradice la de ningún otro; del mismo
    modo en que cada programador escribe programas (es de suponer)
    diferentes a los de cualquier otro sin contradecirlos. Cuando se
    considera que el desarrollo y el uso del software libre requiere
    recursos
    humanos escasos en cuanto a tiempo de desarrolladores y
    usuarios, se puede caer en la tentación de considerar cada
    diferencia como una contradicción potencial. Sin embargo,
    esto no hace las diferencias relativas al software libre
    más contradictorias entre sí de lo que lo son las
    que aparecen con el software propietario; de hecho, mucho menos:
    el software libre no puede sino hacer aparecer las
    incompatibilidades esenciales entre programas que intentan captar
    los mismos recursos (de computación, humanos); mientras que el
    software propietario introduce también oposiciones entre
    monopolios que intentan excluirse mutuamente con barreras
    artificiales consistentes en costes de utilización y
    desarrollo y la asuencia de las fuentes del programa.

    En segundo lugar, Eric ve una contradicción entre
    la teórica proclama de libertad en las licencias del
    software libre, que permite que todo el mundo pueda modificar
    cualquier cosa, y la práctica gragaria por la cual los
    hackers siguen
    reglas estrictas de conducta al
    compartir el código.
    Pero no constituye mayor contradicción que el hecho de que
    en aquellos países en los que existe libertad de
    asociación los individuos no crean docenas de asociaciones
    con ellos como únicos miembros. La libertad es un asunto
    de derechos civiles.
    ¡El derecho a hacer algo dentro de unos límites
    dados no significa que todas las cosas que puedan realizarse
    dentro de ellos se lleve a la práctica!. Lo cual quiere
    decir que la gente ya tiene bastantes dificultades al tratar con
    las limitaciones naturales del mundo físico y social, y no
    desea sufrir la molestia adicional de artificiosas reglas humanas
    más allá de lo que definen los límites
    mutuos de libertad.

    Los tabús que Eric señala pueden por tanto
    explicarse en función de
    las limitaciones humanas que afectan a las actividades
    relacionadas con la programación, de las que en su mayor parte
    ya hemos hablado: mientras los programas no son apropiables y
    nunca lo serán, el desarrollo de los programas, al igual
    que el trabajo
    relacionado con el software, como su nombre indica, implica un
    gasto de recursos, y aquellos hackers que vean sobrevivir a sus
    trabajos serán los que optimicen la utilización de
    recursos escasos.

    La programación implica en primer lugar conocimiento y
    comprensión de los fines y medios de los programas, que
    pueden a su vez subdividirse en fines externos (observables por
    usuarios no programadores) e internos (perceptibles por
    programadores que mantienen, mejoran o simplemente modifican el
    programa). Tal conocimiento y comprensión no son por
    supuesto apropiables, y la libertad es el régimen bajo el
    cual serán maximizables. Pero adquirir y coordinar
    el
    conocimiento requiere el uso de canales de comunicación y el acuerdo sobre los
    protocolos a
    usar; y los canales de comunicación fiables de alta
    velocidad
    son un recurso escaso.

    La parte de costes de tecnología hardware está
    disminuyendo con rapidez, como pone de manifiesto la
    aparición de Internet, que ya ha jugado
    de hecho un papel importante en la difusión de la
    información que ha hecho posible la cultura del software
    libre; este coste hardware de la
    comunicación ha sido siempre una preocupación
    crucial antes o fuera de Internet; e incluso en ella, la parte
    WWW, a pesar de sus limitaciones, ha jugado un papel importante
    en la dramática reducción del coste
    tecnológico relacionado con la creación de centros
    de difusión identificables con fiabilidad. Por supuesto,
    la predominancia de los costes tecnológicos en la
    difusión de información útil fuera de
    Internet ha ayudado a ocultar el coste de la apropiación
    de dicha información más allá del ocasionado
    por su difusión, de modo que los monopolios de la
    información se establecieron sin que el público se
    preocupara o incluso se diera cuenta de tal hecho, y sin que se
    considerara su (temible) impacto sobre el avance
    tecnológico.

    Pero con Internet, el coste de distribuir software se ha
    aproximado a cero, y el coste predominante en la difusión
    es el factor humano. Ya que los humanos disponen de un tiempo
    limitado para leer y escribir información; necesitan
    referencias que los guíen en el océano de la
    información disponible; necesitan referencias sobre su
    distribución, sobre las que puedan descargar su
    preocupación de encontrar información fiable;
    necesitan centros de contacto para intercambiarla, en los que
    puedan confiar para obtener información útil, y
    tomar en consideración las posibles respuestas. Una densa
    red de tales
    puntos de contacto, en la que los programadores puedan
    intercambiar sus contribuciones, es lo que se denomina un
    proyecto de programación. Un proyecto tiene una
    existencia bastante física, lo que se
    opone a los meros objetos de programación que son
    ante todo información inmaterial. Un proyecto dado puede
    lanzar (con mayor o menor regularidad) objetos, pero no debe
    identificarse con ellos; tales objetos lanzados pueden olvidarse,
    compartirse por millones de unidades, o reutilizarse de manera
    divergente por diferentes proyectos aislados en el tiempo y el
    espacio del proyecto original que los produjo.

    Los objetos de software no son jamás asimilables
    con la propiedad, independientemente de lo que uno lo intente.
    Las ideas no pueden poseerese. La propiedad de algo es natural
    cuando, y sólo entonces, algo tiene la propiedad
    intrínseca de la mutua exclusión. Que es el caso de
    los objetos físicos y los servicios, pero no de las
    ideas. Por otra parte, los proyectos de software son tan
    apropiables como cualquier bien físico; tienen una
    identidad en
    el mundo físico, independientemente de las partes de la
    noosfera que ya hayan sido exploradas o que se pretendan explorar
    más adelante; consumen recursos físicos (el trabajo
    de los hackers).

    El aspecto principal no percibido por Eric en su
    artículo sobre la colonización es por tanto que la
    combinación de interés y
    fama que yace en un proyecto, lo que hace que la gente invierta
    su tiempo de programación, lo que él llama su
    promesa, constituye el bien escaso que interesa a los que
    desarrollan software libre.

    Como ejemplo de que los proyectos de software libre
    generan recursos y valor por
    sí mismos, sin necesidad de recurrir al uso artificial de
    la apropiación del software, podemos echar un vistazo
    a RedHat
    software
    , que sólo escribe software libre
    (todas las versiones de redhat, que son software, son libres) y
    sin embargo vende un número de copias suficiente de su
    Official RedHat CD como para
    prosperar, ya que incluyen el interés, el empuje y la fama
    que constituye la esencia del proyecto RedHat, identificado en su
    marca
    comercial.

    De hecho, si en el artículo de Eric sustituimos
    cualquier referencia a la propiedad de programas por referencias
    a la propiedad de proyectos (el mismo Eric usa en ocasiones esta
    expresión más adecuada), el resultado es casi
    totalmente correcto. En consecuencia, no puede decirse que los
    programadores colonicen la noosfera, la esfera de los programas,
    ya que es falso; los programas son algo inmaterial y no es
    posible mediante esfuerzo colonizador alguno u otra actividad
    cualquiera traspasar una "mágica" frontera
    y  crear una propiedad en la noosfera.  En su lugar los
    programadores colonizan una "imagen de la
    noosfera", la esfera de los proyectos de programación, que
    constituyen exploraciones físicas de la noosfera
    inmaterial (lo que da a la publicación de las
    "páginas principales" de un proyecto un valor de
    ocupación del territorio más que
    metafórico).  Lo siento por la autoestima de
    Eric al haber encontrado otro eslogan de dos palabras de lo
    más aparente: "colonizando la noosfera". Pero la
    corrección de las ideas es más importante que los
    eslógans de impacto, y estoy seguro de que es
    también capaz de encontrar un buen eslogan que refleje las
    ideas correctas en lugar de las erróneas.

    Tras corregir esta confusión, todo lo
    demás en el artículo de Eric resulta una
    consecuencia inmediata de las consideraciones anteriores, y las
    dificultades desaparecen. La gente puede poseer y de hecho posee
    proyectos que son más o menos prometedores; y la
    dinámica de su posesión es esa cosa fluida que Eric
    describe con precisión, pues la teoría
    de la colonización se aplica perfectamente a los proyectos
    en el campo del software.

    Un proyecto no se bifurca de forma arbitraria ya que la
    división implica una división de su capital, de su
    "promesa", en varias partes, lo que significa un menor retorno a
    la inversión en programación a menos
    que existan otras causas (tales como el reagrupamiento de otros
    proyectos distintos, o la desaparición de un desacuerdo
    interno importante) que hagan que uno de los proyectos
    resultantes aumente su atractivo por encima del que tenía
    el proyecto original. Aunque puedan limitarse los perjuicios
    ocasionados por una bifurcación del proyecto a base de
    compartir código entre las partes resultantes, existen
    costes proporcionales al grado de divergencia de los proyectos
    (lo que justifica la ruptura), por lo cual lo anterior es tan
    sólo un atenuante .

    El simple hecho de que los proyectos puedan bifurcarse
    prueba que no pertenecen a la noosfera, ya que la
    bifurcación resulta un concepto escasamente aplicable a
    ideas platónicas inmutables. Los dos (o más)
    proyectos resultantes de una bifurcación parten de los
    mismos programas en la misma posición de la noosfera, lo
    que resulta incompatible con la posesión de los programas
    que una vez más requiere la idea de exclusión
    mutua; pero que es sin mebargo compatible con la idea de
    possión de proyectos que exploran la noosfera, si bien con
    recursos diferentes y una historia pasada y/o futura asimismo
    distinta.

    Respecto a lo que Eric considera el segundo
    "tabú" del software libre, la oposición a realizar
    modificaciones fuera de la coordinación reconocida en un proyecto,
    puede considerarse un simple corolario del anterior, pues todo
    aquel que realiza modificaciones de este tipo actúa como
    lo haría dentro de su propia bifurcación del
    proyecto, aunque unos pocos parches no oficiales puedan ser
    incorporados (eventualmente) a las fuentes del proyecto
    oficial.

    Podemos por tanto cuestionar  que el software libre
    implique una economía basada en el
    regalo. Para empezar, la misma noción de "regalo" es
    confusa cuando se aplica al software tal como hace Eric en su
    artículo, por cuanto el software no es poseíble,
    pero resulta completamente significativa si la aplicamos a los
    proyectos y al tiempo de programación. Por tanto, podemos
    ver que de hecho mucho del software libre que se escribe y
    distribuye actualmente se realiza durante el "abundante tiempo
    libre" de los hackers que de esta forma regalan un tiempo de
    programación precioso sin recibir a cambio una
    compensación monetaria. Es decir que sí, que puede
    ser cierto que el el software libre actual sea
    principalmente una cultura basada en la donación. Pero en
    ese caso el acaparamiento del software, al desplazar los ingresos desde
    los desarrolladores a los monopolizadores, del trabajo
    legítimo a la rapiña, distorsiona completamente el
    mundo del software: el capital se orienta hacia privilegios
    económicos artificiales y se emplea en imponer o utilizar
    leyes
    injustas, en lugar de invertirse en actividades útiles.
    Como resultado, los programadores capaces que se dedican al
    software libre no obtienen un reconocimiento de tipo
    económico, y el desarrollo de la mayor parte del software
    libre (o abierto) debe realizarse de forma gratuita, lo que
    explica porqué los hackers que se mueven en el mundo del
    software libre se ven forzados, quiéranlo o no, a
    la donación de sus obras: la razón no es otra que
    los mecanismos de apropiación los excluyen casi totalmente
    de la economía predominante en el mundo del software. La
    gente que participa en el desarrollo de software libre puede en
    cierta medida involucrarse en una "cultura del regalo", algo que
    no se opone a una cultura de la competición; pero las
    reglas del juego han sido
    cambiadas y la competición se desarrolla entre recursos
    disponibles pero escasos, no entre recursos que son o bien
    inalcanzables o abundantes. En caso de que la ley se corrigiera
    y dejara de apoyar la apropiación del software al
    reconocer la artificialidad de la "posesión" en la
    noosfera, creo que el desarrollo del software así liberado
    llevaría a un floreciente mercado libre de los servicios
    relacionados con el software que tendría poco que ver,
    para bien o para mal, con una economía del
    regalo.

    El fenómeno con el que cabe comparar de forma
    adecuada el desarrollo del software libre es la investigación científica
    teórica. De hecho, ambos proceden del mismo
    fenómeno general: la creación sistemática de
    nueva información. Y comparten un mismo origen
    histórico, ya que el mundo del software libre nació
    en universidades conectadas a través de Internet y fue
    creado por estudiantes y profesores en ciencias de la
    computación, matemáticas, física, química, y
    demás.  En tales campos, la gente explora un espacio
    compuesto por objetos de información puros, que no pueden
    ser poseidos, aunque se pelee por la fama y por atraer el
    interés de otras personas a un campo de trabajo
    particular, de forma que los problemas que
    nos afectan puedan ser resueltos o puedan captarse fondos
    adicionales. Todo lo que digamos sobre la cultura del software
    libre es aplicable asimismo a la ciencia
    teórica y viceversa.

    La comparación resulta perfecta en lo que
    concierne a la evaluación
    por iguales: ésta es la única forma aceptada de
    juzgar la calidad tanto en ciencia como
    en el software. De hecho, llegaría hasta extender la
    afirmación anterior a cualquier intercambio de
    información: es el juicio entre iguales el que asegura la
    mejor calidad de cualquier información, ya sea
    científica, técnica, financiera, o relacionada con
    cualquier aspecto de la vida, incluyendo los asuntos más
    comunes del día a día. Es éste mecanismo el
    que establece los precios en un
    mercado libre, en función de la información
    disponible. Y es por esto por lo cual la libertad de
    información resulta esencial para mantener el equilibrio en
    una economía de mercado, y por lo que la revisión
    entre iguales debería extenderse a todos los campos del
    conocimiento, para lo que sería necesaria la
    abolición de los privilegios actuales relacionados con la
    información, ya sean secretos, patentes,  acuerdos de
    no difusión, o derechos de propiedad
    intelectual y de copia. Sin embargo, en aras de la brevedad,
    me centraré tan sólo en este artículo en el
    tema del software.

    La noción de que el reconocimiento de la
    autoría debe ser respetado, de que se conserve la pista de
    cómo se creó la información, que constituye
    el tercer "tabú" del software libre percibido por Eric,
    está también presente en Ciencia. En primer lugar,
    tal seguimiento resulta sumamente útil cuando se investiga
    en campos que analizan procesos
    históricos, o se exploran temas relacionados entre
    sí. Y, de manera más prosaica, es necesario para
    asegurar un reconocimiento adecuado a los autores, de modo que
    sean ellos los que logren la fama o la vergüenza asociada a
    su trabajo, y se dediquen inversiones
    adicionales a proyectos que lo merezcan (que los proyectos que
    tienen reconocida una "promesa" dada se beneficien de recursos
    adicionales proporcionales a su mérito). Aquellos que
    borran tales huellas, que no les costaría nada mantener,
    causan a otros las molestias derivadas de la
    privación de una información útil, o les
    obligan a gastar recursos valiosos en su reconstrucción, a
    la vez que minan el proceso de la
    evaluación entre iguales. Tal actitud puede por tanto
    asimilarse al vandalismo gratuito o al robo cuando se realiza por
    interés; y es por lo que la costumbre lo desaprueba con
    firmeza y por lo que quizá debería ser incluso
    punible por ley.

    No tengo más objeciones importantes al resto de
    los artículos de Eric S. Raymond. Terminaré
    diciendo que todas las confusiones y parcialidades que aparecen
    en sus artículos son típicos de su elección
    de la "política real" como principio de
    actuación en su activismo en pro del software libre. Un
    ejemplo de esta elección es haber cambiado con efectos
    retroactivos en sus artículos y conferencias el
    término "software libre" por "software abierto". No
    discrepo de la noción de ser eficaz promoviendo el
    software libre. Pero me opongo a acciones que
    pueden resultar atajos válidos a corto plazo y causar
    perjuicios a la larga, ya que en estos casos, en la
    búsqueda de un éxito
    puntual, se opta por apoyar fenómenos esencialmente
    erróneos en lugar de combatirlos.

    Las leyes actuales han creado la noción
    artificial de "propiedad intelectual", y han hecho uso de ella
    como único modo de defender la necesaria validación
    de la información en un sistema de
    revisión por iguales. Estas leyes han corrompido
    completamente las instituciones
    económicas, ya que muchas corporaciones dependen de un
    modo crucial del monopolio de
    la información, también en el origen de grandes
    fortunas, más que de ser pagadas a cambio de la
    prestación de servicios reales. No deben realizarse
    compromisos con estas leyes, y debe lucharse contra su
    justificación, habitualmente errónea. Este es el
    principio fundamental de la filosofía del software libre.
    Lo menos que Eric podría hacer es evitar tales
    justificaciones, en lugar de apoyarlas. Es difícil luchar
    contra prejuicios que sirven para justificar enormes intereses
    financieros, por supuesto. Hace falta ser muy estricto
    precisamente porque la tearea es muy dura.

     

    Faré . François-René
    Rideau

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