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La constitución trágica del sujeto moral en la ética moderna




Enviado por Anónimo



    "Vueltos siempre hacia la creación
    vemos

    sobre ella el sólo el reflejo
    cambiante de lo libre,

    oscurecido por nosotros.
    (…)

    He aquí lo que llamamos destino:
    estar enfrente

    y nada más, siempre
    enfrente."

    Rainer María Rilke;
    Elegías de Duino; Octava
    elegía

     

    El concepto
    trágico

    El ser trágico del
    hombre

    El giro moderno

    Spinoza, el connatus como esfuerzo
    por ser

    ¿ser =
    Ser?

    Kant, la razón
    práctica, imperativo
    categórico

    Lo indisoluble de la
    tensión o lo constitutivo de la tragedia en el
    hombre

    Superación de lo
    trágico, ámbito de lo social

    Citas

     

    El concepto
    trágico

    Siguiendo toda una costumbre filosófica
    comenzaré mi exposición
    con una distinción de términos. En este caso acerca
    del valor con que
    aquí usaré el término "trágico".
    Así, entiendo por trágica aquella situación
    en la cual la facultad desiderativa del hombre no se
    corresponde con su capacidad de realizar el objeto de aquel
    deseo. Esto, si bien terrible, no es suficiente para una
    tragedia; ya que falta la particularidad que le da el hombre como
    único posible actor de la misma, en tanto vive esta
    situación y a la vez es consciente de ella. De tal
    modo el hombre queda encerrado en una situación de la que
    no tiene la posibilidad de salir (es su naturaleza la
    que lo impele a desear) y en la cual sabe que tampoco puede tener
    éxito
    (las limitaciones de su naturaleza no le permiten satisfacer el
    deseo). Es el problema que se señala en San
    Agustín como la relación entre una capacidad de
    amar –como deseo- infinita y una facultad racional finita.
    La definición arriba desarrollada peca de una excesiva
    amplitud más propia de un concepto poético; sin
    embargo si bien esto puede constituir un defecto, su uso no es
    ingenuo y parte de su fuerza
    argumentativa reside en ello. De todos modos será posible
    una mejor delimitación del concepto en la medida en que
    nos adentremos en la descripción de su materia.

     

    El ser trágico del
    hombre

    Cabe tras esta aclaración enunciar la hipótesis que constituye el punto de
    partida de mi reflexión. Ésta presenta a la
    tragedia como carácter constitutivo del ser del hombre,
    el cual se pondrá de manifiesto más claramente en
    el intento de desarrollar una construcción ética, en donde la
    acción
    humana se apropia del centro de la escena poniendo a prueba
    cualquier postulación teórica. Teniendo en cuenta
    este objetivo
    analizaremos la ética de Spinoza y Kant, dos
    referentes de la modernidad, en
    tanto señalan las dos vías en que se dirige el
    intento de explicar la realidad, al menos hasta Hegel.

     

    El giro
    moderno

    En Descartes,
    considerándolo como hito o punto de quiebre, se patentiza
    un movimiento de
    consecuencias complicadas para quienes intentaron pensar la
    realidad después de él. El fundamento de la
    realidad deja de estar como dado en la naturaleza y pasa a tener
    que ser puesto en un ámbito restringido, pero
    también más intimo: el sujeto, en tanto
    cogito. La realidad toda tambalea, ha perdido un punto de
    apoyo fijo y por si esto fuera poco la sostiene la Razón,
    que se encuentra en un ser que es a la vez cuerpo. La riqueza de
    este aporte es tan grande como la crisis que le
    sigue.

    Descartes plantea al cogito como una substancia, pero
    esto no le permitió ir más allá de una
    ética provisoria; queda, por lo tanto, tras él el
    problema de cómo el universal, que ahora encuentra su
    asiento en la Razón, puede relacionarse con lo singular y
    darle dirección, si ya no es natural.
    Spinoza y Kant intentaran resolver esta
    cuestión.

    El primero de modo genético, al estilo de los
    geómetras, mientras que el segundo orienta su
    reflexión dentro del orden de lo normativo o las
    condiciones a priori de posibilidad. El esfuerzo de ambos, si
    bien distinto, consiste en alcanzar una definición del
    hombre y sus perspectivas, lo cual conllevará una
    reconstrucción de conceptos como "felicidad" o
    "bien".

     

    Spinoza, el connatus como
    esfuerzo por ser

    Para comprender a Spinoza es necesario entender en que
    punto el despliegue de su teoría
    es una respuesta a preguntas que Descartes ha dejado sin
    respuesta. Descartes describe un hombre constituido por una
    substancia pensante y una substancia extensa. En tanto ambas son
    substancias el sujeto de una ética, el sujeto moral, se
    anula junto con la posibilidad de que el hombre en tanto racional
    sufra de las pasiones del cuerpo. Spinoza parte de la existencia
    de una única substancia. La cual es única puesto
    que sólo de ella se puede predicar propiamente que "es",
    dado que existe necesariamente. En otras palabras, es Dios; del
    cual los hombres son modos de ser y la extensión y la
    racionalidad son dos atributos más entre infinitos
    atributos.

    Así, gracias a esta caracterización del
    Ser, Spinoza devuelve al hombre al campo práctico. Esto,
    bajo ninguna consideración, hace desaparecer la
    tensión entre el aspecto racional del hombre y su
    carácter extenso, sino que le da un lugar para que se
    despliegue, conformando un concepto fundamental de la
    ética spinoziana: el connatus. Es un
    término que Spinoza recoge de los estoicos y que debe
    entenderse como el esfuerzo por permanecer en el ser. En tanto
    esfuerzo, expresa la esencia de la relación entre esos dos
    atributos.

    El hombre es objeto de afectos, por lo que las verdades
    referentes a su ser no siempre le resultan evidentes. El ser
    humano tiende a una mirada finalista de la realidad, suponiendo
    en las cosas y actos intenciones y causas; cuando la única
    causa de la que aquel puede dar cuenta es aquella que se
    identifica con los afectos en tanto causa eficiente de nuestros
    actos. Esta visión sesgada lleva al hombre a ver donde
    sólo hay afectos, causas de tipo final, desplegando una
    interpretación de la realidad en
    términos de esencias y fines, de la cual es producto la
    estructuración de modelos
    universales, a los cuales se les otorga el carácter de
    perfección (concepto que para Spinoza no existe en la
    realidad).

    La fuerza de tales afectos puede someter al hombre a su
    servicio, al
    que se opondrá la libertad como
    dominio de
    tales afectos. En este punto, el connatus puede
    considerarse, en términos de la ética
    clásica, como virtud, es decir, camino a la mejor
    vida humana posible. Es también en este punto que se torna
    acertada su caracterización como "esfuerzo"; ya que es
    tensión, es lucha de dominación, como camino es
    arduo y en el mejor de los casos –el de una victoria- esta
    no puede considerarse absoluta (1). La conducta moral en
    Spinoza consistirá en comprender que somos parte de un
    orden superior, que reside en nosotros (motivo por el que lo
    podemos comprender), y ajustarnos a él. Sólo cuando
    el hombre reconoce la existencia necesaria de las cosas que lo
    rodean es capaz de dominar los afectos. El camino de la virtud es
    un camino de conocimiento.
    En este mismo sentido virtud es también la máxima
    potencia humana,
    su modo de perseverar en el ser. Vemos aquí como se van
    entretejiendo las definiciones y como Spinoza hace de la
    ética y la metafísica
    una sola disciplina.
    –En correspondencia con esto se seguirá una
    redefinición de los términos propios de la
    ética como el Bien o la felicidad, que no creo oportuno
    desarrollar aquí.-

     

    ¿ser =
    Ser?

    Hasta aquí una breve exposición del
    intento spinoziano, ahora me propongo desarrollar las razones por
    las cuales considero que como intento es infructuoso. Spinoza,
    sin lugar a dudas, supera el problema que le impedía a
    Descartes elaborar una ética. Sin embargo, y más
    allá de lo original del planteo, esta superación se
    convierte casi en una destrucción de la ética, en
    tanto la existencia se equipara al Ser. De modo que el universal
    no encarna en lo particular, sino que se rebaja lo particular a
    un espejismo sometiéndolo a la necesariedad de un
    principio absoluto. El hombre no tendrá otro bien ni otra
    felicidad más allá de la consciencia de ser
    necesario. Lo que resulta valiente en Spinoza, y no esta de
    más recalcar, es aceptarse prisionero de esos espejismos y
    dar allí lugar a la ética.

     

    Kant, la razón
    práctica, imperativo categórico

    Kant concluye en la "Crítica
    de la razón Pura" la imposibilidad de la razón para
    acceder a lo absoluto, a la pregunta de sí es posible la
    metafísica como ciencia la
    respuesta de Kant es que no: " La razón humana
    tiene en una especie de sus conocimientos

    (la metafísica), el destino singular de verse
    acosada por cuestiones que no puede apartar, pues le son
    propuestas por la naturaleza de la razón misma, pero a las
    que tampoco puede contestar, porque superan las facultades de la
    razón humana"
    (Crítica de la razón
    pura, A VII, VIII, IX).

    Ahora bien, la imposibilidad de la metafísica
    como ciencia no agota las posibilidades del hombre de entra en
    relación con ella. De este modo, clausurado el acceso al
    Absoluto por la Razón pura Kant abre la puerta a la
    voluntad, como expresión de la Razón
    práctica, introduciéndose en el campo de la
    ética.

    Así, acorde al método que
    antes señalamos le es propio, buscará las
    condiciones a priori de posibilidad de un concepto bueno
    absoluto. Lo único que puede considerarse bueno de un modo
    absoluto es la buena voluntad, no considerada desde su efecto
    sino simplemente desde su querer. Más precisamente desde
    la forma de ese querer.

    La posesión de una voluntad expresa la facultad
    propia de los seres racionales de obrar por la
    representación de leyes. Para que
    las acciones
    objetivamente necesarias sean subjetivamente necesarias, la
    voluntad deberá estar determinada por la razón. Sin
    embargo esto no sucede, y es aquí donde se despliega (en
    la argumentación kantiana) esta tensión que tiene
    lugar en la acción humana entre lo racional y las
    pasiones. La tensión se resuelve en lucha, Kant introduce,
    en este punto, la constricción como
    determinación de la voluntad en conformidad con
    fundamentos a los cuales por naturaleza no es necesariamente
    obediente.

    La razón es "razón práctica" en
    tanto dirige la acción. Dirección que se puede
    plantear al modo de mandatos que expresan las normas (principios
    objetivos). La
    formula de esos mandatos es la del imperativo, como
    manifestación de una obligatoriedad a la que el hombre no
    puede más que obedecer. Es un "deber ser". A Kant le
    interesará la posibilidad un tipo especial de imperativo,
    el imperativo categórico.

    El cual legisla no de un modo condicional sino absoluto,
    lo cual es imposible de comprobar en la experiencia por lo que la
    demostración de su existencia debe ser a priori.
    Así Kant vuelca su análisis sobre la forma de tal imperativo y
    no sobre su contenido, ya que no se puede decir que ordene una
    acción particular sino un modo de encararla.

    A partir de la priorización de la forma como
    elemento fúndante de la acción moral Kant encuentra
    la base para llevar acabo la primera formulación del
    imperativo categórico. La forma del querer debe ser
    racional, y en tanto racional debe conllevar la exigencia de
    universalidad, en otras palabras: "obra como si la
    máxima de tu acción debiera tornarse, por tu
    voluntad, ley universal de
    la naturaleza
    ". La voluntad humana debe obrar como deduciendo
    de leyes universales, movimiento propio de la razón que
    así se constituye como razón
    práctica.

    En la interpretación de Paolo Lamanna, a quien
    sigo en este punto, esta armonización del querer con la
    ley universal es para Kant la realización del hombre en
    tanto logra darle a su querer particular un lugar en un orden
    universal; la voluntad buena por la que nos preguntábamos
    será la que se dirija hacia ese orden.

    Esto se explicitará más claramente en las
    siguientes formulaciones del imperativo categórico. Estas
    tienen por objeto desarrollar el punto en el que no se
    contradicen las prescripciones de la razón y mis acciones
    particulares. La segunda formulación dice: "Obra de tal
    manera que trates a la humanidad tanto en ti como en los otros,
    siempre y al mismo tiempo como
    fin y nunca solamente como medio
    ". El hombre es un fin en
    sí mismo, nunca debe ser entendido como medio bajo ninguna
    circunstancia; se convierte, así, en un valor absoluto que
    le permite a Kant unificar fines (la materia del querer)
    objetivos y subjetivos, y en algún punto retribuir al
    hombre el carácter de unión de lo uno y lo
    múltiple.

    Finalmente la última de las formulaciones de este
    imperativo: "Obra de tal modo que tu voluntad pueda ser
    considerada como fundamento de una legislación
    universal
    ". Con esta formulación Kant cree terminar de
    cerrar la brecha que separa lo universal del hombre, puesto que
    siguiendo este imperativo la voluntad humana debe elevarse por
    sobre cualquier inclinación y tomar el lugar de
    legisladora universal. La Razón, Dios, en palabras de
    Descartes "es lo mejor distribuido del mundo" y dependerá
    de cada uno actuar en conformidad a sus preceptos. De hacerlo el
    premio no será la felicidad (puesto que no es el fin de
    los hombres racionales en tanto la razón rige su voluntad)
    sino la dignidad. El
    hombre virtuoso será en las máximas de su actuar,
    ley universal; en sus fines, fin objetivamente necesario y en su
    voluntad legislador; por lo tanto será digno de ser
    feliz.

     

    Lo indisoluble
    de la tensión o lo constitutivo de la tragedia en el
    hombre

    Hasta aquí el desarrollo de
    la argumentación kantiana y la respuesta que creo da al
    problema de la constitución de un sujeto moral racional y
    actuante. Sin embargo, en mi opinión, tal desarrollo no
    logra su objetivo, lo que a continuación
    fundamentaré.

    A partir de las tres formulaciones del imperativo
    categórico hay un punto crucial que sale a la luz, a saber, el
    de la conformidad entre la razón y la voluntad. Que se
    expresa (en uno de sus modos) diciendo que las leyes
    objetivamente necesarias debieran serlo también
    subjetivamente, logrando, de este modo, conciliar la presencia de
    lo universal y lo singular en el hombre.

    Kant está seguro de haberlo
    logrado. Sin embargo esta concordancia es posible por la previa
    supresión de todo lo que no es racional en la naturaleza
    del individuo (2).
    Por lo que la ley práctica, como tal, regiría sobre
    un sujeto –virtuoso- que no actúe sino por deber.
    Esto no puede considerarse una conciliación entre lo
    universal y lo singular, se asemeja más a la
    sumisión de lo segundo a lo primero, lo cual se manifiesta
    en la necesidad del "debe". Kant no supera la tensión (que
    como tal calificamos de trágica) sino que su intento de
    superación se acerca más a disolver la
    tensión afirmando un término por sobre
    otro.

    Aún dejando de lado esta primera objeción
    sobreviene una segunda más próxima a los cimientos
    de la formulación Kantiana. La cual no niega ya que Kant
    halla logrado o no su cometido, sino que discute el mismo
    cometido que Kant se ha propuesto alcanzar. Construyo ésta
    desde el mismo punto que la anterior. Kant ha logrado, al poner
    al hombre como fin en sí mismo, que el fin objetivo
    coincida con el fin subjetivo; y aquí hace una
    aclaración que me parece clave, si bien los seres
    racionales son un fin en sí mismo el hecho de que yo
    considere a otro hombre como fin no es la expresión de un
    imperativo categórico.

    Es decir, el hombre no se relaciona con el otro hombre
    directamente ya que sería la expresión de una
    inclinación, esta relación sólo puede darse
    a través de la mediación de la ley universal, a
    partir de la cual el otro es sólo una deducción de la ley y no un sujeto
    singular. Esto se agrava si consideramos que el imperativo
    categórico es la universalización del hombre como
    fin.

    Así, la conciliación, suponiendo que se
    halla alcanzado, es entre el Yo y el Absoluto –que habita
    en mí-; pero excluye completamente al Otro, en tanto
    singular (sometido a inclinaciones). Lo cual deja abierta la
    puerta para un planteo que desarrollaremos de
    inmediato.

    Antes quisiera agregar brevemente un matiz que me parece
    interesante. Con el giro que se da en la modernidad el fundamento
    se traslada al sujeto, considerado como cogito, como ya
    mencionamos. En su rol de fundamento de la realidad la
    razón puede equipararse a un dios. Ahora bien, teniendo en
    cuenta esto, el hombre kantiano no sólo debería
    convivir con un dios que habita en él, sino que debe
    reprimir sus inclinaciones de modo de convertirse en todo un
    dios. Me parece que esto merece más allá de una
    crítica lógica
    una crítica moral. En defensa de Kant, cabe poner el
    ejemplo que su propia vida constituye.

     

    Superación de
    lo trágico, ámbito de lo social

    La caracterización del hombre como ser
    trágico que intente plantear como eje problemático,
    no ha podido ser resuelta, en mi opinión debido a que en
    los pensadores que vimos se intenta desarmar tal tensión
    entre lo universal y lo singular, de lo que el hombre es hogar,
    afirmando uno u otro separadamente. La superación de la
    misma me parece que tiene que tener como condición previa
    indispensable circunscribir esta tensión a un
    ámbito restringido: el sujeto.

    Más claramente, el sujeto individual. Tal
    tensión comienza y termina en el individuo, considerada en
    él resulta aporética y tiene como único
    producto la angustia. Sin embargo, si salimos del individuo y
    consideramos a éste como inserto en un ámbito
    mayor, la aporia desaparece y si bien la tensión no
    desaparece se alivia. Este es el ámbito de lo social,
    donde el individuo sale de sí y se relaciona con los
    otros, no como universal sino como suma de singularidades
    –relación constitutiva del sujeto- (3).

     

    Juan Boldini Luna

     

    Bibliografía

    Kant, Manuel 1995 () Fundamentación de la
    metafísica de las costumbres (México: Ed
    Porrúa)

    Villacañas, José Luis Kant en Camps,
    Victoria (comp.) Historia de la ética
    Vol 3 (Barcelona: Crítica)

    Lamanna, Paolo Kant moralidad y
    mundo suprasensible en Historia de la
    filosofía moderna

    Ardohain, Adán 2001 La divinidad en el sujeto
    kantiano

    Spinoza, Baruch 1975() Ética demostrada
    según el orden geométrico (México: Fondo de
    Cultura
    Económica).

     

     

    Citas

    (1) "…ese conocimiento no implica la supresión
    de los afectos (E, V, pr. 4, esc.) sino la utilización
    racional de los mismos."

    (2) El Imperativo no puede derivarse de las propiedades
    particulares de la naturaleza
    humana, el deber es una necesidad
    práctico-incondicionada de la acción, por lo cual
    ha de valer para todos los seres racionales.

    (3)No estoy seguro, pero frente a la necesidad de un
    concepto universal opondría al universal kantiano, otro
    universal. Del tipo que describe Atahualpa Yupanqui en "Destino
    del Canto", donde augura para el poeta comprometido con su pueblo
    el beneficio de ser lo Anónimo; aquí el universal
    es realmente una suma de subjetividades.

     

     

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